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En la primera etapa del proyecto investigativo surgen algunos puntos de relevancia desde
tales como; la dificultad de los psicólogos para delimitar objetos de análisis e intervención
que se relacionen con lo educativo, se develaban las carencias en la formación académico-
profesional de los psicólogos respecto de la intervención y ejecución de tareas en el ámbito
educacional, la función más repetida por parte de los psicólogos entrevistados recaía en la
derivación de alumnos a agentes externos (hospitales, consultorios, etc), la intervención
predominante era de carácter individual en detrimento de las otras, focalizándose en los
alumnos. También se menciona que la función del psicólogo parece enfocarse en evaluación,
detección y derivación de los problemas individuales de los alumnos, así como aquellos
problemas que caracterizaban la intervención se referían mayoritariamente a problemas de
conducta, problemas de aprendizaje y finalmente problemas emocionales.
Se rescata de las entrevistas la idea de que el psicólogo tiene un rol histórico y social, el
cual se encuentra influenciado por la institución educativa en la cual trabaja, y donde además
debe lidiar con los cambios que aparecen con el pasar del tiempo y que muchas veces
quebrantan la cotidianidad de los colegios, obligando al psicólogo a generar nuevas formas
de intervención, apareciendo de esta forma la insuficiencia de herramientas con las que
cuentan los profesionales a veces.
Coll, C. (2001). Concepciones y tendencias actuales en psicología de la educación. En Coll,
C., Palacios, J., Marchesi, A, Desarrollo psicológico y educación. Vol. II. Psicología de la
educación escolar (pp. 29–64). Madrid: Alianza
El artículo referido hace mención a las diferencias sustanciales entre la formación teórica
y la aplicación práctica del ejercicio del psicólogo en instituciones educativas. A través de
diversas entrevistas realizadas a psicólogos, profesores, directivos, alumnos y apoderados de
colegios particulares pagados de la ciudad de Concepción. Se recaba información respecto
del quehacer real del profesional psicólogo en dichos establecimientos.
El psicólogo aparece como tal en las instituciones educativas producto de la Reforma
educacional y su exigencia a los establecimientos de dar respuesta a la crisis valórica
imperante en la sociedad actual. En un comienzo, como solución parche, los docentes
terminaban asumiendo la formación de los estudiantes en ámbitos afectivos y sociales, por
lo que ante el requerimiento de los establecimientos hacia los docentes de ser “expertos” en
áreas que iban más allá de su propia disciplina, estos dan cuenta de lo necesario que se les
hacía contar con profesionales que apoyaran su labor.
Se hace mención a las cuatro etapas por las que ha atravesado la Psicología Educacional,
siendo la primera de estas, aquella fase que se encontraba ligada fundamentalmente a la
educación especial, enfocada en diferencias individuales, diagnóstico y tratamiento de
alumnos con problemas. Una segunda etapa se ve caracterizada por la atención en aspectos
emocionales, afectivos y sociales de los estudiantes. En la tercera fase se resalta el apoyo del
psicólogo en la práctica docente. Finalmente se llega a la fase actual en donde los fenómenos
ya no son considerados individuales, sino que se considera el contexto en el cual estos
aparecen.
En Chile, las funciones del psicólogo se encuentran definidas por los
directores/sostenedores, por lo cual se genera un rol del psicólogo enfocado en las
necesidades tanto administrativas como económicas del establecimiento, limitando así la
posibilidad de desarrollar labores en otras áreas. En este sentido se concluye que el rol del
psicólogo sería co-construido entre el profesional y su respectiva comunidad educativa,
donde se tornan relevantes las necesidades específicas de establecimiento.
Palazzoli, M. Cirillo, S., D’ Ettorre, L., Garbellini, M., Ghezzi, D., Lerma, M., Nichele, M.
(2004). Mago sin magia. Argentina: Paidós educador.
La idea principal que destaca este capítulo se refiere a los “clientes potenciales” de los
psicólogos educacionales, los cuales se componen por todos aquellos actores que conforman
la comunidad educativa, desde los directores, hasta docentes, alumnos y apoderados.
En la institución educativa, aquellos clientes que se acercan al psicólogo no cuentan con
la idea de necesitar ellos una intervención, sino que acuden al profesional derivando casos
que piensan, son patológicos, de tal forma que centran sus expectativas en una intervención
directa por parte del psicólogo o bien que éste proponga consejos terapéuticos, definiéndolo
así como “mago omnipotente”, el cual debe poseer los conocimientos y la experiencia
requerida para resolver cada caso que le asignan.
Frente a esta derivación el psicólogo tiene la opción de responder frente a la demanda de
tres formas diferentes, siendo la primera de ellas la respuesta con una actitud de
consentimiento pasivo, en donde acepta el señalamiento y comienza a efectuar el diagnóstico
y posterior tratamiento. La otra opción es responder a la demanda traspasando el “problema”
al docente, lo cual generalmente termina por generar un rechazo hacia el psicólogo por parte
de los docentes producto de la “carga” extra que les confiere analizar el caso señalado en los
comités solicitados por el psicólogo. Finalmente, una tercera opción se refiere a la actitud de
rechazo por parte del psicólogo a tomar “casos”, donde por lo general son tomados como
desafíos a la institución, posicionando a los profesionales ante conflictos con los directores
y docentes del establecimiento.
Respecto de los pedidos de los “clientes potenciales” se menciona que, respecto de los
directores, suelen destacarse demandas como formación de clases, diagnósticos de las clases
que prevengan desadaptación escolar, intervención técnica con los docentes, asesoramiento
para innovaciones educativas, orientación escolar y vocacional para los alumnos,
intervenciones en temáticas juveniles como drogas, delincuencia, etc.
Acerca de los pedidos de las familias destacan la intervención con hijos con “problemas”,
integración de hijos con discapacidad psicofísica, asesorías acerca de problemas
educacionales, entre otros.
En lo que refiere a las solicitudes de los alumnos, por lo general se destaca la creencia
social de que el psicólogo trata a los “locos”, por lo cual se encuentran atemorizados por su
presencia, y más aún, por su intervención. Sin embargo, existen casos puntuales que acuden
al psicólogo en momentos críticos de su estadía en la escuela.
Finalmente, acerca de los pedidos de los docentes, se agrupan por lo general en demandas
relacionadas con la intervención diagnóstica, asesorías respecto de temas psicológicos,
expectativas del psicólogo como experto en relaciones interpersonales, etc.
Universidad de Chile.
Contextualizando el rol del psicólogo en nuestro país, Chile se caracteriza por no tener
ningún marco legal ni institucional que regule el desempeño de dichos profesionales en
instituciones educativas, así como tampoco existen aquellos marcos que permitan desarrollar
la psicología educacional como ciencia científica, por lo que en última instancia, el rol del
psicólogo se ve invisibilizado en ámbitos educativos, de esta misma manera el trabajo
profesional del psicólogo se ve mayormente enfocado a la aplicación clínica en contextos
educativos, caracterizándose por los psicodiagnósticos y atención de casos individuales
(“problemas”) al interior de los establecimientos.