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Einstein y La Religion-Relaciones Entre Ciencia y Creencia - 2007 PDF
Einstein y La Religion-Relaciones Entre Ciencia y Creencia - 2007 PDF
Colección
El lenguaje de la noche
Stanley Krippner y Rosa Anwandter (editores)
•
El poder mágico de los sueños
Rosa Anwandter
•
Freud, judío y ateo
Luis Pérez
2
Einstein y la religión
Einstein y la religión
Relaciones entre ciencia y creencia
3
RIL editores
bibliodiversidad
Hermes H. Benítez
Einstein y la religión
Relaciones entre ciencia y creencia
Hermes Benítez
158 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-546-5
Einstein y la religión
Relaciones entre ciencia y creencia
Primera edición: agosto de 2007
ISBN 978-956-284-546-5
Derechos reservados.
6
Indice
Agradecimientos..............................................................................11
Prólogo
Cerebros y compartimientos............................................................17
Introducción
La paradoja de la religión einsteiniana ...........................................29
Capítulo i
El retorno de lo reprimido...............................................................39
Capítulo ii
El origen de la religión y sus relaciones con la ciencia.....................49
Capítulo iii
El origen de la ciencia y la religiosidad cósmica...............................63
Capítulo iv
Una explicación alternativa del origen de la ciencia.........................73
Capítulo v
Religión y ciencia en el pensamiento de Einstein.............................93
Capítulo vi
La religión de Einstein, balance final.............................................107
Epílogo........................................................................................129
Apéndice
Biocronología de Albert Einstein...................................................139
Bibliografía
Estudios biográficos......................................................................149
Escritos de Einstein.......................................................................149
Otros estudios...............................................................................150
Bibliografía complementaria.........................................................155
Einstein y la religión
V. O. P.
9
Einstein y la religión
Agradecimientos
11
Hermes Benítez
12
Einstein y la religión
Albert Einstein
...los más grandes hombres que han sido filosófos han sentido
la necesidad tanto de la ciencia como la del misticismo: el intento
de armonizar ambas fue lo que hizo sus vidas, y que debe siempre,
a pesar de su ardua incertidumbre, hacer de la filosofía, para
algunas mentes, algo más grande que la ciencia y que la religión.
Bertrand Russell
Misticismo y lógica
13
Einstein y la religión
El autor
Ñuñoa, julio de 2007
15
Einstein y la religión
Prólogo
Cerebros y compartimientos
17
Hermes Benítez
Mac Master había establecido que los lóbulos parietales del cerebro
de Einstein –estructuras que se cree vinculadas con el razonamiento
matemático– eran un quince por ciento más anchos que lo normal.
Los científicos descubrieron, además, que contrariamente a lo que
ocurre con un cerebro común, los lóbulos parietales del cerebro del
físico no presentaban la característica división o cisura.
Las interrogantes que una noticia como esta le plantea al in-
dividuo reflexivo son tan abrumadoras como la inconciencia de
los científicos canadienses acerca de la magnitud de los supuestos
sobre los que levantan sus investigaciones. La más obvia: ¿sería
suficiente una diferencia de un quince por ciento en el espesor de
los parietales de Einstein para poder explicarse la enorme distan-
cia que hay entre la capacidad intelectual y creativa del hombre
o la mujer comunes, y las del fundador de la física relativista? O
esta otra: ¿no podría ser que los inusualmente abultados lóbulos
parietales del cerebro de Einstein tuvieran que ver con su conoci-
da sensibilidad musical, más que con su habilidad matemática?
Por otra parte, se pregunta uno, ¿cuál hubiera sido la reacción
de aquel al enterarse, por ejemplo, de que el cerebro de Leibniz
estaría siendo pesado y medido, con el fin de poder explicar
«científicamente» su genio filosófico y matemático?
