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Bioética y Derecho

Dilemas y paradigmas
en el siglo XXI
ROBERTO ARRIBЀRE
— Director—

Bioética y Derecho
Dilemas y paradigmas
en el siglo XXI

Prólogo del Dr. Enrique P. Bagnati


EDICIONES CATHEDRA JURÍDICA
Lavalle 1292
C1048AAF-Ciudad de Buenos Aires
República Argentina
Tel.: (54-11) 4382-4780/0295
Fax: (54-11) 4382-4780
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www.cathedrajuridica.com.ar

Arribère, Roberto (dir.)


Bioética y Derecho.a Dilemas y paradigmas
en el siglo XXI - 1 ed.-
Buenos Aires: Cathedra Jurídica, 2008.
416 ps.; 23 x 16 cm.
ISBN 978-987-1419-08-1
1. Derecho. I. Título
CDD 340

Fecha de catalogación: 25/4/08

Edición al cuidado de
MARTA ALCORTA

Impreso en Talleres Gráficos Leograf, S.R.L.


Rucci 408, Valentín Alsina, Argentina,

Hecho el depósito que dispone la ley 11.723


Está prohibida y penada por la ley la reproducción total o parcial de este libro por
ninguna forma o procedimiento. Reservados todos los derechos.
Prólogo

Prologar un libro significa la enorme responsabilidad de poner


en pocas líneas una idea y opinión general de la obra, que serán
el primer contacto con el lector, así como cumplir adecuada-
mente con el alto honor de haber sido convocado para la tarea.
Tratando de alejar estos factores intimidantes para un hom-
bre de la ciencia médica y no de la "pluma", procuro plasmar
una visión objetiva tal como la percibí al concluir la lectura.
El desarrollo y difusión de la Bioética en el mundo actual es
imprescindible; por tanto, todos los aportes realizados a tal fin
con seriedad y profundidad de criterio, como lo es en este caso,
son importantes y beneficiosos para un adecuado y equilibrado
acercamiento entre la ciencia, la tecnología y un mejoramiento
de la calidad de vida.
La ética nunca estuvo totalmente ausente de la ciencia, es-
pecialmente las vinculadas a la salud. Basta recordar el ethos de
la Medicina de los griegos, que aún persiste, con adecuaciones
y variantes, en el juramento hipocrático que hacen todos los
médicos.
Pero los avances científicos y tecnológicos surgidos en esta
posmodernidad que vivimos, hacen insuficientes los planteos
axiológicos antes existentes.
Esto se ve claramente en el campo médico. Ningún profe-
sional de la ciencia médica o biológica de principios del siglo
Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

pasado se vio en la necesidad de analizar, desde sus valores,


temas relacionados con la sexualidad humana, la fertilización
asistida o el manejo embrionario.
Tampoco cuestionarse acerca de la donación de órganos de
anencefálicos, la resucitación o su suspensión, el tratamiento del
enfermo terminal frente al peligro de caer en el encarnizamiento
terapéutico, y tantos otros aspectos controversiales que nece-
sitan hallar una guía más amplia que la ética tradicional.
Y este libro trata sobre temas de la Bioética, ciencia nueva
y más abarcadora que los conceptos morales utilizados hasta
ahora, tan importantes para el desarrollo y comportamiento del
ser humano dentro de la sociedad en que vivimos, porque es una
disciplina que favorece el crecimiento del hombre y se aplica
desde distintos cuerpos del conocimiento (ciencias biomédicas,
jurídicas, educacionales) y desde que el ser humano nace hasta
el día de su muerte.
En este libro se encuentran aportes valiosos, especialmente
porque están tratados por autores reconocidos que expresan cla-
ramente la utilidad de la Bioética en todos los aspectos de la
vida.
El Estado no puede estar ausente en esta problemática, ya
que debe garantizar el bienestar físico, mental y social de las
personas, pero a veces su función resulta incompleta y puede
distorsionar el fin de la Bioética.
No es fácil encontrar la solución a los problemas que plan-
tea la realidad actual, pero se podrá avanzar en el objetivo gra-
cias a la contribución de este especializado cuerpo de autores,
que se preocupan y tratan de mantener en alto los valores, acor-
des con los planteos que se suscitan en el día a día. El tratar
dichos problemas con claridad y respeto es parte importantísima
del valioso aporte de esta obra.
Como lector destaco que el libro despierta gran interés, pues
resulta sumamente didáctico y ofrece datos comprensibles y
documentados que ayudarán al público interesado en estos te-
mas. Al recorrer sus páginas vislumbro una presentación orde-
nada, desarrollos claros, amplia bibliografía y contenidos bien
Prólogo 9

seleccionados por los autores, por lo que no dudo de que esta


obra constituirá una provechosa herramienta de consulta, tanto
para legos como para profesionales de la especialidad.
Concluida esta sencilla presentación de lo que encontrarán,
en términos generales, en la lectura, me permitiré unas palabras
de índole más personal.
Tuve el privilegio de compartir un grupo de trabajo con el
director de este libro y allí lo conocí como ser humano; esta cir-
cunstancia permitió perfeccionar mis conocimientos con todo el
bagaje de experiencia que él tan bien sabe ofrecer.
El mundo cuenta con trabajos nacionales e internacionales
de prestigiosos autores, que informan y favorecen una mejor
calidad de vida. El Dr. Roberto Arribére es uno de ellos, lucha-
dor incansable en su especialidad, que siempre estará dispuesto
a brindar su saber, en generosa actitud, a los lectores.
Por ello, cierro este Prólogo expresando mi agradecimiento
y reconocimiento a los estimados profesionales que colaboraron
en este libro, y especialmente a quien ha dirigido este proyecto,
mi apreciado amigo y gran letrado, Roberto Arribére.

ENRIQUE P. BAGNATI †
Médico Ginecólogo
Índice

Prólogo del Dr. Enrique P. Bagnati............................................ 7


Prefacio................................................................................... 17

I. Inequidad en salud: ¿dilema bioético o paradigma


de las sociedades actuales?,
por CARLOS F. PIOVANO ...................................................... 31

II. Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo,


por OLGA MAREGA
1. Introducción ............................................................................. 51
2. Sexualidad ................................................................................ 60
2.1. Funciones: reproductiva, placentera y comunicativa ...... 60
2.2. Desarrollo biocultural ..................................................... 61
2.3. Dimensiones: individuo, pareja, familia y sociedad ....... 62
2.4. Componentes: sexo, identidad sexual, rol de género y
orientación sexoerótica ................................................... 63
2.4.1. Homosexualidad ................................................. 64
2.4.2. Variantes de la identidad sexual ......................... 65
2.5. Etapas.............................................................................. 69
3. Salud sexual.............................................................................. 70
3.1. Derechos sexuales........................................................... 70
4. Respuesta sexual ...................................................................... 73
4.1. Disfunción sexual femenina............................................ 75
5. Satisfacción sexual femenina................................................... 75
5.1. Autoestima...................................................................... 76
12 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

5.2. Imagen corporal............................................................... 77


5.3. Cortejo y seducción......................................................... 78
5.4. Sensualidad ..................................................................... 79
5.5. Comunicación. Lenguaje erótico..................................... 80
5.6. Intimidad ......................................................................... 80
5.7. Seguridad......................................................................... 81
5.8. Cuerpo sano..................................................................... 81
6. Conclusiones ............................................................................ 82
7. Bibliografía ............................................................................. 82

III. Apuntes sobre derechos sexuales y reproductivos en


el ordenamiento jurídico argentino,
por PAULA SIVERINO BAVIO
1. Introducción ............................................................................. 87
2. Derechos sexuales y reproductivos: delimitación conceptual. 88
2.1. Derecho a la salud........................................................... 88
2.2. Salud sexual y reproductiva............................................ 91
2.3. Definiciones sobre derechos sexuales y reproductivos.. 95
3. Los derechos sexuales .............................................................. 97
3.1. Derecho a la identidad e identidad sexual ....................... 99
3.1.1. El derecho a la identidad en el ordenamiento ju-
rídico ................................................................... 99
3.1.2. Identidad y libertad ............................................. 101
3.1.3. Aspectos dinámicos y ¿estáticos? del derecho a la
identidad ............................................................ 103
3.1.4. La identificación ................................................. 106
3.1.5. La identificación como nexo social y el derecho
al nombre ............................................................ 110
3.1.6. Derecho a la identidad, perspectiva de género e
identidad sexual .................................................. 113
4. Los derechos reproductivos...................................................... 116
5. Los derechos sexuales y reproductivos como derechos huma
nos ............................................................................................ 125
5.1. Marco legal; proceso de recepción normativa de los de
rechos sexuales y reproductivos: de los tratados de de
rechos humanos al derecho interno ................................ 130
5.2. Instrumentos internacionales .......................................... 132
5.3. Áreas de acción............................................................... 140
5.4. Anticoncepción y políticas públicas en la República Ar-
gentina............................................................................. 141
índice 13

5.5. Legislación argentina en derechos sexuales y reproduc-


tivos................................................................................. 142
5.5.1. Ley 25.673: Programa Nacional de Salud Sexual
y Procreación Responsable ................................ 143
5.5.2. Ley 25.630: una mirada alternativa sobre la pro-
tección de la mujer y la persona por nacer ......... 146
5.5.3. Ley 26.130 de contracepción quirúrgica ........... 153
5.5.4. Normas provinciales específicas ....................... 162
5.5.5. Recepción en el orden positivo de los derechos
sexuales y reproductivos: el caso de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires................................ 164
6. Barreras que impiden el acceso a los derechos sexuales y repro-
ductivos ................................................................................... 194
6.1. El problema de la autorización judicial .......................... 200
7. Colofón.................................................................................... 204
8. Bibliografía ............................................................................. 207

IV. Avances y retrocesos legislativos de


la fertilización asistida,
por MABEL DELLACQUA
1. Preliminar................................................................................ 215
2. Panorama en la legislación extranjera..................................... 216
2.1. Legislación española...................................................... 217
2.1.1. Ley 45/03............................................................ 218
2.1.2. Ley 14/06 ........................................................... 221
2.1.3. Normativa de investigación en biociencia. Recien-
te ley del 15/6/07................................................ 232
2.2. Legislación italiana ........................................................ 233
3. El derecho a la procreación humana........................................ 235
4. La mujer sola como beneficiaría de la aplicación de las técni-
cas de fertilización humana ..................................................... 242
5. Fertilización asistida y derecho al propio cuerpo .................... 244
6. Derecho a la identidad y fertilización asistida ......................... 246
6.1. La divergencia de la identidad genética y filiatoria a tra-
vés de un pronunciamiento ............................................ 253
6.2. Transformando la reflexión en acción en el plano de la
ética aplicada: perfil sincrónico y diacrónico de la identi-
dad genética y la identidad filiatoria.............................. 254
7. El derecho a la salud y las técnicas de fertilización asistida ... 259
14 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

8. Avance y retroceso europeo y la situación proyectiva en la Ar-


gentina ..................................................................................... 267
9. Proyectos de ley de fertilización asistida.................................. 269
9.1. Ámbito nacional.............................................................. 269
9.1.1. Beneficiarios de las técnicas ............................... 271
9.1.2. Dación de células germinales (óvulos y esperma
tozoides).............................................................. 273
9.1.3. Derecho a la identidad ........................................ 274
9.1.4. Criopreservación de ovocitos pronucleados ....... 276
9.2. Ámbito de la Ciudad de Buenos Aires............................. 279
10. Ética aplicada a la fertilización asistida.................................... 282
10.1. Principios de la Bioética ................................................. 282
10.2. Operatividad del principio de consenso en las técnicas de
fertilización asistida y los principios cardinales.............. 291
11. Conclusiones ............................................................................ 294
12. Bibliografía............................................................................... 297

V. La narrativa del sufrimiento,


por ISABEL DEL VALLE
1. La narratividad como inherente a la condición humana........... 305
2. La enfermedad como contingencia .......................................... 307
3. La vida puesta en palabras. La necesidad de narrar la enferme
dad ............................................................................................ 309
4. Modalidades narrativas ante la enfermedad ............................ 311
4.1. Narrarse a sí mismo ........................................................ 311
4.2. El caso como recurso narrativo ....................................... 312
4.2.1. Dos mundos separados ....................................... 314
4.3. El acceso a la enfermedad mediante la narración litera-
ria .................................................................................... 316
5. La enfermedad en la narrativa de ficción ................................ 318
5.1. La contribución de la literatura a la medicina ................ 318
6. El sufrimiento humano............................................................. 322
6.1. El sufrimiento y la búsqueda de sentido ......................... 323
6.2. Sufrimiento y creación ................................................... 325
6.3. Escritores médicos y médicos escritores........................ 326
7. La enfermedad en la novelística. Representaciones culturales
de la enfermedad ..................................................................... 327
8. El sufrimiento en la narrativa. Aplicación de las categorías de
análisis fenomenológico del sufrimiento al texto literario ...... 330
Índice 15

9. La comprensión vivencial del sufrimiento............................... 338


10. La narrativa atravesada por la ética......................................... 341
11. Conclusiones............................................................................ 345
12. Bibliografía.............................................................................. 345

VI. La muerte, la dignidad del hombre y la eutanasia.


Un nuevo paradigma para el siglo XXI,
por ROBERTO ARRIBÉRE
1. Consideración social de la muerte ........................................... 349
2. La muerte y las religiones........................................................ 351
2.1. El cristianismo ................................................................ 352
2.2. El islamismo ................................................................... 354
2.3. El hinduismo................................................................... 355
2.4. El budismo...................................................................... 356
2.5. El judaismo..................................................................... 357
3. De la espiritualidad al racionalismo ........................................ 358
3.1. Estrategias para reconocer qué es la muerte ................... 360
3.2. Problemática de la muerte en el mundo moderno .......... 362
3.3. Laicización de la muerte. Bioética y Derecho ................ 364
3.3.1. El racionalismo científico y la muerte ................ 364
3.3.2. La Bioética ......................................................... 366
3.3.3. El Derecho .......................................................... 369
4. La dignidad del hombre. La eutanasia..................................... 370
4.1. La eutanasia en la historia .............................................. 372
4.2. Variaciones sobre la "buena muerte" .............................. 377
4.2.1. Cuidados paliativos ............................................ 378
4.2.2. Corrientes doctrinarias ....................................... 381
4.3. Legislación comparada en materia de eutanasia. Antece-
dentes ............................................................................. 390
4.3.1. Antecedentes latinoamericanos .......................... 391
4.3.2. Legalización o despenalización: Holanda y Bél-
gica ..................................................................... 395
4.3.3. La problemática de legislar sobre la materia ...... 408
5. La situación en la Argentina .................................................... 409
6. Conclusiones............................................................................ 413
7. Bibliografía .............................................................................. 415
Prefacio

Hace más de veinte años atrás, cuando llegaron las primeras


noticias de Louise Brown, la primera "bebé de probeta", como
se la denominó entonces, el hecho me conmocionó profunda-
mente a la vez que despertó mi curiosidad acerca de la técnica
que había permitido lograr un embarazo a partir de un ovocito
fecundado en un laboratorio, fuera del seno materno.
Ese acontecimiento me llevó a pensar en las implicancias que
tendría sobre el Derecho, campo en el cual hacía ya largos años
en el que trabajaba y enseñaba, especialmente en Derecho Civil
I, o Parte General como suele denominarse pedagógicamente,
rama en la que, desde que la rindiera como materia de grado,
pasando luego por los cursos del Doctorado hasta llegar a su
Cátedra, me nutrí y crecí junto al Dr. José María López Olaciregui,
a quien he considerado siempre mi maestro, no sólo en esa
especialidad, sino también en la vida, junto con mi padre.
La típica y cerrada formación académica que recibiera en
aquella Facultad de Derecho de Buenos Aires de los tempranos
años sesenta, hizo que mi primera reacción ante la novedad cien-
tífica de la fecundación in vitro (FIV), fuera de cautelosa pru-
dencia y desconfianza, para lo cual, como buen abogado, me
refugié en lo único que conocía y que me brindaba seguridad: las
sabias normas que el Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield escribiera en
los arts. 63 y 70 de su monumental Código Civil, que inalte-
radamente rige la materia desde 1871.
18 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Muchas han sido las oportunidades en que desde diversos


ámbitos científicos y académicos hice conocer mi posición de
aquella primera época acerca de las nuevas técnicas de repro-
ducción humana (NTRH)1.
Pero, en forma simultánea, mi curiosidad se incrementó por
conocer algo más sobre cómo se había llegado a concretar el
nacimiento de quien hoy, veintiocho años después, ha logrado
ser madre por la ancestral vía coital.
Diversos fueron los hechos y las circunstancias de vida que
me permitieron trabar relación con profesionales médicos gene-
tistas, bioquímicos especialistas en genética, médicos ginecólogos,
biólogos y otros profesionales de las ciencias de la salud, con
los cuales, en largas tendidas verbales o escritas, pude ir adqui-
riendo mínimos conocimientos, ajenos y distintos a los que yo
tenía, que me fueron acercando a realidades absolutamente
desconocidas.
Cada una de esas realidades científicas han sido como ven-
tanas o puertas que, al abrirse, me iban aggiornando en mis
conocimientos, a la vez que acicateaban mi interés por seguir
adelante.
Simultáneamente, a principios de la década del noventa se
cruzó en mi camino el Seminario de Posgrado sobre Bioética y
Comités de Ética organizado por Flacso, cuyo temario me re-
sultó más que atractivo, y que fue dictado entre 1993 y 1994

1
ARRIBÉRE, R., "La protección del derecho y el comienzo de la vida hu-
mana y de la persona", Doctrina y Jurisprudencia, n° 28, Colegio de Aboga-
dos de Lomas de Zamora, abr.-may. 1988; "La crioconservación de embriones.
Recomendación ético legal", XIII Reunión de la Asociación Latinoamericana
de Investigación en Reproducción Humana (ALIRH), Buenos Aires, 1993;
"Consideraciones ético-legales sobre la fecundación in vitro y sus consecuen-
cias", III Jornadas de Derecho de Familia y Sucesiones, Colegio de Abogados
de Morón, 1993; "Aspectos esenciales a considerar en una futura legislación
regulatoria de las técnicas de fecundación asistida y la genética", ED, n° 8166,
21/1/93; SLAVUTSKY, I.; ARRIBÉRE, R., y GIRÓN, G., "Anteproyecto de ley para
la fecundación asistida y sus implicaciones sobre la genética humana", LL,
Actualidad, n° 208, 29/10/92.
Prefacio 19

por la Dra. Florencia Luna, a quien reconozco como mi mentora


en aquellos primeros pasos en ese nuevo y, hasta entonces, des-
conocido ámbito, donde se entrelazan las ciencias sociales con
las ciencias de la salud.
A partir de entonces, y apuntalado por mi pertenencia a di-
versas instituciones y comités de bioética a los que me fui incor-
porando, comencé a transitar lenta y reflexivamente caminos a
través de los cuales fui madurando nuevos enfoques y concep-
tos con el aporte de la filosofía, la sociología, la bioética y otras
ramas del saber, que me permitieron traspasar los estrechos li-
mites que el Derecho argentino impone para el análisis y solu-
ción de los dilemas planteados por el avance biotecnológico,
especialmente desde el último cuarto del pasado siglo, y que se
incrementan día a día en el siglo actual.
Esos y otros dilemas constituyen paradigmas de este tiempo
complejo y febril de comienzos del presente siglo xxi, en el que
la ciencia y la técnica muestran una fabulosa evolución, mientras
las estructuras y vínculos sociales en muchos países del mundo
en general, y particularmente en el nuestro, tienen escaso desa-
rrollo o, lisa y llanamente, involucionan, generando nuevos y cada
vez más graves conflictos que afectan al colectivo social tanto
como al científico, y que deberán ser coordinados para benefi-
cio común y de la justicia.
En ese sentido fue que mi camino, iniciado con la técnica de
los Dres. Patrick Steptoe y Robert Edwards, fue sumando nue-
vas estaciones en la consideración de la vida del hombre.
Al decir del Dr. Diego Gracia Guillen2, cada una de esas
estaciones está precedida de una puerta que, al abrirse, nos lle-
va desde la fecundación del óvulo hasta la muerte de ese ser y
aun más allá.
Es así como a través de una visión bioética deberían ir ajus-
tándose los enfoques, el análisis y las soluciones de los dilemas

2
GRACIA, D., "Dilemas éticos en el final de la vida", revista Nexo,
Hospital Italiano de Buenos Aires, n° 15, ps. 5-16, 1995.
20 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

que plantea el preembrión y su gestación hasta el nacimiento, la


infancia/adolescencia del nuevo ser y su adultez hasta, con el
transcurso del tiempo, cerrar el círculo con la muerte y sus con-
secuencias.
Así, las diversas modalidades de la FIV y sus implicaciones
para quienes participan de ellas; el estatus moral y legal del
embrión y su relación con la "interrupción del embarazo", eufe-
mística expresión para designar, sin nombrarlo, al aborto; los
diagnósticos prenatales y los diagnósticos genéticos preim-
plantatorios; las intervenciones intraútero, son temas que aún hoy
fatigan las actividades docentes, judiciales y académicas, pero
que parecen ser sistemáticamente ignoradas por los legisladores
que, al cabo de casi treinta años, no han logrado dictar una le-
gislación que aporte certeza y seguridad en la materia.
Seguramente que a ello habrá de contribuir el excelente tra-
bajo realizado para este libro por la Dra. Mabel Dellacqua, a
quien tuve el honor de conocer en mi tránsito por la cátedra
universitaria y como discípula en el curso de posgrado sobre
"Derecho y Genética" que, junto con especialistas en genética,
dicté en la Facultad de Derecho, UBA, en la década de los
noventa.
Desde entonces establecimos con la Dra. Dellacqua una re-
lación de mutuo provecho en la que, muchas veces en desacuer-
do y otras de acuerdo, hemos podido echar luz en el difícil camino
de pensar soluciones normativas que, pautando la realidad de
las NTRH, les permitan su desarrollo y aplicación en beneficio de
pacientes que buscan una solución a la esterilidad que les impide
procrear.
A continuación, la consideración de los infantes y adoles-
centes como sujetos morales autónomos cuya competencia, li-
gada al desarrollo de su madurez psicofísica, necesario para recibir
su asentimiento o su consentimiento con las prácticas médicas,
que habrá de expresar en forma previa como manifestación
progresivamente autónoma de una voluntad que, en todo mo-
mento, deberá sustentarse en una oportuna y adecuada informa-
ción.
Prefacio 21

Abriendo una nueva puerta de aquellas que nos mostrara el


Dr. Gracia, pasamos a una nueva etapa de este ser, cuyo desa-
rrollo venimos siguiendo, y desembocamos en la adultez.
Es acá donde la existencia se da con toda su fuerza, creadora
o destructiva, donde los dilemas adquieren protagonismo y tras-
cendencia a pesar de que muchos de ellos preexisten en la etapa
anterior, porque es aquí cuando la actividad humana es vista,
analizada y normada en casi toda su extensión, dado que el adul-
to es el protagonista de interrelaciones personales que adquie-
ren mayor complejidad, provocando conflictos difíciles que re-
quieren solución, pero que sería mejor prevenir antes de que se
generen.
En ambos aspectos la Bioética resulta esencial para definir
al hombre, reconocer y valorar sus aptitudes y aparece entonces
el tema del consentimiento informado como medio de rescatar
la autonomía de su voluntad, reivindicando la potestad de tomar
por sí decisiones en materia de salud.
Se intenta con ello nivelar las asimetrías que la relación médico-
paciente muestra en el modelo hipocrático tradicional, donde el
paternalismo médico, si bien destinado a beneficiar al paciente,
puede derivar en efectos iatrogénicos3.
La bioética de principios, seguida principalmente en los paí-
ses de origen anglosajón y sustentada por autores como Beau-
champ y Childress4, introduce a tal efecto, como elemento nive-
lador, el principio de autonomía por el que habrá de estarse siempre
a la manifestación de voluntad del paciente, formada a partir de
la información total y precisa que reciba de su médico y expre-
sada (documentada) en el consentimiento informado.

3
Hipócrates (Las Epidemias, Libro I) dice que hay que ejercitarse res-
pecto a las enfermedades en dos cosas: ayudar o al menos no hacer daño, pa-
labras con las que dejo sentado el principio de primmum non nocere, como
contracara, a la vez que complemento, del principio de beneficencia, A su vez,
el Diccionario de la Lengua española, 22a ed., define lo iatrogénico, como el
efecto de "toda alteración del estado del paciente producida por el médico".
4
BEAUCHAMP, T., y CHILDRESS, J., Principies ofbiomedical ethics, Oxford
University Press, Oxford, 2001.
22 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Se partirá, para ello, de un concepto ínsito de la filosofía


moral que considera que el individuo puede autogobemarse por
sí, formando su personalidad a través del conocimiento y el en-
tendimiento apropiados, sin ser controlado ni interferido por otros,
ni por limitaciones personales propias.
Por lo tanto, si actúa de acuerdo con sus propios valores y
creencias, sin coacciones internas ni externas, basado en una
adecuada comprensión de la información que el médico le pro-
porcione, la decisión que tome respecto de su cuerpo y de su
salud podrá considerarse verdaderamente autónoma y deberá
ser respetada por el médico aun cuando colisione con la bene-
ficencia que él está obligado a prodigar a sus pacientes.
Pero la autonomía de los pacientes, sin embargo, debe ser
valorada a la luz de su competencia o aptitud para adoptar una
decisión autónoma mediante su idoneidad psicológica de orga-
nizar los conocimientos necesarios para la toma de su decisión,
comprendiéndolos y valorándolos para dar intencionalidad a dicha
decisión, adaptándola a su escala de valores sin sufrir coaccio-
nes propias ni externas5.
La apreciación de la competencia es individual en cada
paciente, y no escapan a ello las circunstancias de lugar, fami-
liares o de otra índole que lo rodeen, ya que ellas influyen fuer-
temente en su personalidad, convicciones y decisiones.
Pero el cúmulo antes referido de aquellos conflictos difíciles
que requieren solución, que sería mejor prevenir antes de que se
generen, se extiende mucho más allá de la relación médico-pa-
ciente, incluyendo, en una enumeración no taxativa, cuestiones
tales como las referidas a la sexualidad de las personas tanto en
su identidad como en su ejercicio, tema tratado con la erudición
y experiencia que tanto por su condición de ginecóloga como
por su especialización en sexología, le han dado a la Dra. Olga

5
BEAUCHAMP, T, y Me CULLOUGH, L., La responsabilidad moral de los
médicos, Labor, Barcelona, 1987, ps. 45-57, 129-146; BEAUCHAMP, T., y WALTERS,
L. (eds.), Contemporary issues in bioethics, 3a ed., Wadsworth, Belmont, 1989.
Prefacio 23

Marega, con quien tanto en Tandil como en esta ciudad de Bue-


nos Aires hemos compartido imborrables experiencias docen-
tes, académicas y de vivencias personales, que me enriquecie-
ron y a quien debo mi último trabajo en la profesión y uno de los
más satisfactorios de toda mi carrera como letrado, que fue el
patrocinio, para lograr la reasignación documental de sexo, de
un transexual de psiquis femenina ya intervenido quirúrgicamente.
El ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, a la
disposición de su propio cuerpo en múltiples aspectos que van
desde la dación de gametas y órganos, hasta la contracepción
quirúrgica y el aborto, es otro de los temas que plantea conti-
nuos dilemas y que importa un verdadero desafío para quienes
intentamos que el siglo XXI traiga una situación más justa y
respetuosa del hombre.
El tema es tratado en esta obra por una gran amiga, como
es la Dra. Paula Siverino Bavio quien, a pesar de su juventud,
ha demostrado una profunda vocación por la investigación, cu-
yos resultados le han permitido lograr la excelencia en innume-
rables trabajos y publicaciones, tanto a nivel nacional como in-
ternacional, contribuyendo, con su tarea docente y académica
en dichos ámbitos, a la formación de discípulos destacados y a
la planificación de proyectos legislativos y administrativos sobre
el tema.
Hay, además, otros aspectos de la vida del hombre, ya en
su vis interactiva con otros semejantes, cuya problemática re-
quiere permanente atención y cuidado como resulta ser, hoy en
día, la cuestión del acceso a la salud y la distribución de recur-
sos en ella.
Este tema ha sido abordado con la precisión y claridad de
quien lo conoce a fondo "desde adentro", por el Dr. Carlos Fran-
cisco Piovano, con quien nos une una entrañable amistad a partir
de nuestra temprana adolescencia, hace más de cincuenta años
atrás, de la que me enorgullezco no sólo por sus virtudes per-
sonales, sino por lo destacado y profundo de sus conocimientos
logrados a través del estudio, la especialización, la docencia y
24 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

una práctica profesional, verdaderamente sacerdotal, que lo han


llevado desde la jefatura de servicios de clínica médica, hasta la
dirección de organismos académicos de docencia e investiga-
ción y de prestaciones asistenciales de salud pública.
Muchos otros temas quedan pendientes, quizás para una
segunda parte de este libro, tales como la investigación clínica,
la confidencialidad y los flamantes bancos de datos, las inves-
tigaciones y experimentaciones con steam cells, y la clonación
reproductiva o con fines terapéuticos, entre otros.
Varias de estas cuestiones han merecido ya la regulación in-
ternacional a fin de insertarlas y normarlas dentro de un sistema
ético y jurídico que intenta preservar la dignidad del hombre.
Entre esas regulaciones están la Declamación de Helsinki y
sus modificaciones, en cuanto hace a la investigación biomédica
con seres humanos, la Declaración del Genoma Humano, y la de
Oviedo, entre otras.
En este rápido sobrevuelo sobre las diversas etapas de la
vida del hombre abrimos la última de las puertas de su existen-
cia, en la que entramos a lo que, genéricamente, denominamos
como el "fin de la vida".
En esta etapa es donde aparecen, en toda su afligente ple-
nitud, la enfermedad y los sufrimientos como prólogo de la muerte,
y ellos son tratados por la licenciada en Letras Isabel del Valle,
cuya especialización en humanidades médicas la ha llevado a tener
una muy particular y sugestiva visión de la Bioética a partir de
la literatura y la filosofía. Nuevamente tengo el honor de com-
partir con ella una obra plena de enfoques que, por distintos,
abren nuevos caminos a la comprensión de algo tan macabro
como pueden ser la enfermedad y los sufrimientos previos al
fallecimiento.
Es acá donde principalmente se toma conciencia de la muer-
te, del dolor, del sufrimiento, no menos previsibles en las etapas
anteriores, pero que en ésta adquieren carácter de ineluctables,
a pesar de los enormes esfuerzos que la ciencia y la tecnología
realizan para demorar su llegada lo más posible.
Prefacio 25

Es un hecho natural que produce el cese de las funciones


vitales del ser humano, que el Derecho, desde la licitud, siem-
pre consideró expostfacto, para determinar qué consecuen-
cias familiares, hereditarias y/o patrimoniales post mortem se
producían en los supérstites del causante fallecido de muerte
natural.
Desde la ilicitud, también expostfacto, el Derecho consi-
dera la muerte como factor de atribución de responsabilidades
penales y/o patrimoniales para todos aquellos que, como auto-
res directos, cómplices, encubridores o participes necesarios,
hayan contribuido al deceso del causante.
Sin embargo, con el devenir de los años, especialmente des-
de mediados del siglo xx, han sido varios los factores que han
obligado a considerar la muerte antes de que ella se produzca
o a reflexionar acerca de la despenalización de ciertas conduc-
tas, antes ilícitas.
Aparecen, así, dos formas diferentes de ver la muerte que
se medicaliza radicalmente con el desarrollo de las técnicas de
cuidados intensivos y de trasplantes, produciéndose simultánea-
mente su judicialización y una consecuente visión moral y ética
sobre ella.
Surgen, entonces, institutos como el de los cuidados palia-
tivos, que procuran que el paciente muera dignamente en su hogar,
cercano a sus afectos familiares y personales, evitando con ello
un encarnizamiento terapéutico indigno y, finalmente, fútil.
Creemos sinceramente que al paciente terminal, o al que, sin
serlo, la calidad de vida a que lo ha llevado su dolencia le resulta
atroz, insoportable por los dolores o consecuencias psicofísicas,
le cabe el absoluto derecho de adoptar las medidas necesarias
para hacer cesar tal situación, que afecta seriamente la dignidad
de su existencia.
En tal sentido, y mientras disponga de competencia suficien-
te para manifestar su voluntad autónoma, puede decidir entre
los citados cuidados paliativos o la muerte piadosa, tal como se
26 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

la designaba, se aceptaba y se practicaba en la Antigüedad6,


pero que hoy despierta encendidas polémicas en los más diver-
sos ámbitos.
Ciertamente, la eutanasia, entendida desde el punto de vista
médico como la muerte sin sufrimiento físico y definida por el
Diccionario de la Lengua Española como la "acción u omisión
que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, ace-
lera su muerte con su consentimiento o sin él", es un tema que,
por sus raíces e implicancias, divide las aguas tanto en la medi-
cina como en otras ciencias de la salud, e igualmente en el Derecho,
la filosofía y la ética.
Desde una cautelosa aceptación mediante rigurosas condi-
ciones para su práctica, pasando por posiciones híbridas que
admiten el retiro de soportes vitales al paciente, negando su
evidente carácter eutanásico para soslayar compromisos since-
ros y francos, hasta el absoluto y dogmático rechazo de la medida
argumentando la pertenencia de la vida a una divinidad, que la
otorga con cargo de devolución cuando ella lo disponga, o al
Estado por la necesidad de contar con una población para su
subsistencia, encontramos toda una serie de posiciones difíciles
de compatibilizar, aun a través de la Bioética.
Como consecuencia de ello, la ya de por sí dolorosa expe-
riencia de la muerte lo será aún más al judicializarla, tanto para
obtenerla como para evitarla, sin importar que la decisión de
recurrir a ella provenga del propio paciente, formulada anterior-
mente en un will oflife (testamento vital) o en el momento actual,
o sea requerida por sus familiares o el equipo médico que lo
acompaña.
Ventilar en los estrados judiciales la autorización para que
alguien pueda morir dignamente, en paz con su propia concien-
cia y sin encarnizamientos, resulta muy poco razonable, pero,

6
ARRIBÉRE, R., y DEL VALLE, I., "La eutanasia y la necesidad existencial
de la muerte", en AA.VV., Bioética y bioderecho, Cap. XII, Universidad, Bue-
nos Aires, 2002, ps. 377-407.
Prefacio 27

sin embargo, revela la existencia de nuevos paradigmas surgidos


en el dilemático ámbito de la vida y de la muerte que se plantean
poco menos que a diario7.
Pero también los avances tecnológicos registrados en los
últimos cincuenta años, que han permitido lograr la ablación de
órganos individuales o de conjunto de órganos cadavéricos frescos
para su transferencia e implante, en pacientes que los tienen
afectados con compromiso para su vida, motivan, a menudo,
frecuentes contiendas judiciales.
Ello ha colocado al Poder Judicial como arbitro máximo de
la vida y de la muerte de los enfermos afectados, en una acti-
vidad que no le corresponde, pero que se requiere frecuente-
mente por la renuncia de los profesionales médicos a sus
incumbencias para la realización de verdaderos actos destina-
dos a preservar la vida de las personas, debido a la desconfian-
za o el temor a que una legislación caduca o pretérita los expon-
ga a duras sanciones penales o a altísimos resarcimientos eco-
nómicos.
Ello es así por cuanto ha sido necesario rever y volver a
analizar el hecho de la muerte, dada la calidad de órganos a pro-
curar para trasplante, como la inmediatez de su ablación y tras-
plante para asegurar el éxito de la intervención.
Así es como de la sempiterna e inmutable muerte que en
esencia es la extinción del proceso homeostático y, por ende, el
fin de la vida8, se ha comenzado a diferenciar la muerte clínica

7
CORTEZ, A., y LUNA, D., "Un caso de derecho a morir dignamente. A
propósito de un fallo axiológicamente correcto", [http://www.eldial.com/
eldialexpress/tcd.asp?fecha=28/06/].
8
"Homeostasis" (del griego horneo, que significa "similar", y estasis,
en griego orocau;, "posición", "estabilidad"). Consiste en el conjunto de fun-
ciones (biológicas y/o artificiales) que permiten autoajustar, medir o tomar en
cuenta algo por comparación o deducción, con el fin de mantener la constancia
en la composición, propiedades, estructura y/o rutinas del medio interno de
un organismo o sistema inñuido por agentes exteriores. En su aplicación espe-
cífica a la biología, homeostasis es el estado de equilibrio dinámico o el con
junto de mecanismos por el que todos los seres vivos tienden a alcanzar una
28 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

antiguamente definida como el momento en que cesan los latidos


del corazón y la respiración, de la muerte encefálica o cerebral,
considerando que la muerte es un proceso que, en un determi-
nado momento, se torna irreversible.
La muerte cerebral (o mejor, "muerte encefálica") se define
como el cese completo e irreversible de la actividad cerebral o
encefálica. Según este criterio, se puede declarar clínicamente
muerta a una persona, aun cuando mantenga actividad cardíaca
y ventilatoria gracias al soporte artificial en una unidad de cui-
dados intensivo.
Por ello es que la ley 24.193 (actualizada por las leyes 25.281,
26.066 y 26.326) de Trasplante de Órganos y Materiales Ana-
tómicos {B.O., 26/4/93) es muy puntual en su art. 23 al precisar
los signos que, en orden acumulativo, serán necesarios para de-
terminar que una persona se encuentra fallecida, especialmente
en cuanto a la ausencia irreversible de respuesta cerebral con
una absoluta pérdida de conciencia, ausencia de reflejos cefálicos
y pupilas fijas no reactivas y, en definitiva, una inactividad
encefálica, corroborada por distintos medios técnicos e instru-
mentales.
Determinada así la muerte de una persona, este hecho na-
tural ya acaecido motiva nuevas situaciones dilemáticas donde
entran en conflicto los principios bioéticos de autonomía, bene-
ficencia y justicia que, cada uno en su esfera, atienden al respeto
de la voluntad manifestada o no en vida por el causante para
donar su cadáver, la necesidad de procurar órganos frescos de
origen cadavérico para otros pacientes cuya vida, o su calidad
de vida, dependen de su oportuno trasplante.

estabilidad en las propiedades de su medio interno y por tanto de la compo-


sición bioquímica de los líquidos, células y tejidos, para mantener la vida, siendo
la base de la fisiología. En este caso muere el organismo, pero sobreviven al-
gunas células y órganos, los cuales pueden ser utilizados para trasplantes, pues
en caso contrario mueren en un período corto al encontrarse sin un anfitrión
compatible [http://www.biologyonline.Org/dictionhttp://www.biology-online.org/
4/l_physiological_homeostasis.htmary.asp.es.wikipedia.org/wiki/Homeostasis].
Prefacio 29

Ello, en la mayoría de los casos llevará a los estrados judi-


ciales la solución del dilema, lo que seguramente producirá, tal
como ha ocurrido en numerosas oportunidades, la pérdida de
las calidades del órgano para ser trasplantado.
Este sobrevuelo sobre algunas cuestiones sucedidas en mi
vida personal y profesional, tanto como sobre aquellas genera-
les sobre la vida y la muerte de hombre, no es exhaustivo, y sólo
tiene por finalidad introducir al lector en el conocimiento, no
profundo ni definitivo, de la existencia de la problemática sus-
citada por el vertiginoso y aún no completado desarrollo de las
ciencias biomédicas.
Va en ello la intención didáctica y, a la vez, estimulante de
los grandes amigos que decidieron acompañarme con sus apor-
tes para este libro, de despertar en cada uno de nuestros lec-
tores la curiosidad y la vocación para profundizar éstos y otros
temas que no tienen aún sustento bioetico ni legal alguno, y así
procurar una mejor comprensión de los paradigmas requeridos
para afrontar los dilemas que ellos plantean.

