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INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA PSICOANALÍTICA

El psicoanálisis es una determinada psicología, una teoría relacionada con los


mecanismos y sistemas psicológicos humanos. En cierto modo es una teoría
antropológica y, por tanto, tiene relación con la filosofía. Es una cosmovisión de
los problemas antropológicos, en todas las variantes y ámbitos del ser humano.
Por ello los conceptos tratados varían desde la sociedad, la economía, la
psicología…
A pesar de ello es una teoría principalmente psicopatológica.
Estos aspectos del psicoanálisis han ido surgiendo en la construcción abierta de
Freud, que se caracteriza por ser un desarrollo continuo y cambiante, ya que
quiere dar explicación o solución a una reflexión sobre datos y experiencias que
se renuevan continuamente.
Y, en último término, el psicoanálisis es fruto de unos descubrimientos llevados a
cabo en contextos clínicos y psicopatológicos.
La aparición del psicoanálisis se completo en 1900 con la interpretación de los
sueños que tiene antecedentes: una psicología que pretende ser científica, el
evolucionismo y sus teorías acerca de la adaptación al medio y las estructuras
humanas evolucionadas; y el positivismo que rechaza todo aquello que no se
puede comprobar en la experiencia.
El positivismo inicia la pretensión del conocimiento científico de la psicología,
ya que establece que los procesos mentales se pueden estudia r como fenómenos
y, por tanto, están regidos por leyes, que deben ser buscadas por la psicología.
Los fenómenos psicológicos tienen estructuras dependiendo de las estructuras
fisiológicas, esto es, los procesos psicológicos se relacionan con procesos físicos;
esta relación conlleva el estudio de los fenómenos físicos para explicar los
fenómenos psíquicos.
En el siglo XIX nace la frenología, que antecede a la psicología.
Mariano Cubí es primer frenólogo español. La frenología considera que las
propiedades psíquicas de un individuo y su conducta están determinadas por
su cerebro.
Además, el cerebro posee ciertas cosas o centros, desarrollados más o menos.,
que poseen propiedades específicas de las que dependen las propiedades
psíquicas, lo que se conoce como teoría localista de la mente. Muchos frenólogos
creyeron que las variaciones en la formación del cráneo indican los grados de
esos centros cerebrales; lo que les conduce a realizar la cronoscopio o visión y
estudio del cráneo, para relacionarlo con el desarrollo del cerebro. A través de la
cronoscopio se puede averiguar una serie de virtudes y defectos, por lo que se
empieza a creer en un determinismo físico.
Hacia 1860 Paúl Broca descubrió la zona cerebral responsable del lenguaje
hablado, que se localiza en lóbulo izquierdo del cerebro: Este hallazgo implica la
aceptación de que el lenguaje o capacidad lingüística humana posee varios
centros cerebrales. Más tarde Wernike descubrió la zona que determina el
entendimiento del lenguaje oído.
Fritsch y Hitzig descubren que la estimulación eléctrica de algunas zonas
cerebrales conlleva un acto físico. Todos estos descubrimientos se asientan en la
idea frenológica de que el cerebro determina nuestra conducta y nuestras
capacidades. El psicólogo Greisinger asoció determinantemente los trastornos
psíquicos con lesiones orgánicas y principalmente cerebrales con la frase no hay
neurosis sin psicosis.
Ramón y Cajal descubre hacia 1880 que el tejido nervioso está constituido por
unidades sueltas llamadas neuronas. Este descubrimiento acaba con la teoría que
establecía el tejido nervioso en forma de red lo que implicaba la continuidad de
sus elementos. Las neuronas funcionan fisiológicamente como una unidad. Y los
impulsos que viajan a través de las neuronas llevan un cierto orden hacia los
centros nerviosos.
Sherrington admite la acción integradora del sistema nervioso: la neurona recibe
la información en diferentes niveles, ya vengan del exterior o del interior del
organismo, y la reenvía hacia el centro nervioso responsable de cada nivel o
función, para que estos a su vez emitan una respuesta. Según esta teoría, todas las
respuestas nerviosas, nuestra conducta e incluso los defectos psicopatológicos
provienen de los centros nerviosos cerebrales.

Sigmund Freud recibe todas estas teorías neurológicas consecutivas en la


Universidad de Viena, donde se verá influenciado por sus profesores Brucke y
Maynert. Freud comenzó a estudiar como investigador de neurología comparada,
haciendo varios estudios importantes en animales. Tb. Hizo estudios importantes
sobre las sustancias alteradoras del sistema nervioso, en concreto la cocaína. Por
ciertos problemas Freud decide abandonar los estudios neuro-psicológicos para
abordar la psicopatología a través de la neurología, es decir, la fisiopatología.
En Paris Freud conoció a J.M. Charcot, que estudiaba a pacientes histéricos. La
histeria aparecía como un conjunto de trastornos patológicos o conductistas que
no iban acompañados de una lesión cerebral, lo que provocó que no fuese
considerada como enfermedad patológica sino como simulaciones de trastornos.
Charcot pretende establecer que la histeria es un síndrome de trastorno, ya que:
tiene unas pautas estables, se puede diagnosticar y, por tanto pronosticar.
Diferenció cuatro fases en la estructura de la histeria: periodo epileptoide o de
convulsiones, periodo de clown o de saltos y piruetas, periodo de actitudes
pasionales y periodo de delirios. Este orden es fijo, por lo que la histeria es
universal. Llegó a la conclusión de que los trastornos histéricos son consecuencia
de un trastorno de tipo funcional, y que los factores que determinan sus
reacciones son
De tipo simbólico afectivo.
El método de estudio de Charcot es la hipnosis, que es un control del paciente por
parte del hipnotizador a través del lenguaje y las ideas, ya que el paciente
hipnotizado no sigue consciente pero su sistema asociado de ideas sigue en
funcionamiento, desconectado del proceso consciente. La conclusión de Charcot
es que en la mente hay diversas asociaciones de ideas autónomas al individuo y
que establecen distintas funciones en el individuo. El fallo en una idea o
asociación produce un trastorno psicopatológico, de tal modo que la idea o
asociación fallida está desconectada del resto, pero unida al proceso consciente lo
que produce lesiones funcionales o conductistas en el individuo, sin que él pueda
hacer nada por controlarlas. Pero a través hipnosis se puede acceder a las ideas no
fallidas y desconectadas del proceso consciente, solucionando las lesiones en el
transcurso de la hipnosis. Está conclusión estableció que puede haber trastornos
que provengan de trastornos funcionales mentales, lo que influyó decisivamente
en el pensamiento de Freud. Además C. estableció que la única causa de la
histeria es la herencia del sistema nervioso débil.

Freud continuó el trabajo de C., interiorizando su método de trabajo e


investigando rasgos, en principio caóticos, pretendiendo establecerlos en una
estructura fija y poder definirlos como una enfermedad. En las páginas
neurológicas de Charcot, Freud establece que los síntomas de un histérico son
psicosomáticos, es decir, los síntomas son somatizaciones de síntomas psíquicos.
Además, son síntomas paralelos a los de una persona sana, en tanto que, mientras
los dos poseen una afectación psicopatológica con representaciones somáticas, el
sano reconoce cual es su afecto y el histérico, en cambio, lo ignora. C. descubrió
que esos traumas eran representaciones dominantes en el cerebro del enfermo, en
momentos de especial disposición de las que los histéricos no son conscientes
porque están desagregados del proceso consciente o del yo.
Breuer siguió, al igual que Janet, la teoría de Charcot. Freud le conoció antes de
conocer a Charcot y juntos estudiaron el peculiar caso de Ana O, una paciente de
Breuer que, a pesar de ser médico general, le atendió en su problema psicológico.
Con el caso de Ana O, abandonado por Breuer y estudiado por Freud, se podría
decir que se inició el psicoanálisis. Ana O, la señora Berta Papperteim, fue tratada
por Breuer entre 1880 y 1882. Tras dedicarle un caso especial a su padre en la
fase terminal de su enfermedad; Ana presentó una serie de síntomas peculiares
raros y acompañados de trastornos psíquicos, al parecer incausados. Un episodio
singular fue en el que le sobrevino una profunda desorganización general y
creciente del lenguaje. Llegó al total mutismo durante dos semanas, a partir de las
cuales recuperó el habla, abandonando, al parecer inconscientemente, el alemán
hablado, y utilizando el inglés; al cabo del tiempo dejó incluso de entender el
alemán
Otro episodio singular resultó importantísimo en el estudio de sus trastornos. En
verano Ana fue presa de una profunda hidrofobia, al parecer incausada. A las seis
semanas, entraba con frecuencia en un estado similar al de la hipnosis, Breuer le
hizo responder ante esas palabras, a lo que Ana relató un suceso desagradable en
el que participaba el agua, y en el cual ella no manifestó sus emociones.
Seguidamente Ana pidió de beber y despertó de la hipnosis bebiendo. La
estructura del caso es:

a) Hipnosis o estado similar automático.


b) Síntomas histéricos: Hidrofobia sin explicación.
c) En estado similar a la hipnosis: pronunciación de palabras.
d) En estado de hipnosis provocado: en respuesta de esas palabras Ana evoca
una situación traumática pasada, relacionada con el agua de manera muy
emocional, indicando que en aquella situación Ana no manifestó nada.
e) Ana anula la hidrofobia bebiendo agua.
Breuer deduce que la emocionalidad con la que Ana evoca el suceso se le había
quedado atascada, la tenía retenida desde que sucedió. Es evidente que, de algún
modo, esta retención era causante del trauma, ya que parece que la verbalización
del suceso con la emocionalidad retenida resuelve el trauma hidrofóbico. La
evidencia de que el recuerdo de la situación traumática soluciona el trauma se
repite en muchas otras ocasiones. De este caso se deducen las siguientes
conclusiones:
Los síntomas histéricos son análogos a los de los pacientes de Charcot; Ana no
reconoce la causa. En estado similar a la hipnosis se reproducen palabras que
están relacionadas, aparentemente, con la situación traumática. Aparece la
novedad de la evocación de un recuerdo biográfico, que se identifica con la causa
del trauma, y la identificación de ese recuerdo con el momento presente
soluciona el trauma.
Se da una reestructuración de la situación traumática con la manifestación, quizá
liberación, de una carga emotiva atascada.

