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Tu Es Petrus-Notas Exegeticas PDF
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El texto comienza con una felicitación, un macarismo: "Bienaventurado tú, Simón Bar
Jona, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado; ,sino mi Padre, que
está en los cielos". Simón es bienaventurado porque no es "ni la carne ni la sangre", es
decir, el hombre reducido a su propia naturaleza (Gál 1, 16), los que han podido darle a
conocer la verdadera cualidad de su Maestro; es el Padre de Cristo (Mi Padre) el que se
lo ha revelado, porque "Nadie conoce al Hijo sino al Padre", que es el único que puede
revelarlo (Mt 11, 27).
Los cambios de nombre son muy frecuentes. en el Antiguo Testamento. Este, hecho
indica una nueva, relación entre ambas personas, la que denomina y la denominada, a la
vez que reviste una especial significación. Aquí el sentido es claro: Simón será la piedra
fundamental, la roca inquebrantable sobre la que Cristo edificará su Iglesia.
la Iglesia; pero es Pedro quien será el fundamento visible, después de la partida del
Maestro.
La palabra Iglesia es muy frecuente en San Pablo con .diversos sentidos. A veces
designa, una comunidad local. Otras el conjunto de los creyentes en Cristo. Sin
embargo, no es el Apóstol de las Gentes, quien la ha inventado. Ekklesía es una palabra
griega, que en profano designaba -al principio- una convocación del pueblo, y vino a
designar el edificio, donde se tenía esta reunión. En los LXX, significa la comunidad de
Israel, el pueblo de Dios. Aquí se trata del grupo de discípulos que Jesús ha reunido, y
que, formarán el nuevo pueblo de Dios.
Contra esta Iglesia de Cristo, edificada sobre la roca que es Pedro, las puertas del
Hades, es decir, del mundo infernal, no prevalecerán o no perdurarán. Las puertas
personificadas se pueden referir al poder de Satán, príncipe del mal, o al poder de la
muerte: Por ambas soluciones se significa la eternidad,la indefectibilidad de la Iglesia.
Las expresiones atar y desatar son dos, términos técnicos del lenguaje. rabínico, para
expresar los actos de . prohibir y conceder, declarar lícito o ilícito, condenar o absolver
de la excomunión.
El Evangelio añade que las decisiones de Pedro y las de los doce, 1.8), serán ratificadas
por el mismo Dios.
El conjunto de los exegetas contemporáneos acepta este comentario -tan rico de,
sentidos- y lo aplica a Pedro. Las afirmaciones, de los antiguos protestantes que
fundamentaban la Iglesia no sobre la persona del Apóstol, sino sobre su fe han sido
prácticamente abandonadas. También, se han dejado de lado las tentativas de tachar
como inauténtico el texto de Mt. Se está igualmente de acuerdo en reconocer, el carácter
arameo del Lógion* que declara a Pedro principal personaje del grupo, como
fundamento de la Iglesia de Cristo.
Esto resulta no sólo de este texto aislado, sino del conjunto, de los testimonios
evangélicos, sea en Mc -donde Pedro está en primer rango-, o en Lc, que en trazos
sueltos, ha recordado una declaración de Jesús, capital para el oficio de Pedro: "Simón,
Simón, Satanás os busca para zarandearos como trigo. Pero yo he rogado por ti para que
no desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32).
Juan nos ha detallado la investidura final y la soberanía de Pedro como pastor del
rebaño de Cristo (Jn 21, 15-17). De San Pablo se puede citar: 1 Cor 1,.12; 15, 5; Gál 1,
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18. En fin, los Hechos refieren por su parte la actividad única de Pedro en la Iglesia
Primitiva, en los doce primeros capítulos.
En el relato de la Confesión de Cesárea - tomando los sucesos según las apariencias -el
texto actua l de Mt, como el de Lc, parece depender de la narración de Mc (cuestión
sinóptica); con la que el autor de nuestro primer Evangelio habría combinado el Lógion
que estudiamos. Esto no quiere decir que este Lógion que se remonta a la primera
generación cristiana -visto su carácter arameo- no sea una palabra auténtica del Maestro.
