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La región mediterránea ha sido lugar de presencia humana durante milenios, se trata de un paisaje

adaptado a la imagen del ser humano y q ue a la v ez , alb erga una sorprendente b iodiv ersidad.

E l M editerráneo se caracteriz a por una enorme riq uez a b iológica con un elev ado grado de endemismos,
con especies emb lemáticas como la P osidonia, el C oral A naranjado o la F oca M onje. P ero el M editerráneo
es ecológicamente v ulnerab le, sob re todo deb ido a la presión humana. P or todo ello es imprescindib le la
protección de lugares de riq uez a natural y representativ os de ecosistemas mediterráneos.

D esde una perspectiv a amb iental, las z onas costeras andaluz as son ecosistemas particularmente v alio-
sos y desde una perspectiv a socioeconómica, una importante fuente de recursos. La R ed de E spacios
N aturales P rotegidos de A ndalucía incluy e un conjunto de Á reas M arinas y Litorales cuy a gestión unifica-
da pretende articularse a trav é s del P lan A ndaluz de Á reas M arinas P rotegidas q ue tiene como finalidad
estab lecer y gestionar un sistema de áreas marinas y litorales protegidas q ue contrib uy a a la conserv a-
ción de la b iodiv ersidad y la funcionalidad de los ecosistemas marinos regionales así como a la
preserv ación de los recursos marinos y el patrimonio cultural para lograr el desarrollo sostenib le del
litoral andaluz .

La C onsejería de M edio A mb iente de la J unta de A ndalucía ha sido b eneficiaria durante el M arco


C omunitario de A poy o 2 0 0 0 - 2 0 0 6 de ay udas europeas, canaliz adas a trav é s del F ondo de C ohesión, del
P rograma LIF E o de Iniciativ as C omunitarias como E Q U A L e IN T E R R E G III. D entro de esta ú ltima Iniciativ a,
cuy o ob jetiv o es estimular la cooperación, é sta D irección G eneral ha participado como socia en cinco pro-
y ectos, entre los q ue se encuentran el proy ecto IN T E R R E G IIIC M edP an (2 0 0 5 - 2 0 0 7 ), q ue nace con el pro-
pósito de crear una R ed de G estores de Á reas M arinas P rotegidas del M editerráneo y q ue está represen-
tada por 2 3 socios de distintos países europeos y terceros. U no de los ob jetiv os de este proy ecto ha sido
la elab oración de herramientas de gestión q ue faciliten la tarea diaria de los gestores de estos espacios
protegidos y a la v ez impliq uen a la ciudadanía en dicha gestión.

C on esta finalidad nace el presente trab ajo, dirigido a la sociedad en su conjunto, como herramienta div ul-
gativ a q ue permita adv ertir, mediante la ob serv ación detallada del entorno, camb ios en el ecosistema lito-
ral y en el paisaje q ue é ste configura, así como en la fauna y en la flora. S e trata de q ue la pob lación se
forme adecuadamente en la detección de procesos anómalos q ue puedan ser trascendentes, y se impli-
q ue en una red de v igilancia amb iental de los fondos mediterráneos y de su red de espacios protegidos.

M ª R osario P intos M artín


D irectora G eneral de la R E N P A y S erv icios A mb ientales
í n d i c e

INTRODUCCIÓN 11

ANTECEDENTES 15

índice
1.OBJETIVOS DE LA OBRA, ÁMBITO GEOGRÁFICO Y AVISO A LOS LECTORES (Ficha 1). 19

2.ENFOQUE METODOLÓGICO Y RECOMENDACIONES PRELIMINARES (Ficha 2). 25

3.UNOS CONOCIMIENTOS BÁSICOS (Ficha 3). 31

4.LA VIDA BENTÓNICA COMO ALIADA EN LA VIGILANCIA DE LAS AGUAS

LITORALES (Ficha 4). 37

5.INMOVILIDAD, GRAN TAMAÑO Y ABUNDANCIA:LA MEJOR COMBINACIÓN (Ficha 5). 41

6.CÓMO AYUDAR A LA VIGILANCIA AMBIENTAL DE NUESTRO LITORAL (Ficha 6). 45

7.AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL 53

7.1. Fondosinal
ter
adosver
susper
turbados(Ficha 7). 55

7.2. Fondosinal
ter
adosysuident
if
icación(Ficha 8). 57

7.3. Fondosper
turbadosysuident
if
icación(Ficha 9). 61

7.4. Encl
avesver
tical
esyhor
izont
ales (Ficha 10). 65

7.5. Encl
avesinf
ral
apidí
col
asyconsecuenciasdesuinver
sión(Ficha 11). 69

7.6. Encl
avesinf
ral
apidí
col
asinal
ter
adosyper
turbados(Ficha 12). 71

7.7. Cuevasmar
inassumer
g idasysemisumer
g idas(Ficha 13). 73

7.8. ”
Blooms” al
gal
es(Ficha 14). 75

7.9. Epibiosis (ounossobreot


ros) (Ficha 15). 77

7.10. Redes, ancl


as, buceador
esypaseant
esnoinst
ruidos(Ficha 16). 81

7.11. Suciedadinacept
abl
e(Ficha 17). 83
í n d i c e

8. ESPECIES TOLERANTES 85

8.1. Codium bursa (Linnaeus) (Ficha 18). 87

8.2. L s Philippi (Ficha 19). 89


índice
it
hophyl
lum incrust
an

8.3. Coral
lina el
ong a Ellis y Solander (Ficha 20).
at 91

8.4. Crambecrambe(Schmidt) (Ficha 21). 93

8.5 . Anemonia sul


c a (Pennat) (Ficha 22).
at 95

8.6 . Bal
anophyl
lia regia Gosse (Ficha 23). 97

8.7 . Pent
apora f
asc is (Pallas) (Ficha 24).
ial 99

8.8 . Omal
osec osa (Linnaeus) (Ficha 25).
osa ramul 101

8.9 . Pyura microcosmus (Savigny) (Ficha 26). 103

8.10. Bot
ryl
lus l
eachi Savigny (Ficha 27). 105

8.11. Synoicum bl
ochmanni (Heiden) (Ficha 28). 107

9. ESPECIES SENSIBLES 109

9.1 . Fucus sp is Linnaeus (Ficha 29).


iral 111

9.2 . Cyst
oseira usneoides (Linnaeus) Roberts (Ficha 30). 113

9.3 . Saccorhiza pol


yschides (Lightfoot) Batters (Ficha 31). 115

9.4 . Laminaria ochrol


euca De la Pylaie (Ficha 32). 117

9.5. Lit
hophyl
lum byssoides (Lamarck) (Ficha 33). 119

9.6. Lit
hophyl
lum expansum Philippi (Ficha 34). 121

9.7. Posidonia oceanica (Linnaeus) Delile (Ficha 35). 123

9.8 . Cymodocea nodosa (Ucria) Ascherson (Ficha 36). 127

9.9. Act
inia equina Linnaeus (Ficha 37). 131

9.10. Lept
osammia pruv i Lacaze-
ot Duthiers (Ficha 38). 133

9.11. Ast
roides cal
yc aris (Pallas) (Ficha 39).
ul 135
í n d i c e

9.12 . Paramuricea clavata (Risso) (Ficha 40). 139

9.13. Corallium rubrum (Linnaeus) (Ficha 41). 143

índice
9.14. Parazoanthus axinellae (Schmidt) (Ficha 42). 145

9.15. Dendropoma petraeum (Monterosato) (Ficha 43). 149

9.16. Pinna nobilis Linnaeus (Ficha 44). 151

9.17. Pinna rudis Linnaeus (Ficha 45). 153

9.18. Halocynthia papillosa (Linnaeus) (Ficha 46). 155

9.19. Polysyncraton lacazei (Giard) (Ficha 47). 157

9.20. Aplidium punctum (Giard) (Ficha 48). 159

9.21. Aplidium conicum (Olivi) (Ficha 49). 161

9.22. Polycitor adriaticum (Von Drasche) (Ficha 50). 165

9.23 . Polycitor crystallinum (Renier) (Ficha 51). 167

9.24. Pseudodistoma obscurum Pérès (Ficha 52). 169

9.25. Stolonica socialis Hartmeyer (Ficha 53). 173

9.26. Anthias anthias (Linnaeus) (Ficha 54). 177

9.27. Apogon imberbis Lacepède (Ficha 55). 181

9.28. Thalassoma pavo (Linnaeus) (Ficha 56). 183

BIBLIOGRAFÍA 185

AGRADECIMIENTOS 191
ANTECEDENTES
16
17
18
1.- OBJETIVOS
DE L A OBRA,
Á M BITO
G EOG RÁ F ICO Y
AV I S O A L O S
L ECTORES
FICHA Nº 1

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA 1


AM BIE NTAL E N LAS Á RE AS
M ARINAS P ROTE GID A

1.1. OBJETIVOS DE LA OBRA


La presente obra constituye una fa s e e x p e rim e n ta l d e un
proyecto m á s am plio y com plejo, d estinad o al d esarrollo d e
una h e rra m ie n ta d iv u lg a tiv a q ue perm ita ad v ertir, m ed ian-
te la observ ació n d etallad a d el entorno, cam bios en el eco-
sistem a litoral y en el paisaje q ue este config ura, así com o
en su fauna y flora. E stos cam bios pued en ser naturales o
antropog é nicos y sus causas m uy d iv ersas. S e h ará espe-
cial referencia a estos ú ltim os, pues la obra pretend e contri-
buir a la v ig ilancia efectiv a, protecció n y conserv ació n d el
m ed io litoral (m uy especialm ente en el á m bito d e las á reas
proteg id as prom ov id as por M ed P A N ), estand o orientad a a
la socied ad en su conjunto, en particular al colectiv o d e
bucead ores científicos y d eportiv os, así com o a los d e titula-
ció n profesional.

S e pretend e con ella d ar un prim er paso para q ue este


em erg ente colectiv o d e bucead ores d esarrolle su capaci-
d ad d e observ ació n subm arina, se form e ad ecuad am ente
en la d etecció n d e procesos anó m alos q ue pued an ser
trascend entes, y s e im p liq u e e n u n a re d d e v ig ila n c ia
a m b ie n ta l d e lo s fo n d o s m e d ite rrá n e o s , a s í c o m o d e s u
re d d e e s p a c io s p ro te g id o s . La finalid ad es q ue pued an
colaborar v oluntariam ente con las autorid ad es com peten-
tes, poniend o en conocim iento d e é stas señ ales d e cam -
bios am bientales o d e perturbaciones q ue pued an aconte-
cer en el m ed io m arino, d e form a q ue tales autorid ad es
intenten v alid arlas posteriorm ente y, si ello proced iera,
em prend er las acciones prev entiv as o correctoras a q ue
h ubiere lug ar. E n este sentid o, la obra pretend e estim ular la
creació n d e secciones d e buceo am biental en los clubes d e
buceo m ed iterrá neos, para q ue é stos se im pliq uen en el
lev antam iento d e series tem porales larg as (los cam bios en
el m ar suelen ser lentos y d e d ifícil percepció n a corto

21
FICHA Nº 1

plazo), las cuales, como ha sucedido con el seguimiento de las aves en


tierra -especialmente de las migratorias- por grupos ornitológicos y de
voluntariado, tanto pueden aportar a la detección de cambios en la natu-
raleza marina. Se ha puesto especial énfasis en especies indicadoras
sensibles a cambios significativos y perniciosos en el medio y se ha evi-
tado en lo posible afrontar situaciones obvias (por ejemplo, derivadas de
la contaminación por hidrocarburos en la zona intermareal, fácilmente
perceptibles por el observador).

1.2. Á M BITO G EOG RÁ F IC O Y ESC EN ARIO F ÍSIC O


La obra ha sido concebida para ser ensayada en el litoral Mediterráneo
(especialmente en su parte occidental) y áreas próx imas, teniendo en
consideración que las especies sensibles que integran el elenco prelimi-
nar aportado no tienen una distribución homogénea y que, por tanto,
pueden estar ausentes en numerosas zonas litorales de este mar. Pero
ello no invalida su utilización respecto al enfoque, pues los diferentes paí-
2
ses mediterráneos pueden contribuir a desarrollarla con una futura apor-
tación de otras especies sensibles que sean comunes o abundantes en
sus específicas zonas litorales.

El escenario físico propuesto lo integran, por una parte, la zona de mare-


as (que puede ser ex plorada periódicamente durante la bajamar sin
necesidad de efectuar inmersiones) (fot. 1) y por otra, la zona ubicada por
debajo del límite inferior de la marea -el mundo submarino- hasta una
profundidad máx ima recomendada de 30 metros. Esta última zona se
puede vigilar ambientalmente en apnea (mediante la práctica de
“snork eling” en fondos someros), o bien en inmersión a cotas más profun-
das con la ayuda de equipos autónomos adecuados. En este rango de
0 a 3 0 metros, en los recubrimientos biológicos de superficies horizonta-
les o verticales ex puestas a la iluminación, con el incremento de la pro-
fundidad se asiste a un progresivo aumento de la complejidad estructu-
ral de las comunidades observadas, consecuencia de la mayor estabili-
dad ambiental y de la progresiva incorporación de especies animales, las
cuales añaden colores vivos y variados -con ayuda de focos o linternas-
al paisaje submarino (fots. 2 a 6 ). Es un indicativo del aumento progresi-
vo de la diversidad y, por tanto, de las “fuentes biológicas” de información
que pueden resultar más útiles a efectos de vigilancia y monitorización
ambiental. En el citado rango se pasa, pues, de fondos someros donde
3 las macroalgas son hegemónicas, con tonos apagados y monótonos
(verdosos, parduscos o rojizos, propios de algas verdes, pardas o rojas,

22
FICHA Nº 1

respectivamente) (fots. 2 y 3) a otros donde la presencia de animales se inten-


sifica (en parte como consecuencia de la falta de competitividad de las algas 4
por el espacio, dada la creciente pérdida de luz efectiva para la implementa-
ción de fotosíntesis) lo que se advierte por los tonos multicolores intensos que
pueden descubrirse con la ayuda de una fuente artificial de luz (como se sabe,
en el mar, con el aumento de la profundidad, los colores vivos no pueden dis-
tinguirse con luz natural y el paisaje submarino está teñido de azul, pues es la
luz azul, de cuantas integran el espectro lumínico, la que tiene mayor poder de
penetración) (fots. 4, 5, 6).

1.3. AVISO A LOS LECTORES


Las perturbaciones naturales y antrópicas pueden entremezclarse o tener efec-
tos perniciosos similares (por ejemplo, una tempestad puede provocar aterra-
miento masivo de especies, por desplazamiento violento de áridos, propician-
do un paisaje submarino de fuerte contraste en relación al preexistente en
situación de bonanza y estabilidad ambiental), de ahí que discernir entre ellas,
en la práctica, a veces puede resultar complicado. Además, numerosas espe-
cies de ciclo de vida corto desaparecen en determinadas épocas del año de su
zona habitual para reaparecer cuando estacionalmente les corresponda. Por
otra parte, las especies marinas, como unidades genéticas y funcionales dife-

5 6

23
FICHA Nº 1

rentes que son, experimentan respuestas distintas según la variedad y naturaleza de las alteraciones, dependiendo de su sensi-
bilidad a las mismas. Ello también puede extrapolarse al nivel de individuo, lo que añade particular complejidad al tema. A com-
prender mejor esta última afirmación puede ayudar el caso de la especie humana, pues las personas pueden mostrar desigual
nivel de tolerancia a diferentes tipos de agresiones o responder de manera distinta a un similar tratamiento médico.

U n determinado contaminante, pues, a determinadas concentraciones y nivel de carga en el sistema, puede provocar alteracio-
nes significativas en unas especies (sensibles) y en otras no (tolerantes). Y estas últimas podrían ser, sin embargo, sensibles a
otros contaminantes y las primeras a éstos, tolerantes. Además, como ya se ha expuesto, también puede afectar de manera dife-
rente a individuos de una misma especie ya sean de similar edad o diferente (por ejemplo, juveniles o adultos). Es decir, la temá-
tica abordada es de una complejidad extrema y hay que intentar manejarla con la debida cautela y moderació n. Esta con-
tribución, pues, pretende fundamentalmente estimular la capacidad de observación de cuantos deseen implicarse en este tipo
de retos y compromisos, a sabiendas de que podrán diagnosticar evidencias o establecer conjeturas y supuestos probables que
deben asumirse con la prudencia y el sentido común que aconsejen las circunstancias.

Autor: J osé C arlos G arcía-G ómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -1 1 -1

24
2.- ENFOQUE
METODOLÓGICO Y
RECOMENDACIONES
FICHA Nº 2

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

2.1 ENFOQUE METODOLÓGICO


La idea básica ha consistido, por una parte, en combinar imágenes que plasmen situaciones paisajísticas, faunísticas o florísticas
de normalidad ambiental con otras que ev idencien o sugieran su posible perturbació n, de manera que su comparativ a permita
instruir al observ ador en la detecció n de modificaciones o situaciones de estré s ambiental que puedan conllev ar cambios estruc-
turales perniciosos en el ecosistema. P or otra parte, se ha puesto especial é nfasis en e s p e c ie s s e n s ib le s (só lo pueden v iv ir en
z onas de alta calidad ambiental y tienden a desaparecer cuando é sta se deteriora), indicadoras del buen estado del ecosistema
(v er criterios de selecció n de especies, recomendados en fic h a 5 ) cuy o seguimiento en z onas donde son comunes, puede contri-
buir eficaz mente a determinar la ex istencia de perturbaciones de origen antró pico (aunque tambié n é stas puedan ser de origen
natural), en funció n del equilibrio de sus poblaciones o de regresió n o desaparició n de las mismas. P ara ello, prev iamente, se
describen algunos ejemplos de e s p e c ie s to le ra n te s (muy adaptativ as a diferentes condiciones ambientales, pudiendo v iv ir tanto
en medios perturbados como en z onas de buena calidad ambiental), con la finalidad de que el observ ador pueda familiariz arse
con ellas y distinguirlas de las que son sensibles. S e pretende, pues, con la ay uda de esta guía preliminar, que el observ ador se
implique activ amente en la v igilancia ambiental de nuestros fondos litorales, para lo cual se le sugieren pautas sencillas de có mo
hacerlo y de identificar v isualmente anomalías en el ecosistema o en las especies que lo integran, de forma que intente corrobo-
rarlas mediante observ aciones colaterales que permitan dibujarle una tendencia negativ a, si la hubiere.

P or ejemplo, un proceso de pequeñ a pero persistente contaminació n en un área costera pudiera producir una inicial y casi imper-
ceptible afecció n, pero a medio o largo plaz o podría prov ocar un sev ero impacto ambiental, de repercusiones impredecibles. A l
principio só lo se intuiría que algo está pasando pero, con el transcurrir del tiempo, se adv ertirán probablemente claros cambios
en la estructura de la comunidad. F otografías de comparació n de un “antes” y un “despué s”, rev elarán incontestablemente la natu-

7 8

27
FICHA Nº 2

raleza y alcance de tales cambios. Las especies seleccionadas son, en general de un tamaño adecuado para ser reconocidas “in
situ”, de forma que el observador pueda advertir su presencia con relativa facilidad. Se ha evitado, por tanto, incorporar especies
de pequeño tamaño que imposibiliten o dificulten extremadamente su reconocimiento durante la inmersión.

2.2 RECOMENDACIONES PRELIMINARES


Las situaciones de cambio paisajístico submarino evidente y su atribución a causas antrópicas (ejemplo: en espacios protegidos,
las señales que deja el paso de un arte de arrastre sobre fondos estructurados y ricos en especies) no plantean mayores proble-
mas diagnósticos para formalizar una queja correctamente fundamentada. Sin embargo, la percepción de un problema ambien-
tal no confirmado y que se intuye irá a más, debe intentar ratificarse antes de ponerlo en conocimiento de la autoridad competen-
te, con el fin de evitar colapsar la Administración de quejas o denuncias débilmente argumentadas.

E n este caso, se recomienda que el observador intente motivarse con el problema y confirmar sus sospechas en el menor tiempo
posible (una respuesta demasiado tardía podría ser contraproducente y contravenir el espíritu de la obra). Para ello se sugiere que

28
FICHA Nº 2

el observador elija una zona concreta de su área habitual de buceo (por ejemplo, una pared vertical de un fondo rocoso) obser-
ve y fotografíe las especies que se describen si allí existieren (u otras que el observador piense que puedan reportar valiosa infor-
mación ambiental) y observar su evolución temporal. Si son especies sensibles y su presencia en los enclaves seleccionados para
su vigilancia es significativa, su completa desaparición en el tiempo podría estar relacionada con un proceso perturbador que
habría de investigarse. Si tal observación se extiende a varias especies, las conclusiones serán más robustas.

10 11

12

29
FICHA Nº 2

Otras recomendaciones básicas no obviadas más adelante pero que merecen una atención preferente, son: 1) No capturar orga-
nismos en la medida de lo posible (fots. 7 y 8 ); 2 ) No voltear piedras en la zona intermareal o infralitoral – pese a la información
ambiental que bajo ellas puede existir, explicada en esta guía- salvo que se considere muy importante hacerlo por falta de infor-
mación exterior; en cualquier caso, debe seguirse las recomendaciones expresadas en las fichas dedicadas a “enclaves infrala-
pidícolas” (fot. 8); 3 ) la observación detallada y periódica de los recubrimientos biológicos del fondo constituye el elemento clave
de un buen programa personal o colectivo -profesional o no- de vigilancia ambiental de la biota litoral (fot. 9); 4 ), el marcaje de
zonas de monitorización para su vigilancia periódica debe hacerse visualmente (mediante la asignación de puntos a atributos de
referencia) o con la ayuda de elementos que no deben causar daños en el ecosistema (cuadrículas de muestreo, pequeñas boyas,
gavillas metálicas, etc.) (fot. 10); y 5 ) es muy recomendable el uso de equipos sumergibles de fotografía digital (muy asequibles
de precio actualmente) o de vídeo. Así como de libretas plásticas para efectuar anotaciones “in situ” (fots. 10,11 y 12).

Autor: J osé C arlos G arcía-G ómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -11-1

30
3.- UNOS
C ONOC IM IE NT OS
B Á SIC OS
FICHA Nº 3

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL 13


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

3. UNOS CONOCIMIENTOS BÁSICOS


El agua marina es casi novecientas veces más densa que el aire, de ahí que, por impe-
rativo físico, no se pueda contemplar desde fuera la exultante vida que esconde. Por
ello, a diferencia del b osque cuando se quema (podemos advertirlo a k iló metros de dis-
tancia y reaccionar con prontitud), los fondos litorales someros pueden palidecer, enfer-
mar o desplomarse a escasos metros de distancia del ob servador, incluso cuando nos
concedemos un g ratificante b añ o y el ag ua nos lleg ue por la cintura. E l mar, por impe-
rativo físico, propende a ocultarse a sí mismo, dificultando sob remanera la exterioriz a-
ció n de cuantos prob lemas amb ientales pueda padecer. Por tan seria desventaja res-
pecto al sistema terrestre, el mar requiere de una atenció n especial y la may or de las
implicaciones de todos los colectivos sociales.

L as tres fotog rafías expuestas ilustran la potencialidad espacial del medio marino, en
una b reve secuencia desde la superficie del ag ua h asta el fondo. S e advierte que la
may or frag ilidad amb iental sub y ace no en la columna de ag ua ni en la superficie de
é sta, sino en el suelo marino. L a interfase ag ua- aire (fot. 13) merece considerarse no 14
só lo porque en ella penetran usualmente las aves marinas (y a sea para sostenerse, y a
para alimentarse), sino porque es el escenario de vida de cetá ceos y tortug as marinas,
al depender é stos del oxíg eno del aire, proteg idos casi en su totalidad por la leg islació n
europea y otras disposiciones de á mb ito estatal o autonó mico.

L a columna de ag ua (fot. 14 ) tiene usualmente pocas especies (mó viles activas, como
los peces, o pasivas, como el plancton) que, sin emb arg o, suelen ser muy ab undantes.
E s la z ona marina por excelencia donde triunfan los tonos plateados de los peces y
la transparencia de otros much os de sus h ab itantes, como las medusas y org anismos
afines.

E l fondo marino rocoso (fot. 15 ), frecuentemente multicolor, suele contener numerosas


especies con moderada o b aja ab undancia, siendo por antonomasia el g ran escenario
de la b iodiversidad marina (de ah í su may or frag ilidad amb iental en comparació n con
los precedentes). Y much as de ellas, ademá s, devienen fijas (sé siles) sob re el sustrato,
desde que se asientan y metamorfosean sus larvas. Toda su vida, pues, transcurre en el
mismo sitio, por lo que no tienen capacidad de desplaz amiento y , por tanto, de h uída
ante cualquier deterioro del medio en el que viven. Por tales raz ones, estos org anismos,

33
FICHA Nº 3

especialmente los de mayor tamaño (el cual facilita


15 su localización y reconocimiento por los buceadores),
son los más adecuados para utilizar como “testigos”
permanentes o temporales de las condiciones
ambientales de su entorno inmediato, especialmen-
te aquellas especies particularmente sensibles a
cambios que puedan producirse en su hábitat.

Es pues, el bentos (ver diferencias con p la nc ton y


nec ton en la fic h a 4), constituido por los organismos
vinculados al fondo marino (éste puede ser, en sínte-
sis, duro o blando), el compartimiento del ecosiste-
ma que más posibilidades ofrece en relación a los
objetivos de esta obra y a quienes va dirigida. Los
organismos bentónicos pueden vivir muy próximos
al fondo sin estar en contacto con él (su p ra bentó ni-
c os), sobre el mismo en estrecho contacto físico (ep i-
bentó nic os) o dentro de él (end obentó nic os),
pudiendo estar fijados al sustrato (sé siles) o despla-
zarse sobre él (v á g iles). A lgunos autores conceden el
calificativo de nec tobentó nic os a los peces que se
mueven activamente sobre el fondo, posándose o no
circunstancialmente sobre él.

G eneralmente, en la franja litoral de los océanos se


distinguen usualmente las zonas su p ra litora l
(ambiente extremo, sólo beneficiado por las salpicaduras de las olas), m ed iolitora l (llamada también interm a rea l o de mareas),
infra litora l (desde el límite inferior de la marea hasta la profundidad máxima donde pueden vivir las fanerógamas marinas y las
algas fotófilas) y c irc a litora l (desde el límite inferior de la zona infralitoral hasta donde pueden vivir las algas multicelulares autó-
trofas capaces de tolerar bajas condiciones de iluminación). Los límites batimétricos entre las zonas infralitoral y circalitoral depen-
den de la turbidez de las aguas, la cual condiciona enormemente la capacidad de penetración de las microalgas y fanerógamas
marinas). Las comunidades bentónicas del M editerráneo se extienden, pues, desde la zona supralitoral (la más iluminada y
expuesta a la desecación), hasta el límite inferior de la circalitoral y desde éste hasta las cotas más profundas, oscuras y expues-
tas a la presión (el M editerráneo tiene una profundidad media de 1 .5 0 0 metros, menos de la mitad de la media cifrada para los
océanos, de 3 .8 0 0 metros).

D e las zonas anteriormente referidas, la que disfrutan los buceadores por excelencia es la infra litora l. En superficies iluminadas
de los niveles superiores, las algas son dominantes, protagonizando la mayor parte de la cobertura de los asentamientos bioló-
gicos. En la medida que descendemos hacia niveles más profundos y la luz disminuye, las algas declinan progresivamente en pro
de los animales, los cuales cada vez son más abundantes y ricos en especies. C omo consecuencia de ello, en los enclaves ilumi-
nados de aguas someras las formas erectas y masivas dominantes son algas (fot. 16 ), mientras que en las aguas más profundas

34
FICHA Nº 3

son esponjas o animales coloniales (antozoos, briozoos,


ascidias) (fot. 17), si bien en este ú ltimo caso las macroal-
gas esciáfilas (éstas prefieren ambientes umbríos, con
escasa iluminación) suelen estar muy bien representadas
con especies calcáreas incrustantes, las cuales cementan
y concrecionan gran parte de la estructura bioarquitectóni-
ca de la comunidad.

