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DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA

Primera lectura. Hch. 4, 3-8


Salmo. 91
Segunda lectura. 1Jn. 5,1-6
Evangelio. 20,19-31
En la primera lectura se resalta la reunión y el compartir de la primera comunidad
cristiana como signo de la comunidad que tiene como centro de sus vidas al Señor. Los
fieles se reúnen concretamente en torno a Cristo resucitado y tienen un fin específico:
vivir la solidaridad, por ello ponen todo en común y nadie siente necesidad. Se ve
claramente el testimonio que dan los primeros cristianos: la unidad, solidaridad,
fraternidad, comunión… hoy nos invita a salir de nosotros mismos para ir en busca de
los demás.
En el salmo está claramente manifestada la misericordia en todos los acontecimientos
de la vida. y al reconocer la acción de Dios, da gracias por las maravillas que ve realizadas
en su vida. El presente salmo invita a dos acciones concretas: la confianza en el Señor
pues no hay mayor seguridad que estar en la misma fortaleza de Dios. Por otra parte,
invita a la alabanza, porque si reconoce lo que el Señor ha hecho en favor suyo, no tiene
más que alabarlo por su gran misericordia.
En la segunda lectura tomada del apóstol San Juan, se enfatiza en tres ejes muy
concretos, a saber: La fe: presentada como la fuerza necesaria para poder cumplir los
mandamientos del Señor y como impulso para vencer al mundo. El amor como
mandamiento principal y signo de la resurrección del Señor, puesto que por amor se
entregó por nosotros; Él mismo ha dicho “no hay amor más grande que el que da la vida
por sus amigos” (Jn 15,13). Finalmente está el signo del agua y la sangre, por los cuales
somos purificados y renovados en el Espíritu (cfr. Tm 3,5). Tal como nos dice el evangelio
“de su costado brotó sangre y agua” (Jn 19,34).
El evangelio de Juan habla del relato de la aparición de Jesús resucitado a su comunidad
se nos dice cómo se llega a esta alegría a partir de cuatro pasos presentes en este texto:
El paso del miedo a la alegría, pues los apóstoles están encerrados por miedo, pero la
presencia de Cristo da paz y alegría, seguridad y confianza para que nunca más tengan
que estar encerrados. Paso del oír al experimentar, una cosa es escuchar y otra
experimentarlo, esto queda reflejado en Tomás, quien no contento con oír hablar del
maestro resucitado, reclama la fuerza del encuentro y la experiencia. Paso del ver al
creer, es Jesús quien toma la iniciativa, se presenta, muestra las señales de la cruz y los
conduce de la incredulidad a la fe que exclama “Señor mío y Dios mío” manifestando así
el abandono hacia su Dios y Señor. Paso del recibir al dar, al testimoniar, se ve en el gozo
de la resurrección que no se queda solo en Jesús, sino que él mismo lo irradia y lo
propaga, lo transmite a los suyos para que estos a su vez sean propagadores de la fe en
el Hijo de Dios. Así pues, con esta gracia, los apóstoles entran a fondo en la misión del
Señor, con el poder mismo del Señor.

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