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1 DE ENERO DE 2017

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLITICA


ESCUELA PROFESIONAL: DERECHO

CURSO:
METODOLOGIA DE LA INVESTIGACION E INFORMATICA JURIDICA
TEMA:
1) DERECHO AMBIENTAL.
- TEORIAS JURIDICAS.
-ESCUELAS JURIDICAS.
-PRINCIPIOS DEL DERECHO AMBIENTAL.
-15 EJEMPLO.
INTEGRANTE: CAURACURI VEGA, JAIR ALEXANDER
DOCTORA: LUI JUNES RUTH ELIA PATRICIA.
AÑO: PRIMERO.
AULA: “B4-1”.
SECCION: “A”.

(LIMA – PERU)

2017
Contenido
1) Teorías jurídicas del derecho ambiental ............................................................................... 2
2) Escuelas jurídicas del Derecho ambiental ............................................................................. 4
3) Principios del derecho informático ....................................................................................... 7
1) Teorías jurídicas del derecho ambiental
Respecto a la definición de derecho ambiental se han hecho muchas consideraciones. En
primer término, no es una postura adoptada por toda la doctrina que esta disciplina deba
denominarse de tal forma. Algunos estiman que el nombre adecuado para esta rama del
derecho es derecho ecológico, mientras que otros prefieren llamarla derecho del entorno.
*Brañes, Raul, 2001, Informe sobre el desarrollo del derecho ambiental, pag 11-12, dice:
En todo sistema de derecho ambiental es posible distinguir tres tipos de normas jurídicas,
cuyas diferencias se explican por el proceso de su formación histórica.
La “legislación común de relevancia ambiental” o “legislación de relevancia ambiental
casual”, integrada por las normas jurídicas expedidas sin ningún propósito ambiental,
pero que regulan conductas que inciden significativamente en la protección del medio
ambiente. Sus orígenes datan del siglo XIX.
La “legislación sectorial de relevancia ambiental”, integrada por las normas jurídicas
expedidas para la protección de ciertos elementos ambientales o para proteger el medio
ambiente de los efectos de algunas actividades, que es propia de las primeras décadas del
siglo XX
La “legislación propiamente ambiental”, integrada por las
normas jurídicas expedidas con arreglo a la moderna concepción quevisualiza al medio
ambiente como un todo organizado a la manera de un sistema.
Hay que advertir que, a pesar de los avances que se han hecho en los últimos años en
materia de legislación propiamente ambiental, los asuntos ambientales en nuestra
región están regidos, principalmente por la legislación sectorial de relevancia ambiental
y, en una medida importante, por la legislación común de relevancia ambiental. En
efecto, la verdad es que estos avances son sólo como el inicio de un proceso de
renovación de la legislación ambiental porque los cuerpos de normas en que se
expresan, hasta ahora, se superponen a la legislación preexistente de carácter sectorial
o casual, regulando el medio ambiente en su conjunto y modificando la legislación
anterior sólo en algunos puntos, pero no reemplazándola del todo.
La legislación sectorial de relevancia ambiental se ocupa básicamente de tres grandes
temas: 1) la protección de recursos naturales como el agua, el suelo, los recursos
forestales, la flora y fauna silvestres, el mar y los recursos pesqueros, los minerales y
los recursos energéticos, y otros; 2) la ordenación del ambiente construido por el
hombre, como los asentamientos humanos y las actividades que se realizan en su
interior; y 3) la protección de la salud humana de los efectos ambientales.
La legislación común de relevancia ambiental está constituida por los códigos y leyes
del orden civil, penal, procesal y administrativo, que se aplican a los asuntos
ambientales, a falta de disposiciones especiales sobre la materia, en temas tales como
la propiedad y el uso de los elementos ambientales, la responsabilidad por el daño
ambiental y la manera de hacerla efectiva, el deterioro grave del patrimonio ambiental,
las contravenciones administrativas, y muchos otros.
La legislación propiamente ambiental está integrada por las disposiciones
constitucionales expedidas últimamente para proteger el medio ambiente y promover el
desarrollo sostenible, así como por las leyes generales o leyes marco sobre la materia
promulgadas con las mismas finalidades y por las leyes que ajustan a ellas o derivan de
las mismas. En consecuencia, este concepto comprende las Constituciones Políticas de
los países de la región y los Códigos que contienen este tipo de disposiciones y las leyes
ambientales para la protección del medio ambiente en su conjunto que comenzaron a
ponerse en vigor desde 1974 en adelante, así como las leyes sectoriales que son
congruentes con este tipo de Códigos o leyes y las disposiciones reglamentarias o de
otro tipo que se derivan de estos Códigos o leyes
*Jaquenod de Zsogon, Silvia, 1999. El derecho ambiental y sus principios rectores. p. 354
“El Derecho Ambiental es la disciplina jurídica que investiga, estudia y analiza las
diferentes relaciones entre los valores naturales y la actividad antrópica (antropológica?),
orientando la regulación jurídica de las conductas y actitudes humanas respecto al uso,
explotación y aprovechamiento de recursos naturales, conservación de la naturaleza y
protección del ambiente”.
*Martín Mateo, Ramón, 1997. Derecho Ambiental p.63-64
Partiendo de la base de la demostrada interacción entre la sociedad y su entorno físico es
explicable que se haya sensibilizado el mundo jurídico hacia estos fenómenos intentando
disciplinar las relaciones sociales en función de los deseables e indeseables cambios
ambientales.
La respuesta normativa a la temática ambiental vendrá determinada sustancialmente por
las conclusiones a que se llegue desde otros ámbitos científicos, los propios de las ciencias
de la naturaleza, pero la problemática jurídica, aunque en alguna forma determinada por
aquellos condicionantes, no puede considerarse sin más como secundaria en cuanto que
aborda cuestiones primordiales sobre la orientación de una política del Derecho que
conecte con las ideas básicas de la justicia que animan los postulados valorativos de un
grupo, ofreciendo a la postre como síntesis una respuesta adecuada a las relaciones entre
cambio ambiental y cambio social.
*Cafferata A. Néstor, 2004, Introducción al derecho ambiental. p.17
Corresponde recordar en este inicio que el derecho ambiental, disciplina jurídica en pleno
desarrollo y evolución,1 constituye el conjunto de normas regulatorias de relaciones de
derecho público o privado tendientes a disciplinar las conductas en orden al uso racional
y conservación del medio ambiente, en cuanto a la prevención de daños al mismo, a fin
de lograr el mantenimiento del equilibrio natural, lo que redundará en una optimización
de la calidad de vida.2 Es que el derecho ambiental, “el otro yo orteguiano”, supone,
indisolublemente, el derecho a la vida, a la salud, implica una gran aproximación de lo
privado a lo público, o dicho de otra manera, “la vida privada se tiñe de pública”
2) Escuelas jurídicas del Derecho ambiental

