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Referencia de publicación: Revista FIGURA-FONDO del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt

(IHPG), Abril 2014, Nº 36, Mexico DF.

EL LUGAR DEL CUERPO


EN EL ENFOQUE CENTRADO EN LA PERSONA
1
Por Xavier Haudiquet

Resumen: Este trabajo analiza el lugar del cuerpo en la teoría y la practica del Enfoque
Centrado en la Persona (ECP). Partimos de la hipótesis que el lenguaje no verbal es una
expresión de la persona de la misma manera que lo es el contenido de la narración. No
obstante, en la tradición del ECP, se evoca muy poco el cuerpo, y eso nos conduce a
preguntarnos si el marco teórico del ECP permite una toma en cuenta de esta
metacomunicación y del cuerpo en general. Examinaremos diferentes objeciones para
preguntarnos finalmente, como en la praxis, el psicoterapeuta centrado en el cliente puede
abordar las manifestaciones corporales de sus clientes sin traicionar los principios
fundamentales que caracterizan el Enfoque Centrado en la Persona.

Palabras claves: Enfoque centrado en la persona, cuerpo, lenguaje no verbal, expresión
corporal, intervención terapéutica, no directividad, técnica, espontaneidad.

***

¿Acaso estamos abordando un tema tabú con esta pregunta del lugar del
cuerpo en el Enfoque Centrado en la Persona? Podríamos pensarlo si
observamos este primer hecho bastante sorprendente por cierto, que el cuerpo
y sus manifestaciones junto con la comunicación no verbal, son temas casi
ausentes, incluso inexistentes, en la literatura del Enfoque Centrado en la
Persona (ECP).

1 Xavier Haudiquet es psicoterapeuta de orientación humanista, supervisor y docente. Director del

Instituto Mareotis. Presidente de ACP-France, instituto de formación en Enfoque Centrado en la


Persona. Traducción del francés al español: Daniel Venegas.

1
Efectivamente, la obra de Carl Rogers casi no menciona el cuerpo ni tampoco
el lenguaje no verbal. Ni la teoría del Enfoque Centrado en la Persona ni
siquiera la metodología de la Terapia Centrada en el Cliente consideran que el
cuerpo sea un objeto de estudio o un tema de reflexión, como es el caso por
ejemplo de las terapias psicocorporales que hacen del cuerpo el elemento
central de su enfoque terapéutico 2 , pero también de algunas corrientes
terapéuticas como la Terapia Gestalt, la Sofrología o la Psicosíntesis que
integran las manifestaciones corporales en su marco teórico o su praxis.

Cuando hacemos un inventario de las entrevistas realizadas por Rogers, nos


percatamos que no muestra ningún interés particular por las manifestaciones
corporales. No suele hacer ninguna intervención directamente centrada en el
cuerpo; y sus respuestas que reflejan el lenguaje verbal son muy escasas,
privilegiando las intervenciones orientadas hacia el contenido de la narración o
los sentimientos del cliente, las cuales se han vuelto características de la
Terapia Centrada en el cliente.

Por otra parte, son pocos los colaboradores de Carl Rogers que han abordado
el cuerpo o las manifestaciones no verbales del cliente. En realidad, no existe
referencia profunda sobre el tema en la literatura del ECP 3 . El único
colaborador que se interesó al cuerpo es Eugene Gendlin. Sin embargo, éste
último se separó del ECP para crear su propia metodología terapéutica
conocida bajo el nombre de Focusing4.

Entonces, podríamos considerar a priori, que si nos centramos en el cuerpo o


en el lenguaje no verbal de los clientes, vamos más allá de la práctica de Carl
Rogers. Por lo tanto, se trata de determinar si en el marco de la Terapia
Centrada en el Cliente hay lugar para las intervenciones orientadas hacia el
cuerpo5.

¿POR QUÉ INTERESARSE EN EL CUERPO?

No obstante, una primera pregunta surge: ¿Por qué interesarse en el cuerpo y


dirigir la atención del cliente hacia su expresión no verbal? Después de todo,
existen muchas otras corrientes terapéuticas que no utilizan el cuerpo en su
práctica, empezando por el psicoanálisis. Y por encima, nunca se ha
comprobado que las terapias psicocorporales sean más eficaces que las
demás.


2 Wilhelm Reich el pionero, Lowen y la Bioenergética, el Rolfing de Ida Rolf, Gerda et Paul Boyesen,
Core energetic de Pierrakos, Hakomi de Ron Kurtz, etc.
3 Después de una búsqueda en la web, en inglés, francés y español, no he encontrado ningún

articulo sobre el tema del cuerpo en el ECP.


4 Eugene Gendlin fue colaborador de Rogers durante una década. Es el creador del método Focusing

basado en la sensación corporal y el sentir con sentido y significado. El terapeuta ayuda el cliente a
concentrarse en la « sensación sentida » (felt sense).
5 Ver anexos al final.

2
En realidad, no se trata de hacer del cuerpo el centro del proceso
psicoterapéutico, sino simplemente de dar un lugar a la expresión corporal
como se lo da a otros elementos que se manifiestan durante la sesión como el
discurso, las emociones o los sentimientos. Pues, el cuerpo habla. Quizá sea la
expresión más profunda del ser. Se suele considerar que el lenguaje no verbal
representa del 70 al 90% de la comunicación humana. Entonces, ¿podemos
dejar a un lado esta metacomunicación cuando escuchamos a un cliente?

El cuerpo hace parte del self. La separación cuerpo/mente ya no tiene sentido


hoy en día dentro del paradigma de la ciencia contemporánea puesto que las
interacciones constantes que existen entre el cuerpo y la mente ya están
demostradas hoy en día. La dicotomía cuerpo/mente, fomentada por la
corriente positivista, es cada vez menos capaz de explicar la complejidad del
funcionamiento del organismo.

