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FORMA Y PERCEPCIÓN
Juan Calduch
Título: Temas de Composición Arquitectónica: Formas y Percepción
Autor: © Juan Calduch
Fotos Portada:
Escuela de Arquitectura de Alicante, (Dolores Alonso, arq.) fotos de la autora.
I.S.B.N.: 84-8454-115-0
Depósito legal: A-1577-2001
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5
4.3.- Contaminaciones formales. Forma arquitectónica y artes
plásticas ................................................................................................... 55
4.3.1. Energías preformativas .............................................................. 56
4.3.2.- Arquitectura y ‘artes del disegno’ ............................................ 66
4.3.2.1.- Arquitectura y dibujo arquitectónico. ............................... 68
4.3.2.2.- Arquitectura y pintura: la ‘abstracción’ en el arte............. 71
4.3.2.3.- Arquitectura y escultura. ................................................... 80
4.3.2.4.- Arquitectura y diseño industrial ........................................ 82
4.3.2.5.- Crítica a las contaminaciones en arquitectura desde las
artes plásticas.................................................................................. 84
4.3.3.- Arquitectura y feísmo ............................................................... 86
4.3.4.- ‘Kitsch’ (coentor) y publicidad: sus repercusiones en la
arquitectura ......................................................................................... 89
4.3.4.1.- El concepto de ‘lo popular’ y su perversión en el
consumismo.................................................................................... 89
4.3.4.2.- Arquitectura popular, arquitectura Pop, arquitectura
coenta ............................................................................................. 93
6
1.- INTRODUCCIÓN: LA FORMALIZACIÓN EN ARQUITECTURA.
1
MEYER, Hannes, EL ARQUITECTO EN LA LUCHA DE CLASES Y OTROS ESCRITOS (edic.
DAL CO, Francesco), Gustavo Gili, Barcelona, 1972, pág.96.
7
recordarnos las pretensiones seculares de todas las Academias de
Arquitectura.
2
PEHNT, Wolfgang, LA ARQUITECTURA EXPRESIONISTA, Gustavo Gili, Barcelona, 1975, pág.
16.
3
TAUT. Bruno, citado por CAPACCIOLI, Luciana, BRUNO TAUT. VISIONE E PROGETTO,
Dedalo libri, Bari, 1981, pág. 46.
8
negativo. Es decir, los aspectos materiales impiden el uso de determinadas
formas, pero eso no significa que no puedan existir infinidad de formas
posibles que se adecuan de un modo equivalente a aquellos requisitos
materiales. No existen, por lo tanto, formas únicas que se puedan considerar
óptimas tanto desde el punto de vista funcional como constructivo. Muchas
formas diversas pueden satisfacer, en igualdad de condiciones, estos
aspectos. Cuestiones funcionales o técnicas establecen limitaciones a las
formas, pero en absoluto establecen soluciones únicas. Es cierto que
determinadas actividades no se podrán llevar a cabo en unos lugares que no
reúnan determinados requisitos formales. E igualmente, es cierto que
determinadas formas no se pueden construir con determinados materiales.
Pero prácticamente aquí termina este condicionamiento mutuo entre función
y forma, o entre materia y forma.
9
2.- ¿QUÉ ES LA FORMA? FORMA Y ESTRUCTURA FORMAL.
PROYECTO Y PERCEPCIÓN
Resulta importante esta diferenciación entre las dos acepciones del vocablo
forma. Por un lado, forma entendida como la apariencia visible y concreta
de algo; por otro, forma como la estructura formal o la configuración no
sensible.
Cuando Aristóteles dice que todas las cosas tienen su fin propio, su ser o
esencia perfecta a la que tienden (la entelequia), y que su materia informe se
organiza y estructura, debido a la causa formal entre otras, de acuerdo con
esa entelequia, adquiriendo así su forma, esta utilizando los dos conceptos de
forma antes aludidos. La forma visible y concreta de una cosa, tiende a
adecuarse a su esencia formal, es decir a su estructura formal. Según este
filósofo, la causa formal es el nexo de unión que liga la forma concreta de
11
algo con la estructura formal que le corresponde según su propia esencia, su
finalidad especifica, en definitiva su entelequia.
