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lvlaqueta Cubierto
Sergio Ramírez
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RAG
etr pasado
tJna h¡storia de la escritr.¡ra
Y el pensamienro h¡stórico
Ja,rme Aurell, Catalina Balmaceda,
Peter Burke y Felipe Soza
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del Código Penal, podnin ser castigados con penas de muln
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Humanes (Madrid)
akal
7
De entresígfos a la década de
los serenra:
la reacción frente al positivisrno
fiaume Aurell y peter Burke)

Este capítulo se centra en la


evolución de la hisroriografía
rante los dos prímeros tercios del du-
siglo C Ñe principios de
glo hasta la década de los r*t.rri", -.b*r.árrdo si-
nrencales' En primer lugar, se
ffes remas firnda-
describe tu .rirl, d*l positivismo
aparición del historicismo de entreguerras. y l,
En segundo rugar, se
detalla la evolución de la
gi.;;;; muchos ha sido la rendencia
historiográfica de mayor infiu*.,cia
en el siglo xx, la escuela de los
Annales. En rercer lugar, se
detalla la *rroil.ijr, ¿.f marerialismo
histórico' desde sus fui-tdam-";;;eológic";
el desanollo de la escuela *rr.rirtiro
; i'r.l..ruales hasra
brireni.* d* la posguerra.
Estos tres fenómenos hisrori"er;n.q"
te en las décadas de los seten[a
;;6;rán abrupt'ril€rr-
y"io,s ochentu,'.o., la aparíción
las tendencias asociadas,al git" de
il-lTtico , .lposmodemismo y,
cCItTlo consecuencia, eo la acrualidad
han p*raiao su notoriedad.
con rodo, nadie duda de su papel esenciai.r,
historiografía occidental, y po;
Ia evorución de la
*ilo merecen una atención especial.
defendía esras ideas en el mismo periodo
en que uno de los fundadores de loi <Los investigldory y los historiadores,
Anna- si protestan
que la historia nada tiene qy9 ve! por
les, Marc Bloch, había declarado: ..Filoso- una parte,
con la loca de,ra casa
[expresión ttüJi. p"r san.ta
far, en boqa det hisroriador,..., Jbresa de Ávíla.pa.ra
¡el crimen ¡péri** a la imaginación] y,
por otra, con ra fantasía,
capital!". Esa unidad enrre filosofía e his- admiten otras véces que ra
construccíón histórica no puede efectuarse
toria postulada por croce perrnite conside- sin er
[,..] h imaginación cámbinato_
concurso de efia.
rar lo parricular a la luz de io univerrrl, tí1['..] interviene t¡rehamente
qu* en ra obra historio-
es lo que legitima al conocimienro gráfica para llenar ros vacíos que
ran quedando en
hirrdri- la serie'de tas imágener orrJ.i¿*;;-üioücias
cr:. croce evoluciona en su itineraricl
inte- y crfticamente confiri"r¿*; es Ceci,;
lectual de un marxismo incipiente como ::Itfb:dus
oer mas ar menos, sarvo que no se rímite
a trans-
discípulo de Labriola al *poyo d* i", y a compendíar ras fuentes, intervíene
siem-
resis ¡1i,uir
pre para vencer lo'discontinuo de aquellas
fascisras con el ascenso d; i4urrolini, noücias
de y tejer un rerato. cohercnte
las que luego abjuraría, convirciéndose que tal personaj?,
[...1 rrr-r"á"t*r"di.un
en ::noiídjya por su habífidad y
la Italia de la posguerra en icono de ra elocuencia, en á ¿ra entró uín Joroqüá'.an ot.o
'y concertó:co1.9r un paao
postura liberal antifascisra. /-r nirt"?irjoür*rini
que con su habíridad y erocuencia vencióar
croce desarrolló una docuina de histo- otro y
le persuadió a conceriar ef pacto.
r-as ruenüs dícen
ricismo absoluto. La hisroria debe rener el tal qersonaje, que éra un nobre cabailero,
un 3u.e.
habiendo sabido
fondo ético y polírico. La base del 9úe ¡ü ¡nujerfartab;; tr É-lonyr_
¡uicio his- gal, la,mató,y.el hiltoriadoiiÁaOinl
q"; i. ;.t¿ no
tóric' es la exigencia prácrica: el pr.rentis- por el furo' de ros ceros. y er odio, *ño
por eisenti-
mo. L.a hisroria debe construirse en míento intransigente del honor>
función
de las necesidades y los problemas actuales. La histona como hozoña de ra ribertod,
FIay t*nras hisrorias como puntos de parte segunda, caprtulo rv
vísra. Lo
fundamenhl de la histc,ria no es su,proyección
en el pasado, sino la
contemporaneidad desde la que se fab¡ica
ese pasado.'El hir-;;ador,
por tanto, tiene un compromiso no
sólo con *i.o*ocimiento objed-
vo del pasado, sino también con la
correcta orienración del presente.
A mavés de su Srona came perxiero e come aüone(publicada
1938 y traduci{ al esparlol .on el en
rírul o I-ahts;ro¡a
como hazaña de
la líbermd) el influjo de su hisroricismo
se exrendió a roda la hisro-
riografía occidental. El historicismo crociano
ha sobrevivido 3 frr€-
dio y largo plazo porque se basa en una
de las realidad*, *,i, pun-
zantes de la historiografía acrual:
las rela.iones *nrr. el contexto
que se genera la fuente hisdrica y en
el conrexro desde el qr;;, arri-
culado el discurso histórico. La, uí'oencias
personales y la formación
intelectual del historiador condicionan
todu su obra hisrórica. El
mismo historiador debe ser-capaz de .linregrar
el ,Jato histórico con
nuestra psicología personalo. Todo
ello **ir-, evidentemenre, B
las nociones del presentismo y
del personalismo hisroriográfico.
I

I
I.A ESCUEIá DE LOS ANNALES
I
Como caso de esrudio, descrito con
más demlle, consideramos I
que es preciso ahondar en el
movimienro historiográfico más im-
portante del siglo xx, la oescuera {
de Los A¡marer". Huv un acuerdo
I
253 I
I
uniínime respecto a la función de [a escuela de los Annales como
este apartado: ¿se puede identificar la escuela de los Annales con
diseñadora dL un nuevo modelo teórico y práctico con una influen-
la escuela histórica francesa? La dimensión nacional de los Anna-
cia enorrne en la historiografía posterior (Burlce, Igg3a). Duranre
Ies ha hecho posible la coexistencia en la misma escuela de histo-
la década de los meinta, esta escuela francesa tomó el relevo del li,
riadores de tendencias tan diversas, desde el sociologismo de un
derazgo que el historicismo clásico alemrín había desarrollado srrr€-
Marc Bloch al marxismo onodoxo de un Pierre Vilar ( 1906-2003 ).
riormente en la historiografía occidenral. La influencia de los An-
H*y que afirmar también, obviamente, que esa identificación no
rwles ha sido enorrne hasta bien enmada la década de los ochenra
debe llevar a pensar que cualquier historiador francés del siglo )c(
del siglo )c(, por 1o que merece un rraramienro especial.
se tenga que encuadrar necesariamente en esta escuela, del mis-
mo modo que un historiador no francés también puede ser coo-
siderado un miembro de los Ann alns. Este es el caso, por ejemplo,
Escuela nacional y sucesión generacional
del historiador español Jaume Vicens Vives o de un buen grupo de
historiadores de algunas rradiciones hisroriográfrcas europeas de rro-
La revista El primer problema que se plantea al analizar los Annales es r¡i
table reputación, como la húngara, la polaca o la rusa. Destaca
fueron verdaderamente una escuela histórica específrca (Stoiano-
entre todos ellos el magnífico medievalisra mso Arón Guriévich
vich, L976; Revel, L979). Toda su evolución esrá esrrechamenre (1924-2006), especialmente influyente por sus esrudios sobre Los
relacionada con la revista histórica de la que ha asumido el rroffr-
categorías de Ia culnwamedieual (L977). Guriévich recibió a su vez
bre, Anrtale.s. Esta cabecera ha conocido diversos subtítulos: An-
la influencia del crítico literario ruso Mikhail Bakhtin (1895-
nales d'Hístaíre Erono*ique et Sociale desde LgZg hasta L946;
I97 5), cuyos estudios sobre los géneros discursivos han inspirado
Annales. Étonamies, Socidtés, Ciqrilisanoru desde Lg46hasra Igg4,
a varias generaciones de académicos provenientes de la historia y
y Annal¿s. Hisroire, Sciences Sociales desde 1994 hasta la'acruali-
la literatura.
dad. I-a evolución de los subtírulos de la revisra es una expresión
En todo caso, h"y unos postulados básicos que pennanecen a Postulados básicos
elocuente de los diversos cambios temáticos y preferenciai m€to-
lo largo de las diversas generaciones de la escuela. Los primeros
dológicas que ha experimentado la escuela duranre el siglo XX, asf
Annales pretendieron sustituir la tradicional narración de los acon-
como de los avatares epistemológicos de la historiografía occi-
tecimientos por una historia analítica orientada por un problerna.
dental globalmenre considerada.
Preconizaban así el paso de un positivismo cuya remática esencial
Las generaciones Si la revisra acrúa como verdadero aglurinador de Ia escuela de
era la política a una historia analítica de marcado talante so-
los Annales, es la sucesión de las generaciones la que ha marcado
cioeconómico. Al mismo tiempo, postulaban una ohistoria to-
las diferentes etapas de su evolución. Se ha hablado de ffes g€nera-
talo, a través de la ampliación temática y disciplinar. Para ello,
ciones, con unos líderes generacionales claramente definidos: Marc
tendieron puentes con la geografía, la antropología y, sobre todo
Bloch y Lucien Febwe en la primera generación, Femand Braudel
en los años iniciales, con la sociología. Los componenres de la
en la segunda y Georges Duby y Emmanuel Le Roy en la rercera.
escuela se sienten córnodos con el género de la rnonografía histó-
Cada generación está lógicamente influida por el contexro intelec-
rica, porque es el que les permitía realizar un cuadro minucioso de
rual de su tiempor por lo que son deudoras de las corrientes impe-
un periodo, de un grupo social o de un determinado aspecto his-
rantes no sólo en la disciplina histórica, sino tambiéñ, Llor su mis.
tórico. Se inaugura así un ciclo, denominado ..la tierra y los hom-
mo ralante interdisciplinar, en las restantes ciencias hr*"r,as y
bres>r eue pretende unir espacio y ciempo en un planteamiento
sociales, especialmente la sociología y la antropología. Así, apare-
verdaderamente integrador (Bisson, 2000).
cen historiadores relacionados con los Ann¿l¿s comptonr.ridos con
Cabe distinguir tres fases en la evolución de la escuela de los Tres fuses
el marxismo como Emest Labrousse o Pierre Vilar; otros, como Fer-
Annales, identificadas cada una de ellas con una generación. Du-
nand Braudel, imbuidos de estructuralismo; y, por fin, los hisroria-
rante las décadas de los meinta y los cuarenta se crea la escuela,
dores de la tercera generación como Georges Duby o Jacques Le
con la labor predominante de sus fundadores, Lucien Febvre y
Goff, emparentados también con las complejas tendencias filosófi-
Marc Bloch, que se rebelan contra la hisroria tradicional, polírica
cas de la década de los setenta, materializadas por fitósofos corno
y éuénemenüelle, y crean la revista que da nombre a la escuela,
Michel Foucault ( 1926-19S4) y Louis Akhusser (1918-1990).
cuyo primer volumen aparece en 1979 y se constituye desde el
Escuela nacional Lo heterogéneo de los historiadores mencionados pone de rr8'
primer momento como el foro central de debare. Después de la
nifiesto una de las realidades que aparecen en el enunciado de
Segunda Guerra Mundial, se hace cargo del liderazgo de la escüc-

