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PENSAMIENTOS POLITICOS MODERNOS

INTRODUCCIÓN

La ciencia Política surgió como una forma de pensamiento filosófico que estuvo
dentro de otras ciencias y que al transcurrir de las investigaciones le tomaron más
importancia y a lo largo del tiempo pasó por diversas etapas y periodos que la
fueron fortaleciendo y dando consistencia hasta llegar a ser conocida como una
verdadera ciencia autónoma a fines del siglo XIX relacionándose con
otras ciencias sociales para una mejor explicación de los fenómenos que estudia.
Nos encontramos con que la Ciencia Política se rige por objetos de estudios como
el poder, estado y concepciones intermedias y que cada autor tiene una posición
nueva, por lo cual su objeto no es algo enteramente definido, por tanto,
su concepto también es variable, pero todos coinciden en que estudia fundamente
el ejercicio, distribución y organización del poder en una sociedad.
Por ende, la acción del politólogo en la sociedad es fundamental ya que encamina
a nuestra sociedad en el proceso de toma de decisiones referente a
su desarrollo integral, acentuando el espíritu humanista, progresista y democrático
en nuestras acciones.
MAQUIAVELO Y EL ORIGEN DEL PENSAMIENTO POLÍTICO MODERNO
El origen del pensamiento político moderno debemos buscarlo en la figura
de Nicolas Maquiavelo, defensor de la creación del Estado Moderno. Para este
autor, el Estado había surgido porque ofrecía a los hombres la seguridad que
necesitaban. Para Maquiavelo el fin justifica los medios, lo que se aplicaba a las
relaciones internacionales y al objetivo que debía primar en los diferentes
gobernantes, dotar a su pueblo de un gobierno fuerte o lo que en la época se
traducía en la monarquía autoritaria.

En el siglo XVI se produjeron grandes cambios en todos los campos de la


actividad humana fundamentados en una nueva forma de "pensar".

Los factores principales que afectaron la vida en Europa fueron: (1) La llegada
masiva de metales preciosos de América que impulsó el comercio internacional, la
economía y el crecimiento demográfico; (2) la Reforma rompió la unidad religiosa
provocando enfrentamientos en toda Europa; (3) también fue importante la
renovación intelectual y cultural del Renacimiento basada en la recuperación de
los valores y principios clásicos.

El pensamiento político medieval evolucionó de forma paralela a los cambios


sociales descritos anteriormente y puso las bases de las estructuras y
superestructuras que surgieron. El Humanismo impulsó la recuperación de textos
clásicos, en este contexto, el humanista defendió la función de las ciencias
sociales en el ámbito civil a partir del análisis racional.

Los siglos XVI y XVII fueron prolíficos en lo que a la producción de ciencia política
se refiere. Destacan aquellos autores que teorizaron sobre el concepto soberanía.
El enfoque de estos análisis parte de dos concepciones diferentes: (1) Una
moralista centrada en el origen, naturaleza y límites del poder político; y (2) otra
más empírica e innovadora que describió la realidad y su funcionamiento. Esta es
la perspectiva que se difundió en el siglo XIX y que tiene su origen en la obra de
Maquiavelo.
Nicolás Maquiavelo desarrolló su obra en la Florencia del Renacimiento, periodo
en el que la corona de Francia y la de España se disputaban el control de Italia. La
zona central de la península italiana estaba bajo la influencia del Papa y Nápoles,
junto a Sicilia, estaba sometida a la corona española.

Entre los siglos XV y XVI, Maquiavelo desempeñó diversos cargos políticos en el


gobierno de la República de Florencia, impregnada de lo que se conoce como
"humanismo cívico florentino". Bajo el gobierno de la familia Médici, el Humanismo
desarrolló la filosofía y el arte esforzándose en la tarea de recuperar el legado
clásico, caracterizado por su racionalismo y pragmatismo.

Pese al declive que sufre Florencia en tiempos de Maquiavelo, se mantiene una


política cívica y republicana heredada de los dos siglos anteriores y caracterizada
por la vinculación de la ciudadanía con el engrandecimiento y preservación de su
república. En un momento en el que la independencia se puede perder, no es
extraño que la obra de Maquiavelo plantee una perspectiva diferente a la del
humanismo de carácter cristiano.

Maquiavelo practicó un nuevo método de estudio de la política orientado a


establecer las reglas adecuadas a un buen gobierno. Para ello, estudió la historia
y se basó en la experiencia, sin implicar a la moral cristiana. Sin duda, puso las
bases de la ciencia política: realismo y utilidad.

El éxito en política se basa en el acierto en el uso del poder. El éxito del príncipe
depende de su habilidad, coraje, inteligencia y flexibilidad, es decir, de su virtud.
Sin embargo, el gobernante se encuentra expuesto a los caprichos de la Fortuna o
a los cambios y accidentes imprevisibles. De esta forma, la teoría política de
Maquiavelo encarna el ideal renacentista que presenta al hombre en lucha por
dominar su entorno.