ROBERTO ARRIBЀRE
Director
I. INEQUIDAD EN SALUD:
¿DILEMA BIOÉTICO O PARADIGMA
DE LAS SOCIEDADES ACTUALES?

CARLOS F. PIOVANO*

* Doctor en Humanidades Médicas, UBA. Profesor Regular Adjunto de


Medicina Interna de la Facultad de Medicina, UBA. Director de la Carrera de
Médicos Especialistas en Medicina Interna de la misma Facultad. Jefe de
Docencia e Investigación en el Hospital "Evita" de Lanús.
La depresión, la tristeza y la pobreza han generado a los
seres humanos mucho más daño que la peor de las bacte-
rias. La justicia social, el trabajo que dignifica y la vida
plena, son las mejores herramientas para mejorar la sa-
lud pública.
R. Carrillo, 1949

La Bioética, como nueva disciplina intelectual, emergió en


las postrimerías del siglo xx como resultante de diferentes dile-
mas que se le plantearon, sobre todo a las sociedades occiden-
tales, derivados del desarrollo de tecnologías médicas impensa-
bles otrora; y que comenzaron a incidir de modo notable y es-
pectacular en momentos trascendentes e íntimos de cada ser
humano, como son el nacimiento y la muerte, y en la cotidianeidad
de la vida misma.
Dichas tecnologías, por ejemplo, permiten no sólo la pro-
longación de la vida en su dimensión temporal, sino que generan
nuevas condiciones relacionadas con la sustitución crónica de
funciones o con el carácter imprescindible de asistencias mecá-
nicas continuas (respiratorias, hemodinámicas, etc.) para man-
tenerla. No en vano se considera al conocido caso "Karen Ann
Quinlan", con la controversia desatada cuando sus padres pi-
34 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

dieron a la Justicia la desconexión de los soportes ventilatorios


mecánicos que la mantenían con vida en estado vegetativo, como
uno de los hechos fundantes de la Bioética.
Asimismo, los nuevos desarrollos también han permitido
nuevos modos de fecundación, y, por ende, de generación de
vida, muy alejados de los actores y modalidades históricamente
reconocidos.
Estos impactantes desarrollos, con sus espectaculares y
lógicas consecuencias, se inscriben, a su vez, en un marco social
altamente sensibilizado por las atrocidades médicas cometidas
durante la Segunda Guerra Mundial, o, lisa y llanamente, por el
uso de conocimientos médicos para favorecer o cooperar en las
torturas u otras violaciones a los derechos humanos que se
comprueban en forma permanente y que, por primera vez, ins-
talaron la idea del peligro masivo que también pueden entrañar
las acciones médicas, independientemente de sus reconocidos
beneficios intrínsecos.
Simultáneamente, mientras crecen las reivindicaciones de los
derechos de las minorías raciales, sexuales, religiosas, etc. y las
luchas contra diferentes formas de discriminación que las afec-
tan, el conocimiento del genoma humano y el peligro que encie-
rra ese conocimiento como nuevo instrumento de control y dominio
sobre el destino de los seres humanos y la libertad individual,
introdujo una nueva contradicción, una más a las ya señaladas,
dentro del imaginario social. Si el color de la piel fue un instru-
mento de tanta relevancia ya que a través de él se fundamentó
la discriminación, ¡ni pensar lo que se puede originar, por ejem-
plo, si a través del conocimiento del genoma pudiéramos prede-
cir las enfermedades que un sujeto llegaría a padecer, y cómo
ello podría usarse en su contra a la hora de ser contratado o
promovido laboralmente, etcétera!
Del mismo modo, la oferta creciente y permanente de recur-
sos tecnológicos que ofrece el denominado "complejo tecnoindus-
trial farmacéutico y de recursos de diagnóstico" ocasionó que se
haya prolongado la extensión de la vida humana y mejorado sus
condiciones, y que se hayan solucionado problemas hasta hace
PIOVANO Inequidad en salud... 35

poco impensables; pero esto, a su vez, genera la necesidad de


contar con recursos económicos de una magnitud también cre-
ciente y de límites impensados en sus mecanismos de financia-
ción. Al respecto, merece la pena recordar, por la importancia
que de ello se deriva, que la industria farmacéutica es la segunda
a escala mundial por el volumen de dinero que moviliza.
Como se puede apreciar, los seres humanos y sus organiza-
ciones no pudieron ni pueden permanecer indiferentes frente
a las cuestiones planteadas, y desde distintos sectores sociales
(religiosos, filosóficos, jurídicos, médicos, políticos, etc.) sur-
gieron las voces que invitaron e invitan a reflexionar sobre lo
expuesto. Por ello, la Bioética, considerada por algunos la espe-
cialidad médica más novel, es, en esencia, una actividad multi-
disciplinaria que como actividad ética busca la mejora del con-
junto social en un marco de valoración, respeto e integración de
las diferencias.
Los principios fundamentales que rigen el pensamiento
bioético, por otra parte, ampliamente conocidos, apuntan bási-
camente a evitar perjuicios por los actos médicos y a preservar
la autonomía individual en la toma de decisiones, promoviendo
que las acciones médicas beneficiosas pueden ser aprovechables
por la mayor parte de los individuos de un conjunto social.
Por ello, los principios a que hacíamos referencia, son los
siguientes:
Beneficencia: Todo acto médico debe propender a mejorar
la salud y calidad de vida de los individuos. No
maleficencia: Dichos actos no sólo deben buscar el
beneficio de los pacientes sino que, además, deben evitarles
perjuicios o daños. Al respecto, la fórmula internacionalmente
aceptada con la cual los médicos juramos nuestras obliga-
ciones con nosotros mismos, con la profesión y con nues-
tros semejantes, al recibirnos, rescata uno de los principios
del denominado Corpus Hipocraticus (siglo v a.C.), donde
el maestro ya nos advierte sabiamente sobre: "Primero, no
dañar" como guía de nuestra práctica.
36 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Autonomía: Cada individuo tiene el derecho inalienable de


ser informado por su médico en forma clara y completa sobre
su estado de salud o enfermedad, el pronóstico con o sin
tratamiento, los tratamientos disponibles y los resultados cien-
tíficamente comprobados de cada uno de ellos, y tener la
posibilidad de elegir libremente, sin presiones, en función de
sus deseos personales, sistemas de creencias y valores cul-
turales, las conductas a ser adoptadas. Este principio
fundamenta la actitud respetuosa que los médicos deben
tener con sus semejantes, independientemente de la clase
social a la que pertenezcan, nivel educativo, cultural,
etcétera.
En otro orden, por la vigencia plena de este mandamiento
cobra singular importancia la necesidad de evitar que los in-
dividuos se vean involucrados en investigaciones médicas sin
el debido y fundamentado consentimiento, después de haber
sido informados exhaustiva y fehacientemente de los alcan-
ces de las mismas, antecedentes, efectos beneficiosos y
colaterales previsibles, eventuales secuelas o consecuencias,
grado de confidencialidad de las observaciones y derechos
a dejar de participar voluntariamente o exigir compensacio-
nes. Diferentes declaraciones y consensos, muchos de ellos
incorporados en sus partes esenciales a diferentes legisla-
ciones, ejemplifican la relevancia de este tema. Justicia:
Sostiene que todo acto o intervención médica beneficiosa
debe ser posible de ser aplicada a la mayor parte del
conjunto social.
Este principio, también conocido como de "equidad", inten-
ta armonizar el interés o beneficio individual con el colecti-
vo, y dramáticamente nos enfrenta a las inequidades más
profundas que afectan a la humanidad en su conjunto y que
los seres humanos aún no fuimos capaces de superar, pese
a esquemas teóricos de diferentes signos que pretendieron,
e intentan, explicarlas y resolverlas; o esfuerzos y declara-
ciones de distinta índole que en vez de solucionarlas pare-
cen incentivarlas a través de flagrantes contradicciones en-
PIOVANO Inequidad en salud... 37

tre dichos y hechos. Y, sin temor a equivocarnos, podemos


afirmar que, en cambio, no hay organización social que no
las muestre de un modo irreverente e impúdico, donde pa-
rece que la habitualidad es la vía regia hacia la insensibilidad
que parece habernos afectado a todos frente a los sufrimientos
de nuestros semejantes.

Asistimos, casi impávidos, a discursos y prácticas que


convalidan, o por lo menos no cuestionan con la debida firmeza,
una fragmentación del mundo en regiones dominantes y subor-
dinadas (Norte/Sur), o provincias o regiones de un mismo país
con recursos, servicios y niveles de vida que contrastan entre sí
de un modo similar al anteriormente expuesto; pensemos, sim-
plemente, sobre las diferencias entre el rico norte italiano y la
Italia meridional y profunda, o en la realidad de nuestras provin-
cias del noreste y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; o las
características de la vida y la salud en el tercer cordón del
conurbano de Buenos Aires y las de la citada Ciudad Autónoma,
o el estado económico y político de Santa Cruz de la Sierra
contrastante con el del Alto minero en nuestra hermana Bolivia;
o aun entre sujetos de una misma sociedad, como los archico-
nocidos "homeless" neoyorkinos, que contrastan con la opulen-
cia de los que pasan indiferentes a su lado, corriendo detrás de
fabulosas ganancias en Wall Street.
Los ejemplos se podrían multiplicar hasta el infinito, y en
cada diferencia de esta índole existe un precio inexorable que se
paga permanentemente con sufrimiento y vidas humanas, una
demostración del triunfo de la insolaridad y, porqué no, también
una señal de alarma que algún día tendrá que conmovernos y
hacernos reaccionar.
Se puede decir, con razón, que las diferencias son inheren-
tes a la condición humana y que las utopías, otrora motores de
la esperanza y la acción, aparentemente mostraron sus falencias
y la imposibilidad de mediar en el mundo real; pero si no reac-
cionamos aunque más no sea desde la reflexión intelectual, es-
tamos convalidando un estado contradictorio de cosas donde el
38 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

desarrollo humano, en vez de ser palanca de crecimiento y mayor


felicidad individual y colectiva, se transformará en el ariete que
aumentará las diferencias sociales con las ya referidas secuelas
de dolor y muerte, y, sobre todo, privilegiará más a cada vez
menos gente.
¿Estamos en presencia de una civilización progresista o re-
gresiva? ¿Los intelectuales debemos ser testigos, o, desde nues-
tro malestar, ser promotores de debates y tomas de posicio-
nes? ¿Queremos realmente un mundo mejor, o sólo un mundo
que nos agreda en lo individual lo menos posible? ¿Hasta cuándo
la corta y mezquina idea referida a que lo que no nos afec-
ta directamente no es de nuestra incumbencia seguirá conta-
minando nuestro pensamiento y generando una verdadera ce-
guera cultural?
No es infrecuente que cuando explicamos la importancia del
saneamiento ambiental en la conservación de la salud, o en la
generación de enfermedades cuando falta, surjan actitudes o
comentarios donde se desliza la idea de que los problemas de
saneamiento ambiental son inherentes a la pobreza; y que no afec-
tan a los habitantes urbanos de clases más acomodadas; habien-
do escuchado estos comentarios en estudiantes de grado, pero
también en colegas con cierta experiencia y renombre. ¿Quién
puede dudar de que dichos problemas afectan sobremanera a
los más carenciados?
Pero sólo un miope o un necio no podría reparar en que el
empleado que lava la ensalada que el señor pudiente come en
restaurantes de moda y alto costo puede, en su domicilio, no
tener ni agua potable ni servicios cloacales como los que él sí
disfruta; y, por ello, ser víctima y vector involuntario de las
enfermedades de transmisión hídrica que cuando aparecen en el
cliente (p. ej., salmonelosis, shigelosis, etc.) causan estupor,
confusiones y desconcierto.
Asimismo, grandes contaminaciones ambientales urbanas
como las que afectan a los habitantes de Cubatao (ciudad saté-
lite de Santos, en Brasil), donde uno de cada tres niños nacen
con malformaciones de diferente índole y magnitud como con-
PIOVANO Inequidad en salud... 39

secuencia de los derivados del petróleo que se respiran en ese


gran polo de destilación, iguala en el sufrimiento a todos los
habitantes, sin estratificación social de ninguna índole.
La insensibilidad que se observa frente al denominado fenó-
meno del "cambio climático" es otra muestra de lo expuesto;
pero la aparición de "tsunamis" o el desastre de Nueva Orleáns,
en segundos, mostraron las consecuencias devastadoras de la
imprevisión y el desinterés que afectaron a todas las clases so-
ciales sin excepción. Obviamente, siempre con mayor dramatis-
mo a los que menos tienen. ¡Pero, a todos!
Por eso, pensar fragmentariamente y creer que hay destinos
inexorables, y que a lo mejor ellos no nos competen porque, en
principio, no estamos en ese estrato o compartimento social resulta
en un craso error, cuando no en omnipotencia estúpida.
Dado que el concepto de salud es una construcción multi-
factorial que excede largamente los componentes estrictamente
biológicos con los que se intenta caracterizarla involucrando,
además, fenómenos sociales, culturales, económicos, medioam-
bientales, etc., de magnitud relevante; y los procesos de enfer-
mar y reparar la salud perdida los ejemplifican y dramatizan de
modo singular, resulta aquella (la salud) un escenario de magni-
tud insospechada donde se corporizan los fenómenos citados y
se observan en todo su dramatismo.
La inequidad en el sector salud, entendida como la existen-
cia de fuertes diferencias entre los habitantes para acceder a
servicios sanitarios adecuados, siempre existió, tal cual ya lo
señalaba Platón en sus escritos refiriendo cómo en la Grecia
Clásica existía una medicina para libres y ricos, y otra para es-
clavos, con las obvias diferencias en calidad y resultados1; esta
inequidad se hizo cada vez más ostensible con el advenimiento
del industrialismo, y ha cobrado tal magnitud y aceleración en
los siglos xx y xxi que resulta, francamente, alarmante.

1
PLATÓN, La República, citado por LAÍN ENTRALGO, Pedro, en El médico y
el enfermo, Gedisa, Barcelona, 1975.
40 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Los grandes logros obtenidos en el campo sanitario, si bien


han producido beneficios generales innegables, no han contri-
buido a achicar las brechas sociales; por el contrario, en muchos
casos las han incrementado, porque el alto costo de los proce-
sos de diagnóstico y los medicamentos hace que existan secto-
res sociales que reciben la mejor medicina, y los no pudientes
sólo la posible para ellos según sus recursos (los pacientes que
se asisten en el hospital público sufren demoras y postergacio-
nes en sus necesidades cuando de prácticas complejas se trata,
que no padecen los afiliados a prepagos médicos lucrativos; y
entre ellos, a su vez, la accesibilidad a prestaciones y servicios
difiere según los diferentes planes y sus respectivos costos).
La creación de la Organización Mundial de la Salud en la
década del cincuenta del siglo pasado, y la quimera de la De-
claración de Alma Ata de dicha Organización, a fines de la década
del setenta, donde se proclamaba "Salud para Todos en el año
2000", reflejaron el primer intento institucional y global para paliar
dicho fenómeno de injusticia. A poco de andar, aquella visión
optimista y humanitaria dio paso a un generalizado desaliento y
en un documento oficial de la misma Organización, que final-
mente no se aprobó por fuertes razones políticas, se advertía
que aquel ambicioso lema de "Salud para Todos" se había trans-
formado, lamentablemente en "Salud para Pocos". En la reunión
de la OMS celebrada en Sundsvall (Suecia) en junio de 1991,
a la que estamos refiriendo, se acordó que el ambicioso proyec-
to de "Salud para Todos en el año 2000" naufragó por guerras,
deudas externas, errores políticos, desinterés de los gobiernos
y otras lacras de similar carácter2.
No nos equivocaríamos si afirmáramos que, ya comenzado
el siglo xxi, el concepto es el de "Salud para cada vez menos
personas", pero eso sí: "Para los más pudientes".

2
OMS, Documentos oficiales de las conferencias de Alma Ata y
Sundsvall.
PIOVANO Inequidad en salud... 41

Resulta contrastante, y aun desconcertante, esta afirmación.


Paradójicamente, gozamos de un desarrollo tecnológico y un
avance científico en el campo biomédico otrora impensados y
prácticamente únicos en la historia de la humanidad. Y también
observamos que la inversión en salud, tanto pública como pri-
vada, crece, en general, en forma incesante. ¿Existe realmente
esta cruel paradoja? ¿Cómo se puede explicar? Si la respuesta
es afirmativa, ¿qué podemos hacer?
Evidentemente, la cruel paradoja realmente existe. Si no,
veamos el ejemplo de EE.UU., donde la inversión en salud, que
es predominantemente privada, llega a niveles del PBI que re-
sultan prácticamente insostenibles a corto plazo, y deja sin nin-
gún tipo de cobertura sanitaria a alrededor de 30 millones de
habitantes. Los que pueden, acceden a la medicina más sofistica-
da y eficaz que uno pueda imaginar; los otros, prácticamente a
nada, y son casi la sexta parte de la población.
Son tan importantes las fuerzas que operan en el Sector Salud
que la llamada "Reforma Clinton", impulsada por su mujer Hillary
Clinton, que pretendía revertir esta cruel situación de inequidad,
naufragó y se diluyó en inconducentes discusiones doctrinarias
alimentadas por los lobbistas que representaban al complejo
tecno-industrial farmacéutico y médico; transformándose, según
palabras de la propia senadora, en una verdadera deuda social
pendiente.
En los estados llamados "de Bienestar", por el modo equi-
tativo de la distribución de la renta y la igualdad en las posibi-
lidades de acceso a los servicios de todos los habitantes (p. ej.,
Francia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y
Alemania), donde las desigualdades son aparentemente meno-
res y las más frecuentes víctimas de las injusticias se recluían
fundamentalmente entre inmigrantes ilegales o indocumentados,
el creciente gasto en salud está amenazando el equilibrio fiscal
y obliga a aumentos constantes de la presión impositiva sobre
los contribuyentes; paradójicamente, amenazando seriamente al
citado Estado de Bienestar.
42 Bioética y Derecho. Ditemas y paradigmas en el siglo XXI

Por otra parte, la reaparición de viejas enfermedades que


se creían desterradas (sífilis, tuberculosis, dengue, cólera, ble-
norragia, etc.), o la aparición de nuevas pandemias como el sida
u otras enfermedades de transmisión sexual, como las infeccio-
nes por papiloma virus, con su potencial riesgo oncogénico que
afecta a todos por igual, también demuestran la vulnerabilidad
de los diferentes sistemas de atención, independientemente del
nivel de inversión económica de cada uno y reflejando más una
realidad social que sanitaria.
Este peculiar fenómeno, que a todos nos afecta, es la más
clara demostración de que el control de los aspectos biológicos
de una enfermedad (p. ej., el desarrollo de muy eficaces trata-
mientos para la curación de la tuberculosis), pierde eficacia si
no se modifican sustancialmente las condiciones sociales y cul-
turales que permiten que la citada enfermedad adquiera carácter
epidémico; o la potencia de la penicilina o de cualquier antibió-
tico para curar las enfermedades de transmisión sexual naufra-
gan en su poder de erradicación frente a la promiscuidad y la
ignorancia en materia sexual.
Al respecto, el director de la Escuela de Salud Pública de
Harvard, J. Stauff, en el comienzo de la epidemia de sida dijo,
en 19823: "El sida en su dramatismo vino a denunciar las con-
tradicciones sociales. El futuro de la epidemia y de la humanidad
dependerá de cómo se resuelvan dichas contradicciones". La
realidad, veinticinco años después, resulta realmente alarmante.
En los países periféricos, ¡ni hablar! Las cifras crecientes de
infectados por mv-sida en general, y sobre todo, las encontra-
das en los países subsaharianos así lo demuestran; teniendo en
cuenta que aun en los países más opulentos siempre existen
bolsones sociales o raciales que comparten el malhadado privi-
legio con los países africanos mencionados.

3
STAUFF, J., Conferencia inaugural del Curso de Salud Pública, Facul-
tad de Medicina, Universidad de Harvard, Harvard University Press, 1984.
PIOVANO Inequidad en salud... 43

Son más que conocidas las observaciones que muestran có-


mo los niveles de morbimortalidad correlacionan estrictamente
con los niveles de ingreso, educación y condición racial de los
diferentes individuos, aun en países con estructuras sanitarias de
corte más universalista como, por ejemplo, Inglaterra; y si bien
nadie puede negar que a nivel global se ha observado una gran
mejoría en los indicadores poblacionales de salud, persisten
enojosas diferencias entre los países más pobres y los más
desarrollados en cuanto a mortalidad infantil, materna y por
enfermedades prevenibles, etc. que se mantiene todavía en ni-
veles diez veces más altos4. Luc Montagnier, el descubridor del
virus del sida, interrogado sobre las perspectivas sanitarias
del siglo xxi profetizó, y nosotros adherimos con humildad pero
con firmeza, lo siguiente:
La investigación médica traerá seguramente soluciones ex-
traordinarias, pero tan costosas, que con seguridad plantea-
rán grandes interrogantes sociales. Al final del siglo xxi la
aplicación de terapias preventivas evitará la aparición de le-
siones irreversibles y el promedio de vida aumentará quizás
en veinte años. Pero las consecuencias sociales de esta ver-
dadera revolución biológica serán imprevisibles. Está claro
que no se van a beneficiar 10.000.000.000 de personas, y que
lo mejor le tocará, como siempre, sólo a quienes puedan
pagarlo5.

Enrico Berlinguer, destacado sanitarista, bioeticista y políti-


co italiano, comentando lo anterior dice que Montagnier equivo-
ca los tiempos de verbo. ¡Lo que en el texto es futuro, en la
realidad ya es hoy!6
Cuáles son las causas de lo expuesto? ¿Por qué, si los hombres
siempre soñaron con el ideal de la salud y el concepto de igual-

4
PENCHASZADEH , Víctor, "Prólogo" en BERLINGUER, Giovanni, Ética de
la salud, Lugar Editorial, Buenos Aires, 1996.
5
Luc Montagnier en BERLINGUER , ob. cit.
6
BERLINGUER, ob. cit.
44 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

dad está ampliamente reconocido y declamado en nuestras so-


ciedades como valor fundante incluso de rango constitucional,
admiten este estado de cosas? Se pueden aventurar diferentes
respuestas. Algunas ya las desarrollamos y fueron reconocidas,
por lo menos informalmente, en la ya citada conferencia de
Sundsvall(1991).
Las otras, como consecuencia y espejo de las anteriores, se
relacionan con la modalidad de considerar a la salud y la enfer-
medad como bienes de mercado y, por ende, sujetas a sus leyes
de oferta, demanda y lucro; y donde palabras como justicia,
solidaridad, bien común, etc., quedan relegadas al campo de las
antiguallas obsoletas.
No es en vano que desarrollos promisorios en el campo de
la terapéutica se difundan en los medios masivos de comunica-
ción antes de que se evalúen críticamente en los medios acadé-
micos. Éstas y otras estrategias de similar orientación transfor-
man a los eventuales pacientes en demandantes consumidores
que, seducidos por promesas quiméricas, reclaman por prácti-
cas médicas o medicamentos de resultados no siempre compro-
bados, o que no implican sensibles mejorías o beneficios en re-
lación a otros recursos ya en uso y, en general, de menor costo.
La seudoinformación médica, ahora potenciada al infinito por el
uso de Internet, genera en la población modas o hábitos médi-
cos de consumo que aumentan innecesariamente la demanda de
servicios y, por ende, los costos prestacionales. La cultura
imperante nos ha convencido de que cualquier malestar que pa-
decemos debe, necesariamente, tener explicación y solución mé-
dica.
Este modo de encarar la realidad (medicalización) hace que,
por ejemplo, en forma habitual seamos consultados por pacien-
tes afectados de cansancio, obviamente preocupados por ello,
que demandan estudios complementarios para descartar supuestas
enfermedades, o tratamientos con vitaminas inútiles o suplemen-
tos minerales, cuando, en realidad, trabajan en forma regular
catorce a dieciséis horas diarias en tareas físicas o intelectuales
PIOVANO Inequidad en salud... 45

de alta exposición, y lo que en realidad requieren es un mayor


tiempo de recreación y descanso.
Ni mencionar, en el mismo sentido, el gasto creciente en
psicofarmacos, estudios complementarios y atención médica que
va generando una sociedad y cultura altamente competitivas y
excluyentes que, inexorablemente, generan ansiedades y fobias
de distinta índole. No es sorprendente, entonces, que el deno-
minado "ataque de pánico" se haya vuelto epidémico desde fi-
nes del siglo xx y en la actualidad.
No es infrecuente escuchar peticiones, por parte de los
pacientes, referidas a "Pídame análisis de todo", o "Ya que es-
tamos, hágame una resonancia, total, pago bastante por mi co-
bertura de salud". Como si la realización de estudios comple-
mentarios, sobre todo los más modernos o de alto costo, con-
tribuyeran a la reivindicación de derechos o a mejorar el estatus
social, en vez de servir a un razonable proceso de diagnóstico.
Obviamente, no estamos en contra del uso de la tecnología
o de los espectaculares desarrollos farmacológicos con los que
contamos, independientemente de su costo económico. Cree-
mos que dicho uso es un bien que debe ser muy apreciado y
utilizado con razonabilidad y eficiencia. Exactamente al revés de
lo que quieren los fabricantes de aparatos, insumos y medica-
mentos, los cuales, precisamente, pretenden lo contrario y hasta
ahora, por lo menos, nos van ganando por amplio margen.
Dado que los recursos económicos, cualquiera que sea su
monto, nunca son infinitos, todo gasto innecesario sólo favorece
a los que lo promueven, y quitan progresivamente recursos que
se necesitan precisamente para atender las necesidades de los
menos pudientes o para remunerar adecuadamente la actividad
profesional, que en forma habitual se transforma en variable de
ajuste económico en el funcionamiento de los diferentes siste-
mas.
Por su parte, los médicos no son impermeables a las influen-
cias publicitarias y a las prebendas que se generan por la mer-
cantilización profesional, directa o indirecta. Este fenómeno,
asociado a una pérdida progresiva de los valores fundantes de
46 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

esta profesión, como son la filantropía o amor por el bien de los


semejantes, y la filotecnia o amor u orgullo por la actividad que
uno desarrolla (tecne iatrique, Platón, siglo v a.C), sumado a
las demandas legales crecientes mayoritariamente injustifica-
das que padecemos los médicos y al marcado deterioro social
y económico de nuestro ejercicio profesional, fueron generando
la medicina que tenemos.
Esta medicina es fragmentaria por las especializaciones a
ultranza, con pérdida de la necesaria visión holística e integradora
de los sujetos, con alteración del vínculo de confianza impres-
cindible en la relación médico-paciente, y con actos médicos im-
personales, con escaso o nulo contacto, cada vez más veloz,
donde se sustituye dicho contacto y comprensión global del otro
por la profusión de estudios complementarios, cada vez más so-
fisticados y caros, pero a menudo inconducentes, porque, pese
a su alto desarrollo, no pueden ni podrán reemplazar el complejo
proceso de diagnóstico que comienza con la relación inter-
personal entre paciente y médico, se vitaliza en la comunicación
y examen físico imprescindibles y se complementa, no sustitu-
yéndose, como se cree masivamente, por estudios complemen-
tarios de la complejidad que se requiera, pero que se soliciten
con criterio y razonabilidad.
El siglo xxi nos muestra una medicina de alto vuelo tecno-
lógico, peligrosamente deshumanizada y fragmentaria, de costos
incesantemente crecientes, de resultados espectaculares otrora
impensados, que sólo pueden disfrutar cada vez menos perso-
nas y que globalmente no deja contentos ni a usuarios ni a pro-
fesionales.
Como se puede apreciar, la inequidad o injusticia en salud
es un problema de una vigencia extraordinaria e inquietante. Las
soluciones, que aparecen esquivas, trascienden largamente a lo
médico y, fundamentalmente, reflejan una realidad social que pa-
reciera haberse perfeccionado en su capacidad para eyectar y
excluir individuos de las bondades que el propio sistema pro-
mueve.
PIOVANO Inequidad en salud... 47

Extraña paradoja la de la sociedad de consumo, que en su


permanente carrera hacia la acumulación de riquezas parece perder
el fin último que justifica dicha acumulación de bienes y servi-
cios.
Como señalábamos antes, las eventuales soluciones no apa-
recen claras ni cercanas. Frente a la frustración que ello genera,
la reflexión permanente y la participación social progresiva se
transforman en las únicas herramientas idóneas que se pueden
utilizar por el momento.
Esta actitud militante necesariamente se deberá transformar,
más tarde o más temprano, en una verdadera acción política que
nos deberá encontrar alineados en el Partido de la Vida o, en su
defecto, en el camino del deterioro y la destrucción.

Descubrir es pensar lo conocido a la luz de nuevas ideas.


Charcot, 1879
II. SEXUALIDAD FEMENINA.
MÁS ALLÁ DEL ORGASMO

OLGA MAREGA*

* Médica especialista consultora en Obstetricia-Ginecología. Especialista


en Sexologia Clínica (título otorgado por la Federación Latinoamericana de
Sexologia y Educación Sexual). Máster en Sexualidad Humana. Autora y Di-
rectora de diversos cursos de grado y posgrado y textos virtuales para la en-
señanza de temas sobre educación sexual y sexualidad humana a nivel nacional
e internacional. Miembro de diversas entidades científicas en el orden local y
nacional.
1. Introducción

La sexualidad de la mujer se ha construido a lo largo de la


historia sobre la base de múltiples mitos y falacias.
A fines del siglo pasado muchos de esos mitos han podido
develar su misterio, pero recién en los inicios de este milenio la
mayoría de ellos se han podido desmentir con apoyo en sólidos
descubrimientos de base científica.
A continuación citaré algunos de los autores que describie-
ron fenómenos relacionados con la sexualidad de la mujer. En
algunos casos a mi entender fueron hitos históricos de relevancia
para el desarrollo y la consideración de la sexualidad femenina.
Desde la Edad Antigua, en Grecia el médico Hipócrates y
los filósofos Platón y Aristóteles han ofrecido las primeras in-
vestigaciones sobre la sexualidad en general, y la femenina en
especial.
Las primeras teorías sobre las disfunciones, la reproducción,
la contracepción, el aborto y la ética sexual, fueron esbozadas
desde una acepción amplia y abierta basada en creencias popu-
lares, más que en estudios sistematizados de base racional. En
este momento histórico se centra el origen de la medicina, y dentro
de él nace la sexología.
El centro de preocupación era la procreación humana, y como
es la mujer quien está dotada biológicamente para ocuparse de
52 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

este milagro de la naturaleza, su imagen adquirió importancia y


ocupó el centro de atención de los estudiosos y pensadores de
la época.
Los temas más candentes eran las relaciones sexuales y su
vinculación con la salud, la naturaleza del esperma, e incluso se
cuestionaba la existencia de un esperma femenino.
Hipócrates sostenía la idea de que la actividad sexual era
signo de salud para la mujer, y que el producto de la concepción
se formaba por la unión de los dos espermas, femenino y mas-
culino.
Aunque no hablaba del placer de la mujer, por lo menos tenía
en cuenta la relación de la actividad sexual con la salud:
Las mujeres que usan del coito gozan de buena salud que las
que se abstienen: su útero se humedece por el coito. Cuando
se deseca se cierra, y si se cierra con fuerza da tormento a
todo el cuerpo. El acto venéreo, calentando la sangre y hu-
medeciéndola produce libre curso a las reglas. Su supresión
es origen a una porción de males. Después del acto venéreo,
si la mujer no concibe expulsa al exterior su semen y el del
hombre, pero si ella concibe el semen no sale, queda en el
útero. Entonces, el útero se cierra, su orificio preparado para
la humedad se obtura; el semen que viene de la mujer se mezcla
con el del hombre. En el semen del hombre hay gérmenes de
sexo masculino y femenino; de modo parecido en la mujer. Si
de cada uno salen gérmenes fuertes, nacerá un niño: si salen
débiles, nacerá una niña1.

También en la Edad Antigua los médicos de Roma, Plinio,


Sorano y Galeno, ayudaron a incrementar el conocimiento sexual
en forma más sistematizada que los eruditos griegos; aunque estos
conocimientos se transmitían como veraces, también sus enun-
ciados se basaban en creencias que, en su mayoría, eran pro-
ducto de la observación y la imaginación.

1
HIPÓCRATES, "De la generación" (siglo V a.C), en Tratados hipocráticos,
Gredos, Madrid, 2003, vol. VIII, epígrafes 8, 9 y 10.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 53

Plinio el Viejo (Plinio Cayo Segundo, 23-79 d.C.) hablaba


del uso de afrodisíacos y antiafrodisíacos, bebedizos para la mens-
truación y para el parto, y curiosamente ya introdujo en ese
momento histórico la idea de cambios de sexo de mujer a varón.
El estornudo durante el coito era considerado causa para
que no se conciba, y el bostezo en el parto era mortal.
También citaba las señales que mostraba una mujer para saber
si estaba concibiendo un hijo de sexo masculino o femenino:
La que trae varón tiene mejor color y parto, y siéntelo me-
near a partir del día 40. Todo es al contrario cuando trae hem-
bras: un peso intolerable, una hinchazón de piernas y de la
ingle izquierda, y el movimiento de la criatura a partir del día
902.

Galeno sostenía que la mujer tenía dos glándulas semejantes


a los testículos del varón escondidas en su cuerpo, productoras
del semen femenino, y creía que el embrión macho se gestaba en
el lado derecho de la matriz, zona más irrigada que la izquierda
por estar más próxima al hígado, y ésta sería la causa de la su-
perioridad masculina sobre la femenina. Además creía que era
en el hígado donde se formaban las venas que llevaban sangre
al producto de la concepción; también sostenía que la práctica
sexual era una necesidad del organismo, y que las personas
abstinentes no gozarían de buena salud.
Podemos deducir hasta aquí que ya desde los comienzos de
la humanidad y desde los inciertos inicios de la sexología, los
mitos constituyeron las bases de sólidas creencias que transmi-
tían las autoridades del pensamiento médico y filosófico; y que
a la mujer se la ubicaba desde un lugar de inferioridad.
El concepto de sexualidad, tal como lo entendemos hoy,
enmarcado en la investigación (biológica, médica, histórica,
antropológica, etc.) aparece en el siglo xix.

