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MIGUEL HERNÁNDEZ, TRADICIÓN Y VANGUARDIA

MH fue un poeta permeable, que bebió de muy diversas fuentes. Así, su primera fuente de
inspiración fue la literatura oral tradicional de carácter popular; pero en sus lecturas de
adolescente absorbió a los escritores clásicos y, muy pronto, a los poetas de la generación del 27,
pasando su trayectoria por una etapa vanguardista y de compromiso social al comienzo de la
guerra civil. Lo cierto es que MH se movió en torno a la estela de la g. 27, homenajeándola en su
poesía, a la vez tan personal y original; de ahí que la fusión entre tradición y vanguardia sea una de
sus características.

En esta fusión intervienen:

- La tradición popular de carácter oral


- La tradición literaria culta de los clásicos españoles
o Poesía de los siglos de oro (Góngora, Bécquer, neopopularismo)
o La generación inmediatamente anterior: el simbolismo de Rubén Darío y la poesía
pura de Juan Ramón Jiménez; especialmente Perito en lunas. Aquí muestra la
influencia de Jorge Guillén y Juan Ramón Jiménez.
o Poesía de sus contemporáneos, la vanguardia: el surrealismo (desde mediados de
1935 hasta principios de 1936), muestra la influencia de Neruda y Aleixandre. Aun
así, no se debe afirmar que MF fuera un poeta surrealista, sino que emplea
recursos del surrealismo en escasos poemas.

LA TRADICIÓN DE LOS CLÁSICOS LITERARIOS ESPAÑOLES

Como ávido lecto, MH muestra influjos de la tradición literaria española, desde el


humanismo del s. XV hasta el barroco más desmesurado de Luís de Góngora.

En un primer momento, el costumbrismo regionalista es su influencia más directa. MH se


identifica emocionalmente con una naturaleza, que pasa a poetizar a la manera de la poesía
ascética (Fray Luis de León) y mística (San Juan de la Cruz). Estos escritores del siglo de Oro
recurren a la mitología griega y latina, por eso las apariciones de seres mitológicos en poemas
juveniles son constantes. Sus poemas combinan religión (la naturaleza como obra divina, mística) y
paganismo. De este modo su poesía evoluciona hasta llegar a una expresión amorosa más
desgarrada: El rayo que no cesa (1936), que funde la poesía impura surrealista (pena de amor)
con la tradición (métrica clásica y temas).

El romanticismo de Espronceda, Bécquer y Zorrilla también estará presente en la obra de


MH. Esto quedará latente en Viento del Pueblo, dónde MH adopta un tono épico, revitalizado.

Los escritores modernos (generación del 98) también le influirán. Su visión religiosa tiene
que ver mucho con Unamuno, al que denominará “padre espiritual”. En Antonio Machado
encontrará su modelo de campesinado español y Juan Ramón Jiménez le influirá tanto en su
faceta modernista como en su faceta de poesía pura. La estética modernista de Rubén Darío se
aprecia en sus primeras obras. Por ejemplo, en su poema Pastoril, lleno de sensualidad, sonoridad
y colorismo con los que evoca a un paisaje extremadamente idealizado. Al mismo tiempo, vemos
el influjo de su contemporáneo Vicente Aleixandre (gen. 27) y su obra “La destrucción o el amor”,
que trasladará a sus poemas predicando la pena hernandiana, el dolor de amor.

Pero el que más le impactará será Luis de Góngora, poeta barroco, que acaba de ser
rescatado por los autores de la generación del 27. Góngora, con sus metáforas herméticas, supone
la dualidad tradición-vanguardia.

LOS INTENTOS VANGUARDISTAS: SURREALISMO

Aunque sus contactos con las vanguardias fueron escasos, hay que matizar que la
vanguardia española se caracteriza por la revisión y modernización del legado clásico: la
reivindicación de Góngora y la reinterpretación de Lope de Vega.

En el momento en el que MH entra en contacto con Góngora a través de la gen. 27, Perito
en lunas se adscribe a la poesía pura. Perito en lunas (1933) muestra la convivencia de dos
tendencias: una estética ultrapurista (Juan Ramón Jiménez) y un surrealismo (metáforas),
mediante el cual distorsiona la realidad, produciendo efectos absurdos y alucinantes con
metáforas rebuscadas.

LA TRADICIÓN POPULAR: EL NEOPOPULISMO

Esta dualidad vanguardia-tradición existe en MH hasta el estallido de la Guerra Civil,


cuando MH abandona los recursos surrealistas y escribe para el pueblo. Para ello retoma la estrofa
más tradicional, el romance, que representa su mejor vía de comunicación con el pueblo. Vuelve
así a un estilo neopopular, que es la recreación culta de la tradición popular, con dos vías de
influencia:

- Por un lado, la transmisión oral de su entorno rural.


- Por otro, lecturas y recreaciones cultas de canciones y romanceros, como hicieron los
escritores de la generación del 27 (Alberti, García Lorca). En Viento del pueblo (1937)
vemos una poesía comprometida, más directa, con tono vigoroso y entusiasta, con el
empleo del romance y el octosílabo. En El hombre acecha (1938) utiliza lo versos
endecasílabo y alejandrinos para contar los horrores de la guerra. En este sentido, la obra
de MH alcanza su máxima expresión en El Cancionero y romancero de ausencias, donde
vuelve a la recreación culta de lo popular (neopopulismo) sin abandonar la influencia de
los clásicos (Quevedo)

En definitiva, la tradición se impone a la vanguardia y le presta sus moldes. Confluyen lo clásico y


lo moderno, lo tradicional y lo renovador, como ejemplo de lo que fue la estética española de las
décadas 20 y 30; estéticas que marcaron el devenir de la poesía en tiempos de posguerra y
privación de libertades.

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