Está en la página 1de 21

Revista de Indias, 1998, vol. LVIII, num.

214

SOBRE EL ORIGEN Y DIFUSION DEL NOMBRE

"AMÉRICA LATINA" (O UNA VARIACION HETERODOXA

EN TORNO AL TEMA DE LA CONSTRUCCION

SOCIAL DE LA VERDADr

POR

MONICA QUIJADA

Centro de Estudios Hisr6ricos, CSIC

Existe una interpretacion que afirma que la génesis y difusion del nomhre de "Améri­
ca Latina" son un producto exclusivo del proyecto expansionista francés liderado por
Napoleon IlI. Esta interpretacion ha sido asumida colectivamente y convertida en "autori­
dad", a pesar de los problemas que presenta y de las inatendidas refutaciones que ha
recibido. Este artfculo se propone cuestionar dicha interpretacion mediante una revision
de las nociones existentes sobre €l tema, lo que implica examinar los problemas que pre­
senta la version canonica mencionada, recuperar informacion y elaboraciones previas que
la ponen en duda, y proponer una interpretacion alternativa que tenga en cuenta et con­
texto de origen, los ritmos de d!fusi6n y las connotaciones simb6licas del nomhre que
facilitaron su adopcion mayoritaria.

" ...truth lives on a 'credit system'. Qur thoughts


and beIiefs pass, so long as nothing challenges
them, just as bank-notes pass so long as
nobody refuses them".1

• Este articulo se integra en el proyecto PB96-0868 (DGES) "Raza, naci6n y pensa­


miento cientifico en la construcci6n de las identidades americanas en el transito de siglo,
1870-1930". Su origen se encuentra en una conferencia titulada "Why Latin America? The
dubious origins or an ambiguous concept", gue la aUlora imparti6 en la Universìdad de Comell
(USA) el 25 de abril de 1997, cn una jomada sobre el tema "The Invention of Latin America".
l W. JAMES, Pragmatism (1907), cìtado en Steven SHAP1N, A Social History ofTruth.
Civitity and Science in Seventeenth-Century England, Chicago and London, The Chicago
University Press, 1994, p. 6.
596 MÒNICA QUIJAOA

" ... truth is Iinked in a circuIar l'cIation with L


systems of power which produce and sustain ta- I

il, and lo effects of power which it induces


lnver
and which extend it"2
deju
habd
En un trabajo que se remonta a 1965, ei prestigìoso historìador cado
norteamericano John Leddy Phelan -especìalmente conocido por habri
su monografia sobre ei mìlenarìsmo francìscano en la Nueva Espa­ esta
fla 3- abordo con particular éxito de recepcion el problema del tan mas
publi,
difundido nombre de "América Latina".
Desarrollando un tipo de interpretaci6n al que la intelectualidad un p
de Ios afios sesenta era particularmente sensible, Phelan afirmo que enA
la nomenclatura en las Amérìcas habia funcionado a menudo como S
una proyeccion simbolica de las ambìciones y designios de las po­ lista
tencias europeas con respecto a Ios terrìtorios descubiertos por Co­ desi;".
regi'
16n. Ejemplo de elIo seria cl término "Nuevo Mundo", que en los
inicios de la c01onizacìon habria reflejado las aspiraciones francis­ nuev
canas a la construccion de un nuevo espacio sociai y espìritual don­ tanto
cara,
de los indigenas -sencìllos e inocentes- contribuirian a configurar
un Crìstianismo libre de los vicios del viejo mundo. De la mìsma trein
manera el nombre de "América Latina" habria sido concebido, tres Imp
siglos mas tarde, como un "programa de acci6n" destinado a integrar
a las nuevas republicas americanas, recientemente desprendidas de ne e
"Am
la corona hispanica, en 10s planes y aspiraciones de una Francia en
verti,
pIena expansion imperial 4 .
to, eJ
form:
autOl
2 M. FOUCAULT,POWer/Knowledge: Selected lnterviell'S and other Writings 1972­
L
1977 (1980), citado en SHAPIN [l Jpp. 6-37 de ql
3 John L. PHELAN, El reino milenario de los franciscanos ell el Nuevo MUlldo, Méxi­ expa
co, Instituto de Investigaciones historicas/Universidad Nacional de México, 1972 (lO ed. en
inglés: 1956). Del 111ismo autor, entre otros: The Hispanisation oJ the Philippines: Spallish
fisur
aims and Filipino responses, 1565-1700, Madison, University of Wìsconsin Press, 1959; blerr
The Kingdom oJ Quito in the Seventeenth Century: Bureaucratic Politics ill the Spanish dos
Empire, Madison, Milwaukee y Londres, University of Wisconsin Press, 1967.
4 10hn Leddy Pl-IELAN, "El origcn de la idea de Latinoamérica", en Ideas en torno de
Latinoamérica, México, Univcrsidad Naciona1 Autonoma de México/Union de Universìda­
des de América Latina, 1986, pp.441 -455. La primera edici6n de esta conferencia en Idem,
"Pan-Iatinism, French intervcntion in Mex ico ([ 861-1867) and the gencsis of the idea of "créd
Latin America", en Conciencia y autenticidad hist6ricas. Escritos en homenajc a Edmundo (acep
Q'Gorman, México, UNAM, 1968, pp. 279-298. cilan

R.I., 1998, n.o 214


SODREEL ORIGEN Y DIFUSIÒN DEL NOMBRE ··AMÉRICA LATINA" 597

'ith La argumentaci6n --que aqul se expone de forma muy suscin­


tain ta- era como sigue: la denominaci6n "América Latina" habria sido
ccs
it".2
inventada y difundida en Francia en la década de 1860, con el objeto
de justificar el proyecto expansionista de Napole6n III. En concreto,
habrla sido empleada por primera vez en 1861 en un articulo publi­
dar cado por la Revue des Races latines, y s610 en fechas mas tardias lo
por habrian comenzado a utilizar los propios hispanoamericanos. Segun
spa­ esta interpretacion, la invencion del término no puede entenderse
tan mas que en el contexto del movimiento Panlatinista -del que la
publicaci6n mencionada era acérrima defensora- y como parte de
idad un programa politico destinado a promover los intereses de Francia
que en América5 •
orno Siguiendo esta interpretaci6n, "América Latina" entrarla en la
po­ lista de denominaciones destinadas a reflejar simbolicamente los
Co­ designios de las potencias europeas con respecto a los paises de la
10s region. En este caso, la nocion de "latino" aplicada a una porcion del
nuevo continente fue identificada con Francia. Y no con este pais en
tanto productor y difusor de formas culturales especificas, sino en su
urar caracter de Gran Potencia. Para usar una categoria muy en boga hace
isrna treinta afios, el adjetivo "latino" asociado a América fue vinculado al
, tres Imperialismo francés.
egrar Tan grande fue el éxito de esta interpretaci6n, que hoy no se po­
as de ne en duda que sea ésta la unica y "verdadera" génesis del nombre
ia en "América Latina". Dicho en otras palabras, esta versi6n se ha con­
vertido en "autoridad", Es decir, en una afirmacion (juicio, concep­
to, explicaci6n o interpretaci6n) que es aceptada colectivamente, de
forma acritica, a partir del "crédito y fe" que se han depositado en el
autor o responsable del mism0 6 ,
!i 1972­ Lo cierto es que a pesar de esa consagracìon generalizada, la idea
de que el nombre de "América Latina" es un producto exc1usivo del
I,Méxi­ expansionismo francés no viene avalada por una argumentaci6n sin
[0ed. en
Spanish fisuras. Por el contrario, dicha argumentacì6n presenta varios pro­
s, 1959; blemas de diferente envergadura, cuya resoluci6n constituye en to­
Spanish dos los casos un interesante desafio para la investigacion. Mas aun,
tomo de
ivcrsida­ 5 Idem.
òn Idem, 6 Segun el Diccionario de la Real Academia Espafiola de la Lengua, "autoridad" es el
: idea of "crédito y fe que, por su mérito y fama, se da a una persona o cosa en determinada materia"
:dmundo (acepci6n 6), y cl "texto, expresi6n o conjunto de expresiones de un libro O escrjto, que se
citan o alegan en apoyo de lo que se dice" (acepci6n 8).