A continuación, para entender gráficamente lo recién


expuesto, describimos sinópticamente los estratos o niveles
estructurales espaciales que, en el Mediterráneo, pueden
contemplarse en zonas bien iluminadas con predominio
total de macroalgas, y los que existirían en una zona de
semipenumbra, altamente estructurada y de predominio
animal. En el primer caso, podemos destacar tres estratos
(fig. 1), con formas laminares incrustantes como
Lythophyllum incrustans y Mesophyllum alternans (estrato
1), masivas (Codium bursa) y de porte erecto discreto
(Dictyopteris membranacea) (estrato 2), y de porte erecto
desarrollado (Cystoseira mediterranea, C. usneoides,
Saccorhiza polischides) (estrato 3). Al respecto, el nú mero
de estratos que pueden perfilarse depende de la sensibili-
dad de los autores y de la diversidad y morfotipos de algas Fig. 1
preexistentes. H emos considerado tres niveles por razones
didácticas y de simplificación.
16
En el segundo caso, concerniente a ambientes donde la luz
está muy debilitada y existe predominio animal, se pueden
distinguir hasta cinco estratos (fig. 2), con morfotipos simi-
lares a los citados anteriormente, apreciándose situaciones
de frecuente epibiosis en ambientes muy estructurados y
compactos donde la competencia por el espacio deviene
extrema. El estrato 1 lo componen especies perforadoras de
la roca madre, como el bivalvo Lithophaga lithophaga. El
estrato 2, inerte pero de origen biogénico, lo definen con-
creciones calcáreas de organismos que en su día estuvie-
ron vivos. El estrato 3 lo componen organismos incrustantes
(Mesophyllum alternans, M. expansum) o perforantes
(esponjas Clionidae), de configuración laminar o ligeramen-
te masiva (numerosas esponjas) y baja elevación. En el 4
destacan esencialmente esponjas masivas de mayor porte

35
FICHA Nº 3

y altura (Sarcotragus spinosula, Crella elegans, Spongia officinalis) o corales masivos (Astroides calycularis) y especies coloniales
de porte erecto discreto (Myriapora truncata, O malosecosa ramulosa, Gymnangium montagui). El estrato 5 lo justifican especies
de morfología erecta de gran porte, como las gorgonias en general, sobre las cuales pueden existir frecuentes manifestaciones
de epibiosis. Asociados a los niveles 3,4 y 5 pueden vivir numerosas especies de pequeño tamaño por razones diversas (endo-
biosis, epibiosis, ocultamiento, alimentación) de ahí que los mismos constituyan, intrínsecamente, un factor de diversidad.

Fig. 2 17

Autor: J osé Carlos García-Gómez


ISB N nº : 9 7 8-84 -9 6 7 7 6 -11-1

36
4.- LA VIDA
B E N T Ó N IC A C O M O
ALIADA E N LA
VIG ILAN C IA DE LAS
AG U AS LIO R ALE S
FICHA Nº 4

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

4. LA VIDA BENTÓNICA COMO ALIADA EN LA VIGILANCIA DE LAS AGUAS LITORALES


El control físico-químico de la zona litoral (esto es, el análisis tradicional de muestras de agua o sedimentos) se ha revelado como
no suficiente p ara detectar y / o p revenir camb ios en la comp osició n de esp ecies y en la estructura del ecosistema marino, de ahí
que la imp lementació n de la actual D irectiva de A guas 2 0 0 0 / 6 0 de la U E, p onga esp ecial é nfasis en el manejo de indicadores b io-
ló gicos p ara evaluar el estado de los ecosistemas costeros y la calidad de las aguas de la que forman p arte. Es p or ello que, p ese
a que las alteraciones amb ientales son fundamentalmente de tip o físico o químico, las p erturb aciones que generan constituy en
esencialmente un fenó meno b ioló gico deb ido a su imp acto directo sob re los organismos vivos. Tales p erturb aciones (p or ejemp lo,
las derivadas de contaminació n p or agentes químicos) generan
un estré s amb iental que rep ercute en la b iota marina con diferen-
tes niveles de intensidad o afecció n, dep endiendo de la sensib ili- 18
dad a tales p erturb aciones de las esp ecies constituy entes.
A unque influy en sob re los organismos de forma individual y é stos
p ueden p resentar diferentes niveles de tolerancia, las p erturb a-
ciones p ueden incidir de forma medib le en la estructura de la
comunidad y de las p ob laciones integrantes, p ues p rovocan en
ellas camb ios cuantitativos y cualitativos.

El vertido accidental o recurrente de un agente p erturb ador en el


medio marino tiene el efecto inmediato de p rovocar camb ios físi-
co-químicos en las p rop iedades del agua, y un efecto a corto,
medio o largo p lazo en la b iota. P ara ob tener informació n de este
tip o de alteració n sob re los organismos litorales, el p la n c to n (con-
junto de organismos que se desp lazan con las corrientes p or no
tener cap acidad de hacerlo en contra de ellas) no es el comp arti-
mento de la b iota marina que p uede resultar más ú til, p ues gene-
ralmente sus integrantes son de p equeñ o tamañ o, tienen ciclo de
vida corto, son siemp re transp ortados p or las corrientes (con lo
que no p ermanecen en el área afectada) y tienen una gran cap a-
cidad de restitució n de sus p ob laciones (gran cap acidad rep ro-
ductiva). El n e c to n incluy e organismos (p rincip almente p eces) que,
p ese a su tamañ o y fácil visualizació n en inmersió n, p oseen una
amp lia movilidad, teniendo cap acidad de huída y desp lazamiento
en b usca de mejores condiciones.

Es el b e n to s (organismos vinculados estrechamente al fondo


marino), el comp artimento de la b iota marina que m á s y m e jo r
in fo rm a c ió n o fre c e p a ra s a tis fa c e r lo s o b je tiv o s q u e s e p re te n -
d e n c u b rir. En efecto, los organismos b entó nicos, esp ecialmente Fig. 3

39
FICHA Nº 4

los que viven fijos al sustrato (sésiles) durante toda su fase adulta, o aquellos que poseen movimientos muy lentos y son intrínse-
camente sedentarios, permanecen en el área afectada durante todo el tiempo y no tienen capacidad de eludir los cambios
ambientales que puedan acontecer en su hábitat (fot. 18). Por tanto, o sobreviven a tales cambios si ellos se produjeren, o se man-
tienen con evidentes señales de estrés y merma parcial de sus efectivos, o perecen en su totalidad desapareciendo del sistema.
Pueden actuar, por tanto, como “centinelas” permanentes del nivel de calidad ambiental de las aguas donde viven y contribuir
sobremanera a la vigilancia ambiental de las aguas litorales.

Al respecto, los grupos animales que más información reportan a la noble causa de vigilar ambientalmente nuestros fondos lito-
rales son las esponjas, los cnidarios bentónicos (antozoos e hidrozoos), las ascidias, y, en menor grado, los briozoos (fig . 3 ).
M oluscos y anélidos sésiles también pueden ayudar, así como otros organismos móviles que sean sedentarios, como los equino-
dermos y muchos crustáceos y peces. En otro contex to, las macroalgas fijadas a las rocas también coadyuvan a un adecuado
seguimiento de la evolución del ecosistema y de la evaluación de alteraciones que en éste pudieran producirse. En esta obra, de
carácter ex perimental por su gran singularidad y el ex traordinario reto que representa, hemos elegido un primer elenco de este
tipo de organismos que proveen de importante información ambiental, con inclusión de algunas especies de peces que pueden
considerarse nectobentónicas.

En los fondos blandos ex isten organismos que viven dentro (endobentónicos) o sobre él (epibentónicos). L os buceadores que des-
een implicarse en la vigilancia ambiental de nuestras costas y que habitualmente recorran fondos blandos, deben prestar parti-
cular atención a las praderas de fanerógamas, pues éstas son muy visibles, localizables y, en general sensibles a los eventos de
perturbación y contaminación ambiental.

En el bentos encontraremos, por una parte, especies tolerantes (de amplia valencia ecológica y gran plasticidad adaptativa) que
se observan tanto en ambientes estresados como en impolutos, las cuales no sólo se mantienen en situaciones de elevada per-
turbación, sino que suelen aumentar anormalmente su número (desplazando a otras especies más sensibles), pudiendo ser uti-
lizadas como indicadoras de estrés ambiental o contaminación. Y por otra, especies sensibles (de estrecha valencia ecológica y
de estrictos requerimientos ambientales de calidad), indicadoras de aguas limpias y renovadas, que no son capaces de adaptar-
se (o lo hacen muy precariamente) cuando tales condiciones empeoran (son poco o nada adaptativas). Debe matizarse que una
especie sensible lo puede ser en relación directa al factor perturbador, o indirecta al mismo. C omo ejemplo, una especie depre-
dadora móvil podría tolerar la presencia de cierta carga contaminante que, en sí misma, no la eliminaría del sistema, pero sus
especies-presa sí podrían verse afectadas letalmente. Al desaparecer éstas, también lo haría la primera por falta de alimento
(esto puede ocurrir con ciertas especies de nudibranquios depredadores específicos de esponjas, si éstas desaparecen al no
soportar las nuevas condiciones). Por tanto, la especie depredadora de nuestro ejemplo no es directamente sensible al factor per-
turbador considerado, pero sí lo es indirectamente, pues se ve seriamente afectada por la ausencia de presas, lo que motiva su
inex orable desaparición del sistema alterado.

En esta guía, aunque incorporamos algunos ejemplos de especies tolerantes para una mejor comprensión y aplicación de la temá-
tica tratada, centraremos especialmente la atención en las especies sensibles a los cambios ambientales, pues son las que
mejor contribuirán al desarrollo de la h erramienta de control y vig ilancia de los fondos que MedP AN pretende implementar.

Autor: J osé C arlos G arcía-G ómez


IS B N nº : 9 7 8 -8 4 -9 67 7 6-1 1 -1

40
5.- INMOVILIDAD,
G R A N TA M A Ñ O Y
ABUNDANCIA:
LA MEJ OR
COMBINACIÓN
FICHA Nº 5

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

5. INMOVILIDAD, GRAN TAMAÑO Y ABUNDANCIA: LA MEJOR COMBINACIÓN


Los buceadores que deseen implicarse en la vigilancia de nuestros fondos litorales, se encontrarán con importantes dificultades
que deben afrontar. La primera de ellas es que las inmersiones son siempre muy limitadas, por lo que deben intentar organiz ar-
las muy bien para que les cundan lo más posible. E n segundo lugar, a escasos metros de profundidad, como y a se h a indicado
con anterioridad, los colores vivos (como el rojo y el naranja) se pierden h asta que só lo domina el az ul (radiació n del espectro lumí-
nico que tiene may or poder de penetració n en el agua), por lo que no
se puede distinguir la llamativa coloració n que ex h iben los organismos
que h abitan nuestros fondos rocosos, especialmente en z onas umbrí- 19
as y a una cierta profundidad (se recomienda, pues, estar aux iliado en
las inmersiones por linternas o focos). Y en tercer lugar, debido en parte
a lo anteriormente ex presado, puede resultar compleja la identificació n
de especies ú tiles en la vigilancia ambiental de nuestros fondos litora-
les, por lo que es importante instruirse en ello. D e ah í la raz ó n de ser
de esta guía preliminar, en la que se incluy en algunos ejemplos.

Teniendo en cuenta lo recié n ex puesto, las tres reglas de oro que


h emos considerado para seleccionar e s p e c ie s in d ic a d o ra s s e n s ib le s
(una vez indentificadas como tales con la ay uda de esta guía) y facilitar
así el estímulo y la implicació n de los buceadores deportivos en la vigi-
lancia ecoló gica de nuestro litoral, así como de cuantos observadores
quieran sumarse a ella, son: 1 ) In m o v ilid a d sobre el fondo de los orga-
nismos seleccionados (es decir, h an de estar preferentemente fijo s al
sustrato, con el fin de que su presencia- ausencia pueda ser controlada
perió dicamente en un mismo punto y se descarte la posibilidad de
h uída o desplaz amiento); 2 ) tales organismos deben tener m o d e ra d o
o g ra n ta m a ñ o , de forma que el buceador pueda descubrirlos y reco-
nocerlos con cierta facilidad “in situ” y en las fotografías que efectú e
(h ay numerosas especies bioindicadoras de pequeñ o tamañ o que só lo
son detectables a travé s de muestras bioló gicas obtenidas indirecta-
mente, lo que ex cede de los objetivos de esta obra); y 3 ) D eben ser
a b u n d a n te s (o comunes, pero nunca raros), pues ello no só lo compor-
ta su firme - y no accidental- presencia en el h ábitat que se vigile, sino
que por tal raz ó n su posible desaparició n a nivel local o merma nota-
ble de sus efectivos, tenga relació n directa con cambios ambientales
significativos acontecidos en su h ábitat. E n las fo to g ra fía s 19 y 2 0 , a
modo de ejemplo, el coral naranja (A stroides caly cularis) y la gorgonia

43
FICHA Nº 5

(color amarillo) P aramuricea clavata, ambas espe-


20 cies sensibles, cumplen las tres premisas antes
expuestas.

Además, si poseen larga vida y su presencia es


continua durante todo el año, mejor, pues los
mismos individuos o colonias pueden testimoniar
con su presencia condiciones no cambiantes
durante largo tiempo (por ejemplo, la gorgonia
P aramuricea clavata puede vivir muchos años) y
en cualquier época del año. C onviene reseñar
que una especie de distribución mediterránea no
sólo puede estar -de forma natural- ausente en
ciertas áreas geográficas de este mar, sino que
puede ser abundante en una zona y accidental o
rara en otras. Así, pues, donde una especie sea
accidental o rara, su utilización como bioindicado-
ra debe evitarse. P or tanto, el concepto de abun-
dancia que transmitimos aquí tiene fuertes conno-
taciones locales, pues del espíritu de la obra dimana la vigilancia efectiva de roquedos o zonas marinas restringidas, no amplias
o extensas. C laro que, de la puesta en marcha de una red que coordine la participación colectiva de quienes pretendan implicar-
se en este tipo de actividad (por ejemplo, clubes de buceo deportivo que deseen incorporar una sección conservacionista y de vigi-
lancia ambiental) la información globalizada y convenientemente tratada, excedería del ámbito local, lo que por otra parte es
deseable.

N o obstante, también hay buenos indicadores entre organismos que se desplazan lentamente por el sustrato y que no son de
gran tamaño (aunque sí bien visibles por sus vistosos colores, como ciertos nudibranquios) o que son muy móviles pero de hábi-
tos sedentarios, como algunos peces (Anthias anthias, Thalassoma pavo), razón por la cual también dedicamos algunas fichas a
ellos. R especto a los peces, la familia Lábridos es una de las que más información ambiental reporta pues, en general, sus repre-
sentantes son sedentarios y requieren de aguas limpias y renovadas. También hay especies sensibles pero de interés comercial,
como ciertos peces (meros, falsos abadejos, corvallos, etc.) o crustáceos (langostas, bogavantes), pero su ausencia en zonas
donde antes abundaban no tiene porque significar que han huido por cambios en las condiciones ambientales de su hábitat, sino
por haber sido extraídos por pescadores de superficie o submarinos, de ahí que, por tales razones, no sea recomendable incor-
porar este tipo de animales a guías de monitoriz ació n ambiental que pretendan contribuir a la detección de cambios en el sis-
tema no relacionados con capturas (aunque sí hayamos considerado destrozos mecánicos derivados del mal uso de las artes).
S in embargo, para la evaluación del “efecto reserva” en zonas protegidas, monitorizar periódicamente la evolución de las espe-
cies de interés comercial, es ciertamente relevante.

Autor: J osé C arlos G arcía-G ómez


IS B N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -1 1 -1

44
6 . - C Ó M O AY U D A R
A LA VIGILANCIA
A M B I E N TA L D E
NUESTRO LITORAL
FICHA Nº 6

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

6. CÓMO AYUDAR A LA VIGILANCIA AMBIENTAL DE NUESTRO LITORAL


Las mejores prestaciones de los organismos sensibles para monitorizar en inmersión los fondos litorales –como ya se ha insistido
anteriormente- , consisten en q u e sean in m ó v ile s sobre su su strato (por tanto, no pu eden desplazarse sobre el mismo y hu ir ante
cambios ambientales q u e no les fav orezcan), de m o d e ra d o o g ra n ta m a ñ o (así son má s fá cilmente localizables y reconocibles), y
a b u n d a n te s . E sto no sólo facilita la localización
de indiv idu os o colonias sino q u e, al permane-
cer inmóv iles (fijos al su strato) sobre su s encla-
v es, ello permite u na v igilancia ambiental q u e
pu ede ser todo lo rigu rosa q u e deseemos.
D esde u n control general del estado de los
contingentes monitorizados, hasta el control
indiv idu alizado de los mismos el cu al, a su v ez,
pu ede implementarse con diferente niv el de
detalle y minu ciosidad. E sto dependerá de
hasta dónde q u iera comprometerse el obser-
v ador v olu ntario, pero aq u í nos conformamos
con q u e su colaboración sea de mínimos, pero
constante y efectiv a. E s preferible, pu es, obser-
v aciones menores y generalistas, pero de
mayor constancia temporal y niv el de compro-
miso, q u e observ aciones de gran detalle q u e
hipoteq u en la du ración íntegra de las inmersio-
nes y q u e lu ego no se mantengan en el tiempo
por hastío, abu rrimiento o falta de motiv ación.

C omo recomendaciones generales, primero


se debe elegir u n lu g a r g e o g rá fic o de bu ceo
habitu al (o si lo decide el observ ador, v arios
lu gares) q u e pu eda considerarse má s a m e -
n a z a d o (presión hu mana de diferente origen)
q u e otros, en el cu al la biota marina sea rica
en especies y bien estru ctu rada en su organi-
zación espacial. E l paisaje su bmarino debe ser
v a ria d o e n e s p e c ie s , fo rm a s y c o lo re s , así
como en los diferentes tipos de recu brimiento
q u e tales especies pu edan protagonizar.
S obre estos ú ltimos, podemos destacar tres Fig. 4

47
FICHA Nº 6

21

configuraciones morfológicas principales (entre las cuales se podrían caracterizar otros tipos intermedios) que deben tenerse en
cuenta, las cuales se observ an en las macroalgas y en los macroinv ertebrados que v iv en fijos al sustrato, especialmente en los
coloniales (figs. 4 y 5, fo ts. 2 2 y 2 3 ): 1) la m in a r o a p la n a d a , como la de much as esponjas, ascidias coloniales y briozoos que tapi-
zan superficies rocosas, la cual responde a una estrategia “compulsiv a” por recubrir el sustrato (con ella se intenta un crecimiento
rá pido en un plano h acia los bordes, en el may or nú mero de direcciones posibles de la superficie colonizada, y ev itar h acerlo h acia
arriba); 2 ) m a siv a , como la de much as esponjas, corales y ascidias, las cuales pueden adoptar una apariencia globosa o de sec-
ción irregular (ex plotan, pues el á mbito tridimensional y crecen en todas las direcciones posibles; y 3 ) e re c ta o a rb o re sc e n te , como
la ex h ibida por las gorgonias, las cuales sólo necesitan de una mínima superficie rocosa para erigir una compleja estructura de
cientos de pólipos o zooides que se “abre” por encima de los competidores por el sustrato (recordando las ramas de un á rbol sin
h ojas, cuy as ramificaciones propenden a disponerse en torno a un plano, con el fin de situarse perpendicularmente a la corriente y
h acer, así, má s efectiv a la captura de alimento), minimizando, de este modo, el efecto de la competencia por el sustrato.

E ntre las macroalgas, la configuración erecta es la má s frecuente (may or nú mero de especies) y la que ofrece un may or rango de
tamañ o (desde especies de pequeñ o porte que se y erguen a muy poca altura del sustrato h asta las grandes laminarias). E n zonas
bien iluminadas y moderadamente umbrías tambié n son frecuentes las formas laminares, especialmente representadas por las
algas calcá reas incrustantes. L a configuración masiv a es la má s rara y se observ a claramente como tal (forma globosa) en algu-

48
FICHA Nº 6

nas especies como C odium bursa, C olpomenia sinuosa y


Fig. 5
Lythophyllum byssoides. Entre los macroinvertebrados
“prisioneros” del sustrato, las tres configuraciones son
Formas frecuentes si bien a medida que el ecosistema es más
ap lan ad as o maduro y estructurado, la fuerte competencia por el
lamin are s espacio desplaza a las especies de morfotipo laminar en
beneficio de las formas masivas y erectas, las cuales se
reparten la mayor parte de la cobertura útil de las super-
ficies rocosas disponibles.

Formas U na vez seleccionado el lugar geográfico y el escenario


(por ejemplo, paredes verticales entre 5 y 3 0 metros de
e re c tas
profundidad), se elige uno o varios enclaves específicos,
que sean fácilmente localizables en la ruta de inmersión.
C omo ejemplo, tal elección podría centrarse sobre una
22 determinada pared vertical (que el buceador conoce y
localiza perfectamente), donde exista una buena presen-
cia de fauna-flora que el observador haya identificado
como sensible o que la considere como tal (las especies
Formas tolerantes que identifique, no deben distraer su atención).
masiv as D ebe ayudarse del vídeo o la fotografía submarina (las
prestaciones de la fotografía digital son enormes por su
polivalencia, bajo coste y reducido tamaño de las cáma-
ras y carcasas) cuya utilización en la actualidad resulta
económicamente muy asequible. N o debe olvidarse que
para una buena monitorización de los fondos debe pre-
valecer no tanto la búsqueda de una excelsa calidad en
la imagen, como dónde obtener ésta y el compromiso de
repetirla en el tiempo en el mismo punto o superficie ele-
gida para su control. D ebe recordarse, además, que hay
especies susceptibles de monitorizarse durante todo el
año y otras que no (entre estas últimas están, por ejem-
plo, las grandes algas laminariales, que deben fotogra-
fiarse cada año en verano, pues en esta época es cuan-
do alcanzan la plenitud de su crecimiento y desarrollo, ya
que a finales de otoño e invierno desaparecen para
rebrotar en primavera).

Es conveniente que el observador marq ue o referencie


las superficies fotografiadas para que pueda fotografiar
siempre las mismas en el transcurso del tiempo (monito-
riz ació n perió dica), y así observar la evolución detallada
23
de su biota. En el caso del sustrato rocoso, es recomen-

49
FICHA Nº 6

dable sectorizar “grosso modo” la


24 zona elegida (por ejemplo, zona supe-
rior, media o inferior de una pared
rocosa: fig. 4, zonas elipsoides), y en
la superficie seleccionada reconocer
salientes, bordes o esquinas de las
rocas que permitan fotografiar (fot. 21)
siempre las mismas zonas, de forma
que pueda facilitarse la evolución de
las coberturas de organismos, así
como de otros aspectos morfológicos
y ecológicos monitorizables. En este
contexto, facilita la localización rápida
y el seguimiento de especies la elec-
ción de superficies próximas a bordes,
cornisas o escalones (fig. 4, círculos
amarillos en trazo discontinuo). La fija-
ción de pequeñas boyas (corchos
coloreados en tramos de pared, por
ejemplo delimitando metros cuadra-
dos) puede ayudar a ello. S i las espe-
cies sensibles preseleccionadas se
observan también acantonadas sobre
superficies horizontales o de mínima
pendiente (lo que frecuentemente
sucede en fondos umbríos, en torno a
2 0-30 metros), se recomienda ejercer
la vigilancia (al menos en parte) sobre
tales enclaves por ser éstos más vul-
nerables a procesos anormales de
sedimentación (por ejemplo, prove-
nientes de actuaciones de dragado) o
de abrasión por medios mecánicos
(por ejemplo, garreo de anclas o
arrastre de redes).

S i no se observan cambios significati-


vos en el transcurso del tiempo, no se
producirá señal de alarma. S in
embargo, la detección de pérdidas
parciales (pero llamativas) o masivas
de individuos o colonias, bien por su
Fig. 6 desaparición donde antes abunda-

50
FICHA Nº 6

ban o por la presencia de sus esqueletos córneos o calcáreos, puede guardar relación con una perturbación de origen humano
(a veces también natural, por lo que se debe actuar con la debida prudencia y finura diagnóstica), lo que conviene confirmarse
en el entorno sometido a vigilancia ambiental. A l respecto, si las observaciones específicas obtenidas del examen periódico de
una pared vertical, revelan la total desaparición de especies indicadoras sensibles (al menos de una de ellas) tales observaciones
deben validarse examinándose el recubrimiento de otras paredes próximas donde otros ejemplares o colonias también se deben
encontrar presentes (mejor si se tiene plena constancia de ello). Si el observador concluye que en su zona habitual de inmersión
la especie o especies “delatoras” desaparecen o se expresan con sus efectivos muy mermados o disminuidos, o con aspecto
ostensiblemente deteriorado, debe comunicarlo a las autoridades competentes.

La desaparición de especies indicadoras sensibles podría ir acompañada de la intrusión de otras especies que no estaban instala-
das anteriormente en la zona monitorizada, lo que podría reforzar la hipótesis de una alteración ambiental, ya sea por cambios físi-
co-químicos acontecidos en el medio, o bien porque las “nuevas” pudieran tratarse de especies invasoras (lo que también sería una
alteración, aunque los parámetros físico-químicos medioambientales preexistentes en la columna de agua no se hubieran modifi-
cado). En este sentido, hay que estar atentos a lo que pueda depararnos durante las próximas décadas el cambio climá tico.

P ara la vigilancia subacuática de las fanerógamas marinas (en el M editerráneo existen cinco especies: Z ostera noltii, Z ostera mari-
na, Cymodocea nodosa, P osidonia oceanica y H alophyla stipulacea, esta última, proveniente del mar R ojo, sólo establecida en el
M editerráneo oriental), las cuales pueden constituir densos céspedes sobre sustrato blando (aunque P . oceanica puede también
hacerlo sobre rocas), es recomendable familiarizarse con los bordes periféricos de las mismas, pues estos pueden advertir en fun-
ción de su inmovilidad, avance o retroceso, respectivamente, de situaciones de estabilidad ambiental, progresión o regresión de
las mismas (la utilización de cuadrículas ligeras de muestreo, como la observada en la fotografía 24, puede ayudar a ello). En
este sentido, ofrecen buena información los bordes más extremos y antagónicos dispuestos a lo largo de la línea de costa, así
como los ubicados a menor y mayor profundidad. La figura 6 muestra un hipotético caso de regresión de una pradera hasta su
total desaparición.

A efectos de monitorización y vigilancia ambiental, el borde periférico más profundo resulta especialmente relevante, pues si la
columna de agua se enturbia progresivamente como consecuencia de un proceso de pequeña pero continuada contaminación
orgánica (por ejemplo, proveniente de vertidos de aguas residuales), este borde retrocederá a menor profundidad, donde la luz
llegue convenientemente para que la planta pueda efectuar fotosíntesis. P or ejemplo, si el borde más profundo “marcado” por un
buceador se encuentra a 20 metros y en el control de seguimiento este desciende a 1 5 metros, la causa de ello podría estar rela-
cionada con un aumento de turbidez derivado de un persistente evento de contaminación del tipo antes referido (fig. 7 , fot. 25).
P uede ayudar a “marcar” cada borde, no sólo el control batimétrico exacto del mismo (lo que puede facilitar un profundímetro
colocado sobre el fondo), sino la colocación de pequeñas boyas de corcho coloreadas (conviene que no excedan de 1 0 centíme-
tros de diámetro, con cordel corto para que no queden muy distanciadas del fondo y con ello tener mayores probabilidades de
pérdida), o de gavillas metálicas -preferiblemente de aluminio- también coloreadas, enterradas sólida y verticalmente en el sus-
trato blando, de forma que la parte coloreada sobresalga del fondo al menos 50 cm para que pueda localizarse fácilmente por
el buceador.

P or otra parte, existen especies que, con independencia de que sean sensibles o tolerantes, por el tamaño y fragilidad de sus
estructuras calcáreas, pueden ayudar a la monitorización ambiental de impactos mecánicos en nuestros fondos litorales. Es el
caso, por ejemplo, de algunos corales coloniales (Dendrophylia ramea), gusanos poliquetos (Salmacina disteri) y briozoos
(P entapora fascialis). A l ser sus llamativas formaciones fácilmente reconocibles (tamaño y vistosidad) durante un itinerario de
buceo, y, por ser sus colonias muy frágiles ante la acción abrasiva de redes de arrastre, garreo de anclas, o de submarinistas

51
FICHA Nº 6

25

inexpertos, tales especies pueden ser vigiladas en términos


de controlar sus pérdidas o destrozos en ambientes muy esta-
bles y estructurados, de gran belleza paisajística submarina.
Por ejemplo, los buceadores no suficientemente instruidos en
el respeto de los fondos marinos, se arrodillan frecuentemen-
te sobre éstos (para tomar fotografías o realizar una determi-
nada observación, o porque no van bien lastrados o tienen un
deficiente dominio del chaleco compensador). Si se observan
tales destrozos en zonas donde las comunidades del fondo
son biodiversas y altamente estructuradas, ello debe ponerse
en conocimiento de las autoridades competentes. Al respecto,
la fotografía submarina resulta también muy útil para certificar
Fig. 7
el antes y el después.

