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Teoría queer:
de la esperanza al gran frude
por Laurentino Vélez-Pelligrini
S i algo sorprende hoy del movimiento gay es su proceso de empobrecimiento político e intelectual, sus clau-
dicaciones culturales y su incapacidad de reflexionar sobre la renovación de las formas de homofobia, ocul-
tas detrás de una Ley sobre el matrimonio que nadie había pedido y de una frivolización generalizada de la
situación de las minorías sexuales en nuestro país.
Ante tan desolador panorama, todavía llegó a quedar cierto La teoría queer
consuelo político para las voces más críticas ante un movi- Desde una perspectiva estrictamente política, la teoría queer
miento LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) es un fenómeno que no puede en absoluto desvincularse, ni
cada vez más dominado por el clientelismo y que avanzaba a del terrible impacto que tuvo la pandemia del Sida sobre las
pasos agigantados hacia la ridícula defensa de discursos respe- minorías sexuales, ni del rebrote homofóbo que ésta conllevó
tabilistas. No cabe duda que esa otra política y diferente mane- en el clima de oleada conservadora que tomó cuerpo en los
ra de entender la realidad de las comunidades transmaribollos Estados Unidos con la llegada al poder de Ronald Reagan en
se vio encarnada en gran medida en la existencia de una serie los años 80. Pero desde luego, si de algo tampoco puede des-
de círculos de debate teórico e intelectual y de los que la teoría vincularse a la teoría queer es de la fuerte reacción del movi-
queer se convirtió en la vanguardia entre la segunda mitad de miento gay, que acabó organizándose en torno a actores polí-
los años 90 y la primera década del 2000. ticos como Act-Up y que llevarán la batuta de la lucha contra el
En contraste y como reacción al raquitismo político del Sida, articulando tanto cuestiones políticas como sociales y
mundo asociativo asimilacionista , lo que caracterizó a la pro- culturales. Las instituciones sanitarias y el poder médico, las
ducción teórica fue una gran vitalidad, que parecía doblemen- desigualdades sociales en el acceso a los tratamientos contra el
te meritoria a la vista de la ausencia de apoyo institucional, del VIH, el espíritu de rapiña de la industria farmacéutica y la revi-
recelo desde el ámbito universitario y de las barreras a veces sión de las representaciones culturales de la enfermedad, el
infranqueables interpuestas por el mundo editorial. Si también sufrimiento y la muerte, así como la politización de los cuerpos
algo se hizo evidente es que, a pesar de los mitos sobre el “atra- y de las sexualidades, constituyeron un conglomerado de pro-
so” de nuestro país, hubo en el seno de los colectivos LGTB blemáticas que quedaron sintetizadas en lo que vino a deno-
españoles una solida y sesuda corriente académica en torno a minarse la Seropositividad Política.
las problemáticas del sexo, de la sexualidad y del género. Cier - Aunque hay que hacer la debida distinción entre las comu-
tamente, no siempre visible y accesible, sobre todo a la vista de nidades queer como actores sociales y culturales y la teoría
cómo cierta homocracia se apoderó del debate público redu- queer como ámbito de reflexión teórica y académica, ambas
ciéndolo todo al común denominador, primero de las regula- estuvieron fuertemente imbricadas. En el lado académico el
ciones jurídicas de las Parejas de Hecho y después del matri- apellido queer vino sobre todo de la mano de la teórica lesbia-
monio y de la cuestión de los Nuevos Modelos Familiares. na Teresa de Lauretis, que utilizó por primera vez el término en
la revista Differences a finales de los 80 y revolucionó una bue- rios de la civilización occidental y las dicotomías de sexo y
na parte del razonamiento teórico sobre las minorías sexuales. género, dejando de manifiesto el lado socialmente “construi-
Pero en la esfera universitaria fueron los trabajos de Eve do” y no “natural” del sexo y de las sexualidades y por lo tanto,
Kosofsky Sedgwick1 y Judith Butler 2 los dos grandes puntos de el predominio de lo cultural y lo simbólico sobre lo biológico.
referencia, desde la teoría y la hermenéutica literaria y la filo- Ese trabajo de puesta en jaque de los sistemas dicotómicos
sofía. La teoría queer también recuperó a autoras de los años constituyó un enfoque epistemológico primordial que no
70, como por ejemplo Joan Nestle, que reflexionó sobre los podía ser leído por las minorías sexuales en otros términos que
roles de género en el mundo lesbiano e hizo que el homofóbo políticos, sobre todo en un clima de repunte de los esencialis-
estereotipo de la lesbiana “camionera” mos y de la (re)separación entre “lo femeni-
(Buth) fuese objeto de una reapropia- no” y “lo masculino” como hechos innatos.