2.1 Derecho ambiental como ciencia Informativa


Algunos estudiosos de la ciencia jurídica consideran que el derecho ambiental es sólo una
ciencia informativa. Entendiéndolo en este sentido, tal disciplina se presentaría
únicamente como una amalgama de normas que inciden en un mismo tema y que con
ánimo informativo se reagrupan con la denominación Derecho X. En este caso, el derecho
ambiental se proyectaría como una rama del derecho carente de sustantividad.
2.2 Derecho ambiental como disciplina académica
Si consideramos al derecho ambiental como una disciplina académica, haremos alusión
simplemente al reconocimiento de la necesidad de impartir en la enseñanza universitaria
el sector ambiental dentro del ordenamiento jurídico. Esto supone un avance respecto al
nivel informativo y va ligado a las demandas de la sociedad, que en un momento dado
pueden exigir una formación especial de sus operadores jurídicos en sectores específicos
del ordenamiento.
En ese sentido, la naturaleza jurídica del derecho ambiental se limitaría a considerarlo
una rama del derecho que proyecta una necesidad de tipo académico que, en cierto
momento, puede trascender en las relaciones sociales y hacer patente la necesidad de
incluir determinados operadores jurídicos en sectores perfectamente señalados dentro del
marco normativo existente en nuestro país.
2.3 Derecho ambiental como rama autónoma del derecho
Algunos autores consideran que el derecho ambiental es una rama autónoma del derecho,
debido a que cumple con los requisitos que suelen apuntarse como necesarios para
considerar que una disciplina es autónoma. Estos requisitos, según Jesús Jordano Fraga,
son los siguientes:
• Presencia de principios propios.
• Que existan técnicas jurídicas propias.
• Referencia a determinada categoría de personas, de objetos o de relaciones
Para este grupo de doctrinarios, de una observación atenta al derecho ambiental se llega
a la conclusión de que éste puede considerarse una disciplina autónoma. Todos los
requisitos que se exigen para clasificar a un sector del ordenamiento jurídico como rama
autónoma se cumplen con mayor o menor intensidad en el caso del derecho ambiental.
En primer término, para quienes defienden la autonomía del derecho ambiental, en esta
disciplina existen principios propios que incluso han recibido consagración legislativa.
Por ejemplo, la Declaración de Río -que analizaremos en el siguiente capítulo- contiene
una serie de principios retomados por la legislación interna de diversos Estados, que se
han convertido de esta manera en derecho vigente. Por otra parte, se dice que en el derecho
ambiental existen técnicas jurídicas propias, como la evaluación del impacto ambiental o
los marketables permits del derecho norteamericano.
Asimismo, para defender la referencia a determinada categoría de personas, se ha
argumentado que, aun cuando el derecho ambiental está dirigido a una pluralidad
indeterminada de sujetos, encuentra un sustrato social directamente implicado. Podría
decirse entonces que el derecho ambiental se dirige a las personas privadas en cuanto
sujetos detentadores o agresores del medio ambiente como bien jurídico. Las personas
públicas pueden aparecer también como sujetos capaces en función de su obligación de
defender y restaurar el ambiente. La administración pública ocupa, en este orden de ideas,
un primer plano en cuanto sujeto público, autor y destinatario, al mismo tiempo del
derecho ambiental. Por tanto, este requisito es cumplido también por la disciplina jurídica
de la que nos ocupamos.
Cabe señalar también que, ubicándonos en esta postura teórica, el derecho ambiental se
refiere además a un objeto propio que, en este caso, constituiría el medio ambiente como
bien jurídico por tutelar.
Finalmente, el derecho ambiental cumpliría el último de los requerimientos para
determinar la autonomía de una rama del derecho, ya que regula relaciones jurídicas
específicas. Según Jordano Fraga, sí entendemos una relación jurídica como una situación
de poder y deber concretos que vincula a sujetos determinados, de modo que alguno de
ellos puede exigir a otro una determinada conducta que éste ha de observar y a cuya
observancia le compete el ordenamiento, es claro que el derecho ambiental regula una
relación jurídica propia. Esto es así porque la relación jurídica ambiental crea derechos
subjetivos protegidos por las leyes (por ejemplo, el derecho a disfrutar de un medio
ambiente adecuado)."
2.4 Derecho ambiental como rama del derecho público
El derecho público se compone del conjunto de normas que regulan el ejercicio de la
autoridad estatal, determinando y creando el órgano competente para ejercitarla, el
contenido posible de sus actos de autoridad estatal y el procedimiento mediante el cual
dichos actos deberán realizarse." En este tenor, el derecho ambiental ha sido colocado por
diversos autores en el campo del derecho público, debido a la relevancia que el Estado
tiene en la regulación del comportamiento del hombre en relación con el ambiente. En
efecto, al encontrarse el Estado en una relación de supra-subordinación con los
particulares en lo que se refiere a la materia ambiental. se ha establecido que el derecho
ambiental debe situarse dentro del derecho público.
Tal afirmación se refuerza si tomamos como base la teoría de los intereses en juego que
pretende fundar la división del derecho en público y privado de acuerdo con el beneficio
particular o colectivo que procura la norma. En este sentido, si el derecho ambiental tiene
como fin regular las conductas humanas que pueden influir de manera significativa en el
ambiente para evitar la degradación de éste y así hacer posible que las Futuras
generaciones disfruten de un ambiente adecuado. nos damos cuenta de que esta disciplina
tiene como Finalidad proteger intereses colectivos. Situándonos entonces en una postura
ius publicista. no cabe duda que, al buscar la protección de los derechos de la colectividad
(no sólo presente sino también futura). el derecho ambiental puede ser considerado una
rama del derecho público.
2.5 Derecho ambiental como rama del derecho económico
Otra tendencia en torno a la naturaleza jurídica del derecho ambiental es situarlo como
una rama del derecho económico. Al respecto, Zarkin señala que el derecho económico
se concibe como un derecho de síntesis o reagrupamiento que se asocia a la idea de
derecho de protección al ambiente, concebido como una rama de este nuevo derecho a
partir de las distintas lecturas que el sistema jurídico permite en sus diferentes ramas.
Dentro de esta visión. se establece también que el objeto de estudio del derecho
económico se nutre tanto de las ciencias que estudian el ambiente como de las
económicas. las cuales condicionan el modelo de desarrollo que subyace a los regímenes
económicos que pretenden ser regulados por un sistema jurídico. Así. el derecho
ambiental es considerado por algunos como una rama del derecho económico.
2.6 Derecho ambiental como parte del derecho privado
El derecho privado ha sido definido como el conjunto de normas que regulan las
relaciones jurídicas entre personas que se encuentran legalmente consideradas en una
situación de igualdad, en virtud de que ninguna de ellas actúa en dichas relaciones
investida de autoridad estatal.
Con esta definición podríamos deducir que el derecho ambiental no forma parte del
derecho privado; sin embargo. si bien es cierto que el derecho ambiental siempre tiene
presente los intereses colectivos, "... sucede también que aparecen Implicados en las
relaciones que regula intereses y derechos individuales. para cuya defensa el derecho
privado ofrece cauces específicos.
De esa manera. no sólo debe catalogarse al derecho ambiental como parte del derecho
público. sino también se ve involucrado en aspectos que corresponden al derecho privado.
Por ejemplo. de forma colateral el ordenamiento civil puede concurrir a la defensa del
ambiente en cuanto que si consigue modificar conductas. aunque sólo sea en función de
los perjuicios ocasionados a un particular. la colectividad se verá beneficiada a la postre.
Entonces, el apoyo que el derecho ambiental toma del ordenamiento privado constituye
un recurso estimable y frecuentemente imprescindible para el resarcimiento de daños
localizables en patrimonios particulares.
Con tales bases podemos decir que el derecho ambiental en muchas ocasiones sale del
campo del derecho público para situarse en el del derecho privado, por lo que, de alguna
forma. también puede considerarse parte integrante de las normas ius privatistas.
De las reflexiones vertidas en este apartado acerca de la naturaleza del derecho ambiental.
podemos darnos cuenta de que tratar de encuadrar esta disciplina en una categoría es una
tarea sumamente compleja. Silvia Jaquenod señala en este sentido que "... sería
aventurado afirmar que el derecho ambiental se perfila como una rama autónoma del
ordenamiento jurídico. puesto que éste es un sistema de normas que no admite la
existencia de regímenes totalmente separados; por tanto, adquiere relevancia en la medida
en que se integra a un circuito de normas, a una interconexión progresiva de preceptos
cuyo principia y fin es la construcción. Además, señala la maestra Jaquenod, tampoco
podría decirse que forma parte de una rama especial del derecho público, ya que es difícil
mantener la tradicional separación entre el régimen jurídico público y el privado debido
a la infiltración de las instituciones jurídico-públicas en el régimen que rige las relaciones
entre los particulares, y a una privatización de las reglas que presiden la organización y
funcionamiento del Estado y sus instituciones.
3) Principios del derecho informático

I. Conceptualización y funciones
Los principios del derecho internacional pueden conceptualizarse como aquellas ideas
fundamentales, expresadas en enunciados generales, que informan o dirigen la creación,
interpretación y aplicación de las normas de derecho internacional.
Éstos, pueden cumplir diversas funciones, tanto en la elaboración como en la
implementación y aplicación de normas de derecho internacional, entre ellas: ayudar a
definir o aclarar preceptos; dar mayor poder normativo a una regla; aumentar la certeza
jurídica y la legitimidad de las decisiones; servir de base a nuevas reglas; guiar en la
negociación de futuros instrumentos internacionales; crear flexibilidad en el derecho, y
servir de puente entre ideales y normas vinculantes.
En relación al valor normativo de los principios de derecho internacional, es importante
tener presente que no existe una regla única: el status o valor normativo de los principios
varía de un caso a otro. El “derecho sustentable”, por ejemplo, constituye para algunos
un mero ideal político, mientras que para otros refleja costumbre internacional.
En el contexto del derecho internacional ambiental, existen dos instrumentos
internacionales que cumplen un rol importante en la “codificación” de los principios de
derecho internacional: la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
Medio Humano (o Declaración de Estocolmo), de 1972, y la Declaración de Río sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo (o Declaración de Río), de 1992. Con algunas
diferencias, en ellas se recogen varios de los que pueden identificarse como principios
del derecho internacional ambiental.
Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (1992) Instrumento
adoptado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo, realizada en 1992 en Río de Janeiro. Existen tres factores que le dan a esta
declaración una considerable autoridad e influencia en la articulación y el desarrollo del
derecho internacional ambiental:
a) A diferencia de la Declaración de Estocolmo (1972), se expresa en términos
obligatorios. La mayoría de los preceptos comienzan con “los Estados deben…”.
b) Sus veintisiete principios representan un “paquete” negociado por consenso, de
manera que deben leerse en conjunto. Este carácter de “compromiso” – entre países
desarrollados y países en desarrollo, y entre las necesidades de desarrollo económico y
la protección del ambiente– se refleja, por ejemplo, en los principios 3 y 4, los cuales se
complementan en lo que puede considerarse la esencia del derecho sustentable.
c) Refleja un consenso entre países desarrollados y países en desarrollo en la necesidad
de acordar normas internacionales de protección ambiental.
II. Principios de Derecho Internacional Ambiental
Los principios de derecho internacional público que pueden asociarse a la protección del
medio ambiente y que tienen un amplio apoyo internacional son los siguientes:
1. Principio de soberanía sobre los recursos naturales y la responsabilidad de no
causar daño al ambiente de otros Estados o en áreas fuera de la jurisdicción
nacional
Las reglas del derecho internacional ambiental se han desarrollado en el contexto de dos
objetivos fundamentales que apuntan en direcciones opuestas: que los Estados tienen
derechos soberanos sobre sus recursos naturales y que los Estados no deben causar daño
al medio ambiente.
El principio de soberanía estatal habilita a los Estados, dentro de los límites establecidos
por el derecho internacional, a conducir o autorizar las actividades que estimen
pertinentes dentro de sus territorios, incluyendo actividades que podrían producir efectos
negativos sobre el ambiente.
Este principio, tiene su origen en el principio de la soberanía permanente sobre recursos
naturales, formulado en varias resoluciones de la Asamblea General de las Na|x|ciones
Unidas. Sin embargo, en la década de los 70’ la comunidad internacional comenzó a
percatarse de la necesidad de cooperación para proteger el medio ambiente, situación que
determinó el surgimiento de límites a la aplicación del principio.
El reconocimiento formal de la relación entre la soberanía sobre recursos naturales y la
idea de responsabilidad sobre el ambiente se plasmó en el Principio 21 de la Declaración
de Estocolmo y posteriormente en el Principio 2 de la Declaración de Río.

*Principio 21 Estocolmo / Principio 2 Río


“De conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y con los principios del derecho
internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios recursos
según sus propias políticas ambientales (y de desarrollo1), y la responsabilidad de velar
por que las actividades realizadas dentro de su jurisdicción o bajo su control no causen
daños al medio ambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de los límites de la
jurisdicción nacional.”

