Está en la página 1de 27

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.° 3 - Págs. 259-285.

ISSN: 1135-0806

ARTÍCULOS

Tratamiento farmacológico de los


trastornos de personalidad
Drug treatment with personality
disorders
JOSÉ LUIS MARÍN1
M.ª JOSÉ FERNÁNDEZ GUERRERO2

RESUMEN

Revisamos la concepción mayoritaria de que los trastornos de la personali-


dad (TP) no son susceptibles de tratamiento farmacológico por tratarse de
alteraciones que están relacionadas con la estructura de la personalidad y sus
aspectos puramente psíquicos, haciendo posteriormente un repaso a las pro-
puestas más generalizadas y contrastadas empíricamente acerca de las posi-
bilidades terapéuticas de los psicofármacos en estos trastornos. Aunque la uti-
lización de la terapia biológica se va convirtiendo en una práctica habitual, no
existe ningún medicamento aprobado oficialmente para este tipo de afeccio-
nes.
Con estos presupuestos, hacemos un breve repaso a las presuntas bases
bioquímicas de los TP y sus dimensiones clínicas (esfera cognitiva, afectiva e
impulsiva) para, a partir de ahí, hacer propuestas farmacológicas concretas,
ordenadas en forma de algoritmo. Finalizamos esta exposición señalando el
“conflicto de intereses” que se plantea entre lo conocido y lo que no sabemos
aún sobre la fisiopatología de los trastornos mentales en general y de la perso-

1 Médico Psiquíatra. Psicoterapeuta. Presidente de la Sociedad Española de Medicina Psicosomá-

tica y Psicología Médica. Miembro de la American Psychiatric Association.


2 Doctora en Psicología. Profesora de la Facultad de Psicología de la Un iversidad Pontificia de

Salamanca (UPSA). Miembro de la Sociedad Española de Medicina Psicosomática y Psicología Médi-


ca y de la Asociación Española de Psicoanálisis Freudiano «Oskar Pfister».

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 259


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

nalidad en particular. Presentamos como riesgo el hecho de que las hipótesis


bioquímicas consigan enraizarse como verdades absolutas, estimulando inves-
tigaciones alentadas (y financiadas) por las compañías farmacéuticas.
Proponemos, finalmente, el cambio a un modelo centrado en el paciente,
donde la descripción que éste hace de los efectos del fármaco sea el puntal
esencial de intervención.

ABSTRACT

This paper examines the prevailing opinion that personality disorders are
resistant to drug treatment since they refer to personality structure and are
purely psychological. Then, a review of the most relevant empirically-based
theories about the therapeutic power of drug treatments in this respect is
made. Although drug treatment is becoming a frequent treatment, no drug has
yet been officially determined for this kind of disorders.
Based on the above statements, a brief review of biochemical bases of per-
sonality disorders and their clinical dimensions (cognitive, affective and beha-
vioural signs), a number of suggestions for drug treatment are made in the
form of an algorithm. There is a conflict of interests between what is known
and what is unknown about physiopathology of mental disorders, particularly
personality. There is the risk that biochemical hypothesis become absolute
truths and to overlook corporative interests behind them.
Finally, a suggestion is also made for a shift to a patient-centered approach
that highlights patient perceived effects of the drug should be taken into
account at the time to intervene.

PALABRAS CLAVE

Trastornos de la personalidad, Rorschach, TAT, Evaluación psicológica,

KEY WORDS

Drug Treatment, Clinical Dimensions, Patient-centered Approach.

260 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

INTRODUCCIÓN peración en el ánimo del terapeuta


ante las frustraciones repetidas en el
Tradicionalmente, se ha conside- trato con estas personas (no pode-
rado que los sujetos con un trastor- mos decir “pacientes”) y la búsque-
no de personalidad no se podían da, pues, de soluciones fáciles,
beneficiar del tratamiento farmacoló- externas, “mágicas”, extremo este
gico. Incluso en la actualidad, el títu- que se encarga de alentar, por moti-
lo de este trabajo podría ser consi- vos obvios, la industria farmacéutica.
derado, por algunos lectores, contra-
dictorio ya que existe la convicción Los trastornos de personalidad se
de que los fármacos pueden alterar consideran como una encrucijada de
el estado mental, pero intrínseca- teorías, investigación y conceptuali-
mente serían incapaces de modificar zación. Pero en este cruce de cami-
la personalidad. De hecho, la razón nos, los sujetos afectos de estos
de los autores del DSM-III para dar cuadros necesitan ser tratados. Se
trascendencia a los trastornos de acepta, desde un acercamiento psi-
personalidad fue la “acumulada evi- copatológico dimensional, que los
dencia de que la calidad y cantidad trastornos de personalidad constitu-
de los trastornos de personalidad yen una afectación crónica del
preexistentes pueden influir la pre- humor, impulsividad, agresividad,
disposición, manifestación, curso y cognición o ansiedad, existiendo un
respuesta al tratamiento de varias correlato biológico, más o menos
condiciones del eje I”. Esta asevera- complejo, para varias de estas
ción parece indicar que el tratamien- dimensiones. Este paradigma facilita
to de estos cuadros no es “per se” y justifica el abordaje psicofarmaco-
un objetivo relevante. En este senti- lógico de los trastornos de personali-
do, muchos de los estudios se han dad. De hecho, diversos estudios
enfocado hacia la relación de la basados en las dimensiones clínicas
influencia negativa de la psicopatolo- de estos trastornos sugieren que la
gía del eje II sobre el tratamiento de psicofarmacología puede ser benefi-
los trastornos del eje I. Por ello, los ciosa (tabla 1) en la sintomatología de
mismos autores conceptualmente no los trastornos del estado de ánimo,
informan de la eficacia farmacológica incluida la inestabilidad afectiva y la
en el tratamiento de los trastornos depresión transitoria, en la impulsivi-
de personalidad. Sin embargo, la far- dad y la agresividad, en los síntomas
macoterapia se está convirtiendo en psicóticos y distorsiones cognitivas y
una práctica habitual en el tratamien- en la ansiedad de estos sujetos.
to de los trastornos de personalidad,
pese a que no existe ningún medica-
mento aprobado para este tipo de BASES BIOLÓGICAS Y
afecciones porque no está demos- NEUROQUÍMICAS DE LOS TP
trada, en absoluto, la especificidad
de los mismos. Alguna de las razo- El estudio de la neurobiología de
nes de la extensión de esta práctica los TP se lleva a cabo para intentar
de intervención puede ser la deses- conseguir una comprensión más