R.I., 1998, n.o 214


MONICA QUlJADA
598

algunas de 1as afirmaciones basicas que la sostienen han sido cues­ de otra her
tionadas en unas poeas pero incisivas publieaciones que, sorpren­ Por afiadid
dentemente, nunca fueron tomadas en cuenta. Y esta desestimacién tual, pol'iti
ha sido tan acritica, como acritica fue la aceptacién coleetiva de la contexto Q
versién del profesor norteamericano. ser descrit~
Como ha dicho Steven Shapin, solemos aceptar como "verdad El sop~
cientifica" lo que, en realidad, es el resultado de un juicio colectivo bliC'é en ]
que "estabiliza" una afirmacién y la convierte en "verdad", a partir Dieha obr'
del crédito que se otorga al emisor7 . Esta "construccién social de la autor en 8
verdad" se basé en cl siglo XVII en un sistema de "confianza social" mundo en
c, indudablemente, en un esquema de poder. En el siglo XX ten­ el dia de
driamos que agregar, quiza, 10s resortes (redes académicas, medios lectuales 8 •
de comunicaci6n, etc.) que hacen a algunos grupos mas visibles que dos "raza
a otros y que contribuyen al éxito, o no, de una teoria dada, a partir origen du
de factores que son ajenos a la "veracidad" intrinseca de la misma. mana, y l
En todo caso, en las paginas que siguen me propongo someter a dos "angl
revisién las nociones existentes sobre el surgimiento y difusi6n del Esta d:
término "América Latina", lo que implica l) l1amar la atenci6n hacia lizacién
los problcmas que presenta la versién canénica antes sefialada; 2) bargo, su
recuperar informaci6n y elaboraciones que la poncn en duda y abren tonces no
otras vias para la comprensién de ese proceso hist6rico; y 3) propo­ mas-Ia
nel' una interpretaci6n alternativa que tome en cuenta los distintos Como la
hilos argumentales que surjan de esa contrastacién. la Améri
sajona".
ncs latin
DUDAS Y PROBLEMAS ducir a s
estaban 1
La intcrpretaci6n que vincula estrechamente la génesis del nom­ ideas te
bre "América Latina" al expansionismo decimon6nico francés esHi. Chevalie
lejos de ser una creaci6n ex-nihilo. Muy por el contrario, la afirma­ la invasi
ci6n inicial o punto de partida de la misma ha sido pIenamente con­ A la
firmada por investigaciones posteriores, y esto quiza ha contribuido Chevalie
a conferir "verosimilitud" al conjunto del edificio a pesar de las de­
bilidades que a continuaci6n examinaremos. En efecto, como bien
S ElI
ha sefialado el profesor Phelan, fue precisamente un francés quien raci6n del
habl6 por vez primera de una porci6n de América que era "latina" en una versi6
cuanto a cultura, y la contrasté con una América diferente, portadora 9 So
mica, Bare
Origins aJ
7 SHAPIN [I J, pp. 5-6. Press, 1981

R.!., 1998, n.O 214


SOBRE EL ORIGEN YDlFUSIÒN DEL NOMBRE "AMÉRICA LATINA" 599

sido cues­
de otTa herencia cultural que él denomino "sajona" o "anglosajona".
, sorpren­
Por afiadidura este francés, de nombre Michel Chevalier -intelec­
stimaeì6n
tual, politico, economista y viajero- hizo esta afirmacion en cl
tiva de la
contexto de un conjunto de intereses que con toda justicia pueden
ser descritos como "tendencias expansivas" por parte de Francia.
o "verdad El soporte de esa afirmaci6n fue un libro que M. Chevalier pu­
coleetivo blico en 1836, tras recorrer 10s Estados Unidos, México y Cuba.
", a partir Dicha obra, que contenia impresiones y comentarios inspirados al
ocial de la autor en el transcurso de su extenso viaje, presentaba la historia del
za soeial" mundo en términos de rivalidad entre civilizaciones, idea que hasta
o XX ten­
el dia de hoy parece mantener su atractivo en ciertos ambitos inte­
as, medios
lectuales 8 . En concreto, Chevalier se referia a la competencia entre
isibles que
dos "razas" o culturas antag6nicas y hostiles, surgidas ambas del
da, a partir
origen dual de nuestra civilizacion occidental: la "raza" latina o ro­
a misma.
mana, y la "raza" germana (en la que Chevalier incluia a 10s llama­
someter a dos "anglosajones").
ifusion del Esta distincion entre dos ramas supuestamente rivales de la civi­
Dei6n hacia lizaeion occidental no era una idea originaI de Chevalier9 . Sin em­
efialada; 2) bargo, su elaboraci6n personal del tema incluia algo que hasta en­
uda y abren tonces no sol1a tomarse en consideraci6n: la idea de que ambas ra­
y 3) propo­ mas -la latina y la germana- se habian "reproducido" en América.
os distintos Como la Europa meridional, Sud América era "latina" y "cat6lica";
la América del Norte, por el contrario, era "protestante" y "anglo­
sajona". Francia era, segun Chevalier, la "primera" entre las nacio­
nes latinas. Nada mas logico que fuera este pais el destinado a con­
dueir a sus "naciones hermanas" en la lucha por la supremacia que
estaban librando con la "raza sajona". En total coherencia con estas
1S del nom­ ideas tempranas, dos décadas después de la aparici6n de su libro
francés esta Chevalier se convirtiria en uno de 10s mas fervorosos partidarios de
o, la afirma­ la invasi6n a México por parte de las tropas de Napoleon III.
amente con- A la inversa -y no casualmente- las propuestas iniciales de
contribuido Chevalier coincidian pIenamente con la justificaci6n ideologica del
rar de las de­
D, como bien
l / . 8 El libro de Samuel P. HUNTINGTON, El choque de las civilizaciones y la reconfigu­
rrances qmen raci6n del orden nzundial (l a edici6n en cspanol: Barcelona, Paid6s. 1997) no deja de ser
ra "latina" en una versi6n posmodema de cste tipo de visiones.
lte, portadora 9 Sobre este tema véase Lily LITVAK, Latinos y anglosajones: orfgenes de una polé­
mica, Barcelona, Puvill Editor, 1980; Reginald HORSMAN, Race and Manifest Destiny. The
Origins oJ American Racial Anglo-saxonism, Cambridge (Mass.), Harvard University
Press, 1981.

R.I., 1998, n. o 214


MONICA QUIJADA
600

prograrna expansivo del Emperador, que apelaba al proyecto de uni­ lo que podI'
dad de 10s "pueblos latinos" a partir de tres rasgos supuestamente aparentem
compartidos: el origen racial, Ias creencias cat6Iicas y unos rnismos hispanoam
rivales: ]os germanos y anglosajones del norte y los eslavos del este. pobIacione
La incorporaci6n a este programa de los paises "latinos" de Arnérica década de
permitida a la naci6n Hder, Francia, asegurarse recursos imprescin­ Sorpre
dibles para su desarrollo industriaI y tecnol6gico, por un lado, y fre­ si6n (1965
nar la expansi6n de los competidores anglosajones, por el otrolO. De idea de La
ahi la irnportancia de la idea inicial de Chevalier de gue al otro lado traba en él
del Atlantico existian poblaciones que podian reclamar su pertenen­ "América
cia a ese concepto amplio de "raza latina". Este trabaj
Ahora bien, en esta referencia a una América gue seria supusta­ go aliento
mente "latina" hay una cuesti6n sutil pero significativa, sobre la gue racas de u
es conveniente detenerse. Chevalier nunca habl6 de "América Lati­ Latina l2 • P
na" como un nombre colectivo. Se limit6 a utilizar el adjetivo "lati­ publicaba
no" para calificar a los habitantes de una porci6n determinada de trabajos de
dieho continente. En otras palabras, este personaje habl6 de una tes de 186]
América gue era "latina", como hablaba de una América "protes­ cepto de"
tante" o de una América "cat6Iica". De ]a misma manera, la gente de personajes
su época se refeda a una Europa "latina", o "anglosajona". El profe­ noz del M
sor PheIan conocia bien esta distinci6n, y por elIo sostuvo gue el sobre todo
nombre co]ectivo "América Latina" habia surgido con posterioridad investigaci
a la publicaci6n antes mencionada de Chevalier. En concreto, dat6 conocidas
ese surgimiento en un articulo publicado por la Revue des Races versi6n ca
latines en 1861, precisamente el ano en gue la invasi6n de México ci6n en el
se encontraba en su ultima fase de preparaci6n. Los invasores harian mente de l
uso del térrnino "América Latina" como una forma de integrar la antes nos
ocupaci6n de México en el proyecto Pan]atino gue aspiraba a pre­ Pero n
sentar un frente unido y reforzado a las "razas" rivales -anglosajo­ Phelan. E
na y eslava- mediante la uni6n de todas las naciones "latinas". gica. En e
S610 con posterioridad a esta fecha la nueva denorninaci6n seria dificil exp
utilizada por los propios hispanoamericanos.
Como se ha dicho antes, esta interpretaci6n tuvo una difusi6n y
un éxito notables y fue asurnida globalmente como "la verdad" en Il Arlu