Cada buceador, al comenzar su plan particular de vigilancia, levantará una primera información que constituirá un estado cero o
inicial, el cual será determinante en la futura serie periódica de control ambiental. Para ello, debe reinsistirse, el observador debe
recordar que esta guía tiene sentido si en el estado cero están presentes las especies y éstas, además son comunes o abundan-
tes. Sólo de esta forma se puede controlar la evolución de sus poblaciones y si éstas menguan, muestran severas señales de
estrés, o desaparecen. Por tanto, no debe realizarse la elección de una zona donde las especies indicadoras sean raras o acci-
dentales. Ni tampoco si están ausentes, con la esperanza de que éstas aparezcan algún día, pues la razón de su ausencia podría
ser totalmente natural (por ejemplo, que no se den las condiciones naturales que requiere la especie para vivir en la zona en cues-
tión). Esto último sólo tiene sentido en un planteamiento de vigilancia y recuperación de zonas apriorísticamente perturbadas por
una afección antrópica conocida, la cual ha sido corregida y se pretende observar la evolución positiva del ecosistema.

Autor: J osé Carlos G arcía-G ómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -11-1

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7.- AFECCIONES
EN L OS FOND OS
M AR INOS Y EN L A
B IOT A INT ER M AR EAL
FICHA Nº 7

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.1. Fo n d o s in a lte ra d o s v e rs u s p e rtu rb a d o s

La comparación de un sistema inalterado, biodiverso y alta-


mente estructurado (fo t. 2 6 ), con uno fuertemente perturba-
do (fo t. 2 7), representa los ex tremos del “continuum” ex is-
tente en un proceso de prog resiva transformación del pri-
mero al seg undo. E s como asumir q ue ambos sistemas
encarnan el blanco y el neg ro y q ue, entre ambos colores,
ex iste una g ama de g rises. E ste imag inario “g radiente de
color”, ex presa la dificultad de implementar diag nósticos
ambientales correctos en las situaciones intermedias, lo q ue
da idea de la ex trema complejidad del tema q ue tratamos.
P rocede recordar q ue no sólo las especies son unidades
biológ icas independientes, con diferente capacidad de res-
puesta a las alteraciones antrópicas, sino q ue los individuos
de cada una de ellas tambié n lo son (como ocurre con los
h umanos, q ue podemos tener diferente tolerancia y com-
portamiento ante un mismo tipo de conting encia perturba- 26
dora). P or tanto, la respuesta integ rada a un determinado
factor de perturbación, de un sistema constituido por nume-
rosas especies biológ icas (sobre las cuales ex iste una g ran
lag una de conocimiento) es difícilmente predecible en situa-
ciones de baja o moderada contaminación.

C omo los elementos perturbadores pueden ser mú ltiples así


como las combinaciones de sus concentraciones, carg a total
y prevalencia en el sistema, la posición de q uienes intenta-
mos interpretar la salud de los ecosistemas costeros es de
absoluta y total desventaja. A unq ue la prevención, como en
medicina, es siempre lo mejor, en el caso q ue nos ocupa
debemos conformarnos (aunq ue sin menoscabar má x imas
aspiraciones) con saber aplicar una metodolog ía sencilla q ue
nos permita detectar cambios neg ativos en los fondos litora-
les q ue podamos poner en conocimiento de las autoridades 27
competentes en aras de paliar o revertir sus efectos.

55
FICHA Nº 7

A La fotografia 26 (como la fot. 28 ) revela un ele-


vado nivel de organiz ación y equilibrio de las
comunidades bentónicas, con especies sésiles
(que viven fijas al sustrato) de diferente tamañ o
y diseñ o espacial, las cuales conforman el
soporte bioarquitectónico del sistema (algas
pétreas, corales, brioz oos, esponjas, ascidias),
ofreciendo numerosas posibilidades de vida a
otras muchas especies, incluyendo peces sen-
B sibles a la calidad de aguas (Anthias anthias),
mientras que la fotografía 27 muestra un pai-
saje submarino prácticamente yermo, en el que
la diversidad bentónica se ha desplomado y
donde la sensación de desolación es absoluta.

La figura 8 contribuye a explicar en cuatro


pasos cómo podría producirse un evento de
progresiva degradación del ecosistema bentó-
nico, desde un escenario de alta diversidad y
C complejidad estructural de las comunidades
(A), hasta otro donde esta se desploma, con
invasión generaliz ada de algas oportunistas
(mancha verdosa en la imagen) asociadas a
procesos de contaminación que conlleven un
importante suministro de nutrientes (D). En B no
se produce aún pérdida de efectivos, pero
éstos manifiestan señ ales morfológicas de
estrés (z onas necrosadas, cambios de tonos
D de color, blanqueamientos anormales, modifi-
caciones en las formas corporales, etc.); asi-
mismo, pueden observarse tímidos o impor-
tantes recubrimientos de algas generalistas
(manchas verdosas en la imagen). En C se
advierte un empeoramiento de la situación con
28 pérdida medible de efectivos y aumento de la
presencia de algas oportunistas (manchas ver-
Fig. 8 dosas en la imagen).

Autor: J osé Carlos G arcía-G ómez


IS B N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -1 1 -1

56
FICHA Nº 8

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL 29


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA


BIOTA INTERMAREAL
7.2. Fondos inalterados y su identific ac ió n

Si en la naturaleza no hay nada que involucre a la vida que sea estrictamente 30


estable en el tiempo, debemos convenir que, de forma natural, aquélla está
siempre sujeta al vaivén de múltiples alteraciones y de gradientes de las mis-
mas. Las líneas rojas que avisan del paso de alteraciones sostenibles por la
estructura del sistema y su biota constituyente, a otras de estrés ambiental que
provoquen tensión funcional en la biota (individuos, poblaciones y comunidades)
pudiendo desatar mortalidades masivas que culminen en impacto ambiental
medible, son realmente imaginarias y dependen en gran medida de la opinión
de expertos. Por tanto, para referirnos a situaciones de estrés ambiental (este
puede ser de origen natural o antrópico) provocado por el hombre, que, en defi-
nitiva, constituyen un tipo de alteración de las muchas que podrían significarse,
preferimos utilizar los términos perturbados e inalterados, pues, en la práctica,
son más cercanos y descriptivos para referirnos a situaciones del grado de con- 31
servación, salud ambiental, equilibrio o desajuste de nuestros fondos litorales.

No deben confundirse expresiones tales como “alta calidad ambiental de los


fondos” de una zona litoral con “alto valor ecológico de los mismos”, pues la cali-
dad ambiental puede ser alta (aguas renovadas e impolutas) y el valor ecológi-
co bajo (baja diversidad, presencia de especies generalistas, ausencia de espe-
cies protegidas, etc.). Por ejemplo, una zona de rompientes en costa abierta
donde el embate del oleaje es casi continuo, puede ser de alta calidad ambien-
tal (por ser sus aguas muy limpias y exentas de contaminación), pero de bajo
valor ecológico por existir pocas especies y muy baja estructuración del ecosis-
tema, debido al continuo impacto mecánico del oleaje y al intenso movimiento
subsuperficial derivado de él. Lo contrario, sin embargo, sí suele cumplirse, es
decir, una zona de “alto valor ecológico” en buen estado de conservación es, por
extensión, de “alta calidad ambiental” (salvo que se haya introducido un factor
contaminante no detectado en la estructura y composición de la comunidad).
Además, no necesariamente la calidad ambiental “alta” de unas aguas va aso-
ciada a la pureza o transparencia de las mismas, pues pueden ser crónicamen-
te turbias y merecer tal calificativo (por ejemplo, las aguas impolutas y continua-
mente renovadas de estuarios de gran caudal). Es, pues, que la semántica debe

57
FICHA Nº 8

utilizarse con prudencia contextualizándola en cada ámbito concreto, pues los


32 mensajes que pueden dimanar del uso de algunas palabras o expresiones
incorrectamente elegidas y sacadas de contexto, podrían conducir a interpreta-
ciones erróneas.

Nótese, sin embargo que, en la práctica, el concepto de “valor ecológico” es


intrínsecamente subjetivo y también puede asumirse en términos cualitativos y
no necesariamente cuantitativos. Por ejemplo, una zona de baja diversidad y
escaso interés paisajístico puede ser significada como de “alto valor ecológico”
por su singularidad o porque pueda incluir poblaciones estables de una espe-
cie considerada en “peligro de extinción”. Este es el caso, en el M editerráneo
occidental, de la lapa ferruginea (Patella ferruginea), la cual es indicadora de
aguas limpias y renovadas, pero puede vivir en la zona intermareal de tramos
33 costeros donde apenas existe estructuración del sistema y el número de espe-
cies acompañantes es mínimo. Su hábitat posee, sólo por esta razón, indiscuti-
ble valor ecológico, pues resulta “ecológicamente fundamental” para la supervi-
vencia de la especie.

En nuestras aguas litorales, un nivel de transparencia habitual que pueda remi-


tir con el tiempo, denotándose un lento pero progresivo aumento de la turbidez,
puede significar la intrusión en el sistema de elementos extraños que disminu-
yen la calidad del agua (por ejemplo, debido a la puesta en funcionamiento de
un nuevo emisario de aguas residuales en zonas próximas). Al revés puede sig-
nificar una mejoría en el sistema.

34 En las fotografías 29 a 38 se observan diferentes tipos de fondos no perturba-


dos, de alta calidad ambiental y diferente valor ecológico. Por la simple aparien-
cia de la biota, en ellas se pueden significar aquellos fondos que parecen más
biodiversos y estructurados (fots. 33- 38) de los que son menos (fots. 29- 32). En
la zona de buceo habitual (situemos el rango entre 0 y 40 metros de profundi-
dad) las comunidades devienen más organizadas, estructuradas y ricas en
especies a medida que la profundidad aumenta, de ahí que, aunque la alta cali-
dad de las aguas sea idéntica en un recorrido lineal sobre las rocas desde 0 a
40 metros, la diversidad aumente y también el valor ecológico de lo observado
(en términos de complejidad estructural y riqueza de especies).

Así, pues, en fondos no perturbados puede existir baja estructuración espacial y


escaso número de especies, y lo contrario. A reconocerlos ayuda el criterio de
que cuanto más próximo a la superficie del mar nos encontremos, el sistema es
más dinámico e inestable y la estructuración de sus comunidades y número de
especies, menor. La situación contraria subviene a mayor profundidad (como se
argumenta más adelante), donde resulta fácil (al menos relativamente) distinguir
fondos no perturbados y distinguirlos de los que lo están. La razón de ello estri-

58
FICHA Nº 8

ba en que los fondos con muchas especies y elevada heteroge-


neidad espacial de la biota fijada al sustrato, no suelen padecer 35
perturbación significativa alguna, mientras que los fondos per-
turbados nunca exhiben tal tipo de diversidad y organización.
La finura diagnóstica debe experimentarse, sin embargo, a
escasa profundidad donde, al existir comúnmente pocas espe-
cies y escaso nivel de organización estructural, ello pudiera ser
atribuido, no a la inestabilidad natural del sistema (la cual, en
cierto modo, también es un tipo de alteración que lo estresa,
como los temporales de invierno) sino a un factor de perturba-
ción de origen antrópico (contaminación orgánica, por ejemplo).
En estos casos, si las características de generalizada pobreza
de especies y formas que se observa, no está acompañada de
la abundancia desmedida de algunas de ellas fijadas al sustra-
to (ver también siguiente ficha), se puede inferir con aceptable
posibilidad de acierto que la calidad de las aguas es buena y
que no hay aparentemente motivo alguno para pensar que son
fondos perturbados.
36
U n ejemplo de lo expuesto puede ilustrarlo algunos tramos sub-
mareales de escasa profundidad donde las aguas pueden ser
de excelente calidad ambiental, pero podría desconcertarnos la
sensación de gran pobreza florística y faunística imperante,
derivada fundamentalmente de la presencia de algas calcá-
reas incrustantes, algunas especies de esponjas (éstas asocia-
das a enclaves umbríos) y erizos, entre otros organismos (fots.
29, 30 y 32). Nuestras dudas debieran disiparse si comproba-
mos la ausencia de algas generalistas (asociadas frecuente-
mente a episodios puntuales o crónicos de contaminación) y de
gusanos tubícolas, ascidias solitarias y otros organismos que,
cuando existe abundancia de nutrientes o materia orgánica en
suspensión explosionan numéricamente, se hacen muy abun-
dantes y desplazan a otras especies del sistema que no pueden competir con ellas; o bien, simplemente, no se adaptan al nuevo
y más deficiente estado de calidad de las aguas donde viven (ver fich a 9). O tro ejemplo lo proporcionan los bosques de Cystoseira
usneoides (fot. 31) de los fondos someros del Mar de Alborán, donde la diversidad aparente de especies es baja y el paisaje
monótono, los cuales el observador no experimentado podría asociar a procesos de eutrofización, confundiendo el taxón citado
con un alga generalista. Sin embargo, la abundancia natural de esta especie, muy competitiva en su hábitat, es señal de todo lo
contrario, es decir, de aguas límpidas, renovadas e impolutas, siendo una de las especies vegetales más sensibles al deterioro
de la calidad del medio en que vive.

D e lo expuesto se deduce que lo esencial para colaborar en la vigilancia de nuestro litoral es saber elegir el escenario que pueda
aportar mayor información y que ésta pueda ser más fácilmente interpretable y susceptible de ser controlada en el tiempo. Para
evitar que un fondo paisajísticamente monótono y con pocas especies observables pueda ser tildado erróneamente de perturba-

59
FICHA Nº 8

37 38

do, conviene centrarse en el intervalo 20-40 metros (¡el preferido por la mayor parte de los buceadores!), donde lo usual es que,
al menos sobre enclaves verticales umbríos, existan instaladas comunidades complejas y ricas en especies. Esto se confirma si,
en el entramado de especies fijadas a la pared que podamos contemplar, las hay de tipo laminar (propenden a crecer en un
plano) pero, sobre todo, si las hay de tipo masivo y erecto (explotan multidirecionalmente el espacio habitable, obteniendo el
máximo partido de las posibilidades que le brinda el sistema). Estos tres tipos morfológicos y su fijación al sustrato, generan sobre
este un microcosmos de concrecionamiento biológico (débil o fuertemente cementado), con numerosos intersticios, cavidades y
recovecos donde viven muchísimas especies de pequeño tamaño que el buceador no ve. La belleza paisajística que generan, no
sólo se justifica por la compleja arquitectura de los jardines que conforman, sino por los variados e intensos colores que frecuen-
temente exhiben (sólo apreciables, en el rango de profundidad antes señalado, con la ayuda de una linterna o foco). Además,
con excepción de las algas pétreas incrustantes y otras macroalgas esciáfilas, la mayor parte de las especies fijadas al sustrato y
que son visibles “in situ” por los buceadores, son animales invertebrados, generalmente coloniales, de coloración muy diversa.
Este tipo de sistemas, por ser muy estructurados y ricos en especies, son muy sensibles y vulnerables a las perturbaciones de ori-
gen humano. De ahí que su elección por los submarinistas en una zona de buceo habitual que estos consideren amenazada por
circunstancias diversas, es una de las mejores opciones para vigilar con acierto nuestros fondos litorales.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 9

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS
7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL
7.3. Fondos perturbados y su identificación
Resulta obvio que, por métodos indirectos, podrían diagnosticarse en laboratorio perturbaciones en el medio marino a través de
la biota que está presente pero que, en inmersión, “no se ve” (por su pequeño tamaño o permanecer oculta), o de análisis físico-
químicos y microbiológicos que pudieran realizarse en agua, sedimentos y organismos. Ello excede, sin embargo, del espíritu de
esta obra, ideada para detectar perturbaciones a través de la fauna y flora que, por su tamaño, se aprecia a simple vista e “in situ”,
sin necesidad de obtener muestras y, por tanto, de realizar daño alguno al ecosistema. Expresado esto, huelga indicar que la
detección de perturbaciones sobre las recomendaciones aquí expuestas, no implica garantizar la inexistencia de otro tipo de per-
turbaciones de “efectos invisibles” que sólo podrían ser diagnosticadas a través de métodos indirectos del tipo de los anterior-
mente reseñados. La obra está orientada, pues, a la vigilancia del medio litoral bien conservado y exento de elementos contami-
nantes, de forma que se levante un estado cero o inicial, a partir del cual puedan identificarse en el tiempo perturbaciones de
“efectos visibles” . Mediante la comparación de un “antes” (estado cero) y un “después”, se puede determinar fehacientemente si
las comunidades sometidas a seguimiento se mantienen en equilibrio o no, en cuyo caso se advertirán cambios cuya tipificación
nos aproximaría a un diagnóstico ambiental de la situación. Otra cuestión es, en el supuesto de concluir que se ha producido o se
está produciendo una alteración significativa en el ecosistema, dirimir la relación causa-efecto. A las autoridades competentes
correspondería validar esta circunstancia, identificar la causa que la origina y arbitrar las medidas oportunas para corregirla.

Dicho lo anterior, como para establecer un punto de partida es recomendable elegir lugares “ajardinados”, multicolores y de alta
riqueza específica (ver ficha 8), las perturbaciones significativas podrán reconocerse como tales cuando, en una actuación de vigi-
lancia ambiental, se confir-
me una pérdida neta de E x trema ab u ndancia 40
39
especies, sustitución de las de p oliq u etos tu b ícolas
habituales por otras diferen-
tes, o más raramente, intru-
sión de alguna nueva no
esperable (especies invaso-
ras). Para ello, resultará de
especial utilidad la vigilancia
de las especies sensibles
descritas en esta obra (a las
que deben sumarse otras
en el futuro), vigilancia que
consistirá en controlar tem-
poralmente que éstas no
desaparezcan de la zona
elegida donde puedan ser
comunes. Alta sedimentación y carga orgánica

61
FICHA Nº 9

41 42

Abundancia de
ascidias solitarias F ondos portuarios

Tras lo expuesto, el reconocimiento de fondos perturbados, no monitorizados con anteriori-


Exceso de dad, adolece de ausencia de información del “antes”, lo que impide comparar con el “des-
43 sedimentación pués”, de ahí que el observador juegue con clara desventaja. Con independencia de que éste
(dragados) intente imaginar lo que pudo haber “antes”, intencionalidad elogiable pero no recomendable
(por entrar de lleno en el terreno de la estricta conjetura), debe al menos intentar pronunciar-
se (¡todo un reto!) sobre si existe o no perturbación en base a lo que en ese momento puede
contemplar. La práctica inexistencia de vida es una pista obvia (fot. 39), pero la escasa abun-
dancia de ésta ya no lo es tanto. Y así hasta encontrar situaciones intermedias en las que la
confusión puede ser total. No obstante, aunque el problema es extraordinariamente comple-
jo y multifactorial, ello no es óbice para intentar aproximarnos a lo que realmente pudiera
acontecer. Algunos ejemplos, comentados a continuación, pueden resultar aclaratorios de lo
recién expuesto y, a su vez, contribuir a guiarnos para diagnosticar adecuadamente una serie
de perturbaciones que pudieran advenir donde no son esperables.

Y a hemos señalado con anterioridad que una baja diversidad y estructuración espacial de las
comunidades bentónicas no tiene porque significar baja calidad ambiental de las aguas del
medio donde viven. Es más, si estas circunstancias se observan en ausencia de abundancia
de organismos filtradores o suspensívoros, relacionados habitualmente con la presencia de
materia orgánica en la columna de agua, es muy probable que no erremos si afirmamos que,
pese a la penuria de especies, la calidad ambiental de las aguas es buena o excelente. Como
ya se indicó en la ficha 8 esto puede suceder a escasa profundidad donde existan bloques

62
FICHA Nº 9

44

Fondos de restos biogénicos


y anormal carencia de
v ida recubriente y/o cementante

rocosos apenas recubiertos por organismos, excepto por algas calcáreas litotamniáceas (otorgan un color rosado o violáceo a las
rocas que incrustan o tapizan), claramente dominantes, erizos en abundancia (se alimentan de tales algas) y algunas otras espe-
cies. El paisaje es de tonos monótonos y puede inducir a confusión, pero ésta se disipa si en los enclaves iluminados y paredes ver-
ticales, no existen organismos filtradores o suspensívoros de los habitualmente asociados a carga orgánica y elevada tasa de sedi-
mentación (algunas especies de gusanos poliquetos, ascidias solitarias, holoturias dendroquirotas) o su abundancia es mínima.

Sin embargo, cuando tal abundancia de organismos filtradores o suspensívoros (generalmente son blanquecinos, amarillentos,
oscuros, o de colores apagados, raramente de colores vivos) es grande y el número de especies que se aprecia bajo, debemos
sospechar que la calidad ambiental puede ser deficiente (fots. 40, 41, 42 y 44). En estos casos, las aguas suelen ser turbias, exis-
te una alta tasa de sedimentación, y, si se mide la materia orgánica en agua y sedimentos, esta puede ser ligeramente elevada.
La fotografía 41 ilustra este supuesto, advirtiéndose abundante presencia de ascidias solitarias, recubiertas de algas generalistas.
La fotografía 40 plasma una situación similar de moderada o baja calidad ambiental, debido a la presencia masiva de gusanos
tubícolas filtradores (en la imagen, tubos irregulares de coloración blanquecina). La fotografía 43 muestra un exceso de sedimen-
tación proveniente del rebose de las cántaras de una embarcación tipo “draga de succión”, en un proceso de extracción de áridos.

63
FICHA Nº 9

En síntesis, cuando se observe baja diversidad de organismos, debe comprobarse si hay abundancia de macroalgas generalis-
tas (tanto verdes como rojas), ascidias solitarias, poliquetos filtradores, o todos a la vez, y si ello ocurre es muy probable que los
fondos sufran alguna perturbación cuyo alcance real extralimita nuestra capacidad diagnóstica. En este tipo de escenarios, los
tonos de los recubrimientos biológicos son apagados (entre blanquecinos, verdosos, pardos y oscuros), a diferencia del colorido
vivo y variado de la biota multicolor que caracteriza los fondos bien conservados de alta riqueza biológica.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 10

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.4. Enclaves verticales y horiz ontales

Los fondos rocosos son, por la estabilidad del sustrato y la 45


heterogeneidad espacial de los mismos, los que albergan
mayor diversidad de organismos reconocibles en las
inmersiones, particularmente de aquellos fijos al sustrato
con capacidad bioindicadora, que son los que más aten-
ción deben suscitarnos para colaborar en la vigilancia
ambiental de los fondos litorales.

Aunque la morfología de las formaciones rocosas sumergi-


das es intrínsecamente irregular, podemos distinguir funda-
mentalmente entre enclaves verticales y horiz ontales, o
similares a éstos por su disposición y pendiente. Los encla-
ves verticales suelen ser umbríos, más cuanto mayor sea
nuestra aproximación al fondo y muy especialmente en
cuevas. Los enclaves horizontales o de mínima pendiente
son generalmente iluminados, tanto menos cuanto a mayor
profundidad se encuentren; en techos de cuevas, bajo pie-
dras – enclaves infralapidícolas- y entre grandes paredes,
son esencialmente umbríos. 46

Los enclaves horiz ontales, por disponer de mayor ilumina-


ción, suelen tener una mayor cobertura de macroalgas y
menor presencia de animales invertebrados que los verti-
cales, lo que debemos tenerlo en cuenta si nuestra capaci-
dad de maniobra es limitada y decidimos elegir uno u otro
tipo de organismos para desarrollar nuestro propio progra-
ma de vigilancia ambiental. A cierta profundidad (no puede
establecerse una cota prefijada, pues factores locales
como la turbidez condicionan fuertemente la zonificación
batimétrica de los organismos bentónicos, aunque en el
cono sur ibérico, puede considerarse a partir de 15 -20
metros), donde la luz ha sido significativamente filtrada, en
tales enclaves pueden coexistir macroalgas y animales

65
FICHA Nº 10

47 48

invertebrados sensibles a perturbaciones, por lo que pueden someterse a segui-


miento ambos tipos de organismos sobre una misma superficie rocosa horizon-
tal -o de mínima pendiente- elegida. Este tipo de enclaves es más vulnerable a la
sedimentación tanto de origen natural (temporales y dinámica litoral) como antró-
picos (sedimentos finos provenientes de diferentes fuentes, por ejemplo, del
“overflow ” de dragas de succión –fot. 45- en procesos de extracción de áridos en
el mar; el ”overflow ” es el rebose del exceso de agua con elementos finos que se
produce desde las embarcaciones que utilizan dragas de succión cuando éstas
extraen áridos y es, por tanto, un vertido de sedimentos finos que, a modo de lengua de turbidez, se desplaza en la columna de
agua decantando progresivamente sobre los fondos marinos, con afección directa a las comunidades asentadas sobre roquedos
sumergidos). Por, tanto, la biota que los recubre es más sensible a este tipo de perturbaciones que la fijada a enclaves verticales
(fots. 47 y 48). Los pares de fotografías 49-50 y 51-52 ilustran un “antes” y un “después” en la misma zona, tras el influjo de sedi-
mentos provenientes del “overflow ” de un dragado.

Los enclaves verticales son generalmente más ricos en especies y biológicamente estructurados que los horizontales, por lo cual
son más frágiles y sensibles que éstos en relación a procesos generales de perturbación que conlleven pérdida progresiva de
biodiversidad. Por ejemplo, aunque ante una sedimentación anormal proveniente de dragados intempestivos de corta o media-
na duración, puede producirse una seria afección en los enclaves horizontales (menos diversos y organizados) y de menor grado
en los verticales (pudiendo prevalecer ante el impacto las zonas de mayor complejidad estructural y riqueza biológica), en un lento
pero inexorable proceso de contaminación por vertido de aguas residuales, a medio-largo plazo, las consecuencias pueden ser
peores en los enclaves verticales, con pérdida masiva e irreversible de estructuración y número de especies, siendo también sen-
sibles las pérdidas en los enclaves horizontales. La fotografía 46 ilustra un episodio de afección directa (exceso de sedimenta-
ción) a enclaves verticales, sobre colonias del antozoo Astroides calycularis y de la ascidia colonial Stolonica sociales, impacto que
en este tipo de enclaves también se observa en las fotografías 50 y 52.

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49 50

51 52

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Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.5. Enclaves infralapidícolas y consecuencias de su inversión

Se llaman así las superficies inferiores de las rocas sueltas existen-


tes en la zona litoral, las cuales no contactan con el sustrato subya- Fig. 9
cente siendo, por tanto, susceptibles de colonización por la biota
marina. Cuando se voltea una piedra y observamos su zona inferior
contemplamos, pues, un enclave infralapidícola.

Este tipo de enclaves puede proveer de importante información


ambiental que no debemos desdeñar. No obstante, resulta precep-
tivo efectuar algunas recomendaciones para evitar cometer errores
que puedan tener un coste ambiental no deseable. Como se expo-
ne en las ilustraciones adjuntas (figs. 9 y 11), una roca suelta en el
medio litoral (ya sea intermareal o submareal) posee una zona ilu-
minada (la superior) y otra umbría (la inferior), esta última coinciden-
te, en esencia, con el enclave infralapidícola. Básicamente, en la pri-
mera se instalan las macroalgas y en la segunda los animales. Son
pues, dos sistemas completamente diferentes que, si se invierten,
provocará la pérdida generalizada de sus especies constituyentes.
No existe información ambiental relevante en aquellas piedras que
yacen sobre fondos blandos y están parcialmente enterradas en él
(fig. 10), por lo que éstas no deben voltearse ya que la actuación no
sólo será estéril, sino que provocará resuspensión masiva de sedi-
mento con posible afección a la biota inmediatamente colindante.

Por tanto, el volteo de piedras en la zona intermareal se debe evitar efectuar por razones de curiosidad o de capturar ejemplares
(por ejemplo, de gusanos para pescar) y, de realizarse, debe ponerse especial precaución en colocarlas de nuevo en la posición
original, minimizándose posibles daños. Estas consideraciones se hacen extensivas, por razones obvias, a las rocas sueltas de la
zona infralitoral, donde están cubiertas por agua permanentemente. En el caso de los fondos submareales, si por razones que
deben ser justificadas (por ejemplo, para obtener información adicional del estado de nuestras aguas litorales) se eligen bloques
sueltos relativamente fáciles de voltear durante la inmersión, el volteo debe efectuarse con un ángulo máximo de 90º (sostenién-
dose la piedra por el buceador o un acompañante) y no de 180º (esto provoca inversión total de las superficies y aplastamiento de
la macrobiota instalada en la zona iluminada, como se describe gráficamente en la figuras 9 y 11 antes referidas. Posteriormente
a las observaciones y toma de fotografías, los bloques rocosos deben situarse nuevamente, con el mayor cuidado posible, en su
posición original.

69
FICHA Nº 11

Fig. 10

Fig. 11

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 12

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL

7.6. Enclaves infralapidícolas inalterados y perturbados

Aparte de la afección generada por la inversión mecánica de los bloques (explicada en la ficha 11), las comunidades asentadas
en los enclaves infralapidícolas, especialmente de bloques sumergidos a cierta profundidad donde el movimiento de áridos pro-
vocado por los temporales apenas les influye (a partir de unos 15 metros) y donde el medio físico es más estable, pueden apor-
tar importante información para pulsar el nivel de salud ambiental de nuestras costas y vigilar su evolución futura.