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 261


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

global de los sustratos biológicos vas prefrontales y una actividad


de estos cuadros, de modo que dopaminérgica más atenuada sub-
puedan descubrirse mejores trata- corticalmente, que los protege de la
mientos o que puedan mejorarse los aparición de psicosis.
ya existentes. En esta línea segui-
mos a Coccaro & Siever (2007),
López-Mato et al. (2006) y a Álamo, Trastornos de la personalidad del
López-Muñoz, Cuenca & Betés grupo B
(2007) a la hora de hacer un breve
apunte de las hipótesis que se Formado por los trastornos anti-
manejan en cada uno de los grupos social, narcisista, límite e histriónico,
de TP: los sujetos con alguna de estas alte-
raciones manifiestan diversos gra-
dos de impulsividad, agresividad y
Trastornos de la personalidad disregulación emocional. Los tras-
del grupo A tornos más estudiados de este
grupo son el antisocial y el límite.
Los criterios de los trastornos Parece existir relación biológica con
incluidos en este grupo (esquizoide, las patologías por abuso de sustan-
esquizotípico y paranoide) compar- cias, trastornos de la alimentación y
ten el aislamiento social, desapego, somatomorfos.
suspicacia y ciertas alteraciones
cognitivas de tipo psicótico/percep- El sistema serotoninérgico ha
tivo (sobre todo en el esquizotípico). sido ampliamente estudiado como
Los fármacos que actúan en las correlato inverso de la conducta
alteraciones de este grupo lo hacen agresiva-impulsiva. De la misma
de manera similar a como lo harían forma se han estudiado otros neuro-
sobre la esquizofrenia. transmisores o neuromoduladores
como la noradrenalina, con una
Dadas las relaciones sintomatoló- actividad aumentada en el Locus
gicas y genéticas entre la esquizo- Coeruleus, vasopresina en relación
frenia y el trastorno esquizotípico, la con la impulsividad y la agresividad,
hiperactividad del sistema dopami- factor liberador de corticotropina,
nérgico ha sido el sistema neuro- hormona adrenocorticotropa, corti-
transmisor primario estudiado en sol, que pueden tener relaciones
este grupo. Los estudios realizados variables con la conducta agresiva,
sugieren que los pacientes de este dependiendo del contexto social y
grupo (sobre todo el trastorno del estrés, y posiblemente acetilcoli-
esquizotípico, el más estudiado) tie- na en la reactividad del estado de
nen un perfil de trastornos cogniti- ánimo. Asimismo se han observado
vos y anomalías estructurales, sobre alteraciones leves en el EEG de
todo de la corteza temporal, simila- pacientes límite, lo que ha dado pie
res a las que se encuentran en a la hipótesis epileptógena del tras-
pacientes con esquizofrenia, pero torno (Andrulonis, 1982 en de la
una combinación de mejores reser- Fuente, 1992; Moizeszowicz & Moi-

262 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

zeszowicz, 2000), o la teoría de la desadaptativas puede ser ventajosa


hiperirritabilidad propuesta por M. en algunas situaciones. De hecho
Stone (1988 en Grotstein, 1993). hay formas menores de TP (los que
podemos llamar estilos de personali-
dad) que permiten a los sujetos que
Trastornos de la personalidad del los presentan que se adapten a su
grupo C nicho ecológico por encima del pro-
medio. A esta ventaja biológica que
Se incluyen los trastornos por evi- se deriva de la utilización de rasgos
tación, dependiente y obsesivo-com- patológicos atenuados McGuire
pulsivo de la personalidad, que (1997, citado en Valdés, 2005) le dio
basan su relación biológica con el nombre de heterosis1. Así
diversos trastornos de ansiedad,
somatización y del estado de ánimo. “Todo indica que los trastornos
Hasta el momento hay mucha de la personalidad son estrategias
menos investigación neurobiológica evolutivas determinadas por facto-
referida a las alteraciones de este res temperamentales y de des-
grupo. A pesar de ello parece haber arrollo, que se mantienen de
acuerdo respecto a la reducción de manera relativamente inflexible
la actividad dopaminérgica y aumen- durante el periodo de apareamien-
to de la serotoninérgica. to y reproducción, y que en la
edad avanzada se expresan más a
Desde un punto de vista evolutivo través de síntomas y disfunciones
puramente darwiniano, hay autores corporales que de alteraciones en
que tienden a considerar los TP la relación con el entorno y los
como estrategias evolutivas estables semejantes. Además, estas estra-
al servicio de la adaptación. De esta tegias evolutivas son heredables y
manera, Valdés (2005) argumenta la se expresan en cada sujeto de
posibilidad de que los TP persistan manera dimensional, lo que sugie-
porque las características desviadas re su plurideterminación genética”
que los definen no eliminan las posi- (Valdés, 2005, p. 173-174)
bilidades de reproducción, porque
algunas conductas que pueden ser
anormales en un determinado con- DIMENSIONES CLÍNICAS CON
texto pueden ser adaptativas en ORIGEN BIOLÓGICO. MODELOS
otro, porque conductas que son des- DE EYSENCK, CLONINGER,
adaptativas ahora han podido ser SIEVER Y DAVIS.
adaptativas en el pasado, e incluso
porque la posesión de algunos Ya Eysenck (1967) planteó hace
genes determinantes de conductas casi 40 años la búsqueda de un

1 En realidad, el término heterosis fue acuñado por Shull en 1914 en el marco de la genética para

indicar la superioridad en cuanto a determinadas características con respecto a la media de los


padres o más específicamente con respecto al mejor sujeto parental.

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 263


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

sustrato neurobiológico que expli- dad que parecen tener correlatos


que las variantes del comportamien- biológicos son los que implican la
to. En el modelo de Eysenck se regulación de los afectos, patrones
definen tres dimensiones básicas de de impulso-acción, organización
la personalidad: la extroversión, el atencional y cognitiva y ansiedad-
neuroticismo y el psicoticismo. La inhibición, los cuales se unen a tras-
dimensión neurótica define las con- tornos mentales de los Ejes I y II,
ductas de ansiedad, inhibición y asociándose a marcadores biológi-
escape ante el peligro, hipersensibi- cos específicos. Las anomalías gra-
lidad a las señales de amenaza y ves de estas dimensiones darían
emocionalidad. Su fundamento bio- lugar a los trastornos del Eje I,
lógico radicaría en una hipersensibi- mientras que los trastornos más
lidad de los sistemas límbicos de leves constituirían los trastornos del
detección del peligro. La dimensión Eje II. Lo que propone el modelo de
extroversión/introversión condiciona Siever es que la interacción de alte-
el grado en que el individuo orienta raciones en los distintos sistemas
su conducta hacia el entorno. Los es lo que aumenta el riesgo de
extrovertidos son sociables, expre- padecer trastornos de la personali-
sivos, tendentes a la acción y bus- dad. A pesar de ser incompleto,
cadores de experiencias excitantes. este modelo refleja la aplicación a
los trastornos del Eje II de los avan-
Eysenck sostiene que la base bio- ces logrados en las neurociencias
lógica de estas conductas se encon- clínicas y que fueron inicialmente
traría en los sistemas de activación aplicados a los trastornos el Eje I.
mesencefálicos y, en particular, en la
sustancia reticular activadora ascen- Basándonos en esta teoría, un
dente del tronco del encéfalo. abordaje farmacológico de los TP se
fundamentaría en la evidencia de
El modelo de siete factores de que algunas dimensiones de la per-
Cloninger propone la existencia de sonalidad parecen estar mediadas
cuatro dimensiones temperamenta- por variaciones en la fisiología de los
les, de origen biológico hereditario, neurotransmisores y son responsa-
junto a tres dimensiones del carác- bles de los efectos de la medicación.
ter producto del aprendizaje verbal. Concretamente, la regulación de la
cognición, percepción, afecto e
El modelo que, quizá, ha tenido impulsividad depende de la acción
mayor influencia en el desarrollo de de neurotransmisores específicos.
la actual perspectiva biológica y psi- Los síntomas surgen de la disregula-
cofarmacológica de los TP, ha sido ción de estos sistemas y son los ver-
el desarrollado por Siever & Davis daderos puntos diana de la farmaco-
en 1991, el cual intenta relacionar terapia de los pacientes con TP.
las propiedades de los neurotrans-
misores con varios trastornos de la La esfera cognitiva incluye la
personalidad. Los aspectos nuclea- manera de percibir, integrar e inter-
res de los trastornos de personali- pretar la información del entorno,

