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Primeras rupturas artísticas derivadas del romanticismo:

Romanticismo ingles:

William Blake (1757-1827), poeta, pintor y grabador inglés, creador de una forma de
poesía única acompañada de ilustraciones. Su poesía, inspirada por visiones místicas, se
encuentra entre las más originales y proféticas de la lengua inglesa, y supone el rechazo
de las ideas del movimiento ilustrado en favor del romántico.
Como era su costumbre, adornó los Cantos con dibujos que exigen del lector una
visión extremadamente imaginativa de las complejas relaciones entre dibujo y texto. No
se sabe a ciencia cierta el método que utilizaba para estampar su obra. La explicación
más plausible parece ser aquella según la cual primero escribía el texto y después
realizaba los dibujos de cada poema sobre una plancha de cobre, usando algún líquido
insensible al ácido, por lo cual quedaban en relieve cuando se aplicaba. Entonces, le
daba una capa de tinta de color, lo estampaba, y retocaba los dibujos a mano con
acuarela.
A Blake se le considera prerromántico, pues rechazó el estilo literario e intelectual del
neoclasicismo, y su obra gráfica desafiaba las convenciones artísticas del siglo XVIII.
Defendió siempre la imaginación frente a la razón, pues consideraba que las formas
ideales debían construirse no a partir de la observación de la naturaleza sino de las
visiones interiores. También su estilo lineal y basado en rítmicas repeticiones significa
un rechazo al estilo académico imperante en la época, y sus figuras se pueden retrotraer
a la estatuaria de las sepulturas medievales, que había copiado cuando era aprendiz, y a
las obras de los manieristas posteriores. Resulta especialmente evidente la influencia de
Miguel Ángel en la potencia del escorzo y en la exagerada musculatura de algunas de
sus figuras, sobre todo en una muy conocida, la llamada El anciano de los días, que
conforma el frontispicio de su poema Europa, una profecía (1794).
Gran parte de su pintura estuvo dedicada a temas religiosos

John Constable (1776-1837), pintor inglés, maestro del paisaje de estilo romántico.
Sus obras, extraídas directamente de la naturaleza, influyeron en los pintores franceses
de la Escuela de Barbizon y en el movimiento impresionista.
Constable abandonó las tradiciones pictóricas holandesa e inglesa descartando la
aplicación de la habitual base de color castaño y logrando efectos de luz más naturales y
brillantes, mediante el uso del color en bruto aplicado con pequeñas pinceladas. Se
esforzó en retratar el efecto de la escena, suavizando a menudo los detalles físicos.
Estaba fascinado por los reflejos en el agua, y por la luz sobre las nubes; esto le llevó a
producir muchos estudios del cielo. Desde Londres hizo muchos viajes al campo,
reuniendo material para sus obras, pero la mayoría de sus trabajos mejor conocidos
retratan la zona que rodea su lugar de nacimiento.
Sus paisajes han recibido diferentes consideraciones: algunos críticos ven una verdadera
y sensible traducción del escenario familiar; otros perciben un tono moralizante
inspirado por los Discursos de Joshua Reynolds, que eleva la vida natural y el escenario
rural al tono pastoral de Claude; sin embargo algunos ponen de relieve en las obras
altamente estructuradas de Constable el reflejo de tiempo idílico perdido, durante un
periodo en que la Revolución Industrial estaba cambiando irremisiblemente el aspecto
del campo. Los lienzos de Constable son poéticos y expresan la cultivada suavidad de la
campiña inglesa, a pesar de su enfoque objetivo y científico, pues el pintor gustaba de
pintar al aire libre haciendo numerosos estudios de las formaciones de las nubes y
tomando notas de las condiciones lumínicas y climatológicas.
Fue muy admirado por el pintor francés Eugène Delacroix, por los pintores de
Barbizon, que empezaron a pintar al aire libre, y por los impresionistas, que buscaban
capturar los efectos de la luz.