Estos objetivos, recogidos en los artículos citados, reflejarían una norma de costumbre
internacional, como lo ha confirmado la Corte Internacional de Justicia en su Opinión
Consultiva sobre la Legalidad de la amenaza o del empleo de armas nucleares, de 19962,
afirmación reiterada recientemente en el fallo que resolvió el caso sobre las plantas de
celulosa sobre el Río Uruguay (Argentina con Uruguay).
Soberanía y extraterritorialidad
Un tema interesante, que surge a partir de la interacción de los dos elementos que
conforman el principio en comento, es la aplicación, por parte de un Estado, de normas
de protección ambiental más allá de su jurisdicción. La hipótesis es la siguiente: un
Estado que, en ejercicio de su derecho soberano a explotar sus recursos naturales, se
siente con el derecho a no ser interferido por un tercer Estado en dicha explotación; y
otro Estado que, frente a un posible daño ambiental sobre recursos naturales compartidos,
intenta aplicar sus propios estándares ambientales más allá de sus fronteras.

Caso “Atún de Aleta Amarilla” (México y otros con EEUU) – GATT (1991)
En aplicación de su “Ley de Protección de los Mamíferos Marinos”, Estados Unidos
estableció medidas de protección a los delfines, en particular la prohibición de utilizar
ciertas técnicas o mecanismos de pesca que les provocaran muerte incidental, como es el
caso de las redes de cerco. En este contexto, Estados Unidos prohibió la importación
comercial de pescado o de productos derivados de pescado capturado en aguas del
Pacífico tropical oriental con técnicas de pesca no autorizadas según su legislación
nacional, y estableció que si un país exporta atún a los Estados Unidos y no puede
demostrar que ha cumplido las normas estadounidenses de protección al delfín, debe
procederse al embargo de las importaciones procedentes de ese país.
México, exportador de atún, se vio afectado por esta prohibición y embargo, y se dirigió
en 1991 contra Estados Unidos en el marco del sistema de solución de controversias de
la Organización Mundial de Comercio. En su alegación, México argumenta que la
prohibición de importaciones de atún de aleta amarilla era incompatible con diversas
normas internacionales de comercio (GATT).
El Grupo Especial constituido al efecto evacuó un informe con las siguientes
conclusiones:
- Estados Unidos no estaba autorizado para imponer un embargo de las importaciones
de productos del atún procedente de México por el simple motivo de que la legislación
mexicana no se ajustaba a la legislación estadounidenses en cuanto al método de captura
del atún. Estados Unidos, en cambio, sí podría imponer restricciones en relación a la
calidad o el contenido del atún importado. Como se ve, se hace una distinción entre
“producto” y “proceso”.
- Las normas del GATT no permiten que un país adopte medidas comerciales
extraterritorialmente, esto es, con el fin de intentar que se cumpla su legislación interna
en otro país, ni siquiera para proteger determinadas especies o conservar recursos
naturales agotables.
Esta decisión finalmente no fue aprobada, pues las partes llegaron a una solución
extrajudicial.

La pregunta de si es o no permisible aplicar extraterritorialmente normas nacionales


permanece abierta. Como se ejemplificó antes, la aplicación de normas nacionales de
protección ambiental en relación al comercio es particularmente controversial. En este
sentido, el Principio 12 de la Declaración de Río declara que se debería evitar tomar
medidas unilaterales para solucionar los problemas ambientales que se producen fuera
de la jurisdicción del país importador, y que las medidas destinadas a tratar los problemas
ambientales transfronterizos o globales deberían, en la medida de lo posible, basarse en
un consenso internacional. En este escenario, el desafío de la comunidad internacional
será determinar las circunstancias en las que un Estado está autorizado, bajo reglas
generales de derecho internacional y normas específicas de la Organización Mundial de
Comercio (OMC), para adoptar medidas ambientales unilaterales y aplicarlas
extraterritorialmente.
Responsabilidad de no causar daño ambiental
Según se señaló, la responsabilidad de no causar daño ambiental a otros Estados o a áreas
más allá de la jurisdicción nacional ha sido aceptada como una obligación por todos los
Estados, reflejando una norma de costumbre internacional. El Principio 21/2, sin
embargo, sólo será de ayuda parcial frente a una demanda o alegación internacional. En
el contexto de una actividad que cause contaminación o degradación ambiental, por
ejemplo, el principio en cuestión da lugar a las siguientes preguntas: ¿qué es daño
ambiental?; ¿qué daño ambiental está prohibido?; ¿cuál es el estándar de cuidado
aplicable a la obligación?; ¿cuáles son las consecuencias de su violación?; ¿y cuál es la
extensión de la responsabilidad internacional?
La responsabilidad de los Estados de no causar daño ambiental en áreas que están fuera
de su jurisdicción predata la Conferencia de Estocolmo, y se relaciona con la obligación
de todos los Estados a proteger dentro de su territorio los derechos de otros Estados, en
particular su derecho a la integridad e inviolabilidad en tiempos de guerra y paz. Esta
obligación fue subsecuentemente recogida y elaborada por el tribunal arbitral que
resolvió el caso Trail Smelter4, el que señaló que “bajo los principios de derecho
internacional (…) ningún Estado tiene el derecho de usar o permitir el uso de su territorio
de manera tal que cause perjuicio por emisiones en o hacia el territorio de otro Estado o
en sus propiedad o personas, cuando se está ante un caso de serias consecuencias y el
perjuicio se establece mediante evidencia clara y convincente.”
La importancia que los Estados dan a este principio se refleja en el hecho que muchos
tratados internacionales ambientales lo recogen en diversas formas5. El primer tratado
en reproducirlo íntegramente en su parte operacional (y no en su preámbulo) fue el
Convenio sobre Diversidad Biológica de 1992.
2. Principio preventivo o de acción preventiva
Este principio, cuyo objetivo es prever y evitar la verificación de un daño ambiental
identificado, se diferencia del principio establecido en los artículos 21/2, en dos aspectos:
-El Principio 21/2 surge de la aplicación del principio de soberanía, mientras que el
principio preventivo busca minimizar el daño ambiental como un objetivo en sí mismo.
- El principio preventivo requiere que se tome acción en una etapa temprana, en lo posible
antes que se produzca el daño; bajo este principio, un Estado puede verse obligado a
prevenir daño ambiental dentro del ámbito de su jurisdicción.
El principio preventivo puede adoptar diversas formas, incluyendo el establecimiento de
ciertos estándares ambientales, procedimientos de autorización, requerimiento de
evaluaciones de impacto ambiental, acceso a información ambiental y la utilización de
sanciones y la aplicación de reglas de responsabilidad.
Algunos tratados que han recogido este principio son la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar (art. 194.1); Convención sobre Cambio Climático (art.
2); Acuerdo de las Naciones Unidas sobre Peces Transzonales y Altamente Migratorios
(art. 5 y Anexo II); Convenio sobre Diversidad Biológica (preámbulo y art. 1); Convenio
de Estocolomo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (art. 1).
Este extensivo cuerpo normativo constituye evidencia de un amplio apoyo al principio
de acción preventiva y de la variabilidad de medios o componentes ambientales que
requieren de acciones preventivas.
3. Principio de buena vecindad y cooperación internacional.
El principio de “buena vecindad”, enunciado en el art. 74 de la Carta de las Naciones
Unidas en relación a aspectos comerciales, económicos y sociales, ha sido trasladado al
desarrollo y aplicación de reglas que promueven la cooperación internacional en materia
ambiental. Este principio se refleja en diversos tratados y otros instrumentos
internacionales, y es también apoyado por la práctica de los Estados, sobre todo en
relación a actividades peligrosas y emergencias.

Principio 24 – Declaración de Estocolmo Todos los países, grandes o pequeños, deben


ocuparse con espíritu de cooperación y de pie de igualdad, en las cuestiones
internacionales relativas a la protección y mejoramiento del medio. Es indispensable
cooperar, mediante acuerdos multilaterales o bilaterales o por otros medios apropiados,
para controlar, evitar, reducir y eliminar eficazmente los efectos perjuidiciales que las
actividades que se realicen en cualquier esfera puedan tener para el medio, teniendo en
cuenta debidamente la soberanía y los intereses de todos los Estados

Principio 27 – Declaración de Río Los Estados y las personas deberán cooperar de buena
fe y con espíritu de solidaridad en la aplicación de los principios consagrados en esta
Declaración y en el ulterior desarrollo del derecho internacional en la esfera del
desarrollo sostenible.

