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Moreno Fernández, Francisco - Metodología Sociolingüística PDF
Moreno Fernández, Francisco - Metodología Sociolingüística PDF
F u n d a d a p o r DÁ M A SO A LO NSO
METODOLOGÍA
SOCIOLINGÜÍSTICA
f e
BIBLIO TECA R O M Á N IC A H ISP Á N IC A
ED ITO R IAL GREDO S
MADRID
© FRANCISCO MORENO FERNÁNDEZ, 1990.
EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 81, Madrid.
ISBN 84-249-1433-3.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor, S. A ., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1990. — 6350.
Yo corregiría el hermoso verso de Virgilio: «La fortuna ayuda
a los jóvenes». Porque la audacia es virtud de la juventud y no
de los hombres provectos, aunque, planteadas así las cosas, ten
dríamos que reconocer la paridad de atrevimiento y vida no gasta
da. Francisco Moreno cuenta en su haber con pocos años, los nece
sarios para no ser inexperto y los suficientes para poseer madurez
de raciocinio. Pero Francisco Moreno no sabe aún qué es el tae-
dium vitae y se entrega al quehacer cotidiano con la fe del neófito,
con la esperanza del hombre bueno y con la caridad de quien puede
derrochar sus caudales, porque la senectud ni siquiera es una som
bra en el lubricán.
He tenido la suerte de que Francisco Moreno confiara en mí
y a mi lado ha ido haciéndose. Recuerdo muy bien aquel día en
que acabé mi primera clase de dialectología; un muchachito de 19
ó 20 años se me acercó: ¿Querría leerme este cuestionario? Y aquel
mozo que buscó maestro nunca supo cuánto significa la confianza
de un alumno. Más, si el conocimiento sólo es de oídas. De oídas
en una Universidad de sordos, de ciegos, de mudos. Pensé que,
también yo, un día tuve pocos años y busqué maestros. Francisco
Moreno era mucho más que un alumno, era uno de esos regalos
que Dios pone en nuestro camino para hacer que la humilde condi
ción del profesor se convierta en la más hermosa de las ocupacio
nes. Día a día nos encontrábamos en la clase de dialectología, en
la de geografía lingüística, en la de sociolingüística. Francisco Mo-
reno tenía prisas por aprender —las tiene vivas todavía— y talento
para que el mucho caminar no produjera desazones. No le basta
ban las clases: se asomaba a la informática y le procesaban la tesis
en Tokio; se empeñaba en la sociolingüística y se iba a Estados
Unidos. Lo tenía siempre cerca. Era una de las últimas luces de
mi atardecer académico. El pobre trabajo del profesor no se agos
taría, quedaba el entusiasmo renovado que mantendría los brazos
del maestro para que no se rindieran de tanto bregar. Y Francisco
Moreno se vino conmigo a Estados Unidos. Yo pensaba en aquellos
estudiantes que migraban a París, a Brujas, a Bolonia para escu
char las palabras que pronunciara el mágico éfeta. Veía al joven
español luchando contra toda incomodidad y contra mil inconve
nientes. Pero él tenía una simple consigna: estudiar, estudiar, estu
diar. Sin pausa para que el tiempo se hiciera más duradero, sin
desencanto para que el trabajo floreciera de continuo, sin sentir
las heladas inmisericordes para que el fuego interior (¿todo lo abra
sa?) le permitiera llegar a Belén. Y Belén estaba allí, en los libros,
en las conversaciones con los colegas, en el entusiasmo que se acre
cía. En el hedonismo de una civilización (por tantas cosas envidia
ble), aquel mozo español iba arrancando vetas de saberes: leía, juz
gaba, discernía. Pensaba en los yermos donde había trabajado y
creía en su fecundidad. (Yo contemplaba aquella pasión y pensaba
en palabras que escribí, ¿cuánto hace?, en Erlangen.) Francisco Mo
reno traía cuartillas y cuartillas, Francisco Moreno era ya profesor
universitario, Francisco Moreno cada mañana tenía una bandada de
jilgueros para que gorjearan en el aire limpio.
Vinieron viajes, saber de muchas tierras y de muchos hombres,
porque quien no viaja por pueblos lejanos se queda entre sombras
pueblerinas. Llegaban días de aposo y una vieja universidad rena
cía. Eran unos grupos de jóvenes audaces los que hacían florecer
el milagro. Francisco Moreno arrimó el hombro y el oro de las
piedras se trocó en dócil materia. Volvía la meditación a lo que
la injuria de los años había convertido en despojos. Ahora los silla
res vulnerados son la gallardía de unos libros que vuelven a desafiar
el tiempo. Uno de ellos está aquí y yo no sé ponerle el prólogo
que se me ha pedido. Pasarán las décadas y nuestra ciencia enveje
cerá, también la del joven que se llama Francisco Moreno. Lo que
no envejecerá es el airón de ese gesto del hombre que trabaja, ni
la universidad rescatada, porque, cuando todo esté en el mundo
del silencio, seguirá viva la fe que ha hecho florecer de nuevo las
piedras gloriosas de Alcalá. Alumnos de los alumnos de Francisco
Moreno tal vez lo ignoren, pero serán hombres de ciencia porque
alguien se sacrificó por ellos. Y seguirá la Academia porque su ser
es eterno, si se alimenta de la vocación por los estudios silenciosos.
Debía decir bien de este libro. Prefiero dejar el testimonio obje
tivo, por apasionado que se enuncie, de un hombre joven que ha
hecho olvidar las canas a quien da el dulce y desazonante título
de maestro.
M a n u e l A lv ar
Esta obra ha sido pergeñada y casi concluida durante mis estan
cias en la Universidad de Nueva York en Albany (año académico
1985-1986) y en el Westfield College de la Universidad de Londres
(1987-1988). El trabajo se ha realizado gracias a una beca Fulbright
y a otra Fleming, dentro del Programa de Formación, Perfecciona
miento y Movilidad del Personal Investigador del Ministerio de Edu
cación y Ciencia de España. Vaya por delante mi agradecimiento
a las instituciones que lo hicieron posible y a los directores de los
Departamentos que me acogieron: los profesores Frank Carrino
(Nueva York) y Alan Deyermond (Londres).
Debo también agradecer al Dr. D. Antonio Alvar Ezquerra, Di
rector del Departamento de Filología de la Universidad de Alcalá
de Henares, su apoyo, fe y aliento, así como el compañerismo del
Dr. D. Pedro Benítez al cargar con parte de mis responsabilidades
durante mi ausencia.
Una vez más, D. Manuel Alvar, maestro, ha tenido la paciencia
de ayudarme con el equilibrio y la sabiduría de sus juicios. Gracias.
También agradezco los comentarios del profesor Ralph J. Penny
y los valiosísimos consejos y advertencias del Dr. D. Humberto Ló
pez Morales y de la Dra. D .a Pilar García Mouton.
No puedo olvidar en este capítulo a Mar, por saber comprender
y esperar. El libro se lo dedico a Irene, por mis infidelidades.
¿QUÉ METODOLOGÍA?
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 2
La obra estará dividida en cuatro capítulos de desigual exten
sión. El primero de ellos («Las reglas del método sociolingüístico»),
el más breve, pretende ser simplemente una presentación de las re
glas del juego de la metodología sociolingüística. Se ha intentado
abstraer la esencia de las técnicas, dispares, que conforman la me
todología de nuestra disciplina, para hacer más fácil el acceso a
los demás capítulos y a su razón de ser. Aquellos lectores que ya
hayan manejado publicaciones sobre sociolingüística tal vez encuen
tren en este primer capítulo una excesiva simplificación. Lo recono
cemos de antemano, pero estamos seguros de que se agradecerá,
por parte de los que carezcan de tal experiencia, encontrar alisada,
al principio, una senda que luego puede hacerse abrupta y empina
da. Estas reglas del método coinciden casi punto por punto con
la disposición y el contenido de los capítulos siguientes.