Joseph Mallord William Turner (1775-1851), paisajista inglés reconocido sobre


todo por su dinámico tratamiento de los efectos de la luz natural en los temas de paisaje
y marinas. Su obra es determinante para el desarrollo del impresionismo.
Turner buscó lo sublime de la naturaleza, pintando catastróficas tormentas de nieve o
plasmando los elementos —tierra, aire, fuego y agua— de una manera borrosa, casi
abstracta. Su manera de disolver las formas en la luz y en veladuras de color tendría
gran importancia en el desarrollo de la pintura impresionista francesa.
Las primeras obras de Turner fueron sobre todo acuarelas de paisajes. A finales de la
década de 1790 había comenzado a exponer sus primeros óleos, algunos con la misma
vibración cromática que con éxito había aplicado en sus acuarelas. Sus obras de
madurez se dividen en tres periodos.
 Durante el primero (1800-1820) Turner pintó numerosas escenas mitológicas
e históricas de suave colorido y énfasis en los contornos y detalles. En ellas se
percibe la influencia del paisajista francés del siglo XVII Claude Lorrain,
fundamentalmente en la utilización de efectos atmosféricos, como se observa
en Sol naciente a través del vapor (1807, National Gallery, Londres) y en el
tratamiento de las formas arquitectónicas, como en Dido construyendo
Cartago (1815, National Gallery, Londres).
 Las pinturas de su segunda etapa (1820-1835) se caracterizan por un colorido
más brillante y por la difuminación de la luz. En dos de sus mejores obras, La
bahía de Baïes (1832, National Gallery, Londres) y Ulises ridiculizando a
Polifemo (1829, National Gallery, Londres), la utilización de la luz
proporciona reflejos cromáticos y difumina las formas topográficas y
arquitectónicas y las sombras. A lo largo de este periodo realizó ilustraciones
para libros de topografía y una colección de acuarelas con escenas venecianas.
 El genio artístico de Turner alcanza su punto culminante a lo largo del tercer
periodo (1835-1845). En obras como Tempestad de nieve (1842, Tate Gallery,
Londres), Paz-Entierro en el mar (1842, Tate Gallery, Londres) y Lluvia,
vapor y velocidad (1844, National Gallery, Londres) logra un vibrante
sentimiento de fuerza presentando los objetos como masas amorfas dentro de
un luminosa neblina de color, plasmando la fuerza del mar y el ritmo de la
lluvia, todo ello con la finalidad de producir sugestiones poéticas y a veces
simbólicas.

Romanticismo Francés:

Gustave Courbet (1819-1877), pintor francés muy prolífico y de gran influencia que,
junto a sus compatriotas Honoré Daumier y Jean François Millet, fue pieza fundamental
en el origen de la escuela realista de pintura del siglo XIX.
Se dedicó a pintar, cosa que aprendió copiando las obras maestras del Museo del
Louvre. En 1850 expuso Los picapedreros (1849, en la Gemäldegalerie de Dresde,
destruida por un bombardeo en 1945), cruda representación de unos obreros arreglando
una carretera. En esta obra Courbet evita deliberadamente el elemento exótico, de gran
carga emocional, característico de la tradición romántica y no sigue las reglas de
composición de la pintura académica. Siguió escandalizando a los académicos con su
obra de enormes proporciones Entierro en Ornans (1850, Museo de Orsay, París), en la
que un friso de campesinos pobremente vestidos rodea una tumba de grandes
proporciones. El desafío a las convenciones se hace aún mayor en otra pintura de
colosal tamaño, El estudio del artista (1855, Museo de Orsay), que subtituló Alegoría
real sobre siete años de mi vida artística.
Su estilo ya estaba totalmente maduro y se caracterizaba por una técnica magistral,
una paleta limitada aunque vigorosa, composiciones sencillas, figuras de modelado
sólido y severo (como puede apreciarse en los desnudos) y gruesos trazos de pintura
muy empastada que a menudo aplicaba con espátula, lo cual se manifiesta sobre todo en
los paisajes y las marinas.