Creo que él no solo habría considerado esto una verdadera
afrenta a la grandeza y memoria del gran pensador alemán, sino
que, además, no hubiera dudado en fustigar, con alguna de sus
frases célebres, a los responsables de aquella profanación.
sin preguntar, había ya sacado el cerebro. De modo que no pudimos hacer
nada en cuanto a ello. Y entonces [él] vino y preguntó (si podía usarlo para
investigación) y el hijo dijo: ‘bajo una condición. Que no se publique nada
[en la prensa], solo en artículos científicos’. Bien, entonces los periodistas se
enteraron de la información. Quiero decir que el profesor Einstein nunca
lo hubiera permitido» En Denis Brian. Einstein. A Life (New York, John
Wiley & Sons, 1996), pág. 437. Las interpolaciones en paréntesis cuadrados
son nuestras.
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22
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and their Discoveries (New York, W.H. Freeman and Co., 1984), pág.
72. Creemos necesario reproducir en su totalidad este importante aunque
algo extenso pasaje, cuyas ocho primeras líneas hemos citado recién: «En
un extremo pondría a Newton y al matemático Augustin-Louis Cauchy
(1789-1857), un protestante y un católico. A continuación se encontrarían
victorianos tales como Michael Faraday (1791-1867), quien tenía un pro-
fundo compromiso religioso, aunque yo creo, no teológicamente enraizado;
o la simple pero sincera religión de James Clerk Maxwell (1831-1979).
Entre los modernos [están] los norteamericanos Robert Millikan (1868-
1953), y Arthur Compton (1892-1926), a quienes les gustaba predicar y
me parecen a mí tan extremadamente simples de mente como fervientes
en su religiosidad. En el medio están Galileo y Einstein. El primero hizo
muchos pronunciamientos acerca de la religión, pero mientras más se lo lee
más siente uno que él no habló en serio, y que su religión se había separado
del catolicismo formal y transformado en una reverencia por la naturaleza
que no podía satisfacer ninguna iglesia. En otros tiempos, y sin el peligro
de ser quemado en la hoguera como un hereje, Einstein me parece a mí no
encontrarse [muy] lejos de Galileo, si es que puede uno conjeturar acerca
de tan profundas y oscuras opiniones y sentimientos como [son] aquellos
conectados con la religión. Enrico Fermi (1901-1954) era completamente
agnóstico, y en el extremo del confesado ateísmo se encuentra Laplace,
quien declaró que Dios era una hipótesis innecesaria, al menos para la as-
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Einstein y la religión
Introducción
Banesh Hoffmann,
Albert Einstein. Creator and Rebel, (1972)
29
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Whitrow (editor) Einstein: the man and his achievement. (British Broad-
1
30
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2
Albert Einstein, Essays in Science (New York, Philosophical Library, 1934),
pág. 11.
3
Palabras pronunciadas por el Cardenal O’Connell, de Boston, ante un
grupo de católicos, y citadas por Ronald W. Clark, en su Einstein. The
31
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Life and Times (New York, The World Publishing Co., 1971), pág. 413.
Nigel Calder nos informa que «el Vaticano apoyó [al Cardenal O’Connell]
cuando éste declaró que la relatividad produjo una duda universal acerca
de Dios y su creación». N. Calder, Einstein’s Universe (Middlesex, Penguin
Books, 1980), pág. 231. Por cierto, también hubo reacciones favorables en
algunas iglesias norteamericanas frente a las teorías físicas de Einstein. Por
ejemplo, un Pastor de la Iglesia Reformada de Sur, de la ciudad de Nueva
York, calificó así la última versión de la Teoría del Campo Unificado, en un
artículo respuesta publicado en el New York Times del 27 de diciembre de
1949: «...una reafirmación del monoteísmo antiguo anticipada por Moisés.
...La revelación (sic) de Pascuas [hecha por] Einstein es otra manifestación de
la obra maravillosa de Dios». Reproducida por Abraham País en su Einstein
Lived Here.(Oxford, Clarendon Press/New York, Oxford University Press,
1994), pág., 224.
