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La Italia española en la Edad Moderna:

tras el mito de la «crisis»


Manuel VAQUERO PIÑEIRO
Università di Perugia
manuel.vaquero@unipg.it

Dada la abundancia de temas y de puntos de vista resulta imposible resumir en pocas pá-
ginas la intensidad y la complejidad de las relaciones que a lo largo del tiempo, de modo
especial en la Edad Moderna, se han tejido entre España e Italia. Sin ninguna aspiración a
ser completos y sabiendo que por fuerza se deben dejar fuera un gran número de ejemplos
o de casos concretos que nos podrían ayudar a enmarcar mejor nuestro objeto de reflexión,
cabría la posibilidad de recordar el magnífico monumento funerario realizado a comienzos
del siglo XVI para acoger a los restos del cardenal Cisneros en la capilla de San Ildefonso
en Alcalá de Henares; obra que denota una clara influencia italiana no sólo por el esplén-
dido bloque de mármol blanco de Carrara utilizado sino porque el estilo y los motivos de-
corativos utilizados por Domenico Fancelli y Bartolomé Ordóñez son una fiel reproduc-
ción en el centro de Castilla del modelo de sepulcro de Sixto IV labrado hacia 1493 por
Antonio del Pollaiolo en la basílica del Vaticano. Lo mismo se podría decir de otros im-
portantes episodios referidos al mundo del arte como la nutrida presencia de pintores y es-
cultores transalpinos afincados en las ciudades del sur de la Península Ibérica, como el caso
concreto de Petro Torrigiano que murió en Sevilla en 1528, donde trabajaban para una
clientela con gustos ‘a la italiana’ y desde este punto de vista qué mejor ejemplo de circu-
lación e intercambio de ideas que la gloria de ángeles músicos que decoran la bóveda de la
capilla mayor de la catedral de Valencia y que, encargados por el capítulo catedralicio en
1472 a Francesco Pagano y Paolo da San Leocadio, tanto recuerdan la escuela de Bernar-
dino de Betto Betti, más conocido con el nombre de Pinturicchio.
En dirección contraria se podrían mencionar los grandes representantes de la pintura y
de las letras (Cervantes, Velázquez) que hicieron el viaje hacia Roma y como ellos otros
muchos, menos conocidos, para los cuales resultaba casi normal emprender el camino ha-
cia Italia considerada por algunos meta definitiva de trabajo y de vida, mientras que para
otros era simplemente una etapa de un viaje aún más largo (quizás hacia Palestina) o sim-
plemente un lugar donde tramitar un asunto o negocio económico, político o religioso.
Todo ello, y mucho más, alimentado por un flujo continuo de personas de cualquier con-
dición y rango, desde hombres de negocios, eclesiásticos, letrados y artistas hasta un sinfín
de vagabundos, soldados, aventureros, peregrinos, cortesanas, que dejaban la Península Ibé-
rica sabiendo que todos los caminos conducían, antes o después, a Roma donde circulaba
con mayor facilidad el dinero. Ahí están para demostrarlo las sarcásticas comedias de Bar-
tolomé Torres Naharro (Tinelaria y Soldatesca) o de Francisco Delicado (La lozana andalu-
za) en las que el protagonista principal es el abigarrado mundo social, compuesto en larga
parte por originarios de los reinos de la Península Ibérica, que animaban las tabernas, los
prostíbulos y demás ambientes de los bajos fondos romanos, lugares ideales para reclutar sin
demasiados problemas a mercenarios, ladrones y tantos sicarios dispuestos a todo por una
buena bolsa de dinero. Y aunque nuestro rápido recorrido peque de falta de exhaustividad
(no podía ser de otra forma), puestos a recordar algunos de los tantos motivos de contacto
 Se publica el texto presentado en la mesa redonda “Historia” organizada en el ámbito del XVII Congreso de la Aso-
ciación Internacional de Hispanistas (Roma, 19-24 de julio de 2010). Se ha preferido mantener la versión y el estilo ori-
ginal, añadiendo al final una bibliografía de base que incluye algunos títulos esenciales.
La Italia española en la Edad Moderna: tras el mito de la «crisis» 

