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INTRODUCCION

El debate en torno a la nueva configuración del escenario mundial post-Guerra


Fría, caracterizado éste último por la creciente interdependencia multidimensional
entre las distintas civilizaciones y sus sub sociedades, organizadas en estados o
estados-naciones, ha generado más divergencias que convergencias
conceptuales en el último tiempo. La mayoría de los autores coinciden en que
claramente han comenzado a operar, tanto nacional como internacionalmente,
actores e instituciones de carácter transnacional en forma paralela, conjunta, e
incluso, en contra, de los tradicionales actores internacionales, los Estados-nación.
Este nuevo orden implica todas las dimensiones sociales posibles; las políticas,
económicas, culturales, religiosas, ideológicas y militares, todas ellas con sub
dimensiones como las ambientales y tecnológicas, e incluso las delictivas. Lo que
Anthony Giddens define como “la intensificación de las relaciones sociales
mundiales que ligan lugares distantes de una manera tal que los sucesos locales
sean formados por los acontecimientos que ocurren muchas millas lejos y
viceversa”.

Para definir este nuevo escenario, se ha usado mayoritariamente el concepto de


Globalización, que en palabras de Robert Keohane y Joseph Nye, “emergió como
un zumbido en los años 90”. Una especie de vox populi, que aludía a diversos
fenómenos o situaciones que marcaban el orden mundial, y que se hizo presente
tanto en círculos académicos como de la vida en general.

En este sentido, la Globalización ha sido vista por algunos sólo como una
Internacionalización, entendida ésta como la simple intensificación de las
relaciones, ya existentes, entre los distintos países dentro de la economía
internacional. Para otros, significa una Liberalización económica, vista como la
disminución creciente de restricciones impositivas y aduaneras por parte del
Estado, para abrir un mercado mundial. Otras visiones que han ido en cierto modo
quedando más obsoletas planteaban que la Globalización era sinónimo de
Universalización, es decir, la transformación del mundo en una sociedad única y
global, con valores comunes. A esta tesis, también se la veía como una
americanización o Mc donalización del mundo, como reflejo de la adopción de los
modos de vida estadounidenses principalmente.

En todos estos sentidos la palabra parece explicar mucho, pero en realidad


conceptualiza y explica muy superficialmente el escenario actual de interrelaciones
entre los diversos actores internacionales, su efecto en las diversas sociedades y
en la constitución tradicional de los Estados-nación, pues a un mismo término se
le atribuyen diversos significados y enfoques.
LA GLOBALIZACIÓN

1. PARADIGMA GLOBALISTA

El paradigma globalista (también llamado a veces pluralista, interdependencia,


neoliberalista o trasnacionalista), tiene su origen durante la década de los setenta
y corresponde a una línea de pensamiento que critica el modelo estado céntrico
(realista) de las relaciones internacionales en cuanto éste no es el reflejo exacto
de la realidad; y sostiene que o bien son las relaciones transnacionales las que
configuran el sistema internacional, o, sin negar el rol central de Estado en la
política internacional, debe considerárselas importantes en el estudio de las
relaciones internacionales.

El globalismo cuestiona el sistema de estados como estructura del sistema


internacional. En su análisis, más allá del estado, incorpora una pluralidad de
actores: organizaciones internacionales empresas multinacionales, organizaciones
no gubernamentales, unidades políticas sub-estatales, etc. De esta manera el
estado pierde su carácter de actor único, para entrar en competencia con otros
actores. Así nace el concepto de interdependencia compleja, y de acuerdo a lo
señalado, coloca dentro del estudio de las relaciones internacionales un nuevo
concepto: la interdependencia, entendida ésta como todas las situaciones
caracterizadas por efectos recíprocos entre países o entre actores en diferentes
países (Keohane y Nye). Esta interdependencia compleja está marcada por el
juego conjunto de las relaciones diplomático–estratégicas y de las relaciones
económico-internacionales, la teoría de los regímenes internacionales.

Las relaciones de interdependencia tienen lugar con frecuencia, y se ven


afectadas por un marco de un conjunto de normas y procedimientos que regulan el
comportamiento y controlan los mismos. Estas series de acuerdos entre gobiernos
que afectan las relaciones de interdependencia constituyen los regímenes
internacionales.
Estos regímenes internacionales pretenden explicar, que el conflicto continúa
siendo una realidad en las situaciones existentes dentro de la actividad
internacional. Así mismo se pueden definir los regímenes internacionales como
redes de reglas, normas y procedimientos que regulan el comportamiento y
controlan sus efectos.

En resumen, este paradigma interpreta de una forma más compleja a las


relaciones internacionales, empezando que su unidad de análisis es mucho más
amplia que los paradigmas anteriores ya que este propone la existencia de una
pluralidad de actores internacionales y no un estatocentrismo. También se basa en
problemáticas de estudio más amplias como todos los problemas derivados de la
actividad humana (relaciones comerciales, medio ambiente, crisis de recursos,
cooperación y no conflicto, etc.) y se basa totalmente en la interdependencia para
obtener una imagen más clara del mundo actual.

