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Bur, R; Erausquin, C y Ródenas, A.

(2001) Tensiones que Atraviesan la Inserción de los


Psicólogos en las Instituciones Educacionales. Trabajo presentado en el XXVIII Congreso
Interamericano de Psicología, Chile.

El presente trabajo se enmarca en un contexto de proyecto de investigación, el cual fue


realizado por alumnos de la carrera de Psicología. Dicho proyecto consistió principalmente
en un proceso de entrevistas, las cuales fueron aplicadas a 150 personas, quienes se
caracterizaban por ser profesionales tales como psicólogos, directivos y docentes, que
trabajaban en instituciones educativas en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. Luego
de la primera ronda de entrevistas, los alumnos que guiaban este proyecto acordaron recabar
más información por medio de entrevistas en profundidad con algunos de los psicólogos, con
el fin de obtener una mayor precisión respecto de las tensiones o conflictos por los que pasan
cotidianamente dichos profesionales en el ámbito educativo.

En la primera etapa del proyecto investigativo surgen algunos puntos de relevancia desde
tales como; la dificultad de los psicólogos para delimitar objetos de análisis e intervención
que se relacionen con lo educativo, se develaban las carencias en la formación académico-
profesional de los psicólogos respecto de la intervención y ejecución de tareas en el ámbito
educacional, la función más repetida por parte de los psicólogos entrevistados recaía en la
derivación de alumnos a agentes externos (hospitales, consultorios, etc), la intervención
predominante era de carácter individual en detrimento de las otras, focalizándose en los
alumnos. También se menciona que la función del psicólogo parece enfocarse en evaluación,
detección y derivación de los problemas individuales de los alumnos, así como aquellos
problemas que caracterizaban la intervención se referían mayoritariamente a problemas de
conducta, problemas de aprendizaje y finalmente problemas emocionales.

Se rescata de las entrevistas la idea de que el psicólogo tiene un rol histórico y social, el
cual se encuentra influenciado por la institución educativa en la cual trabaja, y donde además
debe lidiar con los cambios que aparecen con el pasar del tiempo y que muchas veces
quebrantan la cotidianidad de los colegios, obligando al psicólogo a generar nuevas formas
de intervención, apareciendo de esta forma la insuficiencia de herramientas con las que
cuentan los profesionales a veces.
Coll, C. (2001). Concepciones y tendencias actuales en psicología de la educación. En Coll,
C., Palacios, J., Marchesi, A, Desarrollo psicológico y educación. Vol. II. Psicología de la
educación escolar (pp. 29–64). Madrid: Alianza

El capítulo correspondiente al texto de Coll, Palacios y Marchesi (2001), comienza


abordando la historicidad respecto de la concepción de psicología de la educación, aludiendo
a que la psicología actualmente se encuentra como disciplina puente entre la psicología
general y la educación.
Sin embargo, otra idea a rescatar es la que el autor menciona respecto del objeto de estudio
de la psicología de la educación, refiriéndose a que si bien es una disciplina psicológica en
tanto estudia procesos psicológicos, también es una disciplina educativa, ya que aquellos
procesos psicológicos a los que se encuentra dirigido resultan ser inseparables de las
situaciones educativas en los que dichos procesos tienen su origen. Entonces se obtiene que
la psicología de la educación tiene como objeto de estudio los cambios que se producen en
las personas a raíz de su participación en actividades educativas, con todo lo que aquello
implica.
Respecto de los contenidos de la psicología de la educación se tiene que ésta se ocupa
principalmente de los cambios vinculados a los procesos de aprendizaje, desarrollo y
socialización, así como también se hace cargo de los factores que influyen en las situaciones
educativas que puedan estar directa o indirectamente relacionadas con los procesos de
cambio y que aportan en cuanto a explicar su orientación, características y resultados.
García, C. Carrasco, G. Mendoza, M. y Pérez, C. (2012). Rol del psicólogo en
establecimientos particulares pagados del Gran Concepción, Chile: Un proceso de co-
construcción. Estudios Pedagógicos, 38 (2) 169-185.

