Alcanzar un crecimiento económico sostenible y suficiente para el país, y al mismo tiempo procurar el bienestar de la sociedad que lo conforma. He ahí una de las interrogantes que más preocupa a economistas y políticos, porque, tal parece que la teoría económica y su ejecución en la vida real difieren entre sí. Por ejemplo, uno puede considerar teóricamente que, si crece el ingreso real de un país, el consumo aumentará (claro, sin considerar cambios en otras variables, como el ahorro o los impuestos), y que, en consecuencia, esto aumentará de forma automática el bienestar de una sociedad. Sin embargo, en otros indicadores (dados por estas mismas organizaciones y los propios gobiernos), tales como nivel de analfabetismo, coeficiente de Gini (para determinar cuánta desigualdad hay en el país), o esperanza de vida, podemos observar que existen diferencias importantes, muy contrastantes a lo que se esperaría que ocurriera, dado que el ingreso del país es alto. Citemos algunos ejemplos. China ha estado creciendo de forma acelerada en los últimos años, destacándose tasas entre 7 e incluso 12 por ciento. Hoy en día es la segunda economía más grande del mundo, sólo por debajo de los Estados Unidos, y es mundialmente conocido por ser ‘la fábrica del mundo’, al comerciar en su mayoría, artículos manufacturados, representando así el 9 por ciento del comercio mundial. Pero, ¿qué pasa con China? Se distingue por ser competitivo, por eso es atractivo comprarle, sin embargo, esto no resulta muy bueno para sus habitantes, ya que esto implica abaratar considerablemente su mano de obra. Su coeficiente de Gini es de 0.46, cuando el máximo aceptable es de 0.4, lo que implica que en su sociedad hay muchos con muy poco ingreso y muy pocos con la mayor parte del ingreso nacional. Durante el 2014, la pobreza en China alcanzaba al 15 por ciento de sus habitantes (esto es, personas que viven con menos de 1.25 dólares al día. Su ingreso es el segundo más alto del mundo, pero ¿qué tal si hablamos del ingreso per cápita? Éste claramente no es de los más altos, dado que su población también es de las más grandes del mundo. China está por debajo de Luxemburgo, Noruega y Estados Unidos, y, además, por debajo de países como Brasil y México, quienes se encuentran unos lugares más arriba que éste. Aquí claramente vemos que, si bien el país está alcanzando un desarrollo económico alto, esto no se está reflejando en la calidad de vida de los ciudadanos chinos. ¿Estamos sacrificando la calidad de vida de unos con tal de obtener más y mejores cosas para otros? Veamos otro ejemplo. Corea del Sur es un país envidiable. Es un país altamente competitivo (#26 de 144 países según el Foro Económico Mundial), su ingreso per cápita es muy bueno (aunque por debajo del promedio de la OCDE, la educación es un pilar esencial para su desarrollo (su sistema educativo es el segundo mejor del mundo, de acuerdo con The Economist), tiene bajo desempleo (3.6 por ciento) y está en el lugar 28 de los mejores lugares del mundo para hacer negocios. ¿Qué podría estar mal con Corea del Sur? Competencia. En la teoría económica, entre más competitivo seas, más deseado será el bien en el mercado, y éste hará el resto para su comercialización. Pues bien, esto mismo ocurre, pero con personas. De 550 mil graduados de preparatoria, tan sólo 10 mil pueden acceder a una de las tres principales universidades del país. La presión que se vive en esa sociedad por ser el mejor, por obtener las mejores calificaciones, el mejor puesto de trabajo, hace que los mismos jóvenes del país (88 por ciento para ser exactos) deseen salir del país, o, bueno, suicidarse. Cabe a destacar que, en Corea del Sur, el suicidio es la principal causa de muerte entre jóvenes. Si un joven finalmente logra graduarse luego de tanta presión, al final tendrá que malbaratar un poco su mano de obra para poder ser contratado por las grandes corporaciones, que verán siempre por sus ganancias antes que por el individuo. ¿Quién define lo que es bienestar? Académicos, como Charles Jones y Peter Klenow, proponen maneras alternativas para calcular, de forma más cercana a la realidad, el bienestar en los países, en donde se incluiría, además del PIB per cápita, el consumo, el analfabetismo, mortalidad y desigualdad, entre otros aspectos que nos podrían dar una idea más aproximada a la realidad. Sin embargo, y esto es algo que nos aclaran los autores, pueden existir errores metodológicos, omisiones u formas distintas de calcular la misma variable entre países, lo que puede traer resultados no tan cercanos a la realidad. Podríamos revisar muchos ejemplos más, incluso en nuestro propio país, México, sobre cómo se explota la mano de obra por tan poco para que unos cuantos se beneficien enormemente, pero no acabaríamos en todo el día. Finalmente quisiera dejar como reflexión, ¿qué estamos dispuestos a sacrificar con tal de alcanzar ese tan anhelado crecimiento económico para así desarrollarnos como sociedad? Es muy posible que, las acciones que realicemos como sociedad con la finalidad de alcanzar lo que nosotros consideramos como ‘bienestar’, el día de mañana esto mismo se convierta en el obstáculo que impida a las siguientes generaciones alcanzar su propio bienestar. http://klenow.com/Jones_Klenow.pdf http://www.chinadaily.com.cn/opinion/2017-02/16/content_28217787.htm https://www.wto.org/english/res_e/statis_e/its2015_e/its2015_e.pdf http://blogs.wsj.com/chinarealtime/2014/10/15/more-than-82-million-chinese-live-on-less- than-1-a-day/ http://wenr.wes.org/2013/06/wenr-june-2013-an-overview-of-education-in-south-korea https://www.weforum.org/agenda/2015/04/why-economic-growth-is-no-measure-of-social- welfare/ http://www.economist.com/news/finance-and-economics/21596533-past-economic-growth- does-not-predict-future-stockmarket-returns-growth-paradox