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CURSO:
METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION E INFORMATICA JURIDICA
TEMA:
1) DERECHO AMBIENTAL.
- TEORIAS JURIDICAS.
-ESCUELAS JURIDICAS.
-PRINCIPIOS DEL DERECHO AMBIENTAL.
-15 EJEMPLO.
INTEGRANTE: CAURACURI VEGA, JAIR ALEXANDER
DOCTORA: LUI JUNES RUTH ELIA PATRICIA.
AÑO: PRIMERO.
AULA: “B4-1”.
SECCION: “A”.
(LIMA – PERU)
2017
Contenido
1) Teorías jurídicas del derecho ambiental ............................................................................... 2
2) Escuelas jurídicas del Derecho ambiental ............................................................................. 4
3) Principios del derecho informático ....................................................................................... 7
1) Teorías jurídicas del derecho ambiental
Respecto a la definición de derecho ambiental se han hecho muchas consideraciones. En
primer término, no es una postura adoptada por toda la doctrina que esta disciplina deba
denominarse de tal forma. Algunos estiman que el nombre adecuado para esta rama del
derecho es derecho ecológico, mientras que otros prefieren llamarla derecho del entorno.
*Brañes, Raul, 2001, Informe sobre el desarrollo del derecho ambiental, pag 11-12, dice:
En todo sistema de derecho ambiental es posible distinguir tres tipos de normas jurídicas,
cuyas diferencias se explican por el proceso de su formación histórica.
La “legislación común de relevancia ambiental” o “legislación de relevancia ambiental
casual”, integrada por las normas jurídicas expedidas sin ningún propósito ambiental,
pero que regulan conductas que inciden significativamente en la protección del medio
ambiente. Sus orígenes datan del siglo XIX.
La “legislación sectorial de relevancia ambiental”, integrada por las normas jurídicas
expedidas para la protección de ciertos elementos ambientales o para proteger el medio
ambiente de los efectos de algunas actividades, que es propia de las primeras décadas del
siglo XX
La “legislación propiamente ambiental”, integrada por las
normas jurídicas expedidas con arreglo a la moderna concepción quevisualiza al medio
ambiente como un todo organizado a la manera de un sistema.
Hay que advertir que, a pesar de los avances que se han hecho en los últimos años en
materia de legislación propiamente ambiental, los asuntos ambientales en nuestra
región están regidos, principalmente por la legislación sectorial de relevancia ambiental
y, en una medida importante, por la legislación común de relevancia ambiental. En
efecto, la verdad es que estos avances son sólo como el inicio de un proceso de
renovación de la legislación ambiental porque los cuerpos de normas en que se
expresan, hasta ahora, se superponen a la legislación preexistente de carácter sectorial
o casual, regulando el medio ambiente en su conjunto y modificando la legislación
anterior sólo en algunos puntos, pero no reemplazándola del todo.
La legislación sectorial de relevancia ambiental se ocupa básicamente de tres grandes
temas: 1) la protección de recursos naturales como el agua, el suelo, los recursos
forestales, la flora y fauna silvestres, el mar y los recursos pesqueros, los minerales y
los recursos energéticos, y otros; 2) la ordenación del ambiente construido por el
hombre, como los asentamientos humanos y las actividades que se realizan en su
interior; y 3) la protección de la salud humana de los efectos ambientales.
La legislación común de relevancia ambiental está constituida por los códigos y leyes
del orden civil, penal, procesal y administrativo, que se aplican a los asuntos
ambientales, a falta de disposiciones especiales sobre la materia, en temas tales como
la propiedad y el uso de los elementos ambientales, la responsabilidad por el daño
ambiental y la manera de hacerla efectiva, el deterioro grave del patrimonio ambiental,
las contravenciones administrativas, y muchos otros.
La legislación propiamente ambiental está integrada por las disposiciones
constitucionales expedidas últimamente para proteger el medio ambiente y promover el
desarrollo sostenible, así como por las leyes generales o leyes marco sobre la materia
promulgadas con las mismas finalidades y por las leyes que ajustan a ellas o derivan de
las mismas. En consecuencia, este concepto comprende las Constituciones Políticas de
los países de la región y los Códigos que contienen este tipo de disposiciones y las leyes
ambientales para la protección del medio ambiente en su conjunto que comenzaron a
ponerse en vigor desde 1974 en adelante, así como las leyes sectoriales que son
congruentes con este tipo de Códigos o leyes y las disposiciones reglamentarias o de
otro tipo que se derivan de estos Códigos o leyes
*Jaquenod de Zsogon, Silvia, 1999. El derecho ambiental y sus principios rectores. p. 354
“El Derecho Ambiental es la disciplina jurídica que investiga, estudia y analiza las
diferentes relaciones entre los valores naturales y la actividad antrópica (antropológica?),
orientando la regulación jurídica de las conductas y actitudes humanas respecto al uso,
explotación y aprovechamiento de recursos naturales, conservación de la naturaleza y
protección del ambiente”.