Honoré Daumier (1808-1879), pintor y caricaturista francés, cuyas obras, de gran


crudeza y dramatismo, tratan lo cotidiano desde una óptica muy marcada de protesta
social.
Comenzó su carrera artística dibujando para anuncios publicitarios. Fue empleado de
la revista cómica La Caricature y adquirió fama por sus litografías de descarnada sátira
política. Una de esas caricaturas, publicada en 1832, mostraba al rey, Luis Felipe I de
Orleans, como Gargantúa (el gigante legendario de la obra de François Rabelais), lo que
le valió a Daumier seis meses de cárcel. Más tarde satirizó a la sociedad burguesa en
una serie de litografías publicadas en el periódico Le charivari y volvió a la sátira
política durante la Revolución de 1848. Las esculturas de escayola (yeso) y bronce que
hizo para utilizar como modelos de sus dibujos de diferentes personas son muy
valoradas por coleccionistas y galerías.
Daumier fue un dibujante de gran talento y muy prolífico, ya que realizó alrededor de
4000 litografías, 300 dibujos y 200 pinturas. Entre sus principales obras, no fechadas, se
incluyen La república, Los ladrones y el asno (Louvre, París) y El levantamiento
(Colección Phillips, Washington). Daumier tuvo un gran número de imitadores, pero
ninguno de ellos alcanzó la profundidad y agudeza de su estilo.

Jean-François Millet (1814-1875), pintor de género y paisajista francés, nacido en


Gruchy. Durante el periodo romántico, varios pintores franceses se centraron en vistas
de paisajes pintorescos y en escenas sentimentales de la vida rural. Jean-François Millet
fue uno de los artistas que se establecieron en el pueblo de Barbizon, cerca de París; con
una visión reverente de la naturaleza transformó a los campesinos en símbolos
cristianos: Las espigadoras (1857, Museo del Louvre, París) y El Ángelus (1857-1859,
Museo de Orsay, París), así como El sembrador (1850) y Los plantadores de patatas
(1862), ambos en el Museo de Bellas Artes de Boston. Aunque Millet no pretendió
plasmar una protesta social a través de su obra, los temas en los que centró su trabajó
provocaron de forma inevitable tal interpretación.

Édouard Manet (1832-1883), pintor francés, cuyo trabajo inspiró el estilo


impresionista, pero que rehusó identificar su trabajo con este movimiento. El largo
alcance de su influencia en la pintura francesa y en el desarrollo del arte moderno en
general se debió a su forma de retratar la vida cotidiana, a su utilización de amplias y
simples áreas de color y a su técnica de pincelada vívida.
Empezó pintando temas de género, como mendigos, pícaros, personajes de café y
escenas taurinas españolas. Adoptó una atrevida técnica de pincelada directa en su
tratamiento de los temas realistas. En 1863 su famoso La merienda campestre (Museo
de Orsay, París) fue exhibido en el Salón de los Rechazados, una nueva sala de
exposiciones abierta por Napoleon III accediendo a las protestas de los artistas
expulsados del Salón de la Academia. El lienzo de Manet, que representaba una mujer
totalmente desnuda acompañada de dos hombres completamente vestidos, atrajo
inmediatamente la atención general, pero fue atacado con dureza por los críticos.
Aclamado como líder por los pintores jóvenes, Manet se convirtió en figura central de la
disputa entre el arte académico y el arte rebelde de su tiempo.