2
MORENO JIMÉNEZ, Bernardo, La sexualidad humana: estudio y perspectiva
histórica, UNED, Fundación Universidad Empresa, Madrid, 1990, p. 23.
54 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Es en este momento histórico cuando se inicia el estudio de


los comportamientos sexuales normales y patológicos, las fases
de la respuesta sexual humana, y la implicancia del clítoris como
elemento central para lograr el orgasmo en la mujer.
A finales del siglo xix y principios del xx, los trabajos de
investigación de problemas sexuales de Havelock Ellis, Sigmund
Freud e Iwan Bloch establecieron las bases de la sexología
moderna.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el campo de la
sexología experimentó un renacimiento en Estados Unidos de-
bido a los trabajos presentados por Alfred C. Kinsey, en los
denominados "Informes Kinsey". Su contribución a través de La
conducta sexual en el hombre (1948) y La conducta sexual
en la mujer (1953) significó un aporte relevante en la investi-
gación sexual de la época.
Más adelante apareció la mayor obra de investigación mé-
dica hasta el momento conocida: los primeros estudios de labo-
ratorio del comportamiento sexual del varón y la mujer (The
Reproductive Biology Research Foundation, St. Louis, Missouri).
El médico ginecólogo William H. Masters (director de la inves-
tigación) y su esposa, Virginia Johnson (investigadora asocia-
da), contribuyeron con sus conocimientos a los avances en se-
xología contemporánea. Sus publicaciones, Respuesta sexual
humana (1966) e Inadecuación sexual humana (1970), ofre-
cieron una respuesta científica a las dudas sobre la sexualidad,
sedimentadas hasta ese momento en falsas creencias.
Masters y Johnson fueron los pioneros en estudiar los cam-
bios fisiológicos que ocurren en el cuerpo del varón y la mujer
durante la respuesta sexual humana, y con ello se ha reconocido
la importancia del clítoris durante el orgasmo como órgano re-
ceptor del estímulo sexual; además de describir sus partes: cuerpo
cavernoso, capuchón y glande, y la forma en que se modifican
durante las distintas fases de la respuesta sexual.
Describen una respuesta sexual con cuatro fases: excitación,
meseta, orgasmo, y resolución.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 55

Más tarde, en la década del setenta, la doctora Helen Kaplan


hace su aporte al estudio de la sexualidad femenina apoyando
los conocimientos de Masters y Johnson acerca de la importan-
cia del clítoris como órgano de mayor responsabilidad en el
desencadenamiento del orgasmo femenino. Sus obras, La nue-
va terapia sexual 1(1978) y La nueva terapia sexual //(1978),
ofrecen una modalidad clara de reconocer y tratar las disfunciones
sexuales del varón y la mujer.
Basándose en los nuevos conocimientos que Masters y
Johnson aportaron sobre la importancia del clítoris en la sexua-
lidad de la mujer, rebatió la concepción de origen freudiano que
consideraba como infantiles e inmaduras a las mujeres que no
tenían orgasmo por penetración vaginal (necesitando la esti-
mulación del clítoris para lograrlo), y sostenía que se hallaban
fijadas en las etapas tempranas del desarrollo.
La base de su fundamento era demostrar que durante esta
fase de la respuesta sexual y siendo el orgasmo un reflejo que
tiene una parte motora y otra sensitiva, ambos elementos inter-
venían para lograrlo (al orgasmo) de una manera diferente: el
clítoris se comporta como el elemento sensitivo, receptor y trans-
misor del estímulo erótico, y la vagina se conduce como el ele-
mento motor o efector al provocar las contracciones vaginales
que se producen durante el orgasmo femenino. También descri-
be la respuesta sexual humana en base a un patrón funcional
trifásico: deseo, excitación, y orgasmo.
Además, en esta década, Shere Hite sacó a la luz las más
íntimas sensaciones sexuales de 3.000 mujeres entre 14 y 78
años que se animaron a dar a conocer sus experiencias, sus
sentimientos y sus pensamientos en el "Informe Hite".
Más tarde vinieron los descubrimientos del punto G y de la
eyaculación femenina.
Alice Kahn Ladas, Beberly Whipple, y John Perry en su li-
bro The G Spot en 1983, hacen referencia al punto G y su re-
lación con la facilitación del orgasmo y la eyaculación femenina
en algunas mujeres, cuando se lo estimula con presión. "G" es
56 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

por Ernest Grafenberg, ginecólogo e investigador alemán que re-


portó descubrir en algunas mujeres, durante una investigación
que realizó en 1940, una mínima zona de tejido eréctil en la cara
frontal de la pared vaginal. Este descubrimiento fue un aporte
muy valioso para utilizar en terapia sexual de mujeres que pa-
decen disfunciones orgásmicas.
El Dr. Francisco Cabello, destacado investigador español, y
Milán Zaviacic, profesor de medicina en patología forense en la
Universidad Bratislava de Comenius, República Checa, fueron
quienes aportaron los trabajos que nos acercan los conocimien-
tos más recientes sobre la existencia de la eyaculación femenina.
Ellos afirman que la estimulación del tejido eréctil del órga-
no genitourinario que se ubica en la cara anterior de la vagina,
(también llamado "punto G"), emite la secreción de un escaso
fluido hacia el interior de la uretra de la mujer, que no es iden-
tificable en todas las mujeres.
Esta función exocrina que se le atribuye a la próstata feme-
nina ha tenido implicancias en el campo de la ginecología, la
urología, la sexología y la medicina forense, al poder identificar
la presencia del PSA (Anfígeno Específico Prostático) y, de esta
manera, establecer relaciones con entidades nosológicas físicas
o psicosexuales como la asphyxiophilia en mujeres.
La medicina forense puede utilizar este recurso diagnóstico
al identificar gotas de fosfatasa acida positiva en la ropa interior
de mujeres que mueren accidentalmente al provocarse el orgas-
mo en situaciones de asfixia, haciendo diagnóstico diferencial
con otras causas de mortalidad.
Antes de estos conocimientos se creía que este elemento
biológico, el PSA, era sólo patrimonio de la secreción prostática
del varón. El término "próstata femenina" fue introducido en 1612
por un fisiólogo e histólogo holandés, Reijnier De Graaf, basán-
dose en un criterio puramente embriológico ál considerar que
este pequeño órgano genitourinario y la próstata masculina se
originaron en una misma zona embrionaria durante las primeras
semanas de gestación, cuando el embrión cursa su fase sexual
indiferenciada.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 57

El nuevo milenio nos sorprende aún más con los estudios


que confirman la importancia que tienen en la sexualidad feme-
nina las hormonas y neurotransmisores.
Ya eran conocidos los efectos de las hormonas femeninas,
estrógeno y progesterona, y también de la prolactina y su
relación con las funciones sexuales de la mujer, pero ahora se
suma el conocimiento de que otras hormonas y neurotransmi-
sores tienen una significativa importancia en la neuroquímica
del amor.
Los andrógenos femeninos se producen en los ovarios y en
las glándulas adrenales, y, al igual que en el sexo masculino, son
considerados como los responsables biológicos del deseo sexual.
Esto significa que se necesita una cantidad mínima de esta hor-
mona en sangre para que la persona tenga la capacidad de sentir
deseo por el sexo erótico, siempre y cuando esté presente ante
un estímulo efectivo para hacerlo.
La dopamina y la noradrenalina son neurotransmisores que
tienen su responsabilidad biológica durante la fase de enamora-
miento, y la hormona oxitocina en la fase de apego.
Insisto en aliar el adjetivo de biológico junto a las funciones
de los elementos citados, para dejar muy claro que la respon-
sabilidad de ellos en la función sexual sólo cubre un aspecto, el
físico-neuro-hormonal. Hacer una lectura sólo de un aspecto de
la sexualidad de una persona es muy limitado, ya que no debe-
mos dejar de lado al aspecto emocional, y el de la relación de
la pareja.
Uno de los tópicos que más ha despertado mi interés sobre
la sexualidad femenina en los inicios de este milenio, es la con-
sideración del placer y la satisfacción sexual, integrados a los
criterios diagnósticos de las disfunciones sexuales de la mujer.
Hasta el momento, las disfunciones femeninas, que se pre-
sentan también en los varones, eran clasificadas de una misma
manera a las de ellos, según en qué etapa de la respuesta sexual
se presentara la disfunción.
Ellas eran: disfunciones del deseo, disfunciones de la exci-
tación, y disfunciones del orgasmo. Exceptuando las que son
propias del género femenino: la dispareunia y el vaginismo.
58 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El concepto de sexualidad femenina ha sido categorizado en


muchos aspectos sobre la base de criterios y conceptos sólo
aplicables a la masculinidad. Si bien las respuestas sexuales del
varón y la mujer tienen comportamientos fisiológicamente homó-
logos, la sexualidad de la mujer es diferente en una amplia
variedad deformas, y merece la consideración de otros pa-
rámetros para determinar su estado de salud.
El concepto tradicional estaba limitado sólo a considerar el
logro del orgasmo como la máxima aspiración de la respuesta
sexual de la mujer. Sin embargo, sabemos que muchas mujeres
pueden tener una relación sexual experimentando una excitación
sexual adecuada, hasta llegar al orgasmo, sin sentir ninguna
satisfacción, ni placer, y sin tener deseo de repetir la experiencia
sexual. Mientras que otras mujeres pueden expresar un alto grado
de satisfacción de compartir un pleno momento de intimidad
erótica con su pareja, y manifestar el pleno deseo de repetir la
experiencia, aunque no hayan logrado el orgasmo.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué factores desvanecen el valor
del orgasmo y jerarquizan el de la satisfacción? ¿Este patrón se
cumple en todas las mujeres?
Para poder entender esta sutil elección, es necesario acep-
tar que las experiencias sexuales de las mujeres comprenden
muchas variables, y que cada una de ellas impacta en su sexua-
lidad con una significación tan única como su propia historia de
vida. La autoestima, la imagen corporal, los factores de la rela-
ción de pareja, la comunicación, la confianza, la intimidad, son
algunas de las variables que más impacto tienen en la sexualidad
de la mujer, y que analizaré individualmente en una lectura pos-
terior de este apartado.
El asunto de la satisfacción sexual me parece absolutamente
relevante para evaluar el estado de salud sexual de la mujer.
Valorando especialmente la capacidad para experimentar placer
y satisfacción, independientemente de la ocurrencia del orgas-
mo, haciendo conocer cuáles son las condiciones que hacen di-
ferente a la sexualidad de la mujer.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 59

Quisiera ser muy clara en un aspecto. Aspiro a que esta


lectura sirva de aprendizaje para que las parejas puedan enri-
quecer su comunicación, hacer conocer y respetar sus diferen-
cias, y fortalecer la intimidad de los encuentros eróticos, a los
fines de que ambos tengan encuentros orgásmicos y también
placenteros.
No quisiera que el reconocimiento de la satisfacción sobre
el orgasmo se interprete como su desvalorización. Todo lo con-
trario, es bien sabido que la expresión orgásmica de la mujer en
un encuentro sexual juega un rol muy importante no sólo para
ella, sino también para su pareja; pero su sola ocurrencia no
garantiza el placer y la satisfacción de la mujer ni la de su pareja,
cuando toma conocimiento de esta realidad. ¿Por qué?
Porque el orgasmo es sólo un aspecto del placer sexual, uno
entre tantos otros que necesita una mujer para sentirse plena
con toda su identidad y sensualidad puesta enjuego resplande-
cientemente en un encuentro sexo-erótico.
Tampoco quisiera que una mala interpretación de esta lec-
tura tire por la borda los años que le ha llevado a la mujer el
reconocimiento de su derecho al orgasmo.
Conocer cómo varones y mujeres nos diferenciamos y com-
plementamos en esa búsqueda exquisita de intimidad comparti-
da, nos llevará a construir una realidad de pareja más sincera y
feliz.
Me gustaría homologar algunos conceptos básicos sobre la
sexualidad, relacionados con el tema que convoca mi atención
en este capítulo: la satisfacción sexual femenina.
Comenzaré definiendo la sexualidad, la salud sexual, su re-
lación con el bienestar y el placer del individuo varón o mujer,
semejanzas y diferencias del erotismo masculino y femenino.
Todos los conocimientos estarán concatenados en un mismo
sentido, el respeto de los derechos sexuales universales, bajo el
respaldo ideológico de la OMS (Organización Mundial de la
Salud), de la WAS (World Association for Sexual Health) y en
el mío propio.
60 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

También quisiera advertir al lector sobre la repetición de


conceptos en los distintos apartados, ya que es imposible des-
glosar los contenidos que se relacionan con un aspecto tan pro-
fundo como lo es la satisfacción sexual. He intentado hacerlo
sólo a los fines didácticos, pero dejando en claro que todos los
elementos forman parte de una misma unidad.

2. Sexualidad

La sexualidad es una función humana integral de la persona-


lidad. Es mucho más que una parte de nuestro cuerpo, la ge-
nitalidad. Expresa todo lo que somos, lo que pensamos, lo que
sentimos, lo que hacemos.
¿Podríamos imaginarnos, tan sólo por un minuto, sin perte-
necer a uno u otro sexo?
No podemos imaginar nuestra personalidad sin sentirnos se-
res sexuados, únicos e irrepetibles. Tan únicos como nuestras
huellas digitales y nuestra propia historia de vida; desde el seno
materno que nos dio la primera identidad genética y hormonal,
y después el apego, los sentimientos, las costumbres, y todo lo
que vivimos en el marco de la cultura que nos vio crecer.
Su completo desarrollo depende de la satisfacción de las
necesidades básicas que los humanos necesitamos para ser fe-
lices en la vida, tales como el deseo por contacto, de intimidad,
de expresión emocional, de placer, de ternura y de amor.
Nuestra sexualidad tiene múltiples funciones, además de la
reproductiva.

2.1. Funciones: reproductiva,


placentera y comunicativa

La función reproductiva le permite al hombre trascenderse


en la forma de varón y mujer como persona plena, no sólo como
ser biológico para perpetuar la especie, lo cual sería propio de
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 61

los animales. Podemos elegir por amor y no por instinto, en un


compromiso con la vida, y revitalizarnos espiritual y emocional-
mente en vínculos íntimos y afectivos.
La expresión sexual satisface un sinnúmero de funciones que
van más allá de la capacidad reproductiva. Podemos comuni-
carnos expresando amor, ternura, intimidad. También nos per-
mite experimentar placer sexual y sensual explayando los lími-
tes de la genitalidad generalmente considerada en la cultura
occidental como coitocentrista y falocentrica.
Podemos liberar endorfinas y relajarnos, y especialmente dar
y recibir placer. Y para esta última instancia hay que aprender
acerca de nuestras diferencias de sexo, de género, y especial-
mente sobre nuestras diferencias individuales.
La sexualidad, como un todo, juega un rol muy importante
en nuestras vidas; le da forma a la propia imagen que tenemos
de nosotros mismos, construye nuestra personalidad, nuestra iden-
tidad, y desarrolla y fortalece nuestra autoestima.
El completo desarrollo del bienestar sexual es esencial para
que el individuo se sienta bien consigo mismo y con sus relacio-
nes interpersonales.

2.2. Desarrollo biocultural

Según la delicada interacción que juegan nuestra biología y


la cultura que nos rodea, se va construyendo nuestra persona-
lidad sexuada.
Somos biofisiológicamente sexuados, y nos diferenciamos
físicamente como varones y mujeres por tener un sexo somático
determinado por genes, gónadas y hormonas, que nos marca
diferencias fisiológicas y estructurales en los genitales y en los
cuerpos. Somos psicosocialmente sexuados porque nuestra
sexualidad no se reduce a biología, sino que está impregnada de
sociedad y cultura.
Según los modelos que nos muestre cada cultura para que
copiemos y podamos ser aceptados, se irán formando los pa-
62 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

trones de conducta femeninos y masculinos y se codificarán con


similitudes y diferencias los roles sexuales.
Según las creencias, costumbres y valores que hayan mode-
lado el desarrollo de nuestra sexualidad, serán los pensamien-
tos, fantasías y deseos que tengamos en la vida, la forma de ex-
presar nuestro erotismo, nuestra vinculación afectiva y el amor;
también el significado que le demos a conceptos y experiencias
de connotación sexual. La cultura va delineando el perfil de cada
ser sexuado que somos a través de la codificación que hagamos
de los mensajes, los modelos, y las costumbres sociales de nuestro
medio. De esa manera construiremos nuestra identidad de géne-
ro, nuestra orientación sexoerótica, y nuestros roles sexuales.
Las culturas proporcionan la mirada plural de la diversidad
sexual.

2.3. Dimensiones: individuo,


pareja, familia y sociedad

La sexualidad, como una esencial y compleja manifestación


de nuestras vidas, se desarrolla, se vivencia y se manifiesta en
todas las dimensiones vitales del ser humano: el individuo, la
pareja, la familia, y la sociedad.
El individuo siempre se define a sí mismo como ser sexuado.
Se percibe desde adentro (identidad de género), y se proyecta
hacia fuera (rol de género) en su masculinidad y feminidad. Este
carácter personalizado, único e irrepetible de la sexualidad de
cada uno, permite explicar la diversidad en la forma de sentirla
y vivirla.
La pareja representa una forma de interacción social al
concretarse el encuentro con otro ser sexuado mediante vincu-
laciones afectivas y eróticas.
ha familia es el primer agente de socialización de la perso-
nalidad y de la sexualidad, y el grupo de referencia más impor-
tante en cuanto a la formación de valores, convicciones, com-
portamientos y actitudes sexuales. Sea cual sea el tipo de familia
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 63

donde el niño o niña nace, necesita que lo cuiden y le expresen


amor y ternura para poder disfrutar de relaciones afectivas ín-
timas. En ellas aprehende la confianza, la estima y el respeto a
sí mismo, la seguridad, la capacidad para comunicarse y apo-
yarse emocionalmente, a acariciar en la intimidad sensual y sexual.
De la sociedad donde el individuo interactúa con personas de
ambos sexos, provienen los modelos y valores genéricos que
constituirán los roles sexuales.

2.4. Componentes: sexo, identidad sexual,


rol de género y orientación sexoerótica

Muchas veces se confunde el significado de sexualidad con


el de sexo, considerándose ambos términos como sinónimos.
Comúnmente, la gente asocia el término sexo con la activi-
dad sexual (p. ej., tener sexo), mientras que su precisa defini-
ción vincula el termino "sexo" sólo al aspecto biológico; es decir,
es el conjunto de características biológicas que definen al es-
pectro de humanos como hembras y machos. Incluye cromosomas,
genitales, gónadas y hormonas.
La identidad de género (o identidad sexual) es la forma
íntima de sentirse a sí mismo como varón o como mujer. La persona
estructura toda su sexualidad en base a este sentimiento íntimo,
y vivencia su identidad total según pertenezca a un sexo deter-
minado, identificándose con los modelos genéricos que muestra
la cultura a la cual pertenece. Este proceso se gesta en armonía
con el aprendizaje del lenguaje, consolidándose en los primeros
años de la infancia en la forma de "sexo psicológico irrenuncia-
ble". En ese frágil y breve trayecto de la vida, los humanos
estructuran los cimientos de lo que será la vivencia más profun-
da de ser hombre o mujer que los acompañará el resto de la
vida.
La mayoría de las personas tiene una identidad de género
que se corresponde con el sexo somático, aunque se sabe que
64 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

la formación de la identidad sexual no se relaciona con el sexo


físico que tenga la persona.
Las distintas formas de variancia de género (transexualismo,
transgenerismo y travestismo) y su diferenciación con el inter-
sexualismo, serán próximamente desarrolladas.
El rol de género es la forma de mostrarse como varón o
como mujer; es la expresión pública de la identidad asumida en
su medio cultural según las normas aceptadas en ella. La socie-
dad muestra modelos estereotipados de cómo debe ser el com-
portamiento de la mujer y del varón para que puedan ser acep-
tados. Los roles sexuales rígidos e inflexibles no permiten el
crecimiento individual de la persona y limitan su bienestar; se
forman desde el mismo momento del nacimiento bajo la respon-
sabilidad primera de la familia, sumada a la acción de los distin-
tos agentes socializadores que refuerzan el crecimiento del niño
y de la niña.
La orientación sexoerótica del deseo sexual indica la
orientación de las preferencias sexuales eróticas y afectivas hacia
el otro sexo, el mismo, o ambos. Estas orientaciones se deno-
minan heterosexualismo, homosexualismo, o bisexualismo.

2.4.1. Homosexualidad

Variedad de la conducta sexual en la cual la orientación del


deseo sexoerótico de una persona se dirige hacia otras del mis-
mo sexo.
Una mínima cantidad de varones con orientación sexual
homosexual, presentan un comportamiento social afeminado; esta
característica, que generalmente estereotipa a los individuos con
esta orientación, los puede confundir con personas transexuales.
La diferencia sólo es evidenciable realizando una delicada
anamnesis clínica dentro de la intimidad de un consultorio espe-
cializado en sexualidad.
Lo esencialmente diferencial es que no desean ser mujeres
ni quitarse sus genitales, y no tienen conflicto con su cuerpo.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 65

Sólo asumen comportamientos superficiales y, a veces, transito-


rios.
Las personas que practican actos o conductas homosexua-
les (relaciones sexoeróticas con personas de su mismo sexo)
también se denominan "homosexualistas". El autor Gore Vidal
se inclina abiertamente por usar este nuevo término como "ad-
jetivo", reemplazando el mal utilizado término "homosexual" en
forma de sustantivo, como si fuera la principal característica de
la persona. Según Vidal, "no hay personas homosexuales, hay
actos homosexuales". Actualmente se está dejando de usar el
término homosexual, reemplazándolo por el de personas de sexo
masculino que tienen relaciones sexuales con hombres, en el
caso del varón que tiene esta orientación, o personas de sexo
femenino que tienen relaciones sexuales con mujeres, en el
caso de las mujeres que tienen esta orientación.

2.4.2. Variantes de la identidad sexual


a) Transexualismo o disforia de género
¿Variedad, trastorno, o enfermedad?
Antes de introducirnos en el desarrollo de esta variedad
sexual, trastorno, o enfermedad, me gustaría invitarlos a reflexio-
nar sobre el concepto de normalidad. ¿Qué es lo normal?
Hay distintos criterios que se pueden utilizar para definir lo
normal: estadístico, filogenético, ideológico, legal, y moral.
Según el criterio estadístico, es normal lo que hace la ma-
yoría de la gente; según el criterio ideológico, es normal lo que
considera adecuado el grupo social de pertenencia. Éstos son
los que tienen más peso en el común de la gente cuando se analiza
alguna cuestión de connotación sexual.
Nuestras definiciones académicas nos dicen que varie-
dad es un conjunto de cosas diversas; trastorno (de "tras":
de una parte a otra, y "tornar", que es invertir el orden regu-
lar de una cosa), y enfermedad es la alteración del organis-
mo de una persona que afecta su salud.
66 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Me gustaría dejar un halo de cautela y de reflexión antes de


emitir un juicio de valor, al definir una condición sexual como
normal o anormal, sin previamente tener en cuenta la pluralidad
y la variedad que tiene la sexualidad, y especialmente el estado
de bienestar o de insatisfacción que le causa a la persona esa
condición de su sexualidad.
Se considera al sexo psicológico de la persona (identidad
sexual o de género) con carácter de irrevocabilidad, y no el que
corresponde a su genitalidad, para identificar la denominación
masculina o femenina. Hay personas que tienen un sexo psico-
lógico que no se corresponde con el de sus genitales.
Se define transexualismo de psiquis femenina cuando se sien-
ten mujer teniendo genitales masculinos (el transexualismo de
psiquis masculina es la situación contraria).
El transexualismo es una entidad que ha existido en todos
los tiempos y en todas las culturas. Es una afección muy poco
frecuente, 1 a 3 por cada 100.000 hombres.
Sus rasgos pueden ser:
— Identificación acusada y persistente con el otro sexo.
— Malestar persistente con su propio sexo, o sentimiento
inadecuado con su rol.
— Malestar clínicamente significativo o deterioro social, la
boral, o de otras áreas.
El transexual se siente como una mujer desde la infancia,
atrapada en el cuerpo de un hombre. Su vida está marcada por
un intenso sufrimiento debido a la frustración que le causa tener
que expresar su personalidad bajo una sexualidad que no le co-
rresponde. Debe expresarse a través de su contextura física,
social, y legal como hombre, adaptando vestimentas y roles so-
ciales impuestos contrarios a su forma de sentir.
Lo que sienten que son para sí mismos, no se corresponde
con lo que saben que son para los demás, y esta contradicción
permanente es causa de un gran disconfort y profundo dolor,
que se aliviará definitivamente cuando logren readaptar sus
genitales a su forma de sentirse, que es la de una mujer.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 67

Durante la adolescencia se genera un fuerte conflicto debido


a la fuerte aparición de sus pulsiones sexuales; esto reafirma su
sexualidad como mujer, y decide vivir como se corresponde con
su identidad psíquica, a pesar de toda oposición.
A lo largo de su vida orientará todos sus esfuerzos para que
su cuerpo adquiera los caracteres de su psiquis, con medios
hormonales y quirúrgicos, para poder vivir plenamente de acuerdo
a su feminidad, que por cierto es irrenunciable e imposible de
modificar con ninguna técnica psicológica ni psiquiátrica.
El transexualismo está definido médicamente como un des-
orden de la identidad sexual, no de la orientación sexual ni de
la conducta. No es un capricho, tampoco una psicosis ni una
perversión. No es travestismo ni transgenerismo.

b) Transhomosexualidad
Identidad psicosexual insólita referida a individuos que pre-
sentan inclinación por personas homosexuales del sexo opuesto.

c) Transgenerismo
Anomalía de género (o variancia de género, según José A.
Nieto) padecida usualmente por personas de sexo masculino,
caracterizada por el deseo permanente de tener aspecto y de
adoptar conductas femeninas, pero sin quitarse los genitales.
Se someten a tratamientos "definitivos" de feminización hormo-
nal y quirúrgica general para lograr el aspecto deseado, reali-
zándose cirugías plásticas para colocarse prótesis mamarias,
siliconas en labios y glúteos, etc. Adoptan métodos de depila-
ción definitiva y otras alternativas estéticas a los fines de lograr
un "permanente" aspecto físico femenino, pero no desean mo-
dificar sus genitales masculinos, sino sólo remodelar su cuerpo.
Cambian sus roles de género, pero no pretenden hacer una ci-
rugía de reasignación:
68 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Los transgeneristas no optan por la operación de reasignación


de sexo como fin último para poder definir su identidad. El
concepto moderno de transexualidad emerge cuando la
operación de reasignación de sexo se hace médicamente re-
quisito ineludible para poder ser considerado transexual
verdadero3.

Todo transexual es un transgenerista, pero no todo transge-


nerista es un transexual; esto significa que lo que le falta al trans-
generista para ser considerado un transexual es la voluntad de
readaptar sus genitales. Todo lo demás es muy similar, recurren
a cirugías y a tratamiento hormonal para modelar sus cuerpos
hacia la femineidad, se colocan prótesis mamarias, se depilan, y
viven todo el tiempo como mujeres, pero no desean quitarse su
pene. Cambian los roles, pero no la genitalidad.

d) Travestismo (o cross-dresser)
Trastorno psicosexual (o variancia de género, según Nieto)
padecido por personas de sexo masculino, caracterizado por el
deseo transitorio de vestir vestimentas femeninas a los fines
de lograr sólo la excitación sexual. El deseo no es permanen-
te, y no tienen conflictos con su genitalidad. En el lenguaje co-
tidiano se utiliza este término para designar a travestis, transge-
neristas o transexuales.
Esta persona de sexo somático y psicológico masculino adopta
un rol adecuado a su identidad, pero ocasionalmente utiliza ropas
femeninas para lograr placer sexual.

e) íntersexualismo
Trastorno congénito caracterizado por tener genitales ambi-
guos; es decir, los órganos sexuales pueden ser de varón o de

3
NIETO PIÑEROBA, José A., Antropología de la sexualidad y diversidad
cultural, Talasa, Madrid, 2003.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 69

mujer. Genitalmente no son ni masculinos ni femeninos, sino


incompletos. No son un tercer sexo, tienen un sexo mixto o un
sexo intermedio. Los transexuales no tienen ningún rasgo anató-
mico de genitalidad ambigua.

2.5. Etapas

Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que


morimos, y nuestra sexualidad va cursando diferentes etapas a
lo largo de la vida, limitadas unas de otras por distintos hitos
biológicos y/o culturales.
Podemos citar las diferentes etapas de la siguiente manera:
sexualidad prenatal, sexualidad de la infancia, sexualidad de la
adolescencia, sexualidad de la juventud, sexualidad de la adul-
tez, y una sexualidad de la ancianidad o de las personas mayo-
res. Cada una de ellas tiene sus características propias, y del
sexo que se corresponde.
Considero indispensable destacar que la mujer tiene una
ciclación hormonal a lo largo de su vida reproductiva. Estos
cambios hormonales impactan en las mujeres de una manera
diferente, según su personalidad y entorno familiar y social, pero
lo cierto es que esta diferente regulación endocrina que tiene
con respecto al varón la predispone a tener variaciones en sus
emociones, en su humor, en su peso, y en su sexualidad.
En el varón, desde su despertar sexual en la pubertad, la
producción hormonal mantendrá un ritmo constante durante toda
su vida reproductiva, y cuando ésta comience a cesar, su dismi-
nución será pareja y solapada, y no con una claudicación abrup-
ta como en la mujer.
Varones y mujeres tenemos diferencias biológicas y conduc-
tuales, y nuestros cerebros tienen funciones, habilidades y prio-
ridades distintas como resultado de la acción de las hormonas
sexuales prenatales y de la evolución que hemos tenido en nues-
tra vida en común. Nuestro desafio como seres diferentes y com-
plementarios, es darnos permisos para comunicarnos con crea-
70 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

tividad, y conocernos en este aspecto vital para mantener la


calidad de nuestra vida, y de la pareja.

3. Salud sexual

Según la OMS, la salud sexual es el estado físico emocio-


nal, mental, y social de sentirse bien en relación con la sexua-
lidad, es decir, no se refiere solamente a la ausencia de en-
fermedades, dolencias y disfunciones. La salud sexual requie-
re un positivo y respetuoso acercamiento hacia la sexualidad y
las relaciones sexuales, así como también a la posibilidad de tener
placer y experiencias sexuales seguras y libres de coerción, dis-
criminación y violencia.
Para que la salud sexual se pueda lograr y mantener, es
necesario que los derechos sexuales de todas las personas sean
respetados, protegidos y cumplidos.

3.1. Derechos sexuales

Los derechos sexuales son derechos humanos fundamenta-


les y universales.
La primera declaración de derechos sexuales se realizó en
el XIII Congreso Mundial de Sexología y Educación Sexual en
Valencia, España, en junio de 1997. Éstos fueron revisados y
aprobados por la Asamblea General de la Asociación Mundial
de Sexología en el XIV Congreso Mundial de Sexología reali-
zado en Hong Kong, República de China, en agosto de 1999.
Durante el último XVII Congreso Mundial de Sexología y
Educación Sexual realizado en Montreal, Canadá, en julio de
2005, se enunció una declaración de derechos sexuales con la
intención de expresar los preceptos de la Salud Sexual para el
Milenio.
Me parece muy significativo destacar la inclusión, en esa
declaración, del derecho al placer y la satisfacción sexual como
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 71

fuente de calidad de vida de las personas, sobre la base de la


construcción de la calidad de vida individual, de la pareja y de
la familia.
Los preceptos de la Salud Sexual para el Milenio expresan:
1. Reconocer, promover, asegurar, y proteger los derechos
sexuales para todos.
Los derechos sexuales son un componente integral de
los derechos humanos básicos, y por lo tanto son ina-
lienables y universales. La salud sexual no puede ser
obtenida ni mantenida sin el respeto de los derechos
sexuales para todos.
2. Reconocer, promover, asegurar, y proteger los derechos
sexuales para todos.
Los derechos sexuales son un componente integral de
los derechos humanos básicos, y por lo tanto son ina-
lienables y universales. La salud sexual no puede ser
obtenida ni mantenida sin el respeto de los derechos
sexuales para todos.
3. Avanzar hacia la equidad de género.
La salud sexual requiere equidad de género y respeto.
Las inequidades relacionadas al género y las desigual-
dades de poder, atentan contra las interacciones huma-
nas constructivas y armónicas, y por lo tanto con la
obtención de la salud sexual.
4. Eliminar toda forma de violencia y abuso sexual.
La salud sexual no puede ser obtenida hasta que la gente
sea libre de estigma, discriminación, abuso sexual, coer-
ción y violencia.
5. Proveer acceso universal hacia una información compren
siva de la sexualidad y educación.
Para lograr la salud sexual, todo individuo incluido los
jóvenes deben tener acceso a una comprensiva educa-
ción de la sexualidad, información y servicios para aten-
der la salud sexual a través de los distintos ciclos de la
vida.
72 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

6. Asegurar que los programas de salud reproductiva se


reconozcan como eje central de la salud sexual.
La reproducción es una de las dimensiones críticas de la
sexualidad humana. Puede contribuir a fortalecer las
relaciones de pareja y a la propia satisfacción personal
cuando es deseada y planificada. La salud sexual
incluye un concepto más abarcativo que la salud
reproductiva. Los programas de salud reproductiva
deberían contemplar todas las dimensiones de la
sexualidad de una manera más comprensiva.
7. Detener la difusión de Hiv/sida y otras infecciones de
transmisión sexual.
Universal acceso a la prevención, testeo y consejo vo-
luntario, cuidado y tratamiento de mv/sida y otras infec-
ciones de transmisión sexual son esenciales para el cui-
dado de la salud sexual. Programas que aseguren un
universal acceso a la población de todas las edades,
deberían ser garantidos a la población.
8. Identificar, nombrar, y tratar los desordenes y disfunciones
sexuales.
Sabiendo que la satisfacción sexual tiene la capacidad
de aumentar la calidad de vida de las personas, es
impostergable reconocer, prevenir y tratar los proble-
mas relacionados con los desordenes y disfunciones
sexuales.
9. Lograr el reconocimiento del placer sexual como un com
ponente del bienestar.

La salud sexual es mucho más que la ausencia de enferme-


dades; el placer sexual y la satisfacción son componentes inte-
grales del bienestar del ser humano, por lo tanto, requieren su
universal reconocimiento y promoción.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 73

4. Respuesta sexual

Master y Johnson fueron los primeros en describir las fases


de la respuesta sexual humana: fase de excitación, meseta, or-
gasmo y resolución, y de indicar las diferencias entre las res-
puestas femenina y masculina.

Los nuevos avances en sexualidad femenina, definidos más


claramente por Whipple y Perry, nos indican la existencia de seis
etapas: deseo, excitación, meseta, orgasmo, resolución y reflexión
si hay satisfacción (véase gráfico de la página siguiente).
La obtención del orgasmo dependerá de muchos factores,
pero fundamentalmente de lo que cada mujer haya aprendido
como propio para dejarse sentir en un clima de libertad mental
y absoluta seguridad y confianza. Este tema será desarrollado
en otra parte de este trabajo.
Después de la etapa del orgasmo viene la fase de resolu-
ción, en la cual se percibe una sensación de sutil relajación y
armonía corporal, mental, y espiritual.
Si el ciclo se cumplió en estas condiciones, la mujer podrá
repetir la secuencia sexual tantas veces como se sienta estimu-
lada a hacerlo.
74 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Si, en cambio, después del orgasmo sobreviene el vacío, el


desencanto, la duda, el temor, el dolor, o la inseguridad, se blo-
queará automáticamente el deseo de repetir una experiencia que
dejará una secuela de frustración e insatisfacción.
Es absolutamente necesario el cumplimiento de la última etapa
de la respuesta: la satisfacción, aun en forma independiente a la
obtención del orgasmo, para que se cumpla la forma circular de
la respuesta sexual.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 75

4.1. Disfunción sexual femenina

Según el reporte internacional de desarrollo para el consen-


so en Disfunción Sexual Femenina de 1998, se han clasificado
las disfunciones femeninas en cuatro grupos: desórdenes del de-
seo sexual, desórdenes de la excitación, desórdenes del orgas-
mo, y desórdenes por dolor.
Actualmente se considera también la evaluación de la capa-
cidad de la mujer para experimentar placer y satisfacción más
allá del orgasmo.
La satisfacción sexual es absolutamente central para un sis-
tema de clasificación centrado en la mujer, ya que muchas pue-
den experimentar una excitación sexual adecuada y hasta llegar
al orgasmo, sin experimentar ninguna satisfacción genuina, pla-
cer o inclinación a repetir la experiencia cuando ésta resultó en
placer y satisfacción.
El orgasmo femenino es importante para la mujer y para el
varón, pero sólo es un ingrediente de la satisfacción sexual de
la mujer.

5. Satisfacción sexual femenina

Ya he explicado que mujeres y varones somos diferentes, y


aunque muchas de esas diferencias están determinadas por nues-
tra biología: genes, neurotransmisores, y hormonas sexuales de
acción pre y postnatal, la mayoría de ellas son culturalmente
aprendidas a través de los roles de género.
Pero, esas diferencias biológicas, emocionales, y culturales
que tenemos con el sexo masculino, ¿en qué medida impactan
en nosotras y afectan nuestro comportamiento sexual? ¿Qué tie-
nen que ver las diferencias de género con la satisfacción sexual
de la mujer?
A continuación expondré los elementos que más frecuente-
mente intervienen en la concepción de satisfacción de la sexua-
lidad femenina.
76 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Ciertos conceptos podrán parecer una obviedad; otros, al


ser propios del género humano, también se representan como
una necesidad del varón. Y estarán aquellas sutiles y ocultas
razones que sorprenderán el imaginario no sólo del varón, sino
el de nosotras mismas; su desconocimiento es producto de la
falta de educación y de comunicación en la pareja.
El orden de la descripción no es elegido de acuerdo a la
importancia de los factores; todos podrían tener el mismo grado
de responsabilidad en la satisfacción sexual de la mujer. Depen-
de de la historia sexual individual de cada fémina, y el nivel de
significado de estos aspectos relacionados con la sexualidad, en
el contexto de su vida.