A partir de estos dato empíricos, no investigados, se elabora una interpretación: si


con la evocación latente Ana seguía teniendo el trauma, y con la emoción
manifiesta Ana deja de tenerlo; luego, la emoción latente es la causante del
trauma; los enfermos histéricos padecen de reminiscencias, lo que es patológico
son los acontecimientos biográficos por lo que, en el estudio del problema, entran
los propios sujetos y sus experiencias biográficas/ biológicas.

La comunicación preliminar de Breuer y Freud es una síntesis del primer estadio


de la histeria, donde se definen sus características; en ella aseguran haber hallado,
sorprendentemente, la terapia a la histeria, haciendo recordar al paciente el suceso
traumático, y afirman que el histérico padece de reminiscencias. Breuer abandonó
el caso de Ana O debido a la aparición de tendencias amorosas de Ana hacia él,
hasta el punto de que se imaginaba que estaba embarazada de él. Más tarde Freud
comprobó que esta tendencia o dependencia psicológica del terapeuta es un
momento estructural de la terapia, y lo denominó transferencia. Importante es
recalcar que, mediante órdenes, el hipnotizador consigue que el paciente
responda contenidos inconscientes, lo que prueba la desagregación de ideas de
Charcot, que ahora pasa a ser desagregación de hechos biográficos en la
memoria. Pero además la desatascación del hecho biográfico con la emotividad
correspondiente conduce produce una terapia al trauma. La innovación que
introduce Freud al método de Charcot y Breuer es que, llegado el momento,
Freud abandona la hipnosis, lo que tiene consecuencias generales en el contenido
de su teoría. La hipnosis había establecido la existencia de u n psiquismo
inconsciente, desagregado del consciente, y donde se reúnen datos biográficos
inconscientes, causantes de los traumas en los histéricos. Y el psicoanálisis recibe
todos estos datos adquiridos empíricamente por el hipnotismo.
El término inconsciencia o sin conciencia fue utilizado por Leibniz para referirse
a aquellas ideas que son pensadas, pero que por ser percepciones infinitamente
débiles no son conscientes. Para explicar procesos grandes hace falta tener en
cuenta unidades o procesos infinitamente débiles porque todo es fuerza e incluso
estas unidades ejercen una fuerza sobre los procesos mayores.
Estas conclusiones de Leibniz nos exigen preguntarnos dónde está la diferencia
entre los dos psiquismos. Y Herbant concibió esa diferencia en un umbral de
conciencia, donde los elementos de un lado y los de otro pueden entrar y salir, y
pueden interactuar entre ellos. Freuer aseguró la existencia de varios umbrales
psicofísicos, uno de los cuales es el umbral diferencial, que separa los estímulos
perceptibles de los no perceptibles o infraliminares (debajo del limen o umbral).
Estos umbrales están relacionados con las asociaciones de ideas, que aparecerán
en función de estos umbrales. En su estudio sobre la afasia, Freud hace un escrito
pre-psicoanalítico, donde piezas fundamentales intervienen, más tarde, en el
psicoanálisis. Las afasias, tanto las locales como las conductuales (fallos en los
conductores entre arcas cerebrales), se habían convertido en el método principal
de estudio del funcionamiento del lenguaje. Los datos encontrados por estudios
anteriores eran: puede haber representaciones en una zona y otra estar dañada;
hay funciones lingüísticas de distintos niveles de complejidad; existe un
paralelismo entre el lenguaje hablado y entendido, y el lenguaje emocional,
pudiéndose darse este aunque el hablado falle. Hughling Jackson definió una
visión evolutiva del sistema nervioso. Hay funciones que se van complejizando,
es decir de formas simples pasan a formas más complejas diferenciadas en
diferentes niveles, como ocurre en el lenguaje. Esto supone que el lenguaje
complejo es la culminación de la adquisición de ciertos niveles de desarrollo del
lenguaje, pasando de lo genérico a lo específico. Según esto, los trastornos
presentan un fallo o pérdida de un momento de la evolución con lo que
provocarían una regresión a lo anterior. Freud escribe su estudio pretendiendo
rechazar un localizacionismo extremo, es decir, le quitaba importancia a los
factores anatómicos para darle más importancia a los fisiológicos y funcionales.
El área del lenguaje es una región del cortical continua defiende Freud dentro de
la cual tienen lugar las asociaciones y transmisiones. Los procesos patológicos
son procesos que tienen que ver con perturbaciones de nivel semántico, mediadas
por dimensiones fonológicas. Freud supone que los procesos fisiológicos
probablemente afecten a los procesos psicológicos, y que el proceso psíquico es
paralelo al fisiológico, no tienen una relación causa- efecto. Ese paralelismo se
muestra en algunos puntos como perturbaciones del lenguaje. Es curioso darse
cuenta de que ciertos problemas del lenguaje, en algunos niveles, no perturban la
función completa del lenguaje. Freud se ocupa concretamente de la fallida
asociación entre palabras que se desean decir y las que se dicen. En este caos es
evidente la existencia de un paso en el lenguaje de incorporación de la palabra.
Lo que Freud se representa ahora, y que más tarde volverá a referirse a ello es
que la palabra y con ello todo lo que se relaciona con ella (imagen cenestésica
unida a la imagen visual para lo impreso, y a la imagen visual para lo
manuscrito). La palabra se relaciona con las asociaciones del objeto que pueden
ser: visuales, táctiles,… es decir son redes semánticas del objeto. Lo fundamental
es la relación presente entre la palabra y objeto, reflejo de una teoría mental
asociativa que puede presentar fallos en las comunicaciones o asociaciones. Pero
en la mente no se asocian puntos fijos, sino funciones y procesos que se pueden
alterar. Freud vuelve a presentar que el lenguaje se basa en el lenguaje emocional,
lo que conlleva que un problema del lenguaje pueda tener su base en un problema
emocional. Se podría decir que Wilhelm Fliess fue el sucesor de Breuer en la
amistad principal de Freud; en su relación va a ir tomando cuerpo el
psicoanálisis. Fliess va a ir estudiando temas relacionados con la neurología y la
sexualidad infantil. Dedujo que la sexualidad aparece antes que la razón, y
también que los dos sexos están presentes en los cuerpos, cuya tendencia hacia
uno u otro depende de ciclos numéricos. En el marco de esta amistad Freud
escribe Proyecto de Psicología científica o para neurólogos. Es un texto
inacabado que supuso el arranque de muchas ideas psicoanalíticas. Con él Freud
pretendía estructurar la psicología como ciencia natural, por lo que realizó una
visión científica psicofísica estructurada que encajara con los problemas
patológicos encontrados. Más tarde tuvo que pensar en escribir una visión de la
psicología general en la que encajara esta primera visión. Freud no construye este
proceso empíricamente, basándose en hechos probados, sino que lo construye
como un modelo teórico, abstracto, derivado de ideas generales, con la finalidad
de que este proyecto sirviera para poder explicar los datos empíricos.
Las ciencias naturales a diferencia de las del espíritu, poseen leyes fijas, desde las
cuales se sigue un progreso. La falta de leyes físicas en las ciencias del espíritu
conlleva un deseo de estructurarlas como ciencias naturales. Y la psicología se
presenta como la ciencia base para entender el hombre, lo que facilitará la
conversión a ciencias estructuradas de aquellos saberes. Por eso Freud quiso
organizar la psicología como una ciencia natural, y por eso su proyecto no habla
del espíritu sino que presenta los procesos psíquicos como estados, con
propiedades estables, cuantitativamente determinados, medibles de partículas
materiales específicas, las neuronas, sometido a leyes generales del movimiento.
Y la base de esos movimientos es la energía. El organismo es un sistema que se
auto mantiene en equilibrio. Bernard estudió el funcionamiento de mecanismos
fisiológicos que mantienen la estabilidad del organismo, definiendo como
homeostasis la fijación del sistema interno (la sangre) que proporciona la
estabilidad del sistema externo. Y Freud transportó esta idea a las neuronas,
deduciendo que las neuronas se caracterizan por la inercia neuronal, es decir, las
neuronas después de recibir una energía, tienden a descargarla para mantener la
situación inicial. Y como las neuronas se encargan de definir las respuestas a los
estímulos recibidos, pueden ser la base de la estabilidad orgánica en función del
movimiento. En el organismo, separadas de su entorno existen pantallas de
cantidad, que impiden que las energías, tanto interiores como exteriores salgan o
entren, es decir, el organismo es un sistema cerrado. Pero, mientras que el sistema
necesita mantenerse estable, el entorno está introduciendo ciertas cantidades de
energías en el organismo. Si está claro que el organismo responde liberando
energías ante el estímulo que presenta al recibirla, existen mecanismos E-12 o
mecanismo reflejos que responden inmediatamente a un estímulo. La función
inmediata del organismo es la función primaria que permite descargar la energía
para estabilizar el organismo. Pero esta función, aparte de ser cuantitativa
respecto a la energía, también es cualitativa, pues evita una situación incómoda
para alcanzar una placentera, es decir, junto al principio homeostático existe un
principio hedonista, puesto que lo satisfactorio o placentero es lo útil para el
organismo. Todo este sistema que está elaborando Freud se basa en que, ante
unas funciones demandadas, existen ciertos mecanismos que permiten
cumplirlas. Dentro de las funciones, hay que tener en cuenta las funciones de
sensación y percepción, y también las emociones y la memoria. En la función de
percepción existen mecanismos que son permeables, funcionan con unos
contenidos y dejan paso a otros para funcionar de nuevo con los nuevos. Estos
mecanismos permeables son el número fi, y son neuronales, por lo que hay
neuronas fi. Y es evidente que hay memoria perceptiva, es decir, hay
percepciones que permanecen estables en la memoria a través de mecanismos y
neuronas impermeables o Psi.
Ahora bien, aunque el organismo posee mecanismos reflejos, la mayoría de
nuestras acciones requieren u proceso complejo que gasta energía para alcanzar
fines a largo plazo. Para estas acciones es necesario poseer energías acumuladas.
Estas energías se obtienen a través del mantenimiento del organismo, y para
asegurar este mantenimiento se requieren nuevas funciones básicas o instintivas.
Que las neuronas Psi reunan conocimientos estables implica que su
impermeabilización se lleva a cabo en la sinapsis o zona de unión de las
neuronas. Si el camino formado por varias sinapsis es estable, nuestro
conocimiento siempre seguirá el mismo camino. Si, en cambio, hay algo
estancado en ese conocimiento, como la emotividad de los histéricos, es que en la
sinapsis hay una barrera.
Si una neurona se une constantemente a otra, formando un camino, eso constituye
un hábito. Si una neurona tiene el hábito de unirse a otra tiene una catexia o
conducta de hábito. Nuestra memoria es un sistema asociado, en el que las
catexias de las neuronas establecen nuestros recuerdos, nuestras experiencias y,