Auguste Renoir (1841-1919), pintor impresionista francés, famoso por sus pinturas
brillantes e íntimas, en particular las que representan desnudos femeninos. Considerado
como uno de los más grandes artistas independientes de su época, es célebre por la
armonía de sus líneas, la brillantez de su color y el encanto íntimo de sus muy variados
temas pictóricos. A diferencia de otros impresionistas, le interesó más la representación
de la figura humana individual o en retratos de grupo que los paisajes. Además, tampoco
subordinó la composición y plasticidad de la forma a los intentos de interpretación de
los efectos lumínicos.
El baile del Moulin de la Galette (1876, Museo de Orsay, París) es una de las obras
más famosas del impresionismo: una escena de un café, al aire libre, en la que queda
patente el dominio de Renoir en el tratamiento de las figuras y en la representación de la
luz.
Renoir consolidó su reputación con la exposición individual celebrada en la galería
Durand-Ruel de París en 1883. Entre 1884 y 1887 realizó unas series de estudios de
grupo de figuras desnudas conocidas como Las grandes bañistas (Museo de Arte de
Filadelfia). Estas obras revelan su extraordinaria habilidad para mostrar la textura y el
brillante y nacarado color de la piel, y para comunicar un sentimiento lírico unido a la
plasticidad del tema. Su representación de la gracia femenina no ha sido superada en la
historia de la pintura moderna. Muchos de sus últimos cuadros tratan también el mismo
tema pero en un estilo cada vez más acentuado rítmicamente.

Edgar Degas (1834-1917), pintor y escultor francés cuyas composiciones


innovadoras, sus magistrales dibujos y su perspicaz análisis del movimiento le
convirtieron en uno de los maestros del arte moderno de finales del siglo XIX.
A Degas se le suele asociar con los impresionistas y, de hecho, expuso con ellos en
siete de las ocho exposiciones que realizaron. Sin embargo, su formación clásica en el
dibujo y su rechazo por la pintura directa al aire libre dio lugar a un estilo que
representó una alternativa relacionada con el impresionismo.
A partir de 1865, influido por el movimiento impresionista, entonces en ciernes,
abandonó los temas académicos para dedicarse a una temática contemporánea. Pero, a
diferencia de los impresionistas, prefirió trabajar en su taller y no le interesó el estudio
de la luz natural que tanto fascinó a aquéllos. A Degas le gustaban los temas del teatro,
por lo que la mayor parte de su obra representa teatros, cafés, teatros de variedades o
gabinetes y carreras de caballos. Degas fue un gran observador del ser humano —sobre
todo de las mujeres, en las que se centra gran parte de su obra— y tanto en sus retratos
como en sus estudios de bailarinas, sombrereras y lavanderas, cultivó una objetividad
absoluta, intentando atrapar las posturas más naturales y espontáneas de sus modelos
como las que podían registrarse en las fotografías.

Mary Cassatt (1844-1926), pintora estadounidense que vivió y trabajó en Francia,


donde se adscribió al grupo de los impresionistas.
Su obra atrajo la atención del pintor francés Edgar Degas, que la invitó a exponer con
sus amigos impresionistas. Una de las obras que expuso fue El palco del teatro (1879,
National Gallery, Washington). A partir de 1882 el estilo de Cassatt dio un giro. Al igual
que en Degas, empezó a destacar los trazos y a experimentar con composiciones
asimétricas, como en Paseo en barca (1893, National Gallery, Washington) y con gestos
y posturas más naturales e informales. La relación de las madres con sus hijos en
escenarios domésticos se convirtió en su tema característico. No hacía retratos por
encargo sino que pintaba a miembros de su propia familia.