La obligación de cooperación se expresa en virtualmente todos los acuerdos


internacionales ambientales, a veces en términos generales, en relación a la
implementación de sus objetivos, o vinculado a compromisos específicos. La obligación
general de cooperar ha sido traducida en compromisos más específicos a través de
técnicas destinadas a asegurar el intercambio de información y la participación en la toma
de decisiones. Los artículos 123 y 197 de la Convención sobre Derecho del Mar, por
ejemplo, se refieren a la cooperación entre los Estados ribereños de mares cerrados o
semicerrados6 y a la cooperación en el plano mundial o regional7, respectivamente. Otros
tratados que explicitan este principio son el Convenio de Viena para la Protección de la
Capa de Ozono8 y el Convenio sobre Diversidad Biológica.
4. Principio de desarrollo sustentable o desarrollo sostenible
El concepto de “desarrollo sustentable” o “desarrollo sostenible” fue reconocido (aunque
no creado) en el Informe Brundtland10 de 1987, el que lo definió como “aquél que
satisface las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las
posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.”
Según esta definición, el concepto está formado por dos sub-conceptos:
- El concepto de necesidades, en particular las necesidades esenciales de la gente que
sufre la pobreza, a los cuales debería otorgarse prioridad;
- La idea de limitaciones, impuesta por el estado de la tecnología y la organización social,
de la capacidad del ambiente para satisfacer necesidades presentes y futuras.
Hay cuatro elementos recurrentes en las definiciones de desarrollo sostenible que parecen
constituir los elementos legales del concepto en tratados internacionales: 8 Artículo 2 –
Obligaciones generales:
- Principio de equidad intergeneracional: la necesidad de preservar los recursos naturales
para el beneficio de generaciones futuras. Ver el Principio 3 de la Declaración de Río.
- Principio de uso sustantable: el objetivo de explotar recursos naturales de una manera
“sustentable”, “prudente”, “racional” o “apropiada”.
- Principio de uso equitativo o de equidad intrageneracional: el uso de un Estado debe
tener en cuenta la necesidad de otros Estados. Este elemento se manifiesta principalmente
en el reconocimiento de necesidades especiales a los países en vías de desarrollo.
- Principio de integración: la necesidad de asegurar que consideraciones ambientales
sean integradas en planes, programas y proyectos económicos y de desarrollo, y que las
necesidades del desarrollo sean tomadas en cuenta al aplicar objetivos ambientales. Este
principio es recogido en el artículo 4 de la Declaración de Río.
El principio de desarrollo sustentable contiene tanto elementos sustanciales (como los
indicados previamente), como procedimentales (como cooperación entre Estados;
evaluación de impacto ambiental; participación pública en la toma de decisiones en
materia ambiental; acceso a la información). Los primeros se establecen en los Principios
3 al 8 de la Declaración de Río, mientras que los segundos se encuentran en los Principios
10 y 17.
En el caso Gabcikovo-Nagymaros12, lo resuelto por la Corte Internacional de Justicia
el año 1997, sugiere que el concepto de “desarrollo sustentable” cumple una función
normativa en el derecho internacional, tanto desde un punto de vista procedimental, como
desde un punto de vista sustantivo. En dicho fallo, la Corte se refirió, por primera vez, a
“la necesidad de reconciliar el desarrollo económico con la protección del medio
ambiente, lo que es adecuadamente expresado en el concepto de desarrollo sustentable.”
En cuanto a la naturaleza jurídica del principio, no existe una opinión uniforme. Como
se indicó antes, para algunos constituye un mero ideal, mientras que para otros refleja
una norma de costumbre internacional (por cierto, estos últimos son los menos). Hasta la
fecha, no existe pronunciamiento jurisprudencial sobre el punto.
5. Principio precautorio o de precaución
La esencia de la precaución consiste en que, frente a la amenaza de un daño ambiental,
debe actuarse para tomar control o disminuir tal riesgo, incluso existiendo incertidumbre
científica en cuanto a los efectos de la actividad en cuestión. Existen diversas
manifestaciones de este principio. El Principio 15 de la Declaración de Río, por ejemplo,
se refiere a la precaución en los siguientes términos:

Principio 15 – Declaración de Río


Con el fin de proteger el medio ambiente, los Estados deberán aplicar ampliamente el
criterio de precaución conforme a sus capacidades. Cuando haya peligro de daño grave
o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para
postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la
degradación del medio ambiente.

Como se observa, el texto habla de “criterio” de precaución y no de “principio”, lo que


refleja la inexistencia de una visión uniforme sobre la naturaleza del concepto en el foro
internacional. Otro aspecto destacable es el estándar de riesgo que establece el precepto:
“daño grave o irreversible”. Así, conforme a esta versión, el estándar de riesgo requerido
para que se “active” el principio es muy alto.
El principio precautorio ha sido también recogido en diversos instrumentos
internacionales de carácter vinculante14, con diferentes contenidos y efectos. Una
versión más estricta es la recogida, por ejemplo, en el “Acuerdo sobre la Aplicación de
las Disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar
relativas a la Conservación y Ordenación de las Poblaciones de Peces Transzonales y las
Poblaciones de Peces Altamente Migratorios” (o, para estos efectos, “Acuerdo sobre
Poblaciones de Peces Transzonales y Altamente Migratorios”), donde se regula el
concepto de precaución en los siguientes términos:

Artículo 6 – Acuerdo sobre Peces Transzonales y Altamente Migratorios Aplicación del


criterio de precaución
1. Los Estados aplicarán ampliamente el criterio de precaución a la conservación,
ordenación y explotación de las poblaciones de peces
2. Los Estados deberán ser especialmente prudentes cuando la información sea incierta,
poco fiable o inadecuada. La falta de información científica adecuada no se aducirá como
razón para aplazar la adopción de medidas de conservación y ordenación o para no
adoptarlas. (…)

Otra versión, también más estricta que el Principio 15, es la seguida en el Protocolo de
1996 del “Convenio sobre la Prevención de la Contaminación del Mar por Vertimientos
de Desechos y Otras Materias” (o “Convenio de Londres”), de 1972. En su artículo 3 se
establece lo siguiente:
Artículo 3 – Protocolo del Convenio de Londres (“Dumping Convention”)
Obligaciones generales

1. Al implementar el presente Protocolo, las Partes Contratantes aplicarán un


planteamiento preventivo de la protección del medio ambiente contra el vertimiento de
desechos u otras materias, en virtud del cual se adoptarán las medidas preventivas
procedentes cuando haya motivos para creer que los desechos u otras materias
introducidos en el medio marino pueden ocasionar daños aun cuando no haya pruebas
definitivas que demuestren una relación causal entre los aportes y sus efectos. (…)
El artículo 5 del “Acuerdo de la Organización Mundial de Comercio sobre la Aplicación
de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias” (1995) establece otro ejemplo de aplicación del
principio precautorio.

Artículo 5 – Acuerdo sobre MSF (OMC) Evaluación del riesgo y determinación del nivel
adecuado de protección sanitaria o fitosanitaria 7. Cuando los testimonios científicos
pertinentes sean insuficientes, un Miembro podrá adoptar provisionalmente medidas
sanitarias o fitosanitarias sobre la base de la información pertinente de que disponga, con
inclusión de la procedente de las organizaciones internacionales competentes y de las
medidas sanitarias o fitosanitarias que apliquen otras partes contratantes. En tales
circunstancias, los Miembros tratarán de obtener la información adicional necesaria para
una evaluación más objetiva del riesgo y revisarán en consecuencia la medida sanitaria
o fitosanitaria en un plazo razonable.

Como se puede apreciar de los ejemplos precedentes, el criterio o principio precautorio


tiene diversas manifestaciones. Su contenido, por una parte, no es único. En efecto, el
estándar de prueba del riesgo (o, en otras palabras, el grado de riesgo que activa el
principio) no es uniforme: a veces se requiere un riesgo de daño serio o irreparable,
mientras que en otras basta con el riesgo de un daño ambiental, sin apelativo. Otro aspecto
que también varía es su efecto –puede o no cambiar la carga de la prueba–, y la intensidad
de su efecto: puede obligar a actuar, empoderar para actuar o solamente incentivar a ser
más cauteloso.
¿Cuál es el status legal del principio precautorio?
La respuesta no es evidente, cuestión que quedó bien reflejada en el caso “Beef
Hormones”, ante el Órgano de Apelación de la OMC, en el cual la Unión Europea alegó
que constituía un principio de costumbre internacional o, en defecto, un principio general
de derecho; Canadá aceptó que se trataba de un principio de derecho internacional
emergente; y Estados Unidos, en tanto, le negó todo valor normativo. Hasta hoy, no hay
tribunal o corte internacional que haya afirmado que el principio precautorio constituye
costumbre internacional.
Aspectos de gran relevancia práctica en la aplicación del principio son el estándar de
prueba y la carga de prueba del riesgo. En cuanto al estándar de prueba, hay casos
jurisprudenciales en que las medidas provisionales solicitadas fueron denegadas porque
no se logró establecer o probar un riesgo serio (“Plantas de Celulosa” & “Planta MOX”).
En otros, en cambio, tal estándar fue alcanzado según la visión del tribunal y la medida
fue otorgada (“Southern Bluefin Tuna”). En cuanto a la carga de la prueba, lo cierto es
que rara vez ésta se ve alterada.
Para un sistemático examen acerca del rol que el principio precautorio ha jugado en la
jurisprudencia internacional, se recomienda leer “Los tribunales internacionales y el
principio precautorio”, de Phillipe Sands.
6. Principio del que contamina paga o contaminador-pagador
Como el nombre lo sugiere, este principio plantea que los costos de la contaminación
deben ser soportados por quien es responsable de causar tal contaminación. El significado
o contenido preciso de este principio, sin embargo, así como su aplicación a situaciones
particulares, queda aún por definirse, particularmente en relación a la naturaleza y
extensión de los costos, y a las circunstancias excepcionales en las cuales el principio no
aplicaría.
La Declaración de Río reconoce este principio en los siguientes términos:

Principio 16 – Declaración de Río


Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la internalización de los costos
ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el criterio de que
el que contamina debería, en principio, cargar con los costos de la contaminación,
teniendo en cuenta el interés público y sin distorcionar el comercio ni las inversiones
internacionales.

Las implicancias prácticas de este principio se manifiestan en la asignación o adscripción


de obligaciones económicas en relación a actividades que dañan el medio ambiente,
particularmente en relación a la responsabilidad, el uso de instrumentos económicos, y
la aplicación de reglas referidas a competencia y subsidios.
En el actual contexto internacional, no es posible afirmar que nos encontremos ante un
principio que refleja costumbre internacional.
7. Principio de la responsabilidad común, pero diferenciada
La Declaración de Río, en su precepto 7, proporciona una buena descripción de este
principio.

Principio 7 - Declaración de Río Los Estados deben cooperar con espíritu de solidaridad
mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de
la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio
ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes, pero diferenciadas.
Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda
internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades
ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de
que disponen.