254
25s
la Femand Braudel, que lo ejerce además de
un modo absoluro, a toriogra{ía más madicional y la revolución historiográfica que
despecho de su colaboración con Labrousse. se
La nueva orientación aprestaban a iniciar Bloch y Febvre.
se basa en un uso renovado de conceptos,
entre los que d*rt*.*r, Enrre todos ellos es quizá Henri Berr el más determinanre.
los de estructtffa y coyuntura*este riltimo,' po, Su
.jemplo, inspirado figura aunó el papel de intelectual, emprendedor y *gir"á;r culru-
por los economistas alemlnes. A pamir de
tgos ;;ffi"f- nue- ral. En 1900 fundO La Reuue de Synrhdre Hir, orique, ,.i,,uindicando
vo recambio generacional, .rur"io en buena
**áid" por "; l*, ,.rr- la necesidad de una verdadera inrerdisciplinariedad en la inrer-
dencias desmenuzantes de la disciplina
-ola historia en migajasn, pretación histórica. También fue el impulior de la gran colección
según la expresión de Frangois Dosse- y el
aumenro considerable históri ca La evohrción de la humanidad, ,m* enciclJpedia hisróri-
de su diálogo con las resrantes ciencias sociales.
El influjo á* .ur" ca que tuvo una enorme divulgación y que contó entre sus
auto-
tercera generación, identificada genéricamente
con lu .orrienre de res con los historiadores más respetados i. ,u tiempo.
la hisroria de las mentalidad*r, ,Jhará efecrivo La influen-
duranre las décadas cia de Berr en la fundación de los Ann alesfue consid.rable,
de los setenta y los ochenta. Sus principales como
exponenres son, entre siempre reconocieron lebvre y Bloch. Con Henri Berr y Henri
muchos orros' Georges Duby,.Jacque, i* Goffy
E**anuel Le Roy Irirenne la historiografía empezaba a luchar decididr**rrre con-
Ladurie, quienes recuperan *1-ruuio por una historia
política y *?. üa los ftes Ídolos que impiden al historiador acceder a la realidad
rrativa con connotaciones ideológicas y mentales, y
se generaliza del pasado, tal como los había definido poco anres Frangois
un neto predominio de la hisroria culiural, en su Si-
acepción más miand: el polírico, el individual y el .rontlógíco.
amplia, sobre la social y económica. Más drfrcil
es establecer con En ese intenso ambiente historiográfico, Llrcien Feb'r€ y
seguridad si se puede hablar de una cuarra generación. Marc Los fundadores
Bloch decidieron fi.rndar una nuex/a revista. Su condición de
rrro-
dernista y medievalista, respecrivamente, favoreció una narural
conexión entre los historiadores que se dedican a esros dos periodos
La fundación de la escuela
históricos, lo que sería luego una tor,rr"nte a 1o largo d* l*
hisroria
cle la escuela y la dotaría de su indiscurible habiliáad
Los historiadores franceses de principios del de transirar
siglo )c( fueron por medias 1'_largas dismncias cronológicas. Lucien Febvre (18?B-
más capaces de asimilar los .u*rro, porrul*dos
sociálOgicos, geo- 1956) era ocho años mayor que Marc Bloch (1886-Lg4t4) y, por
gráficos y anffopológicos que llegaban por
ósmosis de las restanres tanto, ejercía un liderazgo natural que, skr embargo, pronto fue
ciencias socialT que tanto favbrecerían
I la creación de una his-
toriogra{ía verdaderamente integradora y con
eqriilibrándose por la solidez de las mánografías que iU"
iuUlicando
aspiraciones a la Bloch (Mann, rg7l; charrier y Revet, thg). Febvr* *rrrrá pror,ro
globalidad. Esta mayor capacid*id. ditiú"
ári.iptinar fue la lla- en contacto con La EcoleNotma Ie SupérieLtre, un auténtico
germen
ve que les permitió afrontar la renovación
merodátogi.* ou. pre- de interdisciplinariedad que marcaría profundamenre la orienra-
cisaba la historiografía. predominio ro.ioroet|ifro refe-
rente metodológico de !lla historia tuvo mucho que
de t* ción epistemológica de la escuela. Allí riabajabu*, enrre
orros, paul
ver con ese Vidal de la Blache, geógrafo; Lucien Levy-nmhl, ;";;ñólogo;
cambio de escenario.
Érnile Mále, que se deái..b" a la iconografía pero no desd*
Precedences A principios.del siglo xx se percibieron en lt pun-
Francia algunos to de vista tradicional de la hisroria de irr fo*as, sino desde
hitos que posibilitarían la ,.rro*rrción de los posrulados el re-
de las novado de la historia de las imágenes, y Antoine Meiller,
ciencias sociallt y, en particular, de la disciplina uno de
hisrórica. Fue los pioneros de la sociología del lenguaje.
entonces cuando se consolidaron en el p*noi"ma
académico al- Con este bagaje interdisciplinuiy su formación de hisroriador
gunos historiadores de prestigio, que asimilaron
toda esa tradi- en sentido estricto, Febvre se propuso combinar el
materialismo
ción, renovaron el utillaje *.rodblógico de la de Marx con el misticismo dá úi.heler. Poco despué,
higoriog, afía y J. que
sentaron las bases de la tarea posteriot d* los
fundadorei d. lo, Febvre empezara a publicar sus primeras obras, empe zó
Annales, Lucien Febvre y Marc Bloch: Georges adescollar
Lefebvre (Ig74- rambién en el ámbiro historíográfico francés el
Lefebvre 1959), el historiador de la Revolución fr"n.ela ¡oven historiador
que desarrolló la Marc Bloch (Dumoulin, 2000). Ambos coinciáieron en la
idea del gran temor de I 78g e introdujo Uni-
lu di*."sión socioeconó- vetsidad de Esmasburgo durd"nte la década ,le
los veinre, lo que
mica en su estudio, y el medievalista telga Henri pirenn€,
€spe- marcaría defrnitivamente su fructífera colaboración, hasta
Pirenne cialista en la evolución económica de ti Europa qu. lu
bajom.ái*rr"l. guerra mundial cruncó la vida de Bloch. Esrrasburgo
era una ciu-
Ellos fueron quienes constituyeron el nexo
efectivo entre esa his. dad anclada entre las dos principales madiciones tistoriográficas,

256
2s7
la francesa y la alemana, por 1o que era un ámbito especialmente misma hisroria de las mentalidades se inspirará, treinra
adecuado para un planteamiento magnánimo ranto desde el pun- años des-
pués, en obras como los Rey es taumann'gos á*
to de vista temático como metodolégico e inrerdisciplinar. por Marc Bloch, de IgZ4,
o el Rabelars de Lucien Febvre, de L}4Z.A ellos l*,
otro lado, la ciudad y su región habían pasado de nuevo a Francia .o*espondió
la fundación de la escuela probablemenre con mayor
tras la Primera Guerra Mundial, por lo que la presencia de la [ra- influjo en el
siglo pasado desde un purrio de vista esuictamenre
dición germánica era una realidaá bi.r, ásenrad". hisroriográfi-
co' Porque si bien es cierto que huy otras corrientes cemo
Procesos de La descollante_ producción histórica de Marc Bloch y Lucien el rrr3.-
terialismo histórico o la historia económica que han
lnstltucionalización
Febvre no era suficiente, sin embargo, para conseguir un influjo deiado ram-
bien una honda huella en la hisroriografía, lá, Annales
verdaderarnente perdurable de sus propu*stas hirrori,rgráficas ( rienen la
Bur- virrud de ser una escuela propia**rrr* histórica, plenamenre
guiére, 1979). Se precisabl un proceso de instirucionfiización, que in-
sertada en el mundo académiio de la disciplina
se concretaría a través de la fundación en 1929 de la revis hisrórica. Los An-
ta Arrna- nales postulaban el desarrollo de una hirroria
toral a ffavés de ,los
les d'Histoire Erono*tcprc, er Socr,a Ie . Apaftir de 1930, los
Annales se carninos: la pluridisciplinariedad *a ffavés de ln .orru*rg**.ia
desmarcan claramente de su mayor .t*p.tidor, la revista inglesa de
la historia con las otras ciencias sociales, sobre
Economic Hísrory Reodeu/, apostando plenámenre por la historia rodo h fi*ografía,
so- la psicología y la sociolo gía*y la pluriremaddad
cial y cultural. La misma orientaciónque iban dartdo a sus rrabajos -a ffavés de una
historia socioecortómica globalizanre. Los Annales son
Bloch y Febvre marcaba la dirección cienrífica de la revisra. Bloch los prime-
ros en conseguir una verdadera convergencia
apostaba decididamente por una historia social, como delatan enrre teor ía y prác-
sug tica, entre la sociología y la historiu, *Árre las ciencia,
magistrales mabajos sobre la historia rural francesa (1931) sobre ,o.i*les y
V la disciplina hisrórica (Burke, Igghb)
la sociedad feudal (1939-1940). Lucien Febvre se decanra por una
Con la fundación de los Annales, la Lristoria conseguía
historia también sociológica, aunque con claras connotaciones r€- combi-
nar, por un lado, la aspiración a la rigurosidad científiá
ligiosas' a través del género biográhco en sus esrudios sobre Lutercl qu. había
heredado del historicismo clásico y i*l posirivismo
y Rabelais, o de un modo genérico, lo que le configura como un comriano; por
otro' la aspiracién a la globalidad'* m"ués del dielogo i"r*r¿isci-
verdadero pionero de la sociología religiosa. plinar que había heredado de los sociólogos, al inrenrar
Los dos historiadores afrorrtaron .or eficacia la labor de instiru- aglurinar
y conectar de un modo más efectivo n todas
cionalización de la escuela. Como parre obligada de la estraregia en las ciencias sociales.
Serán esras dos constantes de toda la hisroriografía
el mundo académico francés, hicieron gestiones para trasladarse del srglo xx,
generando unos debates específicos en el .**pá
desde hmasburgo a París. Lucien FebvrJ.onrigue gna pLazaen de la hirroria que
el todavía siguen en pie.
prestigioso Collége de France; Bloch hace lo piopio con la
Sorbo.
na. La revista siguió su curso durante la década de los meinra, hasta
que la guena truncó parte de su independencia y creatividad. El estructuralismo histórico
Tras la desaparición de Bloch, Febvre siguió rrabajando, pero
empezó a emerg.f siguienre generación, donde y" L*p*r*b, La Segunda Guerra Mundial supuso, como rodas las guerras,
l"
descollar Femand Braudel, Charles Morazé, Ernest Labrousse y" una ruptura intelectual radical. Adámás de las baja,
La ruprura bélica

Robert Mandrou. A finales de la décacla de los cuarenta, Febvre .*urfras por


la misma guerra -la de Marc Bloch en Lg44 seríá probablemen-
funda, junto a Labrousse y M,orazé, la poderosa Sexta Seccióp ,Je te la más traumática para la disciplina históri.*-, $e
la École Praüque d,es Hautes Etules. $ inaugurrb" -rr -i periodo tmncó una
evolución narural. La historiogr"ií* ruvo que adaprarr.
institucional de la escuela que tanta imporrancia tendrá para la * t, nue-
va situación política, con el auge del cornunismo
fijación metodológica, acadómica y hasra ,oivencial de lnr riguien- en rnedio mun.
do y el desarrollo del capiralismo liberal en el orro
tes generaciones de la escuela y que clausurará definitivam*l-rr* medio, lo que
uu incentivó la búsqueda de nuevos paradigrnas que se
periodo fundacional. acomodaran
y constituyeran el sustento ideológico d. *ros grandes
Legado Marc Bloch y Lucien Febvre aparecen habirualrnenre cirados modelos.
Las ciencias sociales corrían como ,rurr.a el peligro
entre los historiadores más influyentes del siglo pasado y, proba- de la manipu-
lación y de quedar supeditadas a objetivos exrracientíficos.
blemente, lo sean también de la historiografá de todo, ío, riem- Esre
fue el motivo por el que se planteó la formulación
de unos nuevos
qos. Las siguientes generaciones deben mucho a los dos historia- modelos teóricos en la historiografía. En esre sentido,
dores fundadores, como lo pone de manifiesro el hecho d* s€ fu*d*
lu* h decir que duranre la posguerra la disciplin" hirrJrica
experimenró