2. EL GLOBALISMO

El Globalismo se caracterizaría, según los autores, por que incluye distancias multi
continentales, y no redes regionales, donde se desarrollan redes de conexión y no
sólo acoplamientos singulares, es decir, relaciones entre dos naciones. Sin
embargo, actualmente es claro que las multinacionales no cubren extensiones
multi continentales, sino más bien regionales, pues las primeras implicarían un alto
costo de implementación, es decir, operan en forma regional. “Las compañías
multinacionales europeas invierten mucho en países con salarios bajos, como
Polonia, Hungría, la República Checa, los cuales están en la frontera con Europa
Occidental, pero no invierten mucho en Rumania, Ucrania o Rusia, que están más
lejos. Invierten en países norafricanos como Tusinia y Egipto, pero no mucho más
al sur del Sahara. En Asia, la inversión extranjera de firmas taiwanesas fluye a las
provincias costeñas de China, pero no al interior, que es pobre. Japón prefiere
invertir sobre todo en la vecina Asia del Este en lugar de la distante India”. Por lo
tanto, si nos basamos en la definición de Keohane y Nye de Globalismo, las
multinacionales quedarían fuera del análisis de la globalización o peor aún, no
podríamos hablar de un globalismo económico.

2.1 Tipos de Globalismo

Considerar al Globalismo como un tipo de Interdependencia,


automáticamente lo ubica como un subconcepto dependiente de la
segunda acepción, y a la globalización como una variable dentro de
éste. Los tipos de Globalismo y los ejemplos planteados por Keohane
muchas veces presentan indistinciones con respecto a la
Interdependencia, restando validez a la concepción de la
globalización como un aumento “grueso” del globalismo. La
interdependencia entre Estados Unidos y Japón es vista como parte
del Globalismo, y no como una globalización “delgada”. Sin embargo,
la ruta de la seda sí es vista como un tipo de globalización delgada.
Una contradicción si consideramos que las relaciones entre EE.UU. y
el país del sol naciente se desarrollan a nivel de grandes distancias,
con redes de interconexión densas, grandes flujos de capital, bienes,
información, ideas, que se han desarrollado y han ido aumentando a
partir de la Segunda Guerra Mundial. Por otro lado, se dice que es
parte del Globalismo, pero no se determina si es una dimensión o un
tipo de Globalismo como los que plantean (económico, ambiental,
militar o cultural-social).La imposibilidad de determinar en qué
momento hablamos de Interdependencia o de globalización fina es
uno de los puntos débiles del planteamiento de Keohane y Nye, no
sólo porque existe una nebulosa entre lo que son Interdependencia y
Globalismo, sino también porque muchas veces se antepone este
último término al primero, sin considerarlo como un tipo de
Interdependencia. Mediante los ejemplos, la Interdependencia tiende
a asimilarse más a una globalización “delgada”, perdiéndose las
distinciones y jerarquías entre globalismo, interdependencia y
globalización. Si consideramos que “la globalización es el proceso
por el cual es globalismo se hace cada vez más grueso”, resulta
irrisorio hacer la distinción entre una globalización“ gruesa” y otra
“delgada”. Por otro lado, si bien los autores distinguen cuatro formas
de Globalismo; económico, militar, ambiental y cultural social, no
queda claro si actualmente todos están en una fase gruesa o delgada
de globalización, o en una fase de globalización, aunque ellos
plantean que dichas dimensiones no son simultáneas. Tampoco la
definición permite dilucidarlo. Entonces, estaríamos hablando de
varias globalizaciones simultáneas, multidimensionales y dispares, lo
que hace aún más complejo el análisis para un fenómeno que por sí
solo ya es multidimensional. En otras palabras, no habría un solo
Globalismo, sino que varios globalismos todos multidimensionales,
con sus respectivas fases de globalización, que harían alusión no a
un único estado del mundo, sino a varios estados del mundo. Es
decir, no hablaríamos de globalización, sino que de las
globalizaciones. Consideremos el ejemplo planteado con respecto al
Globalismo económico. Según Keohane y Nye, durante principios del
siglo XX los mercados de capitales estaban más integrados que
durante finales de éste, incluido 1997,año de la Crisis Asiática, por lo
tanto la pregunta es ¿La globalización de ahora es menos “gruesa”
que la de principios del siglo pasado en el aspecto económico? Aquí
se olvida claramente la presencia de nuevos elementos en el espacio
económico actual, como son las especulaciones financieras y el
capital trasnacional, que no pertenecen a ningún lugar específico en
sí, lo que hace que la situación económica actual no tenga
precedentes en la historia económica del mundo. Se supone que,
según los autores, a partir de 1914 se entra en una fase de
globalización económica, marcada por la crisis de 1929, y que
culmina en1945. Entonces, la crisis del 97´ ¿marcaría un punto de
inicio, medio o final para una globalización? Esto no tiene respuesta
satisfactoria. Deberíamos suponer, en forma errada, que antes ya
había existido una mayor globalización económica, una globalización
gruesa en el ámbito financiero. Sin embargo, la mayor parte de los
autores no opina esto. Para la mayoría, la actual situación financiera
no tiene comparación histórica. Resultaría más factible sólo hablar de
Interdependencia como fenómeno multidimensional, con sus
respectivas dimensiones o tipos de globalismo, que hablar de
Interdependencia, Globalismo y subtipos de Globalismo con sus
respectivos aumentos o globalizaciones. Sin embargo, esto no
aportaría nada al análisis del escenario actual, pues sí son claras las
diferencias de éste transcurso histórico con otros escenarios donde
ha existido también Interdependencia.