Como lo indica el instrumento citado, este principio tiene en su base la constatación de


una situación de hecho: que existe un grupo de países que ha sido causante principal de
los problemas ambientales del planeta, y que el desarrollo que tales países gozan hoy en
día se debe en gran parte a ello. Como consecuencia de ello, este principio, si bien
reconoce la necesidad de un compromiso por parte de cada uno de los Estados en el
enfrentamiento de los problemas ambientales, establece una distinción entre Estados
desarrollados y aquéllos en vías de desarrollo, aplicando una idea de justicia o equidad
intrageneracional.
Donde mejor se aprecia el desarrollo de este principio es en las Convenciones sobre
Ozono, Cambio Climático y Biodiversidad. La amplia ratificación de estos tres tratados
así como los términos en que se han conducido negociaciones internacionales
subsecuentes, apuntan a una aceptación universal del principio en el marco ambiental.
Si bien se trata principalmente de una obligación a cooperar en la elaboración de normas,
tiene un valor normativo significativo en fijar parámetros conforme a los cuales se debe
distribuir la responsabilidad entre países desarrollados y países en desarrollo en la
negociación de sucesivos acuerdos o en la interpretación de aquellos en vigor. La
responsabilidad común pero diferencia, en consecuencia, puede entenderse que define y
explicita un balance equitativo entre países desarrollados y países en desarrollo en al
menos dos maneras: permite diferentes estándares para países en vías de desarrollo y
hace su actuación dependiente de asistencia solidaria por parte de los países
desarrollados.
a) Responsabilidad diferenciada: expresada en estándares de conducta más exigentes
para los países desarrollados, que se explica por el hecho que son éstos quienes han
contribuido más a generar problemas ambientales (como agotamiento de la capa de ozono
y cambio climático) y quienes a la vez cuentan con mayores capacidades para
enfrentarlos. Este principio está reconocido explícitamente en la Convención sobre
Cambio Climático y su Protocolo, así como en el Convenio para la Protección de la Capa
de Ozono, e implícitamente en la CDB y UNCLOS.
b) Solidaridad y condicionalidad: recogida también en CC, CDB y Ozono. Su propósito
es asistir a los países en vías de desarrollo para implementar sus compromisos. Por
ejemplo, art. 5(5) del Protocolo de Montreal (ozono): la capacidad de los países en
desarrollo de cumplir sus compromisos en el tratado dependerá de la implementación
efectiva por países desarrollados de la cooperación y transferencia de tecnología.
En cuanto a su naturaleza jurídica, cabe señalar que, no obstante, su reconocimiento en
diversos tratados internacionales, difícilmente puede afirmarse que este principio haya
pasado a formar parte de la costumbre internacional15. Pese a ello, está recogido en
múltiples acuerdos multilaterales ambientales (AMUMAs)