264 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

siendo una característica de las per- Algunos hallazgos encuentran


sonalidades tanto sanas como pato- que una actividad elevada de la nor-
lógicas. Esta esfera aparece alterada adrenalina se relaciona con una
en los trastornos del grupo A, más mayor reactividad y mayor interac-
concretamente en el esquizoide y ción con el entorno, mientras que
esquizotípico, pero también en el una actividad disminuida se asocia
límite y antisocial (grupo B). Aunque a aislamiento y poca interacción.
la forma de procesamiento cognitivo Pacientes emocionalmente inesta-
es la dimensión de la personalidad bles presentan niveles elevados de
más influida por el aprendizaje, hay hormona del crecimiento a la cloni-
evidencias de que algunos estilos dina, reflejando una hipersensibili-
cognitivos patológicos derivan de dad del receptor adrenérgico.
anomalías biológicas; así se ha
demostrado la existencia de déficit La impulsividad se considera
de la función frontal en pacientes con como una incapacidad para la refle-
trastorno límite, así como un agran- xión previa al paso al acto que se
damiento de los ventrículos cerebra- manifiesta en dos componentes
les. Otros estudios han aventurado principales: a) dificultad para resistir
alteraciones en la región temporal los impulsos y b) precipitación en la
superior, parahipocampo, región respuesta a los estímulos. Como la
temporal de los ventrículos laterales, labilidad afectiva antes comentada,
cuerpo calloso, tálamo y septum la impulsividad (y/o agresión) predo-
pellucidum, similares a los hallados mina en los pacientes del grupo B,
en sujetos con esquizofrenia. aunque no es exclusiva de los TP,
pudiendo presentarse en otros cua-
A nivel neuroquímico se ha suge- dros psiquiátricos y orgánicos.
rido que la actividad dopaminérgica Desde el punto de vista de la neuro-
prefrontal puede estar implicada en transmisión el sistema serotoninér-
el funcionamiento cognitivo. En gico parece estar implicado en los
concreto se ha podido observar una fenómenos impulsivos. Las lesiones
reducción de los niveles raquídeos de las vías serotonínicas producen
de ácido homovanílico que refleja una disminución en la capacidad
una disminución de la actividad de para reprimir conductas.
la dopamina en áreas frontales en el
trastorno esquizotípico de la perso- La noradrenalina también podría
nalidad. actuar en los mecanismos biológi-
cos de la impulsividad. Este siste-
La labilidad afectiva es caracte- ma, al estar relacionado con las
rística de algunos TP, sobre todo los conductas de interacción con el
del grupo B. La actividad de la sero- entorno, parece mediar en la expre-
tonina cerebral se ha relacionado sión de la heteroagresividad.
con el estado de ánimo y una fun-
ción disminuida de este neurotrans- La regulación de las conductas de
misor parece ir asociada a estados inhibición y evitación en respuesta al
depresivos y de disforia. peligro determina una dimensión de

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 265


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

la personalidad denominada ansie- centes, considerando éste como


dad-rasgo, común en todos los gru- más directamente conectado con
pos pero determinante en el grupo C la vulnerabilidad y predisposición
de TP. Los sujetos ansiosos se biológica que con la experiencia
caracterizan por un alto nivel de ambiental. Seguidores de este
arousal (activación) cortical y autonó- modelo son las teorías de Clonin-
mica, y umbrales elevados para la ger y de Siever & Davis.
sedación, lo que confirma el estado
de hiperexcitabilidad en estos suje- • Modelo subsindrómico: Los TP
tos. Por ello se ha sugerido que son variantes de los trastornos
estos aspectos tienen su fundamen- del eje I y no entidades diag-
to en los patrones fisiológicos de res- nósticas separadas. Figura de
puesta al estrés, incluyendo una dis- este modelo es Akiskal y su
minución de la actividad del sistema teoría sobre la patología bor-
GABA y/o una hiperactividad del sis- derline como variante de tras-
tema regulador de la hormona libera- torno afectivo.
dora de corticotropina. En cuanto a
los neurotransmisores, se ha apunta- • Modelo centrado en el diagnós-
do la idea de que los sujetos ansio- tico y la comorbilidad: El trata-
sos pueden presentar una hiperacti- miento farmacológico es impul-
vación de los receptores serotoni- sado por el diagnóstico especí-
nérgicos postsinápticos. También fico del paciente. El diagnóstico
puede existir una alteración funcio- puede ser un trastorno del Eje II
nal de la amígdala. (Álamo, López- o comorbilidad del Eje II con el I.
Muñoz, Cuenca & Betés, 2007; Ca- Es un modelo confuso, ya que
rrasco Perera & Díaz Marsá, 2004). cuando el trastorno comórbido
se trata con medicación es difí-
cil determinar si la eficacia del
MODELO TEÓRICO-PRÁCTICO tratamiento se debe a uno o al
PARA EL TRATAMIENTO otro trastorno.
FARMACOLÓGICO DE LOS
TRASTORNOS DE • Modelo centrado en el síntoma:
PERSONALIDAD: LOS el blanco farmacológico se
ALGORITMOS DE SOLOFF sitúa en un síntoma específico,
de tal forma que la acción
Koldobsky (2001, 2004) apunta la directa sobre los síntomas per-
existencia de cuatro modelos para mite resultados mensurables.
el tratamiento farmacológico de los Siguiendo este modelo, Soloff
TP que ayudan a precisar las actitu- (1998) ha presentado algorit-
des terapéuticas a adoptar. Estos mos basados en la evidencia
modelos son: que facilitan el acercamiento a
la farmacoterapia de los TP de
• Modelo de rasgos biológicos: una manera racional y protoco-
Considera que los TP tienen tem- lizada. Por ello, nos detenemos
peramentos biológicos subya- en la ex-posición y explicación

266 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

de los tres algoritmos propues- los de tratamiento para síntomas


tos por este autor. nucleares de trastornos del Eje II,
basándose en los algoritmos de
Para Jobson & Potter (1995 cita- Jobson & Potter para los trastornos
dos en Soloff, 1998) los algoritmos afectivos del Eje I. Procedemos a
son sistemas deductivos basados mostrar estos árboles de decisión
en reglas que operan con entradas, junto a una breve explicación de
secuencias, marcos temporales y cada uno. En ésta resaltaremos las
salidas. El Diccionario Ilustrado de palabras clave incluidas en los
Términos Médicos define el algorit- esquemas para un mejor seguimien-
mo como “término matemático to de los mismos.
empleado en medicina para describir
un camino lógico en el diagnóstico o
tratamiento de una condición. Sue- Algoritmo para el tratamiento de
len representarse de forma gráfica”. los trastornos cognitivos
En la medicina clínica, los algoritmos
proporcionan árboles de decisión El algoritmo para el tratamiento far-
que ayudan a realizar juicios clínicos macológico de los síntomas cognitivo-
sobre diagnósticos y tratamientos. perceptivos de los trastornos de per-
De hecho el mismo DSM proporcio- sonalidad se muestra en la figura 1.
na estas ayudas gráficas para el
diagnóstico de los trastornos menta- Las alteraciones cognitivas que
les en ge-neral (aunque, curiosa- encontramos en pacientes con tras-
mente, no incluye los TP). tornos de personalidad incluyen
algunos síntomas relacionados con
En estos sistemas decisionales se situaciones estresantes, tales como
aplican tres reglas: desrealización, despersonalización
e ilusiones, así como rasgos más
1) Se da preferencia a la medica- crónicos como suspicacia o pensa-
ción cuya eficacia tiene mayor miento excéntrico. Hay que recalcar
soporte empírico. que síntomas similares pueden
tener diferentes etiologías y niveles
2) Se da preferencia a la medica-
de gravedad entre las distintas cate-
ción más segura sobre aquella
gorías de TP, así como entre los
que encierra mayor riesgo en
trastornos del Eje I.
sobredosis, abuso o falta de
cumplimiento.
Bajas dosis de neurolépticos
3) Se da preferencia a la medica- son el tratamiento de primera elec-
ción que actúa con mayor ción para presentaciones agudas de
rapidez cuando la necesidad rabia y hostilidad, suspicacia, pen-
clínica es aguda, aunque un samiento referencial, ideación para-
agente más lento pueda actuar noide, ilusiones, desrealización y
más específicamente. despersonalización.

