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LA POBLACIÓN EN LA

PALESTINA ROMANA
La aproximación al contexto social en el que se desenvolvió la vida de Jesús de
Nazaret requiere prestar atención al estilo de vida característico de Galilea y Judea,
tanto en la población rural como en la urbana. Bajo la dominación romana esa
franja de terreno entre el río Jordán y el mar Mediterráneo proporcionaba hogar y
sustento a un rico y variado mosaico de gentes.

1. Una Galilea multicultural


En los comienzos de la era cristiana vivían en Galilea gentes de dos culturas
distintas. Una parte importante de la población estaba constituida por personas de
formación helenística, que hablaban griego, obtenían su sustento del comercio y la
industria y habitaban en las grandes ciudades como Ptolemaida, Séforis o
Tiberíades. En cambio, la población rural era predominantemente judía, hablaba
arameo y habitaba en casas de campo, aldeas o pequeñas poblaciones. Algunos de
sus nombres resultan muy familiares para los lectores de los evangelios: Nazaret,
Caná, Cafarnaúm, Corozaín o Betsaida.

No parece que hubiera un trato frecuente entre las gentes judías y helenísticas
de Galilea a pesar de que vivían muy próximos los unos a los otros. Posiblemente
solo mantuvieran las relaciones imprescindibles para satisfacer las necesidades
básicas de subsistencia. Los campesinos judíos acudirían al mercado de las
ciudades para vender sus productos y comprar algunas herramientas de trabajo.

Esta separación puede apreciarse en los relatos evangélicos. Los evangelios dicen
que Jesús vivió en Nazaret (cfr. Mt 2,23; Lc 2,39; 4,16), que asistió a una boda en
Cana (cfr. Jn 2,1), que también habitó en la ciudad de Cafarnaúm (cfr. Mt 4,13; Mc
2,1; 9,33; Lc 4,31; Jn 2,12), que hizo milagros en Corozaín (cfr. Mt 11,21) y estuvo en
Betsaida (cfr. Mc 8,22). Sin embargo, no tenemos constancia cierta de que estuviera
en ninguna ciudad de población helenística. Llama la atención que en ningún
evangelio se mencione las ciudades de Séforis y de Tiberíades, cercanas a Na-
zaret. Incluso cuando en las narraciones de los evangelios parece que Jesús va a
algunas de las ciudades o zonas de población no judía, nunca se afirma de modo
explícito que entrara en las ciudades, ya que, en todos los casos, el texto sagrado
introduce alguna fórmula genérica que puede designar más bien la zona o los
alrededores de la población misma. Así, por ejemplo, se dice que Jesús va a los
«términos» de Gadara, a la «región» de Tiro y Sidón o a los «alrededores» de
Cesarea de Filipo.
1.1. Galilea helenística

En Galilea toda la población era de cultura helenista o griega. De una parte,


toda la región de la Decápolis a la que pertenecían las ciudades de Hipos y Gadara.
De otra, el distrito de Fenicia, a orillas del mar, donde se encontraba la ciudad de
Ptolemaida y más al norte Tiro y Sidón.

La zona montañosa de Galilea tenía desde hacía siglos bastante población


pagana. La ciudad más importante era Séforis, que tendría unos 50,000 habitantes.
Allí Herodes construyó un suntuoso teatro. La ciudad fue destruida el 6 d.C. por
Quintilio Varo a causa de grandes disturbios provocados, pero nuevamente
reconstruida.

En las orillas del lago de Genesaret se fundó en el año 20 d.C. una ciudad
llamada Tiberias (o Tiberíades) en honor al emperador Tiberio. Tenía un gran
estadio y un palacio en cuya fachada se habían puesto figuras de algunos animales,
lo que también estaba prohibido en la Ley de Moisés, de modo que se pobló con
habitantes exclusivamente paganos.

En todas estas, y en otras ciudades menos importantes de Galilea, se


celebraban cultos paganos. Tanto las excavaciones como las fuentes literarias
hablan de la veneración en diversos lugares de la zona a Zeus, Atenea, Afrodita,
Poseidón y Artemisa, entre otros dioses.

1.2. Galilea judía


En medio de la población helenística, asentada sobre todo en las
grandes ciudades, había también un buen número de familias de origen israelita y
religión judía. Ellos constituían la población mayoritaria en las zonas rurales, y la
establecida en aldeas y pueblos pequeños de campesinos, ganaderos o pescadores.
Entre esas poblaciones interesa prestar atención a dos que habrían de tener una
particular relevancia en la vida de Jesús: Nazaret y Cafarnaúm.

 Nazaret
Era un puñado de pobres casas clavadas en unos promontorios de roca
en la Baja Galilea. Allí vivían pocas familias judías que hablaban en arameo. La
mayor parte de sus habitantes se dedicaban a la agricultura y la ganadería, pero no
faltaban algunos artesanos y obreros que se desplazaran a diario a trabajar en las
construcciones de la vecina Séforis.

Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz los fundamentos


del antiguo Nazaret. En las casas se aprovechaban las numerosas cuevas que
presenta el terreno para acondicionar en ellas, sin realizar grandes modificaciones,
alguna bodega o cisterna. El suelo se aplanaba poco delante de la cueva, y ese
recinto se cerraba con unas paredes elementales para luego techarlo con una
cubierta vegetal. Posiblemente las familias utilizarían el suelo de esa habitación
para dormir. La luz entraba por la puerta. Allí guardaban algunos útiles de trabajo
y pocos muebles. Gran parte de la vida de familia se hacía fuera, a la puerta de la
casa.