*Martín Mateo, Ramón, 1997. Derecho Ambiental p.63-64
Partiendo de la base de la demostrada interacción entre la sociedad y su entorno físico es
explicable que se haya sensibilizado el mundo jurídico hacia estos fenómenos intentando
disciplinar las relaciones sociales en función de los deseables e indeseables cambios
ambientales.
La respuesta normativa a la temática ambiental vendrá determinada sustancialmente por
las conclusiones a que se llegue desde otros ámbitos científicos, los propios de las ciencias
de la naturaleza, pero la problemática jurídica, aunque en alguna forma determinada por
aquellos condicionantes, no puede considerarse sin más como secundaria en cuanto que
aborda cuestiones primordiales sobre la orientación de una política del Derecho que
conecte con las ideas básicas de la justicia que animan los postulados valorativos de un
grupo, ofreciendo a la postre como síntesis una respuesta adecuada a las relaciones entre
cambio ambiental y cambio social.
*Cafferata A. Néstor, 2004, Introducción al derecho ambiental. p.17
Corresponde recordar en este inicio que el derecho ambiental, disciplina jurídica en pleno
desarrollo y evolución,1 constituye el conjunto de normas regulatorias de relaciones de
derecho público o privado tendientes a disciplinar las conductas en orden al uso racional
y conservación del medio ambiente, en cuanto a la prevención de daños al mismo, a fin
de lograr el mantenimiento del equilibrio natural, lo que redundará en una optimización
de la calidad de vida.2 Es que el derecho ambiental, “el otro yo orteguiano”, supone,
indisolublemente, el derecho a la vida, a la salud, implica una gran aproximación de lo
privado a lo público, o dicho de otra manera, “la vida privada se tiñe de pública”
2) Escuelas jurídicas del Derecho ambiental
I. Conceptualización y funciones
Los principios del derecho internacional pueden conceptualizarse como aquellas ideas
fundamentales, expresadas en enunciados generales, que informan o dirigen la creación,
interpretación y aplicación de las normas de derecho internacional.
Éstos, pueden cumplir diversas funciones, tanto en la elaboración como en la
implementación y aplicación de normas de derecho internacional, entre ellas: ayudar a
definir o aclarar preceptos; dar mayor poder normativo a una regla; aumentar la certeza
jurídica y la legitimidad de las decisiones; servir de base a nuevas reglas; guiar en la
negociación de futuros instrumentos internacionales; crear flexibilidad en el derecho, y
servir de puente entre ideales y normas vinculantes.
En relación al valor normativo de los principios de derecho internacional, es importante
tener presente que no existe una regla única: el status o valor normativo de los principios
varía de un caso a otro. El “derecho sustentable”, por ejemplo, constituye para algunos
un mero ideal político, mientras que para otros refleja costumbre internacional.
En el contexto del derecho internacional ambiental, existen dos instrumentos
internacionales que cumplen un rol importante en la “codificación” de los principios de
derecho internacional: la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Humano (o Declaración de Estocolmo), de 1972, y la Declaración de Río sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (o Declaración de Río), de 1992. Con algunas
diferencias, en ellas se recogen varios de los que pueden identificarse como principios
del derecho internacional ambiental.
Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992) Instrumento
adoptado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, realizada en 1992 en Río de Janeiro. Existen tres factores que le dan a esta
declaración una considerable autoridad e influencia en la articulación y el desarrollo del
derecho internacional ambiental:
a) A diferencia de la Declaración de Estocolmo (1972), se expresa en términos
obligatorios. La mayoría de los preceptos comienzan con “los Estados deben…”.
b) Sus veintisiete principios representan un “paquete” negociado por consenso, de
manera que deben leerse en conjunto. Este carácter de “compromiso” – entre países
desarrollados y países en desarrollo, y entre las necesidades de desarrollo económico y
la protección del ambiente– se refleja, por ejemplo, en los principios 3 y 4, los cuales se
complementan en lo que puede considerarse la esencia del derecho sustentable.
c) Refleja un consenso entre países desarrollados y países en desarrollo en la necesidad
de acordar normas internacionales de protección ambiental.
II. Principios de Derecho Internacional Ambiental
Los principios de derecho internacional público que pueden asociarse a la protección del
medio ambiente y que tienen un amplio apoyo internacional son los siguientes:
1. Principio de soberanía sobre los recursos naturales y la responsabilidad de no
causar daño al ambiente de otros Estados o en áreas fuera de la jurisdicción
nacional
Las reglas del derecho internacional ambiental se han desarrollado en el contexto de dos
objetivos fundamentales que apuntan en direcciones opuestas: que los Estados tienen
derechos soberanos sobre sus recursos naturales y que los Estados no deben causar daño
al medio ambiente.