cuanto al origen del nombre "América Latina". Y esto se produjo a video), 27 de


12 ArlUl
pesar de gue dicha versi6n presentaba algunos probIemas gue fueron de Estudiosl
pasados por alto. En primer lugar no tenia en cuenta ciertos datos, (273 pags.).
13 MigU!
cialista y libe
lO Cfr. nota 4 supra. (Toulouse) ]C

R. I., 1998, n.O 214


S013RE EL ORIGEN Y DlFUSION DEL NOM13RE "AMÉRICA LATINA" 601

~ de uni­ lo que podrla atribuirse a un simple desconocimiento de los mismos:


~tamente aparentemente el autor y su publico receptor ignoraban que muchos
mismos hispanoamericanos venian aplicando el concepto de "latino" a las
del este, poblaciones de esa porci6n de América desde ]os comienzos de la
~mér~ca década de 1850.
~prescm­ Sorprendentemente, el mismo ano en que Phelan expuso su ver­
~o, y fre­ si6n (1965) apareci6 en Montevideo un breve trabajo titulado La
~OIO. De idea de Latinoamérica. Su autor, el profesor Arturo Arda0 11 , mos­
tro lado traba en él que los hispanoamericanos habian empleado el término
ertenen- "América Latina" en fechas anteriores a las sefialadas por Phelan.
Este trabajo temprano fue s6lo el inicio de una investigaci6n de lar­
supusta­ go aliento que culmin6 quince afios mas tarde con la edici6n en Ca­
e la que racas de un libro tituIado Génesis de la idea y el nombre de América
ica Lati­ Latina 12 • Pocos afios después otro investigador, Miguel Rojas Mix,
vo "lati­ publicaba en Toulouse un nuevo articulo en la misma linea gue los
'nada de trabajos de Ardao l3 . Ambos prueban fehacientemente que alios an­
de una tes de 1861 --en concreto, a lo largo de la década de 1850- el con­
"protes­ cepto de "América latina" ya estaba siendo utilizado por destacados
gente de personajes hispanoamericanos, como el dominicano Francisco Mu­
l profe- iioz del Monte, los chilenos Santiago Arcos y Francisco Bilbao y,
o que eI sobre todo, el colombiano José Maria Torres Caicedo. Por qué estas
rioridad investigaciones permanecen hasta el dia de hoy practicamente des­
to, dat6 conocidas y no consiguieron modificar la aceptaci6n coIectiva de la
s Races versi6n can6nica que venimos comentando, es un tema de especula­
México ci6n en el cuaI no entraremos agui, augue forma parte indudable­
s hadan mente de Ios procesos de "construcci6n social de la verdad" a que
tegrar la antes nos hemos referido.
a a pre­ Pero no es éste el unico problema gue ofrece la interpretaci6n de
glosajo- Phelan. Existe una segunda cucsti6n, que podriamos llamar ideol6­
'latinas". gica. En efecto, la perspectiva "imperialista" que propone hace muy
'6n seria diflciI explicar, no ya el origen, sino la adopci6n del término por los

ifusi6n y
rdad" en I I Arturo ARDAO, "La idea de Latinoamérica", Semanario Marcha No. 1282 (Monte­

rodujo a video), 27 de noviembre de 1965.


)2 Arturo ARDAO, Génesis de la idea y el nombre de América Latina, Caracas, Centro
e fueron de Estudios 1atinoamericanos "R6mulo Gallegos"/Conscjo Naciona1 de la Cultura, 1980
s datos, (273 pags.).
I} Miguel ROJAS MIX, "Bilbao y el hallazgo de América Ialina: Uni6n continental, so­

cialista y libertaria...", Cahiers du Monde Hispanique et Luso-Brasilien-Caravelle, No. 46


(Toulouse) 1986, pp. 35-47.

R. l., 1998, n.o 214


602 MONICA QUJJADA

hispanoamericanos. Es decir, su rapido y notable éxito entre los pro­ una invenci '
pios "designados" por él. De hecho, esta perspectiva no tiene en han demostr
cuenta una cuesti6n tan significativa corno el rechazo y la acerba Mix 14. 2) Pr,
critica con que las élites politicas e intelectuales de Hispanoamérica difusion del
recibieron la invasion de México por las tropas de Napoleon III. En sobre todo
otras palabras, la admiracion que estas élites sentian por la cultura francés o el I

francesa no es suficiente para explicar, en primer lugar, que en los Napoleon III
mismos aiios de la ocupacion sus propios explicitos y fervorosos sion de Méx
criticos -que no ocultaban los sentimientos de rechazo y humilla­ génesis, difu
cion que les producian la accion francesa en México y los designios un horizonte
imperiales de Napoleon III- estuvieran utilizando el concepto de contexto del
"América Latina" y proponiéndolo como una categoria colectiva aqui no es ta
legitima y conveniente. En segundo lugar, esta interpretaci6n tam­ ocupa, como
poco explica el extraordinario éxito que alcanzo la nueva denomina­ Para aho
cion entre el publico receptor de Hispanoamérica. contexto ide
Pero hay una tercera cuestion, tan significativa como las anterio­ mente el con
res, que la tesis "imperialista" deja sin descifrar: por qué la noci6n de cierto deteni
"latino", que excluye a toda la poblaci6n de origen no europeo --en ideol6gicas
especial los indigenas- fue utilizada, y mas aun, propuesta como dujo cl surgi
una denominacion colectiva, por intelectuales corno el chileno Fran­ mas globale
cisco Bilbao, que se caracterizo por ser un decidido campeon de la ces no solo
integracion radal y defensor de los derechos de las "razas" menos del eual dich
favorecidas. Otra personaje que utilizo tempranamente esa denomi­ procurar la i
nacion fue el cubano José Marti, también conocido por su defensa de concepto "la
la integracion étnica. ria por Ios pr
En otras palabras, la perspectiva asociada a los designios impe­ Ias razones d~
riales coloca a quienes estuvieron estrechamente comprometidos con
la génesis y difusion del nombre "América Latina" en una posici6n
de receptores pasivos y acriticos. La intencion de este trabajo es, ORIGENES, C(
precisamente, devolver el papel protagonico a 10s principales actores
de ese proceso, a partir de dos prapuestas iniciales: l) "América Los hispal
Latina" no es una denominaci6n impuesta a los latinoamericanos en asociado al ilI
funcion de unos intereses que les eran ajenos, sino un nombre acu­ generalmente
nado y adoptado conscientemente por ellos mismos y a partir de sus de ellos. El l
propias reivindicaciones. Dieho de otra manera: al promediar el si­ 1851. Duranti
glo XIX era comun utilizar el adjetivo "latino" para calificar tanto a
una porcion de Europa como de América. Pero la "Europa latina"
14 Para desa
nunca se eonvirti6 en un nombre. Lo contrario ocurri6 con "América haustiva y excelei
Latina", y este concepto, en tanto denominacion colectiva, no fue nombre de Amérù