Mt habría podido reunir en el relato de Cesarea dos Confesiones de Pedro. Una, donde
el Apóstol reconoce a Jesús como Mesías (texto de Me y Le). Otra, donde le reconoce
como - Hijo del Dios - vivo. Esta solución que transitoriamente ha sido la del P.
Lagrange, y que es la del P Benoît, la de Vögtle y la de otros autores católicos, no es
contraria a la inspiración de la Escritura, ni a su inerrancia.
Todo el mundo sabe que Mt a menudo junta, episodios separados, reúne palabras
pronunciadas en diversas circunstancias:, esto entra en su procedimiento de redacción.
Pero entonces surge una cuestión: ¿Cuándo emitió Pedro su segunda profesión de fe?
Unos han creído situarla en la multiplicación de los panes, que -según Jn 6, 67-69- se
concluye con una confesión de Pedro: "Nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el
Santo de Dios." Para Cullmann, el Lógion se dijo en la Última Cena y se relacionaría
con las palabras de Jesús a Pedro, que hemos citado más arriba (Lc 22,32-33). Vögtle
piensa en una aparición de Cristo Resucitado. Ciertos autores han querido ver en las
promesas hechas a Pedro las palabras que el Salvador dijo al Apóstol cuando se le
apareció personalmente tras la Resurrección (1 Cor 15; 5; Le 24, 34). Se ha llegado a
pretender. que la escena figuraba en el final de Me que se ha perdido.
La continuación del relato de Mt, donde Jesús enseña que Él es el Mesías sufriente,
parece también redactada en nuestro evangelio en función de lo que precede; a la
revelación del Padre concerniente a la filiación divina de Cristo se oponen los- intereses
de la naturaleza humana de Pedro, sus pensamientos humanos, que le apartan de la
perspectiva de la pasión (Mt 16, 23). Si por su fe es la piedra fundamental de la Iglesia,
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El examen de la forma literaria del pasaje de nuestro primer evangelio nos lleva a una
conclusión similar.
Bajo esta forma, el texto no es el único en los evangelios sinópticos. Hay numerosos
paralelismos. En Lc hay macarismos que recuerdan el comienzo de nuestro Lógion:
Bienaventurada (Dichosa la que ha creído...) dijo Isabel a María (1, 45): "todas las
generaciones me llamarán dichosa" cantó la Virgen (1, 48). "Bienaventurados los
pobres... " y toda la serie de bienaventuranzas (Mt 5, 3-12; Lc 6, 20-22)"Dichosos los
ojos que ven lo que vosotros veis..." (Mt 13, 16-17; Le 10,23-24).
Para la revelación hecha por el Padre está el famoso texto, llamado "Himno de Júbilo"
(AIt 11, 25-27; Lc 10, 21-22).
Aquél, pues, que escuc ha mis palabras y las pone por obra, será como el varón prudente,
que edifica su casa sobre roca.
Lc tiene un texto parecido. Empieza así: "Todo el que viene a mí y oye mis palabras y
las pone por obra, os diré a quien es semejante... " (6, 47-48).
Para la fundación de la Iglesia de Cristo, se puede aportar un texto de Lc; que tiene sus
puntos de contacto con la parábola del Buen Pastor (Jn 10) y con la entrega de los
poderes a Pedro para que apaciente el rebaño de Cristo (Jn 21, 15-17). Recuerda
también el pequeño residuo de judíos fieles, rescatados de la cautividad (Neh 1, 2):
Se pueden aplicar a la Iglesia, reunida por Cristo, las palabras pronunciadas con motivo
de la Jerusalén infiel (bat 23, 37-38; Le 13,34-35).
