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Tabla de Contenido

Sinopsis Capítulo 17

Capítulo 1 Capítulo 18 2

Capítulo 2 Capítulo 19

Capítulo 3 Capítulo 20

Capítulo 4 Capítulo 21

Capítulo 5 Capítulo 22

Capítulo 6 Capítulo 23

Capítulo 7 Capítulo 24

Capítulo 8 Capítulo 25

Capítulo 9 Capítulo 26

Capítulo 10 Capítulo 27

R.L. Mathewson
Capítulo 11 Capítulo 28

Capítulo 12 Epílogo

Capítulo 13 Próximo libro

Capítulo 14 Acerca de la Autora

Capítulo 15 Créditos

Capítulo 16
Sinopsis
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Harta de ser la pusilánime más grande del mundo, Haley decide que las
cosas van a cambiar empezando por el enervante vecino que tiene mucho encanto
pero no suficiente compostura. Lo que no esperaba era ser succionada hacia su
mundo, pero Haley tiene un plan de juego y no se permitirá olvidar lo que el chico
malo de al lado es capaz de hacer.

Lo último que Jason esperaba era que su tímida vecina se lanzara sobre él
hecha Rambo por unas flores arruinadas. Después de que decide acogerla bajo su
protección no puede evitar notar que ella encaja perfectamente en su vida. Ahora
lo único que queda es convencerla de que se trata de algo más que un juego.

R.L. Mathewson
Capítulo 1
Traducido por Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Akanet

—¡Oh, no, no, no, no, no! —murmuró Haley con incredulidad mientras
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observaba a sus tulipanes color rosa, blanco y amarillo ser arrancados brutalmente
de la tierra. Se alejó del escritorio de la computadora y salió enfurecida hacia la
puerta principal. Ella iba a matarlo, esta vez no había duda de ello.

Después de cinco largos años de tonterías juveniles él por fin había llegado
demasiado lejos. Su compañera de habitación no había sido siquiera capaz de
molestarla tanto, incluso cuando pasó por su período de seis meses sin bañarse o
usar desodorante para “salvar el planeta”.

Hace cinco años había estado orgullosa de comprar su primera casa a la


madura edad de veinticuatro años. Había trabajado fuertemente para comprar su
casa de ensueño, un rancho de un nivel con dos recámaras. La experiencia de ser
propietaria de su casa era mejor que cualquier cosa que pudiera haber imaginado.

Pasó incontables horas eligiendo la combinación perfecta de colores para

R.L. Mathewson
cada habitación, limpiando, organizando y asistiendo a cada venta de garaje en un
radio de 48 kilómetros, tratando de transformar la madera y el yeso en un
verdadero hogar. Nada de ese trabajo podría incluso comenzar a compararse con
las incontables horas que pasó con su césped y jardín. Con innumerables ampollas,
cortes, picaduras de abeja y dolores de espalda, ella convirtió su aburrido patio en
un paraíso.

Su alegría duró cuatro meses. Fue entonces cuando él se mudó a la casa de


al lado. Al principio estaba emocionada de tener un vecino, uno que no era anciano
y bueno, malhumorado. Todo su placer terminó en el momento en que conoció a
Jason Bradford.
Durante los primeros diez minutos de su llegada se había apoyado en su
buzón de correo, derramado envolturas de comida rápida desde su auto en la
propiedad de ella, la cual rápidamente se desplazó sobre su inmaculado césped y
orinó en el viejo y grande árbol de roble en su jardín delantero con una tímida
sonrisa y un encogimiento de hombros en su horrorizada dirección.

El hombre era un bárbaro.

Por los siguientes cinco años, él volvió su pintoresca vida una pesadilla. No
estaba segura de cómo una persona lograba tomar tanto control sobre su felicidad, 5
pero él lo hizo. Con los años ella trató con municiones de paintball decorando la
ropa colgada en su tendedero y al lado de su casa, música fuerte, fiestas, dos veces
encontró gente desnuda tratando de trepar la cerca para bañarse desnudos en su
piscina, borrachos jugando baloncesto a las tres de la mañana, mujeres lanzando
ataques histéricos en su césped delantero y a veces en el de ella cuando el idiota se
negaba a salir y tratar con ellas.

Lo que lo hacía peor era que ambos trabajaban en la misma escuela


secundaria privada, en el mismo departamento, en aulas y plazas de aparcamiento
contiguas. No pasó mucho tiempo para que él convirtiera su trabajo y casa de
ensueño en una pesadilla. En el trabajo tenía que tratar con sus constantes
“prestamos” de cosas de su espacio como papel, lápices, libros y hasta su escritorio
una vez.

R.L. Mathewson
Él parecía creer que era el hombre más encantador en la tierra y no tenía
ningún problema en utilizarlo para salirse con la suya, dejándola a ella con trabajo
adicional y responsabilidades mientras que él llegaba a ser el despreocupado
maestro. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que tendría que aguantarse
eso en el trabajo. No había forma de que a su edad pudiera conseguir un trabajo
mejor. Había tenido suerte al aterrizar en este. Así que la única opción que le
quedaba era mudarse.

Después del primer año trató de vender su casa, sin éxito. Cada vez que un
posible comprador estaba alrededor él los espantaba sólo por ser Jason. Abandonó
la idea de vender su casa durante los siguientes dos años y la retomó de nuevo el
año pasado, cuando él agarro un palo de golf y le disparó a tres de sus ventanas.
Después de que logró ahuyentar a quince posibles compradores por salir a recoger
el correo en sus calzoncillos, o con un ataque particularmente memorable de rabia
cuando lanzó su computadora por la ventana acompañado de un fuerte estruendo,
y por supuesto, el cuidado o la falta del mismo de su propiedad.

Su césped estaba cubierto de garranchuelo1 y malas hierbas. Él sólo le


pagaba al chico del barrio por cortarlo una vez al mes. El resto del tiempo era el
hábitat elegido por las pequeñas criaturas del bosque. La casa necesitaba un serio
trabajo de pintura, o al menos una limpieza por todas las virutas de pintura que
habían caído al suelo durante los años. Si él personalmente no asustaba a alguien
al salir, su casa hacia el trabajo. Ella renunció a su sueño de mudarse cinco meses 6
atrás y se conformó orando porque él se mudara pronto, muy pronto.

Ahora él iba tras sus bebés. Esto no sucedería. Ya era suficiente. En los
últimos cinco años se había mordido la lengua, con demasiado miedo para
quejarse. Siempre había sido así, incluso cuando era una niña.

Siempre fue la tímida y tranquila chica con su nariz enterrada en un libro,


esperando que nadie la notara. No era tanto que no fuera una persona muy social,
lo era. Tenía más que ver con el hecho de que era una enorme gallina. Cuando los
otros niños la acosaban o zarandeaban, ella se encogía, incapaz de lidiar con la
confrontación. Esa mala costumbre la siguió hasta la edad adulta.

Se hacía peor con los apuestos hombres como Jason. Su cabello de ébano,
ojos azules océano y una cincelada belleza que la ponía nerviosa. Simplemente no

R.L. Mathewson
era buena tratando con las personas. Echaba un buen vistazo a un chico que estaba
siendo particularmente idiota y ella se convertía en una idiota lloriqueante. Las
personas agresivas apestan y realmente apesta que ella nunca aprendiera a lidiar
con ellos.

Cuando atrapó a su compañera de cuarto robando sus papeles, comida y


dinero. ¿Qué hizo? Evitó su habitación hasta después de las dos de la mañana,
cuando sabía que Ángel estaría dormida y luego salió rápidamente de allí antes de
que ella se despertara por la mañana. Lo mismo podría decirse cuando los pocos
novios que se las arregló para tener en los últimos años se aprovechaban de ella.

1
Garranchuelo: Un tipo de hierba anual que aparece en verano, La hierba se arraiga y es obstinada
puede ser difícil de suprimir cuando coloniza, y tiende a abrumar una especie nativa con un patrón
agresivo para esparcir semillas y un hábito de crecimiento rápido.
En vez de echarlos a la acera como debería haber hecho, se retrajo en sí
misma, sabiendo que eventualmente se aburrirían y seguirían adelante. Sí, era una
gallina. Esa era la única razón por la qué Jason Bradford había llegado tan lejos con
su comportamiento durante los últimos cinco años. Ya no más. Las flores eran el
colmo. Su abuela le había dado los bulbos de su propio jardín cuando compró la
casa y ella las amaba.

Divisó la manguera enrollada y tomó una decisión fácil. Esto terminaba aquí
y ahora. Los días de ser la pusilánime más grande del mundo habían terminado.
7

—¡Qué demonios!

Jason saltó a sus pies cuando un torrente de agua helada lo golpeó.

No sabía lo que esperaba ver, pero ciertamente no era a su tímida vecina y


compañera de trabajo apuntándole con su muy larga manguera. Claramente había
perdido su maldita razón.

—Aléjate de mis tulipanes —le ordenó con un tono de autoridad.

Él realmente no pudo evitar sonreírle. Se veía muy linda allí de pie con su
largo cabello bronce recogido en una cola de caballo torcida, los ojos verdes llenos
de fuego ocultos detrás de grandes gafas dándole un aspecto adorable y por

R.L. Mathewson
supuesto su remera negra bastante apretada con la palabra “Nerd” escrita a través
de su pecho de un tamaño muy decente que hacía su look más bien caliente. Sus
ojos se posaron en los un pequeños, pero lindos shorts que revelaban unas cortas
pero muy bonitas y curveadas piernas bronceadas, muy lindas por cierto.

Por supuesto sabía que su silenciosa vecina era impresionante. Fue lo


primero que notó en ella el día que se mudó. Lo segundo fue que era una mujer
muy tímida, muy nerviosa, y que se asustaba fácilmente. Todavía se avergonzaba al
pensar de nuevo en ese día. Después de cinco horas en la carretera y tres gigantes
bebidas estaba necesitando desesperadamente un baño. Lamentablemente la
agente inmobiliaria no había dejado las llaves donde dijo que lo haría y él tuvo que
tomar una decisión en una fracción de segundo, orinarse en sus pantalones o regar
el árbol. Al final el árbol consiguió una saludable cantidad de soda reciclada.
Ella ni siquiera le había dado la oportunidad de explicarse o disculparse. Su
rostro enrojeció antes de que prácticamente corriera a su casa. A partir de entonces
lo evitó a toda costa. Si él saludaba con la mano o decía “Hola” ella murmuraría
algo o lo ignoraría. Si él o uno de sus estúpidos amigos rompía algo en su
propiedad, ella no decía una palabra. Si fuera un idiota podría haberse salido
fácilmente de eso sin pagar por todas las ventanas rotas o las sábanas manchas de
paintball, pero él no era un imbécil tan grande. Aprendió que ella nunca hablaría
por sí misma, así que tan pronto como las cosas se salían de control hacía una
llamada y reemplazaba todo lo que él había jodido. Simplemente lo haría sentir
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como un idiota aún más grande el tomar ventaja de la situación.

Siempre le molestó que ella nunca hablara. No podía recordar cuándo le


había desagrado a alguien tan rápida e intensamente antes en su vida. No
importaba lo que él hiciera, ella no se molestaba en hablar con él. Demonios, él se
habría pateado el culo hace años, o al menos llamado a los policías, como el resto
de vecinos hacían o presentado una queja con el director, como muchos de sus
otros compañeros de trabajo lo habían hecho. Infiernos, ella ni siquiera firmaba
ninguna de esas numerosas peticiones que al resto del barrio le gustaba darle cada
pocos meses. Él revisaba todas y cada una de ellas.

No era como si estuviera siendo deliberadamente un imbécil. Simplemente


era algo que venía naturalmente a él. Todos lo entendían y aceptaban.
Probablemente porque a pesar de que era un idiota, era un idiota simpático... la

R.L. Mathewson
mayoría del tiempo.

Tan feliz como estaba de qué ella finalmente saliera de su trono a hablar con
él, también estaba enojado por ser empapado hasta los huesos en su camisa y
bermudas color caqui preferidas en un clima de veintiún grados. Al parecer, no se
movió lo suficientemente rápido porque ella lo roció de nuevo.

—¿Estás malditamente loca? —demandó.

Ella hizo un gesto con la manguera para que él diera un paso atrás.

—Aléjate de mi jardín... ahora.

—¿Tu jardín? —preguntó él con incredulidad.


—¡Sí, mi jardín! —Otro cortó chorro—. ¡Planté estas flores hace cinco años,
antes de que te mudaras!

Jason se pasó frustrado los dedos por su desordenado cabello.

—¡Entonces debiste haber comprobado las malditas líneas de propiedad


antes de que perdieras tu tiempo! —espetó.

Sus ojos se estrecharon hacia él.

—¡El jardín es de mi propiedad! 9

—No lo creo, cariño. Ve y revisa tu escritura, si no me crees. Este jardín está


cien por ciento en mi propiedad —dijo con dureza. Señaló los sesenta y un
centímetros de espacio que separaban sus casas, donde el jardín continuaba hasta
que llegaba a la gran valla de madera que comenzaba en la esquina de su casa y
seguía hacia la parte de atrás, separando sus patios traseros—. Tienes trece
centímetros de la pared de tu casa hacia fuera. ¡Tu propiedad termina 5
centímetros antes de mi jardín! Esa es la razón por la que esa pequeña y estúpida
valla de madera blanca comienza desde tu casa, en lugar de en el otro lado del
jardín.

Vio como ella observaba el pequeño espacio que separaba sus casas. Quien
sea que construyó sus casas era un verdadero imbécil. Los dos dormitorios
principales se construyeron a menos de sesenta y un centímetros. Sin embargo,

R.L. Mathewson
había más de nueve metros de espacio entre cada casa y las casas de los otros
vecinos. No había ninguna privacidad por la forma en que fueron diseñadas las
casas idénticas. Él no tenía más remedio que colocar su cama directamente en la
ventana y por lo que podía ver ella tampoco. Tomar el dormitorio más pequeño
estaba fuera de cuestión. Su cama nunca cabría en él.

Se sentía extraño durmiendo a menos de sesenta y un centímetros de


distancia de una mujer que lo consideraba peor que la basura. Durante el verano,
ambos se negaron a abrir sus ventanas hasta el calor se hizo opresivo, dejándolos
sin otra elección. Olvídate de llevar a una mujer a su dormitorio. Nunca había sido
dado a las DPA2 y mucho menos a tener sexo en público, y tener relaciones
sexuales en su habitación definitivamente se sentiría como una actuación pública.

No importaba cuántas veces intentara recordarse que se encontraban en


casas separadas y separados por algo más que un estúpido y pequeño jardín de
flores, él no se atrevía a llevar a una mujer a su cama. No es que lo hiciera
normalmente. Él nunca invitaba a una mujer a su casa. Esa era una de sus reglas en
el top diez de citas. La única ocasión en que venían a su casa era para quejarse
cuando él seguía adelante y eso lo hacían desde el exterior.
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Nunca en toda su vida adulta había compartido una cama con una mujer.
Era demasiada intimidad y enviaba el mensaje equivocado. Las pocas veces que él
cometió el error de relajarse en la cama de una mujer después de un rapidito,
resultó ser un grave error. Querían mimos y siempre hacían preguntas que lo
hacían encogerse, “¿Qué estás pensando?”, “¿Me amas?”, “¿A dónde crees que va
esto?”, “¿Estás tan feliz como yo?”, “¿Por qué sigues llamándome por el nombre de
mi hermana?”, o su favorito personal “Me pregunto cómo se verán nuestros
bebés”. No, el sexo era mejor tenerlo en la casa de una mujer, en un cuarto de
hotel, o mejor aún en el asiento trasero de un auto.

Gracias a Dios su vecina parecía compartir la misma actitud. Odiaba la idea


de despertar con los sonidos de otro hombre gruñendo y gimiendo. Con su suerte
se podrían filtrar los sonidos en su sueño y él terminaría teniendo un sueño gay.
Afortunadamente eso nunca sucedió, de lo contrario, él estaría durmiendo en su

R.L. Mathewson
sofá.

No era como si su hermosa vecina estuviera sin atención masculina. Había


visto varios perdedores olfateando a su alrededor en los últimos cinco años. Ella
estaba fácilmente fuera de su liga, por lo menos físicamente. Personalidad sabia,
bien incluso desde lejos él podía decir que todos eran imbéciles. Él no era un
príncipe, en ninguna forma, pero se encontró dispuesto a derribar de un golpe a
algunos de ellos en los últimos años por la forma en que la trataban. Ellos nunca la
golpearon, de lo contrario habría matado a los hijos de puta. Él no estaba a favor
de golpear a una mujer, sin importa qué. A veces sentía como si la estuvieran
usando, o no la trataban correctamente. No sabía por qué le importaba, sólo lo
hacía.

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DPA: Demostraciones Públicas de Afecto.
Haley miró la cerca y entonces la longitud restante del jardín. Suspiró
profundamente.

—Bien. Si cometí un error, lo siento. Reemplacé el último jardín con los


tulipanes.

Él asintió con alivio, alegre de que estuviera resuelto. Las malditas flores se
largarían y no en un momento demasiado pronto. No podía pasar otra noche
como la noche anterior. Además se le estaba acabando la maicena.
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—Simplemente voy a mover las flores a mis trece centímetros de espacio —
anunció ella.

Sus ojos se ampliaron con ese anuncio.

—¡El infierno que lo harás!

R.L. Mathewson
Capítulo 2
Traducido por Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Curitiba

Los ojos de Haley se ampliaron con total incredulidad cuando Jason se lanzó
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de nuevo sobre las plantas, destrozándolas como un hombre poseído.

—¡Detente! —gritó. Él la ignoró y continuó extrayendo los tulipanes del


suelo, asegurándose de que los malditos bulbos vinieran con ellos. Los lanzó lejos
en su propiedad así ella no podía poner sus manos sobre ellos para volver a
plantarlos.

Ella apretó la boquilla, enviando una ráfaga completa de agua fría sobre él.
Aun así, continuó rompiendo su jardín.

—¡Para! ¡Por favor, detente! —exclamó. Él sólo desaceleró cuando llegó al


estrecho espacio entre sus casas.

Jason tuvo que mover sus hombros para poder entrar en el apretado
espacio. Afortunadamente ella renunció a seguir mojándolo. Podría ser abril, pero

R.L. Mathewson
estaban en Nueva Inglaterra y eso significaba un radiante sol con una brisa fría. Su
cuerpo se estremeció violentamente cuando se inclinó hacia delante para agarrar
un puñado de tulipanes. De repente algo lo sujetó alrededor de sus tobillos.

—¿Qué demonios…? ¡omph! —Él fue sacado de balance, aterrizando primero


de cara en el espeso lodo que ella había creado con su pequeña crisis de agua.
Antes de que pudiera levantarse, ella se arrastró sobre su espalda hasta llegar a
esas malditas flores.

Haley utilizó su pequeño marco como ventaja. Después rápidamente trepó


sobre Jason y comenzó a desenterrar tantos tulipanes con sus manos como le fue
posible apoyándolos suavemente, pero rápidamente, contra el lado de su casa.
—¡Oye! ¡Deja de hacer eso! —exigió mientras se inclinaba sobre ella para
agarrar sus manos.

—¡Suéltame! —le espetó ella, cavando más rápido.

—¡Lo haría, si no estuvieras en mi maldita propiedad!

Ella echó hacia atrás un codo para moverlo. Maldiciendo en voz baja Jason
se presionó aún más hasta que el cuerpo de ella estaba acurrucado firmemente
debajo del suyo. Ella se congeló inmediatamente debajo de él. Tomando ventaja de
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su sorprendida reacción, él agarró tantas flores como pudo.

—¡Dije que te quites, no que me aplastes! —aclaró ella. Era lo único que
podía hacer para controlar su respiración. Iba a hiperventilar y a desmayarse. No
había duda sobre ello. ¡Un hombre grande y musculoso estaba encima de ella!

Sus sentidos entraron en sobrecarga mientras trataba de enfocar. Pero todo


en lo que podía pensar era en la sensación de su fuerte y duro estómago siendo
presionado contra su espalda. De repente un escalofrío se disparó a través de su
cuerpo, y nada tenía que ver con el agua que se filtraba a través de su ropa.

Entonces la realización fue captada. ¡Un hombre muy grande estaba encima
de ella!

—Más te vale que eso no sea lo que creo que es —silbó ella entre los

R.L. Mathewson
apretados dientes.

—No lo es. —Lo era—. No te adules a ti misma, amor. —Le espetó, tratando
de no gemir o frotarse contra ella. Estaba un poco sorprendido. No es que nunca
tuviera un problema para que se levantara. No lo tenía. Por supuesto que en estos
días su interés en el sexo había decaído un poco. Infiernos, no podía recordar la
última vez que tuvo sexo, lo que en sí mismo era patético.

Él hizo un intento a medias para retirar más flores. Eso pareció distraerla lo
suficiente como para que su pequeño y coqueto culo se acurrucara contra su
regazo. Sus ojos se cerraron mientras frotaba su cara contra el cuello de ella e
inhalaba lentamente. Ella no pareció darse cuenta así que lo hizo otra vez. Él juraría
por su vida que ella olía a moras y crema. Era condenadamente tentadora.
Ella gimió con irritación.

—No sé cuál es tu problema. Cometí un error al plantarlas en tu propiedad.


Sólo déjame moverlas unos pocos centímetros y todo se resolverá.

Eso lo sacó de su aturdimiento.

—¡No! —Él llegó junto a ella y comenzó a arrancar las flores. Ella maldijo en
voz baja mientras se arrastraba por debajo de él para salvar las flores que pudiera.
Él simplemente la siguió, asumiendo la misma posición cada vez y frustrándola
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completamente.

—¡Estás siendo un idiota! ¡Sólo quiero mis bulbos! —dijo, tratando de no


llorar. Se trataba de los bulbos de su abuela. Su abuelo los había comprado para
ella después de la guerra para festejar el éxito de su primer negocio.

—¡No, no vas a plantarlos aquí! ¡No pueden quedarse! —dijo, cavando más
rápido.

—¿Por qué? —exigió ella, cada vez más y más cerca de llorar de
frustración—. ¡No te entiendo! No haces nada con tu propiedad en absoluto. ¿Por
qué te importa si hay una cama de flores aquí o unos centímetros más allá? ¡No te
están lastimando!

—¡Al infierno que no! —espetó, pensando en todos los puntos en su

R.L. Mathewson
espalda y cuello que aún latían.

Ella se mofó.

—Son sólo flores. ¿Qué podrían hacer para irritarte a este nivel? —Ella oyó
un zumbido pasar junto a su oído y distraídamente agitó una mano.

—¡Abejas! —dijo él, tratando de retroceder, pero no podía. Su gran cuerpo


estaba atrapado entre sus casas.

—Sí, es una abeja —dijo ella lentamente, como si estuviera hablando con un
niño.
Él gimió mientras intentaba girar su enorme cuerpo para liberarse. Cuando
eso no funcionó, intentó empujar hacia atrás. Su brazo serpenteó alrededor de su
cintura, tratando de tirar de ella junto con él.

—Oye, quita tus manos…

—¡Es un jodido nido y nosotros simplemente lo perturbamos! —gritó.

Los ojos de Haley salieron disparados hacia adelante y luego se ampliaron.


Efectivamente, sesenta centímetros frente a ella el final de lo que parecía ser un
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muy grande nido en la tierra estaba ahora sobresaliendo de la tierra gracias a las
flores que ellos arrancaron. Avispones amarillos comenzaron a pulular por encima
del nido. No pasaría mucho tiempo antes de que descendieran sobre ellos.

—¡Muévete!

—¡No puedo!

Haley apretó los dientes mientras se estrellaba de nuevo lo más fuerte que
pudo contra él. Él gimió bajo en su oído, pero no dejó de intentar retroceder. Ella
se movió hacia adelante y golpeó de nuevo, y otra vez. Cada vez fue recibida con
un gemido y ganaba unos pocos centímetros.

—¡Una vez más! —rechinó él.

R.L. Mathewson
Ella se movió hacia adelante y esta vez cuando golpeó de nuevo, empujó
uno de los hombros de él, haciéndolo desplazar. Jason utilizó el impulso para tirar
de ellos y retroceder varios centímetros. Mantuvo su brazo serpenteando alrededor
de la cintura de ella mientras se arrastraban lejos del nido.

—¡Están pululando! —exclamó Haley.

—¡Mierda! —Jason miró frenéticamente alrededor, buscando un lugar


seguro.

—¡Mi casa! —dijo ella, gesticulando violentamente hacia su puerta.

—Buena idea —dijo mientras corría hacia la casa, arrastrándola. El zumbido


se volvió más y más fuerte mientras el enjambre comenzaba a girar a su alrededor.
Una vez llegaron a la puerta principal él la abrió, aliviado de que ella la hubiera
dejado sin seguro, y corrieron al interior, cerrando la puerta de un golpe detrás de
ellos.

—¡Abejas! —gritó Haley, señalando las que los habían seguido al interior.

Rápidamente él la soltó y agarró dos revistas de una pequeña pila sobre una
mesa de café y le lanzó una a ella. Sin decir una palabra enrollaron las revistas y
empezaron a atacar a la docena o algo así de abejas que lograron seguirlos dentro.
Ninguno de los dos habló hasta que la última abeja fue aplastada.
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—Cinco noches... seguidas… de… picaduras —soltó Jason mientras intentaba
recobrar el aliento.

—¿Sabías que había avispones y aun así arrancaste las flores? —preguntó
ella con incredulidad. Su abuela le había enseñado bien. Un nido en la tierra no era
algo con lo que meterse. Podrían ser tan pequeñas como una pila o una moneda
de un centavo o de varios metros de largo.

Jason hizo un gesto en dirección a su casa.

—Intentaba matarlos.

Ella sacudió la cabeza en incredulidad. ¿Él sabía que había un nido y no le


había dicho?

R.L. Mathewson
—¿Por qué no me dijiste que había un nido? Sabes que trabajo en el jardín
—dijo, esforzándose por mantener su tono uniforme. ¡Podría haberlos matado!

—¡Lo hice!

—¡No, no lo hiciste!

Él levanto las manos.

—¡He estado intentando decírtelo por las últimas semanas, pero cada vez
que me acercaba a ti, salías corriendo!

Ella abrió la boca para discutir, pero la cerró rápidamente y parpadeó. Sí, eso
realmente sonaba como algo que ella haría en cuanto a lo que él se refería.

—Oh —dijo finalmente.


—Sí, oh —espetó él. Se asomó por la ventana y gimió—. Todavía están
pululando.

Haley suspiró.

—Van a ser un problema durante unas horas. Tenemos que llamar a un


exterminador.

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Hombre se estaba congelando. Estaba empapado hasta los huesos y no
parecía que fuera a ser capaz de ir a su casa en cualquier momento pronto para
cambiarse. Normalmente se hubiera desvestido hasta quedar en calzoncillos, pero
su vecina ya era muy asustadiza a su alrededor. No quería darle a la pobrecita una
apoplejía. Bajó la mirada al muy limpio y obviamente bien cuidado piso de madera
y se estremeció.

—Mierda, tal vez debería salir por la parte de atrás y secarme —dijo
mientras levantaba los ojos para ver la cocina contigua. Sus cejas se alzaron
mientras veía las ventanas oscurecerse.

—No creo que vaya a ser posible por un tiempo —dijo Haley suavemente
mientras frotaba su frente—. Por qué no tomas una ducha y voy a ver si puedo
encontrar algo que puedas ponerte. Mientras estás tomando la ducha voy a llamar

R.L. Mathewson
a un exterminador.

—Si estás segura —dijo, con la esperanza de que ella no cambiara de


opinión. Se le estaban congelando las pelotas. Joder, en este punto apretaría su
culo en un vestido para calentarse.

Ella asintió distraídamente mientras observaba el enjambre de abejas


alrededor de su patio trasero.

—Sí, déjame te muestro dónde está el baño.

Diez minutos después los temblores finalmente se detuvieron y él realmente


estaba disfrutando de su ducha. Nunca en su vida el agua caliente se había sentido
tan bien. Esta era sin duda la mejor ducha. No dolía que su tímida vecina
compartiera su pequeño aprecio por las cosas más simples en la vida como una
barra normal de jabón y nada de esa costosa mierda excesivamente perfumada
que nunca enjabonaba correctamente y siempre sacaban erupciones en su piel.
Tampoco hacía daño que el baño pareciera un cuarto de baño y no estuviera
cubierto de la cabeza a los pies de encaje y maquillaje. Se trataba de un baño, uno
que un hombre podría utilizar cómodamente sin tener que preocuparse por su
masculinidad.

Él justo estaba poniéndose la camiseta que ella le había dejado cuando


escuchó su grito—: ¡No! ¡No lo hagas!
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Jason estaba fuera del cuarto de baño en menos de un segundo, corriendo
hacia ella listo para matar a cualquier bastardo que estuviera tratando de
lastimarla. Se acercó, patinando hasta detenerse frente a ella.

Ella sonrió dulcemente cuando dijo—: Dios, te amo.

Sus cejas casi se dispararon a través del nacimiento del cabello mientras su
corazón latía con fuerza. Mierda, esto era peor de lo que pensaba. Ella no lo había
estado evitando todos estos años porque fuera tímida. No, estaba perdidamente
enamorada de él. Mierda. Esto era raro, sobre todo porque él estaba atascado aquí
hasta que un exterminador pudiera venir. Ahora él esperaba que fuera pronto.

Muy pronto.

Abrió la boca para decir algo sólo para encontrarse a sí mismo siendo

R.L. Mathewson
despachado con un gesto impaciente por una cuchara de madera cubierta de
masa. Él retrocedió con el ceño fruncido, con miedo de conseguir masa sobre él,
preguntándose cuál era el problema con la mujer profesando su amor por él un
instante y espantándolo al siguiente.

—Nunca te atravieses entre el hombre que amo y yo —le dijo, sacándolo de


sus pensamientos.

Jason siguió su mirada y se rió entre dientes.

—¿Derek Jeter?

Ella frunció el ceño como si cuestionar su amor por el hombre fuera


estúpido.
—Por supuesto.

No pudo evitar sonreír. Maldita sea. ¿Cómo se había perdido esto? Ella tenía
un televisor enorme. Más grande incluso que el suyo y eso era realmente mucho
desde que su televisión era la única cosa en la que derrochaba dinero.

—Esta es una TV muy grande para una mujer tan pequeña —dijo él en
broma.

—Bueno, ¿cómo se supone voy a ver mis juegos y sentirme como si


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estuviera allí? —respondió ella— Además, de esta forma puedo ver mejor a mi
futuro esposo.

—¿Él lo sabe? —preguntó, mirándola de nuevo.

Ella frunció su adorable rostro.

—Todavía no, pero puedo esperar —dijo con una sonrisa que hizo que su
rostro pasara de absolutamente adorable y dulce a desgarradoramente hermoso
en menos de diez segundos.

Maldición.

Él movió sus pies torpemente por un momento mientras ella observaba el


juego con gran atención.

R.L. Mathewson
—¿Eres un fan de los Medias Rojas? —preguntó ella de repente.

—¡Infiernos no! —dijo, insultado por la pregunta. Él podía vivir en el


territorio de los Medias Rojas, pero eso no significa que fuera un bastardo traidor.
Los Yankees fueron su primer amor y serían el último.

Ella suspiró con evidente alivio.

—Gracias a Dios. —Le envió al juego una última mirada de deseo antes de
regresar a su mostrador en la cocina donde él notó con una sonrisa que ella tenía
una pequeña pantalla plana con el juego. Esta mujer realmente amaba a sus
Yankees, o por lo menos uno en particular.

¿Qué diablos pasaba con esta mujer y Derek Jeter?


Se tomó un momento para mirar alrededor de la casa. Las malditas abejas
todavía cubrían todas las ventanas, pero su atención estaba en otra parte. Las
paredes estaban cubiertas con objetos de los Yankees. No estaba muy sorprendido
cuando vio una foto firmada de Derek Jeter encima de la televisión.

—Parece que estamos atrapados aquí adentro hasta que oscurezca —dijo
ella, tirando de su atención de nuevo hacia la cocina—. El exterminador dijo que
tendría que esperar hasta que el nido se calmara. Eso ocurrirá cuando el sol se
esconda. Él vendrá, los rociará y quitará la colmena si puede.
20
Él pasó sus dedos por su cabello húmedo y suspiró.

—Supongo que estás atascada conmigo por un rato.

Ella se encogió de hombros.

—Está bien. Hay un buen juego de modo que debería ayudar a pasar el
tiempo.

—Cierto —estuvo de acuerdo.

—Estoy haciendo pizza casera. Espero que no te importe. Planeaba pedir


pizza hoy para el juego, pero con las abejas y todo… —arrastró las palabras,
encogiéndose de hombros.

R.L. Mathewson
—No, eso suena genial. Lamento que me estoy entrometiendo —dijo él,
sintiéndose como un idiota. Esta mujer pasó los últimos cinco años evitándolo y
ahora él se veía obligado a estar con ella por la madre naturaleza.

—No es problema —dijo y él tuvo la sensación de que estaba mintiendo. A


ella nunca le había gustado estar cerca de él antes. Cada vez que estaba demasiado
cerca en el trabajo o se sentaba a su lado, ella encontraba una excusa para
moverse. Ahora se veía obligada a tenerlo en su casa. Esto no podía hacerla muy
feliz. Sus ojos se desviaron lejos del televisor cuando ella suspiró pensativa.
Nuevamente su atención estaba en otro lugar en este momento.

—¿Cerveza?

—¿Qué? —preguntó un poco confundido.


—Cerveza —dijo ella, gesticulando hacia la nevera sin quitar sus ojos del
televisor.

—Oh —dijo con una sonrisa mientras rescataba dos botellas. Él le dio una y
ella la tomó murmurando un gracias, y luego unas pocas palabras escogidas para
uno de los jugadores.

Jason se inclinó hacia atrás y observó el espectáculo. No realmente el juego,


sino a Haley que cocinó y despotricó. Pronto llegó a ser obvio que si las verduras
querían ser cortadas y no mutiladas cada vez que ella no estaba de acuerdo con 21
una jugada, él tenía que hacerlo.

Por las próximas seis horas ellos cocinaron, vieron el juego, rieron,
maldijeron y le gritaron a la televisión, comieron y entraron en una pelea que duró
una hora con el exterminador por la insana cantidad que quería cobrarles, antes de
que el argumento cambiara al juego. Al final de la noche Haley pareció haber
salido completamente de su caparazón alrededor de él y consideró lo afortunado
que era de tener otra camarada. Alguien que realmente conocía las estadísticas sin
arruinarlo o tener que buscarlas. No como varios de sus amigos que no
mencionaría. No dolía que ella fuera increíblemente caliente. Eso era sólo un extra.

Un buen extra, pero un extra, no obstante de su nueva camarada.

R.L. Mathewson
Capítulo 3
Traducido por Lucia A. (Divine Insanity)

Corregido por flochi

—¿Este es el 32 de Long Point Road? —preguntó el fornido hombre de baja


22
estatura que olía como si se hubiera bañado con un galón de colonia barata y ajo,
mientras bajaba de un golpe del Taurus estacionado en la entrada de Haley.

Normalmente Jason o simplemente ignoraría al imbécil o le daría una rápida


inclinación de cabeza y seguiría ocupándose de sus propios asuntos mientras
sacaba el barril de cerveza de su asiento trasero, pero hoy no. Hoy le iba a hacer a
su normalmente tímida vecina y compañera de trabajo un favor. Después de ayer
estaba bastante seguro de que esto no la iba a cabrear y enviarla de vuelta a
esconderse.

Bueno, tal vez no estaba cien por ciento seguro, pero simplemente no podía
evitarlo, en especial cuando el idiota empujó un condón en su bolsillo y le dio un
guiño conspiratorio a Jason.

Al carajo.

R.L. Mathewson
En ese momento no le importaba si esto la enviaba corriendo por las colinas
y hacía que ella pidiera una orden de restricción en su contra, él se libraría de este
idiota.

—No estás aquí por Haley, ¿cierto? —preguntó, sacando el barril y


colocándolo en el suelo.

El hombre frunció el ceño.

—Sí, ¿por qué?


Jason hizo una demostración encogiéndose de hombros mientras observaba
rápidamente hacia la casa de Haley como si estuviera asegurándose de que ella no
estaba mirando.

—Realmente no creo que sea tan buena idea —murmuró Jason.

—¿Por qué no?

Él le dio al hombre una mirada de “¿estás bromeando?” y tuvo que


abstenerse de reír cuando el hombre se movió nerviosamente.
23
—Seguramente ya sabes... —dijo, dejando deliberadamente sus palabras a la
deriva.

—No, mi amigo me organizó una cita con ella —dijo, lanzando una mirada
nerviosa hacia la casa de Haley. ¿La cortina acababa de moverse?

Jason se frotó la parte posterior del cuello, suspirando fatigosamente.

—Realmente no me corresponde, pero no estoy seguro que eso sea una


idea tan buena.

—¿Qué? —El hombre prácticamente lloriqueó.

Después de una pausa, sacudió su cabeza.

R.L. Mathewson
—Lo siento, pero realmente no me gusta hablar de ello. Sólo puedo decirte
que realmente necesitas tener cuidado. —Le dio al hombre una mirada significativa
cuando subrayó—. Mucho cuidado.

Los ojos del hombre se ensancharon mientras su boca caía abierta. Dio
varios pasos hacia atrás, lanzando miradas nerviosas hacia la casa de Haley. Cuando
llegó a su auto, dijo:

—Eh, de repente acabo de recordar que se supone tengo que estar en otro
lugar. —Con eso prácticamente saltó en su coche y se alejó a toda velocidad.

Jason se rió entre dientes mientras se dirigía a la puerta de entrada de Haley.


Llamó a la puerta y no estaba demasiado sorprendido un momento después,
cuando no hubo respuesta. Empujó a un lado su decepción y llamó otra vez.
Simplemente genial.

Parecía que la noche anterior había sido un golpe de suerte y su tímida


vecina estaba allí para quedarse. Realmente le gustó pasar tiempo con Haley ayer
por la noche, más de lo que creyó posible. Sintiéndose como un idiota se dirigió de
regresó a su casa y al barril.

Una fuerte tos húmeda y áspera lo hizo detenerse a mitad del pequeño
camino de entrada. La puerta se abrió lentamente mientras Haley decía:
24
—Siento que me tomara tanto tiempo… —otra tos seca— responder… —
otra tos— a la… —tos— puerta. Pero el doctor dijo que seguía siendo… —varios
carraspeos fuertes e inquietantes más tarde—, contagiosa, así que yo… Oh, solo
eres tú —dijo Haley con un suspiro alivio.

Sus labios temblaron cuando notó su atuendo. En la cabeza tenía uno de los
más feos sombreros de punto color verde vómito, que alguna vez haya visto. Su
raída bata demasiado grande era peor, pero la gran bola arrugada de pañuelos en
su mano era un buen toque. No había duda en su mente de que ella estaba
fingiendo. Teniendo en cuenta que él anoche estaba con ella y ella había sido la
imagen de la salud. Justo ahora se veía bastante bien, solo con esas ropas
desaliñadas, andrajosas y muy grandes.

—Amo el sombrero —dijo, sonriendo mientras caminaba hacia ella.

R.L. Mathewson
Riendo, ella se quitó el censurable sombrero y se lo arrojó. Él lo atrapo antes
de que golpeara su cara.

—¿De qué se trata todo esto? —Hizo un gesto hacia su atuendo con el
sombrero.

—Nada —dijo rápidamente.

—Parece un repelente de citas para mí.

Con una expresión inocente en sus ojos ella dijo:

—No tengo ni idea de que estás hablando. Estoy enferma —tos—, muy
enferma. —Y sólo para respaldar su historia sorbió por la nariz.
Era triste, adorable, pero triste.

No pudo evitar rodar los ojos y reírse.

—Es simplemente triste que no puedas admitir que estabas plantando al


amor de tu vida. Pero, por mucho que me gustaría escuchar tu pequeña y triste
negación me temo que tengo que irme ya que estás enferma y todo.

—Lo estoy —enfatizó—. Realmente enferma. Podría muy bien estar


muriendo mientras hablamos —dijo ella mientras empujaba sus lindos lentes de
25
nuevo hacia arriba de su nariz.

Con un encogimiento de hombros él dio un paso atrás hacia su casa.

—Es una maldita lástima porque esperaba que vinieras a mi fiesta hoy, pero
ya que estás enferma...

Ella presionó el dorso de la mano contra su frente.

—Hmmm, ¿Sabes qué? Estoy mejor. ¿A qué hora es la fiesta? —preguntó


con la más linda, tímida y pequeña sonrisa que él nunca había visto.

—A las ocho, pequeña farsante —dijo, riéndose cuando ella dejó escapar un
chillido emocionado y corrió de vuelta a su casa.

R.L. Mathewson
Tal vez no fuera una idea tan buena, pensó Haley mientras permanecía de
pie en el umbral de Jason con un plato de brownies. Con un gemido interior se
reprendió a sí misma por ser una idiota. ¿Qué tipo de friki lleva brownies a un
reventón? Bueno, ella estaba asumiendo que esto era un reventón puesto que
había presenciado un comportamiento bastante aterrador durante los años en las
pequeñas fiestas de él, y nunca fue testigo de ese mismo comportamiento en
cualquier fiesta o reunión, en la que alguna vez ella haya estado.

Algunas de las cosas que había oído y visto la habían asustado, pero parte
de ello la había intrigado. No es que alguna vez lo fuera a admitir, pero en más de
una ocasión se había preguntado cómo sería ir a una fiesta de Jason, razón por la
cual ella había saltado a la primera oportunidad hoy. Las fiestas de Jason tenían
que ser el equivalente a las fiestas que los niños populares de la secundaria solían
hacer y a las que de alguna manera olvidaban invitar a Haley, pero ahora estaba a
punto de rectificar todo eso.

Tal vez no, pensó, mordiendo su labio ansiosamente mientras bajaba la


mirada al plato rebosante de brownies. Ella iba a parecer tan estúpida al traer
brownies a un reventón. Pensando que probablemente nadie escuchó su golpe por
encima de la música a todo volumen, decidió que una rápida parada en una tienda
de envasados era lo apropiado. Estaba a punto de hacer su escape cuando la
puerta se abrió. 26

—¿Qué quieres? —exigió una mujer mirándola. Haley frunció el ceño


mientras rápidamente notaba el elegante cabello negro de la mujer, los perfectos
rasgos retocados por un maquillaje impecable y el vestido asesinamente corto y
decidió que estaba severamente mal vestida para la fiesta en sus pantalones
vaqueros y su camiseta de manga larga de los Yankees color rosa claro.

Haley abrió la boca para inventar una excusar así podría irse, sabiendo que
era algo que ella no podía manejar cuando la mujer soltó un bufido.

—Eres la vecina —dijo la mujer, sonando divertida—. ¿Qué quieres? — Sus


ojos se estrecharon sobre el plato en las manos de Haley.

—Yo sólo…

R.L. Mathewson
—Amy, ¿quién es? —La voz de Jason provenía de algún lugar detrás de la
mujer que al parecer se llamaba Amy.

Amy puso los ojos en blanco.

—Es sólo tu vecina que vino a traer brownies. —Ella alargó la mano para
tomar el plato de Haley—. Simplemente voy a tomarlos así ella puede ir…

—¿Brownies? —dijo Jason, de repente llenando la puerta, causando que


Amy tropezara hacia atrás y fuera del camino.

—¡Oye! —espetó Amy, pero Jason no pareció escucharla. Sus ojos estaban
pegados al plato.
—¿Esos son… —dijo, tragando notablemente—, brownies cubiertos de
glaseado de mantequilla de maní?

¿Acababa él de gimotear?

—Son brownies con trozos de chocolate dulce y glaseado de mantequilla de


maní —aclaró ella automáticamente cuando sus ojos se cruzaron con la mirada
asesina que Amy estaba enviando en su camino. Se disponía a entregarle el plato a
Jason y salir cuando todo en ella se quedó inmóvil.
27
Después de la noche anterior ella estaba harta de ser presionada e
intimidada. Estaba enferma de perderse las cosas porque tenía demasiado miedo
de hacer algo al respecto. Era una mujer adulta, maldita sea, y si quería ir a su
primer reventón entonces lo iba a hacer y se iba a divertir haciéndolo. Incluso si eso
la mataba y a juzgar por la mirada que Amy estaba enviando en su dirección era
una buena posibilidad.

—Déjame tomar esto de tus manos así puedes coger una cerveza —dijo
Jason, tomando el plato de ella, bajando la mirada hacia él amorosamente mientras
entraba en el interior de la casa, dejando que Haley lo siguiera.

—¡Oye, esos se ven bien! ¿Puedo tener uno? —preguntó un hombre que ella
había visto cientos de veces alrededor de la casa de Jason, extendiendo la mano
para tomar uno.

R.L. Mathewson
—¡Simplemente retrocede! ¡Ella los trajo para mí, hijo de puta! —soltó Jason.

Haley automáticamente dio un ansioso paso hacia atrás, por temor a quedar
atrapada en medio de una pelea que definitivamente estaba a punto de suceder.
Pero en lugar de gritarle a Jason o enojarse, como ella había visto hacer a un
montón de chicos en bares por menos que eso, el hombre sólo rodó los ojos y
dirigió su atención a ella.

—Hola, mi nombre es Brad —dijo, tendiéndole la mano.

Después de sólo una ligera vacilación, que esperaba él no hubiera notado,


ella dio un paso adelante y estrechó su mano.

—Haley.
—Haley, es un placer conocerte —dijo con una sonrisa encantadora—.
Disculpa la rudeza de mi amigo, apenas aprendió a caminar erguido el año pasado
—dijo secamente, ganando una suave sonrisa de ella y de casi todos a su
alrededor.

Jason le lanzó una mirada desagradable antes de dirigirse hacia la cocina,


asegurándose de fulminar con la mirada a cualquiera que se acercara a tocar los
brownies.

Brad hizo un gesto hacia la cocina. 28

—Hay pizza, patatas fritas y un montón de bebidas allí, siempre y cuando


Jason no llegue primero, un juego de voleibol sucediendo en el patio trasero y por
supuesto videojuegos en el salón hasta que el partido empiece. Siéntete como en
casa —dijo con una sonrisa.

—Gracias —murmuró ella, tomando detalle de todo. ¿Esto era? se preguntó


mientras se adentraba en la relajada fiesta. Algo debió haberse mostrado en su
cara, porque unos segundos más tarde Brad se inclinó.

—¿Esperabas Animal House3?— preguntó riéndose.

—¡No! —dijo rápidamente, demasiado rápido. Ella de hecho había estado


esperando algo por el estilo. Claramente no había imaginado nada de esto. Esto
definitivamente lo podía manejar.

R.L. Mathewson
Él se rió.

—Ven adentro conmigo así puedo presentarte a mi esposa —dijo Brad,


sonriendo—. Prometo que pasaras un buen rato.

Por primera vez desde que entro aquí ella pensó que podría encajar con los
amigos de Jason.

3
Animal House: Como se titula la cinta en EEUU. No es más que una sucesión de locuras
perpetradas por los integrantes de la Delta House mientras que el “malvado” decano Wormer, en
alianza con la fraternidad de ricos, la Omega House, trata de encontrar excusas para expulsar a
todos los integrantes de la fraternidad de la universidad. La maravilla, es que no necesita nada más
que eso para convertirse en una verdadera joya del cine de humor.
—¿Quién es la hermosura que está pateando el culo de Mitch?

Sin levantar la mirada de su plato cargado con pizza, dijo:

—Amy. —Por lo menos esperaba que fuera Amy. Su comportamiento


pegajoso lo estaba molestando un poco y no se había perdido el acto de perra que
le hizo a Haley o las miradas desagradables que le había estado enviando toda la
noche a su pequeña y tímida vecina. Sabía que cuando la vio dirigiéndose a su casa 29
antes, debería haberla echado.

—No, la cosita linda con las gafas.

Frunciendo el ceño, Jason levantó la mirada y siguió los ojos de Pete hacia el
sofá donde Haley estaba sentada al lado de Mitch, jugando en la Xbox.

—Ella es mi vecina —dijo, sin gustarle ni un poco la expresión en la cara


Pete.

—¿Ella está aquí con alguien? —preguntó Pete, sin quitar sus ojos de Haley.

—No.

—Bien —dijo Pete, mirando hacia atrás por encima de su hombro,

R.L. Mathewson
sonriendo—. Ni siquiera me molestare en utilizar tu habitación puesto que
podemos ir hasta la de ella.

Jason suspiró pesadamente. Parecía que iba a tener que salvar a Haley de
dos cretinos en un día.

Pete se volvió para mirarlo.

—¿Por qué fue eso?

—¿Qué? —preguntó Jason inocentemente.

—Ese pequeño suspiro que acabas de hacer —dijo Pete, gesticulando


perezosamente hacia él.
—Nada —dijo encogiéndose de hombros, volviendo su atención a acumular
comida en su plato—. Simplemente no pensé que estuvieras en eso, eso es todo.

—¿En qué? —exigió Pete, sonando un poco inseguro. Considerando la


reputación del hombre probablemente no había mucho en lo que él no estuviera, y
por eso Jason decidió que él no se acercaría a su pequeña y tímida vecina. Le tomó
cinco años conseguir que Haley saliera de su caparazón. No iba a dejar que este
imbécil la enviara de vuelta allí para siempre.

—Simplemente olvida que dije algo —dijo Jason, tomando una gaseosa fría 30
de una nevera portátil en el piso.

—Pero…

—No quiero meterme en eso —dijo Jason, interrumpiéndolo. Se movió un


paso por delante del hombre sólo para hacer una pausa—. Sólo... simplemente
asegúrate de que ella tome su medicación y deberías estar seguro, quiero decir
bien. —Jason rápidamente se alejó antes de estallar en carcajadas ante la expresión
horrorizada de su amigo.

Maldición, eso se sintió bien. Debería haber hecho esto hace años, cuando
vio al primer imbécil olfateando alrededor de Haley. ¿Esto lo convertía en su
guardián? reflexionó sobre esa idea mientras se acercaba hasta el sofá y empujaba
a Mitch, así podría sentarse junto a su nuevo y pequeño proyecto. Eso estaba bien

R.L. Mathewson
para él, decidió, porque para el momento en que terminara con ella, estaría
viviendo una vida mucho más entretenida y libre de idiotas.
Capítulo 4
Traducido por Lucia A. (Divine Insanity)

Corregido por Ale..

Haley respiró profundamente y dijo—: Soy gay.


31
—¿Eres gay? —repitió el tipo desagradable que había estado husmeando a
su alrededor y molestándola totalmente durante los últimos diez minutos en la
fila—. ¿Estás segura?

Reprimió la risa. El tipo parecía verdaderamente molesto. Ella odiaba sacar la


tarjeta gay, sobre todo porque no lo era, pero a veces no tenía otra opción. Si él
hubiera sido agradable cuando estaba coqueteando con ella habría declinado
cortésmente, pero no, tenía que ser un cerdo completo todo el tiempo.

Realmente usó la vieja línea, “Ese vestido se ve muy bien en ti, pero se vería
incluso mejor arrugado en el suelo de mi dormitorio en la mañana”. Sí. Era
verdaderamente triste, especialmente porque estaban en una cafetería y eran
apenas las 7:30 de la mañana. Entre comentarios sucios, apretujones y miradas a
sus pechos, ella estaba empezando a ponerse un poco irritada.

R.L. Mathewson
Además su olor corporal estaba revolviendo su estómago. Si no necesitará
una dosis de cafeína tan desesperadamente se hubiera ido, pero la necesitaba y no
podía irse o estaba bastante segura de que moriría.

Jason y algunos de los chicos se habían quedado hasta tarde la noche


anterior, viendo el partido y desde que terminó en extras y ella era una fan
dedicada permaneció despierta hasta las dos de la mañana y por supuesto tenía
que terminar viendo el juego final. Con apenas cuatro horas de sueño allí estaba
prácticamente siendo manoseada por el tipo del poster para desodorante.

Después de tres semanas todavía era curioso cómo pasó de estar totalmente
intimidada por el hombre a pensar en él como un enorme oso de peluche. Se
sentía tonta por su comportamiento. Jason podría ser un dolor en el culo, pero era
un dolor muy agradable en el culo. Él todavía tomaba “prestadas” las cosas de su
clase, excepto que ahora dejaba notas graciosas que la hacían reír hasta las
lágrimas, asustando totalmente a sus estudiantes.

Ella no podía dejar de preguntarse cuantas buenas amistades había perdido


a través de los años debido a su timidez. Por supuesto, parte de ello se debía a
que, después de años construyendo sus defensas había estado juzgando a las
personas como Jason un poco duramente. Él todavía era un poco salvaje y un
ridículo coqueto, pero también era dulce. La trataba como su amiga. En realidad
era algo muy agradable ser tratada como uno de los chicos. Una vez dicho, aunque 32
a veces las primeras impresiones eran acertadas, como con su problema actual.

—Sí, estoy segura.

Él se quedó pensativo por un momento.

—Bueno, crees que ustedes dos querrían…

—No —dijo con firmeza.

—Pero que si…

—No.

—Vamos, no me dejaste terminar. Tengo esta cámara…

R.L. Mathewson
—No.

—Sería divertido…

—No.

—Pero que si…

—Ella dijo que no —respondió Jason mientras entraba en la fila y pasaba su


brazo alrededor de sus hombros, de esa perezosa manera suya.

—¡Oye! ¡Pensé que dijiste que eras gay! —dijo el hombre acusadoramente.

Sin titubear, Jason dijo—: Lo es. Yo sólo soy su perra.


El hombre envió una mirada fulminante al brazo de Jason y luego a ella.
Envió otro mirada a Jason y ella se dio cuenta de que el hombre estaba decidiendo
si quería presionar más. Basado en la pequeña estatura del hombre y el cuerpo
grande y musculoso de Jason, él sabiamente decidió dejarlo pasar.

—Entonces, ¿qué me vas a comprar esta mañana? —le preguntó ella a


Jason.

Él se burló.
33
—¿Yo? ¿Por qué estoy comprando?

—Porque te ayude a ganarle cincuenta dólares a Brian anoche.

Rodó sus ojos.

—Yo habría ganado sin tu ayuda.

—Uh huh —dijo distraídamente, dando un paso hasta el mostrador para


hacer su pedido. Añadió un bollo con chips de chocolate, sabiendo que Jason se lo
iba a robar. Parecía tener una cosa por robar su comida.

—Lo haría. No necesito tu ayuda, sabes —dijo él con más firmeza.

Ella agarró su orden mientras que él estaba esperando la suya, y se dirigió


hacia la puerta.

R.L. Mathewson
—Nos vemos.

—¡Gané esa apuesta por mi cuenta! —gritó tras ella, haciéndola sonreír. A
veces parecía un niño grande. Era algo lindo.

Jason reprimió una sonrisa mientras observaba a Haley decirle al Director


Jenkins que ella no podía ser chaperona en el baile de esta noche. Un mes atrás, su
pequeña y tímida amiga simplemente habría mirado su café y asentido con la
cabeza sin importar cuáles fueran sus planes. Ahora, le decía al hombre no,
firmemente pero con suavidad.
Él tomo algo de orgullo por eso. Era gracias a él después de todo. Llevó un
poco de trabajo, pero ella iba bastante bien. ¿Quién hubiera sabido que había una
pequeña tigresa debajo de toda esa ternura? Él seguro no, pero era agradable ver
que se defendía por una vez. El personal puede quejarse de sus métodos y su
relación fácil con los niños, pero al menos él nunca actuó contra una mujer como
Haley y se aprovechó de ella convirtiéndola en la chaperona de esto o la
organizadora de aquello.

—Pero, Haley, realmente necesitamos que seas la chaperona. John tiene


entradas para un juego esta noche. 34

—Lo siento Tom, pero ya tengo planes esta noche. Realmente deseo poder
ayudar, pero no puedo romper mis planes en el último minuto. Me entiendes —
dijo educadamente, pero con firmeza.

Claramente la autoestima de ella estaba aumentando y hacia el conjunto


aún mejor, y él no era el único en notar eso. Otros profesores le mostraban más
respeto y los hombres la estaban definitivamente notando. Oh, él tomaba un ciento
por ciento de crédito por su pequeña protegida. Sí, él era el amo. Probablemente
era hora de que usara su grandeza para bien.

Vio la mesa donde ella dejo su café y panecillos así como tres hombres más,
perdedores en su opinión, quienes observaron el asiento al lado de ella. Sin
ninguna vacilación él paso más allá de ellos y se sentó en la mesa de ella, ganando

R.L. Mathewson
miradas asesinas de los otros hombres. Muy mal. En su opinión si un hombre no
tenía las bolas para hacer un movimiento no merecía a la mujer deseaba. No es
que él deseara a Haley. No lo hacía. Ella era su amiga y se estaba convirtiendo en
uno de sus mejores amigos. No, lo que él deseaba era el panecillo caliente con
chips de chocolate y mantequilla extra que le vio comprar antes.

Él suspiró alegremente mientras pescaba el panecillo de la bolsa.