El segundo trata de una de las fases iniciales del método, de
la que, sin duda alguna, dependerá el éxito de las subsiguientes:
«La recogida de materiales». Como es lógico, se tratará de la reco
gida de materiales con un valor sociolingüístico, pero en determina
dos momentos será muy conveniente mostrar qué suponen las técni
cas sociolingüísticas respecto de las técnicas utilizadas por la geografía
lingüística. Y esto por dos razones: 1.°) el nacimiento de la socio-
lingüística estuvo muy vinculado al desarrollo de actividades dialec-
tológicas o de geografía lingüística; 2.°) es necesario revisar los es
tudios publicados en los que se hace un análisis de los porqués
técnicos de la encuesta dialectal en contraste con los de las técnicas
sociolingüísticas. Es importante plantear que hay una extraordina
ria coincidencia de problemas en la aplicación de las técnicas de
las respectivas disciplinas, que en la mayor parte de los casos no
son tan divergentes como algunos pretenden.
El capítulo tercero («Análisis de los materiales sociolingüísticos»)
evita las referencias a otras disciplinas, para centrarse únicamente
en aspectos sociolingüísticos. El análisis de los materiales es tal vez
la etapa más mecánica en el desarrollo de una investigación socio-
lingüística. Como se verá en su momento, el auxilio de disciplinas
no lingüísticas, como la sociología, la estadística o la informática,
es imprescindible para realizarlo con éxito. A pesar de su automa
tismo, los análisis no están libres de críticas, puntos laxos y proble
mas, de los que procuraremos dar cuenta allí donde sea conveniente.
«Interpretación de los análisis e implicaciones teóricas» son los
temas sobre los que versa el capítulo final. Es indiscutible que con
estos aspectos la investigación sociolingüística alcanza su clímax,
su cota más sobresaliente y a la vez delicada, y da cuenta de su
auténtica dimensión. El buen fin de cualquier estudio depende de
la correcta interpretación de los resultados, actividad en la que el
sociolingüista puede realizar sus aportaciones más personales.
Las interpretaciones fácilmente pueden llevar a poner en rela
ción la variación sociolingüística con las variaciones diacrónicas,
diafásicas y diatópicas. Las implicaciones teóricas que se observan
en todo ello afectan directamente no sólo a la lingüística general,
sino también a disciplinas como la pragmática, la dialectología o
la lingüística histórica. Esta última rama está conociendo en la ac
tualidad un resurgir teórico que no se había producido en Europa
en los últimos cuarenta años y un florecimiento que la América
anglosajona nunca había experimentado.
Presentar los contenidos de este libro no es tarea excesivamente
complicada. Lo penoso será mantener una separación temática real
a lo largo del texto, porque sus partes están íntima y fuertemente
interrelacionadas. Hablar de la recogida de materiales sin tener en
cuenta el tipo de análisis al que van a ser sometidos es prácticamen
te imposible; evaluar e interpretar los resultados de los análisis sin
tener en cuenta qué criterios los han regido y la forma de recolec
ción de datos es clamar en el vacío: una cosa llevará a la otra en
continuas referencias internas. No vamos a trabajar, pues, con dis-
jecta membra, sino con un todo de difícil segmentación.
Finalmente, nos gustaría hacer un brevísimo comentario a pro
pósito de dos recientes obras que también se han interesado por
aspectos metodológicos de la sociolingüística. Nos referimos a Ob-
serving and Analyzing Natural Language, de Lesley Milroy, y a
Sociolingüística: teoría y análisis, de Carmen Silva-Corvalán. Nues
tro trabajo, como es lógico, tiene puntos de contacto con ambas,
pero pueden encontrarse suficientes elementos diferenciadores. Silva-
Corvalán dedica exclusivamente a cuestiones metodológicas el se
gundo capítulo de su libro, cerca de un quinto del total. Aunque
en el resto se atiende por doquier a la metodología, se pone más
insistencia, por un lado, en aspectos teóricos y, por otro, en la
descripción de variables sociolingüísticas concretas, en su mayoría
relacionadas con los niveles fonológico y sintáctico. Por nuestra
parte, intentaremos dejar en segundo plano las consideraciones
teóricas.
El tono general que Milroy ha dado a su obra está más en con
sonancia con la concepción de nuestras páginas, a pesar de que
en ellas se desarrollan muchos asuntos que Milroy sólo esboza o
cita de pasada, y viceversa. Ahora bien, en los comentarios críticos
que Milroy realiza, tiene un peso específico importante el hecho
de que la misma autora sea la promotora de una de las alternativas
metodológicas más innovadoras y recientes: lenguaje y redes socia
les. Es difícil evitar pensar que algunas críticas están hechas sola
mente en función de la alternativa propuesta, si bien todas ellas
suelen estar bien fundadas. Nosotros hemos procurado no vincular
nos específicamente a ninguna tendencia para así adquirir una pers
pectiva algo más amplia.
C a p ítu lo I
15 Véase W. Labov, What is a Linguistic Fací?, Lisse, Peter de Ridder Press, 1975.
16 Op. cit., págs. 62-74.
17 Véase F. Moreno, «Sociolingüística de los rituales de acceso en una comuni
dad rural», Lingüística Española Actual, VIII (1986), págs. 245-267.
actos, pero están sujetos a normas exteriores. Estas conductas lin
güísticas se imponen al individuo, y el instrumento que se utiliza
para ello es la educación. El conjunto de reglas que determinan
la conducta sociolingüística recibe el nombre de «competencia co
municativa» 18.
Esta concepción del «hecho» ha sido duramente refutada por
Eugenio Coseriu 19: no niega que la lengua sea un «hecho social»,
sino que los hechos sociales sean exteriores a los individuos. No
existen hechos extraindividuales, sino interindividuales. Coseriu re
cupera el valor de la individualidad, de la creatividad lingüística
del individuo 20, frente a las propuestas de la sociología de Durk-
heim e incluso de la lingüística de Saussure.
Los planteamientos de la sociolingüística norteamericana están
más cerca de las posturas sociológicas (no las de Durkheim estricta
mente), porque sus propuestas parten de nociones de una dimen
sión mayor que la que tiene el «individuo» (comunidad, clase so
cial, grupo, etc.) 21. Pero no es nuestro deseo ceñirnos a posiciones
teóricas concretas, si bien es grande la dificultad de deshacer un
entramado epistemológico.
Para nuestros intereses, al margen de posiciones más individua
listas o más sociológicas, definiremos el hecho sociolingüístico co
mo un hecho lingüístico en su contexto social, como el fruto de
la relación entre una estructura social y una estructura lingüística 22.
25 Véase «El estudio del lenguaje en su contexto social», art. cit., pág. 238.
el objetivo de la investigación lingüística de la comunidad ha de ser
hallar cómo habla la gente cuando no está siendo sistemáticamente
observada y sin embargo nosotros sólo podemos obtener tales datos
mediante la observación sistemática 26.
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 3
otros cálculos estadísticos es tal que merecen la formulación de dos
reglas básicas:
R e g l a 1 .a :El análisis estadístico debe cumplir, entre otros,
dos fines: a) describir y resumir los datos; y b) hacer es
timaciones de significación y de fiabilidad.
R e g l a 2 .a: La estadística debe ser considerada como un mero
instrumento, nunca como un fin en sí misma.
Lógicamente, la constitución de un tipo sociolingüístico depen
de siempre de la elección de un criterio. Para Durkheim, la distin
ción entre lo normal y lo patológico permite constituir los tipos
sociales37. En el campo de la sociolingüística, no puede ofrecerse
un solo criterio tipificador o clasificador, pero sí pueden presentar
se unas reglas básicas para llevar a cabo una clasificación indepen
dientemente del criterio elegido 38:
R eg la 3 . a : El conjunto de tipos o categorías sociolingüísticas
se ajustará a unos mismos principios o criterios.
R e g l a 4 . a : Los tipos o categorías de cada conjunto serán mu
tuamente excluyentes.
R e g l a 5.a: El conjunto de tipos será exhaustivo, esto es, cada
elemento deberá encuadrarse en uno de ellos.
La constitución de tipos sobre hipótesis previas y sobre materia
les recogidos con una técnica estructurada no suele presentar nin
gún problema, puesto que los criterios, normalmente, se fijan de
antemano. En cambio, es más complicado hacer clasificaciones so
bre materiales que no han sido seleccionados en su observación.