4
Banesh Hoffmann, Albert Einstein. Creator and Rebel (New York, New
American Library, 1972), pág. 94.
5
Jeremy Bernstein, Einstein (London, Fontana Press, 1991), pág. 20.
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7
Gerald Holton, The Scientific Imagination (Cambridge, Harvard University
Press, 1998), pág. 280. Hay edición en español.
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Capítulo i
El retorno de lo reprimido
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Creator and Rebel. (New York, A Plume Book, 1972), pág. 94. Este libro,
a pesar de su modesta apariencia y carácter semipopular, ganó en 1973 el
Premio al Escrito Científico del American Institute of Physics y de la United
States Steel Foundation.
9
Gerald Holton, Thematic Origins of Scientific Thought. Kepler to Einstein
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Capítulo ii
El origen de la religión
y sus relaciones con la ciencia
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«El Dr. Fulton Sheen dijo, ante 1200 miembros de la Asociación de Profe-
4
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Albert Einstein, Out of my Later Years (New York, Wings Books, 1996),
7
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Press, 1994).
54
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55
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Albert Einstein, «Science and Religion», en Ideas and Opinions, pág. 42.
11
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12
Albert Einstein, Ibidem. Destacados nuestros.
57
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Albert Einstein, «Science and Religion», en Ideas and Opinions, pág. 44.
13
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14
Es indudable que Einstein retoma aquí la concepción kantiana de las rela-
ciones entre ciencia y religión. Como lo ha destacado Ian G. Barbour: «Kant
...ofreció un nuevo modo de reconciliar ciencia y religión por [medio] de
una división del trabajo. Cada una tiene su propio reino y función, y ellas
no compiten entre sí. Esta es una versión distintiva de lo que llamaré la tesis
de la Independencia [entre la ciencia y la religión].» Ian Barbour, Religion
and Science. Historical and Contemporary Issues. Harper San Francisco,
1997, pág. 46.
15
Albert Einstein, «Science and Religion», en Ideas and Opinions, pág. 46.
Incidentalmente, este es el único escrito de Einstein acerca de las relaciones
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entre ciencia y religión que apareció en una revista científica, pues en 1940
fue publicado en Nature.
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16
Albert Einstein, «Science and Religion», en Ideas and Opinions, págs. 48-
49.
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Capítulo iii
Henry Margenau,
Open Vistas. Philosophical Perspectives
in Modern Science (1961).
El origen de la ciencia y
la religiosidad cósmica
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3
Albert Einstein, The Human Side. New Glimpses from his Archives. Selected
and edited by Helen Dukas and Banesh Hoffmann. (Princeton, Princeton
University Press, 1979), pág. 38. Destacado nuestro.
65
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4
Albert Einstein, op. cit., pág. 58. Destacados nuestros.
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6
Albert Einstein, Letters to Solovine 1906-1955 (New York, Cita del Press,
1993), pág. 119. Destacado nuestro. Véase también, Ronald W. Clark, op.
cit., págs. 413-414. Con el tiempo Solovine se convertirá en el traductor
oficial al francés de las obras de Einstein.
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9
Respecto de la forma específica de su fe, tenemos la respuesta de Einstein
ante la pregunta de si él tenía fe «en una vida por venir»: «No, tengo fe en
el Universo, puesto que es racional. Y tengo fe en mi propósito aquí en la
Tierra. Tengo fe en mi intuición, en el lenguaje de mi conciencia, pero no
tengo fe en la especulación acerca del Cielo y el Infierno». W. Hermanns,
Einstein and the Poet (Branden Press, Brookline Village, Massachusetts,
1983), pag. 94, citado por Max Jammer, op. cit., pág. 220.