Los enclaves infralapidícolas, a modo de techos colonizados muy próximos al sustrato subyacente, no ofrecen muchas posibilida-
des -por falta de espacio- para el crecimiento en altura (en este caso, hacia abajo), de modo que su biota sólo puede devenir
espacialmente estructurada cuando los bloques sueltos descansan sobre dos o más piedras sueltas, dejando a la fauna sésil
espacio para desarrollarse y, por tanto, posibilidades de crecimiento vertical. Estos enclaves acogen numerosos organismos que
pueden suministrar valiosa información ambiental, especialmente porque en los mismos no suelen producirse los efectos perni-
ciosos de la sedimentación (salvo en situaciones de severo aterramiento de los bloques rocosos), por lo que en ellos vive es fiel
reflejo de las características físico-químicas de la columna de agua y de lo que esta suministra (por ejemplo, mayor o menor can-
tidad de plancton, de materia orgánica en suspensión, o de contaminantes).

Cuando tales enclaves, en fondos estabilizados en torno a 20-3 0 metros, están sometidos al flujo de aguas límpidas y renovadas
(inalterados), su biota colonizadora presenta habitualmente una variedad multicolor de formas y especies que ofrecen tonos inten-
sos y variados (fig. 12, fot. 53), con organismos sensibles a la disminución de la calidad de agua como las comátulas (crinoideos
de la especie Antedon mediterranea). Se denotan, pues, al voltear las piedras en un ángulo de 90º, parches y variedad de colo-
res, y, por tanto, de especies que la exhiben. En fondos perturbados, por exceso de sedimentación o carga orgánica en la colum-
na de agua (éstas es por ello generalmente turbia), se facilita el asentamiento de especies generalistas o ubiquistas, que se ali-
mentan de materia orgánica en suspensión esencialmente, las cuales desplazan a otras especies del sistema haciéndose éstas
más abundantes. El resultado es que tales enclaves presentan una exigua o mínima variedad de especies, mucha abundancia
en los efectivos de éstas, y ausencia de las que son indicadoras de aguas limpias (fig. 13, fot. 54).

71
FICHA Nº 12

Fig. 10 Fig. 11

53 54

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 12

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL

7.6. Enclaves infralapidícolas inalterados y perturbados

Aparte de la afección generada por la inversión mecánica de los bloques (explicada en la ficha 11), las comunidades asentadas
en los enclaves infralapidícolas, especialmente de bloques sumergidos a cierta profundidad donde el movimiento de áridos pro-
vocado por los temporales apenas les influye (a partir de unos 15 metros) y donde el medio físico es más estable, pueden apor-
tar importante información para pulsar el nivel de salud ambiental de nuestras costas y vigilar su evolución futura.

Los enclaves infralapidícolas, a modo de techos colonizados muy próximos al sustrato subyacente, no ofrecen muchas posibilida-
des -por falta de espacio- para el crecimiento en altura (en este caso, hacia abajo), de modo que su biota sólo puede devenir
espacialmente estructurada cuando los bloques sueltos descansan sobre dos o más piedras sueltas, dejando a la fauna sésil
espacio para desarrollarse y, por tanto, posibilidades de crecimiento vertical. Estos enclaves acogen numerosos organismos que
pueden suministrar valiosa información ambiental, especialmente porque en los mismos no suelen producirse los efectos perni-
ciosos de la sedimentación (salvo en situaciones de severo aterramiento de los bloques rocosos), por lo que en ellos vive es fiel
reflejo de las características físico-químicas de la columna de agua y de lo que esta suministra (por ejemplo, mayor o menor can-
tidad de plancton, de materia orgánica en suspensión, o de contaminantes).

Cuando tales enclaves, en fondos estabilizados en torno a 20-3 0 metros, están sometidos al flujo de aguas límpidas y renovadas
(inalterados), su biota colonizadora presenta habitualmente una variedad multicolor de formas y especies que ofrecen tonos inten-
sos y variados (fig. 12, fot. 53), con organismos sensibles a la disminución de la calidad de agua como las comátulas (crinoideos
de la especie Antedon mediterranea). Se denotan, pues, al voltear las piedras en un ángulo de 90º, parches y variedad de colo-
res, y, por tanto, de especies que la exhiben. En fondos perturbados, por exceso de sedimentación o carga orgánica en la colum-
na de agua (éstas es por ello generalmente turbia), se facilita el asentamiento de especies generalistas o ubiquistas, que se ali-
mentan de materia orgánica en suspensión esencialmente, las cuales desplazan a otras especies del sistema haciéndose éstas
más abundantes. El resultado es que tales enclaves presentan una exigua o mínima variedad de especies, mucha abundancia
en los efectivos de éstas, y ausencia de las que son indicadoras de aguas limpias (fig. 13, fot. 54).

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FICHA Nº 12

Fig. 10 Fig. 11

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Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 13

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL

7.7. Cuevas marinas sumergidas y semisumergidas

La Directiva 92/43/ CEE del Consejo, contempla las “cuevas marinas sumergidas y semisumergidas” como hábitat a proteger den-
tro del Anexo I (“H ábitats naturales de interés comunitario para cuya conservación es necesario asignar zonas especiales de con-
servación”), de ahí su particular relevancia de considerarlas en esta obra.

Las cuevas son ambientes donde la luz progresivamente disminuye hacia el interior, posibilitando gradientes de distribución flo-
rísticos y faunísticos. A partir del punto donde la luz es completamente insuficiente para la realización de fotosíntesis, la flora esciá-
fila (que prefiere zonas umbrías) desaparece y las paredes se tapizan de animales invertebrados (esponjas, antozoos, briozoos,
etc.) los cuales, más hacia el interior donde las condiciones para vivir pueden ser extremas, acaban por desaparecer. Esta sería
la zona final del gradiente donde, en todo caso, sobrevivirían organismos muy especializados.

Las cuevas semisumergidas tienen elevado valor ecológico, aunque notablemente inferior que las sumergidas, especialmente
porque estas últimas, al menos cerca de su entrada, acogen comunidades de estructuración más compleja y mayor número de
especies. En la zona intermareal de las primeras, debido a la tenue luz preexistente, pueden establecerse especies submareales
protegidas como Astroides calycularis y Dendropoma petraeum, lo que contribuye a realzar la fragilidad ambiental de este tipo
de hábitats, especialmente ante amenazas
emergentes (por ejemplo, manchas de
55
hidrocarburos). En las cuevas sumergidas
puede encontrarse ocasionalmente fauna
profunda sésil (esto es, que en estado adul-
to vive fija sobre el sustrato), pues los seve-
ros umbrales de oscuridad que pueden
caracterizar algunas partes de ellas, se
corresponden con los existentes a gran pro-
fundidad. Si las larvas de especies de esta
zona deambulan con las corrientes por
aguas superficiales y recalan en este tipo de
enclaves, el ambiente oscuro de las cuevas
puede propiciar su fijación y metamorfosis
en las paredes de la misma, alcanzándose
en algunos casos la fase adulta. Esto se ha
observado recientemente en ciertas espon-
jas de profundidad, espectaculares por ser
carnívoras y no suspensívoras.

73
FICHA Nº 13

56 57

Las cuevas sumergidas, singularmente reputadas en los itinerarios de ecoturismo


subacuático, devienen especialmente amenazadas en su zona de entrada, donde
los buceadores provocan destrozos perceptibles en las frágiles estructuras calcáreas
de numerosos organismos sésiles, incluso en los que poseen esqueletos córneos,
como las gorgonias de la fotografía 56 (Paramuricea clavata, entrada de cueva), sensibles a la acción abrasiva de grupos de
buceadores que visitan habitualmente este tipo de enclaves. Además, la techumbre de las cuevas resulta especialmente vulnera-
ble a la acción de los submarinistas, pues si no hay zonas de escape para las burbujas de aire, estas quedarán retenidas
(formando bolsas) en la parte superior matando a todas las especies recubrientes que, en escena surrealista, quedan en
emersión y, por tanto, excluidas del seno del agua que les da la vida. Las fotografías 55 y 57 ilustran, respectivamente, techo y
suelo de cuevas, en la zona interna próxima a la entrada de las mismas.

La vigilancia ambiental de este tipo de enclaves debe efectuarse incidiéndose en la existencia o no de burbujas en la parte supe-
rior de la cueva, o de destrozos palpables en la fauna sésil de la entrada o zona interna. Si ello se apreciara con certeza, debería
comunicarse a las autoridades competentes para que corrijan esta tendencia, den instrucciones a los guías de los clubes de
buceo y, en casos en los que las cuevas sumergidas no permitan la evacuación del aire, contemplar la posibilidad de prohibir la
inmersión con equipos autónomos dentro de ellas. También puede ser indicador del mal uso de este tipo de hábitats el exceso
de sedimentación que en la zona interna próxima a la entrada, pueda percibirse sobre la superficie de los organismos suspensí-
voros, lo que podría estar relacionado con el sedimento levantado por las aletas de buceadores inexpertos, que no manejan bien
el chaleco compensador o que, sencillamente, deben mejorar su desenvoltura en el agua.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 14

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.8 “ Blooms” algales

Los “blooms” de macroalgas costeros encajan adecuadamente como elementos de perturbación, dentro de la filosofía que
impregna esta obra, por ser perfectamente “tangibles” e identificables por los observadores, ya que físicamente –por su tamaño-
pueden contemplarse sin el menor esfuerzo. Por su extrema abundancia, pueden teñir el paisaje submarino configurando en oca-
siones auténticas alfombras que tapizan gran parte de los organismos que viven en el fondo. Sin embargo, los “ blooms” de
microalgas exceden del alcance de este trabajo, pues, aunque pueden también ser perceptibles por los buceadores, incluso por
el paseante desde fuera del agua (mareas rojas), la escala microscópica de sus protagonistas no recomienda su tratamiento aquí.

Diversas especies de algas macroscópicas protagonizan estas explosiones


reproductivas con incremento exponencial de biomasa, que sólo puede ser 58
explicable por un exceso de nutrientes que, circunstancialmente, se introdu-
ce en el sistema, fertilizándolo en demasía, de lo que se aprovechan algu-
nas algas que se reproducen y crecen con extremo vigor.

Como ejemplo, hemos elegido el alga parda Ectocarpus sp., de color verde
amarillento, aspecto filamentoso y consistencia gelatinosa. Está formada
por ejes finos y largos (de hasta 50 cm). Es cosmopolita y puede aparecer
ramificada sobre fondos rocosos o como epífita de otras algas grandes. Se
localiza desde zonas superficiales hasta varios metros por debajo de la
marea. Suele aparecer abundantemente en primavera.

Ectocarpus sp., capaz de acumular metales pesados, puede propiciar “blo-


oms” especialmente en primavera, cuando la sinergia entre carga de
nutrientes, claridad del agua y temperatura se optimiza. Estas explosiones
reproductivas que acaban atosigando a la biota que recubre (fots. 58 a 60)
no tienen mayor trascendencia si no son de larga duración, exceptuando
zonas de modo calmo donde puede disminuir el oxígeno cerca del fondo,
bien por la noche (por el añadido de la respiración de este alga), bien por
la muerte y descomposición masiva de ésta. Si la persistencia de este tipo
de “plaga recubriente” es grande, las macroalgas subyacentes pueden
verse afectadas, así como otro tipo de organismos. La presencia masiva de
este alga, podría asociarse a pulsos anormales de eutrofización, de ahí,
que, cuando sea detectada, debe vigilarse su tiempo de prevalencia, su
evolución, así como la de la biota parcial o totalmente recubierta por ella.

75
FICHA Nº 14

59 60

Como ya se ha indicado, existen también otras especies algales que prota-


gonizan estos “blooms” visibles que recubren masivamente los organismos
bentónicos sésiles. Si bien a simple vista su identificación taxonómica puede
resultar muy complicada o virtualmente imposible, ello es secundario a
efectos de lo que pretende esta guía, pues lo relevante es que el observa-
dor pueda advertir en sus zonas habituales de buceo la aparición del fenó-
meno (esto es, la abundante o masiva presencia de este tipo de algas) y
sospechar que pueda estar asociado a un factor de perturbación (por ejem-
plo, inyección de exceso de nutrientes en el sistema proveniente de activi-
dades humanas incontroladas), cuya persistencia debe intentar vigilar antes
de comunicarlo a las autoridades competentes ya que la presencia de
estas algas puede ser efímera y de carácter natural, sin apenas provocar
daños en el sistema.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 15

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.9. Epibiosis (o unos sobre otros)

La epibiosis o facultad de vivir sobre otros organismos,


como la endobiosis (vivir dentro de otros organismos) es
una realidad natural que, en la mayor parte de los casos,
no guarda relación con perturbaciones antrópicas. Al
margen de que pueda existir una relación mutualística o
parásita, lo cierto es que la epibiosis puede ser, desde un
punto de vista ambiental, desconcertante. Así, puede sig-
nificar que hay perturbación por exceso de nutrientes y
subsiguiente eutrofización (el caso de los “blooms” alga-
les, descrito en la ficha 14) o bien confirmar que un eco-
sistema es altamente estructurado y frágil, exento de
cualquier tipo de perturbación significativa. Este último 61
sería el caso de los fondos coralígenos, de elevada hete-
rogeneidad espacial en sus comunidades, donde el efec-
to de la competencia extrema por encontrar un hueco en
el sustrato, impulsa a numerosas especies a ubicarse
sobre otras preexistentes, las cuales le sirven de soporte.
Es por ello que el diagnóstico ambiental de un determina-
do escenario ecológico puede resultar complejo, aunque
no por ello renunciaremos seguidamente a ofrecer algu-
nas pistas de cómo afinar, en la medida de lo posible, en
nuestras observaciones.

Las fotografías 61 a 63 recogen situaciones normales de


epibiosis del briozoo Membranipora membranacea
sobre algas laminariales, frecuentemente anunciando el
tiempo de vida del alga (por el nivel de recubrimiento), lo
que se aprecia en la imagen inferior derecha, que plasma
un ejemplar grande de alga, de aspecto defíciente y prác-
ticamente tapizado del citado briozoo. También se da este
tipo de epibiosis sobre fanerógamas marinas, como el
caso del briozoo Electra posidoniae sobre las hojas de
Posidonia oceanica. Las fotografías 64 a 67 ilustran el 62 63

77
FICHA Nº 15

64 65

66

fenómeno sobre invertebrados bentónicos, en fondos biodi-


versos de alta competencia espacial, por lo que su considera-
ción que debe asociarse a procesos anormales de perturba-
ción. Sin embargo, las fotografías 68 a 71 sí están asociadas
a perturbaciones moderadas, derivadas de un exceso de
sedimentación. Un alga verde como Codium bursa frecuente-
67 mente presenta incrustaciones sedimentarias, pero si éstas
son excesivas, ello posibilita el asentamiento de otras algas
(fot 68). Es el caso también de la gorgonia Eunicella singularis,
casi siempre libre de epibiontes, pero cuando sufre un evento
de anormal sedimentación, las incrustaciones de áridos o
finos posibilitan el anclaje de hidrozoos generalistas (fot. 70).
El centollo (Maia squinado) puede vivir en zonas de alta sedi-
mentación, la cual no sólo es perceptible por la superficie de
su cefalotórax, sino por los organismos capaces de asentarse
sobre él (fot. 69; el círculo destaca el ojo izquierdo del animal).
La ascidia Halocynthia papillosa, de estrecha valencia ecológi-
ca y excelente indicadora de aguas limpias y renovadas, sólo
excepcionalmente presenta epibiontes y cuando ello sucede,

78
FICHA Nº 15

68 69 70

habitualmente está asociado a eventos puntuales o persistentes de moderada pertur-


71 bación (fot. 71).

La epibiosis con “mensaje ambiental negativo” también puede advertirse en organis-


mos marinos no bentónicos, como cetáceos y tortugas. En los delfines, que no suelen
presentar ectoparásitos (fot. 72) la presencia de los mismos (fots. 73 y 74) puede reve-
lar que los ejemplares afectados son viejos o están levemente enfermos, lo que puede
tener un origen natural o antrópico (contaminación). Como los delfines, a diferencia de
otros cetáceos, no son proclives a facilitar la adhesión de ectoparásitos, si una situa-
ción como la expuesta se observa casualmente en un determinado ejemplar, debe
intentar corroborarse en más ejemplares de la manada. Si un porcentaje elevado de
delfines exhibe similar tipo de parasitosis, ello debiera ponerse en conocimiento de las
autoridades competentes para que se interesen por el caso, pues podrían concurrir
causas directamente relacionadas con la contaminación del medio en que viven. Con
las tortugas marinas sucede algo similar, pues cuando están enfermas, suelen tener
ectoparásitos en la cabeza (zona supraorbitaria) e incluso algas generalistas, si bien
en este tipo de animales las situaciones de epibiosis natural, especialmente asociadas
a ejemplares más viejos suele ser frecuente. Esto último, junto al hecho de que las tor-
tugas se observen más raramente y de forma aislada (no en grupo), dificultan enor-
memente cualquier intento de conclusión general más allá de la que pueda detraerse
del episodio puntual que la genere.

79
FICHA Nº 15

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74

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Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 16

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL


7.10. Redes, anclas, buceadores y paseantes no instruidos

En zonas litorales, protegidas o no, son sobradamente


conocidas las frecuentes incursiones de barcos arrastreros 75
a profundidades no permitidas. Este tipo de intrusiones
adquiere especial relevancia en zonas litorales que, por
sus valores ecológicos y ambientales, están bajo la custo-
dia de cierta figura de protección. Por ello, en zonas prote-
gidas adquiere particular importancia la vigilancia
ambiental de este tipo de actividades, ya sea por detec-
ción de las marcas que dejan sobre el fondo las artes de
arrastre (muy patentes en fondos de praderas de faneró-
gamas), o bien por la presencia física de éstas donde no
deben estar (por ejemplo, trasmallos o nasas) (fot. 78). El
buceador debe tomar conciencia de este tipo de activida-
des cuando son ilegales, las cuales también pueden
suponer peligro para su integridad física (fot. 79), y poner-
las en conocimiento de las autoridades competentes
cuando las detecten. El furtivismo en zonas protegidas, en
este sentido, merece mención especial.

76 77

81
FICHA Nº 16

El garreo de anclas es muy pernicioso para las praderas de fanerógamas marinas


78 (fot. 75) y para la biota asentada sobre fondos precoralígenos y coralígenos (fots. 76
y 77) los cuales, en el cono sur ibérico, se localizan a partir de 15-20 metros de pro-
fundidad. Este aspecto es más espinoso dado que en la mayor parte de los fondos
marinos no existe prohibición legal expresa de este tipo de fondeos, por lo que la
conciencia ambiental debe robustecerse en aquellos usuarios de embarcaciones
deportivas, los cuales deben poner su interés en preocuparse por conocer el tipo de
fondo donde habitualmente gustan de anclar. Si los buceadores deportivos frecuen-
tan fondos de alto valor ecológico, que no afectan con sus embarcaciones, donde
observan frecuentemente anclas fondeadas de otras embarcaciones de recreo,
deben poner ello en conocimiento de las autoridades para que ésta intente corregir
los perniciosos efectos que se derivan de ello y pueda gestionar así, adecuadamen-
te, la forma de minimizar este tipo de impactos.

Concerniente a los propios buceadores deportivos, científicos o profesionales, a


quienes preferentemente va dirigida esta guía por ser ellos elementos-clave en la
vigilancia ambiental que aquí se pretende estimular, debemos solicitarles continuo
ejercicio de autocrítica, de forma que, si no desean contribuir a tal vigilancia, al
menos sepan comportarse bajo la superficie, nadando a cierta distancia del fondo,
procurando rozar lo menos posible la biota instalada en éstos, evitando capturas
79 para consumo o coleccionismo y enamorándose si pueden, en suma, de la fotogra-
fía submarina, la cual no sólo es inocua para la vida marina, sino que la realza,
fomenta y engrandece.

En la zona intermareal, especialmente en las vulnerables plataformas de abrasión,


debe advertirse a los paseantes no instruidos que adquieran unos conocimientos
básicos de respeto a la biota, para que su paseo no revista incidencia ambiental
alguna. En tal sentido, el efecto abrasivo de las pisadas puede ser muy pernicioso
sobre recubrimientos vírgenes de macroalgas (especialmente si se trata de grupos
de visitantes, turistas o alumnos a zonas específicas de alto valor ecológico en espa-
cios protegidos). Al respecto, especialmente sensibles son las formaciones calcáre-
as del molusco Dendropoma petraeum o del alga Lithophyllum byssoides, ambos
tratados en esta obra.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 17

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

7. AFECCIONES EN LOS FONDOS 80


MARINOS Y EN LA BIOTA INTERMAREAL
7.11. Suciedad inaceptable

El uso del mar como vertedero habitual, especial-


mente por dueños de embarcaciones que no tienen
el menor reparo, por razones de comodidad, de libe-
rarse de basuras o deshechos de las embarcaciones
que patronean, convierte determinadas áreas
sumergidas en auténticos estercoleros (fots. 80-82).
En este sentido, las zonas de mareas en las platafor-
mas de abrasión y roquedos litorales, constituyen un
sumidero de desechos que frecuentemente dejan los
desaprensivos que las frecuentan, y también de las
basuras flotantes arrojadas por el mar, en gran medi-
da desde embarcaciones.
81
En fondos ricos en especies y de gran belleza paisajística, los buceadores que los
frecuentan debieran implicarse en vigilar que no se produzca un deterioro del
paisaje como consecuencia de este tipo de vertidos al mar, los cuales tienen larga
prevalencia en el fondo y, además pueden ser fuertemente contaminantes (por
ejemplo, pilas o baterías de suministro eléctrico a embarcaciones, las cuales se
observan en los fondos con más frecuencia de lo deseable). Aparte las iniciativas
de limpieza de fondos (fots. 83 y 84), hoy afortunadamente prodigadas por
numerosos clubes de buceo del mundo, los buceadores que simpaticen con la
filosofía de vigilancia ambiental que dimana de esta obra, deben contribuir a
detectar y denunciar situaciones antes no conocidas, por ejemplo, derivadas de
itinerarios de buceo que “de novo” sufren fondeos de embarcaciones deportivas
que suelen arrojar por la borda todo tipo de deshechos, conculcando flagrante-
mente los principios de respeto ambiental que aquí se pretenden estimular, culti-
var y transmitir. Es decir, si los aludidos buceadores perciben que sus zonas habi-
tuales de buceo, supuestamente limpias, propenden a ensuciarse con cierta pro-
gresión, deben preocuparse de averiguar las causas y contribuir a que esta ten-
dencia se frene o invierta.

83
FICHA Nº 17

84
82

83

No debe olvidarse que, además del impacto estético


que tiene sobre el fondo del mar el vertido de des-
echos de alta persistencia (y en muchos casos de no
despreciable poder contaminante, como ya se ha
indicado), parte de los mismos pueden provocar
afección directa sobre las especies marinas, aunque
no podamos tan siquiera sospecharlo. Es el caso, por
ejemplo de los plásticos transparentes, los cuales
pueden ser confundidos con medusas por las tortu-
gas marinas, pudiendo ocasionarles lesiones graves
e incluso la muerte.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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8.- ESPECIES
T O L ER A N T ES
FICHA Nº 18

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.1. C o d iu m b u rs a (L in n a e u s )

División: Chlorophyta
Clase : Chlorophyc e ae
O rd e n: B ryopsid ale s
F am ilia: Cod iac e ae
G é ne ro: Cod iu m
N om b re c om ú n: no tie ne

De sc ripc ión

E s u n alg a c on form a d e g lob o y su d iá m e tro osc ila e ntre 5 y 4 0 c m . De c olor ve rd e osc u ro, su c onsiste nc ia e s e sponjosa e lá stic a.
P or d e ntro e s hu e c a, d e ahí q u e los e je m plare s m á s d e sarrollad os pu e d an pre se ntar la parte c e ntral hu nd id a.

H á b itat
85
S u e le e star e n fond os roc osos c on e sc asa inc li-
nac ión y b ie n ilu m inad os, d ond e c re c e e n form a
aislad a o e n g ru po. S e e nc u e ntra d e sd e 1 m d e
profu nd id ad hasta 4 5 m . N o ob stante ha sid o
c itad a a 9 0 m .

Distrib u c ión

A tlá ntic o orie ntal, d e sd e Irland a hasta las Islas


Canarias. P re se nte e n tod o e l M e d ite rrá ne o, M ar
d e A lb orá n y E stre c ho d e G ib raltar.

Tole ranc ia am b ie ntal

E sta e spe c ie e s d e am plia vale nc ia e c ológ ic a y,


por tanto, tole rante a los c am b ios am b ie ntale s.
S in e m b arg o, e n siste m as d e alta c alid ad
am b ie ntal (fo t. 85 ), pu e d e n c ontrib u ir a d e te c tar

87
FICHA Nº 18

cambios negativos en el mismo, provocados


86 87
por un ex ceso de sedimentación (por ejemplo,
proveniente del “overflow ” – ex plicado en ficha
10 - de un dragado próx imo), pues el sedimen-
to anormalmente depositado permite una atí-
pica epibiosis de otras macroalgas, como la
apreciada en la fotog rafía 87 . Aunque esta
especie soporta cierto recubrimiento de sedi-
mentos (fot. 86 ), una sedimentación ex cesiva
si no es posteriormente lavada (por las
corrientes o efectos del oleaje) puede conllevar
la muerte de los ejemplares afectados (fot.
88).

88

Autor: J osé Carlos García-Gómez


ISBN nº : 97 8 -8 4-96 7 7 6 -11-1

88
FICHA Nº 19

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.2 . Lithop hy llum incrustans


Philip p i

División: Rhodophyta
Clase: Florideophyceae
Orden: Corallinales
Familia: Corallinaceae
Género: L ithophyllum
Nombre común: no tiene

Descripción

Alga calcárea incrustante, con talo de hasta 3 -4 cm de diámetro y costras generalmente gruesas. Especie muy polimorfa, de color
rosa violáceo o ligeramente grisáceo. L os ejemplares más viejos, presentan talos cuyos márgenes devienen ondulados los cua-
les, cuando contactan con los de otros individuos en su continuo crecimiento, conforman crestas que son bien aparentes.

Hábitat
Se encuentra generalmente tapizando bloques roco- 89
sos naturales expuestos al oleaje y también en zonas
donde el hidrodinamismo es muy moderado. Recubre
también restos calcáreos de origen biogénico. V ive en
el mediolitoral inferior (incluyendo las pozas interma-
reales) y en la zona submareal, donde es muy común
en los primeros 2 0 metros de profundidad.

Distribución
Mediterráneo y Atlántico

Tolerancia ambiental
Es una especie de amplia valencia ecológica, toleran-
te a situaciones ambientales diversas. L a fotografía
89 muestra los recubrimientos (tonos rosados) de las

89
FICHA Nº 19

90 91

92

rocas en zonas semibatidas de aguas limpias, reno-


vadas e impolutas (junto a indicadores de alta cali-
dad ambiental, como el coral naranja Astroides caly-
cularis). Es también el caso reflejado en la fotografía
90, en charcos intermareales de alta calidad
ambiental (manchitas rosadas aisladas). También se
encuentra en zonas de mediana calidad ambiental
muy próximas a entornos portuarios (fot. 91) y de cali-
dad aún menor, sometidos a moderada sedimenta-
ción y carga orgánica (fot. 92).

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

90
FICHA Nº 20

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.3 . Corallina elongata Ellis y


Solander

División: Rhodophyta
Clase: Florideophyceae
Orden: Corallinales
Familia: Corallinaceae
Género: Lithophyllum
Nombre común: liquen marino
(NOTA: citada también como Corallina
mediterranea)

Descripción

Alga erecta, con ramificación pinnada y ejes


ramificados, articulados y calcificados. De color
rosado violáceo o gris violáceo, forma recubri- 93
mientos muy espesos y resistentes al embate
del oleaje. Es muy similar a Corallina officinalis,
pero se diferencia de ésta por poseer artículos
con alas, aplanados.

Hábitat

Vive sobre sustrato rocoso, en el mediolitoral


inferior y primeros niveles infralitorales, pudiendo
quedar en emersión. En las pozas o cubetas
mediolitorales es frecuente.

Distribución

Mediterráneo, Mar Negro, Mar de Alborán y


Estrecho de Gibraltar. Atlántico nordeste, desde
las Islas Británicas hasta Mauritania.

91
FICHA Nº 20

94 96

95

Tolerancia ambiental

Pese a la apariencia vigorosa de la especie, aunque pre-


fiere aguas limpias y batidas (fots. 93 y 95), también
resiste situaciones ambientales precarias, incluso someti-
das a contaminación orgánica y donde la tasa de sedi-
mentación puede ser alta. Es capaz de colonizar, con
pleno éxito (más del 90% de la cobertura) bloques de
escolleras artificiales dentro de recintos portuarios (fots.
94 y 96).