Butler representó todo un
ción política, demostrando el carácter Esto no sólo como producto del empuje de
cambio de mentalidad en
socialmente construido de la masculi- la derecha religiosa y el “revanchismo mo-
nidad y de la feminidad. También Gayle
la esfera del lesbianismo. ral” frente a la Revolución Sexual de los 70,
Rubin, que denunció las jerarquizacio- sino también de la emergencia de un cierto
nes de las sexualidades o Carole Vance, que transformó toda la feminismo culturalista que volvía a exaltar las virtudes femeni-
reflexión sobre la sexualidad femenina, destruyendo buena nas y mitificar las representaciones hiperbólicas de la masculi-
parte de los mitos sobre la “sensualidad” femenina y el preten- nidad.3 El precio político de esta (re)dualización parecían
dido carácter de sujeto pasivo de las mujeres en general y de las pagarlo gays, lesbianas y transexuales, al quedarse del lado de
lesbianas en particular, en la gestión del placer y el deseo. A no unas “anormalidades” sobre cuyos cuerpos debería caer el
olvidar a Pat Califa, cuyos trabajos teóricos giraron alrededor castigo divino del Sida. Frente a ese (re)enardecimiento de los
de las sexualidades no normativas como el Sadomasoquismo. esencialismos, la teoría queer tuvo el enorme mérito de poner
También hay que mencionar a otras autoras como Diana Fuss, sobre el tapete las falacias de los géneros y de los sistemas dis-
que hizo importantes aportaciones sobre la dimensión discur- cursivos y normativos a través de los cuáles eran socialmente
siva y nominativa, más que real, de las esencias sobre el sexo y controladas las sexualidades, patologizados los cuerpos y legi-
las sexualidades. Cabe señalar también a otras autoras algo timados los preceptos homofóbos. Judith Butler se convertirá
más rebuscadas, como Donna Haraway, que se centró en el en un icono de los movimientos radicales como Queernation o
capitalismo tecnológico y su papel en la destrucción de los Act-Up a través de su famosa teoría sobre la performatividad, al
sexos y de los géneros: la llamada teoría cyborg. argüir que el concepto de “hombre” y “mujer” no sólo era un
Aunque el abanico de perspectivas fue amplio y heteróclito, producto del lenguaje, sino de “imitaciones”, parodizaciones y
en el caso concreto español las dos grandes pensadoras que sistemas normativos, que nada tenían que ver con la materia-
van a condicionar buena parte de la producción teórica serán, lidad de los cuerpos, sino con los sistemas simbólicos que los
efectivamente, Sedgwick y Butler. El impacto de Sedgwick se impregnaban. Lo que no dejaba de ser transgresor en un clima
reveló quizás algo más limitado, por estar en un ámbito disci- de rearme de los procesos de extranjerización social y cultural
plinario muy concreto. Pero su obra ejerció un notorio influjo de las minorías sexuales en una vida colectiva ampliamente
en los especialistas en Teoría literaria, en Estudios Culturales y “heteronormativizada”.
en el mundo pedagógico. En efecto, Sedgwick puso en jaque La obra de Butler cosechó adhesiones no sólo por la fuerza
los cánones de la literatura universal y abrió los canales de una discursiva de textos como El Género en disputa, sino también
relación crítica de los lectores con los textos. Se trató de un lla- por motivos fundamentalmente políticos. Lesbiana compro-
mamiento a extraer las dimensiones ideológicas de la narrativa metida desde un primer momento con el movimiento gay y la
y del propio lenguaje y los sistemas de “armarización” que lucha contra el Sida, Butler representó todo un cambio de
éstos generaban. Sedgwick abarcó sobre todo la cuestión de la mentalidad en la esfera del lesbianismo, rompiendo con los
homosexualidad masculina en la literatura inglesa y cambió últimos avatares del burdo separatismo lesbiano y apostando
muchas de las ópticas a través de las cuales se leía por ejemplo de forma clara por políticas de coalición entre gays, lesbianas y
a autores como Oscar Wilde. transexuales. Era una evidencia que la separación entre la ho-
Las obras de Sedgwick y Butler consistieron en una relectura mosexualidad masculina y la de las lesbianas se revelaba un
del posestructuralismo, en especial de Foucault, Lacan y mito, que no sólo reproducía estereotipos de género, sino que
Derrida, adoptando una interesante perspectiva analítica de además dificultaba una lucha en común contra la puesta en
corte constructivista que puso en cuestión los sistemas bina- cuestión de los derechos civiles del conjunto de las minorías
género” no son erradicables mediante un simple “acto de movimiento. A él le debemos un importante trabajo sobre teo-
voluntad” individual o transgresiones performativas. Es sufi- ría queer y psicoanálisis13, (de gran influencia en los círculos de
ciente con observar las formas de interacción en los diversos debate teórico vinculados a los estudios humanísticos), ade-
ámbitos de la vida social, desde el educativo hasta el laboral, más de haber sido el coorganizador del seminario de la UNED
pasando por el mundo de la publicidad y el universo del con- y co-traductor de Monique Witig, de la propia Butler y otras
sumo, para darse cuenta de las estructuras de poder a través de autoras en boga en los últimos años como Judith Halberstam.14
las cuales se externaliza la construcción social de la realidad. La retirada de Ricardo Llamas del debate teórico hace ya algu-
Alain Touraine y, sobre todo, Michel Wieviorka, me han ense- nos años y la posterior muerte de Paco Vidarte le han converti-
ñado que aún es posible “producir sociedad” y actores sociales do de hecho en el último representante de toda una generación
que cambien las orientaciones culturales y los resortes simbó- y una forma de entender el activismo gay al que le correspon-
licos a los que están inscritos los individuos y los sistemas de el mérito, no sólo ya de haber resistido al asimilacionismo,
binarios. Pero por el momento no me consta que eso pueda sino de comprender los grandes dilemas y problemáticas polí-
hacerse sólo desde los despachos universitarios, que es donde ticas y sociales planteadas por la dramática experiencia de la
tiene su trono esa reina de la especulación filosófica y de la pandemia.
transgresión sobre el papel que resulta ser la doctora Butler. La La fidelidad a las ideas me parece muy loable y supongo que
filosofa norteamericana tuvo un momento feliz con El género es a través de ella que Sáez sigue hoy haciendo de la teoría
en disputa para, después, ir publicando obras que bien se repi- queer un instrumento de interpretación y crítica de una reali-
ten, bien se desdicen, bien se contradicen, pero que en cual- dad en la que persisten serios sistemas de control sobre los
quier caso mantienen en conjunto una escasa corresponden- cuerpos y las sexualidades y formas de discriminación sutiles
cia con la realidad de las practicas sociales. adecuadamente veladas por la frivolización de la que ha sido
Aun a pesar de eso, hoy más que nunca se ha impuesto una objeto la situación de las minorías sexuales. Pero si algo carac-
especie de butlermanía en los círculos LGTB y queer del deba- teriza a Sáez, no se sabe si por un arranque de nostálgico
te intelectual de nuestro país y cuya más mínima y tímida recuerdo de los éxitos políticos de las comunidades queer vin-
puesta en cuestión se ha convertido culadas a la lucha contra el Sida o si
prácticamente en un “delito de opi- por una crónica incapacidad de auto-
nión”. El asunto sorprende por partida Los actuales “transgresores de crítica, es la defensa “integrista” de una
doble, cuando, aun siguiendo revelán- perspectiva teórica que se ha quedado
despacho” que son los teóricos
dose chillonas las discriminaciones, ya en el ámbito de las simples y gran-
pocos son los que se atreven ni siquiera queer en nuestro país no se des proclamas. Y es que en efecto, si
a insinuar reflexión o debate crítico implican hoy en ningún debate hoy por hoy la teoría queer sigue con-
sobre una perspectiva teórica que gozó en la sociedad. servando el mérito de ser una fuente
de sus tiempos de gloria y brindó ins- de resistencia frente al asimilacionis-
trumentos de analíticos nada desdeñables en los años 90, pero mo y de denunciar la situación de discriminación que viven
que en cambio hoy parece estar completamente desconectada gays, lesbianas y trans sometidos a la precariedad profesional y
de la realidad. socioeconómica, cuando no a la intersección de la discrimina-
ción homofóba, de género, racista y xenófoba, no es menos
¿Teoría útil o mecanismo de promoción? cierto que continua inserta en una mera crítica cultural, muy
Lo dicho hasta aquí, viene de alguna manera motivado por atractiva desde un punto de vista intelectual, pero que se
una voluntad de interpelar a algunos representantes actuales queda en las fronteras del cambio social tangible.
de la teoría queer. Esta última tiene hoy a su principal repre- La manifiesta hostilidad que un sector de los representantes
sentante en el sociólogo Javier Sáez, figura originariamente de la teoría queer han expresado, al hilo del asunto, hacia las
vinculada al muy radical Col.lectiu Gai de Barcelona y a la re - ciencias sociales, quedó en su momento muy bien reflejado en
vista Archipiélago y hoy afincado en Madrid donde anima la el linchamiento del que fue objeto al principio de la década del
revista digital Hartza y el portal de debate teórico QUEERemos 2000 la compilación de Oscar Guasch y Olga Viñuales, Sexua-
saber. Sáez fue una de las personalidades del mundo intelec- lidades.15 Un texto que a la vez que pretendió someter a crítica
tual gay más vinculadas a Ricardo Llamas y Paco Vidarte y aun- la insensibilidad de la sociología ante las cuestiones relaciona-
que formó parte ya de la última etapa de La Radical Gai, ha per- das con la diversidad de las opciones sexuales, también quiso
manecido como una de las personalidades icónicas de aquel ser, no una alternativa, sino un complemento de las ciencias
mente en los medios de comunicación españoles. Claro está, etiqueta ha podido ser utilizada en provecho propio y sometida
convirtiéndose en un producto con el que es evidente que algu- a subasta ante el mejor postor.
no que otro está haciendo caja. Un paradigma de ello es la filo- En una sociedad en la que prima lo efímero y donde la fama
sofa Beatriz Preciado, a la que el jurado de un importante sello y el éxito son simétricos a las habilidades para decir barbarida-
de nuestro país entregó en el año 2010 el lugar de finalista en des, insignificancias y en última instancia, de enarbolar teorías
uno de los más prestigiosos premios que existen en el ámbito de poca monta, el fenómeno “ Preciado” y subsidiariamente el
del ensayo. La cosa no tiene por qué sorprender, y acaso habría silencio de Sáez acerca de él, no deberían en principio sorpren-
que recordar a Paco Umbral que, con el desparpajo que en vida der a nadie. Aunque sea un hecho que en la hoy “glamourizada”
le fue característico, tuvo a bien denunciar cómo entre los crite- teoría queer española dejarán de creer hasta sus más firmes y
rios que reinan entre los miembros de los jurados, están todos, fundamentalistas defensores cuando se apaguen los focos, aflo-
menos la objetiva calidad de las obras galardonadas.16 je el interés de los críticos y desaparezca la gallina de los huevos
Becaria de Derrida, Beatriz Preciado tuvo su momento con la de oro en que se convierten a menudo productos editoriales de
publicación del Manifiesto Contra-sexual.17 Pero Preciado es baratillo. Hasta entonces, todavía seguirán existiendo ingenuos
también un buen ejemplo de cómo, sólo con un sello editorial creyendo en las potencialidades políticas de lo que, habiendo
provisto de una política comercial agresiva y con un agente bien empezado siendo una gran esperanza política, no ha termina-
introducido en los entresijos del mundo de la cultura, de la crí- do siendo otra cosa que un gran fraude. Cómo no, beneficiando
tica y de los medios de comunicación, se puede crear una a megalómanos que siguen mirándose el ombligo a cargo de
“Simone de Beauvoir” y hacer pasar ensayos de pésima prosa y una teoría queer que, precisamente por fraudulenta y fuente de
de nulo interés intelectual por genialidades. Así son las cosas y ingresos de megalómanos, ha perdido cualquier oportunidad
alguna indulgencia habrá que tener con un mundo editorial de volver a ser discursivamente creíble en la crítica y la lucha
que ve cómo la terrorífica ley del mercado se le impone. Otra contra las discriminaciones que todavía viven muchos gays,
cosa es que se pretenda vender gato por liebre, presentándola lesbianas y transexuales■
como un referente que no es para el colectivo LGTB, catapul-
tándola a un pedestal que el altanero mundo académico fran-
cés no le ha concedido, ni parece dispuesto a hacerlo: ni siquie-
ra una sección de tercera fila, reputada de fac poubelle (Facu
Notas
basura), como es el caso Université-París VIII, que es a la que
1. Eve Kosofsky Sedgwick, Epistemología del armario. Ediciones de la
pertenece la genial Preciado. A pesar del “coût de chance” que
Tempestad,1998
acompañó comercialmente al El Manifiesto contra-sexual en el
2. Judith Butler, El género en disputa, Paidós 2007
país vecino, hay que puntualizar que bien se cuida Preciado de
3. Ver en ese sentido, Raquel Osborne, La construcción sexual de la rea-
que sus admiradores españoles conozcan mínimamente bien el lidad, Cátedra 1993
mundo universitario galo y se percaten que esta “Beauvoir” de 4. Ricardo Llamas (Comp), Construyendo Sidentidades, Siglo XXI , 1995
molde no deja de tener un estatuto marginal en un mundo uni- 5. Ricardo Llamas, Teoría torcida, Siglo XXI 1998.
versitario francés que, desde siempre, ha profesado una nada 6. David Córdoba, Javier Sáez, Paco Vidarte, Teoría queer, Egales 2005
disimulada indiferencia, cuando no abierta hostilidad, hacia la 7. J. V. Aliaga, José Migual, G. Cortés (Editores), De amor y rabia,
teoría queer. Y esto, por lo visto, los medios de comunicación Universidad Politécnica de Valencia 1993
8. Rafael Mérida (ed), Sexualidades transgresoras, Icaria 2002
españoles son los únicos en ignorarlo.
9. Jesús Martínez Oliva, El desaliento del guerrero. Las representaciones
Preciado se ha creído su propio personaje y absurdo sería de la masculinidad en el arte de las décadas de los 80 y 90. Ad Hoc. 2005
pensar que vaya a desmentir lo que le ha servido de proyección 10. Alberto Mira, Miradas insumisas, gays y lesbianas, Egales 2008
internacional o para ser musa de tan honorables instituciones 11. Alberto Mira, De Sodoma a Chueca, Egales 2004
como el MACBA, poniendo de paso en apuros a unos editores 12. Pablo Pérez Navarro, Del texto al sexo. Judith Butler y la performati-
que hacen de la mediocridad virtud y de ésta última necesidad, vidad, Egales 2008
sobre todo cuando se trata de hacer números. A ese respecto, no 13. Javier Sáez, Teoría queer y psicoanálisis, Síntesis 2004
14. Judith Halberstam, La feminidad masculina, Egales 2008
deja de ser un sarcasmo que un autor como Sáez, que tanto
15. Oscar Guasch, Olga Viñuales (Ed) Sexualidades. Diversidad y control
defiende las “esencias” de lo queer y que no pierde ocasión de social. Ediciones Bellaterra 2003
poner de vuelta y vuelta a quienes hacen un uso inadecuado o 16. Beatriz Preciado, Pornotopía, Arquitectura y sexualidad en “Playboy”
comercial del término, sea el primero en guardar silencio sobre durante la Guerra Fría, Anagrama 2010
Preciado, cuyo vedetismo es la mejor ilustración de cómo una 17. Beatriz Preciado, El manifiesto Contra-Sexual, Opera Prima 2002