R. 1.,1998, n." 214


S013RE EL ORIGEN Y DlfUSION DEL NOMBRE "AMÉRICA LATINA" 603

los pro­ una invencion francesa o europea sino hispanoamericana, como bien
tiene en han demostrado las investigaciones de Arturo Ardao y Miguel Rojas
a acerba Mix 14. 2) Precisamente por elIo, para comprender el surgimiento y
américa difusion del nombre "América Latina" es necesario tener en cuenta
il III. En sobre todo el contexto hispanoamericano de la época, mas que el
a cultura francés o el europeo. No estoy negando con esto que el entomo de
le en 10s Napoleon III empleara dicho nombre durante y después de la inva­
rvorosos si6n de México como forma de legitimaci6n de la misma. Pero la
humilla­ génesis, difusion y adopci6n colectiva del término corresponden a
esignios un horizonte mas amplio que la mera utilizacion del mismo en el
cepto de contexto del programa expansivo del Emperador. Lo que importa
colectiva aqui no es tanto la relaci6n de los franceses con el término que nos
i6n tam­ ocupa, como la de los propios latinoamericanos.
enomina­ Para ahondar en estas cuestiones, creo necesario detenerse en el
contexto ideol6gico en el que tomo forma y se difundi6 exitosa­
anterio­ mente el concepto de "América Latina". Esto implica examinar con
noci6n de cierto detenimiento tres cuestiones: l) las circunstancias politicas e
'Peo --en ideologicas que preocupaban a 10s latinoamericanos cuando se pro­
sta como dujo cl surgimiento y adopcion del término; 2) las ideas y paradig­
eno Fran­ mas globales en que se inscribe cste proceso, y que operaban enton­
e6n de la ces no s610 en América, sino en cl conjunto del mundo occidental
s" menos del cual dicho continente forma parte; 3) finalmente, es importante
a denomi­ procurar la identificacion de aquellas connotaciones simb6licas del
efensa de concepto "latino" que puedan haber facilitado su adopcion mayorita­
ria por los propios hispanoamericanos, como una via para explicar
1ios impe­ las razones de esa amplisima difusi6n.
etidos con
a posici6n
rabajo es, ORIGENES, CONTEXTOS Y DIFUSION
les actores
"América Los hispanoamericanos comenzaron a utilizar el adjetivo "latino"
~ricanos en asociado al nombre "América" en Ios inicios de la década de 1850, y
)mbre acu­ generalmente en el marco de viajes a Francia realizados por algunos
artir de sus de ellos. El caso mas antiguo que se ha encontrado se remonta a
ediar el si­ 1851. Durante la primera mitad de esa década gente como el domi­
lear tanto a
Dpa latina"
14 Para desarrollar csla parte del argumenlo, me apoyaré parlicularmenle en la ex­
1 "América hausliva y excelenle invesligaci6n de Arturo ARDAO antes citada: Génesis de la idea y el
Iva, no fue nombre de América Latina (nota 12 supra).

R. l., 1998, n.o 214


604 MONICA QUIJADA so

nicano Francisco Mufioz del Monte y eI chileno Santiago Arcos hi­ esclavistas SUl
cieron esa asociacion para describir los movimientos expansionistas politica nican
de Ios Estados Unidos en el continente americano como una agre­ los sentimiea
sion de la "raza anglosajona" hacia la "raza latina". entre Ias élite~
Esta utilizacion no era en si misma especialmente significativa, y naje -al fin
solo implicaba que los hispanoamericanos conodan y asumian las cho de que Si
tendencias ideoIogicas mas en boga en la Europa de la época. De del Presidente
hecho, al promediar el siglo XIX era tan normal hablar de las "ra­ noci o oficialn
zas" en generaI, de la division del género humano en "razas superio­ un representar
l'es" e "inferiores" e incluso de las rivalidades entre la "raza latina" y Por afiadic
la "germana" o "anglosajona", como lo es hoy referirse a "culturas", shington con J
a "naciones", o a las rivalidades entre Estados. Sin embargo, cuando ba sobre Ias h
los hispanoamericanos tomaron el adjetivo "latino" y lo aplicaron a rra subsiguien
sus propias poblaciones, se estaban refiriendo a un contexto que no torios. La ex :
coincidia pIenamente con el que inspiraba a franceses, espafioles e tentrional de
italianos. Para los europeos del sur, la supuesta existencia de una nos del sur;
"lucha de razas" en la que Ias naciones latinas estaban siendo ade­ américa, si e
lantadas por sus competidoras se asociaba en primer Iugar a los de Hornos.
avances técnicos, economicos y sobre todo geopoliticos de Gran Este conjl
Bretafia, a Ios que se afiadian, en un plano inferior, Ios progresos de panoamericar
su "hija" americana, los Estados Unidos. En segundo lugar, a los del gran Libe
europeos del sur y en particular a Ios francescs les preocupaba el inspiraba la r
"despertar" de las naciones esIavas, fundamentalmente la Rusia de por muchos,
Ios zares. de Ios Estado
El contexto que motivaba Ios temores de los hispanoamericanos zo comun. A
y en cuyo marco inscribian su propia percepcion de la "lucha de sentaban un
razas" era mucho mas restringido, geograficamente hablando: se unidad en lo:
referia fundamentalmente a la politica de los Estados Unidos con inédito en lo
respecto a los paises que estaban al sur de sus fronteras. En los afios otras palabra
cincuenta esa politica tenia una faz muy concreta: los esfuerzos tem­ pendencia h
pranos realizados por el gobiemo de Washington para posibilitar la tales como"
apertura, en la region centroamericana, de un canal que uniese los mo se ha di
dos océanos. De ahi que la filiacion "latina" fuese reivindicada por muyextendi
varios politicos e intelectuales hispanoarnericanos en eI contexto de
la colera e indignacion que produjo en el continente la invasion de l'Es intere
Nicaragua por parte del ciudadano norteamericano WiIliarn Walker, Michel Chevali
considerado por todos un aventurero y un pirata. Walker intervino afirmaba en su
si6n: "Las espan
en Centroamérica entre 1855 y 1860, con el objeto de incorporar a las poscsiones de
10s cinco paises del Istmo como otras tantas estrellas a los Estados primero y la tom:

R. 1.,1998, n.o 214


SOBRE EL ORIOEN Y D1FUS10N DEL NOMBRE "AMÉRICA LATINA" 60S

os hi­ esc1avistas surenos de la Uni6n, y en poco tiempo tomo control de la


onistas polltica nicaragiiense y oeup6 la primera magistratura del pais. Pero
agre- los sentimientos de humi1laci6n que la aeei6n de Walker provoc6
eotre las élites hispanoamericanas no se debieron tanto a este perso­
tiva, y naje -al fin de cuentas, casi un delincucntc comun- como al he­
ian las cho de que sus actividades recibieran el apoyo publico y explieito
ca. De del Presidente de 10s Estados Unidos, Franklin Pieree, quien le reco­
as "ra­ noci6 oficialmente como gobemante maximo de Nicaragua y envi6
uperio­ un representante diplomatico a Managua.
tina" y Por anadidura, el temor que despertaban las intenciones de Wa­
Ituras", shington con respecto a Centroamériea y al Istmo de Panama. opera­
cuando ba sobre las heridas aun abiertas de la oeupaci6n de Texas y la gue­
caron a Ha subsiguiente, que le vali6 a México la pérdida de extensos telTi­
que no torios. La expansi6n de los norteamerieanos sobre el pais ma.s sep­
noles e tcntrional de la América espanola habia eonstemado a los america­
de una nos del sur; y muchos se preguntaban, al verles actuar en Centro­
do ade­ américa, si esa politica expansionista no continuarla hasta el Cabo
r a 10s de Homos.
e Gran Este conjunto de sentimientos negativos llev6 a que muchos his­
esos de panoamericanos volvieran 10s ojos hacia el viejo sueno unionista
r, a 10s del gran Libertador, Sim6n Bollvar. Sin duda, la raz6n principal que
paba el inspiraba la reaparici6n de aquellos ideales era la necesidad, sentida
lisia de por muchos, de oponer al poderio creciente y a la poHtica agresiva
de 10s Estados Unidos una Hispanoamérica fortaleeida por cl esfuer­
ricanos zo comun. Ahora bien, estas propuestas de mediados del siglo pre­
ucha de sentaban un matiz que habia estado ausente de los llamamientos a la
ndo: se unidad en 10s tiempos de Bolivar. Lo que apareela como nuevo e
dos con inédito en los cincuenta era, precisamente, la categorIa "raza". En
105 afios otras palabras, ni el Libertador ni ningun otro prohombre de la Inde­
05 tem­ pendencia hubieran basado sus propucstas unitarias en argumentos
ilitar la tales como "el peligro de absorci6n de una raza por otra". Pero, co­
iese 10s mo se ha dicho antes, la utilizaci6n de categorias raciales estaba
ada por muy extendida al promediar cl siglo ls .
texto de
asi6n de IS Es interesante senalar que ya en 1837 (es decir, un ano después de la publicaci6n de
Walker, Michel Chevalier a que nos hemos referido en el apartado anterior), Alexis de Tocqueville
, tervino afirrnaba en su obra Democracia en América, que iba a alcanzar una extraordinaria difu­
si6n: "Los espanoles y los angloamericanos son, en realidad, las dos razas que se reparten
rporar a las posesiones del Nuevo Mundo". A continuaci6n, Tocqueville vaticinaba el poblamiento
Estados primcro y la torna de posesi6n después, de extensos territorios mexicanos por parte de los