Si se tiene en cuenta estas semejanzas, ¿no se podría decir, que al lado de las enseñanzas
elementales de Cristo -que los tres sinópticos han referido- la tradición ha recogido las
enseñanzas del Salvador, proferidas en los momentos de mayor emoción? Le nota en el
texto citado más arriba concerniente a la revelación hecha por Jesús a los pequeños: "En
aquella hora,. se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo, y dijo..." (10, 21). Jn nos
ha conservado sobre ello más aún que sus colegas (1, 51; 3, 3-21; 4,10-24 ... ). La carta
de la fundación de la Iglesia, ¿no deberla encajar en esta categoría? Se comprende que
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Nuestro texto canónico puede ser tenido como relato auténtico de la confesión de Pedro,
y de la respuesta de Cristo confiriéndole los poderes de su primacía. Pisamos terreno
firme.
Nosotros, los católicos, no podemos mantenerlo. Creemos que el Lógion de Mt, apunta -
más allá de Pedro - a los jefes permanentes de la Iglesia de Cristo. Evidentemente, el
Lógion de Mt -tomado. estrictamente en su texto - sólo habla de Pedro. Pero habla
también de la Iglesia, de la que Pedro fue instituido cabeza, y esta Iglesia debe durar
como Cristo la instituyó (Mt 28, 20). Ella es indefectible como dice Mt 16,18. ¿Es
posible esta indefectibilidad sin que las promesas hechas a Pedro, se transmitan a los
que le sucedieron?
La Iglesia Católica actual; con sus Obispos y el Papa - los mismos protestantes lo
reconocen- reproducen substancialmente, a pesar de las evoluciones inevitables a través
de los tiempos, la Iglesia de los Evangelios, con los Apóstoles y Pedro. En el evangelio
está el germen; actualmente tenemos la institución llegada a la madurez. A pesar de la
falta de testimonios, concernientes a los primeros: siglos cristianos, sin embargo,
podemos seguir el lento desarrollo del germen hasta, alcanzar su plena estatura, con San
Ignacio de Antioquía para el episcopado, con Calixto y Esteban y la serie de Obispos de
Roma hasta San León el Grande, para el Papado. (Remitimos a los historiadores de la
Iglesia). Que en el correr de los tiempos haya habido oposiciones, que el Tu es Petrus
haya sido aplicado por algunos Obispos de tendencia episcopaliana -como San
Cipriano- al cuerpo entero del Episcopado, importa poco, y no impide el desarrollo
lógico y normal, que se ha operado en el germen.
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Pero, con la ayuda de los estudios actuales del Evangelio de Mt, ¿no podríamos llegar a
mostrar que la Confe sión de Cesarea fue más que un evento, y que las promesas que
contiene han apuntado a una institución?
Si es así, al igual que el "sermón del Monte" reviste un carácter permanente y eterno
para los seguidores del Reino -por tanto, para los cristianos-, igualmente la institución
del Apostolado y del Primado de Pedro debe revestir un estado permanente y durable.
Las funciones de Pedro deben tener por resultado el Papado, como las de los Apóstoles
el Episcopado, unido y subordinado al Sucesor de Pedro.
Conclusiones
Se podría decir que -por rodeos- hemos llegado a conclusiones que desde hace tiempo
afirma la doctrina católica. Con todo, estos rodeos no han sido inútiles, porque
consolidan nuestras convicciones, con ayuda de las investigaciones actuales. Las
páginas que preceden permiten ver en que sentido se puede decir que nuestros hermanos
no católicos -orientales o reformados- se nos aproximan. El camino recorrido por ellos
es apreciable; pero se ve también lo que nos separa todavía. Todos -en cualquier parte
que se encuentren- deben seguir sus investigaciones con toda serenidad y lealtad. Tal
vez lleguemos así a juntarnos en el momento que Dios quiera, por encima de los
prejuicios y malentendidos que los siglos han amontonado. Cuando todos hayan
comprend ido que la Cátedra de Pedro es el fundamento necesario de la Iglesia, que la
adhesión al sucesor del jefe de los apóstoles es la única garantía de estabilidad de la fe
cristiana tal como Cristo la quiso, la causa de la unidad de los cristianos se podrá
realizar.