entre ambas penínsulas no se pueden dejar fuera del tintero a todos aquellos que compo-
nían los niveles altos de la sociedad. Embajadores, cardenales, virreyes o simples miembros
de la nobleza, piezas clave a la hora de interpretar no sólo el complicado juego de las alian-
zas políticas o de las relaciones de poder sino también la difusión de modas y gustos na-
cionales en la literatura, en la música, en la forma de vestir o incluso en la cocina. Entre
otras muchas noticias curiosas, Paolo Giovio, en su tratado De romanis piscibus (1524), cuen-
ta que en los banquetes organizados por las autoridades españolas de Roma era usual en-
contrar el congrio, plato considerado por los anfitriones de gran prestigio dado el esquisi-
to sabor de sus carnes, juicio no compartido por ‘otros gustos nacionales’ pues se trataba de
un pescado poco apreciado tanto por la abundancia de espinas como por el aspecto alar-
gado y oscuro que tanto recordaba al de un monstruo marino. Es verdad que en el mismo
texto al obispo de Nocera no pasan inobservadas las preferencias alimenticias del papa fla-
menco Adriano VI, protector del emperador Carlos V, motivo de burla por sus costrum-
bres sobrias y por el excesivo consumo que hacía de bacalao, alimento, a comienzos del si-
glo XVI, para el paladar de los romanos considerado demasiado salado y duro. Pero vol-
viendo al tema que nos interesa, no cabe duda de que cualquiera de los argumentos hasta
ahora elencados podrían ser el punto de arranque de nuevos estudios, objetivo que en par-
te ya es realidad como lo confirma la notable expansión de la bibliografía histórica de es-
tos últimos años dedicada a analizar, escogiendo uno de los tantos puntos de vista posibles
(político, artístico, económico, religioso, cultural, social), la ramificada galaxia de las rela-
ciones entre España e Italia durante la Edad Moderna.
De todas formas para dar a estas notas un carácter menos deshilvanado resulta opor-
tuno llamar en causa uno de los pocos estudios realizados en el pasado con el delibera-
do intento de componer un cuadro completo y orgánico amalgamando muchas de las
cosas dichas hasta este momento. Me refiero a La Spagna nella vita italiana durante la Ri-
nascenza, obra escrita en 1917 por Benedetto Croce (1866-1952). Estudio que en italia-
no ha conocido cinco ediciones, la última en 1968, mientras que en castellano las edi-
ciones disponibles son cuatro. Las primeras dos, realizadas entre 1920 y 1925, demues-
tran que se trató de un estudio (España en la vida italiana del Renacimiento) que tuvo una
acogida inmediata, suscitando el interés de los ambientes y círculos nacionales desde el
momento que proponía el punto de vista de un intelectual de gran prestigio que desde
el exterior se interrogaba sobre la historia española, especialmente su proyección inter-
nacional, describiendo los límites pero también los méritos en el haber contribuido a la
evolución y a la formación de otro país, en este caso Italia. La tercera edición, en 1945,
salió a la luz en Buenos Aires editada por Francisco González Ríos y aunque sea una sim-
ple coincidencia cabe recordar que pocos años después, en 1948, en la capital argentina
Américo Castro publicó España en su historia: cristianos, moros y judíos. Aunque los auto-
res se muevan en terrenos diferentes, entre ambas obras son evidentes los puntos de con-
tacto comenzando por la idea de que las sociedades española e italiana constituyan el fru-
to de un largo proceso de integración y de intercambio de elementos y préstamos cul-
turales provenientes de distintos grupos sociales. Sin entrar en demasiados detalles tanto
Benedetto Croce como Américo Castro utilizan la literatura come fuente histórica prin-
cipal siendo la base de muchos de los razonamientos y planteamientos teóricos presen-
tados. La literatura para sendos autores es el hilo conductor de sus respectivos estudios:
en el caso de Américo Castro con el tentativo de demostrar la convivencia pacífica de la
tres religiones, en el de Benedetto Croce para subrayar la fecunda penetración de la in-
fluencia española en la realidad italiana, tal y como lo demuestran las ceremonias, la len-
gua, el modo de comportarse, el gusto por el espíritu militar impuestos por los ejércitos