Al contrario, la perspectiva existencial-humanista nos orienta hacia una visión


holística del ser humano, es decir nos invita a considerar la persona en su
totalidad, con todas sus dimensiones: mental, emocional, fisiológica y
vegetativa. La tendencia a la autorrealización de Goldstein y de Maslow es un
principio organísmico y unitario. Y recordemos que uno de los grandes axiomas
de la psicología humanista es que el ser humano es más que la suma de sus
partes, más que su capacidad reflexiva, más que su sentir, más que un simple
cuerpo. Si, como decía Rogers, la persona es más sabia que su intelecto,
¿dónde se esconde entonces esta sabiduría? ¿Se encuentra en el cuerpo, el
cual no miente según lo que se dice? ¿Se encuentra en el organismo entero
cuando éste funciona sanamente y sin trabas?

El sentir corporal, la sensación y las manifestaciones del cuerpo son grandes


indicadores del estado interno de una persona. Una tensión en la quijada, unos
hombros contraídos, cualquiera de estas manifestaciones nos dice mucho
acerca de como se siente una persona. Si tomo consciencia de mi nudo en el
estómago, puedo darme cuenta de que tengo miedo. Si me doy cuenta del
cansancio en mi cuerpo, puedo decidir ir a la cama, o disminuir mi ritmo de
trabajo o tomar unas vacaciones. Si me percato de un pesar en el pecho o de
alguna presión en el corazón, puedo permitirle a mi tristeza salir a flote y quizás
buscar algún consuelo. El sentir constituye una maravillosa brújula para
orientarse en el mundo. Ahora bien, este sentir tiene sus fundamentos en el
cuerpo como lo han mostrado las teorías de William James y más
recientemente, Damasio6.

El cuerpo es una magnífica puerta de entrada hacia el mundo interior del otro,
de la misma forma que la narración. La respiración del cliente, corta o


6 Quizás podríamos encontrar ahí una base concreta y fisiológica (y no únicamente psicológica) al concepto de

“centro de evaluación interno” en oposición al “centro de evaluación externo”. E centro de evaluación (locus of
evaluation) es un concepto que ha sido utilizado por Rogers en su teoría del desarrollo. Se habla de centro de
evaluación externo cuando la persona actúa en función de normas, reglas y opiniones exteriores a ella, que
sean introyectadas o actuales. Una persona actúa a partir de su centro de evaluación interno cuando se orienta
a partir de su propia experiencia y utiliza su propio sentir como criterio principal para actuar en el mundo; es
decir, confía en su organismo. Véase Rogers C. (2001): cap. 12: Vers une approche moderne des valeurs : leur
construction chez l’adulte équilibré, p. 201-218. También in Rogers C. (1995, cap. 6) : What it means to become a
person, p. 107-124.

3
profunda, abdominal o torácica, su manera de andar o sentarse, todas esas
expresiones nos pueden ayudar a comprender cómo se vive una persona en el
mundo; o simplemente nos indica lo que ella siente mientras cuenta su
experiencia.

De repente, mientras el paciente aborda algún tema, el flujo de su voz se hace


más entrecortado, el tono de su voz disminuye, sus frases ya no tienen final, el
color de su piel se empalidece, aparecen gotas de transpiración en su frente, el
calor aumenta en el consultorio, el cuerpo del cliente está más tenso de lo
usual... Todas esas señales indican al terapeuta que está pasando algo
importante para el cliente, que quizás está queriendo expresar algo doloroso.
Entonces, si el terapeuta se percata de ello, puede movilizar toda su empatía,
reforzar su atención y su consideración por el cliente con el fin de sostener y
facilitar su expresión. También, todo ello nos puede indicar que esta
“confesión” de haber sido abusado sexualmente está acompañado de un
sentimiento de vergüenza; y entonces, la atención puesta en el lenguaje
corporal permitirá al terapeuta escuchar también el sentimiento de vergüenza
que acompaña la revelación de ese secreto.

Más allá de la palabra, existe todo un mundo implícito, que no está


simbolizado, que aún no tiene palabras para decirse. Es el mundo del pathos,
de las sensaciones corporales y las emociones. Hay ahí, delante de nuestros
ojos, todo un material disponible que no pide más que ser llevado a la
conciencia. Una intervención del terapeuta orientada hacia la consciencia de
esta experiencia permite pasar de lo implícito a lo explícito, crear un
movimiento terapéutico, es decir generar una modificación de la percepción del
yo y de la circunstancia. Por lo menos, emerge un input, una nueva
información, a veces tenue, otras veces sorprendente, que abre una nueva
ventana al cliente, una posibilidad de modificar el discurso conocido que suele
redundar sobre él mismo.

Rogers ha observado esos aspectos de la psicoterapia, y varias veces ha


mencionado la importancia de la experiencia total y organísmica. “La persona
en psicoterapia completa la experiencia común por medio del agregado de una
apercepción de su experiencia plena y sin distorsiones ; esto incluye sus
reacciones viscerales y sensoriales. El cliente elimina, o al menos disminuye,
las distorsiones de la apercepción de su experiencia ; puede advertir todo lo
que realmente está experimentando, y no sólo lo que se permitiría
experimentar al cabo de una selección cuidadosa efectuada por medio de un
filtro conceptual. En este sentido, la persona toma posesión, por primera vez,
de todo el potencial del organismo humano y agrega libremente una
apercepción enriquecedora a los aspectos básicos de las reacciones viscerales
y sensoriales (…). Eso parece significar que el individuo llega a ser -en su
conciencia-, lo que es - por su experiencia. » (1988, p. 101).

Ahora bien, es justamente el regreso al cuerpo y al lenguaje no verbal que


permite evitar los filtros conceptuales.

CARL ROGERS Y EL CUERPO

4
Entonces, ¿por qué Rogers no se ha interesado al cuerpo ni a sus
manifestaciones ? Es difícil contestar a esta pregunta. Mi hipótesis es que
Rogers no abordó el tema, no por razones teóricas sino más bien por razones
que tienen que ver son su personalidad7. Al parecer, Rogers no estaba tan
cómodo con este asunto. Por lo menos, es lo que deja a entender en el
capítulo 3 de “Grupos de encuentro” cuando menciona que se expresa en sus
movimientos tan espontáneamente como posible, pero que por su educación,
no se siente con libertad absoluta en este ámbito (1997, p. 66).

