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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE

FACULTAD DE CIENCIAS VETERINARIAS


CÁTEDRA DE SEMIOLOGÍA

SEMIOLOGÍA DE LAS AVES.


AUTORES:
BENITEZ RUIZ DIAZ, JOSE S.
DURÉ, IRMA KAREN

Año 2018
“El presente material no pretende fomentar la tenencia en cautiverio de animales silvestres, busca aportar conocimientos
básicos para los futuros colegas que deban enfrentarse ante estos desafíos a lo largo de su vida profesional”

COLABORADORES:
Docentes:
M.V. Jara, Marcelo Leandro
M.V. Silvia Natalia Meyer

Alumnos:
ARCE, Andrés
BOGADO, Matías Nicolás
CAINELLI, Fernando Alcides
DI LUZIO, Karen Magalí
GANE, Cristian
GOMEZ DÍAZ DE VIVAR, Facundo
PARED, Valeria Edith
PERESON, Federico
RAMIREZ, Rocio
SOLIS, José Alberto
ÍNDICE
Semiología individual ..................................................................................................................................................... 1
Anamnesis y examen del entorno ............................................................................................................................. 2
Inspección.................................................................................................................................................................... 4
Sistema nervioso y aparato locomotor ......................................................................................................................... 4
Aparato respiratorio ..................................................................................................................................................... 4
Piel ................................................................................................................................................................................ 5
Palpación ..................................................................................................................................................................... 6
Sujeción ........................................................................................................................................................................ 6
Estado de nutrición e hidratación ................................................................................................................................. 7
Cabeza .......................................................................................................................................................................... 7
Alas y patas .................................................................................................................................................................. 8
Tronco .......................................................................................................................................................................... 8
Métodos complementarios ......................................................................................................................................... 9
Semiología poblacional .................................................................................................................................................. 10
SEMIOLOGÍA INDIVIDUAL.
La exploración de las aves se apoya principalmente en la anamnesis, en el examen del entorno y en la inspección. Con la
mayoría de los animales debería evitarse una excesiva manipulación, más si se tratan de aves enfermas o no acostumbradas al
contacto humano.
ANAMNESIS Y EXAMEN DEL ENTORNO.
En primer lugar interesa conocer el origen del ave (en cautiverio o
de vida libre) la especie, el sexo (sobre todo en especies dimórficas) y la
edad. Algunos datos no siempre serán fáciles de obtener, pero podremos
lograr una idea aproximada. En caso de ser un ave caída o adquirida
recientemente, puede prestarse atención al emplume y a la posición del
cuerpo ya que los pichones poseen plumón y una postura encorvada
(Figura 1A), a diferencia de los adultos, que poseen plumas y una postura
erguida (/B).

La anamnesis debe enfocarse también a conocer el entorno, es decir las características de la jaula y del lugar donde se
encuentra el animal. Los cambios climáticos (lluvia, frio, exposición al sol en forma esporádica, constante o nula, la humedad y la
ventilación) pueden interferir en el estado de salud del animal o modificar sus constantes biológicas. Al respecto, interesa conocer
la vecindad con las personas que conviven con el animal o con materiales de uso cotidiano (gases de escape de motores, olores
fuertes, polvillo, pintura, insecticidas, aerosoles y productos de limpieza). Las aves son muy sensibles a la calidad del aire y
pueden padecer intoxicaciones y trastornos alérgicos. También es pertinente indagar sobre si las personas cercanas tienen el
hábito de fumar o si algún familiar estuvo enfermo hace un tiempo. Hay que recordar que los loros tienen capacidad de imitar
sonidos, pudiendo incluso imitar la tos.

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Lo ideal al momento de la consulta es que el ave llegue en su jaula, pero
de no ser posible, se recomienda una caja con orificios (Figura 2). Todos los
accesos al consultorio deberían mantenerse cerrados.
La inspección de la jaula debe centrarse en el tamaño (cada especie
tiene una necesidad mínima para alimentarse, moverse y dormir). Los
percheros deberían ser dos o más (en lo posible, de acero galvanizado) para
que el ave pueda trasladarse Estos últimos no deben ser muy anchos
(podrían dificultar el correcto agarre) ni muy finos (pueden llevar a que se
autolesione con sus uñas). Las jaulas no deberían estar pintadas ya que el
hábito de lamer o de picar puede provocar intoxicaciones.
Es recomendable que la jaula esté fabricada con material galvanizado o con acero inoxidable, lo que facilitaría la higiene
periódica de la misma. Se recomienda una limpieza con desinfectantes, cuidando la dilución a utilizar ya estos productos pueden
causar irritaciones de las fosas nasales. En cuanto al material del fondo, el papel de diario o el cartón no se recomiendan puesto
que pueden provocar intoxicaciones al ser ingeridos y las rejillas deberían tener un tamaño de abertura tal que le permita al animal
desplazarse sin quedar atrapado. Respecto a los comederos y los bebederos, las latas (galvanizadas) (Figura 3A) tienen el
inconveniente de oxidarse rápidamente si no tienen una buena higiene. Así mismo, los comederos de plástico (/B) o semejantes
pueden ser picoteados e ingeridos por el animal. Lo ideal es utilizar materiales resistentes e inoxidables (/C), que puedan ser
lavados y secados con frecuencia (de ser posible, diariamente).