12
mental. Un proceso de mediación consecuencia de las condiciones
fisiológicas propias de nuestro sentido de la vista (que, por ejemplo es
incapaz de detectar los rayos infrarrojos), y de las condiciones mentales y
culturales que nos inducen a ver unas cosas y no ver otras. Todo esto hace
que, entre los estímulos que recibimos y las imágenes que percibimos,
existan una evidentes diferencias. Por ejemplo, vemos una serie de figuras
trapezoidales que forman un pavimento, pero las interpretamos como
cuadradas corrigiendo la perspectiva de la visión. Un volumen, deformado
por el punto de vista, e incluso parcialmente oculto a la visión, somos
capaces de interpretarlo como completo y cúbico, porque hemos obviado el
traslapo y hemos corregido en la imagen mental las deformaciones debidas
al punto de vista. En definitiva estamos induciendo mentalmente la
estructura formal que hay detrás de lo que vemos, a partir de la forma visible
percibida.
2.2.- La formalización.
4
NAVARRO BALDEWEG, Juan, LA HABITACIÓN VACANTE, Pre-Textos, Valencia, 1999, pág.
44.
13
la modernidad, se ha interesado por el modo de percibir la forma
arquitectónica, por las leyes y relaciones visuales que se establecen entre el
edificio y aquel que lo percibe.
14
3.- LAS TEORÍAS CLÁSICAS DE LA FORMALIZACIÓN EN
ARQUITECTURA.
5
MORALES, José Ricardo, ARQUITECTÓNICA. SOBRE LA IDEA Y EL SENTIDO DE LA
ARQUITECTURA, Biblioteca Nueva, Madrid, 1999, pág. 112.
15
Renacimiento, se exigirá por primera exigencia de la obra artística:
que se halle constituida como ‘un todo compuesto de partes’.”6
16
corrección de los aspectos visuales, lo que pretendía era recuperar la visión
de la perfección geométrica de los cuerpos, devolviéndoles, por lo tanto,
incluso en su percepción visual, una perfección y un rigor que los defectos
de visión podían haber distorsionado.
17
4.- EL GIRO PRODUCIDO POR LA CULTURA MODERNA
19
siempre, sino que, como todo lo concerniente al hombre, esta anclado en el
devenir de la historia. Cuando en su proceso histórico la sociedad cambia,
cambian también sus gustos y las formas del arte y la arquitectura capaces
de satisfacerlos. En definitiva, con el paso del tiempo, a la vez que la
sociedad, cambian los estilos que la reflejan y con los que esa sociedad se
identifica. El sucederse de los estilos es la manifestación de estos cambios
sociales y artísticos.
Según el diccionario la palabra estilo procede del latín ‘stillus’ que era un
punzón para escribir, y que, a su vez, procedía de griego ‘stylos’ que
significa columna.9 Por una parte, alude a las diferentes formas de las
columnas, y en este sentido, nos remite a los órdenes arquitectónicos. Pero
en su sentido latino, hace referencia, de modo metafórico, al modo en que el
amanuense utilizaba el estilete en su escritura. De aquí, el vocablo estilo
empezará a hacer alusión al modo particular de escribir, a la manera literaria
de expresarse que caracteriza a un autor, a su manera personal de hacerlo. En
la Italia del s. XVI en relación con las artes del disegno, ese modo personal
de expresión artística se denominaba maniera, y la ideas de ‘estilo personal’
y ‘maniera’ empezarán a ser términos sinónimos para designar el particular
modo de creación por parte de un autor ya sea poeta, literato o artista
plástico: la divina maniera de Miguel Angel, por ejemplo, por citar una
expresión de Vasari10.
Se trata de usar aquellas expresiones por medio de las cuales los personajes
demuestran o explican algo utilizando el lenguaje adecuado. Era incorrecto,
por ejemplo, utilizar un lenguaje jocoso para una acción trágica. Esto se
interpretará en el sentido de que cada obra de arte tiene un tono o modo de
9
Para esta etimología he utilizado el DICCIONARIO DE USO DEL ESPAÑOL, de MOLINER,
María, Gredos, Madrid, 1975. Véase también ARNAU AMO, Joaquín, op. cit., pág. 74-77.