También confiesa que su hija Nathalie, psicoterapeuta y su nieta, Anne, quién


participa en grupos de terapia, están decepcionadas con la falta de importancia
que se da al cuerpo y al contacto físico. Con gran apertura mental, abre un
espacio en su libro para dejar que ellas se expresen y para publicar sus
testimonios. En conclusión, escribe : “Nuestra digresión ha sido bastante larga,
pero espero que haya resultado útil para señalar una tendencia de nuestra
cultura, no solo de los grupos de encuentro. Es obvio que mi hija Nathalie
utiliza con mucho más libertad que yo el movimiento y el contacto en los grupos
donde actúa como facilitadora. Veo con absoluta claridad que, siendo
estudiante universitario, no habría podido abrigar los sentimientos de mi nieta
Anne o escribir las notas que ella me entregó. De modo que los tiempos están
cambiando, y también los grupos de encuentro” (1997, p. 72).

Entonces, ¿la falta de interés de Rogers hacia el cuerpo y el lenguaje no


verbal, no sería solamente una cuestión de época? A partir de sus
comentarios, podemos emitir la hipótesis que el cuerpo no era un tema
prioritario para Rogers porque por su educación, el tema del cuerpo no era tan
presente como lo es hoy en día, y era difícil para un hombre de esta
generación darle importancia.

Pero, veamos de cerca como Carl Roger trataba la expresión no verbal de sus
clientes. A continuación, presentamos algunos ejemplos que hemos
seleccionado después de una revisión bastante exhaustiva de sus entrevistas
que fueron publicadas, durante un periodo de 40 años, entre 1946 y 19868.

El caso de Jill (Farber y col., p. 90-98)

Jill : No, no. No lo he hecho (perdonarse a sí misma). Soy muy dura conmigo misma.
C.R. : Se lo está haciendo usted pasar mal a usted misma.
Jill : Mhm. Sí, realmente lo hago, me hiero a mí misma, especialmente a mi cuerpo.
C.R. : Se me ocurre que usted probablemente no pensaría a tratar a su hija tan mal
como se trata a usted misma.


7 Como lo sabemos, tampoco Rogers se interesó en los sueños, pero en este caso, por razones teóricas más

obvias: hubiera tenido que hacer referencia al concepto de inconsciente o a algún método interpretativo. Cual
sean las razones, nos podemos preguntar si Rogers no ha dejado a un lado ahí dos temas importantes, el
cuerpo y los sueños.
8 Además de los casos más famosos como el de Gloria o de Mrs Vib, mi fuente principal fue la compilación de

las entrevistas de Rogers realizada por Barry Farber, Debora Brink y Patricia Raskin : La psicoterapia de Carl
Rogers : casos y comentarios, éd. Desclée de Brouwer, Bilbao 2001. En inglés : Farber B. y col.: The
psychotherapy of Carl Rogers, Cases and Commentary, ed. The Guilford Press, 1996. Todos los casos, salvo
mención contraria, se sacaron de este libro.

5
La clienta habla de su cuerpo pero Rogers hace caso omiso de esta mención.
No obstante, hubiéramos podido imaginar que Rogers hiciera una respuesta
más centrada en la experiencia inmediata del cliente, por ejemplo : “Aún su
cuerpo sufre”, “usted se lastima a sí misma incluso a nivel corporal”, “usted
hierre también a su cuerpo”. Pero Rogers prefiere centrarse en el contenido de
la narración. La entrevista continúa de la manera siguiente :

Jill : Probablemente. Me paro a mí misma cuando empiezo a tratarla tan mal como lo
hago conmigo. (Pausa)
C.R : ¿Puede decir lo que está pasando dentro de usted?
Jill : (Entre lagrimas) Bueno, cuando usted me mira tan afectuosamente, me siento
realmente escuchada y eso hace que me sienta muy triste, al ver que alguien
realmente me oye, realmente me escucha.

Muy fácilmente podemos imaginar a esta clienta con sus lagrimas y otras
manifestaciones fisiológicas las cuales pueden ser percibidas por un ojo
exterior. Sin duda, es lo que empuja Rogers a romper el silencio de la clienta
con una intervención que se dirige directamente hacia su experiencia interna,
haciendo una referencia implícita a la fisiología o sea a una experiencia de tipo
corporal, en este caso los ojos húmedos. Al final de la entrevista, Rogers rompe
nuevamente el silencio, dirigiendo la atención del cliente hacia un no verbal: la
expresión sonriente de la paciente.
Jill : (pausa y suspiro)
C.R. : ¿Que significa esa sonrisa?
Jill : Le brillan los ojos (los dos ríen)
C.R. : A usted también (ríe).
(Fin de la entrevista)

Definitivamente, Rogers no es miope. Observa su cliente y ve las diferentes


expresiones que lo animan; y a veces, no duda en mencionar esta expresión
no verbal para intentar entender su significado. Al comentar el caso de Jill,
María villas-Boas indica : “Rogers empieza a estar menos preocupado con su
nivel de directividad, a ser más flexible, y sus respuestas a los clientes
empiezan a ser más variadas. Por ejemplo, en todos los casos, menos uno, fue
Rogers quién rompió los 16 silencios que ocurrieron durante la sesión,
usualmente refiriéndose a las señales del cuerpo como una forma de traer el
cliente al aquí y ahora”. (Farber, p. 103).

El caso de Gloria
Es interesante mencionar la famosa entrevista filmada con Gloria ya que es
uno de las pocas entrevistas fácilmente accesible (YouTube), y por lo tanto uno
puede observar el lenguaje no verbal de Gloria así como las reacciones de
Rogers, o más bien en este caso la ausencia de reacción de Rogers ante las
numerosas expresiones corporales de Gloria. Durante toda la entrevista, sólo
hace una intervención reflejando un no verbal de Gloria, el temblor de su voz,
muy al principio de la sesión.