258
259
una profunda transformación, con la incorporación de unos para- larga, media y corta duración. Ahí es precisamente donde el plan-
digmas que pronto se harían hegemónicos. teamiento de Braudel se muestra más vulnerable: la crítica más
EL lenguaje histórico se volvió esquemático y se acudió por err- importante que se hizo al estnrcturalismo es su determinismo,
cima de todo a las grandes estructuras interpretativas, que ahoga- donde el hombre queda aprisionado en su conrexro físico y en su
ron cualquier exposición narrativa de la realidad histórica. El estructura mental. Con todo, el estructuralismo braudeliano re-
trabajo histórico quedaba reducido a una cuestión de estructuras presenta una sugerente renovación de las nadicionales coorderrá.
más que de personas, de colectividades más que de individuos, de das historiográficas de tiempo y espacio.
motivaciones económicas más que psicológicas, de cuantificación Junro a la construcción de su sólida obra histórica, Braudel se
más que de narración. Todo ello tuvo su concreción en el desarro- preocupa también por consolidar el proceso de instirucionalización
llo del modelo económico marxista, del modelo ecológico-demo- de los Annale.s, consciente de que este le proporcionaría la platafor.
gráfrco francés y de la cliomerría norreamericana. ma adecuada para divulgar y prolongar su pensamienro hisrórico.
Evolución por países La diferente evolución de los países hizo que las escuelas histó- En 1956, tras la muerte de Febvre, le sucede como director ejecuti-
ricas siguieran acantonadas en cada una de las nadiciones naciona- vo de los Ann¿les. La presencia hegemónica de Braudel se prolon-
les que habían llegado intactas hasta la Segunda Guerra Mundial. gaú, hasta 1969, cuando se produce una purga y se incorporan al
Los Annales consiguieron renovarse a través de un oportuno rele- equipo rector algunos hisroriadores más jóvenes. Braudel cómpren-
vo generacional en el que la historia siguió en contacto con los de que debe dejar paso a la nueva generación. Durante las áé.*-
movimientos filosóficos, fiel a la tradición racional y deductiva das de los setenta y los ochenta, cuando publica sus úlrimas obras
francesa; los historiadores británicos optaron en buena medida (sobre el capitalismo la primera y sobre la historia de Francia la
por la vía del marerialismo histórico, que era el paradigma que segunda), se mantierre bastante ajeno a las corrientes incipientes
mejor se avenía a su tradición inductiva; parte de la hisroriogra- que con el paso del tiempo llegarían a tener un importante d*r"rro-
fía norteamericana -que, por primera vez, empezaba a influir de llo en los Annales, particularmente la hisroria de iu, *.rrtalidades.
modo notorio en el ámbito historiográ'6co a través de sus presti- El influjo del esffucturalismo braudeliano se concreró rambién El ciclo <la derra
giosas universidades* se dejó seducir por los métodos cuantitati- en la publicación de una serie de rnonografías sobre el esrudio de y los hombresu
vos (Donovan, 1973). La historiografía alemana, por su parte, una región concrera, fruto de unas ingentes y pacientes investiga-
procuró sobrevivir acudiendo, quizá algo anacrónicamente, a su ciones que duraban añosr por parre de algunos historiadores fran-
glorioso pasado historicista, que no sería sustituido como paradig- ceses que después serían los principales exponentes de la rercera
ma historiográfico hasta [a llegada de la renovada corriente de la generación de los .Annale.s; en[re ellas destacaron, por ejemplo, las
historia social de la escuela de Bielefeld en la década de los sesenta. de Georges Duby (1919-1996) sobre el Mácor,r,"ir, Pi.rr. Gou-
Esruc¡uralismo El estrucruralismo se divulgó por Occidente a parrir de la Se. berr ( 1915-) sobre el Beauvais j¡ Emmanuel Le Roy Laduri e (1929-)
gunda Guerra Mundial, afectando a las más diversas ciencias socia- sobre el Languedoc. Partiendo del lema ..la tierra y los hombr.r,,',
les. En historia, el estructuralismo se identificó, a partir de la déca. constituyeron 1o que se ha denominado el rnodelo demográfico,
Braudel da de los cincuenta, con la obra de Femand Braudel (t9A7-1985), porque basaban su eficacia en un análisis del equilibrio enrr€ r€-
uno de los historiadores más influyentes del siglo pasado (Walch, cursos físicos y consecuciones humanas (Bisson, 2000).
1990; Daix, 1995; Revel , L999). S., inmensa tesis doctoral sobre el
Junro a
ellqs, cabe destacar la labor de Labrousse, más inclinado a [a his-
Mediterráneo de Felipe II (1949) ha tenido un enoffne influjc, en toria económica.
toda la historiografía posterior, Sus influencias provienen, en la
más pura tradición de los Ann ales, d" las más diversas ciencias so-
ciales, entre ellas la geograf:ía de Vidal de la Blache, la geopolítica Labrousse y la historia económica
de Friedrich Ratzel, la erno grafía de Marcel Mauss y los plantea-
mientos metamediterráneos de Henri Pirenne, cuyo Mahom ay Car- La aplicación de los medios técnicos a la investigación hisró-
lo*o3o fue diseñado en buena medida *como el Meditenáneo de rica, la facilidad con que se podrían construir grandei estadísricas,
Braudel, significativa coincidencia- en un campo de concentración. la tendencia al discurso seriado por encima áel narrativo lleva-
Para Braudel, ei tiempo se mueve a diferentes velocidades. Hay rían a la historia a procurarse un lenguaje estrictamente científi-
un tiempo geográflco, ürr tiempo social y, por fin, un tiempo indi- co' que se opondría a una tradición narrativa supuestament€ fl-
vidual, que se relacionan concomitantemente con un tiempo de científica. Se generalizó así la historia cuantitativa, basada en la

260 261
utilización sisremárica de fuentes y de métodos estadísticos en la titativo utilizado por el historiador francés había ahogado al len-
descripción y el análisis hisrórico. Lo que caracterizaba a la histo- guaje humano y narrativo propio de las ciencias sociales.
ria cuantirativa no era solamente la utilización de las cifras y las Todas estas ideas encontraron un ámbito de aplicación natural Demografía hisrórica
estadísticas para ilustrar y legitimar la descripción y sus interpre' en e[ campo de la demografía, que era otro de los temas que preo-
raciones, sino también su manejo como el mismo fundamento de cuparon de un modo acuciante en aquellos años de vertiginosos
la narración y el análisis, lo que la lleva naturalmente al uso de un cambios tras la Segunda Guerra Mundial. Jean Meuvret puso de
lenguaje más científrco que narrativo. En Norteamérica, algunos moda la expresión cnsis de subsisrencias. Las ideas malthusianas
historiadores pretendieron llevar hasm sus últimas consecuenciab volvieron a ponerse de moda, aplicándolas acríticamente a una
Cliomería las repercusiones de la aplicación del lenguaje de las ciencias ex' realidad muy diferente respecto al periodo en el que fueron creá.-
perimenrales a la disciplina histórica. Se creó así la "cliometríao, das. Se revitalizaron unas fuentes escasamente utilizadas hasca
que ruvo un escaso influjo más allá de las fronteras norteameri- entonces, de las que se hacía un tratamiento estadístico sistemá-
canas, pero que ha quedado corno una interesante muestra de la tico: los censos; los documentos paffoquiales donde se registran
radicali¿"¿ de los ensayos cuantitativistas, serializados y compu- nacimientos, marrimonios y muertes; los inventarios de propie-
rarizados desde la década de los cincuenta hasta la de los setenta. dad; los capítulos matrimoniales. Se realizaron estudios detalla-
El mérodo esradístico se extendió a todos los ámbitos, pero lógi- dos de los porcentajes de nacimientos y muertes, de los rnatrimo-
Historia económica camente tuvo una mayor acepmción en la historia económica, don- nios, de la estructura familiar, de las edades de los cónyuges, del
de rodo es cuantifrcable. La historia económica pasa a ser uno de los núrnero de la descendencia y de las tendencias migratorias (Vann,
campos esmella, especialmente centrada en la hisroria de los precios L979). Se crearon prestigiosas instituciones dedicadas a los análi-
y de los ciclos de crecirniento y decadencia. El concepto crisis €,co' sis de corte demográfico, como el Cambridge Group for the His-
nómicaparece dar la clave de todos los principales acontecimientos tory of Population and Social Structure ( L966).
hisróricos. El inrerés por los precios ya se había despertado en lh Los estudios cuantitativos y demográficos implicaron también Historia social
década de los rreinta, provocado en buena medida por la superinfla- necesariamente una disminución del alcance del campo analíza-
ción de la Alemania de la posguena y el crac financiero de 1929 en do. Abundaron esrudios locales, de modo que la historia regional
Norreamérica. Aparecieron así los trabajos pioneros de FranEois se consolidó como un verdadero y propio ámbito historiográfico,
Simiand (et .r.rdor de los cclnceptos de Fase A -fase expansiva de Se aplicó la historia serial al análisis microscópico -diferente del
la economía- y Fase B *fase de conrracción-) y Emest Labrousse. microhistórico* de los fenómenos sociales.
Labrousse Emest Labrousse había nacido en 1895, Desde su cátedra en la La mayor parte de las monografías regionales de las décadas de Historia socioeconómica
Sorbona, organizó una importante escuela de historia económica, los sesenta y los setenta diseñadas según el estilo de los Annnles se
1r ' - ' t --,uchas
y ornglo m de las tesis de los historiadores de los Annales. limitaban práccicamenre a la historia económica y social, además
Sin embargo, su man<ismo ortodoxo le alejó de los posrulados ori- de contener introducciones geográficas, según el modelo Vilar-
ginales de la escuela francesa, lo cual fue compadble con que los Braudel. El influjo propiamente de los Annales fue complerrrerrts,.
principales historiadores de los Annales hablaran siempre maravi- clo por el marxismo aftancesado de Labrousse. Buena parte de esas
i["r de el, definiéndole concretamente como un "incomparable monografías, dirigidas por Braudel o Labrousse, partieron del ra-
profesor)>, en palabras del propio Braudel (Bouvier, 1986, p. 407). ller de los Armales y trataban aspectos de la sociedad europea de
F*to en buena medida de su maestrazgo, el marxismo empezó a la Edad Moderna temprana, con la excepción del Máconnais rre-
penecrar en los Annales, así como los métodos estadísticos. dieval de Georges Duby y el Limousin contemporáneo de Alain
Chaunu La obra de Pierre Chaunu, Sen,illay eI Arlanüco, publicada en- Corbin (193 6-). La hisroriografía francesa había optado decidida-
tre 1955-1960, es uno de los más acabados exponentes de la his- mente por la vía de la construcción de las grandes monografías y
roria cuanritariva: se trata de una gigantesca obra de erudición la aplicación rigurosa de los métodos cuantitativos y estadísricos.
y de análisis de evolución económica, basado en miles de docu' Su objetivo era la construcción de un hecho histórico en series
menros. Chaunu quiso hacer con el Atlántico 1o que Braudel hizo temporales de unidades homogéneas y comparablesr eue permitie-
con el Mediterráneo, aplicando los conceptos de esrructtrre Y cQ' ran medir la evolución de un intervalo de tiempo de larga dura-
JlLnturo,, d* claro sabor estructuralism. Lo que no está tan
claro es ci,ón. Esta historia serial pretendía ser en Francia una altemariva a
h"tr* qué punto los resultados fueron proporcionales al hercúleo los modelos matemáticos de la JVeq# Economfc Hisrory norteameri-
esfuerzo realizado, porque el lenguaje esquemático, jergal I cuzrr- c¿u14, que emergió a finales de la década de los cincuenta y se pre-

762 263
sentó como una altemativa a las tendencias
anteriores, tal como lo bien menos aprioristas. Las estrategias
habían pracricado Henri pirenne y Eli Hecksch*r,'ñ; habían de la investigación cambia-
pues[o el énfasis en el análisis de las instiruciones ron' porque se apoyaron menos en las
económicas como uadicior,rl*l dir.tpl;"as de
las grandes indusffias, en sus intentos la econo*?, la sociología y la.i*.i"
de medir las flucruaciones del polírica para pivorar sobre la
producro nacional bruto en el pasado. antropología, la lingtiística y la semiórica.
Las grandes tradiciones
Con todo, ya a finales de ia década de los sesenra empezó nacionales dejaron de ser predominantes,
porque los procesos de
a globalización también asestaron
aparecer en los diferentes ámbitos de las ciencias el golpe de gracia a las escuelas
sociales -socio-
u-dn^*
li-
logía, antropología y lingüística, sobre todo- con mayor rradicion hisioriográfica.
un recl"r* nt reror- 11l"r.iones
Los conceptos
no a un lenguaje comprensible y narrarivo, alejado de modemización, indusnialización
de los códigos ción' que habían estado en la base o urbaniza-
esquemáticos y científicos del estructuralisrno.
Durante la de los de t" .orrrrucción de ranras
setenta, esa historia de carácter eminentemente monografías históricas hasta la década
económico y se- de lor *i*r,rr, se viero' corr-
rial dejará paso progresivamente a una historia mocionados por la creciente angustia
social y una hisro- de un n-undo atorrnentado
ria de las mentalidades_, representada en Francia por por la crisis económica, la ,***Ir,
la tercera ,ru.l*ar y las catástrofes ecoló-
generación de los Annales. gicas' El final de la supremacía
de una visión iineal, progresiva,
clireccional y eurocénnica de la rriri*ir;;;;;" uni-
consecuencia la
rrlayor atención otorgtdl a algunas
esferas de la vida que hrrru
quedado al margen del ,.o*.cer
*l
La historia de las mentalidades
::T:l_l]rlt*
vida privada constituvó
hisrórico. La
.-.,r' i'i',po**;;i;¡*iill'.r'lll!l:
Si en algún momento [a historia ha tenido confianza
se
como aquellos aspecos de su ámbiro.o"-*uü¿isponibilidad i? ffii.d;"¡d, p,j,.d.
en sí mis- cumenral: infancia, fhmilia, o.io, do-
ma ha sido en la década de los setenra, periodo
de ñ¡. en las
ti.mpo o.,1."..
Duby coordinaro¡ gryhAuy.r,r.
ÉtrlrprJ;ñ
posibilidades de la hisroria como una disciplina
récnica, precisa, 9::Fo r.ri. d.
fundada en las ciencias sclciales y análoga a las
ciencias experi- la
Histon: de la vida privade f f qB5 ), .il'.;;;r"" ";ü;il.r'r#:
iniciativas simi-
tares en Argentina, Chile,
mentales' ernpíricas y analíticas. beguido-res de
los Anna¡es, clio- n¡*it ¡f.*;;l-."F.;. proyecro se basaba
en la idea de que la sociedad
metristas y marxistas se movían en una misma
dirección -la del el ámbito privado en un luga,
modema dü;;"ido la familia y
lenguaje esquemático, cuantitativo y absolutizador-,
pese a sus
d" ,"G,"11li.üproo.siva codifica-
ción social' Los autores pósruhban
concepciones ideológicas, políricas y metodológica,
dir,*rgenres. i".
esnatificación social durante t"".g*á"
il de la nadicionar
Nuevo conrexco histórico Sin embargo' su creencia en la ciencia, el progreso ".irir rglo )o( anuncia
ü'd.l
y la moder- "ri
nidad había sido debilitada, pauladnamenre, a parrir
de la década
la rr¿ruición de un mundo
esta orienración remádca.es
ñ;;;;;;;" posmodemo. En
de los sesenta, el el preciso instante en que
empezó a tambalearse donde se i,"i.liri¡f" ;fili;;;
una larga
ino..t de progreso y se empezaror, . g.rreralizar ias protes-
eficaz inftujo de Norben eh*
proceso dc civilización,
f ibgi-iéil;;" obra principal, El
tas ante e[ poder establecido. Los optimistas
pr*rupuesros de la ci-
aunque pubricada ; ió;b, no fue verdadera- .