5.1. Autoestima

La autoestima es un componente básico a considerar en todas


las conductas humanas, pero es en la sexualidad donde adquiere
mayor importancia.
Se sustenta en el conocimiento, la valoración, el respeto
y la apreciación que toda persona tiene de sí misma.
Según mi apreciación profesional y personal, el quererse a
sí mismo es la condición sine qua non que toda persona debe
tener para poder establecer relaciones sanas con los demás. Para
poder considerar, aceptar, respetar y amar a los demás, debe-
mos primero querernos y valorarnos a nosotros mismos.
El proceso de formación de la autoestima se inicia en eda-
des tempranas, según la forma en que hemos recibido respeto y
amor en nuestro seno familiar y educativo.
Cuando hemos recibido elogios por las cosas que hicimos
bien, o gestos y miradas de admiración, o cuando fuimos aca-
riciados afectuosamente, nuestro cerebro ha ido procesando
los mensajes positivos transformándolos en sentimientos de se-
guridad, aceptación y cariño. Cuando, por el contrario, hemos
recibido castigos, gestos de desaprobación o de indiferencia
emocional en esa etapa tan crítica de formación de nuestra per-
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 77

sonalidad y sexualidad, se gestarán sentimientos de rechazo e


inseguridad.
Las personas que albergan un sentimiento de desvaloriza-
ción ante sí mismas, difícilmente puedan intimar emocionalmente
en las relaciones con los demás, y mucho menos corporalmente
puedan sentirse dentro de un marco de seguridad y confianza
para intimar en un encuentro sexual.

5.2. Imagen corporal

Nuestro cuerpo es el vehículo de nuestras células, de nues-


tros órganos y sistemas, y de todas nuestras emociones. A tra-
vés de él nos mostramos al mundo, expresando nuestra forma
de ser, nuestros sentimientos, pensamientos y valores.
Todos tenemos una forma física y también una imagen psí-
quica de cómo somos que nos individualiza como seres sexuados
únicos e irrepetibles.
Muchas veces la imagen psíquica de cómo vemos nuestro
cuerpo, no se corresponde con la forma real, y cuando existe
esta desigualdad podríamos sentir un conflicto a la hora de seducir
o de manifestar las expresiones eróticas y sexuales con nuestra
pareja. Cuando la imagen corporal no se corresponde con la
real, o cuando la forma real no se corresponde con la deseada,
pueden presentarse inhibiciones que interferirán con la consecu-
ción del placer sensual y sexual.
La influencia que ejercen las diversas instancias culturales,
como las campañas de marketing en la moda y en la música a
través de los medios de comunicación para imponer un modelo
de imagen corporal tan perfecto como irreal, puede causar
mucho daño en las personas que no se aproximan a él, que no
están educadas en la estética de la diversidad, o que tienen muy
baja su autoestima.
Cada persona puede identificar sus gustos, sus cualidades,
y desarrollar su forma personal de ser atractiva con el en-
canto de toda su personalidad.
78 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Sin necesidad de ser una víctima sufriente de la moda, cada


uno puede cultivar las propias aptitudes (y también los defectos)
físicas y especialmente emocionales, y sonreírle a la vida acep-
tando la diversidad del cuerpo sexuado con una visión positiva
y real.

5.3. Cortejo y seducción

Los humanos nos caracterizamos porque tenemos la capa-


cidad y libertad de poder sentir deseo sexual en cualquier mo-
mento de nuestra vida, a diferencia de las demás especies ani-
males, que sólo se atraen por instinto cuando la hembra está
en celo y emite un olor a través de sus genitales (feromonas) que
provoca la atracción del macho de su misma especie. Esté com-
portamiento animal se da en forma cíclica y está determinado
totalmente por factores biológicos hormonales. Sólo en la etapa
de celo las hembras de las demás especies están receptivas para
el coito, y los machos deben adaptarse a esa realidad para poder
copular. El cortejo entre los animales es un mecanismo de lla-
mado de atención dirigido a encausar el interés de la hembra
(que ya está en celo) hacia el macho que corteja.
La hembra humana, a diferencia de la de otras especies, tie-
ne la capacidad de sentir deseo sexual toda su vida, y en cual-
quier momento de su ciclo biológico. Puede comportarse recep-
tiva para hacer el amor cuando está menstruando, embarazada,
o lactando, siempre y cuando estén dadas las condiciones que
ella necesita para poder desear. ¿Qué significa esto?
Que el comportamiento sexual humano es mucho más com-
plejo. No nos motivamos sexualmente por instinto, podemos
desear, elegir, y enamorarnos.
No nos unimos sexualmente sólo para copular, reproducir-
nos y perpetuarnos como especie; hacemos el amor.
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 79

5.4. Sensualidad

La sensualidad es una virtud exclusivamente humana median-


te la cual podemos mostrarnos como seres sensiblemente eró-
ticos con todos nuestros sentidos, ante los demás y ante noso-
tros mismos; es un componente del erotismo que nos define como
seres deseados y deseosos, ya que a través de ella podemos
seducir y ser seducidos usando nuestras aptitudes corporales o
comportamentales.
¿Qué es lo que siempre va con nosotros cuando hacemos el
amor? Nuestro cuerpo.
Con todas nuestras hormonas, pasiones, inhibiciones, ener-
gía y fantasías. Y según conjuguemos con armonía y aceptación
todo ese bagaje de contenido propio, tendremos un encuentro
con nosotros mismos y con el otro en forma satisfactoria o no.
Para sentirnos sensuales debemos "aprender" sobre nuestro
cuerpo y su lenguaje, y sobre el buen uso de actitudes y conduc-
tas que tengan alguna connotación erótica para los demás.
Cuando somos niñas/os nuestro cuerpo se muestra natural,
dinámico, y alegre. Vivimos con todos los sentidos a flor de piel,
percibiendo y respondiendo a las situaciones de la vida cotidia-
na según nuestra espontánea y sincera sensibilidad.
Cuando crecemos, vamos perdiendo esta natural forma de
sentirnos y mostrarnos hacia los demás. La cultura en la que
vivimos nos impone pautas, costumbres, y poco a poco los sen-
timientos de incomodidad se instalan; comenzamos a comparar-
nos con los demás y vamos solapadamente distanciándonos de
nosotros con un pensamiento crítico de cómo somos.
Aunque tenemos contacto con nuestro cuerpo, hemos olvi-
dado el valor de los sentidos para tomar contacto con él, y paula-
tinamente vamos olvidándonos de nuestra capacidad natural para
sentir y para comunicarnos a través de él.
Nuestra sociedad occidental ha contribuido en mucho a esta
realidad, al considerar que mente y cuerpo son dos entidades
sin conexión. La cultura oriental, por el contrario, no considera
esta división; la mente y el cuerpo se aprecian como distintos
elementos de una misma realidad. Las distintas disciplinas de
80 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

origen oriental, incluso la medicina (acupuntura), las artes mar-


ciales, el yoga, el tantra, etc., consideran el cuerpo, la mente y
el espíritu como una unidad de la persona, y tratan de transmitir
a las personas la idea de vivir en armonía consigo mismas y con
el mundo que las rodea, con las demás personas y la naturaleza,
y a sentirse seguras de sí mismas en un sentido holístico.

5.5. Comunicación. Lenguaje erótico

El lenguaje (del provenzal lenguatgé) es el conjunto de so-


nidos articulados mediante los cuales el hombre manifiesta lo que
piensa o siente. Esta definición se refiere estrictamente al lenguaje
verbal, pero también sabemos que los humanos tenemos otra ma-
ravillosa forma de comunicación a través de las actitudes y men-
sajes que queremos expresar con nuestro cuerpo.
Esta forma de lenguaje "paraverbal" o "no verbal", nos per-
mite comunicar, a través de nuestros sentidos, todo lo que que-
remos, sentimos y pensamos.
Si trasladamos esta capacidad humana al campo del erotis-
mo, podremos enriquecer nuestra sexualidad educando nuestros
sentidos para el placer sensual y poder comunicarnos eróticamente
con nuestra pareja, expresando sensaciones y sentimientos.

5.6. Intimidad

El concepto de intimidad abarca un amplio territorio más


emocional que corporal, limitado por sutiles fronteras que cada
individuo elige como propias, en cualquier tipo de relación hu-
mana.
El primer requisito que una persona necesita para compartir
intimidad con los demás, es ser íntimo con uno mismo.
¿Qué significa esto?
Para ser íntimos con otras personas, para sentir que en una
relación de pareja, o de amistad, o familiar, tenemos intimidad,
MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 81

primero necesitamos saber quiénes somos, qué sentimos, qué


pensamos, cuáles son nuestros valores, qué es importante para
nosotros, y qué es lo que queremos en la vida. Parece una ob-
viedad, pero vale la pena recordarlo. Si nosotros no sabemos
estas cosas acerca de nosotros, nunca podremos compartirlas
con otras personas, y tampoco podremos valorarlas en los de-
más.
La verdadera intimidad es un proceso que requiere su pro-
pio tiempo y no debe ser forzado. Es un proceso de conocer y
ser conocido, y para que se pueda vivir en plenitud exige aper-
tura, honestidad, responsabilidad, respeto y humildad entre las
personas que están cultivando este precioso tesoro en cualquier
tipo de relación humana.

5.7. Seguridad

La seguridad tiene una doble intervención en la sexualidad


de la mujer, ya que importa mucho el propio sentimiento de
seguridad y la que le proporciona su pareja.
El sentirse seguro de sí mismo es un componente básico para
garantizar la satisfacción en un encuentro sensual y sexual, tanto
para el varón como para la mujer; pero es para ella una condi-
ción insustituible que puede definir el éxito del encuentro.
La seguridad como forma de sentir no se puede analizar en
forma aislada, ya que esta intrínsecamente concatenada con otros
elementos que se han desarrollado en este trabajo, como el tener
una imagen corporal adecuada, el sentirse cómoda con su cuer-
po y la seducción que puede expresar a través de él.

5.8. Cuerpo sano

La actividad física permanente y la alimentación adecuada


son los pilares fundamentales que sostienen el aumento de la
expectativa de vida con "calidad de vida".
82 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El exceso de grasas saturadas (grasas provenientes de los


animales), el exceso de sal, de tabaco, de alcohol, y de otras
sustancias químicas y o medicamentosas, no son buenos ingre-
dientes para mantener un buen estado de salud física.
El hacer actividad física entre tres y seis horas semanales
mantiene un estado óptimo del aparato circulatorio, y la vitali-
dad y oxigenación de los órganos sexuales del varón y la mujer.

6. Conclusiones

Después de este viaje a través del tiempo sobre la sexuali-


dad femenina, y de conocer las exquisitas y sutiles diferencias
que los varones y mujeres tenemos como seres sexuados, con-
sidero que es el compromiso de ambos integrantes de una pa-
reja el mantener un buen canal de comunicación para aprender
juntos y hacer respetar las diferencias de género e individuales
dentro de un clima de armonía, intimidad y confianza mutua.
También es importante que reconozcamos que estas dife-
rencias no justifican de ninguna manera la inequidad en los
derechos humanos y sexuales del varón y la mujer. Juntos
podemos hacer mucho más que solos, ensamblando nuestras
diferencias y similitudes.
Comparto plenamente el pensamiento de la Dra. A. Márquez
López Mato4:
Nacimos para ser complementarios y no contradictorios,
cómplices y no enemigos.

7. Bibliografía
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Nueva York, 1995.
4
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MAREGA Sexualidad femenina. Más allá del orgasmo 83

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III. APUNTES SOBRE DERECHOS
SEXUALES Y REPRODUCTIVOS EN EL
ORDENAMIENTO JURÍDICO ARGENTINO

PAULA SIVERINO BAVIO*

* Abogada, Diploma de Honor de la Universidad de Buenos Aires.


Doctoranda de la Facultad de Derecho, UBA. Docente de la Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Derecho y de Medicina. Docente de la Universidad
Inca Garcilaso de la Vega, grado y posgrado, Lima, Perú. Ponente y conferen-
cista en eventos relativos a Bioética y Derecho en Argentina, Perú, Brasil, Italia,
con publicaciones en Argentina, Brasil, Uruguay, Perú e Italia. Asesora parla-
mentaria.
Sabes, Floreana? Lo bueno de estar casada
es tener derecho sobre un cuerpo.
Sea como sea ese cuerpo,
es el único que a una le pertenece
(Marcela Serrano, El albergue de
las mujeres tristes)

Cantata de la planificación familiar,


opus 22 de J.S Mastropiero.
Son sus partes:
1. Desconfíe del ciclo natural, que es un Allegro;
2. La confianza mata al hombre
(y embaraza a la mujer), que es la coda del Allegro;
3. Calipso de las pildoras, Andante
tranquilo senza complicazioni.
(Les Luthiers, 1971, Cantata de la
planificación familiar)

1. Introducción

En el presente trabajo se ha intentado hacer un sintético


recorrido temático sobre la recepción de los derechos sexuales
88 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

y reproductivos en el orden jurídico argentino, su delimitación


conceptual, los mecanismos de inclusión en el derecho positivo
desde el derecho internacional y las barreras que impiden el
acceso al goce de estos derechos. No profundizamos en este
caso sobre problemáticas específicas, y hemos tomado como
referencia la legislación de la Ciudad Autónoma de Buenos Ai-
res.
Creemos que esta sistematización puede resultar interesante
en vistas de que la Argentina ha sancionado finalmente la ley que
incorpora el Protocolo de la Cedaw, abriendo una posibilidad
más de denunciar en sede internacional la violación de derechos
humanos, especialmente de los derechos sexuales y reproduc-
tivos1.

2. Derechos sexuales
y reproductivos: delimitación conceptual

2.1. Derecho a la salud

Dentro del amplio espectro que abarcan los llamados "de-


rechos sociales", el derecho a la salud constituye uno de los más
importantes, en tanto involucra el sustrato indispensable para el
ejercicio de otros derechos y resulta una precondición para la
realización de valores en la vida y en el que proyecto personal
de todo ser humano2.
La salud es un derecho humano fundamental que encuentra
reconocimiento y tutela en el ordenamiento jurídico argentino.

1
En diciembre de 2006 se promulgó la ley 26.171, que aprueba el Pro-
tocolo Facultativo de la Convención, mediante el cual se reconoce la compe-
tencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer
para recibir y considerar comunicaciones.
2
CSJN, 23/11/04, "M.S.,A. s/materia provisional s/recurso de amparo"
[www.eldial.com.ar], citado en GIL DOMÍNGUEZ-FAMA-HERRERA, Derecho cons-
titucional de familia, t. II, Ediar, Buenos Aires, 2006, p. 943.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 89

Hasta la reforma constitucional de 1994 no había una norma


expresa que pudiera invocarse en defensa del derecho a la sa-
lud, siendo receptada por la jurisprudencia como uno de los
derechos y garantías innominados del art. 333. Es a partir de ese
año que el derecho a la salud integra la nómina de derechos ex-
plícitos al ser reconocido por diversos tratados y pactos inter-
nacionales incorporados a la Constitución Nacional a partir de
la reforma con rango constitucional (art. 75, inc. 22), es-
pecíficamente en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU
(arts. 3o y 8o); Pacto Internacional sobre Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales (arts. 12, Io y 2o); la Declaración Ame-
ricana de los Derechos y Deberes del Hombre (art. XI); Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos —Pacto de San
José de Costa Rica— (art. 26, que debe leerse con remisión al
art. 33 de la Carta de la OEA); Convención sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, y la
Convención sobre los Derechos del Niño (art. 24, inc. 2o).
Asimismo, el art. 42 de la C.N. contempla la protección de la
salud de los usuarios de bienes y servicios.
En modo progresivo, la salud ha sido reconocida, a nivel
nacional e internacional, como un derecho inherente a la digni-
dad humana, de tal forma que el bienestar físico, mental y social,
que pueda alcanzar el ser humano constituye un derecho que el
Estado está obligado a garantizar. La Constitución de la Orga-
nización Mundial de la Salud, adoptada por la Conferencia In-
ternacional de la Salud, celebrada en Nueva York en 1946, señala:
El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es
uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin
distinción de raza, religión, ideología política o condición eco-
nómica o social.

3
Incluso antes de la incorporación de los tratados internacionales del
art. 75, inc. 22, al bloque normativo, ya la Corte Suprema de Justicia de la
Nación había sostenido que era obligación del Estado la de "proteger la salud
pública" (Fallos, 31:273), obligación impostergable, de "inversión prioritaria"
(Fallos, 323:1339), considerando que este derecho se encontraba entre los im-
plicitos del art. 33.
90 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El derecho a la salud comprende la tutela y promoción de la


salud sexual y reproductiva, siendo clave en este sentido la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discri-
minación contra la Mujer (Cedaw) y su Protocolo Facultativo,
la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erra-
dicar la Violencia contra las Mujeres, la Convención sobre los
Derechos del Niño, y la Conferencia Internacional sobre Pobla-
ción y Desarrollo.
Estos derechos deben ser entendidos como necesidades
socialmente reconocidas y en un todo exigibles, plasmados por
el ordenamiento jurídico y derivados de la dignidad humana,
sustrato de los derechos fundamentales. En esta inteligencia, el
acceso a los servicios asistenciales para el pleno y efectivo goce
del derecho a la salud debe ser garantizado por el poder público
con el fin de respetar el derecho a la igualdad reconocido en el
art. 16 de la C.N.
En el orden nacional es posible establecer la tutela de los
derechos sexuales y reproductivos mediante la lectura armónica
de los arts. 75, inc. 22 y 23; art. 33 (derechos implícitos), art.
16 (igualdad ante la ley), art. 19 (principios de reserva y clau-
sura) y art. 42 (derecho a la salud).
Dentro de la normativa de carácter local, los derechos sexuales
y reproductivos son incorporados al derecho positivo argentino
mediante su inclusión en la Constitución de la Ciudad de Buenos
Aires (CCBA), art. 37:
Se reconocen los derechos sexuales y reproductivos, libres
de coerción y violencia, como derechos humanos básicos, es-
pecialmente a decidir responsablemente sobre la procreación,
el número de hijos, y el intervalo entre los nacimientos. Se
garantiza la igualdad de derechos y responsabilidades de mu-
jeres y varones como progenitores y se promueve la protec-
ción integral de la familia4.

4
Éstos pueden leerse en concordancia con los arts. 11; art. 12, inc. 3o;
art. 21, incs. 4o y 5o; art. 24, última parte; art. 36; art. 38; art. 80, inc. 7o, de
la Constitución de la Ciudad.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 91

2.2. Salud sexual y reproductiva

El concepto de salud sexual propuesto por el Comité de


Expertos de la OMS, reunido en Ginebra en 1974, es planteado
como la integración de los elementos somáticos, emocionales,
intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean po-
sitivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la
comunicación y el amor.
En esta tesitura la salud reproductiva es entendida como un
estado general de bienestar físico, mental y social y no mera-
mente la ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los
aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funcio-
nes y procesos. En consecuencia, entraña la posibilidad de dis-
frutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y procrear,
así como la libertad de decidir hacerlo o no, cuándo, con quién
y con qué frecuencia.
La salud reproductiva se define como el conjunto de méto-
dos, técnicas y servicios que contribuyen a la salud, y el bienes-
tar reproductivo al evitar y resolver los problemas relacionados
con ella. Incluye la salud sexual, cuyo objetivo es el desarrollo
de la vida y de las relaciones personales, y no meramente el
asesoramiento y la atención en materia de reproducción y enfer-
medades de transmisión sexual.
Y estos conceptos han tenido su recepción legal expresa.
Así, en el plano normativo de la Ciudad de Buenos Aires, el art.
21, incs. 4o y 5o de la Constitución local y la ley 153, Ley de
Salud Básica de la Ciudad en los arts. 4o, 5o y 12, inc. V, es-
tablecen el reconocimiento y tutela de la salud sexual y
reproductiva.
Lo antedicho ilustra el doble enlace existente entre salud y
sexualidad. No se concibe el logro de la salud integral de las
personas sin el desarrollo pleno y armónico de su sexualidad.
Tampoco es posible su ejercicio pleno y satisfactorio si existen
situaciones que afectan la salud de las personas en los planos
somático, psicológico o social.
Así, una sexualidad sana supone:
92 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

1) la aptitud para disfrutar de la actividad sexual y repro


ductiva y para regularla de conformidad con una ética
personal y social;
2) la ausencia de temores, sentimientos de vergüenza y cul
pabilidad, de creencias infundadas u otros factores psi
cológicos que inhiban la reacción sexual, impidiendo la
plenitud del placer;
3) la ausencia de trastornos orgánicos, de enfermedades y
deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y
reproductiva.

La sexualidad es un aspecto central del ser humano que


comprende el sexo, la identidad de género y rol, orientación
sexual, erotismo, placer intimidad y reproducción. La sexuali-
dad se siente y experimenta en fantasías, deseos, creencias,
actitudes, valores, conductas, prácticas, roles y relaciones.
Mientras que la sexualidad es inclusiva de todas estas dimen-
siones, no todas ellas son experimentadas o expresadas, sien-
do influenciadas por la interacción de elementos biológicos, psi-
cológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos y
legales.
El fenómeno de la sexualidad humana tiene aspectos cuali-
tativos que le otorgan matices muy específicos:
1) Placentero: Contribuye al bienestar individual, al enri-
quecimiento de la personalidad y al deasarrollo del
vínculo con los otros.
2) Afectivo: La capacidad de amar constituye un compo-
nente eminentemente humano y es un elemento sustan-
tivo en la trascendencia del vínculo.
3) Comunicacional: Es la forma de comunicación de ma-
yor profundidad entre los seres humanos.
4) Creativo: Como fuente de expresión integral de las per-
sonas, potencia la capacidad de creación, en la que
intervienen elementos estéticos y lúdicos.
5) Ético: Se define a partir de una dialéctica de valores
sustentada en los derechos humanos.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 93

6) Procreativo: Esta posibilidad se destaca como el logro


extraordinario de dos personas que consciente, libre-
mente y con responsabilidad compartida asumen la crea-
ción de un nuevo ser5.

La sexualidad humana y las relaciones entre los sexos están


estrechamente vinculadas e influyen conjuntamente en la capa-
cidad del hombre y la mujer de lograr y mantener la salud sexual
y regular su fecundidad. La relación de igualdad entre hombres
y mujeres en la esfera de las relaciones sexuales y la procrea-
ción, incluido el pleno respeto de la integridad física del cuerpo
humano exige el respeto mutuo y la voluntad de asumir la res-
ponsabilidad personal de las consecuencias de la conducta se-
xual. La conducta sexual responsable, la sensibilidad y la equi-
dad en las relaciones entre los sexos, particularmente cuando se
inculca durante los años formativos, favorecen y promueven las
relaciones de respeto y armonía entre el hombre y la mujer6.
La realidad muestra que la salud reproductiva está fuera del
alcance de muchas personas de todo el mundo a causa de fac-
tores como los conocimientos insuficientes sobre sexualidad
humana y la información y los servicios insuficientes o de mala
calidad en materia de salud reproductiva; la imposibilidad de
acceder, por razones económicas, geográficas, culturales, etc.,
a la información y/o las prestaciones de salud sexual y repro-
ductiva; la prevalencia de comportamientos sexuales de alto
riesgo; las prácticas sociales discriminatorias; las actitudes ne-
gativas hacia las mujeres y las niñas, y el limitado poder de de-
cisión que tienen muchas mujeres respecto de su vida sexual y
reproductiva.

5
CERUTTI BASSO, Stella, "Salud y sexualidad desde una perspectiva de
género", [http://www.grhf.harvard.edu/_Spanish/course/sesionl/saludsexual.
html].
6
CIPD, Cap. VII, párr. D 7.34, Fondo de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, 2004, p. 66.
94 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Por esto, el derecho a la libertad reproductiva cumple tres


funciones diferenciales, pero complementarias: información, pre-
vención, y planificación, las que deben ser previstas y provistas
por el Estado mediante estrategias adecuadas que comprendan
cada uno estos aspectos y garanticen a la población, especial-
mente a aquellos sectores en situación de vulnerabilidad, el acceso
y goce a ellas.
A los conceptos esgrimidos aparece indisolublemente aso-
ciada la noción de género. La perspectiva de género permite
compenetrarnos en el ámbito cultural, donde los sujetos que
deseamos conocer recrean sus vidas, pues es a través del co-
nocimiento de los valores, costumbres, tradiciones e ideas que
conforman su cosmovisión, que podemos acercarnos a la forma
en cómo las mujeres valoran, sienten y expresan la vivencia de
la maternidad y el ejercicio sexual. A través de esta perspectiva
se ha podido constatar que no es lo mismo el sexo biológico que
la identidad asignada; ésta es una construcción social, una inter-
pretación social de lo biológico.
La división en géneros, basada en la anatomía de las perso-
nas, supone formas determinadas de sentir, de actuar, de ser. El
género se adquiere a través de un complejo proceso individual
y social7. En modo muy simplificado podríamos señalar que
igualdad de género implica igual tratamiento para mujeres y
varones en las leyes y las políticas e igual acceso a los recursos
y servicios dentro de una familia, comunidades y sociedad en
general. Equidad de género podría traducirse como justicia en
la distribución de beneficios y responsabilidades entre varones
y mujeres. Por el contrario, discriminación de género refiere a
cualquier distinción, exclusión o restricción hecha sobre la base
de roles y normas socialmente consentidas que impiden que una
persona disfrute plenamente de sus derechos humanos8.

7
Extractado de NÁJERA AHUMADA, Alma G., y otras, "Maternidad, sexua-
lidad y comportamiento reproductivo: Apuntes sobre la identidad de las mu-
jeres", [http:/www.grhf.harvard.edu/-Spanish/course/sesion2/maternidad.htm].
8
OMS, Manual de capacitación género y derecho en salud reproductiva,
2000.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 95

2.3. Definiciones sobre


derechos sexuales y reproductivos

El humanismo laico asume que el mundo no tiene un orden


preestablecido, y son los hombres quienes pueden y deben dár-
selo mediante actos de voluntad que constantemente renuevan
para mejorar el orden. Desde una óptica civil, laica y pluralista,
la procreación es un acto consciente y voluntario donde una
persona o dos personas, de manera conjunta, deciden cambiar
su vida para siempre y afrontar la maternidad/paternidad.
Ser padre o madre forma parte de un proyecto de vida porque
modifica la autobiografía. Y un acto tan esencial a la conforma-
ción de una persona como sujeto —en el marco de una sociedad
civil y laica— no puede, ni debe, por imperativos formales u
obstáculos materiales, ser decidido por el orden natural de las
cosas ("a menos que una persona, por sus respetables y sagra-
das convicciones religiosas, decida someterse a dicho orden)"9.
El contenido de los derechos sexuales y reproductivos po-
dría resumirse en una frase: toda persona tiene derecho a decidir
con quién, cuándo y cómo tiene o no hijos y relaciones sexuales.
Son los derechos que garantizan la libre decisión sobre la forma
en que se utiliza el propio cuerpo en la esfera sexual y reproducti-
va, que sólo unos pocos han gozado de manera consistente a
través de la historia, ya que decidir libremente sobre el propio
cuerpo ha sido, y en muchos casos, sigue siendo, un privilegio
de género y de clase.
La Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo
(CIPD, por sus siglas en castellano, tal como la citaremos aquí)
define a los derechos sexuales y reproductivos (DSyR) partiendo
del concepto de salud sexual y reproductiva, como aquellos
abarcativos de ciertos derechos humanos que ya están recono-

9
GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, "Los derechos reproductivos en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires", en BIDART CAMPOS, Germán, y GIL DOMÍNGUEZ,
Andrés (dirs.). Instituciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Ley,
Buenos Aires, 2001, p. 155.
96 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cidos en leyes nacionales, en los documentos internacionales


sobre derechos humanos y en otros documentos pertinentes de
Naciones Unidas aprobados por consenso.
Estos derechos se basan el reconocimiento del derecho básico
de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsable-
mente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos
y el intervalo entre éstos y disponer de la información y los medios
para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud
sexual y reproductiva. También incluye el derecho a adoptar
decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación,
coacciones ni violencia. En ejercicio de este derecho, las pare-
jas y los individuos deben tener en cuenta las necesidades de los
hijos nacidos y futuros y sus obligaciones con la comunidad10.
La Asociación Mundial de Sexología, en su Declaración sobre
los Derechos Sexuales, los define como "derechos humanos
universales basados en la libertad, dignidad e igualdad inheren-
tes a todos los seres humanos". Asimismo, señala que como la
salud es un derecho humano fundamental, "la salud sexual debe
ser un derecho humano básico". Del mismo modo, expresa que
la salud sexual es el resultado de un ambiente que reconoce respeta
y ejerce los derechos sexuales que deben ser reconocidos, res-
petados y defendidos.
Mediante el reconocimiento y respeto de estos derechos se
busca asegurar que mujeres y niños/as no sean sometidos a in-
tervenciones médicas o mutilaciones corporales forzadas —como
la infibulación—; relaciones sexuales no consentidas, embara-
zos no planificados; violencia física, psicológica y sexual en la
comunidad o en el trabajo, desde el acoso sexual hasta la vio-
lación; violencia doméstica, física, sexual y psicológica —inclui-
das las violaciones maritales y el incesto—; discriminación y vio-
lencia basada en la orientación sexual; transmisión de enferme-
dades sexualmente transmitibles y viH/sida, y el uso sistemático
de violencia contra las mujeres como arma de guerra. Se tiende

10
CIPD, Cap. VII, párr. A7.3, UNFPA, 2004, p. 54.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 97

a tutelar y garantizar, básicamente, seguridad, salud e igualdad


sexual y reproductiva, alentando la toma de decisiones en la
materia.
La sexualidad está indisolublemente ligada a la identidad, por
lo que dedicaremos un espacio a desarrollar brevemente el dere-
cho a la identidad y, específicamente, a la identidad sexual.

3. Los derechos sexuales

En una enumeración no taxativa, podemos considerar como


derechos sexuales:
1) El derecho a vivir una sexualidad placentera, responsa
ble y libremente decidida, sin más límites que los expre-
samente señalados por la ley.
2) El derecho a la libre elección de prácticas sexuales.
3) El derecho a la libre expresión de su orientación sexual,
así como la regulación de las distintas situaciones que se
desprenden de su ejercicio cotidiano.
4) El derecho a la integridad corporal y la autonomía en el
control del propio cuerpo.
5) El derecho de alcanzar el más alto nivel de salud sexual
posible.
6) El derecho a la confidencialidad en el tratamiento de la
sexualidad, particularmente de las/os adolescentes y
jóvenes.
7) El derecho de acceder a una educación integral para la
vida afectiva y sexual desde la temprana edad posibili-
tando el bienestar y desarrollo de la persona en el ejer-
cicio de la sexualidad en forma plena, libre e informada.
8) El derecho a esperar y exigir igualdad, consentimiento
completo, respeto mutuo y responsabilidad compartida
en las relaciones sexuales.

El derecho a la confidencialidad en el tratamiento de temas


relativos a la sexualidad, particularmente de las/os adolescentes
98 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

y jóvenes y el derecho de acceder a una educación integral para


la vida afectiva y sexual desde la temprana edad, han desenca-
denado verdaderas batallas campales entre los promotores de
la salud sexual y reproductiva y grupos conservadores que cul-
minaron con el primer pedido de inconstitucionalidad, conforme
el mecanismo previsto por la Constitución de la Ciudad —cues-
tionando la ley 418— y en ásperos debates sobre la sanción de
una ley de educación sexual. A fines de 2006 se sancionaron
tanto la Ley nacional de Educación Sexual como la Ley de
Educación Sexual Integral de la Ciudad; resta ver cómo será su
puesta en práctica.
Asimismo, el derecho a esperar y exigir igualdad, consenti-
miento completo, respeto mutuo y responsabilidad compartida
en las relaciones sexuales está en estrecha relación con la pro-
moción de la eliminación de la violencia de la que son víctimas
mayoritariamente niñas y mujeres, en grados que van desde la
violación y el abuso, pasando por las presiones para iniciarse
sexualmente o mantener relaciones en el noviazgo o matrimonio,
incluyendo la imposición de prácticas resistidas por uno de los
integrantes de la pareja, hasta la negativa de incorporar el pro-
filáctico a la relación sexual, ejemplo también de violencia con-
tra la mujer.
Otro derecho fundamental es el de vivir la sexualidad sin
más límites que los expresamente señalados por la ley, así como
a la libre elección de prácticas sexuales, plasmado, entre otras,
por la derogación de las normas que penaban las prácticas
homosexuales.
Más restringido ha sido, en nuestro país, el derecho a la libre
expresión de la orientación sexual, así como la regulación de las
distintas situaciones que se desprenden de su ejercicio cotidia-
no. Podemos mencionar el caso de la negativa al reconocimien-
to de la personalidad jurídica (inicialmente) de la Comunidad
Homosexual Argentina y a la comunidad swinger.
Si bien con cuestionamientos compartidos, debate aparte
merece el tema de la problemática travesti y de los obstáculos
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 99

que encuentran en nuestro sistema jurídico, así como la interpre-


tación que hacen los operadores legales sobre las personas
transexuales para adecuar su cuerpo e identificación registral a
su identidad sexual. Aunque nuestra legislación reconoce la po-
sibilidad de efectuar intervenciones médicas de adecuación se-
xual —previa autorización judicial (ley 17.132)—, en la prácti-
ca este requisito ha sido equivalente a una prohibición total, con
una alentadora, si bien aislada, tendencia a revertir esta inter-
pretación en los últimos dos años. Aquí la negativa a reconocer
la identidad sexual y los obstáculos existentes colisionan abier-
tamente con el derecho a la integridad corporal y a la autonomía
en el control del propio cuerpo, y claramente con el derecho de
alcanzar el más alto nivel de salud sexual posible.

3.1. Derecho a la identidad e identidad sexual

3.1.1. El derecho a la identidad en el ordenamiento jurídico

En nuestro ordenamiento jurídico, el derecho a la identidad


está protegido en la Constitución Nacional en los arts. 33 (de-
rechos implícitos) y 75, inc. 22 (tratados de derechos humanos
que conforman el bloque de constitucionalidad). Por su parte,
en el inc. 17, C.N., se proclama un aspecto de este derecho al
reconocer "la preexistencia étnica y cultural de los pueblos in-
dígenas argentinos, garantizar el respeto a su identidad y el
derecho a una educación bilingüe e intercultural".
Sobre esta base este derecho le es reconocido a toda per-
sona, forme o no parte de estas comunidades; pero también y
en general, en el inc. 19, párr. 4o, C.N., cuando estatuye que el
Congreso debe "dictar normas que protejan la identidad y plu-
ralidad cultural", de lo que puede deducirse que el derecho a la
identidad quedaría no ya entre los implícitos del art. 33, sino
que habría una declaración expresa de su existencia y necesidad
de protección.
100 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, con


rango constitucional, protegen un plexo de derechos con el fin
de resguardar la dignidad del hombre en virtud del reconoci-
miento y respeto de su identidad, ilustra en este sentido: Con-
vención Americana de DD.HH., art. 5o (derecho a la integridad
personal), art. 11 (protección de la honra y la dignidad); art. 24
(igualdad ante la ley); Pacto de Derechos Civiles y Políticos,
art. 7o (derecho a la integridad), art. 17 (protección a la honra
y la dignidad); Convención de los Derechos del Niño, arts. 7o
y 8o11.
El derecho a la identidad tiene una directa e indisoluble vin-
culación con el derecho a no ser discriminado, a la salud, a la
intimidad y al proyecto de vida. Se constituye como un concep-
to genérico que ensambla otros derechos que tutelan diversos
aspectos de la persona y cuya sumatoria nos da como resultado
el perfil de la identidad personal.
El derecho a la identidad es reconocido expresamente por
la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en su
art. 12:
La Ciudad garantiza: 1. El derecho a la identidad de las per-
sonas. Asegura su identificación en forma inmediata a su
nacimiento, con los métodos científicos y administrativos más
eficientes y seguros. En ningún caso la indocumentación de
la madre es obstáculo para que se identifique al recién naci-
do. Debe facilitarse la búsqueda de aquellos a quienes les hu-
biera sido suprimida o alterada su identidad. Asegura el fun-
cionamiento de organismos estatales que realicen pruebas
inmunogenéticas para determinar la filiación y de los encar-
gados de resguardar dicha información.