Gloria: Bueno, pues en estos momentos estoy nerviosa, pero me siento más cómoda
por la manera en la que usted habla, con una voz tranquila, y siento que no será tan
duro conmigo. Pero…
C.R.: Escucho el temblor en su voz…
Gloria: Bueno, principalmente de lo que quiero hablar, es que (…)

6
El caso de Mary (Farber y col., p. 117)
C.R. : Usted está un poco resignada, un poco desesperada y, sin embargo, hay algo
que dice: “No, no lo estoy, no me he resignado”.
Mary : Bueno, una parte de mí sabe que hay (suspiros)… que hay un estado de
plenitud. Una parte de mí lo sabe. No sé cómo crearlo (pausa) o dejar que se cree
(suspiros).
C.R.: Mhm. Usted no sabe realmente cómo darse permiso a sí misma para ello o cómo
crear la oportunidad o cómo soltarse y dejarse llevar.

Durante la sesión, Mary hace muchos suspiros (más que el promedio de los
clientes en general) y solamente en este pequeño fragmento (en medio de la
entrevista), ella suspira dos veces. Sin embargo, Rogers no señala esta
expresión no verbal de la experiencia de la clienta y se queda centrado en el
contenido de la comunicación de Mary. No obstante, hubiéramos podido
imaginar una intervención simple como “Veo que usted suspira
profundamente”. Pues, según mi experiencia, los suspiros acompañan
generalmente un movimiento interno de reacomodo o de reorganización
psicosomática. Aparecen generalmente en la segunda parte de la sesión,
cuando ya existe un buen nivel de empatía y que el cliente alcanza cierto nivel
de profundidad en su comunicación.

El caso de Sylvia (Farber y col., p. 277)

Esta entrevista es digna de mencionar porque la clienta toma las manos de


Rogers quien las acepta y ambos mantienen el contacto físico hasta el final de
la sesión. Ahora bien, con toda evidencia, este contacto le va a dar fuerza y
confianza a la clienta para explorar (en público) un tema que le da vergüenza :
su atracción hacia los hombres negros.
Sylvia : Es verdad. (Leves risas) ¿Puedo cogerle las manos otra vez?
C.R. : Claro.
Sylvia : Volvemos a sentir lo que entonces (se refiere a una sesión anterior).
C.R. : OK
Sylvia : Me gustaría ser menos, mhm, menos fuerte ahora mismo. Me gustaría
hacerme a mí misma el regalo de no tener que ser sensible y razonable y… (CR: Mhm,
mhm). También la protección, protegerme, protegerme a mí misma.
C.R. : Mhm, mhm, mhm. Realmente se daría usted un regalo a sí misma si pudiera
dejarse llevar y no, mhm, no ser tan competente y capaz.
Sylvia : Mhm, mhm. Y creo que el tocarle me ayuda a desprenderme de mis
obligaciones (leves risas).

La clienta lo dice claramente : el contacto físico con el terapeuta le da el apoyo


necesario para su exploración. La entrevista sigue con la elaboración de esta
experiencia de contacto físico.
Sylvia : Mhm (20 segundos de pausa). Me resulta más fácil centrar mi atención en esta
postura en la que estoy ahora con usted, me siento más centrada, sí.
C.R. : Mhm. ¿Hay algo que esté subiendo ahora a la superficie como si fueran
burbujas?
Sylvia : Sí, es algo de lo que quiero hablar.
C.R. : Vale. Mhm. (10 segundos de pausa). Pero no es fácil, eh.

7
Sylvia : No, no es fácil. Estoy disfrutando de la riqueza de sentir… sus manos de este
modo y dejarme llevar y olvidarme de la cámara y del… (CR: Mhm, mhm) y del miedo a
dejar salir algo que (risas)…
C.R.: Mhm
Sylvia : Hay algo de lo que querría hablar con usted.
C.R. De acuerdo.
Sylvia : El caso es que me atrae mucho la gente de color.

Notamos en este fragmento que Rogers hace intervenciones que proceden de


su propio marco de referencia, primero cuando evoca algo que emerge como
burbujas, y por otro lado cuando hace la suposición de que se trata de un tema
difícil. Obviamente, esas intervenciones no nacen de la nada, más bien vienen
de una percepción de la expresión no verbal de la clienta.

Como lo podemos ver, Rogers no está cerrado a la cuestión corporal. Aún más,
confiesa que admira la facilidad de sus colegas más jóvenes respecto al tema:
“No promuevo particularmente el movimiento físico de los participantes aunque
sé de algunos facilitadores que consiguen hacerlo con gran soltura y eficacia”
(1997, p. 66). Y reconoce también que a veces ha utilizado el contacto
corporal: “He aprendido poco a poco a responder con el contacto físico cuando
este me parece auténtico, espontáneo y conveniente. En un caso, una joven se
echó a llorar porque había soñado que nadie la querría en el grupo; entonces la
abracé, la besé y consolé. Si veo que una persona sufre, y siento el deseo de
acercarme a ella y rodearla por los hombros, lo hago sin vacilaciones” (1997, p.
66-67).

Finalmente, ¿esta cuestión no sería un falso debate? ¿La ausencia de


referencia al cuerpo en el Enfoque Centrado en la Persona no sería
simplemente el resultado de una época y un lugar (la América del Norte
puritana) o realmente existen razones teóricas? En otras palabras, ¿esta
carencia pertenece a la persona de Rogers o al marco del ECP?

LA CUESTIÓN DE LA NO DIRECTIVIDAD

Una objeción que tenemos que discutir ahora tiene que ver con la no
directividad. Hacer una intervención orientada hacia el cuerpo sería directiva
puesto que modifica el curso del proceso del cliente dirigiendo su atención
hacia algo que está fuera de su campo de conciencia.