—¿Cuándo aprenderá? —murmuró él mientras preparaba su panecillo recién


conseguido.

—Por favor, sírvete —dijo Haley secamente mientras se sentaba y añadía un


poco de azúcar a su café.
—Gracias, creo que lo haré —dijo alegremente mientras cubría con más
mantequilla el panecillo.

—¿Cuáles son estos increíbles planes que tienes para esta noche? —
preguntó él entre mordiscos.

—Una cita —dijo.

—Supongo que eso significa que es el fin de nuestra historia de amor —dijo
con un puchero.
35
—Supongo que sí.

—Estoy dolido.

—Sobrevivirás… con terapia por supuesto —dijo con un guiño y una sonrisa.

—¿Es otro perdedor?

Ella desvió la vista y murmuró algo.

—Lo siento no hablo entre dientes —dijo al tiempo que observaba el


panecillo de manzana y almendra con cobertura streusel que ella acababa de sacar
de la bolsa. Joder, ¿cómo se había perdido ese delicioso y pequeño bocado?

Su mano parecía tener vida propia, ya que se deslizó hacia ese pequeño y

R.L. Mathewson
sabroso regalo. Con un suspiro, las manos de Haley descendieron para proteger su
panecillo.

—¡Contrólate! —siseó ella mientras desprendía un trozo pequeño y se lo


comía. Los ojos de él volvieron al panecillo. Sabía que estaba haciendo pucheros
cuando Haley rodó sus ojos y siguió comiendo. Maldita sea, ¿dónde estaba el
amor? Él era un hombre hambriento. Con un suspiro abrió su bolsa y sacó uno de
sus tres rollos de café y comenzó a comer al mismo tiempo que continuaba con sus
ojos en el panecillo.

—Eres patético —murmuró Haley rodando los ojos. Empujó la última mitad
de su panecillo hacia él. Con una enorme sonrisa él abrió su boca y lo saboreó. Era
realmente tan bueno como parecía.
—Entonces, ¿qué es lo que no quieres que yo sepa, mi pequeño
saltamontes? —preguntó, revolviendo su café. La última cita que ella había tenido
era con un perdedor en su opinión, al menos y en realidad ¿no era eso lo único que
importaba? El perdedor no era digno de toda su obra. Tenían que trabajar hasta
que ella saliera con tipos que él aprobara. Alguien genial con una cabaña en New
Hampshire para viajar de pesca o una casa en Florida lo haría a él muy feliz.
Realmente podía ir a pescar a alta mar en el invierno.

—¡Deja de llamarme así! —susurró suavemente Haley—. Por enésima vez no


soy Daniel San ni tú el Sr. Miyagi. 36

Él simplemente se encogió de hombros.

—Si eso es lo que quieres creer...

—Lo es y lo hago.

—¿Si pudiera conseguir la atención de ustedes antes de que vayan a clases?


—dijo Jenkins, sosteniendo su portapapeles para llamar la atención de todos en la
sala de descanso de profesores—. Necesitamos un voluntario más para el baile de
esta noche —dijo, lanzando una mirada esperanzadora en dirección a Haley.

—Encerar mano derecha… quitar cera mano izquierda4... —susurró Jason,


ganándose un poco delicado resoplido de Haley.

R.L. Mathewson
—¿Dijo algo, señorita Blaine? —pregunto Jenkins a Haley, llamando la
atención de todos sobre ella.

Jason se inclinó en su asiento y miró a Haley mientras un rubor se arrastraba


por su linda carita. Ella empujó nerviosamente sus gafas por su nariz. Ah, parece
que su protegida aún odia llamar la atención sobre sí misma.

Bueno, ella tendría que acostumbrarse si iban a ser amigos, puesto que él
tenía la bastante mala costumbre de llamar la atención sobre sí mismo casi en
todas partes a donde iba.

Es una frase de karate kid y hace referencia al movimiento que se hace al quitar la cera, y hace
4

referencia a masturbarse.
—Sí, señorita Blaine, ¿tiene algo que decir? —le preguntó Jason en tono
divertido.

Ella le disparó una mirada entrecerrada antes de girarse para mirar a Jenkins.
La mirada se había ido sólo para ser reemplazada por una sonrisa algo dulce e
inocente. Estaba tan concentrado en su sonrisa, que estuvo a punto de perderse lo
que ella dijo.

—No, Sr. Jenkins, no era yo. El Sr. Bradford se estaba ofreciendo para ser
chaperón esta noche —dijo alegremente. 37

—¿Qué? —dijo él, demasiado tarde.

Jenkins le sonrió.

—Bueno, ¡eso es excelente! Muy bien. Asegúrese de que estar aquí a las
siete en punto y quedarse hasta las once. Gracias, Sr. Bradford —dijo Jenkins. No
pasó desapercibido para Jason que el hombre no se molestó en confirmar con él y
que prácticamente corrió fuera de la habitación antes de que Jason pudiera
negarse.

Su atención se dirigió inmediatamente a la pequeña traidora.

—Tu maldita traidora —jadeó él.

R.L. Mathewson
Su sonrisa pasó de inocente a malvada en menos de un segundo.

—Diviértete en el baile. —Se levantó y colocó sus manos juntas frente a ella
como si estuviera orando y se inclinó.

Listilla.

Lo traicionó. Joder eso dolía. No pudo evitar sonreír. Ella realmente estaba
saliendo demasiado bien.

—¡Oh Dios mío, lo amo! —La chica, Cindy o algo así, se lamentó en voz alta,
haciendo que Jason se moviera nerviosamente. Nunca había tratado bien con las
emociones, especialmente las emociones femeninas. Él miró a su alrededor
nerviosamente y soltó un suspiro de alivio cuando vio a un pequeño grupo de
chicas rodear a la muchacha.

—¡Él es un idiota! —dijo una de ellas.

—¡¡¡No digas eso!!! ¡Lo amo! —gritó Cindy.

—Oh, sé que lo haces. Él no es lo suficientemente bueno para ti —dijo una


chica un poco gordita mientras ponía su brazo alrededor de la niña.

Bien. Todo iba muy bien. Podía volver a ser chaperón de un montón de 38
adolescentes hormonales impulsados por música horrible. Sí, realmente iba a matar
a Haley. Él se apartó.

—¿Sr. Bradford, por qué me haría él esto a mí? —exigió la muchacha.

Se quedó paralizado a medio paso y miró a su alrededor con nerviosismo,


con la esperanza de que otro Sr. Bradford estuviera cerca y se dispusiera a soportar
esto. No hubo suerte.

Se aclaró la garganta.

—¿Qué hizo exactamente?

Ella se mofó de él, con una mirada de total incredulidad, que le dijo que
pensaba que él debía ser muy consciente de todo en la vida de ella.

R.L. Mathewson
Teniendo en cuenta que nunca había prestado mucha atención a la vida de
ninguna mujer, ella estaba en un maldito y duro despertar. Afortunadamente, una
de sus amigas tuvo compasión de él.

—Marc Griswold. Comieron en la misma mesa dos veces en las últimas dos
semanas, le habló en la sala de estudio y le pidió prestadas sus notas. Ahora está
aquí con ella —dijo con tal aversión que él no pudo evitar seguir su mirada.

Vio a Marc bailando con una morena muy guapa. Su nombre recordó, era
Janie. Era una muchacha inteligente y divertida como el infierno. Si la memoria le
servía correctamente, Marc había estado enamorado de la chica por los dos
últimos años. El pobrecito que normalmente estaba tan seguro de sí mismo y
relajado se volvía un tonto tartamudo cuando la chica estaba alrededor. Se había
estado preguntando cuando el chico iba a reunir el coraje para finalmente invitarla
a salir.

—Hmmm, bien por él —murmuró, ganando un suspiro colectivo de


indignación.

—¿Cómo ha podido, Sr. Bradford? —chilló la chica aún más fuerte,


haciéndolo estremecer.

Oh, realmente iba a matar a Haley por esta mierda.


39

—Lo pase muy bien —dijo Jonathan, probablemente por décima vez.

Haley se obligó a sonreír y por supuesto a mentir.

—Yo también —dijo, con la esperanza de que él no pidiera detalles de lo


que ella encontró agradable, porque realmente sería difícil encontrar algo bueno
de esta noche, excepto, por supuesto, que era agradable que estuviera terminando.

Esta era absolutamente la muy última vez que salía con cualquier hombre
que Mary, una de sus más antiguas y queridas amigas, sugiriera. Uno pensaría que
después de que Mary le cuadrara una cita con un taxidermista, habría aprendido su
lección, al parecer no, porque de alguna manera accedió a salir con este perdedor.

R.L. Mathewson
No empezó mal. De hecho, él llego a tiempo y pensó que era algo lindo de
una manera ingenua. Era alto, un poco delgado, pero aun así, parecía agradable.
Sus ropas estaban limpias y olía bien. La primera pista de que algo no estaba bien
ocurrió cuando llegaron al restaurante.

Fue entonces cuando su madre llamó por primera vez. Sí, la primera vez
desde que llegaron allí, hubo más de una llamada de su madre. De hecho, durante
su cita de cuatro horas, que duro tanto tiempo porque él se tomó mucho tiempo
comiendo, ella llamó un total de veintitrés veces. Sí, estaba muy segura de que era
su madre desde que él se sentó en la mesa cuando tomó las llamadas y el altavoz
de su teléfono era bastante ruidoso.
Los motivos de las llamadas oscilaban entre, que lo extrañaba, quería saber
cuándo llegaría a casa y si comería lo que ella había cocinado, le recordó limpiar su
habitación mañana, y su favorita personal, quería saber si estaba todavía con ”ella”.
A juzgar por su tono y la cantidad de llamadas, su mamá no estaba muy feliz de
que su pequeño niño estuviera en una cita.

Puesto que su pequeño niño tenía treinta y cinco años y según él nunca
había vivido por su cuenta. ¿Por qué lo haría cuando vivía con su mejor amiga?
Refiriéndose a su querida mamita. Por supuesto él pasó un buen rato quejándose
de lo injusta que podría ser su madre. ¿Quién hubiera sabido que un hombre de 40
treinta cinco años podía ser castigado por no recoger sus calcetines sucios? Ella
ciertamente no.

No podía esperar a llegar a su casa, ponerse un par de pantalones vaqueros,


una camiseta y tener una buena risa sobre esto con Jason. Eso por supuesto sólo si
Jason le había perdonado su pequeña broma de antes. De ahí el gran trozo de
pastel de chocolate con glaseado de mantequilla de maní en el contenedor que
ella llevaba. Jason era un bebé grande, pero un bebé grande que podía comprase
con comida.

—Bueno, aquí estamos —dijo brillantemente mientras señalaba su camino.

—Ha sido divertido. Gracias —dijo rápidamente mientras prácticamente


corría fuera del auto.

R.L. Mathewson
—Esta es una casa muy bonita —dijo él cerca, demasiado cerca. Haley miró
hacia atrás y se tragó la maldición que amenaza con dejar sus labios. El hombre la
estaba siguiendo a la puerta. Quería llorar, de verdad, quería.

¿Cuándo pondría fin a esta pesadilla?

Se acercó a su puerta y ensayó otra falsa sonrisa en su rostro.

—Bueno, gracias otra vez.

—De nada —dijo él dándole una tímida sonrisa antes de inclinarse para
besarla. Afortunadamente lo vio venir y volvió la cabeza a tiempo para recibir un
beso algo húmedo en la mejilla. EW….
Apenas se abstuvo de limpiar su cara. Tenía que enjuagar eso en cuestión de
minutos con una ducha de agua caliente.

—Oops. Lo siento —murmuró él mientras se inclinarse para darle otro beso.

Más rápido de lo que ella creía que fuera posible, había abierto la puerta.

Ella tropezó hacia atrás salvándose de más baba.

—Bueno, ha sido agradable pero…


41
—¿Puedo tomar una taza de café? —preguntó él ansiosamente y por
supuesto tuvo que añadir—. Me puedo quedar hasta tan tarde como yo quiera esta
noche. —Oh, ella sabía que estaba mintiendo. Alguien iba a estar en muchos
problemas al llegar a casa. Mentalmente le chasqueó la lengua.

Abrió la boca para rechazarlo educadamente cuando comenzaron los gritos.

—¡Ayúdenme!

Haley saltó. ¿Qué diablos? Sonaba como si Jason estuviera justo en su casa.

—¡Ayúdenme, por favor! ¡Alguien que por favor me ayude! ¿Por qué no me
ayuda alguien?

—¿Qué es eso? —preguntó Jonathan nerviosamente.

R.L. Mathewson
Haley no se detuvo para responder. Ella corrió en dirección a los gritos. ¿Su
habitación? Abrió la puerta y casi tropezó mientras se detenía a un metro y medio
de distancia dentro del cuarto lo que la ponía justo frente a su cama.

—¿Qué diablos….? —Jonathan se detuvo detrás de ella.

—¡Oh, gracias a Dios estás aquí, Haley! —dijo Jason, sonando feliz para ser
alguien que estaba atado a su cama, con sólo un par de calzoncillos—. Sé que
dijiste que te excita saber que estoy atado a tu cama esperándote, pero realmente
tengo que usar el baño y estirar las piernas antes de que comencemos… —Su voz
se apagó cuando vio a Jonathan.

Jason suspiró dramáticamente.


—Pensé que acordamos que me dirías con antelación antes de agregar a
alguien más a nuestra cama. —Rodando los ojos, dijo—: Está bien esta vez. Por
suerte para ti creo que tenemos un montón de lubricante. —Miró pensativamente
a Jonathan quien todavía estaba mirando a Jason mudamente—. Espero que no
seas un gritón. El último chico gritaba como un desaforado cada vez que yo…

—Están enfermos —exclamó Jonathan, interrumpiendo a Jason—. Aléjate de


mí, y no intentes llamarme tampoco. ¡Le voy a contar a mi madre sobre ti!

Haley no escatimó ni un vistazo hacia Jonathan mientras miraba al hombre 42


que estaba con una sonrisa grande y engreída atado a su cama. Fue vagamente
consciente de su puerta principal siendo cerrada de golpe y el sonido de
neumáticos saliendo de su camino de entrada.

—¿Es eso para mí? —preguntó Jason, mirando intencionadamente el envase


de polietileno en sus manos.

—Mmmhmm —dijo ella mientras caminaba alrededor de la cama y colocaba


el recipiente en su pecho y lo abría. Ella no se perdió cuando sus ojos se ampliaron
con placer.

—Es…

—Glaseado de mantequilla de maní, sí. —Terminó por él.

R.L. Mathewson
Él lamió sus labios mientras miraba fijamente el enorme postre.

—Eres la mejor, siempre. Desátame así puedo abastecerme —dijo


distraídamente mientras continuaba mirando fijamente la torta, probablemente
tratando de decidir qué extremo iba a atacar primero.

—¿No puedes desatarte?

—No.

—¿Tú mismo hiciste esto?

—Sí. Ahora el pastel, mujer.

—Uh huh... —Ella caminó lejos de la cama y se dirigió al baño.


—Espera, ¿adónde vas?

—Sólo estoy buscando algo para desatarte.

—Apúrate.

—Claro que sí —dijo ella, alegre de que él no pudiera ver su malvada


sonrisa.

43

R.L. Mathewson
Capítulo 5
Traducido por Maru Belikov y Aria25

Corregido por Akanet

—¡Dije que te callaras! —espetó Jason mientras robaba la pelota de Brad, su


44
viejo amigo, y la lanzaba al aro de básquetbol.

Brad limpió las lágrimas de sus mejillas mientras luchaba por dejar de reír.
Falló miserablemente y cayó de rodillas cuando no fue capaz de seguir de pie.

—¡Cállate!

—¡No puedo… no puedo… creer… que ella… afeitara… tus piernas! —dijo
Brad entre jadeos y risas. Bastardo. Afortunadamente él llevaba una camiseta para
cubrir su ahora lampiño pecho y axilas. Oh, ella iba a pagar por esto.

—¡También se comió mi pastel! —dijo Jason, lo que en su cabeza era las


más seria traición. Ni siquiera le dejó lamer la cuchara para limpiarla y él había
preguntado, varias veces. Maldita bromista. Ese pastel había olido tan bien. Su
estómago sonaba solo de pensar en ello.

R.L. Mathewson
—Amigo, para alguien tan obsesionado con la comida eres afortunado de
no ser gordo —dijo Brad mientras continuaba luchando por controlar su risa.
Afortunadamente él ahora era capaz de estar de pie así Jason podía patear su
trasero en este juego.

—No es suerte. Tengo un metabolismo acelerado y ejercito —dijo él,


lanzando otro disparo.

—¿Cuánto tiempo te mantuvo atado?

Jason lanzó una mirada hacia el hombre.


—No sé por qué encuentras esto tan gracioso. Se supone que eres mi mejor
amigo. Debería indignarte que alguien tome ventaja así de mí. ¿Dónde está tu
lealtad?

Brad abruptamente dejó de reírse y arqueó una ceja.

—Tú contrataste dos estríper en mi fiesta de soltero para luego hacerme un


depilado brasileño cuando estaba desmayado.

Jason se río. Oh, esa ciertamente había sido una buena noche. De hecho, él
45
estaba bastante seguro que tenía fotos alrededor en algún sitio en su casa. Durante
toda la ceremonia Brad había luchado en el altar mientras intentaba
disimuladamente rascarse. De lo que escuchó a su esposa le había encantado tanto
que andaba detrás de él para que se le hiciera otra vez. Decir que Brad estaba
reacio de permitir que cera caliente estuviera cerca de sus bienes era quedarse
corto.

—Nada de lo que puedas quejarte será peor de lo que tú has hecho a


alguien en todos estos años. De hecho, creo que Haley es ahora mi heroína.

—Ella está muerta para mí —dijo él con un resoplido.

—Uh huh —dijo Brad, robando la pelota y haciendo un tiro de mierda.

—¿Qué se supone que significa eso? —demandó Jason, tomando la pelota

R.L. Mathewson
de regreso.

Brad se encogió de hombros.

—Solo parece que ella te gusta.

—Claro que me gusta —dijo él fácilmente antes de añadir—, cuando no está


traicionándome es mi amiga.

—Es una amiga muy caliente de una manera muy linda diría yo —agregó
Brad.

—También es eso —dijo Jason, rebotando la pelota—. Es agradable tener


algo para entretener la vista. —Miró a Brad—. No te mataría arreglarte un poco si
vas a estar en mi presencia.
—Sí, intentaré hacer eso —dijo Brad secamente.

—Ve que puedas hacerlo.

Después de unos minutos jugando, Brad preguntó—: Así que, ¿está pasando
algo entre tú y Haley?

Jason apenas logró sostener la risa.

—¡Vamos! Ella es mi amiga. ¡No la veo de esa manera!


46
—Uh huh.

—No lo hago.

—Seguro.

Jason empujó la pelota hacia Brad.

—¿Qué demonios se supone que eso significa?

Brad se encogió de hombros mientras hacia otro tiro.

—Nada. Solo noté como la miras a veces.

—¿Oh? Ilumíname. ¿Cómo la miro?

R.L. Mathewson
Brad bajó la mirada hacia la pelota mientras la había rebotar una, dos veces,
y luego miró hacia arriba.

—Como si quisieras devorarla de arriba a abajo y matarías a cualquiera que


se interponga en tu camino.

Jason soltó un bufido. Luego por si acaso resopló otra vez.

—No, no lo hago.

—Sí, lo haces.

—Todo está en tu cabeza.

—Como tú digas —dijo Brad fácilmente, enojando más a Jason.


Él no quería a Haley. Él no la miraba de ninguna manera especial. Ella era su
amiga, su compañera, su amigo5 y él no la veía como un bocado sabroso que
quería devorar. Está bien, sí ella era caliente y esos lentes la hacían ver
completamente adorable y él noto que tenía piernas realmente lindas y grandes
pechos que él estaba seguro sostendrían su cabeza muy bien, pero ¿quién no
notaría eso? Ella también era bajita lo que hacía que él fuera protector con ella, y a
le gustaba poner su brazo alrededor de ella porque se sentía bien contra su lado y
encajaba perfectamente bajo su brazo. ¿Y qué? No significaba nada más que
amistad.
47
—Oh, aquí viene ahora el objeto de tus deseos —dijo Brad, riéndose.

—¡Cállate! —espetó Jason antes de girar su atención hacia Haley que estaba
en su nueva blusa de seda verde y una falda oscura. Parecía como si fuera a
trabajar, no a pasar el rato un domingo. Ella sostenía un plato con aluminio frente a
ella.

—Luces bien. ¿A dónde vas? —pregunto Brad.

Haley suspiró—: Barbacoa.

Ambos hombres estaban boquiabiertos mientras la miraban.

—¿Vas a una barbacoa así? —pregunto Brad. ¿Quién iba a una barbacoa así?
¿Qué pasaba con los pantalones vaqueros y una camiseta o una camiseta de

R.L. Mathewson
tirantes? Ellos claramente todavía tenían mucho en lo que trabajar.

—Barbacoa familiar, no pregunten —dijo ella antes de girar su atención


hacia él—. ¿Todavía estás molesto conmigo?

Él gruño antes de alejarse.

—Oh, ¡Vamos! ¡Eventualmente te liberé! —Él la aparto sin mirar atrás—.


¡Vamos! Ese pastel no era la mitad de sabroso de como lucía. ¡Me dejó
incómodamente llena! —gritó ella, ganándose una risa de Brad y un segundo
saludo de un dedo de Jason.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó Brad.

5
Del texto original en el libro.
Haley suspiró mientras retiraba el papel aluminio, revelando galletas con
chispas de chocolate.

—Hice estás para el bebé grande, así dejaría su pequeño berrinche.

—Vaya, ¡esas lucen realmente bien! ¿Puede tomar una?

Ella se encogió de hombros.

—Seguro, ya que el bebé no quiere una.


48
Brad tomó una galleta y la llevó hacia su boca. Estaba a centímetros cuando
una larga bronceada mano la agarró. Jason le quitó el plato antes de enviarle a
Brad una mirada asesina.

—¡Como te atreves a tocar mis galletas, bastardo! —dijo Jason con disgusto
antes de reventar una galleta en su boca y dirigirse de regreso a su casa.

—Maldición, esas también lucían bien —se quejó Brad.

Haley suspiró.

—No te preocupes tengo un segundo plato en mi mesada. —Las palabras


apenas estaban fuera de su boca cuando Jason abruptamente cambió de curso y se
dirigió a la casa de ella.

R.L. Mathewson
—Bueno, habían —dijo ella, viendo a Jason caminar hacia su casa como si él
fuera el dueño. Un minuto después camino fuera de su casa, cargando ambos
platos y el galón de leche que tenía en el refrigerador. Se dirigió de regreso a su
casa, pero no antes de mirar a Brad—. Bastardo ladrón de galletas. —Ellos lo
escucharon murmurar.

Brad puso los ojos en blanco, riéndose.

—Y las personas se preguntan cómo perdí peso teniéndolo a él como


compañero de cuarto en la universidad.

Haley sólo se río mientras cerraba su casa y se dirigía a su auto. Por un


momento ella olvidó el infierno que le esperaba.
Ella ignoró la mirada de los aparca autos mientras manejaba alrededor de la
mansión de sus padres y estacionaba su propio auto. Trató de no poner los ojos en
blanco, pero simplemente no pudo evitarlo. Dejen a sus padres ser exagerados en
una barbacoa familiar.

Por qué se molestaban, ella nunca lo sabría. No era como si el resto de su


familia no supiera que eran ricos. Tampoco era como que si el resto de la familia no
fuera también rica. Siempre estaban tratando de probar que eran los mejores y más 49
ricos. Algo patético si le preguntabas a ella, nadie lo hacía por supuesto. Sólo se
esperaba que ella apareciera en funciones familiares, actuara perfecto y mordiera
su lengua. Síp, esto iba a ser tan divertido.

Por las siguientes cuatro horas, y ese fue el tiempo que su madre le dijo que
absolutamente debía quedarse o lanzaría un berrinche de todos los berrinches,
Haley iba a tener que soportar miradas de lástima por su estado civil, estado sin
hijos, trabajo y por cómo se veía. Síp, eso iba a ser grandioso. Simplemente
grandioso.

¿Por qué su maldito auto fiable no se apagaba en el camino hacia acá o


mejor aún se le acababa la gasolina dejándola a merced de la vida salvaje que la
atacaría y la salvaría de este infierno? ¿Era realmente mucho pedir?

R.L. Mathewson
Pasó una mano sobre su camisa para alisarla mientras se acercaba a la
puerta principal. Antes de que pudiera tocar la puerta fue abierta. Jameson, su
arrogante mayordomo desde hace diez años, miraba desagradablemente bajo su
nariz hacia ella.

—Su madre la esperaba hace media hora, señorita Blaine —dijo él con un
resoplido. No se le había escapado que él llamaba a sus hermanas por su primer
nombre e incluso sonreía cuando lo hacía.

Ella no iba a quedarse aquí de pie y discutir con él hombre.

—¿Dónde está ella?

Otro resoplido.
—La señora está en el patio trasero. Está muy exhausta. Ha estado
trabajando día y noche en esta barbacoa. ¡Estaba levantada antes del amanecer y
no ha descansado desde entonces!

—Uh huh —dijo Haley ausentemente mientras caminaba pasando a un


montón de personas que no conocía. Gracioso como las barbacoas familiares en su
familia significaban traer a todos los que ellos quisieran impresionar o con los que
quisieran codearse. Parecía que ella era la única que no había traído a su séquito.
Tenía amigos que realmente le importaban y podía haberlos traído, pero bueno,
era porque realmente le importaban que no podía infligir este ataque sobre ellos. 50

—Haley, ¡qué lindo verte! —dijo su primo Jacob—. Deberías venir al viñedo
este verano y quedarte en mi nueva casa de campo. Es fabulosa, ¡te encantará! —lo
dijo lo suficientemente alto para atraer la atención hacia sí mismo. Ella no tenía
duda que era para el beneficio de la multitud alrededor de él considerando que la
odiaba absolutamente. Quizás tenía algo que ver con ella poniendo crema
depilatoria en su champú cuando eran niños. Ah, lo que sea.

Simplemente le dio esa sonrisa falsa que su madre le había metido en la


cabeza y se dirigió al patio trasero donde encontró a su madre trabajando duro en
saborear un Martini y cotilleando con sus hermanas, unas pocas tías, y su abuela
dormitando en una silla de ruedas a unos metros de distancia bajo su propia
sombrilla.

R.L. Mathewson
Su padre, cuñados y varios tíos, primos y hombres que no reconocía estaban
sentados en el extremo opuesto del gran patio de ladrillos que se extendía por
toda la longitud de la mansión. En el césped, proveedores de comida profesionales
estaban haciendo la barbacoa en grandes parrillas de gas mientras que otros
colocaban la comida en las mesas y sillas alrededor de las mesas que ahora cubrían
una pequeña porción del patio trasero de diez acres.

No le sorprendió que no hubiera niños en la barbacoa familiar y sugerir traer


un niño aquí pondría a su madre de mal humor. Su madre era definitivamente una
reina social, ¿madre y abuela? Ni siquiera un poco. Apenas estuvo ahí durante sus
infancias. Por qué hacerlo cuando podía pagar a alguien era el lema de su madre.
Las niñeras y sirvientas la criaron a ella y a sus hermanos hasta la edad de diez años
cuando cada una de ellas en turnos fue todo un año a un internado privado. A
partir de entonces fue obvio que sólo eran huéspedes en esta casa.

Algunos podrían pensar que era una educación patética y hasta cierto punto
estaría de acuerdo. Puesto que sólo veían a los niños como un accesorio realmente
no tenían nada que ver con tenerlos. Habría sido una horrible infancia si sus
abuelos no hubieran comprado una casa cerca de la escuela la primera semana y
llevaron a Haley a vivir con ellos. Gracias a sus abuelos tuvo una maravillosa
infancia. Le encantaba la vida que sus abuelos le habían dado, que es una de las
razones por las que a los dieciocho se hizo cargo de su vida y decidió seguir sus 51
propios sueños en lugar de seguir los pasos de su familia.

—¡Oh, Haley! ¡Ahí estás, querida! —dijo su madre alegremente. ¿Estaba


tratando de sonreír? Sí, parecía que se había puesto Botox una vez más. Toda su
cara se veía completamente congelada.

—Hola, madre —dijo, dándole a su madre un casi beso en la mejilla mientras


ella le daba uno.

—¡Toma asiento, querida! —Su madre gesticuló al asiento a su lado. Sus


hermanas Martha y Rose le dieron sonrisas mientras cogían vasos o se ahuecaban
el pelo en un intento por lucir cualquier nueva baratija que sus esposos, o más
probable las secretarias de sus esposos, les habían comprado.

R.L. Mathewson
—Es tan bueno verte, Haley —dijo Rose con una sonrisa fría mientras
sacudía su pulsera de diamantes.

—Es bueno verte también. Rose. ¿Cómo están tus hijos? —preguntó Haley.

Rose le dio una mirada bastante sosa.

—¿Cómo voy a saberlo?

Haley abrió la boca para señalar que de hecho eran sus hijos, pero decidió
no hacerlo.

Martha se inclinó intentando parecer discreta. El hecho de que levantara la


voz arruinó el efecto de alguna forma.
—¡Pobrecita! Veo que la dieta no ha funcionado —Hizo un mohín—. ¿Te
han dejado otra vez? —Negó con la cabeza como si no hubiera ninguna
consecuencia y sacó una tarjeta de negocios que probablemente tenía preparada
para este momento—. Aquí está el nombre de un buen médico que hace maravillas
con la eliminación de grasa y cirugía cosmética.

Todavía sonriendo Haley aceptó la tarjeta. Ya que había perdido unos


cuantos kilos en el último par de semanas y no se consideraba a sí misma gorda,
especialmente porque su estómago era plano, sabía que su hermana estaba
señalando como siempre delicadamente que Haley no estaba delgada como un 52
palito como el resto de ellas. Pechos planos y parecer esquelética estaba de moda
aparentemente. Ya que ella nunca se vería como ellas o lo querría, simplemente
dejó la tarjeta de negocios en la mesa.

No tenía ningún problema con cómo se veía. Estaba cómoda con sus curvas.
De hecho tenía el mismo tipo de cuerpo que su abuela cuando era más joven. La
misma fuera de combate en la silla de ruedas y a la que todo el mundo aquí,
menos ella, temían molestar. Podía ser un pequeño demonio con el que tratar.
Todos la miraban por encima del hombro por sus modales de clase media
olvidando que fueron su trabajo duro y sacrificios lo que hicieron a la familia lo que
hoy es.

—Sabes, pueden reducir esas cosas hoy en día —dijo Rose


desagradablemente, sacando a Haley de sus pensamientos.

R.L. Mathewson
—¿Qué cosas? —preguntó Haley, distraída por uno de sus primos mirando a
la abuela como un buitre. No tenía ninguna duda de que estaba contando sus
respiraciones. Infiernos, el pequeño cabrón estaba articulando las palabras. Estas
personas eran patéticas.

—Tus pechos, querida. Son... bueno... son muy de clase baja. Te hacen
parecer una camarera o algo así —dijo su tía con simpatía.

—Creo que te verías genial con menos... curvas. —añadió Rose.

Sonrisa.

—Lo tendré en cuenta, gracias. Ahora si me disculpan.


—¡Oh espera, querida! —dijo su madre, sujetando su mano—. Quería
preguntarte cómo iba tu pequeño pasatiempo.

Su pequeño pasatiempo quería decir su trabajo. Sonrisa.

—Va muy bien. Gracias por preguntar. Tendremos el descanso de verano en


dos meses. Estoy pensando en viajar, o alquilar una cabaña en New Hampshire por
un par de semanas.

—Honestamente, querida, no sé por qué lo haces. Si estás tan decidida a


53
trabajar deberías volver a la escuela y conseguir un título de verdad en derecho o
en medicina como tu padre. ¿Es porque estás tratando de encontrar un hombre? —
preguntó su madre en tono esperanzado.

Sonrisa.

—No. No estoy buscando un hombre. Me gusta lo que hago.

La respuesta de su madre fue fruncir el ceño, bueno pareció como si


estuviera intentando fruncir el ceño. En realidad, todo el mundo el mundo en la
mesa estaba frunciendo el ceño ahora. No podían entender por qué trabajaba ya
que ninguno de ellos había trabajado un día en sus vidas. Personalmente pensaba
que el grupo entero estaba bastante mimado y se preguntaba por qué había
venido aquí en primer lugar. Entonces lo recordó. Vino aquí por la abuela. No
podía dejar la abuela con estos buitres y no dolía que la abuela la amenazaba con

R.L. Mathewson
ponerla sobre su rodilla y azotarla si no se presentaba.

—¡Cariño! —dijo su padre, con una sonrisa enorme. Se inclinó y le besó


ambas mejillas. Sonrisa—. Feliz Cumpleaños, cariño. Siento que sea con un par de
semanas de retraso —dijo tímidamente.

—Gracias, papá —dijo, cogiendo su tarjeta de cumpleaños. Sonrisa. Su


cumpleaños había sido hace cinco meses. Sí, toda su familia lo había olvidado,
bueno excepto la abuela por supuesto. La llamó a las cinco de la mañana,
despertando a Haley en su cumpleaños, exigiendo que Haley debería meter algo
de sentido en sus padres. Haley la calmó y le dio las gracias por el regalo que le
había enviado el día anterior. Al día siguiente fue y la vio. Sus viejas niñeras le
enviaron tarjetas de cumpleaños y regalos. Sus amigos le hicieron una cena y
salieron, así que estaba bien.
—¡No puedo creer que mi pequeña bebé ya tenga veinticinco! —dijo.

—Lo sé —Ella no podía creerlo tampoco ya que tenía veintinueve, pero eh


¿si querían hacerla más joven quién era ella para discutir?

—¡Tiene veintinueve años, estúpido! —dijo la abuela—. Cumplió veintinueve


en diciembre. Cómo crié estúpidos se me escapa —se quejó la abuela.

Sonrisa.

—Gracias papá, está bien. 54

Su sonrisa vaciló y por primera vez en su vida él realmente parecía


abochornado y avergonzado.

—Voy a llamarte más tarde esta semana —dijo firmemente.

—Papá, está bien —dijo ella, dejándolo libre de culpa.

—No, no lo está —dijo antes de forzar una falsa sonrisa y se volvió para
responder a alguien llamándole.

—Honestamente, Haley. No hay necesidad de crear tal drama por tonterías


—dijo su madre, tratando de salvar su reputación. Todo el mundo envió miradas
compasivas a su madre y ojos en blanco a Haley como si fuera culpa de Haley por
simplemente vivir.

R.L. Mathewson
Sonrisa.

—Perdonen, si me disculpan —dijo, tomando su tarjeta con ella y


metiéndola en su bolso. Se acercó a su abuela y se sentó.

La abuela resopló.

—No sé por qué soportas tales tonterías.

—Está bien.

—¡Como el infierno que lo está!

Por primera vez desde que llegó dejó escapar una sonrisa real.
—¿Deborah, qué vamos a comer hoy? —exigió la abuela a la madre de
Haley, su menos favorita nuera.

Su madre sonrió, bueno intentó sonreír.

—Tenemos salmón con hojas de espinacas asadas, una ensalada de patatas


molidas sin grasa y algunas delicias de soja francesas sin grasa y sin harina que
están simplemente para morirse.

Los ojos de la abuela se entrecerraron peligrosamente mientras su mano fue


55
por el bastón. Haley discretamente apartó el bastón de su abuela.

—¡Oye, eso es mío! —espetó la abuela mientras Haley ponía el bastón junto
a su silla, lejos de la abuela mientras se frotaba el dorso de la mano. Maldita sea, la
abuela agarraba fuerte.

—Compórtate —siseó Haley, haciendo que la abuela sonriera. De todos los


hijos y nietos Haley era la única que trataba a la abuela como a un ser humano y
no como una vieja responsabilidad con la que se habían quedado atascados.

La abuela volvió su atención a Deborah.

—Quiero una hamburguesa, un perrito caliente y un poco de verdadera


ensalada de patatas.

R.L. Mathewson
—Queridísima madre, ¡simplemente no tenemos eso aquí! —dijo como si la
sola idea de tener esos alimentos básicos en su casa fuera algo inaudito.

La abuela la miró por un momento más antes de volver su atención a Haley.

—¿Tú?

—¿Yo qué?

—Tú tienes esas cosas en tu casa, ¿no?

Haley asintió.

—Sí. —De hecho su congelador y su despensa estaban llenos hasta el tope


con alimentos básicos para barbacoas ya que vivía para la comida de barbacoa en
verano, probablemente tenía algo que ver con que la abuela la hubiera criado. La
mujer simplemente vivía para la comida de barbacoa.

—Bien —dijo la abuela firmemente mientras gesticulaba a Chris, su


ayudante. El hombre acababa de entrar en sus cincuentas, pero seguía trabajando
duro para cuidar de la abuela—. Vamos, Chris.

Chris asintió y se acercó obedientemente y empezó a empujar a la abuela


por la casa. Sin mirar atrás la abuela dijo—: ¡Vamos, Haley!
56
Haley se levantó.

—¿A dónde?

—A tu casa. ¿A dónde sino? Ahora ven antes de que los parásitos intenten
colarse en nuestra fiesta.

Haley escondió su sonrisa mientras obedientemente seguía a su abuela por


la puerta. No era de extrañar que adorara totalmente a la anciana.

R.L. Mathewson
Capítulo 6
Traducido por flochi

Corregido por Clau12345

—Tengo hambre —refunfuñó Jason mientras miraba fijamente los platos


57
vacíos sobre su mesita de café.

Brad gruñó—: Prácticamente te comiste ambos platos. ¿Cómo demonios


tienes hambre?

Jason se encogió de hombros y se recostó en la silla para mirar el partido.

—Simplemente la tengo. ¡Déjame de paz, soy un chico en crecimiento,


maldición!

—Sí, un chico en crecimiento de treinta años —murmuró Brad.

—¡Sigo creciendo así que cierra la maldita boca y aliméntame!

—¡Pide algo y deja de quejarte! —espetó Brad.

R.L. Mathewson
—Tú ordena algo. Estoy muy débil para moverme.

Brad puso sus ojos en blanco.

—No sé cómo Haley te ha soportado las últimas semanas. Yo ya te habría


matado.

—Haley me adora —dijo él con un resoplido.

—Sí, bien —dijo Brad, riendo—. Esa es la razón por la que sale con otros
hombres y te molesta, sólo para reírse de ti.

—Exactamente.

Brad le echo un vistazo.


—Realmente estás jodido, ¿verdad?

—Probablemente —dijo Jason despreocupado.

—Eso pensé.

Un golpe suave en la puerta les llamó la atención. Brad se estremeció.

—No es otra de tus novias viniendo en busca de venganza, ¿verdad?

Jason puso los ojos en blanco mientras se ponía de pie de un salto.


58

—Creo que llamar a cualquiera de ellas “mi novia” es un poco exagerado.


Preferiría que te atuvieras a referirte a ellas como “las mujeres que acordaron pasar
un buen momento sin ataduras que realmente me cabrearon cuando me cansé y
las dejé por alguien más ardiente.”

—Vaya, eso es difícil de pronunciar —murmuró Brad—. Y


sorprendentemente ninguna de ellas te ha matado todavía.

—Cierto, no crees —estuvo de acuerdo Jason.

Él abrió la puerta, sabiendo que ninguna de sus enojadas ex-amantes estaría


allí. Había pasado ya un tiempo desde que llevó a una mujer a su cama y hasta
donde sabía, todas las anteriores mujeres ya lo habían dejado en paz. Así que, al
menos por ahora él era bueno.

R.L. Mathewson
Parada en la puerta estaba Haley en un lindo par de pantalones vaqueros
cortos y una remera sin mangas. Su cabello estaba tirado hacia atrás en un
desordenado moño suelto y algunas hebras se escapaban y jugueteaban en su
nuca. No molestaba que esas gafas la hicieran parecer como un sexy ratoncito de
biblioteca.

Ella sonrió dulcemente.

—¡Me alegra tanto que estés aquí! —Él no pudo contener la sonrisa ante esa
declaración. Tal vez era el momento de perdonarla. Era bastante divertido después
de todo y esas galletas fueron malditamente buenas, por no mencionar que la
sonrisa que le estaba dando lo hacía bastante feliz.
—Brad, ¿crees que podrías echarme una mano? Puedo necesitar la ayuda de
un hombre por unos cuantos minutos.

Su mandíbula cayó. Pudo escuchar a Brad intentando sofocar la risa.

—Si necesitas a un hombre, ¡estoy aquí mismo! —espetó él.

Haley parpadeó y luego volvió a parpadear.

—Oh, lo siento, no pensé en ti. Necesito a un sujeto con músculos y tú… —


Sus palabras se fueron silenciando a la vez que miraba por encima de él y luego se 59
encogía de hombros—. Bueno, ya sabes —dijo inocentemente.

—¿Sé qué? —exigió él.

Ella lo ignoró y volvió a enfocarse en Brad.

—¿Crees que puedas echarme una mano? Voy a tener compañía y no puedo
sacar la parrilla. Es pesada.

Brad se rió entre dientes mientras llegaba a la puerta.

—Seguro. Estaba por irme a casa, pero puedo echarte una mano ya que aquí
no hay nadie lo bastante fuerte como para ayudarte —dijo, sonando divertido con
un brillo en los ojos.

R.L. Mathewson
—¡Demonios si lo harás! —dijo Jason a la vez que agarraba el brazo de
Haley y prácticamente la arrastraba hacia su casa. Ella le lanzó un guiño sobre el
hombro a Brad, quien se estaba riendo y sacudiendo la cabeza con incredulidad.

Brad caminó hacia su auto mientras Jason le daba a Haley un sermón sobre
su hombría y algo sobre ser una mala saltamontes, fuera lo que demonios fuera
que eso significara. Volvió a mirar hacia atrás para atrapar a Jackson dándole una
mirada apreciativa al trasero de Haley sin interrumpir su sermón. Su amigo podría
no saberlo aún, pero conoció a su pareja ideal en esa damita. Si alguna mujer
podría poner a Jason de rodillas, era esa mujer.
—Eso no alcanza —se burló Jason cuando Haley intentó guardar el paquete
de hamburguesas congeladas y las salchichas.

—Seremos sólo tres. ¿Cuánta comida crees que necesitamos? —le preguntó
mientras trataba de esquivarlo para guardar los alimentos. Jason le robó los
paquetes y sacó más comida.

—¿Qué demonios?

Él se encogió de hombros. —Tengo hambre.


60
—No estás invitado.

—¿Desde cuándo necesito invitación? —preguntó mientras duplicaba la


cantidad de salchichas en el plato.

—¿Tres semanas y ya has sentado precedentes? Por cinco años contemplé el


homicidio.

Él simplemente se encogió de hombros.

Ella gruñó.

Él sonrió, haciendo que las rodillas de ella temblaran. Maldito.

—¿Dime quién vendrá? No puede ser cualquiera de tus amigos porque no te

R.L. Mathewson
importaría si estuviera aquí ya que todos piensan que soy un imbécil y a ti te
encanta que me fastidien.

Ella suspiró.

—Eso me entretiene.

—Como debería. Soy un chico muy divertido —dijo con una sonrisa
mientras robaba un bocado de la ensalada de patatas que ella había hecho ayer.
Había considerado llevarla hoy, pero sabía muy bien cómo sería recibida y decidió
dejarla aquí.

—Maldición, está bueno, mujer —prácticamente gruñó.


—Me alegra que te guste —dijo ella casualmente, pero en verdad era muy
agradable tener a alguien a quien cocinarle de vez en cuando. Sus amigas, que
estaban haciendo dietas constantemente la fulminaban con la mirada cada vez que
les ofrecía galletas u otros productos horneados. Parecía que Jason no conocía
comida que no le gustara. La sorprendía realmente que no estuviera gordo.

—¿Y?

—¿Y qué?
61
—Y, ¿dime por qué te quedaste menos de una hora en una barbacoa sólo
para tener una propia? ¿La comida era un asco o algo así? —preguntó mientras
furtivamente mordía otro poco de ensalada antes de que ella la regresara a la
nevera—. ¿O hubo una confrontación familiar?

—Es complicado —dijo ella finalmente.

—¿Qué hay de complicado en una barbacoa familiar?

—Sólo déjalo. Mi abuela va a venir con su ayudante. En realidad, ya debería


estar aquí, pero conociéndola se detuvo en la tienda para conseguir todo lo que le
encanta.

Sus cejas se alzaron.

R.L. Mathewson
—¿Va a venir tu abuela? Creía que nadie de tu familia venía a visitarte.

Ella le sonrió tímidamente.

—¿Has estado espiándome?

—En realidad no. Sólo noté cosas. Soy un sujeto observador después de
todo.

—Bueno, mi abuela viene aquí varias veces al año. Por lo general la invito a
venir cuando sé que estarás fuera de la ciudad.

—¿Temes que te avergüence? —le preguntó burlonamente.

—Nop. Temo que pueda matarte.


—Por favor, ella me amará. Todas las mujeres me aman y me desean —dijo
sinceramente.

Ella rió suavemente.

—Me alegra que seas tan humilde.

—Ese soy yo —dijo mientras Haley empezaba a cargar los brazos de él con
platos de comida para llevar a la parrilla—. Entonces, mencionaste invitarla.
Supongo que eres cercana a ella.
62
—Lo soy. Ella me crió de vez en cuando hasta que tuve diez y luego me crió
a tiempo completo —dijo ella, abriendo la puerta de tela metálica para él—. De
todos modos, decidí acortar mi visita a la casa de mis padres hoy.

—¿Por qué?

—Porque lo dije que lo hiciera. Esa es la razón —dijo la voz cortante de una
mujer.

Jason alzó la vista para ver a una anciana en silla de ruedas siendo empujada
hacia ellos por un hombre enjutó de cabello gris. Por la mirada del hombre, era el
ayudante de la abuela de Haley o el cuidador.

—¿Eres el novio de mi Haley? —exigió la abuela. Vaya, era una mujer sin

R.L. Mathewson
sentido común. Como Haley, una vez que estaba fuera del cascarón por supuesto.

Haley sintió su cara arder mientras esperaba que la tierra se abriera debajo
de ella y la arrastrara debajo. Rogaba porque fuera algo parecido a eso.

—No, abue, él no es mi novio. Es mi amigo de al lado.

Los ojos de la abuela se entrecerraron sobre Jason. Haley estuvo a punto de


decirle a su abuela que se detuviera. Esa mirada había hecho que muchos amigos y
novios corrieran despavoridos, pero para su completa sorpresa Jason no se
acobardó.
Él extendió la mano y estrechó la de ella. —Mi nombre es Jason Bradford.
Soy el vecino del infierno.

Los labios de la abuela se crisparon, ella miró a su acompañante. —Chris, sé


amable y ve por los artículos que compramos.

—Sí, señora —dijo, dejando a la abuela con ellos. Le envió a Haley una
sonrisa antes de alejarse apresurado. Sin dudas estaba esperando que la abuela
acabara con Jason. Diablos, eso era exactamente lo que ella estaba esperando.
63
—También trabaja con mi nieta, Sr. Bradford. ¿No es correcto?

Sin preguntar Jason empujó a la abuela con cuidado hasta la mesa y trabó la
silla.

—Síp, hago de la vida de ella un infierno viviente también allí.

—Suena orgulloso —notó la abuela.

Jason caminó hasta la parrilla y empezó a colocar la carne encima.

—Lo estoy —dijo, sonriendo.

La abuela hizo algo que sólo había escuchado cuando estaban solo ellas
dos. Rió. Fue suave y musical e inmediatamente trajo a su mente recuerdos de una
infancia feliz haciéndola sonreír en respuesta. Jason la vio y le guiñó un ojo.

R.L. Mathewson
—Me agradas —anunció la abuela.

—Gracias, Sra…

—Puedes llamarme abue —dijo en un tono que le dejó saber que no


toleraría que la llamara de otra manera.

Haley se sentó allí sorprendida. Era la única que tenía permitido llamarla
abue. El resto de sus nietos la llamaban abuela cuando empezaban a aprenderlo de
sus padres.

—Bien, entonces es abue —dijo Jason con una sonrisa fácil. Vaya, el hombre
realmente tenía una habilidad con las mujeres.
Chris salió de la casa, sin duda acababa de poner allí una enorme cantidad
de alimentos que no tenía nada que ver con la barbacoa. Esa era una de las
maneras astutas de la abuela para ayudarla ya que ella se negaba a aceptar la
ayuda financiera de su familia. La abuela tenía sus métodos.

—Lamento interrumpir, señora, parece que algunos de los invitados de la


barbacoa nos han seguido hasta acá —dijo Chris suavemente.

—¿Quiénes? —preguntó Haley.


64
—Sus primos y unos cuantos tíos. Creo que una o sus dos hermanas, Srta.
Haley —dijo Chris.

La abuela ondeó una mano desdeñosa hacia la parte delantera de la casa.

—Bueno, ellos pueden irse porque no hay suficiente comida —dijo a pesar
de ni siquiera haber mirado la parrilla.

—Puedo poner más si lo desean —ofreció Jason.

—¡No! —dijeron Haley y la abuela al unísono, sorprendiendo a Jason.

Chris carraspeó.

—Son bastante insistentes en unirse, señora.

R.L. Mathewson
—Diles que se vayan o los quitaré de mi testamento mañana mismo —dijo
la abuela firmemente.

Chris ocultó su sonrisa mientras se daba la vuelta para hacerlo.

Jason les dio una mirada curiosa antes de encogerse de hombros. Al


parecer, a él realmente no le importaba mucho como para molestarse, lo cual era
algo bueno para ella. Ella se había ganado la vida y no quería a nadie pensando
diferente. Todos sus amigos sabían que provenía de un hogar adinerado y a
ninguno de ellos les importaba. Era solo Haley para ellos y planeaba mantenerlo de
esa manera.

—¿Qué piensas del regalo de cumpleaños de tu padre, Haley? —preguntó la


abuela.
Jason frunció el ceño.

—¿Me perdí tu cumpleaños?

—Fue hace meses —dijo Haley con un encogimiento de hombros.

—¿Acaba de recordarlo hoy? —preguntó Jason incrédulo.

—No es gran cosa —dijo Haley, dándole una sonrisa tirante.

Jason se rió.
65

—Si tú lo dices.

—Lo digo.

—Bien.

—Bien

—Ah, ¿niños? ¿Si puedo interrumpir? Haley, ¿has mirado el regalo?


—preguntó la abuela.

—Todavía no —No había apuro. Ella ya sabía lo que era, ya que su padre
pensaba que si tenía veinticinco, sería una tarjeta sin firmar con veinticinco billetes
de cien dentro.

R.L. Mathewson
—Bueno, ve a buscarlo —dijo la abuela.

Con un suspiro fue dentro de la casa, poniendo los ojos en blanco ante las
bolsas de comestibles repletas que cubrían los mostradores de su cocina y a mesa
y sacó el sobre de su bolso. Lo llevó afuera y se sentó con él.

—¡Bueno, ábrelo! —dijo la abuela.

—¿Por qué estás tan ansiosa de que abra este regalo? —preguntó Haley con
sospecha.

—Porque yo fui la que le sugirió el regalo —dijo con un ondeo desdeñoso


de la mano.
Haley se mordió el labio para no llorar. No sólo su padre se había olvidado
de su cumpleaños, sino que la abuela había sido quien se lo recordó finalmente y
probablemente ordenó su regalo.

Abrió la tarjeta y no se sorprendió de ver que no estaba firmada. Sorpresa,


sorpresa. Sus ojos se movieron hacia el regalo y se quedaron fijos allí. Pasó un
minuto completo antes de que empezara nuevamente a respirar. Otros diez
segundos y ella estuvo de pie y rodeó la mesa, abrazando a su abuela y besándola.

—¡Eres la mejor, siempre! —dijo Haley entre besos. 66

La abuela rió. —Me alegra que te guste. Quería dártelos, pero eres tan
malditamente obstinada sobre que nadie te ayude, que utilicé la estupidez de tu
padre. Ahora tienes que aceptarlos —dijo la abuela con un firme asentimiento.

Jason se puso de pie y dio vuelta a las hamburguesas antes de agregar las
salchichas. Y dio vuelta a tiempo para ver a Haley saltando arriba y abajo y riéndose
como una adolescente.

—Bueno, no me dejes en suspenso —dijo, ganando un fuerte chillido de


parte de Haley.

Al parecer ella estaba más allá de las palabras así que empujó la tarjeta en

R.L. Mathewson
sus manos. Él bajó la mirada. Parpadeó. Parpadeó nuevamente antes de
desplomarse en la silla. ¿Acababa de hacerse pis? Ah, ¿a quién le importaba?
Estaba sujetando cuatro entradas para los Yankees vs. Los Medias Rojas en el
estadio Yankee para este viernes y sin duda eran los mejores asientos del estadio.

Sus ojos fueron de Haley a las entradas y volvieron nuevamente antes de


tomar una decisión de una fracción de segundo y echarse a correr. No hizo más
que un metro y medio antes de que su pequeña saltamontes lo derribara al suelo y
arrancara la tarjeta de sus manos.

Escupió la hierba fuera de su boca.

—Bien. Puedes venir conmigo supongo —dijo, ganándose un rodillazo en


las costillas.
Capítulo 7
Traducido por Simoriah

Corregido por Aldebarán

—¡Te amo, Derek!


67
Jason intentó arrastrar a Haley de vuelta a su asiento, pero ella peleó contra
él con uñas y dientes.

—¡Te amo, Derek!

—¡Él lo sabe, mujer! Lo ha sabido desde la primera entrada. Deja que el


hombre se concentre —dijo, finalmente arreglándoselas para arrastrarla treinta
centímetros cuando ese bastardo de Derek Jeter saludó a Haley con la mano. Eso
acabó con todo. Ella intentó liberarse y correr hacia el campo.

Intentando no dejarla caer mientras estallaba en risas, reajustó su asidero y


tiró de Haley hacia atrás hasta que estuvo sentada en su regazo. Mantuvo un brazo
alrededor de su cintura mientras recuperaba su cerveza de manos de Brad.

R.L. Mathewson
El hombre le lanzó otra sonrisa triunfante. Durante tres días Jason había
provocado al hombre con dos entradas extras. Ya sabía que él iba a ir. Había un
entendimiento tácito entre Haley y él. Si ella intentaba irse sin él, le quemaría la
casa, así de simple. Éste era un juego de los Yankees y los Medias Rojas, por el
amor de Dios.

Al tercer día de burlas el pequeño bastardo traidor había hecho que su


esposa llamara a Haley. Pequeño soplón. Como los amigos de Haley odiaban todo
lo que tuviera que ver con cualquier deporte, invitó a Brad y a otro amigo suyo,
Mitch. Mitch era un buen amigo y tenía un obvio enamoramiento con Haley, uno
en el que ella no parecía interesada. Eso estaba bien para él porque no creía que
Mitch fuera lo suficientemente bueno para su pequeña y dulce saltamontes.
—¡Vamos! ¡Él estaba a salvo! ¡Saca la cabeza de tu trasero y presta atención!
—gritó Haley mientras rebotaba en su regazo, desesperada por la libertad, para sin
duda arrancarle la cabeza al árbitro.

De acuerdo, pensó él, riendo por lo bajo, quizás dulce era demasiado. Su
pequeño saltamontes era un pequeño petardo.

—Cálmate antes de que nos echen del estadio —dijo él, riendo.

Ella resopló y cruzó los brazos sobre su pecho a la vez que se apoyaba
68
contra él.

—Bastardos tramposos —murmuró ella.

—¿Porque están ganando? —preguntó él, sabiendo la respuesta de


antemano.

—¡Sí!

—Relájate y te compraré un dedo de espuma ―dijo él, distraídamente


acariciándole el estómago con el pulgar mientras ella lo pensaba. Hoy vestía una
camiseta rosa sin mangas y ajustada y un sweater abierto de los Yankees y un par
de shorts que le daban a él y a cada tipo un vistazo de esas doradas bellezas.

—Ya tengo un dedo de espuma en casa —señaló ella hoscamente.

R.L. Mathewson
—¿Entonces qué le gustaría a mi pequeña saltamontes? —preguntó,
resistiendo la necesidad de posar un beso en su espalda.

Ella lo fulminó con la mirada sobre el hombro.

—No voy a llamarte Sr. Miyagi, lo sabes.

—Sí lo harás, pero eso no es importante en este momento. ¿Qué quieres? —


preguntó a la vez que sus ojos caían en sus pequeños labios que hacían un mohín.
¿Qué demonios? Apartó la vista a tiempo para ver la sucia mirada de Mitch y la
sonrisa de Brad.

Haley le robó la cerveza y bebió un sorbo. Se la devolvió con una mueca.

—Está caliente.
—Bueno, me tomó más de veinte minutos arrastrarte de vuelta hasta aquí
antes de que pudieras saltar el muro —señaló.