11
En este orden se inscriben: la ley 23.511 de 1987, que crea el Banco
de Datos Genéticos (de gran importancia para esclarecer la identidad de niños
nacidos en cautiverio y sustraídos de sus familias en la dictadura del '76, y la
Ley 25.326 de Protección de Datos Personales.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 101

3.1.2. Identidad y libertad

La libertad es el tipo de inserción del hombre en el mundo,


lo que lo diferencia de las cosas, los animales. El hombre no
tiene ni deja de tener libertad, sino que es libertad; ésta resulta
de la situación ontológica de quien existe desde el "ser" ya que
la existencia implica libertad. El hombre como ser libre que elige
estimando adquiere el rango de persona humana. La persona es
existencia desplegada en el tiempo, que desarrolla su vida en
comunidad para, utilizando cosas del mundo realizar su intrans-
ferible y único proyecto personal. La persona es un sujeto
proyectivo que hace su vida a cada instante. En definitiva, el
hombre es libertad que se proyecta12.
Y en este permanente devenir se crea, se limita y delimita,
se define, se vuelve visible, histórico, único e irrepetible; se vuelve
quien es, sí mismo y no otro. Un ser y por tanto una identidad.
El hombre está destinado a ser libre y valorativo, y el producto
que se sigue de su libertad es su identidad en cuanto expresión
de su devenir. Es esta capacidad del hombre de autoconstruirse
estimando lo que lo define como ser verdaderamente humano, el
basamento de su dignidad, valor fundante de todos sus dere-
chos. Así lo reconocen las declaraciones universales, los pactos
regionales, las constituciones de los Estados, sus códigos civi-
les. El ser del hombre consiste en tener que realizarse, en tener
que elaborar su propio e intransferible ser personal, sólo la muer-
te es el límite de la existencia, porque ésta acaba donde no hay
más posibilidad de proyección.
La identidad del ser humano presupone un complejo de ele-
mentos vinculados entre sí, de los cuales algunos son de carác-
ter predominantemente espiritual, psicológico, o somático, mien-
tras que otros son de diversa índole, ya sea cultural, ideológica,

12
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, El derecho como libertad, 2a ed., Uni-
versidad de Lima, Lima, 1994, p. 73, y Derecho y persona, 3" ed., Grijley,
Lima, 1998, p. 99.
102 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

los que perfilan el ser "uno mismo". La identidad constituye la


experiencia que hace posible que una persona pueda decir "yo"
al referirse a "un centro organizador activo de la estructura de
todas mis actitudes reales y potenciales", la que se va forjando
en el tiempo13.
Por este motivo se ha dicho que el derecho a la identidad es
el derecho a ser quien se es, es un derecho a la propia biogra-
fía14. Pero, a la vez, y fundamentalmente, es el derecho a ser
percibido por el otro; porque así como toda la vida del hombre
está dirigida a autoconstruirse, configurando en el proceso una
identidad, no es una identidad a puertas cerradas, así como la
libertad de pensamiento, perdería su sentido de quedar limitada
al fuero íntimo. Porque la existencia es además co-existencia, es
ser-en-sí, ser-en-los-otros y ser-en-el-mundo.
Por eso entendemos que el derecho a la identidad es, ni más
ni menos, que el derecho a ser uno mismo y a ser percibido por
los demás como quien se es; el derecho a la proyección y reco-
nocimiento de la autoconstrucción personal.
Como se señalaba, el elemento esencial de la identidad es
la autoconstrucción; la identidad emana, es conformada por
las características de una persona, todas y cada una de ellas, no
como una simple sumatoria, sino como un todo inseparable que
da vida al individuo, lo hace visible, real y lo integra al mundo.
Nadie más que el propio existente puede darse a sí mismo
una identidad, trabajo que ocupa toda la vida. Esto excluye
la posibilidad que una identidad pueda forzarse o imponerse, ya
que al reflejar un proceso "interno" aquello que no emane del
propio individuo no formará parte de él, y será la exclusión de
lo que el sujeto considera extraño a sí lo que delimitará su iden-
tidad.

13
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, "Apuntes sobre el derecho a la identi-
dad sexual",.JA, 1999-IV-889.
14
FIGUEROA YAÑEZ, Gonzalo, "Información genética y derecho a la iden-
tidad personal", en BERGEL, Salvador D., y CANTÚ, José M. (coords.), Bioética
y genética, Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2000.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 103

Negar a un individuo el reconocimiento de su identidad


personal, de aquella que ha configurado a lo largo de los años,
del proyecto que ha elegido para sí, es una violación gravísima
a sus derechos más elementales.
En este sentido, ilustra con claridad el rango primerísimo del
derecho a la identidad el tratamiento expreso que él recibe en la
Convención Europea sobre Bioética y Derechos Humanos; el
Convenio, en su art. Io, obliga a los Estados parte a proteger la
dignidad e identidad de todo ser humano. A propósito de este
artículo, el Prof. Bidart Campos manifiesta:
Es elocuente esta asociación entre dignidad e identidad para
que [el] bienestar no configure una teorización abstracta, sino
que se dirija bien concretamente a su particularización en cada
ser humano en cada circunstancia en que él se encuentre,
conforme a lo que su dignidad y su identidad requiere para
ese caso en las circunstancias propias15.

3.1.3. Aspectos dinámicos y ¿estáticos?


del derecho a la identidad

Desde su desarrollo jurisprudencial y doctrinario, especial-


mente en Italia, el derecho a la identidad, pese a ser una reali-
dad unitaria, ha distinguido dos vertientes: dinámica y estática.
El aspecto estático tiene que ver con los signos distintivos
y la condición legal o registral del sujeto, que son los primeros
que se hacen visibles a la percepción (nombre, seudónimo, ima-
gen, características físicas) y el dinámico, que es definido como
el conjunto de características y rasgos de índole cultural, moral,
psicológica de la persona, su vertiente y patrimonio espiritual16.

15
BIDART CAMPOS, Germán, "Por un derecho al bienestar de la persona",
en Memorias de las IV Jornadas Latinoamericanas de Bioética (4-6/11/98),
Suárez, Mar del Plata, 1998, p. 3.
116
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos, Nuevas tendencias tendencia en el dere-
cho de las personas, Universidad de Lima, Lima, 1990, p. 206.
104 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Si bien a sabiendas del carácter didáctico y arbitrario de toda


clasificación, no estamos totalmente de acuerdo con esta dife-
renciación en elementos estáticos y dinámicos.
En principio, porque creemos que el llamado aspecto "es-
tático" no es tal; la imagen, características físicas, seudónimo,
estado civil, son esencial y fácilmente variables; el nombre pre-
senta dificultades para su modificación, pero la propia ley
contempla situaciones en la que ésta es admitida. Lo llamado
"estático" son los signos visibles elegidos para "identificar", ac-
tividad, de suyo, estática o, mejor dicho, estatificante, como ve-
remos más adelante.
En lo que respecta el "sexo" el tema es, en cambio, mucho
más complejo. Hoy en día es ampliamente reconocido que el
sexo está conformado por varios elementos (cromosómico,
gonadal, hormonal, genital o anatómico, psicosocial y registral o
legal), conformando una realidad compleja, en la que si bien
pueden presentarse discordancias entre los distintos estamentos
(configurando estados intersexuales de origen cromosómico [sín-
drome de Tyler, Klinnefelter, etc.]) gonadal u hormonal o psico-
lógicos (disforia de género/transexualidad) el individuo respon-
de, por el principio de unidad del sexo, a una realidad "sexual"
unitaria en la que él mismo se ubica desde su profunda vivencia
existencial. Compartimos la opinión de Fernández Sessarego en
tanto que los elementos del sexo no son estables, por lo que
debería descalificarse una concepción estática de sexualidad17.
Sin embargo, numerosas sentencias judiciales denegatorias de la
posibilidad de acceder a la rectificación registral de nombre y
sexo en individuos que ya habían atravesado una intervención de
adecuación sexual, basaron su decisión en entender que el sexo
cromosómico es estático, invariable, y que no puede determi-
narse una "identidad" contraria al dato genético. Los argumen-
tos de corte médico en contra de esta postura son numerosos,
desde la posibilidad de discutir qué elementos son los que pre-

17
Ibídem.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 105

valecen en la conformación o determinación de la sexualidad de


un sujeto, tema arduo y de grandes controversias, hasta el re-
cuento de numerosas patologías de tipo gonadal o endocrinos
que ocasionan que individuos aparentemente "sanos", de una
sexualidad "normal", posean un sexo genético contrario a su sexo
anatómico, por ejemplo, siendo criados como mujer y advirtién-
dose esta discordancia en la adolescencia, por consultas
ginecológicas motivadas en pasar a la edad púber sin que haber
tenido lugar la menarca, consulta que al ser derivada al genetista
mostraron un sexo cromosómico masculino (XY).
En este caso en particular, del que tomamos conocimiento
en un hospital de esta Ciudad, se planteó un dilema ético muy
interesante entre los médicos del Servicio de Genética, entre los
que opinaban que debían decirle a la muchacha la verdad sobre
su situación, y los que opinaban que esto sería dañoso; más allá
de la cuestionable resolución del caso (no informar a la pa-
ciente) nadie se planteó que la señorita en consulta (de 21 años)
fuera un muchacho, pese a lo que dijeran los exámenes. Por otra
parte, desde la óptica jurídica el argumento de la inmutabilidad
genética como soporte de la identidad, amén de inexacto como
lo demuestra el ejemplo citado, podría ser cuestionado dada la
prohibición genérica de discriminar y en base al principio que
proscribe el "determinismo genético"18.
Entendemos que en la situación jurídica subjetiva que ana-
lizamos, el derecho a la identidad personal se nos presenta en
al menos dos facetas, una interna (ser-para-sí) y otra externa
(ser-en-los-otros y ser-en-el-mundo).
La identidad implica ser sí mismo y no otro, pese a la inte-
gración social. Esta faceta interna se manifiesta en conductas
humanas; la conducta humana es un elegir que comporta un va-
lorar, "es libertad metafísica fenomenalizada, libertad que se

18
Esto es, reducir a una persona a sus características genéticas; véase,
VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique, Derecho genético, 4a ed., Grijley, Lima, 2001.
106 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

manifiesta, y por tener una contextura estimativa, es un objeto


cultural", en palabras de Fernández Sessarego19.
La faceta "externa" involucra la dimensión coexistencial del
ser humano, en la que el cuerpo, que es quien soy y desde donde
soy, ocupa un primerísimo lugar. La co-existencia implica
intersubjetividad y heteroconstrucción. Dentro de esta faceta
ubicamos al proceso de "identificación".
Y es en orden a la heteroconstrucción donde cobra vital
importancia distinguir entre identidad e identificación, entendiendo
a esta última como un proceso específico, integrante de la faceta
externa de la identidad y evitando así reducir la noción de "iden-
tidad" a la de "identificación". Es necesaria una más precisa
delimitación de la noción de "identificación", pues creemos que
no es exacta la asimilación de ésta a faceta estática de la iden-
tidad, sino que tendría un carácter distinto y un grado de tutela
y flexibilidad diverso a la identidad propiamente dicha.

3.1.4. La identificación

Habiendo descrito someramente la identidad, vemos que, por


el contrario, la identificación responde no a una actividad-ne-
cesidad personal (ser-hacer) es decir, a un devenir existencial,
sino a un imperativo social, como elemento de orden y control
ejercido por el Estado, que toma datos de la realidad, plasma
los seleccionados, y los coteja a posteriori. De hecho, las per-
sonas físicas deben ser inscritas en el Registro Nacional de las
Personas asignándoseles un legajo exclusivo, desde el nacimien-
to, con todos los datos de su identificación física (arts. 7o y 9o,
ley 17.671). El dec. ley 8204/63 dispone que se deben registrar
los datos relativos al estado civil y a la capacidad de las perso-
nas, reconociéndose un derecho de exhibición a los titulares de
un interés legítimo; la razón por la cual se protegen (el nombre,

19
FERNÁNDEZ SESSAREGO, El derecho como libertad, cit., p. 86.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 107

la identidad física, el estado civil, capacidad, etc.) es el "interés


nacional" (art. 22, ley 17.671); de modo que puede afirmarse
que están resguardados porque le interesa al Estado y a la se-
guridad nacional20. La identificación es un modo de tutela del
derecho a la identidad y, a la vez, de control social.
La clara distinción de rango y naturaleza ontológica entre
identificación e identidad fue patente en el debate de la Conven-
ción Estatuyente. El texto original propuesto por la Comisión
Redactora iniciaba diciendo: "La ciudad garantiza el derecho a
la identidad de las personas mediante su identificación en forma
inmediata a su nacimiento...". A propuesta de los propios inte-
grantes de la Comisión se lo modificó a su redacción actual, don-
de se reconoce y protege el derecho a la identidad y se mencio-
na a la identificación del recién nacido como uno de los modos
de protección y concreción de este derecho. Así, se expresó:
Se tuvo en cuenta que el derecho a la identidad tiene una
determinada jerarquía, y que la identificación es un camino
para descubrir o llegar a garantizar el derecho a la identidad
(exposición Sra. Lubertino). Es cierto que mediante esa iden-
tificación se garantiza ese derecho, pero además hay otras
formas de garantizarlo que no tienen relación directa con la
identificación inmediata. Es precisamente lo que hemos dicho
en cuanto a garantizar el conocimiento de la identidad de origen,
el conocimiento de la propia historia, tanto de su familia como
de la comunidad. La identidad está constituida por muchos
más elementos que la mera identificación biológica (Sra.
Pierini).

Encontramos, al menos, dos situaciones paradigmáticas en


las que la identificación no coincide con la verdad de vida del
sujeto generado una clara violación de su derecho a la identidad:
los casos de supresión de identidad de los niños/as secuestra-
dos en la última dictadura militar, sustraídos de sus familias y

20
LORENZETTI, Ricardo, Responsabilidad civil de los médicos, t. I,
Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997, p. 254.
108 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

anotados bajo nombres falsos, y los de personas transgénero


que son obligadas a responder a una identificación que no res-
ponde a su verdad personal.
El proceso de identificación, tal como es entendido en este
contexto, podría ser considerado como una actividad pública
estatal que parte de variables o criterios previamente estableci-
dos para tomar contacto con signos distintivos perceptibles,
por ejemplo, características físicas u otros datos que convenien-
temente registrados (sexo anatómico, nombre, estado civil, filia-
ción) puedan ser corroborados y según los criterios dados, es-
tatificar, plasmar lo que ve en un momento dado en un instru-
mento a tales efectos (asiento documental).
Este proceso sintetiza lo esencial de aquello que se le pre-
senta a los sentidos, pero lo hace desde afuera, rotula esas
características que percibe según las variables que le sirven de
guía, plasmando algunos datos y descartando otros.
Identificar, según el Diccionario de la Real Academia, sig-
nifica "demostrar o reconocer la identidad [de una cosa] con
otra". La identificación es posterior a la identidad, necesa-
riamente posterior, ya que no puede identificarse lo que no existe.
Una persona, por el solo hecho de serlo, posee una identidad,
y conforme se atraviesan distintas etapas de la vida hay rasgos
que pueden presentarse como más evidentes que otros.
Dicho de otra manera, no debe confundirse el derecho fun-
damental a la identidad, con los signos visibles tenidos en cuen-
ta a fin de determinar una identificación. El asiento documental
no confiere una identidad, sino que simplemente, en un momento
dado, frente a los datos que se le ofrecen y según criterios es-
tablecidos, identifica los rasgos que como evidentes se le pre-
sentan.
En lo referente a la asignación de sexo, el criterio que se
sigue es el morfológico, la conformación de los genitales del recién
nacido. Éste es el dato de la realidad tomado en cuenta para
identificar el sexo anatómico. ¿Por qué? Porque en ese momen-
to el infante nada puede decirnos de sí mismo, salvo aquello que
podamos observar en su cuerpo, ya que su personalidad, que
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 109

expresará su identidad, recién comienza a desarrollarse, además


de las limitaciones obvias de comunicación; pero el anatómico
es sólo uno de los elementos del sexo, no el único, como ya
se ha mencionado.
La doctrina especializada es conteste al reconocer que el
sexo se conforma por diversos elementos: cromosómico, gonadal,
anatómico, psicológico, registral, social, que interactúan en el
sujeto de modo tal de configurar su sexo, ya que merced al
principio de unidad del sexo —pese a que pueda haber discor-
dancia entre uno o varios de sus elementos— se definirá final-
mente en un sentido u otro, según la profunda experiencia vivencial
del individuo. Por lo tanto, que no se tomen en cuenta los otros
elementos del sexo al asignar una identificación al recién nacido
no significa que éstos no existan, y menos aún que llegado el
momento no deban ser considerados21.
Un rasgo característico de la identificación es que está si-
tuada en un momento determinado en el tiempo, en el que se
hace un corte transversal, se observan los datos que la realidad
ofrece y se identifica. Al interponer una petición judicial, el ejer-
cicio del derecho a ser oído consagrado por la C.N. (arts. 18
y 75, inc. 22) exige que sean consideradas todas las cuestiones
de hecho traídas al conocimiento del juez, operándose así un
corte en el tiempo, y debiendo evaluarse todos los datos de la
realidad aportados para decidir sobre la identificación a otor-
garse, dentro de los cuales es preciso recordar que el principal
de ellos es la identidad de quien solicita la reasignación, que además
constituye, por sí mismo, un derecho de rango constitucional,
inalienable, de los llamados derechos humanos.
Pero ya hemos visto que, pese a su carácter público, la iden-
tificación no es ajena a la identidad del peticionante. Y en ello

21
Y es nuestra opinión que la expresión de estos diversos estamentos
debe ser considerada y evaluada al momento de presentar un reclamo jurisdic-
cional peticionado la adecuación registral de la identidad del individuo transexual
a fin de considerar una nueva identificación, ya que constituyen datos de la
realidad, hechos, ya que el Derecho, como disciplina práctica, está necesaria-
mente anclado a la realidad.
110 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

reside el derecho a que sea modificada, o, mejor dicho, adecuada,


ya que no hacerlo implica en sí mismo la violación de un dere-
cho, ya que la violación del derecho a la identidad se da cuando
se desfigura, se deforma la imagen que uno tiene frente a los
demás; esto ocurre, por ejemplo, cuando se presenta al ser hu-
mano con atributos que no son propios de su personalidad,
distorsionándolo.

3.1.5. La identificación como nexo social


y el derecho al nombre

De lo que sosteníamos precedentemente se desprende que


la identificación cumple una función más profunda: la de ser el
nexo social de la identidad. Desde este aspecto de nexo social
se plasma su carácter de medio de tutela del derecho a la iden-
tidad.
Un elemento determinante, a los fines de la identificación, es
el nombre, que, además, es un dato personal.
La formación de la personalidad psíquica y física es ajena a
la imposición del nombre. El derecho a la identidad, en cambio,
se refiere a los modos de ser de cada uno, depende del dinamis-
mo de la vida en su apariencia ante los otros. Coincidimos con
Rabinovich-Berkman, en que el nombre es un dato personal y es
la simbolización de una autoconstrucción, a la que representa:
Es la expresión fonética de la identidad del existente; en otras
palabras el derecho sobre el nombre es un derecho existencial,
el mismo que protege los demás datos personales y con igua-
les características22.

En aquellas situaciones en las que el pronombre pudiera no


responder a la proyección de la autoconstrucción del sujeto, como

22
RABINOVICH-BERKMAN, Ricardo, Derecho civil. Parte General, Astrea,
Buenos Aires, 2000, p. 435.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 111

en los casos de disforia de género-transexualidad y estadios


intersexuales, por ejemplo, en el que el pronombre asignado nada
tiene que ver con la persona y sus proyectos, el nombre se
desnaturaliza, pierde su razón de ser, su calidad de atributo de
la persona, su poder de configurar al individuo, deja de ser un
dato personal, real, de la persona, para transformarse en el me-
dio de violación del derecho a la identidad; destruye la proyec-
ción de sí que el individuo ha construido en los otros, aquel
proyecto al que le dedicó su vida entera; decide quitarle toda
posibilidad de construirse en los otros, actuando como una suerte
de interdicción, alienándolo.
Por esta razón, el nombre puede transformarse en el vehícu-
lo para herir el derecho personalísimo a la identidad, obstacu-
lizando el ejercicio de los derechos más elementales y volviendo
insostenible la vida en relación. Así también en los casos de
sustracción de menores y alteración de su identidad, donde la
imposición de una nueva filiación plasmada mediante un nuevo
nombre y apellido tuvo por fin despojarlos de sus familias, su
pertenencia y su historia.
La ley 18.248 dispone que toda persona tiene el derecho y
el deber de usar el nombre y apellido que le corresponda (art.
Io) y que hay un derecho a elegirlo dentro de los límites que
marca la ley. A la persona que le fuere desconocido el uso del
nombre puede demandar su reconocimiento (art. 20), y ser
inscripto en el Registro Nacional de las Personas; la propia ley
contempla la posibilidad de solicitar el cambio de nombre si éste
fuera injuriante o le causara mortificación a su titular. Tal como
señala Lorenzetti, interpretando a contrario sensu, hay un de-
recho a que esos datos se&nfidelignos.
Volviendo a la situación de la persona transexual, al obligar
a la persona a utilizar un nombre que no la representa se está
violando su derecho a tener un nombre y a configurar plenamen-
te su identidad; es una violación sistemática y permanente que
debiera ser reparada autorizando la adecuación del asiento
registral. Cabe recordar, en palabras de Bidart Campos, que hay
un aspecto fundamental, primero: el de ser uno mismo,
112 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El de que el registro del estado civil y de la identidad coin-


cidan con la mismidad del sujeto, no que las normas digan qué
es, cuando no lo es. Pero no como un regalo, como misericor-
dia, sino por justicia, porque es su derecho. Uno de los dere-
chos humanos más elementales de cada ser: ser el que se es
y ser legalmente reconocido como el que es y tal como es y
vivir en correspondencia23.

La identidad no puede otorgarse o denegarse graciosamente,


debe ser reconocida, ya que la construcción de la propia iden-
tidad es el trabajo que consume la vida de un individuo, la razón
misma de su existencia; este derecho de autoconstrucción es el
primordial derecho del hombre, se desprende de su libertad y
dignidad y nuestro ordenamiento jurídico le otorga rango cons-
titucional.
En el debate de la Convención Estatuyente de la Ciudad de
Buenos Aires quedó claro el rango primerisimo otorgado al
derecho a la identidad, siendo reconocido como
(uno) de los valores fundamentales que sostienen la conso-
lidación de la sociedad democrática, pluralista y solidaria, a
los que nos hemos comprometido; en el tema del derecho a
la identidad todas las fuerzas democráticas tenemos acuer-
dos importantes y profundos que vienen de hace ya unos
cuantos años; cuando tratamos el derecho a la identidad no
debemos olvidar que este derecho ha sido vulnerado sistemá-
ticamente por cada una de las dictaduras militares que tuvo
nuestro país.

La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires es pionera en


la expresión del derecho a la identidad. Así, desde su Preámbu-
lo manifiesta: "Los representantes del Pueblo de la Ciudad de
Buenos Aires (...) reconociendo la identidad en la pluralidad..."

23
BIDART CAMPOS, Germán, "El sexo legal y el sexo real: una sentencia
ejemplar", ED, 159-465.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 113

En el art. 11 se reconoce y garantiza el derecho a ser dife-


rente (seguido del derecho a no ser discriminado). Y en el art.
12, la Ciudad garantiza el derecho a la identidad de las perso-
nas, a su identificación y documentación.
Vemos, entonces, que en la legislación de la Ciudad el de-
recho a la identidad aparece asociado a:
a) la noción de "pluralidad";
b) la no discriminación y el derecho a ser diferente;
c) los conceptos de libertad e igualdad;
d) la perspectiva de género;
é) a la actividad estatal de "identificación" y documenta-
ción del recién nacido;
f) la búsqueda e identificación de aquellos a quienes les
hubiera sido suprimida o alterada su identidad;
g) el derecho a la verdad.

3.1.6. Derecho a la identidad,


perspectiva de género e identidad sexual

Amén de las disposiciones expresas de la Constitución de la


Ciudad, que comentamos, la Corte Suprema de la Nación ha
reconocido desde antiguo un plexo de derechos dentro del cual
puede el ser humano desarrollar su proyecto de vida, siendo que
el Estado no debe imponer ideales de vida a los individuos, sino
ofrecerles la libertad para que ellos elijan y advirtiendo del peli-
gro de la violencia estatal respecto del fuero íntimo, abarcando
un sistema de valores, no necesariamente religiosos, en lo que
el sujeto puede basar su plan de vida, que debían ser protegi-
dos24. El problema desde la declaración de tan nobles princi-
pios ha sido que, en la práctica, los proyectos que han recibido

24
CSJN, 29/8/86, "Bazterrica, Gustavo", LL, 1986-D-547; CSJN,
18/4/89, "Portillo, Alfredo", LL, 1989-C-401; CSJN, Fallos, 306:1892; CSJN,
abril de 1993, "Bahamondez, Marcelo", LL, 1993-D-130, entre otros.
114 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

efectivo apoyo y certera tutela han sido los de las mayorías. No


obstante lo cual, en los últimos años, los derechos de las mino-
rías sexuales han ido ganado muy lentamente cierto reconoci-
miento en la jurisprudencia y a nivel administrativo local25.
Siguiendo en esta tesitura, la legislación local reconoce a la
orientación sexual como causal de discriminación e integrante
del derecho a ser diferente. Se explícita, de este modo, la tutela
de la identidad sexual.
En Río Negro, la ley 3055, sancionada el 19 de diciembre
de 1996, reconoce en su art. Io a la orientación sexual como
derecho innato de las personas, implícito en la Constitución
provincial, y extiende la prohibición de discriminar por razones
de orientación sexual (art. 2o).
La identidad sexual constituye un importante aspecto de la
identidad personal, en la medida que la sexualidad está presente
en todas las manifestaciones de la personalidad del sujeto, en-
contrándose en estrecha conexión con una pluralidad de dere-
chos, como los atinentes al libre desarrollo de la personalidad,
a la salud, la integridad psicosomática y la disposición del pro-
pio cuerpo.
La identidad sexual se entiende como la parte de la identi-
dad total de las personas que posibilita el reconocerse, aceptar-
se y actuar como seres sexuados y sexuales.
Algunos autores sostienen que la sexualidad es el elemento
organizador de la identidad total de las personas. Este proceso
cobra significación capital en la adolescencia, donde el logro de
tal identidad se considera el objetivo central. La constitución de
la identidad total, es decir, la posibilidad de que cada ser huma-
no perciba su "mismidad", resulta un hecho básico para la salud
mental. Esta identidad pautará, al mismo tiempo, la ubicación de
cada ser humano en el mundo y las relaciones consigo mismo y
con los demás; será también un elemento determinante de su forma

25
SIVERINO BAVIO, Paula, "Unión civil: ¿legalización o barbarie?", Legal
Express, Año 2, n° 24, Lima, dic. 2002, p. 15.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 115

de vida y de los comportamientos y conductas que asuma en


materia de salud. Al parecer, también estos últimos comporta-
mientos se consolidan en la adolescencia, razón por la cual esta
etapa se considera como un momento privilegiado para la edu-
cación en salud.
La identidad sexual está constituida por tres componentes
que es preciso reconocer y diferenciar:
• Identidad de género: Es la convicción íntima y profunda
que tiene cada persona de pertenecer a uno u otro sexo,
más allá de sus características cromosómicas y somáticas.
• Rol de género: Es la expresión de masculinidad o femini
dad de un individuo, acorde con las reglas establecidas
por la sociedad.
• Orientación sexual: Se refiere a las preferencias sexua
les en la elección del vínculo sexo-erótico.

Con frecuencia estos tres aspectos se confunden entre sí, lo


que origina dificultades en la comprensión de la expresión sexual
humana. Si el manejo inadecuado es realizado por parte de los
integrantes del equipo de salud, puede ser origen de iatrogenia
con diverso grado de repercusión en la vida de las personas26.
Tal como advertíamos al inicio, no nos extenderemos en el
tema; baste sólo señalar que el debate por el reconocimiento del
derecho a la identidad sexual surge merced la solicitud de rea-
signación sexual y modificación de pronombre y "sexo" de do-
cumentos de personas que vivenciaban una situación de inter-
sexualidad (hermafroditismo o pseudohermafroditismo), o bien
de transexualidad (disforia de género) con diversa suerte en los
tribunales locales: partiendo del absoluto rechazo y virulentas e
inconstitucionales, me animaría a decir, diatribas de los jueces,
hasta su actual aceptación por buena parte de la doctrina espe-
cializada y algunos magistrados.

26
CERUTTI BASSO, ob. cit.
116 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Al momento, las presentaciones de tutela de la identidad se-


xual motivadas en razones de intersexualidad son acogidas fa-
vorablemente, casi sin excepción, mientras que subsiste la resis-
tencia por reconocer el derecho del transexual a su adecuación
y reasignación de género, si bien se han aceptado cambios de
pronombre en transexuales operado y hay dos alentadores ca-
sos de la jurisprudencia bonaerense en los que se ha autorizado,
con base en el derecho a la identidad, la dignidad personal y el
proyecto de vida, la operación de adecuación sexual y modifi-
cación registral a personas transexuales27.
En la misma óptica, ha sido pionera la ley 114 de la Ciudad
relativa a la Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescen-
tes, la cual en el art. 10 manifiesta: "Los niños/as y adolescentes
tienen derecho a la libertad, la dignidad y la identidad en todas
sus dimensiones", ampliando en art. 13 el concepto:
El derecho a la identidad comprende el derecho a una nacio-
nalidad, a un nombre, a su cultura, a su lengua de origen, a
su orientación sexual, al conocimiento de quiénes son sus pa-
dres y a la preservación de sus relaciones familiares de con-
formación con la ley.

4. Los derechos reproductivos

Los derechos reproductivos se basan en el reconocimiento


del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir
libre y responsablemente el número, espaciamiento y ocasión de
tener hijos y de acceder a la información y los medios para hacerlo,
así como el derecho de gozar del más alto estándar de salud
sexual y reproductiva posible. También incluyen el derecho de
tomar decisiones concernientes a la reproducción libres de dis-

27
Ambas sentencias del juez Fernández Daguerre, Juzg. 1a Inst. Crim.
y Corree, Mar del Plata, abr. 2005 y mar. 2006, casos de transmujer-hombre,
diario Hoy, La Plata, 14/3/06, sección Interés General, p. 16.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 117

criminación, coerción y violencia. El responsable ejercicio de


los derechos humanos requiere que todas las personas respeten
el derecho de los otros.
Entre los derechos reproductivos encontramos:
1) El derecho a decidir libre y responsablemente el número
de hijos, e intervalos entre los nacimientos.
2) El derecho a la elección libre e informada de métodos
anticonceptivos moderaos, seguros y efectivos.
3) El derecho a recibir orientación, atención integral y tra
tamiento técnico profesional durante el embarazo, par
to, puerperio y lactancia.
4) El derecho de las mujeres a no ser discriminadas en el
trabajo o el estudio por razón de embarazo o materni
dad.
5) El derecho a acceder a orientación y consejería sobre
cuestiones de infertilidad y enfermedades de transmisión
sexual.
6) Para alguna doctrina, el derecho a formar o no una fa
milia y a elegir libremente la estructura de ésta.

Sucintamente, sólo a modo indicativo, podemos decir que el


derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos
e intervalos entre los nacimientos, lo que se ha reglamentado
inicialmente como "planificación familiar", ha sido invocado en
diversos contextos, con argumentos contrarios y a favor, para
situar la discusión sobre el aborto.
Consideramos que el debate sobre el aborto excede am-
pliamente el marco de este trabajo, por lo que sólo haremos una
brevísima reseña y un par de impresiones respecto de las con-
sideraciones que mereció este tema de la doctrina que ha co-
mentado el art. 37, CCBA.
Al comentar este artículo, Quiroga Lavié entiende que se
está en presencia de una norma de alto contenido ético, que
reconoce los derechos reproductivos y sexuales como derechos
humanos básicos y que la libertad reproductiva y sexual, libre de
118 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

toda coerción y violencia, implica la posibilidad de disponer un


aborto. Agrega que si este derecho pretendiera ejercerse sin li-
mitación alguna, colisiona frontalmente con la incriminación pe-
nal del aborto. Pero que, sin embargo, una interpretación res-
trictiva del artículo implicaría simplemente la afirmación de que
todos los ciudadanos tienen derecho a usar anticonceptivos o
planificar responsablemente su actividad reproductiva, lo que,
estima, es obvio. Trae a colación el caso del aborto sentimental,
entendiendo que este artículo podría alentar a una mujer a pedir
tutela jurisdiccional de su derecho a la dignidad, intimidad y li-
bertad reproductiva, con pocas chances, a su criterio, por la
antedicha colisión con la normativa penal, pudiendo considerar-
se, además, contradictoria del art. 75, inc. 22, Pacto de San
José28.
Para Sabsay, la presencia de los llamados "derechos repro-
ductivos" ha suscitado críticas por la impropiedad de su inclu-
sión en este cuerpo normativo, más propia de la regulación por
el derecho civil29.
Referido al tema, Dalla Via, al comentar el art. 20, opina
que "al promover la maternidad y paternidad responsable toma
distancia de la discusión de la Convención Constituyente acerca
de si el Estado debe reprimir la interrupción voluntaria del em-
barazo. En ese sentido, el constituyente porteño ha seguido una
línea coherente de absoluto respeto por el principio de autono-
mía individual"30.
López Alfonsín31 no comparte la preocupación de que esta
cláusula abra la puerta al aborto, estimando que ella no altera el

28
QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires comentada, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1996, p. 116.
29
S A B S A Y , Da nie l, y O N A I N D I A , José M., L a Co n st it u ci ón d e l o s p o rt e -
ños. Análisis y comentarios, Errepar, Buenos Aires, 1997, p. 101; véase S A G Ü É S ,
Nésto r, Constitución de la Ciudad Au tó no ma de Buen os Ai res, A st rea , Bue n os
Aires, 1996, p. 47.
30
D A L L A V I A , A l ber to , Co nsti tu ción d e la Ciud ad Aut ón o ma d e Bu eno s
Ai r es , E d i t o r i a l d e B e l g r a n o , B u e n o s A i r e s , 1 9 9 6 , p . 5 7 .
31
L Ó P E Z A L F O N S Í N , Marcelo, Constitución de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires, comentada, Estudio, Buenos Aires, 1997, p. 68.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 119

principio receptado por los derechos humanos en cuanto a la


tutela del derecho a la vida, debiendo analizarse bajo la pers-
pectiva del bloque de constitucionalidad. Adhiere, en cambio, a
la inquietud plasmada por el constituyente en cuanto a la pro-
creación responsable por parte de ambos progenitores suminis-
trando, a tal efecto, toda la información y asistencia necesaria.
Para Gil Domínguez, esta cláusula no puede ser interpretada
como una habilitación de la Constitución para desconocer el
sistema de regla-excepción que establece el Código Penal en
materia de aborto32.
Compartimos la postura de estos dos autores. En nuestro
Derecho, el aborto practicado por un médico diplomado con
consentimiento de la mujer está despenalizado en determinadas
circunstancias, conforme el sistema de indicaciones. Cuando el
actual Código Penal entró en vigor a fines de 1880, el aborto fue
incluido como un crimen sin excepciones para efectos de casti-
go. En 1922, las disposiciones del Código Penal sobre aborto
fueron enmendadas para permitir tres excepciones a la penali-
zación; en tanto que el aborto continuaba siendo ilegal en toda
circunstancia, se exoneraba de punición cuando la vida o la salud
de la mujer embarazada corriese peligro; cuando el embarazo
fuera el resultado de una violación, y cuando la mujer embara-
zada estuviera mentalmente discapacitada ("idiota o demente").
Durante la dictadura de 1976-1983, el Código Penal fue cam-
biado para incluir nuevas restricciones al aborto, requiriendo
peligro "grave" a la vida o salud de las mujeres y, en los casos
de violación, el inicio de un proceso penal. En 1984, luego del
retorno de la democracia en la Argentina, las disposiciones so-
bre aborto fueron enmendadas nuevamente para retomar la letra
de 1922, con una leve pero sustancial modificación: se eliminó

32
Cfr. GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, Constitución de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, un recorrido crítico, Eudeba, Buenos Aires, 1997, y Ley Nacio-
nal de Salud Sexual y Procreación Responsable. Ley 25.673. Doctrina. Juris-
prudencia. Legislación, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2003.
120 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

una coma entre la segunda y tercera excepciones a la penaliza-


ción33.
El resultado de este cambio fue que aquellas mujeres cuyos
embarazos fueran el resultado de una violación, después del
cambio de 1984, ya no podrían acceder a un aborto no punible,
a menos que fueran declaradas mentalmente discapacitadas. En
consecuencia, el actual Código Penal contempla sólo dos ex-
cepciones a la penalización del aborto: cuando la salud o vida
de la mujer corran peligro, o cuando el embarazo sea el resul-
tado de la violación de una mujer mentalmente discapacitada34.
En el 2004, varios proyectos de ley estaban a la espera de ser
considerados por el Congreso, la totalidad de los cuales busca
enmendar las actuales disposiciones del Código Penal para am-
pliar o limitar las situaciones que exoneran la pena por práctica
de aborto35.
En la lógica del respeto a la supremacía normativa y una visión
armónica del sistema legal argentino, entendemos que aun acep-
tando la más amplia interpretación del art. 37 éste no podría

33
SIVERINO BAVIO, Paula, "Algunas cuestiones éticas y legales sobre la
anencefalia", Persona, n° 19, jul. 2003, [http://www.revistapersona.4t.com/
19Bavio.htm], [www.revistapersona.com.ar].
34
Aun así, en dos casos (y en otros tantos que habrán quedado fuera
del alcance del ojo mediático) que tuvieron lugar en la localidad de Guernica,
provincia de Buenos Aires, y en la provincia de Mendoza en julio y agosto del
año 2006, se denegó la posibilidad de abortar a mujeres menores de edad, disca
pacitadas mentales y violadas, situaciones emplazadas fuera de toda duda en
el supuesto de aborto no punible. Los pronunciamientos judiciales fueron re
vertidos por la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires y de la provin-
cia de Mendoza, respectivamente, habilitando el aborto, pero generando en el
ínterin una fuerte polémica y un claro e irreversible daño a las jóvenes
involucradas y su entorno familiar. Véase SCBA, 31/7/06, Ac. 98.830, "R., L.M.,
'NN Persona por nacer. Protección. Denuncia'", y CSJ, Mendoza, 22/8/06, expte.
87.985, "Gazzoli, Ana Rosa en J° 32.081 Cano, Sonia M. y otros c/sin de
mandado p/ac. de amparo s/per saltum". Sobre la postura de la Suprema Corte
de la Pcia. de Buenos Aires respecto del aborto terapéutico, cfr. la causa Ac.
95.464, 27/5/05.
35
Cfr. Informe junio 2005 Human Watchs sobre derechos reproductivos
en la Argentina [http://hrw.org/spanish/informes/2005/argentina0605/5-htm].
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 121

habilitar un sistema de despenalización del aborto más amplio


que el que contempla el Código Penal, ya que una Constitución
local es de rango inferior a una norma nacional. Vale aclarar que
nada (más que el debate social y consenso político) obstaría a
que el Código se modificara ampliando la despenalización, así
como a que se adoptara un modo de tutela no penal que pro-
tegiera de modo más eficiente y compensado la vida humana en
formación.
Sobre este tema, el propio Programa de Acción de la CIPD
establece en el punto 8.25 que "en ningún caso se deben pro-
mover el aborto como método de planificación familiar"36.
La ley nacional 25.673 (Programa de Salud Sexual y Pro-
creación Responsable) prevé la prescripción y suministro de
métodos y elementos anticonceptivos que "deberán ser de ca-
rácter reversible, no abortivos y transitorios, respetando los
criterios o convicciones de los destinatarios, salvo contraindica-
ción médica específica y previa información brindada sobre las
ventajas y desventajas de los métodos naturales y aquellos apro-
bados por la Anmat".
Pero en la elección de métodos contraceptivos, la discusión
ha sido, y sigue siendo, ardua en nuestro país y la actitud de las
autoridades locales frente a la aceptación, difusión y provisión
de métodos anticonceptivos por medio de los efectores públi-
cos de salud es dispar; ha habido álgidas disputas sobre la imple-
mentación de la ligadura tubaria aun en casos de indicación te-