Georges Seurat (1859-1891), pintor francés, uno de los máximos representantes del
neoimpresionismo. Estudió en la Escuela de Bellas Artes. Rechazó el efecto borroso de
las pinturas impresionistas, realizadas con pinceladas irregulares, e inventó la técnica
del puntillismo, en el que las formas sólidas se construyen a partir de la aplicación de
muchos pequeños puntos de colores puros sobre un fondo blanco. El revolucionario
sistema de Seurat encontró muchos seguidores e imitadores. Muchas de sus teorías
pictóricas derivan del estudio de los tratados contemporáneos de óptica. Su tendencia
científica se refleja también en sus hábitos de trabajar, que incluían horarios fijos y una
meticulosa sistematización de su técnica.
En 1884 acabó Un baño en Asnières (National Gallery, Londres), una escena donde
unos jóvenes se bañan en el río Sena; éste fue el primero de seis grandes lienzos que
conformaron la mayor parte de su trabajo artístico. En ese y otros trabajos posteriores,
continuó la tradición impresionista de mostrar las excursiones y distracciones de los días
festivos. Su obra maestra, Un domingo de verano en la Grande Jatte (1884-1886,
Instituto de Arte de Chicago), representa a los paseantes del domingo de una isla del
Sena. La pintura muestra una atmósfera de dignidad monumental a través de un orden
equilibrado de sus elementos y los contornos de las figuras. Las modelos (1888,
Colección Barnes-Merion, Filadelfia) y Circo (1891, Museo de Orsay, París) son otras
de las grandes obras de Seurat.

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec (1864-1901), pintor, grabador y


dibujante francés, fue uno de los artistas que mejor representó la vida nocturna
parisiense de finales del siglo XIX.
Toulouse-Lautrec frecuentó los coloristas y animados cabarets del distrito parisiense
de Montmartre, como el Moulin Rouge, y atrajo con su ingenio y locuacidad a un
nutrido grupo de artistas e intelectuales entre los que se encontraban el escritor irlandés
Oscar Wilde, el pintor holandés Vincent van Gogh y la cantante francesa Yvette
Guilbert. Visitó también con asiduidad el teatro, el circo y los burdeles. Los recuerdos e
impresiones que sacaba de estos lugares y de sus personajes más destacados los plasmó
con gran maestría en retratos y bocetos de sorprendente fuerza y originalidad. Ejemplos
característicos son La Goulue entrando en el Moulin Rouge (1892, Museo Toulouse-
Lautrec, Albi), Jane Avril entrando en el Moulin Rouge (1892, Courtland Gallery,
Londres) y En el salón de la calle des Moulins (1894, Museo Toulouse-Lautrec).
Su obra inspiró a Vincent van Gogh, Georges Seurat, Georges Rouault y a todos
aquellos artistas interesados en el trabajo de litografías y carteles.

Pierre Bonnard (1867-1947), pintor y artista gráfico francés, fue uno de los líderes
del movimiento impresionista.
Bonnard destacó dentro de la línea del impresionismo, conocida como intimismo,
denominada así porque los artistas que formaban parte de ella pintaban escenas de la
intimidad doméstica. Sus cuadros (en los que predominan los autorretratos, los
desnudos, las naturalezas muertas y los interiores domésticos) están llenos de luz y
color. Entre sus obras se cuentan Muchacha con sombrero de paja (1903, Museo de Arte
de Milwaukee), El mantel a cuadros (1910-1911, Colección Hahnloser, Winterthur), La
mesa (1925, Tate Gallery, Londres) y El almuerzo (1927, Museo Metropolitano de Arte,
Nueva York).

Jules Cheret

El auge de la producción de pósteres tuvo lugar durante la primera mitad del siglo
XIX, pues se utilizaron para anunciar una amplia gama de productos y de servicios.
También por esa época aparecieron los primeros carteles teatrales, generalmente con
ilustraciones realistas de escenas de las obras, óperas o espectáculos que anunciaban.
Casi todos estos pósteres eran prosaicos y sencillos. En 1867, el francés Jules Chéret
realizó un cartel anunciador de una representación teatral a cargo de Sarah Bernhardt y a
partir de ese momento el arte del cartel empezó a hacer gala de todas sus posibilidades.
Chéret fue el primer artista moderno de carteles y revolucionó su apariencia dando el
papel preponderante a la ilustración, que hasta entonces estaba subordinada al texto, y
dejando para éste una función explicativa, relativamente menos importante. También
partía de ilustrar directamente el texto. En lugar de escenas realistas dibujaba figuras
idealizadas, realzando su belleza, vitalidad y movimiento. Se especializó en carteles de
teatro, de los que hizo alrededor de 1.000; uno de los más característicos es una
muchacha, llena de frunces y de volantes, bailando el cancán sobre un fondo diáfano
color pastel. El texto era mínimo, unas pocas palabras anunciando el nombre del teatro y
la representación.
Esta nueva vitalidad en el arte del cartel atrajo hacia el género a numerosos artistas
conocidos, alcanzando su punto culminante en la década de 1890, con las innovaciones
introducidas por algunos representantes del Art Nouveau y por los pintores franceses
Henri de Toulouse-Lautrec y Pierre Bonnard.