—Como sea, estás arruinando mi destino —dijo ella mientras se ponía de


pie. Él la dejó ir a regañadientes, pero estaba listo para lanzarse sobre ella y
arrastrarla de vuelta si era necesario. A juzgar por las miradas que les estaban
dando los guardias de seguridad alrededor de ellos, también estaban preparados.
Maldición, su pequeño saltamontes estaba enorgulleciéndolo. Ociosamente se
preguntó si sería capaz de causar un disturbio.
69
—¿A dónde vas? —preguntó, queriendo que se volviera a sentar. Había
estado cómodo, maldición.

Haley puso los ojos en blanco.

—No voy a empezar un disturbio ni nada. Tengo que usar el baño y quiero
una bebida fría.

—Oh —dijo, poniéndose de pie al mismo tiempo que Mitch. Jason fulminó a
Mitch con la mirada, pero el hombre lo ignoró y se puso de pie de un salto.

—¿Quieres algo de compañía? —preguntó Mitch, dándole a Haley su mejor


sonrisa.

Haley rio suavemente.

R.L. Mathewson
—No, estaré bien.

Mitch se sentó de mala gana. Los dos la observaron irse mientras Brad se
sentaba allí con una expresión arrogante. Se sentaron en silencio por unos minutos
antes de que Jason hablara.

—Ni siquiera lo pienses —dijo firmemente.

Mitch resopló.

—Sólo porque tú creas que Haley te pertenece no significa que hables por
ella.
Jason tomó un sorbo de su bebida, asintiendo lentamente antes de poner el
vaso en su rodilla.

—¿Qué hay de esto, entonces? Te conozco y no hay una maldita manera de


que un imbécil como tú se acerqué a ella.

—Entonces, déjame entender esto. Soy lo suficientemente bueno para ser tu


amigo, ¿pero no para salir con Haley?

—Exactamente. Me alegra que nos entendamos.


70
—¿Por qué es eso exactamente? ¿No te gusta la idea de que otro tipo entre
y la consiga primero?

—Porque duermes con cualquiera, no te importa ninguna de las mujeres


con las que te acuestas, y las tratas a todas como mierda. No voy permitir que le
hagas nada de eso a Haley. Ella se merece a un buen tipo.

—¿Oh, como tú? —Mitch resopló—. Tratas a las mujeres peor que yo.

Jason apenas contuvo su enojo.

—No, no yo. No estoy interesado en ella de esa manera. Es una amiga, nada
más.

—Sí, claro. Sigue diciéndote eso, amigo. Cualquier persona con dos ojos que

R.L. Mathewson
funcionen puede decir que estás preparándote para atacar.

—Eso es mierda y lo sabes. Si la quisiera ya la hubiera tenido —dijo él a


través de los dientes apretados.

—Sí, como que sea —murmuró Mitch—. Es una mujer adulta. Si quiere salir
conmigo, puede hacerlo. No tienes opinión en el asunto.

—Lo veremos —dijo, sabiendo que si Mitch intentada algo lo molería a


golpes.

—¿Veremos qué? —preguntó Haley mientras se apretujaba para entrar a la


pequeña fila, haciendo equilibro con su cerveza y una bandeja llena de comida en
sus brazos.
—Si los Yankees pueden recuperar el control de este juego —digo Jason
suavemente.

—Lo harán —dijo Haley firmemente. Jason tuvo la extraña sensación de que
si no era así, ella golpearía a alguien.

Se sentó junto a él. Él puso su cerveza caliente como la orina en el piso y


tomó la suya mientras ella acomodaba la bandeja en su regazo. Tomó un sorbo de
la cerveza fría mientras ella tomaba un bocado de su hot dog con lechuga
fermentada. Cerró los ojos y saboreó. 71

—Esto está reamente bueno. —Casi gimió de deleite.

—Dame un bocado —dijo él.

Haley asintió distraídamente mientras miraba el juego. Le ofreció el hot dog.


Él le dio un mordisco. Mientras masticaba se recostó hacia atrás en su asiento y no
pudo dejar de sonreír mientras Mitch le fruncía el ceño. Durante los próximos diez
minutos él le sostuvo la cerveza para que ella bebiera mientras ella le ofrecía
comida.

Jason ni siquiera estaba seguro de que ella se diera cuenta de lo que


estaban haciendo. Su foco parecía estar en el juego. Cuando su cerveza se acabó,
ella la dejó a un lado y se volvió para buscar otro expendedor de cerveza.

R.L. Mathewson
—¡Oh, mierda! —gritó Brad mientras se ponía de pie de un salto al mismo
tiempo que Mitch.

Él se volvió a tiempo para ver a Haley ponerse de pie de un salto y luego


subirse al asiento. Estirando la mano mientras murmuraba, “¡Oh no, oh no, oh no!”.
Se puso de pie en el mismo momento en que algo blanco golpeaba las manos de
Haley. La sostuvo con todas sus fuerzas mientras perdía el equilibrio por el impacto
de la pelota y varios hombres intentaban sacársela.

Antes de que él pudiera alejar de un empujón a los bastardos, Haley estaba


saltando en su asiento mientras abrazaba la pelota contra su pecho. Su sonrisa era
embriagadora cuando lo miró y orgullosamente le mostró la pelota.

—¡Mira!
Él unió las manos en un gesto de plegaria y se inclinó ligeramente.

—Muy bien, saltamontes. —Se enderezó a tiempo para tomarla en brazos.


La hizo girar mientras ella se abrazaba apretadamente a su cuello.

—¡No puedo creer que la haya atrapado!

—¡Lo hiciste genial! ―dijo él, besándole la mejilla. La acción fue tan
repentina que lo tomó por sorpresa. Cuidadosamente puso a una muy feliz Haley
en el piso. Ella se sentó, todavía sonriendo mientras abrazaba la pelota.
72
Después de unos minutos ella dijo su nombre apretadamente.

—¿Sí?

—Creo que me rompí la mano —lloriqueó.

—¿Segura de que no quieres ir con nosotros? —preguntó Mitch, dándole


una mirada de cachorrito.

Haley se obligó a sonreír. Le gustaba Mitch, no tanto como Jason, pero no


veía que eso fuera más allá de una amistad. Mitch se había estado poniendo
persistente durante la semana anterior. Se estaba poniendo algo molesto.

R.L. Mathewson
Ella levantó la mano y el paquete de hielo.

—Lo lamento. Creo que voy a ir a relajarme. Ustedes vayan a divertirse.


Vayan a los clubes o bares o lo que sea que ustedes hagan. Sin duda Jason querrá
ver el show masculino6.

Mientras los otros hombres reían, Jason le sacó la lengua. Haley miró hacia
la recepción.

—Ah, chicos, ¿recordaron registrarse antes?

Jason lo descartó con un movimiento de la mano.

6
All male review: Espectáculo de bailarines masculinos usados en las despedidas de soltera.
—Tenemos una habitación reservada con la tarjeta de crédito. Estará aquí
cuando regresemos.

Haley no pensaba que fuera así. Los hoteles usualmente tenían una
tendencia a entregar cuartos cuando los que los tenían no aparecían, y como eran
las nueve no tenía esperanzas de que el cuarto que los chicos habían reservado
todavía estuviera disponible. No dijo nada sabiendo que sonaría mandona y estaba
cansada de ser la que se preocupaba. No quería molestar a los chicos y arruinar su
diversión.
73
—De acuerdo, diviértanse, chicos —dijo antes de ir hacia el elevador.

—¡Haley! ¡Espera! —exclamó Mitch. Ella casi gimió.

—¿Qué sucede? —le preguntó, sintiendo su paciencia deshacerse.

Él se encogió de hombros.

—Iba a preguntarte si querías compañía. Sé que te debe doler la mano así


que pensé en hacerte compañía —dijo con una sonrisa encantadora que
probablemente funcionaba en más que todo mujeres.

Sus ojos se movieron más allá de él para ver a Brad tomar a Jason por el
brazo y retenerlo. ¿Qué demonios sucedía? Sacudió la cabeza mentalmente y se
concentró en Mitch.

R.L. Mathewson
—Eso es realmente dulce, pero estaré bien. Sólo voy a mirar una película y
me iré a la cama. Te veré mañana. —No le dio la oportunidad de responder antes
de irse a su habitación.

Podría no tener el mejor historial en lo que respectaba a citas, pero conocía


los mujeriegos cuando los veía y Mitch era definitivamente un mujeriego. No le
gustaba ser sólo otra marca en la cama de un hombre.

Unos minutos después estaba cerrando la puerta de su habitación de hotel.


Fue hacia la primera cama doble y buscó una aspirina en su bolso. La mano le latía
como loca. Cuando no pudo encontrar ninguna, llamó al servicio de habitación
pidiendo una botella y un helado grande.
Veinte minutos después estaba cómodamente sentada en un baño de
burbujas mientras comía un decadente helado con salsa de chocolate caliente. Su
mente vagó hacia Jason y lo bien que se había sentido el tenerlo sosteniéndola la
mayor parte del día. Luego se recordó que eran sólo amigos y se obligó a ponerse
más lista.

Nunca nada iba a suceder entre ellos. Jason era un amigo, un amigo
realmente bueno y no arruinaría eso por nada del mundo. La amistad era una de
las cosas que ella más valoraba en el mundo y no se arriesgaría a perderla. No valía
la pena. 74

Además él probablemente estaría con alguna tonta ahora. La idea le revolvió


el estómago. Dejó su helado a medio comer en el piso y gimió. A veces la amistad
apestaba, pensó mientras se hundía en el agua para poder dejar salir un grito
frustrado.

R.L. Mathewson
Capítulo 8
Traducido por flochi

Corregido por Akanet

—¡Vamos, chicos! Volvamos. ¡Esas mujeres eran ardientes! —dijo Mitch por
75
enésima vez desde que habían dejado el club.

—No —dijeron Bran y Jason a la vez.

Mitch dejó escapar un suspiro frustrado a medida que entraban en el


vestíbulo del hotel.

—Sé por qué Brad no quiere, está casado, pero ¿por qué tú no?

Se encogió de hombros.

—Simplemente no quiero. ¿Eso te parece bien?

—Toda la noche rechazaste a las chicas. ¿Qué demonios te pasa? —exigió


Mitch.

R.L. Mathewson
—Nada —murmuró. No estaba de humor para esta conversación o para
Mitch. Toda la noche resistió la urgencia de pegarle un puñetazo al idiota. Cuando
no estaba pensando en pegarle un puñetazo, se estaba pateando a sí mismo por
dejar a Haley. Debería haberse quedado y cuidado de ella. Ella fue lo bastante
genial como llevarlos con ella a ver un gran juego y la abandonaron como un
montón de bastardos malagradecidos. Además, si iba a ser honesto,
probablemente habría pasado un mejor rato con ella solo sentados viendo una
película que yendo a un club y tener a un montón de mujeres frotándose sobre él.

—Problemas, chicos —dijo Brad cuando volvía hacia ellos desde la


recepción.

—¿Qué pasa? —preguntó él.


—Cedieron nuestra habitación porque no nos registramos y ya no hay más
habitaciones disponibles.

—Mierda.

—Síp.

—Oye, ¿a dónde vas? —le preguntó Jason a la espalda en retirada de Mitch.

Mitch se detuvo y le dio una mirada de “duh”.


76
—No tenemos cuarto. Voy a volver al club a encontrar un cuerpo caliente y
una cama por esta noche.

Ese hijo de puta.

Había estado intentando meterse entre las piernas de Haley por una semana
y no se detendría. Ahora estaba intentando echarse un polvo por una cama. Jason
no tenía dudas de que mañana volvería a olfatear alrededor de Haley.

—¿Vienes o qué? —exigió Mitch.

Sacudió la cabeza con disgusto.

—No, ve a divertirte. Me voy a la cama.

—Como quieras —murmuró Mitch a la vez que se dirigía a la salida.

R.L. Mathewson
Jason empujó a Brad.

—Vamos a pedir piedad.

Brad pareció aliviado a la vez que asintió con la cabeza y le hizo un gesto a
Jason para que liderara el camino.

Subieron a la habitación de Haley y golpearon. Luego de unos cuantos


minutos volvieron a golpear. Finalmente la puerta se abrió revelando a una Haley
con ojos soñolientos.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, intentando sofocar un bostezo.

—Cedieron nuestra habitación —dijo él con un mohín.


Ella puso sus ojos en blanco.

—Bueno, duh, no se registraron esta tarde.

—No tienes que restregarlo en nuestras narices.

—Eso no es restregarlo en sus narices, créeme. Si lo estuviera haciendo te


daría una pequeña risa malvada y cerraría la puerta en tu cara.

—Buen punto —dijo, hacienda una mueca, mientras esperaba que ella no
fuera a hacer justamente eso. Estaba agotado y no tenía ganas de pelear con Brad 77
por el asiento trasero del auto.

—Entonces, ¿qué quieren?

—¿Piedad?

Ella puso los ojos en blanco.

—¿Quieren dormir acá? No hay suficiente espacio para nosotros cuatro.

Obviamente ella no había notado la ausencia de Mitch.

—Mitch se fue a otra parte por esta noche. Somos sólo Brad y yo.

Algo en su expresión cambió. ¿Estaba molesta de que Mitch no estuviera


aquí? La idea lo molestó más de lo que quiso admitir.

R.L. Mathewson
—Muy bien, muchachos. Vamos, entren —murmuró mientras regresaba a la
primera cama. Jason por supuesto se tomó su tiempo para notar la linda y pequeña
remera sin mangas y los pantaloncitos de algodón a juego que abrazaban su
redondo trasero bastante bien.

Ella se subió a la cama y se dejó caer debajo de las mantas. Obviamente


estaba lista para ir a dormir y no iba a darles a ellos un segundo pensamiento.

—Ah, ¿Haley? —dijo Brad vacilante.

—¿Qué? Por favor, díganme que no me necesitan para cepillarse los dientes
y que los arrope —murmuró en la almohada.
—Ah, no —dijo Brad, sonriendo—. ¿Está bien si duermo en calzoncillos? No
quiero hacerte sentir incómoda.

Ella ondeó una mano hacia él sin mirar.

—Haz lo que quieras.

—Bien, buenas noches —dijo Brad, dirigiéndose al baño.

Jason miró alrededor de la habitación, notando solo dos camas y ningún


otro mueble salvo una silla y se encogió de hombros. Se quitó la remera, los 78
pantalones y los zapatos y empezó a subirse a la cama con Haley.

La mano de ella se levantó en un movimiento para detenerlo.

—Espera ahí, amigo —dijo, dándose la vuelta para encararlo. Señaló a la otra
cama—. Ten una buena noche.

Jason frunció el ceño ante la sugerencia.

—No puedes esperar que durmamos juntos.

—Síp.

—Nop —dijo él, subiendo a la cama rápidamente y desplomándose sobre su


estómago. Ella lo empujó, bueno, lo intentó de todas maneras. Él la sobrepasaba

R.L. Mathewson
en peso después de todo.

—Fuera.

—No.

—No vas a dormir en la misma cama que yo.

—Sí, lo haré. A menos que estés planeando dormir con Brad y no creo que
quieras eso. Su esposa te pateará el trasero.

Ella gruñó.

Él sonrió.
—Mira, me quedaré en mi lado y tú en el tuyo. Ambos dormiremos.
Problema resuelto.

—De ninguna manera.

—¿Tienes miedo de no ser capaz de quitar tus manos de mí? —bromeó él.

Haley puso sus ojos en blanco y cayó de nuevo sobre la almohada.

—Bien, pero sólo para que lo sepas, todo lo que venga a este lado será
cortado. 79

—Debidamente anotado —dijo él, acurrucándose más profundo en la cama.

—Oh, y si roncas te mataré mientras duermes —murmuró.

—Igualmente.

—Ah, ¿chicos? —dijo Brad.

Haley enterró la cara más profundamente en el calor mientras intentaba


bloquear a Brad y a la luz del sol entrando en la habitación.

—Vete —murmuró ella.

R.L. Mathewson
—Tengo hambre. Vamos a agarrar algo de desayuno —dijo Brad un poco
más alto esta vez, obteniendo un gemido del cálido colchón de ella.

—Vete a la mierda. Estamos durmiendo —murmuró Jason mientras tiraba de


Haley más cerca. Sorprendentemente ella fue voluntariamente. Su cabeza
descansaba sobre el pecho de él bajo su barbilla, el brazo de ella yacía a lo largo de
su estómago, y una pierna estaba lanzada por encima de una de las de él.

Ella se sentía tan bien en sus brazos. Nunca había sostenido así a una mujer,
nunca se acurrucó con una sin importar si pasaban toda la noche juntos en la cama
de ella. Normalmente cuando una mujer intentaba acurrucarse, él se sentía
acorralado e irritado. Con Haley se sentía cómodo, relajado, e incluso contento. Se
sentía como si perteneciera con él. No iba a pensar demasiado con respecto a ello
en ese momento.

—Si no fueras el mejor colchón que jamás he tenido te patearía el trasero


por moverte hacia mi lado —murmuró Haley contra su pecho.

—En realidad, están en el centro —señaló Brad.

—¿Por qué sigue aquí? Sueño —se quejó adorablemente Haley.

Cerrando los ojos, él ondeó una mano hacia la puerta. 80

—Ve a comer con Mitch o algo. Estaremos levantados en un rato.

Brad suspiró infeliz.

—Bien.

Un momento más tarde la puerta estaba cerrada y ambos estaban de vuelta


a la deriva en un profundo y hermoso sueño.

—Estúpida almohada —murmuró Haley, intentando golpear su una vez


cómoda almohada hasta la sumisión.

R.L. Mathewson
Anoche había sido la peor noche de sueño que había pasado. Pasó toda la
noche revolviéndose, dando vueltas e intentando ponerse cómoda sólo para
finalmente quedarse dormida en un sueño inquieto alrededor de las cinco de esta
mañana. Ahora parecía como si estuviera por repetir la función. Le echó un vistazo
a la alarma y gimió. Era casi las dos de la mañana. Enterró la cara en la almohada y
gritó. ¡Esto apestaba! Estaba tan cansada. Todo el día se mantuvo ocupada con
calificando pruebas y tareas, e incluso limpió su casa, pensando que en el
momento en que se fuera a la cama estaría demasiado cansada para otra cosa que
no fuera dormir.

Parecía que ese plan estaba fallando miserablemente.

—Tan cansada… —casi lloriqueó.


Maldito Jason. De alguna manera él había destruido el sueño para ella.
Nunca había dormido en la misma cama con un chico antes. Seguro, se había
acurrucado con unos cuantos novios frente a la televisión luego de una pesada
sesión de besuqueo, pero siempre se sintió incómoda. Con Jason se sintió tan bien.
Fue mil veces más cómodo que su cama o edredón.

¿Cómo se suponía que debía sentirse cómoda en una almohada sobre un


colchón luego de dormir en sus brazos? No podía. No existía manera de que fuera
capaz de conseguir lograr trabajar mañana con menos de dos horas de sueño en
veinticuatro horas, pero no podía llamar para faltar porque estaban preparándose 81
para los finales.

—Hazte a un lado —dijo Jason, asustándola.

Ella pegó un brinco, intentando recuperar el aliento mientras observaba a


Jason alzar la pantalla de la ventana y saltar en su habitación. Cerró la pantalla
detrás de él y se acostó en la cama.

Todavía jadeando, ella aspiró aire y dijo—: ¿Qué demonios te pasa? ¡Acabas
de asustarme!

—Mira, mujer, no sé lo que hiciste, pero no he sido capaz de dormir desde


que volvimos de Nueva York. Estoy cansado, irritable y todo lo que quiero es
dormir algo así que acurrúcate conmigo o me ayudas, o te mataré —espetó Jason.

R.L. Mathewson
—Vaya, estás irritable —murmuró.

—Es tu culpa.

—Como sea.

—Vamos —dijo él, estirando sus brazos expectante. Cuando ella dudó, él
meneó los dedos—. Sabes que lo quieres.

—Sólo por esta noche —aclaró ella.

Él asintió rápidamente.

—Sólo por esta noche. Ahora, vamos, estoy gruñón.


—No lo he notado —dijo secamente, pero hizo lo que le pidió. Ella estaba
demasiado cansada para hacer otra cosa en ese momento.

No tomó demasiado tiempo para que el latido del corazón de Jason la


arrullara en un sueño profundo y tranquilo.

La alarma sonó despertando a Haley de un sueño profundo y cómodo. En


lugar de sentirse asustadiza y atacar el despertador después de conseguir sólo
cinco horas de sueño, se sintió extrañamente bien descansada.
82
Jason bostezó mientras se sentaba y apagaba la alarma. Se frotó los ojos y
se dio la vuelta para levantar la pantalla.

—Nos vemos en el trabajo —murmuró él.

—Está bien —dijo ella, poniéndose de pie—. Este fue un asunto de una sola
vez —dijo ella más para recordárselo más a sí misma que a él. Rápidamente podía
volverse dependiente de la comodidad y la calidez que él ofrecía y eso no era una
buena idea con un sujeto como Jason.

Él le dio una de sus desequilibrantes sonrisas.

—Por supuesto. Fue un acuerdo de una sola vez.

R.L. Mathewson
Capítulo 9
Traducido por Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Aldebarán

Lunes por la noche


83
10:35 P.M.

Haley rodó hacia su lado, mirando hacia la pared y preguntándose si debería


tragarse su orgullo y pedirle a Jason que viniera a dormir con ella. ¿Eso la convertía
en una puta del sueño? En este momento estaba dispuesta a suplicar. Tal y como
ella temía se había vuelto adicta al cuerpo de Jason. Gracias a Dios nunca tuvieron
sexo. Ella odiaría pensar lo mal que la adicción sería entonces.

Sintió como la cama se hundía detrás de ella antes de que un fuerte brazo se
enroscara alrededor de su cintura, atrayendo su espalda a un cuerpo fuerte y
caliente. La atractiva esencia de Jason la envolvió tan fuertemente como lo hizo su
cuerpo. Su trasero estaba ahuecado por su pelvis. Él estaba duro otra vez, pero
como de costumbre, no hizo ningún movimiento hacia ella. Simplemente era la
reacción de su cuerpo al estar presionado contra una mujer, al igual que el de ella

R.L. Mathewson
porque estaba en manos de un hombre fuerte. Ni le importaba lo suficiente para
comentar o actuar. En cuestión de minutos estaban dormidos.

Martes por la noche

11.30 P.M.

—Ese fue un gran partido y una cena realmente genial —dijo Jill, la esposa
de Brad.

Brad robó otro brownie del plato y gimió mientras asentía con la cabeza en
acuerdo. Alargó la mano hacia otro brownie sólo para encontrar que el plato se
había ido y que Jason estaba mirándolo.
—Bastardo ladrón de brownies —murmuro él mientras se alejaba hacia la
encimera de la cocina de Haley.

Los tres observaron con humor como Jason colocaba los brownies en una
bolsa con cierre grande, que sin duda planeaba llevar con él al trabajo en la
mañana. A medio camino de transferir los brownies se volvió para mirar a Brad y
pronunció las palabras “Bastardo ladrón”, antes de regresar a la tarea en mano.

—De todos modos —dijo Haley, llamando la atención de Brad y Jill lejos del
inquietante amor de Jason por los productos horneados de ella—. Fue un placer 84
tenerlos aquí chicos.

—Sí, ustedes van a venir la semana que viene, ¿no? —preguntó Jill mientras
fruncía el ceño hacia su esposo, quien levantó el último trozo de brownie, pero no
se lo comió. Sus ojos estaban fijos en Jason.

Ambas mujeres vieron como Jason se daba la vuelta. Brad hizo un gran
espectáculo poniendo el brownie en su boca. Cerró los ojos como si fuera lo mejor
que hubiera comido y gimió.

—Ese fue un brownie malditamente bueno —dijo finalmente Brad.

—¡Tú bastardo traidor! —exclamó Jason.

—Te voy a llevar una bandeja entera llena de brownies la próxima semana,

R.L. Mathewson
Brad —dijo Haley, sabiendo que eso apartaría su mirada de Brad.

—Traidora —murmuró Jason mientras cariñosamente acariciaba la bolsa de


brownies.

—No es justo que él no esté gordo —dijo Jill. Haley tuvo que asentir en
acuerdo. El hombre consumió tres porciones de lasaña esta noche, una ensalada y
una tonelada de pan de ajo sin mencionar una docena de brownies y galletas. Con
su porción de la lasaña y dos brownies ella probablemente iba a ganar cinco libras.
A veces la vida simplemente no era justa.

Dijeron sus buenas noches y acompañaron a Brad y Jill a la puerta. Ella


apagó la luz de la cocina sabiendo que Jason apagaría la luz de la sala. Sin
embargo ninguno de los dos habló de los arreglos para dormir y ella no sabía
cómo tocar el tema. Así que en su lugar ella en voz baja dio las buenas noches,
puso los ojos en blanco cuando Jason murmuró “Te amo” a sus brownies y se
dirigió a su cuarto de baño.

Después de una ducha rápida ella se puso una pequeña camiseta y bragas.
Bostezando, entró en su habitación y no estaba sorprendida al encontrar a Jason
sobre su estómago, usando nada más que unos calzoncillos en medio de su cama.
Ella apagó las luces y se arrastró a la cama. Puso su rostro sobre el hombro de él
mientras su mano descansaba sobre su otro hombro y su pierna entrelazada con la
de él. En cuestión de segundos sintió a Jason relajarse y quedarse dormido. 85

Miércoles por la Noche

10:45 P.M.

Jason se sentía cansado hasta los huesos mientras estacionaba en su camino


entrada. Esperó hasta que Haley se detuvo en su camino de entrada antes de salir.
Había sido un día muy largo y a juzgar por el pequeño y adorable gemido que
Haley hizo cuando salió de su coche ella también lo sentía.

—Estoy tan cansada —murmuró ella.

Él bostezó ruidosamente.

—Esa fue una reunión de padres y maestros para los registros —dijo.

R.L. Mathewson
—Demasiado drama. ¿Quién hubiera sabido que los padres de los niños
ricos y mimados que estaban fallando podrían llegar a ser tan malditamente
dramáticos? Tuve a una mujer sollozando histéricamente porque su hijo tenía una
B en lugar de una A.

Él se rió.

—Me ofrecieron una mamada para convertir una D en un A.

La cara de Haley se torció graciosamente.

—¿Una mujer se ofreció para hacerte una mamada durante la noche de


padres y maestros?
—No, un hombre. Parece que el tipo está bastante desesperado por
conseguir que su hijo entre a Harvard.

Ella se rió suavemente.

—Obviamente. —Bostezó ruidosamente—. Me voy a la cama. Buenas


noches.

—Yo también. Buenas noches —dijo mientras caminaban a lo largo del


pequeño trozo de césped entre sus propiedades. Justo antes de que ella girara a la
86
derecha puso su brazo alrededor de sus hombros y la dirigió hacia su casa.

Durante las últimas tres noches había dormido en la casa de ella. No era que
extrañara su cama. Quería ver si la cama hacia la diferencia o si era Haley. Además,
él la había estado imaginando en su cama todo el día. Cada vez que se volvían
sexuales obligó a su mente a salir de la cuneta. Se estaba volviendo más y más
difícil a medida que pasaba el tiempo.

Nunca había tenido una amiga antes y este nivel de intimidad era nuevo y
un poco aterrador para él. Él se hizo una promesa hoy. La llevaría a su cama y si no
dormía tan bien como lo hacía en la cama de ella o en la cama del hotel, él saldría y
compraría una cama a juego y el problema se resolvería. Si todavía dormía como
un bebé con ella, entonces… bueno, realmente no quería pensar en eso todavía.
Estaba bastante seguro de que parte del problema era el sexo.

R.L. Mathewson
Tal vez él debería salir y echar un polvo, y luego ver si dormía tan bien con
Haley acurrucada toda la noche. Parte de él estaba asustado de que eso no hiciera
una maldita diferencia. Haley se estaba convirtiendo rápidamente en su mundo y
por alguna extraña razón eso estaba bien con él, de ahí la razón por la que él
estaba acojonado.

No dijeron nada mientras caminaban a la casa de él. Se dio cuenta de que


ella estaba nerviosa. Diablos, él estaba nervioso. Nunca había tenido una mujer en
su cama. No importaba que no hubiera sexo involucrado. Este era un gran paso
para él. Ni siquiera sabía si podría tolerar tener a Haley en su cama. Cada vez que el
pánico comenzaba a emerger lo empujaba hacia abajo. Sabía que si no podía
manejarlo podría inventar alguna excusa y volverían a la cama de ella. Con esto en
mente la llevó a su habitación.
Ninguno habló cuando él le pasó una de sus viejas camisetas favoritas. Ella
le dio una tímida sonrisa y desapareció en su cuarto de baño. Se quitó sus zapatos
y esperó a que ella saliera. Escuchó su ducha ser encendida y apretó los dientes
cuando una oleada de lujuria se vertió sobre él.

Frunció el ceño a la carpa un poco incómoda en sus pantalones.

—Deja de causar problemas. —Por supuesto, no lo escuchó. Nunca lo hacía


en lo que concierne a Haley. Él mismo se repetía que eventualmente su cuerpo
llegaría a aceptar que Haley era sola una amiga. 87

—Todo tuyo —dijo Haley suavemente mientras salía del baño diez minutos
más tarde con su camiseta. El dobladillo de la camisa terminaba justo por encima
de la rodilla, dando la ilusión de que ella no lleva nada debajo. Tragó saliva. Duro.

Él asintió con la cabeza inexpresivamente y anduvo más allá de ella hasta el


baño donde procedió a tomar una ducha fría. Mientras se secaba vio sus pequeñas
gafas dobladas sobre el mostrador del lavabo. Las recogió y sonrió mientras las
regresaba a su lugar. Parecía que pertenecían allí.

La luz de la habitación ya estaba apagada cuando salió del cuarto de baño.


El torrente de luz de la calle iluminaba a Haley. Ella yacía sobre su espalda en el
lado derecho de la cama esperándolo. Caminó a su lado de la cama y levantó las
sábanas. Sin una palabra trepó a la cama y lentamente se colocó encima de ella de

R.L. Mathewson
manera que su bajo vientre descansaba entre sus piernas, manteniendo la errante
erección lejos de ella lo mejor que pudo. Ella abrió más las piernas para acunarlo.

Jason puso su cabeza entre los pechos de ella y cerró los ojos soltando un
suspiro de satisfacción. Se sentía tan bien, tan correcto. Después de dudarlo un
momento la sintió moverse. No estaba seguro de si estaba a punto de empujarlo o
golpearlo. Él se estaba tomando libertades en su arreglo para dormir, pero no
podía evitarlo. La necesitaba desesperadamente.

En lugar de empujarlo lejos, ella envolvió un brazo alrededor de sus


hombros mientras pasaba suavemente sus dedos por su cabello. Así fue como él se
quedó dormido, siendo acunado por la mujer en la que más confiaba y por la que
más se preocupada en todo el mundo. Era absolutamente perfecto.
88

R.L. Mathewson
Capítulo 10
Traducido por Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por flochi

—¡No! ¡No voy y no me puedes obligar! —dijo Haley mientras apretaba su


89
agarre sobre el borde del fregadero de la cocina.

—Haley…

—¡No voy!

Jason intentó no sonreír mientras colocaba su mano sobre el pequeño y


redondo trasero de Haley, pero falló miserablemente.

Ella se quedó completamente inmóvil.

—¿Qué demonios estás haciendo? —exigió mientras trataba de alejarse de


su mano.

—Si no sueltas ese fregadero y llevas tu culo al coche en treinta segundos


no me dejas con ninguna otra elección excepto nalguearte —dijo, disfrutando el

R.L. Mathewson
tener su mano en el trasero de ella más de lo que debería, pero ella claramente lo
dejaba con muy pocas opciones en la materia.

Seguro, él fácilmente podía recogerla y tirarla sobre su hombro, pero


¿dónde estaba la diversión en eso?

—No lo harías —dijo ella a través de los dientes apretados, mirándolo por
encima su hombro.

Él apretó su trasero.

Ella jadeó, saltando lejos de él y corrió hacia la puerta.


—¡Bastardo! —gritó por encima de su hombro antes de abrir la puerta de un
tirón y salir.

Jason la siguió a un ritmo pausado, silbando alegremente, medio esperando


que ella se negara a ir una media docena de veces más antes de que la metiera en
el auto. Salió de su casa, cerrando la puerta detrás de él y casi gimió con decepción
cuando la vio esperándolo en el auto.

Maldición.
90
Allí iban sus planes para su trasero.

Se subió en el asiento del pasajero y le envió una enorme sonrisa, sabiendo


que eso la fastidiaría. Ella entornó los ojos hacia él antes de apartar la mirada
murmurando toda clase de cosas desagradables sobre su virilidad que
simplemente decidió ignorar.

—Vas a tener que pagar por esto —prometió.

—Haley…

—Púdrete en el infierno, bastardo traidor —silbó ella.

Él no pudo evitar reírse.

—Es sólo una cena familiar. Realmente no entiendo por qué eso tiene a mi

R.L. Mathewson
pequeño saltamontes toda irritada.

—Te odio —escupió ella.

—Tú me amas —dijo, encendiendo la radio.

—Odio. Te odio.

—Uh huh —dijo distraídamente, buscando la estación de radio favorita de


ella, esperando que eso calmara a la pequeña demonio.

Desde esta mañana cuando su abuela le había llamado pidiéndole que se


uniera a la familia de ella en una cena esta noche, Haley había estado en el borde.
No estaba seguro de si ella estaba enojada porque su abuela lo había llamado
antes que a ella o qué. Todo lo que sabía era que cuando ella escuchó que su
abuela lo había invitado a unirse a ellos en la cena se volvió un poco loca.

No había importado que estuvieran haciendo fila en la panadería. Haley


había saltado e intentó arrebatar el teléfono de su mano. Había estado demasiado
sorprendido y sin duda riendo mientras ella intentaba taclearlo como para pensarlo
mucho. Naturalmente lo sorprendió que su abuela no estuviera estupefacta al
escuchar a su nieta gritar todo tipo de amenazas violentas contra él.

Jason realmente no sabía qué demonios estaba pasando, pero a él le 91


gustaba la abuela de Haley y no quería decepcionarla diciéndole que no, entonces
por supuesto aceptó la invitación e intentó no hacer una mueca de dolor cuando
Haley pateó su espinilla.

Desde ese momento había estado realmente enojada con él. Ella había
ordenado los últimos cuatro buñuelos de manzana sabiendo que él esperaba los
buñuelos de manzana todos los viernes y no le ofreció ni uno. Peor aún, ella regaló
sus deliciosas golosinas durante la reunión de la mañana. Él pasó toda la reunión
mirando a los bastardos comiéndose sus buñuelos.

Sólo empeoró después de eso.

Durante su almuerzo no sólo se negó a comer con él, sino que de alguna
manera logró robar su almuerzo y echarlo a la basura, y se aseguró de que no

R.L. Mathewson
hubiera deliciosos dulces en el refrigerador del personal para que él pudiera robar.
Cuando fue a comprar el almuerzo en la cafetería de estudiantes descubrió otra
encantadora sorpresa.

De alguna manera ella se había llevado su billetera.

Al final del día había estado tan enojado y hambriento que decidió que ella
iría esta noche quisiera o no. Cuando llegó a casa no estaba demasiado
sorprendido al descubrir que Haley se había atrincherado en su habitación. Eso
estaba más que bien con él. Le dio suficiente tiempo para recuperar su fuerza.
Después de devorar todo en el refrigerador de ella, irrumpió en su habitación.

Había puesto una buena pelea, pero finalmente se las arregló para
arrastrarla a la sala donde ella fingió lastimarse el tobillo. Cuando la soltó para
revisarla lo empujó haciéndole caer de lleno sobre su trasero, y se marchó hacia la
puerta de atrás. Llegó hasta el fregadero de la cocina antes de que él estuviera
encima de ella.

—¿Sigues enojada conmigo? —preguntó mientras giraba hacia el


estacionamiento del Harrington, el restaurante de cinco estrellas donde la familia
de ella estaba cenando esta noche. Estaba contento de finalmente haber
encontrado su billetera durante su pequeña pelea, puesto que esta comida iba a
probablemente darle a su tarjeta de crédito un exceso.

Haley suspiró pesadamente, moviéndose para mirarlo. 92

—No, sólo no quiero hacer esto.

—¿De veras? No lo sabía —dijo secamente.

—Lo siento mucho —dijo ella, mientras él se detenía detrás de una pequeña
línea de autos de lujo.

Se encogió de hombros, pensando que ella se estaba disculpando por casi


matarlo de hambre. Eso le recordó que tendrían que pasar por la tienda de
comestibles después de esto así podría volver a llenar su nevera o si no ella iba a
estar muy molesta cuando descubriera que solo la dejó con tres huevos, un frasco
de aceitunas y un yogur caducado de chica que él nunca tocaría ni con una cuchara
de tres metros.

R.L. Mathewson
—Lo siento si te hice daño —dijo ella, sonando seria.

Tuvo que reprimir una sonrisa ante el pensamiento de su pequeña


saltamontes pateando su trasero.

—Yo, ah —Él apenas logró evitar reírse—. Sobreviviré.

Ella asintió majestuosamente.

—Lo sé. Me contuve.

—Y realmente aprecio eso.


—Sabes que vas a morir de hambre aquí, ¿cierto? Incluso yo tengo que
conducir al Burger King después de venir aquí —señaló Haley desesperadamente
mientras Jason la arrastraba fuera de la seguridad del auto.

Jason simplemente suspiró, preguntándose si ella realmente lo conocía en


absoluto. Como si la perspectiva de comer dos cenas lo molestara. Puf, Por favor.

—Bien —dijo Haley, dándole una pequeña sonrisa astuta mientras se


levantaba, y enderezaba su camisa lila y su falda oscura—. Si me llevas a casa ahora
mismo te prometo —dijo en un tono sensual, aproximándose hasta pasar sus 93
dedos por la corbata—, que cumpliré todas y cada una de las fantasías sexuales
que alguna vez hayas tenido y algunas que no sabías fueran posibles.

Con un suspiro aburrido él simplemente agarró su brazo y suavemente tiró


de ella hacia la entrada principal, ignorando los aparca autos mientras ellos se
ahogaban con sus lenguas. Si él pensara por un segundo que ella lo decía en serio,
habría arrastrado su trasero de nuevo al auto e iría a la farmacia más cercana todo
mientras tenía su mano metida en la falda.

No es que él realmente quisiera hacer eso.

Mucho.

—¡P… pero te estoy ofreciendo sexo! ¡Mucho y mucho sexo! —susurró con
urgencia Haley mientras entraban en un exuberante vestíbulo.

R.L. Mathewson
—Habrías tenido más suerte si me hubieras ofrecido un pastel de carne, mi
pequeña saltamontes —le informó él, capturando su brazo mientras ella trataba de
hacer otro escape.

Haley exhaló pesadamente cuando empujó sus gafas por su nariz.

—Te iba a ofrecer eso también. —Ella le dio una sonrisa esperanzada—. ¿Y si
volvemos a casa y cocino…?

—Demasiado tarde, mi pequeño saltamontes. Además, no tienes nada en la


nevera para cocinar de todos modos.

Ella frunció el ceño hacia él.


—Pero si apenas fui de compras el otro día.

—Tenía hambre —dijo simplemente, ignorando su pequeña y adorable


mirada.

—Mejor que no hayas tocado el último pedazo del pastel de calabaza —le
advirtió.

Él tuvo que reírse de eso.

—Fue lo primero que tomé —le informó él a medida que se acercaban al 94


podio de la anfitriona. Ella le envió una mirada que prometía todo tipo de
venganza. Donde Jason podía comer casi cualquier cosa, y frecuentemente lo hacía,
su pequeño saltamontes era una adicta al pastel de calabaza.

—¡Bienvenidos al Harrington! Mi nombre es Elizabeth, ¿En qué puedo


servirles? —les preguntó la mujer a ambos mientras ella le enviaba a Jason una
invitadora miraba haciéndole saber que él podría conseguir algo más que
aperitivos esta noche.

Él bajo la mirada a Haley, preguntándose si ella captó la mirada y que


pensaba, no es que quisiera que estuviera celosa ni nada. Tuvo que sonreír cuando
vio a Haley mirando con nostalgia la señal de salida.

—No será tan malo —dijo, tomando su mano en la suya, sobre todo para

R.L. Mathewson
impedir que escapara otra vez.

—Sí, lo será —suspiró ella patéticamente.

Jason dirigió su atención a la mujer que ahora estaba frunciendo el ceño


infelizmente ante sus manos entrelazadas.

—Estamos invitados para la reunión de los Blaine con reservaciones a las


seis —dijo, apretando su agarre sobre la mano de Haley cuando sintió que ella
intentaba alejarse.

—Por aquí —dijo la mujer con una sonrisa tensa.

A medida que seguían a la mujer a través de una sala ricamente amueblada,


Jason no podía dejar de preguntarse por qué Haley salía con perdedores cuando
claramente estaba acostumbra a algo mucho mejor. Había visto algunos de los
perdedores con los que había salido durante los años y dudaba que ellos sacaran
su billetera para mucho más que Denny’s e incluso entonces sólo si tenían un
cupón.

Ella debería estar saliendo con alguien que estuviera dispuesto a reventarse
el trasero sólo para demostrarle cuánto significaba ella para él. Tendría que trabajar
en eso con ella, pero más adelante. Ahora tenía que centrarse en arrastrarla a su
lado.
95

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Jason, sonriendo mientras le echaba un


vistazo.

—Nada —dijo rápidamente mientras trataba de moverse discretamente de


manera que Jason la estuviera bloqueando del lado izquierdo.

—No parece nada —indicó Jason, acelerando el paso, probablemente para


molestarla.

—No es nada —escupió ella entre dientes apretados mientras se apresuraba


de nuevo a seguir el ritmo de Jason, girando un poco a la derecha para que su
cuerpo entero estuviera bloqueado por el cuerpo enorme de Jason.

R.L. Mathewson
Ella se atrevió a echar un vistazo desde detrás de la espalda Jason y casi lloró
de frustración cuando se encontró con un par de ojos grises ahumados con los que
ella estaba muy familiarizada. Le envió una amable sonrisa e hizo todo lo posible
por ignorar la mirada determinada que él envió en su dirección.

—¿Quién es ése? —le preguntó Jason mientras continuaban siguiendo a la


anfitriona por los espaciosos pasillos y alrededor de las grandes mesas que
rodeaban la pequeña pista de baile.

—Nadie —mintió ella. Esta noche iba a ser bastante difícil. No quería entrar
en el drama del ex novio que todavía tomaba su negativa a dormir juntos como un
reto, uno que Robert parecía empeñado en ganar sin importar cuántos años
pasaran.
El hombre era un playboy auto titulado y realmente creía que podría tener a
cualquier mujer que quería. Él no siempre había sido así. Cuando empezaron a salir
a los quince años él había sido tímido, dulce y con los pies en la tierra. No fue sino
hasta su último año cuando su piel se aclaró, ganó algunos músculos y por
supuesto heredó alrededor de 30 millones de dólares de su abuela que empezó a
cambiar.

Pasó de ser el chico dulce con el que ella podría ver películas de Indiana
Jones al tipo que la engañó con cualquier rubia tonta que pudiera encontrar.
Cuando lo confrontó él lo negó todo hasta que finalmente se vino abajo y le echó 96
toda la culpa a ella. Se despidieron como amigos, más o menos y desde entonces
cada vez que la veía hacía su mejor esfuerzo por meterla en su cama. La última vez
que se toparon él había abandonado a su prometida dos días antes de la boda
para perseguirla.

Su desesperación por meterla en su cama no tenía nada que ver con el


amor. Tenía que ver con el hecho de que ella era, según él, la única mujer que
alguna vez le había dicho que no. Haría cualquier cosa por meterla en su cama. Ella
realmente no necesitaba esto esta noche. Tenía suficiente con lo que lidiar.

No estaba con ganas de ser avergonzada y menospreciada frente a Jason.


Aunque esto no estaría en sus diez mejores cosas favoritas por hacer una noche de
viernes, a Haley le habría estado encantada de llegar esta noche para hacerle
compañía a su abuela y hacer su mejor esfuerzo por ignorar todas sus sutiles

R.L. Mathewson
humillaciones, pero no podía soportar la idea de Jason siendo testigo de lo poco
que realmente ella significaba para su familia.

—Sr. Blaine, el resto de su grupo ha llegado —dijo Elizabeth, sonriendo


cortésmente mientras se detenía frente a la gran mesa redonda donde sus padres,
hermanas y sus maridos se sentaban. Haley frunció el ceño cuando no vio a su
abuela.

—Muchas gracias —dijo Jason, ignorando la invitadora mirada que la mujer


le enviaba, sorprendiendo a Haley. Su desinterés en todas las mujeres que
prácticamente se lanzaban sobre él cuando salían siempre la sorprendía. No era en
realidad un playboy, pensó ella mientras se obligaba a sonreírle a su familia.
—Haley, cariño —dijo su padre mientras se ponía de pie. Sus ojos se
dirigieron a Jason antes de atraerla a un abrazo y darle un rápido beso en la
mejilla—. Ha pasado mucho tiempo, cariño. Te he echado de menos.

Ella apenas se detuvo a si misma de sugerirle que podía tomar el teléfono si


la extrañaba tanto, pero se contuvo. No le dejaría saber lo mucho que la lastimaba
que no la llamara como había prometido. De todos modos era su culpa. Debería
haberlo sabido mejor.

—Este es mi amigo, Jason Bradford —dijo, señalando a Jason quien le tendió 97


la mano a su padre.

—Es un placer conocerlo, señor —dijo Jason educadamente.

Su padre estrechó la mano de él, dándole una mirada curiosa.

—Es un placer conocer a uno de los amigos de Haley.

Haley apenas se detuvo de hacer una mueca de dolor cuando se dio cuenta
de que Jason era el primer amigo que alguna vez había invitado a conocer a su
familia desde que estaba en la escuela. El hecho de que Jason fuera un hombre iba
a ser un problema, especialmente si pensaban que estaban saliendo.

—¿Papá? —dijo Haley, atrayendo su atención antes de que se sentara.

R.L. Mathewson
—¿Sí, querida? —preguntó, lanzando otra mirada curiosa a Jason.

—¿Dónde está la abuela?

Él frunció el ceño hacia ella.

—¿No te llamó?

—No, ¿por qué? —preguntó, ya teniendo un mal presentimiento de adónde


iba esto.

—Llamó temprano para decir que tú y tu amigo —dijo, dándole a Jason otra
de esas miradas curiosas que Haley conocía demasiado bien—, iban a
acompañarnos esta noche, pero que ella recordó que ya tenía planes para esta
noche.
Haley sólo apostaba a que sí.

98

R.L. Mathewson
Capítulo 11
Traducido por: Lucia A. (Divine Insanity)

Corregido por Ale..

—Jason, esta es mi hermana Rose —dijo Haley, gesticulando hacia la mujer


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con el pelo recogido en un moño muy apretado que parecía doloroso. Ella le
ofreció su mano delicadamente.

La tomó suavemente, no porque se sintiera honrado o abrumado al


conocerla, simplemente tenía miedo de romper su larga y delgada mano.

Tan discretamente como pudo, miró rápidamente a las otras dos mujeres en
el grupo y rápidamente notó que las tres eran altas, delgadas, muy flacas, y más
planas que un chico de diez años. Aunque eran mujeres atractivas en sí mismas, no
tenían esa cosa como su pequeño saltamontes.

Unos minutos más tarde, cuando conoció a Martha la otra hermana de


Haley y los maridos de ambas mujeres, John y Edward, le presentaron a la madre
de Haley, que parecía molesta. Tardó un minuto en darse cuenta que ella estaba
tratando de sonreír.

R.L. Mathewson
Botox.

Debería haberlo sabido, pensó mientras se acercaba y estrechaba la mano de la


mujer tan suavemente como lo había hecho con sus hijas. Se había encontrado con
esa expresión en innumerables ocasiones durante las reuniones de padres y
maestros.

Cuando se sentó junto a Haley, quien estaba echando humo adorablemente,


él no pudo dejar de notar que John, el marido de Rose tenía los ojos puestos en el
culo de una camarera y permanecían allí mientras la mujer se movía alrededor de la
mesa al lado de ellos. Rose parecía ser ajena a esto mientras fruncía el ceño en
dirección a Haley.
Los ojos de Jason se desplazaron a las otras dos mujeres para encontrarlos
haciendo lo mismo. Su padre estaba mirando en su dirección, lo que era
comprensible, y Edward estaba bebiendo su vino mientras miraba fijamente el
generoso escote de Haley. Haley parecía ser inconsciente del escrutinio de su
cuñado a sus senos mientras jugueteaba con un panecillo.

—Cariño —susurró su hermana Rose, atrayendo la atención de todos—. ¿De


verdad crees que deberías estar comiendo eso? —Miró intencionadamente el bollo
con el que Haley estaba jugueteando.
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Ante el ceño confundido de Jason ella farfulló—: Carbohidratos.

Haley murmuró algo suavemente mientras depositaba su rollo, no muy


suavemente, en el plato. ¿Pensaba ella que Haley debía hacer dieta? Jason no pudo
evitar pasar sus ojos sobre la pequeña figura curvilínea de Haley, deteniéndose en
todos sus lugares favoritos. No es que realmente necesitara hacerlo, él sabía a
ciencia cierta que el estómago de Haley era plano. Pero, maldita sea si los
carbohidratos eran los responsables de esas curvas entonces él se aseguraría de
mantener sus gabinetes surtidos con…

—Sr. Bradford —dijo el Sr. Blaine secamente, atrayendo su atención.

Mierda.

A juzgar por la expresión del hombre no estaba demasiado contento con la

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inspección de Jason a su hija. No es que él pudiera culparlo. Si tuviera una hija, lo
que no sucedería en un futuro próximo, y luciera como Haley él la encerraría y la
custodiaría con una escopeta.

—¿A qué se dedica, Sr. Bradford? —preguntó el Sr. Blaine, tomando un


sorbo de su vino.

—Enseño historia en la Preparatoria Latin Scribe —respondió, observando


todas las expresiones de disgusto del resto de la familia de Haley ante dicho
anuncio. No es que él fuera un ídolo, pero realmente ¿necesitan actuar como si
hubiera dicho que recogía mierda de caballo con sus manos para ganarse la vida?

El Sr. Blaine le dio un guiño de aprobación.


—Esa es una muy buena escuela. Varios de los hijos mis clientes asisten allí.
—Volvió su atención a Haley—. Tal vez deberías pensar en solicitar una puesto allí,
Haley.

Antes de que Jason pudiera abrir la boca y preguntarle a él de qué


demonios estaba hablando, Haley sonrió firmemente y dijo—: Es una gran idea,
papá. Enviaré mi currículum la semana que viene.

—Creo que es una jugada inteligente —dijo su padre, ajeno al profundo


rubor que se extendía sobre la cara de Haley mientras una vez más desviaba la 101
mirada hacia la servilleta.

—¿No debe tener ella una licenciatura especial para enseñar a niños de
secundaria? —exigió Martha en tono aburrido lo que prácticamente daba a
entender que en realidad no le importaba—. Es profesora de preescolar, ¿no?
Realmente no creo que vayan a contratarla para enseñar a adolescentes.

—Me ocuparé de eso mañana —dijo Haley, sin molestarse en levantar la


vista de la servilleta.

¿Qué demonios estaba pasando?

Esto tenía que ser una puta broma, pensó mientras se recostaba en su
asiento y discretamente buscaba alrededor del costoso decorado las cámaras
ocultas. Simplemente no había forma de que su dulce y pequeño saltamontes

R.L. Mathewson
proviniera de una familia tan fría.

—Si estás pensando en regresar a la universidad, tal vez deberías buscar una
carrera real —dijo la Sra. Blaine, enviándole una sonrisa de disculpa que realmente
le decía que le importaba muy poco si acababa de insultarla—. Estoy segura de que
tu padre estaría más que feliz de pagar por la Facultad de derecho o la Facultad de
medicina.

—Por supuesto —dijo su padre distraídamente mientras comprobaba su


agenda electrónica—. Sólo asegúrate de enviarle a mi secretaria la factura de la
matrícula, como la última vez que asististe.

La mano de Haley se quedó inmóvil a mitad de camino a su vaso de agua y


Jason tuvo que fruncir el ceño. Sabía por los alardes de la abuela que Haley tuvo
que tener tres trabajos para pagarse la universidad y que se rehusó absolutamente
a cualquier ayuda de su familia. Nunca lo entendió hasta ahora.

—Quizás debería aplicar a dondequiera que asistió el Sr. Bradford si quiere


enseñar en la escuela secundaria. ¿A qué universidad asistió usted, señor Bradford?
—pregunto la Sra. Blaine mientras enviaba un pequeño saludo a alguien en otra
mesa.

—Harvard —dijo, mirando alrededor de la mesa y tomando nota de las


expresiones aburridas. Esta cena familiar era como ninguna que alguna vez hubiera 102
experimentado. Estaba acostumbrado a abundantes comidas llenas de expresiones
de cálida bienvenida y con peleas cada dos segundos. Esta cena era fría y clínica, y
no podía dejar de pensar que Haley no pertenecía aquí. Ella era cálida, dulce y llena
de vida.

El Sr. Blaine sonrió.

—Un compañero —dijo, sosteniendo su copa en señal de saludo—. ¿Su


padre no será Richard Bradford, verdad? Él y yo asistimos a la Facultad de derecho
juntos. Un hombre brillante.

Jason tomó un sorbo de su agua y negó con la cabeza.

—No, el nombre de mi padre es Jared. Es dueño de una empresa de


construcción en Meddletown.

R.L. Mathewson
El Sr. Blaine frunció el ceño ligeramente.

—Bueno, supongo que a la empresa de su padre le va bastante bien si él


pudo permitirse el lujo de enviarlo a Harvard.

—Sí, va bien, pero en realidad asistí con una beca de fútbol —dijo Jason, sin
sorprenderse cuando la expresión del Sr. Blaine volvió a ser de desaprobación.

Como estudiante becado había sido tratado un poco mejor que el personal
de empleados. Había recibido agradecimientos, regalos y palmadas en la espalda,
cuando anotó un touchdown. Cuando no anotaba touchdowns se esperaba que
trabajara duro e hiciera todo lo que se le decía sin quejarse.
No esperaban mucho de él académicamente. Dudaba incluso de que
esperaran que él asistiera a clase, pero lo había hecho. Trabajó duramente para
graduarse un año y medio antes, enojando a los egresados.

Habían estado empeñados en hacerlo jugar sin descanso los cuatro años,
pero no le importó. Se aseguró definitivamente de obtener su educación tan rápido
como pudo, ya que sabía que si se jodia en el campo de fútbol y no podía jugar
más, ellos no dudarían en sacar su culo por la puerta.

—Creo que ella debería pensar en sentar cabeza. —Rose, al menos pensó 103
que la que estaba junto a él era Rose, dijo, haciéndolo sudar. Cristo, por las miradas
que ellos habían estado enviando en su dirección desde que se sentó era obvio
que todos pensaban que él era su novio. ¿Realmente pensaban que ella lo trajo
porque estaban siendo serios?

¿Él casado y con hijos?

Infiernos no.

Tal vez debería sólo…

—Estoy segura de que Edward puede pensar en varios hombres que estarían
interesados en nuestra Haley —sugirió Rose.

—Creo que es una excelente idea —aceptó el Sr. Blaine con entusiasmo.

R.L. Mathewson
Espera, ¿qué?

—John probablemente conoce a algunos hombres que estarían interesados


también. ¿No John? —preguntó Martha.

John apartó la vista del trasero de otra mesera y asintió con la cabeza.

—Estoy seguro de que puedo pensar en varios hombres a los que le


encantaría conocerla. —Tan pronto como respondió, sus ojos estaban en trasero
de otra mujer.

¿Era él el único que se dio cuenta de que había sido insultado aquí? Esto era
una mierda. Él era un gran partido. Un montón de mujeres, para su horror, querían
casarse con él. Estaba a punto de decirles eso cuando algo llamó su atención.
Un pequeño resoplido de risa.

Se giró y miro a Haley mientras ella se sacudía riéndose silenciosamente.

Ellos irrespetaban su hombría y ¿ella se estaba riendo de él? ¿Qué diablos?

—¿Haley querida, estás bien? —preguntó la Sra. Blaine.

Haley parecía que solamente podía asentir.

—¡Oh, acabo de tener una maravillosa idea! —Martha, Rose o quién diablos
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fuera dijo con entusiasmo—. Robert está aquí. ¿Por qué no le invitamos a unirse a
nosotros? Tú sabes lo mucho que quiera a Haley.

¿Quién demonios era Robert? Jason se preguntó mientras seguía los ojos
del señor Blaine a la mesa que habían pasado antes, y aterrizó en el rubio bastardo
que le sonreía a Haley. Tenía el cabello rubio perfecto, una cara promedio y vestía
un traje caro a medida, que tal vez costaba más que toda la ropa de Jason junta.
Cuando el hombre envió una cálida sonrisa en dirección a Haley, él decidió que
odiaba al bastardo.

—Déjame conseguir una mesera para pedirle que nos acompañe —dijo el
Sr. Blaine, gesticulando hacia un camarero.