Maquiavelo considera el Estado como una estructura orgánica gobernada por sus
propias normas de funcionamiento y que se justifica por su éxito. El gobernante
será juzgado por sus súbditos en función del éxito de su gestión, sin atender a
cuestiones morales. Así el Estado tiene su propia razón de ser: la razón de
Estado.

La obra de Maquiavelo determinó el pensamiento político moderno con respecto al


desarrollo del poder monárquico y de los Estados Modernos. Este es el modelo de
estado que tras la expansión colonial del siglo XIX y la posterior descolonización
se ha extendido por todo el mundo. No es casualidad que personajes de la talla de
Napoleón o Winston Churchill hayan tenido como libro de cabecera El Príncipe de
Maquiavelo.

El pensamiento político de John Locke


Locke fue un filósofo inglés, nacido en una familia puritana, que vivió entre 1632 y
1704, es considerado el padre del liberalismo y uno de los grandes representantes
del pensamiento ilustrado. La Ilustración se oponía al oscurantismo medieval y a
considerar al poder de los gobernantes como otorgado por la divinidad.

Locke confiaba en la bondad humana pero también en su posibilidad de errar a


causa de sus debilidades, y la necesidad del reconocimiento al hombre de la vida,
la libertad y la propiedad de los frutos de su esfuerzo, como derechos naturales, o
sea inmanentes, que hacen a la esencia de su ser. El Estado es construido por
contrato social entre hombres iguales, con el fin de protegerlos y ejercer la justicia
pública, evitando la venganza privada, ante conflictos que surjan cuando disputen
sus propiedades.

No niega la religión, pero la limita al ámbito privado, por lo cual separa la religión
del Estado. Él vivió una época de gran división y luchas entre católicos y
protestantes, y por ello aboga por la tolerancia religiosa, pues no encuentra ningún
fundamento bíblico para atacar a los que profesan diferentes credos. Lo único que
no acepta Locke es el ateísmo. Sólo considera posible que el Estado intervenga
para perseguir a los ateos, pues los considera socialmente peligrosos. Locke cree
en que Dios existe, pues los seres creados no pudieron surgir de la nada. Los
mandatos de Dios solo podemos conocerlos mediante las leyes de la naturaleza.
Defendió, entonces, repetimos, la existencia de la propiedad privada como
derecho natural y la necesidad de un Estado, con mínima intervención en las
relaciones privadas (solo en caso de conflictos).

Se opuso a las monarquías absolutas. Fue partidario de la monarquía


parlamentaria y de la división de poderes, pero con mayores atribuciones al Poder
Legislativo, representación del pueblo, elegido por ciudadanos, hombres
propietarios. Ese poder puede no ser permanente, y hace leyes que todos, rey y
población, deben cumplir, si respeta los derechos naturales. El Poder Ejecutivo,
permanente, representado en un rey, aplica las leyes que emanan del Poder
Legislativo e incluso cumple funciones judiciales imponiendo penas determinadas
por la ley, que pueden incluir la condena a muerte. Otro poder que reconoce es el
Poder Federativo, que se encarga de la seguridad y las relaciones con otros
Estados. El poder para Locke sin embargo, continúa en manos del pueblo. Por lo
tanto, los ciudadanos pueden rebelarse contra los gobiernos tiránicos, que no
cumplen con el pacto social, ejerciendo su derecho de resistencia a la opresión.
Su pensamiento tuvo gran influencia en la Independencia de Estados Unidos.

THOMAS HOBBES PENSAMIENTO POLÍTICA MODERNO

Hobbes era firme defensor del absolutismo laico y radical, defendía un ateísmo
político. De este autor es la famosa frase: (homo hominis lupus est) o lo que viene
a ser lo mismo, el hombre es un lobo para el hombre. El hombre cedía su
soberanía individual y su libertad al Estado por medio de un contrato a cambio de
que se garantizase la paz y seguridad.

El pensamiento político y visión del mundo de Thomas Hobbes (1588-1679) es


sorprendentemente original y sigue siendo notable en la política contemporánea.
Su principal inquietud es el problema del orden social y político: cómo los seres
humanos pueden vivir juntos en paz y evitar el peligro y temor de un conflicto civil.
Plantea una alternativa como dar nuestra obediencia a un soberano irresponsable
(una persona o grupo facultado para decidir cada tema social y político). De lo
contrario, lo que nos espera es un «estado de naturaleza» que se asemeja mucho
a la guerra civil. Una situación de inseguridad universal, donde todos tienen
motivos para temer la muerte y donde la recompensa de la cooperación humana
es casi imposible.

Una controversia ha dominado las interpretaciones de Hobbes. ¿Ve a los


seres humanos como puramente egoístas? Varios pasajes apoyan tal lectura,
llevando a algunos a pensar que sus conclusiones políticas pueden ser evitadas si
adoptamos un cuadro más realista de la naturaleza humana. Sin embargo, la
mayoría de los eruditos ahora aceptan que el propio Hobbes tenía una visión
mucho más compleja de la motivación humana. Un tema importante a
continuación será el por qué los problemas que plantea no pueden evitarse
simplemente tomando una visión menos «egoísta» de la naturaleza humana.