vilización occidental, asentados , iu vez en -los mente asimilada hasta las decadas
de lo, an* s.Lnta o los ochenta.
dl la ilusrración,
empezaban a conmover$e en sus fundamentos.
La crítica a los mo-
Al mismo riempo. se recelaba;;ñ;ü;anritativos.
El L" Ro,, L"du,i"
---
delos estructurales, científicos y marerialistas o: Le Áoy r-"¿r,i., p"urn"¿.1"ji2.5,
que se levantó con virulencia en la Europa
de la hisroriografía Yf::!^b:
clasrcos exponentes de estevira¡e historiográfico,
es uno de tos
de ia década de los se- la macrohistoria a ra microhistária;;;-hr"^.;.turas
d. tr*ri.i¿r, J.
tenta refleja una vez más la estrecha r.la.ión que a las expe-
existe enme el riencias, de las condiciones
pensamiento histórico, las concepciones políricas marerial., de h .lirtencia a los mo_
L e i,Jeologi."s, y dos de vida.
el cambio social. Las caregorfas ma.rohistJ¡;;,
;o*o las crisis, el
Conrexro hísroriográfi co Todo ello tuvo su expresión en una renovada visión mercado, las clases y .t r.t"áo ru"rorr;;;r'n"rd;
de la histo- progresivamenre
ria, con nuevos enfoques que trasladaron el centro por oüos conceptos de ámbito
más culturalist" lo, d" .rpi
de atención cle rltu mercantil, poder,
las elites a oros segmentos de la población,
de las grandes estrucru-
ro.i"l." .""?r.lpfdad"-o*ásocial.
Toda
ras impersonales.a los aspectos existenciales
"lir.r
esta muración de las condicione-s "
general.,
de la uia" diaria, de la tórico se concreró en la historia
J.i-p.r,r"*iento his-
macrohistoria a la microhistoria, de la historia deia, *.ir"lf¿"aes (Dub¡ 1991).
social a la hisroria
culrural (lggers, 1998, p. 12). Las grande, .or,.*pciones
hisróricas
La
dio lugar
culrurar p.rd;;ift;d^; lo-s serenta, que ; h*".r" "^ ",rs,,,;"- =

dejaron paso a planteamienro, **rros ambiciosos, a una *hisroria en migajaso (Dosse,


'agmentación
pero quizá tárrr- lgg7), afectó rambién
a la escuela de los Ann¿h¡. L*
ir"."*i."á.ílL hirroriognifi"*

264
26s
estaban minando la hegemonía del estructuralismo braudeliano.
Jacques Le Goff (L924'), el offo gran medievalista de la rercera
Por un lado, se habían ampliado las temáticas. Aparecieron así es- generación de los Artnales, se enfrentó, por su parte, al tema clel
Le Goff

tudios sobre la hismria de las mujeres como los de Christiane Kla-


tiempo. Donde Braudel había disringuido las mei formas de lo qlre
pisch-Zuber, Arlette Farge, Mona Ozouf y Michelle Perror; sobre la
"tiempo objetivo,, *la larga, media y corra
podría definirse como el
pobreza como el de Michel Mollat; sobre el mundo del trabajo como
duración-, Le Goff se preocupó por las experiencias colectivas ,Cel
el de Claude Fohlen, o sobre la muerte como el de Michel Vovelle.
tiempo duranre la Edad Media, distinguiendo el otiempo de la lgle-
l-llstoria de las Al mismo tiempo, se experirnentó también una mayor apertura sia" Y "el tiempodel mercader,,.Se adentraba mmbién *r, el mlrr-
menmlidades
desde el punto de vista disciplinar creando nuevas subdisciplinas
do del imaginario medieval, a ffavés de su obra El nncimiento dnl
como la psicohistoria, la cultura popular o la antropología simbóli- purgatorio (1981). Desde una perspecriva ral vez excesivamente
ca, las cuales influyeron a su vez notablemente en la hisroriografía.
desacralizada, analizaba la historia de las cambianres represenracio-
El nuevo concepto de men talités designaba posturas que son mucho
nes del mrís allá e interpretaba la función del purgarorio como una
más difusas que las ideas. La mentalidad hace referencia a lo cory-
especie de tercera vía donde poder dar cobi¡o al nueuo estamenro
partido por los hombres y opera a nivel de sus conducms cotidianas
meryanril que cada vez se exrendía más por bccidenre.
e incorscientes. Remite, por tanto, a los automatismos de la corr.
En los márgenes de la historia de las mentalidades se sirúa Vovelle
ducta, al conrenido impersonal del pensamiento (Vovelle, 19BZ).
también la obra del reputado hisroriador de la Revolución france-
La historia de las mentalidades se asoció con la historia serial
sa, Michel Vovelle (1933-). Su vinculación con los nuevos posru.
(hisníre senelle), €o la que largas secuencias de daros eran procesa-
lados de los terceros Annales le vendría a rravés de su esruáio ,o-
das electrónicamente. Así se hacía, por ejemplo, para analizar el
bre la descristianización en Provenza, donde realizaba un análisis
contenido de miles de testamentos de un periodo y una región de-
sistemático, riguroso y serial de miles de testamenros. Pierre Chau-
terminada, a fin de estudiar el proceso de secularización y la acricud
nu ( 1923-2009) hizo [o propio con las actitudes anre la muerre de
ante la muerte. En este sentido, la historia de las rnentalidades re-
los parisinos de la primera época modema. Philippe Ariés ( 1914-
presentaba una renovación y una puesta al día más que una nrptwa
1984) se interesó por la relación que exisre entre naturaleza y
de las corrientes esquemáticas de los decenios anteriores. Su inten-
culrura, Por las maneras en que una determinada cultura concibe
ción era escalar hasta el último piso de la consrrucción braudeliana,
y experimenta fenómenos naturales tales como la muerte y la ni-
el de los acontecimientos y la cukura. Como Michel Vovelle afir-
fiez, en un guiño hacia la annopología cultural, en una aproxima-
mó durante aquellos años, a través de una feliz metáfora, se tramba
ción metodológica que fue asumida también por Duby I-* Goff
de un tránsito V
"del sótano al desváno: de la infraesrrucrura econó- entre otros.. Ariés ePpezó con el análisis de la niñe z (Ia'infancia y
mica a la superestructura culrural. Se consolidaba así una reacción
Ia uída familiar en el Anügua Ré,gimen, 1960) y acabó con Lr,
frente al determinismo braudeliano en roda regla. *o-
numental esrudio sobre la muerte donde exponía la evolución del
Quizá el historiador más representativo e influyente de esra ge- sentido de [a muerte a lo largo de 1.000 años, desde la muerte do-
Duby neración es Georges Duby (1919-L996), mo de los historiadores
mesücoÁ.a de la primera Edad Media a la muerte inwisible
más respetados, admirados e indiscuddos del siglo )o(. Formado en de nuesrra
cultura, donde, invirriendo las prácricas de los victorianos, trata-
la época de los grandes paradigmas, su tesis docroral sobre el Mácoo-
mos la muerre como rabú (Hutron, 2004).
nais responde a los modelos más clásicos de la historia económica y
Otros de los ámbitos temáticos más culrivados por los compo-
social al uso. A mediados de la década de los sesenra, Duby dejó la
nentes de la tercera generación de los AnnalES, a los que tambiér,
ortodoxia de los Annales braudelianos para dedicarse al esrudiq de
se daba un tratamiento estadístico, fueron las historias de
algunos temas favoritos de la generación que estaba por llegar: la 1os li-
bros y de la alfabetización. Esto les permiría relacionar caregorías
historia de las mentalidades, la reproducción culrural y el imagina-
sociales, categorías profesionales y Frábitos culturales. Los tra"ba¡os
rio social. Una obra paradigmática en este sentido es I¿s tres órdc-
de Henri-Jean Martin son, en este senüdo, paradigmáticos. La Martin
nes o la imagtrwrio dnlfeuúalísmo (L979), donde analiza las relaciones
evolución de una historia económica de los libros urr" historia
entre lo material y lo menml en el curso del cambio social. Donde "
cultural de la lecrura' caracterísrica de la tercera generación, fue
Bloch había analizado la estrucrura social de la sociedad feudal, liderada por Roger Charder ( Lg45-).
Duby esrudiaba las imágenes medievales de esa estrucrura. Donde Chartier
El esfuerzo de esta generación se concretó también en el rena-
los marxistas consideraban las ideas como mero reflejo de la socie-
cimiento de dos viejos géneros que fueron reactivados gracias a
dad, Duby enfatizaba el poder de la imaginación colecriva.
algunas de las obras de los principales componenres de .sL
nueva