Las técnicas no estructuradas resultan especialmente útiles para crear
las hipótesis. Supongamos que queremos realizar un estudio sobre
el español en su registro familiar o coloquial39. Si los materiales
2.1.1. D ia l e c t o l o g ía y m a t e r ia l e s s o c io l in g ü ís t ic o s
2 .1 .2 . T e o r ía y m é t o d o
Lengua
(datos)
2.1.4. El e s t u d io e x p l o r a t o r io
2.2.1. N iv e l l in g ü ís t ic o
41 Modelos..., passim.
42 «Contraction, Deletion, and Inherent Variability o f the English Copula», Lan
guage, 45 (1969), págs. 715-762.
43 L. Milroy, obras citadas. P. Trudgill, The Social Differentiation o f English
in Norwich, Cambridge, CUP, 1979.
44 Véase H. López Morales, Estratificación social del español de San Juan de
Puerto Rico, México, UNAM , 1983.
45 En algunos casos, hay que crear alfabetos fonéticos especiales, como hicieron
Shuy, Wolfram y Riley para Detroit (Field Techniques..., págs. 33-35). La dialecto
logía se enfrentó hace tiempo a este mismo problema. Véase el alfabeto desarrollado
para los Atlas regionales españoles («Nota preliminar», del ALEA) sobre el pro
los principales problemas con los materiales de este nivel es la co
rrecta identificación de las variables puramente lingüísticas y de los
factores contextúales que favorecen o impiden la aparición de esas
variables 46. Estamos ante un aspecto concerniente más al análisis
de los datos que a su recogida (la interrelación entre las partes del
método es inevitable), pero el problema aparece ya en el estudio
exploratorio, por lo que se ve afectada directamente la fase de la
cosecha de materiales. Es importante fijar en la exploración los ca
racteres exteriores, comunes y constantes de los fonemas o morfe
mas que se van a recoger y de las variables que los rodean, enten
diendo «fijar» como un planteamiento de hipótesis, no como una
caracterización definitiva.
El estudio sociolingüístico de la sintaxis es más complicado, por
que las técnicas aún no han sido suficientemente perfeccionadas y
porque la propia naturaleza de los materiales sintácticos pone con
tinuas trabas. Al estudiar fonemas o morfemas gramaticales, el so-
ciolingüista sabe, antes de comenzar, que está manipulando unida
des finitas en constante recurrencia. Una cantidad de materiales
relativamente pequeña proporciona testimonios de cada una de ellas
con poca dificultad. En sintaxis no ocurre así 47. Conseguir pruebas
suficientes de combinaciones que son infinitas es tarea imposible:
exigiría recoger un conjunto abrumador de datos durante años y
aún así no se tendría la certeza de haber dado cuenta de una parte
puesto por Tomás Navarro Tomás (Revista de Filología Española, II (1915), págs.
374-376).
46 Observing..., págs. 114-115.
47 Véase Ch. J. Bailey y R. W. Shuy (eds.), así como B. Lavandera, «Where
does the Sociolinguistics Variable Stop?», Language in Society, 1 (1978), págs. 171-182;
Variación y significado, Buenos Aires, Hachette, 1984; H. López Morales, «La so
ciolingüística actual», en F. Moreno (ed.), pág. 83; L. Milroy, Observing..., págs. 143-
170; y S. Romaine, «On the Problem o f Syntactic Variation and Pragmatic Meaning
in Sociolinguistic Theory», Folia Lingüistica, 18 (1984), págs. 409-437. También
W. Labov, «Where do Grammars Stop?», en R. W. Shuy (ed.), págs. 43-88.
importante de ellos 48. Al margen de estas dificultades, existen otras
que afectan al complejo teórico-metodológico del variacionismo. La
escuela de Labov parte de la idea de que la variación consiste en
la utilización alternativa de formas equivalentes: decir lo mismo de
distinta forma. Dos formas pueden variar cuando tienen una identi
dad lógica. Ésta es fácil de conseguir con las unidades fonéticas
y fonológicas, pero no ocurre así con las sintácticas. La alternancia
sociolingüística de dos unidades sintácticas exige que ambas tengan
un mismo significado sintáctico, semántico y pragmático 49.
Por el momento, apenas existen investigaciones, comparativa
mente, sobre sociolingüística léxico-semántica, al menos en lo que
respecta a comunidades monolingües. Pero la puerta está abierta
y, según nuestro criterio, la invitación es más generosa que la de
la sintaxis 50.
Existen aún otros hechos lingüísticos que pueden recibir una bue
na acogida dentro de la sociolingüística, aunque hasta ahora han
demostrado más interés por ellos la psicología social51 y los etnó
grafos centrados en el análisis de la conversación 52. Nos referimos
a los actos de habla 53. Hemos tenido oportunidad de profundizar
en este campo 54 analizando actos de habla procedentes de la len
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 5
3.a) Sobre las frecuencias de los datos recogidos en contextos
constantes, realizar la segmentación allí donde se observe una «fron
tera natural»: segmentación a posteriori72.
4 .a) Observar las constantes estadísticas de individuos concre
tos en muy diversos contextos 73.
5.a) Considerar la variación estilística como fruto de la varie
dad de posibles oyentes74.
6.a) Analizar la actitud de los hablantes hacia lo que ellos con
sideran como registros distintos.
La eficacia y posibilidades metodológicas de esta última alterna
tiva aún no han sido comprobadas, pero parece lógico tener en
cuenta este parámetro sobre un objeto que ofrece tanta y tan parti
cular variabilidad.
Detengámonos ahora, aunque sea brevemente, sobre el concep
to de discurso casual. Utilizando esta denominación, estamos que
dándonos al margen de un cúmulo de problemas y contradicciones
que tienen su origen en el término inglés vernacular. En la acepción
no técnica, vernáculo (esp.) y vernacular (ingl.) significan «lengua
(idioma, dialecto, palabra, etc.) nativa de un país». La traducción
que José Miguel Marinas ha hecho del Sociolinguistic Patterns de
Labov evita 75, al hablar de discurso casual, algunos contrasentidos
teóricos. En la sociolingüística escrita en lengua inglesa se utiliza
vernacular con sentidos distintos no especificados. Lesley Milroy
ha llamado la atención sobre este hecho:
Son, pues, tres los sentidos que suele poseer esta denominación,
y en la bibliografía sociolingüística no son habituales las precisiones
a este respecto. De ahí nacen numerosas incongruencias: desde un
punto de vista teórico y metodológico, hay una gran distancia de
una interpretación a otra. Pero es que, además, a la hora de consi
derar ciertos datos como vernáculos, en la tercera acepción, es fre
cuente que se los distinga de otros elementos que, sin justificaciones
teóricas sólidas, reciben el trato de «prestigiosos» 77.
Volvamos de nuevo al discurso casual. Parece aceptarse la se
gunda conclusión de Labov: la conveniencia de utilizar materiales
«casuales» en los estudios sociolingüísticos. Pero los impedimentos
aparecen constantemente, no sólo al intentar caracterizar los mate
riales como casuales (de tal naturaleza no se obtienen pruebas real
mente objetivas), sino en el momento de recogerlos. Aquí la dificul
tad es doble: acertar con la técnica más adecuada para cada caso
y no caer en la paradoja del observador.
Las técnicas utilizadas para recoger datos del registro casual tie
nen, por lo general, una deficiencia común: se presta poco interés
al tipo de interlocutor al que van dirigidos los discursos. La socio-
lingüística variacionista ha pasado de puntillas sobre la importancia
del interlocutor. La sociolingüística llamada «etnografía de la co
municación» 78 (en la que nos atrevemos a incluir los trabajos de
1 2 3 4
+ Poder -l- Poder —Poder —Poder
—Solid. + Solid. —Solid. +Solid.
C uadro 2
2 .2 .3 . C a n t id a d d e d a t o s
2.3. EXPLORADORES
2.3.2. N ú m ero d e e x p lo r a d o r e s
2 .3 .3 . O r ig e n d e l in v e s t ig a d o r
2 .3 .4 . P a r t ic ip a c ió n d e l e x p l o r a d o r
2.3.5. C a r a c te r iz a c ió n d e l in v e s tig a d o r
2.4. INFORMANTES
106 Inmigración entre 1970 y 1981. Sobre población de Alcalá, véase M. A. Díaz
Muñoz, El espacio social en la ciudad de Alcalá de Henares, tesis doctoral inédita,
Madrid, Univ. Complutense, 1987.