 Cafarnaúm
En la orilla noroeste del lago de Genesaret se encontraba Cafarnaúm.
No era una gran ciudad, pero sí una de las poblaciones judías más importantes de
la región por estar situada en una zona fronteriza, junto al camino que unía Galilea
con la tetrarquía de Filipo. Había en ella servicio de aduanas, por lo que vivían allí
un buen número de recaudadores de impuestos, y contaba con una guarnición mi-
litar mandada por un centurión.

A la orilla del lago, se aglomeraban las casas en calles angostas. Se


calcula que llegó a tener unos 7,000 habitantes. Aquí no hay un terreno rocoso
como en Nazaret. Había muy pocas piedras talladas, que se utilizaban para los
dinteles y las jambas de las puertas y ventanas de las casas. Las habitaciones
estaban cubiertas por travesaños de ramas de árboles reforzados con capas de
tierra, de juncos y de paja. El pavimento era un empedrado irregular. Las habita-
ciones se abrían normalmente a grandes patios interiores donde se desarrollaba la
vida corriente, pues en ellos estaban las cocinas y los utensilios para las industrias
artesanales como el molido del aceite o el trigo.

2. Las gentes de Judea


Judea es la región donde se encuentra la ciudad de Jerusalén y donde había
una mayor presencia de población. Región montañosa cuyo paisaje, conforme se
avanza hacia el sur y hacia el oeste, es cada vez mas reseco hasta terminar en un
desierto. En él encontramos abundantes cuevas en las que es posible encontrar
refugio y guardar algunos alimentos u objetos personales, por lo que constituyen
un terreno propicio para esconderse o para retirarse de los lugares normalmente
habitados.

En los ss. II y I a.C., durante el gobierno de la dinastía asmonea, hubo algu-


nos esenios que se retiraron a ese terreno desértico. Los manuscritos encontrados
en las cuevas de Qumrán, muchos de ellos contemporáneos de Jesús, dan
testimonio de que también entonces el desierto era lugar de refugio.

Al final del s. I y comienzos del II d.C., ese terreno abrupto acogió a los
insurrectos de las revueltas judías contra los romanos, como lo muestran los
hallazgos arqueológicos de la zona, donde se han encontrado papiros en hebreo,
arameo, e incluso griego y alguno en latín, junto con objetos de uso doméstico
como odres, platos, cucharas, ovillos y mantos de lana, sandalias o cestos.

 Belén
Situada a 8 km al sur de Jerusalén. Ciudad pequeña dedicada a la
crianza de ganado menor y al cultivo de trigo y cebada. Quizá por su riqueza en la
producción de cereales, recibió el nombre de Bet-Léjem, palabra hebrea que
significa «Casa del pan». Según una vieja tradición, en esos campos había conocido
Booz a Rut, la moabita, hacia muchos siglos. Su bisnieto, el rey David, nació en
aquella aldea. Dice el evangelio de Lucas que María y José se dirigieron a Belén, la
ciudad de David, para empadronarse.

 Jericó
Jericó es una de las ciudades más antiguas del mundo. Fue poblada
por primera vez hace unos 8000 años. Enclavada en una zona donde no llueve casi
nunca, pero que tiene cerca unas fuentes de agua dulce que han permitido que
crezca un oasis donde abundan las palmeras cargadas de dátiles y muchos árboles
frondosos, así como las rosas y toda clase de flores. Marco Antonio la había donado
como obsequio a Cleopatra, la reina de Egipto, para manifestarle su afecto. Herodes
había reforzado sus muros de defensa y había edificado un magnifico palacio de
invierno y varios edificios públicos.

 Jerusalén
Al comienzo de la era cristiana Jerusalén era una gran ciudad, una de
las más hermosas del mundo. Nunca en su historia había tenido tanto esplendor
como el que le proporcionó Herodes el Grande. La remodelación de la Ciudad
Santa, paralela a la ampliación y enriquecimiento del templo, comenzó el año 20
a.C. y se prolongó hasta el 63 d.C. Por lo tanto, cuando Jesús la visito, la ciudad
todavía estaba en obras. Algunas las llegaría a ver muy avanzadas, como el arreglo
del templo, pero la mayoría ya estaban terminadas hacia el año 30 d.C., es decir, la
época en que Jesús predicaría a sus gentes y en la que sería clavado en la cruz.

Teniendo en cuenta la extensión que se aprecia en los restos


arqueológicos de esa época y la densidad habitual de la población urbana en
aquellos tiempos, se puede calcular que tendría algo más de 100,000 habitantes
estables, aunque podrían llegar a 300,000 en las grandes concentraciones con
motivo de las solemnidades pascuales.

A pesar de la abundancia y riqueza de las construcciones fuertes y


nobles que abundaban en la ciudad, el edificio más importante de Jerusalén era su
templo. El edificio, resultado de la ampliación llevada a cabo por Herodes, estaba
construido sobre una superficie aproximadamente rectangular de más 500 m de
largo, y con una extensión de 14,4 hectáreas. Actualmente sobre él está edificada
una mezquita.

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