266
267
Retorno a la biografía generación: la biografía y la historia polírica.
Jacques Le Goff ha en el estado actual de desintegración de escuelas nacionales flo
dedicado los últimos años de su .*rr.ru al rescar¿ de dos impor- ti€-
ne demasiado sentido hablar de la continuiJad
tantes figuras la época medieval, como san Luis de Francia y de esra corrienre
{e hisroriográfica francesa y, más concretamente,
san Francisco de Asís. No menos brillanre es el ejercicio biografi- cabe preguntarse
hasta qué punto la escuela todavía sigue viva.
co de Georges Duby sobre Guillermo el Marisc*l (t986). Por orra Para lor qu* defien-
den la existencia de una cuarta generación, esta
parte' su incursión en el mundo de las batallas en su Dom ingo dc^ habría arrancado
del manifiesto qY. apareció en el prólogo a.t rrr.i.uto,ür"¿o
Bouqtines (1973) constituyó uno de los momenros cla,r. pnia de
el los Annales de 1988, que [evaba i rigrrln.*iiuo
resurgimienco de la nueva nalrati\/a, que se analiza más ad*larrte. rírulo ..Hisroire er
sciences sociales. tJn rournanr critique?" (*La
Anropología culcural En este contexto historiográfico, cabe destacar la renovad* y hirtori, V i", cien.
cias sociales: ¿un giro crítico?"). El texto parece
revitalizada vinculación de la hisroria de las menralidades con la haber sido redacta-
dp pot Bemard Leperit (194g-Lgg6)
antropología cul¡ural. Denmo de este giro anmopológico cabría v iu.qu.s Rever (t 942.), y
represen[a un golpe de timón, un foro nant críücy"rc,
reseñar las obras de Emmanuel Le Roy Ladurie, Rog.ich"nier y eu€ sustituyera
a aquel otro giro culrural que, a finales de la
Pierre Nora, aglutinador de esfuerzos colecrivos y iedescubridor decada ie los sesenta,
había dado paso a la rercera generación (Leperir, gg5).
de un tema tan sugerente como el de la memoria.'El giro cultura- 1
lista de la década de los setenta propició esta orienración. Acrual- Quizá ya no se puede hablar de una cuafta generación €D
6co-
tido estricto' aunque algunos señalan R";r Charrier
mente' sin embargo, la historia de las mentalidades parece haber
" o Alan
corbin como algunor d: s-us represenranres
dado paso a la llamada nueva historia cultural, ahora consolidada iHeruber, 1 gg4). Los
síntornas de dispersión de la esc,rela son bien
en Estados Unidos. En este sentido, es significativo que un hisro- elocue"r.r, .o*o lo
pone de manifiesto la falta de referenres
riador como Chartier, que se masladó a Estados Unidár, haya riru- *.rodorogi.ár agluti-
nanres de su principal órgano de expresión,
lado su recopilación de ensayos Hrsro ria cultural: entre t u pía,rücas la ,.ürru (Dosse,
1987)' Por otra parre', la piematura y drn*¿ci.a
Divulgación hisrórica y representacíanes (1988). Además, a la rercera generación
I¿H
de
desaparición de
Bernard Lepetit en 1996 puovocó una cierra
los Ann¿l¿s le colresponde el honor y la gloria de haüer llevado desorienración en los Lepedr
los verdaderos objerivos de lá escuela.
libros de historia a unas cotas impensrbl*, de divulgación, ranro
Es, por tanro' el momento de hacer recuento
por el aumento considerable de las venras de los frutos de la
-el Mo itaillau de Le escuela a lo largo de todo su itinerario.
Respecto a l" .*pr*rión de
Legado de los Annales
R?V, publicado en I97 5, se convirtió pronro en un aurénrico besr
los Ann ales en Europa' entre las décadas
sell¿r- como por la presencia exitosa de algunos historiadores de los rr.irrra y los ochen-
[a, sus autores consiguieron divulgar sus
como Georges Duby en los mass media: rur piogramas de radio y obras como nunca y, algo
que parece más importante, exnendieron
televisión eran seguidos con avidez por miles de espectadores. su influjo más aIl.áde las
fi-onteras de Francia. En ltalia, Hungría, Polonia
y España hubo
urla entusiasta asimilación de los posrulados
de la'hisüria de las
mentalidades, así como una hisroriografía d* g*
El futuro incierto de los Annales calidad en romo
a ella -que en el caso de Imlia es el mejor preludio
de la microhis-
toria' En Alemania se produce una incoqpóración
En la evolución de la escuela huy tres años claves: IgZg, año tardía de esa co- Alernania
rriente, €rI buena medida condicionada ptr lo,
de la fundación de la escuela y desarrollo de la historia rotalizan-
pero también por la viralidad de la nueva
.f*.;d.]" gu*rru,
te de Febvre y Bloch; 1956, muerte de Febvre e inicio del preclo. hisroria social.
En España hay un evidente influjo de la *r.u*l*
minio de la segunda generación, de la hisroria socioeconómica, de los Armales, España
quizá algo anacrónico, durante la á¿.ada
de la serialidad y del esftucturalismo braudeliano; 1969, de lor ochenra. Su in-
caup fluencia ya se había dejado norar en la
d'émtde la tercera generación e introducción de 1o, pourulaáo, d. epoca ¿*l" r*grr'J*-g.r,*rr-
ción, sobre todo a ffavét la omnipresente figura d.lau**ii.ens
Vives, y a través de offos {.
la historia de las mentalidades y regeneración del diAlogo con la
antropología, la lingriísrica y offas ciencias sociales. historiador.s que rrata¡aron en Barcelona
como Pierre Mlar o ValentÍn Vázquez
¿Una cuarta generación? A esms ües' habría que añadir una cuarra fecha fundacional de de Prad", ir"r* se había forma-
do en París junto a Femand Brauá*I. Viceru drria
los Annales, la de L994, cuando la revista adquiere su denomina. una orienración
socioeconómica a su investigación y
ción actual -Anrwles. Hrsnire, Sciences Socía¿e;*, 1o que para algu- fue uno de los mejores valedo-
res de la metodología de loi Annates
nos representa el inicio de la cuarta generación, Para *u.hos, cop- en hpaña a parrir de 1950;
siderar que hty una nueva generación es forzar demasiado las cosas:
ulT abogó llaramente p-q la vía atípica del materialismo hisrórico
en los segundos Annales; Vwquez de"Pradr
fu;, úro aJordi Nadal,

268
269
uno de los inmoductores de la historia económica en España. Ya En ambos procuraba situar a sus protagonistas en un contexto
durante la historiografía de [a tansición, los postulados de la histo- cultural más amplio. Demostró su versadlidad en un esrudio de
ria de las mentalidades se acogieron cCIn entusiasmo en España geografía históri ca, I-a. terre et l'évolunon funnaíne ( I 972), y en su
como una altemativa viable al materialismo histórico -postulado rarea de editar la Encyclopé,die frangai.se ( 1935-1940). Febvre prac-
sobre todo por Josep Fontana-, aunque conviviendo en buerrá fiI€- ticó y defendió toda su vida la historia inrerdisciplinar. Se le re-
dida junto a é1. Los trabajos de Antonio Eiras Roel en Galicia son cuerda, sobre todo, por el papel que desempeñó en la revista An-
muestra de la capacidad de asimilación de la historiografía española nales, todo un símbolo para el movimiento al que dio lugar.
de los posrulados de [a tercera generación de los Annales.
Gran Bremña E[ caso de la asimilación de los posmlados de los nuevos Annales
en Gran Bretaña es más complejo. En principio, se produce un natu- Marc Bloch
ral recelo, causado en el fondo por el contraste entre la tradición
empirista e inductiva brinínica frente a la uadición deductiva, holís- Marc Bloch (1886-1944) fue un medievalista polifacético que
- ¿en istrasburgo,
enseno r donde rabajó con Lucien Febvre hasta
rica y racional de la uadición francesa. Pero fueron, paradó¡icamen-
te, los historiadores mamistas ingleses -sobre todo, Eric Hobsbawm que le nombraron profesor de economía en la Sorbona (1936). La
y Rodney Hilton* quienes dieron la bienvenida a los Annales, oun- obra más original de Bloch es Los reyes mLlmfrt?.¿rgos, eu€ escribiera
que ciertamente no asimilaron sus postulados. La respetuosa aten- en sus años de Estrasburgo. Aunque muchos de sus colegas pensa-
ción, mezcla de admiración y de calculada reservt, con que Peter ban que el tema sólo podía interesar a los que defendían la vieja
Burke afrontó en 1989 su modélico estudio sobre la evolución de la historia, Bloch logró demostrar que la historia de la fe en la capir-
escuela francesa es bien elocuente de este respeto entre estas doq cidad curativa de la imposición de manos regias en Francia e Ingla-
uadiciones (Burke, 1993a). terra tenía mucho que aportar a la historia de las mentalidade.q e
incluso a la historia política. Creía firmemente en la importancia
n[En el siglo xrt] el cristianismo esLaba en el mismo de la historia comparada, sobre todo manindose de la hisroria de
aire que se respiraba. Era una atmósfera en la cual regiones limítrofes, como Francia e Inglate-
vivla el hombre su vida, toda su vida, y no única- Lucien Febvre
mente su vida intelectual, sino también su existencia rra. Esrudió la presión social que se ejercía <Sin duda, nadie habría pensado en proclamar el
privada, su vida profesional, cualquiera que fuese el sobre la fe individual inspirándose en la milagro si no es[uviera preparado de antemano a
Lucien Febvre (18?8-1956) fue un inte- esperar de los reyes precisamente un rnilagro.Y
marco en que se desarrollaraY esLo sucedía de una sociología de Émile Durkheim *como ha-
rnanera automática, necesaria, con independencia lecrual polifacético especializado, entre otras, todo inclinaba a los espíritus de aquellos tiempos
de toda voluntad expresa de ser creyente, de ser cosas, en la historia religiosa del siglo )fl/[. ría Febvre casi dos décadas después-, como a esperarlos. La idea de la realeza santa, legado
católico, de aceptar o de practicar su religión. rnuestra el pasaje citado. Demostrandb una de edades primitivas, fortalecido por: el riló;deila,
Analizaba la historia de las actirudes y senti- unción y por la gran expansión de la leyenda mo-
Porque hoy se elige y uno puede ser cristiano o no vez más su versatilidad historiográfrca y su
serlo; pero en el siglo >oil no cabía nada de eso, se mientos religiosos (como demuestra el pa- nárquica hábilmente explotada por algunos polfti-
era cristjano de hecho. Había cie¡to iugueteo lejos saje anteriorrnente citado), algo poco usual capacidad de mansitar por diferentes temas cos astutos -tanto m:ís hábiles en utilizarla cuan-
de Cristo, pero eran juegos imaginativos sin ahínco y metodologías, Bloch realizó un esmdio to que muchos de ellos comparlían el prejuicio
entre los historiadores de la Iglesia tradicio- común*, terminó dominando la conciencia po-
ni vital apoyo de la realídad. Ni siquiera podía uno sobre I-a historia rural francua: carlc,tnres ori-
abstenerse de la pníctica cristíana. Quísiérase o nales, más centrados en las instiruciones que pular: Ademiis, no había santos ni hazañas mila-
en las presiones sociales relacionadas con la gtrwles ( 1931) y escribió una gran sínresis, grosas, ni había personas o cosas sagradas que no
no, dándose claramente cuenta o no, desde el naci-
miento, el hombre de aquellos dÍas se encontraba La sociedad feudal (1.939-1940) r eue frnali- estuviesen dotadas de un poder sobrenatural.
f* y la práctica religiosa. Enseñó en la Uni- Por otra parte, en el mundo maravilloso donde
sumergido en un baño de cristianismo del cual no zó justo cuando esmlló la Segunda Guerra
se eladía ni aún con la muerte, ya que esa muerte
versidad de &masburgo cuando era teÍrito- creían vivir nuestros antepasados, ¿qué fendme-
era obligada y socialmente cristiana por los ritos a rio francés, tras la Primera Guelra Mundial, Mundial y se ha mantenido a lo largo de los no no se explicaba por causas que sobrepasaban
los que nadie podía substraerse, incluso aunque se tiempos como un clásico sobre el análisis el orden normal del universo? [,..J Lo que creó
donde trabajó con Marc Bloch; una colabo- la fe en el milagro fue la idea de que tenía que
diera el caso de haberse rebelado antes de morin del feudalismo.
incluso si en sus úlümos momentos se había chan-
ración que les llevó a fundar la revista Annn- tratarse de un milagro. Lo que le permitió sobre.
ceado y hecho ludibrio de todo aquello. Desde que les en 1979. Febvre obruvo una cátedra en el Mientras colaboraba con la resistencia vivir fue también, a medída que transcurrían los
se nacía hasta que se moría, toda una cadena de cayó en manos de los alemanes y fue fusila. siglos, el testimonio acumulado de sucesivas ge-
Collége de France en 1933, Lrn cargo desta- neraciones que creyeron tales hechos [.,.]. En
ceremonias, de tradiciones, de hábitos y costum- do. Este hecho, junto con sus reflexiones
bres, de pnícticas, todas cristianizadas o cristianas,
cado que le permitió guiar a sus colegas his- suma, es difícil ver en la fe en el milagro real otra
toriadores en una nueva dirección. sobre las causas morales de la fulminante cosa que el resultado de un error colectivo, erTor
ataban al hombre a pesar suyo y le mantenían cau-
tivo aunque se creyera libre.>> claudicación de Francia frente al poder nazi más inofensivo que la mayoría de los que llenan
Enme sus obras más conocidas cabe desta-
El problemo de la incredulidad en el srg/o xvt. La car un libro sobre Martín Lutero (t927) V (ln exwaña demota), le han hecho valedor la historia de la humanidad.>>

relíg¡ón de Robelais, l94L,parte ¡l,librc 2, capftulo 2


Los reyes taumaturgos, 1924, conclusión
otro sobre la religiosidad de Rabelais (1942). de una merecida reputación de "historia-

270 27 I
dor comprometido>> con las realidades de su tiempo. f¡as su rruer- de Phílippe II et la Médírcnanée, aunque el mar y lo que Braudel
te se descubrió entre sus papeles un manuscriro lnacabado, Apo-
denominara ..destinos colectivosD dejaran finalmerrtl al rey en
Iogro de Ia 'hisnria, una magnífica introducción a la prácrica tercer lugar. Como podemos comprobar en el pasaje anteriorrl€rr-
histórica publicada en 1 g4g. te citado, Braudel no renuncia a su conciencia de la geopolírica
ni cuando escribe sobre Felipe II.