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Sobre los hábitos de alimentación actual, el apetito (selectivo, exagerado) y el uso de suplementos (vitaminas, minerales),
puede obtenerse una noción conociendo la frecuencia con que se llena el comedero o el bebedero, los cambios recientes en la
cantidad o calidad de su ración y la última ingesta de alimentos; este dato es fundamental ya que la hipoglucemia es frecuente y
puede ser mortal en algunas especies. Muchos propietarios alimentan a las aves con lactosa, hidratos de carbono (pan con leche,
papa, zapallo) y otros alimentos que son tóxicos para ellas (almendras, perejil); las aves no tienen capacidad para digerir estos
alimentos y pueden sufrir trastornos digestivos. Una buena alimentación (dependiendo de los hábitos) puede basarse en el
consumo de frutos de estación, semillas, avena y suplementos minerales. Existen bloques de minerales que, además de mejorar la
dieta, le permiten al ave desgastar el pico (al igual que las uñas, tiene un crecimiento continuo).
Respecto a las horas de luz y oscuridad, por lo general las aves pasan el
día afuera y durante la noche ingresan a la casa, donde siguen expuestas a la luz
artificial y a los ruidos. En la noche deberían descansar en un lugar oscuro y en
silencio, ya que la alteración del fotoperiodo puede causar estrés y postura de
huevos fuera de temporada (Figura 4).
En relación a las heces del animal interesan los datos del color, aspecto y la
frecuencia. El color de las heces depende de su alimentación y de la funcionalidad
de la digestión. De ser posible, es preferible ver la jaula sin limpiar para conocer
los datos anteriores y para realizar un análisis coprológico.

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INSPECCIÓN.
El examen clínico comienza con la observación del animal, recordando que existe la llamada “distancia de fuga”, esto es un
límite hasta donde el ave permite que se acerquen antes de intentar huir o atacar. Hay que recordar que el estrés ambiental
(consultorio) y el transporte alteran el comportamiento normal del animal y pueden asustarlo. Inicialmente, se observa al ave como
un todo, su comportamiento y su reacción ante los estímulos y luego se analizaran las diversas partes del cuerpo.

Sistema nervioso y aparato locomotor.


Para evaluar el nivel de conciencia hay que considerar que, a pesar de
estar muy enferma, un ave puede manifestar interés por su entorno por tratarse
de un lugar extraño. Si se presenta con la cabeza metida entre las plumas,
continuamente dormida o quieta en su jaula, puede sospecharse de un estado
de enfermedad avanzado.
Cuando las plumas remeras del extremo del ala están sucias o con
heces, puede sospecharse de una enfermedad del ala, aunque no se observe
directamente durante la exploración. Si se deja al ave tranquila, debe
observarse si arrastra el ala por el suelo (Figura 5) o si no utiliza una de sus
patas; estas alteraciones pueden ser indicativas de trastornos nerviosos o
músculo-esqueléticos.

Aparato respiratorio.
La respiración en las aves es más compleja que en los mamíferos ya que poseen pulmones (no expandibles y sin
lobulaciones) y además tienen un número variable de sacos aéreos. Los sacos aéreos (Figura 6A) se llenan y vacían de aire con
cada inspiración y espiración, pero en ellos no existe intercambio gaseoso. Los senos paranasales poseen una comunicación con
estos sacos y, en caso de existir un estrechamiento (estenosis), dicha comunicación puede actuar como una válvula, provocando
un llenado del saco aéreo e hinchazón de la región del cuello. Esta alteración no debe confundirse con la perforación de los sacos
aéreos, trastorno que conduce a un enfisema subcutáneo generalizado (/B). Los cambios de voz pueden indicar una lesión en la
siringe, órgano del canto a nivel de la bifurcación de la tráquea.

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Otra diferencia importante es que no poseen diafragma por lo que la disnea se percibe por el movimiento evidente de las
alas y de la cola y puede presentarse en procesos que alteren la tráquea o los pulmones, pero también por cambios de volumen
en otros órganos de la cavidad celómica (hepatomegalia, huevos en el útero, neoformaciones, tumores). Esta condición debe
diferenciarse de la polipnea térmica (con el pico abierto), que las aves realizan para eliminar calor (/C). La observación de
exudados a través de las aberturas nasales o de la boca, puede ser útil para la diferenciación. Además de la observación, pueden
auscultarse (con un fonendoscopio adecuado) ambos campos pulmonares y fundamentalmente los sacos aéreos caudales. En las
aves con cresta, el color de la misma puede brindar un indicio de la saturación de oxígeno en la sangre.