El principio de soberanía estatal habilita a los Estados, dentro de los límites establecidos
por el derecho internacional, a conducir o autorizar las actividades que estimen
pertinentes dentro de sus territorios, incluyendo actividades que podrían producir efectos
negativos sobre el ambiente.
Este principio, tiene su origen en el principio de la soberanía permanente sobre recursos
naturales, formulado en varias resoluciones de la Asamblea General de las Na|x|ciones
Unidas. Sin embargo, en la década de los 70’ la comunidad internacional comenzó a
percatarse de la necesidad de cooperación para proteger el medio ambiente, situación que
determinó el surgimiento de límites a la aplicación del principio.
El reconocimiento formal de la relación entre la soberanía sobre recursos naturales y la
idea de responsabilidad sobre el ambiente se plasmó en el Principio 21 de la Declaración
de Estocolmo y posteriormente en el Principio 2 de la Declaración de Río.
Estos objetivos, recogidos en los artículos citados, reflejarían una norma de costumbre
internacional, como lo ha confirmado la Corte Internacional de Justicia en su Opinión
Consultiva sobre la Legalidad de la amenaza o del empleo de armas nucleares, de 19962,
afirmación reiterada recientemente en el fallo que resolvió el caso sobre las plantas de
celulosa sobre el Río Uruguay (Argentina con Uruguay).
Soberanía y extraterritorialidad
Un tema interesante, que surge a partir de la interacción de los dos elementos que
conforman el principio en comento, es la aplicación, por parte de un Estado, de normas
de protección ambiental más allá de su jurisdicción. La hipótesis es la siguiente: un
Estado que, en ejercicio de su derecho soberano a explotar sus recursos naturales, se
siente con el derecho a no ser interferido por un tercer Estado en dicha explotación; y
otro Estado que, frente a un posible daño ambiental sobre recursos naturales compartidos,
intenta aplicar sus propios estándares ambientales más allá de sus fronteras.
Caso “Atún de Aleta Amarilla” (México y otros con EEUU) – GATT (1991)
En aplicación de su “Ley de Protección de los Mamíferos Marinos”, Estados Unidos
estableció medidas de protección a los delfines, en particular la prohibición de utilizar
ciertas técnicas o mecanismos de pesca que les provocaran muerte incidental, como es el
caso de las redes de cerco. En este contexto, Estados Unidos prohibió la importación
comercial de pescado o de productos derivados de pescado capturado en aguas del
Pacífico tropical oriental con técnicas de pesca no autorizadas según su legislación
nacional, y estableció que si un país exporta atún a los Estados Unidos y no puede
demostrar que ha cumplido las normas estadounidenses de protección al delfín, debe
procederse al embargo de las importaciones procedentes de ese país.
México, exportador de atún, se vio afectado por esta prohibición y embargo, y se dirigió
en 1991 contra Estados Unidos en el marco del sistema de solución de controversias de
la Organización Mundial de Comercio. En su alegación, México argumenta que la
prohibición de importaciones de atún de aleta amarilla era incompatible con diversas
normas internacionales de comercio (GATT).
El Grupo Especial constituido al efecto evacuó un informe con las siguientes
conclusiones:
- Estados Unidos no estaba autorizado para imponer un embargo de las importaciones
de productos del atún procedente de México por el simple motivo de que la legislación
mexicana no se ajustaba a la legislación estadounidenses en cuanto al método de captura
del atún. Estados Unidos, en cambio, sí podría imponer restricciones en relación a la
calidad o el contenido del atún importado. Como se ve, se hace una distinción entre
“producto” y “proceso”.
- Las normas del GATT no permiten que un país adopte medidas comerciales
extraterritorialmente, esto es, con el fin de intentar que se cumpla su legislación interna
en otro país, ni siquiera para proteger determinadas especies o conservar recursos
naturales agotables.
Esta decisión finalmente no fue aprobada, pues las partes llegaron a una solución
extrajudicial.
Principio 27 – Declaración de Río Los Estados y las personas deberán cooperar de buena
fe y con espíritu de solidaridad en la aplicación de los principios consagrados en esta
Declaración y en el ulterior desarrollo del derecho internacional en la esfera del
desarrollo sostenible.