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

92
FICHA Nº 21

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES
8.4. Crambe crambe (Schmidt)

Filo: Porifera
Clase: Demospongea
Orden: Poecilosclerida
Familia: Crambeidae
Género: Crambe
Nombre común: no tiene

97
Descripción

Esponja incrustante, rojo anaranjada, que alcanza entre 1 y 3 mm


de espesor pero que tapiza superficies, superando incluso 1 m2 de
recubrimiento en algunas paredes verticales (fot. 97). Su consisten-
cia es compacta y carnosa, aunque blanda. Su superficie está reco-
rrida por grandes canales que desembocan en ligeras elevaciones
que se abren en un orificio (ósculo) bien reconocible en inmersión
(fot. 98).

Hábitat

Suele ser muy abundante en zonas poco profundas, sobre sustra-


tos rocosos verticales o ligeramente inclinados. A medida que la
profundidad aumenta y, por tanto, declina la intensidad lumínica,
suele aparecer en sustratos horizontales. Es epibionte de otros
organismos como son bivalvos, tunicados, briozoos y algas.
También se encuentra en fondos detríticos, praderas de Posidonia,
fondos coralígenos y zonas portuarias. Se localiza desde la zona
intermareal hasta a más de 100 metros de profundidad.

Distribución

Mediterráneo, Mar de Alborán y Estrecho de Gibraltar.

93
FICHA Nº 21

98 99

Tolerancia ambiental

Especie tolerante, de amplia valencia ecológica. Aunque se encuen-


tra en aguas límpidas y fondos biodiversos en excelente estado de
conservación, es capaz de soportar ambientes de elevado estrés
ambiental, como de gran turbidez, alta sedimentación y moderada
concentración de materia orgánica en suspensión y sedimentos (fot.
99). Por tanto, su elevada plasticidad adaptativa no le otorga el car-
tel de buena indicadora de aguas limpias e impolutas, por lo que su
información al respecto es bien limitada. Constituye, pues, un buen
ejemplo de lo que no debe seleccionarse para controlar su evolu-
ción en fondos bien conservados que, para garantizar su prevalen-
cia en el futuro, pretenden someterse a una vigilancia ambiental
basada en especies indicadoras sensibles.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

94
FICHA Nº 22

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES
8.5. Anemonia sulcata (Pennat)

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Actiniaria
Familia: Actiniidae
Género: Anemonia
Nombre común: Anémona común,
ortiga de mar

Descripción

Esta especie de anémona alcanza los 30 cm de altura y 25 cm de diámetro. Se fija al sustrato a través de una base adherente
amplia. Su tronco es generalmente cilíndrico con una consistencia carnosa, de superficie lisa y algo mucosa. Tiene numerosos ten-
táculos, entre 180 y 260, largos y delgados, que se distribuyen en 5 o 6 círculos; la punta de cada uno de ellos es algo ensancha-
da. El color varía entre pardo-amarillento y verde (debido a la presencia de algas zooxantelas simbiontes) y las puntas de los ten-
táculos son violetas. Los tentáculos no pueden
retraerse completamente, y, cuando están
totalmente extendidos, cubren el tronco. 100

Hábitat

Se asientan en fondos de arena, grava o


rocas que están iluminados o ligeramente
umbríos y donde existe cierto movimiento del
agua. También son típicos de las charcas de
marea. En sus tentáculos se refugian especies
de crustáceos y de peces. Se distribuye desde
la superficie hasta 25- 30 m de profundidad.

Distribución

Se extiende por todo el Mediterráneo. En el


Atlántico oriental, desde el norte de Europa
hasta el Estrecho de Gibraltar.

95
FICHA Nº 22

101 102

Tolerancia ambiental
103
Aunque se puede encontrar en fondos
someros de aguas límpidas y renovadas
(fot. 100), es una especie de amplia valen-
cia ecológica, muy adaptativa, que tolera
ambientes con moderada cantidad de
materia orgánica y tasa de sedimentación
(fots. 101- 103). No debe, pues, utilizarse
como indicador ecológico de aguas impo-
lutas o de alta calidad ambiental, si bien
debe tenerse en cuenta que es comestible
(se consumen frecuentemente en restau-
rantes con el nombre de “ortiguillas de mar”
fritas) y no suele pasar controles de sani-
dad, por lo que debe garantizarse la proce-
dencia de los ejemplares ya que, como se
observa en las fotografías, donde aparece
de forma abundante es en zonas próximas
a puertos, moderada o altamente perturba-
das.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

96
FICHA Nº 23

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.6. B alanophyllia regia G osse

Filo: Cnidaria
105 Clase: Anthozoa
Orden: Scleractinia
Familia: Dendrophylliidae
Género: Balanophyllia
Nombre común: no tiene

Descripción
Es un coral solitario, cuyos individuos tienen su base de naturaleza
calcárea, aunque con una textura frágil y esponjosa. Su sección
puede ser circular, ligeramente ovalada o poligonal, de hasta 1,5
cm de diámetro. El pólipo es de color amarillo o naranja con alre-
dedor de 48 tentáculos de 2,5 cm de longitud del mismo color que
el resto del organismo (fots. 104, 106 y 107).

Hábitat
Suele encontrarse en zonas iluminadas sobre superficies de rocas
de diverso tamañ o. También en paredes verticales y extraplomos.
Entre 3 y 25 m.

Distribución
Mediterráneo. En el Atlántico oriental se extiende desde el suroeste
de Irlanda hasta las Islas Canarias. Estrecho de Gibraltar y Mar de
Alborán.

Tolerancia ambiental
Es una especie tolerante que puede encontrarse tanto en fondos no
alterados (fot. 105) como en aquellos expuestos a moderada carga
orgánica, turbidez y sedimentación (fot. 108). Por ello no es reco-

97
FICHA Nº 23

108

107

104

106

mendable como indicador biológico en programas de vigilancia teniendo en consideración los objetivos de la obra. Las fotogra-
fías 104 y 106 ilustran diferentes niveles de afección a un proceso de sedimentación provocado por dragados litorales.

Esta especie no debe confundirse con la especie afín Leptosammia pruvoti que es sensible (ver ficha 38), pues esta tiene mayor
número de tentáculos, se encuentra en abundancia a mayor profundidad en fondos coralígenos y procura evitar superficies hori-
zontales donde frecuentemente se asienta B. regia.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

98
FICHA Nº 24

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.7. Pentapora fascialis (Pallas)

Filo: Bryozoa
Clase: Eurystomata
Orden: Cheilostomida
Familia: Hippoporinidae
Género: Pentapora
Nombre común: cuerno de alce

Descripción

Este briozoo se caracteriza por formar colonias erectas que se elevan sobre una base incrustante. Sus ramas son planas rígidas y
bilaminares, las cuales pueden dividirse dicotómicamente. En uno de los clásicos morfotipos, la parte superior de las ramificacio-
nes recuerda a los cuernos de los alces mientras que la parte inferior tiende a fundirse y forma una estructura laminar compacta y
uniforme. Su color es rosa anaranjado intenso y no se mantiene fuera del agua. Puede alcanzar los 15 cm de altura y los 20 de diá-
metro. El morfotipo “foliáceo” (fots. 109-113), se caracteriza porque posee expansiones muy anchas, festoneadas, que no se dividen
dicotómicamente ni tienen forma de cuerno de alce.
En este caso, las colonias tienen un aspecto masivo-
foliáceo rígido en la que las láminas pueden estar 109
unidas entre sí, pudiendo alcanzar gran tamaño.

Hábitat y rasgos ecológicos

Se asienta sobre fondos rocosos y sustratos detríti-


cos poco iluminados. Prefiere aguas calmas, pero
también puede encontrarse en zonas de corrientes
moderadas. Se localiza entre 5 y 100 metros de pro-
fundidad.

Distribución

Se extiende desde las Islas Británicas hasta el


Mediterráneo.

99
FICHA Nº 24

Tolerancia ambiental,
110 111 fragilidad y vigilancia de
la especie
Es una especie tolerante, si
bien prefiere aguas limpias y
relativamente calmas. Se
encuentra tanto en fondos de
alta diversidad y calidad
ambiental (fot. 111) como en
fondos de alta sedimenta-
ción, carga orgánica mode-
rada y de aguas persistente-
mente turbias (fots. 109, 110,
112 y 113). Por tales razones
no es una especie indicado-
ra de buenas condiciones
113 ambientales y, en tal sentido,
no resulta útil en un proyecto
de vigilancia de la calidad de
las aguas litorales. Sin
112 embargo, al ser sus llamati-
vas colonias fácilmente reco-
nocibles (tamaño y vistosi-
dad) durante un itinerario de
buceo, y por ser muy frági-
les ante impactos de tipo
mecánico (redes de arrastre,
garreo de anclas, submari-
nistas inexpertos), la especie
puede ser vigilada en términos de controlar sus pérdidas o destrozos en ambientes muy
estables y estructurados, de gran belleza paisajística submarina, por la acción abrasiva
de buceadores los cuales, no suficientemente instruidos en temática conservacionista
subacuática, se arrodillan frecuentemente sobre el fondo (por ejemplo, para tomar foto-
grafías, o para realizar una determinada observación, o porque no van bien lastrados,
o porque no dominan el uso del chaleco hidrostático). Si se observan tales destrozos en
zonas donde las comunidades del fondo son biodiversas y altamente estructuradas, ello
debe ponerse en conocimiento de las autoridades competentes. Esta especie se ha con-
siderado apropiada como indicadora de las condiciones térmicas de una zona, pero al
menos en el cono sur ibérico tal cualidad no es reconocible.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

100
FICHA Nº 25

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES

8.8. Omalosecosa ramulosa


(Linnaeus)

Filo: Bryozoa
Clase: Eurystomata
Orden: Cheilostomida
Familia: Celleporidae
Género: Omalosecosa
Nombre común: no tiene

Descripción

Configura colonias erectas cuyas ramas se dividen dicotómicamente. Las ramas son cilíndricas y rígidas, de color anaranjado.

Hábitat

Suele encontrarse en sustratos duros, a veces sobre otros organismos como gorgonias, cerca de hidrozoos y otros briozoos. En
enclaves muy umbríos puede encontrase raramente
a menos de 5 m de profundidad, pero normalmente
es abundante entre 10 y 40 metros.

Distribución

Se extiende desde Noruega hasta Mauritania y por


todo el Mediterráneo, incluido el Estrecho de Gibraltar.

Tolerancia ambiental, fragilidad y vigilancia


de la especie

Es una especie tolerante, pero prefiere aguas limpias


y con moderada o intensa corriente. Es más abun-
dante en fondos estructurados y biodiversos (precora-
lígeno) donde viven especies muy sensibles y de 114
estrecha valencia ecológica (fot. 114), pero también se

101
FICHA Nº 25

115 116

encuentra en fondos de aguas turbias, alta sedimentación y moderada carga orgánica (fots. 115 y 116). No es, pues, una buena
especie indicadora de aguas limpias (aunque las prefiera) y en este contexto no conviene utilizarla en un programa de vigilancia
ambiental de los fondos litorales. Sin embargo, dada la vistosidad y fragilidad de sus colonias, como ha sido explicado detallada-
mente para el briozoo Pentapora fascialis, su seguimiento puede resultar útil para detectar impactos en la biota de los fondos por
la acción mecánica de redes o anclas y de buceadores no experimentados o no suficientemente instruidos los cuales inadverti-
damente provocan destrozos con sus aletas, o simplemente, arrodillándose o apoyándose sobre el fondo.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

102
FICHA Nº 26

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

8. ESPECIES TOLERANTES
8.9. Pyura microcosmus
(Sav igny)

Filo: Chordata
Subfilo: U rochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Pleurogona
Familia: Pyuridae
Género: Pyura
Nombre común: no tiene

Descripción

Ascidia solitaria de cuerpo ovalado, cuya longitud varía entre 1 y 4 cm. La superficie es gruesa, rugosa y está cubierta de protube-
rancias redondeadas o poligonales (fot. 120). También puede aparecer cubierta de algas, sedimentos u otros organismos. Es de
color marrón-rojizo. Los sifones son largos y muy sensibles a la luz o a cualquier tipo de perturbación, y presentan líneas longitu-
dinales rojas y blancas que son más visibles en la superficie interna.

Hábitat

Se encuentra sobre conchas de moluscos y rocas en una gran variedad de ambientes ya que puede aparecer en comunidades
de algas expuestas a la luz y de lugares umbríos en aguas calmas, en fondos detríticos costeros, en el coralígeno, en praderas
de Posidonia, fondos arenosos y zonas semiportuarias, en estas últimas crece sobre sustratos artificiales. También debajo de pie-
dras en zonas superficiales. Se ha localizado esta especie desde 1-2 metros hasta 250 metros.

Distribución

Atlántico oriental, desde las Islas Británicas a Cabo Verde. Mediterráneo, Estrecho de Gibraltar y Mar Rojo.

Tolerancia ambiental, fragilidad y vigilancia de la especie

Esta especie, de amplia valencia ecológica, se ha elegido como ejemplo de una serie de ascidias solitarias (Microcosmus squa-
miger, Styela plicata, entre otras) que son tolerantes, y que pueden encontrarse en ambientes de aguas limpias y perturbadas,
estas últimas por moderada o alta carga orgánica y tasa de sedimentación. En este tipo de circunstancias, estos organismos son

103
FICHA Nº 26

transgresivos, aumentan sus efectivos


117 118 y, cuando ello se advierte sobre las pie-
dras (fots. 117-119), es señal de que los
fondos no son de buena calidad
ambiental. Por tanto, en la vigilancia
submarina de nuestro litoral debe con-
trolarse que en superficies rocosas
donde la especie tratada u otras afines
es accidental o ausente, no se torne
progresivamente abundante. En cual-
quier caso, para advertir un evento de
perturbación, manifestado por la abun-
dancia de este tipo de ascidias, su
identificación taxonómica (compleja) no
es particularmente relevante, pues el
diagnóstico de baja calidad ambiental
subviene de la presencia sobre las
rocas de numerosos ejemplares los
cuales, además, suelen estar comple-
tamente recubiertos de algas u otros
epibiontes.
119 120

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

104
FICHA Nº 27

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


122
EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

123 121 8. ESPECIES TOLERANTES

8.10. Botryllus leachi Savigny

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Pleurogona
Familia: Styelidae
Género: Botryllus
Nombre común: no tiene

Descripción

Ascidia colonial, de consistencia gelatinosa. Su


color es variable ya que puede ser gris, naran-
ja, amarillo o rojizo-violeta (fots. 121-127). Sobre
la superficie se observa un sistema de líneas
alargadas y paralelas, con apariencia de
125 124 meandros. Es de simetría irregular y pueden ser
de configuración masiva (de hasta 5 cm de
espesor y 7-8 de diámetro mayor) o aplanada
(pueden tener más de 50 cm de diámetro
mayor).

Hábitat

Aparece incrustada en rocas y conchas así


como sobre macroalgas pardas y esponjas,
también sobre gorgonias. Aunque puede vivir
en zonas de hidrodinamismo muy moderado,
prefiere zonas de aguas renovadas y corrien-
tes. Desde la zona intermareal (donde puede
aparecer bajo piedras sueltas, en zonas muy
umbrías) hasta más de 100 metros.

105
FICHA Nº 27

Distribución
127
Es una especie muy extendida. Se encuentra en el
Mediterráneo, en ambos lados del Atlántico y en el Pacífico.

Tolerancia ambiental

Especie tolerante, de amplia valencia ecológica, capaz de resis-


tir o asentarse en zonas donde la diversidad bentónica deviene
muy mermada. Soporta especialmente situaciones de elevada
turbidez, carga orgánica y sedimentación. Ante sedimentos
provenientes del “overflow” –explica-
do en ficha 10- de dragados de ári-
dos en la costa, nocivos para la fauna 126
bentónica general si la perturbación
es persistente en el tiempo, sorpren-
de su capacidad adaptativa para
resistir el envite (fots. 122 y 123). No
obstante, es frecuente en zonas de
alta diversidad, en fondos biológica-
mente estructurados y, por tanto,
ecológicamente sensibles y vulnera-
bles. En este tipo de fondos, aunque
esta especie es fácilmente reconoci-
ble con la ayuda de esta obra (aun-
que sea muy variable en color y
forma), no es una especie indicadora
de la calidad de agua de los mismos
por las razones recién apuntadas, de
ahí que no sea recomendable como indicadora ecológica de
aguas limpias. No obstante, puede resultar útil fijarse en ella,
pues podría ayudar a un diagnóstico ambiental más robusto el
incremento de su abundancia cuando disminuye la presencia o
desaparecen otras especies bentónicas sensibles.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

106
FICHA Nº 28

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

128 129 8. ESPECIES TOLERANTES


8.11. Synoicum blochmanni
(H eiden)

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Pleurogona
Familia: Polyclinidae
Género: Synoicum
Nombre común: no tiene

Descripción

Ascidia colonial, muy característica por ser


siempre de color rojo intenso y presentar un
conjunto de estructuras terminales globulares
130 131 (a veces digitiformes) muy apretadas entre sí
y unidas por la base, dando la apariencia de
un grupo de globos rojos (entre 3 y 20) que se
yerguen a partir de una zona basal común,
los cuales pueden ser de diferente tamaño
(normalmente no exceden de 3-4 cm de diá-
metro ni de 10 cm de altura). Los zooides, en
número de 10 a 15 conforman agrupaciones
circulares o estrelladas, que son difíciles de
percibir externamente dada la homogenei-
dad e intensidad del color rojo que exhibe
esta especie. Cuando los zooides están acti-
vos, las estructuras globulares tienen una
superficie ligeramente rugosa y el color rojo
es oscuro y de tono mateado (fots. 128 y 129).
En las formas de resistencia, la superficie es
lisa y de color rojo brillante (fots. 130 y 131).

107
FICHA Nº 28

Hábitat
Se encuentra preferentemente en fondos rocosos umbríos, tanto en superficies horizontales como en verticales. También puede
observarse en fondos biodetríticos, de cascajo y asociados a praderas de fanerógamas. Puede vivir tanto en sistemas poco organi-
zados y de baja diversidad como en los que son altamente estructurados con gran riqueza de especies (fondos coralígenos). Es una
especie infralitoral que normalmente se encuentra a partir de 10-15 metros de profundidad hasta los primeros niveles circalitorales.

Distribución
132
Mediterráneo Occidental y Estrecho de Gibraltar. Atlántico Oriental (Galicia).
133
Tolerancia ambiental
Pese a su colorido y apariencia, es una especie tolerante, de amplia valen-
cia ecológica y gran plasticidad adaptativa (no sólo respecto al tipo de sus-
trato, sino también respecto a las condiciones ambientales imperantes). No
obstante, prefiere los fondos limpios, biodiversos y estructurados (fot. 134),
aunque en ellos la competencia por el espacio sea mayor. En fondos some-
tidos a moderada sedimentación, se instala sin aparentes señales externas
de estrés, lo que se aprecia en la cantidad de sedimento que cubre las
colonias, el cual puede enmascarar la vistosa coloración roja que las carac-
teriza (fots. 132 y 133). Por ello, entre otras posibles tolerancias, es una especie
que soporta los efectos (si éstos no son muy persistentes en el tiempo) generados
por el “overflow” –explicado en ficha 10- de dragados de áridos en la costa,
especialmente perniciosos para los organismos suspensívoros asentados sobre
el lecho marino (sobre
todo si la tasa de sedi-
mentación es muy 134
alta y de larga dura-
ción). En los fondos
de alto valor ecológico
no es recomendable
fijarse en esta espe-
cie, sino en otras más
sensibles que puedan
delatar este tipo de
afecciones con mayor
prontitud.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

108
9.- ESPECIES
SEN SIB L ES
FICHA Nº 29

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS
9. ESPECIES SENSIBLES

9.1 . F u c u s s p ira lis Lin n a e u s

División: Phaeophyta
O rd en: F u c ales
F am ilia: F u c ac eae
G é nero: F u c u s
N om b re c om ú n: no tiene

Desc ripc ión


S u altu ra osc ila entre 1 y 5 0 c m , y perm anec e u nid a al su strato a travé s d e u n d isc o sob re el q u e se ob serva u n ped ú nc u lo red on-
d ead o. Desd e aq u í parte u n eje q u e se d ivid e d ic otóm ic am ente y en u n ú nic o plano. Tod as las ram as tienen u n aspec to ac intad o
c on u na anc hu ra d e entre 2 y 2 5 c m . Tales ram as tienen u n nervio interior c entral y los m á rg enes pu ed en ser lig eram ente ond u -
lad os o lisos. E n los á pic es d e las ram as hay u nas estru c tu ras esfé ric as o c ilínd ric as q u e está n relac ionad as c on la reprod u c c ión.
S u c olor es pard o oliva (fo t. 1 3 5 ).

H á b itat
E s u na espec ie perenne q u e vive en z onas proteg id as y ex pu estas al oleaje. S oporta d istintos g rad os d e salinid ad e inc lu so c am -
b ios por lo q u e pu ed e vivir en estu arios. F orm a u nas franjas d e varios c m d e anc ho. V ive en la z ona interm areal o en los prim e-
ros niveles su b m areales.

Distrib u c ión
A tlá ntic o noroc c id ental y oriental, en este ú ltim o d esd e el Á rtic o hasta M au ritania. E n el M ed iterrá neo sólo penetra hasta las c os-
tas d e M á lag a en el su r d e la Penínsu la Ib é ric a.

S ensib ilid ad am b iental y vig ilanc ia


E spec ie sensib le, q u e ex ig e ag u as renovad as y lim pias para vivir. E n su z ona d e d istrib u c ión pu ed e asentarse en la franja inter-
m areal c onform and o u n c intu rón m u y típic o (fo ts . 1 3 6 y 1 3 7 ). S in nec esid ad d e b u c ear, c am inand o sob re las roc as en m area b aja,
el c intu rón d e esta alg a resu lta inc onfu nd ib le, d e ahí q u e su vig ilanc ia sea senc illa. S ería señ al d e alarm a la c u al d eb ería investi-
g arse, q u e efec tivos d e esta espec ie perm anentem ente ob servad os sob re enc laves roc osos d e u n m ism o tram o litoral, d esapa-
rez c an sin q u e vu elvan a reaparec er. S i ello oc u rriera, es c onveniente valid ar tales ob servac iones c on otras sim ilares c entrad as
en otras espec ies interm areales (por ejem plo d el alg a c alc á rea L ithophyllu m b yssoid es, o inc lu so la ané m ona roja A c tinia eq u ina,
am b as tratad as en esta ob ra) antes d e poner los hec hos en c onoc im iento d e las au torid ad es c om petentes.

111
FICHA Nº 29

135

137

136

Autor: José Carlos García-Gómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -11-1

112
FICHA Nº 30

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.2 . Cystoseira usneoid es


138 (Linnaeus) R ob erts

División: Phaeophyta
Orden: Fucales
Familia: Cystoseiraceae
Género: Cystoseira
Nombre común: no tiene

139

Descripción

Esta especie, con forma de arbolillo, puede rebasar el metro de altura (fots.
139, 14 1). Presenta un eje central cilíndrico ramificado que se une débilmente
al sustrato por unas estructuras cilíndricas que a veces forma un disco. Las
ramificaciones primarias y secundarias son también cilíndricas pero en la
base del organismo existen unas ramas que son planas y muy finas (2-4 mm
de anchura). Las ramas que se forman desde la segunda ramificación están
cubiertas de unos pequeños apéndices de distinta morfología: pueden ser
curvos, simples, aciculares o bífidos. La superficie del alga tiene unas vesícu-
las situadas en cadena y llenas de aire, que sirven como órgano de flotación.
En la base de las ramas existen unos receptáculos alargados, lisos o rugosos,
que sirven de estructura de reserva. En los ápices de las últimas ramillas apa-
recen unos receptáculos cilíndricos que acaban en una pequeña punta y que
pueden tener espinas sobre su superficie.

113
FICHA Nº 30

Hábitat y profundidad
140
Es una especie infralitoral que se reproduce
durante todo el año y que suele formar comu-
nidades complejas con otras especies en sus-
tratos rocosos. En el cono sur ibérico es fre-
cuente su presencia junto a laminariales (fots.
138, 140 ). Se asienta fundamentalmente
sobre enclaves horizontales o de mínima
pendiente bien iluminados. Desde -3 m,
pudiendo encontrarse, aunque excepcional-
mente, por debajo de -20 m. En algunas
pozas intermareales de gran volumen puede
observarse en marea baja, casi contactando
con la superficie del agua. Puede formar den-
sos bosques sumergidos.

Distribución
Atlántico, desde Francia hasta las Islas de
141
Cabo Verde. En el Mediterráneo aparece en
todas las áreas con influencia atlántica como
las costas de la Península Ibérica, Argelia,
Malta y los estrechos de Messina y Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Esta especie es sensible al incremento de tur-
bidez y a la carga orgánica, de forma que
tiende a desaparecer de las zonas donde se
produce este tipo de afecciones. Si un bucea-
dor acostumbra a deambular por zonas
donde la especie es común o abundante, la
disminución de la presencia de esta especie o
su total desaparición puede estar relacionada
con un proceso de degradación ambiental
que debe ponerse en conocimiento de las
autoridades competentes.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

114
FICHA Nº 31

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.3. Saccorh iz a polysch ides
(Lig h tfoot) Batters

División: Phaeophyta
Orden: Laminariales
Familia: Laminariaceae
Género: Sacchoriza
Nombre común: no tiene

Descripción

Es una de las algas de mayor tamaño del litoral europeo (puede alcanzar más de 5m de largo). La base es hueca, hinchada, bul-
bosa y recubierta de fuertes y cortas garras de sujeción. De esta base parte un eje erecto, flexible y aplanado de unos 8 cm de
ancho, coronado por una lámina muy desarrollada que a su vez aparece dividida. Color pardo oscuro (fots. 142- 144, 146).

Hábitat 142 143

Es una especie anual que pierde todas


sus estructuras menos la parte bulbosa
en el otoño y vuelve a regenerarse en pri-
mavera. Se encuentra enclavada sobre
superficies rocas iluminadas donde el
agua está en movimiento constante,
generalmente en zonas de corrientes. En
el mar de Alborán se localiza normalmen-
te en el intervalo 0-25 metros, aunque ha
sido observada a mayor profundidad,
incluso por debajo de 40 metros. En el
norte de España se encuentra bien asen-
tada en el intermareal inferior de zonas
batidas, pasando por importantes perío-
dos de emersión. Después de los tempo-
rales de otoño suelen encontrarse masi-
vamente en las playas (fot. 145).

115
FICHA Nº 31

Distribución
144
En el Mediterráneo puede considerarse rara (Italia
occidental y Grecia), excepto en el mar de Alborán y
Estrecho de Gibraltar, donde es emblemática (por los
bosques sumergidos que conforma). También se
encuentra en el Atlántico oriental, desde Noruega a
Marruecos.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Es una especie que requiere de aguas limpias y reno-


vadas, y es especialmente vigorosa en zonas de
corrientes. U n aumento de la turbidez y de la carga
orgánica puede ser motivo de su merma o desapari-
ción. En zonas muy próximas a la línea de costa, a
escasa profundidad, deviene especialmente sensible
a cambios en el régimen hidrodinámico (de más a
menos), debido, por ejemplo a obras de ingeniería civil que interceptan, minimi-
145 zan o anulan las corrientes costeras (por ejemplo, diques de abrigos en zonas
extraportuarias). En la vigilancia de la especie, los buceadores deben controlar
zonas de fondo donde se observan densos parches o auténticas formaciones
boscosas de la misma, pero deben recordar que
durante todo el año tales formaciones no se man-
tienen, dado el ciclo natural del alga ya comenta- 146
do. Deben, pues, a efectos comparativos, centrar
sus observaciones fundamentalmente en prima-
vera y verano. Si por ejemplo, de un año a otro, en
verano, en la misma zona de buceo hay primero
Saccorhiza polyschides en densas formaciones o
ciertos niveles de abundancia (como regla gene-
ral, debe descartarse siempre, a efectos de vigilancia o monitorización, áreas sumergidas donde la
especie es testimonial o rara) y luego tales formaciones desaparecen, el fenómeno podría estar rela-
cionado con causas antrópicas como las recién expuestas. En el Mediterráneo ha sido considerada
amenazada por la contaminación.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

116
FICHA Nº 32

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.4. Lam inaria ochroleuca D e la


Pylaie

División: Phaeophyta
Orden: Laminariales
Familia: Laminariaceae
Género: Laminaria
Nombre común: no tiene

Descripción

Como Saccorhiza polyschides, es una de las algas de mayor tamaño del litoral europeo (puede alcanzar hasta 6 m de alto). La
base se fija al sustrato a través de unas ramas cilíndricas gruesas (forman un tronco cónico) y soldadas entre ellas. De esta estruc-
tura parte un eje liso, rígido y flexible de sección redondeada que se va estrechando desde la base al ápice, de éste nace una
lámina bastante ancha que se divide en segmentos longitudinales y cuya consistencia es coriácea. Su color es pardo amarillento
(fots. 147-149).
147
Hábitat

Es una especie perenne pero los adultos


renuevan la lámina todos los años. Se fija
sobre sustratos rocosos y en aguas tanto
batidas como calmas pero con tempera-
turas inferiores a 15 º C. Se pueden pre-
sentar masivamente formando bosques
sumergidos de gran belleza paisajística.
En el Mar de Alborán, aunque existen
estrechas franjas batimétricas donde coe-
xiste con Saccorhiza polyschides,
Laminaria ochroleuca se distribuye fre-
cuentemente por debajo de los 25 metros,
a diferencia de la primera especie. En el
norte de España puede vivir en fondos
rocosos más someros. Es frecuentemente

117
FICHA Nº 32

arrojada a las pla-


148 149 yas tras los tempora-
les de otoño.

