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El Debido Proceso: Condición de Posibilidad de la Toma de Decisiones

Justas y en Derecho en las Instituciones Educativas

Toda actuación que involucre a la comunidad educativa, especialmente a los estudiantes, pero
no única y exclusivamente a estos, en tanto que el mismo es un derecho fundamental que le
asiste a todo ciudadano y que no tiene campos vedados, razón por la cual, se debe garantizar a
todos los integrantes de la comunidad educativa, independientemente del rol o de la función
que cumplan, se debe analizar dentro del marco de los principios del debido proceso,
respetando sus derechos, recordando sus deberes y obligaciones y teniendo en cuenta, los
posibles atenuantes y agravantes que se hayan podido presentar.
El debido proceso consiste o se lo puede definir de la siguiente manera es el derecho que tienen las
partes de hacer uso del conjunto de facultades y garantías, que el ordenamiento jurídico les otorga, para efecto de
hacer valer sus derechos sustanciales, dentro de un procedimiento judicial o administrativo. Así, el contenido y
los alcances del debido proceso están determinados por este conjunto de garantías y facultades, las cuales, a su
vez, están establecidas en función de los derechos, valores e intereses que estén en juego en el procedimiento, de
acuerdo con criterios de razonabilidad y proporcionalidad.
En contexto colombiano, el debido proceso se halla consagrado en el Artículo 29 de la
Constitución Nacional, como un derecho fundamental de los colombianos, y en este sentido,
cobija a todos los ciudadanos, sin ningún tipo de condición o distingo. La Corte define en los
siguientes términos dicho derecho:
El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas.
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal
competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio.
En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia a la
restrictiva o desfavorable.
Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable. Quien sea
sindicado tiene derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio, durante la
investigación y el juzgamiento; a un debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar
pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la sentencia condenatoria, y a no ser
juzgado dos veces por el mismo hecho.
Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso.
En las actuaciones de quienes detentan autoridad, ejercen poder, prestan servicios públicos o
toman decisiones administrativas, no se respetan los derechos fundamentales de los menores
de edad en muchas ocasiones, como en el caso de las actuaciones administrativas en educación,
donde se viola el derecho fundamental de los menores al debido proceso, que se halla
consignado en la Ley 1098 del 2006. Esta situación desequilibra las relaciones entre quienes se
hallan involucrados en dichas decisiones administrativas, lo que conlleva a que se generen
conflictos, injusticias en los procedimientos, toma de decisiones que desfavorecen a los
menores, y que de alguna manera, obstruyen esperanzas, ideales y metas para una nueva
sociedad.
Ahora bien, en la medida en que la educación es un servicio público, independientemente de
que dicho servicio sea prestado por particulares o por el estado, las actuaciones que hagan las
correspondientes autoridades, serán actuaciones del orden administrativo y las mismas estarán
sometidas al debido proceso, pues se trata actuaciones que limitarán o regularán un derecho
fundamental, que es un servicio público. Desde esta perspectiva, toda actuación administrativa
de una entidad educativa debe ceñirse por los parámetros que establece, tanto la Constitución,
como el Código Contencioso Administrativo, para tal propósito.
Por su parte, la Ley 1098 en su Artículo 26 afirma que
Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a que se les apliquen las garantías del debido
proceso en todas las actuaciones administrativas y judiciales en que se encuentren involucrados.
En toda actuación administrativa, judicial o de cualquier otra naturaleza en que estén involucrados, los
niños, las niñas y los adolescentes, tendrán derecho a ser escuchados y sus opiniones deberán ser tenidas en
cuenta.
Por su parte, la Corte Constitucional ha hecho doctrina sobre el debido proceso en varias de
sus sentencias de tutela, lo que a la postre se ha ido convirtiendo en una explicitación de los
elementos que constituyen el debido proceso en el ámbito educativo por la aplicación de los
principios y procedimientos del Código Contencioso Administrativo y de la Constitución
Política colombiana a este tipo de actuaciones. A este respecto se pueden citar algunas
sentencias de la Corte Constitucional que abordan esta temática. En la Sentencia T-942 de
2010 el magistrado ponente afirma lo siguiente:
No todas las posibles medidas que pueden tomar las directivas de una institución educativa son de carácter
sancionatorio, pero la aplicación del contenido de los manuales de convivencia siempre debe responder,
aunque no implique una sanción, a un debido proceso y debe demostrarse igualmente, que esa medida es
proporcional.
En relación con las decisiones de carácter sancionatorio, la Corte ha señalado en la Sentencia T-301 de
1996 del M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz lo siguiente:
En resumen, la efectividad del derecho al debido proceso dentro de los procedimientos sancionadores
aplicados por las instituciones universitarias, sólo queda garantizada si el mencionado procedimiento
comporta, como mínimo, las siguientes actuaciones: (1) la comunicación formal de la apertura del
proceso disciplinario a la persona a quien se imputan las conductas pasibles de sanción; (2) la
formulación de los cargos imputados, que puede ser verbal o escrita, siempre y cuando en ella consten
de manera clara y precisa las conductas, las faltas disciplinarias a que esas conductas dan lugar (con
la indicación de las normas reglamentarias que consagran las faltas) y la calificación provisional de
las conductas como faltas disciplinarias; (3) el traslado al imputado de todas y cada una de las
pruebas que fundamentan los cargos formulados; (4) la indicación de un término durante el cual el
acusado pueda formular sus descargos (de manera oral o escrita), controvertir las pruebas en su contra
y allegar las que considere necesarias para sustentar sus descargos; (5) el pronunciamiento definitivo
de las autoridades competentes mediante un acto motivado y congruente; (6) la imposición de una
sanción proporcional a los hechos que la motivaron; y (7) la posibilidad de que el encartado pueda
controvertir, mediante los recursos pertinentes, todas y cada una de las decisiones de las autoridades
competentes.
El acto por el cual se sanciona a un estudiante por incurrir en faltas que comprometan la disciplina
del plantel no viola sus derechos fundamentales, siempre y cuando se respeten en todo momento las
garantías constitucionales del debido proceso, se prueben los hechos imputados al alumno, la sanción
esté contemplada previamente en el respectivo Manual de Convivencia o Reglamento Escolar y por
último que la sanción sea proporcional a la falta cometida. Tendrá entonces que observarse en cada
caso concreto y con fundamento en el contenido del manual de convivencia, si la medida tomada por el
ente educativo es proporcionada y, por tanto, constitucional.
Como se puede ver en la anterior cita, todo procedimiento de orden administrativo que una
institución educativa haga, independientemente de que sea sancionatorio o no, debe ceñirse a
los principios y procedimientos propios del debido proceso que el magistrado ponente cita,
trayendo a colación la Sentencia T-306 de 1996 en la cual se enuncian siete pasos o aspectos
que es preciso seguir o tener en cuenta.

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