10
VASARI, Giorgio, LE VITE DE’ PIÚ ECCELLENTI ARCHITECTTI..., 1550.
11
ARISTÓTELES, POÉTICA (edición de ALSINA CLOTA, José), Icaria, Barcelona, 1997, pág. 31.
20
expresión que le es propio y adecuado. En arquitectura, el concepto
vitruviano de ‘decoro’ alude, en cierta medida a esta misma idea. Por su
parte, la idea de Alberti de ‘ornamento’ apropiado a cada tipo de edificio
(templo, palacio, casa, etc.) se sitúa también en este mismo ámbito de
significado. Lo adecuado a cada composición, su decoro, o el empleo de los
ornamentos apropiados, son términos que empiezan a solaparse con la idea
de estilo apropiado a cada obra. Y dentro del mundo de la arquitectura
clásica, el estilo se interpretará como el orden de columnas apropiado al
destino del edificio. Así, todos los tratados considerarán, siguiendo a
Vitruvio, que el orden toscano es el apropiado para puertas de ciudad y
elementos militares, el jónico para templos de diosas, y el corintio para
edificios festivos.12
Toman cuerpo de esto modo dos interpretaciones del término estilo: por un
lado, alude al modo personal de crear por parte de un artista, y por otro, a lo
adecuado al tipo de composición o al destino del edificio. Collins escribe:
12
Véase, por ejemplo lo señalado por SERLIO, Sebastiano que dice: “Los antiguos dedicaron todos los
edificios a los dioses, aplicándoles a aquellos que más les pertenecían según su naturaleza, si era robusta
o delicada. Y así la obra dórica constituyeron a Júpiter y a Marte y a Hércules (...) Y la jónica a Diana y
a Apolo ya Baco, la cual participa también de la forma natural o mujeril, porque tiene de lo robusto y
delicado (...) Más la manera corintia por ser tomada de un cuerpo de doncella, quisieron que fuese
dedicada a la diosa Vesta la principal de las vírgenes (...) Y así digo que la obra toscana, por mi parecer,
conviene para cosas fuertes, como serían puertas de ciudades, para fortalezas, para castillos y lugares
para guardar tesoros y donde estén las municiones y artillerías, para cárceles y puertos de mar...”
TERCERO Y CUARTO LIBROS DE ARQUITECTURA, traducción de Francisco de
VILLALPANDO (1552), edición facsímil, Albatros, València, 1977, libro IV, pág. IIII y V.
13
COLLINS, Peter, LOS IDEALES DE LA ARQUITECTURA MODERNA. SU EVOLUCIÓN.
(1750-19950), Gustavo Gili, Barcelona, 1970, (reedic. 1998), pág. 185.
21
a cambios en el decoro de los temas o en la ‘maniera’ personal de abordar
la formalización. Aquellos cambios que supusiesen una ruptura radical del
marco formal de referencia (por ejemplo, la arquitectura gótica respecto a
los ideales clásicos), no podían interpretarse como un cambio estilístico sino,
simplemente, como un barbarismo, como la negación de la arquitectura,
como el abandono suicida de las permanentes e insustituibles leyes de
formalización. Este tipo de cambios era una perversión, una degeneración,
un capricho injustificable. En el uso del estilo adecuado a cada tipo de obra,
se podían aceptar licencias que introdujesen variedad o sorpresa en los usos
establecidos de los estilos correspondientes, pero no rupturas.
La cultura moderna, sin abandonar ese doble significado del término estilo,
va a sobreponer un significado distinto al utilizarlo como criterio de
clasificación histórica. El estilo adquirirá entonces el significado de un
conjunto o sistema orgánico de formas características de un lugar o grupo de
artistas en un momento histórico. Según Fernando Marías:
Frente a lo singular y personal del modo de crear por un artista, el estilo será
lo que hay de común entre todos los creadores que forman un grupo en un
lugar y un momento histórico. Más aún, el estilo sería aquel conjunto de
características formales, impuestas de un modo más o menos consciente, por
la época y el entorno social, y a las que el artista no podría sustraerse por
más que desarrollara una maniera personal de crear.
Surge así una contraposición entre estas dos acepciones del término estilo.