10
Albert Einstein, The Human Side, pág. 34. Véase este claro pronunciamiento
del físico en contra de cierta expresiones de misticismo dominantes en la
sociedad norteamericana de su época: «La tendencia mística de nuestro
tiempo, que se muestra particularmente en el crecimiento rampante de las
así llamadas Teosofía y Espiritualismo, es para mí nada más que un síntoma
de debilidad y confusión». Op. cit., pág. 35
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11
Nos apoyamos aquí en la definición del misticismo ofrecida por Kolakowski
en uno de sus últimos libros: «En un sentido amplio el adjetivo ‘místico’
denota una experiencia que la gente interpreta como poniéndolos en con-
tacto directo con una realidad no humana espiritual, créase o no que esté
involucrada [en ella] la presencia de Dios. ... En un sentido más restringuido,
una experiencia es mística si la persona que la tiene siente estar en directo
contacto con Dios. Sin que importe si Dios es clara y vívidamente experi-
mentado como una presencia personal, o más bien como el fundamento
espiritual indefinible de todo ser». Leszek Kolakowski, Religion (Glasgow,
Fontana, 1982), pág. 98.
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Esto significa, por otra parte, que todos aquellos que, como
Banesh Hoffmann, Ben-Ami Scharftein12, y muchos otros que
han caracterizado las creencias de Einstein como místicas, o
no han entendido la especificidad de su posición metafísica, o
simplemente han empleado el término «místico» en su sentido
corriente al aplicarlo a las creeencias de aquel13. Pero si los
biógrafos y estudiosos tienen dificultades para definir adecua-
damente la religiosidad de Einstein, este las tiene también para
explicarnos consistentemente el supuesto origen religioso de la
ciencia, como lo veremos en capítulo siguiente.
12
Ben-Ami Scharfstein, Mystical Experience (Baltimore, Penguin Books Inc.
1974). Según este autor Einstein parece haber sido una «clase de místico
más racional, que limitaba su misticismo a emociones e ideales». «...Todo
lo que él pensó y dijo tomó la forma de una respuesta a la muerte. (?) Su
respuesta fue la del místico». págs. 80-84.
13
Existe un sentido «programático» en el que Einstein hubiera aceptado ser
llamado un místico, esto es, como significando «básicamente no otra cosa
sino el reconocimiento de [la existencia] de un misterio-causa científica-
mente inexplicable que subyacería al mundo», como lo propone Gerhard
Staguhn en su libro God’s Laughter. Man and his Cosmos (New York,
HarperCollins, 1992), pág. 7.
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Capítulo iv
Todas las religiones, las artes y las ciencias, son ramas del
mismo árbol.
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4
Albert Einstein, Ideas and Opinions, pág. 11. Destacados nuestros. Tenemos
serias dudas acerca de la traducción al inglés de la palabra clave de este
pasaje, que bien podría ser lo ‘maravilloso’ (wunderbar) y no lo ‘misterioso’.
Pero no contando con el texto alemán original, no nos ha quedado otra
alternativa que seguir la versión inglesa.
5
Albert Einstein, op. cit., pág. 46.
6
Albert Einstein, op. cit., pág. 40.
7
«Precisamente, es característico del filósofo este estado de ánimo: el de la
maravilla, pues el principio de la filosofía no es otro, y aquel que ha dicho
que Iris (la filosofía) es hija de Thaumante (la maravilla), no ha establecido
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11
«En la Inglaterra protestante [del siglo XVII], los abogados de un cono-
cimiento natural reformado argumentaron que una lectura adecuada del
Libro de la naturaleza, podía servir de apoyo a la religión cristiana al puri-
ficarla». Steven Shapin, The Scientific Revolution (Chicago, The University
of Chicago Press, 1998), pág. 138. Destacado nuestro.
79
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13
John Wisdom ilumina históricamente este punto, al señalar que «la dife-
rencia entre una sociedad secular y una religiosa es que diferentes clases de
cosas cuentan como razones en los dos contextos, no que se den razones
en una pero no en la otra. En la sociedad medieval, por ejemplo, hacer un
llamado a la autoridad en el curso de un debate sería considerado como
un procedimiento completamente racional; pero en nuestro contexto
contemporáneo citar la opinión de alguien no contaría (en sí mismo, por
supuesto) como aportando una verdadera razón». J. Wisdom: «Losing
‘The Beyond’», en Vernon Pratt (Religion and Secularization, London,
McMillan, 1970), pág. 4.