A juzgar por la sonrisa presumida de Robert, él sabía exactamente que

R.L. Mathewson
estaba sucediendo.

—No, papá, está bien —dijo Haley, todo el humor se había ido mientras el
obvio terror se hacía cargo—. Él parece ocupado.

—Tonterías —dijo la Sra. Blaine—-. Sabes que Robert siempre encuentra


tiempo para ti. Es un hombre tan dulce. Por mi vida, no entiendo por qué
terminaste las cosas con él.

—Si me hubieras escuchado, estarías casada hace años, asentada y no


perderías tu tiempo en insensatas actividades —agregó Sra. Blaine, haciendo que la
mandíbula de Jason se tensara.

—Ella nunca encontrara algo mejor que Robert. Eso es seguro —dijo Martha,
enviándole una mirada aburrida antes de volver su atención hacia Robert.
—No estoy interesado en Robert —dijo Haley rápidamente, viendo como
caminaba el camarero hacia su padre—. Papá, yo…

El Sr. Blaine hizo caso omiso de sus preocupaciones.

—Creo que esto es lo mejor para ti, Haley —dijo antes de darle a el
camarero el mensaje para Robert.

Él se dio cuenta de que Haley realmente no quería que Robert se uniera a


ellos. Ese conocimiento lo apaciguó un poco. Sólo un poco. Estas personas eran los
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snobs más grandes que había conocido en su vida y no sólo porque lo veían por
encima del hombro, sino porque miraban por encima del hombro a Haley.

Ella no se merecía nada de esto.

—Papá, me gustaría que no hubieras hecho eso —dijo Haley cuando el


camarero se alejó—. No estoy interesada en Robert. Te lo he dicho antes.

—No estaría de más que le des otra oportunidad, cariño —dijo la Sra. Blaine.

En serio, ¿alguno de ellos incluso consideraba que él era la cita de Haley? No


es que lo fuera, pero aun así era jodidamente insultante. Si Haley no fuera una de
sus mejores amigas, consideraría hacer algo para decirle a su familia que se fuera
al infierno, pero no podía o ella dejaría de cocinar para él y no estaba dispuesto a
arriesgarse. Las cosas qué podría hacer su pequeño saltamontes con una galleta

R.L. Mathewson
con chispas de chocolate...

Él empujó su silla hacia atrás. Decirle a su familia que se fuera no podría ser
una opción, pero eso no significaba que no pudiera rescatar a su pequeño
saltamontes. Tomó su mano en la suya mientras se ponía de pie, no le pasaron
desapercibidas las miradas sucias que su familia envió a sus manos entrelazadas y
suavemente tiró de Haley a sus pies.

—¿Bailas conmigo? —preguntó suavemente, asintiendo con la cabeza hacia


la pequeña pista de baile llena de una media docena de parejas.

Sus ojos se dirigieron de nuevo a su familia y se agrandaron cuando vieron a


Robert rumbo en su dirección.

—Me encantaría —dijo, prácticamente arrastrándolo fuera de la mesa.


Cuando Jason la tomó en sus brazos, ella se sintió relajada por primera vez
en una hora.

—¿Quieres contarme sobre él? —preguntó Jason, experto en eludir las otras
parejas en la pequeña pista de baile.

Mordiéndose el labio inferior con nerviosismo, observó a Robert tomar el


asiento desocupado de Jason. Le dijo algo a su padre y ambos se volvieron hacia 106
ellos.

—Fue mi novio de la secundaria. Rompimos cuando estábamos en el último


año.

—¿Y él quiere continuar donde lo dejaron? —conjeturó Jason.

—No —dijo Haley, distraídamente tamborileando sus dedos contra su


hombro—. Quiere perfeccionar su récord.

Ante el ceño de Jason ella se encogió de hombros.

—Me negué a dormir con él.

Sintió los músculos del hombro de Jason tensarse mientras entrecerraba los

R.L. Mathewson
ojos primero hacia ella, luego hacia Robert antes de observarla de nuevo.

—¿Cómo puedes estar tan segura de que eso es todo lo que quiere?

—Me lo dijo —dijo Haley simplemente—. No está interesado en nada más


que añadir otra muesca a su cinturón.

—¡Qué idiota! —murmuró Jason, ganando unos jadeos de las mujeres a su


alrededor. Ella se dio cuenta que se estaba conteniendo a duras penas para no
rodar los ojos.

Tanto como odiaba estar aquí esta noche, y Dios odiaba estar aquí esta
noche, tenía que admitir que era bueno no estar totalmente sola.
Estar aquí con Jason hacia casi tolerable esta noche. Incluso había logrado
hacerla reír, no a propósito por supuesto, pero había sido incapaz de parar de reír
al ver su expresión sorprendida cuando su familia lo descartó tan fácilmente.

El trato de su familia hacia él la había enojado más que la forma en que la


habían tratado a ella.

Simplemente debería irse.

Era obvio que realmente no los querían aquí y no estaba a punto de pasar
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las próximas dos horas obligando a Robert a quitar discretamente su mano de su
pierna o tratando de ignorar las insinuaciones sexuales que susurraba en su oído.

Además, realmente no quería sentarse alrededor por otro minuto mientras


trataban tan horriblemente a Jason.

Era un buen amigo y merecía un trato mejor que ese, especialmente desde
que había sido más que amable con ellos sin importar lo desagradable que fueran
con él.

Ambos se giraron a tiempo para ver a Robert levantarse y dirigirse en su


dirección. Genial. Esta noche estaba a punto de empeorar.

Jason le sonrió con esa sexy sonrisa suya mientras se inclinaba y le


susurraba—: Vamos a largarnos de aquí.

R.L. Mathewson
Realmente era el mejor amigo, decidió Haley mientras hacían su escape.
Capítulo 12
Traducido por Lucia A. (Divine Insanity)

Corregido por Fher_n_n

—Lo siento, Sr. Bradford —murmuró rápidamente Eric, uno de sus


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normalmente mejores alumnos, mientras apartaba los ojos de mirada asesina de
Jason.

Durante las últimas tres semanas había estado desquitándose con todos. Su
fachada, normalmente despreocupada, ahora había desaparecido. No tenía ningún
sentido. Él había estado recibiendo el mejor sueño de su vida y Haley se había
convertido rápidamente en la persona más importante en su vida. No podía
imaginarse vivir sin ella. No quería.

No importa lo que hiciera durante el día, por la noche estaban juntos. No de


la manera en que le gustaría, pero todavía podía encontrar la paz al final de un
largo día. Hace dos semanas renunciaron a salir corriendo de la cama del otro para
ir a ducharse y cambiarse de ropa en la mañana. Ahora él tenía artículos de aseo en
el baño de ella con un poco de espacio en su closet, armario y mesa y ella tenía lo

R.L. Mathewson
mismo en su casa.

Era raro, pero probablemente no tan raro como dos mejores amigos que
dormían juntos, pero ni siquiera se daban un beso. Era como si estuvieran viviendo
juntos, pero alternando de una casa a la otra. Pasaban mucho tiempo juntos, pero
también pasaban mucho tiempo solos o con amigos. Cuando estaba lejos de ella,
se preguntaba qué estaba haciendo y pensando. Varias veces tuvo que impedirse
llamarla para averiguarlo. Lo único que estaba salvando su cordura era saber que
ella no estaba saliendo con otro hombre. No sabía cómo se sentiría al respecto. A
juzgar por las ganas de golpear con su puño un muro cada vez que pensaba en ella
y otro tipo, no era bueno.

Otra ovación alegre salió de la puerta de al lado. Apretó la mandíbula


firmemente mientras se centraba en los quince alumnos de su clase de Honores de
historia de EE.UU. Éste era su bloque de estudio de dos horas para repasar el
material para el examen final de mañana y solo habían pasado diez minutos y ya
quería estrangular hasta a el último de ellos.

Tiró sus papeles en su escritorio con disgusto, haciendo que sus alumnos se
movieran alrededor nerviosamente en sus uniformes diseñados para la escuela.

—No entiendo esto. ¡Hemos revisado este material durante todo el año y
ninguno de ustedes tiene ni idea de qué diablos estamos hablando! —Su voz se
alzó, haciendo que las chicas lucieran a punto de llorar. 109

Otro ensordecedor aplauso vino de al lado, llamando su atención de nuevo


a la mujer que estaba siempre en su mente. Clavó los dedos en su cabello y se
paseó por el piso. Estaba tan tenso en este momento, tan cerca de romperse.

Un suave golpe vino de la puerta que conectaba a su aula con la de Haley.


Ella asomó la cabeza, sonriendo. Esa sonrisa fue como un bálsamo para su alma, al
instante lo relajó.

—¿Sí? —le preguntó en un tono mucho más suave del que había estado
usando con los chicos.

Haley mordisqueó nerviosamente su labio.

—Sr. Bradford, me preguntaba si podría pedirle a usted y a sus estudiantes

R.L. Mathewson
un enorme favor. Necesito un poco de ayuda preparando a mis chicos para su
prueba de mañana y puesto que ambas clases están estudiando el mismo material,
tenía la esperanza de que no le importara venir aquí y darme una mano.

—Sí, por supuesto. —Se encontró respondiendo inmediatamente. ¿Quién


diablos podía decirle que no a alguien tan adorable? Ella empujó sus lentes arriba
de su nariz y sonrió otra vez estando malditamente cerca de hacer que sus rodillas
se doblaran.

—¡Excelente! —dijo brillantemente, abriendo la puerta aún más


ampliamente—. ¿Por qué no vienen sus chicos aquí? —Ella se volvió para mirar a su
clase. —Bien, pandilla de bribones, ¡hagan algo de espacio!
Jason agarró el paquete de exámenes de repaso que hizo el fin de semana y
la siguió. Mientras caminaba más allá de Haley, no pudo evitar agarrar su mano y
darle un apretón. Si alguno de los chicos lo vio, inteligentemente mantuvieron la
boca cerrada.

Vio cómo sus estudiantes llenaron los asientos vacíos del salón de clases de
ella. Seguían disparándole miradas nerviosas. Sin duda estaban esperando que
empezara a gritar otra vez. Pocos podían imaginar que su pequeño saltamontes lo
mantenía conectado a tierra.
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Haley brincó sobre la mesa y cruzó una hermosa pierna sobre la otra,
llamando la atención de cada chico. Él tuvo que detenerse a sí mismo de matar a
los pequeños bastardos en ese momento.

Su pequeña saltamontes parecía ajena a la atención que atraía mientras


extendía la mano y agarraba una bolsa de papel grande. Hizo una pequeña mueca
cuando la cogió y la puso sobre su regazo. Ella lo sostuvo en alto, agarrando un
paquete grande con la otra mano. Él no esperó una invitación. Se sentó en la mesa
justo al lado de ella.

—Muy bien, chicos, para aquellos de ustedes que se acaban de unirse a


nosotros estamos teniendo un examen de repaso. Cada uno tomará un turno para
hacerles una pregunta. Si saben la respuesta obtendrán un premio —dijo ella. Vio
cómo sus estudiantes visiblemente se relajaban. Él no creía que fuera por el

R.L. Mathewson
premio, sino por el indulto de su temperamento.

Curioso por el premio se inclinó y abrió la boca. ¿Cómo se atrevía ella a


ocultar estos de él? Le envió una mirada, ganando uno de sus exasperados
rodamientos de ojos. Metió la mano en la bolsa sólo para recibir un manotazo en la
mano. ¿Cómo es que ella se atrevía?

—Puedes tener uno después de que cinco de tus alumnos respondan


correctamente a una pregunta —le informó ella.

Él les lanzó una mirada mordaz a sus alumnos, haciéndoles saber que debían
responder correctamente y rápido si querían vivir. La mujer tenía una bolsa
enorme, probablemente veinte libras, de Kisses de Hershey’s y mini tazas de
mantequilla de maní de Reese y él estaría condenado si no recibía, por lo menos,
quince libras de esos. Al diablo con los niños.

¿Realmente necesitan educación más de lo que él necesitaba chocolate?


Todos tenían fondos fiduciarios. Podrían salir con una educación de decimo grado.
Él por otra parte necesita el maldito chocolate. Una vez que sus cinco estudiantes
contestaran sus preguntas correctamente él atacaría esa bolsa sin importar las
consecuencias.

—Bien, chicos, primera pregunta —anunció Haley mientras miraba su 111


paquete— ¿Quién fue el primer presidente de Estados Unidos?

Cada mano en la sala se levantó.

Jason bufó.

—¿Estás tratando de regalar mi chocolate? Hazlos esforzarse.

Haley aleatoriamente seleccionó un estudiante, uno de los suyos y lanzó un


Kiss. A medida que hacía las preguntas se hacían más difíciles. Nueve preguntas
más tarde él estaba pacientemente esperando que uno de sus estudiantes, John,
respondiera una de las preguntas de Haley.

—Fue en mil ochocientos sesenta... —el chico se calló mientras pensaba.


Jason iba a reprobar al niño si no podía responder la pregunta. No porque reflejaba

R.L. Mathewson
pobremente sus habilidades de enseñanza, sino porque ésta era la quinta pregunta
y, ¡él quería chocolate!

Mientras que Haley estaba mirando al chico esperando por la respuesta,


Jason discretamente levantó cuatro dedos.

—Mil ochocientos sesenta y cuatro —respondió John rápidamente, tratando


de no mirar a Jason.

—Muy bien —dijo Haley, lanzando a John una taza de mantequilla de maní.

—Oye, ¡eso no es justo! —lloró Cindy o cuál diablos fuera el nombre de la


chica del baile. Él debería de haber sabido que la brujita buscaría venganza—. ¡El
Sr. Bradford le dijo la respuesta!
—No seas mezquina. John respondió la pregunta correctamente —dijo,
tendiendo la mano por el chocolate que le debían.

Haley le miró atentamente mientras él le daba su expresión más inocente. —


¿Acabas de hacer trampa para así poder conseguir el chocolate?

Hizo todo lo posible por lucir insultado.

—¿Yo haría eso? —demandó él.

Ella rodó los ojos y le entregó un enorme puñado de chocolates. 112

—Esto debería evitar que hicieras trampa por un tiempo.

—Tú podrías pensar eso, ¿no es cierto? —dijo él, desenvolviendo sus
golosinas mientras Cindy o quién diablos fuera, fruncía el ceño hacia él. La ignoró.
Se comió el chocolate entre las preguntas de la clase. Sólo se detuvo para estirar su
mano hacia atrás y tomar la botella de agua de Haley para bajar el chocolate.

Mientras que se sentaron allí cadera con cadera haciendo preguntas, él


extendió la mano por detrás y casualmente froto en círculos la parte baja de la
espalada de Haley. Casi gimió cuando sintió su temblor. En el exterior ella estaba
fresca y relajada. Se reía con los niños y nunca tuvo problemas siguiendo con sus
preguntas. Solo dejó de frotar su espalda cuando ella le dio más chocolate, lo que
ocurrió cuando lo sorprendió haciendo trampas.

R.L. Mathewson
La campana del almuerzo sonó. Haley levanto una mano.

—Muy bien, chicos. Han estudiado duro todo el año. Quiero que vayan a
casa, repasen y luego quiero que se relajen. Esto es solo una prueba, chicos.
Simplemente recuérdenlo y les irá bien. Todos acuérdense que quien gane una
calificación buena de por lo menos ochenta, se unirá a mí la semana que viene en
el último día de clases y haremos nuestra propia fiesta de helado.

Jason observó a Haley. Primero el chocolate y ahora el helado. ¿Qué otra


cosa estaba ocultándole? Levantó la mano para evitar que todos salieran.

—Lo mismo va para mi clase —dijo.

—Copión —murmuró Haley.


—Malditamente correcto —dijo él mientras saludaba a los estudiantes que
salían.

Ellos se levantaron y se fueron mientras él alargaba la mano y agarraba la


bolsa de Haley. La coloco en su regazo y comenzó serpentear alejándose. Haley le
quito la bolsa y la dejó caer en un cajón de su escritorio, cerrándolo con llave.

Él rodó sus ojos.

—Sí, porque eso me va a detener.


113
—Compórtate. Si queda algo para el final del día podrás tener más —dijo
ella mientras guardaba sus cosas. Hizo una pausa en la puerta e intentó parecer
severa cuando dijo—: ese chocolate es mejor que este ahí después del almuerzo,
señor.

—Por supuesto —aceptó fácilmente.

Ella le lanzó una última mirada de advertencia antes de dirigirse hacia la


cafetería para el almuerzo. Él estaría justo detrás de ella, ya que tenían el mismo
horario. Solo tenía que hacer una cosa antes de eso.

Después de asegurarse de que ella se había ido, se arrodilló y tomó la


cerradura con dos clips que encontró en su escritorio. Segundos después la
cerradura hizo clic y robó el botín, se dirigió a su salón, suspirando. ¿Cuándo

R.L. Mathewson
aprendería ella?

—Todavía no entiendo tu problema —dijo Mary.

Haley frunció el ceño a través del reservado a su amiga.

—¿Qué es lo no que entiendes? De alguna manera me las arreglé para


encontrarme a mí misma en una relación seria sin la relación.

—Eso suena... diferente —dijo Mary. Tras una breve pausa Mary le
preguntó—: ¿Qué diablos quieres decir? Pensé que tú y Jason eran sólo amigos.
—¡Lo somos! Es solo que… —Suspiró pesadamente mientras jugueteaba con
la etiqueta de la cerveza—. Él ya no sale con nadie más. Ni siquiera muestra ningún
interés en otra mujer. Cuando salimos aleja a las mujeres diciéndole que no está
interesado.

—Bueno, eso es dulce…

—Cuando los chicos se me acercan, pone su brazo a mí alrededor y les da


miradas que los asustan totalmente. Anoche, cuando estábamos con Mitch en el
cine, un tipo en la fila estaba demasiado cerca de mí y Jason se metió en una pelea 114
a gritos con el hombre.

—Él solo está siendo protector…

—Me trata como a su novia. Siempre está tocándome y abrazándome.


Dormimos en la misma cama todas las noches. ¡Intentamos dormir en posiciones
como si fueran posiciones sexuales! —susurró en voz baja, esperando que la
ruidosa música de la rocola bloqueara su voz al resto de los clientes de la barra.

—¿Y no te gusta nada de esto? —adivinó Mary.

—¿Gustarme? ¡Me encanta! Pero quiero más. Dios, no puedo dejar de


pensar en él y tenerlo tan cerca, pero no lo suficientemente cerca me está
matando. Soy tan patética —murmuró ella tristemente.

R.L. Mathewson
—¿Lo sabe?

—No. Si lo hiciera, ya habría dado un paso atrás. No quiere una novia. Él


quiere una amiga, una hermana.

—No suena de esa manera para mí.

—Créeme. No hay ninguna posibilidad en el infierno de que Jason Bradford


vaya a cambiar su forma de ser por mí.

—Bueno, no, si no le das una oportunidad no lo hará. — Mary se extendió y


tomó su mano—. Estas enamorada de él, ¿no?

Haley limpió sus ojos.


—Hablemos de otra cosa.

—Bien —suspiró Mary. Agitó la pequeña pajita roja de su ginger ale y miró
alrededor de la barra—. Hay un montón de chicos muy lindos aquí esta noche.

Haley siguió la mirada de su amiga y asintió en acuerdo. Había un montón


de chicos guapos aquí esta noche. Eso provocó otra interesante pregunta. Si
decidiera salir con alguien y llevarlo a casa, ¿se enojaría Jason? Si empezaba a salir
con alguien, no podría dormir en la misma cama con Jason. No sería justo y haría
las cosas aún más raras. El hecho de que no quería que ningún otro hombre, 115
excepto Jason, la sostuviera, no ayudaba en nada.

Gimió internamente. Esta noche era sobre relajarse después de un largo día
de exámenes. No estaba aquí para andar en la luna pensando en Jason Bradford.
Esta noche estaba aquí para tomarse unos tragos, jugar una partida de billar, y
relajarse.

—Ah, Haley, tal vez deberíamos irnos a otro lugar. ¿Por qué no alquilamos
una película, conseguimos algo de pizza y vamos a mi casa? —preguntó Mary,
sonando nerviosa.

Haley frunció el ceño.

—Hemos estado esperando una hora por la mesa de billar y somos las
próximas. Además no he terminado mi cerveza. ¿Qué ocurre?

R.L. Mathewson
Mary miró su bebida y mordisqueó su labio por un momento. Parecía a
punto de llorar.

—¿Mary? —dijo Haley suavemente.

Mary sacudió la cabeza y sollozó ligeramente, pero no levantó la vista.

Sonoras carcajadas atrajeron la atención de Haley hacia la puerta. Sus ojos


se estrecharon peligrosamente.

—Ese hijo de puta —siseó ella.

—Haley, por favor no vayas a hacer gran cosa de esto. Simplemente


vámonos…
Haley ya estaba de pie y se dirigió hacia el pequeño grupo cerca del bar. Se
abrió paso a través del grupo hasta que estuvo cara a cara con el ex prometido de
Mary y la voluptuosa rubia acurrucada a su lado. Soltó un bufido. Ni siquiera era la
misma por la que dejó a Mary. Era patético. Realmente deseaba haberle dicho hace
años cuan perdedor era él.

—¿Qué demonios quieres? —Ted prácticamente se mofó.

Ella se encogió de hombros.


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—No mucho. Me preguntaba si te van crecer algunas bolas y vas a ayudar a
Mary. Te acuerdas de Mary, ¿no? ¿La mujer con la que saliste durante cuatro años,
engañaste constantemente, le pediste casarte y luego preñaste antes de dejarla por
una desnudista? Bueno, me estaba preguntando si planeas la manutención a corto
plazo y ayudar a Mary con las facturas médicas de este embarazo. Simplemente
pensaba que sería bueno si ella pudiera permitirse el lujo de mantener a su niño
con pañales y fórmula. En cierto modo es divertido creo.

La mujer bajo su brazo se sobresaltó y se apartó de él con abierto disgusto.

—¿Embarazaste a una mujer y la dejaste? ¡Qué idiota! —dijo antes de


alejarse y mostrarle el dedo medio. Sus amigos se rieron de él. Ted la fulminó con
la mirada.

Ted gruño.

R.L. Mathewson
—¡Tú, estúpida perra! ¡Estoy tan harto de ti arruinando mi vida! Mary aceptó
nuestra ruptura, ¿cuándo diablos lo vas a hacer tú? No quiero nada con esa perra
fea de pecho plano o su mocoso de mierda y, ¡déjenme en paz! Y si estás tan
preocupada con la mierda de los pañales, entonces cómpralos tú, ¡perra!

—Escucha tú…

—Haley, ¡por favor! —declaró Mary, repentinamente a su lado, mientras


intentaba alejar a Haley—. ¡Vámonos!

—¡Ya está! Tienes que decirle que meta su cabeza en sus putos problemas
—dijo Ted, empujando duro a Mary en el hombro para resaltar su punto.
—Oh, no, ¡no lo hiciste hijo de puta! —dijo Haley justo antes de que lanzara
sus puños de peluche hacia el bastardo.

117

R.L. Mathewson
Capítulo 13
Traducido por Skye & LizC

Corregido por Clau12345

—¿Cortarían los dos la mierda? Estamos aquí para tener una noche de
118
hombres, no un concurso de meadas —les dijo Brad a los dos hombres mirándose
entre sí. Miró al cielo y suspiró—, esto es malditamente ridículo.

—Él es el que está siendo un imbécil —dijo Mitch, empujando a Jason.

Jason lo empujó en respuesta, más duro, enviando a su amigo hacia una


camioneta estacionada. Señaló con el dedo a Mitch.

—Mantente lejos de ella de una puta vez.

—Oh, vete a la mierda, santurrón imbécil. No la quieres, pero no quieres que


nadie más la tenga. ¡No es tu propiedad!

Jason sintió su mandíbula tensarse con más fuerza.

—¿Qué vas a hacer cuando empiece a salir con otro hombre? ¿Huh, chico

R.L. Mathewson
duro? —Mitch lo empujó—. Algún día pronto esta pequeña amistad suya no será
suficiente para ella, va a ir a otro hombre y no la tendrás más. ¿Ya has pensado en
eso? —bufó Mitch—. Ella es una mujer hermosa, divertida, dulce. ¡Muchos hombres
ajustarían su tuerca por una chica como ella!

Jason sintió que toda la sangre se drenaba fuera de su cara. Permaneció allí
mientras la realidad de las palabras de Mitch lo golpeaba duro. Un día, Haley
estaría con otro hombre con el que hablaría, vería los partidos, o simplemente se
sentarían en absoluto silencio pacífico mientras trabajaban o comían, y lo peor de
todo sería otro hombre sosteniendo a Haley en sus brazos por la noche.

—Mierda... —jadeó.
—Oh, bien, ¡lo arruinaste! ¿Estás contento ahora? —exigió Brad—. Vamos,
amigo, vamos a conseguir arreglarte con una cerveza fría y un plato de alitas de
pollo. ¿Cómo te suena eso? ¿Te parece bien?

Aturdido, Jason asintió.

Brad frunció el ceño hacia Mitch que parecía conmocionado profundamente


por la reacción de Jason. Sin duda, el hombre probablemente esperaba un buen
juego de empujones y un par de ataques. Que Jason hubiera quedado
repentinamente tranquilo era absolutamente aterrador. 119

—¡Espero que estés feliz! —Brad le gritó a Mitch—. ¡Lo arruinaste!

—Estaba enojado.... no sabía.... yo... —Él se encogió de hombros mientras


ayudaba a Brad a dirigir a un muy entumecido Jason dentro del bar—. Mira, lo
siento. Sólo pensaba que él no creía que fuera lo suficientemente bueno para ella.
Mierda. No me di cuenta de que…

Sus palabras se cortaron cuando Brad sacudió la cabeza. Mitch miró a Jason
y asintió. El hombre claramente no estaba preparado para oír nada de esto. Jason
no era consciente de que sus amigos estuvieran hablando. No podía concentrarse
más allá de la idea de otro hombre tocando a Haley.

Su Haley.

R.L. Mathewson
—¡Por favor, detente! —gritaba una mujer mientras ellos empujaban dentro
a un Jason todavía terriblemente tranquilo.

Divisaron una mujer alta que se veía increíblemente familiar siendo retenida
por dos mujeres que estaban tratando de calmarla mientras miraban
nerviosamente a un pequeño grupo de hombres. De repente, el grupo se separó.

Los tres hombres se quedaron en estado de shock mientras Haley golpeaba,


bueno una especie de bofetada con los puños de una manera tipo molino, a un
hombre corpulento que parecía más enojado por su ataque que realmente herido.

—¡No se te ocurra tocarla otra vez! —gritó Haley mientras continuaba su


raro ataque ridículo.
—¡Cállate, perra! —dijo el hombre, empujando lejos a Haley. Ella se
tambaleó hacia atrás y cayó al suelo, con fuerza.

Jason vio rojo mientras todo a su alrededor se borraba en una neblina


mientras él se centraba en el hombre que acaba de poner sus manos sobre Haley.
Sin decir palabra, se acercó al hijo de puta y le dio un puñetazo en la cara,
enviándolo a golpear su espalda contra el bar.

El hombre se inclinó en agonía, ahuecando su nariz.


120
—¡Me rompiste la nariz, imbécil!

—Si alguna vez le pones otro dedo encima, te mataré. ¿Me entiendes?—
Prometió él con furia apenas contenida.

El hombre intentó fulminarlo con la mirada y se estremeció. Finalmente


asintió.

—Bien —dijo lentamente, dando la vuelta—. ¡Whoa! —jadeó mientras su


pequeño saltamontes se topó con él mientras intentaba reanudar su pequeño lindo
ataque.

—¡Haley! —dijo, tratando de sacarla de eso. Ella no le hizo caso, tratando de


pegarle al hombre o lo que fuera que estuviera haciendo. Con un suspiro de
exasperación la echó a su hombro y se dirigió hacia la puerta.

R.L. Mathewson
—¡Tienes suerte, Ted! ¡La próxima vez te patearé el trasero! —gritó.

Jason le dio una palmadita condescendiente a su trasero.

—Estoy seguro de que lo tienes temblando en sus calzoncillos, mi pequeño


saltamontes. No hay necesidad de asustarlo.

Ella agarró de la cintura de sus vaqueros para ayudarse a empujarse a sí


misma de modo de poder mirar al hijo de puta.

—¡Voy azotar tu trasero! ¡La próxima vez no me voy a contener!

—¡Dile que cuide su espalda! —sugirió Mitch, riendo.


Jason casi rodó los ojos cuando Haley hizo precisamente eso. Soltó un
suspiro cansado.

—Vayamos a tu casa antes de que hagas que el hombre se orine encima.

—Tienes suerte, sinvergüenza —gritó ella, haciéndole sonreír. Era tan


malditamente linda.

121
Haley gruñó y pateó las mantas apartándolas de ellos.

—¿Vas patear el trasero de la sábana también? ¿Debería correr a un lugar


seguro? —preguntó Jason, reprimiendo una sonrisa enorme que amenazaba con
revelarse.

—¡Hace calor! —dijo en una pequeña linda voz quejumbrosa—. Y deja de


burlarte de mí. Absolutamente pateé traseros esta noche —dijo ella con desdén—.
Puede ser que incluso me prohíban entrar al bar después de esta noche.

Él parpadeó.

—¿Por qué?

Se dejó caer de espaldas lejos de él.

R.L. Mathewson
—¿Cómo que por qué? ¡Empecé una pelea!

—¿En serio? ¿Cuándo?

—¿Qué quieres decir con cuándo? Tú estabas allí. ¡Me viste patear un
trasero!

—¿Esa cosa que estabas haciendo con tus manos? —Ella asintió con la
cabeza—. Pensé que estabas teniendo un ataque de algún tipo.

Ella abrió la boca y le dio un empujón juguetón.

—¡Idiota! Pateé completamente su trasero y podría patear tu trasero.


Él la miró por un momento antes de echarse a reír. La cama se sacudió
mientras reía, probablemente más de lo que nunca se había reído en toda su vida.
Las lágrimas corrían por su rostro mientras se agarraba su costado porque
comenzaba a sentir un calambre.

—¡Oye! ¡Deja de reírte de mí! ¡Soy una gran amenaza, maldita sea! —Su
tono serio lo hizo reír más fuerte. Maldita sea, ella realmente lo estaba matando—.
¡Sigue así y te voy a patear el trasero con mis puños de furia!

De alguna manera se las arregló para reír más. Realmente no creía que fuera 122
posible, pero lo hizo.

—¡Ya está bien! —espetó Haley. Se incorporó y rápidamente se sentó a


horcajadas en sus caderas y atrapó sus brazos. Ella trató de fijar sus brazos a los
lados de su cabeza. Su risa se hizo más controlada ya que rápidamente volvió a la
superficie con ella y se dio la vuelta, sujetándola debajo de él. No se molestó en
fijar sus manos abajo. Realmente, ¿qué sentido tenía? La había visto en acción
después de todo.

—Muy bien, mi pequeño saltamontes, patea mi trasero. Estoy listo —dijo,


sonriendo. Él se aseguró de mantener sus caderas elevadas. No tenía sentido
torturarse a sí mismo, sobre todo porque ella sólo llevaba una pequeña camiseta y
bragas de algodón color rosa.

R.L. Mathewson
Ella comenzó a presionarle el pecho, tratando de empujarlo. Cuando eso no
funcionó trató de darle una patada y él pensó que ella estaba tratando de darle un
buen viejo retorcijón indio en su brazo.

Era muy triste.

—Vamos, mi pequeño saltamontes, estoy listo en cualquier momento que tú


lo estés. Muéstrame algo de esa furia.

Haley empujó y tiró con más fuerza, pero aun así no se movió.

—En serio, estoy listo cuando tú lo estés —dijo él, sonriéndole.

Ella gimió en voz alta mientras aumentó sus intentos. Aun así ella no pudo
moverlo.
No pudo evitar burlarse de ella. Era tan condenadamente linda.

—Oh, ¿se está cansando mi pequeño saltamontes? ¿Adónde se ha ido toda


esa furia? Vamos, déjame ver esos movimientos…

Ella cortó sus palabras con un beso, sorprendiéndolo jodidamente. Fue un


suave roce rápido de labios, pero lo golpeó hasta los huesos. Haley dejó caer la
cabeza sobre la almohada, mirándolo fijamente mientras se mordía su labio inferior
con nerviosismo.
123
Jason se cernió sobre ella, jadeando en busca de aire lo que no tenía nada
que ver con la risa. Ese beso... ese beso inocente, dulce, le pegó más duro que
cualquier sesión de besos que había tenido en su vida.

—¿Jason? —El susurro roto de Haley atrajo su atención de nuevo a sus


labios.

Esto había terminado. Iba a salir de la cama, disculparse con ella, caminar de
vuelta a su casa y poner un poco de distancia entre ellos. Él no era bueno para ella.
Trataba a las mujeres como una mierda y no tenía ni idea de cómo tratar a alguien
tan especial como Haley. Se merecía a un hombre que le diera todo su mundo. Un
hombre que se hiciera cargo de ella, la abrazara y amara. Y él no era ese hombre.

—Haley, yo…

R.L. Mathewson
Sus palabras se interrumpieron en un gemido cuando la boca de Haley
cubrió la suya de nuevo. Ella rozó sus labios contra los suyos en forma tentadora.
Todo su cuerpo se puso rígido cuando se obligó a no responder. No podía hacerle
esto a ella. Por mucho que le dolería a ambos, él no podía ceder ante ella. Su
cuerpo se estremeció con la necesidad de besarla de nuevo y bajar su cuerpo sobre
ella, pero de alguna manera encontró la fuerza para luchar contra ello.

Él no estaba correspondiendo a su beso.

Allí, tenía su respuesta. Sólo tenía que ir y darle un beso para averiguarlo. No
podía preguntarle como una persona normal. Ahora, no sólo probablemente
acababa de arruinar todo entre ellos, sino también estaba horriblemente
avergonzada. Maravilloso. Simplemente y jodidamente maravilloso.

Sintió que las lágrimas ardieron en sus ojos. Él no iba a verla llorar. Se
negaba a dejarle ver lo mucho que esto le dolía.

—Disculpa —murmuró en voz baja, rompiendo el beso y empujando su


pecho. Él no luchó esta vez. Se alejó de ella. Estaba tan cerca de derrumbarse. Saltó
de la cama y se dirigió a la puerta del dormitorio. No se preocupó por su ropa o
cualquier otra cosa en este momento. Sólo tenía que salir de allí. 124

—¡Haley! —dijo Jason tras ella—. ¡Hablemos de esto!

Lo último que ella quería hacer era hablar de esto. Salió corriendo hacia la
puerta y cruzó el patio hasta su puerta. Apenas capaz de ver a través de las
lágrimas que ahora fluían libremente por su rostro mientras buscaba la llave
escondida bajo el escalón de la entrada y entraba en su casa.

Cerró la puerta y corrió a su habitación para bloquear su ventana y cerrar las


cortinas de un tirón, a sabiendas de que Jason simplemente entraría por la ventana
por ella y trataría de bromear para salir de esto. Ella no quería bromear sobre esto.
¡Esto dolía! Su corazón estaba roto y acababa de perder al mejor amigo que había
tenido por su propia estupidez.

Un sollozo se escapó y luego otro, hasta que lloró incontrolablemente. Se

R.L. Mathewson
dejó caer en el borde de la cama y se cubrió el rostro con las manos mientras lo
dejaba salir. Estaba demasiado cansada para seguir luchando.

Un cálido aliento le hizo cosquillas en las manos al mismo tiempo que


fuertes dedos suavemente apartaron sus manos hacia abajo. Ella desvió el rostro
para que así no tuviera que enfrentarse a él de rodillas delante de ella.
Simplemente no podía.

—¿Me vas a mirar? —preguntó él en voz baja.

Se mordió el labio y negó con la cabeza.

—No soy... Haley, simplemente no soy lo suficientemente bueno para ti.


¿Entiendes lo que digo?
Haley se encogió de hombros, deseando que llegara al punto rápidamente y
se fuera. Al momento, ella no confiaba en sí misma para abrir la boca, temiendo
que acabara avergonzándose más.

—Eres demasiado buena para mí, mi pequeño saltamontes —dijo él en voz


baja mientras apoyaba su frente en el hueco de su cuello—. Puedes conseguir algo
mucho mejor que yo, sin siquiera intentarlo, Haley. Muchísimo mejor.

Su voz bajó mientras continuaba y parecía como si estuviera dolido, pero


ella no dijo nada. 125

—Eres amable, inteligente, divertida, tienes el corazón más grande que


cualquier persona que he conocido y eres dulce. Dios, eres tan dulce. —Deslizó sus
manos por sus costados y las frotó suavemente hacia arriba y hacia abajo.

Su respiración se hizo más rápida contra su piel y Haley no quiso nada más
que envolver sus brazos alrededor de él y abrazarlo una vez más, pero no podía
hacerlo. No podía soportar que él la apartara de nuevo.

—¿Sabes cuán dulce eres, mi pequeño saltamontes? —Su voz se tornó ronca
a medida que sus manos se movían más abajo a sus caderas y se deslizaban de
vuelta hasta que sus pulgares rozaron debajo de sus pechos y luego de nuevo
hacia abajo. Le dio un beso en el cuello casi como si no pudiera evitarlo. Un
gemido de dolor se le escapó cuando lo hizo.

R.L. Mathewson
—Debería salir de aquí, no volver nunca y permitirte seguir y conocer a un
chico agradable que te dé todo lo que te mereces en la vida. —Él presionó otro
beso en su cuello y ella apenas contuvo un gemido. Sus manos se deslizaron por
sus costados y esta vez cuando se movieron de vuelta arriba estaban por debajo de
su camisa.

Grandes manos cálidas se deslizaron hasta sus costados sólo para detenerse
justo debajo de sus pechos. Dudaron por un segundo allí antes de continuar su
viaje hacia abajo. Él continuó besando su cuello casi con desesperación. La próxima
vez que sus manos se movieron hasta arriba pasó sus pulgares a lo largo de la
parte inferior de sus pechos y gimió.

La cabeza de Haley cayó hacia atrás mientras sus manos se cerraron en


puños en el edredón. Todavía no había hablado, pero por otras razones ahora. Ella
temía que si hablaba lo atravesaría, y él se daría cuenta de lo que estaba haciendo
y la dejaría. El cielo la ayudara, pero él la tenía demasiado desesperada para correr
el riesgo.

—Tengo que irme. —Él presionó un beso con la boca abierta en su cuello y
suavemente chupó mientras sus manos se movían más arriba sólo para rozar
tentativamente sobre sus duros pezones. Gimieron al unísono—. Es lo que tengo
que hacer... lo um… lo um... —Sus manos se deslizaron de nuevo esta vez
apretando suavemente antes de volver hacia abajo.
126
—Yo um, no debería quererte... no debería... me importas mucho, mi
pequeño saltamontes. Es por eso que debería... debería —gimió ruidoso y bajo—,
eres tan dulce.

Ella decidió que era suficiente. Obviamente él la quería tanto como ella lo
quería a él, bueno, al menos esperaba que lo hiciera. Tomando una respiración
profunda fortificante, se echó hacia atrás, desplazando la boca de su cuello. Pareció
aturdido, mientras trataba de averiguar lo que pasaba.

Haley le sostuvo la mirada mientras se agachaba y agarraba el dobladillo de


su camisa. Con la esperanza de que no estuviera equivocada acerca de él, la jaló
hacia arriba, se la sacó y la tiró al suelo.

Jason se quedó helado. Sus manos se detuvieron en sus caderas mientras su

R.L. Mathewson
mandíbula se tensaba con fuerza. Clavó los ojos en los de ella y ella tuvo que
contener una sonrisa mientras él se esforzaba por no mirar hacia abajo. Perdió la
batalla varias veces.

Él tomó aire reverente cuando permitió que sus ojos vagaran a sus pechos.
Murmuró algo acerca de no ser un santo antes de mirar de nuevo hacia arriba. Él
estudió su cara durante un largo momento.

—Sabes que podrías conseguir algo mejor que yo, ¿verdad?

Ella puso los ojos en blanco y le dedicó una floja sonrisa.

—Bueno, duh.
—Mientras estemos en la misma página —murmuró él antes de que su boca
descendiera sobre la de ella.

127

R.L. Mathewson
Capítulo 14
Traducido por Maru Belikov y Aria

Corregido por Aldebarán

Ninguna de las fantasías que había tenido sobre su pequeña saltamontes se


128
acercó a la realidad. Sus labios eran llenos y cálidos contra los de él mientras se
movía sobre ellos en un beso hambriento.

Él le dio una oportunidad. Demonios, él la dejo correr fuera de su casa en


nada más que sus bragas y una camiseta muy corta. Tendría que hablar con ella
sobre su exhibicionismo, pero más tarde… mucho más tarde. Ahora mismo estaba
ocupado pasando sus manos sobre los pechos más perfectos en la creación. Eran
grandes, pero no tan grandes. Ellos simplemente eran perfectos para sus manos.

Ella gimió y él ataco, deslizando su lengua dentro del cálido cielo que ella
llamaba boca. Su lengua salió a jugar y deslizarse contra la de él, haciéndolo gruñir
en su boca.

Las manos de ella se deslizaron por su pecho, enviándole olas de placer a


través de su cuerpo. Él había soñado con ella tocándolo. Amaba la manera que

R.L. Mathewson
pasaba sus dedos a través de su cabello en la noche cuando se sostenían al otro.
Había fantaseado con ella pasando sus dedos sobre el resto de su cuerpo.

Con un último profundo beso él movió su boca abajo a lo largo de su


mandíbula y pasó la lengua por su cuello y entre sus pechos. Sus manos nunca
dejando de tocar. Agarró un pecho y lo sostuvo hacia su boca como un
ofrecimiento. Corrió su lengua alrededor de un gran, duro pezón, ganándose el
gemido más erótico que jamás hubiera escuchado de una mujer antes de chuparlo
entre sus labios. Liberó el pezón con un ruidoso pop y cambó su atención al
siguiente.

Después de un momento sus manos se deslizaron bajando por su estómago


donde agarró sus bragas. Ella no vaciló y alzó sus caderas. Su pequeña saltamontes
era una buena chica. Empujo sus bragas mientras besaba su camino hacia abajo.
Cuando se habían ido, él gentilmente la empujó de espaldas hacia la cama y movió
su boca de un muslo interno al otro.

—Me pregunto si eres tan dulce como te imagino, Haley —dijo él, besando
su muslo antes de abrir más sus piernas. Incluso en la débil luz de la habitación él
podía ver su sexo claramente. Los rosados labios estaban hinchados por la
excitación y cortos rizos estaban empapados, haciéndolo lamerse sus labios con
anticipación.
129
Él presiono un beso provocador cerca de su punto.

—¿Eres dulce, Haley? ¿Hmmm?

Su respuesta fue un gemido.

—Apuesto que eres más dulce que la miel —murmuró mientras se inclinaba
y pasaba su lengua entre los hinchados labios rosados en una larga lamida. Cerró
sus ojos mientras gemía profundamente. Más dulce. Mucho más dulce de lo que
imaginaba. Las caderas de Haley se dispararon fuera del borde de la cama, pero él
estaba listo para eso. Agarró sus pies y los colocó sobre sus hombros.

Usando sus pulgares, la extendió abriéndola más y casi se vino por la vista.
Con sus pulgares extendió el líquido caliente transparente sobre su pequeña
protuberancia.

R.L. Mathewson
Haley gimió.

—¿Te gusta eso? —preguntó él con una voz ronca—. Entonces te encantara
esto.

Él corrió la punta de su lengua alrededor de la pequeña protuberancia, con


cuidado de no tocarla. Haley se retorció bajo sus manos tratando de encontrar su
alivio. Él deslizo dos dedos dentro de ella, pero cambió a uno cuando se dio cuenta
cuán apretada estaba. Estaba feliz de no ser el único que no había tenido sexo en
un tiempo. La quería desesperadamente para él.

Finalmente corrió su lengua sobre su sensible pequeña protuberancia,


ganándose un gemido entonces lo hizo otra vez y otra vez mientras lentamente
deslizaba su dedo dentro y fuera de ella. Él tuvo que cerrar sus ojos. Estaba muy
cerca de venirse y ella ni siquiera lo había tocado. Rezó para no avergonzarse a sí
mismo esta noche. Había planeado estar dentro de ella la mayor parte de la noche.

Su vagina estaba apretándose alrededor de sus dedos como una tenaza. Él


chupó su clítoris con sus labios mientras movía su lengua sobre ella.

—Jason… Jason… —se quejó ella diciendo su nombre suavemente—. ¡Jason!


—gritó su nombre mientras su cuerpo palpitaba fuerte alrededor de su dedo.
130
Él espero hasta que ella yació sobre la cama jadeando antes de alejarse y
lentamente lamer sus labios y dedos para limpiarlos. Se inclinó y la besó.

—Condón —dijo él a través de dientes apretados. Estaba al borde de


correrse. Nunca antes en su vida había estado tan excitado. Quería follarla en cada
posición imaginable y otras que estaba seguro que eran físicamente imposibles,
pero estaba dispuesto a intentarlas.

Sintió a Haley moverse debajo de él. Fue tan rápido que casi no lo notó.
Antes de que pudiera preguntar que estaba mal ella lo empujó. Mierda. Ella todavía
estaba molesta por lo de antes.

—Haley, Yo… mierda —gimió fuerte, bueno gritó realmente, mientras Haley
en un rápido movimiento tiraba de sus bóxer hacia abajo y lo tomaba en su
caliente y mojada boca. Él apoyo sus manos sobre sus hombros mientras ella lo

R.L. Mathewson
trabajaba. Ella tomó la punta de su polla dentro de su boca con un movimiento
experto que casi hizo a sus ojos voltearse.

Ella tomó sus genitales con una mano, rodándolos alrededor de sus manos
haciéndolo gemir y sacudirse. Se forzó a sí mismo a estar quieto así no la
lastimaría. Ella encontró sus ojos cuando lo tomó lentamente y fue más allá del
punto que otra mujer jamás había logrado.

Él gimoteó.

Su cabeza cayó hacia atrás mientras Haley lo tomaba todo hasta su


garganta. Nunca se había sentido así, tan bien, tan completo. Su pequeña
saltamontes tenía un lado secreto. Un lado que con mucho gusto él planeaba
explorar. Se preguntaba qué más podía hacer y quién le había enseñado. Rabia
surgió a través de él con sólo imaginarla haciendo esto con otro hombre y
rápidamente empujo esos pensamientos lejos con la ayuda de Haley. Ella era
fantástica.

Durante varios minutos sonidos de succión y gemidos llenaron la pequeña


habitación, haciéndole más difícil a Jason contenerse. Estaba tan malditamente
cerca. Demonios, él fácilmente podría haberse corrido cien veces para este
momento, pero estaba desesperado de seguir con esto. Se sentía tan bien… tan
malditamente bien.
131
Finalmente no podía contenerse más. Él le dio una palmadita a ella sobre el
hombro, la señal universal de advertencia, y empezó a alejarse cuando Haley
apretó su cadera con su mano libre y lo mantuvo en su lugar mientras duplicaba
sus esfuerzos.

—Haley, nena, me voy a ¡correr! —gimió la última palabra ruidosamente


mientras todo su cuerpo convulsionaba y su polla se endurecía más allá de la
creencia y estalló en su dulce boca. Haley no perdió el ritmo mientras lo seguía
chupando. Ella realmente era increíble.

Jadeando por aire, se apartó tomando una respiración profunda mientras se


deslizaba fuera de su lengua. Perezosamente empujó hacia abajo su ropa interior y
subió a la cama con Haley.

R.L. Mathewson
Ella lamió sus labios, haciéndolo gemir. Se inclinó y la besó, mezclando sus
sabores. Mientras se besaban poco a poco se movieron arriba de la cama. Una vez
que la cabeza de Haley golpeó la almohada Jason se acostó en su lado y la acercó
a él.

Tan bien como se sentía simplemente sostenerla en sus brazos todas estas
semanas, se sentía mejor tenerla en sus brazos desnuda. Sorprendentemente no
tenía nada que ver con sexo. Amaba sentir su cálida piel contra la de él y sentir su
latido mientras lo arrullaba hasta un profundo sueño.
—¡Mierda! —escuchó Haley a Jason gritar mientras algo se estrellaba en la
otra habitación. Por el sonido de ello él acababa de derribar su pila de libros en la
mesa del pasillo, otra vez.

Ella se inclinó contra la encimera de la cocina, mordisqueando una pieza de


tostada mientras miraba a Jason tropezar dentro. Su cabello todavía estaba mojado
y todavía estaba arreglando con torpeza su ropa. Sus zapatos sin amarrar, sus
pantalones abiertos, su camisa estaba medio abotonada y estaba pasando un mal
rato con su corbata.
132
La miró acusadoramente mientras hacía un rápido trabajo con su ropa.

—No me despertaste.

Ella puso los ojos en blanco mientras pinchaba un trozo de salchicha con su
tenedor.

—Sí te desperté. Tres veces de hecho. Cada vez me lanzabas algo y volvías a
dormir.

Jason la miró boquiabierto.

—¿Y te rendiste? Conoces la rutina, mujer. Tienes que seguir con ello hasta
que me vea obligado a salir de la cama para conseguir algo para tirarte. —Sus ojos
se estrecharon peligrosamente hacia el gran desayuno frente a ella.

R.L. Mathewson
—¿Y has comido sin mí? —preguntó con escandalizada indignación. Comer
era sagrado para Jason, probablemente porque le gustaba robar comida de su
plato cuando todavía estaba caliente.

Cualquier otra mañana se habría asegurado de que se levantara de


inmediato. Disfrutaba de sus tranquilas mañanas juntos antes de que se
enfrentaran a sus cargos hormonales. Pero esta mañana no quería darle la
oportunidad de terminar lo que habían empezado la noche anterior.

Por mucho que ella quisiera, necesitara, dar el siguiente paso con él estaba
asustada. Él era un hombre con experiencia y expectativas y ella era... bueno, a falta
de una palabra mejor, una gallina.
Era afortunada por ser la hija menor de la familia no sólo porque sus abuelos
la acogieron, sino porque fue capaz de ver desde una edad muy joven como eran
tratadas sus hermanas y primas mayores por los llamados amigos y hombres. Los
hombres iban y venían de sus vidas convirtiéndolas en idiotas babeantes. Había
conocido a más de una mujer en los últimos años que pensaban que el sexo
significaba amor para los hombres sólo para ver su corazón roto al final.

Podría parecer anticuado, pero sólo planeaba dormir con un hombre en su


vida, el hombre con el que pasaría el resto de su vida. Salió en citas con el paso de
los años y manejaba sus “necesidades” de otras maneras pero nunca corrió el 133
riesgo con cualquiera de los hombres con los que había salido. Dado que nunca se
enamoró de ellos había sido fácil, pero con Jason iba a ser difícil.

Sabía sin lugar a dudas que estaba enamorada de él y que él por lo menos
se preocupaba por ella profundamente, tan profundamente como un hombre
como él podía. Haley no tenía ilusiones sobre el tipo de hombre que Jason había
sido en el pasado. Nunca había tenido una relación seria y nunca se preocupó por
ninguna mujer con la que había estado. A pesar de que había cambiado mucho e
incluso había madurado el último par de meses ella no era una de esas mujeres
delirantes que pensaban que podía cambiar a un hombre.

Jason muy bien podría ser la persona que la haría romper la regla de un sólo
hombre en su vida, porque sabía sin ninguna duda que nunca se casaría con ella.
Podría ser capaz de manejar una relación exclusiva con ella, pero ¿por cuánto

R.L. Mathewson
tiempo? Sabía que tarde o temprano se aburriría y pasaría a la siguiente chica.
Dolería muchísimo, pero sabía que iba a venir.

Así que, eso la dejaba con una decisión muy importante que tomar.
¿Correría el riesgo y se entregaría a él, esperando que su corazón no se hiciera
pedazos completamente cuando él pasara página, o lo mantendría en el nivel físico
en el que estaba cómoda?

Lo único que la detenía era el arrepentimiento que sabía que sentiría en un


año a partir de ahora cuando otra mujer viniera gritando y golpeando a su puerta
en medio de la noche.

Vio como Jason terminaba de vestirse. Durante todo el tiempo frunciéndole


el ceño o mirando con nostalgia hacia la pila de waffles, tostadas, huevos, tocino y
salchichas. Por supuesto había cocinado esto para él, y él lo sabía en algún nivel,
pero era Jason y él se tomaba su comida en serio. Demasiado en serio, pero ese era
un trabajo para el Doctor Phil, no para ella.

Cuando terminó de vestirse arrojó su bolso sobre su hombro, cogió la


botella de sirope y empapó los waffles. Cogió un tenedor y el plato y se dirigió a la
puerta, dejándola para que pusiera los ojos en blanco y lo siguiera.

Mientras ella conducía comían. Por cada dos bocados que él tomaba le daba
uno, lo que funcionaba para ella ya que no se necesitaba mucho para llenarla. 134
Secretamente le encantaba cuando hacían cosas de este tipo, sobre todo cuando él
la cuidaba. Era tan dulce. Se aseguraba de que ella recibiera el mejor trozo de
tocino o bocado de salchicha y siempre se aseguraba de untar dos veces su
bocado de waffle en el sirope, sabiendo lo mucho que le gustaba.

Para el momento en que se detuvieron en el estacionamiento del personal


habían terminado y el plato estaba en el asiento trasero en la gran toalla de playa
que ella había puesto ahí para momentos como éste.

Se sentaron ahí por un momento y observaron cómo los autobuses y los


autos llegaban al frente del edificio. Se le ocurrió que de repente estaba nerviosa.
Después de anoche pensó que la incomodidad sería lo primero esta mañana, otra
razón por la que dejó la cama temprano. En su lugar saltaron directos a su rutina
normal relajada. Ahora que la comida no estaba y estaban sentados ahí estaba muy

R.L. Mathewson
nerviosa.

¿Se arrepentía él de lo que hicieron? ¿Estaba a punto de recibir el discurso


de que no quería nada serio? ¿Se molestaría cuando se enterara de que ella no
dormiría con él como varios hombres antes lo habían hecho? ¡Maldita sea! ¿Qué
cosa demoledora diría?

—Tienes sirope en tu labio.

Vale, no alteraba la vida exactamente.

Se lamió los labios.

—¿Se ha ido?
—No.

Se limpió la boca con los dedos.

—¿Y ahora?

Él suspiró.

—Veo que voy a tener que manejar esto. —Se inclinó rápidamente y rozó
sus labios contra los de ella. Contuvo el aliento mientras él pasaba su lengua por su
labio inferior. 135

—Tan dulce, mi pequeño saltamontes —susurró él contra sus labios. Rozó


sus labios contra los suyos otra vez—. Sé por qué te has ido de la cama temprano
esta mañana y por qué te has asegurado de que tuviera muy poco tiempo para
hacer algo más que prepararme para trabajar.

Presionó otro beso contra sus labios mientras tomaba su mano en las suyas.

—Lo siento por ser un idiota anoche y casi cometer el mayor error de mi
vida. Tenía miedo de hacerte daño. Sé lo que soy y también sé que mereces un
hombre que pueda mimarte y llevarte a todos los bonitos lugares que tú te
mereces. Yo…

—Jason, no me importan esas cosas —dije suavemente.

R.L. Mathewson
Negó con la cabeza tercamente.

—No significa que no las merezcas, pero si me das una oportunidad para
compensar mi pasada estupidez, y no estoy hablando sólo sobre contigo, prometo
que haré todo lo que pueda para hacerte feliz.

—Jason…

—Quiero intentar esto. Tú y yo, quiero decir. Sé que lo más probable es que
lo joderé a lo largo del camino y querrás cortar mi cuello, pero quiero intentarlo.
Haré lo mejor que pueda para no hacerte daño.

Haley sonrió, sabiendo que era lo mejor que podía esperar de él. Apreciaba
su honestidad y sabía que si iban a intentar que esto funcionara entonces tenía que
ser honesta con él, al menos sobre el alcance de su relación. Tal vez no le guste
estar con una mujer con la que el sexo, bueno, el coito no estaba involucrado.

Le dio a su mano un pequeño apretón.

—Jason, si vamos a intentar esto entonces me gustaría tomarme las cosas


con calma. —Él frunció el ceño—. Lo que quiero decir es que nada más allá del
nivel en el que estuvimos anoche. —Apretó su labio entre sus dientes—. Lo que
quiero decir es que nada de sexo real.
136
Él entrecerró los ojos hacia ella.

—Pero, ¿todavía dormirás desnuda conmigo y me dejarás hacerte otras cien


cosas malas? —preguntó en un tono serio.

—Sí.

Él rozó sus labios contra los de ella otra vez y se alejó unos centímetros para
mirarla a los ojos.

—¿Y todavía cocinarás para mí y me llamarás Maestro?

Sus labios temblaron.

—Sí a cocinar y ni una oportunidad en el infierno a lo otro.

R.L. Mathewson
Él suspiró con cansancio.