Soloff (1998) describió tres mode- Eficacia / poca eficacia / sin efi-

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 267


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

Figura 1. Algoritmo para el tratamiento de los trastornos


cognitivos de los TP

268 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

cacia: Los efectos del tratamiento tes con trastorno borderline y sínto-
aparecen entre unos días y dos mas psicóticos graves, refractarios o
semanas. Los pacientes con sínto- auto-mutilación grave2.
mas cognitivos primarios son los
que mejor responden, mientras que Las distorsiones cognitivas a
los que muestran un humor depresi- menudo presentan síntomas afecti-
vo predominante lo hacen peor, vos congruentes con una etiología
siendo más indicados para un trata- afectiva, aunque no sea evidente a
miento destinado al control de la la evaluación inicial. En este caso
disregulación afectiva. debe añadirse un IMAO o un ISRS
al régimen de bajas dosis de neuro-
La duración del tratamiento está lépticos. Esta estrategia es similar al
establecida en 4-6 semanas para tratamiento de los trastornos afecti-
pacientes agudos en régimen de vos con contenido psicótico.
internamiento, y en más de 12 para
ambulatorios. El uso prolongado de
neurolépticos en pacientes con TP Algoritmo para el tratamiento de
se ha asociado con una progresiva disregulación afectiva
falta de cumplimiento y abandono.
Este algoritmo se muestra en la
Aumento de la dosis: Si la res- figura 2.
puesta a dosis bajas de neurolépti-
cos no es buena tras un ensayo de La falta de regulación afectiva de
4-6 semanas, debe aumentarse den- los pacientes con trastorno de la per-
tro del rango mínimamente eficaz sonalidad se manifiesta por la presen-
para tratar alteraciones del Eje I, cia de síntomas como labilidad, sensi-
continuando con un segundo perio- bilidad al rechazo, rabia intensa e
do de ensayo de otras 4-6 semanas. inapropiada, humor depresivo y
explosiones de ira. En su mayoría,
Poca eficacia / sin eficacia: Una estos síntomas son característicos de
pobre respuesta en este punto con- los pacientes del Grupo B. Los esta-
duciría a una revisión de la etiología dos de ánimo negativos, como la
de los síntomas cognitivos. Si real- anhedonia, y el afecto frío y coartado
mente forman parte de un síndrome son más prevalentes entre los del
no afectivo, como en el caso de los grupo A. La ansiedad excesiva como
TP del grupo A, debe considerarse el estado afectivo es común en todas las
cambio a antipsicóticos atípicos. Se categorías, aunque se suele asociar
ha informado de estudios sobre la con el Grupo C. La disregulación o
utilización de la clozapina en pacien- desinhibición afectiva puede tener su

2
Posteriormente a 1998, fecha de publicación del estudio de Soloff, se ha demostrado la eficacia
en los síntomas cognitivos de los TP de otros antipsicóticos de segunda generación (olanzapina, ris-
peridona o quetiapina), o de tercera, (neuromoduladores del sistema dopamina-serotonina, como el
aripiprazol), exentos de la mayoría de riesgos indeseables de la clozapina (como neutropenia y agra-
nulocitosis) y más fáciles de utilizar que ésta.

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 269


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

Figura 2. Algoritmo para el tratamiento de la falta de regulación


afectiva en los TP

270 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

base en la función serotoninérgica, Como la disregulación afectiva es


aparte del afecto expresado, sea una dimensión del temperamento en
rabia, depresión o ansiedad. Es los TP, y, por tanto, no es una enfer-
importante reconocer el contexto en el medad aguda, la duración de las
que se produce la disregulación afec- fases de continuación y manteni-
tiva. La ira en pacientes del grupo A miento no está claramente definida.
responde bien a bloqueadores dopa-
minérgicos. En el contexto de estados En el caso de que haya una res-
de ánimo depresivos reactivos, como puesta parcial, se debe cambiar a
se observa en el grupo B, la forma otro ISRS u otro antidepresivo
preferida de tratamiento son los eleva- relacionado. Pacientes depresivos
dores de la función serotoninérgica. que fracasan en la respuesta a un
ISRS pueden responder a otro de la
La psicobiología de la disregula- misma familia.
ción afectiva puede implicar desinhi-
bición de la expresión emocional Como se comentó antes, no hay
mediante la disminución de la acción una base empírica para la terapia de
central de la serotonina en el córtex continuación o mantenimiento
prefrontal. Los pacientes que mues- cuando el síntoma diana es parte
tran esta desinhibición deben ser tra- del temperamento. La experiencia
tados inicialmente con un antidepre- clínica sugiere precaución a la hora
sivo ISRS. Estos antidepresivos tie- de interrumpir una medicación anti-
nen la ventaja adicional de tener un depresiva cuando el paciente ha fra-
amplio espectro de efectos terapéu- casado en ensayos anteriores.
ticos, relativa seguridad en sobredo-
sis (comparada con tricíclicos e Cuando existe una ansiedad
IMAO), y un perfil favorable de efec- intensa que acompaña la presenta-
tos secundarios, lo que favorece el ción clínica, el ISRS puede ser insufi-
cumplimiento terapéutico. ciente, pudiendo optarse por agregar
alguna benzodiacepina. Sin embar-
La experiencia con antidepresi- go, el uso de benzodiacepinas en
vos tricíclicos no ha producido pacientes con TP es problemático
resultados concluyentes. En un debido al riesgo de abuso y a la toxi-
estudio se asoció la amitriptilina con cidad conductual. Por ejemplo, el
toxicidad conductual paradójica en alprazolam se ha asociado con epi-
pacientes con trastorno borderline, sodios de descontrol. Se ha demos-
aumentando la ideación suicida y el trado cierta eficacia del clonace-
pensamiento paranoide. pam, con propiedades anticonvulsi-
vantes y antimaníacas, actuando
Eficacia / eficacia parcial / sin sobre la agitación, hiperactividad
eficacia: En estudios sobre trastor- motriz, ansiedad e impulsividad.
nos afectivos del Eje I, el tratamiento Debe utilizarse junto al ISRS.
agudo suele durar de 6 a 12 sema-
nas, la continuación de 4 a 9 meses Cuando la rabia es el afecto pre-
y el mantenimiento más de un año. dominante, aunque coexista con