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15
Véase mi libro: Ensayos sobre ciencia y religión, especialmente sus capítulos
5 y 6, dedicados a Descartes y Newton.
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19
Jacques Merleau-Ponty, Albert Einstein. Vida, obra y filosofía (Madrid,
Alianza Editorial, 1995), pág. 288.
20
Max Planck, A Survey of Physical Theory (New York, Dover Publications,
1960), pág. 24. Destacado nuestro. Incluso las creencias religiosas de Eins-
tein y Planck eran muy parecidas. Véase la siguiente frase de una carta que
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más arriba, que dice que «la ciencia sin la religión es coja, la
religión sin la ciencia es ciega»22. En otros términos, la ciencia
es moralmente deficiente si no aspira a alcanzar fines tan altos
y universales como los de la religión; mientras que la religión,
sin los conocimientos suministrados por la ciencia, es incapaz
de identificar en su verdadera dimensión y significado la obra y
naturaleza de Dios.
Todo este intento de acercamiento entre la ciencia y la reli-
gión, pudiera ser calificado por algunos como encomiable, pero
desde otro punto de vista nos parece esencialmente anacrónico y
condenado al fracaso. La separación histórica de la religión y la
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Capítulo v
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2
Philipp Frank, op. cit., pág. 282.
3
Philipp Frank, op. cit., pág. 283.
4
Philipp Frank, op. cit., págs. 254-255.
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5
Maurice Merleau-Ponty, «Einstein and the Crisis of Reason», en Signs (Nor-
thwestern University Press, 1964), pág. 192; G.J. Whitrow, op. cit., pág.
53. Schwartzmann retoma esto al señalar que «Einstein desencadenó dos
revoluciones, y a pesar de ello continuó siendo un clásico...». El Discurso
del Método de Einstein (Santiago, Dolmen Ediciones, 1994), pág. 168.
95
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6
Cornelius Lanczos, The Einstein Decade (1905-1915) (New York, Academic
Press, 1974), pág. 48.
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Isaac Newton, Yehuda Manuscrips. Citado por Frank Manuel en su: The
8
Religion of Isaac Newton (Oxford at the Clarendon Press, 1974), pág. 49.
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9
Ramón G. Mendoza, The Acentric Labyrinth. Giordano Bruno’s Prelude
to Contemporary Cosmology (Shaftesbury, Element, 1995), pág. 142. Por
desgracia este importante libro continúa siendo ignorado por las editoriales
en lengua española, mientras se prepara una edición italiana de él.
10
John Hedley Brooke, Science and Religion. Some Historical Perspectives
(Cambridge University Press, 1991), pág. 134.
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12
Albert Einstein: Über den gegenwärtingen Stand der FeldTheorie Festschrift,
Zürich und Leipzig, Orell Füssli Verlag, 1929. Citado por Holton, Thematic
Origins of Scientific Thought, pág. 242.
101
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Born-Einstein Letters (New York, Walker and Co., 1971), pág. 91. Puede
13
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14
Paul Davies observa que «... el principio de incertidumbre pone término a
la noción de que el presente determina exactamente el futuro. Por supuesto,
esto supone que la incertidumbre cuántica es genuínamente intrínseca a
la naturaleza». The Mind of God (New York, Simon & Schuster, 1993),
pág. 30.
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15
Banesh Hoffmann, op. cit., pág. 193. Evidentemente el biógrafo glosa aquí
lo que Einstein manifestó a James Franck: «Puedo, si lo peor viene a lo
peor, darme cuenta aun que el Buen Dios podría haber creado un mundo en
el que no hubiera leyes naturales. En breve, un caos. Pero que deba haber
leyes estadísticas con determinadas soluciones, es decir, leyes que obligan
al Buen Dios a arrojar los dados en cada caso individual, lo encuentro
altamente desagradable». Referido por Ronald W. Clark, op. cit., pág. 340.