Piel.
En la inspección de las plumas interesa el color, que debe ser homogéneo y
característico para cada especie. Un aspecto "aglutinado", engordado o mojado de las
mismas puede indicar trastornos nutricionales. La distribución de las plumas en el
cuerpo no es uniforme, de modo que existen áreas con muchas y otras que carecen
normalmente de las mismas. Estas zonas deben diferenciarse de otras donde las
plumas son arrancadas por el animal o donde no crezcan más como consecuencia de
una enfermedad subyacente. Debe observarse si las plumas de las alas están cortadas
para impedirle el vuelo al animal (Figura 7).

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Muchas veces, el corte bilateral de las plumas no impide que el animal vuele, pero sí induce a que lo haga de una manera
desequilibrada, lo que lo predispone a sufrir caídas y traumatismos. En la piel, la coloración, la presencia de lesiones y de
ectoparásitos pueden detectarse fácilmente, dependiendo de la pigmentación.

PALPACIÓN.
Cuando se han obtenido todos los datos por inspección, se recurre a la sujeción del ave. Lo ideal es efectuar esta maniobra el
tiempo mínimo necesario para evitar situaciones de estrés para el animal o incluso la muerte. Si el propietario tiene experiencia con
el manejo de su ave, lo ideal es que él lo sujete.

Sujeción.
Las aves pequeñas pueden sujetarse con una mano, apoyando la espalda del animal sobre la palma de la mano; el dedo
índice y medio sujetan la cabeza y el cuello, mientras que los dedos restantes rodean las alas y patas (Figura 8A). Para lograr un
mayor control de la cabeza del animal, pueden utilizarse los dedos pulgar e índice. El oscurecimiento de la habitación puede
facilitar la maniobra.
Las aves grandes pueden ser agresivas y para sacarlas de la
jaula puede utilizarse la mano envuelta en una toalla a manera de
protección. Las alas pueden cubrirse, de la misma manera, con la
toalla para evitar el aleteo al sacarlo de la jaula (/B). Una vez fuera,
se recomienda sujetarlo con la mano desnuda para facilitar la
manipulación, una mano sujeta la cabeza y la otra las patas, las alas
deberán estar pegadas al cuerpo y las patas hacia atrás (/C).

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Estado de nutrición e hidratación.
El estado nutricional se comprueba palpando a ambos lados de la quilla
(ausente en las aves no voladoras) apreciando el volumen de los músculos
pectorales, el que dependerá de la actividad del animal. Las aves enjauladas
pueden presentar una quilla más prominente respecto a los músculos, por la
falta de actividad. De ser posible debe llevarse un registro del peso del animal.
La hidratación puede evaluarse principalmente observando en torno a los
globos oculares; también puede ser evaluada por la turgencia de la vena del
ala (Figura 9), la consistencia y la elasticidad de la piel en la región del cuello y
de la piel que recubre las patas.

Cabeza.
En esta región se observa el emplumado y la simetría y se puede palpar
el cráneo en busca de alteraciones. El pico de las aves crece continuamente
por lo que requiere un desgaste; cuando se encuentran en cautiverio no
realizan esta actividad lo que provoca un pico demasiado grande (Figura 10A).
Si la dieta es pobre en calcio, el pico se torna blando o quebradizo (/B). Tras
explorar el pico se observan las aberturas nasales en busca de alteraciones y
secreciones.

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En aves pequeñas la apertura de la boca puede lograrse con un clip
(Figura 11A), mientras que en las aves mayores puede utilizarse una pinza aro
o el ojal de una tijera (/B). De esta manera se examina la mucosa oral (color,
olor, humedad y presencia de lesiones), el paladar (en las aves es abierto) e
incluso hasta la porción inicial de la tráquea. La exploración del cuello se hace
mediante inspección y palpación, el plumaje del cuello puede presentar
alteraciones por el apoyo sobre el borde del bebedero o por ectoparásitos. La
inspección y la palpación del buche revela su contenido y consistencia (nunca
debe estar del todo vacío).

Alas y patas.
La cara inferior del ala se explora en busca de ectoparásitos y presencia de lesiones. Con el ala extendida se comprueba su
movilidad (comparando con la del lado opuesto) y se palpa cada articulación. El reflejo postural se evalúa al extender las alas
independientemente y comprobando si vuelven a su posición normal.
La exploración de las patas abarca la inspección y palpación de la piel y las uñas, de la musculatura y el examen de los
movimientos pasivos. En las gallinas, el reflejo extensor se evalúa sujetando al animal por las alas y haciéndola descender
súbitamente; lo normal es que el ave extienda los dedos y las patas.

