El Juego de La Repetición en "El Camino de Santiago" de Alejo Carpentier

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América : Cahiers du CRICCAL

El juego de la repetición en « El camino de Santiago » de Alejo


Carpentier
Rita de Maeseneer

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de Maeseneer Rita. El juego de la repetición en « El camino de Santiago » de Alejo Carpentier. In: América : Cahiers du
CRICCAL, n°18 tome 1, 1997. Les Formes brèves de l'expression culturelle en Amérique Latine de 1850 à nos jours : Conte,
nouvelle. pp. 145-158;

doi : 10.3406/ameri.1997.1251

http://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1997_num_18_1_1251

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EL JUEGO DE LA REPETICION EN « EL CAMINO
DE SANTIAGO » DE ALEJO CARPENTIER*

El propôsito de este trabajo es ampliar la reflexion sobre el juego de


la repeticiôn en el cuento « El Camino de Santiago » de Alejo
Carpentier. La repeticiôn puede consistir en la reproducciôn dos o mâs
veces de una palabra, un sintagma o una(s) frases. En cuanto a la funciona-
lidad puede ir desde puntos de referencia de indole estilistica o de cohe-
rencia narrativa hasta una proliferaciôn del sentido. La repeticiôn se puede
interpretar también como la reproducciôn de lo dicho por otra « voz » del
mismo texto o de otro texto. La repeticiôn de las palabras del indiano em-
bustero por Juan el Indiano al final del cuento da lugar a una ambiguedad,
ya que lo mismo es a la vez « otro ». Por la referencia a las « voces » de
otros textos se origina un interesante juego intertextual. Por las referencias
a Cervantes, Colon, la picaresca se destaca el ambiente cultural y temporal
del cuento situado en el siglo XVI y se pone énfasis en America. El que se
teja también una red de referencias con las demâs obras de Carpentier es
indicio de la unidad temâtico-estilistica de la obra carpenteriana.

Antes de salir, miré largamente


el mapa que Enrique y yo habîamos comprado
en la Rue Saint-Jacques
Scte. Iago, Camino de Santiago,
ruta de andariegos, de pénitentes, de menesterosos,
guiados por la Venera, signo oceânico.
Alejo Carpentier,
La consagraciôn de laprimavera

Cualquier lector de « El Camino de Santiago », cuento recogido en


Guerra del tiempo de Alejo Carpentier1, se percata del juego de la repeti-

*. Trabajo presentado en el Coloquio « Formas breves de la expresiôn cultural en America


Latina de 1850 hasta nuestros dias », organizado por CRICCAL (Centre de Recherches
Interuniversitaire sur les Champs Culturels en Amérique Latine) en la Universidad de la Sor-
bona (Paris III), 18-20 de marzo de 1994.
1 . Cito por los doce volûmenes de las Obras Complétas de Alejo Carpentier. Para « El
Camino de Santiago », recogido en el tercer volumen, solo indico la pagina. Para las citas de
las demâs obras de Carpentier, menciono también el volumen. El cuento tue reunido con
« Viaje a la semilla » (1944), « Semejante a la Noche » (1953) y « El acoso » (1954) en
Guerra del tiempo publicado por primera vez en 1958. « El Camino de Santiago » cuyo tftulo iba
a ser originariamente « El peregrino de Santiago », rue escrito en 1954, segûn los datos re-
cogidos en Gonzalez Echevarria (1976).
146 Rita De Maeseneer

ciôn. No solo me refiero al hecho de que Juan el Indiano del capitulo X re-
pite - en parte textualmente - los mitos de America senalados por el
indiano embustero del capitulo IV, sino que se evoca a dos (o mas) Juanes, se
describen dos (o mâs) tambores, dos delirios (uno en Amberes y otro en el
palenque), la continua alternancia entre ilusiôn y decadencia. Es obvio que
la repeticiôn ya ha sido destacada en varios estudios. Partiendo de dos in-
terpretaciones del verbo « repetir », intentaré « repetir » la experiencia de
lectura del cuento, integrando, completando y matizando las observaciones
y a emitidas al respecto.
« Repetir » significa segun Maria Moliner « decir una cosa mâs de
una vez », o sea que pueden aparecer dos o mâs veces una palabra, un sin-
tagma, una frase. Otra definiciôn esboza otro camino : repetir es « decir lo
mismo que ha dicho otro ». Este « otro » no solo se podria interpretar como
una « voz » que habla en el mismo cuento, sino también como una « voz »
que habla en otra obra (literaria o no) de Carpentier o de otro escritor, por
lo que integro la intertextualidad.
Limitândome a estos dos tipos de repeticiôn, excluyo otras posibles
interpretaciones, como la expresiôn semântica del acto de repetir (recor-
dar, volver a pensar, anorar...) o la repeticiôn de indole fonético-estilïs-
tica, tal como la han estudiado Fernandez Rubio en El eco y otros recursos
estilisticos en la novelistica de Alejo Carpentier y Marquez Rodriguez en el
apartado « El efecto eco » (254-260).