Distribución

Atlántico oriental,
desde las Islas Britá-
nicas a Marruecos.
En el Mediterráneo
es menos frecuente,
pero es abundante
en el Mar de Alborán
y el Estrecho de Gi-
braltar. En el Estre-
cho de Mesina se
encuentra a gran
profundidad.

Sensibilidad
ambiental y vigi-
lancia de la
especie

Como Saccorhiza
polyschides, requie-
re de aguas limpias
y en continuo estado de renovación (en el Mar de Alborán está esencialmente vinculada a zonas de intensas corrientes). Su sen-
sibilidad ambiental, por tanto, parece similar a la de aquella especie. Sin embargo, su vulnerabilidad ante la influencia humana
es ostensiblemente menor al quedar relegada a mayor profundidad (y, por tanto, a mayor distancia de la costa), quedando vir-
tualmente alejada de la influencia perniciosa que sobre ella podrían generar las obras de ingeniería civil y la contaminación cos-
tera. No obstante, las recomendaciones de vigilancia subacuática son similares a las propuestas para S. polyschides, pues si se
constatara la ausencia del alga en zonas donde anteriormente abundaba, el fenómeno debe ser causal y no casual, por lo que
debiera ponerse en conocimiento de las autoridades competentes e investigarse su origen.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

118
FICHA Nº 33

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS
9. ESPECIES SENSIBLES
9.5. Lithophyllum byssoides
(Lamarck )
División: Rhodophyta
Clase: Florideophyceae
Orden: Corallinales
Familia: Corallinaceae
Género: Lithophyllum
Nombre común: liquen marino
(NOTA: citada también como
Lithophyllum lichenoides)

Descripción
Alga calcárea de configuración masiva e incrustante. Es de color violáceo claro o blanquecino. La superficie está cubierta de nume-
rosas láminas más o menos verticales, plegadas y que pueden unirse formando pequeños y numerosos alvéolos (fots. 152, 153).
Las láminas, muy proclives a romperse ante cualquier roce mecánico dada su fragilidad, pueden ser espinosas, escamosas o en
forma de cresta de gallo.

Hábitat
Genera importantes asentamientos sobre rocas naturales en el mediolitoral superior, incluso cornisas (“trottoir”), generalmente en
zonas bien iluminadas y expuestas al oleaje.

Distribución
Mediterráneo (sobre todo en la parte occidental siendo más rara en la oriental). Y Atlántico oriental, desde las costas francesas a
las marroquíes, incluyendo el Estrecho de Gibraltar. También ha sido citada en el océano Indico.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


La especie requiere de aguas limpias y batidas. Es sensible a la contaminación orgánica y a la sedimentación, razón por lo que
su vigilancia ambiental puede resultar cómoda y fácil, pues su observación no precisa del buceo ya que en emersión, simples
fotografías de zonas concretas de plataformas de abrasión o farallones donde se encuentre (fots. 150-151), pueden ser suficien-
tes para detectar cambios en el tiempo que puedan ser atribuibles a perturbaciones ambientales crípticas en la masa de agua.
Nótese que al ser la especie intermareal y muy frágil su estructura, es extraordinariamente vulnerable a las pisadas humanas (pro-

119
FICHA Nº 33

vocan su múltiple fractura), de ahí que ello


150 deba evitarse. Si se observan pérdidas masi-
vas de efectivos por razones aparentemente
no abrasivas (pisadas), es conveniente refor-
zar la información ambiental que ello reporta,
con observaciones similares en otras espe-
cies intermareales (por ejemplo del alga
parda Fucus spiralis o de la anémona roja
Actinia equina, tratadas en esta obra).

151

152

153

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

120
FICHA Nº 34

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.6. Lithophyllum ex pansum


Philippi

División: Rhodophyta
Clase: Florideophyceae
Orden: Corallinales
Familia: Corallinaceae
Género: Lithophyllum
Nombre común: no tiene

Descripción

Alga calcárea de hasta 30 cm de diámetro. De aspecto laminar y contorno redondeado, su superficie es lisa y sus bordes lobula-
dos, ligeramente ondulados. Color violáceo (fots. 154-155).

Hábitat

Suele encontrarse en fondos rocosos poco iluminados y moderadamente batidos. También se pueden observar esta especie en
sustratos blandos, formando parte de los fondos detríticos de algas calcáreas de vida libre (maë rl). Es común en la base de las
matas de Posidonia. Desde los 10 m hasta los 100 m.

Distribución

Mediterráneo y Atlántico oriental, desde las Islas Británicas hasta Mauritania. También en el Estrecho de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

La especie es de estrecha valencia ecológica, y requiere de aguas limpias y renovadas. Es sensible a la contaminación orgánica
y a la sedimentación. Como puede encontrarse también en superficies horizontales (aunque prefiere las verticales donde alcan-
zan su mayor grado de estructuración y complejidad espacial), es preferible elegir enclaves de este tipo para su vigilancia, por ser
más vulnerables a la sedimentación que los verticales. Para establecer un estado cero y someter la especie a un control periódi-
co de sus efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que no desaparece de la zona habitual de buceo, ver reco-
mendaciones generales sobre cómo hacerlo en ficha 6.

121
FICHA Nº 34

154

155

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 35

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.7. Posidonia oceanica


(Linnaeus) Delile

División: Spermatophyta
Clase: Liliopsida
Orden: Najadales
Familia: Posidoniaceae
Género: Posidonia
Nombre común: no tiene

Descripción
156 157
Planta herbácea constituida por unos
tallos que pueden ser horizontales o
verticales y que forman una intricada
red, frecuentemente recubiertos por
sedimentos. Estos tallos alcanzan 1 cm
de grosor y son leñosos, están ligera-
mente comprimidos y aparecen recu-
biertos por escamas provenientes de la
base de antiguas hojas. Las raíces par-
ten de los tallos, son robustas y nume-
rosas y su longitud alcanza entre 10 y
15 cm; anclan la planta al sustrato y,
por ello, en zonas de elevado hidrodi-
namismo el número de raíces aumen-
ta. Las hojas parten del extremo termi-
nal de los tallos y se agrupan en haces
de 4-10 unidades. Tienen aspecto de
cinta con alrededor de 1 cm de ancho y
una longitud de entre 20 y 140 cm. Las
partes más jóvenes (basales) son de
color verde más intenso que las partes
más viejas (parte distal), de color verde

123
FICHA Nº 35

oscuro o pardo, cubiertas frecuentemente de organismos.


158 Además, en cada hoja se distinguen dos partes, la base o peciolo
y el limbo. La primera tiene una gran resistencia mecánica y no se
desprende de la planta por lo que permanece unida al tallo donde
forma las escamas que lo cubren. Las flores son hermafroditas y se
sitúan en el centro del haz de hojas, en grupos de 3-5 flores. El fruto
es más o menos carnoso y su aspecto y color es similar al de la
aceituna, de ahí que se conozca vulgarmente como “aceituna de
mar”.

Hábitat

Vive en fondos de aguas someras o zonas abiertas sometidas a un


elevado hidrodinamismo. Las praderas que conforma pueden cre-
cer en el plano horizontal (fots. 131-132), pero también en el vertical. En este último caso, la elevación de la pradera puede originar
terrazas constituidas por un entramado de rizomas que pueden superar los dos metros. El ritmo de elevación puede ser de hasta 1
cm por año, pudiendo alcanzar la superficie constituyendo los llamados “arrecifes de posidonia”. Puede crecer en fondos rocosos
pero lo hace mejor sobre arenosos, especialmente en las grandes ensenadas o en zonas donde el hidrodinamismo es menor (fots.
156, 159, 160). En función de la transparencia del agua, se encuentra desde las zonas superficiales hasta 40 metros de profundidad.

159

160

124
FICHA Nº 35

Distribución
161
Endémica del Mediterráneo.

Sensibilidad ambiental y vigi-


lancia
Es una especie indicadora de aguas
limpias, impolutas y bien oxigena-
das. Es particularmente sensible al
progresivo aumento de la turbidez,
especialmente si ésta conlleva una
elevada carga orgánica y alta tasa
de sedimentación. La vigilancia
ambiental de esta especie debe cen-
trarse fundamentalmente marcando
zonas periféricas de la misma y
observando en inmersiones periódi-
cas si el frente monitorizado se
encuentra estable o si, por el contra-
rio, retrocede (fot. 157). También se
pueden realizar observaciones (para
ver la densidad, aspecto y longitud
162 de las hojas) de las zonas subperifé-
ricas (fot. 158). A veces estos retroce-
sos son naturales y limitados, por lo
que debe confirmarse ulteriormente
la estabilización del frente vigilado.
La vigilancia de la zona más profun-
da, como ya se ha explicado ante-
riormente (ficha 6), resulta especial-
mente sensible a incrementos medi-
bles de turbidez generados, por
ejemplo, por un incremento de carga
orgánica inyectada al sistema litoral.
Aunque las hojas de esta planta
poseen frecuentemente epibiontes,
la presencia anormal sobre ellas de
algas generalistas, puede ser un
evento anormal de corta duración
(exceso puntual de nutrientes en el
medio) pero también, si el incremen-
to de nutrientes es semicontinuo o se

125
FICHA Nº 35

hace persistente (por ejemplo, como


163 consecuencia de la presencia próxi-
ma de vertidos de origen humano que
anteriormente no existían), puede
desencadenarse un proceso de
regresión, con pérdida medible de la
superficie de la pradera y merma o
desplome de parte de la biodiversi-
dad asociada. El aspecto de las hojas
y otro tipo de epibiontes no habituales
ni advertidos con anterioridad, tam-
bién pueden ser la pista de un proce-
so de cambio negativo en el sistema.
Es una especie que no tolera grandes
variaciones de salinidad, aunque sí
puede soportar un amplio rango de
temperatura, desde 10 a 28 ºC.

Las fotografías en blanco-negro


(Astier y Tailliez, 1978), ilustran los efec-
tos de un emisario de aguas residua-
les sobre Posidonia oceanica, alejado de la misma (fot. 161) y a 600 metros de la desembocadura del emisario, a 26 metros de
profundidad, donde se aprecia con claridad el severo impacto provocado. Las matas supervivientes están literalmente recubier-
tas de macroalgas generalistas (fots. 162 y 163).

Esta especie es una de las más emblemáticas del Mediterráneo a efectos de monitorización y vigilancia ambiental, no sólo por la
sensibilidad que denotan sus praderas ante perturbaciones antropogénicas, sino porque éstas conforman uno de los hábitats de
mayor valor ecológico de cuantos existen en el citado mar. De hecho, la Directiva 92/ 43/ CEE del Consejo, contempla las prade-
ras de esta especie como hábitat prioritario dentro del Anexo I (“Hábitats naturales de interés comunitario para cuya conservación
es necesario asignar zonas especiales de conservación”).

Referencias
Astier, J.M. y Tailliez, P, 1978.- Impacts des effluents du grand collecteur du cap Sicié sur la vie des fonds marins. Bulletin de la
Fondation scientifique Ricard, Observatoire de la Mer, nº 3: 13-23.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 36

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS
9. ESPECIES SENSIBLES
165
9.8. Cymodocea nodosa (U cria)
A scherson

Filo: Spermatophyta
Clase: Liliopsida
Orden: Najadales
Familia: Cymodoceaceae
Género: Cymodocea
Nombre común: no tiene

Descripción
164
Planta herbácea caracterizada por pre-
sentar un sistema de tallos horizontales
largos del que parten en ciertos puntos
otros verticales de pequeño tamaño, se
encuentran enterrados en el sedimento.
Estos tallos son delgados y herbáceos,
de color rosado o anaranjado con una
serie de nudos a intervalos más o
menos regulares. Los de los tallos hori-
zontales son más gruesos y largos que
los de los verticales. Las raíces parten de
ambos tipos de tallos a nivel de los
nudos y pueden estar muy ramificadas
o no. Son de color blanquecino y en sus
extremos forman pelos absorbentes. Su
función es tanto de anclaje como de
nutrición. Las hojas se agrupan en
haces y se encuentran en los extremos
de los dos tipos de tallos; tienen una lon-
gitud de hasta 60 cm y 0.4 cm de anchu-
ra (fots. 165-168). Su forma es acintada

127
FICHA Nº 36

166

128
FICHA Nº 36

con el ápice redondeado y obtu-


so, presenta además entre 7 y 9 167
nerviaciones paralelas. Los
haces están formados por entre
2 y 7 hojas. La base de las hojas
está envuelta por una vaina que,
cuando la hoja muere se des-
prende y deja una cicatriz circular
en forma de anillo que es la que
forma el nudo. Existen dos tipos
de flores, ambas pequeñas y
solitarias. Unas son las masculi-
nas, simples y se asientan en el
extremo de un pedúnculo de
hasta 10 cm de longitud. Las
femeninas están cubiertas por
vainas de hojas modificadas. Los
frutos son redondeados y com-
primidos lateralmente, con un
corto pico.

Hábitat 168

Suele crecer sobre sustratos are-


nosos o arenosos-fangosos y
raramente en fondos rocosos o
de maërl, también en lagunas
costeras. A diferencia de
Posidonia oceanica, las praderas
no se elevan y sólo crecen en el
plano horizontal. Es una planta
colonizadora y puede formar
praderas más o menos densas y
aparecer en solitario o junto a
otras especies como el alga
Caulerpa prolifera, y también en
zonas de confluencia con prade-
ras de P. oceanica o Z ostera
marina. Se encuentra desde
zonas superficiales hasta 30 m.

129
FICHA Nº 36

Distribución

Atlántico oriental, desde el sur de Portugal a Senegal, incluidas las Islas Canarias y Madeira. También en el Mediterráneo incluido
el Estrecho de Gibraltar, hasta el Mar Negro sin penetrar en él.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Aunque es una especie reputada como más tolerante y resistente que Posidonia oceanica, que suele requerir sedimentos enri-
quecidos con materia orgánica, siendo capaz de soportar condiciones de anoxia en éste y concentraciones de sulfuro de hidró-
geno en el agua intersticial, lo cierto es que esta especie, globalmente, debiéramos considerarla como sensible, pues no soporta
los vertidos de aguas residuales y es muy frágil ante las obras de ingeniería civil costera y un incremento medible de la turbidez,
que prevalezca un tiempo significativo en el sistema. Este fue el motivo, a modo de ejemplo, que originó la pérdida masiva de las
formaciones de esta especie en la Bahía de Algeciras (sur de la península Ibérica, hace más de tres décadas), estimadas en 4 k m2
de recubrimiento de fondos blandos someros, no volviendo a reinstalarse en la zona y constatándose en la actualidad su total
desaparición. Aunque las praderas de esta especie son menos estables que las de P. oceanica y en zonas litorales abiertas es
más susceptible de sufrir variaciones naturales en sus zonas periféricas, lo sugerido para P. oceanica puede servir, en líneas gene-
rales, para vigilar esta especie en las aguas litorales europeas (fot. 164). Se debe insistir en los bordes más profundos de las pra-
deras, los más sensibles a un incremento de la turbidez (ver ficha 6).

Las dos restantes especies mediterráneas de fanerógamas marinas citadas en la ficha 6, Zostera marina y Z. noltii, también pue-
den ser sometidas a vigilancia por procedimientos similares a los expuestos para Posidonia oceanica y Cymodocea nodosa.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

130
FICHA Nº 37

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.9. Actinia eq uina Linnaeus

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Actiniaria
Familia: Actiniidae
Género: Actinia
Nombre común: Tomate de mar

169 170

Descripción

Es una anémona de color rojo intenso, cuya altura y diámetro alcanzan hasta 8
cm y 7 cm, respectivamente. Los tentáculos son numerosos (hasta 192), cortos y
ensanchados en la base, con las puntas redondeadas.

Hábitat

Se encuentra fijada sobre sustratos rocosos de la zona intermareal, preferente-


mente iluminados o ligeramente umbríos. En marea baja queda en emersión, a
modo de estructura globosa color rojo intenso en la que no se aprecian los ten-
táculos, por estar éstos retraídos para evitar la desecación (fots. 171, 172, 173).
Cuando sube la marea y el agua la cubre, muestra su aspecto de anémona, con
los tentáculos visibles y prestos para la captura de alimentos (fots. 169, 170).
Aunque puede localizarse tanto en grietas y fisuras expuestas al oleaje como
bajo piedras y superficies horizontales o ligeramente inclinadas, frecuentemente
se ubica en paredes verticales. Debido a la elevada capacidad que tiene para
retener agua en su interior soporta periodos de inmersión prolongados. Puede
también encontrarse a pocos metros de profundidad, habiéndose citado incluso
hasta 20 metros (en esta profundidad la coloración puede variar y ser verde o
anaranjada).

131
FICHA Nº 37

Distribución
171 172
Mediterráneo y Atlántico
oriental, desde el norte
de Europa hasta los lími-
tes del ecuador, en la
costa occidental africana.

Sensibilidad
ambiental y vigi-
lancia

Requiere para vivir de


aguas muy limpias y
bien oxige-
nadas, con-
siderándose 173
un buen indi-
cador de
aguas no
contamina-
das. Su
ausencia en
zonas donde anteriormente abundaba, puede advertir
de cambios negativos en la calidad del agua. La vigilan-
cia de esta especie es, como se deduce de las fotografí-
as, sencilla. Un paseo periódico (en marea baja) por
zonas de la costa donde existan numerosos ejemplares
de la misma, puede ser suficiente para percibir cambios
significativos en su abundancia o la desaparición total
de la especie. Si ello ocurriera, es conveniente validar
esta circunstancia con observaciones similares en otras
especies intermareales (por ejemplo del alga parda
Fucus spiralis o de la roja Lithophyllum bissoides, trata-
das en esta obra) antes de poner los hechos en conoci-
miento de las autoridades competentes.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

132
FICHA Nº 38

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.10. Leptosammia pruv oti
Lacaze-Duthiers
174 Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Scleractinia
Familia: Dendrophyliidae
Género: Leptosammia
Nombre común: Madrépora amarilla

Descripción

Es una especie solitaria aunque a veces


los individuos aparecen reunidos for-
mando una falsa colonia. Los pólipos tie-
nen su base calcárea y cónica, el ápice
ligeramente más largo que la base. El
pólipo tiene hasta 2 cm de altura y 1.5
cm de diámetro. Su color es amarillo
anaranjado (fots. 174, 176, 177). Tiene
hasta 96 tentáculos de color amarillo
traslúcido, aunque el color amarillo glo-
bal, que se plasma en las fotografías, es
intenso.

Hábitat

Se asienta en zonas muy umbrías en


paredes verticales, extraplomos, grietas
profundas y cuevas (fot. 175). Es caracte-
rística de fondos coralígenos muy con-
crecionados, de alta estructuración
espacial y biodiversidad. Poseen un
175 esqueleto calcáreo, cuyas características
contribuyen a la identificación de la

133
FICHA Nº 38

especie. Aunque
176 177 puede localizarse
raramente a escasa
profundidad, nor-
malmente se
encuentra a partir
de 15-20 metros,
pudiendo alcanzar
los 150 metros.

Distribución

Se extiende por todo


el Mediterráneo
hasta el Estrecho de
Gibraltar. También
se encuentra en el
Atlántico oriental,
teniendo su límite
norte de distribución
en las Islas
Británicas.

Sensibilidad
ambiental y vigi-
lancia

Requiere para vivir


de aguas limpias y bien oxigenadas, por lo que generalmente está ausente en fondos sujetos a estrés ambiental de tipo físico-
químico. Es sensible a la sedimentación y a la contaminación por materia orgánica en la columna de agua. En las superficies que
coloniza suele ser abundante. La elección de roquedos sumergidos donde tales superficies sean fácilmente localizables, es fun-
damental para implementar una vigilancia efectiva de la evolución de los efectivos de la especie. Fotografías periódicas de las mis-
mas zonas de pared, permitirán un seguimiento detallado del equilibrio de la población, detectándose los cambios importantes
(disminución significativa de su abundancia o desaparición total de la especie) que pudieran acontecer, lo que de ocurrir debiera
ponerse en conocimiento de las autoridades competentes. Para establecer un estado cero y someter la especie a un control perió-
dico de sus efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que no desaparece de la zona habitual de buceo, ver
también recomendaciones generales expuestas en ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

134
FICHA Nº 39

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.11. Astroides calycularis
(Pallas)

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Scleractinia
Familia: Dendrophylliidae
Género: Astroides
Nombre común: Coral naranja
178
Descripción

Es una bella especie colonial. Suele formar colonias de aspecto masivo y en


ocasiones arborescente. El esqueleto es calcáreo y los pólipos son cilíndricos,
los cuales suelen colocarse uno junto a otro. Si éstos aparecen pegados pue-
den tener forma poligonal. Los
tentáculos son pequeños y apun-
tados. Toda la colonia es de color
naranja intenso (fot. 180).

Hábitat

Se desarrolla sobre sustrato roco-


so, generalmente en extraplo-
mos, paredes verticales y techos
(fot. 179). A veces en el suelo de
cuevas o en superficies horizon-
tales de cierta profundidad
donde la luz llega muy atenuada.
Puede ser intermareal en super-
ficies rocosas completamente
umbrías de la costa, donde el
embate de las olas es moderado
179 e incluso alto (fot. 178). Hasta los
50 metros de profundidad.

135
FICHA Nº 39

180

Distribución

Está bien representada en el Mediterráneo occidental y llega hasta el Estrecho de Gibraltar. En la costa atlántica se ha observado
en la parte norteafricana y en el sur de la Península Ibérica (costa de Cádiz).

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Es sensible a la polución marina, particularmente al incremento de carga orgánica y de turbidez. Es una buena especie indicado-
ra de calidad de las aguas litorales. Ante procesos de sedimentación excesiva de origen antrópico, deja entrever el impacto al
exhibir las colonias su impregnación masiva por sedimentos. Al respecto, las fotografías 181 y 182 ilustran, a escala de objetivo
gran angular y macrofotográfica, respectivamente, un exceso de sedimentación proveniente del “overflow ” – explicado en ficha
10- de dragas de succión incursas en procesos de extracción de áridos en los fondos litorales. La muerte de colonias “in situ” tam-
bién puede ser reconocida por el esqueleto calcáreo de los pólipos (fot. 183).

136
FICHA Nº 39

181

183

182

137
FICHA Nº 39

En gradientes de afección ambiental su distribución indica las zonas a partir de las cuales las aguas son limpias. Su vigilancia es
sencilla, especialmente por la vistosidad de las colonias, que pueden tapizar paredes umbrías enteras del precoralígeno. La muer-
te parcial o masiva de sus pólipos deja entrever su esqueleto calcáreo y la desaparición de las colonias donde antes abundaban
puede guardar relación con una perturbación de origen antrópico, lo que conviene comunicar a las autoridades competentes. El
seguimiento puede ser efectivo durante todo el año. Se recomienda fotografiar siempre una superficie concreta de la formación
rocosa natural elegida pues, de este modo, se puede realizar una serie temporal que reflejará fielmente la evolución de las colo-
nias en un mismo punto. Si no se observan cambios significativos en el tiempo, no se producirá señal de alarma. Si por el contra-
rio, merma significativamente su cobertura o desaparece la especie, ello podría interpretarse como la consecuencia de cambios
físico-químicos producidos en la columna de agua. La desaparición de la especie podría ir acompañada de la intrusión de otras
especies que no estaban instaladas anteriormente en la zona monitorizada, lo que podría reforzar la hipótesis de una alteración
ambiental, ya sea por cambios físico-químicos acontecidos en el medio, o bien porque pudiera tratarse de una especie invasora
(lo que también sería una alteración, aunque los parámetros físico-químicos medioambientales preexistentes en la columna de
agua no se hubieran modificado). Si se observa esta especie acantonada sobre superficies horizontales o de mínima pendiente
(lo que frecuentemente sucede en fondos umbríos, en torno a 20-30 metros), se recomienda ejercer la vigilancia sobre tales encla-
ves por ser éstos más vulnerables a procesos anormales de sedimentación (por ejemplo, provenientes de actuaciones de draga-
do como las anteriormente referidas) o de abrasión por medios mecánicos (por ejemplo, garreo de anclas). Ver también recomen-
daciones expuestas en la ficha 6.

Especie protegida como “vulnerable” por el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, y también por el Convenio de Barcelona
(Anexo II) y el Convenio de Berna (Anexo II). El hecho de que sea una excelente indicadora de aguas limpias y de que esté, ade-
más protegida, la convierte en una especie preferencial en cualquier iniciativa de vigilancia ambiental de los fondos litorales donde
viva, ya sea a nivel científico, técnico o de voluntariado.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

138
FICHA Nº 40

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.12. Paramuricea clavata (Risso)

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Gorgoniaria
Familia: Paramuriceidae
Género: Paramuricea
Nombre común: Gorgonia roja

Descripción

Es una gorgonia de aspecto 184 185


arborescente de hasta 1 m de
altura. Sus ramas se dividen de
dos en dos en un solo plano por
lo que tienen forma de abanico.
Su estructura es cornea y flexible.
El color puede ser rojo oscuro o
violáceo uniforme (fots. 184 y
186) y también de este color pero
virando al amarillo hacia el extre-
mo de las ramas (fots. 185 y 187).
En este último caso, las colonias
bicolores suelen expresar el con-
traste cromático de ambos colo-
res (fot. 187), pero si el amarillo
es dominante en las colonias,
puede dar la impresión de que
estas son completamente de tal
color pero, si se observan con
detenimiento, siempre cerca del
eje central y de la zona basal
prevalece el rojo oscuro o violá-
ceo (nunca al revés) (fot. 188).

139
FICHA Nº 40

Hábitat y rasgos ecológicos


186 187
Suele encontrarse en fondos
rocosos y moderadamente
umbríos sobre paredes vertica-
les y bloques, también en
pecios. Aparece en zonas con
corrientes constantes de forma
que el abanico colonial se
orienta perpendicularmente a
éstas. Es más abundante en
zonas profundas (30 m) donde
su densidad aumenta forman-
do auténticos “bosques”. Su
crecimiento es lento, de alrede-
dor de 1 cm por año, por lo que
ha de transcurrir mucho tiempo
para que pueda alcanzar el
tamaño máximo anteriormente
referido (1 m). Normalmente se
encuentra a partir de los 15 m
(excepcionalmente a menor
profundidad, en paredes verti-
cales muy umbrías), hasta 50
metros.

Distribución

Mediterráneo occidental, incluyendo el Mar de Alborán y Estrecho de Gibraltar.

Especies similares
Las colonias pequeñas pueden confundirse con las de coral rojo (Corallium rubrum), diferenciándose en el color de los pólipos
(blanquecinos en el coral rojo, cuando están extendidos) y en la forma de las colonias (en abanico en P. clavata y arborescentes
en el coral rojo).

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Es sensible a la polución marina y al aumento de la temperatura. Particularmente, es sensible al incremento de carga orgánica.
Es una excelente especie indicadora de la calidad del agua marina costera. Sin embargo, las colonias grandes (fots. 188-189),
suelen soportar el envite –siempre que no sea muy prolongado- de una sedimentación excesiva derivada del “overflow” –explica-
do en ficha 10- de las actuaciones de extracción de áridos, las cuales se implementan ocasionalmente en la zona litoral. No así
las colonias de menor tamaño (fot. 190), más vulnerables por tener pocos pólipos y encontrarse éstos muy próximos al sustrato.

140
FICHA Nº 40

188 189

Su vigilancia puede implementarse con gran facilidad, no sólo por el gran tamaño y color de las colonias, sino porque estas son
perfectamente reconocibles en paredes verticales concretas donde pueden marcarse y monitorizarse de forma individualizada. La
muerte parcial o masiva de sus pólipos dejando entrever el armazón córneo que los sustenta, o la desaparición de las colonias
en zonas donde antes abundaban, probablemente pueda estar relacionada con una actuación de origen antrópico, lo que debe-
rá ponerse en conocimiento de las autoridades competentes. Aparte su sensibilidad ambiental, su vigilancia puede efectuarse
durante todo el año. Para establecer un estado cero y someter la especie a un control periódico de sus efectivos, con la finalidad
última de comprobar en el tiempo que no desaparece de la zona habitual de buceo, ver recomendaciones generales sobre cómo
hacerlo en ficha 6.