—Bien, ¿qué tal Señor y Maestro?

—Uh... no.

—¿Dios?

—Nop.

—¿Mi vasallo?

—Espera... no.

Le dedicó una de sus sonrisas ladeadas.


—Te ganaré con el tiempo.

No estaba tan segura de que él se quedara el tiempo suficiente para cumplir


esa promesa, pero por la oportunidad de estar con él incluso aunque fuera por
poco tiempo estaba dispuesta a correr el riesgo.

137

R.L. Mathewson
Capítulo 15
Traducido por Nanami27 y rihano

Corregido por Akanet

—Odio esto. ¿Por qué tuvimos que venir aquí? —dijo ella en un tono
138
altanero mientras miraba alrededor de un gran carnaval con disgusto evidente—. Si
hubiera sabido que íbamos a venir aquí, me habría quedado en casa. Dios, ¿has
oído hablar de un restaurante? Ahí es donde debería estar comiendo, no algo en
una barra como un patán. —Se apartó el largo cabello sobre su hombro.

Jason miró a Mitch que tenía la mandíbula apretada. El hombre no parecía


feliz y Jason no lo culpaba ni un poco. Si hubiera sabido que ella iba a reaccionar
así por ir a un carnaval, jamás lo habría sugerido, o al menos no la habría traído.

Personalmente, él amaba los carnavales y parques temáticos. No podía pasar


por uno sin detenerse por una delicia frita y algunos paseos. Mitch era de la misma
manera, y por eso estaban allí. Habían venido a pasar un buen rato. Y en su lugar,
se quedaban escuchando a esta puta y quejona mujer. Ella había comenzado tan
pronto como había escuchado de los planes para la noche.

R.L. Mathewson
Tan pronto como lo descubrió, se plantó y exigió un buen restaurante y
bebidas. Había estado en la minoría y se le ofreció un viaje a casa. Se negó. Jason
no tenía duda de que había decidido venir para hacer de sus vidas un infierno
viviente por no lanzarse a satisfacer sus demandas.

—Podemos subir a los carros chocones o a la rueda de la fortuna —


comenzó a sugerir Mitch.

Ella cruzó los brazos sobre su pecho y miró, solo miró al hombre. Mitch
maldijo por lo bajo. Volvió su fría mirada hacia él, y no se molestó en ocultar sus
ojos en blanco. Esto era ridículo. De ninguna manera iba dejarla arruinar su buen
momento.

—¡Jason!
Se dio la vuelta y su ceño desapareció al instante, reemplazado por una
enorme sonrisa de satisfacción. Vio cómo su pequeño saltamontes caminaba
rápidamente hacia él, sonriendo de oreja a oreja. Ella tenía un animal de peluche,
una serpiente por lo que parecía, alrededor de su cuello, un refresco grande en una
mano y el otro brazo envuelto alrededor de una falsa espada, un oso de peluche y
sostenía la más larga pieza de masa frita que había visto alguna vez, la que estaba
generosamente cubierta con azúcar en polvo.

—¡Mira lo que gané! —dijo ella, casi radiante de emoción. Era difícil creer
que alguien amara más estos lugares que él y Mitch, pero aparentemente Haley era 139
esa persona.

Cuando le había dicho a dónde iban a ir hoy, chilló con entusiasmo y se


lanzó a sus brazos. Él se rió tanto que casi la dejó caer. Esta era su primera cita
desde que se juntaron hace una semana y gracias a Dios había elegido bien. Le
hubiera gustado ser capaz de salir con ella mucho antes, pero ambos habían sido
inundados con dar los exámenes finales, corregirlos, y pasar las notas. La escuela
había terminado y ahora tenían un verano entero juntos.

—¡Esto es muy divertido! —dijo Haley, pareciendo ajena o simplemente sin


importarle un comino la actitud de la cita de Mitch, sospechó lo segundo. Su
pequeño saltamontes no dejaría que las cosas le molestaran.

—¿De dónde sacaste todo esto? —preguntó mientras se inclinaba para darle

R.L. Mathewson
un beso y un bocado a esa masa.

—Oh, um —Hizo un gesto con su bebida hacia la dirección de la que


venía—, después de ir a los carros chocones no pude resistirme al juego de
baloncesto o de dardos, y entonces olí la masa frita y… —Se encogió de
hombros—. Supongo que me distraje.

—Pensé que sólo ibas a ir al baño. ¡Hemos estado aquí esperándote por más
de media hora! —Señaló la cita de Mitch, Sue o Jude o cómo diablos se llamaba.

A juzgar por la expresión de Haley, había olvidado por completo el baño y


sólo recordaba que se había tenido que ir. Eso fue confirmado unos segundos
después cuando empujó su bebida, comida y ganancias en sus brazos y los de
Mitch, y echó a correr.
Jason tomó un bocado de la masa y suspiró feliz. No había duda de que
tendría que ir en busca de su pequeño saltamontes en algunos minutos hasta dar
con ella cerca de algún juego o paseo, y llevarla al baño.

Mitch bajó la mirada hacia sus brazos, frunció el ceño y miró las cosas que
Jason estaba sosteniendo.

—¿Cómo es que tienes la espada? Quiero la espada. —Extendió la mano


para enganchar la espada. El quejón de Jason ahuyentó su mano con la masa.
140
—¡Mi espada!

—Idiota —murmuró Mitch mientras miraba la espada.

Jason miró a su espada también y dio otro mordisco.

—Siempre podemos ir a ganar otra y tener una pelea de espadas.

—¡Genial! —dijo Mitch. Sí, ellos eran niños grandes cuando venían a los
carnavales, ¿pero a quién le importaba?

—Yo no voy a ninguna parte —dijo la cita de Mitch, con la intención de


arruinar su buen momento.

Mitch se encogió de hombros.

R.L. Mathewson
—Bueno, entonces ten buena noche.

Haley aumentó su puchero.

Jason de rio entre dientes.

—No me importa. No vas a recuperarlo.

—¡Eso no es justo! ¡Estás molesto porque pateé traseros!

Mitch se frotó el hombro mientras miraba a Haley. Ella se mordió el labio,


dio un paso atrás y se metió debajo del brazo de Jason. Él la atrajo más cerca y
besó la parte superior de su cabeza.
—Bien, conserva la espada. No me importa —dijo ella con voz
malhumorada. Mitch murmuró algo y suspiró profundamente.

—¿Quieres ir a los carros chocones de nuevo? —Mitch preguntó con una


simple sonrisa. Nunca había visto a su amigo perdonar a nadie tan rápido antes,
pero claro, Haley tenía eso que afectaba a todos. Era tan malditamente difícil estar
enojado con ella. Ella era tan condenadamente linda para su propio bien.

—Supongo que podríamos hacerlo —dijo, tirando ya de Jason hacia las


tarjetas de los chocones—. Si insistes en ello. 141

Jason miró hacia atrás, justo a tiempo para atrapar a Mitch mirando de reojo
el trasero de Haley.

—Eso fue muy divertido —dijo Haley soñadoramente mientras se quitaba


los zapatos.

—Estuvo bien —murmuró Jason.

En las últimas cuatro horas, Jason había estado inusualmente tranquilo. No


parecía hacer mucho más que mirar a Mitch. Un par de veces, ella había pensado
que iba a matar al hombre. No estaba segura de lo que se había perdido o si
incluso debiera involucrarse.

R.L. Mathewson
Unos minutos después estaban desnudos y arrastrándose bajo las sábanas
de Jason. Fue entonces que realmente la asustó. No inició ningún beso o toqueteo.
De hecho, ni siquiera le había mirado los pechos y Jason siempre lo hacía. Siempre.
Eran como imanes para sus ojos.

Ahora estaba tendido de espaldas con los brazos detrás de la cabeza. No


hizo ningún movimiento para acercarse a ella o apretarla contra él. Realmente
estaba empezando a asustarla ahora. Ella rodó sobre su estómago y lo observó por
un momento.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente.

Él se encogió de hombros.
—¿Por qué no estaría bien?

—Estás callado.

—Simplemente no tengo ganas de hablar.

—¿Quieres que me vaya a casa?

Vaciló antes de contestar.

—No.
142

—¿Entonces qué quieres?

—Nada. Solo quiero recostarme aquí.

—Así que, solo quieres recostarte ahí y nada está mal —dijo ella,
resumiéndolo.

—Sí.

Rodó los ojos. Parecía que no tenía muchas opciones para involucrarse
ahora. Era eso o levantarse e irse porque no estaba dispuesta a quedarse aquí para
otro momento de esto.

Antes de que pudiera detenerla, se levantó y montó a horcajadas sobre sus


caderas. Hizo otro descubrimiento sorprendente. Jason no estaba duro. Jason

R.L. Mathewson
siempre estaba duro cuando estaban en la cama, la ducha, o besándose en el sofá,
y todas esas veces intermedias. Estaba muy segura de que el hombre jamás tendría
que preocuparse por necesitar Viagra.

Él no hizo ningún intento de empujarla, pero tampoco de mirarla.

—No voy a ir a ninguna parte hasta que me digas qué está mal —dijo en
voz baja.

—Nada está mal.

—No me obligues a usar mis puños de furia para obtener una respuesta de
ti —amenazó.
Sus labios se movieron, pero él no dijo nada.

—Está bien, sólo quédate allí y ponte de mal humor, entonces. Me voy a
casa —dijo ella, moviéndose para bajarse de él.

Las manos de Jason salieron disparadas, deteniéndola, sujetando sus


caderas.

Ella arqueó una ceja expectante.

Él suspiró pesadamente. 143

—Tú me molestaste.

Bueno, eso fue totalmente inesperado... más o menos.

—Oye, dije que lo sentía por lo de golpear a Mitch con la espada. ¿Cómo se
supone que iba a saber que la cosa dejaría un verdugón? —dijo ella a la defensiva.

—Eso no es de lo que estoy hablando. Eso no me molestó.

—¿Es porque patee tu trasero en el skee ball7?

—¡No! Y ese juego está amañado de todos modos, así que no cuenta.

—Coorreectoo —dijo ella, alargando la palabra. Pensó en el resto de la


noche y no podía entender lo que había hecho—. Está bien, tú vas a tener que

R.L. Mathewson
ayudarme con esto porque estoy quedándome en blanco.

—¡Estoy enojado porque todos esos hombres se fijaron en ti y ni una vez les
dijiste a ninguno de ellos que se fuera a la mierda porque tenías un novio! —gritó
él.

Su cara se volvió inexpresiva. Ella parpadeó una vez y luego otra vez. Luego
se echó a reír sin control.

7
Skee Ball: Es un juego que cuenta con un carril y en el cual se lanzan unas bolas para tratar de
insertarlas en unos agujeros y ganar puntos.
—No es divertido —espetó él. Eso sólo parecía hacerla reír más fuerte.

Todo el día en la feria, él se había visto obligado a ver a los hombres notar a
Haley. Cada vez que ella sonreía o se reía, sonreían como si no pudieran evitarlo.
Cada vez que saltaba con entusiasmo, sus ojos se centraban en sus activos
balanceándose. Los atrapó observándola salir y enviándole sus miradas
apreciativas. Mitch, la rata hijo de puta, como se le conoce ahora, abandonó
completamente a su cita y se centró exclusivamente en Haley.

Esto sólo se puso peor cuando iban a la taberna de Joe. El lugar era grande, 144
acogedor y limpio, y hoy Joe puso un enorme buffet. Así con todo lo que puedas
comer de barbacoa y varias pantallas planas y cinco mesas de billar, el lugar había
estado lleno hasta el borde con hombres.

Cuando Haley fue a buscar comida ellos la rodearon, se ofrecían a llevar su


plato, a conseguirle una bebida, sentarse con ella, sacar su comida. Cuando jugó al
billar, y ella realmente apesta en el billar, pero está claro que le encanta, se
ofrecieron a "mostrarle" como jugar. Dos chicos tuvieron las pelotas para enviar
bebidas a su mesa mientras estaba con él. ¡Varios, en realidad, tuvieron las pelotas
para venir a coquetear con ella delante de él!

Mitch no fue de ayuda. Cuando no estaba tratando de recoger a alguna


chica vagabunda en el bar, estaba viendo a Haley y cayendo sobre ella como si no
hubiera mañana. El muy cabrón ni siquiera trató de ocultar sus miradas lascivas de

R.L. Mathewson
Jason. ¿Qué clase de amistad es esa?

De acuerdo, concedido, en el pasado, antes de Haley, él había sido un


completo idiota. Abiertamente revisaba y caía sobre las novias de sus compañeros.
Si él estaba fuera y le gustaba lo que veía, nunca dejaba que un novio lo
preocupara. Pero eso no era excusa para lo que Mitch estaba haciendo. ¡Esta era
Haley! ¡Su Haley!

—Cariño, creo que tuviste mucho sol hoy —dijo Haley, una vez que se
calmó.

—¡Deberías haber dicho algo!

Ella rodó los ojos.


—En primer lugar, no tengo ni idea de qué demonios estás hablando. No
creo que nadie estuviera mirándome de manera diferente ni coqueteando. Sólo
fueron muy amables.

Él soltó un bufido.

—En segundo lugar, incluso si lo estaban, y no era así, no sé por qué te estás
quejando. No te oí decir exactamente a cada mujer que estaba babeando por ti
hoy que tenías una novia.
145
Otro resoplido.

—No me importan un bledo esas mujeres. Tengo lo que quiero —dijo él,
masajeando suavemente sus caderas.

Haley se inclinó y le dio un rápido beso en los labios antes de sentarse de


nuevo.

—Exactamente. No noté a ningún otro hombre aparte de ti —dijo en voz


baja mientras le pasaba las manos sobre el pecho y el estómago.

Él rodó los ojos.

—Por supuesto que no. Soy impresionante.

—Me alegro de ver que eres humilde.

R.L. Mathewson
—Oye, podría haber dicho que era el epítome de la masculinidad, pero no lo
hice. —Frunció los labios hacia arriba, pensativo—. A pesar de que los dos sabemos
que es verdad.

—¿Lo sabemos? —Ella arqueó una ceja.

—Sí, creo que ambos lo hacemos.

—Bien, lo que sea, siempre y cuando dejes de prestar atención a tus


alucinaciones, entonces no me importa.

Él la miró por un momento. La expresión de su rostro era tímida y dulce


mientras ella trazaba figuras en su estómago. Realmente no sabía lo deseable que
era. Él apostaría dinero a que no creía que los hombres se fijaban en ella y
probablemente había roto un centenar de corazones sin querer hasta este punto.
Era tan malditamente dulce e inocente, bueno excepto en la cama, por supuesto.
Allí era ansiosa e insaciable y emocionante. Nunca pensó antes que jugar limpio
podría ser tan agradable. No tenía la menor duda de que el sexo con ella estaría
alterando su vida.

—Eres tan hermosa, Haley —dijo en voz baja. Había dicho eso a otras
mujeres antes, pero nunca lo había dicho más en serio. Ella era hermosa por dentro
y por fuera.
146
Incluso en la tenue luz, él podía verla ruborizarse y tímidamente evitar sus
ojos.

—Gracias —murmuró ella en un tono inseguro.

Ella realmente no se daba cuenta de lo hermosa que era. Eso la hacía aún
más hermosa para él. Deslizó sus manos sobre su vientre plano y hacia arriba hasta
que estaba palmeando sus pechos. Pasó los pulgares sobre sus pezones, amando
la manera en que ella se lamió los labios y arqueó la espalda ante su agarre.

Haley comenzó a retorcerse sobre él, haciéndole saber que podía sentir su
cuerpo endurecerse. Le gustaba la forma en que se veía, en que reaccionaba,
amaba todo de ella. Era la cosa más preciosa en el mundo para él. Tan hermosa,
tan dulce, tan dada y demasiado buena para él, pero era un bastardo egoísta y no

R.L. Mathewson
la dejaría ir.

Nunca.

Poco a poco, él masajeó sus pechos mientras jugaba con sus pezones,
simplemente disfrutando de la forma en que se lamía los labios, gemía y
gimoteaba. Su erección se presionó firmemente contra ella. Su parte inferior
acunada muy agradablemente y le gustaba la forma en que lo acariciaba mientras
se retorcía contra él. Podía sentirla mojarse contra su estómago.

—¿Quieres probar algo diferente? —preguntó con voz ronca.

Ella se lamió los labios lentamente, asintiendo con la cabeza mientras miraba
hacia él con una expresión de confianza pura. Eso lo humilló.
—Espera —dijo él mientras la atrajo, besándola lentamente mientras les
daba vuelta hasta quedar encima de ella. Profundizó el beso mientras levantaba sus
rodillas hacia arriba y sobre sus hombros, inclinándola hasta donde él la necesitaba,
dándole un mejor acceso a su caliente centro húmedo.

—Jason... —dijo ella nerviosamente.

—Shhh, no te preocupes. Sin penetración —dijo él contra su boca—. Sólo


quiero que sientas lo mucho que te quiero. —Se acomodó más firmemente entre
sus piernas, asegurándose de que su pene duro se anidara entre sus calientes 147
pliegues húmedos.

Profundizó el beso mientras se retiraba y luego se deslizaba hacia adelante


frotando la parte inferior de su polla contra su caliente núcleo húmedo y clítoris.
Ellos gimieron el uno en la boca del otro mientras él seguía moviéndose contra ella.

Los gemidos de Haley resonaban en las paredes mientras Jason luchaba por
controlarse. Su cuerpo gritaba porque él se arqueara hacia atrás y se estrellara
dentro de ella, pero Haley quería ir despacio. Él haría cualquier cosa por ella,
incluso torturarse a sí mismo con estar tan cerca del premio y no ir por él.

Ella empuñó las manos en su cabello mientras lamía y chupaba su cuello. Él


gimió en voz alta, mientras se apretaba con más fuerza contra ella y empujaba más
duro. El agarre de Haley en su cabello se apretó más, segundos antes de que ella

R.L. Mathewson
comenzara a gritar su nombre. Esto provocó su propia liberación violenta.

—Haley... oh, Haley... yo... Oh dios, ¡Haley! —gritó él, mientras su mente
gritaba "Te amo" una y otra vez hasta que le soltó las piernas y yació flácido
encima de ella.

Mientras estaba buscando aire con dificultad se dio cuenta de algo. Él estaba
en serios problemas. Haley era su vida ahora. Su mujer. Su corazón.

Estaba muy jodido.


Capítulo 16
Traducido (SOS) por Dai y Sweet Nemesis

Traducido por Akanet

—¡Oh, Dios mío, deja de comer eso! —dijo Haley, tratando de no reírse y
148
fallando miserablemente.

Jason se metió el brownie de chocolate en la boca y le guiñó un ojo. Con un


suspiro de exasperación regresó al asiento trasero para fijar las envolturas de
plástico en los platos de brownies, galletas y pastelitos.

—Si sigues robando comida, no quedará nada para la comida al aire libre de
tu familia —dijo ella, sabiendo que no era una razón suficiente para que dejara de
comer. Estaba dispuesta a apostar que no había mucho que se interpusiera entre él
y los alimentos.

Él volvió su atención de la carretera a hacer pucheros.

—Pero me encanta tu comida.

R.L. Mathewson
Ella puso los ojos en blanco ante su patético intento.

—Uh huh.

—Bueno, al menos no estoy tocando la ensalada de papa. Realmente debes


apreciar las pequeñas cosas de la vida, mi pequeño saltamontes.

Haley se burló con incredulidad.

—La única razón por la que no lo estás engullendo es porque tengo eso y la
ensalada de pasta en una nevera portátil en el baúl cerrado con llave.

Sus cejas se alzaron.

—¿Hay ensalada de macarrones? ¿Por qué no se me informó de eso?


—Probablemente porque quería que por lo menos llegara a casa de tus
padres antes de que lo devoraras.

Él negó con la cabeza suspirando.

—Tan poca confianza.

—Te comiste un cuenco entero de masa para galletas ayer cuando cometí el
error de correr al mercado sin esconderlo primero. En serio, pensé que estaría a
salvo.
149
—Te equivocaste.

—Tu obsesión con la comida está empezando a asustarme —dijo con ironía.

—No es una obsesión. Soy un chico en crecimiento, demonios.

Ella levantó una ceja con incredulidad.

—Gracias a Dios que llegamos. Me muero de hambre —se quejó mientras


aparcaba en el único lugar vacío en la calle, que estaba justo al frente de una gran
casa de estilo victoriano blanco con ribete negro donde claramente se estaba
dando una fiesta, a juzgar por la cantidad de personas que caminaban alrededor
de la propiedad.

Cargaron sus brazos con todos los platos. Haley lo hizo y se dirigió a la

R.L. Mathewson
puerta principal. Jason pateó la puerta suavemente ya que sus manos estaban
llenas.

La puerta fue abierta por una mujer mayor con el cabello canoso. Ella echó
un vistazo a Jason y le sonrió.

—¡Es mi bebé! —anunció en voz alta a la multitud en la casa mientras tomó


su cara y tiró de él hacia abajo para darle un sonoro beso en la mejilla. Dio un paso
atrás y vio a Haley. Su expresión pasó de emocionada a aturdida en cuestión de
segundos.

Jason sonrió tímidamente.


—Mamá, esta es mi novia, Haley Blaine. —Hizo un gesto con el plato de
brownies—. Haley, esta es mi madre, Megan Bradford.

—Es muy agradable conocerla, señora Bradford —dijo Haley, sintiéndose un


poco incómoda con su madre de pie con la boca abierta y las manos demasiado
llenas para ofrecerse a estrechar la mano de la mujer. No es que su madre parecía
ser capaz de responder ni nada por el momento. En realidad, Haley estaba
empezando a preocuparse un poco.

—¿Novia? —espetó finalmente Megan. 150

—Sí, ¿por qué suenas tan… —Jason comenzó a decir sólo para ser
interrumpido por su madre.

Su madre giró la cabeza y le gritó a la casa.

—¡Jared!

Haley lanzó una mirada nerviosa a Jason, quien estaba murmurando algo
acerca de poner a su madre en un asilo de ancianos donde sólo servirían gelatina
verde. Miró de nuevo a la puerta a tiempo para ver a un hombre mayor, quien era
claramente el padre de Jason por los rasgos casi idénticos, asomarse a la puerta.
Sonrió cuando vio a Jason.

—¿Qué está pasando?

R.L. Mathewson
—Mamá se está volviendo loca —dijo Jason—. ¿Hay alguna posibilidad de
que entremos antes de que los brazos de mi novia se caigan?

El hombre se sobresaltó notablemente y miró a Haley y luego hizo una


expresión de sorpresa.

—¿Novia? —preguntó con clara incredulidad.

—¡Sí! ¡Novia! —espetó Jason, pero sus padres no parecían darse cuenta, ya
que la miraban como si no pudieran creer que tal persona existiera. Para colmo sus
brazos estaban empezando a sentirse como si estuvieran a punto de caerse.

—Ah, a punto de dejar caer los pastelitos —murmuró mientras trataba de


reacomodar los tres platos en sus brazos.
—Oh, lo siento —dijo Jared, extendiendo la mano y aliviándola de los
pastelitos mientras su mujer cogió el plato de galletas de mantequilla de maní con
trozos de chocolate.

Jared miró de ella al plato en sus manos.

—¿Dónde compraste estas? Se ven bien —dijo mientras su mano experta se


coló por debajo de la envoltura del plástico. Ah, de tal palo tal astilla, pensó Hailey.
Ella le echó una ojeada rápidamente. El hombre estaba claramente en forma, una
buena señal para Jason ya que el hombre no podía dejar de comer. 151

—Yo los hice —dijo Haley, sintiéndose un poco avergonzada por la atención.

—¿Tú hiciste estos? —le preguntó Jared con un pastelito en la mano.

Ella asintió con la cabeza.

—Es una gran cocinera —anunció con orgullo Jason.

Jared dio un gran mordisco, cerró los ojos e hizo un delicioso gemido. En
cuestión de segundos devoró el pastelito. Él extendió la mano y cogió el segundo
plato de pastelitos de Haley y se dirigió a la casa sin decir palabra.

—¡Mis pastelitos! —lo oyeron decir bruscamente a alguien. Haley apenas se


contuvo de poner los ojos en blanco. Definitivamente de tal palo tal astilla.

R.L. Mathewson
—¡Oye, viejo, las hizo para mí! —gritó Jason, pasando al lado de su madre
para ir tras los pastelitos, dejando a Haley con Megan que seguía mirándola
fijamente.

—Um —Ella hizo un gesto hacia el auto—, tengo dos platos más de
pastelitos. No pensé que esos dos sobrevivirían al viaje hasta aquí —dijo ella,
sintiéndose ridícula. Tal vez debería ir a pasar el rato en el auto hasta después de
que la fiesta terminara. Siete horas en un auto sin nada que hacer sonaba mejor a
que la miren boquiabierta.

Los ojos de Megan se estrecharon sobre ella.

—¿Realmente eres su novia?


—Sí.

—¿Esto no es sólo un juego enfermo que esté jugando?

—Uh, no... ¿hay algo mal? —Estaba empezando a sentirme cohibida.

—Nada más que eres la primera mujer que alguna vez haya traído a casa y
tendrás que perdonarme si parezco un poco sorprendida. Por un momento pensé
que el infierno se había congelado. —Ella puso su brazo alrededor de los hombros
de Haley como si fueran viejos amigas—. Ahora, vamos a ir allí y dar la sorpresa de
152
su vida a una docena de personas.

—Mamá —gruñó Jason en señal de advertencia.

Ella no le hizo caso. Una vez más. Se inclinó hacia adelante y trató de agarrar
el álbum de fotos del regazo de Haley sólo para que su mano fuera apartada por
dos mujeres.

—¡Maldita sea, mamá! Esto se supone que es una barbacoa. ¿No deberías
estar mezclándote y ser una buena anfitriona o algo en lugar de estar sentada aquí
y avergonzarme?

—¡Al diablo con la barbacoa! He esperado más de treinta años para que mi

R.L. Mathewson
único hijo traiga a una mujer a casa y no voy a ser rechazada. —Varias personas
alrededor de su madre retrocedieron con elegancia mientras él sólo miraba.

—Ah, te ves tan lindo…

—Naturalmente —dijo con un resoplido.

—… vestido con los vestidos de tu madre —dijo Haley con una pequeña
sonrisa malévola. Él clavó su mirada en ella. Ella simplemente sonrió dulcemente y
volvió a las fotografías del infierno.

—¿Haley?

Ella lo ignoró notablemente, y rió junto a su madre.


—¿Haley? ¿Quieres algo de comer?

—¿Huh? Oh, sí, podría comerme una hamburguesa y ensalada de patatas,


gracias —dijo con desdén antes de reír por algo que su madre señaló.

—Oh, eso suena bien. Tomaré lo mismo. Gracias cariño, oh, y tráenos otra
soda ya que parece que se nos acabaron —dijo Megan señalando hacia las copas
vacías sin quitar al vista del maldito álbum de fotos que él estaba a punto de
incinerar.
153
¿Dónde demonios estaba la adoración y el amor? Su madre normalmente lo
estaría mimando. Demonios, para este punto ya le estaría llevando su tercer plato
de comida y bebida. Y no olvidemos a Haley quien debería estar llenando un plato
con comida para que él robe. ¿Qué estaba mal con su mujer?

Caminó hacia la cocina, donde la comida cubría cada rincón. Mientras


tomaba sus platos, su padre, quien se estaba lamiendo el glaseado de sus dedos,
entró al cuarto con dos de los tíos de Jason y tres de sus primos. El bastardo
escondió los pastelitos para no compartirlos. Cuando Haley cometió el error de
mencionar los dos platos restantes en el maletero del auto, él corrió por ellos con
su padre por detrás. El hombre en realidad lo había derribado al piso, le robó las
llaves y sus amados pastelitos.

—Esos sin duda fueron los mejores pastelitos que nunca he probado —

R.L. Mathewson
anunció felizmente su padre.

—Y no lo sabremos ya que no compartiste ninguno, bastardo egoísta —dijo


el tío Chuck.

—Yo no comparto —dijo simplemente Jared. El hombre rodó los ojos.

—Entonces —dijo su primo Trevor mientras se apoyaba contra la pared, con


sus brazos sobre su enorme pecho—, ¿cuánto le pagaste?

—¿De qué demonios hablas? —preguntó colocando la salsa de tomate de


nuevo en la encimera.

Su primo Nate contestó.


—A lo que se refiere es, ¿por qué está ella aquí? ¿Le pagaste? ¿Te debía un
favor? Sólo nos preguntábamos cómo te las arreglaste para traerla.

Comenzando a enojarse, apretó la salsa de tomate con un poco de fuerza


más de la necesaria y colocó una insana cantidad en ambas hamburguesas.

—Ella es mi novia, simple y llanamente —dijo.

—Uh, huh —dijo su padre con clara incredulidad.

Jason puso de un golpe la parte de arriba de la hamburguesa, obligando a la 154


salsa de tomate a salirse por los lados.

—¿Qué demonios quiere decir eso? ¿Por qué es tan difícil para ustedes
bastardos creer que es mi novia?

Se tomaron un momento para decirle exactamente por qué no creían que


ella fuera su novia.

—Es demasiado linda.

—Demasiado dulce.

—En absoluto como las zorras con las que en general sales.

—No se comporta como las perras sin cerebro que encuentras en los clubes.

R.L. Mathewson
—No es una molestia.

—Además, está la cosa de que nunca hayas afirmado tener una novia antes,
nunca nos hablaste de ella, y nos diste a tu madre y a mí la sorpresa de nuestra
vida cuando la presentaste antes. Así que verás porqué estamos tan curiosos —
terminó su padre con un encogimiento de hombros.

—Además, es claramente demasiado buena para ti —agregó el tío Mark


sólo por si acaso—. Esa es la principal razón por la que ninguno se cree esa historia
de mierda.

Bueno, eso… dolía. No es que pudiera discutir que ella era demasiado buena
para él. Lo era. No había duda de eso. Lo que en realidad dolía era que no le
creyeran. Era conocido por ser un imbécil, no un mentiroso. Había una gran
diferencia por lo que sabía.

Su madre eligió ese momento para entrar sonriendo. Gracias a Dios. Ella le
pondría fin a este sin sentido.

—¿Necesitas ayuda con esas hamburguesas, cariño? —preguntó, frunciendo


el ceño hacia la hamburguesa que había convertido en un panqueque.

Chasqueó ligeramente la lengua, mientras tiraba las hamburguesas y


155
comenzaba de nuevo.

—Me alegra de que estés aquí mamá.

Ella le sonrió cálidamente.

Mientras miraba a los hombres de su familia, le preguntó.

—¿Qué piensas de Haley?

Su sonrisa se amplió.

—Oh, es una chica tan dulce. Me alegra que la hayas traído. —Su sonrisa se
volvió nostálgica—. Sólo desearía que salieras con chicas como esas en vez de las
chicas que conoces en los bares, cariño. Una mujer como esa es justo lo que
necesitas. Estoy segura de que si te enderezas podrías conseguir una mujer como

R.L. Mathewson
Haley algún…

Los hombres rieron.

Jason levantó una mano.

—Whoa, whoa, whoa, detente ahí un segundo. Traigo una mujer a casa, la
presento como mi novia y ¿me das una charla sobre cómo lograr que salga
conmigo? ¿Es en serio?

Ella parpadeó.

—Bueno, sí. He oído sobre algunas de esas chicas con las que sales, amor, y
mientras aprecio que nunca hayas traído una a casa, realmente me gustaría verte
con alguien. Sería lindo que consideraras salir con Haley. Es una mujer muy
agradable.

Se paso las manos por el cabello. Esto era una locura. ¿Era esto lo que
sucedía cuando un hombre llevaba a casa una mujer para que conociera a su
familia? Estaba bastante seguro de que no. Esto era peor que conocer a la familia
de Haley.

—¿No deberías estar toda emocionada, e intentando empujarme al


matrimonio y los nietos en este punto? —preguntó no queriendo en realidad 156
animar a su madre a eso, pero eso es lo que sucedió cuando Brad trajo a Jill a casa
seis años atrás.

Megan se vio pensativa por un momento.

—Sabes que probablemente lo haría si estuvieras saliendo con ella. Es una


mujer muy linda y creo que te haría mucho bien. —Sonrió—. ¿Estás pensando en
invitarla a salir?

—¿Por qué demonios iba a invitar a salir a mi novia? Ella ya está saliendo
conmigo. ¿Qué les pasa?

Ella rodó los ojos y le palmeó el hombro juguetonamente.

—Oh, cariño, no tienes que seguir pretendiendo. Me alegra que tengas una

R.L. Mathewson
amiga como Haley, Todos piensan que es genial. —Se llevó los dedos a la
barbilla—. Por supuesto, tu tía Ruth la ha estado empujando hacia Jeff por los
últimos diez minutos y Chris y David han estado intentando invitarla a salir durante
la última hora. Quiero decir, claramente es toda una captura. Lo que no entiendo
es…

Jason la cortó.

—¿Hombres de mi propia familia están tras mi novia?

—Están han estado tras tu amiga —aclaró su madre en un molesto tono,


como si fuera él el que estuviera jugando. En serio, ¿qué le pasaba a su familia?
¿Por qué era tan difícil creer que Haley era su novia?
—De hecho —dijo Trevor un poco tímido—, yo estaba por invitarla al cine y
a cenar luego de la fiesta.

La mandíbula de Jason cayó tan pesadamente, que se sorprendió de que no


se le desprendiera. Rápidamente se recuperó para amenazar a su primo.

—¡Te mantendrás alejado de mi novia! —dijo señalándolo. Volvió su dedo


hacia el resto de su familia—. Lo único que sé en este momento, es que los odio a
todos.
157
Rodaron sus ojos. Su dedo se detuvo frente a su padre. Le estrechó los ojos
al viejo.

—¡Y nunca más compartiré la comida de Haley contigo de nuevo!

Jared jadeó.

—Pero… pero… pero…

Con eso salió de la cocina hecho una furia. Agradecía que sus amigos
estuvieran aquí para él porque claramente su familia no lo estaba. ¿Era realmente
tan difícil creer que pudiera conquistar a una mujer como Haley?

R.L. Mathewson
Capítulo 17
Traducido por Sitahiri (Divine Insanity)

Corregido por flochi

—Déjame aclarar esto —dijo Brad, poniendo su cerveza en el suelo entre sus
158
pies—. ¿Llevaste a Haley a conocer a tu familia sin ningún tipo de advertencia y te
sorprendió que no creyeran que ustedes dos estaban saliendo?

—¡Sí!

—Bueno, puedo ver el por qué no te creyeron —dijo Mitch mientras


agarraba otra cerveza de la hielera.

—Oh, ¿y por qué es eso? —preguntó Jason quitándole a Mitch la cerveza de


las manos.

Mitch gruñó algo, pero inteligentemente lo dejó ir. Tomó otra cerveza y la
destapó.

—Bueno, ¿no estaba tu madre dando lata con que sentaras cabeza? —

R.L. Mathewson
inquirió Brad.

—Sí, y pensarías que estaría feliz cuando llevé a Haley a casa.

Brad asintió.

—¿Y durante el último año no te ha estado amenazando con encontrarte a


alguien?

—Sí, pero…

—¿Y cada vez que ibas para la cena, fiesta o barbacoa tu madre no tenía a
varias mujeres a mano para conocerte? —continuó Brad.

—Sí, pero…
—¿Tuvo a una mujer en la barbacoa para que la conocieras? —inquirió
Mitch.

—Cinco o seis supongo —dijo Jason encogiéndose de hombros. En realidad


no había puesto atención a ninguna más que para escaparse de ellas cuando lo
estaban buscando. Como cualquier otra vez que su madre trató de hacer de
casamentera había escogido mujeres necesitadas, más bien dependientes, que no
tenían otros intereses más que ellas mismas y encontrar un novio.

Sus dos amigos inhalaron bruscamente. 159

—Mierda.

—Eso debe haber cabreado a Haley —dijo Brad.

—No creo que tuviera tiempo para darse cuenta. No con la mitad de los
hombres de mi familia coqueteándole —dijo Jason apretando los dientes y
hablando furiosamente.

—Eso es una mierda —dijo Mitch.

Era bastante mierda. Nadie lo escuchó. Fue una de las fiestas más
insoportables a las que había ido alguna vez. Cuando no estaba tratando de
escapar de alguna mujer dependiente realmente fastidiosa que su madre había
invitado con el único propósito de casarlo estaba ocupado metiéndose en una

R.L. Mathewson
discusión con cualquier bastardo de su familia que estuviera preguntando el
número de Haley.

Como en cualquier otro momento Haley no se daba cuenta de ello para


nada. Cada vez que la llevó a un lado aparte para hablar de ello sólo se rio hasta
que las lágrimas bajaron por sus mejillas. Cuando regresaron a la habitación era
obvio que había llorado y cada hombre lo fulminó con la mirada. Se comportaron
como si Haley necesitara que la protegieran de él.

Debería haber sido dolorosamente obvio para todos en la habitación lo que


sentía por Haley. No hizo un secreto del hecho de que ella era su mundo, no es
que alguien le creyera. ¿Por qué era tan difícil de creer que se había reformado por
Haley? No creía que hubiera alguna dificultad en ello. Incluso si no estuvo
abrazándola constantemente, poniendo su brazo alrededor de ella, tomándola de
la mano o tratando de besarla se los dijo, ¿pero eso había detenido a cualquiera de
esos bastardos de tratar de ligársela?

—Probablemente tu familia pensó que llevaste a Haley como una trampa


para conseguir que tu madre dejara de acosarte con eso de sentar cabeza y para
usarla como una excusa para evitar a esas mujeres —señaló Mitch.

Jason aplastó su lata de cerveza vacía y la lanzó al cubo en la esquina de su


tarima. Debería ser obvio para todos que había cambiado. Demonios, hace un año
hubiera tenido a Mitch lanzando esa lata de cerveza al aire para que él pudiera 160
dispararle con su pistola de paintball. ¿A ninguno de sus amigos le parecía extraño
no sólo que la lanzara al cubo sino que su tarima y sus muebles de jardín también
estuvieran limpios y reparados, su césped recién cortado y el interior de su casa
estaba limpio? Esos eran cambios endemoniadamente grandes según su opinión.

—Eso es lo que estaba pensando —dijo Brad, lanzando su lata al cubo y


errando. Aterrizó en el césped recién cortado de Jason. Jason furiosamente le hizo
señas para que la levantara. Poniendo los ojos en blanco Brad hizo justo eso.

—Como sea. El estar aquí sentados hablando de relaciones como si


fuéramos un montón de mujeres es verdaderamente aburrido —apuntó Mitch—.
Vámonos de aquí. —Se paró, esperando que los otros dos hombres lo siguieran.

Brad y Jason se miraron el uno al otro, se encogieron de hombros y se

R.L. Mathewson
pusieron de pie. Qué demonios, no era como si ellos tuvieran algo mejor que hacer
dado que Jill estaba fuera con un cliente y Haley estaba visitando ventas de garaje.

—Genial, vamos a los clubes de desnudistas —dijo Mitch alegremente.

—Espera ahí, Skippy —señaló Jason, deteniéndose de golpe—. Esa mierda


no va a pasar.

—¿Qué demonios quieres decir? —preguntó Mitch, sonando como un niño


malhumorado—. Quiero ir a ver a chicas sexys desnudándose.

—También estoy fuera —anunció Brad, no es que fuera realmente necesario.


El hombre no había estado en un club de desnudistas desde que conoció a Jill.
—Vamos, es martes. Es día de todas las alitas de pollo que puedas comer en
el Club Hot Bunny. Podemos ir ahí, llenarnos, y tener unos cuantos bailes privados.
Podemos salir con Candy y Mandy después de eso. ¿Qué es más divertido que el
sexo con una bailarina exótica?

Por un momento Jason sólo podía ver estupefacto a su amigo. Mitch


hablaba en serio, realmente en serio.

—¿Te has olvidado de algo? —le preguntó calmadamente, con más calma
de la que sentía. 161

Mitch parecía verdaderamente confundido cuando le preguntó:

—¿De qué?

—¡Tengo una novia! —soltó bruscamente Jason, perdiendo la paciencia con


rapidez—. ¿Por qué demonios querría pagarle a una mujer para que me muestre
algo en lo que no estoy interesado cuando estoy saliendo con Haley? ¿Y por qué
demonios pensarías que querría engañar a mi novia?

Mitch pareció incluso más confundido si fuera humanamente posible.

—¿Cómo es que la engañarías si no estás casado?

Brad y Jason sólo se quedaron viendo fijamente a Mitch. ¿Qué demonios se

R.L. Mathewson
suponía que respondiera a eso? De hecho, le preocupaba que no hace un año
hubiera estado del lado de Mitch en esta discusión. Eso era verdaderamente
aterrador.

Demonios, hubiera sido el que iniciara esa discusión antes de Haley. ¡Vaya!…
¡vaya!… No era exactamente el mejor sentimiento del mundo descubrir cuán
renombrado estúpido había sido una vez. En verdad había cambiado desde que
conoció a Haley e impresionantemente para mejor. Sorprendentemente no se
sintió cabreado o asustado porque ella había sido capaz de suscitar esos cambios
en él.

—¡Vamos, hombre! Ven conmigo. Será divertido —suplicó Mitch.

Jason tomó una cerveza nueva y se dejó caer de nuevo en su silla.


—¿Qué demonios, Jason? —se quejó Mitch.

Encogiéndose de hombros, Jason tomó un largó sorbo de su cerveza.

Mitch cruzó los brazos obstinadamente mientras le fruncía el ceño a Jason.

—Nunca pensé que llegaría este día —dijo Mitch con evidente repugnancia.

—Oh, ¿qué día es ese exactamente? —preguntó Jason mientras inclinaba la


cabeza hacia atrás para tomar un poco de sol. Cualquier cosa era mejor que ver a
un hombre adulto haciendo un mohín. 162

—El día en que Jason Bradford se volviera un dominado —anunció Mitch,


ganándose una risa entre dientes de Brad.

Jason le lanzó una mirada asesina a Brad, pero el hombre lo ignoró.


Concentró su atención en el pequeño bastardo que evidentemente estaba
borracho o tal vez drogado, quizás ambas.

Resopló.

—No estoy dominado —dijo. Dado que había hecho todo menos meterse en
ese pequeño pedazo de cielo8 no pensó que el término se aplicara a él. Las cosas
que habían hecho juntos lo hizo reprimir un gemido. Le encantó lo que habían
hecho y al mismo tiempo lo odió totalmente.

R.L. Mathewson
Tener a Haley pero no tenerla era difícil como el infierno. Por cualquier otra
mujer simplemente se hubiera encogido de hombros por la regla de “no sexo real”
y se alejaría. Pero por Haley no había nada que no haría. Era el amor de su vida, su
futuro y la mujer con la que planeaba pasar el resto de su vida.

Así que por el momento había apretado los dientes y luchado contra la
necesidad de saltar sobre ella cada vez que la veía. Su pequeña saltamontes quería
quedarse en el juego previo así que eso era exactamente lo que iba a hacer.
Siempre y cuando siguiera haciendo esa cosa increíblemente erótica con su lengua
y dientes a lo largo de la cresta de su…

8
Juego de palabras, en el original Mitch dice “pussy whipped” que traducido al español es
“dominado o que lo tiene bajo su bota”. Pero “pussy” es coño en español y es por eso que Jason
dice que ha hecho todo menos meterse en ese pedazo de cielo.
—Me sorprende que no esté jadeando tras ella ahora mismo —dijo Mitch,
arrancando a Jason de sus pensamientos de Haley, desnuda, inclinándose… Se
movió incómodamente en su asiento tan discretamente como era posible.

—No pasamos juntos cada minuto del día —replicó Jason.

Mitch se encogió de hombros.

—Más que nada.

—Bien, no estoy con ella ahora mismo, ¿cierto? —dijo Jason con 163
brusquedad.

—Probablemente porque no te quería con ella —dijo Mitch, agarrando otra


cerveza—. Probablemente se está cansando de ti.

Jason resopló. Luego para asegurarse resopló de nuevo. Su pequeña


saltamontes no se estaba hartando de él. Estaba condenadamente seguro de eso.
Lo adoraba completamente, lo amaba. Lo sabía incluso si la testaruda mujer no se
lo había dicho todavía, pero lo haría. Entonces le diría cuánto la amaba, pero sólo
después de que ella se lo dijera porque realmente no quería sentirse como un
idiota diciéndolo primero. Nunca lo había dicho antes y no tenía ni la más remota
idea de cómo comportarse al hacerlo ahora. Así que, el plan seguro era esperar
hasta que Haley lo dijera. No tenía ni la más remota duda de que ella lo diría
pronto dado que no había duda en su mente de que lo amaba.

R.L. Mathewson
No, la razón de que estuviera pasando el día con sus amigos hoy no era
porque ella se estuviera cansando de él. Era bastante simple. Tenía prohibido
durante un año ir con ella a las ventas de garaje para comprar cosas que pudiera
vender. No es que le importara, no era así. Sí parecía un poco injusto para él eso es
todo. No es como si deliberadamente se complicara la vida para avergonzar a
Haley. Esas cosas sólo parecían pasarle a aquellos alrededor de él. La mayoría
aceptaba ese pequeño hecho de la vida, pero eso no había detenido a Haley de
prohibírselo.

Le decías a una o seis personas que las cosas que trataban de vender en sus
patios delanteros eran mierda y de repente estaba excluido. Bueno, eso y la caja de
platos antiguos que rompió quizá tuvieron algo que ver con ello. No sabía por qué
el tipo estaba molesto. Le dio los cincuenta dólares por ellos. Debería ser él el que
estuviera cabreado después de todo fue él el que se quedó sin cincuenta dólares
por un juego de afeminados platos rotos.

—Apuesto a que Haley está fuera con otro tipo ahora mismo… ¡ay! ¿Qué
demonios? —se quejó Mitch mientras se frotaba el que parecía un grave punto
rojo en su frente que no había duda sería un visible chichón en la mañana.

Brad suspiró mientras levantaba la lata de cerveza medio vacía de Jason que
rodó hasta detenerse a sus pies. Vació el resto de la cerveza en el césped mientras
sacudía la cabeza incrédulo. 164

—Debiste haberlo previsto —le dijo a un enfurruñado Mitch.

—¡Sólo estaba bromeando!

Brad se encogió de hombros.

—¡Eso es una mierda!

—No hables de mi pequeña saltamontes —dijo Jason sencillamente. El


hombre debería estar feliz de que todo lo que hizo fue lanzarle su cerveza.

Mitch tomó un puñado de hielo del cubo y lo presionó contra su frente.

—Ni siquiera es tan hermosa —murmuró en voz baja para sí mismo.

R.L. Mathewson
Jason estuvo fuera de su silla y lanzándose contra el pequeño bastardo
antes de que la última sílaba saliera de su boca. Brad siendo Brad, dejó caer su
cerveza y saltó entre los dos hombres segundos antes de que Jason hubiera
chocado contra él. Los tres hombres cayeron de la tarima al suelo con Brad
haciendo lo que podía para evitar que un muy cabreado Jason matara a Mitch.

—¡Quítamelo de encima! —gritó Mitch como una niña mientras trataba


frenéticamente de alejarse arrastrándose. Con Brad sobre su espalda esforzándose
todo lo posible por retenerlo, Jason se lanzó y se las arregló para agarrar la pierna
de Mitch y proceder a arrastrar al hombre hacia él para que pudiera molerlo a
golpes.

—¡Joder, retráctate! —gritó Brad mientras luchaba por contener a Jason.


—¡Aaah! —gritó Mitch mientras era arrastrado centímetro a centímetro
hacia un futuro con un yeso de cuerpo entero. Trató en vano de hundir las uñas en
el césped.

—¡No quise decirlo de ese modo! ¡Es sexy! ¡Terriblemente hermosa! ¡Sólo
quería decir que has salido con mujeres realmente hermosas antes y que nunca te
has comportado así antes! ¡Oh, Dios mío, no me mates! —Las palabras salieron
volando de la boca de Mitch, terminando en un chillido mientras Jason lo
arrastraba debajo de él y le daba la vuelta con un puño alzado y listo.
165
Mitch sostuvo sus manos con las palmas hacia arriba tratando de conseguir
que Jason se detuviera.

—¡Juro por Dios que no quise decir eso! ¡La amo! —Ante el gruñido de ira
de Jason Mitch se apresuró a continuar—. ¡No de ese modo! ¡La quiero como una
amiga! ¡Pienso que es genial! ¡Juro que no quise decir eso!

—Te dije que no lo provocaras con ella —gimió Brad mientras trataba de
quitar a Jason de encima del hombre, pero Jason pesaba más que él por unos
buenos 14 kilos de músculo. Miró a su amigo a través de los ojos entrecerrados
mientras luchaba contra el deseo de molerlo a golpes. Este era uno de sus más
viejos amigos y parte de él sabía que el hombre sólo estaba provocándolo, pero él
no permitía que nadie hablara o tratara a su pequeña saltamontes con nada
excepto respeto.

R.L. Mathewson
Con apenas una furia controlada Jason respiró hondo antes de hablar.

—Dejemos esto claro de una vez por todas. —Ante el entusiasta


asentimiento de Mitch, probablemente porque si Jason estaba hablando quería
decir que no lo estaba moliendo a golpes, continuó—. Haley es mi mundo —dijo,
ignorando los sorprendidos ojos de Mitch por el anuncio—. Porque hemos sido
amigos desde que teníamos cinco años voy a ignorar este pequeño acto de
estupidez. —Mitch se relajó visiblemente con el anuncio—. Siempre y cuando dejes
de comerte con los ojos el trasero de mi novia.

Mitch frunció los labios, pensando en el ultimátum. Después de un minuto


dejó caer los brazos a los costados y suspiró—: Preferiría que me patearan el
trasero.
Capítulo 18
Traducido por Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Akanet

—¡Bebé, para! —dijo Haley, riéndose.


166
Jason abrazó su cintura con más fuerza, impidiéndole caminar lejos.

—Quédate en casa conmigo. Te extraño —dijo, dándole su mejor puchero.

Suavemente paso sus dedos por su cabello como a él le gustaba.

—Lo siento, cariño, pero no puedo retractarme otra vez. Le prometí a Amy y
a las chicas que definitivamente iría esta noche.

No había forma de que se permitiera a sí misma quedarse en casa esta


noche. La semana pasada había estado tan cerca de arruinar la sorpresa
contándole. Sabía que si se quedaba en casa esta noche la emoción la sobrepasaría
y lo dejaría escapar, y todo lo que había atravesado durante el mes pasado
planificando esto estaría arruinado.

R.L. Mathewson
Por supuesto nada de esto hubiera sido posible sin la ayuda de su abuela.
Algunas veces Haley consideró darse por vencida cuando el dinero y ubicación
eran un problema, pero luego la abuela se ofreció a ayudarla. La abuela encontró el
lugar perfecto a más de la mitad del precio de cada sitio que Haley había mirado.

Era la primera vez que Haley alguna vez había aceptado la ayuda de su
abuela. Siempre había sido importante para ella hacerlo por su cuenta sin el dinero
e influencia de su familia. Por Jason se había tragado su orgullo y le había pedido a
la abuela ayudar para encontrar la perfecta cabaña para alquilar. Todo iba a ser
perfecto.

—¿No te importa que este de rodillas suplicándote? ¿Realmente vas a ser


capaz de dejar a alguien así de patético? —demandó en un tono malhumorado.
Haley rodó sus ojos mientras arrancaba suavemente sus brazos de alrededor
de su cintura.

—Es sólo por un par de horas. Ni siquiera sabrás que me he ido —le
prometió ella.

Él se sentó en cuclillas haciendo todo lo posible por lucir patético.

Hizo su mejor esfuerzo por no rodar sus ojos, otra vez. Era tan malditamente
lindo y dulce que no quisiera pasar una noche sin ella. Esto era algo que nunca
167
había esperado de Jason Bradford, una de muchas cosas en realidad. Él era tan
dulce y atento.

—¿Qué pasa si prometo hacerte una tanda de brownies mañana? —


preguntó ella, decidida a utilizar su amor por los productos horneados en su
contra.

Él soltó un bufido de incredulidad mientras se ponía de pie.

—No soy una puta que puedes comprar con deliciosos productos
horneados, mujer. ¿Cómo te atreves a insultarme? —dijo con un resoplido mientras
doblaba sus brazos sobre su pecho y hacia su mejor mirada malhumorada.

—Bien —dijo Haley con un suspiro—. ¿Y si te prometo hacer mañana un


gran plato de glaseado y dejar que lo lamas de mí?

R.L. Mathewson
Tuvo que contener una sonrisa mientras Jason se movía ansiosamente y se
lamía los labios pasando sus ojos ávidamente por su cuerpo.

—¿Crema de mantequilla? —graznó.

—Mmmmhmm —dijo ella, caminando hacia él. Ahuecó la parte posterior de


su cabeza y tiró suavemente de él hacia abajo para un beso rápido—. Y si eres
bueno podría lamer un poco de ti —dijo, amando la idea.

—Consigue tu propio tazón de glaseado. Yo no comparto —dijo


simplemente, dándole un último beso antes de salir por la puerta, silbando
alegremente, sin duda pensando en el gran tazón de glaseado que iba a devorar
mañana.
Con una sonrisa, ella agarró su pequeño bolso negro y salió por la puerta.
No estaba demasiado sorprendida al encontrar a Jason jugando baloncesto con
Mitch y Brad. No es que alguna vez lo esperara, pero era bueno saber que Jason la
elegía por encima de sus amigos. No era el tipo de mujer que espera la atención de
un hombre 24/7, pero era agradable saber que era de ella si quería.

Lanzó un beso en su dirección y no pudo evitar reírse cuando Mitch saltó


frente a Jason para atraparlo.

—¡Ese era mi beso, hijo de puta! —gritó Jason, colocando un fuerte 168
asimiento en Mitch y tacleándolo hasta el suelo mientras que Brad suspiraba.

Realmente era adorable. Tal vez le haría una gran tanda de brownies para
acompañar ese plato de glaseado.

—¡Y deja de mirar su trasero! —le recriminó Jason.

—Oh Dios mío, no puedo creer que hayas venido —dijo Amy, apoyándose
en su silla mientras observaba a Haley acercarse a la mesa.

—Probablemente él está justo detrás de ella —señaló Sarah con una sonrisa.

—Ja, ja, muy divertido —dijo Haley, tomando el único asiento vacío en la

R.L. Mathewson
mesa mientras sus cuatro amigas y una mujer que ella no tenía absolutamente
ninguna idea de quién era, le daban miradas de complicidad.

Amy hizo un gesto hacia la nueva mujer.

—Ésta es mi amiga, Kate. Kate, ella es Haley, la mujer de la que te hablé.

Frunciendo el ceño, Haley se estiró para estrechar la arreglada mano de la


mujer. No podía dejar de preguntarse qué había dicho Amy sobre ella.
Afortunadamente, no tuvo que preguntárselo por mucho tiempo.

—Así que, ¿ésta es la mujer que puso a Jason Bradford de rodillas? —


preguntó Kate, ladeando su cabeza hacia un lado mientras pasaba un evaluador
ojo sobre Haley. Haley no se perdió la sacudida en los labios de la mujer cuando
llegó a sus gafas. Obviamente, la mujer pensaba que ella era poco.
A Haley no le importaba lo que la mujer pensaba. No era la primera vez que
alguien tenía dificultades creyendo que estaba con Jason y probablemente no sería
la última. No se podía negar que no era el tipo usual de Jason. No vivió al lado del
hombre durante cinco años sin aprender una cosa o dos. Por supuesto nunca veía
a las mujeres hasta después de que él las botaba y estaban borrachas gritando,
pero era bastante fácil de adivinar su tipo.

Al viejo Jason, como le gustaba pensar del Jason no tan dulce que solía
conducirla a la locura, le gustaban las mujer que eran un anuncio ambulante y
viviente de sexo. Algo así como Kate, pensó Haley con un gemido interior. Con su 169
largo, perfecto y sedoso cabello azabache, maquillaje que la hacía lucir sensual y
ropa que era un poco demasiado apretada y mostraba demasiado, Kate podría ser
un anuncio andante del tipo de Jason.

A juzgar por la petulante sonrisa en el rostro de la mujer, había adivinado lo


que Haley estaba pensando.

—¿Cuánto han estado juntos ustedes dos? —le preguntó Kate casualmente,
pero Haley no se perdió el brillo calculador en sus ojos.

Antes de que pudiera decirle que no era de su incumbencia Amy respondió


por ella.

—Unos dos meses.

R.L. Mathewson
La mirada sorprendida de Kate fue gratificante. Ella sabía que había durado
con Jason más que ninguna otra mujer, sorprendentemente ya que nunca habían
tenido sexo. Bueno, hizo unas mil y una diabluras con él y mantuvo su interés por
sus productos horneados, pero eso no era ni aquí ni allá. Estaba bastante segura de
que realmente se preocupaba por ella, tal vez incluso la amaba.