16
Citado por Bram de Swaan, en su pequeño, pero inspirado libro, Albert
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Capítulo vi
Max Born
Lewis White Beck, Six Secular Philosophers (New York, The Free Press,
1
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publicado en 1931 bajo el título de «The World As I See It», es decir, «El
mundo como yo lo veo»: «...Un conocimiento de la existencia de algo que
no podemos penetrar, nuestras percepciones de la razón más profunda y
de la belleza más radiante, las que solo son accesibles a nuestras mentes
en sus formas más primitivas, es este conocimiento y esta emoción lo que
constituye la verdadera religiosidad; ...Estoy satisfecho con el misterio de
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15
Ludwig Feuerbach, The Essence of Christianity (Trad. de George Eliot,
New York, Harper Trochbooks, 1957), Cap. IX, pág. 99. En este pasaje
Feuerbach se refiere al filósofo judío Heinrich Jacobi (1743-1819).
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Epílogo
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nos interesaba por sobre todo poder encontrar criterios que nos
permitieran distinguir rígidamente la ciencia de la religión, con
el fin de desalojar la difundida y aún dominante opinión, de que
sería posible confirmar o refutar creencias religiosas por medio
de ciertos principios, verdades o descubrimientos científicos. De
allí la necesidad de poner de manifiesto la inconmensurabilidad
existente entre sus respectivas formas de explicación.
«Porque es indudable que la investigación particularizada
de los fenómenos de la naturaleza, su explicación en términos
de fuerzas, regularidades y principios inmanentes a aquellos, se
contradice con el intento de explicar el origen de la totalidad
de lo existente, así como el lugar y destino del hombre dentro
de él, por medio de una causa última, de carácter personal,
que por definición sería universal, única, transexperiencial y
transcendental. Porque la ciencia se plantea sus preguntas de
modo completamente distinto de cómo lo hacen la religión y
la teología. Por ejemplo, en cuanto al origen del Universo, lo
que a ella le interesa y compete es el estudio de su formación o
constitución; el momento en que éste se habría formado a partir
de los materiales y fuerzas naturales que operan hoy dentro de
él, de modo muy parecido a como los geólogos denominados
«uniformitarios» se propusieron explicar en el siglo XIX las es-
tructuras terrestres, a partir de las fuerzas y procesos naturales
que en el presente continúan actuando sobre nuestro planeta.
Por siglos la teología, en cambio, ha venido postulando de modo
general y dogmático que el Universo fue creado ex nihilo por
Dios, mientras que hoy sostiene que lo que ocurrió antes del Big
Bang no puede ser investigado por la ciencia, porque aquél sería
el momento de su creación misma1.
La religión y la teología siempre han afirmado ser capaces
de suministrar una respuesta final (en el sentido de última y
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1
Al término de la Conferencia sobre cosmología organizada en 1981 por
el Vaticano en la Pontificia Academia de Ciencias, el Papa Juan Pablo II
manifestó a los participantes, reunidos en audiencia especial, que «estaba
bien que los científicos estudiaran la evolución del Universo después del
Big Bang, pero que ellos no deberían investigar el propio Big Bang, porque
éste fue el momento de la creación y por lo tanto la obra del propio Dios»
Véase, Stephen Hawking, A Brief History of Time (New York, Bantham
Books, 1990), pág. 116.
2 Anthony Flew, God. A Critical Enquiry (La Salle, Illinois, Open Court
Publishing Co., 1988), pág. 77.
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Apéndice
1889 Otoño: desde esta época, y por los cinco años siguientes,
Max Talmud, un joven estudiante de Medicina, visitará
regularmente la casa de los Einstein, poniendo en con-
tacto al joven con obras científicas y filosóficas.
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Popular.
