Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sec
ret
odel
osRe
gal
os
No dude en compartir el enlace de este libro
electrónico con sus amigos. Se puede publicar o
compartir el enlace o hacer una impresión parcial
o completa del texto, no obstante, favor de no
hacer modificación alguna o publicar u ofrecer
copias del libro electrónico para descarga en sitios
aparte de la lista abajo o por otro servicio de
descargas. Si desea obtener copias múltiples o
reimprimir partes del texto en un boletín o
publicación, favor de atender las siguientes
restricciones:
Gaspar
El primero de los tres reyes magos en acercarse al establo fue
Gaspar. Su capa, de terciopelo fino, era elegante, con pelaje sin
falla. En su cintura y garganta tenía piedras preciosas. Él era un
hombre rico. Quienes lo observaron solamente cómo se detuvo
brevemente enfrente de la puerta. ¡El reza!, susurraron los unos a
los otros cuando sus labios movieron. Pero estaban equivocados.
2
Ellos no podían ver al ángel Gabriel quien era guardián de aquel
sitio sagrado.
Te dejo saber, que todos los que entren aquí deben dejar un regalo,
¿Has traído uno?
3
¡Así será y así es! Has traído tu esencia.
¿Ofrecer esto? Gaspar miró con horror al martillo. ¡No puedo dejar
esto con el santo rey!
Melchor
El siguiente rey en acercarse al pesebre fue Melchor, el erudito. No
se vestía tan elegante o resplandeciente como Gaspar ya que su
vida era de los intelectuales. Su barba larga y los surcos de su frente
mostraban a alguien versado de la sabiduría de los ancianos.
Quienes miraron se callaron cuando Melchor se paró en frente de
la entrada. Sólo Melchor pudo ver al Ángel en el sitio resguardando
la puerta y solamente él oyó sus palabras.
¡Qué burla! ¡Me han engañado—es una treta! Escupió las palabras
con furia. ¡No es el incienso que traje!
5
¿Entonces, qué es? preguntó el Ángel.
Baltasar
Quedó aún uno más esperando para dar su ofrenda. Él se adelantó
con la espalda recta y firme como un árbol; sus hombros parecían
una viga de roble. Su conducta fue como la de un militar. Ese era
Baltasar, líder de legiones; aflicción y molestia de incontables
ciudades amuralladas. Apretó el mango de ébano pulido, aguantó
su caja encuadernada de latón, y un murmullo pasó entre los
vigilantes mientras vieron al rey vacilando en la entrada.
7
ojos. Lo que apareció a los pies del infante era su propia lanza. El
bastón redondo relució con el sudor donde sus palmas de sus
manos habían humedecido. Los bordes agudos de la punta
capturaron la trémula luz de la lámpara.
¡Tú hablas acertijos! —gritó el sabio y dio vuelta hacia el ángel. ¡Te
enseñaré a bramar en un momento como éste! —y levantó su puño
para pegarle.
¿Estás seguro que debo dejarla aquí con él? - El ángel después una
prolongada exhalación cuchicheó al sabio.
Y dicen que Baltasar salió calmado del establo, con sus brazos
colgantes tranquilos a sus lados, y que primeramente anduvo donde
le esperaban Gaspar y Melchor abrazándoles como hermanos.
Entonces girando hacia los vigilantes, fue al primero y luego al
siguiente abrazándolos a cada uno, como si saludara a unos amigos
que no había visto hace muchos años.
10