107 Véase S. Romaine, «A Critical Overview...», cit., pág. 167.
británicos que llevaron a cabo el «Proyecto sobre Minorías Lingüís
ticas» (Linguistic Minorities Project) 108.
Una herramienta para poder acceder a toda la «población» pres-
tablecida son los censos, en los que quedan recontados todos sus
integrantes. Sin embargo, puede ser difícil obtener una relación ex
haustiva de los individuos que poseen una determinada característi
ca en común. Si se desea hacer un estudio sobre el comportamiento
de ciertas variables léxicas entre la población que consume con re
gularidad cualquier tipo de droga, el sociolingüista difícilmente en
contrará una relación donde se detallen los datos personales de es
tos informantes potenciales; procederá por cálculos aproximativos
o estimaciones, pero probablemente nunca podrá cubrir toda la po
blación de forma adecuada.
Pongámonos ahora en el caso de tener delimitada una «pobla
ción» que no ofrece dificultades para acceder a ninguno de sus es
tratos y de la que disponemos de un censo completo. Normalmente
no es posible recoger materiales de todos los componentes de la
población, tarea por otra parte innecesaria gracias al desarrollo de
la estadística. Lo habitual es trabajar sólo con una parte de esos
componentes, que son seleccionados de entre el total, del que cons
tituyen una muestra. Pero para ello es preciso saber cómo seleccio
nar a los individuos que se transformarán en informantes, en otras
palabras, deben conocerse las técnicas del muestreo. Hay diversas
formas de preparar una muestra. En general, la sociolingüística tra
baja sobre técnicas ya experimentadas por la sociología, que pue
den ser de dos tipos, muestreo de probabilidad y muestreo de no
probabilidad, aunque cada una de ellas admite diversas posibilidades.
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 6
2 .4 .1 . M u e s t r e o d e p r o b a b il id a d
2.4.2. M u estreo de no p r o b a b il id a d
123 Lo mismo ocurre en la muestra estratificada al azar (I. Chein, op. cit., págs.
703-705). En cada cuota no deberían aparecer menos de cuatro o cinco individuos.
124 Véase A. Woods et al., op. cit.; Ch. Muller, Estadística lingüística, Madrid,
Gredos, 1973; C. Butler, Statistics in Linguistics, Oxford, Blackwell, 1985.
125 Véase también el muestreo realizado por M. Alvar en Las Palmas (Niveles
socio-culturales en el habla de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, Excmo.
Cabildo Insular, 1972).
mos destacar entre sus cultivadores a Romaine, Reid o Macaulay 126.
El único requisito que se exige es que el juicio personal del que
elabora la muestra sea «razonable». En verdad, aparte de la dife
rencia en el número de informantes seleccionados, muy poco separa
a esta técnica, científicamente, de la que suele utilizarse en geolin
güística, aunque los cultivadores de la primera se hayan ensañado
en la crítica contra la segunda.
Los tipos de muestreo (de probabilidad y de no probabilidad)
que acabamos de comentar rara vez aparecen en su «estado puro».
Es habitual que se combinen, yuxtapongan, y que se creen variantes
menores, con el fin de adecuarlos a los objetivos de cada investiga
ción. Como conclusión, antes de entrar en otros aspectos, podemos
añadir que, después de un cuarto de siglo de experimentación en
sociolingüística, se ha demostrado que ninguno de los sistemas de
muestreo utilizados por ella (incluimos los de probabilidad) es téc
nicamente perfecto, o lo que es lo mismo, ninguno puede asegurar
una representatividad idónea. Ello también depende en gran parte
del desarrollo de otras disciplinas, como la estadística y la misma
sociología, lo que revela que la nuestra está, y probablemente siem
pre estará, en un estado de dependencia constante.
Hemos de detenernos en un punto más: el número de informan
tes necesario para llevar a cabo una investigación sociolingüística,
en otras palabras, el tamaño de la muestra. William Labov ha con
cluido, a raíz de sus estudios 127, que la sociolingüística no requiere
manejar un gran número de informantes, porque la conducta lin
güística, como ya apuntamos, es bastante homogénea. Gillien San-
koff ha llegado a afirmar que, incluso para las comunidades más
complejas, sería suficiente manejar los datos de 150 informantes 128.
2.5.1. T é c n ic a s de o b s e r v a c ió n
135 Sobre las entrevistas en las Ciencias Sociales, véanse C. Selltiz el al., págs.
399*452; y W. Filstead (ed.), págs. 132-154.
Las conversaciones dirigidas por lo general presentan discursos for
males o semiformales, aunque, si tienen una longitud adecuada,
es posible incluso acceder a discursos casuales. Se ha llegado a afir
mar que este estilo puede presentarse después de una hora de con
versación 136. Establecer límites cronológicos para la «confianza»
humana parece excesivo: hay informantes capaces de pasar a un
registro informal después de 15 minutos de charla, como-los hay
que no pueden salir de la formalidad en dos horas. Del problema
de la obtención del registro informal en una situación de entrevista
ha dado fe la dialectología desde hace años, porque gran parte de
las encuestas geolingüísticas se cubre con conversaciones de este tipo.
William Labov, sin embargo, ha propuesto algunas estrategias
que suelen hacer más corta la búsqueda del discurso casual. Una
de ellas es preguntar:
¿Se ha encontrado usted en alguna ocasión en la que pensaba
hallarse en serio peligro de muerte, en la que ha llegado a pensar:
esta vez ya está? 137.
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 7
3) Discursos que no corresponden a las preguntas. Aparecen
también con frecuencia en las conversaciones dirigidas.
Son explicaciones circunstanciales, a veces de gran lon
gitud, que el informante da por creerlo necesario a pro
pósito de una pregunta, aunque la relación con ella sea
remota, o simplemente por encontrarse más cómodo
haciéndolo.
1 N o h ay de q u é
3 D e nada
4 M uchas veces
5 N o tiene im
po rta n cia
6 N o tiene p o r
q u é darlas
1 Siem pre que lo
n e c esites, d i
ntelo
C uadro 3
A. Técnicas de observación
Observación participativa
B. Técnicas de encuesta
C uadro 4
3 . 1 .1 . P roblem as generales
3 .2 .1 . L a s r e g l a s y s u a p l ic a c ió n
3.2.2. L a s v a r ia b le s s o c ia le s
7 Véase § 2.2.2.
8 Véase P. Trudgill, The Social Differentiation o f English in Norwich, Cam
bridge, CUP, 1974, pág. 92.
9 K. R. Scherer y H. Giles, Social Markers in Speech, Cambridge, CUP, 1979.
como unidades puramente etnográficas y psicológico-sociales. Nos
detendremos especialmente en las variables vistas desde la cuantifi
cación.
La importancia de la recogida de datos para el análisis es enorme,
porque en ella se pondrán en contacto estas clases sociológicas con
variables lingüísticas. Si las ordenaciones preparadas de antemano
no son correctas, el análisis será completamente infructuoso. Sin
embargo, no es necesario hacer mal las cosas para topar con limita
ciones. Hudson comenta que la sociolingüística cuantitativa se ha
visto obligada, en parte, a trabajar con grupos de hablantes, no
con individuos 10. Un inconveniente de este sistema es que la varia
ción que pueda darse dentro de cada grupo queda oculta, a menos
que contemos con datos suficientes como para calcular la «desvia
ción típica o estándar» (§ 3.3.2.). Pero el problema más grave está
en que el análisis de grupos
no permite distinciones para la gente que pertenece a los grupos en
distintos grados; y cuando las puntuaciones individuales se han fun
dido en promedios de grupo, no hay forma de indicar si ello debía
o no haber sido tomado en cuenta 11.
3.2.3. L as v a r ia b le s lin g ü ís t ic a s
3 .3 .1 . G e n e r a l id a d e s
C uadro 5
3.3.2. La d e s c r ip c ió n e s t a d ís t ic a : c o n c e p t o s b á s ic o s
3.3.2.1. La frecuencia
El concepto de frecuencia es bien conocido por todos: el núme
ro de veces que aparece un elemento dado en una unidad concreta.