libro se divide en tres partes, cada una de las Fernand Braudel Tut la publicación de su libro, Braudel obruvo una plaza de
<<Este profesor en el Colldge de France. Empezó a escribir una obru más
cuales es, de por s( un intento de explicación. La
prímera trata de una historia casi inmóvil, ra historia
larga aún, Ciwilizacíón matenal y capitalísmo (L967 -Ig7g) y, al final
del hombre en sus relaciones con el medio que le
Femand Braudel (1907-1985) fue pro- de su vida, trabajaba todavía en otro proyecro de largo alcance
rode4 historia lenta en fluir y en transformarsb, he- bablemente el hisroriador más desracado clenominado l^aidenüdfrddeFrancfa (publicado en 1986). Sin €rrr-
.lr? nq pocas veces de ínsistentes reheraciones y de del siglo xX, el equivalenre (así como la bargo, su fama $e debe a su primera obra y a su liderazgo en el
ciclos incesantemente reiniciados. f...] por enéima
respuesta narural) a 1o que Ranke fi:e para r4ovimiento de los Annale.s,
de esta historia inmóvil se alza una ñístória de ritmo
el xtx. tabajó a parrir de los fundamen- ,que, por aquel entonces, tenía su
lento: la historia estructural de Gaston Roupnel,que base en la École des Hautes Études en Sciences Sociales y en la
nósótrics llamariamos dé búéna ganá, si esta,éxpl€.". tos de la primera generación de historiado- Maison des Sciences de I'Homme. Al igual que Bloch y Éebrrr.,
sión no hubíese sido dewiada de su verdadete sen-
res de los Ann ales, la de Febvre, cuyo inte- siempre estuvo a favor de la interdisciplinariedad.
tido, una historia social,la historia de fos grupos y las
agrynagiones. [...] Finalmente, la tercera parte, fa rés por el siglo XVI comparría. Su obra EI
de la historia tradicional o, si queremos, la de la his- Medircnáneo es la obra maestra de la escue-
toria cortada no a la medida del hombre, sino a la la de los Ann ales, y perrnanece como uno
medida del individuo, la historia de los aconteci- Georges Duby
mientos de Paul Lacombe y FranEois Símiand: la de los grandes clásicos de la hisroriografía de
agitación de la superficie, las olas que alzan las ma- todos los tiempos. Comienza con un mani- Georges Duby (t919-1996) fue un medievalisra que enseñó
reas en su potente movimiento. Una historia de
fiesto, recogido en la cita, en el que sugiere en Aix-€n-Provence hasta que obtuvo un puesto en el Collége de
oscilaciones breves, rápidas y nerviosas. [. . .]
En ¡558, el nuevo sobemno pierde, siñ güerra ni que el tiempo hisrórico se mueve a tres rit- France (1970). Empezó haciendo historia social y económica, pero
lucha dos posiciones esencíales : la muerté de Ma- mos o velocidades diferenres, y dedica una fue interesándose cadavez, más por la historia cultural. Su prime-
n'a1i.r{o1y 11 abdicación imperial de su padre pri- sección del libro a cada una de ellas. La
van a Felipe ll de lnglaterra y de su imperio. Uno de ra obra destacada fue in sacíété, aux xJe et
estos dos acontecímientos se hallaba,.como hemos primera se ocupa de la geografía hisrórica XtIe siücles darx Ia rég¡on tná.cormaise (Ig <<Sucede que el historiador descubre inesperada-
52) ,
visto, en la línea de las cosas. CarlosV había soñado (geohfsroria, como a él le gusra llamarla), ün estudio cenmado en la gran abadía be- mente gran parte de lo que busca cuando sale de
demasiado tarde co1 sy cu.arto y.mir:a a su alrededo¡:Yo tuve esa expe-
legar el imperio a su hijo:con- algo parecido a 1o que hoy denominaría- nedictina de Cluny. El libro que le consa-
to ll hostil¡dad reunid*?e h Alámanii p.otártante, riencia en el curso de aquellas caminatas. Amo' las
de Femando a Maximíliano, era imposíble luchar: mos historia del entomo, centrada en lo gró definitivamenre fue Los rres órdenes o Io iglesias románicas de Cluny. Recuendo un dfa, a la
Pero, casi en el mismo ínstante en que Atemania se
constituye definitilamente, frente a Felipe ll, como
"inmóvil" (en la que analiza, dererminísti- imaginario del feuÁalkmo (1928). Enrre es- caída de la tarde, en el que entré en la iglesia es-
trecha y sencilla de Taizé. En el coro salmodiaban
camente, su efecto sobre las personas, pero tas dos grandes obras escribi ó Guemeros )
un mundo cenado y extranjero, un hecho comple- cuatro hombres con hábito azul oscuro. Cuancjo
tarnente accídental, la inopinada muerte de M-aría ignorando el impacto de los seres humanos carnpesfnos ( 19 7 3) , un análisis del surgi- callaron fui a su encuentro e íntercambiamos algu-
Ti¡dor en noüembre, viene a romper la alíanza an- sobre su entorno, que es 1o que hoy sí nos miento de la economía medieval que atrá- nas palabras. El que parecfa tener el mando me
glo-española y pone fin al sueño de un estado an- interesa). La segunda parre está dedicada a explícó que, reformados, hablan venido descle Sui-
gloflamenco que habn'atenido como centro vivo el
jo el interés general por su urilización de lo za con la intención de restablecer el espiritu cle
rnar del Node. Baste pensar por un momento en la historia cultural y social, y en ella anali- que se podría calificar de enfoque anffopo- Cluny. Al despedirme le tendl la mano. Mi ínterlo-
lo que habria podido ser un Felipe ll dueño del mun- za cuestiones como las formas de guema. lógico. Identificaba aquellos aspecros de la q$qr opinó, según creo, que no correspondfa a ru
do ggrmánico y de lnglaterra,paria calcular la repen Escribió estas páginas poco después del fin dignidad darle la mano a un laico, a un indivielur:
cusidn de estos acontecimientos sobre la historia
cultura medieval que impactaron sobre la tán joven, vestido a la manera campesinil, y no lo
del mundo. [..,] n viaje de regreso a España, en de [a Segunda Guerra Mundial y recalca ec:onomía, desde la prácrica del inrercam- hízo, metió la mano en una de sus mangás, [:ste
agosto-sepüembre de 1559, pone punto final a esta que "la guerrá, como todos sabemos, no es bio de dones a la costumbre de enterrar a gesto me marcó, y tan profundamente que la es-
nípida evolución. Felipe se queda raya para síempre más que un puro dominio de responsabili- cena ha permanecido grabada en mi memoria, De
en la península, como prisionero de kpaña. & cier"
los muertos (a los que Duby define como
S.o]ne lodo estaba claro. Comprendf lo que habfa
to que, en contra de la feyenda, que lo presenta dades individuales,,. La tercera parte del (consumidore5" ) con sus pertenencias. sido el "espíritu de Cluny", lo que habfa represen-
enclaustrado en El Bcorial, viajó todavía mucho, libro trara de los aconrecimienroi, la polí- Son también muy reconocidos sus [ra- tldo en aquella región en el siglo xr, cuál habfa
pero siempre dentro de la península.>> tica, los hombres ("les événements, la po- debido ser su pesq, sustentado por una conr:e[]=
bajos sobre la familia en la Edad Media, ción estrictamente jenírquica de todo el universn,
H Meditenúneo y el mundo medíte rráneo litique et les hommes")r ] su proragonista su agudo análisis de un suceso (la baralla
en la época de Felipe /l extractos del prefacio
por la voluntad de mantener su estatus en torlo¡
es Felipe II. El libro nació a parrir de su rie Bouvines y sus consecuencias), sus li- los niveles del edificio social.>>
y de la parte 3, capítulo I
tesis doctoral que llevaba el original rírulo bros sobre arte medieval (era un pintor afi- La historía conünúo, 199l, e;r¡rflrrlo 'l

272
273
cionado de talenco), así como los documentales que elaboró Donde hubo una verdadera aplicación de las ideas del mate- Marx y Engels
para la televisión. Su breve autobiografía (La hisnria continúa, rialismo histórico fue a través de la Revolución bolchevique de
1991) es una magnífica introducción al pensamiento histórico 1917. Se construye así la interyretación marxista-leninista de la
que demuestra su capacidad para transitar por las tendencias y historia, basada en las obras de referencia de Marx (EL manífiesta
métodos hisróricos más diversos, y es muy útil para todos aquellos comunista), Lenin (EI impenalismo, etapa suprema del captmlismo)
que inician su aprendizaje en la investigación histórica. Duby es y Stalin (Matenalismo dialécnca y matenalismo histónco). Las rru€-
sin duda uno de los historiadores más relevantes del siglo xX. No vas circunstancias históricas perrnitían nuevas lecturas de los tex-
en vano ha sido considerado por muchos una especie de Picasso tos de Marx y Engels, siempre abiertos a nuevas interpretaciones
para la historiografía contemporánea, pues fue capaz de situarse según lo dictaminaran las necesidades de cada momento. Esa es,
en la vanguardia de las principales tendencias surgidas en la se- probablemente, una de las claves para comprender la enorme efi-
gunda mitad del siglo pasado (particularmente, la historia so- cacia del mancismo como tendencia intelectual y como platafor-
cial, la historia de las mentalidades, la nueva historia cultural y ma para cambiar el mundo.
la historia narrativa). En esta nueva interpretación, la historia está dominada por el Las relaciones
de producción
criterio económico y social, al basar toda su argumentación en las
sociedades surgidas de las diferentes relaciones de producción, ere
EL MATERIALISMO HISTÓruCO generan diferentes sociedades: la sociedad esclavista (basada en la
dialéctica amo-esclavo), la sociedad feudal (señor-vasallo) y la so-
El mancismo es uno de los movimientos intelectuales que más ciedad capitalista (capitalista-trabajador) . Quedaba así consagrada
ha influido en la historiografía contemporánea, aunque, paradó;i- una nueva periodización, eu€, si bien en la acmalidad está en des-
camente, sus fundadores, Karl Man< (1818-1883) V Friederich uso, todavía se conserva entre las bases epistemológicas eü€, a 1o
Engels (1820-1895), no fueron historiadores (Mclellan, 1970; largo de la historia, se han ido consolidando en la historiografla.
Rossi, 1971). Este es, por otra parte, un fenómeno intelecrual bas- Pero, más allá de ese mancismo dogmático, amparado por las El man<ismo
tante frecuente en el siglo xIX, cuando se deja notar el influjo estmcturas políricas conniventes de los países eslavos, se van en la posguerra
historiográfico de frlósofos de la hisroria como Hegel, Marx o constituyendo, a 1o largo del siglo xx, abundantes marnsmos. Sin
Nieusche más que de los propios historiadores. Las ideas c€otra.- embargo, el mancismo como método y como doctrina no tuvo
les del materialismo histórico se forjaron a mediados del siglo XH una verdadera repercusión en la historiografía hasta después de la
y han tenido vigencia hasta la década de los ochenta del siglo xx. Segunda Guerra Mundial. La obra de algunos teóricos marxistas
Constitüye, pues, más de un siglo de presencia en el ámbito de la en la primera posguerra, así como la herencia de la Escuela de Escueta de FranHurt
historiografíar eu€ han dejado un surco profundo y evidente, por Frankfurt (Theodor Adomo y Herbert Marcuse fueron quienes
lo que, aunque en la acrualidad se ffate ya de una tendencia en influyeron más en la historia), sentaron las bases de esta aplicabi-
decadencia, merece una atención especial. lidad del marxismo a la historiografía. Esa labor fue llevada a cabo
sobre todo por Antonio Gramsci (1891-1937), cuyas Cu^adernos Los Cuoderni de Gramsci
desde Ia cárcel, publicados entre L948 y 1951, tuvieron un notorio
Marxismo e historia influjo en la historiografía de corte marxista y poseyeron una gran
capacidad de aplicar esas ideas a las diferentes opciones políticas
Los planteamientos teóricos del materialismo histórico se ba- de izquierda de la posguerra europea. En los Cuad.erni, redactados
san en buena medida en la experimentación de los efectos más durante su cautiverio hasta su muerte en 1937, Gramsci recháza-
nocivos de la industrialización, que tuvieron lugar en las naciones ba la reducción del materialismo histórico a una sociología abs-
más indusuializadas durante la segunda mitad del siglo xH. Al tracta y realizaba una lecrura de la realidad mucho más realista y
Presenfismo mismo tiempo, está dominado por un radical pres enüsmo, euts tien- posibilista. El investigador de la historia no va de la teoría a la
de a aplicar las categorías históricas del tiempo desde donde fue realidad, sino que riene que adaptar la teoría a la realidad que ha
articulado (mediados del siglo xtx) a las categorías del tiempo investigado. La hegemonía de las clases no se verifrca por domi-
analizado, al que se aplican los conceptos clásicos del marxismo nación, sino por el consenso de tas grandes verdades que aparecen
como la lucha de clases, los procesos dialécticos o la preemirrerr- evidentes a todo el mundo. Estas y otras ideas abrieron una vía
cia de los fenómenos económicos sobre todos los restantes. del marerialismo histórico capaz de superar la vía dogmática o de