R.I., 1998, n.o214


MONICA QUIJADA
606

Desde mi punto de vista, lo que influy6 de manera decisiva en la varse, al e


emergencia y difusi6n exitosa del nombre "América Latina" fue, integrarse
precisamente, la conf1uencia de lo que podriamos llamar la "raciaIi­ mo "racia
zaci6n" de las categorias, por un lado, y la reaparici6n de las ten­ tipo de di
dencias que abogaban por la unidad de 10s paises de la América es­ contribuial
panola como respuesta a las agresiones territoriales norteamericanas, Pero nadi
por el otro. La primera de esas circunstancias -la racializaci6n de "América
las categorias- formaba parte de una tendencia generaI en Occi­ Un po
dente. La segunda -la revitalizaci6n defensiva de una aspiraci6n hizo un s
unionista preexistente, prestigiada por la imagen del que ya era vene­ mente dist
rado como el gran Libertador del Nuevo Mundo--- era est:rictamente tìtulado"
americana. Esta conf1uencia es fundamental para comprender por qué, en tonos
mientras que la idea de una Europa "latina" no implic6 que se acuna­ Norte par
se una denominaci6n colectiva, en ei caso americano, por el contrario, sus comp
condujo a la invenci6n del nombre genérico "América Latina". naza. En l
Esta afirmaci6n se entendera mejor si nos detenemos brevemente
en el proceso seguido por algunos notables ensayistas hispanoameri­
canos, comenzando por el colombiano José Maria Torres Caicedo
quien fue con toda probabilidad -es decir, en la medida en que no
se encuentren nuevos testimonios- el padre del invento. Torres
Caicedo era un conocido abogado, periodista y ensayista, y ejerci6 Es mn
una inf1uencia considerable en 10s drculos sudamericanos de su nombre c
tiempo. Fue, ademas, una de las personas mas activas en [avor de la chileno FI'
unidad polItica de 10s paises de la Amérìca espanola. dose a la
En el ano de 1850, Torres Caìcedo escdbi6 acerca de la necesi­ "raza lati
dad de estrechar 10s lazos entre la republicas sudamericanas para
resistir los avances de los Estados Unidos en el area centroamerica­ 17 Ejem

na. Lo que nos importa sefialar con respeeto a estc eserito temprano, tada en 1857:
y csto se reali:
es que no se mcnciona en él la palabra "raza". Seis afios mas tarde, emigracion se,
en 1856, este mismo personaje hizo un llamamiento a que se cons­ ca CentraI cm
truyese una Confederacion de las Naciones de la América Espanola, nas". Cìtado e
noamérica, M
en el que hablaba del peligro que aeechaba a la "raza espafiola" en 18 El texl
América de ser absorbida por la "raza sajona"16. Como puede obser­ 19 Para e
interesante m
menciona cl e
también basac
nOltcamericanos de una mancra que diez afios mas tarde se cumpliria casi litcralmente. por escrilore.f
Aunquc Tocqueville, a diferencia de Chevalier, no intento hacer de esta afinnacion una 20 ROJAS
teoria, el parrafo cìtado es una manìfestacion temprana aplicada a América de la vìsion del lérmino '.,
"racializada" de las rivalidades intemacìonales. scgundo, afin
16 ARDAO [12], p. 173. antiimperialis

R.I., 1998, n.o 21 4


SOBRE EL ORIGEN Y DlI'USION DEL NOMI3RE "AMÉRICA LATINA" 607

~isiva en la varse, al emplear esta terminologia Torres Caieedo no hada mas que
.atina" fue, integrarse cn una tendencia mas amplia que hemos denominado co­
.la "raeiali­ mo "racializaci6n de las categorlas", a la que perteneda también un
de las ten­ tipo de discurso muy popular en América del Norte que, por cierto,
unériea es­ contribula no poco a alimentar los temores de los vecinos del sur l7 .
Imerieanas, Pero nadic habia mencionado todavla un ambito geografico llamado
lizaei6n de "América Latina".
il en Oeei­ Un poco mas avanzado ese mismo ano de 1856, Torres Caicedo
aspiraei6n hizo un segundo llamamiento a la unidad en un formato completa­
'a era vene­ mente distinto al anterior. Se trataba en este caso de un extenso poema
;trictamente titulado "Las dos Américas", en el que el escritor colombiano hablaba
jer por qué, en tonos fervorosos de 105 peligros que entranaba la América del
le se aeufia­ Norte para 105 palses que se hallaban al sur de sus fronteras, y urgia a
~l contrario, sus compatriotas hispanoamericanos a unirse para enfrentar esa ame­
ha". naza. En la novena parte del poema aparedan las siguientes lJ:neas:
~revemente
panoamen­ La raza de la América latina

es Caicedo al frente tiene la sajona raza l8 .

en que no
to. Torres
, y ejerei6
Es muy probable que estos versos marquen el nacimiento del
nombre colectivo "América Latina"19. En ese mismo ano de 1856 el
nos de su
chileno Francisco Bilbao utiliz6 un adjetivo de nuevo cuno, refirién­
favor de la
dose a la existencia de una "raza latinoamericana 2o". Es decir, no ya
"raza latina", sino "latinoamericana". En 1858 Torres Caicedo vol­
la necesi­
canas para
troamerica­ 17 Ejemplo de elio es la siguientc frase del Presidente norteamcricano Buchanan, da­
tada cn 1857: "Esta eli el destino dc nuestra raza cxtenderse por lOda la América del Norte,
temprano, y csto se realizara dentro dc poco ticmpo si los acontccimientos siguen su cursa natural. La
mas tarde, emigraci6n seguira hacia cl sur, y nadie podni detcnerla. Dentro de poco tiempo, la Améri­
e se cons- ca CentraI contendra una poblaci6n angloamericana, que trabajara para bien de los indige­
Espafiola, nas", Citado CII Héctor H. ORJUELA, Imagen de los Estados Unidos enla poesIa de Hispa­
noamérica, México, Universidad Nacionat Autonoma de México, 1980, p. 95.
panola" en 18 El texto completo del poema puedc cncontrarse en ARDAO f 12J, pp. 175-185.
ede obser­ 19 Para este tipo de "guerra de imagenes" en la Iiteratura de ambas Américas véase la
inlercsante monografia de Héctor H. ORJUELA [17J. Sorprendentemcnte, este autor no
menciona el extenso poema de Torres Caicedo al que hemos hecho rcferencia. Otro analisis
lambién basado en las relaciones litcrarias es el de José de ONis, Los Estados Unidos vistos
i literalmente. por escritores hispanoamericanos, Madrid, Ediciones Cullura Hispanica, 1956.
finnaci6n una 20 ROJAS MIX [13], p. 36; ARDAO [12], p. 82. Este autor duda sobre si la patcmidad
a de la visì6n del término "América Latina" debe atribuirsc a Torres Caicedo o a Bilbao. Eo el caso del
scgundo, afirma, "cl concepto se acuila en cl marco de un pensamienlo anticoloniaJista,
antiimperialista y de un proyecto de sociedad socialista" (p. 38).