36
Al ser mencionado el tema en el debate de la Convención (exposición
del Sr. Arnedo Barreira) la convencional Lubertino contestó en el sentido que
mencionábamos: "...el debate al que se nos pretende introducir... y en el cual
no vamos a entrar, es el mismo que muchos de nosotros, que trabajamos con
miras a la reforma constitucional de 1994, no quisimos suscitar. En aquella
oportunidad porque creíamos que no era la Constitución Nacional el lugar para
introducir una cláusula que cerrara el debate que esta sociedad se debe... y
porque entendemos que no es de la jerarquía de esta Constitución el debate
sobre la modificación vinculada al Código Penal, que es de orden federal y
comprende una legislación que no podría ser modificada por esta Constitu-
ción...".
122 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

rapéutica o preventiva37; la aceptación del DIU como método


contraceptivo (se lo ha acusado de abortivo y se ha impedido su
distribución en hospitales públicos38), y la polémica por la "pil-
dora del día después" (anticoncepción de emergencia). Sólo por
citar un ejemplo, Río Negro ha sido pionera en reconocer a la
contracepción quirúrgica entre los métodos admitidos39, mien-
tras que en San Juan se ha impedido el reparto de los DIU en los
hospitales públicos.
El derecho a recibir orientación, atención integral y trata-
miento técnico profesional durante el embarazo, parto, puerpe-
rio y lactancia, es uno de los derechos que fueron inicialmente
reconocidos, dentro de la asistencia primaria en salud. El dere-
cho de las mujeres a no ser discriminadas en el trabajo o el estudio
por razón de embarazo o maternidad, incluye la prohibición de
discriminación al momento de contratar mujeres en edad fértil,
de despedirlas, o limitar sus posibilidades de acceso o mejores
salariales por causas relacionadas con la maternidad, etc. Así
como la prohibición de expulsar a alumnas embarazadas de

37
Ante la negativa de profesionales de diversas instituciones públicas
de realizar una lisis tubaria en claros casos de indicación terapéutica, la
Defensoría del Pueblo de la Ciudad emitió las resols. 207/99, 26/00 y 223/00,
recomendando al secretario de Salud de la Ciudad el dictado de una reglamen-
tación que evitara se exigiera autorización judicial a mujeres con indicación
médica precisa. En mayo de 2003 se realizó una reunión de expertos a fin de
discutir el contenido de la resol. 223/00 que llevó luego al dictado de la resol.
874/03 de la Secretaría de Salud que comentamos en el acápite de Legislación.
Cfr. SIVERINO BAVIO, Paula, "Ligadura de trompas: ¿delito o derecho?", en
BERGEL, Salvador, y MINYERSKY, Nelly (coords.), Bioética y Derecho, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 2003.
38
E l c a s o d e l a p ro v i n c i a d e S a n J u a n , d o n d e e l m i n i s t r o d e S a l u d v e t ó
la distribución de más de 5000 DIU, e impidió además la realización de una li-
gadu ra tuba ria , pe se a e sta r pe rm itida p or la ley naciona l. "San Juan : una p ro-
vinc ia de l Op u s De i" [www .p agina l2 .c om .a r/dia ri o/e lpa i s/1 771 16 ], 13 /11 / 06 .
39
Admitiendo en el art. 4 o de la Ley 3450 de Salud Sexual y Reproductiva
inclusive la cobertura gratuita de las recanalizaciones para revertir las inter-
venciones de contracepción quirúrgica.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 123

establecimientos educativos, práctica tan usual que tuvieron que


dictarse sendas leyes al respecto40.
El derecho a acceder a orientación y consejería sobre cues-
tiones de infertilidad y enfermedades de transmisión sexual, re-
fiere a cuestiones elementales de cuidado y prevención de la salud
sexual; información y orientación para evitar las enfermedades
de transmisión sexual (ETS) y especialmente el VIH; así como orien-
tación y consejo a mujeres embarazadas tendientes a la realiza-
ción del test de vm/sida, de modo de poder tomar las medidas
de profilaxis adecuadas de tratarse de una serología positiva,
para evitar el contagio al por nacer y asegurar el mejor trata-
miento a la mujer gestante.
Claramente es debido el consejo y orientación sobre cues-
tiones de infertilidad, pero muy discutido si la infertilidad debe
ser, o no, considerada una enfermedad; postura que tendrá una
decisiva influencia a los fines de establecer si los diversos tra-
tamientos contra la infertilidad, incluyendo las técnicas de re-
producción asistida, deben ser cubiertas como prestaciones
básicas por el Estado y por el sistema privado de salud median-
te su inclusión en el Programa Médico Obligatorio.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a diferencia de las
constituciones provinciales que incluyen la protección de la fa-
milia en el capítulo de los derechos sociales, la incluye en su
Constitución en el capítulo donde reconoce los DsyR, en el últi-
mo párrafo:
Se garantiza la igualdad de derechos y responsabilidades de
varones y mujeres como progenitores y se promueve la pro-
tección integral de la familia.

40
Por ejemplo, la ley 9356 sobre alumnas embarazadas en Entre Ríos;
ley 1462 sobre estudiantes embarazadas de La Pampa; ley 1378 de Misiones;
ley 2578 de Santa Cruz; ley 6848 de Tucumán. Estas leyes tienen por objeto
asegurar la continuidad escolar de las alumnas embarazadas, prohibiendo su
expulsión y otorgando regímenes especiales de ausencias y permisos de em-
barazo y lactancia.
124 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Su inclusión se diferencia también del esquema seguido por


la Constitución Nacional, que contempla la protección de la familia
en los derechos de la seguridad social.
El art. 14 bis de la C.N. recepta de manera expresa la "pro-
tección integral de la familia"; esta importancia otorgada por la
Carta Magna es consonante con la postura adoptada en varios
instrumentos internacionales de derechos humanos con jerarquía
constitucional. Si bien la normativa regional e internacional so-
bre derechos humanos ya reconocía a la familia como "elemento
natural y fundante de la sociedad que tiene derecho a la protec-
ción de la sociedad y el Estado", antes de la Convención de los
Derechos del Niño esta normativa ha transformado el panorama
sobre la mirada de este sujeto colectivo del derecho internacio-
nal, al desprenderse del juego armónico de sus disposiciones un
régimen de corresponsabilidad, en el cual la familia tiene la res-
ponsabilidad principal de proteger los derechos del niño, y el
Estado la responsabilidad de coadyudar a la familia, en la me-
dida en la que ésta no pueda garantizar con recursos propios
todos los derechos elementales del niño41.
El art. 14 bis reconoce a la familia como sujeto a proteger42,
aunque la petición de sus derechos se materialice a través de
acciones administrativas o judiciales de sus integrantes. Se ha
sostenido que las seguridades dispuestas en dicho artículo co-
rresponden a la familia como matrimonio y a la familia sin ma-
trimonio, borrada la distinción jurídica por razones de humani-
dad e igualdad43.
Si bien autorizada literatura sobre derechos sexuales y
reproductivos consigna el derecho a formar una familia entre éstos,
entendemos que el derecho a formar una familia es un derecho
humano fundamental, pero no puede ser considerado como uno

41
G I L D O M Í N G U E Z -F A M A -H E R R E R A , ob. cit., p. 886.
42
A R M A G N A N E , Juan F., Constitución de la Nación Argentina. Comenta
d a . C o n co rd a d a . A n o t a d a , E d i c i o n e s J u r í d i c a s C u y o , M e n d o z a , 1 9 9 9 , p . 1 0 8 .
43
G E L L I , Ma ría A ., C o n st i t u ci ó n d e l a N a ci ó n A r g en t i n a , co m en t a d a y
co n c o r d a d a , L a L e y , B u e n o s A i r e s , 2 0 0 1 .
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 125

reproductivo o sexual, si bien es colindante y está estrechamen-


te relacionado con ellos.

5. Los derechos sexuales


y reproductivos como derechos humanos

Mientras que alguna doctrina considera inadecuada la inclu-


sión de los derechos sexuales y reproductivos en el arco cons-
titucional, por entender que se trata de una temática más propia
del derecho civil, otra postura estima muy positivo el reconoci-
miento de estos derechos como derechos humanos básicos.
Por citar como ejemplo el proceso legislativo de la Ciudad
de Buenos Aires, en el debate de la Convención Estatuyente que
culminó con la sanción de la Constitución local, chocaron dos
posturas: una que le negaba a los DsyR carácter de derechos
humanos básicos, y la opuesta, que finalmente primó, que sos-
tuvo:
Deseo dejar constancia de que en este artículo se califica a
los derechos reproductivos y sexuales como derechos huma-
nos básicos. Cuando discutimos esto en la comisión, como
derechos humanos básicos, por cuanto el único derecho hu-
mano básico es el derecho a la vida... en aquel momento se
nos contestó que nuestro país había sostenido la doctrina de
la interrelación y la igualdad de los derechos. No obstante, la
doctrina de la interrelación o de la interdependencia de las
distintas categorías de derechos no significa que todos ellos
sean idénticos en su valor ni que sean iguales; no se trata de
una doctrina de ecualización de los derechos. Esto quiere decir
que la jerarquización de los distintos derechos forma parte de
la doctrina de los derechos humanos... (del discurso de la Sra.
Pierini).
Entendemos que considerar los derechos reproductivos y
sexuales como derechos humanos básicos forma parte de un
concepto moderno, pero no por eso menos justo y pero que
quede claro que si bien hay quienes entienden que hay una
126 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

sola familia, es decir, la del matrimonio legalmente constitui-


do, o incluso sacramental, para nosotros ésa no es la única
que debe ser protegida conforme el texto constitucional, sino
que debemos contemplar un concepto de familia amplio al que
seguramente no tenemos que poner ningún límite. La socie-
dad o la ciudad van a garantizar la protección integral de la
familia de acuerdo con este concepto dinámico, amplio... (del
discurso del Sr. Ibarra).
Reitero que la necesidad de incluir los derechos sexuales y
reproductivos como derechos humanos básicos se vincula con
el entendimiento de que todos los derechos humanos son
universales, indivisibles e interdependientes y están relacio-
nados entre sí (Sra. Lubertino).
...Estamos reivindicando una cuestión, unos derechos, que tiene
que ver con la libertad, con algo tan inherente a nuestras vidas
como la sexualidad, que tienen que ver con la salud pública,
con la prevención de dramas sociales y con una cuestión de
equidad y justicia... (Sra. Chiernajowsky).

El encuadre teórico de los derechos sexuales y reproductivos


como derechos humanos y su inclusión en el ámbito tuitivo del
bloque constitucional, y expresamente en el texto de la Consti-
tución de la Ciudad, representa un decidido avance en el reco-
nocimiento de la sexualidad como una dimensión existencial del
ser humano, fundamental y fundante de su identidad, ligada a los
aspectos más íntimos y definitorios del proyecto de vida de una
persona; señala que la incorporación de derechos reproductivos
a los textos constitucionales y a los instrumentos internacionales
sobre derechos humanos instala un nuevo escenario alrededor
de la sexualidad.
Compartimos la percepción de que hasta el advenimiento de
los derechos reproductivos la sexualidad —desde el punto de
vista normativo— estaba limitada tan sólo a la procreación. A
pesar del avance de los derechos fundamentales y sus respec-
tivas garantías, existen determinadas categorías subsistentes que
tienen una naturaleza dogmática trascendental y que siguen vi-
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 127

gentes en las normas que regulan las relaciones intersubjetivas


que se desarrollan en una sociedad civil44. La idea de la sexua-
lidad con una sola acepción (la reproducción de la especie) es
una de esas categorías que la democracia constitucional ha re-
vertido. A partir de la ley, los hombres y mujeres tienen una nueva
alternativa de constitución subjetiva al poder encontrar en el Pacto
Social un justificante multidireccional de la sexualidad, siendo
que la norma establece una perspectiva que diferencia claramente
reproducción de sexualidad45.
Esto puede entenderse también desde la apertura propuesta
por los derechos de tercera generación, la concepción de un rol
activo del Estado en la garantía y tutela de derechos personales
que, en este caso, sin negar el carácter genérico de acción pri-
vada tutelada conforme al art. 19 de la C.N. que poseen las
conductas que pueden ser encuadradas como ejercicio de los
derechos sexuales y reproductivos, son plasmados en el texto
constitucional local engendrando ya no sólo una obligación de
abstención y respeto por parte del Estado —por otra parte,
muchas veces violentada—, sino que deben traducirse en con-
cretas acciones positivas para asegurar el disfrute de los mis-
mos. Se apunta a tutelar a los sectores más vulnerables de la
población, personas en situación de pobreza, mujeres, adoles-
centes.
Vale recordar que el art. 75, inc. 23 de nuestra Carta Magna
establece, entre las obligaciones del Congreso, la de "legislar y
promover medidas de acción positivas que garanticen igualdad
real de oportunidades y de trato y el pleno goce y ejercicio de
los derechos reconocidos por esta Constitución y por los trata-
dos internacionales vigentes sobre derechos humanos, en parti-

44
Cfr. M C L A R E N , Angus, Historia de los anticonceptivos, trad. Viviana
Za mudio, Mine rva, Madrid, 1993 ; F O U C A U L T , Mich el, Historia de la sexuali-
dad, ts. I y II, Siglo XXI, Buenos Aires, 2006; GARCÍA LEAL, Ambrosio, La
conjura de los machos, una visión evolucionista de la sexualidad humana,
n ° 8 7 , C o l e c c i ó n Me t a t e m a s, Tu sq u e t s , B a r c e l o n a , 2 0 0 5 .
45
G I L D O M Í N G U E Z , " L O S dere ch os rep ro duc tiv os..." , cit., p . 1 52 .
128 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las per-
sonas con discapacidad. La democracia sustancial no se limita
al reconocimiento normativo de los derechos sociales, sino que
debe establecer los mecanismos idóneos —garantías sociales—
para que los particulares, los marginados, los excluidos, puedan
demandar las conductas y actividades mínimas del Estado para
que la vida se desarrolle dignamente46.
La efectiva protección de los derechos sexuales y reproduc-
tivos es uno de los puntos neurálgicos para asegurar el acceso
a la igualdad de oportunidades entre el hombre y la mujer, y de
hecho están reglados entre el art. 36 y el 38 de la CCBA. Re-
cordemos que el art. 36 garantiza y promueve la igualdad real
de oportunidades entre varones y mujeres, y el 38 reconoce la
perspectiva de género en la elaboración de políticas públicas y
estimula la eliminación de patrones estereotipados para eliminar
prácticas basadas en perjuicios de superioridad de cualquiera
de los géneros, la integración de las mujeres al ámbito produc-
tivo, las medidas de acción positiva, etcétera.
Respecto de los derechos reproductivos, la Constitución de
la Ciudad establece una garantía institucional y un derecho fun-
damental. La garantía institucional se ubica en el art. 21, inc. 4o
cuando el texto constitucional establece los lineamientos que debe
respetar la ley básica de salud: "Promueve la maternidad pater-
nidad responsable. Para tal fin pone a disposición de las perso-
nas la información, educación, método y prestaciones de servi-
cios que garanticen"47.
Esta calidad de "social" que se le atribuye al Estado simbo-
liza una dimensión diferente sobre la libertad e igualdad inte-
grándose y adquiriendo un rol preponderante la protección de
derechos económicos, sociales y culturales a través de "accio-
nes positivas" promovidas por el propio Estado, con arreglo a

46
G I L D O M Í N G U E Z -F A M A -H E R R E R A , ob. cit., p. 862.
47
G I L D O M Í N G U E Z , "L O S derechos reproductivos...", cit., p. 158.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 129

varios principios básicos, como ser, redistribución, compensa-


ción y no regresividad de estos derechos48.
Aquí convive una doble vertiente tutelar por parte del Esta-
do: por un lado, la concepción celosa de la privacidad y defen-
sora de las acciones (y opciones) privadas (claramente el caso
de elección de la pareja y orientación sexual, uso o no de los
métodos contraceptivos que mejor se adapten a las necesidades
del individuo, tendencia a la protección de formas no tradicio-
nales de familia, etc.) y, por otro, una publicización de lo priva-
do, de modo de volver posible, concreto, el derecho. Así, la
comprensión de los derechos sexuales y reproductivos dentro
de la atención sanitaria primaria que vuelven obligatoria la pro-
visión de atención, control, métodos contraceptivos; la detec-
ción, prevención y erradicación de la violencia familiar; la obli-
gación del Estado de asistir a las familias imposibilitadas de cubrir
sus necesidades básicas.
La sexualidad como espacio de derecho y de protección sale
de la esfera netamente privada al establecerse que, fuera de toda
duda, para miles de mujeres el acceso a la salud sexual y repro-
ductiva representa la diferencia entre la vida y la muerte. El espacio
de lo privado muchas, muchísimas veces, se transforma en un
espacio de impunidad, donde los integrantes más vulnerables del
grupo familiar, mujeres y niños, sufren violencias de todo tipo49.

48
ídem nota 4 6, p. 861.
49
Por mencionar un ejemplo ilustrativo de la institucionalización/
racionalización de la violencia contra las mujeres, cfr. SIEGEL, Reiva, "Regulan
do la violencia marital", en GARGARELLA, Roberto (comp.), Derecho y grupos
desventajados, Gedisa, Barcelona, 1999, ps. 68 y ss. En este artículo explica
cómo el common law angloamericano preveía originariamente la posibilidad de
que el marido, como dueño de su hogar, sujetase a su mujer a una pena corpo-
ral "castigo" en tanto no le infligiera una lesión permanente. Durante el siglo
XIX, una era de agitación feminista en favor de reformas en la ley de matrimo-
nios, los tribunales de Inglaterra y de los Estados Unidos declararon que los
maridos ya no tenían derecho de castigar a sus mujeres. Sin embargo, un siglo
después de que los tribunales repudiaron el derecho al castigo, el sistema legal
norteamericano continuó tratando los casos de mujeres golpeadas de un modo
diferente al de otros casos de violencia. Aunque las autoridades negaran que el
130 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

A tomar conciencia y acción sobre esto contribuyó en modo


decisivo el derecho internacional, mediante el sistema de pro-
tección de derechos humanos, y la iniciativa de organismos in-
ternacionales y reclamos de organizaciones no gubernamentales
de todo el mundo capaces de nuclear y procesar información y
ejercer poder político, de modo de no sólo proponer temas de
agenda, sino, además, presionar para que las conferencias, de-
claraciones y convenios ratificados sobre el tema fueran adop-
tados y puestos en marcha por los Estados.

5.1. Marco legal; proceso de recepción normativa de


los derechos sexuales y reproductivos: de los
tratados de derechos humanos al derecho
interno

Tal como se señalaba, la sexualidad constituye un aspecto


inherente a las personas durante todo el transcurso de su vida,
una dimensión existencial. Como fuente de placer y de bienes-
tar, resulta un elemento enriquecedor en lo personal con honda
repercusión en lo familiar y en lo social. Por todo ello, el dere-
cho al disfrute de la sexualidad, en la multiplicidad de su poten-
cialidad, es un derecho fundamental del ser humano. Los dere-
chos sexuales y reproductivos son un cimiento del desarrollo. El
descuido de la salud y los derechos sexuales y reproductivos
son la base de muchos de los problemas que la comunidad in-

marido tuviera derecho a golpear a su mujer, intervenían sólo raramente en los


casos de violencia marital. Al marido que golpeaba a su mujer se le garantiza-
ban distintas salidas formales e informales que le permitían escapar de la per-
secución penal, ello con el objeto de proteger la privacidad de la familia y la
armonía doméstica. Los legisladores comenzaron a justificar la regulación de la
violencia doméstica a través del lenguaje de la privacidad y el amor asociado al
matrimonio basado en relaciones de compañerismo, propio de la era industrial.
Una vez realizada esta traducción, la justificación que asumía el Estado para
tratar la violencia marital de un modo diferente a otro tipo de violencia pare-
ció razonable, de un modo que no lo parecía la ley del castigo.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 131

ternacional ha identificado como urgentes, entre ellos la violen-


cia, el abuso sexual y la violación de las mujeres y los niños; el
vm/sida; la mortalidad materna; el embarazo de adolescentes;
los niños abandonados; prácticas dañinas y atentatorias de la
dignidad humana, tales como la mutilación genital femenina, el
predominio de las mujeres y los jóvenes en los grupos pobres de
la sociedad y la violación de los derechos humanos fundamen-
tales y de la dignidad humana, incluidos los derechos básicos a
la seguridad y la libertad de la persona.
Los derechos sexuales se fundamentan sobre derechos re-
conocidos por las legislaciones nacionales e internacionales,
instrumentos tutelares de derechos humanos y otros documen-
tos de consenso. La conceptualización bajo la denominación
"derechos sexuales y reproductivos" es de origen reciente, si
bien su contenido se enraiza en la integridad personal, salud,
autodeterminación y libertad. Para algunos autores aún no existe
una denominación unívoca en este campo, considerándolo un
término en construcción. Sin embargo, las diversas aproxima-
ciones suelen definir a los derechos sexuales y reproductivos como
"todos aquellos derechos básicos de las personas y parejas, que
se vinculan con el libre ejercicio de la sexualidad y la reproduc-
ción humana, independientemente de la edad, condición social,
raza y religión". Incluyen el derecho de todas las personas a
acceder libres de coerción, discriminación o violencia, a los
estándares más altos de servicios de salud disponibles con re-
lación a la sexualidad, la educación sexual, el respeto a la inte-
gridad física, la elección de la pareja, la decisión de estar
sexualmente activo, las relaciones sexuales de consenso, el
matrimonio por consenso y el disfrute de una vida sexual satis-
factoria, segura y placentera.
El proceso evolutivo de los derechos humanos comprende
su recreación, reinterpretación y reconceptualización con miras
a incorporar situaciones, condiciones o experiencias específicas
de colectividades o grupos sociales cuyas necesidades no se ven
reflejadas o reconocidas por los derechos proclamados en de-
terminado momento histórico. Específicamente, se ha sostenido
132 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

que los derechos sexuales y reproductivos forman parte de los


derechos económicos sociales y culturales50.
Los derechos sexuales y reproductivos están en un constan-
te proceso de reconocimiento y legitimación a nivel mundial, y
a nuestra legislación llegan de la mano del Derecho Internacio-
nal Público. Es mediante instrumentos internacionales que el te-
ma se va instalando, podría sostenerse que casi forzadamente en
el caso de nuestro país, en la agenda gubernamental. Vale seña-
lar que mucho de lo que se ha logrado ha sido gracias a los
esfuerzos de los movimientos de mujeres en todo el mundo para
que sean reconocidos sus derechos, no sólo sexuales y repro-
ductivos, sino el derecho a la no discriminación en cualquier as-
pecto de la vida diaria, a la equidad de género, etc. No hay que
olvidar que durante mucho tiempo las mujeres han sido conside-
radas una minoría y en relación de subordinación frente al hom-
bre, donde el rol principal en la sociedad era el de ser madres.
Para millones de mujeres los derechos sexuales y reproductivos
representan la diferencia entre la vida y la muerte. Para muchas
más, esos derechos son la clave de una vida libre de enfermeda-
des, de malos tratos y de sojuzgamiento económico.

5.2. Instrumentos internacionales

El enfoque de la salud sexual y reproductiva basada en los


derechos refleja una nueva política global de consenso sobre la
relación existente entre las políticas de población y los derechos
de la salud sexual y reproductiva: si se empodera a las mujeres
y si se satisfacen las necesidades de la salud sexual y repro-
ductiva de la gente, será posible lograr la estabilización de la
población por medio de opciones y oportunidades, en lugar de
coerción y control. En la década de 1990-2000, las agencias
intergubernamentales, los Estados, las ONGS y los activistas de

50 GIL DOMÍNGUEZ-F AMA-H ERRERA, ob. cit., t. I, p. 602.


SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 133

derechos humanos han reclamado la protección de los DSyR sos-


teniendo que son parte intrínseca de los derechos humanos con-
sagrados en instrumentos internacionales y cartas magnas. Como
fruto de ese esfuerzo, existen precedentes importantes para la
tutela de los DSyR.
Los acuerdos internacionales no son instrumentos vinculan-
tes, sino que sirven para delinear las bases para la acción y en-
caminar las políticas públicas de los estados para alcanzar las
metas y objetivos internacionalmente acordados. En consecuen-
cia, estos compromisos son guías para el quehacer del Estado,
sin perjuicio de que las acciones estén relacionadas con dere-
chos contenidos en tratados internacionales obligatorios para los
Estados parte.
Entre las convenciones o tratados internacionales que gene-
ran efectos vinculantes para nuestro país con relevancia en el
reconocimiento de DSyR se encuentran el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales, la Convención Ameri-
cana de Derechos Humanos, la Convención para la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y, re-
cientemente, su Protocolo Facultativo, la Convención de los De-
rechos del Niño, y la Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.
Sigue una sucinta cronología de las principales conferencias
internacionales dedicadas al tema:
1) Conferencia sobre Derechos Humanos de Teherán, 1968:
En dicha oportunidad se estableció, por primera vez, que cons-
tituye un derecho de las parejas el decidir el número de hijos y
su espaciamiento. "La comunidad internacional debe seguir ve-
lando por la familia y el niño. Los padres tienen el derecho humano
fundamental de determinar libremente el número de sus hijos y
los intervalos entre los nacimientos".
2) Conferencia de Población de Bucarest, 1974: En su Plan
de Acción Mundial de Población se reconoce el derecho a todas
las parejas y todos los individuos en determinar el número de
hijos que deseen tener, y no limitarlo únicamente a los "padres",
134 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

como anteriormente se había realizado en la Proclamación de


Teherán en 1968, explicitando el papel del Estado en asegurar
ese derecho, incluyendo la información y acceso a métodos de
control de la natalidad.
3) Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer,
México, 1975: Reconoce en su Declaración el derecho a la in-
tegridad física y a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a
la opción sexual y los derechos reproductivos, incluyendo la
maternidad voluntaria.
4) Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer, 1979: Es el primer do-
cumento que reconoce explícitamente los derechos humanos
relativos a los servicios de planificación familiar, nutrición du-
rante el embarazo, información y educación para el poder deci-
dir el número y espaciamiento de sus hijos.
En su art. 12 se estipula que los Estados parte deberán
adoptar todas las medidas apropiadas para eliminar la discrimi-
nación contra la mujer en el ámbito de la atención médica, con
el fin de asegurar en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres, el acceso a servicios de atención médica, inclusive los
que se refieren a la planificación de la familia. Asimismo, garan-
tizarán a la mujer servicios apropiados en relación con el emba-
razo, el parto y el período posterior al parto, proporcionando
servicios gratuitos cuando fuere necesario, y le asegurarán una
nutrición adecuada durante el embarazo y la lactancia. El art. 16
señala que los Estados parte se comprometen a asegurar, en
condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos
derechos a decidir libre y responsablemente el número de sus
hijos y el intervalo entre los nacimientos y a tener acceso a la
información, la educación y los medios que les permitan ejercer
estos derechos. Ha sido ratificada por la Argentina en 1985 e
incorporada en 1994 al bloque de constitucionalidad mediante
el art. 75, inc. 22, C.N. En diciembre de 2006 se promulgó la
ley 26.171 que aprueba el Protocolo Facultativo de la Conven-
ción, mediante el cual se reconoce la competencia del Comité
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 135

para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer para


recibir y considerar comunicaciones.
5) Conferencia Internacional sobre Población, México,
1984.
6) Conferencia Mundial para el Avance de la Mujer, Kenya,
1985: Se crearon las Estrategias de Nairobi, aprobadas por la
Asamblea de Naciones Unidas en 1985. En ellas ya se habla
dentro del tema de salud sobre el "derecho humano básico de
todas las parejas y las personas de decidir libremente para el
goce de otros derechos, estableciendo que los gobiernos deben
"como una cuestión urgente: poner a disposición la información,
la educación y los medios para que mujeres y varones puedan
tomar decisiones sobre su número de hijos deseados".
7) Convención de los Derechos del Niño, 1989: Aprobada
por la Argentina en 1990 mediante ley 23.849, e incorporada en
1994 al bloque de constitucionalidad, establece, respecto de los
DsyR, que los Estados tomarán las medidas apropiadas para
"asegurar la atención sanitaria prenatal... desarrollar la atención
sanitaria preventiva, la orientación a los padres y la educación
y servicios en materia de planificación familiar" (art. 23) y para
impedir "la incitación o la coacción para que un niño se dedique
a cualquier actividad sexual ilegal... la explotación del niño en
la prostitución y otras prácticas sexuales ilegales ... la explota
ción del niño en espectáculos o materiales pornográficos" (art.
34).
8) Conferencia sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo,
Río de Janeiro, 1992: Dentro del "Programa xxi", referido a la
lucha contra la pobreza, se establece la necesidad de que "se
aplicarán con carácter de urgencia y según los hombres tuvieran
el mismo derecho de decidir de manera libre y responsable el
número y el espaciamiento de hijos y tuvieran acceso a la infor-
mación, a la educación y a los medios, según procediera, que les
permitiera ejercer ese derecho en consonancia con su libertad,
su dignidad y sus valores personales, teniendo en cuenta las
consideraciones étnicas y culturales. Los gobiernos deberían
tomar medidas activas a fin de ejecutar programas para estable-
136 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cer y reforzar los servicios de salud preventivos y curativos, que


incluyeran servicios de salud reproductiva seguros y eficaces"
(Cap. 3, de la Sección I, inc. J).
9) Conferencia Mundial de Viena sobre Derechos Huma
nos, 1993: Establece que "todos los derechos humanos son uni-
versales, indivisibles e interdependientes y están relacionados en
tre sí", y señala la importancia del disfrute por la mujer del más
alto nivel de salud física y mental durante toda su vida. La Con
ferencia reafirma el derecho de la mujer a tener acceso a una
atención de salud adecuada y a la más amplia gama de servicios
de planificación familiar, así como a la igualdad de acceso a la
educación a todos los niveles, afirmando que "los derechos
humanos de la mujer y de la niña son parte inalienable, integran
te e indivisible de los derechos humanos universales".
10) Convención Interamericana para Prevenir, Sancio-
nar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Belem do Para,
1994.
11) Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo,
El Cairo, 1994: Es central al momento de trazar una clara con-
ceptualización de los derechos sexuales y reproductivos como
derechos humanos en términos de puntos clave, como el manejo
del rol procreativo, acceso a información confiable, y acceso a
los servicios de salud reproductiva de calidad que incluyan la
planificación familiar. De este modo se va ampliando el alcance
de este derecho, rompiendo la visión tradicional y restringida de
considerarlo ligado exclusivamente al ámbito del control de la
fecundidad. El Programa de Acción marcó un cambio en el en
foque de los sistemas de salud para encarar las necesidades de
salud sexual y reproductiva de las mujeres y representó una
victoria importante para los defensores de los DsyR. En el pasa-
do, un número importante de países con altos índices de fecun-
didad, con programas de políticas de población, han centrado
su interés, por encima de todo, en la reducción de la natalidad.
El Programa de Acción de la CIPD priorizó la salud y los de-
rechos humanos de la mujer, reconociendo que factores tales
como el respeto, la confianza y las expectativas juegan un rol
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 137

central al momento de definir la eficacia, calidad del servicio y


posibilidad de implementar cambios. Por encima de todo, el
Programa llamó al compromiso de proveer acceso universal a
los servicios de salud reproductiva dentro del marco de la aten-
ción primaria en salud51.
A partir del Programa de Acción de la CIPD se definieron
los elementos esenciales que deben abarcar una estrategia en
salud reproductiva:
• Informar a fin de promover una vida sexual satisfactoria
y segura.
• Facilitar el acceso a métodos de planificación familiar
que sean apropiados, seguros, efectivos, accesibles eco
nómicamente, y aceptados luego de una decisión infor
mada y respetuosa de los deseos de los usuarios.
• Brindar servicios para un embarazo y parto seguro.
• Proveer métodos de prevención diagnóstico y tratamiento
de infecciones de transmisión sexual.
• Abogar por la eliminación de las prácticas perjudiciales
(mutilación genital femenina, violencia contra la mujer y
tráfico sexual).
• Generar mecanismos para la participación de la socie
dad civil y la comunidad en general, brindado especial
apoyo al empoderamiento de la mujer en la defensa de
los derechos reproductivos.

La CIPD no es una iniciativa aislada; su Programa se basa


en el considerable consenso internacional a que se ha llegado
desde la Conferencia Mundial de Población de Bucarest en
adelante, y debe complementar y proseguir otras importantes
actividades internacionales, y ser compatibles con los acuerdos
llegados en otras conferencias, amén de las ya reseñadas, tales

51
SUNDARI RAVINDRAN, T. K., "Introducción" a Iniciativa por los derechos
sexuales y reproductivos en la reforma del sector salud: América Latina,
Documentos CEDES, 2006/20, Buenos Aires, 2004.
138 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

como Cumbre Mundial en favor de la Infancia (Nueva York, 1990);


Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y el
Desarrollo (Río de Janeiro, 1992); Conferencia Internacional
sobre Nutrición (Roma, 1992); Año Internacional sobre pobla-
ciones indígenas del mundo (1993); etcétera52.
12) Declaración de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social, Copenhage, marzo 1995: En ella las Naciones Unidas
expresamente incorpora en el compromiso relativo a la igualdad
entre mujeres y varones, el de tomar medidas que aseguren el
acceso universal al más amplio espectro de servicios de salud,
incluyendo aquellos relativos a la salud reproductiva (compro
miso 5, d).
13) Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 1995:
Refuerza los logros de El Cairo al consagrar en uno de sus pá-
rrafos que "los derechos reproductivos abarcan ciertos dere-
chos humanos que ya están reconocidos en las leyes nacionales,
en los documentos internacionales sobre derechos humanos y en
otros documentos pertinentes de las Naciones Unidas aproba-
dos por consenso". La Declaración de Beijing y su Plataforma
de Acción fueron aprobadas en la IV Conferencia Mundial so
bre la Mujer por los representantes de 189 países. La Platafor-
ma es un reflejo del nuevo compromiso internacional por alcan-
zar metas de igualdad, desarrollo y paz de todas las mujeres del
mundo. Supone, además, la consolidación de los compromisos
adquiridos durante la Década de la Mujer de las Naciones Unidas
(1976-1985), que formó parte de la Conferencia de Nairobi,
como también de los compromisos afines adquiridos en el ciclo
de conferencias mundiales de la ONU celebradas en la década
del '90.
Las doce esferas decisivas de especial preocupación de la
Plataforma de Acción son las siguientes: pobreza, educación y
formación; salud; violencia; conflictos armados; economía; toma
de decisiones; mecanismos institucionales; derechos humanos;
medios de comunicación; medio ambiente; la niña.

52
CIPD, Cap. I, párrs. 1.5 y 1.6.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 139

14) Beijing +5. Período extraordinario de la Asamblea


General de Naciones Unidas titulado "Mujeres 2000: igual-
dad de género, desarrollo y paz para el siglo XXI", junio
2000, Nueva York: En este período se revisa y evalúa el
progreso alcanzado tras la aplicación de las estrategias de
Nairobi orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer,
aprobadas en 1985, y la Plataforma de Acción de Beijing en
1995. Participaron Estados miembros de la ONU, miembros
asociados de comisiones económicas regionales, organismos
especializados de la ONU, las ONGS y OIG.
En el año 2000, el Comité de Derechos Humanos de Nacio-
nes Unidas determinó que como parte de las obligaciones rela-
cionadas con el derecho a la vida, todos los firmantes del Pacto
de Derechos Civiles y Políticos debían tomar medidas para ayu-
dar a las mujeres a prevenir embarazos no deseados y evitar que
recurran a abortos clandestinos.
En el Informe sobre el Seguimiento de los Resultados de la
Cumbre del Milenio (A/59/2005) se reafirmó la necesidad de
superar los persistentes prejuicios basados en el género me-
diante el aumento de instrucción básica, primaria y secundaria
a las niñas, protección del derecho de propiedad de las muje-
res, garantía de acceso a los servicios de salud sexual y re-
productiva y el apoyo de intervenciones directas para proteger
a la mujer contra la violencia53. La discriminación de la des-
igualdad entre los géneros es fundamental para reducir el ham-
bre, contener el VIH/sida, promover la sensibilidad ambiental, y
reducir la mortalidad infantil y neonatal.