141
FICHA Nº 40

190

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

142
FICHA Nº 41

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS
9. ESPECIES SENSIBLES
9.13. Corallium rubrum
(Linnaeus)

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Gorgoniaria
Familia: Corallidae
Género: Corallium
Nombre común: coral rojo

Descripción
Esta especie colonial se caracteriza por tener un esqueleto rígido y compacto de naturaleza calcárea. Tiene forma arborescente y
las ramificaciones se orientan en todas direcciones (fot. 192, varias colonias señaladas con flechas; no confundir con la de la
izquierda, de gran tamaño, perteneciente a Paramuricea clavata). Aunque las colonias pueden alcanzar los 50 cm de altura, gene-
ralmente tiene entre 4 y 16 cm. El aspecto es de color rojo, no así los pólipos que son blanquecinos transparentes, anulando casi
completamente el rojo de las “ramas” cuando están completamente protraídos, esto es, en estado de máxima extensión. En estas
circunstancias, la colonia se presenta con un aspecto global casi blanco, algo translúcido, por la que puede pasar completamen-
te desapercibida. Es decir, las colonias con los pólipos retraídos y extendidos tienen un aspecto muy diferente, como se aprecia
en la fotografía 191 (interior de círculos). La fotografía 193 recoge la fracción de una colonia de esta especie con los pólipos retra-
ídos (de ahí su color rojo intenso) con la gambita asociada Ballsia gasti, la cual suele pasar desapercibida por presentar también
el color rojo del coral.

Hábitat
Es una especie típica de ambientes con poca luz como grietas, cuevas y paredes verticales de zonas profundas, en el coralígeno
y comunidades rocosas de la plataforma. Batimétricamente, se encuentra entre 10 y 200 m, generalmente por debajo de la cota
de los 40 m ya que es una especie muy escasa.

Distribución
Ampliamente extendida por el Mediterráneo, incluido el Estrecho de Gibraltar. También se encuentra en el Atlántico oriental desde
Portugal hasta Senegal, así como en las Islas Canarias.

Observaciones
Es utilizada en joyería desde hace miles de años debido a su consistencia vítrea que es fácil de trabajar. Este hecho ha llevado a

143
FICHA Nº 41

su desaparición en aguas someras y a su escasez en


191 zonas profundas puesto que se recolecta indirectamen-
te mediante el uso de artes específicas, como directa-
mente mediante buceo (el cual requiere de alta prepa-
ración y profesionalidad, por las profundidades que se
alcanzan).

Sensibilidad ambiental y vigilancia de la especie

Es una especie cuya explotación está legalmente regu-


lada, protegida por la Directiva Hábitats (Anexo V),
Convenio de
Barcelona (Anexo III),
Convenio de Berna
(Anexo III). Vive en fon-
dos rocosos muy
estructurados y baña-
dos por aguas lim-
192
pias y renovadas,
parece sensible a la
contaminación y
193
degradación de la
calidad del agua. No
obstante, su principal
amenaza deriva de la recolección masiva por buceado-
res o por medio de artes ilegales. La vigilancia de pare-
des de coral debe centrarse en zonas que el observador
controle y en las que el coral rojo abunde, de forma que
aquel no observe en el transcurso del tiempo extraccio-
nes masivas y desgarros o roturas de la fauna acompa-
ñante, producto de la acción mecánica de piquetas que
son utilizadas manualmente. Para establecer un estado
cero y someter la especie a un control periódico de sus
efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que no desaparece de la zona habitual de buceo, ver recomendacio-
nes generales sobre cómo hacerlo en ficha 6. Esta es, de todas las especies incluidas en la obra, la que puede conllevar mayo-
res dificultades y riesgos para su vigilancia, pues normalmente se encuentra a partir de 40 metros de profundidad, lo que exce-
de de la profundidad máxima recomendada aquí (30 metros, ver ficha 1), de ahí que su encomienda la dirijamos a buceadores
expertos que tienen experiencia en realizar inmersiones por debajo de esta cota.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

144
FICHA Nº 42

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.14. Parazoanthus axinellae


(Schmidt)

Filo: Cnidaria
Clase: Anthozoa
Orden: Zoantharia
Familia: Parazoanthidae
Género: Parazoanthus
Nombre común: Anémona amarilla

Descripción
Es una anémona colonial de color amarillo y naranja (fot. 194). Cada pólipo tiene entre 28 y 32 tentáculos dispuestos en dos filas.
La colonia tiene una altura de 2 a 3 cm mientras que su superficie varía pues depende de la disponibilidad de sustrato, pudiendo
cubrir grandes extensiones. Los pólipos están muy próximos entre sí y a veces se disponen en líneas o en grupos.

Hábitat y rasgos ecológicos


Aparece cubriendo sustratos rocosos en ambientes umbríos tanto en paredes como en el suelo de cuevas y sobre organismos
(fot. 195). Frecuentemente se encuentra asociada a esponjas del género Axinella. Aunque es raro localizarla a escasa profundi-
dad (a 5-10 m, en enclaves muy umbríos), normalmente se encuentra a partir de 20 metros, habiéndose detectado a más de 300
metros de profundidad.

Distribución
Se distribuye en el Mediterráneo y en el Atlántico oriental desde las Islas Británicas hasta la costa africana, también en el Estrecho
de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Requiere de aguas limpias y renovadas, por lo que es una buena indicadora de este tipo de aguas. Es muy vulnerable también a
la sedimentación excesiva proveniente de actuaciones de dragados (“overflow”, explicado en ficha 10), especialmente si las colo-
nias están aposentadas sobre superficies horizontales, como refleja la secuencia de fotografías 196-199. La merma significativa
de sus colonias o la desaparición íntegra de éstas en una zona concreta del litoral puede poner al descubierto la intrusión de una
perturbación cuya caracterización y origen debieran determinarse.

145
FICHA Nº 42

194

195

146
FICHA Nº 42

Para su vigilancia ambiental, conviene elegir un roque-


196 d o en uno d e los lugares h abituales d e buceo, p refe-
rentemente si ex iste algú n tip o d e amenaz a (d erivad a,
p or ejemp lo, d e la p rox imid ad a una z ona muy antrop i-
z ad a). U na p ared vertical fá cilmente localiz able en
inmersió n, que contenga un buen nú mero d e colonias,
p ued e ser suficiente p ara observar su evolució n en el
tiemp o y controlar si se p rod ucen o no cambios morfo-
ló gicos negativos en ellas o p é rd id a masiva o comp leta

197

198

199

d e su cobertura. S i es localiz ad a esta esp ecie sobre sup er-


ficies h oriz ontales o d e mínima p end iente (lo que a veces
suced e en fond os umbríos, en torno a 3 0 metros, esp ecial-
mente asociad a a esp onjas d el gé nero A x inella), se reco-
miend a ejercer la vigilancia sobre este tip o d e sup erficies
p or ser má s vulnerables que las verticales o d e acusad a
p end iente a p rocesos anormales d e sed imentació n (p or
ejemp lo, p rovenientes d e actuaciones d e d ragad o) o d e

147
FICHA Nº 42

abrasión por medios mecánicos (por ej., garreo de anclas). La ausencia de cambios llamativos indica que las condiciones ambien-
tales preexistentes se mantienen o han sufrido escasas variaciones de irrelevante repercusión en la biota. Para establecer un
estado cero y someter la especie a un control periódico de sus efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que
no desaparece de la zona habitual de buceo, ver también recomendaciones generales expuestas en ficha 6.

Autor: J osé C arlos G arcía-G ómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -1 1 -1

148
FICHA Nº 43

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.15. D e n d ro p o m a p e trae u m
(M o n te ro s ato )

Filo: Mollusca
Clase: Gastropoda
O rden: Mesogastropoda
Familia: V ermetidae
Género: D endropoma
Nombre común: No tiene

D escripción

La concha de este gasterópodo es más o menos irregular en forma de tubo y se enrolla en espiral. E l tubo puede tener hasta 0.5
cm de diámetro. Forma agregados compactos con algas calcáreas, presentándose como densas formaciones multiperforadas,
muy bien cementadas (fo t. 2 0 2 ). Puede confundirse con otro vermétido, V ermetus triquertus, pero este último posee una concha
de sección ligeramente triangular, con una cresta longitudinal dorsal y no llega a conformar agregados compactos.

H ábitat
200
V ive en fondos rocosos iluminados y ambientes con
un movimiento del agua entre fuerte y moderado. E s
intermareal y submareal, pudiendo vivir bajo el lími-
te inferior de la marea hasta 3 metros de profundi-
dad. Se encuentra en aguas limpias. Forman den-
sos agregados que constituyen, junto con algas cal-
cáreas incrustantes Neogoniolithon brassica-florida,
antes Spongites notarisii (fo t. 2 0 1) y Mesophyllum
alternans, antes M. lichenoides (fo t. 2 0 0 ), unos con-
glomerados calcáreos de diferentes formas (fre-
cuentemente a modo de crestas o cornisas de hasta
2 0-30 cm de grosor), los cuales en algunos casos
son considerados microarrecifes. También estos
agregados pueden establecerse sobre conchas de
pateliformes (lapas y formas afines) (fo t. 2 0 3 ).

149
FICHA Nº 43

Distribución
201 202
M e d ite rrá ne o o ccid e nta l,
incluid o e l E stre ch o d e
G ibra lta r, d o nd e p a re ce
te ne r e l lím ite o e ste d e su
d istribución.

S e nsibilid a d a m bie n-
ta l y v ig ila ncia

E s una e sp e cie d e e stre ch a


v a le ncia e co lóg ica , se nsi-
ble a la co nta m ina ción y a
la se d im e nta ción. S e
e ncue ntra a m e na z a d a p o r
e l d e te rio ro d e la co sta , e l p iso te o d e ba ñ ista s y p e rso na s
203 q ue fre cue nta n la s ro ca s lito ra le s y so bre to d o p o r la s
m a re a s ne g ra s y la co nta m ina ción d e la ca p a sup e rficia l
d e l m a r. E s una e sp e cie d e a lto v a lo r e co lóg ico y a q ue la s
bio co nstruccio ne s q ue co nfo rm a n p ro te g e n la s ro ca s d e
la e ro sión. L a s fo rm a cio ne s d e e sta e sp e cie so n, p o r sí
m ism a s, un h á bita t q ue p o sibilita la co nv iv e ncia d e o tra s
e sp e cie s d e inv e rte bra d o s a so cia d a s. P a ra e sta ble ce r un
e sta d o ce ro y so m e te r la e sp e cie a un co ntro l p e riód ico
d e sus e fe ctiv o s, co n la fina lid a d ú ltim a d e co m p ro ba r e n
e l tie m p o q ue no d e sa p a re ce d e la z o na h a bitua l d e
buce o , v e r re co m e nd a cio ne s g e ne ra le s so bre cóm o
h a ce rlo e n ficha 6.

E sp e cie p ro te g id a co m o “v ulne ra ble ” p o r e l C a tá lo g o


N a cio na l d e E sp e cie s A m e na z a d a s, y ta m bié n p o r e l
C o nv e nio d e B a rce lo na (A ne x o II) y e l C o nv e nio d e B e rna
(A ne x o II). C o m o y a a p untá ra m o s p a ra A stro id e s ca ly cu-
la ris, e l h e ch o d e q ue se a una e x ce le nte ind ica d o ra d e a g ua s lim p ia s y d e q ue , a d e m á s, e sté p ro te g id a , la co nv ie rte e n una e sp e -
cie p re fe re ncia l e n cua lq uie r inicia tiv a d e v ig ila ncia a m bie nta l d e lo s fo nd o s lito ra le s d o nd e v iv a , y a se a a niv e l cie ntífico , té cnico o
d e v o lunta ria d o .

A uto r: J o sé C a rlo s G a rcía - G óm e z


IS B N nº : 9 7 8 - 8 4 - 9 6 7 7 6 - 1 1 - 1
FICHA Nº 44

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.16. Pinna nob ilis Linnaeus

Filo: Mollusca
Clase: Bivalvia
Orden: Mytiloida
Familia: Pinnidae
Género: Pinna
Nombre común: Nacra
Descripción
La concha de este bivalvo es triangular, con forma de quilla, un lado de la cual es muy agudo y el opuesto redondeado y frágil.
Las valvas tienen una coloración parda en la superficie externa mientras que la interna es nacarada, amarillento-anaranjada e iri-
sada. La superficie está cubierta de finas costillas radiales, con líneas de crecimiento onduladas y puede estar cubierta por epi-
biontes, como gorgonias y algas (fot. 204 ) o esponjas (fot. 205). Puede alcanzar casi 100 cm de altura y 30 de longitud, lo que
la convierte no sólo en el mayor bivalvo del Mediterráneo, sino en el mayor molusco con concha de este mar.
Hábitat
Vive en fondos de arena, fango o detríticos y también entre las matas de las fanerógamas marinas (fots. 206, 207). Se fija a tra-
vés de unos filamentos disponiéndose en posición vertical, suele tener casi un tercio de la concha enterrada en el sustrato aun-
que en zonas donde el agua está muy batida la porción puede ser mayor. Se ha observado que los individuos jóvenes están en
zonas superficiales y los adultos en áreas más profundas. Desde 2 a 60 m.
Distribución
Es una especie endémica del Mar Mediterráneo, aunque existen algunas poblaciones aisladas en el Cantábrico, habiendo sido
citada también en la costa atlántica de Marruecos y en Portugal.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Especie protegida como “vulnerable” por el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, y también por el Anexo IV de la Directiva
Hábitat y Anexo II del Convenio de Barcelona. Es recogida como adorno por los submarinistas y sufre la amenaza directa del
garreo de anclas y de las redes arrastre que suelen faenar ilegalmente sobre los fondos donde esta especie vive. En ningún caso,
como sucede a menudo, deben ser suministrados a establecimientos comerciales para ser vendidas como piezas de coleccionis-
mo o decoración. Aunque prefiere aguas limpias y fondos no perturbados, su escasa frecuencia no posibilita su utilización en pro-
gramas de monitorización relacionados con la calidad ambiental del agua. Sin embargo, debido a su inmovilidad y tamañ o,
puede ser perfectamente vigilada por buceadores que frecuentemente realicen inmersiones en zonas donde la especie pueda

15 1
FICHA Nº 44

estar presente. Al respecto y, como punto de partida (o estado cero de las observaciones) los buceadores deportivos deberían rea-
lizar un censo por unidad de superficie en las zonas que frecuentan donde la especie esté presente. Este aspecto es clave para
implementar un seguimiento efectivo de las pérdidas o ganancias de ejemplares que puedan detectarse en el futuro. Si se detec-
ta desaparición de ejemplares atribuible a causas no naturales, ello debería comunicarse a las autoridades competentes para
que estas adopten las medidas oportunas.
205
204
Referencias fotog rafías 205
a 207

Fot. 205,
np-mljet.hr
Fot. 206,
w w w .musee-coquillages.com
Fot. 207,
w w w .marenostrum.org

206 207

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

152
FICHA Nº 45

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.17. Pinna rudis Linnaeus

Filo: Mollusca
Clase: Bivalvia
Orden: Mytiloida
Familia: Pinnidae
Género: Pinna
Nombre común: Nacra de roca, peineta,
nacra áspera
Descripción
208 209
Este bivalvo tiene una concha
triangular fina y frágil en forma de
quilla. Puede alcanzar los 40 cm
de altura. En la superficie presen-
ta entre 5 y 8 costillas radiales
bastante marcadas con numero-
sas escamas tubulosas de mayor
longitud en los bordes. Es de color
marrón-rosada y generalmente
presenta incrustaciones de brio-
zoos y algas calcáreas y otras for-
mas de epibiosis (fots. 208- 211).

Hábitat
Se asienta sobre fondos fangosos
y arenosos, también en fondos
rocosos expuestos a la luz, donde
suele ubicarse entre las anfrac-
tuosidades de las rocas. Se loca-
liza desde el límite inferior de la
marea, en los primeros metros de
profundidad, hasta la cota apro-
ximada de 50 metros.

153
FICHA Nº 45

Distribución
209
Mediterráneo y Atlántico (es anfiatlántica, localizándo-
se en zonas templadas de ambos lados de este océa-
no), incluyendo el Caribe (en el Atlántico oeste, sólo se
encuentra en este mar) las Islas Azores y las Islas
Canarias. También en el Mar de Alborán, Estrecho de
Gibraltar y costas atlánticas del sur de la Península
Ibérica.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Especie protegida por el Convenio de Barcelona
(Anexo II) y el Convenio de Berna (Anexo II). Como
Pinna nobilis, suscita la atención de los submarinistas
que suelen capturarla por razones ornamentales o de
coleccionismo. También sufre la amenaza del garreo
de anclas y de ser capturada por redes de arrastre. En
ningún caso, como sucede a menudo, deben ser
suministrados a establecimientos comerciales para ser
vendidas como piezas de coleccionismo o decoración.
209 Prefiere aguas limpias pero es menos selectiva que
Pinna nobilis, pudiendo encontrarse en fondos no lím-
pidos, pero carentes de contaminación. Aunque no
tiene especial utilidad en programas de monitorización
ambiental costera dada su escasa abundancia, puede
ser perfectamente vigilada por buceadores que fre-
cuentemente realicen inmersiones en zonas donde la
especie esté asentada. Es recomendable que los
buceadores que observen varios ejemplares en su
zona habitual de buceo realicen un censo por unidad
de superficie o por recorrido de inmersión (levantando
un estado inicial o cero de las observaciones) y vigilen
su evolución en el tiempo, con la finalidad de detectar
posibles pérdidas no naturales, lo que de comprobar-
se, debe ponerse en conocimiento de las autoridades
competentes para que estas adopten las medidas a
que hubiere lugar.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

154
FICHA Nº 46

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.18. H alocy nthia papillosa
(Linnaeus)
Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Pleurogona
Familia: Pyuridae
Género: Halocynthia
Nombre común: ascidia roja, patata de
mar o ascidia del Mediterráneo

Descripción
Es una ascidia solitaria y su cuerpo tiene forma de botella de entre 12 y 20 cm de longitud. Es habitualmente de color rojo intenso
y su consistencia coriácea (fots. 212, 213), aunque a veces el color puede ser amarillento-hueso (fot. 214). Su superficie tiene un
aspecto aterciopelado, que la hace inconfundible.

Hábitat
Es una especie sublitoral que suele encontrarse fijada sobre sustrato rocoso de zonas poco iluminadas como paredes verticales,
grietas, cuevas y extraplomos, en fondos coralígenos y precoralígenos. También se puede localizar en comunidades de algas, en
praderas de Posidonia y en ambientes detríticos costeros. A escasa profundidad (menos de 10 metros) es excepcionalmente rara,
siendo relativamente frecuente entre 20 y 40 metros.

Distribución
Común en todo el Mediterráneo desde Israel hasta el Estrecho de Gibraltar. También está presente en Portugal y Canarias, es
decir, en el Atlántico oriental.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Especie muy sensible a perturbaciones ambientales. Sus efectivos tienden a disminuir drásticamente cuando aumenta el grado de
estrés ambiental (especie regresiva). Es singularmente sensible a la contaminación por materia orgánica y a la turbidez continua-
da, por lo que es muy buena indicadora de aguas limpias y renovadas. Es fácilmente reconocible en inmersión (fot. 212), por lo
que puede ser utilizada para el control de la evolución biológica de enclaves apropiados, con la finalidad de vigilar que no se pro-

155
FICHA Nº 46

duzcan pérdidas o desapariciones anormales


212 que pudieran estar vinculadas a un progresivo
deterioro del medio marino litoral. Es excepcio-
nal que contenga epibiontes por lo que, cuando
los posee, y, además, ello se advierte en diver-
sos ejemplares, tal circunstancia podría estar
relacionada con un proceso de perturbación (fot.
215). La adecuada elección de superficies roco-
sas fácilmente localizables en inmersión donde
esta se practique habitualmente, sobre las cua-
les esté bien representada la especie y no sea
accidental, resulta clave para, con ayuda de
fotografía submarina si ello es posible, plasmar
la evolución de la biota y detectar cambios signi-
213
215

214

ficativos en la misma si ellos se produjeren, en cuyo caso conviene validar las


observaciones, deducir una situación de impacto y deterioro ambiental, y
ponerlo en conocimiento de las autoridades competentes. Para establecer un
estado cero y someter la especie a un control periódico de sus efectivos, con la
finalidad última de comprobar en el tiempo que no desaparece de la zona
habitual de buceo, ver recomendaciones generales sobre cómo hacerlo en
ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

156
FICHA Nº 47

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.19. Polysyncraton lacaz ei
(G iard)

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Enterogona
Familia: Didemnidae
Género: Polysyncraton
Nombre común: no tiene

Descripción 216

Es una ascidia colonial, casi siempre de color rojo-anaranjado. Forma colonias


laminares o ligeramente masivas y lobuladas, de tamaño variable. Suele tapizar
amplias superficies de rocas, con lo que puede fácilmente confundírsele con
especies rojas o anaranjadas de esponjas (fots. 216-218). Se diferencia de éstas
al observarse las colonias de cerca, pues en la ascidia aparece una alta densi-
dad de puntitos más claros que no aparecen en las esponjas recubrientes de
similar color, donde sólo se aprecian los agujeros exhalantes (ósculos), por donde
sale el agua.

Hábitat
Se encuentra en zonas protegidas como paredes verticales, extraplomos, entra-
da de cuevas o bajo piedras. También en enclaves semiexpuestos, fondos cora-
lígenos y detríticos costeros. Puede aparecer asociada a comunidades de algas
de zonas iluminadas y oscuras. Se ha observado en praderas de Posidonia y de
Caulerpa prolifera. Desde el límite inferior de la marea 30-40 m de profundidad.

Distribución

Atlántico oriental, desde Escandinavia a Sudáfrica. También en el Atlántico occi-


dental y el indopacífico. Mediterráneo oriental y occidental, Mar de Alborán y
Estrecho de Gibraltar.

157
FICHA Nº 47

2 17 2 18

Sensibilidad ambiental y vigilancia

E s u na esp ecie sensible, típ ica de fo ndo s bien co nservado s, bio ló gicamen-
te rico s y bien estru ctu rado s. A u nq u e req u iere fu ndamentalmente de agu as
limp ias y reno vadas, p u ede to lerar cierto s grado s de p ertu rbació n si bien en
esto s caso s su p resencia deviene ex cep cio nal. D ebido a su co lo ració n y a
q u e su s co lo nias p u eden o cu p ar u na imp o rtante su p erficie del su strato , u na
vez el bu ceado r se familiarice co n la esp ecie, esta p u ede co ntribu ir a la vigi-
lancia de z o nas h abitu ales de bu ceo do nde su p resencia es co nstante. D e
ah í q u e su to tal desap arició n de enclaves do nde antes abu ndaba indiq u e q u e algo imp o rtante p u ede estar su cediendo , lo q u e
co nviene validarse co n o bservacio nes p aralelas similares centradas en o tras esp ecies indicado ras sensibles. P ara establecer u n
estado cero y so meter la esp ecie a u n co ntro l p erió dico de su s efectivo s, co n la finalidad ú ltima de co mp ro bar en el tiemp o q u e
no desap arece de la z o na h abitu al de bu ceo , ver reco mendacio nes generales so bre có mo h acerlo en ficha 6.

A u to r: J o sé C arlo s G arcía- G ó mez


ISB N nº : 9 7 8 - 8 4 - 9 6 7 7 6 - 1 1 - 1
FICHA Nº 48

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.20. A plidium punctum (Girad)

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Enterogona
Familia: Polyclinidae
Género: Aplidium
Nombre común: no tiene

Descripción 219 220


Esta ascidia se caracteriza por-
que las colonias están constitui-
das por estructuras peduncula-
res “mazudas” en su extremo
apical (fots. 219 y 220). De
estos ensanchamientos dista-
les, en forma de globo, cuyo
diámetro es de 1 a 3 cm, parten
largos pedúnculos que acaban
en una base común. Su consis-
tencia es carnoso-gelatinosa y
su color naranja. No tiene
incrustaciones de arena.

Hábitat

Se encuentra en la zona infrali-


toral, fijada sobre superficies
rocosas preferentemente verti-
cales donde la iluminación es
atenuada. Además tiene prefe-
rencia por lugares de modera-
do a intenso hidrodinamismo.

159
FICHA Nº 48

Aunque ocasionalmente se encuentra en aguas someras, normalmente se encuentra entre 10 y 30 metros. Se reproduce en los
meses de marzo, abril y mayo.

221 Señales morfológicas de estrés agudo Distribución

Se encuentra en el Estrecho de
Gibraltar y mar de Alborán. En el
Atlántico oriental se ha observado
desde las Islas Británicas hasta
Portugal.

Sensibilidad ambiental y
vigilancia

Especie sensible a perturbaciones


ambientales, tendiendo a desapare-
cer con éstas. Es, por tanto, muy
buena indicadora de aguas limpias y
renovadas. Es especialmente sensible
a la carga orgánica, a la turbidez
extrema y a la sedimentación alta.
Cuando esta última es de origen
antrópico y se produce en áreas pró-
ximas a un dragado que experimenta “overflow” (explicado en ficha 10), la sedimentación fina proveniente de éste las embadur-
na y acaban pereciendo, tras un periodo de permanencia al agente perturbador relativamente corto (fot. 221: se observa el mal
aspecto de la colonia tras algunos días de exposición a la columna de turbidez sedimentaria). Por su vistosidad y fácil reconoci-
miento en inmersión, es recomendable utilizarla como indicadora en programas de vigilancia ambiental de los fondos litorales.
La elección de un enclave rocoso fácilmente identificable en las inmersiones habituales, con presencia significativa de la especie,
puede ser suficiente para advertir cambios en el sistema si se constata su desaparición, lo que de suceder debería ponerse en
conocimiento de las autoridades correspondientes una vez se efectuaran las comprobaciones oportunas. Para establecer un esta-
do cero y someter la especie a un control periódico de sus efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que no
desaparece de la zona habitual de buceo, ver recomendaciones generales sobre cómo hacerlo en ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

160
FICHA Nº 49

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.21. Aplidium conicum (O liv i)

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Enterogona
Familia: Polyclinidae
Género: Aplidium
Nombre común: no tiene

Descripción

Ascidia colonial, de configuración masiva y forma generalmente de pera o de disco, o bien irregular (fot. 224). Su tamaño oscila
normalmente entre 5 y 10 cm de diámetro aunque se pueden observar colonias de hasta 25 o más centímetros de diámetro
mayor. Su consistencia es carnoso-cartilaginosa y no suele tener arena adherida. Presenta un color que varía desde blanquecino
hasta amarillo anaranjado; en algunas zonas el color es naranja intenso.

Hábitat

Suele encontrarse asociada a comunidades de algas de zonas iluminadas en aguas batidas o semibatidas, sobre roquedos natu-
rales pero fundamentalmente en paredes verticales y extraplomos (fots. 222, 223). También se integra en comunidades de algas
de ambientes umbríos, fondos coralígenos y detríticos costeros. Se ha observado en praderas de Posidonia y fondos de Caulerpa
prolifera. Puede localizarse a escasos metros de profundidad, en ambientes umbríos, hasta 40 metros.

Distribución geográfica

Se extiende desde el Cabo de Trafalgar en el Estrecho de Gibraltar hasta Italia y Túnez, incluyendo las costas mediterráneas espa-
ñolas, Baleares y Ceuta.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Especie excelente indicadora de aguas limpias y renovadas, siendo muy sensible al deterioro de la calidad del agua y a pertur-
baciones ambientales significativas. Es especialmente sensible a la carga orgánica, a la sedimentación alta y a la turbidez eleva-
da. Las fotografías 225 y 226 muestran su extrema sensibilidad a la sedimentación excesiva proveniente de actividades huma-

161
FICHA Nº 49

nas en el litoral. La fotografía


222 223 2 2 7 ilu stra u na c olonia c asi
c om p letam ente im p reg nad a
d e sed im entos finos. La 2 2 8
es la m ism a c olonia y su
entorno inm ed iato q u e h a sid o
lim p iad a m anu alm ente. S e
ad v ierte, p or el c olor p á lid o
q u e m anifiesta (c om p arar c on
fot. 2 2 7 ), la situ ac ió n “p re
m ortem ” d e la c olonia.

P or su tam añ o y v istosid ad es
id ó nea p ara u tiliz arla c om o
ind ic ad ora en p rog ram as d e
v ig ilanc ia am b iental d e los
fond os litorales. La elec c ió n d e
u na p ared v ertic al fá c ilm ente
id entific ab le en las inm ersio-
nes h ab itu ales, c on p resenc ia
sig nific ativ a d e la esp ec ie (al
m enos 5 a 1 0 c olonias), p u ed e
ser su fic iente p ara ad v ertir
c am b ios en el sistem a si se
c onstata su d esap aric ió n, lo
q u e d e oc u rrir d eb ería p oner-
224 se en c onoc im iento d e las
au torid ad es c orresp ond ientes
u na v ez se efec tu aran las
c om p rob ac iones op ortu nas.
P ara estab lec er u n estad o
c ero y som eter la esp ec ie a u n
c ontrol p erió d ic o d e su s efec ti-
v os, c on la finalid ad ú ltim a d e
c om p rob ar en el tiem p o q u e
no d esap arec e d e la z ona
h ab itu al d e b u c eo, v er rec o-
m end ac iones g enerales sob re
c ó m o h ac erlo en fic h a 6 .