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ibéricos, el mantener alta la aspiración de cruzada ante el peligro turco y así un amplio
abanico de situaciones fomentadas por la fama de Alfonso I el Magnánimo, Gonzalo Fer-
nández de Córdoba, Pedro Álvarez de Toledo, los Reyes Católicos y, por qué no, los
odiados, temidos pero también admirados Alejandro y César Borja.
Después de la edición argentina de 1945 hemos tenido que esperar hasta el 2007 para
poseer una versión más reciente la cual, con un prólogo de Antonio Pietro, es en larga par-
te una reedición de la de 1945. Por todo ello y a casi un siglo de la publicación de la obra
de Benedetto Croce hay bastantes razones para justificar que sería oportuno recoger el tes-
tigo de La Spagna nella vita italiana durante la Rinascenza no sólo para revalidar su indiscuti-
bile importancia sino también, como punto de comparación, para apreciar el camino re-
corrido desde los planteamientos inciales hasta los resultados logrados por la más joven his-
toriografía italo-española a la cual va el mérito de haber contribuido a poner en tela de jui-
cio muchas de la tesis imperantes a comienzos del siglo XX, cuando se postulaba que el re-
traso y la decadencia vivida por Italia a lo largo de la Edad moderna se debía en primer lu-
gar a la presencia extranjera, España inclusive. Una idea que muchos han asociado precisa-
mente al pensamiento de Benedetto Croce quien, por lo que atañe al peso de la influen-
cia española, presenta sin embargo una visión menos categórica hasta llegar a afirmar que
«la Spagna non rappresentasse una potenza nemica e malefica è dimostrato dalla coscienza
dei contemporanei che nella sua generalità era soddisfatta e persino orgogliosa che l’Italia
fosse congiunta con la Spagna» y, si ello no fuera bastante para despejar dudas, el autor ita-
liano añade «ma chi poi voglia intendere la qualità e le ragioni di ciò per l’appunto che si
è convenuto di chiamare decadenza italiana ha l’obbligo strettissimo di liberarsi dal fantas-
ma di una Spagna, fonte di nequizia e corruttrice di un’Italia incorrotta». Estamos en pre-
sencia de temas, y estas notas son la prueba, complicados y que admiten muchos matices
desde el momento que se tocan aspectos de gran profundidad histórica imposibles de re-
sumir en poco tiempo. Aun así se puede afirmar, siguiendo el modo de pensar de Croce,
que si lo que se pretende es buscar los orígenes de la decadencia de la economía italiana
durante la Edad Moderna entonces lo que se debe hacer es alargar el campo visual para
darse cuenta de que tanto España como Italia sufrieron, a partir de la segunda mitad del si-
glo XVI, una crisis que era antes que nada una crisis de la Europa mediterránea ante la ma-
yor capacidad de crecimiento demostrada por las potencias que se estaban formando a am-
bos lados del Canal de la Mancha: Holanda e Inglaterra por este orden. Un estimulante te-
rreno de debate histórico, que tanto debe a los enfoques de Fernand Braudel sobre la eco-
nomía del Meditérrano en la época de Felipe II pero respecto a los planteamientos tradi-
cionales que reputaban, como se ha dicho antes, el dominio político español una de las
principales razones de la decadencia y del retraso económico de la Italia que había cono-
cido las luces del Renacimiento, a partir de la segunda mitad del siglo XX se ha ido gra-
dualmente afianzando una línea historiográfica mucho menos categórica hasta componer
un rico mosaico de matices y de diferentes situaciones regionales. A través de los estudios
de Aldo De Maddalena, Domenico Sella, Giovanni Vigo o Paolo Malanima, por recordar
aquí el nombre de algunos de los que componen una nutrida lista de investigadores, con-
ceptos como “crisis” o “decadencia”, tan en boga para describir la situación de la econo-
mía italiana durante el dominio español, han sido sustituidos por otros mucho más flexi-
bles como “reconversión”, “transformación” o “reajuste”.
Aunque englobados en el mismo sistema político, la Monarquía española, es innegable
que el camino recorrido por la economía de la Lombardía española durante el siglo XVII
no es el mismo que el de los territorios meridionales de la Península Itálica. Si para indi-
car la capacidad de la nobleza napolitana y siciliana de consolidar un prestigio anclado en
La Italia española en la Edad Moderna: tras el mito de la «crisis» 