Otra versión, también más estricta que el Principio 15, es la seguida en el Protocolo de
1996 del “Convenio sobre la Prevención de la Contaminación del Mar por Vertimientos
de Desechos y Otras Materias” (o “Convenio de Londres”), de 1972. En su artículo 3 se
establece lo siguiente:
Artículo 3 – Protocolo del Convenio de Londres (“Dumping Convention”)
Obligaciones generales
Artículo 5 – Acuerdo sobre MSF (OMC) Evaluación del riesgo y determinación del nivel
adecuado de protección sanitaria o fitosanitaria 7. Cuando los testimonios científicos
pertinentes sean insuficientes, un Miembro podrá adoptar provisionalmente medidas
sanitarias o fitosanitarias sobre la base de la información pertinente de que disponga, con
inclusión de la procedente de las organizaciones internacionales competentes y de las
medidas sanitarias o fitosanitarias que apliquen otras partes contratantes. En tales
circunstancias, los Miembros tratarán de obtener la información adicional necesaria para
una evaluación más objetiva del riesgo y revisarán en consecuencia la medida sanitaria
o fitosanitaria en un plazo razonable.
Principio 7 - Declaración de Río Los Estados deben cooperar con espíritu de solidaridad
mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de
la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio
ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda
internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades
ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de
que disponen.
4) 15 EJEMPLOS
TEORIAS JURIDICAS:
Artículo 127. Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el
ambiente en beneficio de sí misma y de mundo futuro. Toda persona tiene derecho
individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y
ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica,
genética, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y
demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser
patentado y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia.
Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad,
garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en
donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas,
sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley.
Artículo 128. El Estado desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo
a las realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales, culturales, económicas,
políticas de acuerdo con las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la
información, consulta y participación ciudadana. Una ley orgánica desarrollará los
principios y criterios para este ordenamiento.Artículo 129. Todas las actividades
susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de
estudios de impacto ambiental y sociocultural. El Estado impedirá la entrada al país de
desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de armas nucleares, químicas
y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y almacenamiento de
las sustancias tóxicas y peligrosas.
En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales
o extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que involucren los recursos naturales,
se considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el
equilibrio ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma
en condiciones mutuamente convenidas y restablecer el ambiente a su estado natural si
éste resultara alterado, en los términos que fije la ley.
Legislación Ordinaria.
Existe un conjunto de leyes que regulan todo lo relacionado con las materias relacionadas
con el medio ambiente, su explotación racional, su protección y las sanciones por
incumplimiento, entre las cuales se pueden mencionar:
Ley Orgánica del Ambiente 2006: establecer las disposiciones y los principios rectores
para la gestión del ambiente, en el marco del desarrollo sustentable como derecho y deber
fundamental del Estado y de la sociedad, para contribuir a la seguridad y al logro del
máximo bienestar de la población y al sostenimiento del planeta, en interés de la
humanidad. De igual forma, establece las normas que desarrollan las garantías y derechos
constitucionales a un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado
Ley Orgánica de Hidrocarburos 2007: en su artículo 87 establece que las personas
naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, que desarrollen actividades de
hidrocarburos deberán cumplir con las disposiciones sobre el Medio Ambiente e impone
sanciones en caso de incumplimiento.
Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares 2002:Establece que el Estado debe
preservar el mejor uso de los Espacios Acuáticos e Insulares de acuerdo a sus
potencialidades y las estrategias institucionales, económicas y sociales del país, para
garantizar un desarrollo sustentable. Estas políticas y las referentes a los espacios
insulares, estarán dirigidas a garantizar, entre otros aspectos La seguridad de la vida
humana y la prestación de auxilio; la preservación del patrimonio arqueológico y cultural
acuático y subacuático y l desarrollo, regulación y control de los deportes náuticos.
Ley Orgánica para la Planificación y Gestión de la Ordenación del Territorio 2005: cuyo
objeto es establecer las disposiciones que regirán el proceso general para la Planificación
y Gestión de la Ordenación del Territorio, en concordancia con las realidades ecológicas
y los principios, criterios, objetivos estratégicos del desarrollo sustentable, que incluyan
la participación ciudadana y sirvan de base para la planificación del desarrollo endógeno,
económico y social de la Nación.
Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas 2007: garantiza la protección del
Hábitat indígena, que constituye el conjunto de elementos físicos, químicos, biológicos y
socioculturales,que constituyen el entorno en el cual los pueblos y comunidades indígenas
se desenvuelven ypermiten el desarrollo de sus formas tradicionales de vida. Comprende
el suelo, el agua, el aire,la flora, la fauna y en general todos aquellos recursos materiales
e inmateriales necesarios paragarantizar la vida y desarrollo de los pueblos y comunidades
indígenas
Ley de Bosques y Gestión Forestal 2008: rige a los fines de garantizarla protección y
aprovechamiento racional de la fauna silvestre y de sus productos, y el ejercicio de la caza
Ley de Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable 2001: tiene por objeto regular la
creación, funcionamiento y supresión de Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable
(ZEDES), con el propósito de ejecutar planes, dinamizar y coordinar los esfuerzos del
Estado e incentivar la iniciativa privada para fomentar el desarrollo de la productividad y
adecuada explotación de los recursos, elevando los niveles de bienestar social y calidad
de vida de la poblaciónLey Penal del Ambiente 1991: esta Ley tiene por objeto tipificar
como delitos aquellos hechos que violen las disposiciones relativas a la conservación,
defensa y mejoramiento del ambiente, y establece las sanciones penales correspondientes.