La sociolingüística trabaja constantemente con frecuencias: el nú
mero de veces que se ha producido la caída de -d- intervocálica
en la terminación -ado de los participios, en los textos recogidos
del discurso informal de hablantes de una clase social concreta 32;
el número de elementos léxicos de la industria textil (en español)
que han sido tomados de la lengua inglesa sin una adaptación fono-
morfológica 33, etc.
Las frecuencias suelen presentarse de dos formas: bien como
frecuencias absolutas (el número real de veces que aparece un ele
mento), bien como frecuencias relativas, llamadas también propor
ciones o porcentajes (la proporción de casos respecto de un total
en que aparece un elemento). Aunque en sociolingüística se trabaja
con ambos tipos, en más de una ocasión se presentan solamente
las frecuencias relativas. Es conveniente dar cuenta simultáneamen
te de ambas para poder comprobar la significación real de las pro
porciones: no es lo mismo obtener una frecuencia de 45 % desde
35 Véase n. 33.
36 Cf. págs. 74-76.
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 9
ña y en el segundo, grande, o, dicho de otra forma, en la heterogé
nea existiría una mayor dispersión que en la homogénea. Vayamos
a una ejemplificación. Supongamos que tenemos dos muestras de
diez hablantes, una de hombres y otra de mujeres, sobre las que
hemos recogido el número de aspiraciones de -s en posición implo
siva (final de sílaba y de palabra) que aparecen al leer un texto.
Podemos encontrarnos con que la media de aspiraciones de -s es
de 5 en cada una de las muestras. Esta coincidencia podría dar
lugar a interpretaciones engañosas si no valoramos qué dispersión
tiene el fenómeno entre hombres y mujeres. En la primera columna
de los Cuadros 6 y 7 aparecen las frecuencias absolutas de aspira-
Hombres Mujeres
X d d2 X d d2
3 -2 4 1 -4 16
6 1 1 18 13 169
12 7 49 22 17 289
4 -1 1 1 -4 16
8 3 9 2 -3 9
7 2 4 1 -4 16
6 1 1 2 -3 9
2 -3 9 1 -4 16
1 -4 16 1 -4 16
1 -4 16 1 -4 16
M
o
O
Lx = 50 Hd2 = 572
X
II
Erf=0 I d2 =
II
x=5 x=5
C ua d r o 6 C u a dro 7
n—1
1 varón 42
2 mujer 0 39
3 10-25 23 20 43
4 26- 19 19 0 38
5 estudiante 20 20 38 2 40
6 no-estudiante 22 19 5 36 0 41
1 arquitecta 8 10 10 8 8 10
2 catedrática 26 28 30 24 27 27
3 científica 24 26 25 25 24 26
4 crítica 17 22 20 19 21 18
5 diplomática 32 31 33 30 31 32
6 física 23 24 25 22 24 23
7 ingeniera 16 14 18 12 17 13
8 médica 16 18 14 20 12 22
9 ministra 19 26 21 24 20 25
10 pilota 2 3 1 4 2 3
11 química 29 21 25 25 25 25
12 asistenta 40 38 41 37 37 41
13 comedianta 29 24 26 27 21 32
14 comercianta 18 17 14 21 11 24
15 dependienta 40 37 40 37 37 40
16 estudianta 8 11 5 14 4 15
17 presidenta 30 35 32 33 30 35
18 veterinaria 32 26 33 25 29 29
19 perita 4 5 4 5 3 6
20 conce jala 28 22 24 26 21 29
21 decana 17 16 17 16 12 21
22 diputada 37 31 38 30 33 35
23 escribienta 16 12 13 15 12 16
24 sirvienta 41 37 43 35 39 39
25 naveganta 3 5 3 5 3 5
26 licenciada 42 36 42 36 39 39
Cuadro 8
Frecuencia aproximada
de uso de «usted»
C uadro 9
edad carrera
C u a d ro 10
3H
30-
25-
20- ______________ ______________
15- _____
10- --------------------
5 - 1 1 1 1 1 1 1 ___________________
10 20 30 40 50 60 Parámetro B
C uadro 11
B O M B O M B O M
1 3 5
C u ad ro 12
3 . 3 .3 . P ruebas e s t a d ís t ic a s
\\ ¡/ ni
- + ~n2
donde n es el tamaño de cada muestra (1 y 2), s la desviación típica
y x la media 47.
La diferencia principal entre la prueba t y el análisis simple está
en que t sólo puede trabajar con dos muestras (en nuestro ejemplo,
una de hombres y otra de mujeres), mientras que a n o v a simple
puede trabajar con más, siempre que sean estados distintos de una
misma variable (por ej., edad: —20, 21 —35, 36 —50, 51 —).
La gran ventaja del análisis compuesto de la varianza es que
permite manejar más de una variable (por ej., sexo y edad) 48, den
tro de las cuales se distinguen varios niveles, con los cuales se tra
baja realmente.
e
Esta prueba puede aplicarse sobre cualquier número de varia
bles y trabaja con frecuencias absolutas. Una correcta utilización
de ella implica realizar tres tareas, aparte de las operaciones deriva
das de la fórmula:
Línea 1 62 58 60 180
Línea 2 108 96 102 306
Línea 3 46 31 49 126
Línea 4 33 27 37 97
C ua dro 13
e
709
2 1 1 5
4 4 2 6
2 5 1 7
1 6 3 8
1 7 1 9
2 8 4 10
3 9 1 14
2 10 1 16
2 12 1 19
1 18 1 21
1 21 2 22
1 22 1 23
1 24 2 24
26 1i
1 30
1 32
1 36
C u ad ro 14
n = 24 N = 24
x = 9 .9 6 x= 15.83
s= 7 .015 s = 8 .956
C u a d r o 15
8 16
24
Corteses
( 100%)
(3 3 % ) a b ( 66 % )
15 c d 9
24
No corteses
(100%)
(6 2 .5 % ) (3 7 .5 % )
23 25
C u a d r o 16
50 En el año 1978, Guy Fielding y Colín Fraser comprobaron una hipótesis simi
lar a la nuestra: conforme crece la familiaridad, el hablante reduce la duración de
su discurso («Language and Interpersonal Relations», en Markova (ed.), The Social
Context o f Language, New York, John Wiley, 1978, págs. 217-232).
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 10
La prueba de x2 ha demostrado ser útil cuando los datos pueden
aparecer en tablas como las del Cuadro 16 (2x2). Sin embargo,
Lawrence M. Davis ha señalado la necesidad de corregir los resulta
dos de esta técnica con el fin de que sea mucho más fiable 51. Siem
pre que sea posible la aplicación de tests paramétricos (por ejem
plo, t), ésta se preferirá a la de x2.
SX SY
4.5 4 0.5
15 19 -4
14 16 -2
9.5 12.5 -3
20.5 20.5 0
13 14.6 1.6
7 7 0
7 10 -3
12 17.5 - 5 .5
1 1 0
17.5 11 6.5
2 3,5 26 - 2 .5
17.5 14.5 3
11 9 2
23 .5 24.5 -1
4.5 5 - 0 .5
17 22 -3
2 0.5 17.5 3
3 2.5 0.5
16 12.5 3.5
9.5 8 1.5
22 2 0.5 2.5
7 6 1
25 2 4 .5 0 .5
2 2.5 0.5
26 23 3
C u a d r o 17
C ua dro 18
donde
Sx
4
Variable Y 3
(dependiente) 2
1
10 20 30 40
Variable X
(independiente)
C u a d r o 19
9 VA RÓ N, A D U L T ., S E R V ., M EN O R, MUY CO N O C.
11 VA RÓ N, A D U L T ., S E R V ., IGUAL, MUY CO N O C.
32 M U JER, JO V E N , E S T U ., MAYOR, DESCO N O CI.
13 VA RÓ N, A D U L T ., S E R V ., M AYOR, MUY CO N O C.
34 M U JER, A D U L T ., S E R V ., M EN O R, D ESCONOCI.
21 VARÓN, ANCLA., SE R V ., M AYOR, MUY CONOC.
37 M U JER, A D U L T ., S E R V ., MAYOR, MUY CON O C.
19 VARÓN, A D U L T ., D O C T ., M AYOR, MUY CO N O C.
43 M U JE R , A D U L T ., D O C T ., M AYOR, MUY CONOC.
45 M U JER, ANCLA., S E R V ., M AYOR, MUY CO N O C.
10 VARÓN, A D U L T ., SE R V ., MEN O R, D ESCONOCI.
12 VARÓN, A D U L T ., S E R V ., IGUAL, DESCONOCI.
C uadro 20
Patronización (español)
este cálculo se aplicó el programa Q u a n t i f i c a t i o n III que agrupó
aquellas formas que eran utilizadas en condiciones más similares
(por ej., formas vocativas que son usadas por hombres para dirigir
se a mujeres adultas, doctoras, poco conocidas por el hablante).