Está bien, amor podría ser presionar a un hombre como Jason, pero estaba
muy segura de que él se preocupaba por ella. Era siempre dulce con ella y parecía
genuinamente feliz de verla. Sin olvidar que él salía de su camino para pasar
tiempo con ella. No estaba completamente segura, pero no creía que él hubiera
hecho eso con nadie antes que ella.

—Eso es bastante impresionante —murmuró Kate distraídamente.


Amy hizo caso omiso de su comentario, inclinándose más hacia Haley con
un brillo de impío interés en sus ojos.

—¿Y bien? —dijo con expectación.

Haley sólo pudo fruncir el ceño mientras miraba más allá de su amiga a la
camarera. De pronto tuvo la sensación de que la única manera de sobrevivir a esta
noche de chicas era con una gran cantidad de alcohol.

Ella miró hacia atrás y se sorprendió al encontrar a Beth, Alice, y Jen


170
inclinándose hacia ella con expresiones similares.

—Bueno, ¿qué? —preguntó Haley, preguntándose si necesitaba empezar a


hacerles pruebas de drogas a sus amigas. Estaban seriamente asustándola.

Como una rodaron los ojos. Fue seriamente espeluznante. Apenas luchó con
la necesidad de huir.

—¿Ya te has acostado con él? —soltó Amy con entusiasmo.

—Oh... eso —dijo, retorciéndose y sintiéndose un poco tímida—. Dormimos


juntos todas las noches —dijo, esperando que dejaran ir el tema, especialmente
por la forma en que Kate la estaba mirando.

Beth resopló.

R.L. Mathewson
—Sabemos que duermen juntos todas las noches. ¡Lo que te estamos
preguntando es si finalmente tuviste sexo con el hombre!

Sus mejillas comenzaron a arder ante ese pequeño anuncio.

Kate parecía confundida.

—Acaba de decir que duerme con él.

Amy se inclinó en su silla, tomando un sorbo de su Martini.

—Haley no duerme con un hombre a menos que esté enamorada de él.


¿Cierto? —dijo, dando a Haley una mirada incisiva.
¿Por qué oh por qué había compartido ese pequeño dato hace tantos años
en la universidad? Oh, es cierto, había estado borracha.

Se retorció incómodamente en su asiento.

—Sólo quiero estar segura —murmuró ella patéticamente.

Kate se irguió, levantando su mano para detener a las amigas de Haley


cuando abrieron sus bocas, sin duda para otra de sus conferencias sobre sexo en el
siglo XXI. Ninguna de ellas entendía por qué quería esperar.
171
—¿Has mantenido a Jason Bradford interesado durante dos meses y aún no
has tenido sexo con él? —preguntó, claramente tan sorprendida como sus amigas.

—Sí —dijo ella un poco a la defensiva—. Nuestra relación no es sobre sexo.

Kate se recostó de nuevo, dándole otra vez una mirada condescendiente.

—Claramente.

Haley abrió la boca para cantarle sus verdades a la mujer cuando Beth la
cortó.

—Oh, mira eso —dijo Beth, gesticulando con su bebida rosa hacia la entrada
del bar. Todo el mundo miró y se rieron entre dientes y por una vez Haley se alegró
de vivir en un pueblo pequeño.

R.L. Mathewson
Jason la vio y saludó con la mano y luego, por supuesto, golpeó a Mitch en
la cabeza cuando el hombre lanzó un beso hacia ella. Rodando los ojos, Haley se
levantó y agarró su bolso.

—Ya vuelvo —dijo, no muy segura de sí lo haría. Realmente no tenía ganas


de pasar una noche siendo acosada nuevamente por su virginidad.

—Uh huh —dijo Beth.

—Por supuesto —dijo Amy.

Haley no se molestó en discutir con ellas. No estaba de humor. Todo lo que


quería hacer era acurrucarse con Jason mientras él la alimentaba con sus alitas de
pollo. ¿Era mucho pedir?
Ella se acercó a su mesa. Él hizo una pausa en medio de su pedido cuando la
vio. Frunciendo el ceño, le pidió a la camarera que volviera en unos pocos minutos.

—¿Qué pasa mi pequeño saltamontes? —le preguntó, tirando de ella contra


su costado.

—La noche de chicas apesta —murmuró patéticamente contra su hombro.

Él echó a reír, presionando un beso en la cima de su cabeza.

—¿Quieres unirte a la noche de chicos? —preguntó, sonando divertido. 172

Tras una breve pausa ella preguntó—: ¿Tengo que tener un pene?

—Creo que podemos pasar por alto este requisito esta noche —dijo,
riéndose.

—¿Me compras alitas de pollo? —murmuró ella, trazando círculos sobre su


rodilla.

Él suspiró pesadamente.

—Si debo hacerlo.

—Es necesario —dijo solemnemente.

—Muy bien. ¿Algo más?

R.L. Mathewson
Sacudió su cabeza poniéndose de pie.

—No, solo eso —anunció ella, inclinándose para presionar un beso en su


mejilla.

—Yo te pediré alitas de pollo si me besas —ofreció Mitch—. De hecho, si


besas mi… ¡Ow! ¡Maldición! —espetó, fulminando con la mirada a Brad.

Brad hizo un gesto hacia Jason con su cerveza.

—Ahorra tiempo de esta manera.

Riéndose y ya sintiéndose mejor, dio a Jason un último beso antes de ir al


baño, donde, sin duda, pasaría la mitad de la noche haciendo la fila.
Capítulo 19
Traducido por Sitahiri (Divine Insanity)

Corregido por Fher_n_n

—¿Acabas de gruñir? —preguntó Mitch, riendo.


173
Jason arrancó sus ojos del trasero en retirada de su pequeña saltamontes y
le frunció el ceño al hombre.

—No. —Pero lo hizo. Oh maldición, lo hizo. Había estado imaginándose


quitándole el glaseado a Haley a lametazos de unas cien maneras diferentes desde
que ella se lo había ofrecido.

Lamer glaseado de una mujer era una simple fantasía y una que había
soñado hacer por años, pero no había encontrado a la mujer correcta con quién
compartirlo. No había ninguna duda de que podría haberle pedido a cualquiera de
las incontables mujeres con las que había dormido en el pasado que viviera con él,
esta pequeña fantasía pervertida antes, pero nunca se sintió lo suficientemente
cómodo con ninguna de ellas.

R.L. Mathewson
Con Haley…

No había nada sobre lo que no pudiera hablar con la mujer. De hecho, le


había mencionado esta fantasía apenas la semana pasada. Después de que
juguetonamente, lo tentara por al menos una hora sobre ello, juró que lo dejaría
lamer cualquier cosa que quisiera de su cuerpo. En cualquier momento. Treinta
segundos después estaba luchando por meter sus malditas piernas en sus
pantalones y mentalmente haciendo una lista de compras cuando ella regresó a su
habitación esbozando una sonrisa y llevando puesto un bikini de crema batida.

Podía haberla derribado al suelo y quitado a lametazos cada condenado


bocado cremoso antes de echarse al hombro a su saltamontes que reía tontamente
y llevado al refrigerador donde procedió a ponerle todas las coberturas para
helado que tenía para buen uso.
Dios, amaba a esa mujer.

—¿Disculpa? ¿Me recuerdas? —preguntó una hermosa mujer con sedoso


cabello negro, sacándolo de sus pensamientos.

Jason la miró y frunció el ceño. No tenía ni idea de quién demonios era ella y
a juzgar por la apreciativa mirada que Mitch le estaba lanzando a ella, a él le
gustaría conocerla mejor.

—No, lo siento —dijo, tomando un sorbo de su cerveza.


174
Su coqueta sonrisa vaciló por un segundo, y después volvió con toda su
fuerza. Sin preguntar empujó la silla a su izquierda y se sentó, asegurándose de
inclinarse hacia adelante lo suficiente para darle una vista de su generoso escote.

Estiró la mano para recorrer su brazo con los dedos solo para encontrar que
él la apartaba.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó, sintiendo que todo su buen humor se


esfumaba. No había ninguna duda de que esta mujer había visto a Haley con él
hace apenas unos minutos. Es curioso cómo había habido una vez en que
encontraría el comportamiento agresivo de esta mujer halagador y probablemente
habría echado a su cita por ella, pero ahora estaba con Haley. Lo cabreaba sin fin el
que las mujeres miraran a su pequeña saltamontes una vez y la descartaran como
si no fuera nada.

R.L. Mathewson
—Bueno —dijo, prolongando la palabra mientras se movía en su silla,
dándole un mejor vistazo de sus pechos—, estaba allá con mis amigas y
curiosamente tú eras el tema de conversación. Luego repentinamente estabas aquí
y no pude evitar sentir que el destino me estaba diciendo que tú y yo deberíamos
pasar una larga noche sin dormir en mi cama esta noche —dijo con voz ronca.

—Mierda —murmuró Mitch, tomando un muy necesitado sorbo de cerveza.

—¿No estabas sentada con las amigas de Haley? —señaló Brad, sonando tan
cabreado como él se sentía.

Ella se encogió de hombros ante el comentario de Brad.


—Estoy sentada con mi amiga —enfatizó—. Nunca sería amiga de alguien
tan fría como Haley.

Con ese anuncio los tres hombres se rieron a carcajadas. Haley era muchas
cosas, ¿pero fría? Diablos, no.

Todavía podía ser un poco débil, pero sólo porque de verdad se preocupaba
por no herir los sentimientos de otras personas. Desde luego eso era algo en lo
que necesitaban trabajar, pero estaba dispuesto a ignorarlo por ahora.
175
La mujer lo fulminó con la mirada mientras cruzaba los brazos por su
abundante pecho, lanzándole lo que probablemente era su mejor mirada de bruja.

—Me pregunto cómo te sentirías si descubrieras que están jugando contigo


—dijo bruscamente.

—Oh, ¿y quién está jugando conmigo? —preguntó Jason, todavía riéndose.

—Haley —dijo.

—Ahora puedes irte —dijo él, indicándole con la cerveza que se fuera.
Maldición, las mujeres verdaderamente podían ser brujas sin corazón. Hablando
mal de su pequeña saltamontes por una oportunidad con él, era bajo.
Comprensible, pero bajo.

R.L. Mathewson
Ella inclinó la cabeza a un lado, estudiándolo.

—Oh, ¿en serio? ¿No crees que esté jugando contigo?

—Nunca pasaría —le dijo, indicándole de nuevo que se fuera. Incluso Mitch
se veía como si quisiera que se fuera y eso era decir algo. Normalmente el hombre
no era tan selectivo con sus compañeras de cama y para él querer que una mujer
fácil se fuera decía mucho sobre lo que sentía por Haley. Jason supo que el hombre
estaba comenzando a ver a Haley como una hermana sino, tendría que
abofetearlo.

—¿Entonces por qué no ha dormido contigo todavía? —preguntó ella,


sonriendo con suficiencia.
Todo en él se congeló con la pregunta. Sus ojos giraron rápidamente hacia
sus dos amigos para ver que ambos hombres estaban mirándolo fijamente,
claramente sorprendidos.

—No tienes ni idea en absoluto de qué demonios estás hablando —dijo


Jason bruscamente, tratando de ignorar el temor que comenzaba a levantarse.

Habían estado juntos por dos meses y ni una vez la había presionado o
cuestionado por su negativa a dormir con él. Incluso se contuvo durante esas veces
en las que pensó que se moriría si no entraba en ella. Había asumido que sólo 176
quería llevar las cosas con calma, asegurarse de que él no iba a ser un imbécil y la
dejara cuando se cansara de ella.

De repente deseó haberle preguntado por qué no dormiría con él la primera


y única vez que sacó el tema en lugar de sólo estar feliz porque le diera una
oportunidad.

—¿Oh? Sucede que sé que no ha dormido contigo y no tiene planeado


hacerlo. Está jugando contigo ahora mismo. Según ella sólo no estás a la altura de
sus estándares.

Mitch lo tomó a risa.

—Encanto, ve a tratar de engañar a alguien más. No sabes una mierda de lo


que estás hablando.

R.L. Mathewson
Levantó una ceja perfectamente depilada hacia él mientras se ponía de pie.

—¿No lo sé? Sé que no dormirá con él porque no está enamorada de él —


anunció triunfante, provocando que el aire en sus pulmones saliera volando.

—Cuando te canses de que jueguen contigo llámame —dijo ella, empujando


una servilleta doblada hacia él.

Él apenas fue consciente de lo que Mitch y Brad le dijeron a ella o de que


Mitch tomaba la servilleta y la rompía en mil pedazos.

Haley no lo amaba.
—Jason, no te ves muy bien, hombre —dijo Mitch, poniéndose de pie y
sentándose en el asiento que la bruja sin corazón acababa de desocupar. Tomó la
jarra de cerveza y llenó el vaso de Jason—. Toma un trago —dijo él, empujando el
vaso hacia él hasta que no tuvo otra opción que hacer justamente eso.

—Mira, no sé qué sandeces estaba escupiendo ella, pero sí sé que Haley te


adora completamente —dijo Mitch con voz reconfortante, dándole un susto de
muerte. Mitch no intentaría tranquilizarlo a menos que fuera malo.

—Él está en lo cierto —coincidió Brad perfectamente—. Obviamente ella 177


está tratando de comenzar alguna mierda para Haley. Solo ignora sus estupideces.
No sabe de lo que habla.

Jason forzó una sonrisa.

—Quizá tengan razón.

Mitch resopló.

—Por supuesto que estamos en lo cierto. Cualquiera que haya estado


alrededor de ustedes dos los últimos dos meses sabe que no pueden quitarse las
manos de encima el uno del otro.

Pero no habían hecho el amor, pensó Jason amargamente. Ella había hecho
todo con él excepto eso y ahora Jason tenía una sensación de que la razón detrás

R.L. Mathewson
de ello ya no era tan simple.

—¿Ordenaste alitas de pollo picantes? —preguntó Haley, envolviendo sus


brazos alrededor de su cuello y poniendo un dulce beso en su mejilla.

Brad le lanzó una mirada de “te lo dije” por encima de su cerveza.

—No, todavía no —dijo él, bajando su cerveza para que pudiera tomar su
mano en la suya. Sus ojos salieron disparados más allá de Haley a la mesa de
mujeres que estaban mirando en su dirección y riendo. Su mandíbula se apretó casi
dolorosamente ante la idea de que Haley jugara con él.

Por supuesto Haley era inconsciente de todo incluyendo el cambio en su


humor.
—Bien, voy a ordenar algo en el bar entonces. Ahora regreso.

—Está bien —dijo Jason, incapaz de apartar los ojos de las mujeres riéndose
de él.

Mitch y Jason deben haber seguido la dirección de su mirada.

—No le digan esto a Haley, pero la mayoría de sus amigas son unas brujas
—dijo Mitch, vaciando lo último de la cerveza en su vaso.

Normalmente él estaría de acuerdo con eso, pero ahora mismo tenía un mal 178
presentimiento de que era el objeto de una broma. En realidad no podía evitar
sentir que Haley podría haber estado jugando con él todo este tiempo.

Solo había un modo de averiguarlo y esta noche tenía miedo de que


consiguiera sus respuestas de un modo u otro.

—No eches esto a perder —dijo Brad, sin duda interpretando correctamente
la expresión de determinación en su cara—. No sé qué está sucediendo entre Haley
y tú, pero esas mujeres claramente están queriendo joderla. Por favor no te jodas a
ti mismo en el proceso.

Jason no contestó de inmediato. Vacío el resto de su vaso lentamente.


Finalmente, puso el vaso de nuevo en la mesa y se reclinó hacia atrás, permitiendo
a sus ojos buscar a su pequeña saltamontes. Estaba en el bar riéndose por algo que

R.L. Mathewson
Becky, la cantinera, le dijo.

No sabía qué demonios haría si descubría que su pequeña saltamontes


estaba jugando con él, pero esta noche iba a averiguarlo.
Capítulo 20
Traducido por Sitahiri (Divine Insanity)

Corregido por Clau12345

—¿Amor, estás bien?

Jason bajó la mirada para verla y le sonrió.


179
—Estoy bien —dijo, rodeándola con un brazo, apretándola firmemente
contra él mientras se dirigían hacia la casa de ella.

Él abrió la puerta sin una palabra. Haley lanzó su bolso en la mesita de café y
se encaminó hacia su habitación más que lista para quitarse sus tacones altos y su
falda.

—¿Haley? —dijo Jason, deteniéndola.

Se inclinó contra la pared mientras se quitaba los zapatos.

—¿Sí?

Se pasó una mano por el cabello.

R.L. Mathewson
—Me… me preguntaba si querrías ir a nadar —dijo él, pero Haley no pudo
evitar sentir que no era eso lo que había querido decir.

Desde que regresó del baño no pudo evitar darse cuenta de que Jason
estaba comportándose diferente. Parecía realmente molesto, pero lo negaba cada
vez que le preguntaba. Sorpresivamente Mitch y Brad fueron reservados al
respecto. De vez en cuando había visto a los dos hombres mandándoles miradas
asesinas a sus amigas.

Más de una vez vio a sus amigas mirándolos y riéndose. Sabía que era
ridículo, pero no podía evitar sentirse un poco paranoica. Probablemente no era
nada.
—Nadar suena divertido —dijo ella, decidiendo que preferiría olvidarse de
todo excepto de Jason—. Te veré en la piscina en diez minutos.

—Está bien —dijo Jason, sonando un poco triste, al menos eso pensó ella.

Estaba siendo ridícula, decidió.

Quince minutos después cerraba las puertas corredizas detrás de ella


mientras Jason salía a la superficie. Incluso en la tenue luz de la luna, Jason era
hermoso. Vio flexionarse los músculos de sus brazos mientras se pasaba los dedos
180
por su cabello corto.

—El agua está genial —dijo Jason, haciéndole señas para que se uniera a él.

Se quitó los lentes y deseó haber encendido las luces de afuera conforme su
visión se atenuaba y se volvía borrosa. Tratando de no tropezar, caminó
cautelosamente el metro y medio hasta la mesa del patio, y puso sus lentes ahí.

Desafortunadamente para ella el tiempo que le llevó bajar sus lentes no


ayudó a que sus ojos se adaptaran a la tenue luz. No quería arruinar un romántico
chapuzón de medianoche por ponerse a encender los reflectores, pero tampoco
creía que caerse de bruces fuera exactamente romántico.

¿Por qué no podía ser una candidata para cirugía láser de ojos?

R.L. Mathewson
Suspiró pesadamente mientras se daba la vuelta, completamente preparada
para encender los reflectores y arruinar otra velada romántica gracias a su pobre
visión cuando unos fuertes brazos húmedos la alzaron en brazos.

—No te preocupes, mi pequeño saltamontes, te tengo —susurró Jason,


presionando un beso en su frente.

—Quizás deberíamos encender las luces —refunfuñó ella tristemente—. No


puedo ver nada —admitió en voz baja, sintiendo que sus mejillas ardían de
vergüenza. Era sólo otro recordatorio de que no era sexy o deseable.

—No te preocupes, no dejaré que nada te pase —prometió Jason mientras


la llevaba a la piscina y la ayudaba a entrar en el agua tibia.
Mientras Jason descendía al interior de la piscina, ella se zambulló bajo el
agua para humedecer su cabello. Cuando salió a la superficie tres metros más allá
se echó el cabello hacia atrás y entrecerró los ojos.

—¿Jason? —dijo, tratando de separarlo del resto de las tenues sombras. En


verdad no podía ver nada ahí afuera. Quizás debería…

Un pequeño grito de sorpresa salió de ella cuando unos cálidos brazos se


envolvieron a su alrededor desde atrás. Jason rio suavemente entre dientes en su
oído. 181

—¿Te asusté?

—No —mintió.

—Lo siento —dijo, depositando un beso en lo alto de su cabeza—. ¿Me


perdonas?

Ella resopló enfurruñada. —No.

—¿Y si te prometo no hacerlo de nuevo? —preguntó él, sonando


entretenido.

—Soltaría los puños de furia porque ambos sabemos que estarías


mintiendo.

R.L. Mathewson
—No querríamos eso —Rió entre dientes.

—No —inhaló—, no lo querríamos.

—¿Entonces quizás me dejes compensártelo con un beso? —dijo, ya


depositando húmedos besos en su cuello. Cerrando los ojos, inclinó la cabeza hacia
atrás y hacia un lado para darle mejor acceso.

—Supongo que eso sería aceptable —dijo ella, reprimiendo un pequeño


gemido de placer cuando Jason recorrió sus caderas y sus muslos con las manos
antes de subirlas de nuevo.

—Eso es muy amable de tu parte —susurró Jason con voz ronca, subiendo
con su lengua por su cuello, tomando su lóbulo en la boca y succionándolo.
Sus manos subieron rozando sus costados casi provocadoramente,
deteniéndose justo bajo sus senos antes de bajar deslizándose a sus caderas. Haley
estiró una mano hacia arriba y agarró su cabello mojado, tirando de él hacia abajo
para el beso que le prometió.

Él devoró su boca al contacto. Su lengua empujó su camino hacia el interior


de su boca y ella le dio la bienvenida, la succionó, amando el modo en que él
gruñía con cada pequeño provocador lametón y succión.

Sintiéndose un poco osada, estiró su mano libre y deshizo el nudo frontal 182
que mantenía cerrado el top de su bikini. Soltando su cabello se quitó el top con
un encogimiento de hombros, dejándolo caer entre sus cuerpos.

Sus pezones se endurecieron instantáneamente por la mezcla del agua, el


aire frío y el deseo por este hombre. Se sentía tan bien, pero necesitaba más.
Colocando sus manos en las suyas que seguían apoyadas en sus caderas,
suavemente tiró de ellas hacia arriba, deslizándolas por su húmedo cuerpo hasta
que estuvieron donde ella las quería, las necesitaba.

El largo gemido dolorido de Jason mandó escalofríos a través de su cuerpo.


Se arqueó en sus manos, amando el modo en el que sopesó sus pechos, los apretó
y los acarició. Cuando pasó sus palmas sobre sus endurecidos pezones ella
succionó su lengua, haciéndolo gemir con intensidad mientras sus manos se
cerraban sobre sus pechos y los apretaba.

R.L. Mathewson
—Jason —murmuró desesperadamente contra su boca. Necesitaba más. Lo
necesitaba a él.

Él rompió el beso y la giró en sus brazos. Su boca se cerró de golpe en la de


ella mientras tiraba de ella contra él. Ella amaba el modo en el que se sentía su
cálido pecho duro contra sus senos, pero amaba aún más la sensación de su dura
erección presionando contra ella.

Estiró la mano entre ellos y lo ahuecó, deslizando sus dedos


provocadoramente por su larga longitud hasta que encontró la gran cabeza
aterciopelada sobresaliendo por lo alto de su traje de baño. Ahuecó la gran cabeza
en su mano, recorriéndola con el pulgar y esparciendo las pocas gotas de
excitación que goteaban.
Jason se separó de su boca con un gemido y se abrió camino hacia sus
pechos, lamiendo, besando y succionando cada centímetro de piel hasta que su
lengua estuvo trazando círculos alrededor de su pezón, haciéndolo endurecerse
casi dolorosamente.

Sus manos subieron a jugar, agarrando cada seno y sosteniéndolo hacia su


boca como una ofrenda. El hecho de que ella no podía ver lo que estaba haciendo
sólo intensificaba todas y cada una de las sensaciones que le provocaba. Justo
cuando pensó que se moriría si no tomaba su pezón en su boca se movió al otro
pecho y comenzó la tortura de nuevo. 183

—¡Jason! —chilló cuando finalmente la sacó de su miseria y tomó su muy


sensibilizado pezón en la boca. Pellizcó y giró suavemente su otro pezón con los
dedos. Haley fue apenas consciente de que la estaba haciendo retroceder contra el
lado de la piscina.

Él mantuvo el pezón en su boca, succionándolo con fuerza mientras le


quitaba la parte de abajo del bikini. Haley era incapaz de hacer algo más que
aferrarse con fuerza a sus hombros mientras la llevaba a la locura.

Su boca dejó su pezón con un fuerte plop.

—Necesito saborearte, mi pequeña saltamontes —dijo con voz ronca


mientras la levantaba y la sentaba con cuidado en el borde de la piscina—.

R.L. Mathewson
Recuéstate.

Con cuidado, se recostó en el cemento frío. Jason agarró la parte de atrás de


sus rodillas y le abrió las piernas, separándolas ampliamente.

—Tan hermosa —dijo en voz baja.

Sintió su cálido aliento cosquilleando en su muslo antes de que depositara


un beso justo debajo de su rodilla. Una fresca brisa corrió por entre sus piernas,
provocando sus empapados labios. No podía recordar estar así de excitada nunca
antes o así de húmeda.

Lo deseaba. Esta noche. Ahora.


—Jason, por favor —suplicó, tratando de no retorcerse contra la implacable
superficie de cemento.

—Shhh, está bien —murmuró Jason contra su pierna. Depositó otro beso
contra su muslo interior antes de bajar por su pierna con su húmeda lengua. Evitó
el lugar dónde ella más lo necesitaba para pasar su lengua justo por debajo de su
ombligo hacia su otra pierna.

—¡Por favor! —gimió, mientras otra brisa fresca excitaba su muy


sensibilizada piel, haciéndola retorcerse desesperadamente. 184

—Eso no es lo que quiero oír, mi pequeña saltamontes —murmuró Jason


contra su muslo. Hizo círculos con su húmeda lengua por su muslo interior antes
de succionar suavemente el área.

Puso un suave beso contra la mata de suaves rizos entre sus piernas,
ganándose un fuerte gemido.

—Tan húmeda —dijo, pasando la punta de su lengua entre sus pliegues—.


Tan dulce.

Su lengua delineó su hendidura mientras colocaba sus rodillas sobre sus


hombros. Cuando sintió sus pulgares separar sus pliegues pasó sus dedos por su
cabello, alentándolo suavemente.

R.L. Mathewson
Pasó la punta de su lengua alrededor de su pequeño botón sensible y
alrededor de su centro en lo que pareció una figura de ocho, asegurándose de no
tocar los lugares que más anhelaban su toque. Separó aún más las piernas en una
silenciosa invitación, haciendo que Jason se riera entre dientes.

—¿Quieres más? —preguntó, depositando un delicioso beso en su clítoris.

—Mmhmm —Se las arregló para responder.

Hizo rápidos movimientos con su lengua sobre su sensible pequeño botón


como recompensa.

Ella echó la cabeza hacia atrás, gimiendo con fuerza. Sus dedos tomaron su
cabello en un puño, animándolo.
Contuvo el aliento cuando su lengua bajó a su centro y se deslizó dentro
suavemente. Su pulgar hizo círculos en su clítoris lentamente, usando sus jugos
para intensificar cada toque.

Dentro y fuera su lengua se movió a un ritmo que la tuvo agarrando su


cabello, jadeando, gimiendo y medio gritando su nombre. Su orgasmo la tomó
desprevenida. Un minuto estaba jadeando y al siguiente estaba ondulando sus
caderas y gritando su nombre hasta que estuvo ronca.

Jason depositó un rápido beso en su estómago. 185

—Ven aquí —dijo con firmeza.

Aún tratando de recuperar el aliento, Haley se sentó. Jason se metió entre


sus piernas, manteniéndolas separadas mientras se inclinaba y tomaba su boca en
un hambriento beso que le robó cualquier cordura que le hubiera quedado. Ella
pasó sus manos por su cabello y hacía abajo por su espalda deteniéndose solo
para quitarle el traje de baño.

Tan pronto como su erección quedó libre se rindió con su traje de baño y lo
tomó en la mano. Jason gimió largo y fuerte en su boca mientras ella le quitaba su
traje de baño, con cuidado de no mover la mano.

Sin una palabra él la levantó. Haley envolvió las piernas a su alrededor,


amando el modo en el que se sentía. Se movió en sus brazos hasta que su dura

R.L. Mathewson
erección estuvo presionada firmemente contra su húmedo centro.

Jason agarró su trasero, provocando su hendidura con las puntas de sus


dedos mientras los movía a través del agua. Haley estaba tan atrapada en lo que
estaban haciendo que no se dio cuenta de que estaban fuera del agua hasta que él
la colocó en un sillón.

Él la soltó para medio arrodillarse en el sillón cerca de su rostro.

—Abre, amor —dijo, ocasionalmente acariciándose a sí mismo, frotando la


cabeza por sus labios.
Haley se inclinó y lo tomó en su boca sin dudar. Estiró la mano y con
suavidad agarró sus firmes pelotas mientras él se agachaba y deslizaba dos dedos
dentro de ella.

—Eso es, mi pequeña saltamontes —la alentó con voz ronca.

Ella amaba hacer esto por él, amaba el modo en que él se sentía, sabía y
gemía. Apartó su boca para que poder recorrer con la lengua su pene y provocar
su hendidura. Él contuvo el aliento en un siseo cuando volvió a tomarlo en la boca,
succionándolo con más fuerza. Ella iba a correrse pronto y estaba determinada a 186
llevárselo con ella. Añadió su otra mano, sabiendo cuánto le gustaba eso a él
mientras distraídamente cabalgaba sus dedos. Esto era tan bueno….

—No esta noche —dijo Jason repentinamente, apartándose.

—¿Qué? —preguntó aturdida cuando él se movió para yacer sobre ella. Su


confusión rápidamente se convirtió en placer mientras se frotaba a sí mismo entre
sus piernas.

Sonriendo, lo jaló hacia abajo para un beso. Lo besó sin prisa mientras se
movía sobre ella. Cuando sintió la dura cabeza aterciopelada de su erección excitar
su centro jadeó en su boca.

—¿Te gusta eso? —preguntó Jason cuando provocaba sus pliegues.

R.L. Mathewson
—Sí —siseó cuando provocó su clítoris.

—¿Me deseas? —susurró contra su boca, colocando la punta de su erección


contra su núcleo de nuevo. Esta vez empujó sus caderas suavemente, excitándola.

¿Lo deseaba?

Sí.

Lo amaba y toda esta espera la estaba matando. Ya no importaba lo que


deparaba el futuro. Lo quería ahora.

—Sí. —La palabra apenas salió de su boca cuando Jason empujó hacia
delante.
Con fuerza.

Un pequeño grito escapó de ella mientras él embestía completamente


dentro de ella. Apenas era consciente de los besos que le daba en el rostro o cómo
la rodeaba con los brazos y la abrazaba con fuerza. Lo único que su mente
registraba era el dolor de ser partida en dos.

Dolía demasiado. Cerró los ojos con fuerza, esperando que mejorara. No fue
así. Jason siguió empujando dentro de ella, tomando sus gritos y la forma en que
hundía sus uñas en su espalda como un estímulo. 187

Justo cuando pensaba que no podría soportarlo más se quedó quieto sobre
ella y gruñó.

Bueno, pensó cuando la besó con ternura en la frente, ella sabía que la
primera vez iba a doler. De hecho probablemente no hubiera dolido si hubiera
hablado con él sobre esto antes de que lo hicieran, pero habían estado sumergidos
en el momento. Era mejor de este modo, más romántico. Le gustaba la idea de que
su primera vez fuera resultado de estar fuera de control.

Está bien, había dolido… mucho, pero había terminado ahora y Haley estaba
contenta.

Depositó un beso en su húmeda frente.

R.L. Mathewson
Jason se rio entre dientes, inclinándose para besar la punta de su nariz.

—Lo sabía —dijo, jadeando.

—¿Sabías qué? —preguntó confundida.

Rozó sus labios con los de él.

—Sabía que mentían cuando dijeron que no dormirías conmigo.


Capítulo 21
Traducido por Kachii Andree y LizC

Corregido por Aldebarán

Jason no pudo evitar sonreír mientras miraba a su pequeño saltamontes. No


188
sólo había demostrado que Haley lo amaba, sino que ése había sido el sexo más
caliente de su vida. Había estado tan increíblemente caliente y húmeda y tan
jodidamente apretada que casi había explotado cuando él la había penetrado.

Los últimos dos meses habían sido definitivamente dignos de la espera. El


sexo nunca se había sentido tan bien antes. Sólo de pensar en lo bueno que era
tenía a su pene endurecido por más.

—¡Suéltame! —dijo Haley, empujándolo lejos.

Confundido como el infierno, Jason se alejó de ella.

—¿Qué va mal?

—¿Tuviste sexo conmigo porque alguien te dijo que no tendría sexo

R.L. Mathewson
contigo? ¿Has tenido relaciones sexuales para demostrar que alguien está
equivocado? —Maldición ella casi gritó.

Él levantó las manos en forma de defensa, con la esperanza de calmarla,


pero las dejó caer al recordar que ella no podía ver.

—¡No es así!

—¿Oh? ¿Entonces nadie te dijo que no iba a dormir contigo?

Se pasó una mano por el cabello, preguntándose cómo había ido mal tan
rápido.

—Mira —suspiró—, tal vez deberíamos ir adentro y hablar de esto.


—¿Ahora? ¿Ahora quieres hablar de esto? —preguntó ella, tratando de
caminar pasando junto a él y casi se cae a la piscina. Él rápidamente la atrapó. Tan
pronto como ella se mantuvo estable, apartó sus manos y caminó con cautela
alrededor de la piscina.

—¡No puedo creer que hayas hecho esto!

Eso lo tomó por sorpresa.

—¿Qué diablos quieres decir? ¿Cómo fue exactamente esto una sorpresa?
189
Soy tu jodido novio Haley. Esto tenía que suceder tarde o temprano con la forma
en que íbamos el uno al otro.

—¡El hecho de que estamos saliendo no significaba que iba a dormir


contigo! —dijo ella abruptamente.

Santa mierda...

Ellas habían estado en lo cierto.

—¿Nunca pensabas dormir conmigo? —preguntó, sin molestarse en ocultar


lo enojado que estaba.

—¡Yo no estaba segura todavía! ¡Hasta hace diez minutos no me había


hecho a la idea!

R.L. Mathewson
Él rodeó la piscina justo mientras Haley encontraba sus gafas y se las ponía.

—¿Estabas jodidamente jugando conmigo? —exigió él.

Cuando ella no respondió, continuó.

—Tus amigas tenían razón. ¡Estabas disfrutando mucho jugando conmigo!


—gritó, por primera vez desde que la conoció sin importarle que la hizo
estremecerse—. ¿Presumiste que me pusiste de rodillas y me mantuviste jadeante?
¿Era está la venganza por todas las tonterías que te hice pasar a través de los años?
¿Incluso te importo un poco, o todo esto fue un jodido juego para ti?
—¿Un juego? —preguntó ella, secándose las lágrimas que Jason no dejaría
que le afectaran. ¿Ella estaba molesta? Demasiado jodidamente mal porque él
estaba enojado. Ella había jugado con él.

—¿Tienes el coraje de gritarme cuando acabas de tomar mi virginidad para


demostrar algo? —preguntó ella.

Se quedó helado.

¿Una virgen?
190
Ella había estado apretada, pero...

—Oh Dios mío —dijo con voz ronca.

—No sé con quién hablaste, bueno, tengo una idea de quién, pero dejaron
fuera un elemento muy importante. Me estaba guardando para el hombre con el
que pensé que pasaría el resto de mi vida. Es por eso que no me acostaba contigo
—dijo, claramente tratando de contener las lágrimas.

Mientras que toda la ira se drenaba de él. Extendió la mano para tirar de ella
en sus brazos sólo para que sus manos fueran débilmente manoteadas.

—¡Tú estabas tan ansioso por demostrar algo que ni siquiera te detuviste a
pensar en lo que estabas haciendo!

R.L. Mathewson
—Nena —dijo, manteniendo su tono de voz suave—, si hubiera sabido que
eras virgen lo habría hecho de otra manera, pero no puedo arrepentirme de esto.

Tomó un aliento tranquilizador.

—Estoy enamorado de ti Haley.

—¡Ay! —dijo que cuando su pequeño saltamontes le dio una patada en la


espinilla—. ¿Qué demonios fue eso? ¿Te dije que te amo y me atacas?

—¡Eso es por ser un idiota! ¿Esperas hasta arruinarlo para sacar la artillería
pesada? ¿Qué te parece decírmelo y hacer el amor conmigo porque me amas y no
porque sentías que tenías algo que demostrar?

Él asintió con la cabeza solemnemente mientras se acercaba a ella.


—Eso suena razonable. Vamos a entrar y voy a hacerlo bien.

—¿Estás loco? ¿Crees que voy a dejar que me toques después de lo que
acaba de suceder?

—Lo siento mucho por esto —dijo él, alcanzándola de nuevo.

—¿En realidad pensabas que podría hacerte daño? Eso es peor que
cualquier cosa que has hecho aquí esta noche —dijo ella gesticulando hacia la
piscina—. Debería haber sido más que evidente que te amaba —murmuró,
191
secándose frenéticamente las lágrimas que corrían por su rostro.

Jason sintió su corazón romperse mientras la miraba.

—Haley, lo siento mucho.

Haley ignoró su disculpa y él no podía decir que realmente la culpara en


este momento.

—Estabas tan ocupado tratando de demostrar que no estaba jugando que


no pensaste.

—¿Qué estás...?

—Jason, no llevo control de natalidad y tú no usaste condón —dijo ella,


interrumpiéndolo.

R.L. Mathewson
—Oh mierda —murmuró. Él lo había jodido de tantas maneras esta noche
que no estaba seguro de por dónde empezar, pero sabía cuál por una puta vez era
la más importante.

—Oh mierda está bien —espetó Haley, abriendo la puerta corredera de


cristal y entrando.

Nunca se había olvidado de ponerse un condón antes. Ni una sola vez. Se


lamió los labios repentinamente secos.

—Haley, tenemos que hablar.

—Deberías haber pensado en eso antes —dijo ella, volviendo la espalda a él.
—Haley, por favor no lo hagas.

—Sólo déjame sola, Jason —dijo ella, cerrando la puerta con llave.

Ella simplemente estaba enojada, se dijo mientras esperaba a que volviera y


le diera otro pedazo de su mente. Él lo había jodido a lo grande, pero ambos
habían sabido desde el principio que probablemente iba a hacer eso.

Después de unos minutos estaba seguro de que se daría cuenta de que él


nunca realmente creyó que podría hacerle daño. Él la amaba. Ella tenía que saber
192
que él no la amaría menos que confiara en ella. Ella sólo necesitaba unos minutos
para tranquilizarse.

Cuando unos minutos se convirtieron en treinta minutos se obligó a


moverse. Sólo necesitaba disculparse con ella. Saltó por encima de la pequeña valla
que separaba sus propiedades y se dirigió a su ventana más que dispuesto a rogar
y suplicar si eso es lo que necesitaba para conseguir que ella le escuchara, cuando
el sonido de sus sollozos le llamó la atención.

—¿Haley?

No hubo respuesta.

Se quedó allí preguntándose qué diablos tenía que hacer. De repente


meterse en su habitación y suplicarle no le pareció tan buena idea. Ella necesitaba

R.L. Mathewson
tiempo para pensar, probablemente más tiempo de lo que él le había dado.

—Estaré en mi habitación cuando estés lista para hablar. Así que, sólo grita o
llama cuando estés lista —dijo él en voz alta, sintiéndose como un idiota inútil y sin
tener ni idea de qué carajo hacer. Se fue con la esperanza de que ella acudiera a él
cuando estuviera lista.

Haley pasó la mitad de la noche llorando y esperando a que Jason se


arrastrara a través de la ventana y la abrazara. Cuando se dio cuenta de que eso no
iba a suceder agarró una almohada y una manta y se dirigió al sofá, incapaz de
dormir en su propia cama sin Jason.
No podía creer lo mucho que esto duele. Había sido una idiota al pensar
que podía prepararse para este momento. La pérdida de Jason era bastante dura,
pero la forma en que la había lastimado...

En una noche al parecer había perdido tanto, a su mejor amigo, su novio, su


virginidad y su corazón. Además de eso parecía que había perdido a algunas de sus
amigas, lo que realmente le importaba un bledo a decir verdad. Había toda una
razón tras el por qué ella seguía posponiendo la noche de chicas y tenía muy poco
que ver con Jason. Ellas habían formado parte de la antigua vida de Haley, la
versión fácil de convencerse a sí misma en la que nunca hablaba por su cuenta y 193
dejaba que otros la presionaran. Hace unos meses, cuando empezaron a molestarla
sobre Jason y le hicieron saber que no podían creer que Jason se conformara con
alguien como ella, debería haberlas sacado de su vida, pero vaciló. No le gustaba
lastimar los sentimientos de nadie y al parecer Jason no sabía eso de ella.

¿Cómo podía haber pensado que iba a hacerle eso a él? Ella sólo podía
imaginar lo que Amy y su amiga Kate, bueno, sobre todo Kate, podrían haberle
dicho para molestarlo, pero lo que no podía entender es por qué no habló con ella
primero.

La verdad es que era una conversación que deberían haber tenido en un


principio, pero eso no es excusa para su comportamiento. Él se propuso a seducirla
a consecuencia de ser condenado. No le importó si ella tenía sus razones para
querer esperar o cómo se sentía en realidad. Sólo se había preocupado de sí

R.L. Mathewson
mismo.

Lamentó no haberse dado cuenta de eso antes, sobre todo antes de la


última noche. Todos estos años perdidos, ¿y para qué? Una experiencia horrible
que nunca podría recuperar. Sólo por eso nunca sería capaz de perdonar a Jason.

—Te quedaste sin huevos —gritó Mitch.

—No me importa —dijo Jason, sin apartar los ojos de la puerta delantera de
Haley.
Alrededor de las tres de la mañana se había dado cuenta que había jodido
esta situación aún más por no ir a ella. Pasó las siguientes dos horas repasando
cada momento de la noche anterior, tratando de averiguar exactamente cuándo la
había jodido y haciendo una lista. Después de que él se aseguró de que no había
pasado por alto nada dobló la lista de tres páginas, adelante y atrás, y se la metió
en el bolsillo trasero y salió fuera esperando por Haley para que así pudiera
comenzar a pedir disculpas.

Contempló despertarla, pero entonces tendría algo más por lo que pedir
disculpas, por lo que se conformó con esperar en su escalón de entrada. Hace 194
media hora Mitch decidió reunirse con él después de que lo viera esperando fuera
de su casa. No le había tomado mucho tiempo al otro hombre para saber que él la
había jodido.

—¿Te vas a sentar aquí todo el día? —preguntó Mitch, saliendo por la
puerta principal—. Me muero de hambre. Vamos a buscar algo para desayunar.
Cuando volvamos, Haley estará despierta y podrás ir a arrastrarte.

Jason tercamente negó con la cabeza.

—No me iré hasta que hable con ella. Además, no tengo hambre.

—Santo Cristo —murmuró Mitch, santiguándose.

Ignoró a Mitch y se centró en la puerta delantera de Haley. Unos minutos

R.L. Mathewson
más tarde se abrió y Haley salió a trompicones. Jason se puso de pie en cuestión
de segundos y se dirigió a ella. En realidad no estaba seguro de cuánto tiempo más
habría sido capaz de esperar antes de irrumpir en su casa y rogar por su perdón.

—Haley, yo... —Se detuvo cuando vio la gran bolsa de lona que ella estaba
medio cargando, medio arrastrando—. ¿Qué está pasando?

Por primera vez en meses el rostro de Haley no se iluminó cuando lo vio. Ella
empujó sus gafas por la nariz y volvió a tirar de la bolsa.

—Me voy —dijo en tono triste.

—¿Por cuánto tiempo? —le preguntó Jason, sintiendo como todo su mundo
se derrumbaba a su alrededor.
—Una semana —dijo Haley, caminando junto a él mientras arrastraba la
maldita bolsa.

¿Una semana? No, no podían estar separados por una semana. Eso era
demasiado tiempo. Una semana pensando en lo mal que la había jodido y lo
mucho mejor que estaría ella sin él no era lo que necesitaban. Tenían que resolver
esto aquí y ahora, para que él pudiera seguir arrastrándose.

—No creo que sea una buena idea, Haley —dijo, levantando
automáticamente la bolsa y colocándola en el baúl abierto de su auto por ella 195
cuando empezó a luchar para levantarla—. ¿Por qué no vamos adentro y hablamos
de esto?

Ella sacudió la cabeza con terquedad.

—No puedo. Si no voy, perderé unos mil dólares.

Hizo un gesto de desdén como si no fuera nada.

—Te los voy a reembolsar. Sólo quédate aquí y déjame explicarte lo de


anoche.

—No hay nada que explicar, Jason —dijo Haley, sacudiendo la cabeza con
tristeza—. Creo que es mejor si terminamos las cosas ahora.

R.L. Mathewson
Sus palabras se sintieron como un puñetazo en el estómago.

—Sólo estás enojada, Haley. Tal vez... tal vez tengas razón. Tal vez sólo
necesitas una semana para pensar las cosas —dijo rápidamente, desesperado por
hacer o decir algo que la hiciera volver de nuevo—. Tómate una semana, piensa en
ello. Ambos sabíamos que la iba a joder en algún momento, mi pequeño
saltamontes. Después de que pienses en ello te darás cuenta de que es todo lo que
era. Luego volverás aquí y me arrastraré y vamos a dejar atrás esto.

Ni siquiera podía mirarlo cuando dijo—: Lo siento mucho, Jason.

Jason no podía moverse, apenas podía respirar cuando Haley se puso de


puntillas y le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento —dijo ella, sonando a punto de llorar—. Siempre seremos
amigos —dijo, entregando el golpe mortal.

196

R.L. Mathewson
Capítulo 22
Traducido por Nanami27 y Rihano

Corregido por Curitiba

Haley apenas se contuvo de buscar a Jason cuando salió al exterior y vio que
se había ido. Fue lo mejor, se dijo a sí misma mientras lanzaba su pequeña mochila
al maletero. Lo cerró y caminó lentamente hacia el lado del conductor, esperando 197
atrapar una última mirada de él.

A pesar de que siempre había sabido que no tenían futuro, no podía dejar
de sentirse decepcionada. Él había renunciado a ella demasiado fácil. Quizás era
algo bueno que hubieran terminado entonces, se dijo. Si se dio por vencido tan
fácilmente, entonces no le importaba ella realmente y era mejor que lo descubriera
ahora.

Al menos es por eso, intentó decírselo a sí misma por las siguientes tres
horas mientras conducía. Cada cinco minutos revisaba para asegurarse que su
teléfono aún funcionaba o se detenía de llamarlo. Sólo quería escuchar su voz.

Sabía que todo había terminado entre ellos, pero eso no significaba nada
para su corazón. Todo lo que quería hacer era detener el auto, acurrucarse en una

R.L. Mathewson
bola y llorar, pero no se permitiría liberarse, aún no. Cuando llegara a la cabaña,
entonces se permitiría romperse con privacidad y usaría la semana para reparar su
corazón.

Después de que terminara esta semana, en realidad no sabía qué iba a


hacer. Le había dicho que siempre serían amigos, pero verdaderamente no se creía
capaz de verlo día tras días y sobrevivir después de eso. Peor aún, ¿qué haría
cuando una mujer la despertara gritando el nombre de Jason después de que él la
hiciera a un lado? Haley no sería capaz de sobrevivir sabiendo que había estado
con otra.

Durante la siguiente semana, cuando no estuviera llorando, o


embriagándose hasta el olvido, descubriría qué hacer con el trabajo y su casa. Si las
cosas llegaban a lo peor, podría rentarla y encontrar un apartamento aunque sólo
fuera temporal. El trabajo sería otro tema. En este momento trabajaba en una de
las más prestigiosas escuelas del país, pero sabía que si se iba, lo más probable era
que terminaría trabajando en una escuela pública por mucho menos dinero.

Su retumbante estómago, afortunadamente, la sacó de sus pensamientos


más bien deprimentes. Tomó la siguiente salida de la autopista. Diez minutos más
tarde estaba de vuelta en la carretera y frunciendo el ceño a su compra, un jugo de
naranja extra grande, tres rollos de café, dos magdalenas y tres pasteles de
manzana.
198
—Genial, me tiene entrenada —murmuró, haciendo rodar los ojos. O bien
tendría que salirse del hábito de ordenar para un pequeño ejército o se volvería
gorda, pensó con un suspiro. Cogió uno de los rollos de café y dio un pequeño
mordisco antes de ponerlo abajo y tomar un sorbo de jugo.

Cuando una canción especialmente molesta sonó en la radio, pasó un


minuto buscando una canción decente. Cuando finalmente encontró una, cogió su
rollo de café y frunció el ceño al producto de panadería a medio comer.

Aparentemente, había comido más de lo que pensaba. Genial, estaba


comiendo por la depresión y no tenía duda de que sería tan grande como una casa
para cuando iniciara la temporada escolar en un par de semanas. Dio un mordisco
a su rollo de café, lo puso de nuevo en el asiento del acompañante y tomó su
ahora medio vacío jugo.

R.L. Mathewson
—¿Qué demonios? —murmuró, apartando los ojos de la carretera para ver
la cantidad insana de comida que había comprado. ¿Acaso no había comprado dos
magdalenas y tres pasteles de manzana? Ahora sólo había uno de cada uno. Estaba
comenzando a preguntarse si se estaba volviendo loca cuando una grande y
bronceada mano apareció de repente, asustándola como el infierno.

Dejó escapar un grito de sorpresa, tirando el volante a la derecha y casi


estrellándose contra un camión de remolque. Le tomó un par de segundos antes
de que su cerebro comenzara a funcionar de nuevo, y cuando lo hizo, estrechó los
ojos hacia la mano que estaba buscando ciegamente el jugo de naranja.

Mirando, estiró su mano y apretó el dorso de la mano. Duro.

—¡Ay!
Haley dio un rápido vistazo al asiento de atrás y maldijo. De alguna manera
Jason se las había arreglado para doblar su enorme cuerpo en el piso de su auto
mediano y cubrirse con la toalla grande que ella guardaba allí.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Jason suspiró pesadamente mientas se sacaba la toalla y luchaba para


levantarse del piso. Una vez estuvo sentado cómodamente en el asiento trasero, se
inclinó y cogió su jugo de naranja.
199
—Tomar el desayuno. —Bebió un sorbo—. ¿Qué parece para ti?

—¿Por qué estás en mi auto? —demandó, mientras hacía lo que podía para
mirarlo y mantener la conducción del auto en línea recta.

—¿Cómo más esperas que termináramos nuestra pelea? —preguntó,


inclinándose hacia adelante para agarrar el último pastel de manzana. Dio un gran
mordisco antes de sostenerlo en sus labios para que ella hiciera lo mismo.

Ella empujó su mano lejos.

—¿Qué diablos quieres decir con terminar nuestra pelea? Hemos terminado,
Jason. Lo siento, pero se acabó —dijo, tratando de mantener la calma.

—No, no lo hicimos.

R.L. Mathewson
—Sí, lo hicimos.

—No lo creo —dijo calmadamente, terminando el resto de pastel como si


no tuviera ninguna preocupación en el mundo.

—Por el amor de Dios, Jason, ¡te dejé! —le espetó, sintiendo el último hilo
de paciencia romperse.

Alzó la vista hacia el espejo retrovisor cuando él no dijo nada por un minuto
para encontrarlo con el ceño fruncido. Por último, negó con la cabeza.

—No, creo que habría recordado eso.

Su boca se abrió.
—De todos modos —continuó Jason como si no acabara de dejarla sin
palabras con ese pequeño anuncio—, después de nuestra conversación, me di
cuenta de que planeaste una semana lejos para nosotros y realmente no pude
estar más de acuerdo. Una semana lejos es exactamente lo que necesitamos para
trabajar en nuestros problemas.

—Oh Dios mío —murmuró ella—, estás loco.

Otro encogimiento de hombros indiferente.


200
—Así que, ¿adónde vamos de todos modos? —preguntó Jason, poniéndose
cómodo.

—Nosotros no vamos a ninguna parte. Te voy a dejar en la siguiente parada.


Puedes hacer autostop en tu camino de regreso a casa.

—Eso realmente no va a funcionar para mí —dijo Jason, dándole una sonrisa


sexy cuando lo miró a través del espejo.

Su agarre se tensó sobre el volante mientras oraba por paciencia.

—Jason, se acabó. Lo siento, pero tienes que aceptarlo.

—No, no lo creo —dijo con calma, irritándola aún más.

—Jason —dijo ella con firmeza.

R.L. Mathewson
—Haley —se burló en el mismo tono, haciendo sus labios temblar, ¡maldito
sea!

Ella suspiró pesadamente.

—Jason, realmente me lastimaste anoche. No creo que tú…

—Sé que verdaderamente la jodí, Haley, pero si recuerdas, te lo dije cuando


empezamos, que lo más probable era que iba a arruinar esto —dijo,
interrumpiéndola.

—Sí, lo hiciste, Jason, y anoche demostraste más allá de toda duda que no
eres capaz de estar en una relación.
—No, anoche demostré que soy un maldito idiota —dijo con total
naturalidad.

Ella no iba a discutir con eso, ya que había llegado a la misma conclusión
después de escuchar lo que pasó, pero eso no quería decir que había cambiado de
opinión.

—Jason, terminamos —dijo ella en voz más baja.

Él soltó un bufido.
201
—No, no terminamos.

—¡Sí, terminamos! ¡Deja de decir eso!

—No, sólo estamos peleando. Tú me amas y lo sabes malditamente bien.

Abrió la boca para negarlo, pero no pudo. Lo amaba. Más que nada en este
mundo, pero la había herido la noche anterior y no estaba tan segura de que podía
confiar en él para no hacerlo de nuevo.

Cuando no dijo nada, él se acomodó de regreso en su asiento y dijo—: Voy


contigo así que también puedes acostumbrarte a eso. Cuanto antes terminemos la
pelea, más rápido podremos pasar a la siguiente fase.

—¿Qué fase? —preguntó con cautela.

R.L. Mathewson
—Sexo de reconciliación —dijo, sonriendo enormemente mientras movía sus
cejas.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó mientras salía del auto, pero no
lo hizo antes que Haley. No era un idiota después de todo. Ella todavía estaba
enojada con él y probablemente, todavía estaba buscando una manera de
deshacerse de su trasero. En retrospectiva, probablemente no debería haber hecho
ese comentario del sexo de reconciliación.

La hora que ellos pasaron en el área de descanso había demostrado


definitivamente eso. Ella había intentado todo lo que pudo para sacarlo de su auto,
pero él se negó a ceder. Finalmente, cuando ella estaba sin aliento y agotada por
tratar de sacarlo del auto, en un triste intento, se dio por vencida, cerró la puerta y
siguió sin hacerle caso durante las próximas dos horas.

—Necesito comestibles —murmuró ella infelizmente, echando otra mirada


en su dirección. Cuando sus ojos se dividieron entre el súper centro Wal-Mart y su
auto, él sacó las llaves de su mano.

—¡Oye! —Trató de quitárselas.


202
—Lo siento, mi pequeño saltamontes, no me estás abandonando en Wally
World —dijo él, guardándose las llaves y dirigiéndose a la tienda, dejándola entre
echar pestes de él o seguirlo. No se molestó en mirar hacia atrás ya que sabía que
ella no iba a ninguna parte. Aunque Wal-Mart no sería su primera opción, esto
solucionó un problema. No tenía nada de ropa desde que había estado un poco
apresurado para esconderse en el coche de Haley, antes de que ella lo viera. Pero
esto iba a funcionar bastante bien para él y ya que podía oler la sal en el aire, sabía
exactamente qué comprar.

—Te odio —murmuró Haley, rabiando pasó junto a él para tomar un carro.

—Me amas y me adoras —le informó mientras hábilmente le quitaba el


carrito y se dirigía hacia el departamento de caballeros.

En el camino se detuvo en el departamento de mujeres cuando un pequeño

R.L. Mathewson
bikini negro le llamó la atención, y decidiendo que se vería muy bien en Haley, lo
lanzó en el carrito, así como el rojo detrás de este. No estaba demasiado
preocupado cuando Haley no lo siguió. Supuso que estaba en algún lugar en la
tienda, tratando de calmarse o comprar un bate de béisbol para golpear su culo
hasta la sumisión.

Eso estaba bien. Tenían toda una semana para trabajar en sus problemas
tanto si ella quería como si no. Era suya, llano y simple, y mientras más pronto se
diera cuenta de que estarían juntos para siempre, antes podría corregir el error que
cometió anoche y mostrarle lo bien que podría ser entre ellos.

Después de que agarró los trajes de baño, ropa suficiente para la semana y
unos pocos artículos de tocador, se dirigió a la sección de comestibles. Cuando vio
el carro de Haley no pudo evitar resoplar con incredulidad. ¿De verdad pensaba
que comprando porciones individuales de comida iba a alimentarlos durante una
semana? Es evidente que su pelea había podrido su cerebro.

Se detuvo cerca de su carro ignorando su linda miradita y dejó todas sus


cosas en su cesta.

—¡Oye! —dijo ella, tratando de detenerlo—. ¿Qué demonios estás


haciendo?

—Necesito más espacio en mi carro para la comida —dijo simplemente. Se


203
dirigió a la sección de productos lácteos, esperando que no acabara por
deshacerse de su mierda para vengarse de él. Entonces, de nuevo, ella debería
saber que si lo hacía él lo tomaría como una invitación a caminar desnudo toda la
semana.

—¿Por qué necesitas baño de burbujas? —preguntó ella mientras se


acercaba a su lado frente a los enfriadores de leche.

