Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Para explicar esta especie de armonía preestablecida entre posiciones ofrecidas por el campo y
quienes las han ocupado, no es necesario invocar el esfuerzo de la conciencia o la iluminación
intuitiva que suele llamarse "vocación".
La vocación es simplemente la transfiguración ideológica de la relación objetiva que se
establece entre una categoría de agentes y un estado de la demanda objetiva, o si se quiere,
del mercado de trabajo.
Un determinado tipo de condiciones objetivas, que implican un cierto tipo de posibilidades
objetivas, es interiorizado por una categoría de agentes y produce en ellos un sistema de
disposiciones por las cuales su relación objetiva con el mercado de trabajo se traduce en una
carrera.
No hay práctica tan deliberada y tan inspirada que no tenga objetivamente en cuenta el
sistema de las posibilidades e imposibilidades objetivas que definen el porvenir objetivo y
colectivo de una clase.
Este sistema resulta luego especificado por factores secundarios que determinan un tipo
particular de desviación respecto del haz de trayectorias características de la clase: por
ejemplo en el caso de Flaubert "burgués desviado", la desviación está dada por la relación con
el padre en la que se sintetizan todas las características específicas de las condiciones
primarias de formación (posición de hijo menor, estudio secundarios mediocres respecto de
los del hermano, etc.)
A través de la relación con el padre se constituye pues el principio inconsciente la actitud
práctica de Flaubert no solo respecto de sus posibilidades individuales y de aquéllas
objetivamente ligadas a su clase social, sino también respecto del defasaje entre unas y otras,
defasaje a la vez rechazado y asumido, combatido y reivindicado.” (Bourdieu, 1983, pág. 118)
"Un determinado tipo de condiciones objetivas, que implican un cierto tipo de posibilidades
objetivas, es interiorizado por una categoría de agentes y produce en ellos un sistema de
disposiciones, a través de las cuales, su relación objetiva con el mercado se traduce en una
carrera".
"El principio unificador y generador de todas las prácticas y en particular de las orientaciones
habitualmente descritas como `elecciones´ de la `vocación´ o directamente como efectos de la
`toma de consciencia´, no es otro que el habitus, sistema de disposiciones inconscientes
producido por la interiorización de estructuras objetivas. Como lugar geométrico de los
determinismos objetivos y las esperanzas subjetivas, el habitus tiende a producir prácticas -y
en consecuencia carreras- objetivamente adherentes a las estructuras objetivas". (Bourdieu,
1983)
La persona está imbuida de una tendencia a “preferir lo simple a lo complejo, lo fácil a lo difícil,
lo rápido a lo lento” y, al mismo tiempo, gracias al rápido acceso a la información en la era de
internet, se valoran opciones y se compara para elegir lo que el sujeto cree que más le
conviene.7
Esta predisposición tiene una importancia crucial para el hecho religioso ya que, en palabras
del autor:
“La propia religión ha sido arrastrada por el proceso de personalización: se es creyente, pero a
la carta, se mantiene tal dogma, se elimina tal otro, se mezclan los Evangelios con el Corán, el
zen o el budismo, la espiritualidad se ha situado en la edad caleidoscópica del supermercado y
del auto-servicio”.8
Por su parte, el sociólogo polaco Z. Bauman ha propuesto el término “sociedad líquida” para
describir los atributos de la actual colectividad capitalista siempre cambiante, incierta y cada
vez más imprevisible.9 Según el autor, actualmente el individualismo marca nuestras
relaciones y las torna precarias, transitorias y volátiles, dentro de un sistema social y cultural
marcado por el cambio y la transitoriedad.10 La “modernidad líquida” es un tiempo sin
certezas, donde las instituciones ya no son referentes de las existencias personales, donde no
hay responsabilidad hacia el otro , siendo su mejor expresión el “vínculo sin cara” que ofrece
internet. 11
Las relaciones interpersonales se ven claramente afectadas por este ambiente, lo cual tiene
consecuencias nefastas para el dinamismo vocacional de la persona.12 “El otro”, tipificado
como extraño y desconocido, es un portador innato de incertidumbre, de potencial peligro, ya
que amenaza la clasificación misma que sostiene el orden del espacio social en el que se
inscribe el propio mundo.13
Al mismo tiempo que se rechaza al “otro”, las redes informáticas han favorecido un fenómeno
totalmente nuevo: la tendencia a la exposición pública del yo, donde, en palabras de Bauman:
“Los adolescentes equipados con confesionarios electrónicos portátiles no son otra cosa que
aprendices entrenados en las artes de una sociedad confesional, una sociedad que se destaca
por haber borrado los límites que otrora separaban lo privado de lo público, por haber
convertido en virtudes las obligaciones públicas el hecho de exponer abiertamente lo
privado”.14
De esta forma, los triunfadores en esta “sociedad líquida” son las personas ágiles, ligeras y
volátiles, como lo son el comercio y las finanzas. Son personas hedonistas y egoístas, “que ven
la novedad como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como un
ímpetu y lo híbrido como una riqueza”.15 Priman “la fama”, “el poder” y “el dinero”, en una
cultura donde se valora a las personas por lo que se tiene y no por lo que se es, donde hay una
gran permisividad, una búsqueda constante del placer, un consumismo aparentemente
todopoderoso y un amplio relativismo, donde nada es bueno ni malo y en última instancia
todo depende del pensamiento de cada uno.16
Otros estudiosos han analizado la realidad específicamente española y desde el punto de vista
sociorreligioso. Por ejemplo, J. M. Mardones considera que la racionalidad funcional, la
globalización, el pluralismo y el relativismo son características de nuestra sociedad occidental -
que afectan también a otros amplios sectores de la humanidad- y que incapacitan para la
captación de los símbolos, la contemplación del misterio, la comprensión de la gratuidad, etc
Partiendo del estudio de la juventud, J. M. Bautista describe a las nuevas generaciones, bajo el
título “generación Y” como eminentemente tecnológica, con el smartphone desplazando al
ordenador como herramienta principal y cuyos comportamientos están marcados
radicalmente por herramientas y conductas digitales, que ocupan prácticamente la totalidad
de su tiempo libre. Esta generación evita el aburrimiento y da primacía a “lo emocional, lo
intuitivo, lo creativo, lo holístico…”. Se inaugura un nuevo tipo de cultura basada en la
conectividad.19 A partir de grupos sociales se van generando redes sociales con vías de
comunicación “instantáneas e hipereficaces”. En este ambiente, las personas, especialmente
los jóvenes, son “transrracionales” porque su escucha es al mismo tiempo “racional” y
“emocional”.20
1 Por ejemplo, DIEZ DE VELASCO, F. Religiones en España: historia y presente, Akal, Madrid,
2012.
6 Cfr. LIPOVETSKY, G. El crepúsculo del deber: la ética indolora de los nuevos tiempos
democráticos. Anagrama, Barcelona, 2005. Pág. 7.
10 Cfr. BAUMAN. Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de
Cultura Economica, Barcelona, 2012.
14 BAUMAN, Z. Vida de Consumo. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2007, pág. 14.
16 Cfr. BAUMAN,Z. Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Gedina Editorial, Barcelona 2005.
En este análisis Bauman coincide con E. Rojas Marcos. Cfr. ROJAS, E. El hombre light: La
importancia de una vida con valores. Planeta, Barcelona, 2012.
18 Cfr. GONZÁLEZ-CARVAJAL, L. Ideas y creencias del hombre actual, Sal Terrae, Santander,
1996; Entre la utopía y la realidad, Sal Terrae, Santander 1998, pp. 283-284.