R.I., 1998,n."214
MÒNICA QUlJADA
608

vi6 a ocuparse del tema, escribiendo acerca de la Republicas "Lati­ geopolitica


noamericanas", y a partir de entonces utilizaria estos apelativos con rica Latina';
asiduidad creciente. En 1861 public6 un panfleto titulado Bases pa­ ciones rival
ra la formaci6n de una Liga Latino Americana, y en 1865 un libro En prim
que llevaba por nombre: Uni6n Latino Americana. Gillespie BII
Al finali zar Ios afios cincuenta y comenzar la siguiente década, ricanista, e
la nueva terminologia estaba siendo empleada por numerosos hispa­ y las poten
noamericanos. Es interesante destacar que su popularidad creci6 tan con las res
rapido que comenz6 a ser aplicada a ciertos campos del conoei­ asocìada a
miento. Ejemplo de elIo es gue se empez6 a habIar de una Literatura Manifest D
Latinoamericana y de eseritores latinoamerieanos. En 1862, el ju­ por la crea

rista argentino Carlos Calvo se refiri6 a "Los Estados de América parte como

Latina" en una importante recopilaci6n de escritos juridicos deno­ en Buenos

minada Colecci6n completa de Ios tratados, convenciones, capituIa­ vista Latino


ciones, armisticios y otros actos diplomaticos de todos los Estados Latinoamer
de América Latina, comprendidos entre el golfo de Méjico y ei Cabo considerabl
de Hornos, desde el ano de 1493 hasta nuestros dias 21 • En esa mis­ Latina".
ma década de 1860 cl nombre "América Latina" se difundi6 en el Mas im
continente hasta el punto de ser utilizado en doeumentos oficiales de el ano mitic
los gobiernos. Esto oeunia -insistimos- en los mismos afios en en cl conte
que las tropas franeesas habian ocupado México e instaurado un tipo al concepto
de gobierno que repugnaba a la mayoria de las élites del continente, comprender
para quienes Ias formas republieanas tenian la fuerza de un mito de tres cuesti
origen22 • cionada gue
En resumen, fue en la déeada de 1850 gue surgi6 el nombre de dos "razas'
"América Latina", y su invenci6n corno tal conespondi6 estricta­ aunque Ios
mente a los hispanoamerieanos, en el marco de los temores gue des­ independenc
pertaba la politica expansiva de los Estados Unidos. Su rapida difu­ dos Unidos,
si6n en la siguiente década entr6 en competencia con nombres mas ofensivo err
antiguos, como los de América Espafiola, América del Sur o Gran propio gobi
Colombia. Algunos afios mas tarde, dos sucesos en el ambito de la una mayori.:
de "Iatinos'

21 Editado por la Librerla de A. Durand, Paris.


22 Es intcrcsante scnalar quc cn cl ano 1853, cl dominicano Francisco Munoz del 23 Cfr. Mc
Monte cscribi6 sobre la "lalinidad" y sobre el peligro de absorci6n dc la América de raza cano", Hispanù
Ialina por cl avance tcrritorial dc la raza anglosajona, pero afirmando que era y debia ser 24 Los sei

Espai'ia la potencia europea tutelar de dicha latinidad. El arliculo dc Mufioz del Monte provoc6 en 10s
aparecion cn la Revista Espaiiola de Ambos Mundos, dc Madrid. Sefialemos también que blaciones de lal
cste personaje es cl primer publicista de Hispanoamérica que "desarrolla con amplitud Madrid hacia I
doctrinaria la idca dc la latinidad dc ésta". Cfr. ARDAO (12), p. 69. terceros paises.

R. I., 1998, n. o 214


SOBRE EL ORIGEN Y DIFUSION DEL NOMI3RE "AMÉRICA LATINA" 609

as "Lati­ geopoHtica continental contribuirian a colocar al nombre de "Amé­


tivos con rica Latina" en una posicion de ventaja con respecto a las denomina­
ases pa­ ciones rivales.
un libro En primer lugar, en el ano de 1881 el Secretario de Estado James
Gillespie Blaine propuso la celebraci6n de una conferencia paname­
e década, ricanista, en el contexto de las rivalidades entre los Estados Unidos
os hispa­ y las potencias europeas con respecto a las relaciones mantenidas
reei6 tan con las restantes republicas americanas. La propuesta de Blaine,
I eonoei- asociada a la revitalizacion de la doctrina Monroe en el marco del
iteratura Manifest Destiny, no fue bienvenida en los c:irculos gue abogaban
2, el ju­ por la creacion de una Union Latinoamericana. Ese mismo ano, y en
América parte como respuesta a las iniciativas panamericanistas, tenia lugar
os deno­ en Buenos Aires la fundacion de una publicaci6n periodica -la Re­
capitula- vista Latinoamericana- y de una instituci6n -la Sociedad Union
Estados Latinoamericana de Las Republicas del Plata- gue contribuirian
t el Cabo considerablemente a la difusi6n generalizada del nombre "América
esa mis­ Latina".
di6 en el Mas importante aun para la definitiva adopcion del término fue
'ciales de el ano mitico de 1898. La guelTa cntre Espana y 10s Estados Unidos
aiios cn cn el contexto del movimiento cubano por su independencia coloco
o un tipo al concepto de "América Latina" en una posici6n privilegiada. Para
ntinente, comprender este Ultimo y definitivo impulso hay gue tener en cuenta
mito de tres cuestiones de particular significacion. En primer lugar, la men­
cionada guena fue vista en Occidente como el ultimo combate entre
mbre de dos "razas" rivales, los "latinos" y 10s "anglosajones"23. Segundo:
estricta­ aungue 10s hispanoamericanos eran naturalmente partidarios de la
que des­ independencia cubana, lo cierto es gue la intervenci6n de los Esta­
ida difu­ dos Unidos, unida a 10s malos modos, la prepotencia y el lenguaje
bres mas ofensivo empleado tanto por el Partido de la Guena corno por el
r o Gran propio gobiemo norteamericano, tuvieron como consecuencia gue
ito de la una mayoria de hispanoamericanos apoyase a Espafia en esa lucha
de "latinos" frente a "anglosajones"24.

Muiioz del 23 Cfr. Monica QUIJADA, "Latinos y anglosajones. El 98 en el fin dc siglo sudameri­
rica de raza cano", Hispania, voI. LVIIJ2, num. 196 (Madrid), mayo-agosto 1997, pp. 589-609.
y debfa ser 24 Los scntimientos de humillaci6n compartida gue la prepotencia de Washington
del Monte provoco en los hispanoamericanos, y cl efecto gue tuvo de volcar las simpatias de las po­
mbién gue blacioncs de lado espanol a pesar del rechazo gue tradicionalmente despertara la politica de
ln amplitud Madrid hacia Cuba, fueron c1aramcnte percibidos cn la época por los observadores de
terceros pafses. A modo de ejemplo transcribimos el siguiente parrafo de una carta enviada

R. 1.,1998. n." 214


610 MONICA QUIJADA

Finalmente, debe recordarse gue en este contexto de sentimientos de otras d


"prolatinos" y "antisajones" extremos, se produjo cl surgimiento o notable é
revitalizacion de importantes movimientos ideologicos continenta­ suelen ofr
leso Por un lado el Arielismo, es decir, la famosa dicotomia de Ariel Lama
y Calib{m propuesta por el escritor uruguayo José Enrique Rodo, gue rica Latin
asociaba a América Latina con el espiritualismo y a los Estados cultural y
Unidos con el materialismo. Las ideas principales de Rodo no eran serla el c
nuevas; pueden encontrarse embrionariamente, por ejemplo, en al­ tral. En ot
gunos trabajos de Francisco Bilba0 25 . Pero fue Rodo quien convirtio ses y regi
esa famosa dicotomia en una doctrina. Junto con el Arielismo y sur­ ropeos la
giendo del mismo contexto bélico del 98, interpretado como una América fi
"lucha de razas", aparece también cl nuevo impulso dado a las ten­ des genéri
dencias unionistas, cargado esta vez de un acento nuevo gue expresa cufio muc
como nadic el argentino Manuei U garte. En cfecto, frente a la con­ Es ést
cepcion bolivariana de una "anfictionia" o "confederacion", Ugarte discutible­
va a sostener por vez primera la existencia de una "Nacion Latinoa­ riador pIa
mericana", fundament{mdola en un esencialismo cultural de raiz Latina" n
herderiana. cuando h
Desde 1898 en adclante, "América Latina" adelantaria en difu­ Para ento
si6n y uso a todas las denominaciones gue rivalizaban con ella. mentos 06
a dicho ani
pIo, un ve!
LAS RAZONES DE UN ÉXITO dencia seii
un sin6nin
Habiendo revisado los contextos en gue surgi6 el nombre gue cedo, al re
nos ocupa, las circunstancias de su origen y 10s ritmos de su difu­ del cincue
sion, queda aun por despejar una importante incognita. En efccto, panola" o
ninguno de 10s procesos gue hemos scguido en las paginas anteriores tié obliga l
es suficiente para explicar las preferencias mayoritarias de las po­ designado
blaciones americanas por el nombre "América Latina" en detrimento De he(
incorporé
la expuest
por el representante britanico en Santiago de Chile a su gobiemo: " ... although the Spanish la idea ya
administration in Cuba and the means adopted for the suppression of the rebellion in the desde una
Island are generally disapprovcd (. ..), the high-handed vulgarity and bluster displayed by
the War Party al Washinglon are loudly condemned, as is also the unnecessary offensive
concepto
language of the ultimatum". Gosling to Salisbury, 21 April 1898, FO!l32/55. QUI1ADA difusién il
[23], p. 593 Existe
25 Francisco B1U3AO: "El Congreso normal americano", en Idem, El Evangelio Ameri·
cano, Caracas, Biblioteca Ayacucho, pp.273-289. ROJAS Mlx [13], pp.44-45; QUI1ADA [23],
frecuenci,
pp. 603-604. cién "lati!