Él colocó dos galones de leche en el carro.

—Es para ti —dijo en un tono que le hizo saber a ella que debería ser más
que evidente. A su pequeño saltamontes le encantaba tomar largos baños calientes
de burbujas para relajarse, y realmente necesitaba que se relajara si él iba a
convencerla de que lo perdonara, y se olvidara de esa tontería de la ruptura.

R.L. Mathewson
—Esta… bien —dijo ella lentamente, cogiendo una familiar caja de cartón
negro—. ¿Y qué pasa con estos? Un paquete de veinte y tamaño magnum nada
menos, alguien piensa muy bien de sí mismo.

Suspirando, Jason se acercó y le arrebató la caja de condones de las manos.

—¿Sólo una caja? Pensé que había tomado tres —murmuró, haciendo gala
de buscar en su carrito por las otras. Finalmente, con un suspiro de resignación
regresó la caja—. Recuérdame coger unas cuantas más a la salida.

Con eso se dirigió a la sección de galletas, sabiendo que ella definitivamente


iba a seguirlo esta vez.

—¿Por qué demonios te lo recordaría? No vamos a necesitar una caja,


¡mucho menos tres!
Jason realmente no pudo evitar sonreír ante ese pequeño anuncio.

—Está bien —dijo, cogiendo la caja de condones y colocándola en el estante


superior entre unos higos y galletas de jalea—. Estaba esperando que dijeras eso.

El daño ya había sido hecho la noche anterior. Por supuesto, si hubiera sido
cualquier otra mujer, él habría arrastrado su trasero a la sala de emergencias por la
píldora del día siguiente, pero con Haley, se sentía extrañamente tranquilo respecto
a todo el asunto. En realidad, se sentía un poco excitado ante la idea de ella
teniendo a su hijo. 204

Hasta hace unas horas no había pensado mucho en las consecuencias de la


noche pasada. Había estado tan asustado porque había perdido a Haley para
siempre, que realmente lo pensó poco, pero una vez que se encontró metido en su
pequeño escondite no había tenido mucho que hacer salvo pensar.

Cuando se permitió considerar tener un niño, puede haberse asustado un


poco. Afortunadamente, ella había estado reventando la radio así que
probablemente no lo oyó hiperventilando. Después de que por fin logró calmarse,
se permitió pensar en Haley embarazada con su hijo. Había estado un poco
sorprendido cuando la idea no lo asustó.

Pronto estaba imaginando niñas con traviesos ojos verdes y trenzas,


pidiéndole jugar al té. Por supuesto, traería comida de verdad a la fiesta. Ninguno

R.L. Mathewson
de esos pretendidos alimentos de mierda para sus niñas.

Para el momento en que Haley se había detenido para el desayuno, él había


estado más tranquilo acerca de todo. Ya había decidido hacer caso omiso de esas
tonterías de ruptura. Era ridículo, y sabía que tarde o temprano Haley se daría
cuenta, así que ellos podrían empezar a trabajar en su equipo de béisbol de chicas.

—¿Lo estabas? —preguntó Haley, viéndose tan condenadamente confusa y


adorable.

—Malditamente cierto —dijo él, agarrando varios paquetes de galletas y


arrojándolos en su carrito—. Nada debe interponerse entre nosotros cuando
estamos haciendo el amor —explicó, amando la forma en que su pequeño rostro
se puso rojo brillante.
—¡No vamos a hacer eso otra vez! —siseó ella en voz baja.

¿No hacerlo otra vez? Por favor. Si había una cosa que sabía sobre su
pequeño saltamontes era que ella era tan insaciable en la cama como él. La tendría
en su lecho al final del día, garantizado.

205

R.L. Mathewson
Capítulo 23
Traducido por Kachii Andree y Lalaemk

Corregido por Curitiba

—¿Puedo tener mis llaves de regreso? —le preguntó Haley, tendiéndole la


mano expectante justo mientras Jason colocaba la última bolsa en el asiento
trasero. 206

—No —dijo él, haciendo que la palabra se desplegara, dando un paso por
delante de ella y subiendo en el asiento del conductor.

Suspirando, Haley se metió en el lado del pasajero, sabiendo que era inútil
discutir con él y realmente no tenía la energía. Lo único que quería hacer era
encontrar la cabaña, tomar un baño y dormir durante el próximo día o dos.

Retiró la mano cuando Jason trató de sostenerla. En lugar de argumentar él


actuaba como si nada pasara y se centró en las indicaciones impresas. Pasados
unos minutos le tomó la mano de nuevo.

Después de dos minutos de un tira y jala, Haley se dio por vencida y le


permitió tener su triste pequeña victoria, mentalmente prometiéndose todo tipo de
venganza cuando él sonrió con suficiencia. Estaba demasiado cansada para discutir

R.L. Mathewson
así que se acomodó en el asiento de cuero fresco y trató de no quedarse dormida.

Sus ojos se clavaron en el espejo retrovisor y se estrecharon contra la gran


pila de bolsas de supermercado. Volvió su mirada hacia Jason.

—Espero que no esperes que cocine para ti. —Ella decidió que si él hacía un
puchero ante aquel anuncio iba a romper los puños de furia en su trasero.

Él negó con la cabeza.

—No tienes permiso cocinar esta semana —le dijo, sorprendiéndola


completamente.

—¿Qué?
—Estás de vacaciones. No quiero que levantes un dedo —dijo, levantando
sus manos entrelazadas y presionando un dulce beso en la parte posterior de su
mano. Cuando ella sintió que se empezaba a derretir se recordó lo que él hizo la
última noche y por qué.

Después de un último intento inútil de tirar de su mano, Haley suspiró y se


recostó en su asiento, mirando mientras pasaban pequeñas casas, complejos de
apartamentos, pequeños negocios. Diez minutos después pasaron por un centro
comercial y entraron en una pintoresca carretera escénica que los llevó más allá de
varios grandes hoteles a lo largo de la playa. 207

Haley estaba a punto de quedarse dormida cuando Jason dijo—: Creo que
esto es.

Se obligó a abrir los ojos y vio que se dirigían a varias pequeñas cabañas. Un
minuto más tarde estaban en el largo camino de entrada de una pequeña cabaña
de un nivel.

—¿Tienes la llave? —le preguntó Jason, dejando el auto parqueado y


apagándolo.

Reprimiendo un bostezo, ella asintió. Sin decir palabra, se bajó del auto y
caminó hasta el pasillo corto con conchas trituradas y entró en la casa, decidiendo
que se encargaría de Jason más tarde. En este momento estaba demasiado

R.L. Mathewson
cansada para hacer nada más que tomar un baño y una siesta. Miró alrededor de la
casa y observó que era más lindo que en las fotos que el agente de bienes raíces
de su abuela le envió.

Los muebles de mimbre en la sala de estar eran pequeños, pero parecían


sorprendentemente cómodos, observó mientras caminaba a través de la puerta
abierta hacia la pequeña cocina-comedor y miró por las puertas dobles de cristal.
Frunció el ceño mientras observaba el choque de las olas contra la playa de arena
suave. No había manera de que una cabaña en una playa privada sólo costara mil
dólares de alquiler por una semana.

—Maldita sea —maldijo Haley, pisando fuerte con el pie. Una vez más, su
abuela la había engañado. Cuando Haley le preguntó a la abuela si su agente de
bienes raíces podría mirar propiedades de alquiler para ella, debería haber sabido
que la abuela no sería capaz de evitar precipitarse y encargarse de ello.

Nadie en su familia entendía por qué quería hacerlo por su cuenta, y mucho
menos la abuela. Haley sabía que su abuela tenía buenas intenciones y que estaba
preocupada por ella pero realmente deseaba que dejara de tirar trucos como éste.
No había absolutamente ninguna duda en la mente de Haley de que su abuela
había pagado más de la mitad del precio del alquiler.

Bueno, no había nada que pudiera hacer al respecto ahora mismo. Más 208
importante aún, estaba demasiado malditamente cansada para estar enojada. En
algún momento de esta semana iría a la ciudad y preguntaría por ahí para saber lo
que valía una propiedad de alquiler en esta zona. Entonces le enviaría a su abuela
la diferencia.

—¿Estás segura de que este lugar sólo cuesta mil dólares? —le preguntó
Jason, colocando una docena de bolsas de comestibles en medio de la mesa.

Haley miró por encima del hombro y suspiró. Un problema más con el que
tratar. Empujó sus gafas por la nariz y sacó su celular del bolsillo delantero.

—Mira, ¿por qué no llamas a uno de los chicos para que te recoja? —Se
necesitarían unas cinco horas para que alguien llegara aquí. Esperaba dormir
mientras llegaban por Jason.

R.L. Mathewson
—¿Por qué habría de hacerlo? —le preguntó mientras vaciaba las bolsas y
empezaba a acomodar la comida.

—Porque no te vas a quedar aquí —dijo sin rodeos.

Él soltó un bufido.

—Lo digo en serio, Jason —dijo dando un paso adelante, bloqueándolo de


acomodar el helado. Él simplemente la esquivó y lo guardó.

—No voy a ninguna parte, Haley.

—Mira —dijo, tomando una respiración profunda y calmada—, te voy a dar


un paseo en este momento a uno de los hoteles que pasamos por el camino.
Puedes quedarte allí hasta que alguien pueda venir a buscarte.
—Me voy a quedar aquí, Haley, hasta que resolvamos esto —dijo con
firmeza.

—Tú no te vas a quedar aquí. Antes que nada, he pagado...

—Aquí —dijo Jason, interrumpiéndola, golpeando un cheque sobre la mesa


de roble blanco de la cocina—. Estoy pagando por la casa así que no debería haber
ningún problema.

Jason era la única persona, además de su abuela, que conocía que aún
209
llevaba cheques en su cartera. Tomó el cheque y frunció el ceño cuando vio que él
tenía la intención de pagar el monto total.

Sostuvo el cheque ante él.

—No voy a aceptar esto.

—Sí, lo harás —dijo simplemente mientras se dirigía de vuelta a la sala—. Si


lo rompes, sólo escribiré otro cuando lleguemos a casa.

Haley dobló el cheque y se lo metió en su bolsillo trasero. Un argumento


más para tener más tarde, pensó miserablemente. En este momento estaba
demasiado cansada para preocuparse. Entró en la sala y se dirigió hacia el pequeño
pasillo a la derecha, decidiendo que iría por sus maletas después de su siesta, con
la esperanza de que le daría energía para lidiar con estas tonterías.

R.L. Mathewson
Se dirigió hacia la única puerta en el pasillo y casi tropezó con Jason cuando
estaba saliendo.

—Lo siento —dijo él, dando un paso a un lado para que pudiera entrar en la
habitación—. Estaba trayendo las maletas.

—Gracias —murmuró, sintiéndose más cansada de lo que podía recordar.


No había dormido para nada la noche anterior y la anterior a esa se había quedado
hasta tarde viendo películas y acurrucándose.

—Te ves cansada, bebé —dijo, extendiendo su mano para tocar su rostro,
para luego dejarla caer en el último segundo—. Mira —dijo, frotándose la parte
posterior de su cuello—, por qué no te vas a relajar. Podemos hablar de todo más
tarde.
Estaba en la punta de su lengua decirle que no había nada de qué hablar,
pero eso sólo comenzaría una pelea, así que simplemente asintió, cerrando la
puerta tras ella.

Miró el pequeño dormitorio y casi gimió. Este lugar habría sido perfecto
para una escapada romántica si Jason no hubiera ido y arruinado todo. Lanzó una
mirada de anhelo hacia la cama antes de ir al baño. Aunque no quería otra cosa
que acurrucarse en la cama, desesperadamente necesitaba sumergirse en un baño
caliente. No importaba que tuviera que estar a treinta y dos grados en la pequeña
cabaña. Todavía estaba dolorida entre las piernas de la noche anterior y sabía que 210
no sería capaz de dormir hasta que tomara una aspirina y se sumergiera en un
baño de agua caliente durante un tiempo.

Sólo era otro recordatorio de lo que había hecho anoche. Todavía no podía
creer que la había herido así. A pesar del pasado defectuoso de citas de Jason,
confiaba en él, más que en nadie. Él era la única persona que nunca se aprovechó
de su tendencia de "umbrales".

Él había sido amable, dulce y considerado con ella y nunca trató de


manipularla para hacer algo que no quería hacer. Cuando estaban intimando, ni
una sola vez la había presionado para obtener más de lo que ella estaba dispuesta
a darle. Eso por sí solo la había hecho amarlo aún más. Demasiadas veces en su
pasado los hombres se habían salido de su camino para coaccionarla para que
diera un paso que no estaba lista para dar.

R.L. Mathewson
Cuando ella se negaba, trataban de hablarle dulcemente, manipularla,
culparla, hasta que finalmente se enojaban. Más de un hombre había terminado las
cosas con ella cuando no iba a dormir con él. Había sido llamada perra más veces
de lo que quería recordar. El hecho de que había sido sincera acerca de su nivel de
comodidad sexual no le había importado.

Había habido varios hombres que pusieron fin a las cosas tan pronto como
les dijo que no tendría relaciones sexuales con ellos, pero otros pensaban que
estaba mintiendo, burlándose de ellos, o creándoles un desafío. Cuando finalmente
se daban cuenta de que no estaba mintiendo, terminaban las cosas, se volvían fríos
y crueles. Algunos se habían quedado alrededor un poco más esperando que
cambiara de opinión, pero nunca lo hizo.
Eso hasta Jason.

Su reacción había sido cualquier cosa menos típica o esperada. En lugar de


discutir o cuestionarla, él había aceptado fácilmente lo que le había dicho con una
sonrisa y un poco de broma. Cada vez que intimaban se preparaba para que Jason
la presionara a tener sexo, pero él nunca lo hizo. Ni una vez. Incluso aquellos
momentos en los que sabía que él se estaba muriendo para tenerla, no lo había
hecho. Había apretado los dientes y aceptado lo que le ofrecía, y fue por eso se
sintió cómoda y lista para hacer el amor con él anoche.
211
Tomar el siguiente paso con Jason se había sentido tan natural anoche. No
fue sino hasta después de su pequeño anuncio que lamentaba lo que había hecho.
Él lo hizo porque pensó que ella estaba jugando con él sólo para terminar jugando
con ella. Ayer por la noche la había manipulado a dormir con él para probar algo y
en realidad tenía las pelotas para anunciarlo como si no fuera gran cosa.

Se limpió una lágrima. Era algo muy importante para ella. Había esperado
toda su vida por el hombre correcto y el momento adecuado sólo para ser utilizada
por el hombre que pensó que se preocupaba por ella. Él dijo que la amaba anoche,
pero en realidad no lo hacía. No había duda de que él se preocupaba por ella un
poco, ¿pero amor? No. Lo de anoche demostraba más allá de toda duda que Jason
no era capaz de amarla. Si la amara no la habría tratado tan cruelmente.

La verdad era, que Jason era terco. Fue la razón por la que se acostó con ella

R.L. Mathewson
para demostrar algo, y la misma razón por la que se escondió en su auto y estaba
siendo testarudo acerca de esta ruptura. Dudaba que alguna vez lo hubieran
dejado con anterioridad y probablemente no lo estaba manejando bien. A Jason le
gusta tener la última palabra cuando se trataba de mujeres y tener a su tímida
vecina dejándolo probablemente lastimó su ego.

No había absolutamente no ninguna duda en su mente de que si lo


aceptaba de vuelta, la dejaría en cuestión de semanas, sólo para que él pudiera ser
el que tomara esa decisión. Era mejor para todos que terminaran las cosas ahora.
De esta manera sólo estaría decepcionada de Jason y no lo odiaría, aunque tal vez
eso fuera lo mejor también.
Se detuvo en la puerta del baño y suspiró pesadamente mientras veía el
humeante baño de burbujas que Jason había preparado en la bañera. Incluso había
puesto una toalla y su playera favorita para cambiarse después.

—Estúpido patán —murmuró, una vez más impidiéndose a sí misma


derretirse. Sólo tenía que recordar que todo esto era un juego para él y ella estaría
bien.

212

R.L. Mathewson
Capítulo 24
Traducido por Dai

Corregido por flochi

—Tú, maldito idiota.

Jason no podía discutir eso. Realmente había estropeado todo y necesitaba


213
desesperadamente encontrar una manera de arreglarlo, es por eso que llamó a la
artillería pesada.

Su padre.

—Dime que esta es una broma de mal gusto —dijo su padre con recelo.

—Ojala pudiera, papá —dijo Jason, mirando por encima de su hombro a la


pequeña cabaña mientras caminaba por la orilla del agua.

Había estado paseando aquí afuera desde hace tres horas, tratando de
averiguar qué demonios debería hacer. Finalmente llegó a la conclusión de que
estaba hasta el cuello aquí y necesitaba a alguien con una historia fascinante de
cómo solucionar cagadas con mujeres y sólo se le ocurrió una persona.

R.L. Mathewson
Su papá lo arruinó con su mamá más veces de las que deberían ser
humanamente posibles. No es que él la engañara. Ella simplemente lo mataría si
alguna vez siquiera pensaba en eso. No, su papá podría ser un bastardo arrogante
y testarudo que llevaba a su madre al borde de la locura innumerables veces
durante los años.

—Veamos si lo entiendo, dejaste que una estúpida rubia de un bar te


convenciera de que mi dulce y pequeña Haley —dijo su padre, haciendo que él
sacudiera su cabeza con tristeza. Haley logró tener a su padre en la palma de su
mano con esos pastelitos y compró su amor eterno con el pollo frito, la ensalada
de papa y las galletas M&M. La obsesión del hombre con la comida era realmente
patética.

Gracias a Dios él no tenía ese problema.


—¿…alguna vez hacer algo tan cruel? ¿Después sigues adelante y la cagas en
vez de hablar con ella? ¿Qué diablos está mal contigo? —su padre prácticamente
gritó, haciendo que Jason sostuviera el celular de Haley a varios metros de su oreja.

—Sé que metí la pata, papá —dijo Jason una vez que su papá dejó de
gritar—. Mira, necesito ayuda para saber cómo arreglarlo.

—No te mereces a mi Haley —dijo simplemente su padre.

Jason apenas se contuvo de poner sus ojos en blanco. Su padre era un


214
vendido por la comida.

—¿Se te ha ocurrido que si no arreglo las cosas con Haley, ella nunca te hará
ese pastel de crema Boston que te prometió? —dijo él, sabiendo que la forma de
llegar a su padre era amenazar su comida.

Su comentario fue recibido con una corta pausa.

—Está bien, esto es lo que tienes que hacer —dijo su padre, ahora
concentrado—: necesitas retroceder y dejar de pedir disculpas.

Jason frunció el ceño.

—¿Dejar de pedir disculpas? —Eso no sonaba bien.

—Mmmm, no necesitas seguir recordándole lo gran idiota que eres. Ya lo

R.L. Mathewson
sabe, créeme. Ahora mismo, necesitas trabajar en estar ahí para ella. No la
presiones. De hecho, te sugeriría que trabajes en recordarle cuánto te preocupas
por ella y qué tan bueno eres para ella.

Asentí lentamente.

—Puedo hacer eso.

Su padre resopló con incredulidad.

—Si puedo —insistió Jason, prometiéndose que después de recuperar a


Haley, haría que le hiciera un pastel de crema Boston sólo para poder restregárselo
en la cara al anciano.
—Sólo trata de no estropearlo, porque si me cuestas a Haley, voy a
repudiarte —dijo su padre antes de colgar.

Jason colocó el teléfono en su bolsillo y se dirigió de regreso a la cabaña,


decidiendo que no había momento como el presente para empezar. Tenía que
recordarle lo bien que estaban juntos y por qué lo adoraba. No debería ser tan
difícil. De hecho, estaba seguro de que un pequeño problema iba a garantizar que
no podía vivir sin él.

Entró en la cocina justo cuando Haley entró a la habitación pisoteando con 215
enojo y usando sólo su remera de “Geek”. Le lanzó una mirada con enojo y
murmuró algo sobre sus pelotas que él decidió ignorar cuando ella se dirigió al
refrigerador. Agarró una gaseosa fría y la bebió mientras lo fulminaba con la
mirada.

Lucía exhausta, se dio cuenta mientras se apoyaba contra la mesada. Tenía


que dejar de sonreír. Esto iba a ser tan fácil.

—¿No podías dormir? —preguntó casualmente, ya sabiendo la respuesta.


Ella lo necesitaba y lo sabía malditamente bien. Esta iba a ser la forma en que se
quedaría cerca de ella mientras hacía su mejor intento para convencerla de que lo
perdone.

Haley empujó hacia arriba los lentes sobre su nariz, tomó un trago de Coca y

R.L. Mathewson
simplemente le mostró el dedo corazón mientras salía de la habitación.

Genial. Ya la estaba cagando, pensó, caminando detrás de ella. Cerró la


puerta de su habitación de un golpe en su cara. Después de contar hasta diez, dos
veces, golpeó la puerta.

—Vete.

Suspirando profundamente, abrió la puerta justo a tiempo para ver la del


baño cerrarse de golpe. Caminó hasta la cama y se sentó.

—Haley, yo…

—Mira, Jason, de verdad no puedo hacer esto contigo ahora mismo —dijo
Haley, sin molestarse en abrir la puerta para enfrentarlo, haciendo que Jason se
preguntara si sus tendencias pusilánimes habían regresado. Eso no sería bueno
para ninguno de ellos. Necesitaba que lo enfrentara, no que simplemente lo
evitara—. Deja que termine de vestirme, después te llevaré a un hotel.

—No —dijo él firmemente. No había ninguna manera en que se fuera. Iban


a solucionar esto le gustara o no, y tenía la sensación de que ella no quería.

—Bien —rechinó ella—. Entonces, yo me voy.

Oh, diablos no.


216
Si ella se iba ahora, no habría nada que la detuviera de dejar su trasero por
su bien. No había duda en su mente de que ella no pretendía llevarlo a casa ahora,
lo cual significaba, que probablemente no llegaría hasta mañana en la tarde. Para
ese entonces, ella podría estar en cualquier lugar haciendo su mejor esfuerzo para
convencerse de que podía hacerlo mejor, ella podía, pero ese no era el punto. Él no
podía dejarla partir, no ahora, ni nunca.

Echó un rápido vistazo a la puerta antes de precipitarse hacia la pequeña


mochila de Haley que a ella le gustaba llamar bolso. La revisó hasta que encontró
lo que necesitaba. Sin duda así sólo se iba a enojar más, pero a tiempos
desesperados, medidas desesperadas. Se guardó su billetera y rápidamente revisó
sus pantalones usados, sacando el dinero que tenía en el bolsillo de adelante y las
llaves del auto antes de salir corriendo de la habitación.

R.L. Mathewson
Sólo le tomó un minuto encontrar el escondite perfecto, una de las decenas
de canastas decorativas que recubrían el techo. No había forma de que Haley
llegara ahí o lo encontrara. Después de un minuto, decidió agregar el celular. Lo
apagó, lo agregó a la pila y cubrió sus huellas.

Sabiendo que no había forma de que Haley lo dejara hasta que solucionaran
las cosas, Jason se relajó por primera vez desde que todo esto empezó. Caminó
hasta la cocina sintiéndose seguro de que su pequeño plan iba a funcionar.

Agarró un refresco frío del refrigerador, deseando que fuera una cerveza, y
se dirigió a la playa. Mientras que a su pequeño saltamontes no se le permitiera
beber, entonces él no bebería. No es que él realmente esperara que estuviera
embarazada, pero no quería correr ningún riesgo.
Hasta que él no estuviera seguro de que no estaba embarazada de su hijo ni
siquiera probaría una gota de alcohol, lo cual iba a hacer que sea más difícil tratar
con él. Aunque reconoció que ayudaría emborracharla, él no estaba dispuesto a
dañar a ningún supuesto bebé o a que después ella le tirara en cara que no sabía
lo que estaba haciendo cuando lo perdonó. Para esto, la quería totalmente sobria,
especialmente ya que ella probablemente encontraría una forma de arreglar esto
porque él estaba bastante seguro de que él sólo conseguiría cagarla más.

—¡Cabrón! —escuchó gritar a Haley desde algún lugar tras él.


217
La miró y sonrió, viéndola acercarse hecha una furia con sus pequeños
puños balanceándose a su lado. Volvió a acomodarse los lentes, mirándolo contra
la brillante luz del sol.

—¿Qué hiciste, tú, cabrón? —demandó ella, deteniéndose a medio metro


de él.

—¿Qué? —preguntó inocentemente, tomando un trago de refresco.

—¡Tú sabes qué! —espetó.

—Hmmm, de verdad no —murmuró, tratando de no sonreír cuando ella


gruñó con irritación.

—Mi billetera —masculló con los dientes apretados—. La necesito de

R.L. Mathewson
regreso para poder irme.

—Entonces no la vas a conseguir —dijo él, encogiéndose de hombros.


¿Pensó que la ayudaría a que lo deje? Demonios, su pequeño saltamontes todavía
tenía mucho que aprender.

—Bien —dijo entre diente—. Dame mi celular para que pueda llamar a
alguien —demandó, estirando su mano expectante.

—Lo siento, tampoco puedo hacer eso —dijo él, suspirando pesadamente.
De verdad, ¿no sabía nada de él?

—¿Qué hay de las llaves de mi auto? —preguntó, mirándolo con cautela.


Frunció los labios pensando. Sería mejor para ellos si ella estaba limitada a la
cabaña y al centro de la ciudad a un kilómetro y medio por la carretera.

—No, lo siento, eso tampoco funcionará para mí.

—¡Esto es secuestro! —balbuceó con incredulidad.

—No, no lo es.

—¡Sí, lo es!
218
—Nop.

—¿Cómo diablos lo llamarías? —demandó ella, sacándole el refresco y


terminándoselo.

—¿Una escapada romántica?

Ella soltó un bufido.

—Si realmente no quieres estar aquí, entonces ve adentro y usa el teléfono


de la casa para llamar a alguien —sugirió él inocentemente.

Ella parecía a punto de estallar sus lindos puños de furia.

—Sabes muy bien que no sé ninguno de los números de teléfono de


memoria —espetó. Sí, él sabía eso. Haley, afortunadamente, dependía mucho de la

R.L. Mathewson
tecnología. Una vez que un número era agregado a su lista de contactos, nunca lo
volvía a mirar. Ese pedacito de información por lo general hacía que pusiera los
ojos en blanco, pero ahora lo complacía inmensamente.

—Entonces, creo que estás atrapada aquí —dijo, reprimiendo una sonrisa.

Sus ojos se estrecharon peligrosamente hacia él.

—Entonces —dijo él alegremente—, ¿quieres ir a nadar, de pesca? —Señaló


una gran pared de roca que se metía doscientos setenta metros en el océano—, ¿o
tienes hambre? Puedo preparar unas hamburguesas en muy poco tiempo.

Con una última mirada que prometía daño corporal, Haley salió corriendo
de regreso a la cabaña.
Jason regresó a la cabaña sin molestarse en comprobar las puertas
corredizas de cristal. La pequeña sonrisa engreída de Haley le había dicho todo lo
que necesitaba saber. Ella lo había encerrado afuera. Él le permitiría esta pequeña
victoria, decidió mientras recogía su camisa del sillón, se la ponía y se dirigía a la
ciudad. Probablemente, no había necesidad de decirle que ya había tomado las
llaves de la cabaña.

Tendría que venir a él, tarde o temprano.

219

R.L. Mathewson
Capítulo 25
Traducido por Sitahiri (Divine Insanity)

Corregido por Akanet

Tres en punto de la mañana y Haley estaba cerca de llorar. Estaba tan


increíblemente cansada. Su cabeza punzaba y se sentía enferma del estómago. No
había dormido en cinco días. 220

Ni siquiera un guiño.

Tristemente no tenía nada que ver con la cabaña. La cama era firme, justo
cómo le gustaba, el aire acondicionado funcionaba perfectamente manteniendo la
pequeña cabaña a una fría temperatura de veinte grados y el único ruido que se
escuchaba era el sonido de las olas golpeando contra la playa. En realidad deseaba
que hubiera algo de lo que quejarse, porque eso significaría que irse a uno de los
hoteles atrás en el camino le proveería del sueño que su cuerpo necesitaba
desesperadamente.

La razón por la que no podía dormir era bastante sencilla. El bastardo que se
rehusaba a irse sin importar cuántas veces le rogó, suplicó y amenazó era cien por
ciento responsable de este pequeño problema. Ser así de dependiente de otra

R.L. Mathewson
persona para dormir no era saludable ni normal, pero sin importar cuántas veces
trató de hacerle entender ese mensaje a su extenuado cuerpo no escuchaba.

Intentó de todo en los últimos tres días. Al principio pensó que la relajación
haría el truco, así que había tomado una docena de baños calientes, leído unos
libros e incluso un relajante paseo por la playa bajo la luz de la luna. Cuando la
relajación no funcionó trató con actividad vigorosa. Nadó, hizo largas caminatas y
limpió la cabaña de arriba abajo.

Absolutamente nada funcionó. No había forma de que pudiera manejar otro


día sin dormir, mucho menos los cuatros días que Jason estaba determinado a
estar al pendiente de ella.
Se sentó en la cama y pateó las sábanas para librarse de ellas. Maldición. Si
iba a estar atrapada con él, entonces bien podría sacar algo de ello. Abrió su puerta
de par en par y caminó por el corto pasillo.

Jason le echó un vistazo y suspiró. No estuvo muy sorprendida de


encontrarlo despierto. Parecía que esta pequeña adicción iba en ambas
direcciones, afortunadamente, porque si iba a sufrir entonces él también.
Reconoció que su incapacidad para dormir podría tener más que ver con las
pequeñas sillas de mimbre en las que estaba forzado a sentarse toda la noche.
221
—No sé qué hiciste, pero me arruinaste el sueño y dado que no me darás
mis cosas de nuevo he decidido que me permitirás el uso de tu cuerpo para dormir
—aclaró, temiendo que tal vez la malinterpretara—, hasta que regresemos a casa y
pueda obtener una prescripción para pastillas para dormir de mi doctor.

Jason simplemente la miró con ojos enrojecidos.

—Está bien —dijo ella con firmeza, asintiendo para ella misma—. Mueve tu
trasero —dijo, indicándole la habitación con la cabeza.

—No —dijo él suavemente.

Ella le entrecerró los ojos.

—No me hagas lastimarte, Jason. Estoy demasiado cansada para cualquier

R.L. Mathewson
estupidez esta noche, así que mueve el trasero.

Negó tercamente con la cabeza.

—No hasta que prometas pasar los últimos cuatro días conmigo.

—No.

Habían roto y él de verdad necesitaba aceptar eso, en especial porque


regresarían a trabajar en dos semanas. Ella no quería tener que lidiar con nada de
esta tontería en el trabajo. Él necesitaba aceptar esto para que ambos pudieran
continuar. Ya era suficientemente duro estar cerca de él y no ser capaz de tocarlo.

Lo amaba demasiado y esto la estaba matando. Lo mejor que podían hacer


por ambos era dejarlo ir ahora para que ella tuviera algún tiempo, incluso unos
días, para llorar por su relación. Ya sabía que tendría que poner la casa en el
mercado y buscar un nuevo empleo tan pronto como regresara.

Después de esto sabía que nunca lograría estar en la misma habitación que
él o mirarlo pasearse afuera sin sentir que su corazón se rompía. Necesitaba poner
tanta distancia entre ellos como pudiera si esperaba sobrevivir a esto.

—Nos quedan cuatro días, Haley. Si quieres dormir entonces me darás lo


que quiero.
222
—Necesitas dormir tanto como yo —señaló ella.

Asintió en acuerdo.

—Estoy dispuesto a no dormir si es lo que se necesita.

—No vamos a volver —dijo ella, sintiéndose más exhausta de lo que había
estado hace cinco minutos.

—No estoy pidiendo eso, Haley. Estoy pidiendo un poco de tiempo real
contigo.

—¿Esperas que crea eso?

—Sí —dijo él, sonando tan exhausto como ella se sentía—. Sólo quiero
tiempo contigo.

R.L. Mathewson
Lo consideró por un momento. En este punto estaba dispuesta a soltar sus
riñones si eso significaba dormir un poco.

—Bien —dijo lentamente—. Pero sólo tiempo. Sin besos, sexo o tocar.

Suspiró con evidente alivio mientras se ponía de pie.

—Eso está bien —dijo él, pasando a su lado y caminando a su habitación.


Ella lo siguió, impaciente por dormir un poco finalmente.

—La ropa interior se queda puesta —anunció ella, mientras entraba en la


habitación.
Jason se puso de nuevo su ropa interior de un tirón, probablemente
demasiado cansado para discutir, y se dejó caer en la cama. Después de una leve
vacilación, Haley se acostó y se acurrucó contra él. En cuestión de minutos sintió
que su cuerpo se relajaba y empezaba a dormirse.

—¡Oh, por Dios, no! ¡Va a morderme! —chilló Haley, saltando hacia atrás
cuando el pequeño cangrejo se movió hacia ella.
223
Jason soltó una risita mientras veía a su pequeña saltamontes correr de
puntillas, tratando de escapar del pequeño cangrejo que en realidad sí parecía que
se la tenía jurada. Cada vez que Haley cambiaba de dirección también lo hacía el
cangrejo.

Ahora, Jason podría muy fácilmente arreglar este pequeño problema por su
pequeña saltamontes si la cargaba en brazos, pero estaba siguiendo sus reglas.
Sólo tenía cuatro días para convencerla de que no podía vivir sin él, y si eso
significaba que tenía que seguir sus reglas para pasar tiempo con ella entonces las
seguiría al pie de la letra. No iba a darle una razón para romper su acuerdo.

Era por eso que una hora antes cuando se levantó para encontrar a Haley
acurrucada en sus brazos, rápidamente saltó de la cama y se alejó de ella. Pareció
un poco confundida y dolida, y él casi ignoró las reglas y la tomó en sus brazos,

R.L. Mathewson
pero se obligó a sí mismo a mantener la cabeza en el juego. Dijo buenos días y la
dejó para que tomara una ducha, y no unírsele casi lo había matado, y les preparó
el almuerzo.

Después de almorzar había necesitado un poco de incitación y cerca de una


docena de recordatorios de que prometió pasar los últimos cuatro días con él. Con
un suspiro resignado lo siguió a la playa. Por primera vez desde que arruinó sus
flores un pesado e incómodo silencio surgió entre ellos.

Reprimió otra disculpa, recordando lo que su padre dijo, y caminó a su lado,


tratando de descubrir qué demonios debería decirle. Desafortunadamente Haley
parecía estar tan incómoda como él. Sabía que estaba a punto de sugerir que
regresaran a casa de nuevo, cuando por suerte encontraron al cangrejito
empeñado en atacarla.
Ahora los dos reían, mirando las travesuras del cangrejito, el incómodo
silencio olvidado.

—¡Jason! —gritó Haley cuando el cangrejo intentó coger sus dedos.

Suspirando, Jason se inclinó y cogió al cangrejito. Lo levantó para que


pudiera verlo a los pequeños ojos de insecto.

—Es algo lindo.

Haley hizo un adorable mohín. 224

—Si tú lo dices.

Se dio cuenta de que ella no hacía ningún intento de acercarse a mirarlo


más de cerca. De hecho, parecía como si estuviera tratando de apartarse
discretamente. Jason reprimió una sonrisa mientras se lo tendía. Ella chilló, saltando
hacia atrás y casi cayó sobre su trasero en el océano.

—¡Aléjalo de mí!

—Oh, vamos, Haley. Sólo quiere un besito —dijo Jason, empujando el


cangrejo hacia ella de nuevo—. Sólo un besito.

Haley soltó una risita incluso mientras se escabullía del camino.

R.L. Mathewson
—¡Vamos, le gustas! —dijo Jason, riendo entre dientes mientras iba tras ella.

—¡Aléjate! —dijo Haley, riendo tan fuerte que tropezó varias veces, pero de
algún modo se las arregló para quitarse cuando el cangrejo invadía su espacio
personal.

—¡Juro por Dios, voy a patearte el trasero por esto!

Haley dejó caer su libro cuando se colgó del brazo de Jason y trató de
arrastrarlo a la fuerza.
—¡Eso es publicidad falsa! —dijo Jason, regresando a la puerta por la que
habían sido echados bruscamente hace diez minutos—. El letrero dice: “todo lo que
pueda comer”.

Afortunadamente los últimos meses en compañía de Jason habían curado su


problema de avergonzarse fácilmente, de otro modo probablemente estaría
poniéndose toda roja ahora mismo y deseando que se abriera un hoyo en la tierra
y la tragara entera mientras la gente se detenía para mirarlos boquiabiertos.

—Estaban cerrando —señaló ella suavemente. 225

—Esa no es excusa —dijo él, fulminando con la mira al personal en espera


que los miraba nerviosamente desde detrás de las cortinas.

—Creo que se quedaron sin comida —dijo Haley, haciendo lo posible por no
reírse cuando él hizo un puchero.

—Bastardos —murmuró Jason.

—Vamos, te dejaré que me invites a una película tardía —dijo ella, tirando
de su brazo. Renuentemente, él dejó que le mostrara el camino, sólo lanzando una
ocasional mirada de anhelo hacia el restaurante. Haley hizo lo que pudo por no
poner los ojos en blanco. El hombre estaba demasiado obsesionado con la comida.
Conforme se ponían en la larga fila afuera del cine un pensamiento pasó por su
mente.

R.L. Mathewson
—Nunca me llevaste al bufet de un restaurante en casa —señaló. Ahora que
pensaba en ello en realidad le sorprendía que no lo hubiera hecho. Parecía el tipo
perfecto de restaurante para Jason, demonios, para Jason y su padre. Ambos
adoraban la comida, lo que era probablemente el motivo por el que sus padres se
detuvieran en un solo niño. Sólo el pensar en un montón de pequeños Jason
corriendo y comiendo fuera con sus padres y en casa era aterrador.

Jason murmuró algo.

—¿Qué? —preguntó ella, apartando la vista de la lista de películas


exhibiéndose.

—Dije, que me han vetado —refunfuñó infeliz—. Es todo política —aspiró.


—Ajá…. ¿y tu padre? —preguntó, ya teniendo la sensación de cuál iba a ser
su respuesta.

—A él lo vetaron desde 1995 —dijo Jason con un encogimiento de


hombros.

—Ya veo —dijo ella, torciendo los labios.

—En dos años la banda en Las Vegas será levantada. Estamos planeando un
gran viaje —dijo, mirándola esperanzado.
226
Haley abrió la boca para recordarle que no iban a estar haciendo nada
juntos en dos años cuando se dio cuenta de lo que dijo.

—¿Has sido vetado en Las Vegas?

—No de Las Vegas, sólo de todos los buffets —dijo Jason con un
encogimiento de hombros como si no fuera la gran cosa.

—¿Todos los buffets? —quiso saber ella, incapaz de esconder su sorpresa.


Tenía que haber cientos de buffets en Las Vegas.

—Supongo que tuvieron una junta o algo así. Como dije antes, todo es
política —dijo Jason señalándole que avanzara en la fila.

Durante unos minutos estuvo demasiado atónita para decir algo. Sabía que

R.L. Mathewson
amaban la comida, pero vaya….

—¿Qué película quieres ver? —preguntó Jason, sacándola de sus


aterradores pensamientos.

Haley rápidamente echó un vistazo a la lista, a punto de decirle a Jason que


escogiera una cuando vio una película que había estado esperando para ver
durante un tiempo.

—¿Qué tal “Al Infierno y de regreso”? —sugirió.

Jason frunció el ceño.

—¿Aquella con Edward y Dana Pierce?


Ella asintió.

—Bien —dijo con poniendo los ojos en blanco exageradamente, ganándose


una sonrisa de parte de ella—. Una película para chicas será. —Compró los boletos
y se encaminó hacia el puesto de comida—. Sólo necesito algo para comer antes
de desmayarme.

Estiró el brazo para tomar su mano, sólo para dejarla caer. Su sonrisa se
volvió educada mientras le hacía señas para que fuera delante de él. Haley forzó
una sonrisa mientras se ponía delante de él en la fila, recordándose a sí misma que 227
esto era exactamente lo que ella quería. Quería regresar a ser amigos, incluso si era
sólo por poco tiempo, así que Jason aceptando eso inmediatamente era algo
bueno, se dijo a sí misma.

Después de que compraron sus bocadillos, bueno los bocadillos de Jason


porque ella todavía estaba llena, encontraron dos asientos en el medio hacia el
frente. Afortunadamente los cortos ya se estaban exhibiendo así que Haley
aprovechó la oportunidad para poner su cabeza en orden. Realmente tenía que
detenerse a sí misma de desear que Jason la tocara, la abrazara y la besara.

Habían roto. Por supuesto Jason lo aceptó y ella también debería hacerlo.
Era lo mejor sin importar cuánto la hacía querer llorar.

R.L. Mathewson
Capítulo 26
Traducido por: Lucia A. y Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Akanet

—No tienes que comprar la cena. Podía haber cocinado —señaló Haley
mientras seguían a una camarera a un reservado en el restaurante de estilo de los
años cincuenta. 228

—No vas a mover un dedo mientras estás de vacaciones —indicó Jason otra
vez. Esta era otra cosa por la que iban a tener que discutir, pero más adelante. En
estos momentos estaba demasiado ocupado mostrándole a Haley lo mucho que se
preocupaba por ella. Durante los dos últimos días estaba bastante seguro de que
Haley había comenzado a perdonarlo.

A estas alturas ella probablemente se dio cuenta de que no deberían estar


separados. Ahora todo lo que tenía que hacer era tratar de no embarrarla otra vez,
no es que él realmente pensara que lo haría. Había estado actuando como el
amigo perfecto durante los últimos días. Por la noche le permitía a ella decidir la
posición en la que dormirían y en la mañana saltaba fuera de la cama y tomaba
una ducha muy fría o iba a nadar en el océano. Luego pasaba el resto del día
encontrando cosas divertidas que hacer y se guardaba sus manos para sí mismo.

R.L. Mathewson
Era más difícil de lo que se había imaginado, pero de alguna manera se las
arregló para tratar a Haley como una buena amiga. No había duda en su mente de
que ella estaba dispuesta a volver a como las cosas solían ser. Jodidas gracias a
Dios, porque él no creía que pudiera durar otro día con esta mierda de la amistad.

Ella era su pequeño saltamontes, simple y llanamente. No poder tocarla y


abrazarla estaba simplemente mal.

—¿Puedo conseguirles una bebida para empezar? —le preguntó la


camarera, lanzándole una mirada apreciativa.

—Tomaremos dos Coca-Cola, por favor —dijo, dirigiendo su atención al


menú delante de él. No estaba dispuesto a hacer algo para alentar a la mujer. En
este momento necesitaba ser capaz de concentrar toda su energía en su pequeño
saltamontes y no en una camarera con una apretada camisa rosa dos tallas
demasiado pequeña que esperaba calentar su cama esta noche.

—Iré a traerlas ahora mismo —dijo con una voz seductora. Jason le echó un
vistazo a Haley, preguntándose si el obvio interés de la mesera le molestaba. Si lo
hizo, no lo demostró. Al parecer, una vez más, Haley era demasiado ajena para
notarlo, lo que probablemente era lo mejor porque no podía soportar las mujeres
celosas.
229
—Tengo que usar el baño. ¿Podrías ordenar por mí si ella vuelve antes que
yo?

—Por supuesto —dijo Haley, sin molestarse en levantar la vista del menú—.
¿Qué quieres?

—Dos hamburguesas con queso —dijo él, sin molestarse en decirle cómo las
quería o sin pedirle dos adicionales. Ella sabía lo que le gustaba.

Cinco minutos más tarde caminaba fuera del baño justo cuando su camarera
terminaba de escribir su orden. La camarera levantó la vista de su cuaderno de
notas y le sonrió. Le dijo algo más a Haley antes de caminar a él, sonriendo
tímidamente todo el tiempo.

—Tu amiga —dijo, gesticulando hacia Haley, que los observaba con

R.L. Mathewson
aburrido interés—, dijo que te puede gustar la banda que está tocando en el TJ’s.
Es una banda que toca música de Nickelback. Dijo que me podrías recoger en dos
horas después de que salga del trabajo, pero si me das quince minutos
probablemente podría conseguir la noche libre.

—¿Espera? ¿Qué? —preguntó Jason, confundido como el infierno—. ¿Te dijo


que yo estaba interesado?

—Mmmhmm —dijo la camarera, despreocupada de que él estuviera


claramente enojado.

—Disculpa —dijo firmemente, caminando a su alrededor.


—Iré a preguntar si puedo salir antes —anunció la camarera, sonando
aturdida.

—No te molestes —lanzó Jason sobre su hombro.

Se acercó a Haley, puso las manos sobre la mesa y se inclinó hasta quedar
prácticamente nariz a nariz con ella.

—Dime que no acabas de intentar organizarme una cita con la camarera —


soltó él, tratando de detenerse a sí mismo de retorcer su pequeño cuello.
230
—No te organice una cita en sí, pero le dije que te podía gustar la banda y
que estabas soltero —dijo ella simplemente, empujando sus gafas encima de su
nariz.

—¿Estoy soltero? —repitió, su voz sonaba a hueca.

—Sí —dijo Haley, moviendo su mirada hacia la izquierda y lejos de él.

Lentamente se apartó de ella y se levantó. Tragando saliva, le preguntó—:


¿Es lo que realmente quieres?

—Sí —dijo ella sin la menor vacilación, haciendo todo de repente clarísimo.

Sacó dos billetes de veinte y las arrojó sobre la mesa.

R.L. Mathewson
—Vamos —dijo él, dirigiéndose hacia la puerta.

—¿A dónde vamos? —le preguntó Haley cuando lo alcanzo.

—A casa.

—¿Jason? Jason, habla conmigo. Realmente me estás asustando.

Durante las últimas seis horas él había estado mortalmente tranquilo.


Cuando dijo que se iban a casa en el restaurante ella pensó que quería volver a la
cabaña. Sabía que no debería de haber alentado a esa camarera. No quería y había
estado a punto de informarle a la mujer lo que Jason había dicho cuándo se dio
cuenta que el ver a Jason con otra mujer podría ayudarle a superarlo antes. No
tenía ni idea de esto lo enojaría tanto de lo contrario no hubiera dicho nada, pero
necesitaba superarlo antes de que finalmente el dolor la amenazara con llevarla a
sus rodillas.

Ella lo amaba mucho más de lo que debería haberse permitido a sí misma.

En lugar de responderle, él abrió la puerta del conductor de un tirón y abrió


el maletero. Ella se bajó rápidamente del auto justo cuando las luces del sensor de
movimiento en la casa se encendieron.
231
—Por favor, háblame —dijo mientras lo observaba agarrar la tres bolsas de
ropa que había comprado y dirigirse hacia su puerta.

—¡Jason, no hagas esto! —dijo ella, incapaz de soportar la idea de acabar las
cosas de esta manera.

—¿Quieres hablar? —preguntó él, girando lentamente para enfrentarle.

—Sí —dijo, aliviada de que él le estuviera hablando por lo menos.

Tiró las bolsas a un lado y se acercó a ella.

—Bien. Hablemos, Haley —dijo en su cara—. Lo jodí, Haley. No debería


haber dejado que una zorra me vendiera una línea de mierda y debería haber
hablado contigo, pero ¿sabes qué? Tú también te equivocaste.

R.L. Mathewson
—Nunca te molestaste en decirme por qué no querías tener relaciones
sexuales —Cuando ella abrió la boca para discutir él habló sobre ella—, sé que
pude haberte preguntado mil veces diferentes, pero estaba muy malditamente feliz
como para importarme. Quería estar contigo, pase lo que pase. Te amé, Haley y
pensaba que tú me amabas. Así que, cuando esa mujer me dijo que tú no dormirías
conmigo porque no me amabas me entró el pánico a lo grande e hice algo que
probablemente lamentare por el resto de mi vida.

—¿Te arrepientes de dormir conmigo? —preguntó Haley, sintiendo que su


corazón descendía.

—Sí, porque obviamente te lastimé esa noche y te dio la excusa que


obviamente querías para acabar las cosas —dijo, caminando lejos de ella mientras
se pasaba las manos por el cabello en señal de frustración.
—Yo no estaba buscando una excusa para acabar las cosas —farfulló ella,
dando un paso hacia él.

—¡Mentiras!

—¡No! —gritó ella en respuesta—. ¡Tú eres el que pensó que te estaba
jugando una mala pasada! Eres el que tenía que demostrar…

—¡Oh, dame un jodido descanso! —gritó, provocando que ella saltara de


nuevo—. Metí la pata, Haley. Lo admito. Joder, lo admití justo cuando sucedió e
232
incluso te dije cuando empezamos a salir que lo más probablemente es que lo
arruinaría. —Continuó él, sin darle una oportunidad de hablar—. Estabas feliz de
que lo arruinara. Te dio la excusa que necesitabas para dejarme.

—¡No, no lo estaba! ¡Me lastimaste, Jason! Deberías haber…

—Debería haber hecho cien cosas diferentes, pero ¿sabes qué, Haley? No lo
hice. Lo arruiné, sí, pero estás actuando como si me la pasara jodiendo contigo.

—¡Porque lo vas a hacer! —gritó ella, limpiando con enojo las lágrimas que
se derramaban por sus mejillas—. Ambos sabíamos que esto no iba a durar, ¡Jason!
¡Lo que hiciste lo demuestra!

—¿No iba a durar? ¡Maldita sea, te amaba! —gritó él, cada vez más cerca—.
¡Quería pasar el resto de mi vida contigo! Pero todo el tiempo que estaba

R.L. Mathewson
pensando en una casa, matrimonio y los niños tú solo estabas usándome.

—¡No te estaba usando! —gritó ella, empujándolo hacia atrás.

—Entonces, ¿cómo diablos lo llamarías? —le preguntó, dejando que ella lo


empujara otra vez—. Era lo suficientemente bueno para andar juntos, salir,
acostarse, oh, espera, no lo era, ¿cierto? Lo único que pensabas era que era bueno
para pasarlo bien.

—¡No puedo creer que te estés quejando! —dijo ella, apartando su cabello
de su cara—. ¡Así es exactamente cómo tratas a las mujeres! ¡Simplemente estás
enojado porque alguien te lo hizo a ti!

—Nunca me he aprovechado de ninguna mujer. Todas sabían que no tenía


nada que ofrecer, pero tú —Movió la cabeza con disgusto—, me hiciste pensar que
realmente te preocupabas por mí cuando lo único que había era una perra
buscando un buen rato.

Ella lo abofeteó. Duro.

—Eres una puta snob al igual que tu familia —dijo él fríamente.

—Te odio —siseo, ignorando el punzante dolor en su mano. Ella no lo había


utilizado, lo sabía. Había sido la única de ellos que entró en esta relación con la
cabeza fría. Él podría pensar hoy que la amaba, pero sabía que eso iba a cambiar
233
un día y ella no se iba a sentir mal por escapar antes de que llegara ese día.

Él limpió una pequeña gota de sangre de su labio mientras la observaba.

—Viniste a mí para pasar un buen rato así que me voy a asegurar de que
obtengas eso.

—Que…

La interrumpió con un firme beso. Ella trató de retroceder, pero él no lo


permitió. Ahueco la parte posterior de su cabeza, sosteniéndola contra él mientras
rozaba sus labios sobre los de ella, coaccionándolos a cooperar. Cuando pasó la
punta de su lengua entre sus labios, exigiendo la entrada, fue incapaz de
rechazarlo.

R.L. Mathewson
Ella gimió cuando su caliente lengua se deslizó en su boca, deslizándose
sobre la de ella, y luego enredándose juntas. Sus brazos se envolvieron alrededor
de su cuello, halándolo, incapaz de soportar la idea de estar separados.

No importaba lo que él creía, no lo había estado usando. Lo amaba


demasiado y a pesar de que sabía que acabaría lastimada al final, no había podido
ser capaz de pasar por alto la oportunidad de estar con él.

Cuando la recogió en sus brazos, no peleó contra él. No, agarró un puñado
de su cabello, inclinó su cabeza y profundizó el beso. Varios minutos más tarde
estaban en su sala de estar y él estaba pateando la puerta principal para cerrarla. La
depositó sobre sus pies sólo para agarrar sus muslos y levantarla. Ella envolvió sus
piernas alrededor de su cintura, amando la manera en que él agarró su culo y la
frotó contra su erección.
Liberó una mano de su cabello para estirarla entre ellos y tirar de la camiseta
de él hacia arriba. Jason giró en la sala, apoyándola contra la pared mientras
estiraba su mano hacia atrás y tiraba de su camiseta, sólo rompiendo el beso para
quitársela. Él siguió presionándola contra la pared mientras trabajaba para quitarle
la blusa a ella.

Él la levantó así podría lamer su camino hasta sus pechos. Ella abrazó su
cabeza contra su pecho mientras él trazaba las copas con su lengua y gimió
cuando él succionó un duro pezón a través del fino encaje.
234
—Mmmm —gimió ella suavemente mientras él succionaba y amasaba sus
pechos. Sus caderas rodaron suavemente contra su vientre, buscando alivio. Ella
arqueó la espalda cuando sintió sus manos dejar sus pechos y moverse a su
espalda. En segundos tenía el sujetador desabrochado y su lengua corría sobre sus
pechos, sacudiendo sus duros pezones.

Haley lamió sus labios mientras se terminaba de quitar el sujetador. Envolvió


sus brazos alrededor de su cabeza, sosteniéndolo contra ella mientras se inclinaba
y presionaba un beso en la parte superior de su cabeza.

Jason gimió mientras envolvía sus brazos alrededor de ella, manteniendo sus
pechos donde quería, la apartó de la pared y caminó por el pasillo completamente
negro hasta el dormitorio. De alguna manera se las arregló para entrar en el
dormitorio sin tropezar.

R.L. Mathewson
La depositó en la cama. Inclinándose sobre ella, corrió su caliente y húmeda
lengua de un duro pezón a otro mientras desabrochaba sus pantalones cortos. Él
deslizó su mano por debajo de la cintura de sus pantalones cortos y bajo sus
bragas. La tomó en su mano, haciéndola retorcerse contra él.

Con un último movimiento de su lengua contra su pezón, se sentó y la


ayudó a salir de sus pantalones y bragas, mientras que Haley se quitaba sus
zapatillas. Abrió los brazos hacia él, esperando que regresara para un beso. En la
tenue luz de la luna lo vio sacudir la cabeza.

—Rueda sobre tu estómago —dijo, ayudándola a girarse—. Sobre tus


manos y rodillas —dijo Jason suavemente.

—Eso es —arrulló él cuando ella hizo lo que le pidió.


Haley abrió la boca, sujetando el edredón con fuerza en sus manos, cuando
sintió a Jason presionar un húmedo beso en una mejilla y luego en otra. Sin decir
una palabra ella separó más sus piernas y arqueó la espalda. Él continuó
presionando besos en su espalda y trasero mientras deslizaba un dedo dentro de
ella.

Haley gimió, lamiendo sus labios. Las pocas veces que habían jugado en esta
posición había sido muy bueno. Siempre la tomaba con fuerza con los dedos o la
boca justo así, haciéndola gritar. Una vez pasó su polla entre sus labios. Cuando
comprendió que él se estaba satisfaciendo así mismo contra ella, llego más fuerte 235
de lo que podía recordar.

Sólo el pensamiento de él provocando sus pliegues con su polla la tenía


cabalgando su dedo.

—¿Te gusta eso? —preguntó Jason, añadiendo otro dedo.

—Sí —gimió ella mientras se empujaba hacia adelante hasta que sólo la
punta de su dedo quedaba dentro en ella, entonces lentamente se deslizó hacia
atrás, amando la forma en que la llenaba. Le encantaba la forma en que se sentía,
la forma en que la tocaba, la manera en que la volvía tan loca de necesidad que en
lo único que podía pensar era en tenerlo, ella simplemente lo amaba.

Durante la pasada semana había sido una estúpida y había estado tan

R.L. Mathewson
malditamente asustada de que Jason le hiciera daño algún día, que estuvo a punto
de cometer el más estúpido error de su vida. No lo dejaría irse. Ellos encajaban
juntos. En cierta medida siempre lo había sabido, pero había estado tan
malditamente asustada que no lo había visto.

Por primera vez se permitió imaginar el futuro que siempre pensó estaba
fuera de su alcance. Se imaginó durmiendo en los brazos de Jason cada noche por
el resto de sus vidas, imagino pequeños niños sonriendo cuando ella hacía galletas
y niñas envolviendo a Jason alrededor de sus pequeños dedos, y supo que nunca
sería feliz sin él.

—Entonces vas a amar esto —murmuró suavemente.

Ella lamió sus labios con anticipación cuando oyó el sonido de su cremallera
siendo bajada. Un segundo después sintió sus mulsos revestidos en jean
presionarse contra la parte posterior de sus piernas y su caliente vientre apretarse
contra su espalda.

Él lamió una línea desde su cuello a su oído, tomando el lóbulo de su oreja


en su boca y succionándolo suavemente mientras la punta de su erección se
presionaba contra su centro.