Tronco.
Debe examinarse la cantidad y calidad de las plumas. La palpación del abdomen, en algunas especies, permite evaluar el
estómago. En las aves grandes puede llegar a palparse incluso el hígado, por detrás del esternón. El resto de los órganos
normalmente no pueden palparse, excepto en ocasiones, un huevo en el útero justo antes de la puesta.

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Alrededor de la cloaca pueden evaluarse la presencia de lesiones (prolapso) (Figura 12A) y de excrementos o sangre
pegados a las plumas (/B). En la parte dorsal del ave, en la zona caudal, se encuentra la glándula uropigial, que tiene una función
fundamental en el mantenimiento del plumaje.

Métodos complementarios.
Las técnicas complementarias que pueden utilizarse son las mismas que las aplicadas en la atención de los animales
domésticos. La identificación de patógenos puede lograrse mediante el hisopado de exudados para estudios microbiológicos
(Figura 13A), la presencia de masas anormales o de huevos retenidos requiere el uso de radiología (/B), mientras que un análisis
sanguíneo puede destinarse a estudios serológicos, de bioquímica sanguínea o de los elementos figurados de la sangre (/C).

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SEMIOLOGÍA POBLACIONAL.
En avicultura, por lo general se trabaja con un gran número de animales, por lo que se mantiene el concepto de que una
característica productiva o un determinado síntoma “nunca se presenta en ejemplares aislados, sino que son generales”, por lo
tanto las medidas, también serán generales (para todo el lote).
De esta forma se trabaja con promedios y datos cuantitativos (mermas, pesos, mortalidades), pero para que esta información
sea completa, debe ir acompañada de datos cualitativos, que no derivan de cálculos, sino de la exploración clínica. La confiabilidad
de estos datos dependerá de la experiencia, de la capacidad de comparación y del criterio del profesional. Por sus características,
la avicultura requiere de una observación directa y frecuente de las instalaciones, de los implementos y del manejo.
Las condiciones de crianza exponen al ave a un delicado equilibrio de salud. Cuando por causas infecciosas y/o de manejo
este equilibrio se rompe aparecen los primeros síntomas que rápidamente se transforman en cuadros clínicos y que afectan a todo
el lote.
Para trabajar en una explotación es necesario que el profesional cuente con conocimientos básicos de la especie (consumo
de alimento diario, edad, peso esperado, anatomía, enfermedades de la zona) y con conocimientos de manejo (espacio de
crianza, implementos, ventilación, calefacción).
Como regla general, el recorrido de las granjas comienza por los lotes sanos y luego se sigue con los enfermos; en estos
últimos en lo posible, de menor a mayor edad y de zonas de menor a mayor exposición (Figura 14).

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Es fundamental revisar las planillas antes de ingresar al galpón, lo que permitirá conocer el número de animales, edad,
origen y los datos registrados por el cuidador (mortalidad, consumo, pesos corporales). Una mortalidad, un peso bajo o una
disminución en el consumo de alimento podría pasar desapercibida por el encargado, pero será un elemento a tener en cuenta.
Al ingresar al galpón se debe caminar lentamente por los laterales, por los lugares de poca circulación de animales y por
donde se encuentren los enfermos. El problema puede originarse en un sector del galpón, debido a que las condiciones de
funcionamiento de los implementos, instalaciones o condiciones de manejo no sean las apropiadas.
Por ser la producción avícola una producción intensiva con altas densidades de animales, las aves se crían en un medio de
estrés que favorece la rápida difusión de enfermedades y de la misma manera esta característica también conduce a la falla en las
medidas terapéuticas. En el momento en que estas medidas fallan es necesario utilizar todos los recursos disponibles, entre los
que se destaca la técnica de necropsia. Para la aplicación de esta técnica es necesaria la consideración de los siguientes datos:
 Historial clínico: orientará al tipo de animales a seleccionar y los órganos en los que se hará hincapié.
 Observación del lote problema: de fundamental importancia para diferenciar cuadros infecciosos de problemas
ocasionados por el mal manejo (observar instalaciones, síntomas, comportamiento, actividad, descargas nasales, consumo,
ruidos respiratorios, olor a amoníaco, etc.).

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 Elección de las aves para necropsia: la cantidad depende de la gravedad del cuadro, incluyendo a animales
promedio, es decir que manifiesten el problema recientemente (ni sanos, ni muy enfermos).
 Inspección externa: mismas consideraciones contempladas en semiología individual.
 Sacrificio y Necropsia.

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