R.I., 1998,0.°214
SOBRE EL ORIGEN Y DIFUSION DEL NOMURE "AMÉRICA LATINA" 611

entos de otras denominaciones, ni las razones profundas que subyacen a su


nto o notable éxito. Tampoco son satisfactorias las interpretaciones que
enta­ suelen ofrecerse cuando se plantea este tipo de interrogantes.
Ariel La mas extendida de esas interpretaciones es la siguiente: "Amé­
, que rica Latina" tiene la ventaja de la utilidad, ya que abarca un ambito
tados culturai y geografico mas extenso que otras denominaciones, como
eran seria el caso de Hispanoamérica, América del Sur o América Cen­
n al­ traI. En otras palabras: dentro del adjetivo "latino" se incluyen pai­
virti6 ses y regiones del nuevo continente que fueron colonizados por "eu­
sur­ ropeos latinos" no espanoles, como la América portuguesa o la
una América francesa. Desde esta perspectiva ofrece incluso posibilida­
s ten­ des genéricas mas amplias que el propio término "Iberoamérica", de
presa cuno mucho mas reciente.
con­ Es ésta sin duda una explicaci6n coherente, muy difundida e in­
garte discutible desde una perspectiva actua1. No obstante, para el histo­
tinoa- riador plantea un problema. Aparcntemente, el nombre "América
l'ah Latina" no fue utilizado en este sentido cultural amplio hasta 1875,
cuando habian transcurrido casi veinte anos desde su surgimiento.
difu- Para entonces, como hemos dicho, ya se empleaba incluso en docu­
mentos oficiales. No hay evidencia historica de que con anterioridad
a dicho ano se haya usado esa denominacion para abarcar, por ejem­
pIo, un vecino tan conspicuo como Brasi!. Por el contrario, la evi­
dencia sefiala que durante varios afios "América Latina" oper6 como
un sinonimo estricto de "América Espafiola". El propio Torres Cai­
'e que cedo, al reeditar en los afios ochenta sus viejos escritos de la década
difu­ del cincuenta, cambi6 sistematicamente los térrninos "América Es­
efecto, panola" o "Sudamérica" por cl de "América Latina", pero no se sin­
eriores ti6 obligado a modificar el ambito geografico hispanoamericano
as po­ designado inicialmente por dicha denominacion.
[mento De hecho, la primera propuesta de unidad latinoamericana que
incorporo una discusi6n sistematica sobre la inc1usion de Brasil fue
la expuesta por Manuel Ugarte a comienzos del siglo XX, a partir de
Spanish la idea ya mencionada de la "Naci6n Latinoamericana". Por lo tanto,
m in lhe desde una perspectiva hist6rica la amplitud geografica y cultural del
layed by
)ffensive
concepto "América Latina" no explica la rapidez y el éxito de su
QUIJADA difusi6n inicial.

Existe una segunda interpretaci6n a la que se ha recurrido con


o Ameri­
,DA [23], frecuencia: 10s hispanoamericanos habrian echado mano de la filia­
ci6n "latina" para diferenciarse de su antigua metropoli. En particu-

R. 1.,1998, n.o214
MONICA QUIJADA
612

lar, habrian buscado expresar por ese medio un rechazo a 10s tiem­ glesa p
pos originales del vinculo Espana-América, es decir, el periodo de la que en'
conquista y la colonizaci6n. Esta versi6n presenta también algunos de "uni
problemas. En primer lugar, la persona a la gue las evidencias histo­ que lo
ricas conocidas hasta ahora sefialan como el mas probable responsa­ mon6n
ble del surgimiento del término, José Maria Torres Caicedo, no se cotas d
cuenta precisamente entre los hispanoamericanos gue rechazaban a elorbe
la Madre Patria y al pasado colonial; y ya hemos visto gue hubo contine
incluso quien propusiera a Espafia "como pais Ilder de la latini­ tambié
dad"26. Pero hay una segunda evidencia, mucho mas importante, La
gue contradice la interpretacion antes mencionada: si alga gueda cia ma
fuera de toda duda en este tema del origen y adopcion del nombre saJone
"América Latina" por los hispanoamcricanos, es el hecho de que tino de
dicha denominacion forma parte de una dicotomia "racial"; y cl se­ nente.
gundo ténnino de esa dicotomia no es el adjetivo "espafiol" o "his­ parte
pano", sino "anglosaj6n". No existe ni un solo caso en que "latino" Pero h
fuera utilizado como una distinci6n dicotomica con respecto al adjc­ elerne
tivo "hispano". como
Por consiguiente, las interpretacioncs usuales no contribuyen a podero
explicar la facilidad y rapidez con gue la idea de "América Latina" que di
fue adoptada por las poblaciones del continente. Es necesario, pues, human
intentar nuevas rcspuestas. En mi opini6n, la dicotomia racial a la Exii
gue nos hemos referido podria ser un buen punto de partida para anteri,
ensayar una primera explicacion. yuntur
En paginas anteriores he dicho que, desde mi punto de vista, en rido al
cl surgimiento y éxito del nombre "América Latina" fue decisiva la mos te
confluencia de la racializacion de las categorias, por una parte, y la da y l
revitalizacion de las tendencias unionistas hispanoamericanas en el notaci
contexto del expansionismo norteamericano, por otra. Si las rivalida­ ocioso
des con los Estados Unidos hubieran sido vistas exclusivamente en su ficado
dimensi6n geopolitica, su proyecci6n no hubiera sobrepasado los 11­ tradici
mites continentales. Pero la racializaci6n extrema de las categorias Vo
que fue caracteristica del siglo XIX pennitio a los hispanoamericanos profes
asumir la filiaci6n "latina", lo gue implicaba conferir a sus problemas
continentales --es decir, locales- una proyecci6n "universal".
En otras palabras, mediante la adopci6n del concepto "latino" la
contraposici6n entre una América de raigambre espafiola y otra in­ 27

ci6n na
26 Ver nota 22 supra. (Lima),

R.I., 1998, n."214


SOBRE EL ORIGEN Y DlPUSIÒN DEL NOMIlRE "AMÉRICA LATINA" 613

os tiem­ glesa podia ser inserita en la dicotomia mas amplia y "universal"