—¿Recuerdas el día que estábamos en tu jardín? —susurró en su oído.

—Sí —se las arregló para decir.


236
—No tienes ni idea de lo mucho que quería tomarte ese día, justo así —dijo,
deslizándose lentamente dentro de ella.

—¡Oh Dios! —gritó Haley ante la sensación de ser llenada. Afortunadamente


no dolió como la última vez. Se sentía tan bien ser colmada por él de esta manera,
tan correcto.

—Me he imaginado follándote de esta forma al menos una docena de veces


desde ese día, mi pequeño saltamontes. Creo que es lógico que esto finalice de la
manera en que empezó, ¿no estás de acuerdo?

—Jason, qué estas…

Él cortó sus palabras con un empuje largo y profundo. Este fue seguido de

R.L. Mathewson
otro y luego otro. Sus manos cubrieron las de ella, sus dedos se enlazaron mientras
él la tomaba lentamente. Sus bajos gemidos en su oído y la forma en que se
frotaba contra su clítoris cada vez que se deslizaba en ella la tenían gritando su
liberación. Jason gimió en su oído, minutos después sintió su caliente liberación
dentro de ella. Se sintió tan bien que desencadenó otro orgasmo. Jason empujó
suavemente hasta que sus brazos cedieron y ella se desplomó en la cama,
jadeando en busca de aliento.

De alguna manera se las arregló para voltear y darle lugar a Jason, pero él
no estaba allí. Ella levantó la vista y lo encontró tirando de su bragueta hacia arriba.

—¿Jason? —Se sentó lentamente. La expresión herida en su rostro hizo


doler su estómago. Extendió la mano para coger su mano, sólo para encontrarlo
dando un paso atrás.
—Adiós, Haley —dijo suavemente.

—¿Jason? ¡Jason! —gritó ella mientras la puerta del dormitorio se cerraba


con un chasquido siniestro detrás de él.

237

R.L. Mathewson
Capítulo 27
Traducido por Lucia A. y Nixii.Wrath (Divine Insanity)

Corregido por Clau12345

—¿Jason? —dijo Haley, jadeando en busca de aliento.

—¿Haley? —dijo la última persona en la tierra que esperaría que llamara.


238
—¿Papá? —dijo Haley, sentándose en el brazo de su sofá y haciendo su
mejor esfuerzo por calmar su acelerado corazón. Había estado afuera desyerbando
su jardín e intentando salir adelante otro día sin llorar cuando escuchó el timbre del
teléfono. Temiendo que fuera Jason, corrió a la casa desesperada por escuchar su
voz.

Una semana completa y ni una palabra, y tampoco era por falta de esfuerzo.
Ella había llamado a su teléfono más de una docena de veces al día, le había
enviado mensajes y había acosado hasta el infierno a sus amigos y familiares
buscándolo. Hasta el momento no había tenido suerte. Nadie tenía idea de dónde
diablos estaba. Hasta ayer se había convencido a sí misma de que él simplemente
necesitaba tiempo y que regresaría, pero eso fue antes de que la agente
inmobiliaria, la misma agente de bienes raíces que no había podido vender su casa,

R.L. Mathewson
colocara una cartel de venta en el patio delantero.

Ahora Haley estaba desesperada por encontrarlo. Debía explicarle algunas


cosas y probablemente arrastrarse. Jason no fue quien lo arruino. Necesitaba que
regresara aquí para poder solucionar las cosas antes de que fuera demasiado tarde.

—¿Tienes un momento? —preguntó su padre.

Frunciendo el ceño, verdaderamente confundida y sorprendida de que la


llamara, Haley asintió inexpresivamente, luego recordó que él no podía verla y
respondido. —Sí. ¿Qué pasa? —preguntó, preguntándose por qué no había hecho
que su secretaria la llamara para transmitirle cualquier mensaje que necesitara
darle.
—Tu abuela me dijo que te tomaste unas vacaciones la semana pasada.
¿Cómo te fue? —preguntó casualmente, pero Haley no podía dejar de sentir que
había algo más. No era propio de él interesarse realmente en su vida.

—Estuvo bien —dijo, con ganas de patear su propio trasero otra vez. Podría
haber sido genial si no hubiera reaccionado exageradamente en primer lugar.
Jason lo había jodido, pero no merecía el nivel de drama que ella había creado. Si
le hubiera hecho arrastrarse por unas horas podrían haber pasado un buen rato.

Hombre, era tan idiota. 239

—Escuché que Jason fue contigo —dijo él, seguido de una breve pausa
expectante.

—Sí, Jason fue conmigo, papá. Te dije que éramos novios —dijo Haley,
acercándose al ventanal y mirando hacia fuera. Sus ojos se volvieron ranuras
mientras observaba a Bárbara, su ex-agente de bienes raíces, hacer un gesto hacia
una pareja de mediana edad para que la siguieran a casa de Jason.

—No es nada serio, espero —dijo, llamando la atención de Haley de nuevo a


la conversación.

—¿Qué?

—Tú y Jason. Tu abuela dijo que era serio, pero no pienso que seas tan tonta

R.L. Mathewson
como para desperdiciar tu vida con un hombre como ése —dijo su padre,
dejándola en asombrado silencio. Aunque a estas alturas uno pensaría que había
muy poco que su familia pudiera decir o hacer para conmocionarla.

—¿A qué te refieres con “un hombre como ése”? —preguntó Haley,
insultada en nombre de Jason.

Él dejó escapar un suspiro cansado. —¿Haley, realmente necesitamos entrar


en esto? Ambos sabemos que podrías hacerlo mucho mejor, Haley.

—No, en realidad no podría, papá. Amo a Jason.

—Cariño, sé que crees amarlo ahora mismo, pero con el tiempo te darás
cuenta... bueno, que no es lo suficientemente bueno para ti.
—¿Y por qué es eso, papá? —preguntó firmemente. Por primera vez en su
vida no se molestó en ocultarle lo que estaba sintiendo—. ¿Porque trabaja para
ganarse la vida?

—Sabes que no tengo ningún problema con alguien que trabaja, Haley. Yo
trabajo para ganarme la vida —señaló.

—Entonces no entiendo el problema —mintió ella. Sabía exactamente cuál


era el problema de su familia desde el primer momento que pusieron sus ojos en
Jason. 240

—Él no es uno de nosotros, Haley. Nunca encajará. Seguramente te das


cuenta de eso, cariño. Cuando dejes de pretender ser alguien que no eres, te vas a
dar cuenta de que Jason no se sostiene ante nuestras expectativas para ti —dijo
con dulzura.

Ella se rió sin humor. —¿Oh, ahora tienes expectativas para mí? ¿No es esto
conveniente? La única vez que muestras preocupación por mí resulta ser cuando
estás preocupado de que vaya a ensuciar la línea de sangre y casarme con alguien
que podría avergonzarte.

—Haley, eso es ridículo y lo sabes. Te amo y me preocupo muy


profundamente por ti —juró él—. Sólo estoy buscando lo mejor para ti, cariño. En
unos años lo verás. Tal vez deberías darle a Robert otra oportunidad para que los

R.L. Mathewson
dos…

—¿Qué hago para ganarme la vida? —soltó ella entre dientes apretados,
interrumpiéndolo.

—¿Perdón?

—Te pregunté si sabías qué hago para vivir —repitió.

—Manejas una guardería —dijo con tal convicción que incluso ella casi le
creyó.

—Enseño historia en la secundaria Latin Scribe —le informó ella, tratando


de no llorar. No tenía absolutamente ninguna duda de que si le preguntaba en qué
comités estaban Rose o Martha él lo sabría, sobre todo porque eran un reflejo de
él.

—Oh —dijo, sonando sorprendido—. Felicidades, cariño. ¿Por qué no me


dijiste que conseguiste el trabajo? Habríamos tenido una cena para celebrarlo.

Abrió la boca para recordarle que en realidad habían celebrado el trabajo


ante la insistencia de su abuela hace cinco años, pero ¿cuál era el punto? Él nunca
iba a cambiar y realmente nunca se iba a interesar en ella hasta que empezara a
vivir la vida que él quería. 241

Él habría empezado a darle su atención y su precioso tiempo si ella decidiera


pedir un fondo fiduciario, vivir de él y salir con hombres como Robert que
encajarían. No importaba que Robert fuera un bastardo infiel y que la dejaría tan
pronto como durmiera con él. Sus padres sólo se preocupaban por su imagen. Era
algo gracioso que su padre comenzara la vida compartiendo la habitación con sus
dos hermanos en una pequeña cabaña de dos dormitorios, o que sus padres
trabajaran fuertemente para que pudiera ir a la Universidad y así nunca tuviera que
preocuparse por dinero. Él había sido mimado y sabía que ese era el mayor
arrepentimiento de la abuela en la vida.

—Conseguí el trabajo cuando cumplí los treinta hace dos semanas, —


mintió Haley, preguntándose si su padre lo había recordado esta vez. Por supuesto
no lo hizo.

R.L. Mathewson
—Oh, um, ¿recibiste mi tarjeta de cumpleaños? —preguntó, antes de cubrir
el teléfono con la mano para apagar los sonidos. Le oyó mascullar a alguien,
probablemente su secretaria, que le enviara inmediatamente su tarjeta de
cumpleaños.

Parecía que conseguiría tres mil dólares en pocos días, pensó con un
encogimiento de hombros interior. Lo guardaría sin quejarse esta vez. Ya tenía una
idea de qué hacer con el dinero.

—Mira, cariño, la razón por la que estoy llamando es que tu madre va a dar
una fiesta la semana que viene y nos gustaría que vinieras —dijo él, no le
sorprendió a Haley que su madre no se hubiera molestado en llamarla.
Simplemente no valía la pena molestarse por eso.
—Pensaré en ello —dijo, no muy segura de querer que Jason volviera a
pasar a través de esas tonterías.

—Realmente te queremos allí. Robert está muy emocionado de volver a


verte. ¿Sabes que ha intentado llamarte, no? Creo que deberías darle otra
oportunidad, Haley.

Puesto que Haley dudaba que su padre supiera que su precioso Robert le
había estado llamando y dejando mensajes ofreciéndose llevarla por un fin de
semana y “pasar un buen rato probando que su teoría de que ella era salvaje entre 242
las sábanas era correcta” no se había tomado la molestia de llamarlo. Por otra
parte, su padre probablemente sólo se reiría de ello ya que lo hacía alguien que él
aprobaba.

—No estoy interesada en él, papá —dijo Haley firmemente, esperando que
simplemente lo dejara ir—. Si puedo, llevaré a Jason.

—No es lo suficientemente bueno, cariño —dijo él sonando cansado.

—Entonces yo tampoco —dijo ella y colgó.

Echo un último vistazo a la pareja caminando hacia la casa de Jason antes de


dirigirse a su equipo de música y encenderlo. Encontró una estación de metal
pesado y le subió todo el volumen hasta que prácticamente pudo sentir vibrar los
cimientos de la casa. Se quitó su camisa, se puso un bikini muy revelador, agarró

R.L. Mathewson
una cerveza y botó la mitad antes de dirigirse a su puerta.

Luego de prometerse mentalmente una aspirina para el dolor de cabeza que


ya se estaba formando, pegó una enorme sonrisa en su cara y abrió la puerta a
tiempo para ver a la pareja y al agente inmobiliario dando tumbos fuera de la casa
de Jason con los oídos cubiertos.

Cuando miraron en su dirección, alzó su cerveza y dijo—: ¿Quien está


sediento?
—Si alguien tiene un problema con el nuevo sistema informático,
comuníquese a mi oficina inmediatamente —dijo el Director Jenkins, alcanzando su
maletín—. Tengan un buen primer día, todo el mundo.

Jason agarró el montón de folletos con los que Jenkins los había saturado y
se dirigió a la puerta. No estuvo demasiado sorprendido cuando Haley saltó
delante de él. Ella era una cosita persistente.

Durante dos semanas había estado acosando a todos sus amigos y a sus
padres, buscándolo. Nadie le decía dónde estaba, no porque estuvieran de su lado, 243
oh diablos no. Estaban todos en el equipo de Haley y se aseguraron malditamente
bien de que él lo supiera cuando se las arreglaron para llamarlo al teléfono. Una
semana atrás finalmente tuvo bastante y tiró el teléfono por la ventana del lado del
conductor en algún lugar de Nueva Jersey.

Cuando dejo a Haley hace dos semanas había estado al borde de un ataque
de nervios. Sabía que si se hubiera quedado, regresaría a Haley sobre sus manos y
rodillas, rogando por que le diera una oportunidad y casi lo había hecho. Lo único
que lo detuvo fue saber que Haley nunca lo querría como él quería.

—Has puesto tu casa a la venta —dijo acusadoramente, empujando sus


gafas por su nariz mientras lo miraba fijamente.

Él simplemente dio un paso alrededor de ella y salió de la sala de profesores.

R.L. Mathewson
Por supuesto, eso no detuvo a Haley. En cuestión de segundos estaba caminando a
su lado.

—Jason, necesitamos hablar.

—Creo que hemos dicho todo lo que teníamos que decir hace dos semanas,
Haley.

—No, no, Jason. Te fuiste antes de que pudiera hablar contigo. Mira,
¿Quieres ir más despacio? —preguntó ella, duplicando sus esfuerzos por seguirle el
ritmo.

—No.
No quería hablar. Joder, ni siquiera quería mirarla, pero no tenía otra
elección en el asunto. Hasta que vendiera su casa, estaría atrapado trabajando aquí
y viéndola todos los días.

—Jason, realmente necesitamos hablar.

—No.

Ella de alguna manera se las arregló para darle alcance y saltar delante de él,
justo cuando llegaba a su salón de clases.
244
Se pellizco el puente de su nariz y suspiró. —Muévete.

—No —dijo ella obstinadamente.

Él no tenía paciencia para esta mierda. —Sal de mi camino, Haley.

Ella negó con la cabeza.

—Bien —dijo, mientras se alejaba de ella y se dirigía a su salón de clases,


con la intención de cortar a través de su salón.

—Quince personas han visto tu casa y ninguna oferta. ¿Eso es un poco


gracioso, no? —le preguntó Haley en un tono informal, deteniéndolo en seco. Eso
fue lo que su agente de bienes raíces le había dicho anoche por teléfono cuando
llamó.

R.L. Mathewson
—¿De qué demonios estás hablando? —demandó, dando la vuelta para
mirarla.

Haley hizo una demostración de examinar sus uñas. —Sólo que es un poco
raro que nadie haya hecho una oferta por tu casa, especialmente después de todo
el trabajo que has puesto en ella en los últimos meses. —Levantó la mirada de
sus uñas, dándole una sonrisa presumida.

—¿Y cómo sabes que nadie me ha hecho una oferta? —preguntó,


estrechando sus ojos mientras daba varios pasos hacia ella.

Sus cejas se arquearon adorablemente. —¿Me lo dijo un pajarito?


—Uh huh —dijo, inclinando su cabeza hacia un lado para estudiarla—. ¿Y
qué más te dijo ese pajarito?

—Que no obtendrás una oferta por tu casa hasta que me des lo que quiero
—dijo firmemente. No había duda en su mente de lo que ella quería.

Amistad.

Por mucho que le encantaría ser capaz de permanecer en la vida de Haley y


asegurarse de que el cabrón con suerte que acabara con ella la cuidara, no podía.
245
No cuando sabía que él debía ser el hijo de puta con suerte al que se le permitiría
abrazarla, amarla y estar ahí para ella. Era su pequeño saltamontes.

—No puedo darte eso, Haley —dijo roncamente—. Ojalá pudiera, pero...
pero simplemente no puedo. Lo siento.

—Entonces no vas a vender tu casa —se limitó a decir ella, encogiéndose de


hombros.

—Lo siento, Haley —dijo, caminando de nuevo a su puerta ahora sin


protección.

—¡Última oportunidad, Jason! —gritó Haley desde la puerta principal.

R.L. Mathewson
Genial, pensó él, sentándose en la silla de la cocina. Esto era justo lo que
necesitaba. Ya era bastante malo verse obligado a sacar a Haley de su vida, algo
que le iba a tomar un largo y jodido tiempo superar, pero no necesitaba que ella se
volviera toda sicópata con él.

Haley era inteligente y racional. Nunca realmente esperó que ella aterrizara
en su puerta a las once de la noche, exigiendo hablar con él, como tantas mujeres
antes que ella. Al menos no sonaba borracha y no estaba gritando un montón de
mierda a sus vecinos.

—Ya era hora —murmuró, frotando con sus manos su cara cuando no oyó
nada después de cinco minutos. Aunque estaba alegre de que Haley se hubiera
dado por vencida, no pudo evitar sentirse un poco ofendido. Mujeres con las que
sólo había follado una o dos veces, eran mucho más persistentes y exigentes que la
mujer que decía que lo amaba.

Por otra parte ella sólo lo quería como a un buen amigo, uno con el que al
parecer había querido tontear por un rato, pero sin embargo, sólo un amigo. Él
supo durante todo el tiempo que estuvieron juntos que no era lo suficientemente
bueno para ella, pero nunca espero que Haley estuviera tan fácilmente de acuerdo
con esa suposición.

Figúratelo, pensó agriamente, lanzando su lapicero rojo sobre una pila de 246
ensayos que estaba calificando, la única mujer que amaba lo quería sólo como un
amigo para follar. Hace un año probablemente se habría sentido halagado de que
su pequeña y tímida vecina lo viera como un semental. Ahora sólo quería poner su
puño a través de la pared.

Luchó contra un bostezo mientras recogía su lapicero y empezaba a revisar


los ensayos de nuevo, preguntándose qué demonios le había poseído para asignar
un cuestionario y un ensayo el primer día de clases. Por supuesto, la respuesta era
fácil. Haley y, por supuesto, el nuevo profesor de Biología, Mark Armstrong, que no
la dejó sola durante todo el día, fueron los responsables de este simple acto de
estupidez.

Jason había sido forzado a ver como Mark coqueteaba con su pequeño
saltamontes. Cuando a Haley se le había caído su libreta en el pasillo antes del

R.L. Mathewson
primer período y se inclinó para recogerla, le había tomado hasta la última onza de
control impedirse a sí mismo destrozar al bastardo cuando lamió sus labios
mientras observaba el pequeño y coqueto trasero de Haley moverse. Puesto que
Jason necesita el trabajo y una buena referencia, se abstuvo de matar al bastardo y
se desquitó con sus alumnos, que ahora lo odiaban.

No le importaba una mierda.

Lo único que le importaba era escapar del infierno con su cordura intacta y
dudaba que fuera a pasar si se veía obligado a ver cada día a Haley y observar
como otros hombres babeaban por ella. Tendría que averiguar mañana con su
agente de bienes raíces qué diablos estaba haciendo Haley para espantar a la
gente.
En este momento estaba demasiado malditamente cansado para pensar en
las posibilidades. No había podido dormir mucho en el último par de semanas, otra
cosa que iba a tener que arreglar. Se sintió empezar a dormitar cuando su cabeza
cayó hacia adelante. Esta vez no luchó contra ello.

—Despierta, Jason, —la dulce voz de Haley lo hizo gemir mientras abría
lentamente los ojos—. Buen muchacho —dijo, presionando un beso en su frente.
247
—¿Haley? —preguntó Jason atontado cuando sus ojos lentamente se
centraron en su linda carita sonriente.

—Mmmhmm —respondió Haley distraídamente mientras caminaba


lentamente a su alrededor, dejando que sus dedos se deslizaran sobre sus
hombros.

Él fue a cubrir un bostezo con su mano sólo para fruncir el ceño cuando se
dio cuenta que tenía las manos atrapadas detrás de él y... sip, esposadas. Movió los
pies y suspiró al darse cuenta de que sus piernas también estaban atadas a la silla.
Genial. Ella realmente se había desquiciado.

—Desátame —dijo, suspirando.

—No —dijo Haley haciendo explotar la palabra.

R.L. Mathewson
—Haley —advirtió a través de sus dientes apretados—. Desátame ahora
mismo.

—Lo siento, simplemente no puedo hacerlo —dijo ella, deteniéndose frente


a él y apoyándose en la mesa, sonriendo con dulzura.

Jason intentó tirar de sus brazos y piernas atadas sin suerte.

—¡Joder, desátame! ¡YA! —gritó.

—Lo siento. No puedo hacer eso —dijo ella simplemente, empujando sus
gafas por su nariz.

—Haley, juro por Dios que si no me desatas…


—¿Por qué no empezamos? —preguntó brillantemente, interrumpiéndolo.

Él cerró los ojos, orando por una paciencia que estaba seguro como el
infierno que no tenía. —Haley, se acabó. Debes aceptarlo y dejarme ir. Por favor —
casi rogó. Ella estaba matándolo. Perderla era la cosa más dura que jamás había
experimentado. Necesitaba que ella lo dejara ir y así encontrar alguna manera de
hacerle frente a la pérdida sin volverse loco.

—No, no es así.
248
—Sí, sí lo es —dijo Jason, abriendo los ojos para encontrar a Haley
estudiándolo con la cabeza inclinada hacia un lado.

—Sabes —dijo ella, apartándose de la mesa—, no luces muy cómodo.

—Es porque no lo estoy. Desátame, Haley —le espetó, tirando de las


esposas de nuevo sin éxito.

Ella se arrodilló delante de él, ignorando la mirada que envió en su dirección


y colocó sus manos sobre sus rodillas. Jason observó cómo ella se lamía sus
pequeños y carnosos labios y sonreía dulcemente.

—¿Me extrañaste? —preguntó mientras acariciaba suavemente sus rodillas.

—No —mintió. La había echado demasiado de menos. Esas dos semanas sin

R.L. Mathewson
ella habían sido un infierno y uno que sabía que estaría reviviendo de nuevo
pronto.

—Bueno, yo te extrañé —murmuró ella suavemente, pasando sus manos


sobre sus muslos lentamente, casi distraídamente.

Jason sacudió su cabeza con pesar. —Haley, nosotros no podemos ser


amigos.

Ella se encogió de hombros delicadamente. —Lo sé —Dirigió sus manos


hacia la parte interna de sus muslos, dejando que sus uñas lo arañaran ligeramente.
Él contuvo el aliento mientras ella pasaba sus uñas todo el camino de vuelta a sus
rodillas y luego a sus muslos.
—No quiero que seamos amigos —dijo ella, moviendo sus manos hacia
arriba y sobre la camisa que cubría su estómago y pecho. Tuvo que obligarse a
concentrarse en la conversación y no en lo bien que se sentían sus manos sobre él.

—No voy a ser tu amigo para follar —espetó con furia. A pesar de que sabía
que debería aceptar felizmente cualquier cosa que ella estuviera dispuesta a darle,
no podía. Quería todo de ella.

—Eso no va a funcionar para mí tampoco —dijo ella, lentamente aflojando


su corbata y arrojándola lejos. Lo miró a los ojos mientras sus pequeños dedos 249
desabrochaban su camisa.

—Entonces ¿qué diablos quieres? —preguntó él, tratando de no lamer sus


labios de placer cuando ella pasó las uñas provocativamente por su pecho y
estómago. Cuando llegó a su ombligo, apoyó las manos contra él y las deslizó
hacia arriba hasta que abrió su camisa, dejando al descubierto su pecho ante sus
ojos codiciosos.

Ella ignoró su pregunta, en cambio trazo suavemente con sus dedos sus
músculos y pecho. Cuando pasó los pulgares sobre sus planos pezones, él que tuvo
reprimir un siseo. Haley le dio una sonrisa cómplice cuando se inclinó hacia
adelante.

—¿Alguna vez te dije cuánto me encanta tu cuerpo? —preguntó

R.L. Mathewson
suavemente contra su estómago mientras presionaba un beso contra su piel. Vio
con sorpresa y placer como ella lamia un rastro desde su ombligo a su pico
izquierdo. Siseó cuando pasó su lengua húmeda y caliente sobre su pezón.

Su cabeza cayó de nuevo con un ruidoso gemido mientras ella lamió su


camino a la derecha y se burló de su otro pezón. Cuando movió su pequeña y
malvada lengua sobre el plano pezón, su polla pasó de media asta a acero en
segundos.

Él lamió sus labios mientras se desplazaba para hacer un poco de espacio en


sus pantalones de repente ajustados. Las manos de Haley se deslizaron hacia sus
muslos a medida que besaba y lamia su camino hacia su cuello. Cuando ella tiró
del lóbulo de su oreja entre sus dientes, él no pudo evitar gemir.
—¿Me extrañaste? —preguntó Haley mientras chupaba su oreja—. ¿Aunque
sea un poco?

Cristo, él no podía pensar, menos digamos responderle.

—Hmmm, ¿por qué no vemos qué más podemos hacer para ponerte... más
cómodo, de acuerdo? —preguntó ella, sonriendo contra su cuello.

Él levantó la cabeza cuando la sintió alejarse de él. Jadeando, la observó


sentarse en cuclillas mientras pasaba sus manos sobre sus muslos internos. Cada
250
vez que pasaba sus manos a centímetros de donde la necesitaba, él gemía en
frustración.

—¡Joder! —jadeó cuando Haley se inclinó hacia delante y le dio un beso


contra el bulto en sus pantalones.

—Dime que me extrañaste —dijo Haley tranquilamente cuando se inclinó


ligeramente hacia atrás y pasó la mano sobre el bulto, aferrándolo ligeramente
antes de alcanzar su cinturón.

Obstinadamente negó con la cabeza. Por mucho que su cuerpo gritara por
su toque, él no podía hacerlo. Haley merecía estar con alguien que amara y que la
hiciera feliz y, tanto como le dolía admitirlo, no era él.

—Detente.

R.L. Mathewson
Capítulo 28
Traducido por Lucia A. (Divine Insanity)

Corregido por Curitiba

—¡Detente! —le rogó Jason.

Haley terminó de aflojar su cinturón de un tirón, desabrochó su pantalón y


251
bajo su cremallera antes de que él pudiera repetirlo. Se echó hacia atrás, dejando
sus pantalones abiertos y revelando la gran protuberancia escondida sólo por sus
boxers de color gris.

—Está bien —dijo con dulzura. Jason respiró hondo y se relajó visiblemente.

Ella sabía que lo estaba presionando, pero no tenía ninguna opción. Jason
estaba siendo tan malditamente terco y no la escuchaba. Mentalmente le chasqueó
la lengua mientras se levantaba. Si sólo se hubiera quedado alrededor unas dos
semanas atrás, sabría exactamente lo mucho que ella lo quería y cuánto lamentaba
haberle hecho daño.

No había ninguna duda en su mente que lo había lastimado y se odiaba


mucho por eso. Meses atrás, cuando le dio la bienvenida a Jason en su vida había
sido tan estúpida por pensar que categorizar a las personas en pequeños grupos

R.L. Mathewson
seguros la protegería. Lo único que logró hacer fue herir a ambos y empujar a
Jason lejos.

Cuando se dijo que jamás podría haber algo más con Jason había sido tan
tonta y había estado tan asustada de permitirse verdaderamente amarlo y esperar
un futuro que se dijo a si misma que era imposible. Había sido tan
condenadamente egoísta y lastimó al hombre que amaba.

Ahora él estaba sufriendo, y haciendo todo lo posible por cuidarla y


protegerla. Por mucho que calentara su corazón el saber que él haría cualquier
cosa por hacerla feliz, incluso sufrir, en realidad estaba muy enojada. Su
obstinación simplemente estaba retrasando lo inevitable. Utilizaría la furia de sus
puños para meter algún sentido en él, pero no quería hacerle daño.
Así que quedaba sólo una opción...

Reprimiendo una sonrisa, se levantó y se apoyó en la mesa de la cocina.


Nunca había hecho algo tan audaz en su vida, pero esto era por Jason. No dolía
que estuviera esposado y no pudiera detenerla.

—¿Estás seguro de querer que me detenga? —preguntó tímidamente.

—Sí —susurró él, todavía jadeando.

—Hmmm, entonces quizás ¿deberíamos simplemente hablar? —sugirió ella 252


mientras salía de sus tacones.

Los ojos de Jason se entrecerraron ante la acción mientras distraídamente


asentía.

—Creo que deberíamos olvidarnos de ser amigos, Haley, e ir por caminos


separados —dijo levantando la mirada, pero sin encontrarse con sus ojos—. Una
vez que mi casa este vendida voy a irme para siempre.

—Eso realmente no va a funcionar para mí —dijo Haley, levantando el brazo


y lentamente desabotonando su blusa de seda.

—¡Eso es jodidamente malo, Haley! He avanzado. Necesitas seguir adelante


—espetó él, claramente tratando de no observar cuando ella reveló un sujetador

R.L. Mathewson
de encaje negro.

—¿Has seguido adelante? —preguntó casualmente, quitándose suavemente


su camisa.

—Sí —dijo sin ninguna vacilación.

—Ya veo —dijo Haley, reprimiendo una sonrisa cuando sus ojos
prácticamente la devoraron.

Extendió la mano de nuevo y soltó los cierres de su falda, y vio como Jason
siguió la falda cuando esta chocó contra el suelo, vacilando ante las bragas negras
a juego. Haley salió de la falda y la pateó a un lado antes de reclinarse de nuevo
sobre la mesa.
—Entonces —dijo, trazando la parte superior de su sujetador con la punta
de su dedo—, ¿ya me olvidaste?

—Sí.

—Supongo que esto significa que quieres que me vista y me vaya —dijo, sin
tener ninguna intención de irse hasta que fuera suyo.

Él dudó, haciéndola sonreír.

—Sí. 253

—Eso es una maldita lástima —dijo Haley, llegando hasta entre sus pechos y
deshaciendo el cierre frontal. Sostuvo las copas juntas mientras lo estudiaba. Él
parecía no poder dejar de removerse en su silla o quitarle los ojos de encima.

—¿Qué? —preguntó Jason distraídamente.

—Bueno, ¿qué pasa si no quiero que se acabe? —preguntó ella, lentamente


despegando cada copa, revelando sus duros y apretados pezones.

Jason maldijo suavemente cuando dejó caer el sujetador al suelo.

—¿No te importa… —empezó a preguntar mientras separaba sus piernas


para darle una mejor visión de lo que esperaba por él—, si otro hombre me toca?

R.L. Mathewson
Mientras observaba un músculo en su mandíbula apretarse y crisparse,
distraídamente pasó las puntas de los dedos de una mano sobre su pecho y
estómago.

—No, no me importa —increpó él con frialdad.

—¿En serio? —preguntó, girándose para poder inclinarse sobre la mesa y


coger el recipiente de Tupperware9 que había traído consigo. Miró sobre su
hombro y refrenó una sonrisa cuando atrapó a Jason lamiendo sus labios con
avidez mientras sus ojos se deslizaban por su trasero.

—Supongo que entonces debo contarte que Mark, el nuevo profesor de


Biología, me invitó a salir mañana por la noche. A cenar en su casa —dijo

9
Tupperware: una marca famosa de recipientes herméticos de plástico.
despreocupadamente, haciendo estallar la parte superior del recipiente mientras
observaba su reacción.

Sus ojos volaron a los suyos y ella no pudo evitar notar que todos los
músculos de su cuello y pecho se tensaron.

—No es de mi incumbencia —gruñó.

Cogió el cuenco, dio vuelta y se arrodilló delante de él.

—¿Qué demonios estás haciendo? —preguntó, moviéndose nerviosamente. 254

Haley mordisqueó su labio inferior entre los dientes mientras ponía el


recipiente en el piso. Alargó la mano y haló sus boxers, liberando su erección que
lucía algo rabiosa. Resistió el impulso de pasar sus dedos sobre ella.

—Así, eso parece más cómodo —murmuró ella mientras cogía el recipiente
de nuevo.

—Oh Dios... ¿es eso glaseado de crema de mantequilla? —le preguntó Jason
en voz estrangulada.

—Mmmhmm —dijo, sumergiendo un dedo en la crema de mantequilla y


haciendo un espectáculo al lamerlo—. Mmmhmm. — Bañando su dedo en el
delicioso glaseado otra vez—. Creo que te lo debía —dijo, extendiendo la mano y

R.L. Mathewson
untando glaseado sobre uno de sus pezones.

Él soltó un suspiro cuando ella se inclinó y lo lamió.

—El trato fue que yo podía lamer un cuenco entero de ti —dijo Jason entre
dientes apretados.

—Pero esto es mucho más divertido —dijo Haley, recogiendo más glaseado.
Ella le dio una sonrisa un poco astuta cuando se acercó y untó glaseado sobre la
parte inferior de su duro pene—. Muchísimo más divertido.

Jason gimió largo y sonoro ante el primer golpe de su lengua. Cristo, era
mucho más divertido de lo que se imaginaba. Por supuesto, sería mucho más
divertido lamerlo de sus pechos y de su pequeño y redondo trasero. Vio como
Haley trazada con su lengua su polla, poco a poco lamiendo el glaseado de crema
de mantequilla.

Debía detener esto. No era justo dejarle creer que se quedaría, pero cuando
ella tomó la gruesa cabeza en su boca y chupó duro, él no pudo hacer otra cosa
más que gemir y jadear.

Ella se tomó su tiempo lamiendo hasta limpiarlo, claramente disfrutando.


Finalmente, cuando había chupado todo el glaseado, soltó su polla con un fuerte 255
pop. Con un apretón suave movió su mano por su longitud.

—¿Te parecería bien que hiciera esto con otro hombre? —preguntó.

Su respiración salió rápidamente cuando imaginó a su pequeño saltamontes


haciendo esto a alguien más. No podía lidiar con eso. Sabía que mataría a cualquier
hombre que siquiera la tocara mucho menos esto.

A la mierda.

Ella era suya.

No le importaba si no lo amaba de la manera en que él lo hacía. No


importaba. Él haría más para compensárselo. La mimaría y la mantendría en éxtasis
orgásmico para que no se diera cuenta de que se estaba asentando.

R.L. Mathewson
—Nadie más te tocara, Haley. NADIE.

—¿Qué hay de ti? —preguntó tímidamente, poniéndose de pie.

—Sólo yo —prometió mientras ella se contoneaba fuera de sus bragas.


Agarró algo de la mesa de la cocina y caminó a su alrededor. Oyó el chasquido de
las esposas cuando le librero cada mano y pie.

Cuando terminó arrojó la llave sobre la mesa y abandonó la sala


dirigiéndose a su habitación. Jason no perdió tiempo en sacarse sus pantalones y
ropa interior el resto del camino. Él entró en su habitación y casi suspiró satisfecho
cuando vio a su pequeño saltamontes esperándolo en su cama.
Se acercó y trepó a la cama. Sin una palabra él tomo su pierna izquierda y
presiono un suave beso en su pantorrilla antes de colocarla de vuelta a un lado.
Hizo lo mismo con la otra pierna, exponiendo el cielo en la tierra. Se inclinó y le dio
un beso en los húmedos e inflamados labios, ganando un atractivo gemido.

—Sólo para que quede claro —dijo, corriendo la punta de la lengua entre su
hendidura—, te vas a casar conmigo.

—Sólo para que quede claro, decidí eso hace dos semanas —dijo ella,
ganándose una sonrisa afligida de él—. Estoy enamorada de ti, Jason —dijo 256
suavemente, pasando sus dedos por su cabello.

Él levantó sus ojos para mirarla.

—No estás enamorada de mí —de alguna manera se las arregló para decir.
Sabía que ella no lo amaba de la forma en que él la amaba, pero se sentía como un
puñetazo el tener que decirlo en voz alta.

—¡Ay! —farfulló Jason—. ¿Por qué diablos fue eso? —demandó.

Haley suspiró pesadamente mientras liberaba el mechón de cabello que


acababa de jalar y frotó suavemente el punto de dolor que había creado.

—¿Cómo diablos puedes decir que no te quiero?

R.L. Mathewson
—¡Fácil! —espetó él, alejándose de ella y sentándose sobre sus piernas.

Haley rápidamente se puso de rodillas y lo miro a los ojos. Bueno, lo mejor


que podía, ya que se había quitado sus gafas. Lo pinchó en el pecho con fuerza.

—¡Escúchame, amigo! Estoy perdidamente enamorada de ti y si piensas que


vas enfurruñarte otra vez y escaparte de casarse conmigo, entonces ¡estás loco!

Se movió más cerca.

—¿Estoy enfurruñándome otra vez? —rugió él prácticamente—. ¡No soy


quien comenzó toda esta mierda! —Agarró la parte posterior de su cuello y la
sostuvo mientras se inclinaba más cerca—. Pero puedo prometer que voy a ser el
que lo arregle.
—¿Qué demonios significa eso? —preguntó ella, imitando su control sobre
ella. Atrayéndolo más cerca.

—Eso significa, mi pequeño saltamontes —dijo, liberando su cuello


bruscamente para poder llegar más abajo y agarrar la parte posterior de sus
muslos. Con un rápido movimiento de sus muñecas la envió a caer sobre la cama.

Antes de que ella pudiera lanzarse lejos, él se estaba arrodillado entre sus
piernas con su erección aún dura y dolorosa a mano y pasándola por entre sus
sensuales y mojados labios como sabía que le gustaba. Ella se retorció contra él 257
casi con desesperación.

—No voy a darte una oportunidad para cambiar de decisión. ¡Nos


casaremos este fin de semana y se acabó! —gruñó, lamiendo sus labios cuando
Haley froto su húmedo coño mojado sobre su pene.

Su sonrisa en respuesta le robó el aliento. Se veía tan hermosa. Sabía que


había jodido su propuesta, pero eso realmente no lo desconcertaba ya que tenía
una tendencia a arruinar este tipo de cosas. Además no iba a pedirle que se casara
con él. Habría sido jodidamente estúpido ya que le habría dado una oportunidad
de decir no. Ella se iba a casar con él pasara lo que pasara. Era realmente la única
manera de mantenerla segura, decidió mientras rodaba sus caderas y llevaba la
punta de su polla dentro de ella.

R.L. Mathewson
—¿Vas a hacerme el amor, o tengo que usar mis puños de furia? —
preguntó ella, gimiendo.

Él se inclinó y cubrió su cuerpo con el suyo.

—Definitivamente voy a hacerte el amor —dijo contra su cuello mientras


rodaba sus caderas, alimentándola con su polla. Tomó su boca en un beso
hambriento, enredando su lengua con la suya mientras empujaba suavemente en
ella, centímetro a centímetro. Ella seguía siendo tan malditamente apretada, y se
sentía tan jodidamente bien envuelta alrededor de él.

—Yo... yo... ¡oh Dios! —gimió Haley ruidosamente.


—¿Qué quieres, bebé? —preguntó Jason, sacando su pene casi
completamente antes de deslizarse dentro lentamente. Él gimió cuando la
sensación de mil lenguas húmedas calientes lamió su polla.

—¡Te amo! —gritó cuando se enterró en ella.

Él apretó un beso en su hombro mientras continuaba moliéndose a sí mismo


contra ella. —También te amo —dijo, girando su cabeza para mirarla—. Más que a
nada.
258
Ella empuñó su cabello y haló su boca hacia abajo hasta la suya. Él estiró su
mano entre ellos y deslizó su pulgar entre su coño y sobre su clítoris hinchado.
Haley gritó en su boca cuando él aceleró su ritmo y frotó el nudo más duro y más
rápido.

—Oh, joder —farfulló él mientras ella se ceñía con fuerza a su alrededor y lo


apretaba sin piedad, dejándolo sin aliento y haciéndolo empujar en ella sin razón ni
delicadeza. Apenas era consciente de las uñas en su trasero o los pequeños y
romos dientes que mordían su hombro mientras ella gritaba su liberación. Su
clímax se produjo tan condenadamente duro y rápido que él no pudo contener su
rugido de éxtasis cuando Haley lo exprimió hasta secarlo.

Se desplomó contra ella, teniendo cuidado de mantener la mayor parte de


su peso alejado. Le dio un beso en su húmedo hombro.

R.L. Mathewson
—Para que sepas —dijo ella, jadeando tan fuerte como él—, la próxima vez
que intentes dejarme, voy a patear tu trasero.

Jason tuvo que enterrar su cara contra su hombro para evitar reír a
carcajadas. Ella era tan jodidamente linda.

—¡Deja de reírte de mí! Soy peligrosa ¡Maldición!

Jason presionó un suave beso en sus labios. —No, tú eres mi dulce y


pequeño saltamontes.
Epílogo
Traducido por Jo

Corregido por Akanet

Diez años después…


259
—¡Pero, papá, vamos a morir de hambre! —se quejó Cole, de nuevo,
mientras se hundía en el suelo, haciendo su mejor esfuerzo en lucir como si
estuviera muriendo. Por supuesto que Elizabeth de ocho años y Joshua de cinco
años copiaron a su hermano mayor, cayendo al suelo justo al lado de los pies de
Jason y esforzándose en hacer un mayor puchero que el otro.

Jason rió entre dientes mientras agregaba más hamburguesas y pollo a la


gran parrilla de acero inoxidable que había comprado e instalado ayer.

—¿No nos amas, papi? —preguntó Elizabeth, agregando solo la correcta


cantidad de labio tembloroso mientras que Joshua lo exageraba. Jason suspiró,
lanzando más salchichas a la parrilla. Iba a tener que trabajar en lucir patético con
su hijo menor de nuevo al parecer. Un puchero de principiante como ese podría
significar la diferencia entre Haley sintiéndose mal por todos ellos y cocinar algo

R.L. Mathewson
delicioso para callarlos o ella rodando los ojos e ignorándolos.

—Tengo tanta hambre, papi —dijo Joshua, usando la voz de bebé que sabía
que sus padres adoraban.

Jason bajó la mirada a sus hijos e hizo lo posible para no reír con sus
exagerados pucheros. Eran tan malditamente tiernos, pero eso era esperado ya que
eran sus hijos. Los tres obtuvieron su altura, cabello oscuro y apetito, pero todos
tenían los hermosos ojos esmeralda de su madre, lindas narices pequeñas y la
habilidad de iluminar una habitación con sus sonrisas.

Frunciendo los labios con indecisión, buscó alrededor de su gran patio


trasero a su pequeño saltamontes. Cuando no la encontró entre sus invitados dio
un paso atrás e inclinó su cuello para ver a través de las puertas deslizantes dobles
de vidrio. Vio a sus padres, unos pocos primos y tíos pero ninguna pequeña
saltamontes.

Cuando miró de vuelta a sus niños no estaba demasiado sorprendido en


encontrarlos ya en sus pies, luciendo listos para atacar. Conocían la práctica
después de todo.

—Tomen este plato —dijo él, tomando un plato de la gran mesa de picnic
que había establecido como su estación de trabajo—, y vayan a esconderse.
Asegúrense de compartir, porque si escucho cualquier queja no haré esto de 260
nuevo. —Lanzó otra mirada precavida sobre su hombro antes de cargar el plato
con tres grandes piernas de pollo a la barbacoa.

—Luego de que hayan terminado asegúrense de deshacerse de la evidencia


y, Cole —dijo, mirando sobre su hombro a su hijo mayor quien estaba lamiendo
sus labios con hambre—, asegúrate de que tu hermano y hermana recuerden
limpiarse esta vez.

La última vez que sacaron comida a escondidas de una fiesta, Cole


inocentemente se negó a comer la torta de doble chocolate de cumpleaños. Haley
probablemente hubiera creído la historia si Elizabeth y Joshua no hubieran estado
cubiertos de pies a cabeza en glaseado de chocolate. Pero entonces él no habría
sido atrapado si los chicos no lo hubieran delatado.

R.L. Mathewson
Le pasó el gran plato a Cole.

—Elijan un mejor punto esta vez —le advirtió Jason a su hijo.

Cole asintió.

—Podemos comer un poco de…

—¡Jason Bradford! —dijo su madre, atrayendo su atención hacia la casa.


Todos tragaron notablemente cuando vieron a Haley de pie junto a su madre con
sus brazos cruzados sobre su pecho y sus pequeñas y lindas cejas arqueadas.

—Por favor dime que no estás ya sacando comida a escondidas —dijo su


pequeña saltamontes con un cansado suspiro.
—No, por supuesto que no… ¡corran niños! ¡Corran! —gritó Jason aún
cuando Cole salió corriendo hacia el bosque con su hermano y hermana pisando
sus talones.

Su madre dejó salir un largo suspiro de sufrimiento mientras caminaba hacia


la mesa y recogía la pequeña caja de toallitas de bebé y tres cajas de jugo de una
de las grandes hieleras y se dirigía hacia el bosque.

Jason le dio a Haley la sonrisa que todavía lo hacía salvarse de facturas de


estacionamiento y obtener muestras gratis ilimitadas en la tienda de víveres. Haley 261
simplemente lo miró fijamente, empujando sus lentes hacia arriba de su nariz con
un dedo.

—¿Te amo? —dijo Jason, intentando no reír mientras Haley trataba de verse
severa y fallaba miserablemente.

—Son mis pastelitos, ¡bastardos glotones! —Escucharon a su padre gritar


desde la cocina.

Los labios de Haley temblaron mientras decía—: Entre tú, los niños, y tu
padre, no creo que vaya a haber suficiente comida para todos.

—Pero se estaban muriendo de hambre, mi pequeña saltamontes. Las


pobres cosas apenas se podían mover por el hambre —dijo él, intentando verse y
sonar inocente mientras se acercaba a la parrilla para que no pudiera ver el plato

R.L. Mathewson
de huesos de pollo que olvidó esconder.

—Esas pobres cosas le quitaron a Mitch dos platos de barras de mantequilla


de maní que Mary hizo, hace veinte minutos —le informó Haley riendo.

—¿Ellos qué? —gritó él, provocando que todos alrededor de ellos saltaran.
Él los ignoró mientras volvía la mirada fulminante en la dirección en la que se
dirigían sus hijos. El sentimiento de traición lo golpeó con fuerza. No sólo habían
timado al blando de corazón Mitch quitándole los deliciosos horneados celestiales
que eran para él, sino que fallaron en darle su habitual porción de la acción,
cincuenta por ciento.

—Síp —dijo Haley, caminando a su lado para tomar una bebida fría de la
hielera. Rodó sus ojos cuando vio los huesos de pollo y apoyó su lindo pequeño
trasero en el borde de la mesa de picnic—. Tan pronto entró y bajó al bebé lo
golpearon con “Te amo, Tío Mitch” y abrazos y lo perdimos.

La mirada de Jason se movió hacia su mejor amigo que yacía en una silla
con su esposa, Mary, la mejor amiga de Haley, en su regazo mientras su bebé
jugaba en la caja de arena cerca mientras sus dos hijos mayores corrían alrededor
con los otros niños jugando a la pinta10.

Hace diez años Mitch simplemente se habría burlado y molestado a los


niños con los horneados celestiales hasta que alguien lo golpeara en la cabeza y lo 262
hiciera compartir, pero todo eso cambió cuando Haley le pidió al bastardo un
favor. En ese entonces Mary era una luchadora madre soltera de un recién nacido y
apenas estaba sobreviviendo con menos de una hora de sueño por noche.

Como favor a Haley, después de mucha manipulación de parte de Haley,


Mitch a regañadientes se ofreció para llevar algo de comida, comida para el bebe y
pañales al pequeño departamento de Mary. Mary había abierto la puerta con el
cabello desordenado, vómito seco en su ropa, luciendo exhausta y sosteniendo un
bebé chillando y Mitch cayó con fuerza.

Casi de la noche a la mañana el viejo Mitch se había ido y el nuevo hombre


de corazón blando orientado a la familia apareció. Comenzó a pasar todo su
tiempo libre ayudando a Mary, asegurándose de que obtuviera suficiente descanso,
y cuidando de la pequeña Tabitha para sorpresa de todos. Todos sabían que Mary

R.L. Mathewson
se había enamorado con la misma fuerza que él, pero se contenía, demasiado
asustada de terminar herida de nuevo. Tomó algo de tiempo pero Mitch
eventualmente la ablandó y en casi un año estaban casados y esperando a su
segundo hijo.

—¿Nadie intentó detenerlo? —demandó Jason, volviendo su atención a su


pequeña saltamontes, quien estaba ayudando al hijo de Brad, Aaron a llenar un
plato de comida.

Haley rió suavemente mientras enviaba al niño a su lugar.

—Todos estaban demasiado ocupados riendo.

10
Pinta: Juego en el que se tocan para pasar de perseguidor ha perseguido.
—¡Esas eran mis barras de mantequilla de maní, mujer!

—Pero —dijo Haley con un inocente puchero—, las pobres cosas estaban
muriendo de hambre.

—Te estás burlando de mí, ¿no? —preguntó él, sus labios temblando
mientras Haley caminaba a sus brazos. Él puso un brazo alrededor de sus hombros
y plantó un beso en la parte superior de su cabeza.

—Sí, sí, lo estoy —dijo Haley, sonando orgullosa mientras se acurrucaba más
263
cerca.

Él la sostuvo por unos pocos minutos, simplemente disfrutando el tener a su


pequeña saltamontes en sus brazos antes de hacer la pregunta que odiaba hacer.

—¿Vinieron?

—No —murmuró contra su pecho.

Jason se inclinó hacia atrás y acunó su rostro en sus manos.

—Lo siento mucho, mi pequeña saltamontes —dijo suavemente,


presionando un beso en su frente. No había esperado realmente que aparecieran
para celebrar su aniversario de diez años, pero lo había esperado por el bien de
Haley.

R.L. Mathewson
Sin importar cuántos años pasaban él todavía no podía quitarse la culpa que
sentía cada vez que su familia la decepcionaba. Luego de que anunciaron su
escapada su familia se había puesto un poco histérica. Habían gritado,
despotricado, y rogado a Haley no desperdiciar su vida en un perdedor como él. A
ellos no les importó que él estuviera en la misma habitación en ese momento.

Finalmente la abuela había puesto un final a la basura y comenzó a


balancear ese bastón suyo. Diez minutos después mientras el Sr. Blaine estaba
frotando una adolorida rodilla escribió un cheque a nombre de Jason por cien mil
dólares y todo lo que tenía que hacer era alejarse de Haley. Rechazar ese dinero
había sido la decisión más fácil que había hecho alguna vez. Él solo deseó que
Haley y los niños no fueran los que sufrieran como resultado.
Ellos cortaron completamente a Haley y se negaron a tener nada que ver
con los niños. Él sabía que hería a Haley, pero ella nunca dejaba que se mostrara.
Gracias a Dios él tenía suficiente familia para más que compensar la pérdida.

—Está bien —dijo Haley, forzando una sonrisa.

—¡El infierno si lo está!

Ambos bajaron la mirada y sonrieron mientras la abuela los fulminaba con la


mirada desde su nueva silla de ruedas eléctrica. Con un movimiento de su mano
264
hizo gestos hacia Jason para cargarla. Con una sonrisa él hizo justo eso.

Que la abuela se haya mudado con ellos hace cinco años cuando Chris se
retiró y terminaron de construir esta casa había probablemente compensado la
negligencia de su familia. Haley y los niños amaban tenerla con ellos y la abuela
amaba tener su propio departamento legal y la libertad de acosarlos en cualquier
momento que sintiera la necesidad surgiendo.

—No sé por qué continúas invitándolos, Haley —dijo la abuela, haciendo


gestos para que Jason agregara otra salchicha—. No te merecen.

Haley se encogió de hombros.

—No se sentiría bien si no lo hiciera.

R.L. Mathewson
La abuela le dio a Haley una sonrisa triste.

—Lo sé, niña.

—Aquí tienes, abuela —dijo Jason, poniendo el plato en una de las mesas
que los chicos habían puesto esa mañana. Ella estiró su mano y le dio a la mano de
Haley un apretón antes de manejar hacia la hielera y tomar una cerveza fría. Con un
largo suspiro de sufrimiento, Jason le quitó la cerveza, ignoró su mirada asesina, y
le pasó una cerveza de raíz fría en su lugar.

Haley no pudo evitar sonreír mientras los dos se metían en una disputa por
el derecho de la abuela a tener una cerveza en una parrillada. Jason le recordó que
su doctor dijo nada de alcohol y la abuela le recordó a Jason que lo pondría sobre
su rodilla si no le daba la maldita cerveza.
Al final la abuela refunfuñó mientras iba a comer su comida con una coca
fría. Le lanzó a Jason una sonrisa cariñosa cuando él no estaba mirando. Cinco
minutos después los niños estaban felizmente saliendo del bosque con una
exhausta Megan en la retaguardia.

—¡Abuela! —dijeron con emoción como si no vieran a su tatarabuela cada


día. La abuela no se molestó en esconder su sonrisa complacida mientras los tres
niños se sentaban con ella y compartían su última aventura con ella. Megan tomó
una cerveza y se dirigió a la piscina, murmurando algo acerca de necesitar unas
vacaciones. 265

Haley se apoyó contra Jason mientras él les daba vuelta a las hamburguesas.

—¿Estás bien, mi pequeña saltamontes?

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se acurrucó en su lado. —


Más que bien.

—Te amo, mi pequeña saltamontes —dijo él, inclinándose hacia abajo para
rozar sus labios contra los de ella.

—Lo sé —dijo ella, sonriendo contra sus labios.

Él se alejó para sonreírle.

R.L. Mathewson
—¿Lo sabes?

—Mmhmm —dijo ella, ausentemente mientras pasaba sus dedos a través de


su cabello, alisándolo hacia atrás.

—¿Mmhmm? —repitió él en respuesta, sonando entretenido—. Tú me amas


y lo sabes muy bien.

—Tal vez —dijo ella con un encogimiento de hombros.

—Tal vez deberías sólo admitir que estás loca por mí —dijo él, inclinándose
para besarla de nuevo.

—¿Y por qué querrías que hiciera eso? —preguntó ella, todavía sonriendo.

—Porque este no es sólo un juego, mi pequeña saltamontes.


266

R.L. Mathewson
Próximo libro

Zoe está acostumbrada a


cuidar de sí misma y ha aceptado
hace ya tiempo que si algo malo iba
a pasar, le sucedería a ella. Así que 267
cuando ella pierde su trabajo por
algo con lo que la mayoría de los
jefes probablemente estarían
contentos, su vida empieza a ir
cuesta abajo y desde entonces no
espera que mejore.

Ciertamente no esperaba
ninguna ayuda del ruidoso patán de
al lado, pero pensándolo bien no
tiene nada que perder por lo que
pone su confianza y esperanzas
para mejor en él. Lo que no
esperaba era la oportunidad única en la vida que él le ofrece a través de un

R.L. Mathewson
acuerdo donde ambos se benefician y se supone que nadie saldrá herido, pero ella
debería haberlo sabido mejor porque su suerte nunca ha sido tan buena.

Como la mayoría de los Bradfords, Trevor tiene una debilidad por la comida,
pero eso es todo. Lleva una vida bastante sencilla y le gusta mantener las cosas
simples y eso incluye las relaciones. Quiere a la mujer perfecta y sabe exactamente
cómo será. Así que cuando descubre para su horror que está pensando en su
desaliñada vecina decide la mejor manera para sacarla directamente de su sistema.
La mantendrá cerca, pero solo hasta que encuentre la perfección.

A Neighbor from Hell #2


Acerca de la Autora

268

R.L. Mathewson nació y creció en Massachusetts. Ella es conocida por su


humor, ingenio y habilidad para escribir personajes realistas que los lectores
puedan identificar. En la actualidad cuenta con varias series de romance
paranormal y contemporáneo publicado incluyendo la serie Un Vecino Infernal.

Al crecer, R.L. Mathewson era muy tímida y era conocida por esconderse
detrás de un libro o dos. Después de la secundaria fue a la universidad, trabajó
como botones, cocinera de comida rápida, y trabajadora del museo hasta que
decidió tomar un curso de EMT. Trabajar como un EMT la ayudó a superar su

R.L. Mathewson
timidez y la dejó con algunos buenos recuerdos y algunos más bien inquietantes
que de vez en cuando aparecen en uno de sus libros. Cuando una lesión en la
espalda la dejó incapaz de trabajar como un EMT más tiempo comenzó a trabajar
en casas residenciales sólo para descubrir que no tenía estómago para el trabajo.

Hoy en día, R.L. Mathewson es madre soltera de dos niños pequeños que la
mantienen en sus dedos de los pies y disfrutan de asustar totalmente con sus
payasadas. Tiene una pequeña adicción a la novela romántica, así como una mayor
adicción al chocolate caliente y en un día perfecto combina los dos. Cuando no
está escribiendo está jugando Scrabble en línea, coloreando con sus hijos, o
tratando de averiguar cómo uno de sus hijos logró poner una huella de pudín de
chocolate en el techo.
Créditos
Moderadoras:

Flochi y Lucia A.

Traductoras:
269
Nixii.Wrath Simoriah Sweet Nemesis

Lucia A. Skye Sitahiri

Maru Belikov LizC Kachii Andree

Aria25 nanami27 Lalaemk

flochi rihano Jo

Dai

Correctoras:

Akanet Ale.. Aldebarán

curitiba Fher_n_n

R.L. Mathewson
flochi clau12345

Recopilación y revisión:

Akanet

Diseño:

Nixii.Wrath
270

http://www.bookzingaforo.com/

Divine Insanity

http://divine-insanity.foro-activo.mx/

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