Así mismo, determina las medidas precautelativas, de restitución y de reparación a que
haya lugar.
Tratados Internacionales de Protección al Medio Ambiente.
La preocupación de muchos Estados por minimizar la problemática ambiental de manera
que se pudiera mejorar el habitad de sus ciudadanos, logró hacer causa común entre países
de distintas regiones del mundo, permitiendo la conformación de un marco internacional
para la protección ambiental; donde, el medio ambiente constituíael aspecto de mayor
relevancia. Fue cuando, en 1972, se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Humano; estableciéndose así el primer antecedente legislativo en
esta materia precisamente, con la Declaración de Estocolmo sobre el Ambiente Humano,
en la que se dispone que los Estados deben responsabilizarse de que las actividades que
se realicen dentro de sus fronteras, jurisdicción y control no causen daño a las personas,
al entorno natural, ni al medioambiente de otros Estados. En los años subsiguientes
aunque se avanzó tímidamente respecto de cuestiones científicas y técnicas, se siguió
soslayando la cuestión del medio ambiente en el plano político y se fueron agravando,
entre otros problemas ambientales, el agotamiento de la capa de ozono, el calentamiento
de la Tierra y la degradación de los bosques.
Mas adelante, en 1983, las Naciones Unidas establecieron una Comisión Mundial sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo, cuyo trabajo culminó con el Informe Brundtland, a
raíz de la cual la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó a un Parlamentoque
titularon, "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo"
(CNUMAD).
La Conferencia, conocida como Cumbre para la Tierra, se celebró en Río de Janeiro del
3 al 14 de junio de 1992. Y se puede decir que fue un hito decisivo en las negociaciones
internacionales sobre las cuestiones del medio ambiente y el desarrollo. Se llegó a la
conclusión de que para satisfacer "las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias", la protección del medio
ambiente y el crecimiento económico habrían de abordarse como una sola cuestión. A
partir de entonces, la protección del medio ambiente se ha convertido en una cuestión de
supervivencia para todos. Los objetivos fundamentales de la Cumbre eran lograr un
equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las
generaciones presentes y de las generaciones futuras y sentar las bases para una
asociación mundial entre los países desarrollados y los países en desarrollo, así como
entre los gobiernos y los sectores de la sociedad civil, sobre la base de la comprensión de
las necesidades y los intereses comunes.
En Río, 172 gobiernos, incluidos 108 Jefes de Estado y de Gobierno, aprobaron tres
grandes acuerdos que habrían de regir la labor futura:
El Programa 21: un plan de acción mundial para promover el desarrollo sostenible;
La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: un conjunto de
principios en los que se definían los derechos civiles y obligaciones de los Estados, y
Una Declaración de principios relativos a los bosques: una serie de directrices para la
ordenación más sostenible de los bosques en el mundo.
Se abrieron a la firma además dos instrumentos con fuerza jurídica obligatoria: la
Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad
Biológica. Al mismo tiempo se iniciaron negociaciones con miras a una Convención de
lucha contra la desertificación, que quedó abierta a la firma en octubre de 1994 y entró en
vigor en diciembre de 1996. En realidad, la Cumbre de Río supuso la toma de conciencia
universal de los problemas relacionados con el medioambiente. Y desde entonces el
desarrollo legislativo en esta materia no ha cesado. Fruto de este esfuerzo es "El Protocolo
de Kioto" sobre el cambio climático Este instrumento se encuentra dentro de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC),
suscrita en 1992 dentro de lo que, como ya se ha visto, se conoció como la Cumbre de la
Tierra de Río de Janeiro. El Protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en ese entonces
no se pudo hacer. Tiene por objeto reducir las emisiones de seis gases provocadores de
calentamiento global: (dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O),
además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC),
perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6)), en un porcentaje aproximado
de un 5,2%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las
emisiones al año 1990. Por ejemplo, si la contaminación de estos gases en el año 1990
alcanzaba el 100%, al término del año 2012 deberá ser del 95%. Además del
cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto
invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal forma
que se utilicen también energías no convencionales y así disminuya el calentamiento
global, que tanto afecta al mundo estos días.