53
Informe del secretario general sobre las medidas adoptadas y los pro-
gresos alcanzados en el seguimiento de la aplicación de la Declaración y la
Plataforma de Beijing y de los resultados de vigésimo tercer período extraor-
dinario de sesiones de la Asamblea General, ONU A/60/170.
140 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

5.3. Áreas de acción

Conforme los compromisos suscritos por nuestro país en


materia de derechos sexuales, entre aquellas acciones que los
gobiernos debieran priorizar se encuentran:
• Cambiar las leyes, políticas y actitudes que continúan
inhibiendo que se ejerzan plenamente los DSyR;
• Hacer cumplir las leyes y políticas sensibles al género y
crear conciencia en niños y hombres acerca de sus res-
ponsabilidades de promover la igualdad y equidad en
las relaciones con mujeres y niñas;
Fortalecer las estructuras de salud para hacer que la aten-
ción integral esté más ampliamente disponible, dar prio-
ridad a la financiación de la atención sexual y reproductiva
y usar los fondos de manera más eficiente.

Vale señalar que según los informes de Naciones Unidas, los


fondos para proporcionar servicios de salud sexual y reproducti-
va en todo el mundo de acuerdo con el llamado de la CIPD,
están muy por debajo del nivel acordado inicialmente.
Así, se ha sostenido que para el caso en particular de la
salud sexual y reproductiva el establecimiento de prioridades
incorpora elementos complejos, dada la fragmentación exis-
tente en materia de políticas, programas, de salud sexual y
reproductiva. Deben considerarse, también, el comportamien-
to diferencial de los programas de salud sexual y reproductiva,
los procesos de democratización de los países y la participa-
ción en los debates internacionales en torno al tema.
Uno de los mecanismos frecuentemente adoptados es el de
la priorización implícita. Esta estrategia (de los Estados) produ-
ce un doble estándar: el discurso político atribuye prioridad a
ciertos problemas, pero cuando es necesario asignar los recur-
sos, el discurso se vacía de contenido. La priorización implícita
ha generado en la práctica un gasto ineficiente, donde la aten-
ción hospitalaria y, dentro de ella, las prestaciones de mayor
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 141

complejidad, concentran una gran parte del presupuesto. Esta


situación va en detrimento de los servicios vinculados a los ser-
vicios de salud sexual y reproductiva, cuya provisión está con-
centrada en centros de atención ambulatoria y, en los casos en
que se requiere internación, ésta puede realizarse en una insti-
tución de mediana complejidad. De igual modo, los programas
que cuentan con mayor "visibilidad social" generalmente reciben
mayor atención por parte del poder político. Por esta razón,
cuando define un paquete básico de prestaciones en salud sexual
y reproductiva, los planificadores y tomadores de decisiones
consideran tanto los factores sanitarios de la propuesta como
sus implicancias políticas54.
Veamos de qué modo se refleja, en la normativa y en la praxis,
el cumplimiento de la Argentina a los compromisos asumidos en
sede internacional.

5.4. Anticoncepción y políticas


públicas en la República Argentina

La Argentina se ha diferenciado históricamente del resto de


Sudamérica por su política pronatalidad, habiendo atravesado
períodos de prohibición total de venta de anticonceptivos y
difusión de planificación familiar que se extendieron desde la
década del '70 hasta 1985, y en 1996 era el único país de la
región que no contemplaba ningún tipo de apoyo público al acceso
a métodos anticonceptivos, y hasta 2001, el único que no otor-
gaba apoyo directo.
Luego del intento fallido de 1995 y tras un álgido debate, se
aprobó finalmente en 2002 la Ley 25.673 sobre Salud Sexual y
Procreación Responsable —reglamentada en mayo de 2003—

54
MERCIER, Raúl, y MACEIRA, Daniel, "Establecimiento de prioridades
en salud sexual y reproductiva en el marco de reforma del sector salud", en
Iniciativa por los derechos sexuales y reproductivos en las reformas del sec-
tor salud: América Latina, Documentos CEDES, 2006/20, Buenos Aires, 2004.
142 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

instalando el tema en la agenda política nacional por primera vez


en la Argentina.
Pese a que el legislador nacional ha debido ceder a las pre-
siones que derivan de ciertos sectores conservadores de la
sociedad, destacamos, sin embargo, la utilidad de la sanción de
la Ley sobre Salud Sexual y Reproductiva, en especial por su
carácter educativo y ejemplificador, así como también por el he-
cho de haber abierto las puertas para que otras provincias y/o
municipios regulen e incorporen a su "agenda social" la cuestión
que nos ocupa55. Si bien es indudable el avance que significa la
puesta en marcha de los programas de salud sexual y reproducti-
va bajo el auspicio de la ley nacional, y sin entrar en detalles
sobre su perfectibilidad, dos temas fundamentales han quedado
fuera del arco de discusión: la ampliación de la despenalización
del aborto y la contracepción quirúrgica, este último cubierto
posteriormente por la sanción de la Ley 26.130 de Contracep-
ción Quirúrgica Voluntaria. En línea de avance hacia la concre-
ción de los DsyR, en octubre de 2006 se promulgó el Programa
Nacional de Educación Sexual Integral, por ley 26.150.

5.5. Legislación argentina


en derechos sexuales y reproductivos

Amén de los tratados de Derechos Humanos ratificados por


nuestro país, entre los que destacamos la Cedaw y su Protocolo
facultativo, el Pacto de Derechos Económicos Sociales y Cul-
turales, y las normas constitucionales referidas, encontramos la
ley 25.673 (Programa de Salud Sexual y Procreación Respon-
sable); ley 25.630 y dec. 597/03 (enriquecimiento de harinas
para prevención de anemias y malformaciones del tubo neural);
ley 23.798 (lucha contra el mv/sida); resols. MSyAS 797/99 y

55
FAMA, María V.; HERRERA, Marisa, y REVSIN, Moira, "Una ley bienve-
nida", LL, 2003-C-1044.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 143

310/04 (que incluye en el Plan Médico Obligatorio, la cobertura


al 100% por obras sociales y prepagas de anticonceptivos), ley
26.130 (intervenciones de contracepción quirúrgica); ley 26.150
(Programa Nacional de Educación Sexual Integral).

5.5.1. Ley 25.673: Programa Nacional


de Salud Sexual y Procreación Responsable

La ley nacional 25.673, que crea el Programa Nacional de


Salud Sexual y Procreación Responsable, fue aprobada en oc-
tubre del año 2002, y reglamentada por el dec. 1282/03; son
objetivos del Programa: a) alcanzar para la población el nivel
más elevado de salud sexual y procreación responsable con el
fin de que pueda adoptar decisiones libres de discriminación,
coacciones o violencia; b) disminuir la morbimortalidad mater-
no-infantil; c) prevenir embarazos no deseados; d) promover la
salud sexual de los adolescentes; e) contribuir a la prevención y
detección precoz de enfermedades de transmisión sexual, de VIH/
sida y patologías genital y mamaria;/) garantizar a toda la po-
blación el acceso a la información, orientación, métodos y pres-
taciones de servicios referidos a la salud sexual y procreación
responsable; g) potenciar la participación femenina en la toma
de decisiones relativas a su salud sexual y procreación respon-
sable.
Para lograr la transformación, el modelo de atención se
implementará reforzando la calidad y cobertura de los servicios
de salud sexual y procreación responsables. A dichos fines, se
deberá establecer un adecuado sistema de control de salud para
la detección temprana de las enfermedades de transmisión sexual,
vm/sida y cáncer genital y mamario; realizar diagnóstico, trata-
miento y rehabilitación. A demanda de los beneficiarios y sobre
la base de estudios previos, prescribir y suministrar los métodos
y elementos anticonceptivos que deberán ser de carácter rever-
sible, no abortivos y transitorios, respetando los criterios o
convicciones de los destinatarios, salvo contraindicación médi-
144 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ca específica y previa información brindada sobre las ventajas


y desventajas de los métodos naturales y aquellos aprobados
por la Anmat. Se contempla, además, el efectuar controles pe-
riódicos posteriores a la utilización del método elegido.
El decreto reglamentario reconoce que la creación del Pro-
grama Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable en
el ámbito del Ministerio de Salud importa el cumplimiento de los
derechos consagrados en tratados internacionales, con rango
constitucional, reconocido por la reforma de la Carta Magna de
1994 invocando la Declaración Universal de Derechos Huma-
nos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales; la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Contra la Mujer, y la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, entre otros. Remite,
además, al art. 75, inc. 23 de la C.N., el que señala la necesidad
de promover e implementar medidas de acción positiva a fin de
garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos y libertades
fundamentales reconocidos por ella y los tratados internaciona-
les de Derechos Humanos, antes mencionados.
Los considerandos remiten a la definición de la OMS sobre
el derecho a la planificación familiar, como "un modo de pensar
y vivir adoptado voluntariamente por individuos y parejas, que
se basa en conocimientos, actitudes y decisiones tomadas con
sentido de responsabilidad, con el objeto de promover la salud
y el bienestar de la familia y contribuir así en forma eficaz al
desarrollo del país"; circunstancias que llevan implícitas el dere-
cho de todas las personas a tener fácil acceso a la información,
educación y servicios vinculados a su salud y comportamiento
reproductivo.
En consonancia con los instrumentos internacionales, el de-
creto define la salud reproductiva como "un estado general de
bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de en-
fermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con
el sistema reproductivo, sus funciones y procesos", haciendo
hincapié en el hecho que en los estratos más vulnerables de la
sociedad, ciertos grupos de mujeres y varones, ignoran la forma
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 145

de utilización de los métodos anticonceptivos más eficaces y


adecuados, mientras que otros se encuentran imposibilitados
económicamente de acceder a ellos, siendo necesario ofrecer a
toda la población el acceso a la información y consejería en mate-
ria de sexualidad y el uso de métodos anticonceptivos, la pre-
vención, diagnóstico y tratamiento de las infecciones de trans-
misión sexual incluyendo el Hiv/sida y patología genital y mamaria,
así como también la prevención del aborto.
Ante uno de los puntos que más polémicas ha suscitado, el
decreto aclara que la reglamentación no implica sustituir a los
padres en el asesoramiento y en la educación sexual de sus hijos
menores de edad, sino todo lo contrario, pues su propósito es
orientar y sugerir acompañando a los progenitores en el ejerci-
cio de la patria potestad, procurando respetar y crear un am-
biente de confianza y empatia en las consultas médicas cuando
ello fuera posible. Trae a colación la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño señalando que, con esa orienta-
ción, la ley persigue brindar a la población el nivel más elevado
de salud sexual y procreación responsable, siendo aspectos sobre
los que, de ninguna manera, nuestros adolescentes pueden des-
conocer y/o permanecer ajenos, reconociendo a los padres "la
misión paterna de orientar, sugerir y acompañar a sus hijos en
el conocimiento de aspectos, enfermedades de transmisión sexual,
como ser el sida y/o patologías genitales y mamarias, entre otros,
para que en un marco de responsabilidad y autonomía, valoran-
do al menor como sujeto de derecho, mujeres y hombres estén
en condiciones de elegir su plan de vida"; si bien deja claro que
la ley 25.673 y la reglamentación "se encuentran en un todo de
acuerdo con lo prescripto por el art. 921 del Cód. Civil, que
otorga discernimiento a los menores de catorce (14) años, y ésta
es la regla utilizada por los médicos pediatras y generalistas en
la atención médica. Que en concordancia con la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, se entiende por in-
terés superior del mismo, el ser beneficiarios, sin excepción ni
discriminación alguna, del más alto nivel de salud y dentro de
ella de las políticas de prevención y atención en la salud sexual
146 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

y reproductiva en consonancia con la evaluación de sus faculta-


des"56. Sobre este punto volveremos al comentar la ley 418 de
la Ciudad de Buenos Aires.

5.5.2. Ley 25.630: una mirada alternativa


sobre la protección de la mujer y la persona por nacer

En la Argentina, entre los años 2000 y 2002, se hicieron


públicos numerosos casos judiciales en los que se solicitaba una
orden o autorización57 para la interrupción o inducción al parto
de un feto anencefálico; el más notorio de ellos, el fallo "TS"58
obtuvo un pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación59, pese a lo cual, cinco meses después, la Suprema
Corte de la provincia de Buenos Aires desconoció este antece-
dente y falló en contra en un caso de idénticas características60.

56
L U B E R T I N O , M a r í a J . , " Lo s d e r e c h o s r e p ro d u c t i v o s e n l a A rg e n t i n a " ,
[http://www.hsph.harvard.edu/Organizations/healthnet/frame4/frame4.html].
57
En algunos casos se solicitó la orden, tal el caso de "TS"; en otros,
que se autorizara la práctica en cuestión. En estos últimos habitualmente la
institución asistencial negaba su posición de confrontación, y pretendía ser
eximida de las costas del pleito.
58
A los cinco meses de gestación, la Sra. ST se enteró, mediante una
ecografía, que el feto que lleva en su vientre padecía de anencefalia, y solicitó
una inducción al parto; en la Maternidad Sarda le recomiendan la inducción,
pero le exigen orden del juez para hacerlo. Presenta un amparo en la justicia
en lo conte ncioso adm inistra tivo, la jueza se declaró incompete nte, a pela la
Fiscalía, la Cámara obliga a la jueza a resolver y ésta deniega la autorización;
apela la actora y la Cámara confirma el fallo, apela, y finalmente, el Tribunal
Superior de la Ciudad de Buenos Aires, por cuatro votos a uno (disidencia del
Dr. Casas), otorga la autorización, llega a la Corte Suprema de Justicia por vía
de recurso extraordinario interpuesto por la asesora general de menores e inca
paces. La C or te conf irma el f allo de l TS JB A.
59
CSJN, 11/1/01, expte. 715/00, "Tanús, Silvia c/Gobierno de la Ciudad
s/amparo".
60
SCBA, Ac. 82. 058, 22/6/01, "B.A. s/autor iz ación judicia l" ; la C orte
Suprema de Justicia de la Nación, al pronunciarse en el caso "B.A.", donde la
Suprema Corte de la Pcia. de Buenos Aire s denegara la in ducció n al parto,
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 147

La discusión en torno al tema es amplia y compleja, abarcati-


va de cuestiones que comentamos en su oportunidad61, y cuyo
tratamiento excede en mucho el presente trabajo. Es nuestra in-
tención ofrecer, en esta ocasión, un pantallazo de las respuestas
legislativas generadas a raíz de los hechos que han sido de público
conocimiento. Podemos adelantar que ha habido, básicamente,
dos enfoques, no excluyentes: uno de ellos, que perseguía la
implementación de una política de prevención de defectos con-
génitos, culminó con la sanción de una norma nacional, y, por
otra parte, aquel centrado en la situación que tiene lugar entre
el médico y la paciente embarazada, frente a la posibilidad de
interrumpir la gestación o adelantar el parto, ante una pretendi-
da colisión con la normativa que prohibe el aborto voluntario.
Vale destacar que esta problemática se ve inserta en la
crudísima realidad socioeconómica que ha atravesado nuestro
país en los últimos años y que tomó "estado mediático" como un
hecho incontrastable: los elevadísimos índices de personas "vi-
viendo" bajo el índice de pobreza, la desnutrición materno-in-
fantil y las personas nacidas con severas deficiencias mentales
producto de la mala nutrición materna, situación advertida des-
de hace tiempo en hospitales y centros de atención primaria.
Como se ha señalado, una forma de paliar este efecto se
lograría mediante una regulación para la prevención de defectos
congénitos, con disposiciones concretas que dispusieran enri-

manifestó que correspondía dejar sin efecto todo lo actuado ya que "el reque-
rimiento de autos no es de los que competen decidir a los jueces". Este pro-
nunciamiento y la nueva integración de la Suprema Corte provincial, llevaron
a que ésta cambiara su jurisprudencia, y en el caso "Hospital Interzonal de
Agudos Eva Perón de Gral. San Martín s/autorización" rechazara el recurso
extraordinario de inaplicabilidad de ley, autorizando la inducción del parto (Ac.
85.566, "Hospital Interzonal de Agudos Eva Perón de Gral. San Martín s/au-
torización" ([www.diariojudicial.com], 8/8/02).
61
SIVERINO BAVIO, "Algunas cuestiones éticas...", cit.; "Comentario a la
ley 1044. Embarazos incompatibles con la vida", Adla-LXIU-D, sept. 2003,
ps. 4929-4937; "Zapatero, ¿a tus zapatos? (a propósito de los fallos sobre
anencefalia)", Gaceta Jurídica. Diálogos con la Jurisprudencia, Año 8, n° 51,
dic. 2002, secc. Jurisprudencia extranjera comentada, Lima, ps. 113-128.
148 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

quecer ciertos productos básicos, como las harinas para pani-


ficación, con ácido fólico, tal como se lleva a cabo en diversos
países como Chile, México, EE.UU. y Hungría.
Desde esta percepción, en la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, la Defensoría del Pueblo de esta Ciudad inició de oficio
la actuación 1681/01 para "determinar si la ingesta de ácido fólico
antes de la fecundación es un recurso esencial para prevenir
malformaciones fetales tales como la anencefalia, espina bífida
y otras", y llevó a cabo un relevamiento en los servicios de
Ginecología y Obstetricia de la Ciudad, concluyendo que si bien
son varios los factores que se asocian con el aumento de la in-
cidencia de diversos tipos de malformaciones congénitas (edad
de los padres, estación del año; el país de residencia, la raza y
las tendencias familiares)62, entre un cincuenta y un setenta
y cinco por ciento de los casos son causados por insuficiencias
en la alimentación de las mujeres, en particular por la falta de
ingesta de ácido fólico en cantidades apropiadas. Asimismo, otro
porcentaje importante se produce por la mala asimilación de ácido
fólico como consecuencia del consumo de medicamentos tales
como anticonceptivos orales, estimulantes de la ovulación, diu-
réticos, antiparasitarios y antibacterianos, entre otros63. El In-
forme concluye que si bien se encuentran disponibles técnicas
preventivas de este tipo de malformaciones, "no se han diseña-
do políticas sanitarias responsables".
Por otra parte, el Informe de la Defensoría formula una fuer-
te denuncia contra los profesionales de la salud en tanto surge,
a lo largo de las entrevistas, una carencia en la información provista
a las mujeres en situación o expectativa de llevar adelante un
embarazo, concretamente la advertencia de las necesidades
dietarias y el daño irreversible que ciertos productos o compor-
tamientos pueden ocasionar a la mujer embarazada, especial-

62
C ARLSTON , Bruce, Embriología humana y desarrollo biológico, Harcourt,
Madrid, 2000, p. 135.
63
Defensoria del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, resol.
750/01.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 149

mente durante el primer trimestre del embarazo, conductas con-


cretas que violentarían el derecho a la salud y a la procreación
sana y responsable, tutelados por la Constitución Nacional y
tratados internacionales, la Constitución de la Ciudad, la Ley
General de Salud y la Ley de Salud Reproductiva, que garan-
tizan el derecho de los padres, y especialmente de la mujer, a
disponer de toda la información necesaria para planificar y lle-
var adelante un embarazo en las mejores condiciones disponi-
bles. Pero, además, como manifiesta el Informe, "nada se dice
de la obligación del Estado de proveer gratuitamente ácido fólico
en los servicios de salud"64.
Dados los niveles de malnutrición y desnutrición que afectan
a una enorme cantidad de personas en nuestro país, y particu-
larmente a mujeres en edad fértil y embarazadas, era de esperar
un aumento en el número de embarazos de fetos con defectos
congénitos (DC). Se planteó, entonces, si era deber del Estado
tomar medidas concretas de acción y prevención.
Se ha sostenido que un programa de prevención de DC, po-
dría establecer, al menos, tres estrategias alternativas: 1) la libre
opción, es decir, promover un programa voluntario de ingesta
permanente, que requeriría de una campaña educativa, con un
costo de mínimo a mediano, y aseguraría una eficacia mínima,
privilegiando el criterio individual; 2) la distribución gratuita de
complejos nutricionales, con una inversión mediana, que inclu-
yera campaña educativa e implementación de un sistema de
distribución, y 3) la fortificación de alimentos, que es percibida
como de alto costo para el Estado, pero de máxima eficacia al
alcanzar a toda la población65.
En este contexto, a fines de agosto de 2002 fue promulgada
la ley 25.63066, cuyo objeto es "la prevención de las anemias y

64
Ibídem.
65
R O U B I C E K , Martín, "¿Es posible implementar un programa de preven-
ción de defectos congénitos en nuestro país?", en BERGEL-CANTÚ (coords.),
Bioética y genética , cit.
66
Ley 25.630, B.O.: 23/8/02.
150 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

malformación es del tubo neural, tales como la anencefalia y la


espina bífida" (art. Io), y dispone el enriquecimiento de la harina
de trigo destinada al consumo (art. 3o), exceptuando aquella des-
tinada a la elaboración de productos dietéticos que requieran
una proporción mayor o menor de los nutrientes que la ley
menciona (art. 4o). El organismo de contralor es el Ministerio de
Salud, a través del INAL (art. 2o).
La iniciativa, en la que participó el Ministerio de Salud, se
originó en Diputados y fue modificada en el Senado, se sancionó
enjuliode2002.
Siguiendo la genealogía de la norma, vemos que los proyec-
tos presentados (Galland y otros, 2471-D-2000; Galland y otros
2472-D-2000, y Fayland y otros, 1721-D-2001)67 fueron gira-
dos para su examen a las comisiones de Acción Social y Salud
Pública, de Industria, Familia, Mujer y Minoridad; luego de su
análisis, se resolvió despacharlo unificado en un solo dictamen,
modificando alguno de sus aspectos.
La versión aprobada modifica el objeto de la ley, que en el
Proyecto de Galland y otros consistía en "[la creación de] la
Campaña Nacional de Prevención de Malformaciones de Naci-
miento en el Cerebro y la Médula Espinal, la que se declara de
interés nacional" (art. 1o) estableciendo una comisión asesora
ad honorem, de seguimiento y control, para controlar el desa-
rrollo del programa, así como la elaboración de encuestas y bases
de datos (arts. 6o y 7o).
Un segundo Proyecto disponía "la fortificación y/o enrique-
cimiento de los productos alimenticios sobre la base de harinas
de trigo, productos alimenticios de cereal, bebidas fortificantes
instantáneas en polvo, leches descremadas, enteras o cultiva-
das, mediante la inclusión de ácido fólico".
El Proyecto de Fayland proponía "[que] las harinas que se
produzcan o elaboren para el consumo humano, dentro del te-

67
Orden del Día n° 3398, Sesiones ordinarias 2001, Cámara de Diputa-
dos de la Nación, TP 46/00.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 151

rritorio de la República Argentina, así como las que se importen


a tal ñn, se las deberá adicionar obligatoriamente con ácido fólico
en las proporciones a determinar".
El dictamen unificó los proyectos, sintetizando las disposi-
ciones concretas relativas a la campaña de prevención en el art.
10, que preveía la implementación de una amplia campaña de
difusión para informar "los beneñcios de la incorporación del
sulfato ferroso, del ácido fólico, la tiamina, la riboflavina y niacina
en las harinas destinadas a la panificación".
El dictamen no es del todo claro al establecer el ámbito de
aplicación, ya que el art. 3o refiere al enriquecimiento de "hari-
nas de trigo destinada al consumo que se comercializa en el mer-
cado nacional", mientras que en el art. 10 el enriquecimiento se
circunscribió a las "harinas de trigo para panificación". Se agre-
garon otros nutrientes además del ácido fólico, y se creaba una
comisión asesora para el seguimiento de la ley en el marco del
Programa Nacional de Salud Materno Infanto-Juvenil (art. 9o).
Con posterioridad a su aprobación en la Cámara Baja pasó
al Senado de la Nación, donde fueron debatidos en la sesión del
25 de marzo de 2002 los dictámenes C.D. 155/01, S. 1199/01,
S. 495/02 y S. 518/02, luego del paso del Proyecto girado por
las comisiones de Asistencia Social y Salud Pública, Legislación
General y Comercio.
Fueron presentados tres proyectos (Molinari Romero, Per-
ceval y otros integrantes de la comisión, y Maza), introducién-
dose cambios en la propuesta original. Se modificó el art. 3o, en
cuanto a los porcentajes de nutrientes que deben agregarse en
la harina, establecidos de acuerdo con las conversaciones que
las distintas comisiones mantuvieron con la Unicef y con espe-
cialistas en alimentos, que plantearon cómo se ha estado traba-
jando en Chile y en otros países a los que es exportada la harina
con estos nutrientes ya introducidos68. Se agregó, asimismo, un

68
Sesión del 30/5/02, del discurso de la senadora Maza [http://
proyectos, senado.gov.ar/wa/web/owai/230502.html].
152 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

artículo que exime del enriquecimiento a aquellos productos des-


tinados a personas cuyos requerimientos dietarios exigen la
ausencia de ellos y se eliminó la propuesta de adhesión de las
provincias, por tratarse de una ley nacional69.
El Proyecto con sus modificaciones fue aprobado en una
brevísima sesión con tan sólo dos intervenciones (Maza y Percival)
y sin mediar prácticamente exposiciones dado que al momento
de la discusión se encontraba el recinto al límite del quorum,
motivo por el cual se decidió aprobar la ley sin mayor debate,
a fin de evitar el riesgo de perder la posibilidad de votar la norma.
Tal como hemos mencionado, inicialmente, la propuesta
refería solamente al enriquecimiento de las harinas de trigo des-
tinadas a panificación, pero en el proceso de consenso se de-
cidió extender esta previsión a todas las harinas de trigo de
consumo interno —lo que mereció, en su momento, la objeción
de la senadora Perceval, quien recordó la advertencia hecha por
los organismos consultados, quienes habían recomendado la
fortificación de las harinas para panificación— generando un
obstáculo en su aplicación concreta debido a las dificultades
tecnológicas inherentes al proceso, ya que esta norma obliga a
las empresas, productores, etc., que trabajen con harina de tri-
go y sus productos derivados directos, a realizar el enriqueci-
miento de todas las harinas, siendo, en caso de infracción,
pasibles de las penalidades que marca el art. 9o de la ley 18.284.
De regreso a Diputados para su estudio, el Proyecto fue apro-
bado con sus modificaciones en la sesión del 31/7/0270, y regla-
mentado mediante el dec. 597/03.
Merced el fuerte debate generado por la exposición pública
que tomaron los casos mencionados al inicio de este acápite, en
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el año 2003 se dictó
la ley 1044 (embarazos incompatibles con la vida) que comen-
taremos en la sección de normas provinciales.
69
Ibídem.
70
Véase HCD, Orden del Día 661, Comisiones de Acción Social y Salud
Pública, de Industria y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 153

5.5.3. Ley 26.130 de contracepción quirúrgica

Hasta la sanción, en agosto de 2006, de la ley nacional que


incluye a la contracepción quirúrgica entre los métodos anticon-
ceptivos reconocidos, la ligadura de trompas era considerada
una práctica prohibida (erróneamente, a nuestro entender71) y
como tal, denegada en los efectores del sistema público de salud.
La ley puso fin a la polémica existente en torno a estas prácticas
con posiciones encontradas que oscilaban entre el reconocimiento
de la autonomía y la defensa de la salud sexual y reproductiva,
y su consideración como técnicas de dudosa licitud cuya reali-
zación se entendía susceptible de hacer incurrir al médico ac-
tuante en la figura penal del delito de lesiones72.

71
S IVERINO B AVIO , Paula, "Ligadura de trompas: ¿delito o derecho?", Per-
sona, n° 1 [http://www.revistapersona.com.ar/ligadurasiverino.htm], y en Re-
vista Bibliotecal, Año 2, n° 3, nov. 2001, Ilustre Colegio de Abogados de Lima,
Lima, 2001, secc. Doctrina Internacional, ps. 469-514; "Ligadura de trompas.
Claves para entender el debate", Revista Peruana de Jurisprudencia, Año 8, n°
70, dic. 20 06, ps. 47- 58, y " Derech os Hum anos y ligad ur a de trom pas. Co -
mentario a la ley 26.130", LL, 15/10/06.
72
A la contracepción quirúrgica electiva se le ha objetado básicamente:
1) que se trata de una mutilación o autolesión y que aun aceptando el derecho
a autolesionarse éste no puede válidamente transmitirse; 2) el valor del con
sentimiento del/la interesado/a se ha sostenido que el consentimiento no pue-
de validar operaciones ilegales, tales como las operaciones mutilantes. En bre-
ve síntesis, se sostiene que el bien jurídico debe ser disponible, de otro modo
la declaración no tiene validez y el deber del médico subsiste.
En nuestra legislación el consentimiento del interesado no sería en estos
casos una causa de justificación. Por lo tanto, no excluiría la tipicidad del de-
lito y el consentimiento no podría ser esgrimido como causa de atenuación o
inimputabilidad. Mayoritariamente la doctrina especializada ha sostenido que
el contrato que une al médico con el paciente, a fin de materializar una inter-
vención prohibida, es nulo de nulidad absoluta por ilegalidad de su objeto e
incluso por contener una causa ilícita. La relatividad en el poder de disposi-
ción sobre el cuerpo se fundaría, esencialmente, en la tutela estatal sobre ese
tipo de bienes; el Estado se encuentra interesado en la protección de la inte-
gridad física de sus administrados, de lo que se desprende la sanción que recibe
el solo menoscabo de tales bienes de no mediar causa de justificación. En
nuestro trabajo "Ligadura de trompas: ¿delito o derecho?", hemos sostenido
154 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La ley incluye la anticoncepción quirúrgica como método


contraceptivo dentro del Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable (arts. 1o y 8o); modifica la Ley de
Ejercicio de la Medicina 17.132 (art. 7o), estableciendo que
deberá ser provisto por el sistema público de salud (art. 1o) y
cubierto por las obras sociales y prepagas (art. 5o); requiere el
consentimiento libre e informado sólo del paciente, salvo en
incapaces, donde se exige autorización judicial (arts. 2o, 3o y
4o), y contempla la objeción de conciencia del profesional
interviniente.
Vale destacar, como un aspecto muy positivo, que la ley no
somete la intervención a ninguna exigencia previa más que el
consentimiento libre e informado de la persona capaz (ni una
edad mínima, pasada la mayoría de edad obviamente, ni haber
tenido cierto número de hijos vivos, ni el consentimiento del
cónyuge). Pero sí creemos que debería haberse contemplado un
plazo mínimo de reflexión entre la firma del consentimiento in-
formado y la realización de la práctica, así como que no debiera
hacerse solamente la inscripción en la historia clínica, sino tam-
bién firmarse un documento (consentimiento informado) en el que
consten los elementos mencionados en el art. 4o: las caracterís-
ticas del procedimiento quirúrgico, sus posibilidades de rever-
sión, sus riesgos y consecuencias, así como la creación de un
registro de objetores.
La ley 26.130 supera la controversia al incluir a la contra-
cepción quirúrgica entre los métodos permitidos que deberán
ser proveídos por los efectores de salud, el cual no ha sido tra-
dicionalmente aceptado en forma unánime como método con-
traceptivo. Por el contrario, se la ha considerado un mal menor
cuando concurran probadas circunstancias de riesgo a la vida
de la mujer y un ilícito, una intervención prohibida, en caso de

las razones por las cuales la contracepción quirúrgica, aun antes de que fuera
expresamente admitida por la ley positiva, era una opción legalmente válida
en cuanto conducta autorreferente encuadrada dentro del ejercicio de los DSVR.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 155

que el pedido fuera fundado exclusivamente en la voluntad in-


formada de la solicitante. Hasta el dictado de la ley, la postura
restrictiva es la que ha gozado de mayor aceptación en la teoría
y praxis jurídica y médico-legal.
Esto generó una serie de situaciones confusas, cuando no
claramente negativas, en lo jurídico (leyes que contemplaban la
anticoncepción quirúrgica en algunas provincias y la prohibían
en otras; jueces que admitían la práctica y otros que, con duros
términos, la negaban; proliferación de la nefasta figura de la
"autorización judicial", etc.) y disvaliosas consecuencias socia-
les (práctica de la medicina defensiva; afectación de los dere-
chos de hombres y, particularmente, mujeres en situación de vul-
nerabilidad que se vieron privados de una práctica tendiente a
promover la salud sexual y reproductiva, y forzados a ventilar su
intimidad en los tribunales, etcétera).
Creemos que esta ley era muy necesaria, siendo las princi-
pales razones:
1) La necesidad de armonizar la legislación provincial.
2) Despejar cualquier duda sobre la licitud de esta prácti-
ca, de modo de evitar que quienes la solicitaran se vie-
ran expuestos a la denegatoria y eventualmente a impro-
cedentes pedidos de autorización judicial.
3) Dar cumplimiento a las exigencias del bloque de consti-
tucionalidad en los aspectos relativos al acceso a los de-
rechos sexuales y reproductivos.
4) Cubrir una concreta necesidad social, particularmente
de los sectores más vulnerables de la población ante la
ineficacia, imposibilidad o inadecuación de métodos
transitorios de planificación familiar.

a) Derecho a la salud e integridad corporal


En el marco del derecho a la salud, las intervenciones qui-
rúrgicas son, quizás, la expresión más acabada de su ejercicio
y de cómo las legislaciones han restringido las facultades y es-
156 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

tablecido sanciones cuando se interpretó que había elementos


éticos y de costumbres que sobrepujaban dichas potestades73.
La doctrina considera que, como principio general, la corporei-
dad del ser humano es indisponible74, sin perjuicio de lo cual se
permiten actos de disposición del propio cuerpo dentro de cier-
tos límites (orden público, ley, moral y buenas costumbres). En
este espíritu fue redactado el art. 20, inc. 18 de la ley 17.132/67
que prohibía a los médicos realizar intervenciones "esterilizan-
tes" si no mediaba "indicación terapéutica precisa", por el cual,
al debatir sobre contracepción quirúrgica se ha integrado el marco
normativo con los arts. 18 (derecho a la integridad física); 19
(principios de reserva y de clausura); 33 (derechos implícitos);
75, inc. 22, C.N. (tratados de Derechos Humanos y especial-
mente tutela de DsyR); 89 a 94 del Cód. Penal (delito de lesio-
nes) y 1086,1109 y concs. del Cód. Civil (acciones por daños).
El Código Penal, en el art. 91, atribuye una pena de reclusión
o prisión de tres a diez años si la lesión produjera "la pérdida...
de la capacidad de engendrar o concebir".
La dispar y muchas veces distorsionada interpretación de
las normas involucradas por parte de la comunidad médica, tra-
jo cómo consecuencia la proliferación de pedidos de autoriza-
ción judicial aun en casos expresamente habilitados por la ley
(riesgo en la vida o salud de la mujer). Como bien señala Luis
Blanco, en nuestro país se ha instaurado la mala costumbre
de solicitar "autorización judicial" para efectuar una ligadura
a mujeres mayores de edad, capaces y bioéticamente compe-
tentes75.

73
Cfr. C IFU EN T E S , Santos, Derechos personalísimos, 2" ed., Astrea, Bue-
nos Aires, 1995.
74
G OLD E N B E RG , Isidoro, "La disposición corporal: sus límites", en Dere-
cho de daños, Segunda Parte, La Rocca, Buenos Aires, 1993, p. 118.
75
BLANCO, Luis, Informe sobre los Aspectos Jurídicos de la Ligadura de
Trompas de Falopio, elaborado para el Comité Hospitalario de Ética del Hos-
pital de Clínicas "José de San Martín", Facultad de Medicina, UBA, 4/9/00.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 157

Es claro que en el caso de existir esta "indicación terapéu-


tica", el médico estaría ejerciendo válidamente su derecho. La
solución se encuentra analizando la manera de obrar de quien
tiene una situación tipificada y protegida. Esto descarta la anti-
juridicidad de la conducta (si la hubiera, idea que rechazamos)
que no podría engendrar responsabilidad para el médico que
procedió en este marco. La jurisprudencia ha sostenido reitera-
damente que habiendo precisa indicación terapéutica, no es ne-
cesaria la venia del juez. De hecho, la única norma que mencio-
na la necesidad de autorización judicial previa es el art. 19, inc.
4o de la ley 17.132, respecto de las intervenciones quirúrgicas
que "modifiquen" el sexo del paciente.

b) La necesidad de armonizar la legislación provincial


En materia de contracepción quirúrgica, las aguas estaban
divididas en la legislación.
En principio, la redacción del art. 6o, inc. b) de la ley 25.673
que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación
Responsable y su dec. regí. 1282/03, excluía la contracepción
quirúrgica, ya que exigía que los métodos fueran "reversibles, no
abortivos y transitorios", siendo permitida la esterilización por
razones terapéuticas cuando esté en riesgo la salud o vida de la
mujer por aplicación de los principios generales, si bien abun-
dan los casos en hospitales públicos en los que la negativa del
jefe de servicio o director del nosocomio obligaba a la intere-
sada a recurrir a la justicia.
El art. 8o de la nueva ley 26.130 agregó al inc. b) el siguiente
texto:
Aceptándose además las prácticas denominadas ligadura de
trompas de Falopio y ligadura de conductos deferentes o va-
sectomía, requeridas formalmente como métodos de planifi-
cación familiar y/o anticoncepción.