2.2 Globalización y Migraciones

a) Globalización y globalismo

La globalización económica como proceso empíricamente verificable,


es una expresión de la irrupción de las tecnologías de la información,
e incluye esencialmente la transnacionalización de las empresas y la
apertura de las naciones. La redistribución espacial de las
actividades económicas, la mayor movilidad del capital productivo y
de la tecnología, y la reducción de los costos internacionales de
transacción, están afectando la redistribución internacional de las
oportunidades económicas y por esa vía, la dinámica de los
comportamientos migratorios1.

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Sin embargo, es evidente que las migraciones internacionales no responden solamente a la distribución de
las oportunidades económicas y a los niveles de desarrollo entre regiones de origen y destino. También se ven
afectadas por procesos y coyunturas de naturaleza política y social, vinculados a los derechos y garantías de
las personas que, en su conjunto configuran las reglas de juego de la democracia y de los derechos humanos
proyectadas al ámbito internacional.
Las reglas de juego de los mercados mundiales (globalismo
económico), incluyen las normas de los mercados abiertos
(multilateralismo, trato nacional, etc.) y del libre desplazamiento
internacional de los factores productivos con excepción de las
migraciones internacionales. A nivel nacional, los impactos del
globalismo económico transforman el papel de los estados y el
comportamiento de los gobiernos, al promoverse una asignación
interna de recursos más apoyada en la lógica de los mercados y en
la racionalidad de las empresas nacionales y transnacionales.

b) Revolución tecnológica, globalización, y migraciones sur-


norte

Las tecnologías de la información están manifestando su impacto en


varios campos que inciden, indirectamente, sobre la intensidad y
orientación de las migraciones internacionales. Primero en los países
desarrollados, respecto de los cambios en la demanda de
trabajadores según escala de calificaciones, reduciéndose las
oportunidades de los escasamente calificados y aumentando las de
los más capacitados. Segundo en los países en desarrollo, respecto
de la reducción de los costos internacionales de transacción,
aumentando las oportunidades de dispersar las cadenas de valor en
la producción transnacional de bienes y servicios. Emerge así la
generación de productos globales cuyas piezas partes y
componentes se elaboran en muchas partes del mundo y, gracias a
las ventajas de la telemática se ensamblan o terminan en países
determinados.

Los efectos de estas tendencias económicas sobre las migraciones


internacionales de trabajadores son de dos tipos. En primer lugar, al
agravarse la posición de los trabajadores no calificados del mundo
desarrollado, se exacerba la animosidad de los sindicatos contra la
llegada de migrantes del sur, especialmente cuando lo hacen en
condiciones de “indocumentación”. En estos casos se configuran dos
problemas sociales graves y simultáneos. Primero, esos migrantes
están dispuestos a trabajar en condiciones laborales que serían
inaceptables para los trabajadores equivalentes del lugar de destino,
configurando una competencia ilegal tanto en los respectivos
mercados de trabajo, como entre las empresas que acceden a estos
servicios y las otras, que no quieren o no pueden hacerlo. En
segundo lugar, esta situación no es socialmente sustentable por el
doble standard que establece en materia de derechos laborales y
garantías individuales, por la discriminación social que involucra, y
por los conflictos latentes que incuba en los trabajadores locales que
se ven perjudicados en sus derechos.

En una lógica puramente mercadista ambas tendencias de la


globalización económica (deterioro de las oportunidades de los
menos calificados en los países desarrollados, y traslado de cadenas
productivos a regiones en desarrollo) deberían reducir las
oportunidades económicas de los migrantes del sur en los lugares de
destino del norte y, por esa vía, debilitar los flujos sur-norte. Sin
embargo las diferencias objetivas en los niveles de vida, por un lado,
y en las aspiraciones subjetivas de los migrantes en los lugares de
origen, por el otro, son tan intensas que los flujos migratorios no se
reducen y afectan las condiciones sociales y políticas de los lugares
de destino. Tal acontece, por ejemplo con los migrantes mexicanos
que, legal o ilegalmente, intentan penetrar en los Estados Unidos.
También con otros migrantes centroamericanos que atraviesan el
territorio mexicano para alcanzar el mismo destino.
c) Migración sur norte: causaciones económicas, políticas y
sociales

Los temas anteriores han sido objeto de exámenes formalmente más


rigurosos con el fin de formular políticas migratorias adecuadas a los
intereses de los países desarrollados. Straubhaar (1992) ha
clasificado los impactos inmigratorios en dos grandes grupos: los
“asignativos” (“allocational”) y los “distributivos” (“distributional”).

Los impactos asignativos aluden al tema de la eficiencia en la


asignación del factor trabajo. En el lenguaje neoclásico marginalista
de la competencia perfecta el “bienestar” global se acrecienta gracias
a los movimientos migratorios hasta el punto en que se igualan las
productividades marginales del trabajo en todo el mundo. Los
impactos distributivos dicen relación con el uso de los bienes
públicos. Si los impactos asignativos y distributivos se consideran
conjuntamente, la libre inmigración sólo debería permitirse si el saldo
neto en materia de bienestar es positivo para la sociedad receptora
de los migrantes.