Diez años después de la Cumbre de Río, la Cumbre de Johannesburgo, celebrada a finales
de agosto y comienzos de septiembre de 2002, tuvo como meta reforzar los compromisos
de hacía una década y acordar una agenda global que incluyera acciones concretas en el
ámbito nacional e internacional, así como establecer mecanismos para medir el
cumplimiento de medidas en el campo del desarrollo sostenible. Esta vez el debate tenía
como componente adicional la globalización, y las demandas para abordar con mayor
énfasis problemas sociales, como los de pobreza, salud y educación. Sin embargo, los
acuerdos alcanzados se redujeron a una Declaración Política y a un Plan de Acción, llenas
de buenas intenciones y sin objetivos para promover las energías renovables. Los
documentos aprobados no contuvieron compromisos concretos, ni nuevos fondos, por lo
que muchos analistas y participantes consideraron la Cumbre de Johannesburgo como un
gran fracaso. El hecho más positivo fue el anuncio de la ratificación del Protocolo de
Kyoto por varios países, aislando aún más a Estados Unidos, gran ausente en
Johannesburgo.
No obstante, la actividad de Naciones Unidas en torno al medioambiente ha continuado
sus esfuerzos y se han sucedido los encuentros internacionales. La XIª Conferencia de las
partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y primera
conferencia de los miembros del Protocolo de Kyoto concluía el 10 de diciembre de 2005
con la aprobación del Plan de Acción de Montreal. Se alcanzaba así un éxito calificado
de "histórico" por los representantes de casi todos los países y por las organizaciones
ecologistas, ya que el acuerdo, adoptado sin oposición de EE UU, abría el proceso hacia
futuros compromisos para afrontar el cambio climático a partir de 2012, cuando concluye
el plazo del Protocolo de Kioto. Montreal gestó lo que ya se denomina Kioto II, aclaró
las reglas del juego de los denominados Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), y
estableció medidas para garantizar que una parte de los MDL se realizarán en países en
desarrollo.
Del 6 al 17 de noviembre de 2006 tuvo lugar en Nairobi la XIIª Conferencia sobre el
cambio climático, que a la vez es la segunda conferencia de los países firmantes del
protocolo de Kioto. Asistieron 180 países y concluyó con la aprobación de una nueva
revisión del Protocolo de Kioto en el 2008 para reducir la emisión de gases contaminantes.
Las medidas fijadas en el actual Protocolo terminan en 2012, y en Nairobi hubo consenso
para evitar un vacío temporal entre el primer periodo de compromisos y el segundo, que
se fijará en el tratado que sustituya a Kioto. La Conferencia también aprobó que el
"Mecanismo de Desarrollo Limpio" (MDL), que entonces sólo tenía 9 de 400 proyectos
en África, fuera más equitativo geográficamente. Además de toda esta actividad de
Naciones Unidas, cabe destacar la del Centro para la Prevención Internacional del Delito
que es el encargado de facilitar a los Estados Miembros de las Naciones Unidas servicios
consultivos y asistencia técnica para el establecimiento de un mecanismo adecuado de
aplicación del Derecho penal tendente a proteger el medio ambiente. El Centro ha llamado
la atención sobre la resolución 1996/10 del Consejo Económico y Social, de 23 de julio
de 1996, por la que el Consejo decidió que la cuestión de la función del Derecho penal en
la protección del medio ambiente debía seguir siendo una de las cuestiones prioritarias
que la Comisión examinaría en futuros períodos de sesiones. En la misma resolución el
Consejo reconoció la importancia de aumentar la cooperación internacional en la esfera
de la aplicación de las disposiciones penales nacionales e internacionales relativas al
medio ambiente. El Consejo Económico y Social pidió al Secretario General que
consultara a los Estados miembros para determinar si era posible establecer un dispositivo
adecuado de aplicación de Derecho penal con miras a proteger el medio ambiente,
instaurar y mantener una cooperación estrecha con los Estados miembros y los demás
organismos que trabajan en la protección del medio ambiente, en especial, en la esfera de
la cooperación y la asistencia técnica, y continuar reuniendo información sobre las
disposiciones penales de las legislaciones nacionales relativas al medio ambiente y sobre
las iniciativas regionales o multinacionales. El informe sobre el sexto período de sesiones
de la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal (E/1997/30 - E/CN.15/1997/21)
indica que la Comisión subrayó la función esencial del Derecho penal en la protección
del medio ambiente con inclusión de esferas como el tráfico ilícito de los desechos
peligrosos y las sustancias nucleares (párrs. 79 y 80). Durante el período de sesiones
representantes de los Estados miembros subrayaron que el Centro para la Prevención
Internacional del Delito, antes División de Prevención del Delito y Justicia Penal, debería
favorecer la cooperación en los ámbitos nacional, regional e internacional para luchar
eficazmente contra los delitos ecológicos.
Junto a esta actividad de Naciones Unidas en materia ambiental, que indiscutiblemente
continuará, hay que enumerar también las disposiciones que contienen la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre, los Pactos Internacionales de Derechos civiles y
políticos, y de Derechos económicos, sociales y culturales a los que habría que añadir la
innumerable lista de Convenios y Tratados internacionales relativos al medioambiente.
Responsabilidad Internacional de los Estados.