Córdoba ejemplifica las normativas prohibitivas: la ley 6222


de 1978, prohibía la contracepción quirúrgica expresamente en
158 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

su art. 7°, inc. b), disposición que se mantuvo en el art. 5o de


la ley 8535 de 1996, que creó el Programa de Salud Reproductiva
y Sexualidad, y su modificatoria 9073, que sólo acepta métodos
"naturales, químicos o de barrera" aprobados por la Anmat.
Ilustra el tipo de normativa "a media luz" la ley 9501 de Entre
Ríos, que reitera básicamente esta fórmula, pero al final del párr.
1o del art. 6o aclara "salvo contraindicación médica específica y
previa información brindada sobre las ventajas y desventajas de
los métodos naturales y aquellos aprobados por la Anmat", de-
jando abierta la puerta a la contracepción quirúrgica, pero con
las dificultades comentadas en este trabajo.
Dentro de las normas locales que permiten la contracepción
quirúrgica figuran Neuquén, Chaco, Santa Fe, Chubut, La Pam-
pa, Río Negro, Tierra del Fuego, Mendoza y Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
En Neuquén, la ley 2222 establece el Programa Provincial
de Salud Sexual y Procreación Responsable, incluyendo a la
esterilización en el art. Io de la ley 2431/03, modificando ade-
más los arts. 4o, 5o y 6o de la ley 2222. A su vez, cambia me-
diante el art. 2o la Ley 578 de Ejercicio de la Medicina, dero-
gando su art. 18 e incluyendo el art. 19 bis legitimando a estas
intervenciones entre las prácticas médicas permitidas. La ley ad-
junta un glosario donde define los términos "autonomía perso-
nal", "principio de autonomía" y "consentimiento informado".
Chubut incorpora la contracepción quirúrgica mediante la
ley 4950, que modifica la ley 989 art. 31, inc. p) que la prohibía
como práctica médica. Se admite aquella "preventiva" (riesgo a
la vida o a la salud) y la electiva, siendo requisito, en este caso,
el consentimiento por escrito en el que medie constancia de ries-
gos y consecuencias del procedimiento. Exige la presencia de
comités de Bioética en las instituciones públicas y/o privadas
donde se realicen estas prácticas, que cumplan funciones de ase-
soramiento y supervisión respecto de las cuestiones médicas que
puedan surgir. Finalmente, dispone que se gestionará la cober-
tura mediante obras sociales y seguridad social de la contracep-
ción quirúrgica.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 159

La Pampa habilita, mediante el art. 17, inc. d) de la Ley


2079 de Ejercicio de la Medicina que deroga el dec. 504/69,
las "prácticas quirúrgicas de infertilización potencialmente
irreductibles".
Mendoza, ante la demora del dictado de una ley regulato-
ria de la contracepción quirúrgica, la habilita mediante la resol.
2492/00. La norma establece que la ligadura de trompas, si bien
evita embarazos, no está equiparada al resto de los métodos
anticonceptivos, "existiendo importante cantidad de casos don-
de la necesidad de esta acción terapéutica se fundamenta no solo
en razones concretas físicas, sino por sus consecuencias psíqui-
cas o psicológicas, médicas y también sociales de las pacientes,
en donde tiene una gran gravitación el hospital público". Así, el
art. Io habilita el procedimiento de ligadura de trompas "para
todos los casos que donde no sean aplicables otros métodos
(fundados en razones de orden físico-clínicos y/o psicosocia-
les), cuenten con indicación médica precisa y previo consenti-
miento expreso de la paciente", debiendo ser supervisadas por
el jefe de servicio del hospital, respetando la objeción de con-
ciencia de los profesionales tratantes. Expresamente rechaza el
requerimiento de autorización (consentimiento conjunto) del
cónyuge. Asimismo, el art. 12 dispone la conformación de un
grupo interdisciplinario para asistir y contener a la paciente que
se encuentre en una situación conflictiva para decidir antes y
después de la intervención.
Río Negro, la pionera de las normas permisivas, regula la
contracepción quirúrgica en la ley 3450/00 que modifica la ley
3059/96, mediante la cual se crea el Programa de Salud Repro-
ductiva y Sexualidad Humana. El art. 7o de la 3450 reitera la
fórmula "los métodos deberán ser de carácter reversibles y tran-
sitorios, elegidos voluntariamente... salvo indicación o contrain-
dicación médica específica". El art. 3o, inc. c) autoriza la apli-
cación de métodos de contracepción quirúrgica debiendo con-
tar con el previo asesoramiento e información detallada de un
servicio interdisciplinario, el consentimiento escrito del paciente
mayor de edad, con notificación acerca de los riesgos médicos
asociados.
160 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En Tierra del Fuego se modifica el art. 8o de la Ley 509


de Salud Reproductiva, estableciendo que los métodos anticon-
ceptivos deberán ser de carácter reversible y transitorio, salvo
indicación o contraindicación médica específica, elegidos vo-
luntariamente por los beneficiarios, admitiendo como excep-
ción la contracepción quirúrgica cuando otros métodos resul-
ten insuficientes y/o inconvenientes para salvaguardar la salud,
entendida ésta en su dimensión biopsicosocial, para lo cual de-
berán contar previamente con asesoramiento e información de-
bidamente detallada de un servicio interdisciplinario. El bene-
ficiario mayor de edad deberá, en forma previa a la interven-
ción quirúrgica y con una antelación no menor a los diez días
corridos a la fecha de su realización, prestar el consentimiento
por escrito, en el que constará la expresa notificación de los
riesgos médicos asociados que se transcribirán en el mismo
documento. Cumplidos estos requisitos, no será necesario exi-
gir autorización judicial.
En Santa Fe, los métodos de contracepción quirúrgica es-
tán previstos por la ley 12.323, aprobada en agosto del 2004,
recientemente reglamentada a raíz de que tomara estado público
el caso de una mujer embarazada, madre de diez hijos, a la que
le fuera negada la intervención en un hospital de Rosario. En
este caso, y pese a la existencia de la ley, los médicos exigían
garantías legales, por objetar la intervención, considerada como
causante de una "lesión gravísima"76.
En Chaco, una ley de contenido similar a la resolución
mendocina, ha sido recientemente sancionada. Admite la ligadu-
ra tubaria y la vasectomía por "indicación terapéutica" y cuando
otros métodos no puedan ser usados por dificultades que inclu-
yen la de "orden psicológico o social". Fue sancionada por
acuerdo casi unánime y está pendiente de promulgación77.

76
Esta noticia es del 18/5/05 [http://archivo-elciudadano.com.ar/18.-05-
2005/index.php] y Notiexpress [www.raosarionet.com.ar/met/locales/notas.htm].
77
[http://www.ammar.org.ar/noticias/ligadura-trompas.htm].
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 161

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires encontramos la


norma "de la discordia": la Ley 17.132/67 de Ejercicio de la
Medicina, que en el art. 20, inc. 18, repitió el art. 19, inc. k, del
dec. 6216/44, disponiendo que les está prohibido a los profe-
sionales que ejerzan la medicina "practicar intervenciones que
provoquen la esterilización sin que exista indicación terapéutica
perfectamente determinada y sin haber agotado todos los recur-
sos conservadores de los órganos reproductores", la que luego
fue copiada en diversas normativas provinciales, e inclusive
transcripta en algunos de sus códigos deontológicos78.
Si bien ha sido materia de controversia, compartimos la sólida
postura que defíende el carácter local de esta ley, tal como con
absoluta claridad define ella misma en su art. Io, ley que ha sido
modificada en lo pertinente por la Ley Básica de Salud 153, la
Ley 418 de Salud Reproductiva, y la resol. 874/03 de la Secre-
taría de Salud.
La ley 418 reitera la fórmula de la ley nacional, al reconocer
los métodos anticonceptivos "de carácter reversible, transito-
rios y no abortivos", aprobados por la Anmat, pero la ligadura
de trompas estaba contemplada en la resol. 874/03, emitida por
la Secretaría de Salud en mayo del 2003, en respuesta a los
reiterados reclamos de la Defensoría del Pueblo, aprobando el
procedimiento de atención profesional frente a las solicitudes de
ligadura tubarias por parte de los pacientes que se atiendan en
los efectores de salud dependientes de la Ciudad, a fín de evitar
que se les exija autorización judicial a las mujeres con indicación
médica precisa y evitar riesgos en su vida o lesiones en su salud,
remarcando que la lisis tubaria no requiere autorización judicial,
ya que es una decisión que se encuentra en la esfera personalísima
de la mujer y en relación directa con el equipo médico tratante.
Es evidente que esta norma elimina cualquier duda que pudiera
subsistir sobre la improcedencia de la 17.132 para regular esta
cuestión.
78
Véase Código de Ética Médica de la Provincia de Santa Cruz. Intro-
ducción, ley 1380, 1982.
162 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La ley 26.130 cambia el inc. 18 del art. 20 mediante su art. 7o:


Modifícase al inc. 18, del art. 20, del Cap. I; del Tít. II de la
Ley 17.132 de Régimen Legal del Ejercicio de la Medicina,
Odontología y actividades auxiliares de las mismas, el que
quedará redactado de la siguiente manera: "18) Practicar in-
tervenciones que provoquen la imposibilidad de engendrar o
concebir sin que medie el consentimiento informado del/la pa-
ciente capaz y mayor de edad o una autorización judicial cuando
se tratase de personas declaradas judicialmente incapaces".

Esta modificación habilita la práctica y despeja cualquier duda


en cuanto a claridad, principal efecto buscado, si bien creemos
que por lo antedicho no sería rigurosamente prolija desde el pun-
to de vista técnico. Más allá de esta observación, la ley pone fin
a las controversias y la violación del derecho a la igualdad y no
discriminación de los habitantes, al permitir esta práctica en todo
el territorio de la República.

5.5.4. Normas provinciales específicas

- Provincia de Buenos Aires: Ley 13.066, dec. 938/03


(salud reproductiva y procreación responsable).
- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Leyes 153 (Bási-
ca de Salud), 418 y 439; dec. 208/01 (salud reproductiva
y procreación responsable), resol. 874/03 (ligadura de
trompas), ley 1044 (embarazos incompatibles con la vida),
dec. 2122/03 (fortalecimiento de los derechos de la
mujer); Ley 2110 de Educación Sexual Integral.
- Chaco: Ley 4276, dec. 426/996 (educación para la sa-
lud y procreación responsable), ley 4633 (prevención y
asistencia a padres niños); ley 4545, dec. 1518/00 (sa-
lud sexual y reproductiva), ley 4950, dec. 923/03 (con-
tracepción quirúrgica).
- Chubut: Ley 4545, dec. 1518/00 (salud sexual y re
productiva), ley 4950, dec. 932/03 (contracepción qui-
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 163

rúrgica); ley 4347 (protección de la niñez y la adoles-


cencia).
- Córdoba: Leyes 8535 (salud reproductiva y sexualidad),
9011 (salud pública), 9073 y 9099 (maternidad y pater-
nidad responsable).
- Corrientes: Ley 5527 (salud sexual y procreación res-
ponsable).
- Entre Ríos: Leyes 9051 (salud sexual y reproductiva y
educación sexual); 9356 (alumnas embarazadas).
- Formosa: Leyes 1230 (educación sexual y control de
adicciones), y 5033.
- Jujuy: (Prevención de ETS y procreación responsable),
ley 5133, dec. 2139/00 (maternidad y paternidad res-
ponsable).
- La Pampa: Leyes 1363 (procreación responsable),
2079; dec. 156/03 (contracepción quirúrgica), ley 1462
(alumnas embarazadas).
- La Rioja: Ley 7049 (educación sexual y reproductiva)
dec. 1/01 (veto parcial a la 7049), ley 7505 (deroga ley
7049).
- Mendoza: Ley 6433 (salud reproductiva), resol. 2492/00
(contracepción quirúrgica), 13.066 (educación sexual).
- Misiones: Dec. 92/98 (planificación familiar integral).
- Neuquén: Ley 2222, dec. 331/989, y 2285 (Ley de Sa-
lud Reproductiva), ley 2431 (contracepción quirúrgica).
- Río Negro: Leyes 3059 (salud reproductiva y salud
sexual), 3157 (prevención de ETS), 3055 (derecho a la
orientación sexual), 2602 (comisión educativa sobre
sexualidad humana), 3074 (suministro de ácido fólico),
3736 (registro de convivencia homosexual).
- Salta: Ley 7313 (sexualidad responsable).
- San Juan: Ley 7338 (protección integral a niños y ado-
lescentes).
- San Luis: Leyes 5344, dec. 4455/02, dec. 127/03 (sa-
lud sexual y reproductiva).
- Santa Cruz: Leyes 2656 (adhesión a la ley nacional
25.673), 2578 (alumnas embarazadas).
164 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

- Santa Fe: Ley 11.888, dec. 2442/02, dec. 3009/02 (sa-


lud reproductiva y procreación responsable); ley 10.947
(educación sexual).
- Tierra del Fuego: Leyes 509 (salud sexual y repro-
ductiva), 533 (contracepción quirúrgica), dec. 619/02
(reglamentación de las leyes 509 y 533), ley 521 (pro-
tección integral al niño/a adolescente.
- Tucumán: Ley 6848 (alumnas embarazadas).

5.5.5. Recepción en el orden positivo


de los derechos sexuales y reproductivos:
el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Tal como se ha venido diciendo, el bloque de constituciona-


lidad federal y la Constitución de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires contiene normas que recogen el derecho a la libertad
reproductiva. Dichas normas son producto de un debate plural
de convenciones constituyentes democráticas que tuvieron co-
mo objetivo común dictar principios que, estando por encima de
los intereses particulares de cada uno, permitan la convivencia
de todos. Las normas constitucionales (particularmente el art.
21, incs. 4o y 5o, y el art. 37) son la base de sustentación y
surgimiento de la ley 418 y su modificatoria 43979.
Derivada del cumplimiento de las disposiciones constitucio-
nales relativas al derecho a la salud, y estrechamente ligada al
tema que nos ocupa, la Ley 153 de Salud Básica de la Ciudad,
reconoce a los derechos sexuales y reproductivos en los arts.
4o, inc. n), 5o y 12, inc. v):
Art. 4o: Derechos. Enumeración. Son derechos de todas las
personas en su relación con el sistema de salud y con los
servicios de atención:... n) Ejercicio de los derechos repro-
ductivos, incluyendo el acceso a la información, educación,
métodos y prestaciones que los garanticen.
79
GIL DOMÍNGUEZ, "LOS derechos reproductivos...", cit., p. 161.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 165

Art. 5o: Garantía de derechos. La autoridad de aplicación


garantiza los derechos enunciados en el artículo anterior en
el subsector estatal, y verifica su cumplimiento en la seguri-
dad social y en el subsector privado dentro de los límites de
sus competencias.
Art. 12: Autoridad de aplicación. Funciones. La autoridad
de aplicación conduce, controla y regula el sistema de salud.
Son sus funciones:... v) La garantía del ejercicio de los de-
rechos reproductivos de las personas, incluyendo la atención
y protección del embarazo, la atención adecuada del parto, y
la complementación alimentaria de la embarazada, de la madre
que amamanta y del lactante.

Considerando las principales leyes locales que regulan as-


pectos relativos a los DSyR encontramos:
• Ley 103: Programa de Acciones Positivas en favor de
las Jefas de Hogar y las Mujeres embarazadas, 1999.
• Ley 418/439: Salud Reproductiva y Procreación Res-
ponsable, 2000.
• Ley 1004: Unión Civil, 2002.
• Ley 1040: Reconoce el derecho de la mujer a estar acom-
pañada durante el trabajo de parto, en el momento del
nacimiento y en la internación, 2003.
• Ley 1044: Regula el procedimiento a seguir ante situa-
ciones de embarazos con patologías incompatibles con
la vida Buenos Aires, 2003.
• Ley 1468: Crea el "Programa Acompañar" dirigido a la
atención primaria de la salud de mujeres en edad fértil,
que dependerá de la Secretaría de Salud de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, 2004.
• Ley 2110: De Educación Sexual Integral, 2006.
• Ordenanzas sobre vm/sida.

a) Ley 418 y resol. 874/03


La ley 418, vigente desde mediados del año 2000 (BOCBA:
21/7/00), pone en funciones, dando cumplimiento a los arts. 20
166 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

y 37 de la CCBA, una ley de salud sexual y reproductiva, la que


es luego modificada por la ley 439/00 y complementada por la
resol. 874/03 de la Secretaría de Salud, la que instruye a los
efectores sanitarios a fin de no exigir autorización judicial para
efectuar una intervención de contracepción quirúrgica en situa-
ciones de indicación terapéutica.
El objeto de la ley 418 es garantizar las políticas orientadas
a la promoción y desarrollo de la salud reproductiva y la pro-
creación responsable (art. Io). Describe objetivos generales (art.
3o) y específicos (art. 4o), y establece como efectores de la ley
a los equipos de salud de los centros polivalentes, hospitales
generales y hospitales monovalentes de salud mental, servicios
de obstetricia, ginecología y tocoginecología, urología, adoles-
cencia de los establecimientos asistenciales y los centros depen-
dientes del gobierno de la Ciudad, propiciando la atención in-
terdisciplinaria (art. 7o). Es destinataria de la ley la población en
general, y especialmente, las personas en edad fértil (art. 5o),
disposición esta última que generó un pedido de inconstitucio-
nalidad de la norma.
Los objetivos generales apuntan a garantizar:
• el acceso a información, prestaciones, métodos y ser
vicios;
• la atención integral de las mujeres durante el embarazo,
parto y puerperio;
• disminución de la morbimortalidad materna e infantil.

Complementando estos objetivos, el art. 4o prevé un listado


de acciones, no taxativas, a realizar:
— Brindar información para prevenir abortos provocados;
informar, asesorar y proveer métodos contraceptivos;
prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS)
y viH/sida; prevención de patologías genitomamarias, su
diagnóstico temprano y tratamiento oportuno.
— Medidas dirigidas a los adolescentes a quienes se da
prioridad en la atención de su salud sexual y reproductiva,
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 167

promoviendo la reflexión conjunta entre adolescentes y


padres. Se promueve la participación de los varones en
el cuidado del embarazo, parto y puerperio, de la salud
reproductiva y procreación responsable.

La ley menciona, en el art. 7o, los métodos contraceptivos


a ser prescriptos, los que deben ser de carácter reversible, tran-
sitorios, no abortivos y aprobados por el Ministerio de Salud de
la Nación, elegidos vomitadamente por las/os benficiarias/os lue-
go de recibir información completa y adecuada por el profesio-
nal interviniente. Éstos serían: abstinencia periódica; de barrera
(preservativos masculinos y femeninos); químicos; hormonales y
dispositivos intrauterinos.
La resolución es muy clara, y actualmente, la ley 26.130 ha
eliminado cualquier duda que pudiera subsistir al respecto,
ampliando el espectro de casos amparados ya que las interven-
ciones de contracepción quirúrgica sólo requieren el consenti-
miento informado del/la requirente, no siendo necesario ya acre-
ditar riesgo o daño a la salud o a la vida.

b) La cuestionada constitucionalidad de la ley 418


Al aprobarse la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, la Li-
ga de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios de República
Argentina y la Asociación Pro-Familia, promovieron demanda
contra la Ciudad Autónoma de Buenos Aires80, en los términos
del art. 113, inc. 2o, CCBA, solicitando la declaración de in-
constitucionalidad de los arts. 5o y T de la ley 418, modificada
por la ley 439. Manifestaron que las normas impugnadas viola-
ban el art. 31 de la C.N., al contradecir normas de orden cons-
titucional, tratados internacionales y de la legislación nacional.

80
TSJBA, expte. 480/00, "Liga de Amas de Casa, Consumidores y Usua-
rios de la República Argentina y otros c/GCBA s/acción declarativa de
inconstitucionalidad".
168 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En su demanda sostuvieron que los preceptos impugnados


lesionaban el derecho a la vida al permitir el empleo de anticon-
ceptivos abortivos o de carácter incierto, y la protección inte-
gral de la familia, que incluye, con carácter fundamental, el de
educar a los hijos. Argumentaron que la norma que autoriza a la
autoridad de aplicación a informar, asesorar, prescribir y pro-
veer métodos anticonceptivos —cualquiera sea su índole— a
menores de edad (quienes encuadrarían dentro de los destina-
tarios de la ley: "población en general, especialmente personas
en edad fértil"), sin necesidad del consentimiento expreso de sus
padres o representantes legales, o, en su defecto, del Ministerio
Pupilar, atentaba contra el ejercicio de la patria potestad, res-
guardado en los arts. 264 y ss. del Cód. Civil. Dicho Código
Civil, que confiere a los padres la responsabilidad primaria e
indelegable en la formación y protección de los hijos a través del
régimen de la patria potestad, es una ley nacional que, por ende,
no puede ser modificada, afectada ni reducida por una ley local,
lo que ocurría a su criterio, en este caso.
El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad, con fecha 27
de septiembre de 2000, declaró parcialmente admisible la de-
manda, sólo en cuanto confronta los arts. 5o y 7° (que conside-
ran destinatarios del derecho a la información y a las prestacio-
nes a personas sujetas al régimen de la patria potestad), y cier-
tas disposiciones del Código Civil relativas a dicho régimen; y
la declaró inadmisible, por incompetencia del Tribunal, en cuan-
to cuestiona el carácter abortivo de algunos métodos señalados
en el art. 7o de la ley.
Hubo nueve presentaciones en carácter de amicus curiae,
todas ellas apoyando la constitucionalidad de la norma cuestio-
nada81. En octubre de 2003 el Tribunal falló rechazando la de-
manda y confirmando la validez de la norma.

81
En esta causa se presentaron como asistentes oficiosos Andrés Gil
Domínguez, Roberto Nicholson, Germán Bidart Campos, Olga Vigliola, en su
condición de directora ejecutiva de la Asociación Argentina de Protección Fa-
miliar, Jorge T. Charalambopoulos, María Virginia Franganillo, Nelly Min-
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 169

Nos limitaremos a sintetizar los principales conceptos desa-


rrollados por el Tribunal:
Test de constitucionalidad
De acuerdo con el sistema federal de repartición de compe-
tencias, la Ciudad es competente para regular y prestar ser-
vicios de salud y educación en su ámbito territorial (...). El
escrutinio constitucional de una norma requiere un análisis
centrado en dos planos. El primero es el de la permisibilidad
de los fines de la ley establecidos por el Estado. El segundo
es el de la racionalidad de los medios elegidos para cumplir
con aquellos fines (...). En cuanto a la permisibilidad de los
fines de la ley, se ajusta al art. 37 de la Constitución de la
Ciudad Autónoma (...). Aceptada la constitucionalidad de los
fines de la ley, cabe analizar seguidamente la racionalidad de
los medios empleados para conseguir esos fines, para que la
impugnación prospere corresponde a los actores demostrar
que los medios escogidos son irracionales con respecto a los
fines permisibles y permitidos establecidos, de modo que no
basta con señalar que podría haber otros medios a disposi-
ción de los poderes públicos (del voto del Dr. Maier). La ley
define el grupo destinatario en su art. 5o: "La población en
general, especialmente las personas en edad fértil". El
agravio central de los actores parece estar dirigido a con-
siderar "sobreinclusiva" la incorporación de niños y adoles-
centes bajo el régimen de patria potestad en el grupo de
destinatarios de la ley. (...) Teniendo en consideración los fines
de la ley (prevenir embarazos no deseados, abortos y evitar
las enfermedades de transmisión sexual), concentrar la aten-
ción del diseño de la política pública en cuestión sobre las
"personas de edad fértil", independientemente de su capaci-
dad o incapacidad de hecho, parece adecuarse claramente a
la intención de incidir sobre el grupo de personas en riesgo

yersky, en calidad de presidenta de la Asociación de Abogados de Buenos Aires,


Diana Maffía, en su condición de Defensora del Pueblo de la Ciudad de Bue-
nos Aires provisoriamente a cargo, y Clorinda Yelicic, en calidad de diputada
y presidenta de la Comisión de Salud de la Legislatura de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
170 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

(siendo por tanto perfectamente razonable) (del voto del Dr.


Maier).
Si prevenir enfermedades o embarazos no deseados es un fin
permisible y permitido, la adecuación de la difusión de infor-
mación sobre métodos anticonceptivos y la prescripción de
esos métodos es claramente un medio idóneo para cumplir
con ese fin (del voto del Dr. Maier).
La pretendida cuestión federal compleja indirecta que se
suscitaría por afectación del principio de supremacía de la
Constitución y de la legislación dictada en su consecuencia
(arts. 31 y 75, inc. 12, C.N.), se ha desvanecido por completo
a partir de la sanción de la ley 25.673 (Ley Nacional de Salud
Sexual y Reproductiva), emanada del mismo órgano del go-
bierno federal que aprobara en su hora los códigos de fondo
y que ha pretendido conciliar los derechos de los padres y de
los hijos (del voto del Dr. Casas).
Patria potestad
La autoridad que se reconoce a los padres no es un fin en sí
misma, pues se encamina a cumplir con las finalidades a las
que, de forma expresa, alude la norma; que son la protección
y la formación integral de los hijos. Así definido e integrado
el concepto de patria potestad, se destacan lincamientos básicos
e insoslayables del régimen de tutela aplicable a los menores
de edad, en virtud de los cuales no se discute que: 1) el niño
es titular de todos los derechos inherentes a su condición de
persona; 2) goza, además de derechos específicos con el objeto
de garantizar su mejor desarrollo y formación; 3) los padres
o encargados de la custodia del niño son los responsables de
su crianza y educación y de velar por su bienestar, y 4) el
mejor interés del niño es el principio que rige toda la actividad
relacionada con ellos... (del voto de la Dra. Conde). Una ley
como la aquí cuestionada cumple satisfactoriamente con
pautas mínimas de preservación de la diversidad de los
grupos religiosos y culturales; pues no impone ni la adopción
de una determinada concepción de la vida ni la utilización de
métodos anticonceptivos (...). Pero lo que ningún padre po-
drá hacer será considerar que sus hijos son moldes vacíos
que pueden ser llenados con cualquier contenido; porque ello
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 171

importaría tanto como despersonalizarlos, cosifícarlos, lo que


no puede ser convalidado en derecho (del voto de la Dra.
Conde).
(...) del régimen de la patria potestad no se desprende que los
hijos menores deban contar obligatoriamente con el consen-
timiento expreso e indubitable de sus padres para informarse
sobre temas vinculados con la salud reproductiva, ni para
solicitar la asistencia pública para la prescripción de métodos
anticonceptivos, claro está, no abortivos (del voto del Dr.
Casas).
Interés superior de niño
En este aparente conflicto (...) claramente aparece como mejor
para el interés del menor que se le brinde información, edu-
cación sexual preventiva y orientadora (...). Pretender que
para cada decisión personal ligada a la intimidad o a la edu-
cación del niño o adolescente se requiere el permiso o auto-
rización de los padres parece absurdo, y contraviene clara-
mente los términos y el espíritu de la Convención (de Dere-
chos del Niño) (del voto del Dr. Maier). No hay
incompatibilidad genérica alguna entre la institución familiar
o el principio de que la educación de los niños y
adolescentes está primariamente a cargo de los padres y la
ley 418. De acuerdo a la propia ley, los padres están facultados
para acudir a los servicios médicos de la Ciudad y participar
en el asesoramiento que reciban sus hijos, pero nada ni nadie
los obliga a ello (del voto del Dr. Maier).
Capacidad y competencia
La doctrina distingue entre "capacidad" y "competencia".
Capacidad es una noción usada principalmente en el ámbito
de los contratos; por ello y por razones de seguridad jurídica,
generalmente las leyes establecen una edad determinada, a
partir de la cual se alcanza la mayoría de edad. Si la persona
no tiene esa edad o no está emancipada, el contrato médico,
por ser un acto negocial, debe ser celebrado por los repre-
sentantes legales. Competencia es un concepto perteneciente
al área de ejercicio de los derechos personalísimos; no se
alcanza en un momento preciso, sino que se va formando,
172 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

requiere una evolución; no se adquiere o pierde en un día, o


en una semana. Bajo esta denominación, se analiza si el sujeto
puede, o no, entender acabadamente aquello que se le dice,
cuáles son los alcances de la comprensión, si puede comuni-
carse, si puede razonar sobre las alternativas y si tiene va-
lores para poder juzgar (del voto de la Dra. Conde).
Respecto de la cuestión si puede el menor de edad acceder
a los estudios necesarios para la prescripción de un método
anticonceptivo y a su provisión, mediando la práctica médica
que resulte necesaria, sin necesidad del consentimiento de
sus padres o representantes legales, tendiendo en cuenta que:
1) el menor de edad está sujeto a la patria potestad de los
padres (art. 264, Cód. Civil); 2) el Código Civil establece la
incapacidad del menor respecto de los actos jurídicos; 3) los
derechos reproductivos y sexuales y el derecho a la salud son
derechos humanos personalísimos, y 4) los derechos perso-
nalísimos no son, por su naturaleza, susceptibles de ser ejer-
cidos por representante; es claro que: a) no se trata de un
acto jurídico, por lo que el estándar a aplicar es el de la com-
petencia y no el de la capacidad jurídica; b) la ley civil de
fondo es de jerarquía inferior a la Convención de los De-
rechos del Niño, que tiene rango constitucional, por lo que
evidentemente corresponde estar a lo dispuesto en el tratado
internacional, que no fija una edad determinada para el ejer-
cicio de los derechos que enuncia (del voto del Dr. Maier).
En efecto, con relación a los simples actos lícitos es irrele-
vante que el sujeto tenga capacidad, bastando con que pueda
expresar su voluntad. Para ello, es imprescindible que tengan
discernimiento, entendido como la aptitud de "entender" y dis-
tinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo convenien-
te de lo inconveniente; abarcando en su valoración las proba-
bles consecuencias del acto (del voto de la Dra. Conde). La
decisión tomada por la ley 418 asigna prioridad a la voluntad
del niño/adolescente en las cuestiones que conciernen a su
salud reproductiva. Puede interpretar (se) el art. 5o como la
concesión de un derecho subjetivo al niño/adolescente en
edad fértil para recibir servicios de asesoramiento y asisten-
cia en materia de salud reproductiva por intermedio de los
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 173

servicios médicos del Gobierno, y de capacidad para ejercer


ese derecho autónomamente (del voto del Dr. Maier). Del
mismo modo, el concepto de capacidad que emana de la CDN
es superador del que consagra el viejo art. 921 del Cód. Civil,
redactado bajo el influjo de la noción moderna de ciudadanía
que sólo reconocía como sujeto de derecho al hombre
adulto, blanco, burgués y heterosexual. En la actualidad, el
ejercicio de los derechos por parte de los niños y adoles-
centes está directamente asociado al concepto de "capacidad
progresiva" que introduce la CDN (arts. 5o y 14, entre otros).
Esto es, la capacidad entendida como un proceso a través del
cual se transita de la niñez a la adultez (del voto de la Dra.
Ruiz).
Si un/a joven menor de edad resuelve acudir a un estableci-
miento público de salud para asesorarse (...) lo hace a partir
de un grado maduro de discernimiento. Si existe ese discer-
nimiento, no resulta razonable desconocer el derecho del
menor a tomar un conocimiento de las derivaciones de la
actividad sexual, enmarcada en el ámbito de su vida privada
(del voto del Dr. Casas).
Derecho de acceso a la información La información
objetiva sobre criterios a adoptar para el cuidado de la salud, a
disposición del público en general, no puede vulnerar ni
afectar ningún derecho (criterio del art. 1071 del Cód. Civil)
y contribuye al cumplimiento de una política elemental del
Estado, como es la relativa a la atención preventiva de la
salud (...). Temer que el mero acceso a la información por
parte de un chico podría desvirtuar los principios con los que
ha sido educado importa tanto como cuestionar su solidez,
peso específico y valor educativo (del voto de la Dra. Conde).
La concesión de un derecho a informarse y a decidir sobre
cuestiones de salud reproductiva a los niños y adolescentes
en edad fértil no hace más que extender a niños y adolescen-
tes el deber general de respeto por la persona del paciente
—mandato medular de la bioética contemporánea— (del voto
del Dr. Maier).
174 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Discriminación
Tampoco puede admitirse que el Estado adopte una política
de salud dirigida a una categoría de personas determinada
por valores y creencias comunes y deje desprotegidas a otras
(...). Adviértase que, en definitiva y de acuerdo con los ob-
jetivos que la ley enuncia, de lo que se trata es de proteger
la vida, valor máximo de contenido constitucional, para la
defensa del cual resultaría absurdo que el Estado debiera
obtener un consentimiento o permiso de los representantes
del menor (...). No puede admitirse (...) que se requiera
autorización de los padres o responsables de los menores de
edad, excluyéndolos en caso de negativa. Tal accionar incu-
rriría en discriminación y tratamiento desigual de ciertos
menores con relación a otros (del voto del Dr. Maier). (...)
otra finalidad de la ley, que es la de la equidad e igualdad de
oportunidades de acceso a la información y asistencia en
materia de salud reproductiva para las personas en situación
de pobreza o las que, simplemente, no pueden acceder a un
servicio de salud oneroso, de cierto nivel científico (del voto
del Dr. Maier).
La acción como ha sido planteada contiene una pretensión de
carácter discriminatorio en razón del sexo (porque la deroga-
ción de la norma influiría sobre todo en niñas y adolescentes
de sexo femenino), de la clase (porque afectaría de forma
directa a los sectores más pobres de la población), de la orien-
tación sexual (porque al poner énfasis en la salud reproductiva
invisibiliza las demandas de información y prevención de
adolescentes lesbianas, homosexuales y travestís que con la
derogación de la norma sólo podrían ser satisfechas en el
ámbito de la salud privada), y de la edad (porque ser joven
predispone a la discriminación y marginación de manera más
intensa y notoria que para el resto de la sociedad, y la dero-
gación de las normas cuestionadas no haría más que agravar
esta situación) (del voto de la Dra. Ruiz).
Tutela de bienes jurídicos
La vida, la integridad personal y la salud, están consideradas
en la conciencia social y en el derecho positivo, como bienes
que revisten interés público y no como derechos subjetivos
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 175

privados solamente y en las últimas décadas, se han incorpo-


rado a los bloques de constitucionalidad, en un proceso que
se ha denominado como "civilización del derecho constitucio-
nal" o "constitucionalización del derecho civil" (del voto de
la Dra. Conde).
El Estado no puede legislar para unos, en detrimento del estilo
de vida de otros; sino que debe adoptar las políticas que mejor
contribuyan al desarrollo de los programas de vida de todos
los grupos religiosos, culturales y comunitarios (del voto de la
Dra. Conde).

La educación en la sexualidad se entiende como un proce-


so educativo vinculado profundamente a la formación integral
de niños y jóvenes, que apunta a la autogestión en un marco de
educación permanente y que aporta información científica y ele-
mentos de reflexión para incorporar la sexualidad de forma ple-
na, enriquecedora y saludable en todas las etapas de la vida y
acorde con el contexto económico, histórico, social y cultural en
que se vive82.
Así, se estableció que no existe conflicto alguno entre el
ejercicio de la patria potestad por parte de los padres y los
contenidos de la ley 418. Bidart Campos ha dicho que esta ley
no coarta ni descarta el ejercicio de los derechos y deberes
emergentes de la patria potestad: los deja expeditos y esto ya
parece bastante para aseverar que dicha norma no es incompa-
tible con el deber estatal de resguardar la patria potestad. En
convergencia, abre dos posibilidades: á) que los padres acom-
pañen a sus hijos (consintiendo o no oponiéndose), y b) que los
hijos con discernimiento reciban el asesoramiento y la informa-
ción por ellos mismos y por sí solos. Para el citado autor, puede
darse por aprobado el test de constitucionalidad en cuanto a la
coordinación de la patria potestad con la autonomía personal de
los hijos menores que han alcanzado la edad del discernimiento
propio83. La norma en cuestión es un medio tuitivo eficiente,

82
C E R U T T I B A S S O , "Salud y sexualidad...", cit.
83
G I L D O M Í N G U E Z , "L O S derechos reproductivos...", cit., p. 163.
176 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

necesario, y proporcional para tutelar la vida humana en forma-


ción y la vida y la salud de las mujeres de escasos recursos84,
y, agregaríamos, niños/as y adolescentes.
La manera de entender las relaciones intrafamiliares ha su-
frido drásticos cambios desde la visión que trasunta nuestro
Código Civil; al empoderamiento y equiparación de la posición
de la mujer, debe ahora sumarse la consideración de niños/as y
adolescentes que, merced los parámetros introducidos por el
ordenamiento internacional e incorporados a nuestra jerarquía
constitucional, han dejado de ser invisibles para tomar un claro
lugar como sujetos de derecho en su más activa acepción. Este
proceso de "democratización"85 familiar convive con la atenta
tutela de los más vulnerables, adultos mayores, niños y personas
con discapacidad, reconociendo tanto sus necesidades especia-
les cuanto los aportes de su capacidad en el seno familiar y so-
cial, obligando a redefinir categorías jurídicas, particularmente
aquellos hondamente arraigados en la tradición civilista.

c) Ordenanzas sobre VIH/sida


Amén de las disposiciones ya comentadas de la ley 418,
encontramos:
— Ordenanza 45.381 (BM 19.199 del 13/1/92) comple-
mentada por la Ord. 45.930 (BM 19.363) declara de
interés municipal la lucha contra el sida, creando el
Programa Municipal de Lucha contra el sida, contenien-
do la implementación de estrategias de prevención y

84
ídem, p. 162.
85
KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "El derecho del niño a su propio cuer-
po", en BERGEL-MINYERSKY (coords.), Bioética y Derecho, cit.; KEMELMAJER DE
CARLUCCI (coord.), El derecho de familia y los nuevos paradigmas, t. I, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 1999; VEGA MERE, Yury, Nuevas fronteras en el derecho de
familia, 2" ed., Colegio de Abogados de la Libertad, