Está en la página 1de 8

FILOSOFÍA

Textos
EL PRINCIPIO

Dos griegos están conversando: Sócrates acaso y Parménides.


Conviene que no sepamos nunca sus nombres, la historia, así,
será más misteriosa y más tranquila.
El tema del diálogo es abstracto. Aluden a veces a mitos, de los
que ambos descreen.
Las razones que alegan pueden abundar en falacias y no dan con
un fin.
No polemizan. Y no quieren persuadir ni ser persuadidos, no
piensan en ganar o en perder.
Están de acuerdo en una sola cosa, saben que la discusión es el
no imposible camino para llegar a una verdad.
Libres del mito y de la metáfora, piensan o tratan de pensar.
No sabremos nunca sus nombres.
Esta conversación de dos desconocidos en un lugar de Grecia es
el hecho capital de la Historia.
Han olvidado la plegaria y la magia.
(Jorge Luis Borges: El principio)

Tales de Mileto

La mayoría de los primeros filósofos creyeron tan sólo principios a aquellos que se
dan bajo la forma de la materia; pues afirman que el elemento y principio primero
de todas las cosas es aquel a partir del cual todas las cosas existen y llegan por
primera vez al ser y en él terminan por convertirse en su corrupción, subsistiendo
la substancia, pero cambiando en sus accidentes; porque tal naturaleza se
conserva siempre y por eso piensan que nada nace ni perece. Ninguno de los
entes se genera ni corrompe; pues dicen que siempre hay alguna naturaleza, o
una o múltiple, de la cual se originan las demás cosas, permaneciendo ella.

En cuanto al número y a la especie de tal principio, no dicen todos lo mismo, sino


que Tales, el iniciador de tal filosofía, afirma que es el agua (por lo que declaró
también que la tierra está sobre el agua); llegando, tal vez, a formar dicha opinión
por ver que el elemento de todas las cosas es húmedo y que el calor mismo surge
de la humedad y que de ella vive (el principio de todas las cosas es aquello de
donde nacen); de ahí vino a formar esa opinión, y el hecho de que las semillas de
todas las cosas tienen la naturaleza húmeda, y el agua es el principio natural de
las cosas húmedas.
(Aristóteles: Metafísica, A 3.983 b 6)
Ni tiniebla ni caos. La tiniebla
requiere ojos que ven, como el sonido
y el silencio requieren el oído,
y el espejo, la forma que lo puebla.
Ni el espacio ni el tiempo. Ni siquiera
una divinidad que premedita
el silencio anterior a la primera
noche del tiempo, que será infinita.
El gran río de Heráclito el Oscuro
su irrevocable curso no ha emprendido,
que del pasado fluye hacia el futuro,
que del olvido fluye hacia el olvido.
Algo que ya padece. Algo que implora.
Después la historia universal. Ahora.
(Jorge Luis Borges: Cosmogonía)

Anaximandro

A partir de donde hay generación para las cosas, hacia allí se produce la
destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan la culpa unas a otras y la
reparación de la injusticia, de acuerdo con el ordenamiento del tiempo.
(Anaximandro, en Diel & Kranz, 12 A 9)

Anaxímenes

Anaxímenes, milesio, hijo de Eurístrato, compañero de Anaximandro, dice, como


éste, que la naturaleza sustante es una e infinita, no indeterminada, como él, sino
determinada, a la que llama aire, y que se diferencia en sustancias por rarefacción
y condensación. Cuando se hace sutil se convierte en fuego, y cuando se
condensa, en viento; después en nubes, condensándose más, en agua, luego en
tierra, después en piedras; y los demás seres se originan de esas sustancias.
Hace también eterno el movimiento, por medio del cual se verifica el cambio.
(Teofrasto, en Simplicio, Física 24, 26)
EL DEVENIR

El segundo crepúsculo.
La noche que se ahonda en el sueño.
La purificación y el olvido.
El primer crepúsculo.
La mañana que ha sido el alba.
El día que fue la mañana.
El día numeroso que será la tarde gastada.
El segundo crepúsculo.
Ese otro hábito del tiempo, la noche.
La purificación y el olvido.
El primer crepúsculo…
El alba sigilosa y en el alba
la zozobra del griego.
¿Qué trama es ésta
del será, del es y del fue?
¿Qué río es éste
por el cual corre el Ganges?
¿Qué río es éste cuya fuente es inconcebible?
¿Qué río es éste
que arrastra mitologías y espadas?
Es inútil que duerma.
Corre en el sueño, en el desierto, en un sótano.
El río me arrebata y soy ese río.
De una materia deleznable fui hecho, de misterioso tiempo.
Acaso el manantial está en mí.
Acaso de mi sombra
surgen, fatales e ilusorios, los días.
(Jorge Luis Borges: Heráclito)

Heráclito

30
Este mundo, que es el mismo para todos, no lo hizo ningún dios o ningún hombre;
sino que fue siempre, es ahora y será fuego siempre viviente, que se prende y se
apaga según medida

41
La sabiduría es una sola: conocer la razón, por la cual todas las cosas son
dirigidas por todas.

45
No importa la dirección que sigas, no hallarás los límites del alma, tan profundo es
su logos.
49ª
Entramos y no entramos en los mismos ríos; somos y no somos.