Lo que hay de genérico en un momento y entre un grupo de artistas u obras,
frente a lo que hay de personal y único en un creador concreto. Josep Picó,
14
MARÍAS, Fernando, TEORÍA DEL ARTE II, Historia 16, Madrid, 1996, pág. 63.
22
citando a Simmel, intenta diferenciar estas dos ideas contrapuestas,
separando los conceptos de arte y estilo. Escribe:
23
determinado. Si somos capaces de aislar y establecer los rasgos y
características formales y comunes en un conjunto de obras determinados, el
término estilo es pertinente porque nos aproxima a aquello permanente en la
formalización de la arquitectura, y nos da determinadas claves para su
interpretación histórica al dejar en un segundo término aquellos aspectos
que, por aludir a lo de particular y único de las obras concretas no nos
permiten esa contextualización.
24
cambio estilístico sólo era aceptable dentro de un mismo conjunto que se
presentaba como atemporal y, por lo tanto a-histórico. Es, precisamente el
cambio en los estilos lo que pone en evidencia la historicidad de la
arquitectura ligada a la historia social. Así, el gótico ya no es un barbarismo
inaceptable desde la perspectiva del estilo clásico (por volver al mismo
ejemplo antes utilizado), sino que es el reflejo de un modo distinto de
entender la arquitectura por sociedades claramente diferenciadas. La
consecuencia de estos planteamientos donde los estilos pierden su carácter
normativo y se cargan de significados históricos han sido importantes en la
arquitectura moderna y contemporánea.
En primer lugar, si cada estilo revela y expresa a través de sus formas los
valores de una sociedad concreta (gótico, egipcio, barroco, bizantino, etc.)
esto significa que todas pueden tener el mismo nivel de consideración, tanto
desde el punto de vista de su conocimiento histórico, como desde el enfoque
de la pervivencia, para nosotros, de aquellos valores reflejados en sus
formas. Esto conduce a considerar que el clasicismo como estilo es uno más
de todos los que históricamente se han producido, y por lo tanto, tiene un
valor equivalente a los otros en igualdad de condiciones. A partir de esta
interpretación, la arquitectura clásica deja de ser considerada la arquitectura
sin más, en sentido único y excluyente, y pasa a ser un estilo arquitectónico
cuyo valor es similar a cualquier otro que haya existido a lo largo de la
historia. El clasicismo se convierte en un estilo equivalente al resto de
sistemas formales históricos. Es verdad que en un principio se consideró que
era un estilo especial o prioritario, pero en cualquier caso, dejo de ser
considerado como la única manifestación posible de la arquitectura. La
arquitectura, como arte, amplió su campo a estilos que, hasta ese momento,
no habían sido tomados en consideración por entender que eran ajenos a su
esencia.
25
intereses que creían identificar con aquellas sociedades medievales. En esta
situación, el trabajo del arquitecto, la creación arquitectónica, queda
reducida a elegir entre todos los estilos históricos conocidos, aquellos que
mejor reflejan los valores que quiere expresar en su obra. Se trata, en
definitiva, en ver qué estilo histórico responde mejor a un contexto social y a
unos intereses similares a los nuestros. Si, por ejemplo, nuestra religiosidad
se ve identificada con el espiritualismo medieval, y este espiritualismo
encontró su modo de expresión idóneo en la arquitectura gótica, esto
significa que nuestra espiritualidad actual también tendrá en ese estilo gótico
el mejor modo de expresarse. Encontrar entre los estilos históricos aquel que
es capaz de expresar mejor nuestros sentimientos, nuestra sensibilidad,
nuestro gusto, es el fundamento teórico de los historicismo. Y así basa
Horace Walpole en el s. XVIII su elección de la primeras manifestaciones
del neogótico. Citando a este autor Peter Collins escribe:
“Una persona ha de tener muy buen gusto para ser sensible a las
bellezas de la arquitectura griega, mientras que para sentir el gótico
sólo necesita tener pasiones.”17
17
COLLINS, P., op. cit., pág. 47.
18
Para la relación entre los conceptos de ‘decoro’ y ‘carácter’ en arquitectura véase ARNAU AMO,
Joaquín, op. cit., pág. 17-19.
19
COLLINS, P., op. cit., pág. 185.
20
Ver antes nota 13.