Desde una perspectiva “asignativa” es posible determinar ganadores


y perdedores en un proceso inmigratorio internacional. Los que han
invertido capital ganarán porque el trabajo será relativamente más
abundante y los niveles salariales caerán favoreciendo relativamente
los perceptores de ingresos de capital. La fuerza de trabajo nativa
que es complementaria de la inmigratoria alcanzara mayores niveles
de eficiencia, productividad y salarios, en tanto que la fuerza laboral
nativa sustitutiva de los inmigrantes sufrirá una mayor competencia y
sus salarios caerán. Si no existe alguna intervención pública
compensatoria, éstos últimos serán los principales perjudicados por
los inmigrantes.
Desde el punto de vista del impacto distributivo se trata de comparar
el monto de los impuestos que pagan los migrantes con el de los
bienes públicos que consumen. El argumento anterior puede
complicarse aún más, teniendo en cuenta que los inmigrantes recién
llegados no contribuyeron en el pasado a financiar la infraestructura
preexistente de bienes públicos, de aquí podría concluirse que ellos
deben ser objeto de un tratamiento diferencial respecto de los
nacionales del país que sí contribuyeron a generar esa
infraestructura. Este tipo de razonamientos suele apoyarse en la
analogía que existiría entre ser ciudadano de un Estado y ser
miembro de un club. Desde el punto de los ciudadanos nativos, los
inmigrantes están compitiendo por bienes públicos escasos que no
les “pertenecen”.

Si el saldo neto entre los impactos asignativos y los distributivos es


negativo para el país de destino, previsiblemente se implantará una
política inmigratoria restrictiva. El tema, cabe reiterarlo tiene que ver
con la calidad profesional y educacional de los migrantes.

d) Alternativas de política

Sobre la base anterior podrían examinarse algunas alternativas de


política inmigratoria. De un lado hay dos alternativas extremas.
Primera la completa libertad migratoria que, por ejemplo, la UE aplica
a los ciudadanos de sus Estados miembros pero no hace extensiva a
los “extranjeros”. Segundo la completa prohibición de inmigrantes lo
que constituye otra improbable actitud autárquica, sólo aplicable en el
marco de las relaciones autoritarias en el plano internacional las que
han sido excluidas deliberadamente de nuestro análisis.
Siguiendo nuevamente a Straubhaar, si se acepta la necesidad de
una política migratoria selectiva, los mecanismos de selección
pueden estar basados en el mercado, o en normativas
gubernamentales de cumplimiento imperativo. Entre las modalidades
de selección basadas en reglas de mercado podrían incluirse: el
pago de una “cuota de ingreso” (recordar la analogía del club); la
exigencia de invertir una determinada cantidad de capital; la
exigencia de pagar un impuesto más alto a sus ingresos (trato fiscal
no nacional). Entre las modalidades administrativas o
gubernamentales de seleccionar podrían incluirse: la determinación
de cuotas por países, cuotas por familias, cuotas según el grado de
calificación de los migrantes, o leyes internacionales de cumplimiento
multilateral o recíproco.

Desde una perspectiva más amplia cabría distinguir entre las


migraciones económicamente motivadas y las que reconocen otras
razones. Entre las primeras son aplicables políticas que de alguna
manera respeten las leyes del mercado, otorgando las autorizaciones
migratorias de acuerdo con el comportamiento de la oferta y
demanda según sectores y calificaciones laborales. Una versión más
dura de esta misma ley sería la de expulsar a los migrantes que no
encuentran trabajo, y castigar a los que están en situación ilegal.

Entre las migraciones que no están económicamente motivadas


deben incluirse las que aprovechan derechos de asilo político. En
este caso cabe confrontar los derechos civiles, económicos y
políticos de los nativos, frente a las razones humanitarias que
justifican el ingreso de asilados políticos. El tema adquiere un
acentuado criterio político y las alternativas exigen el conocimiento
de situaciones concretas: magnitud de los flujos, diferencias políticas
o culturales con los nativos, etc.

El trabajo de Straubhaar, al aplicar sus reflexiones al caso europeo,


concluye atribuyendo un significativo papel a los factores político
sociales en las motivaciones de la migración internacional y en los
mecanismos que podrían contribuir a regularla: “La mejor política
migratoria que los países de Europa Occidental podrían seguir es la
que busque reducir el potencial emigratorio en los países de origen.
En primera instancia debería dirigirse hacia el logro de la estabilidad
política antes que hacia el apoyo económico. El comercio o la
inversión directa solamente son una condición necesaria pero no
suficiente para reducir el potencial migratorio. Más importantes son
los factores políticos en los países de emigración. Lo que podemos
aprender de la experiencia de las Comunidades Europeas con una
migración (intra UE) relativamente baja es que: con un sistema
político democrático, aceptado, y altamente estable, la brecha
económica tiene que ser muy profunda para promover un fuerte
potencial migratorio (Watrin, 1991)”. (Straubhaar 1992, página 480).