Hobbes es el padre fundador de la filosofía política moderna. Directa o


indirectamente, ha fijado los términos del debate sobre los fundamentos de la vida
política en nuestros tiempos. Pocos han querido su tesis, sobre los problemas que
la vida política significan bajo un soberano irresponsable como su única autoridad
política. Sin embargo, todavía vivimos en el mundo donde la autoridad humana es
algo que requiere justificación, y es aceptada automáticamente por pocos; un
mundo donde la desigualdad social y política también parece cuestionable; y un
mundo donde la autoridad religiosa enfrenta una disputa significativa. Podemos
plantear la cuestión en términos de la preocupación por la igualdad y los derechos
que el pensamiento de Hobbes anunció: vivimos en un mundo donde todos los
seres humanos se supone que tienen derechos, es decir, las reivindicaciones
morales que protegen sus intereses básicos. Pero, ¿qué o quién determina cuáles
son esos derechos? ¿Y quién los hará cumplir? En otras palabras, ¿quién ejercerá
los poderes políticos más importantes, cuando la suposición básica es que todos
compartimos los mismos derechos?

Podemos ver la importancia de Hobbes si lo comparamos brevemente con los


pensadores políticos más famosos antes y después de él. Un siglo antes, Nicolás
Maquiavelo había hecho hincapié en las duras realidades del poder, así como en
recordar las antiguas experiencias romanas de libertad política. Maquiavelo
aparece como el primer pensador político moderno, porque como Hobbes, ya no
estaba preparado para hablar de política en términos establecidos por la fe
religiosa (de hecho, era aún más ofensivo que Hobbes para muchos creyentes
ortodoxos) una disciplina secular divorciada de la teología. Pero a diferencia de
Hobbes, Maquiavelo no nos ofrece una filosofía comprensiva: tenemos que
reconstruir sus puntos de vista sobre la importancia y la naturaleza de la libertad;
sigue siendo incierto que, los principios Machiavelli se basa en su aparente
alabanza de la política de poder amoral.

BODINO
Jean Bodin, también conocido en castellano como Juan
Bodino (Angers, 1529/1530-Laon, 1596) fue un destacado intelectual francés que
desarrolló sus ideas en los campos de la filosofía, el derecho, la ciencia política y
la economía. Sus aportes a la teoría del Estado, en particular mediante el
concepto de soberanía, han sido de gran importancia para la modernidad y
conservan en gran medida su valor.

Pensamiento político
Jean Bodin escribe y piensa en el contexto de las guerras de religión entre
calvinistas (hugonotes) y católicos en la Francia del siglo XVI. Afirma que el origen
de la autoridad está en el pacto que se da entre las diversas familias que
componen las élites de una sociedad, que deberían ponerse de acuerdo en una
persona o institución para que ejerza la autoridad y gobierne. Por ello, la persona
que ostente la autoridad deberá tener todo el poder y ha de ser obedecida por
todos.

Para Bodin, Dios es el fundamento de la razón humana y de la naturaleza


humana. Y luego los Hombres se ponen de acuerdo para buscar una autoridad.
Por ello el Estado no ha de estar determinado por la Iglesia, pero sí ha de
respetarla.
Existen diversas formas posibles de gobierno, teniendo en cuenta dónde se
concentra la soberanía:
1. En la democracia el pueblo como cuerpo posee el poder soberano.
2. En la aristocracia la soberanía es poseída por una menor parte de dicho
cuerpo.
3. En la monarquía la soberanía se concentra en una persona.

En su libro Démonomanie des sorciers, ofreció innumerables ideas de cómo


torturar a posibles brujas y hechiceros, ideas muchas veces criticadas por sus
propios compañeros de Parlamento. Según él creía, siguiendo estos métodos, la
Inquisición no juzgaría injustamente a nadie.

Su primer texto sobre teoría monetaria fue una respuesta a Monsieur de


Malestroit, quien había pretendido negar la subida de los preciosa largo plazo. En
su escrito, Bodino sostiene que los precios suben debido a diferentes causas, la
principal de las cuales es el aumento de las cantidades existentes
de oro y plata (señalando, además, la influencia de los monopolios y otras
causas).

Publicado en 1568, el texto tuvo gran influencia en Europa. Por largo tiempo fue
considerado como la primera exposición de una teoría cuantitativa del dinero. Pero
esa impresión ha sido cuestionada tras el descubrimiento reciente de una
construcción científica anterior sobre esta materia, elaborada por pensadores de
la Escuela de Salamanca (en concreto, por Martín de Azpilcueta), quienes habían
descrito ya los efectos inflacionistas de la masiva importación de metales. Algunos
sostienen que es probable que Bodino haya conocido las ideas de aquella escuela
española (y señalan, en particular, que había coincidido con Martín de Azpilcueta
en la Universidad de Toulouse).

En Los seis libros de la República (en el sexto, en particular), Bodino hace una
exposición de principios económicos mercantilistas, abogando por el
establecimiento de limitaciones a la salida de materias primas y a la importación
de manufacturas no imprescindibles. Sin embargo, defiende el comercio
internacional, sosteniendo que el beneficio de uno no supone necesariamente
pérdida para otro.

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