El artículo referido hace mención a las diferencias sustanciales entre la formación teórica
y la aplicación práctica del ejercicio del psicólogo en instituciones educativas. A través de
diversas entrevistas realizadas a psicólogos, profesores, directivos, alumnos y apoderados de
colegios particulares pagados de la ciudad de Concepción. Se recaba información respecto
del quehacer real del profesional psicólogo en dichos establecimientos.
El psicólogo aparece como tal en las instituciones educativas producto de la Reforma
educacional y su exigencia a los establecimientos de dar respuesta a la crisis valórica
imperante en la sociedad actual. En un comienzo, como solución parche, los docentes
terminaban asumiendo la formación de los estudiantes en ámbitos afectivos y sociales, por
lo que ante el requerimiento de los establecimientos hacia los docentes de ser “expertos” en
áreas que iban más allá de su propia disciplina, estos dan cuenta de lo necesario que se les
hacía contar con profesionales que apoyaran su labor.
Se hace mención a las cuatro etapas por las que ha atravesado la Psicología Educacional,
siendo la primera de estas, aquella fase que se encontraba ligada fundamentalmente a la
educación especial, enfocada en diferencias individuales, diagnóstico y tratamiento de
alumnos con problemas. Una segunda etapa se ve caracterizada por la atención en aspectos
emocionales, afectivos y sociales de los estudiantes. En la tercera fase se resalta el apoyo del
psicólogo en la práctica docente. Finalmente se llega a la fase actual en donde los fenómenos
ya no son considerados individuales, sino que se considera el contexto en el cual estos
aparecen.
En Chile, las funciones del psicólogo se encuentran definidas por los
directores/sostenedores, por lo cual se genera un rol del psicólogo enfocado en las
necesidades tanto administrativas como económicas del establecimiento, limitando así la
posibilidad de desarrollar labores en otras áreas. En este sentido se concluye que el rol del
psicólogo sería co-construido entre el profesional y su respectiva comunidad educativa,
donde se tornan relevantes las necesidades específicas de establecimiento.
Palazzoli, M. Cirillo, S., D’ Ettorre, L., Garbellini, M., Ghezzi, D., Lerma, M., Nichele, M.
(2004). Mago sin magia. Argentina: Paidós educador.

La idea principal que destaca este capítulo se refiere a los “clientes potenciales” de los
psicólogos educacionales, los cuales se componen por todos aquellos actores que conforman
la comunidad educativa, desde los directores, hasta docentes, alumnos y apoderados.
En la institución educativa, aquellos clientes que se acercan al psicólogo no cuentan con
la idea de necesitar ellos una intervención, sino que acuden al profesional derivando casos
que piensan, son patológicos, de tal forma que centran sus expectativas en una intervención
directa por parte del psicólogo o bien que éste proponga consejos terapéuticos, definiéndolo
así como “mago omnipotente”, el cual debe poseer los conocimientos y la experiencia
requerida para resolver cada caso que le asignan.
Frente a esta derivación el psicólogo tiene la opción de responder frente a la demanda de
tres formas diferentes, siendo la primera de ellas la respuesta con una actitud de
consentimiento pasivo, en donde acepta el señalamiento y comienza a efectuar el diagnóstico
y posterior tratamiento. La otra opción es responder a la demanda traspasando el “problema”
al docente, lo cual generalmente termina por generar un rechazo hacia el psicólogo por parte
de los docentes producto de la “carga” extra que les confiere analizar el caso señalado en los
comités solicitados por el psicólogo. Finalmente, una tercera opción se refiere a la actitud de
rechazo por parte del psicólogo a tomar “casos”, donde por lo general son tomados como
desafíos a la institución, posicionando a los profesionales ante conflictos con los directores
y docentes del establecimiento.
Respecto de los pedidos de los “clientes potenciales” se menciona que, respecto de los
directores, suelen destacarse demandas como formación de clases, diagnósticos de las clases
que prevengan desadaptación escolar, intervención técnica con los docentes, asesoramiento
para innovaciones educativas, orientación escolar y vocacional para los alumnos,
intervenciones en temáticas juveniles como drogas, delincuencia, etc.
Acerca de los pedidos de las familias destacan la intervención con hijos con “problemas”,
integración de hijos con discapacidad psicofísica, asesorías acerca de problemas
educacionales, entre otros.
En lo que refiere a las solicitudes de los alumnos, por lo general se destaca la creencia
social de que el psicólogo trata a los “locos”, por lo cual se encuentran atemorizados por su
presencia, y más aún, por su intervención. Sin embargo, existen casos puntuales que acuden
al psicólogo en momentos críticos de su estadía en la escuela.
Finalmente, acerca de los pedidos de los docentes, se agrupan por lo general en demandas
relacionadas con la intervención diagnóstica, asesorías respecto de temas psicológicos,
expectativas del psicólogo como experto en relaciones interpersonales, etc.