Repeticiones y variaciones

Miremos primero como se repiten mâs de una vez una palabra, un


sintagma o una frase. Un ejemplo bastante obvio se refiere a la denomina-
ciôn del personaje principal. Aunque a lo largo de la narraciôn se le llama
Juan, el protagonista es designado por otras denominaciones que quedan
circunscritas a dos o très capîtulos. Por lo que se refiere a las
denominaciones mâs importantes, aparecen « el soldado » en los dos primeros capitulos
situados en Flandes y « el romero » en los capitulos III y IV. Luego el
protagonista se convierte en « Juan de Amberes » cuando sale para las Indias
para volver como « Juan el Indiano ». Se nos borran las pistas en los dos
ûltimos capitulos, donde « Juan el Indiano » se encuentra con « un romero
llamado Juan » (76). Esta repeticiôn de Juan con o sin aposiciôn ha dado
lugar a varias interpretaciones. Como Juan es nombre muy corriente, se le
ve como représentante de las masas difusas de extracciôn humilde, que de-
sempenaron un papel importante en la conquista (Diaz, 152-153 ;
Rodriguez Alcalâ, 259 ; Dorfman, 377). Las diferentes denominaciones han sido
relacionadas con la picaresca por Sharon Magnarelli1. Por lo que atane al
desdoblamiento de Juan en el Romero y el Indiano, se ha interpretado co-

1 . Va en la misma direction lo advertido por Dîaz : « Otra dimension que podemos consi-
derar en cuanto al simbolismo de Juan es que sus diversos estados o profesiones son indicati-
vos de los elementos religioso, militar, y civil » (150).
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago ». . . 147

mo las dos caras indisociables del ser humano, la eterna lucha entre el
bien, la elevaciôn y el mal, el embuste (Dîaz, 157).
El titulo del cuento constituye también el punto de partida para una
série de repeticiones/variaciones. Esta présente el sintagma del « Camino
de Santiago » (49, 51, 56, 71, 78) en unos momentos estratégicos de la na-
rraciôn, casi siempre hacia el final de un capitule No solo se especula
sobre la interpretaciôn mundana - el camino de los peregrinos - y la inter-
pretaciôn celestial - la galaxia, la Via Lâctea, el « Campo Estrellado » (71,
79) -, tal como lo expone, por ejemplo, Mocega Gonzalez (98-100). Se
juega también con la minûscula/ mayûscula y con el complemento que
acompana a la palabra « Camino ». El « Camino de Santiago » se convierte
en « caminos de Francia » (« Por caminos de Francia va el romero », 49)
con minûscula (y en plural) para referirse a la peregrinaciôn por Francia.
También es el « camino de Francia » (« El camino de Francia arroja al
romero, de pronto, en el alboroto de una feria que le sale al paso, entrando
en Burgos », 52) y el « Camino Frances » (« Bien atrâs quedô el Camino
Frances », 57), variantes para indicar el camino de Santiago de Composte-
la1. Ademâs se relacionan el « camino de Santiago » (j con minûscula !) y
el « camino de Sevilla » (78), que es camino de America, asociaciôn
también présente en la novela sobre Colon, El arpa y la sombra (1979) :
Camino de America, Camino de Santiago, Campus Stellae - en rea-
lidad camino hacia otras estrellas : initial acceso del ser humano a la
pluralidad de las inmensidades sidérales. (IV : 234)

La misma variation de los complementos hace que se modifique la


interpretaciôn de la calabaza del romero : su calabaza va cargada sucesivamente
de agua (50, 51), de vino tinto (51, 52) y de aguardiente (57), por lo que
se ilustra la degeneraciôn, el desvio de la « recta via de Santiago » (50). La
menciôn repetida de la venera del romero subraya asimismo este proceso
de decadencia : primero son los religiosos los que besan la santa venera,
cuando Juan busca alojamiento en los conventos (50), luego son las prosti-
tutas las que la besan (56) hasta que Juan regala a una moza las vénéras
(77), cuya relaciôn etimolôgica con Venus arroja cierta ambigiiedad sobre
la palabra...
Vemos por tanto que los elementos que se repiten mâs de dos veces,
cumplen unas funciones estructurales y temâticas, por lo que llegamos a
una multiplicaciôn de las interpretaciones, a veces ambiguas y contradicto-
rias. Y quisiera terminar mi comentario sobre este tipo de repeticiôn con
un ejemplo muy logrado. Très veces se recurre a la misma comparaciôn
para describir las nalgas de las negras que las tienen sobrealzadas « como

1 . Observa Menéndez Pidal sobre el camino francés de Compostela que es el que : «


entrando en Espana por Roncesvalles, lugar ya de suyo épico, atravesaba los reinos de Navarra y
Castilla, cruzando importantes poblaciones en que habia barrios enteros habitados por emi-
grantes franceses, como Pamplona, Puente la Reina, Estella, Losarcos, Logrono, Belorado,
Burgos, Sahagùn. Bien se comprende que sobre este camino habian de intimar preferente-
mente los juglares franceses con los espanoles, ya que era la arteria principal que conducia a
través de todo el norte de Espana un torrente de vida y arte extranjeros » (179).
148 Rita De Maeseneer

sillar de coro » (67, 76, 79). Dicho sea de paso, en toda la novelïstica car-
penteriana, se puede observar una verdadera fîjaciôn en esta parte del cuer-
po femenino, tan « sobresaliente » en America Latina1.