Es en relación con este tipo de flujos sur-norte, (que son los más
numerosos en el continente americano y también abundan desde las
áreas en desarrollo, o en transición, que rodean a la Unión Europea),
que ya se ha sugerido la necesidad de acordar plataformas mínimas
de trato humanitario a los migrantes y de respeto a sus derechos y
garantías esenciales:
“Por otra parte habría que estudiar la posibilidad de establecer un
acuerdo general sobre políticas migratorias que, a la manera del
GATT, podría ser un marco para lograr la concordancia sobre la
movilidad de la fuerza de trabajo. Ese tipo de institución permitiría la
coordinación internacional y la armonización de los criterios y normas
sobre permisos de entrada y salida, el tratamiento a los trabajadores
extranjeros, los derechos políticos de los migrantes y otros aspectos
que exigen el consenso internacional. De esta forma se avanzaría
hacia la compatibilización de las políticas migratorias unilaterales,
obviándose las ambivalencias y las continuas fluctuaciones que
manifiestan las disposiciones nacionales que rigen los ingresos de
las personas y que, en definitiva, tienen gran responsabilidad en la
ilegalidad migratoria con todas sus graves consecuencias para la
condición de las personas".

3. LA GLOBALIZACIÓN

Globalización no es sinónima de internacionalización. En sentido estricto es


el proceso resultante de la capacidad de ciertas actividades de funcionar
como unidad en tiempo real a escala planetaria. Es un fenómeno nuevo
porque sólo en las dos últimas décadas del siglo XX se ha constituido un
sistema tecnológico de sistemas de información, telecomunicaciones y
transporte, que ha articulado todo el planeta en una red de flujos en las que
confluyen las funciones y unidades estratégicamente dominantes de todos
los ámbitos de la actividad humana. Así, la economía global no es, en
términos de empleo, sino una pequeña parte de la economía mundial. Pero
es la parte decisiva.

La economía global incluye, en su núcleo fundamental, la globalización de


los mercados financieros, cuyo comportamiento determina los movimientos
de capital, las monedas, el crédito y por tanto las economías en todos los
países. Los mercados de divisas cambian diariamente 1,5 billones de
dólares, haciendo imposible para cualquier gobierno sostener su divisa en
contra de turbulencias masivas de los mercados financieros. El desarrollo y
creación de sofisticados productos financieros (derivados, nuevos tipos de
futuros, opciones etc.) articulan valores bursátiles en distintos mercados,
estableciendo su interdependencia a través de transacciones electrónicas
que mueven miles de millones de dólares en segundos. Según algunos
cálculos, el valor de mercado de la capitalización del total de productos
financieros derivados en 1998 era equivalente a 12 veces el valor estimado
del producto bruto total del planeta. No hay, hoy por hoy, control o
regulación de los flujos globales de capital, lo que convierte a todas las
economías, en dependientes del comportamiento de los valores de sus
empresas, acciones y obligaciones, en los mercados financieros.

La globalización de la economía también incluye la importancia creciente


del comercio internacional en el crecimiento económico, el aumento
considerable de la inversión extranjera directa, la globalización de una parte
esencial de la producción de bienes y servicios en torno a empresas
multinacionales y a sus redes auxiliares, la interpenetración internacional de
mercados de bienes y servicios, la formación de un mercado global de
trabajadores de especial calificación (de los ingenieros de software a los
futbolistas) y la importancia de las migraciones internacionales de mano de
obra desplazada por las crisis económicas hacia zonas con mayores
oportunidades de empleo y progreso.

Junto a la globalización económica en sentido estricto, asistimos también a


la globalización de la ciencia, la tecnología y la información; la globalización
de la comunicación, tanto en los medios de comunicación masiva y
multimedia, como en las nuevas formas de comunicación a través de
Internet; y, en una dimensión más siniestra, la globalización del crimen
organizado tiende a penetrar las instituciones de gobiernos en numerosos
países, con efectos perversos considerables sobre la soberanía y la
legitimidad políticas.

3.1 AMÉRICA LATINA: En el cambio de milenio

La problemática latinoamericana a fines del siglo XX puede estructurarse en


torno a su relación específica con la globalización, las identidades y el
estado.

Globalización.- La globalización ha transformado profundamente las


economías y las sociedades en toda América Latina. En su dimensión
fundamental, la financiera y monetaria, la globalización y las políticas de
ajuste que de ella derivan han inducido un nuevo marco macroeconómico,
caracterizado por la estabilidad monetaria, el control de la inflación como
objetivo prioritario, la liberalización del mercado de capitales, la
desregulación económica y la privatización de empresas públicas en casi
todos los países. En ese sentido el funcionamiento de las economías
latinoamericanas se ha aproximado sustancialmente al de las economías
más avanzadas, creando las condiciones para una relativa
homogeneización de la inversión de capital y para el libre movimiento de
mercancías. Y eso es lo esencial de la globalización: la unificación de
criterios de mercado en un espacio económico ampliado. La inversión
extranjera, tanto directa como en el mercado de valores, se ha multiplicado,
proporcionando recursos para el crecimiento económico y favoreciendo
transferencia de tecnología y mejora de la gestión empresarial. El comercio
internacional se ha diversificado por sectores y por regiones del mundo. Y
se ha dinamizado, en calidad y en cantidad. El Tratado de Libre Comercio
en el norte y Mercosur en el sur han constituido áreas económicas
crecientemente integradas que amplían mercados y contribuyen a mejorar
la competitividad. El punto débil de América Latina continúa siendo sin
embargo la baja capacidad tecnológica, tanto en generación como en uso
de nuevas tecnologías. Ello implica que la mayor parte de las
exportaciones, en todos los países menos Brasil, corresponde aún a
productos agropecuarios, materias primas y productos extractivos. La
exportación de productos manufacturados, en todos los países, sigue
concentrándose en los sectores de menor valor añadido. Las exportaciones
de servicios continúan también mayoritariamente en las líneas tradicionales,
como turismo (generalmente controlado por tour-operadores globales), con
escasa competitividad en los servicios a las empresas, actividad de alto
crecimiento y alto valor añadido. Una nueva dependencia, la tecnológica,
marca la nueva economía latinoamericana en un momento decisivo de su
articulación a la economía global. Por cierto que puede concebirse un
desarrollo tecnológico que se traduzca en aumento de exportaciones
primarias. Así las economías exportadoras estrella de los noventa, la
Argentina y la Chilena, siguen concentrando sus exportaciones, en buena
medida, en la línea agro-alimentaria. Y la utilización de tecnología
avanzada, tanto biológica como de gestión informatizada, ha sido
importante en la competitividad de las empresas más dinámicas del sector
en ambos países.