El programa proporciona unas tablas (patrones) donde las fórmulas
vocativas y las características de los interlocutores se ordenan según
las condiciones en que son elegidas y el uso que se hace de ellas.
Los patrones reflejaron por separado los usos en japonés y en espa
ñol. (Presentamos sólo el correspondiente al español, Cuadro 20.)
También sobre los cálculos de asociación pudo elaborarse una
gráfica tridimensional (Cuadro 21) donde quedaron ordenadas de
forma conjunta las fórmulas japonesas y españolas, según las con
diciones de su uso: la edad relativa de los interlocutores y el grado
de conocimiento entre ellos parecen ser los rasgos que determinan
la aparición de estas fórmulas en circunstancias concretas.
Al margen de la técnica que acabamos de comentar y de los pro
cesos, también multivariables, de elaboración de la regla variable, en
los últimos años se han utilizado con frecuencia el análisis facto
rial 61 y los modelos de logaritmos lineales. Estas técnicas permiten
reducir las dimensiones de los factores analizados para hacerlos más
fácilmente comparables y descubrir entre qué variables, de las mu
chas que pueden combinarse, se da una mayor interacción.
Dittmar, Schlobinski y Wachs ofrecen un análisis logarítmico
lineal de una variable fonológica del habla berlinesa: /g /. Las va
riables manejadas fueron las siguientes:
Variable A : realización de / g / en posición inicial
A = 1 [g]
a =2 m
.IraQsyarundesuka?
.IkareruNdesuka?
/
. Docirae^
, X
. Don Francisco
+ .5
#'¿va Ud.?
/ ¿va?
Samada-seNse
. Sense: . Sr. Pérez
. Yamada-saN
/
/
Ikundesuka? + .5
Pérez Grado de proximid.
. Francisco
. Paco /
/
/ Yukio-saN
/ . Dokoe
f,vas?
Yamada
. Paqui . Paquito _ <5
Yukio. D oko”
. Yamada-kuN
./ . Ikuno?
Yukio-kuN
/ . Yukio-cyaN
C uadro 21
Variable B: contexto precedente
B = 1 # (límite de palabra)
B - 2 + (límite de morfema)
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 11
4.2. LA V A RIA CIÓ N SO CIO LIN G Ü ÍSTICA
4 «B uilding...», pág. 20. Véase S. Rom aine, «The Status o f variable Rules in
Sociolinguistic Theory», Journal o f Linguistics, 17 (1981), págs. 93-119.
5 S. Rom aine, Socio-historical Linguistic: its Status and M ethodology, C am
bridge, C U P, 1982.
6 J. Milroy y L. Milroy, «Linguistic Change, Social NetWork, and Speaker Inno-
vation», Journal o f Linguistics, 21 (1985), págs. 339-384. G ran parte de las ideas
expuestas en este artículo se incorporan a la 2 .a ed., de L. M ilroy, Language and
Social Networks, O xford, Blackwell, 1987, especialmente en el cap. 7.
reglas variables, dicho de otro modo, no siempre se ha pasado «de
la frecuencia a la probabilidad». Numerosísimas investigaciones han
dado cuenta de la variación aplicando sobre las frecuencias las más
diversas técnicas de comprobación de hipótesis. Sobre variables fun
damentadas en el concepto de red social, no de estratificación, Mil-
roy realizó análisis de varianza y correlaciones de Spearman que
le permitieron comprobar cuantitativamente que, incluso cuando las
variables «edad», «sexo» y «clase social» permanecen como cons
tantes, la fuerza de los vínculos entre los individuos que forman
una red social hace que su lenguaje se sitúe más cercano a normas
adquiridas en sus años adolescentes (vernaculares) 1. Los cálculos
de correlación tal y como fueron realizados por la profesora de
la universidad de Newcastle permitieron llegar a un coto casi veda
do para la sociolingüística laboviana: la comparación de datos lin
güísticos cuantificados con datos de individuos cuantificados sobre
las redes. En este caso, no sólo se trata de partir de principios teóri
cos distintos (red/estrato social), sino de darles un desarrollo meto
dológico diferente.
En el estudio de la comunidad de Quintanar de la Orden 8, se
incorporó de forma sistemática la variable «interlocutor», cuyas va
riantes fueron localizadas respecto de los emisores de los mensajes
y respecto de los actos lingüísticos coloquiales gracias a un análisis
multivariable y a los patrones proporcionados por el programa
Q u a n t e f ic a t i o n III de Hiroto Ueda 9. Este tipo de análisis abre
una de las muchas posibilidades existentes para explorar los terre
nos intermedios entre la sociolingüística y la pragmática.
4 .3 .2 . L e s l e y M il r o y
4 . 3 .3 . D e r e k B ic k e r t o n
C uadro 22
4 .4 .1 . E l p r e s tig io d e s d e l a s o c io lo g ía
SOCIOLINGÜÍSTICA. — 12
rán a factores como el origen social, la educación, los ingresos o
incluso el mismo aspecto físico del individuo. Ahora bien, la pre
sencia simultánea de todos ellos no es condición sine qua non para
la obtención de un status determinado.
Muy polémica fue en su momento la teoría de la estratificación
que defendieron Kingsley Davis y Wilbert Moore, más conocida
como hipótesis Davis-Moore 40. Sus planteamientos teóricos están
dentro de la línea de investigación llamada «funcionalismo». En
esencia, sus ideas eran las siguientes: un estrato o una posición so
cial vienen determinados por su importancia funcional en correla
ción con el número de personas que son capaces de ocuparlo. De
ahí nace la desigualdad en la distribución de prestigio: sólo los que
desempeñan satisfactoriamente una función, para la que deben es
tar perfectamente capacitados y preparados, estarán en disposición
de adquirir un prestigio que irá aumentando conforme más impor
tante sea la función social. Estamos ante un punto de vista distinto
del de Gerth y Mills: sus ideas parecen llevar a un «tanto tienes,
tanto vales», mientras que las de Davis-Moore se aproximan más
a un «tanto funcionas, tanto vales». Pero creemos que los plantea
mientos no son contrarios, sino complementarios, porque conseguir
y mantener una ocupación, por mucho que ésta se defina por la
remuneración que comporta, supone cumplir una función social y
cumplirla bien. A mejor preparación individual, más importante
función social y, por tanto, mejor ocupación, aunque esta cadena
no se establece de forma indefectible, por lo que se hace necesario
separar para su análisis unas nociones de otras.
Tan sólo nos detendremos en una teoría de la estratificación
más: la presentada por Jonathan Turner 41. Su forma de ver las
C ua dro 23
donde F es «factor».
45 Lope Blanch («El concepto de prestigio y la norm a lingüística del español»,
Anuario de Letras, X (1972), págs. 29-46) afirm a, con acierto, que los factores
extraidiom áticos que determ inan el prestigio de cualquier norm a lingüística pueden
englobarse en las siguientes categorías: políticos, demográficos, económ icos, históri
cos y culturales. Al leer el artículo se echan de m enos m uchas precisiones teóricas.
dios considerados como la vanguardia de la sociolingüística, a pro
pósito de la vulgarización del latín, uno de los procesos sociolin-
güísticos más apasionantes para su estudio de los que se han dado
en las lenguas occidentales, pero que difícilmente podremos cono
cer en profundidad por la falta de datos. Hablar de la vulgarización
del latín es hacer referencia a tres agentes principales: el cristianis
mo, las invasiones bárbaras y la ruptura de las tres aristocracias
(la de la sangre, la del poder y la del dinero) 46. Este último agente
surgió con la dinastía Julio-Claudia. Hasta los últimos tiempos de
la República, debió de ser relativamente fácil saber dónde se con
centraba el prestigio social y el prestigio lingüístico, pero cuando
el dinero dejó de ir sólo a los poderosos, cuando los nobles dejaron
de ser los más ricos, cuando la cultura dejó de ser patrimonio ex
clusivo de nobles y pudientes, el prestigio dejó de ser un monopo
lio. Sólo la consideración parcial de cada uno de estos factores so
ciológicos puede dar alguna luz sobre la sociolingüística del latín,
especialmente a partir de Nerón 47. Muchas sociedades actuales tam
bién muestran un reparto irregular de estas aristocracias; no tiene
sentido, pues, seguir considerándolas como una sola cuando se tra
ta de hacer investigación. Sería de ingenuos pensar que, en la socie
dad occidental actual, sólo los ricos o los que ostentan el poder
tienen prestigio en cuantía suficiente como para orientar la direc
ción de los principales cambios lingüísticos.