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 271


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

otra presentación afectiva, sigue cientes con TP presenta un gran


prefiriéndose el tratamiento con parecido con el de la disregulación
antidepresivos. Sin embargo si el afectiva ya que comparten ele-
paciente presenta poco control con- mentos de patofisiología común.
ductual, si el riesgo de descontrol La impulsividad de los pacientes
es alto y el tiempo es esencial, pue- con TP es el punto final de un pro-
den añadirse dosis bajas de neu- ceso de desinhibición afectiva,
rolépticos para facilitar una res- impulsos y cognición. Aunque su
puesta rápida, con la ventaja añadi- forma más dramática de presenta-
da de que de que disminuye la gra- ción son los actos autodestructi-
vedad de los síntomas afectivos. vos o violentos, también puede
manifestarse en un amplio espec-
Como tratamiento de segunda tro de conductas, como atracones
elección pueden utilizarse IMAO. de comida, compras compulsivas,
Debido a las preocupaciones acerca sexo o drogas, y también en
de su seguridad, el tener que seguir impulsividad cognitiva.
un estricto régimen alimenticio y un
perfil de efectos secundarios menos Los antidepresivos ISRS son el
favorable, los clínicos deben hacer tratamiento de primera elección
primero otro ensayo con otro ISRS, para la conducta impulsiva y desin-
como sertralina o paroxetina. Los hibida en TP. El efecto de los ISRS
IMAO han mostrado efectos signifi- sobre la conducta impulsiva es
cativos contra la impulsividad, reac- independiente del efecto sobre la
tividad emocional, sensibilidad al depresión.
rechazo, rabia y hostilidad.
Los efectos de los ISRS sobre la
Si un IMAO no ha sido eficaz con- impulsividad aparecen antes que los
tra la labilidad afectiva, debe susti- efectos antidepresivos, con un inicio
tuirse por un estabilizador del humor. de acción en pocos días. La inte-
Si se ha conseguido una eficacia par- rrupción del fármaco tras un trata-
cial el estabilizador puede utilizarse miento con éxito da como resultado
como agente potenciador, añadién- la reemergencia de la agresión
dose al IMAO. Se utiliza el carbonato impulsiva. La duración del trata-
de litio, la carbamazepina y el valpro- miento está determinada por el
ato, siendo el litio el más estudiado. estado clínico del paciente, inclu-
yendo el riesgo a la exposición a
acontecimientos estresantes y el
Algoritmo para el tratamiento progreso en habilidades de afronta-
de síntomas impulsivos miento.

Este árbol de decisión se muestra En el caso de que haya una efica-


en la figura 3. cia parcial, o donde la necesidad
clínica sea urgente, deben añadirse
El algoritmo para el tratamiento bajas dosis de neurolépticos. El efec-
de síntomas impulsivos en pa- to es rápido, a menudo en horas con

272 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

Figura 3. Algoritmo para la impulsividad en los TP

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 273


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

la utilización oral, siendo más rápido PSICOFÁRMACOS EN LOS


aún de forma intramuscular si fuera TRASTORNOS DE
necesaria, ayudando a un control PERSONALIDAD
urgente de la escalada de agresión
impulsiva. Pese a la amplia utilización de los
psicofármacos en los TP y a la cre-
En el caso de la falta de eficacia encia de su eficacia clínica, en este
del ISRS, y cuando el tiempo lo per- terreno no existen indicaciones
mita, puede considerarse un segun- reconocidas de forma oficial para su
do ensayo con otro ISRS. utilización. Este hecho resta valor a
la naturaleza empírica de estos tra-
tamientos, empleados en función de
La eficacia parcial del ISRS puede su eficacia reconocida en gran
potenciarse mediante la adición de número de pacientes aun sin saber
carbonato de litio por sus efectos realmente el por qué.
anti-impulsivos demostrados.
En palabras de Soloff (2007) “un
Si no hay eficacia en la adminis- abordaje farmacológico para tratar
tración de ISRS, se recomiendan los TP se basa en la capacidad de los
IMAO, habiéndose demostrado la fármacos para modificar las funciones
eficacia de la tranilcipromina contra de los neurotransmisores que median
la impulsividad conductual. Hay la expresión de los síntomas del esta-
otros estudios con la utilización de do y las vulnerabilidades del rasgo
fenelzina (no comercializada en relacionadas con las dimensiones de
España) que muestran su eficacia la personalidad” (p.389), de lo cual
contra la rabia e irritabilidad en hemos de deducir que hemos podido
pacientes límite, pero no en otros obtener los correlatos neuroquímicos
problemas afectivos. exactos para cada trastorno, cosa
que está muy lejos de suceder. Como
hemos ido viendo a lo largo del pre-
Parece generalizado el uso de sente trabajo, resulta imposible
carbamazepina o valproato para el determinar qué fármaco está indica-
control de los impulsos en TP, basa- do para el trastorno por evitación, o
do en su eficacia en trastornos para el obsesivo-compulsivo de la
bipolares. Sin embargo la escasez personalidad. Aunque, con gran dife-
de estudios empíricos hace que no rencia, la mayor parte de la bibliogra-
sea tratamiento de primera elección. fía existente sobre el tratamiento far-
macológico de los trastornos del Eje
Los neurolépticos atípicos pue- II está dedicada al trastorno límite,
den tener alguna eficacia en el trata- queda claro que en este área de la
miento de la impulsividad, sobre psicopatología no existe tal fármaco
todo contra la auto-mutilación grave para tal alteración: no se trata de
y otras conductas impulsivas que recomendar antihipertensivos si el
surgen de pensamientos psicóticos paciente tiene hipertensión, ni siquie-
en pacientes borderline. ra litio si padece un trastorno bipolar

274 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

I. De momento sólo podemos adop- Haciendo un último esfuerzo, y


tar una perspectiva dimensional y volviendo por un momento a la cla-
abordar síntomas nucleares que, sificación categorial DSM, vamos a
nosológicamente hablando, ponen hacer algunas indicaciones para
en entredicho las clasificaciones al cada uno de los TP, teniendo en
uso. Los psicofármacos en los TP cuenta que en este campo, más si
inciden en síntomas concretos, no en cabe que en ningún otro, la psico-
el cuadro como tal. Quizá ahí radique terapia debe acompañar al trata-
el problema de la polimedicación a la miento biológico para áreas como
que estos sufridos pacientes deben los problemas de carácter o rela-
someterse, a veces sujetos a proce- ciones interpersonales desadapta-
sos de ensayo-error. tivas.

Trastornos del Grupo A

Sperry (2006) propone empezar con un antipsicótico atípico como la risperi-


dona, utilizando un cuarto o la mitad del rango habitual de dosis recomenda-
da para los cuadros psicóticos. Si no hay respuesta, se puede aumentar len-
tamente la dosis. Si no hay respuesta habiendo utilizado toda la dosis posible,
es conveniente cambiar a otro antipsicótico atípico. Si hay respuesta parcial
es conveniente añadir ácido valproico. La clozapina sólo debe tenerse en con-
sideración en sujetos refractarios debido a los síntomas secundarios que
puede conllevar. Si hay síntomas disociativos puede añadirse naltrexona.

Trastorno paranoide

Difícil de tratar y debido a los síntomas del mismo, el pronóstico no es muy


favorable. Se utilizan antipsicóticos, siendo preferibles dosis bajas de atípicos.