Con todo, a finales de los noventa puede decirse que, en su conjunto,


América Latina está integrada en la nueva economía global. Pero de forma
desigual, con altos costos sociales y económicos en la transición, y con
amplios sectores sociales y territorios excluidos estructuralmente de ese
proceso de modernización e integración económicas. Los índices de
desempleo, pobreza y desigualdad varían, pero con excepción de Chile
(que ha mejorado su situación social, en parte por el bajo nivel de partida,
en comparación con la situación de marginación masiva heredada de
Pinochet) han aumentado en el conjunto de América Latina a lo largo de la
década. El desarrollo desigual territorial se ha acentuado y la concentración
de población y recursos en las grandes áreas metropolitanas sigue
creciendo, suscitando tensiones sociales y deterioro medio-ambiental por
falta de control y planeamiento de este proceso de urbanización acelerada,
que ha llevado ya a las ciudades al 75% de la población latinoamericana.
Se observa una distancia creciente entre el sector moderno, globalizado de
la economía y el sector informal y de economía de supervivencia en el que
trabaja la mayoría de la población. Si la marginalidad urbana era un mito
cuando se formuló su teoría en los sesenta (puesto que la mayor parte de
los llamados marginales estaban integrados en la economía formal) en
estos momentos sí asistimos a dos dinámicas diferentes entre la
articulación dinámica y la supervivencia informal. En parte ello se debe a la
descomposición/recomposición de la economía por los costos del ajuste,
que han desintegrado sectores protegidos de la empresa pública y han
estrangulado a numerosas pequeñas y medias empresas por las altas tasas
de interés, generando así paro estructural y no sólo sub-empleo. Junto a
ello, altas tasas de crecimiento económico han generado un amplio estrato
medio-alto urbano de nuevo tipo, ligado a la empresa privada, con altos
niveles de educación, sofisticación profesional y patrones de consumo
homologables a los estadounidenses y europeos.

La crisis de amplios sectores de la población y de muchas regiones creó las


condiciones para su utilización por parte de las mafias globales, que han
realizado lo que denomino la conexión perversa, es decir la reconexión de
sectores de la población y regiones con la economía mundial, mediante
actividades criminales de todo tipo (centradas en el tráfico de drogas y en el
lavado de dinero) que encuentran mercados en expansión en las
sociedades más ricas. La economía global criminal se ha convertido en un
sector altamente dinámico, generador de riqueza y empleo, pero también
destructivo e inductor de inestabilidad, en varios países de la región. La
dinámica de la globalización, y la aceleración del crecimiento económico,
incontrolado y espoleado por la búsqueda constante de competitividad han
conducido a una destrucción masiva del medio ambiente. Tanto en áreas
rurales (Amazonía, Yucatán, delta del Orinoco, Bío-Bío y tantas otras) como
en las periferias de las grandes metrópolis, se está produciendo un
deterioro irreversible del equilibrio ambiental que amenaza con degenerar
en verdadero desastre ecológico. En suma, América Latina está, de lleno,
en la globalización. Con sus procesos de crecimiento dinámico, competitivo
y modernizador, del que forman parte, hoy por hoy indisoluble, procesos de
exclusión social y destrucción medioambiental.

3.2 CUATRO PROBLEMAS…y algunas consideraciones para su


tratamiento eventual.

América Latina entra en el siglo XXI con tres grandes desafíos por resolver:
la exclusión social de una buena parte de la población, el deterioro
acelerado del medio ambiente y la creciente distancia entre instituciones del
estado y vivencia de la sociedad. En la raíz de esta triple crisis se
encuentran cuatro grandes problemas que se manifiestan con diferente
intensidad en distintos países y regiones del área.