en último término nuestro yo. Sin embargo, puede haber catexias que no estén
dentro del hábito del yo consciente, que se desintegran y forman un sub-yo
inconsciente e independiente, pero influyente en el yo. Recopilando vemos que
ciertos mecanismos reflejos quedan dominados por los mecanismos reguladores
del yo, a través del hábito. Según estos mecanismos reguladores, el yo haría
acciones más complejas y más útiles para dar satisfacción al mecanismo reflejo, y
con él a la función primaria.
En las catexias, los fenómenos afectivos tienen un papel primordial en cuanto a
su formación, es decir, hay catexias afectivas. Esto conlleva que los mecanismos
hedonistas influyen en los mecanismos asociacionistas. Existen un tipo de
problemas que no son tratados ni por las neuronas fi ni por las neuronas Psi, sino
que pertenecen a otra dimensión. La idea de una experiencia consciente no está
incluida en ninguna de esas neuronas. Freud descubre que hay contenidos que
pueden pertenecer tanto a la parte consciente como a la inconsciente, e incluso
pasar de una a otra.
A los contenidos de la memoria que pasan a la experiencia consciente se les
añade, automáticamente, una señal de realidad. Los procesos conscientes tienen
la misma estructura Psi que los inconscientes, sólo que tienen como añadido esa
señal. Estas neuronas Psi son señal de realidad son llamadas neuronas omega o
neuronas Psi más omega. Pero puede ser que la señal de realidad se aporte a
contenidos falsos, con lo que aparecerían señales alucinaciones tomadas por el
sujeto como reales pero que son falsas. Freud supone que hay toda una serie de
procesos psicológicos efectivos que no se dan en la conciencia porque carecen de
señal de realidad, pero que son completamente importantes.
En los sueños, aunque no se presenta la experiencia en la vigilia, se aporta a sus
contenidos señal de realidad, lo que prueba las respuestas somáticas ante dichos
contenidos. El sueño se presenta, como los procesos de vigilia, con la
característica de que se presentan en un estado de baja carga somática. Pero el
problema radica en definir qué se sueña: en el sueño se activan o actualizan
determinados recuerdos o contenidos de la memoria a través de las asociaciones
de ideas y, más estrictamente, a través de neuronas catexizadas, en función de
emociones y sentimientos de placer y de displacer. Los sueños son realizaciones
de deseos: es evidente que los objetos soñados sustituyen a los objetos
verdaderos, que son los deseados o los no deseados. Esta teoría podría extenderse
a las acciones conscientes histéricas, que satisfacen los deseos de una memoria
inconsciente substituyendo los objetos deseados por objetos reales. Lo realmente
importante en esta teoría es la sustitución, tanto en los sueños como en la vigilia,
del objeto de deseo, y la actualización de los mecanismos aprendidos que nos
permiten cumplir estos deseos.
El problema se presenta cuando los mecanismos que se activan son mecanismos
inconscientes, lo que ocurre por ejemplo en la hipnosis realizada a histéricos. A
partir de mecanismos inconscientes se activan mecanismos conscientes que
producen somatizaciones y efectos, sin que el paciente reconozca la verdadera
causa de ellos. En este proceso se sustituyen los deseos de la causa real, que son
inaccesibles, por los deseos de la causa aparente, activada por la causa real, y
cuyos deseos son accesibles. Esto es una falsedad, una primera mentira: con la
causa aparente queda escondida la causa real hasta tal punto de que si estas
causas crean traumas, esos traumas se solucionan si se disuelve esa falsedad, es
decir, si la causa real se introduce en el proceso consciente y se reconoce. Freud
añade que las ideas que representan, que están interfiriendo continuamente en el
proceso consciente, son ideas hipertensas que han quedado caracterizadas con
una energía muy fuerte que hay que liberar. Estas ideas hipertensas generan
conductas compulsivas incomprensibles, diferentes a las conductas compulsivas
claras o fáciles de entender, en las que comprendemos la conducta y la causa de
la conducta.
En el proyecto de psicología para neurólogos, Freud expone un caso semejante al
de Ana O. Es el caso de Emma: ella no podía entrar a una tienda si iba sola,
necesitaba ir acompañada de cualquier persona para poder entrar. Ella misma
relaciona este hecho con una experiencia que tuvo al entrar en una tienda cuando
se encontraba en la pubertad. Cuando entró dos dependientes, de los cuales uno
de ellos le pareció atractivo, se estaban riendo, y ella inexplicablemente huyó.
Emma asocia el hecho a que se reían de sus vestidos. Sin embargo, en esta
experiencia no aparece una causa clara del trauma. En la terapia aparece otro
recuerdo, de cuando Emma tenía ocho años. Entró en una tienda y el pastelero le
pellizcó los genitales por encima del vestido, sonriendo. Debido a que Emma no
lo achacó a algo relacionado con la sexualidad por ser muy pequeña, llegó a
entrar otra vez, hecho que siempre se reprocharía. Aunque por sí solos los dos
recuerdos no están relacionados con el trauma, poseen punto de unión. Ella
misma enlaza hipotéticamente la risa de los dependientes con la mueca del
pastelero en el momento del atentado. Otra similitud es el hecho de estar sola en
la tienda. Aunque, como se ha dicho, en el momento del atentado Emma no
entiende el desencadenamiento sexual que conlleva el atentado, con el paso a la
pubertad, en el recuerdo de este hecho si se comprende, lo que produce angustia,
y por ello llega a pensar que los dependientes repetirán el atentado y huye.
Estos dos recuerdos son procesos Psi enlazados intrínsecamente. Los
dependientes de la tienda, la risa, la posibilidad de risa de sus vestidos, y el
desencadenamiento sexual tanto del acto del pastelero como de la atracción del
dependiente, son procesos sensibles que ella misma recuerda. El
desencadenamiento sexual ingresa en la conciencia por el hecho de parecerle
atractivo el dependiente, y por la relación con el atentado sexual del pastelero, y
las demás asociaciones que ella no reconoce, se crea la función primaria o refleja
de huida por miedo a un nuevo atentado. Es importante reconocer que el recuerdo
de Emma posee dos conexiones falsas: las risas por el vestido, y la huida por
estas risas ante su vestido. Se habría producido, por tanto, una represión
inconsciente hacia todos los elementos relacionados con el recuerdo que ella
reconoce como causante del trauma, unida a la simbolización de los
dependientes, risa y vestidos. La similitud entre los dos procesos crea una
conexión entre los dos recuerdos. Aunque este sistema de relaciones y
asociaciones es hipotético, si la comprensión de la posible causa- efecto
soluciona el problema, podemos aceptar el sistema. El elemento clave del sistema
es la desencadenación sexual, que une los dos recuerdos. En el momento inicial
con el pastelero, no se identifica del mismo modo que más tarde en la pubertad,
donde se convirtió en causante del trauma por su verdadera identificación, es
decir, se ha desplazado un trauma a un trauma posterior, en el que a partir de un
estímulo semejante, la risa de los dependientes, se genera un proceso primario, la
huida. En este momento Freud comienza a asimilar la tesis de Fliess de que en los
niños hay sexualidad. Sin embargo, si relacionamos este sistema de procesos
histéricos con los sueños, los primeros se diferencian de los segundos en que en
los procesos histéricos se realizan sustituciones de deseos a través de procesos y
asociaciones complejas, mientras que en los sueños la relación del deseo con la
causa es clara e inmediata en la mayoría de los casos.
Los mecanismos de represión y los mecanismos de sustitución son
funcionamientos defensivos de nuestro sistema hedonista frente a la amenaza que
representa el dolor y displacer contra el funcionamiento normal de la conciencia,
cuyo temor crea ansiedad. Los mecanismos de ansiedad informan del temor ante
el dolor, con lo que los mecanismos de represión efectúan una acción defensiva.
Estos mecanismos defensivos están relacionados íntimamente con la sexualidad.
Al igual que los sueños satisfacen deseos, los sistemas neuróticos satisfacen
represiones. Una vez fijado el sistema psicológico patológico, Freud intenta
representar en este sistema procesos Psi normales: de atención, de memoria, de
cognisción y de lenguaje. Estos procesos Psi son secundarios, pues entrañan una
elaboración mental compleja de una respuesta ante un estímulo. En la respuesta
elaborada que proporciona el yo, hay que tener en cuenta todo el sistema
asociacionista que lo forma.
¿Qué es la atención? Los mecanismos atencionales atienden a funciones de lo
real que invaden nuestra percepción. Si son reales ponen en marcha nuestro
sistema omega, es decir, las señales del yo se orienta hacia las señales omega.
Este mecanismo es así porque es biológicamente útil. ¿Qué es la cognición? Un
proceso cognitivo es aquel en el que aparece un cierto x, se atiende a él, se
produce una tensión que define que es x, y se responde que x es p o q. Ese cierto
x, que es una representación, cuando aparece tiene valor omega, por lo que se
produce una catexización de atención hacia ese proceso x que, es del Edipo Psi-
Omega. Las neuronas que atienden x están hipercatexizadas. La tensión
producida por x relaciona ciertas neuronas Psi de similar contenido, gracias a las
cuales puede identificar x. El mecanismo que identifica x es el lenguaje: los
procesos Psi similares a x se verbalizan, aprovechándose de las ventajas del
sistema asociativo ante las relaciones físicas, sonoras,… es decir, semánticas.
Además en el momento en que decimos que x es p, aportamos a x el valor real
omega, por lo que la verbalización de p conlleva que nos encontremos más en x
que en p. El lenguaje real dirige nuestra atención; y en la medida en que el
lenguaje conlleva realidad, la ejecución del lenguaje es un mecanismo de
descarga de tensión energética. Por tanto cuando los histéricos verbalizan la
emoción estancada, la están descargando. La verbalización de una respuesta ante
un proceso crea una catexia que nos guiará cada vez que se nos presente el
estímulo que produjo la respuesta. Si la respuesta es dolorosa, la catexización
resulta represiva: si hay temor, la conciencia impide que se produzca un proceso
doloroso.
El resultado terapéutico ante el trauma es el único modo de establecer como
válido o verdadero todo este sistema y proceso de integración del trauma en la
conciencia. Freud se da cuenta de que este sistema de traumas ya no puede
identificarse con las neuronas, es decir, que la psicología general no se basa en la
psicofísica; por lo que aparta el proceso neurológico para dedicarse a las
experiencias biográficas. La relación de vivencias en su función semántica es tan
importante que la terapia debe de ser control de análisis de sueños, y no un
estudio de las neuronas. Antes de dedicarse por completo a ello Freud se somete a
un auto-análisis decisivo de sus sueños, pues creía que para estudiarla
experiencias ajenas de debe de tener como instrumento hermenéutico, la propia
experiencia totalmente definida. De este auto-análisis Freud deduce datos
interesantes, y experimenta un cambio esencial.