LA REPETICIÔN ÛNICA

Paso a algunos ejemplos donde se repiten una sola vez una palabra,
un sintagma o una frase, o sea que se trata de una repeticiôn ûnica. En el
primer capitulo se describe a la amante flamenca del Duque de Alba me-
diante la metonimia de « una voz que sonaba, sobre el mâstil del laud »
(45). Este detalle cobra mas importancia al repetirse en el segundo capitulo
durante el delirio de Juan. Juan ve al Duque de Alba y también
pasaba volando, de patio a calle, montada en el mâstil de un laûd,
una senora de pechos sacados del escote, con la basquina levantada y
las nalgas desnudas bajo los alambres del guardainfantes.2 (49)

La repeticiôn de un detalle - recurso frecuente en la literatura (y en el ci-


ne) - permite establecer mas unidad entre los diferentes capïtulos que pre-
sentan saltos espaciales y temporales3 y por tanto cierta fragmentaciôn.
Otra repeticiôn ûnica arranca de Felipe II, tildado de « Campeôn del
Catolicismo » (66). Esta perifrasis aparece mencionada aisladamente en un
capitulo ulterior, donde incumbe al lector relacionarla con el monarca :
«(...) la Gran Canada se ha erigido en atalaya mayor del Campeôn del
Catolicismo (...)» (74). La misma perifrasis se halla igualmente en El acoso
(1954) de Carpentier, por lo que adquiere también una dimension intra-in-
tertextual4 :

Detrâs, pintada en negro sobre nubes rojizas, se alzaba la prisiôn


sobre su colina de empinadas laderas, afincada en contrafuerte de vieja
fortaleza espanola, semejante a las que, en estas islas, edificara - a
demanda del Campeôn del Catolicismo - un arquitecto militar italia-
no, grande de ingenio en ocultar mazmorras, corredores y celdas se-
cretas en las entranas de la piedra5. (III : 140)

1 . Escojo al azar un ejemplo sacado de Concierto barroco (1974) : «(...) Filomeno, a quien las
redondas caderas y el sonrosado escote de Anna Giro no dejaron insensible... » (TV : 188). Por
lo que se refiere al sîmil « como sillar de coro », lo comenta también Marquez Rodriguez (281-
182) como ejemplo de fusion de la cultura europea arquitectônica y lo africano, lo negroide.
2. Para los arcaismos « basquina » y « guardainfantes » que contribuyen a recrear el am-
biente de la época, véase el comentario de Marquez Rodriguez (202).
3. Entre cada capitulo se efectûan saltos temporales cuya duration muchas veces no esta es-
pecificada. En lo espacial, pasamos de Amberes (I y II) por Francia (III) a Burgos (IV). En
el capitulo V, se sale de Sevilla para llegar a La Habana. Los très capitulos siguientes (VI-
VII- VIII) se sitûan en Cuba. El capitulo IX narra el viaje de regreso con insistencia sobre
Gran Canaria. El capitulo X se situa en Burgos. En el ultimo capitulo se narra el viaje a
Sevilla y luego se produce un salto geogrâfico a Burgos.
4. Fitch define la intra-intertextualidad de la siguiente manera : « Par là nous nous référons
aux multiples rapports qu'entretiennent les textes d'un même auteur les uns avec les autres
plutôt que ceux qui les relient aux textes d'autres écrivains » (85).
5. El arquitecto militar italiano al que se refiere es Antonelli, evocado también en el ensayo
« La cultura de los pueblos que habitan en las tierras del Mar Caribe », 1987 (203-204).
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago »... 149

Se pueden detectar igualmente relaciones intra-intertextuales cuando


se describe al negro que tiene las « mejillas marcadas (55) / tasajeadas (65)
a cuchillo ». En El arpa y la sombra (1979), Colon recuerda de la misma
manera a las mujeres « obscurïsimas de la Guinea, de la Costa del Oro,
con sus mejillas marcadas a cuchillo, adorno de perlas en ocho trenzas, ve-
llôn huidizo y grupas abundosas [!] (...)» (IV : 260).
No solo se repiten sintagmas, sino también frases enteras. Al evocar
la vida edénica de los fugitivos en Cuba, se especifica la manera como reza
cada uno, el calvinista, el negro, y el marrano que dice un salmo de David,
con inflexiones que parecen de llanto contenido : « Clémente y misericor-
dioso Jehovâ, lento para la ira y grande para el perdôn... » (67)1. Durante
el regreso a Espana por Gran Canada, los marineros obligan al marrano a
rezar el padrenuestro :

El marrano, atolondrado, gime sûplicas que nadie escucha, al recibir


el latigazo de una soga de nudos, empieza a murmurar algo que no
es Padrenuestro ni Avemaria, sino el Salmo de David que recitaba en
el palenque, très veces al dia : « Clémente y misericordioso Jehovâ,
lento para la ira y grande para el perdôn... » (73).

La repeticiôn de las palabras de la oraciôn desempena un papel


capital en la detecciôn de la « herejia ». La intolerancia religiosa, uno de los te-
mas fondamentales del cuento, esta anunciada ya en en el primer capîtulo
mediante la apariciôn de una rata, otro ejemplo de repeticiôn ûnica.
Cuando Juan la ve por primera vez, es una « rata, de rabo pelado, como achi-
chonada y cubierta de pûstulas » (45). La relaciôn con la herejia se
explicita en la segunda menciôn de la rata :

Juan recordaba, como alimana de mal agûero, aquella rata hedionda


y rabipelada, (...) que debia de ser algo asi como el abanderado, el
pastor hereje, de la horda que corrîa por los patios, (...). (46, el su-
brayado es mîo).