El primero es la transición al informacionalismo como nuevo modelo de


desarrollo. Si no hay una adopción exitosa del modelo de crecimiento que
caracteriza la era de la información, no habrá capacidad económica para
integrar en el desarrollo al conjunto de la población y a los imperativos de
sustentabilidad ambiental. Las estrategias encaminadas a facilitar esta
transición incluyen por un lado la creación de una infraestructura
tecnológica centrada en la comunicación y en la información, aunando
esfuerzos públicos y privados. Por otro lado, la promoción de recursos
humanos, que pasa, en primer lugar, por una verdadera reforma educativa,
en todos los niveles del sistema educativo. La educación es la principal
inversión de infraestructura en la era de la información. Pero la reforma
educativa no consiste sólo en mayor escolarización o en introducir Internet
en las escuelas. Pasa, sobre todo, por la formación de los formadores, tanto
en método pedagógico, como en conocimientos especializados y en
familiaridad con las nuevas herramientas tecnológicas. Lo cual implica una
mejora sustancial de la remuneración y condiciones de trabajo de los
maestros y profesores y una profunda reforma de su formación y carrera
que debe hacerse, necesariamente, en consulta directa con sus
organizaciones profesionales. No es una política fácil ni rápida, pero es la
condición indispensable para la transición del conjunto de la sociedad al
informacionalismo. La Universidad es, potencialmente, la principal fuerza
productiva en el nuevo modelo de desarrollo. Pero la reforma y dotación de
la Universidad no conducen a nada si no trabaja con material humano que
ha sido educado convenientemente en los niveles primario y secundario.
Ahora bien, como la transformación de las economías de los países
depende de lo que suceda en la próxima formación del sistema educativo
en su conjunto, es necesario reforzar centros de excelencia universitarios,
nacionales o de ámbito latinoamericano, que hagan de locomotoras
científicas y tecnológicas en relación con el conjunto del sistema. El
desarrollo científico desigual en el marco de un país no es elitista si está
integrado en una estrategia de conjunto de difusión de los beneficios de
dicho desarrollo.

El segundo gran problema, condicionante del conjunto de la acción


pública es la importante corrupción existente en numerosas instancias del
estado. Esto es tanto más grave cuanto que buena parte de esa corrupción
tiene su origen en la economía criminal global y, por tanto, cuenta con
recursos y ramificaciones incomparablemente más importantes que en
épocas pasadas. La lucha contra la economía criminal global pasa por una
acción internacional concertada en la que la represión policial de tráficos
ilícitos sea sólo una dimensión de la política. La prevención del consumo de
drogas, la educación contra la prostitución de todo tipo y el control efectivo
del tráfico de armas son otros elementos importantes de dicha política. Y tal
vez sería necesario avanzar en un debate internacional sobre la
legalización parcial y selectiva del consumo de drogas como forma de
desligar el problema de salud que representan las drogas, de su dimensión
criminal. Pero sin esperar a resolver el desafío planteado, es absolutamente
perentorio atajar la corrupción del estado. Si el proceso de descomposición
de las instituciones públicas continúa, vamos hacia sociedades salvajes. El
hecho de que en muchas ciudades latinoamericanas los ciudadanos tengan
mas miedo de los policías que de los criminales es altamente significativo.
La penetración del soborno y la intimidación en los más altos niveles de la
administración, la política, la judicatura y la policía de muchos países
plantean una amenaza sin precedentes para la destrucción de las
instituciones. Existen experiencias internacionales de lucha sostenida de los
estados contra su corrupción, experiencias de las que se puede aprender.
Pero sólo cuando los gobiernos asuman esta tarea como una base esencial
de su acción, y sólo cuando no minimicen el problema en anecdotario
irrelevante, se podrá tratar. El primer paso para resolver un problema es
reconocer que existe.

El tercer gran problema con el que se encuentra América Latina es la


obsolescencia administrativa y la crisis de legitimidad política de sus
estados.
Líneas de acción para contrarrestar esa decadencia pasan, por un lado, por
la democratización del estado; por otro, por la reforma de la administración
pública.

Con respecto a la democratización, no basta simplemente asegurar los


principios de elecciones democráticas. Hay que velar por la limpieza del
proceso y la información a los ciudadanos. Pero la experiencia reciente
demuestra que la representación democrática, con ser esencial, no es
suficiente para la democracia. Hay que acercar mucho más el estado al
ciudadano. Y para ello, la palanca más eficaz es el reforzamiento de los
gobiernos municipales y la extensión de la participación ciudadana en el
ámbito local. Ello implica descentralización de recursos y competencias,
entrenamiento de los funcionarios locales y desarrollo de mecanismos de
participación real que articulen las ONGs existentes a la administración
municipal. Al mismo tiempo, el estado central necesita establecer fórmulas
compensatorias de distribución de recursos que impidan que la autonomía
municipal no se convierta en mecanismo de segregación social.

Con respecto a la obsolescencia del actual estado, la necesidad de acción


internacional concertada en el tratamiento de problemas que son globales
en su origen, empujará cada vez más a los estados latinoamericanos a
hacer de la cooperación internacional una esfera privilegiada de actuación.
Junto con la descentralización regional y municipal ello implica la
constitución de lo que denomino un estado-red, en el que diversos niveles y
ámbitos de actuación se combinan incesantemente en un ejercicio de
soberanía compartida. De ahí se deriva la necesidad de una nueva
administración pública, flexible, ágil, desburocratizada, capaz de funcionar
en red y en cooperación, utilizando las tecnologías de información.
No es un sueño imposible si los funcionarios reciben mejor compensación,
si provienen de mejores programas de educación y entrenamiento y si son
motivados en un nuevo tipo de gestión pública democratizada.
Naturalmente, para ello hacen falta recursos, pero esta reforma se plantea
en el marco de un modelo de desarrollo dinamizado, de alta productividad,
en parte impulsada por esa misma eficacia administrativa obtenida del
nuevo tipo de estado: se propone pues inducir un círculo virtuoso entre
productividad privada y reforma pública.