Ahora bien, la no directividad es uno de los principios claves del Enfoque


centrado en la persona. Este enfoque es no directivo en su esencia porque
descansa en la tendencia actualisante, porque su eje fundamental es la
confianza en la capacidad del individuo para encontrar su propio camino. Si el
psicoterapeuta cree en una tendencia direccional, constructiva de sentido y de
cambios, no puede querer dirigir el proceso del cliente. Si tiene la convicción
que el organismo tiende a una reorganización constante hacia un desarrollo
positivo, es inútil intervenir en el proceso, aún contra productivo.

El problema viene de la ambigüedad que gira alrededor del concepto de no


directividad. Generalmente, todo el mundo coincide en que la no directividad

8
implica un método no autoritario, lo que excluye de inicio todas las terapias que
aconsejan, orientan, dan soluciones o que tienen como objetivo la modificación
de la conducta del sujeto. Pero por otro lado, a menudo se ha confundido la no
directividad con el liberalismo, la pasividad, incluso la inacción, lo que
finalmente no es otra cosa que la negación de la presencia del terapeuta como
parte de la relación. En nombre de la no directividad, el terapeuta llega a negar
su propia participación en la interacción, olvidando el papel que tiene que
desempeñar en la construcción del dialogo con el cliente; y llegamos a una
situación incongruente, la de un contexto terapéutico al opuesto de la relación
real, autentica y horizontal, de persona a persona, que se busca en el Enfoque
Centrado en la Persona.

Sin embargo, si consideramos que el lenguaje no verbal es un lenguaje como


cualquier otro, merece tanta atención por parte del terapeuta como el contenido
de la narración. Si consideramos que las manifestaciones corporales expresan
el self del cliente, debemos poder contestar también a esa expresión. Por lo
tanto, no hay nada directivo en reflejar un no verbal o hacer una intervención
basada en la observación del cuerpo o una reacción fisiológica del cliente.
Pues, se trata de una respuesta hacia una manifestación de la persona en el
momento. Cuando el terapeuta contesta a un movimiento del cliente, un
cambio de postura o una reacción fisiológica, se centra en la manifestación de
la persona en el preciso momento en que ocurre, y eso ubica obligatoriamente
los dos integrantes en la experiencia inmediata.

Por supuesto, esta intervención orienta la atención de cliente hacia una parte
del sí mismo de que no tenía conciencia y donde probablemente no existía
intención de exploración. Pero, pasa lo mismo cuando, en el discurso del
cliente, el terapeuta elige centrarse en un elemento especifico en detrimento de
otros. Por ejemplo, puede elegir centrarse en el sentimiento de tristeza del
paciente más que en las circunstancias que rodearon el fallecimiento de su
esposa. Puede optar por centrarse en una emoción de ira que emerge
repentinamente mientras el cliente continúa su historia sin percatarse de su
experiencia presente. Cual sea la respuesta del terapeuta, ella nunca es
neutra. El terapeuta hace una elección y necesariamente sacrifica algunos
contenidos. Por ejemplo, si un cliente empieza la sesión diciendo que le duele
la pansa y que en seguida agrega que eso no tiene importancia como para
disculparse de la irrupción de lo medical en el consultorio del psicoterapeuta, y
que sigue con un “contenido más correcto”, el terapeuta podría decidir sacrificar
el contenido y hacer una intervención orientada hacia esta parte del cuerpo
dolida9.

Es en este sentido que María Villas-Boas Bowen habla del mito de la no


directividad: “Cuando existe una relación entre el cliente y el terapeuta, tal
como debería ser en la psicoterapia, al terapeuta le resulta imposible evitar que
su propia personalidad juegue un papel importante. El terapeuta está

9 Debo confesar que al principio de mi carrera como terapeuta, la expresión de los malos físicos o los
padecimientos de los clientes me ponían incomodo (supongo que no sabía que hacer con ellos) y por lo tanto
evitaba prestarles atención, privilegiando otros elementos de la comunicación. Hoy en día, las aflicciones
físicas ya no me incomodan ni me asustan, y más bien estoy sensible a ellas, y por ende puedo contestar a este
tipo de contenido con más facilidad cuando se presentan.

9
constantemente haciendo elecciones, conscientes o no conscientes, tanto de
los aspectos que el cliente está mencionando como de lo que él está
respondiendo” (Farber y col., p. 104).

Rogers mismo ha modificado su manera de ser con los clientes a lo largo de su


larga práctica. Luego de analizar una decena de entrevistas de Rogers entre
1946 y 1986, Barry Farber menciona: “Los cuarenta años que abarcan estos
casos clínicos ofrecen una oportunidad de observar, por un lado, la constancia
con la que Rogers aparece como oyente agudo y respetuosos y, por otro lado,
el repertorio de sus respuestas cada vez más amplio a lo largo de los años
(Farber y col., p. 15). De hecho, Rogers, después de haber abandonado el
nombre de “terapia no directiva” a favor de la denominación “Enfoque centrado
en la persona” para definir su método, ya no ha vuelto a evocar el tema.

TÉCNICA VS. ESPONTANEIDAD

Es natural considerar como técnica cualquiera intervención dirigida hacia el


cuerpo. En efecto, visto desde una perspectiva exterior, uno puede confundirse
de la misma manera que los primeros observadores de la terapia rogeriana
hablaron de la técnica del reflejo de sentimientos para caracterizar lo que
observaban en las sesiones de terapia de Rogers (ver en anexo diferentes
ejemplos de intervenciones centradas en el cuerpo).

Ahora bien, es bien sabido que Rogers se opuso intensamente a la idea de que
su metodología pudiera ser transformada en técnica, y frecuentemente criticó el
uso de los ejercicios, particularmente en los grupos de terapia, cuando éstos
son directivos y manipulativos (Rogers 1997, p. 64 y Rogers 1979, p. 18-19).