Trastorno esquizoide

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 275


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

Trastorno esquizotípico

Trastornos del Grupo B

Se ha comprobado la eficacia del litio y de la carbamacepina para la inesta-


bilidad afectiva de estos pacientes, mientras que se ha visto que los agentes
serotoninérgicos son eficaces para la impulsividad y la agresividad (ver más
arriba). Para los episodios micropsicóticos que pueden presentarse en algu-
nos trastornos de este grupo, como el límite, se recomiendan dosis bajas de
neurolépticos o antipsicóticos atípicos tipo risperidona. Algunos estudios
(Zullino et al., 2002) hablan de la eficacia de la olanzapina para mejorar la dis-
función social de los pacientes de este grupo. En la misma línea acaba de
publicarse un estudio de 18 meses de seguimiento que muestra la eficacia y
seguridad del aripiprazol de pacientes borderline (Nickel, Loew & Pedrosa-Gil,
2007). Los agentes serotoninérgicos, como fluoxetina, sertralina o escitalo-
pram, son eficaces para reducir la sensibilidad e hiperreactividad interperso-
nal. Si existe historia de hiperactividad infantil puede considerarse la prescrip-
ción de psicoestimulantes, pero están contraindicados si existen síntomas
esquizotípicos, ya que puede precipitar la psicosis (Nicholson, 1992).

Trastorno antisocial

Trastorno límite

276 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

Trastorno histriónico

Trastorno narcisista

Trastornos del grupo C


Para sujetos de este grupo con grandes niveles de ansiedad sin comporta-
mientos impulsivos, es razonable empezar el tratamiento con ISRS. Si no hay
respuesta, se debe cambiar a otro ISRS. Si hay una respuesta parcial puede
añadirse una benzodiacepina de acción larga o, mejor, clonacepam. Si esto
también fracasa puede intentarse el alivio de los síntomas con fármacos beta-
bloqueantes y antipsicóticos atípicos. Cuando los sujetos tienen historia de
conducta impulsiva, autolesiva o de abuso de sustancias, iniciar con ISRS,
debiéndose evitar el uso de benzodiacepinas. Si esto fracasa, se puede consi-
derar el uso de beta-bloqueantes o antipsicóticos atípicos.

Trastorno de personalidad por evitación

Trastorno de personalidad por dependencia

Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad


Pueden mejorar con un tratamiento similar al recomendado para el trastor-
no obsesivo-compulsivo pero a dosis menores.

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 277


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

Como resumen, podemos decir En las tablas 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7


que los TP para los que la farmaco- ofrecemos una relación ordenada
terapia ha funcionado mejor han sido de los medicamentos que se utili-
para los trastornos esquizotípico, zan habitualmente en los TP.
límite y por evitación, y ha servido (Marín, 2007)
también para reducir el malestar en
tiempos de crisis. “Sin embargo, en
estos momentos no podemos hablar CONFLICTO DE INTERESES
de que exista una terapia farmacoló-
gica eficaz para ninguno de los dis- Una vez concluida esta breve re-
tintos TP”. (Caballo, 2004, p. 45). visión sobre las posibilidades tera-
Tabla 1: Los síntomas en los trastornos de personalidad
• Aislamiento social (esquizoide): antidepresivos, antipsicóticos.
• Agitación (paranoide, límite): ansiolíticos, antipsicóticos.
• Analgesia, bloqueo (límite): antagonistas opiáceos.
• Ansiedad e insomnio: ansiolíticos.
• Ansiedad fóbica (evitativo): antidepresivos.
• Ansiedad social (evitativo): antidepresivos, ansiolíticos, ß-bloquean-
tes.
• Automutilación (límite): antagonistas opiáceos.
• Cognitivas, alteraciones (obsesivo-compulsivo): eutimizantes.
• Crisis de angustia (dependencia): ISRS.
• Déficit de atención con hiperactividad (antisocial): psicoestimulan-
tes.
• Depresivos, síntomas (esquizoide, narcisista): antidepresivos.
• Descompensaciones psicóticas (esquizotípicos): antipsicóticos.
• Desrealización, síntomas (esquizotípico, histriónico): antipsicóticos.
• Disfunción cognitivo-perceptiva (esquizotípico, límite): antipsicóti-
cos.
• Disociativos, síntomas (esquizotípico, límite): neurolépticos, antago-
nistas opiáceos.
• Fluctuaciones estado de ánimo (límite): eutimizantes.
• Hipomanía (límite, narcicista): normotímicos.
• Impulsividad, agresividad (antisocial, límite): ISRS, litio, antipsicóti-
cos, ß-bloqueantes.
• Inestabilidad afectiva (límite): antidepresivos.
• Ira, hostilidad (límite, antisocial): antipsicóticos.
• Obsesivos, síntomas (paranoide, obsesivo-compulsivo): antidepresi-
vos, antipsicóticos, eutimizantes.
• Psicóticos, síntomas (esquizotípico, límite): antipsicóticos.
• Sociabilidad (esquizoide): antipsicóticos.
• Somáticas, quejas (histriónico): antidepresivos.
• Suicidio, ideas (límite): antidepresivos, eutimizantes.

278 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

Tabla 2. Los medicamentos en los trastornos de personalidad

• Antidepresivos, sobre todo los ISRS


• Ansiolíticos, sobre todo:
– Alprazolam
– Clonacepam
– Diacepam
• Estabilizadores del humor:
– Clásicos (Litio, Carbamacepina, Valproato)
– Modernos anticonvulsivantes
• Neurolépticos sobre todo, atípicos

Tabla 3. Fármacos antidepresivos en los trastornos de personalidad

• Premisa: El sistema serotoninérgico es uno de los sistemas neuroquí-


micos más relacionados con las alteraciones del estado de ánimo y
con el control de impulsos.
• Tricíclicos (ADT):
– Clomipramina (Anafranil®)
– Amitriptilina (Deprelio®, Tryptizol®)
– Doxepina (Sinequan®).
• Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS):
– Fluvoxamina (Dumirox®)
– Fluoxetina (Adofen®, Prozac®, Reneuron®)
– Sertralina (Aremis®, Besitran®)
– Paroxetina (Casbol®, Frosinor®, Motivan®, Seroxat®)
– Citalopram (Prisdal®, Seropram®)

Tabla 4. Ansiolíticos en los trastornos de personalidad

• Acción CORTA
• Brotizolam (Sintonal ®)
• Acción MEDIA
• Alprazolam (Trankimazin ®)
• Bromacepam (Lexatin ®)
• Loracepam (Orfidal ®, Idalprem ®)
• Acción LARGA
• Clonacepam (Rivotril ®)
• Cloracepato (Tranxilium ®)
• Clordiacepóxido (Huberplex ®)
• Diacepam (Valium ®)

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 279


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

Tabla 5. Hipnóticos en los trastornos de personalidad

• Acción CORTA
• Zaleplón (Sonata ®)
• Zolpidem (Stilnox ®)
• Triazolam (Halción ®)
• Lormetacepam (Noctamid ®)
• Acción MEDIA
• Zopiclona (Datolán ®)
• Loracepam (Orfidal ®, Idalprem ®)
• Acción LARGA
• Fluracepam (Dormodor ®)
• Nitracepam (Mogadon ®)

Tabla 6. Eutimizantes en los trastornos de personalidad

Premisa: Estabilizan membranas cerebrales, controlando las oscilacio-


nes del humor.
• CLÁSICOS:
– Litio (Plenur®)
– Carbamacepina (Tegretol®)
– Valproato (Depakine®)
• MODERNOS:
– Gabapentina (Neurontin®)
– Lamotrigina (Crisomet®, Labileno®, Lamictal®)
– Topiramato (Topamax®)
– Oxcarbacepina (Trileptal®)

Tabla 7. : Neurolépticos en los trastornos de personalidad

Premisa: El carácter antipsicótico les hace útiles en:


– trastornos delirantes
– estados de agitación
– alteraciones cognitivo-perceptivas
– situaciones de aislamiento social.

• CLÁSICOS (típicos)
– Haloperidol (Haloperidol®).