Los traumas adultos son causados generalmente por experiencias sexuales de la


infancia, muchas de ellas relacionadas con sucesos padre-hijo. Freud admite que
su padre le agredió sexualmente, que el sentía agresividad por su padre, y que se
sentía atraído por su madre. Sin embargo, todavía no enlaza estos sucesos para
formar el futuro complejo de Edipo. Además Freud Está seguro de que su
experiencia sexual infantil no fue causante de ningún trauma, por lo que rechaza
que la sexualidad infantil sea siempre origen de neurosis. Freud hace el análisis a
los sueños porque en ellos se reproducen las vivencias y los objetos de sentido
semántico y afectivo con un cierto con un cerito lenguaje que hay que interpretar
en esos mismos términos. En este análisis se prescinde de una localización
psicofísica para centrarse en un ámbito puramente psicológico. El análisis de los
sueños es una vía regia para llegar al inconsciente. Y la terapia es el criterio de
validez del análisis. En el análisis de los sueños, Freud recupera del proyecto
neurológico datos y conclusiones, establece que todo proceso o símbolo onírico
tiene una causa psicológica totalmente determinada.
Dentro del auto-análisis de Freud se produjo una esencial transformación en la
investigación clínica representada en el abandono de la hipnosis. Con la hipnosis
se daban problemas prácticos, pero lo importante para su abandono es la
sustitución del método. Los sueños revelan y ayudan a entender problemas de los
pacientes, y, contienen relaciones entre determinadas vivencias sin sentido
satisfactorio y planteadas como un enigma a resolver. Pero si el sueño es como la
neurosis, tal y como sostiene Freud, el sueño tiene que ser reanalizado e
interpretado de tal manera que la conclusión del esquema obtenido sea la
curación terapéutica. En la interpretación se deben encontrar los enlaces entre
vivencias que no se le presentan al sujeto como posibles y que explican la
totalidad del caso. Otro método que Freud empieza a utilizar, simultáneo a la
interpretación, es el llamado método de las asociaciones libres realizadas por el
paciente en una situación ajena a toda presión. En él Freud descubre que en
ocasiones los pacientes se bloquean o se resisten a continuar con las asociaciones
de vivencias, es decir, se interrumpe el análisis al encontrar resistencias. Estas
resistencias psicológicas se identifican con las barreras neurológicas del proyecto.
Dichas resistencias son los obstáculos dinámicos que impiden que surjan a la
conciencia determinados contenidos, por lo que establece la separación entre lo
que puede y lo que no puede penetrar en la conciencia. Es importante que el
método de asociaciones libres se realice de forma espontánea y desinteresada
para poder aportar información adecuada. Sin embargo como en la vigilia las
presiones y las tensiones mentales están demasiado presentes, el sueño resulta el
lugar ideal para interpretar las asociaciones puesto que dichas presiones
disminuyen. Aún así se hace necesario una interpretación de los contenidos de los
sueños para alcanzar los contenidos latentes que ocultan los contenidos
explícitos. La espontaneidad a la hora de realizar el método es importante porque
representa la respuesta idónea sin presiones de los contenidos súper-determinados
de la mente, pues todas las asociaciones mentales se basan en una absoluto
determinismo de causa-efecto, y una presión puede representar una resistencia en
la asociación libre. Si, a pesar de la espontaneidad, las conexiones libres vacilan o
se bloquean, es porque hay un factor de resistencia que impide seguir esas
conexiones.
La mente posee un sistema complejo que produce funciones. Estas funciones
están encaminadas a la adaptación al medio. Este sistema está constituido por un
punto de entrada o percepción, un punto de salida o respuesta motora, y series de
procesos internos, lo que provoca que el sistema sea un reflejo, es decir, la
respuesta motora nunca va a ser indeterminada o incausada. Este sistema lo
hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida con nuestros recuerdos. Los
procesos internos son llamados sistemas Psi. Las memorias de los procesos
internos representan huellas de memoria que se intercalan a partir de la
percepción, y que determinan la respuesta producida.
Si el sujeto no reconoce el porqué de esa respuesta a esa percepción es porque
algunas de las huellas de la memoria se encuentran en el inconsciente. Se
diferencian las huellas de la memoria del preconsciente, que pueden acceder a la
conciencia libremente, de las del consciente que no pueden acceder a la
conciencia libremente. En los sueños, la respuesta motora está in-operativa, por
lo que la respuesta a la actualización de las huellas de la memoria no se produce,
y los impulsos que han ido actualizando las huellas, al encontrar la barrera al
final del sistema, sufren una regresión hacia la percepción que los causó,
actualizándola. Eso es el sueño: una cuasi-alucinación que traduce las huellas
mentales que están enlazadas simbólicamente a una determinada situación. En
ella se enlazan dos puntos realmente existentes a través de enlaces simbólicos que
representan los verdaderos enlaces existentes entre esos dos puntos.
Este modelo es el primero específicamente psíquico que Freud hace público en
un capítulo en Interpretación de los sueños. Dicho modelo posee tres instancias, o
sistemas de modos, o niveles diferentes de ser realizadas las funciones
psicológicas. Al ser sistemas, estos niveles poseen elementos interdependientes
que funcionan en coordinación. Estos sistemas son la conciencia, el inconsciente
y el preconsciente. Este modelo de sistemas contiene niveles o campos, no
objetos ni un yo. Es importante el hecho de que la conciencia no es la única
instancia, como afirmaba la psicología en tiempos de Freud. No solo eso sino que
el inconsciente es la instancia decisiva para comprender en última instancia, los
elementos de nuestra conducta, ya sea patológica o no. El último funcionamiento
de este modelo es el reflejo; pero eso no quita que se estudie todo el proceso
anterior a el, puesto que es el último causante de el. El comportamiento del
hombre no solo está regido por la conciencia, sino también por lo no conocido
del inconsciente, que además es lo verdaderamente decisivo. En ese inconsciente
nos movemos a través de la hipótesis con información más o menos eficaz, ya
que nos es imposible alcanzar pleno conocimiento del mismo: Una explicación
del inconsciente nunca puede ser completa, sólo verdadera en la medida en que
produce resultado terapéuticos. La conciencia es el órgano sensorial de
percepciones y cualidades. Es el elemento con el cual percibo las vivencias y sus
cualidades. En este modelo no hay definición de una separación entre conciencia
e inconsciente, pues se evitan las localizaciones.
Los fenómenos de la regresión su proceso son fundamentales. La regresión es la
base de alucinaciones. Esta regresión es tópica, en tanto que es movimiento
dentro del sistema. Pero este fenómeno contiene otra división formal más
importante, que representa formas de respuesta más primitivas o simples. Se
regresa a formas de comportamiento más infantiles, es decir se experimenta una
regresión a la infancia.
En los sueños ciertos deseos generan de forma refleja la activación de huellas de
memoria que los satisfagan. Estos sueños protegen dicha satisfacción. Y el deseo
representado en el sueño debe de ser infantil; es un deseo muy profundo del
inconsciente, activado por una experiencia previa al dormir que satisface una
situación sexual infantil superada o interiorizada en la madurez. Por otra parte, la
explicación de las pesadillas es la existencia de deseos de liberarse de culpas que
sólo se liberan en ellas.
Al mecanismo de la regresión le sigue el mecanismo que hace que los contenidos
de los sueños sean diferentes de las asociaciones verdaderas que representan, es
decir, que produce simbolización explícita de contenidos latentes. El contenido
simbolizado debe de estar relacionado de algún modo con el latente, que no posee
las notas que impiden al latente acceder a la conciencia. Por eso, podemos decir
que la simbolización es una traducción de los contenidos latentes para que sean
asumibles por la conciencia. La simbolización se realiza mediante el mecanismo
de represión. La represión psíquica es una exclusión regulada de lo penoso en el
proceso de la memoria. La conciencia funciona por un principio hedonista básico
que excluye lo penoso y agresivo por la afirmación del placer. La represión no es
un conflicto dinámico, simplemente evita que lo agresivo se presente en la
conciencia. Estos contenidos aversivos pueden aparecer al actualizar los
contenidos asociados a ellos. Estos contenidos asociados a algo aversivo se van
tiñendo paulatinamente de aversión y representan señales de aversión. Cuando
aparece el elemento aversivo se produce angustia, y su presencia es básica en la
regulación del modo general del funcionamiento del modelo. En el análisis del
inconsciente Freud busca aclara primero la incomprensibilidad de las
asociaciones neuróticas, después los sueños debido a su semejanza y sus
funciones, e inmediatamente después, por lo que se le presenta, quiere alcanzar la
incomprensibilidad de la vida cotidiana. Esto se da porque Freud va incorporando
nuevos campos de investigación, porque aprovecha la idea de que el psiquismo
patológico es continuo al psiquismo normal. Esta idea se deriva del abandono de
la hipnosis como método. Freud consciente de que la evolución metodológica ha
sido efectiva. Primero, la hipnosis proporcionó conocimientos sobre el proceso
interior del sistema psíquico que no se habrían alcanzado sin ella. Sin embargo, la
cara negativa de la hipnosis es que no se descubre la situación dinámica de los
contenidos de las huellas de memoria, ya que en ella el sujeto no opone
resistencia alguna. Abandonar la hipnosis permite descubrir el elemento
fundamental de la represión. La nueva metodología está abierta tanto al análisis
consciente como al análisis de las asociaciones inconscientes. El primer problema
que presenta este nuevo método son sus limitaciones; estas son: sólo se puede
tratar a los sujetos que tienen valor individual subjetivo y personal, además de
cultura y condiciones de carácter, pues las interpretaciones se basan en la persona
y sus vivencias; el sujeto debe de ser capaz de una situación normal; no pueden
estar en estado de confusión mental o profunda depresión, la edad no debe de ser
próxima a los cincuenta años; y el psicoanálisis tampoco evita fenómenos
amenazadores agudos como la anorexia. El fin del nuevo método es la
destrucción de las represiones.
Freud introduce en la vida cotidiana hechos que aunque pertenecen a un
psiquismo normal, incluyen las mismas notas que los sucesos patológicos. Se
estudia en psicopatología de la vida cotidiana. La vida normal contiene elementos
psicopatológicos, lo que demuestra el continuo entre el psiquismo normal y el
patológico. La patología es un problema del funcionamiento del sistema normal
de todos los individuos. Esta psicopatología cotidiana representa una separación
de la psicología académica del momento. No existe el azar, como afirmaba la
psicología, sino que todo proceso está sobredeterminado, lo que establece la
dificultad del análisis y la no totalidad que este aporta. Además, cada caso se
debe estudiar independientemente del resto. Los hechos de la vida cotidiana se
caracterizan por el factor común de la motivación: El sujeto se comporta
motivado por diversos contenidos. Por esto la vida normal está regida por una
motivación dinámica, es decir, por un dinamismo psicológico. Cuando el sujeto
sufre lapsus, equivocaciones y demás problemas incomprensibles, la base de
estos está en el inconsciente. Todas las cosas sin sentido de los sueños y la vida
necesitan una labor hermenéutica de interpretación. La privación de sentido es el
recurso de la conciencia para poder vivir sin incluir los acontecimientos
aversivos. Un elemento importante de esta interpretación es la vinculación de las
vivencias a los valores y fonológicos del lenguaje. Los procesos de sustitución se
basan en muchos casos en similitudes fonológicas. Dos discípulos de Freud, Jong
y Bleuer, elaboraron un método prácticamente objetivo para analizar las
asociaciones mediante palabras estímulo: qué respuesta dan los sujetos, cuánto
tardan en darla, y si la recuerdan en una segunda asociación. Hay palabras
estándar dentro de una sociedad, y sujetos con un dinamismo consciente
responden rápidamente hacia ellas, mientras que los sujetos con una carga
emocional responden más lentamente. Jung y Bleuer construyeron uno de los
primeros tests. Pero aunque Freud reconoce la utilidad de este método, no decide
utilizarlo, afirmando que lo más espontáneo e inintencional es lo más cargado
intencionalmente.
En la vida cotidiana abundan los hechos supersticiosos, es decir, se rechazan
comportamientos para evitar un mal futuro que no se conoce y no se puede evitar.
Y los hechos religiosos reinan en la conciencia religiosa. Aún así Freud no
estudia profundamente esta idea. Sólo afirma que la superstición representa una
simbolización de actitudes con rechazo y aparece una estratificación o instancias
superpuestas regidas por el principio hedonista. En el nivel de la vida normal,
igual que en los sueños, existe un trasfondo sexual en la mayoría de los casos. La
sexualidad se convierte en un elemento central hasta tal punto que las teorías
freudianas son caracterizadas socialmente de pansexualistas. Ya en el proyecto de
psiconeurología,
Freud hace notar que la regresión sólo ocurre con lo relacionado a lo sexual.
Freud llega a definir la neurosis como una respuesta que sustituye o somatiza un
trauma de índole vivencial en que hay un abuso sexual de un adulto a un niño, lo
que se conoce como teoría de la seducción. Esta teoría indica que la sexualidad
que funciona en el trauma viene aportada por el adulto, y la tensión emocional
del niño se reinterpreta y asimila cuando alcanza plena madurez y significación
de la sexualidad. Por consiguiente es una explicación que viene acompañada, en
un primer momento, por las experiencias de los pacientes, que conlleva el
problema de la veracidad de los testimonios. A Freud se le presentó la misma
situación de abuso, primero, en el caso neurótico de su hermana, y, luego, a través
de su auto-análisis, a partir del cual Freud cambia su tesis, afirmando que estas
vivencias de abusos, al no poseer señales de realidad, pueden no ser verdaderas,
sino recuerdos encubridores de la situación real, y establece que todos los
hombres en su infancia se sienten atraídos por su madre y sienten celos de su
padre. Existe la situación traumática del abuso, pero no siempre existe seducción,
muchas veces sólo existen fantasías. Hay un elemento sexual en la neurosis, y el
hecho de que los neuróticos conserven su sexualidad en estado infantil le lleva a
Freud a estudiar la sexualidad infantil.

El problema de la sexualidad en Freud lo trata en sus tres ensayos sobre la teoría


sexual. La primera cuestión planteada es qué significa una conducta sexual.
Inicialmente el deseo es concebido como un tipo de conducta biológica que tiene
una estructura compleja estereotipada con una finalidad: la generación de
descendientes. Supone una conducta de interacción entre dos individuos
perfectamente caracterizados sexualmente, pues los caracteres sexuales deben
haber madurado y perfeccionado. El problema es que en la infancia no hay
intención de procreación, y por eso Freud cambia el concepto de sexo antes sus
necesidades. La conducta sexual está referida al instinto, es decir, tiene en su base
un instinto sexual. Freud se refiere a los distintos instintos y también a la pulsión
sexual. Según Freud, instinto es una representación psíquica de una fuente de
excitación continuamente corriente o intra-somática, debiéndose considerar tan
sólo como cantidades de trabajo para la vida psíquica.

