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En el día a día, un docente al igual que todo líder debe ser capaz de utilizar los
diferentes estilos de liderazgo, de acuerdo al contexto que se presente, a las personas
a las que se dirige y al objetivo que desea conseguir. Debe ser capaz de: 1) hacer
respetar su autoridad dando órdenes; 2) hacer reflexionar a sus estudiantes y pedir
sugerencias para la solución de un determinado problema o toma de decisiones; y 3)
delegar tareas y funciones cuando sea necesario. Utilizando por lo tanto el liderazgo
autocrático, democrático y liberal, en diferentes situaciones.
Y aunque en los equipos podemos apreciar distintos estilos de liderazgo, es decir, el
sello personal que tienen los líderes para guiar a sus seguidores. Éstos podrían
resumirse básicamente en tres:
1. Autocrático
Las decisiones son tomadas por el líder. Y se caracteriza principalmente por la
poca o nula participación de los subordinados tanto en el planteamiento de los
objetivos como en la toma de decisiones. Basándose en una comunicación
unilateral.
2. Democrático
Las decisiones son tomadas en conjunto. El líder estimula la participación
activa de sus seguidores y los mantiene informados de todo. Basándose en
una comunicación bilateral.
3. Liberal o anárquico
En este último caso las decisiones recaen sobre los subordinados, teniendo
una participación mínima del líder.
Establecidos los tres principales estilos de liderazgo, se debe resaltar que éstos
pueden ser utilizados indistintamente de acuerdo a la situación, no obstante en la
práctica el que ha demostrado mejores resultados es el democrático.
Pero… ¿un líder nace o se hace? Existen los denominados líderes natos, aquellos que
son capaces de ejercer su liderazgo en todos los aspectos de su vida y que por
naturaleza son ambiciosos, entusiastas, perseverantes, honestos, grandes
comunicadores e influyentes. Sin embargo, un líder puede ser también circunstancial y
surgir en cualquier momento en el que se requiera específicamente de sus
conocimientos para enfrentar un determinado problema, y cuando éste es resuelto su
situación de líder desaparece.
Esta última premisa, está relacionada directamente con la teoría del liderazgo
situacional de Hersey y Blanchard, que según Guerra (2017) sostiene que en función a
la madurez que vayan adquiriendo los seguidores, el líder debe adaptar su estilo de
liderazgo a través de cuatro etapas:
a) Alta tarea/baja relación: utilizado para seguidores con bajo nivel de preparación
y que necesitan una guía. El líder decide que debe hacerse, cómo y cuándo.
Asumiendo un papel de orientador, enseñando actividades y procedimientos.
b) Alta tarea/alta relación: utilizado para seguidores con bajo a moderado nivel de
preparación. El líder incrementa la relación con sus seguidores, establece una
comunicación bilateral para estimular su esfuerzo.
c) Alta relación/baja tarea: utilizado para seguidores con moderado a alto nivel de
preparación, que pueden participar en la toma de decisiones a través de una
comunicación bilateral, otorgándoles también una mayor responsabilidad.
d) Baja relación/baja tarea: utilizado para seguidores con alto nivel de formación,
el líder delega funciones y otorga independencia en muchos aspectos a sus
seguidores.
Según este enfoque, el líder debe adoptar su estrategia de acuerdo a estas cuatro
situaciones, teniendo en cuenta que tanto la preparación como la madurez de los
seguidores mejoran con el tiempo. Definiendo la madurez no como una condición de
edad o de estabilidad emocional, sino como la voluntad de aceptar responsabilidades,
la capacidad y experiencia para realizar ciertas tareas sin dirección y la motivación
intrínseca para hacer algo por cuenta propia.
Por otro lado, el modelo del colaborador menos preferido de Fiedler sugiere que la
eficacia del liderazgo recae sobre la personalidad del líder y lo favorable de la
situación según tres aspectos:
Esta teoría afirma que las personas se sienten más motivadas a trabajar con líderes
cuya prioridad son las relaciones y menos motivados con aquellos que sólo están
preocupados por los objetivos.
“Pues quien se atreva a enseñar nunca debe dejar de aprender” (Cotton, 1917).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.