4) 15 EJEMPLOS

TEORIAS JURIDICAS:
Artículo 127. Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el
ambiente en beneficio de sí misma y de mundo futuro. Toda persona tiene derecho
individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y
ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica,
genética, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y
demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser
patentado y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia.
Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad,
garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en
donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas,
sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley.
Artículo 128. El Estado desarrollará una política de ordenación del territorio atendiendo
a las realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales, culturales, económicas,
políticas de acuerdo con las premisas del desarrollo sustentable, que incluya la
información, consulta y participación ciudadana. Una ley orgánica desarrollará los
principios y criterios para este ordenamiento.Artículo 129. Todas las actividades
susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de
estudios de impacto ambiental y sociocultural. El Estado impedirá la entrada al país de
desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de armas nucleares, químicas
y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y almacenamiento de
las sustancias tóxicas y peligrosas.
En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales
o extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que involucren los recursos naturales,
se considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el
equilibrio ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma
en condiciones mutuamente convenidas y restablecer el ambiente a su estado natural si
éste resultara alterado, en los términos que fije la ley.
Legislación Ordinaria.
Existe un conjunto de leyes que regulan todo lo relacionado con las materias relacionadas
con el medio ambiente, su explotación racional, su protección y las sanciones por
incumplimiento, entre las cuales se pueden mencionar:
Ley Orgánica del Ambiente 2006: establecer las disposiciones y los principios rectores
para la gestión del ambiente, en el marco del desarrollo sustentable como derecho y deber
fundamental del Estado y de la sociedad, para contribuir a la seguridad y al logro del
máximo bienestar de la población y al sostenimiento del planeta, en interés de la
humanidad. De igual forma, establece las normas que desarrollan las garantías y derechos
constitucionales a un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado
Ley Orgánica de Hidrocarburos 2007: en su artículo 87 establece que las personas
naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, que desarrollen actividades de
hidrocarburos deberán cumplir con las disposiciones sobre el Medio Ambiente e impone
sanciones en caso de incumplimiento.
Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos e Insulares 2002:Establece que el Estado debe
preservar el mejor uso de los Espacios Acuáticos e Insulares de acuerdo a sus
potencialidades y las estrategias institucionales, económicas y sociales del país, para
garantizar un desarrollo sustentable. Estas políticas y las referentes a los espacios
insulares, estarán dirigidas a garantizar, entre otros aspectos La seguridad de la vida
humana y la prestación de auxilio; la preservación del patrimonio arqueológico y cultural
acuático y subacuático y l desarrollo, regulación y control de los deportes náuticos.
Ley Orgánica para la Planificación y Gestión de la Ordenación del Territorio 2005: cuyo
objeto es establecer las disposiciones que regirán el proceso general para la Planificación
y Gestión de la Ordenación del Territorio, en concordancia con las realidades ecológicas
y los principios, criterios, objetivos estratégicos del desarrollo sustentable, que incluyan
la participación ciudadana y sirvan de base para la planificación del desarrollo endógeno,
económico y social de la Nación.
Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas 2007: garantiza la protección del
Hábitat indígena, que constituye el conjunto de elementos físicos, químicos, biológicos y
socioculturales,que constituyen el entorno en el cual los pueblos y comunidades indígenas
se desenvuelven ypermiten el desarrollo de sus formas tradicionales de vida. Comprende
el suelo, el agua, el aire,la flora, la fauna y en general todos aquellos recursos materiales
e inmateriales necesarios paragarantizar la vida y desarrollo de los pueblos y comunidades
indígenas
Ley de Bosques y Gestión Forestal 2008: rige a los fines de garantizarla protección y
aprovechamiento racional de la fauna silvestre y de sus productos, y el ejercicio de la caza
Ley de Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable 2001: tiene por objeto regular la
creación, funcionamiento y supresión de Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable
(ZEDES), con el propósito de ejecutar planes, dinamizar y coordinar los esfuerzos del
Estado e incentivar la iniciativa privada para fomentar el desarrollo de la productividad y
adecuada explotación de los recursos, elevando los niveles de bienestar social y calidad
de vida de la poblaciónLey Penal del Ambiente 1991: esta Ley tiene por objeto tipificar
como delitos aquellos hechos que violen las disposiciones relativas a la conservación,
defensa y mejoramiento del ambiente, y establece las sanciones penales correspondientes.
Así mismo, determina las medidas precautelativas, de restitución y de reparación a que
haya lugar.
Tratados Internacionales de Protección al Medio Ambiente.
La preocupación de muchos Estados por minimizar la problemática ambiental de manera
que se pudiera mejorar el habitad de sus ciudadanos, logró hacer causa común entre países
de distintas regiones del mundo, permitiendo la conformación de un marco internacional
para la protección ambiental; donde, el medio ambiente constituíael aspecto de mayor
relevancia. Fue cuando, en 1972, se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Humano; estableciéndose así el primer antecedente legislativo en
esta materia precisamente, con la Declaración de Estocolmo sobre el Ambiente Humano,
en la que se dispone que los Estados deben responsabilizarse de que las actividades que
se realicen dentro de sus fronteras, jurisdicción y control no causen daño a las personas,
al entorno natural, ni al medioambiente de otros Estados. En los años subsiguientes
aunque se avanzó tímidamente respecto de cuestiones científicas y técnicas, se siguió
soslayando la cuestión del medio ambiente en el plano político y se fueron agravando,
entre otros problemas ambientales, el agotamiento de la capa de ozono, el calentamiento
de la Tierra y la degradación de los bosques.
Mas adelante, en 1983, las Naciones Unidas establecieron una Comisión Mundial sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo, cuyo trabajo culminó con el Informe Brundtland, a
raíz de la cual la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó a un Parlamentoque
titularon, "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo"
(CNUMAD).
La Conferencia, conocida como Cumbre para la Tierra, se celebró en Río de Janeiro del
3 al 14 de junio de 1992. Y se puede decir que fue un hito decisivo en las negociaciones
internacionales sobre las cuestiones del medio ambiente y el desarrollo. Se llegó a la
conclusión de que para satisfacer "las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias", la protección del medio
ambiente y el crecimiento económico habrían de abordarse como una sola cuestión. A
partir de entonces, la protección del medio ambiente se ha convertido en una cuestión de
supervivencia para todos. Los objetivos fundamentales de la Cumbre eran lograr un
equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las
generaciones presentes y de las generaciones futuras y sentar las bases para una
asociación mundial entre los países desarrollados y los países en desarrollo, así como
entre los gobiernos y los sectores de la sociedad civil, sobre la base de la comprensión de
las necesidades y los intereses comunes.
En Río, 172 gobiernos, incluidos 108 Jefes de Estado y de Gobierno, aprobaron tres
grandes acuerdos que habrían de regir la labor futura:
El Programa 21: un plan de acción mundial para promover el desarrollo sostenible;
La Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: un conjunto de
principios en los que se definían los derechos civiles y obligaciones de los Estados, y
Una Declaración de principios relativos a los bosques: una serie de directrices para la
ordenación más sostenible de los bosques en el mundo.
Se abrieron a la firma además dos instrumentos con fuerza jurídica obligatoria: la
Convención Marco sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre la Diversidad
Biológica. Al mismo tiempo se iniciaron negociaciones con miras a una Convención de
lucha contra la desertificación, que quedó abierta a la firma en octubre de 1994 y entró en
vigor en diciembre de 1996. En realidad, la Cumbre de Río supuso la toma de conciencia
universal de los problemas relacionados con el medioambiente. Y desde entonces el
desarrollo legislativo en esta materia no ha cesado. Fruto de este esfuerzo es "El Protocolo
de Kioto" sobre el cambio climático Este instrumento se encuentra dentro de la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC),
suscrita en 1992 dentro de lo que, como ya se ha visto, se conoció como la Cumbre de la
Tierra de Río de Janeiro. El Protocolo vino a dar fuerza vinculante a lo que en ese entonces
no se pudo hacer. Tiene por objeto reducir las emisiones de seis gases provocadores de
calentamiento global: (dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O),
además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC),
perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6)), en un porcentaje aproximado
de un 5,2%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las
emisiones al año 1990. Por ejemplo, si la contaminación de estos gases en el año 1990
alcanzaba el 100%, al término del año 2012 deberá ser del 95%. Además del
cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto
invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal forma
que se utilicen también energías no convencionales y así disminuya el calentamiento
global, que tanto afecta al mundo estos días.
Diez años después de la Cumbre de Río, la Cumbre de Johannesburgo, celebrada a finales
de agosto y comienzos de septiembre de 2002, tuvo como meta reforzar los compromisos
de hacía una década y acordar una agenda global que incluyera acciones concretas en el
ámbito nacional e internacional, así como establecer mecanismos para medir el
cumplimiento de medidas en el campo del desarrollo sostenible. Esta vez el debate tenía
como componente adicional la globalización, y las demandas para abordar con mayor
énfasis problemas sociales, como los de pobreza, salud y educación. Sin embargo, los
acuerdos alcanzados se redujeron a una Declaración Política y a un Plan de Acción, llenas
de buenas intenciones y sin objetivos para promover las energías renovables. Los
documentos aprobados no contuvieron compromisos concretos, ni nuevos fondos, por lo
que muchos analistas y participantes consideraron la Cumbre de Johannesburgo como un
gran fracaso. El hecho más positivo fue el anuncio de la ratificación del Protocolo de
Kyoto por varios países, aislando aún más a Estados Unidos, gran ausente en
Johannesburgo.
No obstante, la actividad de Naciones Unidas en torno al medioambiente ha continuado
sus esfuerzos y se han sucedido los encuentros internacionales. La XIª Conferencia de las
partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y primera
conferencia de los miembros del Protocolo de Kyoto concluía el 10 de diciembre de 2005
con la aprobación del Plan de Acción de Montreal. Se alcanzaba así un éxito calificado
de "histórico" por los representantes de casi todos los países y por las organizaciones
ecologistas, ya que el acuerdo, adoptado sin oposición de EE UU, abría el proceso hacia
futuros compromisos para afrontar el cambio climático a partir de 2012, cuando concluye
el plazo del Protocolo de Kioto. Montreal gestó lo que ya se denomina Kioto II, aclaró
las reglas del juego de los denominados Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), y
estableció medidas para garantizar que una parte de los MDL se realizarán en países en
desarrollo.
Del 6 al 17 de noviembre de 2006 tuvo lugar en Nairobi la XIIª Conferencia sobre el
cambio climático, que a la vez es la segunda conferencia de los países firmantes del
protocolo de Kioto. Asistieron 180 países y concluyó con la aprobación de una nueva
revisión del Protocolo de Kioto en el 2008 para reducir la emisión de gases contaminantes.
Las medidas fijadas en el actual Protocolo terminan en 2012, y en Nairobi hubo consenso
para evitar un vacío temporal entre el primer periodo de compromisos y el segundo, que
se fijará en el tratado que sustituya a Kioto. La Conferencia también aprobó que el
"Mecanismo de Desarrollo Limpio" (MDL), que entonces sólo tenía 9 de 400 proyectos
en África, fuera más equitativo geográficamente. Además de toda esta actividad de
Naciones Unidas, cabe destacar la del Centro para la Prevención Internacional del Delito
que es el encargado de facilitar a los Estados Miembros de las Naciones Unidas servicios
consultivos y asistencia técnica para el establecimiento de un mecanismo adecuado de
aplicación del Derecho penal tendente a proteger el medio ambiente. El Centro ha llamado
la atención sobre la resolución 1996/10 del Consejo Económico y Social, de 23 de julio
de 1996, por la que el Consejo decidió que la cuestión de la función del Derecho penal en
la protección del medio ambiente debía seguir siendo una de las cuestiones prioritarias
que la Comisión examinaría en futuros períodos de sesiones. En la misma resolución el
Consejo reconoció la importancia de aumentar la cooperación internacional en la esfera
de la aplicación de las disposiciones penales nacionales e internacionales relativas al
medio ambiente. El Consejo Económico y Social pidió al Secretario General que
consultara a los Estados miembros para determinar si era posible establecer un dispositivo
adecuado de aplicación de Derecho penal con miras a proteger el medio ambiente,
instaurar y mantener una cooperación estrecha con los Estados miembros y los demás
organismos que trabajan en la protección del medio ambiente, en especial, en la esfera de
la cooperación y la asistencia técnica, y continuar reuniendo información sobre las
disposiciones penales de las legislaciones nacionales relativas al medio ambiente y sobre
las iniciativas regionales o multinacionales. El informe sobre el sexto período de sesiones
de la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal (E/1997/30 - E/CN.15/1997/21)
indica que la Comisión subrayó la función esencial del Derecho penal en la protección
del medio ambiente con inclusión de esferas como el tráfico ilícito de los desechos
peligrosos y las sustancias nucleares (párrs. 79 y 80). Durante el período de sesiones
representantes de los Estados miembros subrayaron que el Centro para la Prevención
Internacional del Delito, antes División de Prevención del Delito y Justicia Penal, debería
favorecer la cooperación en los ámbitos nacional, regional e internacional para luchar
eficazmente contra los delitos ecológicos.
Junto a esta actividad de Naciones Unidas en materia ambiental, que indiscutiblemente
continuará, hay que enumerar también las disposiciones que contienen la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre, los Pactos Internacionales de Derechos civiles y
políticos, y de Derechos económicos, sociales y culturales a los que habría que añadir la
innumerable lista de Convenios y Tratados internacionales relativos al medioambiente.
Responsabilidad Internacional de los Estados.
El derecho internacional del medio ambiente comporta numerosas convenciones
internacionales y resoluciones, obligatorias algunas de ellas, dictadas por organismos
internacionales, y otros textos no obligatorios de carácter meramente declarativos. Las
resoluciones obligatorias son relativamente escasas, pues son muy pocos los órganos
supranacionales investidos de competencia para dictar normas con tal efecto hacia sus
miembros.
Contrariamente las resoluciones no obligatorias que emanan ya sea de organizaciones
intergubernamentales,sea de conferencias internacionales, son numerosas e importantes.
En relación a la responsabilidad de los Estados por los daños ambientales
supranacionales, el Principio 21 de la Declaración de Estocolmo de 1972 estableció en
términos claros que: "Conforme a la Carta de la Naciones Unidas y a los principios del
derecho internacional, los Estados tienen el derecho soberano de explotar sus propios
recursos y tienen el deber de actuar de manera que las actividades ejercidas en los límites
de sus jurisdicciones o bajo su control no causen daño al medio ambiente en los otros
Estados o en las regiones más allá de su jurisdicción nacional".
Sin embargo, los Estados se han cuidado de no poner en ejecución éste principio, han
invocado esta declaración para detener las acciones de las víctimas, transfiriéndolas
conforme al principio "Contaminador-pagador", a las relaciones entre particulares,
eludiendo la responsabilidad interestatal que les correspondiera por la reparación de esos
daños. Este principio según el cual quien contamina debe pagar, se encuentra establecido
en el principio 16 de la Declaración de Río, el cual establece: ... "El que contamina debe
en principio cargar con los costos de la contaminación, teniendo debidamente en cuenta
el interés público".
Sostiene Jorge Bustamante Alsina, que el derecho internacional, en lugar de abordar este
tema a través del daño que ha sido causado por el Estado, lo hace a través del concepto
de "hecho internacional ilícito", conforme a éste, la responsabilidad del Estado solo es
una técnica de sanción por la violación de una norma internacional. Sin embargo surge el
interrogante acerca de lo que ocurriría si el daño tuviese por causa un hecho lícito, como
por ejemplo la utilización legal de un curso de agua internacional, interrogante que hoy
en día parecería no tener respuesta.
Con respecto al hecho ilícito del Estado, tanto puede consistir en la violación de una
obligación convencional que tenga su fuente en un tratado, como puede ser la violación
de una norma impuesta por la costumbre: "Toda violación de una obligación internacional
comporta el deber de reparar", así lo ha establecido la Corte Permanente de Justicia
Internacional en la sentencia del 13-IX-1928, Washington, USA.
La Comisión de Derecho Internacional sobre la Responsabilidad de los Estados expresó
que uno de los principios más profundamente arraigados en la doctrina del derecho
internacional es el principio de que todo comportamiento de un Estado calificado por el
derecho internacional de hecho jurídicamente ilícito entraña en una responsabilidad de
dicho Estado. Esta ha sido definida como la relación jurídica automática e inmediata que
surge entre el sujeto al que se le imputa un hecho ilícito y el sujeto que vio sus derechos
lesionados por éste. El primero tendría la obligación de reparar los daños causados y el
segundo el derecho a reclamar la reparación. Toda la doctrina está de acuerdo en lo que
respecta a la existencia de la obligación de reparar los daños causados por el hecho ilícito.
De acuerdo a la responsabilidad internacional clásica, producido un hecho internacional
ilícito surge la obligación de reparar los daños ciertos, es decir aquellos que tienen por
causa directa y clara el comportamiento con el que se incumplió la obligación
internacional. Se incluyen dentro de ellos los perjuicios de manifestación tardía, así como
los causados por efecto acumulativo. También deben repararse los daños producidos por
un hecho posterior al hecho ilícito, pero que encuentra en éste su causa última.
Para que exista responsabilidad tienen que estar presentes ciertos elementos. Algunos
autores exigen solo dos: un comportamiento consistente en una acción u omisión
atribuible según el derecho internacional al Estado y que a su vez este comportamiento
constituya una violación de una obligación internacional del Estado. Otros autores exigen
un tercer requisito: el daño. Entre el perjuicio experimentado y el comportamiento que
viola la obligación internacional debe existir un vínculo de causalidad
Algunos autores exigen otro elemento, la culpa, sin embargo la mayoría de la doctrina y
la jurisprudencia internacional no comparte esta posición.
El problema radica entonces en que, los Estados no tendrían responsabilidad alguna por
el daño ambiental que se origine en ellos y proyecte sus consecuencias en otros Estados,
si no existe un tratado entre ellos que haya previsto el hecho de forma tal que la ilicitud
resulte de la violación de aquellas normas o de un principio impuesto por la costumbre.
La responsabilidad internacional por las consecuencias perjudiciales de actos no
prohibidos por el derecho internacional se encuentra en proceso de formación. El proyecto
de la Comisión de Derecho Internacional de la Naciones Unidas (CDI) abarca solo
actividades no prohibidas por el derecho internacional a) que entrañen el riesgo de causar
un daño transfronterizo y b) otras actividades no prohibidas por el Derecho internacional,
que no entrañen el riesgo pero causan tal daño por sus consecuencias físicas.
Uno de los principios guía de este proyecto es que no debe dejarse que la víctima inocente
soporte toda la pérdida ocasionada por los daños.
En lo que atañe a la responsabilidad el proyecto establece que, se responderá de los daños
transfronterizos ocasionados por una de dichas actividades, y esa responsabilidad dará
lugar a indemnización u otra forma de reparación.
En relación a la reparación, si bien se tiene presente que la víctima inocente no soporte el
peso de los daños sufridos, no se le exime de ellos en forma total.
Sin embargo, este proyecto no puede en el estado actual en que se encuentra ser utilizado
como fundamento de la reparación de daños al medio ambiente.
Por otra parte, el Principio 22 de la Declaración de Estocolmo obliga a la Comunidad
Internacional a definir un régimen particular de responsabilidad, disponiendo que: "Los
Estados deben cooperar para desarrollar el derecho internacional en lo que concierne a la
responsabilidad e indemnización a las víctimas de la polución y de otros daños ecológicos
que las actividades realizadas en los límites de la jurisdicción de estos Estados o bajo su
control, causen a las regiones situadas más allá de los límites de su jurisdicción."
Más allá de lo establecido por este principio, en el ámbito del Derecho internacional hasta
el momento, no se ha logrado un tratado que recepte los grandes principios que deben
regir la conducta de los estados en materia ambiental. Continúa la "sectorialización"
normativa de origen convencional, es más, ésta se ha acrecentado. No obstante, ello no
significa un retroceso, ya que la multiplicidad de tratados y otros instrumentos de alcance
general ha dado un gran impulso al Derecho internacional Medioambiental.
Los acuerdos internacionales existentes se hallan limitados a los daños causados por
ciertas actividades relativas a, la energía nuclear, el transporte marítimo de hidrocarburos,
la explotación de recursos petrolíferos en altamar y el transporte terrestre de mercaderías
peligrosas. Las reglas que estas convenciones fijan pueden ser trasladadas a otras clases
de daños. Estas reglas son las siguientes:
Canalización de la responsabilidad" sobre una sola persona como primer responsable, sin
perjuicio de que esta por una acción recursoria se vuelva contra el verdadero responsable
final.
Instauración de un sistema de responsabilidad objetiva, salvo fuerza mayor, acompañado
de una obligación de indemnización.
Introducción de cláusulas sobre la determinación de la jurisdicción competente y la
ejecución de las sentencias.
De acuerdo a estos principios la víctima sabrá a quien dirigirse y podrá obtener la
indemnización sin probar la culpa, facilitándose así el resarcimiento.
Existen obligaciones establecidas por el derecho de costumbres internacionales, aunque
son escasas y se limitan a las siguientes:
El principio de "la utilización no perjudicial del territorio", consecuencia del concepto de
soberanía nacional. Su campo de aplicación ha desbordado su marco original, la
protección de la seguridad del Estado, para extenderse a los casos de polución
trasfronteras.
La "Obligación de informar" a cargo de los Estados respecto de los otros Estados sobre
los proyectos a desarrollar susceptibles de producir efectos perjudiciales al medio
ambiente tras las fronteras.
El "deber de información" a los otros Estados susceptibles de ser afectados en caso de
una situación crítica ocasionada en el medio ambiente.
Por otra parte sin haber perdido fundamental importancia la cuestión de la reparación de
los daños al medio ambiente, se han desarrollado notoriamente los mecanismos
preventivos, pasando a desempeñar un rol importante los principios de prevención y
precaución.
Hay consenso en considerar a la prevención como la regla de oro en materia de protección
al medio ambiente. Sin embargo no es realista creer que por adoptarse las más estrictas
medidas de prevención dejen de producirse perjuicios. En virtud de ello es que el tema de
la reparación de los daños al medio ambiente adquiere importancia.
En la práctica ha quedado de manifiesto la dificultad de hacer efectiva la reparación
cuando los perjuicios han sido ocasionados por actividades no prohibidas por el Derecho
Internacional. Las soluciones jurídicas que fueron surgiendo han tenido presente el
principio que las víctimas inocentes no deben ser quienes soporten todas las pérdidas.

