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El iluminado

Hoy, al despertar, un rayo de luz pasó a través de mi ventana e iluminó mi rostro. No sé que poderes especiales contenía…
pero… ¡hoy, creí, fui iluminado!

Me levanté de un salto y corrí a arreglarme presurosamente, no podía esperar, me aguardaba un día lleno de actividades. ¡Fui
iluminado… ahora soy un fiel creyente de los fenómenos paranormales!

Lo primero que hice fue elaborar una carta a las Naciones Unidas, lo más detallada que pude, para exponer mis opiniones
respecto a los extraterrestres (ET) que habitan nuestro planeta. Para empezar, sea cual sea la tecnología que utilizan para
impulsar sus naves espaciales, indudablemente están contaminando la Tierra, sea ésta una contaminación térmica, magnética,
o química… y por supuesto que deben de estructurarse ciertos aranceles especiales, siguiendo la máxima “el que ensucia
paga, puesto que limpiar cuesta”. Es sencillo, si el Concorde contamina… y tan sólo va a unos cuantos cientos de kilómetros
por hora, imagínense lo que contaminan naves capaces de alcanzar ¡velocidades cercanas a la de la luz! Casi 300,000
kilómetros por segundo, no por hora. Es tanta la diferencia en velocidades, que aunque los naves extraterrestres fueran cientos
de veces más eficientes que las nuestras, de todas formas contaminarían miles de veces más.

Obviamente, tenemos que establecer todo un sistema de verificación vehicular… hay que ser justos. No todos los
extraterrestres son iguales, los habrá que tengan sus naves en perfecto estado y contaminen lo menos; pero también existen
despreocupados, conchudos y sucios por ahí. Y sería totalmente incorrecto que paguen justos por pecadores. Así, que después
de ser verificadas las naves, se les pegará su calcomanía 000 o 0000, según sea el caso, o de plano impedir que ciertas naves
circulen.

Si acaso nuestros amigos ET cuentan con la tecnología de antimateria para generar energía (sólo vislumbrada por los humanos
en la ciencia ficción), considero que debiera entonces crearse un consejo multinacional de especialistas para establecer normas
de seguridad que impedirían que en un descuido desapareciera alguna parte de nuestro amado planeta, creando una tragedia
mundial de impresionantes dimensiones. Por supuesto, si nuestros ET terrícolas son perfectos e incapaces de cometer
descuidos, este punto quedaría eliminado.

De esta manera, con los aranceles por contaminación establecidos, si los ET quieren transitar por nuestro planeta, bien,
adelante, pero que paguen sus cuotas. Y si por ahí aparece algún despistado que diga que los pobres extraterrestres no
interfieren con nosotros y que son sólo observadores imparciales… yo le sugeriría que revisara sus apuntes de mecánica
cuántica y se actualizara ampliamente (como seguramente lo están los ET), para ver que por lo menos en este Universo, el
observador sí cuenta, sí participa, y por lo tanto, sí afecta los resultados.

En relación específica con los ET mexicanos, yo propongo que paguen el impuesto predial de toda la superficie que ocupan en
la zona del Popo, o por lo menos, que no se vayan de ahí cuando los van a buscar, para que los habitantes de la región puedan
organizar una cooperativa y crear un parque de atracciones en donde se puedan apreciar las prodigiosas naves extraterrestres
elaboradas con materiales desconocidos para el hombre.

Por cierto, para aquél hábil lector que ya pensó en cómo nos pagarían los ET, le tengo ya algunas sugerencias. Por ejemplo,
podrían crear la primera aerolínea ET… viaje a París en tan sólo 5 minutos… Tokio a su alcance en menos de un cuarto de
hora… O bien, para ser más útiles, podrían dedicar parte de su tecnología a teletransportar granos, semillas y todo tipo de
alimentos de los centros de producción a las centrales de abasto de todo el orbe, y así evitar que se eche a perder el 20 o 25%
de los alimentos producidos, como actualmente sucede.

HECHO:
Un excelente análisis serio de extraterrestres, lo podemos disfrutar en “El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la
obscuridad” de Carl Sagan.

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