26
uso al que se destina) y la forma. La expresión de la forma por medio del
estilo adecuado, nos revela el uso al que está destinado el edificio. Y eso es
su carácter. Encontrar el estilo formal idóneo para el uso para el que se
construye el edifico era el modo de conferirle su carácter apropiado. Según
Collins se tenía:
Así surge el debate sobre qué estilos históricos son los más apropiados para
expresar determinados usos de los edificios que se proyectan. O sea, qué
estilos históricos confieren el carácter correcto a los edificios según sus
usos. La espiritualidad medieval ya mencionada, la democracia política
griega, la suntuosidad y elegancia de la vida social renacentista, la
manifestación del poder barroca, son valores a los que aspira la nueva
sociedad burguesa del s. XIX, y que se verán representados en sus estilos
arquitectónicos correspondientes: el neogótico para las iglesias, el neogriego
para los parlamentos, el neorenacimiento para los clubs sociales y las casas
particulares, el neobarroco para los edificios del nuevo poder. Pero incluso
se dijo que si el ferrocarril era el símbolo supremo del progreso de la
humanidad su función sólo se podrá expresar con lo que se consideraba el
estilo supremo de la arquitectura o sea, el neogriego. Así, las primeras
estaciones de ferrocarril utilizaron este estilo neogriego como expresión del
carácter de este logro supremo del progreso humano: siguiendo esta moda se
construyó la primera estación de València frente a la bajada de San
Francisco (hoy plaza del Ayuntamiento) del ingeniero James Beatty en
1852.22
21
COLLINS, P., op. cit, pág. 59.
22
Para el uso del neogriego en las estaciones de ferrocarril véase PEVSNER, Nikolaus, HISTORIA DE
LAS TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS, Gustavo Gili, Barcelona, 1979; para la estación de
València véase PEÑÍN, Alberto, VALENCIA 1874-1959. CIUDAD, ARQUITECTURA Y
ARQUITECTOS, ETSA-UPV, Valencia, 1978, pág.20.
27
edificio a levantar), esta capacidad formal de expresar la finalidad sigue
estando vigente en la arquitectura. Esta sería en la actualidad la
reformulación del problema del carácter en la arquitectura. O sea, cómo, por
muy rupturista que sea formalmente un edificio, conserva una serie de
rasgos formales que nos permiten identificarlo en cuanto a su destino.
Rudolf Arnheim escribe:
“Hasta cierto punto cabe decir, por la vista, qué clase de edificio
tenemos delante (...) ¿Cuales son las invariables que no es posible
olvidar sin impunidad?¿Cómo se reconoce un hotel, o un banco,
como tales, y qué rasgos podrían confundir al usuario? Cuando la
imagen estándar es lanzada por la borda ¿cómo trata el diseño de
volver a definir la imagen? (... y concluye...) Estos aspectos
semánticos son muy importantes para edificios esencialmente
‘ideológicos’.”23
23
ARNHEIM, Rudolf, LA FORMA VISUAL DE LA ARQUITECTURA, Gustavo Gili, Barcelona,
1978, (edición original en inglés: 1975), pág. 162, 163.
28
estilos arquitectónicos y adaptando todas las bellas características
para que no se anulen mutuamente y sirvan a las exigencias del
edificio.”24
Si los estilos son la expresión de los valores compartidos por una sociedad
en una etapa histórica determinada, entonces, para expresar los valores de la
cultura del s. XIX, no podían servir los estilos históricos porque pertenecían
a etapas pasadas. Tampoco su mezcla y experimentación formal podía
considerarse una salida válida. Sólo el surgimiento de un estilo nuevo e
inédito podía dar una solución cabal a este problema. Esta idea va a dar
origen a dos líneas de reflexión en la arquitectura de finales del s. XIX y
principios del s. XX. Por un lado va a abrir la vía de la búsqueda de lo nuevo
24
COLLINS, P., op. cit., pág. 119.
25
Postura expresada por SULLIVAN, Henry, en textos como: CHARLAS CON UN ARQUITECTO
(KINDERGARDEN CHATS Y OTROS ESCRITOS), Infinito, Buenos Aires, 1957.
26
COLLINS, P., op. cit., pág. 119.
29