274 275
discurso ideológico oficial que había dominado hasta enronces en
feudal (1962), en la que argumentaba que la teoría económica de
los países de dominación polírica comunisra. Marx, aunque válida para el siglo xtx, fallaba al ser aplicada a la
En ltalia se desarrolló, por ejemplo, la idea gramsciana de la época modema, especialmente en la de los grandes estados seño-
historia como instrumento de análisis y compr*r,iiór, del presenre riales polacos, en los que el cereal fue producido gracias a la ex-
como condición de una perspectiva de manifor**ción social, er:i portación del trabajo servil, cuando el aumento de los precios
que la crítica del pasado deviene instrumento mismo de su rrans- condujo a un descenso de la producción y viceversa, porque los
formación. La aplicación de las ideas de Gramsci supera así ranro nc,bles no estaban interesados en los beneficios económicos, sino
la absolutización contemporaneísta de Croce -con quien tenía en el mantenimiento de una renta fi¡a de sus tierras.
unas tan evidentes como contradictorias conexiones- como el En España, el materialismo histórico, liderado por Josep Fon- España
dogmatismo estalinista, abriendo nuevas vías a un discurso his- tana (1931-), tuvo un notable influjo, porque se consideró no
toriográfico QUe, eso sí, quedaba radicalmente subordinado a los sólo como una metodqlogía histórica atracriva, sino también un
objetivos políticos y los planteamienros ideológicos. Enme los instrumento intelectual y cultura{ muy útil en la lucha frente a la
principales historiadores italianos habría que destacar a Rosario dictadura franquista. Por esto, el marxismo perduró en hpaña rru-
Villari y Emilio Sereni. Sereni ( !907 -L977) fu. un hisroriador de cho más que en onas madiciones historiográficas europeas, sola-
la agricultura*y del paisaje italiano, así como minisrro, senador y pándose con la historia de las mentalidades. Con rodo, fue en la
miembro del Partido Comunista de kalia. Villari ( 192,5-) co*bi- Inglaterra de la posguena donde el materialismo hisrórico fructi-
nó también su calrera de historiador con su acrividad de dipurado ficaría en una generación excepcional de historiadores, que rrrere-
-también del Partido Comunista- en el parlamenro iraliano y es ce un tratamiento específi.co.
bien conocido por sus estudios sobre la Iialia meridional"
En Francia, algunos miembros de la escuela de los Annales rea-
lizaron una aproximación marxista a la construcción de las rnono- La escuela marxista británica de la posguerra
grafías, como el caso de La Camlogne dans l'Espagn e mod,erne de
Pierre Vilar, donde se aplica un método ororalizanre> para estudiar El caso concreto de Inglaterra ofrece un buen ejemplo del flore-
los fundamentos económicos de una estructura nacional €D corrs- cimiento de la historia marxisra en un paíE donde los miembros del
trucción. La influencia del man<ismo es también perceprible en el Partido Comunista apenas han sido elegidos para el Parlamento.
uabajo de Michel Vovelle (1933-), po, ejemplo *r ruid"olost^ y Ciertamente, el materialismo histórico había influido en Inglarerra
mentalidades (1982), y Guy Bois en su Cnsis delfeutalísmo
Noruega
ttélSi. desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Su rendencia a la his-
En Noruega desracó Halvdan Kohr ( 18?3- Lg6s), un hisroriador toria social y al análisis de los fenómenos revolucionarios encajó
que fue también un activista politico y fue ministro de asunro$ €x- bien en el intenso debate público y académico que había generado
teriores de su país, Y eu€ mostró su simpatía por el marxismo en su la indusmialización britrinica. Esre fue uno de los motivos principa-
obra Norsk bondereisning (1976), una historiá de las revueltás c¿rrTr- les por los que el marxismo tuvo una entusiasta acogida intelectual
Holanda pesinas en Noruega. En Holanda, el destacado hisroriador por parte de esa historiografía. Por otro lado, desde los inicios de la
Jan Ro- Hiscoria y economla
mein ( 1893- 1962) procuró combinar las aproximaciones económi- historiografía profesional en Inglaterra hubo una conexión inme-
cas del marxismo con el enfoque cultural de
Johan Huizinga (véase diata con el mundo de la economía, tal como lo había puesro de
p. 230), tal como se pone de manifiesto en zu l¿s nenas {ajas jurto manifiesto, a partir de 1830, la divulgación de las teorías de algunos
aI mar ( 1946), una historia general del pueblo holandés. componentes de la escuela clásica de economía política briráni-
Muchos de los mejores ejemplos de los historiadores marxistas ca como Adam Smith (L"123-1790) y David Ricardo ( 1777-1823),
provinieron de los regímenes no comunistas. Esto no es casuali- y del influyente demógrafo Roberr Malthus ( 1 7 66.1834). La funda-
dad, pues donde el mancisrno devino ortodoxia, la creatividad fue ción de la London School of Economics (1895), donde han ffaba-
sofocada. Sin embargo, hubo excepciones a esra regla, parricular- jado desde entonces prestigiosos historiadores, es otra muestra bien
mente en el caso de dos magníficos historiadores de la economía. elocuente del peso de la historia económica en ese país. Las ver-
Rusia El primero de ellos fue el ruso Evgeny Kosminsky (1886-1959), tientes sociales y económicas esmban, pues, bien fundamentadas
Polonia quien estudió el campesinado inglés. El segundo fue el polaco en la historiografía inglesa y escocesa.
heterodoxo marxista \ü/itold Kula ( t g 16- 19BB ) , muy elogiado por Basados en esta tradición, es fácil concluir que los historiadores
Braudel y bien conocido por su obra I^a teoría económica lel sistema britiínicos anteriores a la Segunda Guerra Mundial conocían ya

276 277
bien el marxismo. Sin embargo, hast a 1945 esa tendencia nunca A Raymond Williams, menos conocido en ámbiros propia- Williams
había cuajado en una escuela verdaderamente historiográfica. Esa mente historiográficos por ser profesor de literatura inglesa, co-
fue precisamente la función que ejerció, de un modo más o menos nespondió la labor de mayor alcance teórico. Ét n e quiln aplicó
l'll¡rcrladores del Parcido consciente, el grupo de historiadores del Partido Comunista bri- con mayor precisión la epistemología mancista, rechazando, sin
Comunlsm británico tánico. Fundado en 1946, contó con figuras de tanta trascenden- embargo, el uso de algunos términos del mancismo orrodoxo, como
(superestructura)>. Wiltiams fue el divulgador
cia historiográfrca como el economista e historiador económico "infraestructurao y
Maurice Dobb (1900-1976), Chrisropher Hill (1917-2003), Victor del concepto totalizador de cultura de Lukács y det .orr.*pro de
Kieman (19L3-70A9), Rodney Hikon (1916-2002), Eric J. Hobs- hegemonía de la clase dominan[e de Gramsci.
bawm (1917-) y Edward P. Thompson (I974-L993) (Kaye, 1989; En esta corriente historiográfica, dos figuras merecen una €spe- Hclbsbawm
Dworkin, 1997). Desde fuera del grupo, pero sintonizando con sus cial atención por la trascendencia de su obra: Eric Hobsbawm y
posrulados historiográfrcos, se puede incluir en esta nómina al ar- Edward P. Thompson. Hobsbawm pasó su infancia en BerlÍn, pero
queólogo australiano Vere Gordon Child. ( LB97-1957) y al histo- pronto se estableció en Inglaterra y se centró en esrudios de historia
riador y crítico literario Raymond Williams ( 192I-1988). social y de los movimientos obreros. Contribuyó, además, a la re-
Grandes debates Los historiadores marxistas británicos se propusieron afrontar novación teórica de la historiografía marxista, no sólo a rravés de
hl¡térlcos el análisis de temas históricos de gran alcance, como el paso de la su participación en el debate sobre la mansición del feudalismo al
Antigüedad al feudalismo, la ffansición del feudalismo al capita. capitalismo, sino rambién con algunas publicaciones de marcado
lismo y el desarrollo de la Revolución industrial. El primero de carácter metodológico. Aunque es sobre todo conocido por sus es-
esos debates fue afrontado por Perry Anderson (1938-) a uavés tudios sobre los orígenes de la indusmialización en Gran Bretaña y
de su obra I^a. transición de la Anügüedad aI feudalismo (197 q. El la formación de urra clase obrera, destacan también sus súrtesis del
segundo de ellos fue rescatado por Maurice Dobb a través de sus mundo contemporáneo, que dividiO en cuatro grandes épocas con
Esm.dio.s sobre el desan:ollo del capitalismo, publicado en 1946. Su sus colrespondientes temáticas predominantes: I-a era dn Ia reuolu-
volumen fue completado por el de Rodney Hilton, desde su pe[s- ción ( 1789-184s) , la era del capiral ( 1848-18?5 ), IÁ era del impeno
pectiva de medievalista. Eric Hobsbawm prolongó esa transiciófr ( 1875-1914) y I^a ednd de las exrrema.s; el srgb corto (Igl4-1ggí).

del feudalismo al capiralismo hasta el siglo xvu. Edward P. Thompson escribió, por su parre, uno de los volú- Thompson
La historiografía marxista se aglutinó en torno a una de las menes más influyentes en la historiografía del siglo rc<: The MA-
revistas de mayor trascendencia en el panorama historiográfico kíng of the Englnh WorkingCl¿Hs &aformación dela clase obrera en
Past ond Present del siglo xx: Past and,Present (L957). Aunque de una generación Inglaten'a, 1963), eue desperró adhesiones en rodo el mundo por
posterior, cabría añadir a Raphael Samuel ( L934-1996), el caris- su atrevida apuesta por una historia comprometida, pero a[ mis-
History Workshop mático fundador del movimiento Hiscory Worlahop, quien enseñó mo tiempo rigurosa, anridogmática y flexible en su definición de
en el Ruskin College Oxford, fomentando entre sus esrudiantes clase. Esta obra supuso la confirmación de |a vía culnnalisun del
-generalmente adultos de clase trabajadorr la práctica de una marxismo historiográfico, que prestaba mayor atención a los as-
historia "desde abajo)>, empezando por el análisis de las minas o pectos intelecruales, y cuyos exponentes serían el mismo Thomp-
las fábricas donde ellos mismos habían nabajado. son, Hobsbawm y algunos historiadores italianos de la siguiente
La conmoción de 1956 En 1956 el grupo dio un irnportante giro metodológico y viven- generación, en oposición a la vía esrructwalista, rnás preocupada
cial, influido por los dramáticos aconteclmientos de la intervención por los estados de mansición de las grandes etapas históricas, como
soviética en Hungría. Algunos de estos historiadores abandona- se pone de manifiesto en los mabajos de Dobbs y después Guy
ron la disciplina del Partido Comunista y hubo una cierta disper- Bois, Roberc Brenner e Immanuel Wallersrein. La pioy*.ción
sión, aunque ciertarnente no abandonaron la inspiración marxis- culturalista del man*ismo ha dado lugar, por otra parre, a un de-
ta de su trabajo histórico. Sin embargo, sus trabajos pivotafon a bate muy actual, centrado en el concepto de agency, que era el
partir de entonces hacia una historia más cultural e intelectual término utilizado por la historiografía marxista inglesa p*.u desig-
que propiamente socioeconómica, como los abundantes trabajos nar la participación activa de las clases bajas en su resisrencia
que Christopher Hill publicó a partir de entonces sobre el coo- frente a las dominantes y que en la actualidad ha visro ampliado
texto intelecrual de la revolución inglesa del siglo XVII o tos origi- considerablemente su significado [eórico.
nales uabajos de George Rudé (1910-1993) sobre la función de Todos es[os historiadores llevan a cabo una tarea basada en una
las masas en las revoluciones. extensa base empírica cubierm de una gruesa capa teórica,
eu€