4.4.2. El p r e s t ig io d esd e la l in g ü ís t ic a
4 .4 .3 . El p r e s t ig io d esd e la s o c io l in g ü ís t ic a
69 Véase nota 4.
70 Véase, por ejem plo, H. López M orales, «índices de inseguridad lingüística
en San Juan», en Dialectología y sociolingüística. Temas puertorriqueños, cit., páginas
165-181. Labov, Modelos..., cap. 5.
nes de bilingüismo, ya que la información se recoge de una forma
indirecta. Sin embargo, creemos que debe concederse más impor
tancia de la que hoy tienen a las técnicas directas, que permiten
al hablante dar.su opinión abiertamente sobre lo que considera pres
tigioso. Desde esta perspectiva y para una situación de monolin-
güismo, redactamos un brevísimo cuestionario en el que se hacía
a los informantes las siguientes preguntas:
71 Las encuestas en la Puerta del Sol fueron realizadas por las sociólogas Juliana
Moreno Fernández; y Montserrat Navarrete Lorenzo, a quienes agradecemos su cola
boración y profesionalidad.
(12.5%), pero ni la muestra de la calle, ni la rural atienden a este
factor 72.
La segunda pregunta, «¿En qué nota Vd. que habla mejor el
tipo de personas que ha señalado en la pregunta anterior?», ofrece
H om bres M ujeres X
c. urbana:
Hombres M ujeres X
c. rural:
H om bres Mujeres X
c . rural:
Hombres Mujeres X
Compárense nuestros resultados con los que ofrece López Morales (Sociolingüística,
Madrid, Gredos, 1989, págs. 205-222).
tres muestras, al vocabulario, a la fonética, a la corrección norma
tiva y a la facilidad de palabra, entre otros factores; pero hubo
discrepancias significativas: el 25.4% de las respuestas de la gente
de la calle considera el léxico, el vocabulario, como el índice más
significativo de buen hablar, mientras que, para los estudiantes de
filología, la respuesta más frecuente se refería a la corrección de
los usos lingüísticos (20%), aunque le seguía en importancia cuanti
tativa el léxico. En la muestra rural, el léxico tiene una frecuencia
tan sólo del 6.5%. Llama la atención la aparición en los tres tipos
de informantes de una respuesta vaga y ambigua desde un punto
de vista lingüístico: «se nota que se habla mejor en la forma de
expresarse». Dentro de la lógica está que en la muestra urbana sea
la segunda respuesta más frecuente (17.6%) y que sea la más fre
cuente en la rural (29.1%); menos lógico es que ocupe la tercera
posición entre los estudiantes de filología con un 15% y detrás del
vocabulario y de la corrección. Hay que apuntar, no obstante, que
entre los universitarios se atiende por ejemplo a la sintaxis, factor
que no es citado entre la gente de la calle, aunque sí en la comuni
dad rural (2.1%), y que es esta última la única que da cierta impor
tancia (10.8%) a elementos de contenido.
A la pregunta «¿Le gustaría hablar como ese tipo de personas?»
se respondió afirmativamente con toda contundencia, especialmen
te por parte de los estudiantes (86.6%). También es importante el
sí de la muestra urbana (69.7%) y de la rural (72.5%), pero mien
tras en éstas aparece un 9.3% y un 12.5%, respectivamente, de
respuestas negativas, en la universitaria el no es inexistente 74. Tan-
Los datos completos son éstos:
u n iv e r s it a r io s :
H om bres Mujeres X
c. urbana:
Hombres Mujeres X
c. rural:
Hombres Mujeres X
c . urbana:
H om bres Mujeres X
c. rural:
H om bres Mujeres X
u n iv e r s it a r io s :
Hombres Mujeres X
c. u r b a n a :
Hombres Mujeres X
c. rural:
Hombres Mujeres X
B) Tipos de prestigio
El análisis del prestigio exige, finalmente, establecer cuatro di
cotomías que se desprenden de todo lo dicho anteriormente:
1. Prestigio de la ocupación / Prestigio del individuo
Existe un prestigio como atributo de la reputación de las perso
nas y un prestigio como atributo formal de determinados puestos
sociales 77. El primero es fruto de la interacción social entre miem
PRESTIGIO
EXTERNO
CLASE B
PRESTIGIO INTERNO
C u a d r o 24
estudio de la variación geolingüística ha sido competencia desde ha
ce más de un siglo de la dialectología, a la que paulatinamente se
han ido incorporando los avances más notables de la lingüística
general: en los años 50 quedó clara la posibilidad de llevar a cabo
una dialectología estructuralista (Weinreich), de igual forma que
en los 70 se vieron abiertas las puertas de una dialectología genera-
tivista (López Morales).
En principio, nadie'niega la existencia de un juego de influen
cias mutuas entre los hechos sociolingüísticos y los geolingüísticos,
pero no parece muy claro qué vía metodológica hay que seguir para
el estudio de la imbricación de unos y otros. Dado que es posible
hacer descripciones dialectales desde el modelo generativista y que
la sociolingüística, al menos la de Labov, también parte de él, po
dría estar ahí el primer acercamiento; sin embargo, el terreno está
aún virgen. Se piensa que Peter Trudgill 80 está siendo el encargado
de guiar la aproximación entre ambas disciplinas, pero no acaba
mos de ver con nitidez que se esté haciendo algo distinto a combi
nar «detalles» dialectales con «detalles» sociolingüísticos. Más
parece una yuxtaposición de resultados obtenidos con métodos dis
tintos que la creación de una metodología específica. Bien útiles
podrían ser los planteamientos realizados por Pedro Roña 81, pero
tampoco han sido llevados suficientemente a la práctica 82.
Con el fin de acercar ambas disciplinas, somos partidarios, por
ejemplo, de incluir la sociolingüística en los atlas 83, pero compren
C u ad ro 25
actitud lingüística, 32, 53, 86, 100, 102-158, 160, 164, 209, 210,
104, 166, 174, 184, 199. 214-215.
actitud social, 53, 76, 77, 187, 188. d e v a r i a n z a ( a n o v a ) , 33,
a n a lis is
acto de habla, 60 n. 53, 102, 120, 138, 139-140, 165.
121, 142, 165. análisis de vocales, 58, 118-119, 126,
actuación lingüística, 209. 139, 155-156, 215.
adecuación de los enunciados, 182- antropología, 14, 17, 22.
183. asociación de Goodman y Kruskal,
adolescentes, 67, 93, 165. 153 n. 60.
adquisición de lenguas, 14, 15. atlas lingüístico, 41, 43, 44 n. 9, 58,
alfabeto fonético, 58 n. 45. 202, 207.
análisis de consonantes, 29, 56, 56
n. 40, 58, 111, 113, 114, 118-119, bilingüismo, 15, 174, 189, 196.
126, 127, 130, 138, 139. «bola de nieve», 87.
análisis de la conversación, 60, 110,
199. cálculo de F, 139.
análisis cualitativo, 30, 44, 51, 68, cambio de código, 15, 111.
90, 109-112. cambio de lengua, 15.
análisis cuantitativo, 31, 44, 51, 68, cambio lingüístico, 19, 32, 57, 161,
86, 90, 109-112, 212. 163, 164, 166-173, 200, 216.
análisis factorial, 23, 155. cantidad de datos, 69-71.
análisis multivariable, 133, 152-158, característica, 124-125, 214.
