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ENSAYO SOBRE ATENCIÓN DE DESASTRE

María Fernanda Marenco Salazar


Grupo 03

“Una catástrofe es considerado como un suceso que viene acompañado de una gran
destrucción o daño; es un cambio brusco de estado de un sistema dinámico, provocado por
una mínima alteración de uno de sus parámetros; y es un desenlace de una obra dramática,
al que preceden la epítasis y la prótasis.” Real Academia de la lengua Española (RAE). Este
suceso por lo general viene de la mano con el desastre el cual se define como “Un
acontecimiento grave o repentino de tal magnitud que la comunidad afectada necesita
esfuerzos extraordinarios para afrontarlo, a menudo con apoyo externo o ayuda internacional;
estas situaciones van acompañadas de un desequilibrio fuerte e imprevisto entre las
posibilidades de intervención de los médicos y las necesidades de las víctimas o personas
cuya salud está amenazada, en un tiempo dado” (1).

Un desastre a manera general produce conflictos entre los valores y principios éticos al
momento de la atención en salud hacia todas las personas que resultan afectadas en muchas
de estas situaciones, además que estos infortunios tienen un gran impacto a nivel de la salud
pública; refiriéndose a la ética clínica en este tipo de situaciones busca no aumentar el daño,
basándose en la doctrina de la no maleficencia, “Las catástrofes inician una reacción
multidisciplinaria que pone en marcha numerosos tipos de ayuda, que van desde los
transportes y aprovisionamiento de alimentos hasta la atención médica, pero siempre dentro
de un marco de seguridad.” (1).

“Durante la década 1990-2000 las catástrofes causaron cada año un promedio de 75.000
muertes, afectaron a una media anual de 256 millones de personas y causaron pérdidas
económicas por valor de más de 650.000 millones de euros. Actualmente la magnitud del
problema, su impacto sobre la salud pública y sobre el nivel de desarrollo de las poblaciones
afectadas es de tal importancia que la 44.ª Asamblea General de las Naciones Unidas propuso
designar la década 1990-1999 como Década Internacional para la Reducción de los Desastres
Naturales (DIRDN), con el objetivo de aunar los esfuerzos de la comunidad internacional en la
tarea de reducir las consecuencias de este tipo de fenómenos de magnitud creciente.” (2)

“Colombia, el 25 de Enero de 1999 dos eventos sísmicos significativos afectaron 18


municipios del país. Los principales efectos y el mayor riesgo lo sufrieron en especial 12
municipios del Departamento del Quindío. Las consecuencias de esta catástrofe, llevaron a
una grave situación de Salud Pública; el número de personas sin vivienda alcanzó la cifra de
158 000 personas, el 10 % de la población total de la zona de desastre, el 60% de la red pública
de servicios de salud y educación quedó derruida y la destrucción de los servicios de agua y
alcantarillado fue del 35%. Aproximadamente 158 000 personas se acomodaron en carpas a
la intemperie, en casas de familia, vecinos o deambulando en búsqueda de solución de
vivienda. Ante la enorme destrucción de las viviendas, se estableció como una solución
albergues temporales. En Armenia, en Julio de 1999 se tenían registrados 100 alojamientos
entre inducidos y espontáneos, con una población total obtenida por censo de 25 618
albergados” (3)

Las catástrofes como se puede evidenciar en lo anteriormente mencionado son sucesos


destructivos, que afectan y desequilibran muchos sectores que comprende un país, como lo
son la salud, la economía, y la seguridad, los asentamientos de forma temporal para estas
personas víctimas de los desastres a pesar de ser de gran ayuda también traen consigo una
alta mortalidad en cuanto a infecciones respiratorias agudas y crónicas, hepatitis, pediculosis,
paludismo, etc. Enfermedades que probablemente son fomentadas por las malas condiciones
sanitarias que se presentan en este tipo de lugares. Por lo cual es imperativo un sistema de
vigilancia epidemiológica y más apoyo de parte de las gobernaciones y el país en todos los
sectores afectados, además de iniciar la recuperación de las viviendas; las cuales después de
un corto período de temporalidad, se deben orientar a soluciones definitivas. Es necesario
implementar en los asentamientos programas de prevención y control de la enfermedad.
BIBLIOGRAFIA

1. Francisco Javier León C. Después de un terremoto. Bioética en situaciones de


catástrofe. Centro de Bioética. Facultad de Medicina. Pontificia Universidad Católica de
Chile. Santiago, Chile. 8 de septiembre de 2011
2. Pedro Ignacio Arcos González, Rafael Castro Delgado, Francisco del Busto Prado.
DESASTRES Y SALUD PÚBLICA: UN ABORDAJE DESDE EL MARCO TEÓRICO DE
LA EPIDEMIOLOGÍA. Universidad de Oviedo Marzo-Abril 2002
3. María M. González De Schroeder, Inés E. Jiménez García, Jhon Serna Flórez, Oscar A.
Colonia Gutiérrez Y Jorge E. Gómez M. Morbilidad en Asentamientos Post Terremoto
en Armenia, Colombia. 10 Octubre 2002

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