Una técnica es un procedimiento específico para obtener un resultado


predeterminado y esperado10. Por lo tanto, se trata de una estrategia que se
opone a la espontaneidad, la frescura, la congruencia y la flexibilidad que
caracterizan el tipo de relación que se busca en la Terapia Centrada en el
Cliente. En este sentido, podemos fácilmente considerar que el uso de las
técnicas va en contra de la filosofía del Enfoque Centrado en la Persona (ECP).
Como decía Rogers, “en el ECP, el proceso tiene la mayor importancia y los
cambios sólo son parcialmente predecibles” (Rogers 1980, p. 14).

Ahora bien, el hecho de desplazar la atención del cliente hacia su respiración o


el movimiento de su pie se asemeja realmente a una técnica. Sucede lo mismo,
por ejemplo, cuando se pide al cliente que se enfoque en su sensación corporal
como es el caso en el Focusing de Gendlin lo cual es claramente una técnica
porque el procedimiento es idéntico cada vez, sin importar la especificidad del


10 El término “técnica” provoca a menudo polémicas y malentendidos porque tiene en realidad un doble

sentido. Se puede entender el término técnica como un procedimiento o una estrategia en pos de un resultado
especifico, lo que va en contra por supuesto de la filosofía del Enfoque Centrado en la Persona. Pero por otro
lado, la técnica también es un saber hacer, un arte, una habilidad en la practica de alguna actividad. Se habla
por ejemplo de la técnica de la acuarela o se puede decir que un pianista tiene una técnica extraordinaria. En
este sentido, se podría hablar también de la técnica de un psicoterapeuta centrado en la persona cuando uno
evoca su saber hacer y el arte que tiene para manejar una sesión.

10
paciente, el tipo de relación o el contexto; y el terapeuta persigue claramente
un objetivo teóricamente predefinido.

En realidad, esta eterna discusión acerca del uso de las técnicas en el Enfoque
Centrado en la Persona pone en relieve dos antropologías diferentes de la
psicoterapia. Por una parte, una terapia que utiliza la planificación, busca un
resultado predeterminado y pone su ímpetu en resolver un problema; por otra
parte, una terapia basada en la confianza en el proceso, que reconoce la
incertidumbre de la relación subjetiva y el valor de la espontaneidad. Como
escribe Rogers, “ la espontaneidad es el elemento más precioso y huidizo que
conozco. A veces hago algo de modo muy espontáneo y resulta de suma
eficacia; en otro, siento una gran tentación de repetir esa misma conducta « en
forma espontánea », pero, inexplicablemente fracasa: es obvio que no ha sido
realmente espontánea” (Rogers 1997, p. 65).

Lo que molesta Rogers con las técnicas, es precisamente la falta de


espontaneidad y la posible manipulación. Sin embargo, reconoce haberlas
utilizado a veces e indica en “El poder de la persona” que la política de estas
dinámicas depende en gran parte de la manera en la que son utilizadas. “Si el
líder describe el juego y su propósito, pregunta a los miembros si así lo desean,
entonces claramente no es una acción coercitiva” (Rogers 1980, p. 14). Y en
otra parte agrega: “Para mí, nada es un truco si se produce con auténtica
espontaneidad. Por consiguiente, el juego de roles, el contacto corporal, el
psicodrama, los ejercicios y otros diversos procedimientos pueden ser
utilizados si permiten expresar lo que se siente realmente en un momento
determinado (Rogers 1997, p. 64-65).

Si un psicoterapeuta es sensible a la expresión del cuerpo, será propenso a dar


espontánea y naturalmente una respuesta en este sentido. Es una forma de
acompañar el cliente, no solamente un acompañamiento de la narración sino
del organismo en su totalidad; entonces, es totalmente válido, e incluso
fructífero, autorizarse a hacer intervenciones resaltando un lenguaje no verbal
del cliente.

Por supuesto, este tipo de intervención (por ejemplo señalar una postura
particular, un cambio de ritmo en la respiración, etc.) puede ser utilizado como
una técnica. Pero eso puede suceder también con la reformulación de los
sentimientos que, de hecho, ha sido considerada como una técnica.
Recordemos que por un tiempo, una gran parte del público pensaba que el
método de Rogers consistía en reflejar los sentimientos del cliente. Como
respuesta a esta visión errónea del ECP, Rogers precisó el propósito de sus
intervenciones en un breve artículo en 1986: “No reformulo en lo más mínimo
los sentimientos. Simplemente busco determinar si mi comprensión del mundo
interior del cliente es correcta y si lo veo tal cuál él lo vive en este momento
(…). Sugiero más bien que estas respuestas sean denominadas, no “reflejo de
los sentimientos”, sino “intento de comprensión” o “examinar si mi propia
percepción es correcta.” (Rogers 1986)

Si un cliente se está torciendo los dedos y el terapeuta lo invita a poner su


atención en lo que hacen sus manos, puede ser una técnica para provocar un

11
insight. Sin embargo, la misma intervención se puede hacer con una intención
muy diferente: la de entrar más plenamente en la experiencia del cliente para
captar de la manera más precisa posible su sentir en el aquí y ahora.

CUÁNDO Y CÓMO INTERVENIR

Después de haber analizado estas diferentes objeciones, ¿podemos finalmente


contestar a la pregunta fundamental?: ¿El marco del Enfoque Centrado en la
Persona permite o no intervenciones dirigidas hacia el cuerpo?

La primera constatación es que Rogers nunca se opuso a las intervenciones


centradas en el lenguaje no verbal, ni de hecho al contacto físico. Pudimos
apreciar que incluso mostró gran apertura respecto a este tema, poniendo
énfasis sin embargo en el peligro de inclinarse hacia una tecnificación de este
tipo de intervención.

La segunda observación es que ni la filosofía del Enfoque Centrado en la


Persona ni su marco teórico prohíbe una intervención orientada hacia el
cuerpo. Desde luego, una respuesta de esta índole está muy alejada de las
respuestas típicas y usuales del terapeuta centrado en el cliente las cuales son
más bien dirigidas hacia el contenido de la comunicación del cliente. Pero,
podemos preguntarnos si no se trata solamente de un simple atavismo.