50
Si atienden no a mí, sino al logos, estarán de acuerdo en que la sabiduría consiste
en que lo uno es todo.

51
Los hombres ignoran que lo divergente está de acuerdo consigo mismo. Es una
armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira.

52
El tiempo es un niño que juega con los dados; el reino es de un niño.

54
La armonía no manifiesta es superior a la manifiesta.

58
El bien y el mal son uno.

60
El camino hacia lo alto y el camino hacia lo bajo es uno y el mismo.

70
Las opiniones humanas son juegos de niños.

80
Debemos saber que la guerra es común a todos y que la discordia es justicia y
que todas las cosas se engendran de discordia y necesidad.

89
Hay un mundo uno y común para los que están despiertos, pero el que duerme se
reduce a un mundo propio.

91
No se puede sumergir dos veces en el mismo río. Las cosas se dispersan y se
reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan.

113
El pensar es común a todos.

116
Está en poder de todos los hombres conocerse a sí mismos y ser sensatos.

123
La naturaleza aprecia el ocultarse.
EL ELEATISMO

En lo que dura la palpitación de una arteria,


sentado en esa vieja piedra gris,
bajo el viejo árbol quebrado por el viento,
supe que Uno es animado,
la humanidad inanimada fantasía.
(William Butler Yeats: Meditación en tiempo de guerra)

Moisés contestó a Dios: “Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía
a ellos, si me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, yo ¿qué les voy a responder?”
Dios dijo a Moisés: “Yo soy: YO-SOY.” “Así hablarás al pueblo de Israel: YO-SOY me ha enviado a
ustedes…”
(Exodo 3, 13-14)

Jenófanes

Jenófanes, que fue el primero de entre ellos (los eléatas) en afirmar la unidad del
ser (se dice, efectivamente, que Parménides haya sido su discípulo), no aclaró, de
ningún modo (si fuese finito o infinito), ni parece haber tratado de alguna de estas
dos naturalezas, sino que mirando al universo en su totalidad, dice que lo Uno es
Dios.
(Aristóteles, Metafísica, I, 5, 986)

Homero y Hesíodo han atribuido a los dioses todas las cosas que son objeto de
vergüenza y de censura entre los hombres: hurtos, adulterios y engaños
recíprocos. Ellos han relatado, sobre los dioses, una cantidad de acciones
contrarias a las leyes: hurtos, adulterios y engaños recíprocos… Pero los mortales
creen que los dioses tienen nacimiento y vestiduras, voces y cuerpos similares al
de ellos… Y los etíopes representan a sus dioses negros y de nariz chata, y los
tracios dicen que tienen los ojos azules y los cabellos rojos… pero si los bueyes,
los caballos y los leones tuviesen manos y con ellas pudiesen dibujar y realizar
obras como los hombres, los caballos dibujarían figuras de dioses semejantes a
los caballos, y los bueyes a los bueyes, y formarían sus cuerpos a imitación del
propio.
(Jenófanes, Fragmento 15)