165, 215. censo electoral, 83, 86.
análisis de señales digitalizadas, 119. censo de población, 81.
análisis sociolingüístico, 18, 19, 23, ciencias exactas, 47.
32-36, 37, 39, 71, 77, 78, 87, ciencias naturales, 28, 47.
ciencias sociales, 28, 47, 69, 82, 102, cuestionario, 31, 35, 45, 91, 94,
122 n. 24, 110, 160. 100-105, 120, 212, 214.
clase social, 26, 78, 84-85, 165, 175, cuestionario de alternativas fijas,
176, 177, 180, 186, 199. 100, 101, 102, 105, 121.
clase alta, 85, 169, 170, 176, 186. cuestionario de final abierto, 100,
clase baja (obrera), 42, 85, 87, 101, 102, 105, 120, 190.
118, 167, 176. curva normal (de Gauss), 128.
clase media, 167, 168.
codificación, 33. densidad de la red, 116-118.
competencia comunicativa, 26. despedidas, 25, 120.
competencia lingüística, 50, 205, 215. desviación típica (estándar), 115,
comunidad de habla, 26, 48, 52, 127, 129-131, 137, 215.
54-55, 118, 162, 163. diagrama de barras, 133-137.
comunidad rural, 189-198. diagrama de dispersión, 151.
comunidad urbana, 189-198. dialecto, 15, 19, 162, 171, 173, 174.
conducta social, 187. dialecto auténtico (real dialect), 42,
conflicto lingüístico, 174. 43.
contexto lingüístico, 66, 111. dialectología, 19, 22, 41-45, 47, 58,
contexto situacional, 17, 61, 76, 78, 90, 96, 108, 202, 207-208, 212.
92, 114, 153. dialectología comunicativa, 203, 207.
contexto social, 15, 26, 29, 35, 109, dialectología estructuralista, 202.
163, 207, 209, 212. dialectología generativista, 202.
continuum estilístico, 66. dialectología social, 203, 207.
conversación dirigida, 95-97, 105. dialectometría, 108.
conversación no dirigida, 97-98, 105. dialectos en contacto, 93.
corrección, 32, 175, 182, 187, 188, diglosia, 185, 196.
193, 197. dinámica de grupos, 40.
corrección de Yates, 146 n. 51. disculpas, 120.
correlación, 33, 117, 138, 146-151, discurso casual, 63-68, 74, 93, 96,
152, 215. 97, 98.
correlación lineal (Pearson), 23, 147. discurso espontáneo, 63.
correlación de rangos (Spearman), distribución, 124, 126, 214.
147-148, 165.
cortesía, 142-144. edad, 33, 42, 77, 84, 85, 111, 113,
covarianza, 146-147, 215. 114, 125, 133, 135, 140, 155, 165,
cuantificación, 125-126, 214. 189, 197.
cuantificación de la red, 117-118. educación, 15, 26.
encuesta dialectal, 18, 44, 45, 72, 98. estructuración de los datos, 30, 31.
encuesta de puerta en puerta, 98, estructuralismo, 162.
99-100, 105. estudio exploratorio, 36, 55-57, 71,
encuesta rápida, 98, 99-100, 105. 84, 118, 190.
enseñanza de lenguas, 122 n. 24. ética de la investigación, 69.
entidad social, 52-55. etnografía, 14, 17, 22, 115, 209.
entrevista, 31, 64-67, 94-98, 105, etnografía de la comunicación, 17,
212-214. 23 n. 10, 48, 52, 66, 67, 68, 73,
entrevista estructurada, 95, 98, 105. 75, 78, 93, 109, 112, 116.
entrevista no estructurada, 95, 105. etnología, 14.
entrevista telefónica, 98, 99-100, 105. excusas, 120.
escala de implicación, 52, 171-173. explorador, 30, 31, 71-77, 212.
escala de intervalos, 126, 147. explorador dialectal, 72, 74.
escala de Likert, 100, 105.
escala nominal, 125, 138. fiabilidad, 44, 80, 123, 137.
escala ordinal, 125-126, 138, 147, filosofía, 47.
148. filosofía del lenguaje, 204.
escala proporcional (ratio scale), 126. fórmulas vocativas, 153-156.
espectrograma, 119. frecuencia, 127-128, 137.
estadística, 19, 33, 40, 81, 88, 89, frecuencia absoluta, 127-128, 133,
121, 122-158, 159, 210, 214-215. 140.
estadística confirmatoria, 123. frecuencia relativa (proporción, por
estadística descriptiva, 123-, 215. centaje), 127-128, 132, 133.
estadística exploratoria, 123. función social, 178-180.
estadística de inferencias, 123-124.
estadística lingüística, 88, 122. geografía lingüística, 18, 41-45, 52,
estereotipo, 168. 70, 71, 73, 77, 83 n. 111, 89,
estigma, 175, 185-186. 200-208, 209, 212.
estratificación social, 40, 118, 165, geolecto, 203-204.
175, 176, 177, 180. grabación secreta, 69.
estratificación sociolingüística, 35, gráfica de curvas, 133-137.
36. gramática generativa, 31, 46, 162,
estrato social, 15, 116, 165. 202 .
estructura lingüística, 26, 35. gramática individual, 171.
estructura de la red, 116-117. gramáticas en contacto, 60 n. 48.
estructura social, 26, 35. gramaticalidad, 31, 175, 182, 183.
grupo social, 30, 48, 52-55, 115, 118, lectura, 64, 98, 99.
167, 171, 179, 189, 226. lengua criolla, 171, 172.
guía telefónica, 83. lengua escrita, 65.
lengua hablada, 62, 65, 204.
habla local, 41. lengua pidgin, 172.
hablante nativo, 79-80. lenguas en contacto, 15, 16, 111,
hablante-oyente ideal, 46, 162. 173.
hecho lingüístico, 26. lingüística feminista, 186.
hecho social, 15, 25, 26, 30. lingüística general, 16, 19, 31, 40,
hecho sociolingüístico, 25, 28, 36, 161, 202, 216.
39, 55, 92. lingüística del habla, 205, 212.
hipercorreción, 168. lingüística histórica, 19, 47, 108, 173,
hipótesis, 33, 34, 35, 36, 39, 56, 59, 200, 205-208, 209, 210, 213, 216.
78, 113, 119, 137-138, 165, 211. lingüística de la lengua, 22, 205.
hipótesis Davis-Moore, 178. lingüística matemática, 88.
hipótesis nula, 138, 142, 145, 160. listas de contribuyentes, 83.
histogramas, 133, 135-137,. listas de números al azar, 82.
homogeneidad de la conducta lin listas de palabras, 64, 99.
güística, 70, 212. logaritmo lineal, 155-156.
Págs.
P rólogo ............................................................................................................ 7
A g r a d e c im ie n t o s .................... ................................................................... 11
I n t r o d u c c ió n ............................................................................................... 13
¿ Q u é s o c io lin g ü ís tic a ? ...................................................................... 14
¿Q ué m e to d o lo g ía ? ......................................................................... 16
I. L as r e g l a s d e l m é t o d o s o c io l in g ü ís t ic o .............. . 21
1 .1 . Reglas de recogida de datos ..... .......................... 27
II. L a r e c o g id a d e m a te r ia le s ................................................... 39
te ó r ic a s ...................................................................... 159
4.1. Después del análisis ..................................... 159
4.2. La variación sociolingüística ...................... 162
4.3. El cambio lingüístico .................................... 166
4.3.1. William Labov ..................................... 167
4.3.2. Lesley Milroy ....................................... 169
4.3.3. Derek Bickerton ................................... 170
4.4. Lengua y prestigio ........................................ 173
4.4.1. El prestigio desde la sociología ....... 175
4.4.2. El prestigio desde la lingüística ....... 181
4.4.3. El prestigio desde la sociolingüística. 184
4.4.4. Precisiones al concepto de prestigio en
sociolingüística .............................. 187
A) El descubrimiento y la medida del pres
tigio, 187. — B) Tipos de prestigio, 198.
4.5. Variación sociolingüística y variación geolin
güística ..................................................... 200
4.6. El proceso comunicativo .............................. 204
4.7. Lingüística del habla .................................... 205
Págs.
C o n c lu s ió n ............................................................................................................ 209
Ín d ic e de a u to re s ......................................................................................... 237