Hemos visto también que el ECP no impone una técnica de intervención


particular y que ésta no consiste solamente en hacer eco a lo que dice el
cliente. Peter Schmid señala con justa razón que las hipótesis fundamentales
del Enfoque Centrado en la Persona no mencionan nada en cuanto a la
manera en que se debería de desarrollar la comunicación entre cliente y
terapeuta. “En ninguna parte está mencionado algo respecto a una preferencia
por la comunicación puramente o esencialmente verbal, para la entrevista
terapéutica (de tipo verbal), para las interacciones verbales en comparación a
otro tipo interacciones que implican trabajo corporal o formas de expresión y de
comunicación lúdicas y artísticas (…). Existe entonces un gran margen de
maniobra en la manera de practicar y de elaborar la terapia centrada en la
persona. De ninguna manera, existe una sola manera apropiada de actuar
estando centrado en la persona. Rogers no sólo practicó la actitud centrada en
la persona de diferentes maneras a lo largo de su vida, sino también ha
motivado explícitamente a otros terapeutas a encontrar su propio camino en la
teoría y en la práctica” (Schmid).

De hecho, el abanico de las intervenciones de Rogers fue extremadamente


amplio a lo largo de su carrera. Como lo mencionan Debora Brick y Barry
Farber, Rogers ha sido más allá de la simple « verificación » o de la simple
« confirmación de la comprensión » (Farber y col. p. 29). Hacía preguntas al
cliente, compartía lo que sentía o lo que había vivido, hacía rupturas del
silencio, incluso de vez en cuando confrontaba su cliente o hacía
interpretaciones (« empatía inferencial » según David Cain) y también, lo
hemos visto, reflejaba el lenguaje no verbal (ver la clasificación de las
respuestas de Rogers in Farber y col. p. 29-38).

12
Al parecer, Rogers se sentía muy libre en su manera de practicar el Enfoque
Centrado en la Persona. Durante una clase, un estudiante lo confronta: “Me he
dado cuenta de que usted ha planteado preguntas al cliente. Sin embargo, ayer
precisamente, un conferenciante nos dijo que nunca debíamos preguntar.
Rogers respondió: “Bueno, yo me encuentro en la posición privilegiada de no
tener que actuar como un Rogeriano (Brink, comunicado personal, 1990)”.
(ibidem p. 25). Más allá de esta anécdota, Rogers ha mencionado varias veces
que el ECP es más una filosofía que una mera técnica o un mero método
psicoterapéutico, y que esta filosofía se expresa a través de una manera de ser
(Rogers 2001, p. 169).

Consecuentemente, si el ECP se caracteriza por una filosofía de la persona, no


hay ninguna razón de limitar el campo de nuestras intervenciones, con la
condición, desde luego, de que éstas sean centradas en el cliente. ¿Pero que
significa eso? Según Deborah Brink, un terapeuta está centrado en el cliente si
actúa con una profunda convicción en la capacidad de crecimiento y desarrollo
del cliente, si percibe la relación entre cliente y terapeuta como de igual a igual,
si trata de crear las condiciones rogerianas de autenticidad, preocupación por
el cliente y empatía, como base para una comprensión del cliente y una
reacción profunda, y si se muestra realmente dispuesto a aceptar posibles
correcciones del cliente (Farber y col., p. 40)11.

En el terreno del lenguaje no verbal, estos principios rogerianos toman un


relieve particular porque el cuerpo debe ser abordado con profunda delicadeza.
La empatía se vuelve una condición primordial en el enfoque del cuerpo ya que
es muy fácil de lastimar a alguien o de incomodarlo con una intervención
dirigida a su expresión corporal. Con las palabras, el cliente puede controlar su
expresión y mide hasta dónde quiere ir de acuerdo con el grado de confianza
que tiene en la relación. Pero en cuanto al cuerpo, él no miente y muestra a
menudo lo que las palabras no dicen. Por lo tanto, subrayar el cuerpo es
desvelar algo que no es necesariamente en el campo de consciencia del
cliente, es poner en evidencia algo que posiblemente no tiene ganas de ser
visto. Ahora bien, este descubrimiento “pese al cliente” cultiva el riesgo de
generar una incomodidad en cliente, incluso pena o vergüenza de ser visto en
algo de lo que no tiene consciencia.

Es fácil ser intrusivo y violento cuando señalamos una postura o un movimiento


corporal. Es, pues, importante que el terapeuta actúe con gran respeto hacia y
con el cliente y su zona de seguridad. Debe también demostrar mucha empatía
con el fin de evitar todo tipo de interpretación. La intervención dirigida hacia el
cuerpo debe ser fenomenológica y apoyarse en una simple observación sin
ninguna otra intención que la de comprender mejor la experiencia del cliente. Y,
desde luego, es al cliente a quien pertenecen la exploración y descubrimiento

11 La International Association for Person-Centered Therapy (IAPCT) define el Enfoque Centrado en la Persona

de la manera siguiente :
- Lo que es esencial es la relación que se establece entre el terapeuta y el cliente.
- La confianza fundamental en las experiencias del cliente y en su significado para el proceso terapéutico.
- La confianza en la eficacia de las condiciones y actitudes básicas que favorecen el proceso terapéutico, tal
como fueron formuladas por Carl Rogers.
- Es importante considerar al cliente y al terapeuta como personas en relación, y al mismo tiempo con otras
personas y con su entorno.

13
del sentido. Por otra parte, la elección del momento para hacer una
intervención centrada en el cuerpo es de primera importancia ya que se
necesita haber establecido previamente una sólida relación de confianza con el
cliente y que haya enseguida un buen nivel de profundidad emocional.

Finalmente, las intervenciones centradas en el cuerpo deben surgir de la


situación, es decir de un contexto formado por la empatía del terapeuta, su
congruencia, el nivel de seguridad del cliente, su grado de confianza, su
capacidad de introspección, la calidad de la relación entre terapeuta y cliente…
En este sentido, son similares a las intervenciones que se dirigen al contenido.
Para el terapeuta, se trata del mismo reto: permitir que su intervención
(cualquiera que ésta sea), más allá de las técnicas o del peritaje, brote
espontáneamente de la relación expresando las condiciones definidas por
Rogers.

