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ENEATIPOS

TIPO 1: Es "el perfeccionista". Su compulsión es el resentimiento. Tiene una rabia profunda que le nace de percibir el mundo en
desorden, pero evita exteriorizarla, pues si refleja su rabia él mismo pierde su "ser ordenado". Su estrategia defensiva le lleva a controlar
su rabia y por ello procura la perfección para sí mismo y para el mundo "imperfecto" que le rodea.

TIPO 2: Es el típico "sentimental". Su compulsión es la adulación. A través de agradar y servir a los demás, intenta ganarse la
aprobación de los que lo rodean. Evita fijarse en sus propias necesidades, y esto es, en el fondo, su estrategia defensiva, pues mientras
más adula o está al servicio de las necesidades de los otros, más busca que le quieran o le den afecto. Puede llegar a ser un gran
manipulador afectivo.

TIPO 3: Es "el eficiente", en todo lo que hace, busca siempre el éxito. Pero esta forma de ser, no es más que una estrategia defensiva,
para evitar que los demás se percaten de su fuerza básica: su compulsión es la vanidad. El quererse tanto a sí mismo (exageradamente) lo
impulsa a ser activo y proponerse proyectos ambiciosos, sin embargo, su activismo le alejan de un compromiso real y de la propia
autenticidad, y esto lo lleva al fracaso (aspecto que evitan rotundamente).

TIPO 4: Es el diferente o "el especial", pareciera que no encaja en ningún grupo social. Vive nostálgico, y justamente su compulsión es
la melancolía, lo que le da la fuerza para ser lo que es. Tiene un mundo interno de sentimientos y emociones que no exterioriza
fácilmente, pero que más bien sublima artísticamente a través de poesías, pinturas, etc.

TIPO 5: Es "el intelectual", aquél que se siente sabio, que siempre está dando explicaciones o metido en los libros. Tiende a tener un
mundo interno de ideas que le impiden ser normalmente sociable. Sin embargo esto es sólo una estrategia defensiva que parte de su
verdadera compulsión: la mezquindad. En el fondo, es una persona que le gusta acumular (cosas, libros, ideas, etc.), y por no compartir lo
suyo, se mete en su propio mundo interior.

TIPO 6: Es "el leal", el fiel a las autoridades, a los principios, a las normas; es el obediente, el sumiso. Sin embargo, esta es su estrategia
defensiva, pues siendo leal y obediente, evita que asome su verdadero ser, su compulsión: la cobardía. Por miedo es que en realidad actúa
sumisamente, por miedo es que no se desvía de las normas.

TIPO 7: Es "el alegre", siempre haciendo bromas, siempre con un grupo de amigos, tomando las cosas a la ligera. Nunca se mete en
líos, ni se preocupa demasiado por los problemas, pues ello podría llevarle a sufrir, a sentir dolor (lo que evita al máximo). Su compulsión
es este "proyectar" las cosas hacia fuera, evitar reflexionar mucho; en pocas palabras, vive un mundo irreal y superficial por evitar el
dolor.

TIPO 8: Es el típico "líder", siempre queriendo mandar, sintiéndose poderoso. Busca el poder, muchas veces, sólo por el poder. Lo hace
desde su compulsión, la venganza. Pareciera que estar en contra de los demás (principalmente de los que tienen poder o autoridad) es su
fin último. En el fondo, con esta máscara de poder, evita reconocer sus propias debilidades.

TIPO 9: Es "el pacífico", el tranquilo, el que siempre está en paz. Evita el conflicto puesto éste le hace intranquilizarse, o, peor aún,
comprometerse. Su compulsión es la indolencia, la flojera. Si bien crean una atmósfera de paz y armonía a su alrededor, tienen el vicio de
la pasividad. Tiene demasiada complicación con el sólo hecho de vivir, para qué complicarse más

Unas palabras finales.

Reafirmamos aquí, que somos seres únicos e irrepetibles, que tenemos una personalidad diferente a la de los demás, pero que a la vez,
tenemos características que nos hacen parecernos a unos o a otros, y por lo tanto nos hacen pertenecer a un tipo u otro de personalidad.
En el eneagrama, cada tipo de personalidad parte de una fuerza imposible de cambiar desde su esencia, pero que sí se puede
"transformar".

Este es el camino y el fin del eneagrama: conocernos para transformarnos, conocernos para superarnos, conocernos para ser mejores
personas. Y para ello, debemos darnos cuenta de cómo nos comportamos a nivel social, pero sobre todo reconocer y aceptar nuestra
compulsión, nuestra esencia. Muchas veces, para llegar a nuestra esencia debemos primero "desenmascarar" nuestro ser social, nuestra
estrategia defensiva.

En este sentido, cada tipo o número, debe reflexionar sobre sus características para poder ir más allá, a lo que lo impulsa, a la fuerza
básica del ser. Si tomamos conciencia tanto de nuestra compulsión como de nuestra estrategia defensiva, tenemos mayor libertad personal
para salir adelante y superarnos.

Entender nuestros resentimientos para poder perfeccionar el mundo, reconocernos con necesidades para poder atender las necesidades de
los demás, aceptarnos con fracasos para poder triunfar, expresar nuestros sentimientos para poder ser especiales, entender a los demás
para poder ser reflexivos, aceptarnos cobardes para poder ser valientes, permitirnos sentir dolor para poder compartir, reconocernos
débiles para sentirnos fuertes, sabernos pasivos para poder empezar a comprometernos. De eso se trata, de superarnos desde nuestra
esencia, desde nuestro verdadero yo, un yo que nos impulsa a ser lo que nosotros, al final de cuentas, nos propongamos ser.

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