El cuarto problema es la reconstrucción de identidades comunicables. Es


decir, la crisis de identidad no parece poder ser superada por una nueva
identidad englobante, centrada en el estado-nación, en la medida en que el
estado-nación pasa a ser un nudo de una red más amplia en la que los
códigos deben ser compatibles y comunicables. Más aún, dada la crisis de
legitimidad del estado, el proceso parece ser el inverso, a saber: la
reconstrucción de la legitimidad del estado mediante su capacidad de
reconocimiento e integración de identidades plurales emergentes de la
sociedad. Por consiguiente, no puede ni debe haber política identitaria, sino
atención pública al dinamismo de la sociedad civil, asegurando puentes de
comunicación entre las distintas identidades que van surgiendo, incluidas
identidades individuales y auto-construidas. Lo esencial es que las nuevas
identidades, o el renacimiento de identidades históricas, no se aíslen en
comunas identitarias excluyentes de las otras, como pueden ser corrientes
fundamentalistas o etnicidades separatistas.

La acción pública en ese nuevo contexto consiste en proporcionar puentes


de comunicación simbólica, no para fundir las identidades, o subyugarlas en
nombre de una identidad única, sino para permitir su diálogo y estimular su
co-evolución. ¿En qué consisten esos puentes? La escuela es el
fundamental, y por eso la escuela pública es esencial, no sólo para la
educación sino para la capacidad de convivir en un mundo de identidades
plurales. Pero los medios de comunicación, sobre todo en un paradigma
tecnológico caracterizado por los multimedia, es el otro gran puente: el
hipertexto interactivo en que todo se vincula con todo. Las políticas
públicas, afortunadamente, no controlan los medios de comunicación. Pero
pueden ejercer acciones complementarias, a través de canales públicos
audiovisuales, así como mediante promoción y apoyo a la presencia
mediática de culturas y expresiones minoritarias, de forma que el imaginario
colectivo se enriquezca constantemente con las nuevas voces que hablan
las lenguas surgidas en la sociedad.

Sobre estas bases, con un dinamismo económico basado en un modelo


eco-informacional, una sociedad educada y un estado democrático y
descentralizado, se pueden generar políticas de modernización.

¿Quién es el actor del cambio, en ese contexto? Hay actores emergentes


en la sociedad civil, pero son demasiado débiles en estos momentos para
marcar el rumbo del cambio. Hoy por hoy, el gobierno nacional, con todos
los límites señalados en esta ponencia, es la única instancia que puede
potenciar una inserción autónoma en el proceso de globalización. Pero no
podrá conducir solo ese cambio sin la sociedad. Y no será capaz de superar
los conflictos y problemas inherentes al proceso de cambio si no: a)
descentraliza y facilita la participación; b) supera el déficit democrático; c)
reforma la administración; d) se internacionaliza y amplia las cooperaciones
internacionales; e) pasa por una auto-reflexión de lo que quiere decir el
nuevo modelo de desarrollo eco-informacional, tomando en serio la
adjetivación sugerida por "eco". Y en la sociedad, es necesario que surja
(desde la universidad y desde los medios de comunicación) un debate
autónomo sobre identidad y sentido que recupere la mejor tradición
latinoamericana, saliendo de la nueva dependencia cultural representada
por postmodernismo y neo-liberalismo, pero superando definitivamente el
lastre de un pensamiento marxista que poco tiene que ver con la sociedad
del siglo XXI. En el umbral de esa sociedad el desafío para Latinoamérica
es ser capaz de reinventarse, en un nuevo mundo abierto al conflicto y a la
creación, más allá del mercado y más acá del estado, aprendiendo a
conectar lo local y lo global.
CONCLUSIONES

1. La globalización no es un estado, es un proceso único, dialéctico,


multidimensional, un transcurso histórico, que avanza, gana adeptos y
genera rechazos, lo que implica un cambio de identidad a nivel social-
ciudadano, que genera nuevas dimensiones de lo político, tanto a nivel
nacional como trasnacional, que genera una reestructuración del Estado-
nación, pero no su desaparición. En otras palabras, somos testigos del
proceso en que la Humanidad cruza de la modernidad a la post-
modernidad.

2. La globalización ha generado un nuevo orden mundial en lo económico, lo


político y social. También permite que la dimensión local tenga un
significado en la globalidad. Ello pone de actualidad los llamados espacios
“globales”.

3. Frente a una concepción economicista de las relaciones entre sociedades y


naciones, emergen con fuerza otros modelos de desarrollo, entre los que
empieza a destacar el desarrollo sostenible.

4. Existen una serie de estereotipos sobre las migraciones que no se


corresponden con los datos empíricos. Tampoco responden al hecho de
que las migraciones han formado parte, siempre, del devenir humano y
representan uno de los modos de socialización más relevantes para la
sociedad.
BIBLIOGRAFIA

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2. Hormazabal, & Carreño. (2006. diciembre). documentos apoyo docente N°


14. Santiago de chile: Universidad de chile.

3. Keohame, R., & Nye, J. (sep/oct de 1998). Power and interdependece in the
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Editorial Ariel, Barcelona.

5. CEPAL (1996), A Seguridade Social e os Procesos de Integracao Regional,


Seminario Internacional organizado en colaboración con el Ministerio da
Previdencia e Assistencia Social de Brasil, LC/BRS/L.24, Brasilia.

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