162
FICHA Nº 49

225 226

163
FICHA Nº 49

227 228

Autor: José Carlos García-Gómez


ISB N nº : 9 7 8 -8 4 -9 6 7 7 6 -11-1

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FICHA Nº 50

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS Á REAS MARINAS P ROTEGID AS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.22. Poly citor ad riaticu m (V on


D ras che )

Filo: Chordata
Subfilo: U rochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
O rden: E nterogona
Familia: Polycitoridae
Género: Polycitor
Nombre común: no tiene

D escripción

E sta especie constituye colonias masivas de forma variable, que tienen hasta 10 cm de diámetro y 5 cm de altura (fot. 229, den-
tro de círculos). Las colonias, de consistencia gelatinosa-cartilaginosa y superficie lisa, tienen un pedúnculo muy corto, no percep-
tible o sólo ocasionalmente en inmersión. La coloración es blanquecina, algo traslúcida, con puntuaciones pardo oscuras, en
forma de ocho, que corresponden a los zooides (fots . 230 , 231 ).

H ábitat

Suele encontrarse en paredes verticales y ex traplomadas, asociada a comunidades algales en zonas sujetas a corrientes o de
hidrodinamismo moderado. Generalmente se establece en fondos umbríos o medianamente umbríos. También en praderas de
Posidonia, fondos detríticos (ex cepcionalmente se ha identificado en arenas fangosas). Se ha observado en paredes de hormigón
donde el hidrodinamismo es elevado, como es el ex terior de los puertos. Batimétricamente, se localiza entre 2 y 40 metros, si bien
entre 10 y 3 0 metros su frecuencia parece mayor.

D istribución

M editerráneo, M ar de Alborán y E strecho de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

E specie sensible a perturbaciones ambientales, y, por tanto, regresiva, esto es, que sus poblaciones disminuyen cuando aumen-
ta el grado de estrés ambiental. E s singularmente sensible a la carga orgánica, a la turbidez ex trema y a la sedimentación alta,

165
FICHA Nº 50

por lo que es muy buena indicado-


229 ra de aguas limpias y renovadas.
Aunque no es vistosa por su color
blanquecino, es fácilmente recono-
cible en inmersión y debe tenerse
en cuenta en programas de vigi-
lancia ambiental de los fondos lito-
rales y como referencia para los
buceadores deportivos que preten-
dan contribuir a dicha vigilancia y a
la protección y conservación del
ecosistema litoral. La elección de
un enclave rocoso fácilmente loca-
lizable en las inmersiones habitua-
les, con presencia notable de la
especie, puede ser suficiente para
descubrir cambios en el sistema si
se advierte una merma en sus
efectivos monitorizados o su des-
aparición total de la zona, lo que
de acontecer debería ponerse en
conocimiento de las autoridades
231 correspondientes una vez se efec-
230 tuaran las comprobaciones oportu-
nas. Para establecer un estado
cero y someter la especie a un con-
trol periódico de sus efectivos, con
la finalidad última de comprobar
en el tiempo que no desaparece de
la zona habitual de buceo, ver
recomendaciones generales sobre
cómo hacerlo en ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

166
FICHA Nº 51

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.23. Polycitor crystallinum
(R enier)
Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Enterogona
Familia: Polycitoridae
Género: Polycitor
Nombre común: no tiene

Descripción
Es una ascidia colonial, que se adhiere al sustrato directamente, sin existir un pedúnculo intermediario. Las colonias son masivas,
de forma globosa y entre 6 y 7 cm de diámetro. Son blanquecinas y generalmente exhiben numerosos círculos de color blanco
intenso, los cuales bordean los sifones de los zooides (fot. 232). En las colonias más desarrolladas el color blanquecino adquiere
mayor intensidad y otras pueden ser incluso amarillo-anaranjado. Su consistencia es carnosa y gelatinosa, de superficie lisa. En la
base de las colonias puede haber arena (zona de unión al sustrato), la cual está ausente en el resto de la superficie de las mismas.

Hábitat
Presente en fondos rocosos de zonas preferentemente umbrías con moderado hidrodinamismo, sobre paredes verticales y extra-
plomos en el coralígeno. También se ha citado en praderas de Posidonia, en rizomas da algas laminariales, algueros de Caulerpa,
así como en fondos detríticos costeros y enfangados. Puede ser epibionte de gorgonias (Eunicella). Desde 4 m de profundidad
hasta la zona batial.

Distribución
Mediterráneo y Estrecho de Gibraltar. Atlántico Oriental (costas africanas de Senegal y Gambia).

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Especie indicadora de aguas limpias y renovadas, sensible a perturbaciones ambientales. Tiende a la reducción de efectivos o a
desaparecer cuando aumenta el estrés ambiental derivado de algún tipo de afección antrópica significativa. Por su vistosidad y
fácil reconocimiento en inmersión, es recomendable utilizarla como indicadora en programas de vigilancia ambiental de los fon-
dos litorales siempre que su presencia en la zona vigilada sea común o abundante. La elección de un enclave adecuado (rocoso,

167
FICHA Nº 51

praderas de fanerógamas, zona de laminarias, etc.)


232 donde puedan fijarse marcas o puntos de referencia
para el examen periódico de las mismas superficies y
colonias, puede ser suficiente para advertir cambios en
el sistema si se constata su desaparición, lo que de
suceder debería ponerse en conocimiento de las autori-
dades correspondientes una vez se efectuaran las com-
probaciones oportunas. Para establecer un estado cero
y comprobar en el tiempo que la especie no merma o
desaparece de la zona habitual de buceo, ver recomen-
daciones generales sobre cómo hacerlo en ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 52

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.24. Pseudodistoma ob scurum
Pé rè s

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Enterogona
Familia: Polyclinidae
Género: Pseudistoma
Nombre común: no tiene

Descripción
Es una ascidia colonial que presenta dos aspectos diferentes. Por un lado forma colonias globosas, piramidales y cónicas de gran
tamaño, que pueden medir más de 50 cm de altura; carnosas, de color amarillo intenso o pálido (fots. 233, 235), sin tener habi-
tualmente incrustaciones de arena (este tipo morfológico se adscribía anteriormente a la especie Pseudodistoma crucigaster, con-
siderada actualmente sinónima de P. obscurum). Por otra parte, existen colonias de morfología similar a la anterior (aunque a
veces son aplanadas o discoidales), cuyo tamaño no suele exceder de 5 cm de altura y 10 cm de diámetro mayor; son también
carnosas, pero más consistentes que el morfotipo anterior y presenta incrustaciones de arena; su color es grisáceo, a veces casi
negro (de ahí el nombre específico obscurum) (fots.
234, 239). Ocasionalmente pueden contemplarse
233
ambas variedades casi juntas (fot. 233). También
existen morfotipos de tonos amarillentos más apa-
gados (fot. 236) o intensamente oscurecidos (fots.
237, 238).

Hábitat
La especie se encuentra asociada a comunidades
de algas de ambientes luminosos, en zonas de
moderado-alto hidrodinamismo, y también vincula-
da a zonas escasamente iluminadas de aguas cal-
madas y en el coralígeno. Se ha observado en pra-
deras de Posidonia y en sustratos detríticos coste-
ros. La profundidad a la que se encuentra normal-
mente es de 5 a 35 metros.

169
FICHA Nº 52

234 235

236

Distribución

Mediterráneo occidental, Mar de Alborán y


Estrecho de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Es una especie sensible a perturbaciones ambien-


tales de origen humano. R equiere para vivir de
aguas limpias y moderado o alto hidrodinamis-
mo, siendo por tanto una buena indicadora de
este tipo de condiciones medioambientales. Es
especialmente sensible a la carga orgánica, a la
turbidez extrema y a la sedimentación alta.

170
FICHA Nº 52

Fácilmente identificable en inmer-


237 sión (amarilla u obscura, con forma
generalmente masiva de simetría
irregular), su presencia abundante
en fondos litorales testimonia una
situación de calidad ambiental de
las aguas que debe cuestionarse
cuando la especie desaparece a
sus efectivos poblacionales men-
guan o se advierten en clara regre-
sión. Es recomendable, pues, utili-
zarla como indicadora en progra-
mas de vigilancia ambiental de los
fondos litorales o para el voluntaria-
do que quiera contribuir durante
sus inmersiones de ocio a la con-
servación del ecosistema litoral. La
elección de un enclave rocoso fácil-
mente identificable en las inmersio-
nes habituales, con presencia sig-
nificativa de la especie, puede per-
mitir (con la ayuda de la fotografía,
si ello es posible), denotar cambios
238 en el sistema en el caso de que se
advirtiera su desaparición, lo que
de suceder debería ponerse en
conocimiento de las autoridades
correspondientes una vez se efec-
tuaran las pertinentes comproba-
ciones. Para establecer un estado
cero y someter la especie a un con-
trol periódico de sus efectivos, con
la finalidad última de comprobar en
el tiempo que no desaparece de la
zona habitual de buceo, ver reco-
mendaciones generales sobre
cómo hacerlo en ficha 6.

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FICHA Nº 52

239

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

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FICHA Nº 53

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.25. Stolonica socialis
H artmeyer

Filo: Chordata
Subfilo: Urochordata (Tunicata)
Clase: Ascidiacea
Orden: Pleurogona
Familia: Styelidae
Género: Stolonica
Nombre común: no tiene

Descripción
240
Ascidia colonial, cuyas colonias la constituyen zooi-
des de unos 25 mm de altura, de forma oblonga o
de barrilete, los cuales se disponen muy agrupados
permaneciendo unidos por su base. La superficie
corporal es delgada y de color anaranjada (fots.
240, 242, 243).

Hábitat
V ive en fondos rocosos, fija sobre superficies verti-
cales y extraplomos en zonas donde el hidrodina-
mismo es de moderado a intenso y existe poca
sedimentación. También puede aparecer vinculada
a sustratos arenosos o biodetríticos cercanos al
roquedo, donde puede observarse fijada a concre-
cionamientos biogénicos. A veces se encuentra
como epibionte de otros organismos sésiles, sobre
todo de gorgonias (fot. 240). Desde 10 a 40 metros
de profundidad, con mayor frecuencia entre 20 y 30
metros.

173
FICHA Nº 53

241 242

Distribución

En el Atlántico oriental desde las Islas Británicas hasta Marruecos incluido el Estrecho de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia

Especie sensible, típica de aguas limpias y renovadas. No tolera ciertos niveles de carga orgánica ni elevada tasa de sedimenta-
ción. Por estas razones, no se encuentra en fondos perturbados sometidos al influjo directo o indirecto de los emisarios de aguas

174
FICHA Nº 53

243 244

245 246

175
FICHA Nº 53

residuales. También ha mostrado su vulnerabilidad ante una sedimentación excesiva derivada de la decantación de áridos finos
provenientes de dragados litorales (“overflow ”, explicado en ficha 10), sobre todo si las colonias están aposentadas sobre super-
ficies horizontales (ver secuencia de progresivo aterramiento en las fotografías 243- 246). Cuando este tipo de impactos es alto,
también se ven seriamente afectadas las colonias fijadas sobre superficies verticales (fot. 241).

Su llamativa coloración, el tamaño de sus colonias, y su aspecto inconfundible (una vez el observador se familiarice con la espe-
cie) la postulan como idónea para desempeñar funciones de vigilancia submarina de nuestro entorno sublitoral. Para establecer
un estado cero y someter la especie a un control periódico de sus efectivos, con la finalidad última de comprobar en el tiempo que
no desaparece de la zona habitual de buceo, ver recomendaciones generales sobre cómo hacerlo en ficha 6.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

176
FICHA Nº 54

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.26. A nthias anthias (Linnaeus)

Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata (Craniata)
Clase: Actinopterigii
Orden: Perciformes
Familia: Serranidae
Género: Anthias
Nombre común: Tres colas

Descripción

El cuerpo de esta especie es ovoidal, alto y comprimido lateralmente y alcanza una longitud de 25 cm aunque suele ser más
pequeño. La cabeza es alta y el rostro corto, con boca amplia, oblicua y protráctil, y numerosos dientes pequeños. La mandíbu-
la inferior es más prominente que la superior y los ojos son grandes. El color del cuerpo es rojo, con el vientre más claro. En los
flancos y sobre el morro exhibe tres bandas amarillas longitudinales. Los bordes de las aletas son violetas. Su aleta dorsal ocupa
prácticamente todo el dorso, las aletas pectorales son grandes, anchas y redondas, las aletas ventrales son muy largas y la aleta
caudal frecuentemente escotada (fots. 247, 248).

Hábitat

Suele vivir en grupos pocos densos y se reproduce en primavera. Es una especie muy voraz que se alimenta de crustáceos, molus-
cos y alevines de peces. Se encuentra en fondos rocosos, especialmente junto a paredes verticales (fot. 250) y en las entradas de
agujeros y grietas (fots. 249, 251), pero también se observan densos cardúmenes de esta especie sobre bloques rocosos y encla-
ves rocosos horizontales (próximos a promontorios rocosos) (fot. 247). Generalmente se encuentran a partir de 15 metros de pro-
fundidad, pero también se puede localizar a menor profundidad en zonas rocosas umbrías (fot. 252).

Distribución

Mediterráneo y Atlántico, incluido el Mar de Alborán y Estrecho de Gibraltar, donde es muy abundante.

177
FICHA Nº 54

247
248

178
FICHA Nº 54

249 250

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Es una especie sensible que requiere de aguas limpias, impolutas y renovadas. Hace las delicias de los buceadores, no sólo por
su abundancia y color, sino por vivir muy próximas a las superficies rocosas, permitiendo un acercamiento al submarinista que se
siente gratamente acompañado en los fondos rocosos donde esta especie vive. Por esta razón, en las zonas habituales de buceo,
entre 20 y 40 metros, estos acompañantes permanentes se echarán en falta si aparece un factor de perturbación grave que pro-
voque su huída y desaparición de las zonas donde siempre estaban presentes. Por tanto, la vigilancia ambiental de los fondos
litorales donde este bello animal exista, tiene en el control visual de sus efectivos un gran aliado, pues el llamativo color, movilidad

179
FICHA Nº 54

y densidad de sus cardúmenes, permitirá que no pase desapercibida su ausencia si estos desaparecen. Sería una señal de alar-
ma que puede destapar la existencia de un evento de perturbación que convendría validar con la respuesta al mismo de otros
indicadores sensibles incluidos en esta obra. Aunque no hemos podido confirmarlo, es razonable pensar que, si bien esta espe-
cie es de hábitos sedentarios, al tener capacidad de huída activa ante un hipotético empeoramiento de las condiciones ambien-
tales de su hábitat, puede ser de los primeros indicadores en advertir con su desaparición una perturbación ambiental en su fase
inicial, con lo que tal vez los indicadores bentónicos fijos al sustrato no pueden ofrecer tan rápida respuesta (entre otras razones
porque son prisioneros de su sustrato y no pueden huir). Como recomendación, en la zona de buceo habitual, debe elegirse una
zona de fácil localización, donde el buceador observe la presencia continua de la especie en densas formaciones.

252

251

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

180
FICHA Nº 55

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES
9.27. Ap ogon imberbis
Lacep ède
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata (Craniata)
Clase: Actinopterigii
Orden: Perciformes
Familia: Apogonidae
Género: Apogon
Nombre común: salmonete real o pez
cardenal

Descripción
Es una especie con el cuerpo oval y corto, de color rojo vivo con las aletas rosadas y con una longitud de hasta 15 cm (fots.253-
255). A lo largo de la base de la aleta caudal presenta 2 o 3 puntos negros que a veces pueden estar unidos. Las aletas pectora-
les son redondeadas y largas que alcanzan al menos el comienzo de la aleta anal. La primera aleta dorsal es triangular y la
segunda es más alta y amplia que la primera. Los ojos son grandes y tanto la parte dorsal como la ventral de la cabeza es marrón.
La boca es grande y la mandíbula inferior prominente, la cual presenta pequeños y finos dientes.

Hábitat
Es un animal migratorio y puede aparecer solo o formando grupos. Vive normalmente en sustratos rocosos, en grietas o cuevas
(fots. 253, 255). Es una especie muy esciáfila (esto es, exige para vivir ambientes estrictamente umbríos). Por ello, durante el día
sólo puede ser observada por los buceadores si éstos introducen la cabeza en grietas u oquedades, donde se dejan entrever al
fondo de las mismas. Se reproduce en primavera y verano. La fecundación es interna y una vez que la hembra expulsa los huevos
el macho los introduce en su boca y los incuba en el interior (fot. 254; macho con huevos expulsados por estrés causado en cau-
tividad). Se encuentra desde los fondos más someros, incluso a 1-2 metros de profundidad en zonas muy umbrías, hasta 200 m.

Distribución
Mediterráneo y Atlántico próximo, incluido el Estrecho de Gibraltar.

Sensibilidad ambiental y vigilancia


Aunque ha sido ocasionalmente citada en sustratos fangosos, es una especie típica de enclaves rocosos muy umbríos y “techa-

181
FICHA Nº 55

dos”, sensible a perturbaciones del medio, que


prefiere aguas limpias, impolutas y renovadas. 253
Pese a no dejarse ver fuera de sus refugios
oscuros en las inmersiones diurnas, el observa-
dor debe controlar, en su zona de buceo habi-
tual, los meses del año donde está siempre pre-
sente (grupos de al menos algunos individuos)
en cuevas o grietas específicas, fácilmente loca-
lizables durante los itinerarios de inmersión. Con
ello, vigilando su presencia durante los mismos
meses en el futuro, podrá advertir si la especie
permanece o no en el tiempo. Si desaparece y
ello sucede en todas las grietas sometidas a
vigilancia ambiental, será señal de que algo ha
cambiado en el sistema, y, aunque no sepamos

254

255

de qué se trata, debemos intentar validar su


trascendencia y gravedad con la observación
de la posible respuesta de otras especies indica-
doras contempladas en esta guía, cuya presen-
cia en la zona ya debíamos tener registrada, así
como su localización.

Autor: José Carlos García-Gómez


ISBN nº: 978-84-96776-11-1

182
FICHA Nº 56

BIOTA LITORAL Y VIGILANCIA AMBIENTAL


EN LAS ÁREAS MARINAS PROTEGIDAS

9. ESPECIES SENSIBLES

9.28. T halassoma pav o


(Linnaeus)

Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata (Craniata)
Clase: Actinopterigii
Orden: Perciformes
Familia: Labridae
Género: Thalassoma
Nombre común: Fredi o pez verde

Descripción
Este pez se caracteriza por presentar un cuerpo fusiforme, alargado y comprimido lateralmente. La cabeza es mediana y conve-
xa con los labios no muy gruesos y con repliegues, los dientes son cónicos y se disponen en una sola fila en cada mandíbula. Los
ojos son pequeños. Las aletas dorsal y anal son largas aunque la primera más que la segunda, el extremo posterior es agudo.
Las aletas pectorales son largas y oblicuas y las ventrales cortas. Los machos alcanzan los 25 cm de longitud y son de color verde
con finas líneas transversales rosadas, con la cabeza rojiza, adornada de dibujos arabescos azulados y de labios blancos. En los
flancos existen bandas transversales de color variable. Presentan una franja azul en los flancos, en la zona de las aletas pectora-
les. Además, en las aletas dorsal y anal posee bandas longitudinales de varios colores. Las hembras tienen una longitud de hasta
15 cm, son de color verde claro con 5 o 6 bandas azules transversales y en la cabeza exhiben unos dibujos arabescos azulados;
presentan una mancha negra en el dorso y bandas longitudinales en las aletas impares. Existen diferentes variedades de color
que en su tiempo fueron consideradas como especies diferentes. Pese a tales diferencias de color, el aspecto de esta especie es
inconfundible con la del resto de lábridos, de ahí que no deba producirse error en la identificación durante las inmersiones.

Hábitat
Es un animal gregario y muy activo que vive en fondos rocosos y praderas de fanerógamas (fot. 256, interior de círculos), frecuen-
tando cuevas, aberturas, paredes verticales, bloques de rocas y piedras recubiertas de algas. También se ha observado en la
interfase rocas-arena y arena-fanerógamas, arenas fangosas y gruesas, cascajos y detritos, así como en el interior de esponjas
y de tubos vacíos de gusanos poliquetos. Se encuentra entre 1 y 50 metros de profundidad.

Distribución
Mediterráneo, incluido el Estrecho de Gibraltar. Atlántico orientaL, desde Portugal hasta el Congo.

183
FICHA Nº 56

Sensibilidad ambiental y vigilancia


256
Como la mayor parte de los lábridos mediterráneos,
es u na espec ie sensible q u e req u iere de ag u as lim-
pias, impolu tas y renov adas. A u nq u e es mu y h u idi-
z a, se aprox ima sin reparo al bu c eador c ientífic o
c u ando este lev anta c u idadosamente u na piedra
para observ ar su s rec u brimientos infralapidíc olas o
ex trae selec tiv amente mu estras del su strato. D e ah í
q u e, en las z onas de bu c eo h abitu al, espec ialmen-
te a esc asa profu ndidad (interv alo 0 - 1 5 metros) y si
los fondos no están pertu rbados sig nific ativ amente,
esta espec ie resu lta fác ilmente loc aliz able. P or ello,
c omo se h a ex plic ado para otras espec ies de pec es
en esta obra, su au senc ia de z onas donde anterior-
mente abu ndaba debe ser interpretada c omo u na
señ al de alarma. A diferenc ia de A nth ias anth ias,
loc aliz ada a mayor profu ndidad y de A pog on
imberbis (difíc il de enc ontrar en mu c h as z onas), esta
espec ie es de c omú n presenc ia en fondos someros,
por lo q u e su c ontrol, ju nto al de otros representan-
tes de la familia tambié n mu y sensibles, pu ede ayu -
dar al observ ador a detec tar proc esos de reg resió n
en z onas de ag u as someras donde la espec ie era
h abitu al y lleg ó a desaparec er. Como norma g ene-
ral, la desaparic ió n de lábridos de fondos someros
donde antes ex istían, ex presa u na llamativ a c aren-
c ia q u e h a de relac ionarse c on u n deterioro de su
medio de v ida c u ya c au sa debiera inv estig arse y
c orreg irse. D e h ec h o la otra espec ie c aptada en la
fotografía 256, Coris ju lis (sin c írc u los), tambié n es
u n lábrido sensible al deterioro de la c alidad
ambiental del medio en q u e v iv e.

A u tor: J osé Carlos G arc ía- G ó mez


IS B N nº : 9 7 8 - 8 4 - 9 6 7 7 6 - 1 1 - 1

184
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189
AGRADECIMIENTOS
Son numerosas las personas a quienes debo expresar mi agradecimiento por contribuir directa
o indirectamente a que esta obra h ay a sido posible. E n primer lugar, debo destacar a J esú s
C abello, director del P arque N atural del E strech o, por h aberme empujado a la realiz ació n en un
“tiempo ré cord”, junto a J osé M iguel P oz anco, A na E lena Sá nch ez y C lint G arcía, quienes formaron
un “lobby ” de presió n, sin el cual no h ubiese encontrado la motiv ació n suficiente para elaborarla
durante el brev e periodo en que debía concluirse. A M ilagros P é rez y R afael B arba por sus v aliosos
comentarios al texto e imá genes. A mi buen amigo y colega F ernando M olina, por apoy ar la obra
en todos sus té rminos y autoriz ar los fondos para su publicació n. A A ndré s L eal y J osé F raidías,
por los intercambios de opinió n en el á mbito de proy ectos de v igilancia ecoló gica desarrollados
en el litoral andaluz . A todos ellos les expreso mi má s profunda gratitud y , por extensió n, a E gmasa
y a la C onsejería de M edio A mbiente de la J unta de A ndalucía. A R osario P intos, le agradez co
sobremanera que prologue este libro, de su antiguo profesor, quien mantiene un excelente
recuerdo de su andadura univ ersitaria como alumna de la F acultad de B iología de Sev illa.

A Iné s M artínez P ita, L iliana O lay a y A lexandre R oi G onz á lez , les debo una consideració n especial,
pues sin su estrech a y v aliosa colaboració n esta obra no se h ubiera concluido en el exiguo
margen de tiempo disponible. A J oaquín D eañ o, por su contribució n directa o indirecta en todo
lo que produce el L B M U S, particularmente por su capacidad de solucionar problemas administrativ os
e informá ticos y su continuo apoy o para colaborar en cuanto fuera necesario (es poliv alente).
G racias tambié n a P aco R odríguez , quien cuando lo h emos necesitado siempre estuv o, y con
gran capacidad resolutiv a.

M enció n aparte merecen mis colaboradores y amigos del L aboratorio de B iología M arina (L B M U S),
P aco G arcía, J osé M anuel G uerra, F ree E spinosa, E milio Sá nch ez , C arlos M aría L ó pez , M anu
M aestre, A urora R uíz , Isabel G arcía y P aco R uíz y a nuestro ú ltimo fich aje G eorgina R iv era, de
quien esperamos much o (sírv ale esto de motiv ació n). Sin olv idarme de J uan C orz o, L ucas C erv era,
C é sar M egina, D arren F a y Á ngel L uque E scalona. A todos ellos les debo, gracias a los continuos
intercambios de ideas y opiniones sobre cuestiones científicas, así como de las campañ as e
inmersiones que h emos tenido la oportunidad de compartir, mi gratitud sincera por contribuir
a enriquecer div ersos aspectos tratados directa o indirectamente en esta obra.

J osé L uis C arballo, Santi N aranjo y P ablo L ó pez , tambié n merecen especial menció n. A ellos tuv e
el h onor y la satisfacció n de dirigir sus respectiv as tesis doctorales - en tiempos muy difíciles para
el L B M U S- , relacionadas con grupos taxonó micos complejos tratados en esta obra, lo que me

192
permitió profundizar en el conocimiento y actualización de los mismos. Estas tesis se desarrollaron
en el ámbito del “Proyecto de Investigación Biológica Bahía de Algeciras”, promovido y financiado
por CEPSA, La Compañía Sevillana de Electricidad (ahora perteneciente al grupo ENDESA) y la
Mancomunidad de Municipios del Campo de Gibraltar. Al respecto, subviene un recuerdo muy
especial para Santiago Miño Fugarolas, principal impulsor del proyecto. Gracias a estos
patrocinadores fue posible una profundización en el conocimiento de los bioindicadores marinos
y de mi formación específica en el tema. Asímismo, esta obra se ha visto sustancialmente reforzada
de la experiencia acumulada en proyectos financiados por la Consejería de Medio Ambiente de
la Junta de Andalucía, Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras, Autoridad Portuaria de Ceuta
y el Ministerio de Medio Ambiente. V aya también mi gratitud para el Instituto de Estudios
Campogibraltareños y el Instituto de Estudios Ceutíes, muy especialmente para Simón Chamorro,
Eduardo Briones, Javier Martínez y José Luis Ruíz, con quienes tantas veces departí en relación
con la temática tratada.

Los fieles compañeros de buceo “de toda la vida”, de quienes tanto aprendí y a quienes tanto
debo, son también dignos de una mención especial. En Andalucía: Francisco José Molina, Juan
Enrique Puche, Enrique Guzmán, Germán Rodríguez, Jorge Martín, Federico Contreras, Jorge
Padilla, Agustín Ausejo y Carlos Cano; en Ceuta: José Manuel Ávila, Salvador Díaz, Manolo Torroba,
Juan Bravo y Juan Rodríguez. T odos ellos extraordinarios buceadores y amigos que han sido
elementos-clave en los inicios y posterior consolidación de esta “aventura ambiental submarina”.
Al ojear este libro, su presencia es constante.

Álvaro López-Pozas, de Coria Gráfica, también ha hecho gala de mi más sincero agradecimiento.
Su excelente profesionalidad y predisposición para que esta obra haya visto la luz, en tiempo y
forma, ha sido determinante.

Finalmente, y no por ello en último vagón de cola, dedico un recuerdo muy especial a mi mujer
Liliana y a mis cuatro hijos Gabriel, Maria de los Ángeles, Álvaro y Carlos, por su constante apoyo
y su capacidad de sufrimiento ante el tiempo de dedicación que recurrentemente les he sustraído.
A ellos agradezco vivamente su comprensión e inagotable paciencia. A mi hijo mayor, Gabriel,
le transmito mi particular emoción al contemplarlo en numerosas de las fotografías submarinas
(algunas de las cuales se incluyen en la obra) que son fiel reflejo de las inmersiones que hemos
compartido juntos y que tantas satisfacciones nos han deparado.

193

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