la percepción de rentas y en el ejercicio del poder jurisdiccional se ha acuñado el concep-


to de “refeudalización”, el Seicientos para la Lombardía representó en cambio un periodo
de búsqueda de nuevas soluciones para adaptarse a una estructura de la economía mundial
cuyos centros de dirección se habían desplazado de la cuenca mediterránea a las ciudades
del norte de Europa. Los capitales se trasladaron de la ciudad al campo y aquí fueron in-
vertidos en empresas rurales en las que se perfeccionó la integración entre la agricultura y
la ganadería bovina intensiva, se difundió el cultivo del maíz, del arroz y de los árboles de
mora para la cría del gusano de seda. A partir de las primeras décadas del siglo XVII, el sis-
tema manufacturero-artesanal de la Italia del Norte se especializó progresivamente en la
confección de productos de lujo y para la exportación dejando la producción de bienes de
masa a precios baratos para el más eficaz aparato industrial que comenzaba a implantarse
más allá de los Alpes. Es decir, en la Italia española, y aunque la presentación sea excesiva-
mente superficial, conviven y se integran dos realidades muy diferentes: una meridional ca-
da vez más alejada del centro de la economía europea y con las características típicas de un
área que presentaba un perfil colonial y otra septentrional en torno a la región de Lom-
bardía que de una u otra forma siguió jugando un papel destacado en el contexto de los
grandes circuitos financieros y comerciales internacionales. Dos trayectorias que se celan
detrás de la crisis italiana del siglo XVII y que llaman en causa el comportamiento de los
diferentes territorios que entonces integraban la monarquía española. Ante semejante cua-
dro interpretativo el concepto de “decadencia” seguiría conservando su validez a la hora
de presentar la situación general en Castilla, un poco menos si nos referimos a la fachada
mediterránea de la Península Ibérica, y en la parte meridional de la Península Italiana; vi-
ceversa si nos desplazamos al Norte de Italia, la evolución seguida por la oligarquía políti-
co-económica lombarda, capaz de no fosilizarse y de saber seleccionar los sectores de in-
versión para utilizar los recursos monetarios acumulados, deja al descubierto hasta que pun-
to en realidad la “crisis” obligó a los grupos que ocupaban el poder a buscar nuevos equi-
librios y soluciones cuando un determinado sistema económico dejaba de crecer hasta lle-
gar incluso a convertirse en motivo de depresión. La historia de la Lombardía contempo-
ránea demostraría que en parte gracias a las medidas adoptadas ante el cambio de horizon-
te económico acaecido a lo largo del siglo XVII se crearon las condiciones para un futuro
desarrollo económico. Aunque nos movamos en un contexto muy diferente también hoy
estamos atravesando un grave momento de “crisis” (para algunos más que para otros) que
impone la difícil pero necesaria búsqueda de vías de salida.

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 Manuel VAQUERO PIÑEIRO

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