278 279
hace aumentar su solidez. La escuela británica marxista de las dé- del grupo, del individuo, que pasaron a ser agentes causales de las
cadas de los cincuenta y los sesenta es, verdaderamente, muy he- mutaciones históricas tan importantes como las fuerzas imp€rso-
rerogénea. Sin embargo, se puede considerar como la aplicación nales de la producción material o el crecimiento demográfico'
más eficaz de los postulados del materialismo histórico en la histo. Thmbi¿n fueron razones de tipo específicamente historiográfico
riografía. No podía ser de otra manera, habida cuenta de que estos las que morivaron este cambio de sensibilidad en el ejercicio de la
hisroriadores estuvieron preocupados fundamentalmente por el disciplina histórica. Por un lado, el man<ismo se hallaba, a finales
desarrollo de la sociedad indusmial, que es el periodo en que mejor de la década de los setenta, €ñ una difícil tesitura. Se habían de-
se pueden aplicar los postulados marxistas, generados precisarrlerl- jado de publicar obras clásicas, porque las que aparecían ahora ha-
te en ese contexto histórico. hto demuestra que las tesis del tTts- bían perdido el encanto original del que, dentro de sus excesivas
terialismo histórico difícilmente pueden ser aplicadas a otras épo- *rq.r.*atizaciones teóricas, habían gozado los pioneros trabajos
cas y circunstancias diferentes de las que vieron su nacimiento. de Hobsbawm o Thompson. Ese desaliento epistemológico esruvo
1960: transformación El materialismo histórico sufrió una profunda transformación también acompañado por algunos acontecimientos históricos que
inrerna a principios de la década de los sesenta, lo que se pone de mani- denoraban un debilitamiento de las consecuciones políticas del co-
fresto con el cambio de subtítulo de la revista programática del mgnismo, tanto en Europa occidenml -crisis incipientes de los par-
grupo de historiadores marxisras británicos: Past and Presenc pasó ridos comunisms iraliano y'francés- como en Europa del &t€ -.est&-
a subrirularse AJournal of HistoncaL Scudies, eu€ sustituía al ante- llido de la conresración polaca- y ha.sta en Asia -invasión fracasada
rior AJourna| of Scfennfc Hisrory. La ingenua pero eficaz aplica- de Afganisrán-. Las mutaciones de los modelos historiograficos en
ción de las categorías científicas a la disciplina histórica quedaba este periodo se pueden resumir en una Pro'
<<,Al seleccionar estos temas me he dado cuenta de
así descartada. Poco más adelante, los mismos historiadores mar- gresiva pérdida del peso de la ideología en la que, a veces, mis opiniones o enfoques iban en con-
xistas -entre los que destacan Edward P. Thompson, Eric Hobs- historia, €n favor del pragmatismo exclusi- tra ¿e las ortodoxias imperantes. Hay, por ejemplo,
ta ortodoxia [...] del "pilgrim's Progress", para el
bawm y Pierre Vilar- parecían haber abandonado gran parte de vamente científico y académico.
cual el periodo en cuestión sólo interesa en la me-
los dogmas básicos de los historiadores mancistas de los treinta, dida en que es posible encontrar en é1, a toda
ocupándose de temas como la política, la religión, la tradición, el costa, pioneros y adelantados del estado cJel bie-
nestar, progenitorcs de una Com monwealch soe ialis-
Estado o las ideologías, considerados al principio como espurios. Edward P. Thompson
ta o (miís recientemente) los primeros_ejegplos cle
El materialismo histórico pretendió dar una explicación c€rr&- unas relaciones industriales racionales. [.,.] Mi opo-
1970:época de transición dr y totalizante del mundo y de la historia, utilizando un lengua- Edward P. Thompson (1974-1993) fu*, sición [a esta interyretación] se refiere a que efec-
je científico. Todos sus historiadores tenían en común una gran junto a su contemporánec Eric Hobsbawm túa su-lectura de la historia a la luz de una proble*
máüca poslerior y no a la luz de los hechos tal
confianza en la objetividad del conocimiento histórico, 1o que con- (191 7 -70!2), uno de los grandes historiado- como ocurrieron. Sólo recoge lo que ha triunfado
trasta radicalmente con la desestructuración que se produjo en el res marxistas de nuestro tie-mpo. Ninguno (en el sentido de aquellas aspiraciones que antici-
pensamiento histórico a partir de la década de los setenta con la de los dos era marxista ortodoxo, pero sus iaron desanotlos posteriores). Las causas perdidas,
ios caminos muerLos y los mismos vencidos son ol"
im;pción de las tendencias posmodemas relacionadas de uno u corazones pertenecían a la izquieidu pro' vidados. Yle propCIngo rescatar al humilde tejeelor'
otro modo con el giro lingüístico. Este cambio de circunstancias gresista y, en ciertas épocas de sus vidas, de medias y calcetines, al jornalero luddita, al obre
fueron miembros del pequeño Partido Co- ro de los más anücuados telares, al artesano rfopista
trajo consigo un cambio que fue más allá de la renovación temá- y hasta al frustrado seguidor de Joanna Sofihce¡tt,
tica preconizada por los componentes de la tercera generación de munista británico (y de su Grupo de Histo- rescatarlos de una posteridad excesivamente cein"
los Annales, al adentrarse en el campo de la metodología y la riadores). Ambos procedían de la clase rrl€- descendiente. Acaso sus oficios y tradiciones esht'
epistemología. Se impuso el reconocimiento de que no hay un dia (Thompson era hijo de un misionero ban destinados a desaparecer irremediatrlemente.
lbmbién es posible que su hostilidad hacia el nuevr¡
aspecto determinante o hegemónico en el devenir históricct -lo metodista que rabajaba en la India y sim- industrialismo fuese una actitud atrasada y retrdgi'a-
geográfi"co, lo económico, 1o social, lo dernográfrco-, sino un flujo patizaba con et movimiento independentis- da; sus ideales humanitarios, puras fantasfas, y su5
recíproco extraordinariamente complejo entre todos ellos. La po- ra hindú), pero Thompson se identifrcaba conspiraciones revolucionarias, pretensiones infan-
üles.Pero ellos vivieron aquellos tiempos de agttclrl
blación, el clima, la econom ía, la estructura social constituirían con los uabajadores y Hobsbawm con los trastomo social, nosotros no. Sus aspiraciones ftle
un término de la ecuación, pero los valores, la memoria, la nadi- bandidos y fotajidos. Thompson, orador aPa'- ron v¿ílidas a la luz de su propia experieneia, Re,tl
ción, las ideas, la política, las costumbres, la cultura formarían sionado, era famoso por sus intensos amores mente, cayeron vÍstimas de la historia' Pemlya eon'
denados en üda, aún permanecen conlo vfctirnils,))
parte del otro rérmino, nCI menos importante. Se buscó también y sus acendrados odios; una pasión que vol-
La formación histónco de lo dose obrwa._lrtgktfernl:
un reencuentro con la libertad perdida entre las estructuras y las caba en la historia. En cambio, 1o que carác' l7B0-l832, 1963, Prelar itr
rígidas clases sociales. Se empezó a reflexionar sobre la voluntad ¡erizaba a Hobsbawm, era su gran capacidad

280 28 I
de distanciamiento. Hobsbawm adoptaba un punto de vista €uro-
peísta, mientras que Thompson era muy inglés. Hobsbawm era un ESQUEMA
teórico y Thompson, a pesar de su apego a Mam, solía estar en H istoriografía siglo xx
contra de la teoría, sobre todo de [a francesa.
El libro al que pertenece la cita elegida marca los inicios del
, Evolución de la historiografía desde 1900 a lg70 aproximadamente.
movimiento inglés que defendía la "historia desde abajo" ( "his- ' Diálogo interdisciplinar de la historia con la sociologl'a, la economía, la geografía, la
antropología y la lingüíslica.
tory from below" ) y abarcaba no sólo la historia de la gente co-
rriente como agente histórico, sino también la narrada desde el
. Las dos tendencias m;ís importantes: la escuela de los Annoles y el malxismo.

punto de vista de la gente común. Su elocuente prefacio era todo


. Los Annoles se divulgaron primordialmente en el rnundo francófono y el marxismo
en el anglosajón.
un manifresto a favor de la historia del pueblo, eu€ contenía
explícitos ataques que apuntaban a diversos objetivos: a los so-
ciólogos que creían que ..claseo era una cosa, no un proceso; a los
l. La época de entreguerras; la reacción frente al positivismo
historiadores conservadores que equiparaban al pueblo con el ' Los historicistas de entreguerras: Croce, Collingwood y Ortega.

"populacho" ignorant€, y a los historiadores whig que buscaban norleamericana: Becker y Beard.
precursores de tendencias posteriores, en un planteamiento €xc€-
sivamente presentista (curiosamente, los historiadores posterio-
. El organicismo hisrórico y las grandes interpretaciones de [a historia: Spengler y
Toynbee.
res criticaron a Thompson por hablar de la "formación" de la
clase trabajadora con unos cincuenta años de adelanto).
. Sociología e historia: Dur.kheim yWeber:
. ldeas, ideologías,conceptos: Lovejo¡ Pocock Skinnen Koselleck.
. La historia de la ciencia: Kuhn y Ia evolución de los paradigrnas.
. La historia ciel arle: Mále, Gombrich.

2. La escuela de los Anndles: ta evolución en generaciones


" La fundación de la escuela.
Lucien Febvre y el modernismo.
Marc Bloch y el medievalismo.
La segunda generación.
Braudel y el es[rucluralismo histórico. l
Las m onografías d el m ode lo geognáfi co-dem ográfi co.
Labrousse y la historia económica.
La tercera generación: ia hisroria de las mentalidades.
El medievalísmo: Duby, Le Goff,
El modernismo: Le Roy Ladurie, CharLien
El contemporaneísm o: Vovelle.
. ¿Una cuar-La generación? Ef futuro incierto de los Annoles.

El materialismo histórico
. Los fundamentos teóricos: marxismo e historía,
. La expansión internacional del materialismo histórico.
La escuela maxista británica de la posguerra:Thompson y Hobsbawm.
La hisloria como compromiso. .

282 283
sELEcctoN BtBltocnÁncA
Sobre el marxismo como soporre teórico del marerialismo
his-
No disponemos de una visión general tórico,.s. tl. Rigby, Marxism and history: a critical intoducüon
del periodo, pero sí de
excelentes mabajos sobre los tem"il",ues
analirado, *rr!rr* capí- !$an9he.st91]lqe), y William H. Shaw, M¿rx,s theory it;;;;
rulo' sobre el historicismo de enffeguerras, (Stanford, 1978); sobre la evolución de la escuela "f ftu.l
*"áir.",
Stuart Hughes, Cons- vey J. Kaye, Los historiadores nurxisüas hidánicos: un
ciotunett.l4*tocíety: the reorientyán of E*opean social thought, anáIisis inwo-
1890'1930 (Frogmore-r ductorio (Zarugoza, !9 89).
y Leonard Kríeger, Tíme! reason;
phrlosophies of hilnry old -rg74)
and. nri (chi;ñ, igsgl.
Sobre la evolución de la historiografü
,rorr*nmericar* y, co*-
cretamenle' sobre el tema de la ob¡eiividad
hisrórica cuestionada,
Peter Novick , Thar, noble dream.: it
, "o&;;ru, quesúon,, and. the -
American hisron ca| profession
(cambrid#, ióss).
sobre el organicismo histórico y hí grrrrd*,
inreqpreraciones
de la historia de enffeguerras y la posguerra
sigue siendo un refe.
renre el artículo-de Jofan Huizing", *T*o \ü/restlers
gelo, €o su Durch C¡q,¡Iízanon ¡n
wirh rhe An-
tñuSeq.,enr eenth Cr;";;-ond Other
Essays (Nueva york, 196g).
Sobre las relaciones enfte la sociología
y la hisroria, sobre rodo
durante los dos primerCIs tercios del
siglo xx, destacan peter Bur-
ke, His nria y teoría socía| (Bueno, airl
, zaas) y Robert Leroux,
Hfsroire et socíologr e en France. De I'hisl,oirr-"rriun
e d Ia socíologie
durkheimíenne (parfs, 1 9gB .
)
Sobre la historía de las-ideas y de los
concepros son claves los
trabajos de Reinharr Koselleck, it prqr;;; tf conceptualhfsrory:
u
nming hfsrory spacing concepts (Sranford,
Z00j); ,"*bi¿n ellibro
editado por Faustino Onci"* io" es,
Teorias y prúcticas de Ia histo-
ria concepu,nl (Madrid, z0o9), y rambién
.r .áirrdo por j"**, Tir-
11¡ Me aning and cantext:
Quenün Skirmer andhís critics (Cambrid-
ge, 1988).
Una buena síntesis sobre el esrado de la
subdisciplina de la
historia de la ciencia en
Joseph Ágarri, Scíenc e andil h¿sro ry: a.
reassessment of the hisnriograplry
lcíence (Dordrecht, zcóa); so-
"f
bre la historia del arte, Donaia bráriori (ed.)
a criüca| antholrgy (Oxford, 2009).
, The art of arr hrsrory:

. disponibles algunos esru,cios globales sobre


"H*y la evolución
de la escuela de los Artnales: Pere,
B,rrf. ,I-arrroluriónhisnoiográ-
frro francesa: ola escuela, dc, Ios Annales .tg2g-lgilg (Barcelona,
1994); los cuatro documentados volúmenes editador';;; btuarr
Clark, The Annales School (Londres, rggg),
y el autorizado rraba-
jo de André L'école d", *nalesi uiu
Putguiére, hisnire inrcIlecuelle
(París, 2006). Sobre la escuela
francesa, y por ranro rambién en
buena medida sobre la escuela de los
An nolrr, es también útil
acudir al bello libro de Philippe Carrar
d, Poeücs of the NewHfs-
torJ ' FrenchHfsron calDíscouitl
re, 1997.).
for Braud.el rc Charner (Baltimo-

284
28s

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