Una representación psíquica de una fuente de excitación es un elemento psíquico


que produce un incremento de cantidad en contar del principio hedonista. La
excitación es corriente o intra-somática, siempre está funcionando y proviene de
dentro, por lo que es inevitable. Por esto se considera como cantidades o energía
de exigencias de trabajo para liberar el displacer de la vida psíquica. Los instintos
poseen una función dinámica clara, y presentan modos estereotipados de
resolución de la excitación, es decir, pautas de comportamiento descriptibles.
Freud analiza este comportamiento instintivo, y dice que tienen una fuente, un
elemento cuya excitación produce una carga. Esta excitación encuentra fin con un
objeto que le satisface. Y justamente ese objeto lleva a cabo su función en la
medida en que el organismo cumple un determinado fin. La excitación posee
nivel de intensidad llamado ímpetu. Una vez realizado este análisis, se deduce
que la conducta sexual tiene una excitación producida por los órganos sexuales,
que encuentra fin en la realización de dichos órganos. La situación que pone fin a
la excitación, según el principio hedonista, es una situación que produce placer.
La libido es el hambre sexual. En los tres ensayos, Freud no estudia la sexualidad
normal, sino que empieza estudiando aberraciones sexuales, pues esta son la
prueba de que la concepción social de la sexualidad es errónea. Desde la
comprensión de la patología sexual se sigue la comprensión de la sexualidad
normal. La sociedad, mediante un mecanismo represivo, se niega a aceptar que
en el niño haya sexualidad, además de la aceptación de que los hachos sexuales
infantiles se olvidan. Por otra parte, existe el estereotipo de definición de
sexualidad, que niega la sexualidad infantil. Freud admite la sexualidad infantil,
pero con un concepto ampliado, vinculado por una parte a la puesta en
funcionamiento de pulsiones o instintos, mecanismos en los que la excitación
genera un comportamiento posterior que resulta placentero, y, por otra parte, a la
sexualidad adulta no encaminada a la procreación, sino al placer, esto es, la
perversa. Freud admite que esta sexualidad adulta perversa o deformada se
presenta en todos los individuos. Con esto Freud delimita la sexualidad de la
procreación de la madurez psíquica y del completo desarrollo de los órganos
sexuales, ampliando su alcance. El fenómeno de la amnesia infantil respecto a la
sexualidad está relacionado con el olvido histérico. La amnesia se produce por
mecanismos represivos, que se dividen en adquiridos y biológicos; los adquiridos
están relacionados con la moral y la intimidad. Y hay otros mecanismos que
producen movimientos en los mecanismos que producen placer.
La sexualidad tiene un origen biológico en las zonas erógenas, en las que el
cumplimiento de la excitación produce placer. En estos mecanismos que
producen placer Freud introduce la libido o hambre sexual. La cantidad de libido
varía de unos momentos a otros y de unos individuos a otros. Y las zonas
erógenas varían a lo largo del tiempo, es decir, hay fases en el desarrollo de la
sexualidad. La zona o el foco erógeno es una parte mucosa dotada de mucha
sensibilidad, cuya interacción produce una excitación muy potente. Fase oral: La
primera zona erógena es la boca: es el elemento explorativo del niño, la boca
permite el chupeteo, que es un comportamiento que inicialmente el niño lo
realiza en el pecho de su madre, donde obtiene alimento y placer por satisfacer el
hambre.
Por ello se genera una catexia entre el chupeteo y la adquisición del placer. De
esa catexia se genera un comportamiento independiente o autónomo, es decir, el
niño, a través del chupeteo obtiene una placer aprendido: por su asociación,
comportamientos primarios se van reforzando. El chupeteo es un comportamiento
activo de manipulación de una zona erógena; mediante la satisfacción producida
por este y la zona erógena se obtienen asociaciones, lo que se conoce como
proceso de autoerotismo.
Por desplazamiento de asociaciones aparece una nueva fase llamada anal, ligada
a la mucosa sensible del ano. Esta zona obtiene importancia en el momento en
que el niño es educado para controlar el esfínter. Se refuerza las acciones bien
reconocidas, lo que genera una situación de placer en el niño, tanto en la
retención de excrementos como en el control del esfínter, lo que algunos casos
puede llegar a originar problemas neuróticos de estreñimiento.
Una nueva zona desplazada al ano es la siguiente fase, la fase fálica: el órgano
sexual, principalmente el pene. El instinto de saber o curiosidad le lleva al niño
tanto a explorar el mundo como su propio cuerpo, donde comienza a obtener
placer por manipular el pene. Sin embargo, dentro de la manipulación placentera
aparece un elemento represivo: la amenaza materna de castración ante la
continuidad de esa manipulación. Estas represiones, presentes en todas las fases,
pueden provocar regresiones a fases anteriores. Además la curiosidad lleva a los
niños a una comparación en la que el niño piensa que todo el mundo tiene pene.
De esas comparaciones surgen dos fenómenos: de la represión amenazadora del
niño sufre miedo a ser castrado, y la actualización de este miedo produce
angustia; a su vez en la niña se da una situación completamente diferente,
caracterizada por la envidia de pene. El desarrollo de esta fase puede producir, en
un futuro, comportamientos sexuales llamados perversos.
En la comparación, el niño descubre que la niña no tiene pene y se le presenta
angustia por creer que se lo han cortado; en tanto que la niña, al descubrir que le
niño tiene pene, siente angustia ante su cuerpo incompleto.
La suma de las zonas erógenas convierte al niño en un perverso polimorfo, es
decir, puede establecer su sexualidad de diversos modos conocidos como
perversos, y también de modo normal.
Freud con esto está convirtiendo en normal lo que socialmente se reconoce como
perverso.
En los tres ensayos Freud afirma que la neurosis es el negativo de la perversión,
esto es, la neurosis surge como resultado de una represión de una motivación
compulsiva no aceptada o tolerada, que si no hubiera sido reprimida hubiera dado
lugar a un acto perverso. En 1909 Freud publica un trabajo importante llamado
Análisis de la fobia en un niño de cinco años (caso Juanito). Una razón de su
importancia es la presencia empírica de datos referidos a la sexualidad infantil;
este estudio confirma las teorías que Freud estaba construyendo a partir de los
datos de los adultos. En este trabajo hay elementos circunstanciales importantes;
aunque los datos proceden de un niño de cinco años, algunos datos se cuelan,
tales como que Freud no trata al niño directamente, y que en un futuro Juanito
reconoce que no recordaba nada. El análisis se hace a través de datos recogidos
por el padre, que ayudó a Freud en la sexualidad infantil. En los primeros datos
recogidos ya se mostraba una curiosidad del niño ante el pene y la comparación
con otros seres, datos que prueban la teoría de Freud. Muy pronto se muestra que
el interés de Juanito también es práctico: a los tres años su madre lo descubrió
tocándose el pene y le amenaza con que un médico vendrá a cortárselo si sigue
haciéndolo, con lo que Juanito adquiere el complejo de castidad. El núcleo
central del problema es que Juanito padece, en torno a los cinco años, miedo a
salir a la calle. El niño lo relaciona con que ha visto a unos niños caerse de un
tranvía. A partir de este momento se analiza la fobia, y se encuentra con que será
una pieza fundamental del psicoanálisis: el complejo de Edipo. Entre Freud y el
padre analizan los datos recogidos. Juanito muestra muy pronto curiosidad por su
cuerpo y la comparación. Incluso el ansia de saber y la curiosidad sexual pueden
ser inseparables. La curiosidad de Juanito recae sobre sus padres, comparándose
con ellos para ver si también tienen pene, y demuestra una especie de prejuicio de
que con la edad el pene crece tanto como el de los caballos o las jirafas. En ese
momento Juanito tiene una hermana, y al principio siente celos hacia ella.
Superada esta etapa, se convierte en un hermano ejemplar. Después de la presión
paterna hacia la no masturbación, y el incidente de los caballos, Juanito tiene
miedo a salir a la calle porque le pueden morder. Dentro de la fobia se presenta,
mediante un sueño, una atracción a proteger a su madre de su padre, simbolizado
con una jirafa grande y otra pequeña y arrugada. Aparece una tensión con el
padre y una atracción hacia la madre, lo que se conoce como complejo de Edipo.
Todos los datos reunidos son importantes: celos de la hermana, interés sexual,
relación edípica paterna, y neurosis de fobia relacionada con los caballos. A
Juanito le dan más miedo los caballos con riendas en la boca. En el análisis se
desechaba el suceso de los caballos y se analiza el resto de datos; Juanito
relaciona los caballos con un gran pene. Juanito expresa que los caballos con