Y en los dos delirios de Juan, la imagen del Camino de Santiago va


combinada con la cruz (« la espada, (...) cuya empunadura dibujaba el si-
gno de la cruz » (49), « los buitres (...) parecen cruces negras que flota-
ran » (71), el que viene a corroborar la temâtica religiosa.

Una voz es eco de otra voz

Pasemos a la segunda propuesta segun la cual « repetir » es « decir lo


mismo que ha dicho otro ». El ejemplo mâs destacado donde una voz repite
a otro « hablante » de « El Camino de Santiago », son, por supuesto, los
embustes invocados por Juan el Indiano en el capitulo X. Juan el Indiano
recurre, en parte textualmente, a los mismos portentos de America que el

1. De hecho es también una forma de repeticiôn en su acepciôn intertextual, ya que se


repiten palabras de « otros », de la comunidad judîa en este caso.
150 Rita De Maeseneer

indiano embustero del capitulo IV. Al cotejar los dos fragmentos, Benîtez
Rojo insiste esencialmente en dos procedimientos de transformaciôn. En
primer lugar, senala las adiciones de nuevos mitos (la ciudad de Manoa
(76), las bocas del Maranôn (77), ...), lo que se combina con una progre-
siôn en la temporalidad senalada por los deicticos « ya » y « ahora ».
Benîtez Rojo constata que, por una parte, ha habido un progreso en la
temporalidad entre las dos escenas situadas en Burgos, pero que, por otra parte,
no ha avanzado el tiempo de la historia, que sigue siendo el 22 de septiem-
bre de 1568 segun sus câlculos1. El critico concluye que se juntan un «
discurso que se desplaza diacronicamente » y « otro discurso que marcha repi-
tiendo miméticamente un momento » (306). El segundo procedimiento de
transformaciôn es lo que Benîtez Rojo llama la « reducciôn de nombres co-
munes a nombres propios » (308). Por ejemplo, el « otro Pizarro » (56) que
vio estatuas de gigantes, esta especificado en la segunda menciôn, ya que
se habla de « Francisco Pizarro » (76). O el « esclavo negro » (55) quien
acompana al indiano en el capitulo IV, se convierte en el capitulo X en
« Golomôn » (75), nombre de amplias resonancias intertextuales en Car-
pentier2. Las diferencias que acabo de senalar basândome en Benîtez Rojo,
me llevan a concluir que la repeticiôn es a la vez lo mismo y lo otro.
A fin de profundizar esta idea interesa volver sobre el final del
cuento. Después de que Santiago ha intercedido ante la virgen de Sevilla
por Juan el Indiano y Juan el Romero, se efectûa un salto geogrâfico, y a
que se describe a Belcebû en Burgos :

Y como Belcebû siempre se pasa de listo, he aqui que se disfraza de


ciego, vistiendo andrajos, poniendo un gran sombrero negro sobre
sus cuernos, y, viendo que ha dejado de llover en Burgos, se sube a
un banco, en un callejôn de la feria, y canta, bordoneando en la vi-
huela con sus larguisimas unas : [sigue una cita del romance de la
Jauja]. (79)

Este fragmento viene a repetir la evocaciôn del capîtulo IV de un

(...) ciego de grande estatura, tocado por un sombrero negro, [que]


bordonea con sus larguisimas unas en su vihuela, dando fin al
romance : [sigue una cita de otro fragmento del mismo romance de la
Jauja]. (54)

1. Benîtez Rojo (303-306) se basa en el anâlisis temporal efectuado por Magnarelli (83-85),
aunque introduce algunas correcciones.
2. Como senala también Benitez Rojo (309-310), Golomôn es el padre del negro valiente,
Salvador Golomôn, evocado en Espejo de Paciencia, primer poema épico del cubano Silves-
tre de Balboa y Troya de Quesada (1608). De manera no ficticia se cita la obra de Balboa en
el primer capitulo de La mûsica en Cuba (1946) (XII : 235-236) y se introduce la cita del
Espejo de Paciencia en la novela Concierto barroco (1974) (IV : 159), ya que Filomeno, el
segundo criado del protagonista, el Amo mexicano, dice ser biznieto del hijo de Golomôn.
Curiosamente se menciona también en el cuento el nombre de Francisquillo, el primer
criado del Amo mexicano, cuando Juan se inscribe en la Casa de la Contrataciôn : « En el
mismo folio de asientos desfilaban, a continuaciôn, un pellejero de la emperatriz, un mercader
genovés Jâcome de Castellôn, varios chantres, dos polvoristas, el Dean de Santa Maria del
Darién con su paje Francisquillo, (...)» (59).
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago »... 151

Al comparar los dos textos, vemos que se efectûan los dos tipos de
transformaciôn comentados por Benîtez Rojo, la adiciôn y la reducciôn. Se
pasa efectivamente de un nombre comûn, un « ciego », a un nombre pro-
pio, « Belcebû ». De esta manera se aclara por que el sombrero tiene que
ser tan grande y por que las unas son tan largas. Esta reducciôn y adiciôn
acentûan el carâcter de engano1 y de disfraz en que se ve envuelta la em-
presa de ir a America, lo que esta sugerido ya en la primera llegada a Se-
villa por el atuendo de Juan :