PRINCIPIOS DEL DERECHO AMBIENTAL:

PRINCIPIO DE SOSTENIBILIDAD: Este principio tiene sus orígenes en la Comisión


Brundtland en la cual se manifiesta que Desarrollo Sostenible es el desarrollo que
satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, es decir que no se trata de
mantener intacta la naturaleza sino de controlar su uso.

PRINCIPIO DE GLOBALIDAD: En su primera etapa la política y la actuación de los


países estaban supeditadas a una actuación loca, para resolver problemas puntuales de su
entorno local.
Posteriormente se apreció con más claridad que los problemas ambientales continuaban
y que por ende era necesario intensificar la cooperación regional e internacional para
buscar soluciones a los problemas transfronterizos.
Últimamente se ha avanzado más aún y en la actualidad se admite que hay problemas de
carácter mundial que amenazan gravemente el sistema ambiental de nuestro planeta, tales
como: cambio climático, pérdida boscosa y de diversidad biológica, desertificación y
sequía, entre otros
Las Naciones Unidas han reconocido como era de esperar, en la cumbre de Río “la
naturaleza integral e interdependiente de la Tierra…”, incumbiendo a los Estados velar
porque las actividades realizadas en su territorio no causen daños ambientales a otros e
incitando a la materialización de “acuerdos internacionales en los que se respeten los
intereses de todos y se proteja la integridad del sistema ambiental y de desarrollo
mundial”.
Este principio lo vemos reflejado en casi todos los Tratados y Convenios Internacionales,
por lo que, podríamos afirmar que se trata de un Principio que rige el Derecho Ambiental
Internacional.

PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD: Este principio, luce nítidamente en el Principio 7 de


la Declaración de Río donde se afirma que: “Los Estados deberán cooperar con espíritu
de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del
ecosistema de la tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la
degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes
pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe
en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible en vista de las presiones que sus
sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos
financieros de que disponen”.

El principio de Solidaridad tiene tres aristas significativas a saber: a) El deber de la


cooperación internacional de los países desarrollados para con los países en desarrollo o
con economías en transición. b) El deber de informar, en caso de alguna situación
relevante. Y c) La buena vecindad.

PRINCIPIO DE PREVENCIÓN: Las legislaciones nacionales reflejan este principio, ya


que sus normas van dirigidas a adoptar una serie de cautelas que deben aplicarse cuando
se trata de iniciar actividades como requisito indispensable para que procedan las
autorizaciones ambientales, como permisos, licencias, concesiones, entre otros. Es parte
de la intervención estatal que de forma obligatoria debe ejercerse.

Al caso concreto, el principio de prevención, se expresa en diferentes instrumentos de


gestión ambiental, los cuales de forma ejemplificativa, se detallan seguidamente:
a. La Evaluación Ambiental: sea de naturaleza estratégica, o para obras, actividades,
proyectos e industrias estipuladas.
b. Las Auditorias Ambientales: para aquellos proyectos, obras, actividades que estén en
marcha y que la Administración pública respectiva realiza para verificar si sus acciones
son conforme a los límites permisibles, o bien, conforme la legislación vigente, así como,
las normas técnicas.
c. Las labores de Inspección, Monitoreo y/o seguimiento: que la autoridad
administrativa realiza sea a petición de parte o de oficio.
d. El Ordenamiento del Territorio.
e. La Prevención de la Contaminación.

PRINCIPIO DEL ENFOQUE SISTEMÁTICO DE LA BIOSFERA: El enfoque


sistemático de la biosfera entraña la posibilidad de estudiar el mundo social y legal como
un sistema que se regule por normas que permitirían determinar fórmulas de libertad
ciudadana y, a la vez, límites específicos del control que esa libertad pueda requerir. Ello
posibilitaría, a la vez, verificar el comportamiento de la biosfera y del derecho que la
regula.

PRINCIPIO DE INTERDISCIPLINARIEDAD:La interdisciplinariedad se constituye en


principio general y postula que todas las disciplinas del saber humano deberán asistir a la
ciencia ambiental, lo que también debe ocurrir en el campo específico del Derecho, en el
cual todas sus ramas deben prestar apoyo al Derecho Ambiental.

PRINCIPIO CONTAMINADOR-PAGADOR:El autor Pigretti desarrolla el postulado


según el cual todo productor de contaminación debe ser el responsable de pagar por las
consecuencias de su acción. En materia ambiental, es el principio contaminador-pagador
el cual debe presidir la responsabilidad civil y el sistema de cargas; en este último,
consiste no solo en la imposición de tributos, tasas y contribuciones especiales, sino
también en exenciones, préstamos, subsidios y asistencia tecnológica. La incorporación
legal de este principio permitirá en algún supuesto que el contaminador preste parte de su
ganancia a indemnizar a la naturaleza, sin que pueda transferir tales costos a los precios.