ANEXO

Cuando se habla del trabajo con el cuerpo en psicoterapia, es difícil saber a


qué se refiere exactamente y lo que significa en términos de intervenciones por
parte del terapeuta, pues existen una infinitud de modalidades. Para algunas
escuelas, puede tratarse de un masaje (más o menos profundo), puede ser un
ejercicio de bioenergética o ejercicios de expresión corporal. Para otros, puede
tratarse sencillamente de una intervención que refleja las lágrimas de un
cliente, el timbre de su voz, o cualquier otro no verbal. Con el fin de mostrar la
diversidad que existe en este terreno, aquí un catálogo de ejemplos de
intervenciones psicoterapéuticas orientadas hacia el cuerpo. El lector puede
entretenerse en intentar identificar que clase de intervención es y en que
corriente terapéutica pertenece cada una.

CASO 1
Inicio de la consulta. El cliente llega abatido, con la espalda encorvada.
Cliente: Mi vida es un caos. No puedo creer que sea a mí a quien sucede todo
esto. Me siento muy confundido. Siento que todo lo que vivo es irreal.
Terapeuta: Antes de continuar, ¿estarías de acuerdo que hiciéramos primero
un ejercicio de arraigo para mover un poco la energía en tu cuerpo? (El
terapeuta lanza un ejercicio que consiste en movilizar el cuerpo a través de
movimientos).

CASO 2
C. Tengo una fuerte tensión en el cuello y en los hombros.
T. Voy a pedirte que te concentres en esta tensión. Simplemente observa lo
que está sucediendo en esta parte de tu cuerpo ... y vamos a ver lo que surge.
Observa lo que hay ahí...
C. Me jala, es como si algo me estuviera jalando hacia atrás. Algo que me
impide avanzar.

CASO 3

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El cliente narra una situación mientras balancea su pierna.
T. ¿Puedes poner atención en tu pie, continuar este movimiento… y aún,
exagéralo un poco. Vemos que pasa.
C : Tengo ganas de mandarle a la fregada este hijo de…

CASO 4
Hombre de unos cuarenta años. Consulta del viernes a las 6 de la tarde.
C. Hoy me siento cansado... exhausto incluso. No puedo más. Sólo tengo
ganas de acostarme.
T. ¿Quieres recostarte en el sofá ahora?
C. ¡Ay sí! (El cliente se quita los zapatos y se recuesta boca arriba)
¡Ahh! Se siente rico. Sabes, nunca me doy tiempo para descansar. Siempre
estoy corriendo...

CASO 5
C. Tengo una tensión en el cuello
La intervención del terapeuta consiste en hacer un masaje en la zona de
tensión, quizás con intentos de elaboración de lo que emerge de esta
interacción.

CASO 6
T. ¿Y qué sucede si respiras profundamente, si tomas todo el aire que
necesitas?
C. Se siente bien... Creo que puedo empezar a ser yo misma. Me siento más
ligera... ¡Qué sensación de libertad!

CASO 7
C. Me siento cansado.
T. ¿Dónde sientes este cansancio en tu cuerpo ?
C. En todo el cuerpo. Por la tarde, me pesaban los párpados. ¡Tenía mucha
flojera de trabajar!
T. ¿Estabas muy cansado en el trabajo?
C. (Pausa) De hecho, estoy harto de este trabajo.

CASO 8
La clienta relata la difícil situación con su marido.
T. ¿Qué sensación está presente en tu cuerpo cuando me cuentas esta
situación?

CAS 9
El cliente habla de su gran tristeza de estar en una profunda soledad.
T. Y veo que tu respiración es cada vez más corta cuando hablas de este tema.
C. Me duele aquí (señala su esternón).
T. ¿Es por eso que prefieres no respirar profundamente?
C. Hay mucha angustia aquí, siento un gran nudo (se pone a llorar).

CAS 10
C. Tengo que divorciarme. Pero la verdad es que tengo miedo.
T. Escucho que tu voz tiembla.
C. Me dan ganas de llorar (empieza a llorar).

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CAS 11
C. Estoy muy triste. Mi marido me dijo que se iba a marchar la semana que
viene. Se acabó. Todo por esa chica que conoció el verano pasado.
T. Y veo que acabas de cerrar los puños y de cruzar los brazos.
C. (Pausa) Yo estoy muy enojada. Él me engañó… Estoy furiosa con él. Lo
arruinó todo.

CASO 12
T. Veo que desde el inicio de nuestras entrevistas, en cada sesión, te has
sentado en el borde del sofá y se me hace que debe ser bastante incómodo.
C. (Larga pausa) Sí, es incómodo, pero estoy acostumbrada (pausa). Siempre
quiero irme de donde estoy, no logro instalarme, no puedo quedarme quieta.

REFERENCIAS

Farber B., Debora Brink, Patricia Raskin (2001) : La psicoterapia de Carl


Rogers : casos y comentarios, ed. Desclée de Brouwer, Bilbao.

Rogers C. (1968): Le développement de la personne, éd. Dunod-Bordas, Paris.

Rogers C. (1980) : El poder de la persona, éd. El Manual Moderno, México.

Rogers C. (1986) : Reflection of feelings, Person centered Review, 1, 375-377.

Rogers C. (1988) : El proceso de convertirse en persona, 8ª ed., Paidós


México.

Rogers C. (1995) : On Becoming a Person, Houghton Mifflin, New York.

Rogers C. (1997) : Grupos de encuentro, 9ª ed. Amorrortu editores.

Rogers C. (2001) : L’Approche centrée sur la personne. Anthologie de textes


présentées par Howard Kirschenbaum et Valerie Land Henderson, éd. Randin.

Schmid P.: La psychothérapie centrée sur la personne : une rencontre de


personne à personne: http://www.pfs-online.at/papers/paper-fran-
interp.htm#ueberblick. Versión original en alemán en el mismo sitio.

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