Asi habiendo trocado la venera por la Rosa de los Vientos, llega Juan
el Romero a la Casa de la Contrataciôn, tan olvidado de ser peregri-
no, que mâs parece un actor de companîa desbandada, de los que, a
falta de dinero, echan mano a las areas del vestuario, acabando por
ponerse la casaca del bobo del entremés, las bragas del vizcaîno, la
cota de Pilatos, y el sombrero que llevaba Arcadio, el pastor enamo-
rado de la comedia al estilo italiano, que no gustô. (57)

Ademâs la semejanza entre el final y el cuarto capîtulo nos incita a


identificar en el cuarto capitulo también al ciego con Belcebû. Y retrocedo
aûn mâs hasta llegar al final del primer capîtulo donde leo : «(...) hubo un
repentino silencio - roto tan solo por un grunido de la moza, y el relincho
de un garanôn que sono en la nave de los luteranos, como la misma risa de
Belcebû » (46). Belcebû es introducido en el mundo de la narraciôn me-
diante una comparaciôn, que adquiere valor de anuncio respecto a las men-
ciones ulteriores. Volviendo al Belcebû del ultimo capitulo, es relevante
también otro detalle, fruto de la repeticiôn : Belcebû se encuentra en un
« callejôn », una calle ciega, el lugar donde se colocan los Juanes, los in-
dianos, que ciegan a los Juanes, los romeros, pregonando los portentos de
America, i Esta coincidencia vendria a sugerir que la empresa de ir a
America se inscribe bajo el signo del demonio ? Es idea muy difundida en
la literatura hispânica. Basta con recordar el epïgrafe de El reino de este
mundo (1949) sacado de la comedia americana de Lope de Vega, El Nuevo
Mundo descubierto por Cristobal Colon. Dice el Demonio : « i Dônde
envias a Colon/ para renovar mis danos ?/ 1 No sabes que ha muchos anos/ que
tengo allï posesiôn ?» (II : 19)2. 0 recurriendo a otro ejemplo, es significati-
vo que Abel Posse haya titulado Daimôn (1978) a su libro sobre Lope de
Aguirre. Sobre esta obra advierte Gonzalez Eehevarria (1990 : 5-6) :

As the title of the book suggests, Posse's fiction centers on the myth
of the Devil and his reputed preference for the New World as resi-

1. En la repeticiôn se insiste aûn mâs sobre el engano, por ejemplo, respecto a los caimanes
que vende Juan el Indiano. Comparemos los dos contextos :«(...) se ve Juan empujado al
cabo de un callejôn donde un indiano embustero ofrece, con grandes aspavientos, como traî-
dos del Cuzco, dos caimanes rellenos de paja » (55). Y « Un dîa de feria, al cabo de una
calle ciega, esta Juan el Indiano pregonando, a gritos, dos caimanes rellenos de paja que da
por traîdos del Cuzco, cuando lo cierto es que los comprô a un prestamista de Toledo » (75,
el subrayado es mîo).
2. Para la interpretaciôn de esta cita de Lope de Vega, véase Velazco (26-27). Partes de la
misma cita se encuentran también en el ensayo « Vision de America » de Carpentier, 1978
(177, 189).
152 Rita De Maeseneer

dence and field of operations, a theme that had been important in two
earlier Latin American masterpieces, Carpentier's El reino de este
mundo (1949) and Joao Guimaraes Rosa's Grande sertào veredas.

No obstante, America no solo es el reino del diablo, sino también


fomentadora de mitos y de Utopias. Présenta la posibilidad de una vida
paradisîaca, ilustrada por la convivencia del marrano, del negro y del cal-
vinista en el palenque1. Volvemos a enfrentarnos con una ambigiiedad,
puesto que el mal convive con el bien, como ya he senalado respecto a la
interpretaciôn de los Juanes. El bien y el mal llegan juntos a America, al
igual que la guillotina y las ideas de la Revoluciôn Francesa fueron intro-
ducidas juntas, tal como se expone en El siglo de las luces (1962) de Car-
pentier. A este respecto quizâ no sea gratuite el que se haya elegido la
denomination de Belcebû para designar al demonio : Belcebû es deformation
de Baal Zebub, nombre de un dios fenicio. Expresa también esta ambigue-
dad, esta (con)fusiôn, la palabra « aneblado », présente en el ultimo capîtu-
lo del cuento (« Mira el cielo aneblado, rogando por sol, pero le contesta la
lluvia, (...)» (78), y en el primer capitulo : «(...), todo habia de parecerle
un tanto aneblado - aneblado como lo estaba ya por el aguardiente y la
cerveza del vivandero amigo, (...)» (43), donde la insistencia en «
aneblado » genera una polisemia2. Esta confusion va sugerida también por el
ambiente lluvioso y el colorido oscuro que es la tônica general escogida por el
colorista Carpentier en este cuento, que se situa en atardeceres, en la no-
che3. Y a lo mejor no es una casualidad que abunden los similes introduci-
dos por « como » o « parece » : expresan una semejanza (lo mismo) sin que
el comparante y el comparado lleguen a identificarse totalmente (lo otro).
Si se sigue este camino de la ambigiiedad, de lo mismo y de lo otro, la
repetition no se puede reducir a una expresiôn de la circularidad en lo histô-
rico, tal como lo han defendido algunos criticos como Delprat o Verasconi.