Ida de la gue enfrentaba a los "latinos" con los "anglosajones". El concepto
algunos de "universal" en este caso refiere a su sentido mas usual en el XIX,
as histo­ gue lo asimilaba a "occidental", ya gue segun el pensamiento deci­
~sponsa­ mon6nico la civilizaci6n occidental habia alcanzado las mas altas
o, no se cotas de evoluci6n y por ella estaba destinada a extenderse por todo
lzaban a el orbe. De tal forma, mientras gue la idea unionista de Bolivar era
lle hubo continental, la gue sustent6 la aparici6n del nombre América Latina
a latini­ también lo era, pero asumi6 el aurea de una proyecci6n universal.
l ortante, La asimilaci6n de las rivalidades intracontinentales a la tenden­
D queda cia mas amplia y "universal" que confrontaba a "latinos" y "anglo­
nombre sajones" tenia una doble ventaja. En primer lugar, vinculaba el des­
de que tino de la "raza latinoamericana" a la "raza latina" ajena al conti­
y el se­ nente. Ello implicaba atraerse la atenci6n y la solidaridad de una
, o "his- parte de Europa hacia los problemas de aquellas lejanas latitudes.
''latina'' Pero ademas suponia para los hispanoamericanos un importante
l al adje- elemento de reafirmaci6n, porque les permitla verse a si mismos no
como un punado de débiles paises fJ'ente a un vecino mucho mas
poderoso, sino como protagonistas de la grandiosa "lucha de razas"
que dividia internamente a la manifestaci6n mas alta del progreso
, pues, humano, la civilizaci6n occidenta1.
ial a la Existe una segunda explicaci6n posible, gue no es alternativa a la
a para anterior sino complementaria de la misma; es también menos co­
yuntural y menos "consciente" que ella. Hasta ahora nos hemos refe­
ista, en rido al concepto "latino" en el contexto ideol6gico de los dos ulti­
.siva la mos tercios del siglo XIX. Es decir, cuando la Linguistica Compara­
te, y la da y las ideas antropol6gicas ya habian conferido al término la con­
s en el notaci6n "racialista" gue fue caracteristica de la época27 . Pero no es
valida­ ocioso preguntarse si "la latinidad" y "lo latino" tenian algun signi­
een su ficado o connotaci6n simb6lica especial en la longue durée de la
los li­ tradici6n hispanoamericana.
gonas Voy a basar esta ultima propuesta en un reciente trabajo del
icanos profesor francés Serge Gruzinski gue aborda, con brillantez y erudi­
lemas

no" la
tra in­
27 Cfr. Monica QUlJADA, "Los 'Incas Arios'. Hisloria, lengua y raza en la conslruc­
cion nacionaI hispanoamericana del siglo XIX", Historica, vol.XXJ2, diciembre de 1996
(Lima), pp. 243-270.

R. l., 1998, n." 214


MONICA QUlJADA
614

cion, el problema del significado y usos de la "latinidad" en los tiem­ En cierta


pos en que México era la Nueva Espana28 , gigantesc
Segun Gruzinski, la "Latinidad" se encuentra en el corazon del Por e
proyecto imperial y colonizador de la corona de Castilla, fundado en hacia la "
una unidad politica y cultural simbolizada por el Imperio, por la len­ mento de
gua de Roma y por la religion asentada en Roma. Por afiadidura, los posible e
europeos apelaron a 10s modelos de la Antiguedad Clasica para des­ espacio cl
cribir el Nuevo Mundo, asentar su historia por escrito y reorganizar estructura
las lenguas y los saberes indigenas a partir de esquemas renacentistas De tal fo
y enciclopédicos. Todo ello implic6 proyectar la cultura novohispana con otras
en un sistema globalizador que aspiraba a la universalidad. De tal complejo,
forma, la Latinidad era la clave para alcanzar la universalidad. cion... un
Pero no s610 los europeos apelaron a la Latinidad. En el siglo fracturad
XVI, ]os nobles indigenas que enviaban cartas al Rey de Espafia construir
para solicitar el reconocimiento de sus privilegios heredados, no En re
sollan utilizar la lengua de Castilla sino el Latin. Y los artistas indi­ significad
genas que decoraban ]os templos erigidos para la adoraci6n del Dios sìncretis
cristiano sollan introducir en sus pinturas imagenes que combinaban nion, es '
simbo1os de la Antiguedad Clasica con otros extraidos de sus pro­ inconscie.
pias tradiciones prehispanicas. ca Latina'
Mediante la utilizacion del Latin 10s nob1es indigenas se situa­ del térrni
ban, por un lado, en un marco de referencia comun y universa1 que a 10s his
superaba ]os limites del Imperio espanol tanto en el espacio como en podian r
e] tiempo, y, por otro, en un niveI equivalente al de las restantes no­ mente val
blezas del Imperio, desde el cual exigir la restituci6n de antiguos Ningu
privi1egios. De tal forma, los medios de la ret6rica latina eran utili­ Hispanoal
zados por 10s nob1es indigenas para oponer resistencia a la pérdida tanto en 1)
de derechos, o para recordar a 10s conquistadores que en el pasado universali
Espafia también habia sido pagana. De manera equivalente, los ar­ por integr
tistas indios utilizaron la mitologia c1asica como una suerte de pan­ mogéneo
talla que Ics permitia filtrar su propia y antigua mitologia; en tanto de la sobe
que algunos mestizos -como el Inca Garcilaso en el Peru o Diego
Valadés en México-- encontraban en la tradici6n latina el método y
el annazon para defender y propagandizar el mundo prebispanico.
29 Idem
30 Idem
• Estm
28Serge Gruzinski: Usos polfticamente incorreclos de la lalinidad. Conferencia dic­ Paul Estrade
tada cn la Caixa de Barcelona, Madrid, marzo de 1997. Agradezo al Prof. Gruzinski que Par(s y el mI
me haya permitido utilizar el originaI dc su discnaci6n. bién el orige]

R. l., 1998, n.o 214


SOERE EL ORJGEN Y DIFUSION DEL NOMBRE "AMÉRICA LATINA" 615

os tiem- En cierta manera -afirma Gruzinski- la Latinidad actuo como un


gigantesco 'lecho de Procusto' retorico y conceptua]29.
zon del Por ende, la Latinidad no solo era la Ilave que abria las puertas
dado en hacia la "universalidad", sino que operaba también como un instru-
r la len- mento de defensa e ilustraci6n del mundo indigena. Lo que hizo
dura, 10s posible esta combinacion fue el hecho de que la Latinidad abria un
ara des- espacio de consenso, al actuar como un comun denominador que
rgamzar estructuraba y reorganizaba un universo basicamente heterogéneo.
centistas De tal forma, segun el Prof. Gruzinski, el encuentro de la Latinidad
hispana con otras tradiciones culturales fuera de Europa abrio el camino a
. De tal complejos procesos de mestizaje cultural, al ofrecer "una configura-
cion... una serie de nichos dentro de 10s cuales grupos y culturas
el siglo fracturadas por la conquista y la colonizacion lograron inventar,
Espafia construir y asumir nuevas identidades"30.
dos, no En resumen, en la tradicion hispanoamericana "Latinidad" ha
tas indi- significado tanto aspiracion a la universalidad, como una via hacia el
del Dios sincretismo, hacia procesos de mestizaje e integracion. En mi opi-
binaban nion, es ésta la experiencia colectiva y acumulativa, el background
sus pro- inconsciente que preparo la facil recepcion del concepto de "Améri-
ca Latina" en el siglo XIX. Dicho de otra manera, el éxito notable
se situa- del término América Latina tuvo que ver con el hecho de que ofrecia
rsal que a los hispanoamericanos un espejo en el que todos Ios fragmentos
como en podian reunirse en un niveI de integracion superior y universal-
ntes no- mente valido.
antiguos Ninguna denominaci6n anterior o posterior -América Espafiola,
fan utili- Hispanoamérìca, Gran Colombia, Iberoamérica- podia ofrecer
pérdida tanto en un siglo que se caracterizo, precisamente, por aspirar a la
l pasado universalidad del progreso indefinido, al tiempo que se esforzaba
, los ar- por integrar las poblaciones heterogéneas en un niveI superior y ho-
de pan- mogéneo -la "nacion"- para convertirlas en legltimas depositarias
en tanto de la soberania del Estado*.
o Diego
étodo y
ispanico.
29 Idem, p. 6.
30 Idem, p. 18.
• Estando cl presente trabajo en pruebas de imprenta, lleg6 a mis manos el artieulo de
erencia dic- Paul Estrade "Del invento de "América Latina" eo Pans por Lalinoamericanos (1856-1889),
zinski que Parrs y cl mundo ibérico e iberoamericano, Pans X - Nanlerre, 1998, donde se defiende tam-
bién el origen lalinoamericano -y no francés- del nombre "América Latina".

R.I., 1998, n. 214


Q

También podría gustarte