Paul Cézanne (1839-1906), pintor francés, considerado el padre del arte moderno.
Intentó conseguir una síntesis ideal de la representación naturalista, la expresión
personal y el orden pictórico abstracto.
Cézanne se sintió de inmediato atraído por los elementos más radicales del mundo
artístico parisino. Admiraba sobre todo al pintor romántico Eugène Delacroix y, entre
los artistas más jóvenes, a Gustave Courbet y a Édouard Manet, que exponían obras que
la mayoría de sus contemporáneos encontraban chocantes tanto por su estilo como por
su temática.
Muchas de las primeras obras de Cézanne estaban pintadas con pigmentos espesos y
en tonos oscuros que recordaban al expresionismo romántico y melancólico de
generaciones anteriores. Sin embargo, Cézanne manifestó un interés progresivo por la
representación de la vida contemporánea, quería pintar el mundo tal y como se
presentaba ante sus ojos, sin preocuparse de idealizaciones temáticas o afectación en el
estilo. La influencia más significativa en los comienzos de su madurez artística fue la de
Camille Pissarro, pintor mayor que él aunque poco reconocido, que vivía con su
numerosa familia en una zona rural a las afueras de París. Pissarro no sólo proporcionó
al inseguro Cézanne el apoyo moral que necesitaba sino que le enseñó a plasmar los
efectos de la luz natural mediante una nueva técnica ideada por los impresionistas. Junto
con Claude Monet, Auguste Renoir y unos pocos pintores más, Pissarro había
desarrollado un estilo para trabajar al aire libre (en plein air) de forma rápida y a escala
reducida, que consistía en utilizar pequeños toques de colores puros, sin recurrir a
bocetos preliminares ni a dibujos. Pretendían atrapar de ese modo los efectos lumínicos
fugaces así como su interpretación visual, también efímera, de la naturaleza. Bajo la
tutela de Pissarro, en el corto periodo comprendido entre 1872 y 1873, Cézanne pasó de
los tonos oscuros a los colores brillantes y comenzó a concentrarse en escenas de la vida
rural.

Utilización del color: El aislamiento y la concentración, así como la singularidad de su


búsqueda, podrían señalarse como los responsables de la increíble evolución que
experimentó su estilo durante las décadas de 1880 y 1890. En ese periodo, aunque
continuó pintando directamente del natural con brillante colorido de tipo impresionista,
fue simplificando de modo gradual la aplicación de la pintura hasta el punto de que
parecía lograr expresar el volumen con sólo unas cuantas pinceladas de color
yuxtapuestas. Más adelante los expertos llegarían a afirmar que Cézanne había
descubierto un modo de representar tanto la luz como las formas de la naturaleza
simplemente mediante el color. Parecía reintroducir una estructura formal que los
impresionistas habían abandonado, sin sacrificar por ello la sensación y vivacidad
lumínica lograda por ellos. El propio Cézanne hablaba de modular el color en lugar de
modelar el claroscuro de la pintura tradicional. Con ello se refería a que suplantaba las
convenciones artificiales de representación (modelar) por un sistema más expresivo
(modular) que se hallaba aún más próximo a la naturaleza o, como decía el propio
artista, 'paralelo a la naturaleza'. Para Cézanne la solución a todos los problemas
técnicos del impresionismo radicaba en utilizar el color de un modo más ordenado y
expresivo que el de sus compañeros impresionistas.