Parménides

I, 25
… Es necesario que conozcas toda mi revelación,
y que se halle a tu alcance el intrépido corazón de la Verdad, de hermoso cerco,
I, 30
tanto como las opiniones de los mortales, que no encierran creencia verdadera.
No obstante, a ti te será dado aprender todo esto,
y cómo las apariencias tendrían que aparecerse para siempre como la realidad
total.
II
Voy a decírtelo ahora mismo, pero presta atención a mis palabras,
las únicas que se ofrecen al pensamiento de entre los caminos que reviste la
búsqueda:
Aquella que afirma que el Ser es y el No-Ser no es,
significa la vía de la persuasión, puesto que acompaña a la Verdad.
II,5
Y la que dice que el No-Ser existe y que su existencia es necesaria,
ésta, no tengo reparo en anunciártelo, resulta un camino totalmente negado para
el conocimiento.
Porque no podrías jamás llegar a conocer el No-Ser –cosa imposible-
y ni siquiera expresarlo en palabras.
III
… porque el pensar y el Ser son una y la misma cosa.
IV
Observa, pues, cómo lo que parece más lejano se hace firmemente presente para
el espíritu,
que no se verá dividido por la unión del Ser con el Ser,
ni para dispersarse enteramente en contra del orden del universo,
ni para reunirse.
V
Indiferente será para mí el lugar por donde comience, porque a este punto tender
que volver de nuevo.
VI
Hay que decir y pensar que el Ser existe, ya que es a Él a quien corresponde la
existencia,
en tanto es negada a lo que no es. Te invito que consideres todo esto,
pero, a la vez, quiero prevenirte acerca de esta vía de la búsqueda
y en cuanto a aquella otra por la que se lanzan los mortales ayunos de saber,
VI, 5
que marchan errantes en todas direcciones, cual si de monstruos bicéfalos se
tratase.
Porque es la perplejidad la que en el pecho de estos dirige su espíritu vacilante.
Y así se ven llevados de aquí para allá, sordos, ciegos y llenos de sombro, como
turba indecisa
para la cual Ser y No-Ser parecen algo idéntico y diferente,
en un caminar en pos de todo que es un andar y un desandar continuo.
VII
Porque jamás fuerza alguna someterá el principio: que el No-Ser sea.
Pero tú, no obstante, aleja tu pensamiento de esta vía
y no te dejes llevar sobre ella por la fuerza rutinaria de la costumbre,
ni manejando tus ojos irreflexivamente, ni tus oídos que recogen todos los ecos,
VII, 5
ni acaso tu lengua. Juzga, por el contrario, con razones que admitan múltiples
pruebas,
VIII
como las que yo te he mostrado.
Sólo nos queda ahora el hablar de una última vía, la de la existencia del Ser.
Muchos indicios que ella nos muestra permiten afirmar que el Ser es increado e
imperecedero,
puesto que posee todos sus miembros, es inmóvil y no conoce fin.
VIII, 5
No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad, Uno y continuo.
Porque, en efecto, ¿qué origen podrías buscarle? ¿De dónde le vendría su
nacimiento?
No te permitiré que me digas o que pienses que haya venido del No-Ser,
porque no se puede decir ni pensar que el Ser no sea.
¿Qué necesidad, pues, lo habría hecho surgir
VIII, 10
en un momento determinado, después y no antes, tomar impulso de la nada y
crecer?
Por tanto, o ha de existir absolutamente o no ser del todo.
Jamás una fe vigorosa aceptará que, de lo que no es, pueda nacer una cosa
distinta;
así, tanto para nacer como para perecer la Justicia no le concederá licencia
relajando los lazos
VIII, 15
con los que lo retiene. La decisión sobre este punto descansa en esto: es o no es.
Pero una vez decidido, como era necesario, el abandono de uno de los caminos
por su carácter de impensable e innominado –porque no es el verdadero-,
habrá que considerar el otro como real y auténtico.
Porque, ¿cómo en el curso del tiempo podría ser destruido el Ser? ¿Cómo podría
llegar a existir?
VIII, 20
Ya que, si alcanzó la existencia, no es, y lo mismo ocurre si alguna vez debía
existir.
Así se distingue el nacimiento y queda ignorada la destrucción.
No es igualmente divisible, puesto que es todo él homogéneo.
Nada hay de más que llegue a romper su continuidad, ni nada de menos,
puesto que todo está lleno de Ser.
VIII, 25
De ahí su condición de todo continuo, ya que el Ser toca el Ser.
Inmóvil, por otra parte, en los límites de sus grandes vínculos,
carece de principio y de fin, puesto que nacimiento y destrucción aparecen muy
alejados,
rechazados ya por la verdadera fe.
Como lo mismo que permanece en lo mismo, en sí mismo descansa
VIII, 30
y así prosigue inmutable en el mismo lugar,
porque la poderosa Necesidad lo mantiene en los lazos del límite que aprisiona su
contorno.
No queda, pues, permitido al Ser el puro inacabamiento,
ya que está claro que no carece de nada, porque, de carecer de algo, carecería de
todo.
Es una y la misma cosa el pensar y aquello por lo que hay pensamiento,
VIII, 35
pues sin acudir al Ser, en el cual se encuentra expresado, ¿podrías acaso
encontrar el pensar?
Nada hay ni habrá fuera del ser, ya que el destino lo encadenó en una totalidad
inmóvil.
No es, por tanto, más que puro nombre todo lo que los mortales
instituyeron persuadidos de que era verdad:
VIII, 40
nacer y perecer, ser y no ser, cambiar de lugar o mudar de tono en relación con el
color.
Además, y dado que posee un último límite, el ser está terminado por todas
partes,
semejante a la masa de una esfera bien redondeada,
igual en todas direcciones, a partir del centro. Ni mayor
VIII, 45
ni menor podría ser en cualquiera de sus partes.
No hay, en efecto, un No-Ser que le impida alcanzar la homogeneidad,
ni Ser alguno que pueda aumentarlo o disminuirlo, ya que por entero se manifiesta
inviolable.
Así, pues, idéntico por todas partes a sí mismo, alcanza igualmente sus límites.

También podría gustarte