riendas tienen un bigote como el de su padre. Entonces Juanito tiene miedo de
castración, de morder, por parte del padre, que es su rival frente a al madre.
Juanito no tiene conciencia del conflicto con su padre, que se simboliza por
miedo a los caballos con riendas: no puede tener miedo a su padre, pues esto está
reprimido, y lo sustituye por los caballos con riendas en el complejo de Edipo.
Juanito tiene deseos de dormir con su madre cuando su padre no está, y su padre
protestaba por ello. Juanito empieza a desear que su padre se marche para poder
dormir con su madre, deseo que se convierte en angustia de que su padre se
muera, aunque Juanito era una buena persona. La fobia representa el conflicto
generado en el complejo de Edipo, al sustituir los caballos con riendas por su
padre. A Freud le interesa Juanito porque le convierte en paradigma de la
sexualidad: el caso Juanito se generaliza, y por ello Freud afirma que todos los
hombres están marcados por el complejo de Edipo. Este complejo, al poseer
contenidos reprimidos, nunca será reconocido por el individuo por si solo, y, sin
embargo, puede simbolizarse en una fobia incomprensible. Aunque Freud ha
llegado a esta conclusión, se podían haber alcanzado conclusiones distintas en
distintos ámbitos o marcos teóricos. El complejo teórico se convierte en una
pieza fundamental de la teoría de Freud, pues le permite dar el salto a la
psicología individual a la psicología social. Un momento esencial del complejo es
el conflicto moral y social que desde la tragedia de Edipo se proyecta sobre la
sexualidad del niño. Se establece que todo niño pasa por el complejo, teniendo
una relación positiva con su madre y un conflicto agresivo con el padre, que
representa su rival frente a la madre, y de cuyo conflicto surge una tremenda
ansiedad en el niño. La resolución normal o corriente del complejo de Edipo es la
pérdida de atracción hacia la madre, y la identificación con el padre asimilando
su personalidad. Pero este complejo requiere un profundo análisis. En primer
lugar el término complejo señala una pluralidad de fuerzas, de tensiones y de
elementos que configuran una totalidad estructurada. Este complejo tiene una
duración temporal determinada con varias resoluciones posibles. Inicialmente, el
complejo tiene un trasfondo sexual relacionado con el objeto libidinal del niño.
Posteriormente en el conflicto intervienen los tres elementos fundamentales de la
personalidad: existe una motivación sexual de amor, enfrentada a una agresión
que finalmente genera temor en el niño. Este conflicto es empírico, acontece con
protagonistas determinados que establecen en cada caso sus características, pero
también es estructurado, es general, toda la vida humana está avocada a tener el
conflicto con esa estructura, aunque cada una la tenga de su modo empírico. El
complejo de Edipo es un punto fijo e importante en la construcción de la
personalidad de los individuos. El niño se siente atraído por su madre porque es
la persona que le satisface el placer, le ofrece ternura, etc. El temor viene
aportado por el temor a la castración, la agresión del padre viene dada por la
rivalidad entre padre e hijo frente a la madre. El complejo de Edipo tiene la
estructura básica de atracción- evasión. Su resolución consiste en el rechazo de la
atracción y asimilación del enemigo: el niño acepta las normas y valores de su
padre para sentirse seguro y protegido ante la posible agresión. La aceptación de
normas y valores es la clave que se incorpora en el niño, interiorizando criterios y
normas y valores del yo-ideal representado por el padre, lo que determinará la
estructura de su personalidad. Los criterios del yo-ideal son deseables por el niño.
La asimilación de valores se conoce como proceso de interiorización. Las normas
y criterios del padre poseen normas ideales vigentes y aceptadas por el grupo
socio-familiar, por lo que la identificación no sólo asimila estas normas ideales
sociales, sino que incluye una asimilación de valores de género y
comportamientos de autoridad sexuales.
En el proceso de identificación el niño asume un yo-ideal con normas sociales,
históricas,… Por ello en el pensamiento de Freud, que ha tenido un desarrollo
continuo y natural basado en datos biológicos y hedonistas, con el complejo de
Edipo se pasa en el desarrollo de la personalidad del nivel biológico individual
del ser al nivel social histórico. La incorporación del yo-ideal tiene notas sociales
y sexuales, y el surgimiento de la moral del ser está estrechamente ligado a la
sociedad y la religión. El yo-ideal se convierte en el sistema meta hacia el que el
sujeto se proyecta, primero como su padre y luego como la sociedad. A partir de
este complejo y de la interiorización que se da alrededor de los cuatro-cinco años,
el niño vive en colectividad. Con el yo ideal se determina, junto con los instintos,
el proceso hedonista y el principio de realidad, nuestra conducta. En el complejo
de Edipo se encuentran las raíces del súper-ego. A Freud le ha ido atrayendo cada
vez más el desarrollo de la personalidad que, depende de ciertas experiencias
cruciales, como el complejo de Edipo. Dentro de esta experiencia descubre que al
hombre hay que entenderlo y analizarlo como un elemento psicosocial. Freud
tiene conciencia de que el complejo de Edipo es distinto del de la niña. A la niña
le espera el mismo proceso o interiorización; la resolución normal del complejo
en la niña es: la niña tiene curiosidad, con lo que descubre la carencia de pene, y
por ello tiene envidia de pene y piensa mal de sí misma por esta incompleta; la
niña busca un suplente de pene, que será un niño, y espera que su parte se lo de,
esto es, que el padre le dé un niño. La niña asimila su castración y por ello no
sufre angustia, por lo que su complejo es más débil que el del niño, existe un
enfrentamiento con la madre por el padre. La niña pasa de tener una conducta
dominada por el pre-clítoris, a tener una dominada por la vagina, por lo que
asume o interioriza los valores y la conducta de la madre para recibirla atención
del padre.
El complejo de Edipo termina en una situación represiva conocida como fase de
latencia, caracterizada por una amnesia estructural de toda la sexualidad infantil.
Y llegado a la pubertad o a la madurez sexual, se activan todos los mecanismos y
estructuras fijadas por el complejo. En este complejo está tanto el núcleo de la
sexualidad posterior como el de nuestra moral, y también la génesis de nuestras
neurosis: en el se reprimen determinadas conductas y se generan conductas
sustitutorias, que es precisamente lo que ocurre en la neurosis. Es decir, que en el
mismo punto en que se genera nuestra moral, se generan nuestras neurosis. Freud
se da cuenta de que hay fenómenos sociales que deberían tratarse psicoanalítica
mente. Freud escribe en 1913 Tótem y Tabú por varios factores: en esta época se
da una tremenda admiración por la cultura africana primitiva y de las culturas
orientales, y en ellas aparece el totemismo, en el que grupos sociales están
definidos e identificados por su relación con un animal sagrado, al que sólo se
puede matar en fiestas rituales, y el fenómeno del tabú, en el que la persona que
toca o dice cosas intangibles impurifica su sangre por castigo divino. Estos dos
fenómenos no están bien explicados, a pesar de las múltiples explicaciones
existentes. Y el psicoanálisis puede decir algo explicativo, tomando como
supuesto la afirmación de Darwin de que ha podido haber situaciones primitivas
en las que los hombres estuvieran privados de hembras. Freud toma
responsabilidad de explicar, aunque sólo hipotéticamente, los datos sueltos de los
fenómenos. La explicación de Freud establece que entre las formas
fundamentales de tabú destacan el tabú del incesto y el tabú de matar a personas
importantes. Y Freud identifica estos dos tabúes con el complejo de Edipo ¿qué
pasaría si los padres se apoderasen de todas las mujeres, quitándoles a sus hijos?
Que los hijos matarían a sus padres para apoderarse de las madres. Pero cuando
se mata al padre se descubre su protección y vínculo emotivo, por lo que surge la
culpa: estos hijos conocedores de lo que puede ocurrir, prohibirían las situaciones
de incesto, prohibirían las situaciones de incesto y de muerte a la persona de
poder reprimir la posible situación dolorosa. Con la culpa surgirían las normas
morales y la sociedad unida.
Esta explicación, aunque bien argumentada, no deja de ser hipotética. Aún así
Freud explica una especie de organización social que, aunque no se puede probar
tampoco tiene un opuesto fundamentado. La intención de Freud es dar
explicaciones razonables y válidas a fenómenos sociales e individuales. Freud
traslada de Tótem y tabú a otros tratados la concepción las normas morales,
relacionadas en gran medida con la religión, en la sociedad y la personalidad