El derecho internacional del medio ambiente comporta numerosas convenciones
internacionales y resoluciones, obligatorias algunas de ellas, dictadas por organismos
internacionales, y otros textos no obligatorios de carácter meramente declarativos. Las
resoluciones obligatorias son relativamente escasas, pues son muy pocos los órganos
supranacionales investidos de competencia para dictar normas con tal efecto hacia sus
miembros.
Contrariamente las resoluciones no obligatorias que emanan ya sea de organizaciones
intergubernamentales,sea de conferencias internacionales, son numerosas e importantes.
En relación a la responsabilidad de los Estados por los daños ambientales
supranacionales, el Principio 21 de la Declaración de Estocolmo de 1972 estableció en
términos claros que: "Conforme a la Carta de la Naciones Unidas y a los principios del
derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios
recursos y tienen el deber de actuar de manera que las actividades ejercidas en los límites
de sus jurisdicciones o bajo su control no causen daño al medio ambiente en los otros
Estados o en las regiones más allá de su jurisdicción nacional".
Sin embargo, los Estados se han cuidado de no poner en ejecución éste principio, han
invocado esta declaración para detener las acciones de las víctimas, transfiriéndolas
conforme al principio "Contaminador-pagador", a las relaciones entre particulares,
eludiendo la responsabilidad interestatal que les correspondiera por la reparación de esos
daños. Este principio según el cual quien contamina debe pagar, se encuentra establecido
en el principio 16 de la Declaración de Río, el cual establece: ... "El que contamina debe
en principio cargar con los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta
el interés público".
Sostiene Jorge Bustamante Alsina, que el derecho internacional, en lugar de abordar este
tema a través del daño que ha sido causado por el Estado, lo hace a través del concepto
de "hecho internacional ilícito", conforme a éste, la responsabilidad del Estado solo es
una técnica de sanción por la violación de una norma internacional. Sin embargo surge el
interrogante acerca de lo que ocurriría si el daño tuviese por causa un hecho lícito, como
por ejemplo la utilización legal de un curso de agua internacional, interrogante que hoy
en día parecería no tener respuesta.
Con respecto al hecho ilícito del Estado, tanto puede consistir en la violación de una
obligación convencional que tenga su fuente en un tratado, como puede ser la violación
de una norma impuesta por la costumbre: "Toda violación de una obligación internacional
comporta el deber de reparar", así lo ha establecido la Corte Permanente de Justicia
Internacional en la sentencia del 13-IX-1928, Washington, USA.
La Comisión de Derecho Internacional sobre la Responsabilidad de los Estados expresó
que uno de los principios más profundamente arraigados en la doctrina del derecho
internacional es el principio de que todo comportamiento de un Estado calificado por el
derecho internacional de hecho jurídicamente ilícito entraña en una responsabilidad de
dicho Estado. Esta ha sido definida como la relación jurídica automática e inmediata que
surge entre el sujeto al que se le imputa un hecho ilícito y el sujeto que vio sus derechos
lesionados por éste. El primero tendría la obligación de reparar los daños causados y el
segundo el derecho a reclamar la reparación. Toda la doctrina está de acuerdo en lo que
respecta a la existencia de la obligación de reparar los daños causados por el hecho ilícito.
De acuerdo a la responsabilidad internacional clásica, producido un hecho internacional
ilícito surge la obligación de reparar los daños ciertos, es decir aquellos que tienen por
causa directa y clara el comportamiento con el que se incumplió la obligación
internacional. Se incluyen dentro de ellos los perjuicios de manifestación tardía, así como
los causados por efecto acumulativo. También deben repararse los daños producidos por
un hecho posterior al hecho ilícito, pero que encuentra en éste su causa última.
Para que exista responsabilidad tienen que estar presentes ciertos elementos. Algunos
autores exigen solo dos: un comportamiento consistente en una acción u omisión
atribuible según el derecho internacional al Estado y que a su vez este comportamiento
constituya una violación de una obligación internacional del Estado. Otros autores exigen
un tercer requisito: el daño. Entre el perjuicio experimentado y el comportamiento que
viola la obligación internacional debe existir un vínculo de causalidad
Algunos autores exigen otro elemento, la culpa, sin embargo la mayoría de la doctrina y
la jurisprudencia internacional no comparte esta posición.
El problema radica entonces en que, los Estados no tendrían responsabilidad alguna por
el daño ambiental que se origine en ellos y proyecte sus consecuencias en otros Estados,
si no existe un tratado entre ellos que haya previsto el hecho de forma tal que la ilicitud
resulte de la violación de aquellas normas o de un principio impuesto por la costumbre.
