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Una de las prácticas a incluir puede ser que la organización de las visitas se realice
junto con los miembros de la localidad vinculados con el proyecto, a sabiendas que
en la primera algunos querrán “preparar” el escenario. Seguramente habrá otros que
propondrán que ese mismo día se visite la organización. Es sumamente importante
respetar estas modalidades, porque los más remisos se animarán cuando observen
la modalidad con que se encara la tarea.
Teniendo en cuenta que en una primera etapa lo más importante es instalar un
vínculo de confianza, no sería aconsejable proponer cambios u emitir juicios de valor
que puedan afectar esa relación en construcción.
Los espacios o escenarios dónde se desarrollan las actividades corresponden a
distintos tipos de organizaciones. Pensar en organizaciones, es poder pensar en
movimientos vitales1. La organización es la disposición de relaciones entre
componentes o individuos que produce una unidad compleja o sistema, dotado de
cualidades desconocidas en el nivel de los componentes o individuos. La
organización une2 de forma interrelacional elementos o eventos o individuos diversos
que a partir de ahí se convierten en los componentes de un todo. Asegura, pues, al
sistema una cierta posibilidad de duración a pesar de las perturbaciones aleatorias.
La organización, pues: transforma, produce, reúne, mantiene, sostiene” Las
organizaciones posibilitan la creación de escenarios, posibilitando transformar el
mandato que portan las instituciones. Las instituciones se han constituido a lo largo
de la historia como el ámbito del “deber ser”. Sin embargo, su misión se encarnó en
organizaciones habitadas por sujetos, ubicadas en contextos diversos, atravesadas
por procesos históricos. A lo largo de su devenir, estas organizaciones vienen
debatiendo acerca de cómo cumplir con esa misión a través de numerosas
prácticas, misión que es permanentemente cuestionada desde la perspectiva del
“deber ser”, porque existen sujetos y contextos diversos. En la dinámica social las
organizaciones cobran un papel relevante, aunque no podemos negar que las
instituciones producen subjetividad pero ha cambiado el ámbito de producción. Se
ha pasado de la lógica de los muros a la de todo el terreno social.
La organización, es entonces la posible, la que se pudo construir y en ella entran a
jugar las subjetividades, el contexto, el proceso histórico de ese barrio, esa
comunidad, provincia, país, en esa historia en que los acontecimientos van
sucediendo.
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Por lo tanto es importante, cada vez que se llega, presentarse o saludar a cada una
de las personas que se encuentran en el sitio visitado, como un primer modo de
vinculación o profundización de la ya establecida. Evidentemente, si se trata de una
primera visita, la observación se constituye en un instrumento privilegiado. Surge
entonces una primera cuestión: ¿qué observar?
Si elaboramos previamente a la visita un instrumento demasiado estructurado, nos
perderemos los acontecimientos imprevistos. Podemos correr el riesgo de estar muy
preocupados por completar el instrumento. Por otro lado, si nos acercamos sin
ninguna hipótesis previa, la riqueza de las interacciones, de las prácticas puede
perderse.
Una de las modalidades más fructíferas es que los miembros del equipo se dividan
aspectos a observar.
Por ejemplo: en una misma visita a un comedor, uno de los RT puede observar la
preparación de la comida, clima de trabajo entre quiénes la hacen, cómo se sirve a
los niños y niñas, etc. Otro puede observar cómo llegan esos mismos niños; si algún
adulto los acompaña, conversar con ellos; que se hace en el “mientras tanto”; si
hubiera alguna actividad organizada, observar su desarrollo, etc. Un tercero puede
recorrer las cercanías del comedor, conversar con vecinos, observar que otras
organizaciones hay en la zona, etc.
Es muy importante que cada uno cuente con un “cuaderno de campo”, donde
registrar no sólo sus observaciones, sino que en una columna paralela, sus hipótesis
y sensaciones. Estos registros se convertirán en una herramienta de incalculable
valor a la hora de compartir lo observado con el equipo y diseñar estrategias de
trabajo.
Asimismo, estas primeras observaciones se convertirán en posibles guías para otras
visitas y para el proceso de sistematización de la tarea desarrollada.
Resulta sumamente recomendable cerrar la visita con una pequeña devolución de lo
observado a todos los actores, lo cual incluye a los niños y niñas. Esta devolución
puede resaltar alguna práctica positiva observada, hacer referencia a la importancia
de haberlos recibido y dejarlos compartir su espacio, apuntar a que las experiencias
compartidas nos permiten aprender entre todos, de modo que se pueda advertir
claramente, la diferencia con una supervisión, control o evaluación externa.
Este es un modo de romper la modalidad establecida en la mayoría de los abordajes
técnicos, donde los profesionales “vuelven con el botín” de lo registrado. No se trata
sólo de contar lo que se vio, sino de producir un momento de intercambio. Esta
reunión puede posibilitar, además, explorar otras voces y perspectivas que no hayan
sido registradas. Recordemos que los que hablan son las personas, no las
organizaciones. Por lo cual, la visita no es al “comedor” sino a las personas que lo
habitan, aún tangencialmente.
Si el clima logrado es cordial, puede darse la oportunidad para el surgimiento de
propuestas alternativas, las cuales deberían tener algún grado de consolidación
respecto a modos de efectivizarla, plazos, responsables, etc. Incluso pueden quedar
asentadas las propuestas en un papel afiche, el cual se constituirá en un instrumento
para un monitoreo posterior.
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Es así que el MONITOREO se constituye en una acción que permita una reflexión
permanente a través de:
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Cohen E. y Franco R. (1997): Evaluación de proyectos sociales. Siglo veintiuno editores. México; Goetz J.
P. y Le Compte M.D. (1988): Etnografía y diseño cualitativo en la investigación educativa. Ediciones Morata.
Madrid; Alvira Martín, (1996): Metodología de la evaluación de programas. Cuadernos Metodológicos.
Centro de Investigaciones Sociológicas. Madrid; Pichardo Muñiz, A. (1993). “Evaluación del Impacto Social”
Edit. Humanitas. Buenos Aires; Stufflebeam, D. y Shinkfield, A. (1995) Evaluación sistemática. Guía teórica
y práctica. Ediciones Paidós. Barcelona; Tiana Ferrer, A. “Tratamiento y usos de la información en
evaluación.” En Serie Documentos - Vol. 1. - Programa Evaluación de la Calidad de la Educación. Cumbre
Iberoamericana; Débora Yanco y Cecilia Ros (2002) introducción a las perspectivas socioculturales,
epistemológicas y metodológicas de la evaluación de los programas y proyectos sociales.