individual. Freud posee una visión evolutiva de la personalidad humana: esta no
se basa en factores biológicos sino que se extiende a lo largo de la vida evolutiva
del individuo y a lo largo de la historia. La persona va adquiriendo una
personalidad útil frente a la vida, en la que finalmente se admite un rol individual,
en el que se desarrollan los mecanismos que solucionen los problemas que se les
presenten. Un adulto es resultado de su propia vida infantil: por ello se empieza a
centrar el estudio del análisis en la infancia de los pacientes de la clínica,
principalmente en el desarrollo y resolución del complejo de Edipo. Las fases de
la evolución de la personalidad están dispuestas en virtud del modo natural de
obtener el placer y el objeto que lo satisface. La personalidad se estructura en
instancias, de las cuales los más importantes son el ello, el yo y el súper-yo. La
represión de la fase latencia termina en la siguiente fase, en la que, por medio de
una reactivación del deseo del placer y de la infancia, se produce una
reestructuración de la personalidad. El yo y el ello se publica después de la
primera guerra mundial. En esta obra se prescinde complemente de los aspectos
biológicos para centrarse en los aspectos psicológicos y su ínter actuación. Su
psicología se centra principalmente en la oposición conciencia- inconsciente. La
conciencia es importante puesto que todo conocimiento nace de ella, pero el
inconsciente es más importante aún; incluso la conciencia está formada según el
inconsciente.
En este modelo final del psiquismo Freud introduce las tres instancias de la
personalidad. En él las instancias del psiquismo están bien diferenciadas, pero en
ínter actuación. La percepción conciencia está abierta al mundo, y la percepción
aporta señal de realidad. El sistema de la personalidad está abierta a la
objetividad de la percepción. La conciencia es la superficie de la personalidad
humana, con la cual se orienta al mundo; y está más orientada al mundo que a la
introspección.
En el sistema existen zonas psíquicas. En una de ellas se encuentran los
contenidos reprimidos, que son inconscientes, y que forman barreras a la
conciencia. Pero no todo lo inconsciente es reprimido. Lo inconsciente no
reprimido está a disposición de la conciencia, pues no posee ningún elemento
agresivo, en el preconsciente.
El ello conforma todo el conjunto de pulsiones e instintos dinámicos del
psiquismo, vinculados al principio hedonista. Sólo de él parten las fuerzas vitales;
está vinculado al inconsciente y tiene una continuidad en el yo: las fuerzas del
ello se transforman en yo con el contacto con el mundo.
El contacto con el mundo genera asociaciones y aprendizajes en las fuerzas del
ello, que configuran el yo. El yo son las fuerzas del ello reestructuradas, en virtud
del contacto con el mundo y del principio de realidad, que satisface las tensiones
del ello en base al mundo objeto. El yo posee conductas y estructuras de
satisfacciones posibles y socialmente afectadas por las fuerzas del ello. Este yo
está abierto en una parte a la conciencia, y por eso está regido por las
percepciones. El yo es un sistema de aprendizajes; posee representaciones
cognitivas, memorias vinculadas básicamente al principio hedonista, por lo que
también son afectivas. La relación del yo con los objetos causa en un momento el
complejo de Edipo. En ese momento el proceso de interiorización genera el
súper-yo.
El súper-yo es en gran parte reprimido; esto es así porque muchas veces el
aprendizaje cognitivo es inconsciente, no posee señal de realidad por no ser
verbalizado.
El consciente está estrechamente vinculado al lenguaje. Todo lo consciente puede
ser verbalizado. El sistema lingüístico, al aportar señal de realidad permite a los
contenidos preconscientes incluirse en la conciencia. Una parte del yo está
también en el inconsciente, pues debe reprimir al ello con criterios del súper-yo.
Las tres instancias de la personalidad, por su interactividad, están establecidas
entre las dos instancias del consciente e inconsciente, con amplia excepción del
ello, que cuando aflora a la conciencia se convierte en súper-yo. La personalidad
tiene sus bases en un dinamismo profundo del yo. Este reúne las fuerzas del ello,
y se atiene a las reglas del súper-yo. Dos fuerzas del ello son básicas: la auto
conservación y la reproducción. El instinto sexual representa la conservación de
la especie, y comparte importancia con la autoconservación del individuo
vinculada al hambre y la sed. La autoconservación está encaminada a la utilidad
frente al entorno y está regida por el principio hedonista. Una situación
placentera es la regresión a la situación inicial. Por tanto, los instintos
desequilibrados y forzados a actuar buscan en la interacción con los objetos la
regresión a la situación inicial estable.
El placer posee dos dimensiones. Una dimensión externa que se satisface con
objetos externos y una dimensión interna que se satisface con objetos propios,
con el cuerpo, llamada narcisista. La dimensión narcisista va perdiendo campo
frente a la dimensión externa. Existe una dualidad básica en nuestros instintos:
Eros o instinto sexual y thanatos o pulsión de muerte y destrucción. Esta dualidad
tiene en su base experiencias tanto clínicas como sociales: la guerra y el sadismo
son reflejos de ellos. Estos instintos nunca son puros sino que interactúan entre
ellos. En 1932 Freud dialoga sobre el por qué de la guerra con Einstein, a
petición de la Sociedad de Naciones. Freud afirma que la agresividad del hombre
no nace de la casualidad, sino de una thanatos profundo y estructural del hombre.
Freud lo llamó teoría mitológica de los instintos.
Si la guerra es producto de Thanatos su posición contraria es Eros: cuanto más
limite Eros a thanatos menos condiciones existirán para que se dispare thanatos.
En su estudio social Freud se pregunta por la utilidad de la religión. Esta
mantiene una política de Eros con el objetivo de que los hombres no hagan lo que
tienden a hacer. El hombre es tremendamente desvalido e impotente frente a una
naturaleza poderosa. Esto le crea angustia, y por eso tiende a pensar que la
naturaleza está regida por un Dios paternal que le ofrece protección.
Este Dios no es resultado de una experiencia, ni el término de una argumentación
lógica, sino que es una realidad paterna de la que asumimos reglas morales y
sociales, cuya infracción rompe la protección paterna y crea catástrofes naturales.
La religión es una protección de la angustia del hombre, pues Dios es una ilusión.
Es ilusión en el sentido de que no es verdadero, y es ilusión en el sentido de que
permite protegernos y evita la vida bajo la angustia por medio de ilusiones
biológicamente útiles. Se mantienen creencias generadas por el instinto de placer
frente a la angustia en una situación irreal. La religión es el equivalente social de
los sueños. Si dejamos avanzar la ciencia frente a la religión las creencias
religiosas irán desapareciendo, con lo que podría darse una situación dramática,
pues, si desaparece la represión religiosa, pero no se introduce otra represión
puede aparecer una agresión tremenda entre los hombres, pues thanatos podría
actuar libremente. La sociedad no es un sistema en el que los instintos están
reprimidos de un modo socialmente establecido; establece conductas
estereotipadas incorporadas a las regulaciones sociales. Estas normativas son
exteriores al individuo. Pero no solo la sociedad domina las pulsiones del ello,
sino también el súper yo.
El súper yo establece valores de conducta aceptables y no aceptables. Estos
valores están establecidos en rigor del yo y encaminados a él. Pero puede suceder
que el yo no cumpla los valores del súper yo, con lo que aparecería la conciencia
o sentimiento de culpabilidad. Este sentimiento de culpabilidad es resultado de
una autovaloración o autoestima negativa. El súper yo puede llegar a llenar de
culpa al yo, puede destruir su autoestima; por lo que aparecerían situaciones
extrañas que pueden llevar al suicidio.
Los mandatos no cumplidos del súper yo pueden causar perder el objeto externo
de satisfacción de los instintos, y buscándolo en el interior y reorganizando el yo.
Pero si es incapaz de reorganizarse, se puede producir o la depresión profunda, o
la regresión al narcisismo.
Existen mecanismos de defensa que permiten vencer este control excesivo del
súper yo. El mecanismo de proyección proyecta los defectos propios en el
entorno, lo que puede dar lugar a una conducta agresiva hacia el resto para acabar
con los defectos propios. El mecanismo de sublimación permite satisfacer los
impulsos del yo de un modo no reprimible y como un sueño pero real. Este
mecanismo da lugar al arte, en donde, no sólo el autor satisface sus instintos, sino
que las demás personas encuentran también satisfacción en sus obras. En este
punto Freud alcanza una cosmovisión del hombre, su psicología abarca todos los
ámbitos de la vida humana.