La responsabilidad internacional por las consecuencias perjudiciales de actos no
prohibidos por el derecho internacional se encuentra en proceso de formación. El proyecto
de la Comisión de Derecho Internacional de la Naciones Unidas (CDI) abarca solo
actividades no prohibidas por el derecho internacional a) que entrañen el riesgo de causar
un daño transfronterizo y b) otras actividades no prohibidas por el Derecho internacional,
que no entrañen el riesgo pero causan tal daño por sus consecuencias físicas.
Uno de los principios guía de este proyecto es que no debe dejarse que la víctima inocente
soporte toda la pérdida ocasionada por los daños.
En lo que atañe a la responsabilidad el proyecto establece que, se responderá de los daños
transfronterizos ocasionados por una de dichas actividades, y esa responsabilidad dará
lugar a indemnización u otra forma de reparación.
En relación a la reparación, si bien se tiene presente que la víctima inocente no soporte el
peso de los daños sufridos, no se le exime de ellos en forma total.
Sin embargo, este proyecto no puede en el estado actual en que se encuentra ser utilizado
como fundamento de la reparación de daños al medio ambiente.
Por otra parte, el Principio 22 de la Declaración de Estocolmo obliga a la Comunidad
Internacional a definir un régimen particular de responsabilidad, disponiendo que: "Los
Estados deben cooperar para desarrollar el derecho internacional en lo que concierne a la
responsabilidad e indemnización a las víctimas de la polución y de otros daños ecológicos
que las actividades realizadas en los límites de la jurisdicción de estos Estados o bajo su
control, causen a las regiones situadas más allá de los límites de su jurisdicción."
Más allá de lo establecido por este principio, en el ámbito del Derecho internacional hasta
el momento, no se ha logrado un tratado que recepte los grandes principios que deben
regir la conducta de los estados en materia ambiental. Continúa la "sectorialización"
normativa de origen convencional, es más, ésta se ha acrecentado. No obstante, ello no
significa un retroceso, ya que la multiplicidad de tratados y otros instrumentos de alcance
general ha dado un gran impulso al Derecho internacional Medioambiental.
Los acuerdos internacionales existentes se hallan limitados a los daños causados por
ciertas actividades relativas a, la energía nuclear, el transporte marítimo de hidrocarburos,
la explotación de recursos petrolíferos en altamar y el transporte terrestre de mercaderías
peligrosas. Las reglas que estas convenciones fijan pueden ser trasladadas a otras clases
de daños. Estas reglas son las siguientes:
Canalización de la responsabilidad" sobre una sola persona como primer responsable, sin
perjuicio de que esta por una acción recursoria se vuelva contra el verdadero responsable
final.
Instauración de un sistema de responsabilidad objetiva, salvo fuerza mayor, acompañado
de una obligación de indemnización.
Introducción de cláusulas sobre la determinación de la jurisdicción competente y la
ejecución de las sentencias.
De acuerdo a estos principios la víctima sabrá a quien dirigirse y podrá obtener la
indemnización sin probar la culpa, facilitándose así el resarcimiento.
Existen obligaciones establecidas por el derecho de costumbres internacionales, aunque
son escasas y se limitan a las siguientes:
El principio de "la utilización no perjudicial del territorio", consecuencia del concepto de
soberanía nacional. Su campo de aplicación ha desbordado su marco original, la
protección de la seguridad del Estado, para extenderse a los casos de polución
trasfronteras.
La "Obligación de informar" a cargo de los Estados respecto de los otros Estados sobre
los proyectos a desarrollar susceptibles de producir efectos perjudiciales al medio
ambiente tras las fronteras.
El "deber de información" a los otros Estados susceptibles de ser afectados en caso de
una situación crítica ocasionada en el medio ambiente.
Por otra parte sin haber perdido fundamental importancia la cuestión de la reparación de
los daños al medio ambiente, se han desarrollado notoriamente los mecanismos
preventivos, pasando a desempeñar un rol importante los principios de prevención y
precaución.
Hay consenso en considerar a la prevención como la regla de oro en materia de protección
al medio ambiente. Sin embargo no es realista creer que por adoptarse las más estrictas
medidas de prevención dejen de producirse perjuicios. En virtud de ello es que el tema de
la reparación de los daños al medio ambiente adquiere importancia.
En la práctica ha quedado de manifiesto la dificultad de hacer efectiva la reparación
cuando los perjuicios han sido ocasionados por actividades no prohibidas por el Derecho
Internacional. Las soluciones jurídicas que fueron surgiendo han tenido presente el
principio que las víctimas inocentes no deben ser quienes soporten todas las pérdidas.
Lo cual significa, que el Derecho Ambiental fluye y crece dentro de un marco de criterios
de ética, justicia y equidad, no únicamente de tipo sincrónica (entre los contemporáneos
de la misma generación), sino que también, y lo cual le singulariza y ennoblece, de
carácter diacrónica, es decir, con los que aún no han nacido y que por lo tanto no tienen
posibilidad alguna para expresarse.