El principio contaminador-pagador, propio del Derecho Ambiental, al establecer que el


contaminador es el obligado, independientemente de la existencia de culpa, a indemnizar
o reparar los daños causados al medio ambiente y terceros afectados por su actividad,
caracteriza la responsabilidad objetiva del agente.
En verdad, el propietario de una empresa que pueda causar daños al medio ambiente
(considerado como un patrimonio público a ser necesariamente asegurado y protegido),
asume los “riesgos” que pudieran causar daños a ese patrimonio público. Si eso ocurriera,
el empresario tendrá la responsabilidad de reparar el daño eventualmente causado,
asumiendo, de esa forma, la responsabilidad civil objetiva por lo ocurrido.

PRINCIPIO DE GESTIÓN RACIONAL DE MEDIO: El principio de gestión racional


del medio es destacado por el Dr. Pigretti como uno de los esenciales. Del mismo se
originan instituciones como las relacionadas con la actividad productora agraria, minera,
petrolera, nuclear, energética y también el consumo alimentario que el hombre realiza y
sus condiciones generales de confort.

PRINCIPIO DEL ORDENAMIENTO AMBIENTAL: El principio del ordenamiento


ambiental es básico para el Derecho Ambiental. En un inicio se desarrolló como una
técnica del urbanismo, para luego ampliar su contenido a las leyes de uso y conservación
del suelo, planes y programas públicos y, más modernamente, las áreas críticas de
contaminación, la zonificación y las reservas de parques y monumentos naturales y
culturales.

PRINCIPIO DE CALIDAD DE VIDA: La noción de calidad de vida es otro de los


principios que han adquirido validez generalizada, no bastando, con considerar
únicamente la idea de comodidad y buenos servicios. Se acepta hoy día la noción de vida
como integrante del concepto jurídico ambiental. Esta posición hará posible incluir como
Derecho Ambiental, además de los aspectos relativos a la alimentación, los derechos del
consumidor en general y de especialidades medicinales en particular. Lo mismo con lo
referente al valor de los órganos humanos, el derecho del deporte, a la información y a
los aspectos culturales.

PRINCIPIO DEL DAÑO AMBIENTAL PERMISIBLE: Conciliar las actividades del


desarrollo con la conservación del ambiente, requiere, para cada país, emplear un criterio
pragmático que permita alcanzar los objetivos perseguidos dentro de las limitaciones
económicas y de tiempo existentes. Este criterio flexible le otorga importancia a la
aplicación del Principio del Daño Ambiental Permisible. Este principio de Derecho
Ambiental se resume en la posibilidad de tolerar aquellas actividades susceptibles de
degradar el ambiente en forma no irreparable y que se consideran necesarias por cuanto
reportan beneficios económicos o sociales evidentes, siempre que se tomen las medidas
para su limitación o corrección. Tal principio tiene connotaciones económicas y
ecológicas, y no es completamente independiente del que plantea el falso dilema entre
desarrollo y medio ambiente: es su consecuencia. La necesidad de hacer un enfoque
realista para poder solventar las dificultades económicas y prácticas, en la búsqueda de la
conciliación entre el ambiente y el desarrollo, dan origen a este principio.
Es por ello necesario, realizar una previa evaluación de cuales son las incidencias
negativas que sobre el medio o entorno pueden ocasionar determinadas actividades de
índole industrial, comercial u otra; pues de ello dependerá la conveniencia de su
realización o seguimiento, cuidando de no sobrepasar los límites de la tolerancia en
cuanto al daño que se pueda producir. Para tal efecto muchas legislaciones, han instituido
una nueva figura de tipo jurídico-técnico, que hace posible una evaluación previa de
cualquier actividad que pudiera dañar considerablemente el medio ambiente, y la cual es
comúnmente denominada “evaluación del impacto ambiental”, entendiéndose como tal,
y de acuerdo a la definición contenida en el proyecto de tratado marco de unificación de
la legislación centroamericana denominada “Ley de Protección Ambiental para el
Desarrollo Sustentable en Centro América” como “El efecto de degradación que la acción
humana produce en un ambiente”.

PRINCIPIO DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN MATERIA


AMBIENTAL:El principio de la cooperación internacional en materia ambiental,
establecida a través de organismos internacionales y las relaciones interestatales, permite
reconocer a un conjunto normativo supranacional que constituye un marco de referencia
legislativa. Tal cooperación se presenta como obligatoria y en el futuro ha de adquirir,
sin duda, un grado deseable de evolución.

PRINCIPIO DE ÉTICA TRANSGENERACIONAL:Adicionalmente a los ya citados,


debe incluirse dentro de los principios rectores del Derecho Ambiental, el de Ética
Transgeneracional. En referencia a éste, podemos señalar que el Derecho Ambiental se
desenvuelve y consolida dentro de un criterio de “solidaridad de la especie”, es decir, que
su estudio e interpretación, tanto doctrinario como legal, no se satisface únicamente en
una valoración temporal de la realidad que comprende, sino que busca armonizar los
intereses de desarrollo y calidad de vida de las generaciones presentes, sin arriesgar o
comprometer la oportunidad y niveles de bienestar y progreso de las futuras generaciones.

Lo cual significa, que el Derecho Ambiental fluye y crece dentro de un marco de criterios
de ética, justicia y equidad, no únicamente de tipo sincrónica (entre los contemporáneos
de la misma generación), sino que también, y lo cual le singulariza y ennoblece, de
carácter diacrónica, es decir, con los que aún no han nacido y que por lo tanto no tienen
posibilidad alguna para expresarse.

Al respecto de tal principio, éste se ve reflejado en el documento denominado


“Declaración de Río” cuando en su principio número tres, afirma:

“El derecho al desarrollo debe ejercerse de tal necesidades de desarrollo y ambientales


de las generaciones presentes y futuras.”

INTERDEPENDENCIA ECOLÓGICA: En un mundo donde la deforestación en un país


reduce la riqueza biológica de todo el planeta, en que los productos químicos y las
emanaciones de gases tóxicos liberados a la atmósfera en un continente producen cáncer
de piel en otro, en que las emisiones de dióxido de carbono aceleran el cambio climático
mundial, en donde el consumo desenfrenado de las sociedades opulentas agrava la
pobreza de los países menos industrializados, la reorientación de las decisiones a nivel
planetario hacia la preservación ecológica y el desarrollo sustentable, deben consensuarse
y compartirse, requiriendo esfuerzos adicionales que deben ser soportados por todos,
principalmente por los países industrializados (Principios 2, 6 y 25 de la Declaración de
Río)

UNIVERSALIDAD: Desde que la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los


Estados (1974), estableciera en los arts. 29 y 30, la responsabilidad común para la
comunidad internacional sobre los fondos marinos y oceánicos y su subsuelo fuera de los
límites de la jurisdicción nacional, así como los recursos de la zona, considerándolos
como patrimonio común de la humanidad, como así también la protección, la
preservación y el mejoramiento del ambiente para las generaciones presentes y futuras,
luego receptada en la Convención del Mar de Montego Bay (1982), la idea que los bienes
naturales no pertenecen a ningún Estado en el sentido de propiedad clásico -que
presupone el ejercicio absoluto de esos derechos dentro del ámbito territorial- se esta
arraigando como principio universal, estableciendo que la Humanidad como nuevo sujeto
de derecho internacional público contemporáneo, posee entre sus atributos el derecho de
utilizar los recursos naturales sin poner en peligro la capacidad de servirse de ellos de las
generaciones futuras, y el deber de velar por su existencia y permanencia en el tiempo. El
Ambiente es patrimonio común de todos los habitantes de la Tierra, porque se deben
respetar y obedecer las inmutables leyes naturales, para de esta manera aspirar a la íntegra
dignidad humana

REGULACIÓN JURÍDICA INTEGRAL:Este principio consiste, por un lado, en la


armonización y unificación de las legislaciones a nivel internacional, es decir los
regímenes jurídicos de los diferentes Estados y regiones del planeta en relación a las
normas jurídicas ambientales internacionales destinadas a la prevención, represión,
defensa, conservación, mejoramiento y restauración. Y por otro, en la capacidad tanto del
legislador como del juez de tener una perspectiva macroscópica e integradora del
ambiente, debido a la fragmentariedad de las normas ambientales (Principios 11 y 13 de
la Declaración de Río).

CONJUNCIÓN:Tradicionalmente en el DIP se distingue según como se incorpora el


derecho internacional al orden jurídico interno. Estas doctrinas denominadas Monismo y
Dualismo, según las cuales para la primera no hay existencia de dos ordenes jurídicos
separados y autónomos y para la segunda sí, son hoy superadas por el nuevo desarrollo
del Derecho Ambiental Internacional, como se ha establecido por la declaración de Río y
la Agenda XXI -el Programa de Acción de la Conferencia de Río' 92-, que constituyen
una verdadera constitución ambiental planetaria, con derechos y obligaciones ineludibles
para los Estados, y que aún cuando sus normas no se hayan generado como obligatorias
y operativas, los propios Estados las han adoptado como compromiso de naturaleza
irreversible, sin necesidad de la ulterior incorporación a sus legislaciones, todo ello para
cumplir con el poderoso mandato de la CNUMAD (Conferencia de Naciones Unidas
sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, Río' 92), el cual es poner fin a la degradación del
ambiente. De estos textos normativos, surge en el Derecho Ambiental Internacional la
convergencia de normas de derecho administrativo, de derecho penal, de derecho
procesal, de derecho civil y comercial, pero también de prescripciones de las ciencias
naturales, las biológicas, las físicas y las económicas, de allí que el ordenamiento
ambiental se caracteriza por ser sistémico.
El principio de conjunción significa la unión en un mismo orden jurídico, el
Ambiental, de la norma internacional y la nacional, debido a que la internacional es cada
vez más nacional, es cada vez más local, de aplicación inmediata. La norma ambiental
internacional es "ius cogens", una norma imperativa de carácter internacional que no
puede ser dejada de lado sino por otra norma de la misma naturaleza (Agenda XXI y
Declaración de Río).

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