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Bibliografía
Estudios biográficos
Denis Brian, Einstein. A Life. New York, John Wiley & Sons, 1996.
Ronald W. Clark, Einstein. The Life and Times. New York, The World
Publishing Co., 1971.
Philipp Frank, Einstein his Life and Times. New York, Alfred Knopf,
1947. Existe una antigua edición española (Barcelona, Editorial
José Janés, 1949), de esta que es casi unánimemente considerada
como la mejor biografía del físico.
Abraham País, «Subtle is the Lord...» The Science and Life of Albert
Einstein. Oxford, Oxford University Press. 1982. Hay, también,
versión española de esta importante biografía, aunque desconoce-
mos su editorial: «El Señor es sutil...» La ciencia y la vida de Albert
Einstein. Barcelona 1984.
Escritos de Einstein
149
Hermes Benítez
Albert Einstein, Ideas and Opinions. New York, Bonanza Books, MC-
MLIV. En español bajo el título de: Mis ideas y opiniones, Antonio
Bosch editor, Barcelona, 1990.
Albert Einstein, Out of my Later Years. New York, Wings Books, 1996.
Otros estudios
Isaac Asimov, The History of Physics. New York, Walker and Co.,
1984.
150
Einstein y la religión
Paul Davies, God and the New Physics. New York, Simon & Schuster,
1983.
Paul Davies, The Mind of God. The Scientific Basis for a Rational
World. New York, Simon & Schuster, 1993.
151
Hermes Benítez
Stanley L. Jaki, The Road of Science and the Ways to God. The Uni-
versity of Chicago Press, 198O.
152
Einstein y la religión
Max Planck, The Philosophy of Physics. New York, W.W. Norton &
Co., 1936.
153
Hermes Benítez
W.T. Stace, Religion and the Modern Mind. New York, J.B. Lippincott
Co. 1952.
W.T. Stace, Mysticism and Philosophy. London, Macmillan & Co., 1961.
Gerhard Staguhn, God’s Laughter. Man and his Cosmos. New York,
HarperCollins Publishers, 1992. Publicado originalmente en 1990 en
Alemania bajo el título de Das Lachen Gottes por Carl Hanser Verlag.
Renée Weber, Dialogues with Scientists and Sages. The Search for
Unity. London, Arkana, 1986.
Bibliografía complementaria
Posteriormente a la publicación en el 2001 de la primera edición de
este libro han aparecido, o llegado a mi conocimiento, una serie de
importantes libros, especialmente en lengua española, acerca de la vida
y obra de Einstein, de su época, y hasta de su famoso cerebro.
Carolyn Abraham, Possesing Genius. The Bizarre Odyssey of Einstein’s
Brain (Toronto, Penguin/Viking, 2001).
John Archibald, Un viaje por la gravedad y el espacio-tiempo (Madrid,
Alianza Editorial, 1994).
Francoise Balibar, Einstein, el gozo de pensar (Barcelona, Ediciones
B, 1999).
Marcia Bartusiak, La sinfonía inacabada de Einstein (Barcelona,
Océano, 2002
Will Clifford M., ¿Tenía razón Einstein? (Barcelona, Ediciones Gedisa,
1992).
Peter Coles, Einstein and the Total Eclipse ( New York, Icon Books
UK/Totem Books USA, 1999).
Armando Durán, Conmemoración del centenario de Einstein (Madrid,
Real Academia de Ciencias, 1987).
Albert Einstein, Ciencia y religión: una breve antología de textos de
Albert Einstein (Barcelona, Casal del Mestre, 1991).
Albert Einstein, Isaac Newton, Ernst Mach, Michelson and Morley, H.
A. Lorentz, J.L. Poincaré, Edmund Wittaker , Gerald Holton, Adolf
Grünbaum, W. F. Magie, L.T. More, A.S. Eddington, H. W. Carr,
Hugh Elliot, T.J. Craven, P.Ch. Squires, José Ortega y Gasset, La
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Santiago de Chile, agosto de 2007
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