Vidal, J. (2007). Aportes del psicólogo educacional a los establecimientos educativos.

Universidad de Chile.

El presente texto aborda al comienzo un poco de historicidad respecto de la aparición del


psicólogo en contextos educativos, hasta llegar al punto en donde se indica que actualmente,
la psicología de la educación se visualiza como disciplina puente entre los conocimientos
generados por la psicología científica y la educación, y que de esta forma comparte su objeto
de estudio con otras ciencias enfocadas también en educación. En este sentido la psicología
estudia los procesos educativos con una triple finalidad: contribuir a la elaboración de una
teoría que permita comprender y explicar los procesos educativos; ayudar a la elaboración de
procedimientos, estrategias y modelos de planificación e intervención que permitan orientar
estos procesos en una dirección determinada y, colaborar en la instauración de prácticas
educativas más eficaces, satisfactorias y enriquecedoras para aquellos que participan de
dichas experiencias.

Contextualizando el rol del psicólogo en nuestro país, Chile se caracteriza por no tener
ningún marco legal ni institucional que regule el desempeño de dichos profesionales en
instituciones educativas, así como tampoco existen aquellos marcos que permitan desarrollar
la psicología educacional como ciencia científica, por lo que en última instancia, el rol del
psicólogo se ve invisibilizado en ámbitos educativos, de esta misma manera el trabajo
profesional del psicólogo se ve mayormente enfocado a la aplicación clínica en contextos
educativos, caracterizándose por los psicodiagnósticos y atención de casos individuales
(“problemas”) al interior de los establecimientos.

A pesar de lo mencionado anteriormente, luego de analizar aquellas variables que mayor


influencia tenían a la hora de llevar a cabo el aprendizaje en los alumnos se llegó a la
conclusión de que aquel elemento que potenciaba mayormente las divergencias entre los
aprendizajes de los alumnos resultaba ser el clima emocional en salas, el cual surge de las
relaciones e interacciones de todos los actores de la institución educativa. Por lo que una
mejora en el clima educativo debe estar enfocada hacia factores globales e interaccionales
del sistema en su totalidad, y no en casos individuales, como se ha venido haciendo hasta
ahora.

En este sentido los psicólogos se deberían incorporar a los establecimientos bajo la


búsqueda de un adecuado clima escolar, interviniendo en el sistema en su totalidad, desde la
preocupación por la salud mental de los docentes, por medio de intervención directa, por
ejemplo, en control de estrés, así como el trabajo en el manejo de conflictos al interior de la
escuela. También debe contribuir en la formación de los miembros de la escuela respecto del
desarrollo de los alumnos, para así lograr una mejor comprensión y posterior trabajo con
niños y adolescentes.

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