MODERNOS (atípicos):
– Risperidona (Risperdal®)
– Olanzapina (Zyprexa®)

280 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

péuticas de los fármacos en el trata- cerebro. El desconocimiento sobre


miento de los trastornos de perso- su fun-cionamiento, así como de la
nalidad queremos insistir en algunas etiología de los trastornos menta-
advertencias ya deslizadas en el les, ha potenciado la propagación
texto y en otras que no han sido de hipótesis biológicas sobre la
explicitadas. mayoría de estos trastornos que,
aún sin estar confirmadas, parecen
Todo lo que hemos escrito está estar profundamente arraigadas en
publicado, suficientemente docu- la actualidad. Asimismo, los mode-
mentado en la bibliografía y, fre- los simplistas sobre la fisiopatología
cuentemente, comprobado en nues- de los trastornos mentales, como la
tra experiencia clínica. Pero también hipótesis monoaminérgica de la
somos conscientes de que en la depresión, o la dopaminérgica de la
actual organización mercadotécnica esquizofrenia, se derivan de los
de la distribución de información rudimentarios e imprecisos conoci-
científica es obligatorio pensar en el mientos sobre el mecanismo de
“conflicto de intereses” que permite, acción de ciertos psicofármacos.
por ejemplo, que se publiquen En ausencia de otra explicación
(mayoritariamente) los estudios clí- más convincente de los trastornos
nicos que presentan resultados mentales, estas hipótesis bioquími-
favorables a la línea de actuación cas de la “enfermedad mental” se
del investigador y de su patrocina- perpetúan como un dogma científi-
dor económico: ello implica, por co, a pesar de las evidencias empí-
tanto, que sabemos que “no sabe- ricas contrarias, por diversas razo-
mos” toda la información existente. nes. Una es que aun siendo teorías
Recientemente, el editor durante prácticamente desechadas, han
más de veinticinco años de la pres- estimulado y estimulan la investiga-
tigiosa revista científica New ción en el campo neurocientífico en
England Journal of Medicine aban- general y de la psicofarmacología
donó su puesto y denunció pública- en particular. De hecho, no hay
mente las estrategias de marketing duda de que los psicofármacos
que emplean las compañías farma- “funcionan” en cierta medida dado
céuticas para falsear los resultados que alivian algunos síntomas aso-
de los ensayos clínicos a su favor ciados con los trastornos mentales;
en publicaciones científicas como la por ejemplo, creando indiferencia
antes citada (Smith, 2005). ante las alucinaciones auditivas en
personas diagnosticadas con
En definitiva, tras exponer en las esquizofrenia, sedando a aquellos
páginas anteriores lo que “sabe- que se sienten ansiosos, estimulan-
mos”, queremos insistir en que do o causando euforia en aquellos
también sabemos que los mecanis- considerados depresivos, etc. Sin
mos de acción de los psicofárma- embargo, este alivio sintomático
cos no se comprenden bien, aun- producido por los psicofármacos,
que se tenga cierta evidencia de se usa para apoyar indirectamente
algunos de sus efectos sobre el las hipótesis biológicas, implicando

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 281


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

cierto neurotransmisor en un deter- El fracaso de las teorías neuroquí-


minado aspecto psíquico de mane- micas para dar cuenta de la
ra reduccionista. fisiopatología de los trastornos
mentales o el mecanismo de acción
Otra razón, más terrenal, es que de los psicofármacos ha fomentado
estas teorías incorrectas con- el planteamiento de nuevas hipóte-
vertidas en hechos científicos sis basadas en la modificación de
supuestamente objetivos contribu- los “circuitos cerebrales” tanto por
yen a generar intereses económicos los psicofármacos como por los
en las grandes corporaciones propios trastornos mentales. Otras
farmacéuticas. Así, las desacredita- han optado por un replanteamiento
das teorías bioquímicas de los tras- radical de la psicofarmacología,
tornos mentales, a modo de enfer- dada la inespecificidad de los psi-
medades mentales, son promovidas cofármacos para tratar los trastor-
por la industria farmacéutica (por nos mentales, en lo que ha venido a
ejemplo, mediante la financiación de conocerse como “modelo centrado
investigadores, organización de en los fármacos” frente al conocido
congresos y reuniones profesiona- “modelo centrado en la enferme-
les, publicidad dirigida tanto a los dad” típico de la Psiquiatría biológi-
médicos como directamente a la ca convencional.
población), ya que justifican la vali-
dez aparente de la terapia psicofar- Este modelo representa una
macológica, incrementando así las valiosa aproximación teórica y tam-
ventas de psicofármacos. De este bién terapéutica que se basa en
modo, la industria farmacéutica “escuchar” a la persona que toma el
muchas veces crea la falsa impre- psicofármaco, y no solamente
sión de que los psicofármacos son “escuchar al fármaco” (Escuchando
específicos y han sido ra- a Prozac). Según esta hipótesis, los
cionalmente diseñados para tratar psicofármacos en lugar de restable-
cierta “enfermedad mental” (y nos cer un supuesto desequilibrio quími-
tememos que pueda ocurrir igual co cerebral en los diagnosticados
con los trastornos de personalidad) como trastornados mentales, que
alguna de las cuales hemos visto como hemos comentado no ha sido
cómo se inventaban en los últimos nunca demostrado científicamente,
años (González Pardo & Pérez Álva- actuarían causando alteraciones en
rez, 2007). También intentan fomen- la función cerebral que oportu-
tar en la población general y los namente podrían ser de ayuda en el
profesionales el modelo médico de tratamiento sintomático de ciertos
enfermedad mental, con teorías trastornos mentales. Así, los efectos
simplistas como la del “desequili- sedantes de muchos antidepresi-
brio neuroquímico” que puede vos, ansiolíticos y antipsicóticos
corregirse mediante medicamentos, podrían ser útiles en los síntomas
al igual que cualquier otra enferme- psicóticos, la ansiedad o la agita-
dad (como la diabetes en relación ción; los ligeros efectos psicoesti-
con la insulina, por ejemplo). mulantes de algunos antidepresivos

282 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

tendrían efecto en síntomas depre- mental, establecer nuevas escalas


sivos o el estado de ánimo en gene- psicométricas sobre las alteraciones
ral, la indiferencia emocional causa- en la conducta que ocasionan, tener
da por los antipsicóticos, y ciertos en consideración las preferencias y
antidepresivos SSRI serían útiles en deseos del sujeto sobre cómo
síntomas psicóticos, depresivos, de modificar su comportamiento, dis-
ansiedad o impulsivos, y así sucesi- tinguir entre verdaderos efectos
vamente. En este sentido, el modelo terapéuticos y secundarios desde la
de acción de los psicofármacos perspectiva de la persona o valorar
centrado en las drogas y no en la la eficacia del psicofármaco basán-
enfermedad constituye un retorno al dose en la propia experiencia de la
antiguo concepto de farmacopsico- persona.
logía propuesto por Kraepelin en
1882, continuado por Freud y man- Este cambio de perspectiva a fa-
tenido hoy por muchos de nosotros, vor del usuario de los psicofárma-
en el que las drogas y fármacos ser- cos sería ciertamente necesario y
virían como medio para estudiar los deseable, dado que tampoco son
procesos psíquicos más que como bien conocidas las alteraciones psí-
una verdadera terapia. quicas que causan los psicofárma-
cos ni en aquellos que padecen
Se propone así tener en cuenta trastornos mentales ni en otras per-
las descripciones que el propio sonas no afectadas. No sabemos
sujeto hace de los efectos de los qué consecuencias tendrán estos
psicofármacos como si se tratara de cambios para la psicofarmacología,
cualquier otra droga, en vez de la Psiquiatría o Psicología, pero al
intentar explicar el modo de acción menos representan una toma de
biológico de éstos según el modelo conciencia sobre las limitaciones de
médico de enfermedad. Sus objeti- los psicofármacos dentro del mode-
vos son desarrollar nuevas descrip- lo médico convencional y nos obli-
ciones de los efectos psíquicos de garán a estimular nuestra imagina-
los psicofármacos incluso en volun- ción en la búsqueda de nuevas
tarios sin diagnóstico de trastorno soluciones.