Ante la obra de Freud se presentan, principalmente, tres opositores: Pierre Janet,


Alfred Adler y Jung:
Pierre Janet entendía los trastornos psicológicos como disgregaciones mentales y
afirmaba la existencia de procesos automáticos y vinculaciones psicológicas a
procesos dinámicos y fuerzas o tensiones que cohesionan o separan las
asociaciones psíquicas.
Lo importante es que no creía en un trasfondo sexual psíquico, sino de tensiones.
La persona entra en contacto con la realidad a través de la tensión del
mantenimiento de la vigilia. Su obra quedó apartada por su exigencia de primacía
frente a Freud del descubrimiento del inconsciente.

Alfred Adler, discípulo de Freud, estudió la existencia de trastornos y problemas


psicológicos profundos a personas con minusvalías psíquicas.
Según él, el individuo está movido por fuerzas que le llevan a buscar seguridad a
través del poder y del dominio.
Alfred hace una reinterpretación del complejo de Edipo en términos de voluntad
de poder.
Le preocupó fundamentalmente el trastorno del niño mimado: es aquel niño que
en su entorno familiar produce una capa de protección, dentro de la cual él posee
el dominio, se generará una conducta neurótica regresando a formas más
infantiles y privadas.
El niño al no tolerar la realidad, adopta un estilo de vida que no asume los
criterios sociales, sino que se refugia en el entorno favorable familiar. Igual
ocurre con los minusválidos, cuya situación agresiva en el mundo les lleva a
buscar modos de comportamiento que le compensen su minusvalía en su
autoestima.
Pero la lesión en la autoestima puede llegar a generar agresividad.
Según Adler, un estilo de vida normal es el que asume los valores sociales de su
entorno; al contrario un estilo de vida individual caracteriza la personalidad
neurótica. Y el inconsciente es todo aquello que no tiene sentido, no lo que está
reprimido. La autoestima es un elemento psíquico fundamental, pues conlleva la
compensación de deficiencias por eficiencias.
Jung discípulo de Freud, tiene una inspiración importante hacia la antropología y
las formas culturales primitivas, que poseen símbolos y formas expresivas de arte
generales a lo largo de la historia y la cultura. Afirmó la existencia de una
herencia psicológica de modos de tener emociones. Estos modos o arquetipos son
roles individuales de un entorno supraindividual.
Los roles sociales son caras externas que forman la persona. Frente a la persona
se opone el ego, que puede tener emociones distintas a las exigidas por el rol
social. Ánima y animus son dos pares de arquetipos sexuales, cada uno adoptado
por todo individuo bisexual. Sombra es el arquetipo de las pulsiones freudianas
del Ello; su satisfacción afecta a un inconsciente colectivo. Aparte de estos
arquetipos, hay dos tipos psicológicos: individuos movidos al psiquismo externo
o extrovertidos, que buscan estimulación, y los individuos movidos hacia un
psiquismo interior o introvertido, que por exceso de estimulación buscan
rehusarla.

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