1 . El palenque evocado en el cuento desempena un papel ambiguo. Es cierto que es el lugar


de la libertad y de la convivencia pacîfica de varios idiomas y de varias religiones. Pero solo
es posible esta libertad en el marco de la clandestinidad que simbolizan los palenques. (Véa-
se al respecto los ensayos recogidos por Richard Price en Maroon Societies: Rebel
Communities in the Americas). El que el palenque del cuento se situe cerca del mar y no en el
monte (el lugar tradicional de los palenques), subraya esta ambigiiedad.
2. Magnarelli explica la repeticiôn de aneblado como la imposibilidad para el picaro de ver
claro, de « ver mâs alla de las apariencias, mas alla de unas formas vagas » (78). Marquez
Rodriguez (194-196) comenta la reiterada presencia de la palabra « aneblado » como ejemplo
de lo que califica de « enamoramiento lingùistico » en Carpentier.
3. El color negro se ve contrarrestado por el bianco del Campo Estrellado y por los colores
rojizos, sobre todo el color de la sangre y el color naranja. Este ultimo color esta présente
très veces en el cuento cada vez con otra connotation. En el primer capitulo, el color
naranja irrumpe en el ambiente sombrio (« y fue como si el sol iluminara el crepusculo de Ambe-
res », 44), ya que se descargan naranjos enanos de un barco, un regalo del Duque de Alba a
su amante caprichosa de Amberes. Vuelven las naranjas (49) en el primer delirio de Juan :
el Duque de Alba juega con très naranjas, referenda a los très hermanos Orange segûn
Benitez Rojo (305). Como un pequeno toque colorista reaparece en el ultimo capitulo « la
primera huerta de naranjos » (78), uno de los colores alegres camino a Sevilla. Para la im-
portancia de los colores en otra obra de Carpentier, véase el estudio de Miïller Bergh,
« Sentido y Color de Concierto barroco ».
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago ». . . 153

Para corroborar la tesis de la circularidad, se aduce a veces lo dicho por


Carpentier en su ensayo « Problematica del tiempo y el idioma en la mo-
derna novela latinoamericana » :

Personalmente he tratado de especular a mi manera con el tiempo,


con el tiempo circular, regreso al punto de partida, es decir, un rela-
to que se cierra sobre si mismo, en Los pasos perdidos y en el
Camino de Santiago (...). (1978 : 133)

Carpentier habla de la circularidad como recurso formai de especu-


laciôn sobre el tiempo, y no de la circularidad histôrica. En « El Camino
de Santiago » la historia/Historia solo se repite en parte y existe una
posibilidad de lo otro. La posibilidad de apertura, de lo otro, va sugerida por la
ultima frase, final inesperado tan tipico del cuento, que corta la repeticiôn
del romance de Belcebû como un rayo luminoso : « Arriba, es el Campo
Estrellado, bianco de galaxias » (79). El recurso formai de la repeticiôn
conlleva por tanto unas resonancias a nivel temâtico e interpretativo.

Una in-cita-ciôn o el juego intertextual

Aparté de la repeticiôn de las palabras de otra voz del cuento, se


repiten también palabras de una voz de otro texto. La red intertextual1 que
se teje en « El Camino de Santiago » es muy densa. Por una parte, se hacen
mas bien referencias a géneros, como a la picaresca o a los cronistas, que
se caracterizan por una « propension » a los mitos en su evocaciôn de la
conquista de America2. Por otra parte, se pueden detectar bastantes citas
(casi) literales. Aunque no van marcadas por comillas o cursiva, el lector
llega a identificar bastantes citas3 por ser muy conocidas. Pienso en la men-
ciôn de un libro hereje « que ténia por titulo "Alabanza de la Locura", o

1. Me limita a las referencias a textes literarios. La intertextualidad podria abarcar también


las referencias a una obra artîstica en general. Se pueden detectar « citaciones » de cuadros.
Partes de la description del delirio de Juan hacen pensar en El Bosco, tal como lo advirtie-
ron Dîaz (150) e Hidalgo-Martin (249). Los dos crîticos se refieren al fragmente siguiente :
« Y Juan vio salir al duque de Alba en el viento, tan espigado de cuerpo que se le culebreô
como cinta de raso al orillar el dintel, seguido de las naranjas que ahora tenfan embudos por
sombreros, y se sacaban unas patas de ranas de los pellejos, riendo por las arrugas de sus
câscaras » (49).
2. Uno de los capîtulos del libro de Beatriz Pastor se llama « Una colectiva propension al
mito » (237-264). Para mas informaciôn sobre la importancia de los mitos se podria consul-
tar a De Gandîa, Leonard y Eliott.
3. Incluyo también la menciôn de nombres propios y de tîtulos en el estudio de las citas, ba-
sândome en A. Marquez Rodriguez : «(...) no hay diferencia entre el enfoque intertextual
de un nombre
espada" o "el vencido
propio ("Calisto"),
de Waterloo")
de descripciones
y de citas ("to
definidoras
be or not("El
to be").
que en
Designan
buena hora
todoscinô
su
mundo "referencial" (Tragicomedia, El Cantor, Hamlet), pero unos designan mas que otros,
a medida que se va ampliando la referencia : "El Cid" implicarâ "el que en buena hora...",
"to be or not to be" implicarâ Yorrick, por ejemplo, etc. », op. cit. p. 59. (La traduction
del neerlandés es mîa). Recordamos que Genette considéra los tîtulos como elementos del
peritexto, que a su vez forma parte del paratexto.
154 Rita De Maeseneer