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 283


Tratamiento farmacológico de los trastornos de personalidad

REFERENCIAS

Álamo, C.; López Muñoz, F.; Cuenca, E. & González Pardo, H.; Pérez Álvarez, M.
Betés, M. (2007) Aportación psicofarmacoló- (2007). La “invención” de trastornos menta-
gica al tratamiento de los trastornos de per- les. Madrid: Alianza Editorial.
sonalidad. En prensa.
Grotstein, J. S. (1993): Boundary difficul-
Caballo, V.E. (2004). Conceptos actuales ties in borderline patients. En L. Bryce Boyer
sobre los trastornos de la personalidad. En & P. Giovacchini: Master Clinicians on Treat-
Caballo, V.E. (coord.). Manual de trastornos ing the Regressed Patient (II) (pp. 107-141).
de la personalidad. Descripción, evaluación y New Jersey: Jason Aronson Inc.
tratamiento. Madrid: Síntesis.
Hyman, S.E. (2005). Neurociencia. En
Carrasco Perera, J.L. & Díaz Marsá, M. Kandel, E.R. (2005). Psiquiatría, psicoanálisis
(2004). Biología de los trastornos de perso- y la nueva biología de la mente. Barcelona:
nalidad. En Roca Benassar, M. (coord.). Ars Médica, 2007.
Trastornos de personalidad. Barcelona: Ars
Médica. Koldobsky, N.M.S. (2001). Terapéutica
farmacológica de los desórdenes de perso-
Coccaro, E.F. & Siever, L.J. (2007). Neu- nalidad. Persona (Revista del Instituto Argen-
robiología. En Oldham, J.M.; Skodol, A.E. & tino para el Estudio de la Personalidad y sus
Bender, D.S. Tratado de los trastornos de la Desórdenes), 1(1).
personalidad. Barcelona: Elsevier-Masson.
Koldobsky, N.M.S. (2004). Terapia Farma-
Diccionario Ilustrado de Términos Médi- cológica para los Trastornos de la Personali-
cos. Medciclopedia. http:/ www.iqb.es dad. En Caballo, E.V.. Manual de Trastornos
de la Personalidad. Descripción, Evaluación
Eysenck, H.J. (1967). Fundamentos bioló- y Tratamiento. Madrid: Síntesis.
gicos de la personalidad. Barcelona: Fonta-
nella, 1970. Lee, R. & Coccaro, E.F. (2006). Biología
de los trastornos de la personalidad. En
Fernández Guerrero, M.J. (2007). A.F.Schatzberg & Ch. B. Nemeroff: Tratado
Trastorno límite de la personalidad. Estudio de Psicofarmacología.(Cap. 51). Barcelona:
de un concepto controvertido. Salamanca: Elsevier-Masson
Amarú
Livesley, W.J. (2003). Dilemas diagnósti-
First, M.B.; Bell, C.C.; Cuthbert, B.; cos en la clasificación de los trastornos de la
Krystal, J.H.; Malison, R. et al. (2002). Tras- personalidad. En Phillips, K.A.; First, M.B. &
tornos de la personalidad y trastornos de Pincus, H.A. Avances en el DSM. Dilemas en
relación. Agenda de investigación para el el diagnóstico psiquiátrico. Barcelona: Mas-
abordaje de los “vacíos” cruciales del DSM. son, 2005.
En Kupfer, D.J.; First, M.B. & Regier, D.A.
Agenda de investigación para el DSM-V. López Mato, A.M.; Illa, G.; Vázquez, G. &
Barcelona: Masson, 2004. Oyhamburu, P. (2006). Aspectos neurobioló-
gicos de los trastornos de personalidad. Per-
Fuente, J. Mª de la (1992). La personali- sona (Revista del Instituto Argentino para el
dad borderline. Monografías de Psiquiatría, Estudio de la Personalidad y sus Desórde-
4(6): 4-23. nes), 6(1): 22-38.

284 Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3


José Luis Marín y M.ª José Fernández

Marín, J.L. (2002). Psicofarmacología Clí- Smith, R. (2005). Medical journals are an
nica. Tratamiento de la ansiedad y la depre- extension of the marketing arm of pharma-
sión. Madrid: UNED. ceutical companies. PLoS Medicine, 2(5).

Marín, J.L. (2007). Curso de Experto en Soloff, P.H. (1998). Algorithms for phar-
Trastornos de Personalidad. Madrid: Socie- macological treatment of personality dimen-
dad Española de Medicina Psicosomática y sions: symptom-specific treatments for cog-
Psicología Médica. nitive-perceptual, affective and impulsive-
behavioral dysregulation. Bulletin of the
Millon, Th. (2000). Sociocultural concep- Menninger Clinic, 62(2): 195-214.
tions of the borderline personality. Psychi-
atric Clinics of North America, 23(1): 123- Soloff, P.H. (2007). Tratamientos somáti-
136. cos. En Oldham, J.M.; Skodol, A.E. & Ben-
der, D.S. Tratado de los Trastornos de la
Moizeszowicz, J. & Moizeszowicz, M. Personalidad. Barcelona: Elsevier-Masson
(2000). Psicofarmacología y territorio freudia-
no. Teoría y clínica de un abordaje interdisci-
Sperry, L. (2006). Psychopharmacology
plinario. Barcelona: Paidós.
as an Adjunct to Psychotherapy in the Treat-
ment of Personality Disorders. Journal of
Nicholson, S. (1992). Pharmacotherapy in
Individual Psychology, 62(3): 324-335.
Personality Disorder. Human Psychopharma-
cology, 7: 1-6.
Stein D.J. & Hollander, E. (1992). Neurobi-
Nickel, M.K.; Loew, Th.H. & Pedrosa Gil, ology of personality disorder: room for
F. (2007). Aripiprazole in treatment of border- research. Human Psychopharmacology, 7:
line patients: an 18-month follow-up. Psy- 409-410.
chopharmacology, 191(4): 1023-1026.
Valdés, M. (2005). Los trastornos de la
Paris, J. (1994). Borderline Personality personalidad desde la perspectiva evolucio-
Disorder. A Multidimensional Approach. nista. En Sanjuán, J. & Cela Conde, C.J. La
Washington: American Psychiatric Press. profecía de Darwin: Del origen de la mente a
la psicopatología. Madrid: Ars Médica.
Pérez Urdániz, A.; Rubio Larrosa, V.; Vega
Fernández, F.M.; Martín Navarro, N.; Molina Zullino, D.F.; Quinche, Ph.; Häfliger, Th &
Ramos, R. & Rubio García, I. (2005). Estudio Stigler, M. (2002). Olanzapine improves
sobre la eficacia y la seguridad de la gaba- social dysfunction in cluster B personality
pentina en el trastorno límite de la personali- disorder. Human Psychopharmacology, 17:
dad. Psiquiatría Biológica, 12(1): 1-7. 247-251.

Clínica y Salud, 2007, vol. 18 n.º 3 285

También podría gustarte