Cézanne consideraba que nunca llegaba a alcanzar plenamente su objetivo, por lo que
dejó la mayor parte de sus obras sin acabar y destruyó muchas otras. Se lamentaba de su
fracaso a la hora de representar la figura humana y, efectivamente, las grandes obras con
figuras humanas de sus últimos años, como Bañistas (c. 1899-c. 1906, Museo de Arte,
Filadelfia), revelan unas distorsiones curiosas que parecen dictadas por el rigor del
sistema de modulación cromática que él mismo impuso sobre sus propias
representaciones. Sin embargo, la generación posterior de pintores llegó a aceptar
prácticamente todas las rarezas de Cézanne. Dicha generación creía que ya se habían
superado los objetivos naturalistas del impresionismo y que era necesario un estilo
nuevo y original, sin reparar en la dificultad, para poder devolver al arte moderno
sinceridad y compromiso.

Vincent van Gogh (1853-1890), pintor postimpresionista holandés. Vivió la mayor


parte de su vida en Francia y su obra influyó de forma decisiva en el movimiento
expresionista.
Oscuras y sombrías, a veces descarnadas, sus primeras composiciones ponen en
evidencia el intenso deseo de expresar la miseria y los sufrimientos de la humanidad tal
y como él los vivió entre los mineros de Bélgica.
Influido por la obra de los impresionistas y por la de los grabadores japoneses,
comenzó a experimentar con las técnicas de la época. Más adelante adoptó los brillantes
matices pictóricos de artistas franceses como Camille Pissarro y Georges Seurat.
Pintó escenas rurales, cipreses, campesinos y otras características de la vida de la
región. Durante ese periodo en el que vivió en Arlés, empezó a utilizar las pinceladas
ondulantes y los amarillos, verdes y azules intensos relacionados con obras tan
conocidas como La habitación de Vincent en Arlés (1888, Museo Van Gogh) y Noche
estrellada (1889, Museo de Arte Moderno, Nueva York, Estados Unidos).
Para él todos los fenómenos visibles, los pintara o los dibujara, parecían estar dotados
de una vitalidad física y espiritual. Logró contagiar su entusiasmo al pintor Paul
Gauguin, al que había conocido en París, para que fuera a verle a Arlés. Menos de dos
meses después empezaron a tener violentos enfrentamientos que culminaron en una
pelea en la que Van Gogh, fuera de sí, amenazó a Gauguin con una navaja; esa misma
noche, sumido en un profundo remordimiento, Van Gogh se cortó parte de la oreja.

Paul Gauguin (1848-1903), pintor postimpresionista francés, cuyos colores


exuberantes, formas bidimensionales planas y temáticas contribuyeron a dar forma al
arte moderno.
En 1874, después de conocer al pintor Camille Pissarro y ver la primera exposición de
los impresionistas, se hizo coleccionista y pintor aficionado. Expuso con los
impresionistas
Entre 1886 y 1891 Gauguin vivió principalmente en la Bretaña, donde era el centro de
un pequeño grupo de pintores experimentales conocidos como la escuela de Pont-Aven.
Bajo la influencia del pintor Émile Bernard, se alejó del impresionismo y adoptó un
estilo menos naturalista, al que denominó sintetismo. Halló inspiración en el arte
indígena, en los vitrales medievales y en los grabados japoneses; estos últimos los
conoció a través de Vincent van Gogh en 1888, durante los dos meses que vivieron
juntos en Arles, en el sur de Francia. Tras el altercado en el que Van Gogh intentó
matarle, abandonó la ciudad. Su nuevo estilo, marcado por la absorción de influencias
del arte primitivo bretón, se caracterizó por la utilización de amplias zonas planas de
colores encendidos, como en el Cristo amarillo (1889, Galería de Arte Albright-Knox,
Buffalo, Estados Unidos). Mantuvo su expresividad cromática, el rechazo a la
perspectiva y la utilización de formas amplias y planas.

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