"Elogio de los Locos", o algo semejante » (74-75), por lo que se acentua


otra vez el tema de la intolerancia religiosa. Otros ejemplos del mismo tipo
son la comparaciôn bîblica de la « ballena de Jonâs » (63) para designar a
un tiburôn, la referencia al « reino de este mundo » (62), que es al mismo
tiempo autopublicidad por parte de Carpentier. La Biblia inspira también la
comparaciôn que se refiere a los negros que no se pueden ver « al tenor del
Cuarto Evangelio, como el sarmiento seco que se amontona y arroja al
fuego » (58) (San Juan 15, 6). Otras referencias bîblicas son como obsesio-
nes en Carpentier. Cuando Juan pasa mucho frio en su primer delirio, lee-
mos :

Pero no era una manta, ni un edredôn, sino todas las mantas de la


compania, todos los edredones de Amberes, los que le hubiesen sido
necesarios, en aquel momento, para que su cuerpo destemplado hal-
lara el calor que el rey Salomon viejo tratara de encontrar en el
cuerpo de una doncella. (48)

Hay un pequeno error, ya que lo evocado se refiere al padre de


Salomon, David, con quien dormîa una joven sunamita, Abisag, para darle
calor, tal como se narra en el primer Libro de Reyes (I Re I, 1-14). En La
consagraciôn de la primavera (1978) vuelve la misma referencia - también
de manera irônica - en un discurso sobre la publicidad :

No piense usted que su juventud ha terminado. . . Usted puede. . . Aûn


puede... (j Oh, jovenzuela que pusieron en el lecho de David viejo,
para reavivarle una piel que solo los huesos le levantaban ya como
estacas y horcones de tienda nômada !). (VII : 343)

Otra referencia obsesiva en Carpentier es el Apocalipsis, que apare-


ce en la descripciôn de las hogueras de la Inquisiciôn en Valladolid :

Unos dicen que empiezan tiempos nuevos, en la sangre y en las lâ-


grimas ; otros claman que roto es el Sexto Sello, y pondrâse el sol
negro como un saco de silicio, y los reyes de la tierra, y los
principes, y los ricos, y los capitanes, y los fuertes, y todo siervo y todo
libre, se esconderân en las cuevas y los montes. (78)

No solo la Biblia pertenece a la enciclopedia « obligatoria » de


Carpentier. Al enumerar los mitos relacionados con la conquista de America,
no se puede pasar por alto al primer gran mitificador, Colon, que creia

1. Aparece la misma cita de manera irônica en La consagraciôn de la primavera (1978) :


«(...) los bombardeos de Londres, cuya catedral de San Pablo habia visto el mundo arder
como tea en una impresionante fotografia, muy difundida, que hubiese podido ilustrar el
momento en que fue roto el Sexto Sello del Apocalipsis, y bajo una caîda de aerolitos
incandescentes los reyes y los altos personajes y los grandes capitanes y las gentes enriquecidas y
las gentes influyentes, y todos, en fin, los esclavos y los libres, buscaron resguardo bajo
tierra - valga decir, el de las lôbregas, hûmedas y laberinticas galerîas del Underground »
(VII : 263). En Los pasos perdidos (1953) se cita el fragmento que precede inmediatamente
a lo citado en La consagraciôn de la primavera y en el cuento : « Esta calle me ha devuelto
al mundo del Apocalipsis, en que todos parecen esperar la apertura del Sexto Sello -
momento en que la luna se vuelva de color sangre, las estrellas caigan como higos y las islas se
muevan de sus lugares » (II : 390-391).
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago » . . . 155

haber encontrado el Paraiso Terrenal « - y todos le conocian ahora la carta


escrita antano al rey Fernando - con su monte en forma de teta » (77)1. Y
tampoco puede faltar a la cita Cervantes : « la endemoniada zarabanda que
ya se bailaba en las casas del trato » (60) va inspirada en El celoso extre-
meno de Cervantes, donde leemos : « Pues i que dire de lo que ellas sintie-
ron cuando lo oyeron tocar el Pésame de ello, y acabar con el endemonia-
do son de la zarabanda, nuevo entonces en Espana ? » (302). La « ende-
mionada zarabanda » vuelve a destacar el tema de lo diabôlico (relacionado
con el negro). Al mismo tiempo se hace también hincapié al aportaciôn
americana al baile y la mûsica, lo que se desprende también de la menciôn
de la cita en el ensayo que lleva el titulo significativo de « America Latina
en la confluencia de coordenadas histôricas y su repercusiôn en la mûsica »
(1987 : 197). Algunas citas como el romance sobre la Arpîa Americana2 o
la tierra de Jauja son mâs difïciles de localizar.
Consideradas estas referencias en su total idad, llama la atenciôn que
estân sacadas de libros que evocan la época en que se situa el cuento, el
siglo XVI. Ademâs se relacionan con el Nuevo Mundo : las crônicas, los
romances e incluso la picaresca son géneros estrechamente vinculados con
el Nuevo Mundo. A este respecto basta recordar lo mucho que insistiô
Carpentier en que los romances y la picaresca tuvieron continuaciones en
America. Todos sabemos que al final del Bus côn, Pablo decide pasarse a
las Indias « a ver si mudando mundo y tierra mejorarîa [su] suerte ». El
mismo Carpentier escribiô una picaresca, El recurso del método (1974),
una novela del dictador. En cuanto a Cervantes, Carpentier comentô su im-
portancia para America en el discurso pronunciado al recibir el premio
Miguel de Cervantes :

No tuvo Espana mejor embajador, a lo largo de los siglos, que don


Quijote de la Mancha, nombre - nos dice su creador - « que sola-
mente mostraba tener claro y desenfadado entendimiento »... Pronto
conocido en toda Europa, don Quijote cruzô el océano para mos-
trarse a todo lo largo y ancho del Nuevo Mundo. Y, por encima de
luchas y vicisitudes, sobrevolando los antagonismos histôricos, siguiô
transitando sin trabas por las tierras de America. (1987 : 214)

1. En La Relation del Tercer Viaje de Colon leemos : «(...) y por esto me puse a tener esto
del mundo, y fallé que no era redondo en la forma qu'escriven, salvo que es de la forma de
una pera que sea toda muy redonda, salvo allî donde tiene el peçôn que alli tiene màs alto, o
como quien tiene una pelota muy redonda y en lugar d'ella fuesse como una teta de muger
alli puesta, y qu'esta parte d'esté peçôn sea la mâs alta e mâs propinca al cielo, o sea debaxo
la linea equinoçial, y en esta mar Ocçéana, en fin del Oriente (Hamo yo fin de Oriente adon-
de acaba toda la tierra e islas) » (213). Anadamos que para la imagen del monte en forma de
teta, Colon se inspiré en la forma del Teide. De esta manera se genera una interesante
transfusion de lo real en lo ficticio, donde la imagen adquiere una vida (y descendencia) propias.
Ademâs esta imagen tomada de Colon fue muy gustada por Carpentier, no solo en El arpa y
la sombra (IV : 323, 338), sino también, por ejemplo, en El siglo de las luces (1962) : « El
mundo ténia forma de pecho de mujer, con un pezôn en cuya punta crecïa el Arbol de la
Vida » (V : 295).
2. Se hace también una referencia a este romance en Los pasos perdidos (1953) : « Durante
dos siglos habian cantado los ciegos del Camino de Santiago los portentos de una Arpia
Americana, exhibida en Constantinopla, donde muriô rabiando y rugiendo... » (II : 273).
156 Rita De Maeseneer

Mediante las citas se subraya que el punto de mira es, por tanto, America1.

« ABRID EL CONCffiRTO »

Se podria indagar mucho mas en este diâlogo con las demâs obras de
Carpentier interpretando la repeticiôn de una manera mas amplia. La repe-
ticiôn podrîa concernir no solo a las repeticiones textuales, sino también a
la repeticiôn temâtica. Ya he mencionado en epigrafe el tema del Camino
de Santiago (relacionado con el mar) en La consagraciôn de la primavera
(1978) (VIII : 435-436). Y Esteban de El siglo de las luces (1962) empren-
de el mismo camino que Juan el Romero, aunque con otro propôsito, el de
difundir en Espana las ideas revolucionarias. De esta manera advierte el jo-
ven que « Sandalias habria de darme la libertad, con una escarapela por
venera » (V : 130). En el capîtulo 12 de Los pasos perdidos (1953) (II :
242-247) se evoca la fiesta de Santiago celebrada en el puerto Santiago de
los Aguinaldos, una de « las cien ciudades nuevas » (79) de America a la
que alude Santiago al final del cuento. Los mitos de America que sedujeron
a los conquistadores, constituyen el aliciente para el protagonista del
cuento « Semejante a la noche » (III : 33-34). En Los pasos perdidos (1953)
(II : 270) el buscador de oro, Yannes, y el recolector de plantas, Montsal-
vaje, se sienten atraidos por los mitos del Dorado, de Manoa... La temâtica
de la promesa de peregrinaciôn incumplida vuelve en El recurso del méto-
do (1974) (VII : 140), donde el Primer Magistrado promete ir en
peregrinaciôn a la iglesia de la Divina Pastora en acciôn de gracia por la victoria
obtenida sobre el general Walter Hoffmann. En El arpa y la sombra (1979)
(IV : 343) Colon tampoco cumple su promesa de ir en peregrinaciôn a Ro-
ma. Estos paralelismos vienen a sugerir que Juan el Romero/el Indiano,
Yannes, Esteban, el Primer Magistrado, Colon son hasta cierto punto per-
sonajes intercambiables, eternos viajantes por el mundo carpenteriano.
Aparté de las repeticiones temâticas, se podria estudiar la recurren-
cia de ciertos rasgos estilisticos como la enumeraciôn, tan tïpica del estilo
barroco de Carpentier, la preferencia por ciertas palabras, como « anebla-
do », o por ciertos campos semânticos como el maritimo, tan présente
también en El siglo de las luces (1962). Estos anâlisis constituyen algunas sen-
das por seguir. Lo que mi limitado estudio de la repeticiôn en « El Camino
de Santiago » me ha ensenado, es que nadie puede negar que lo mismo
también es lo otro, juego bastante borgesiano...

1 . En muchas otras obras carpenterianas (sobre todo en las ultimas) son prépondérantes las
citas francesas que se refieren de una manera mucho mâs mediata a America. Véase a este
respecto las conclusiones de mi tesis doctoral sobre La consagraciôn de la primavera
(1978).
El juego de la repeticiôn en « El Camino de Santiago »... 157

Obras citadas

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Rita DE MAESENEER
Provinciale Hogeschool voor Vertalers en Tolken (Gent)/
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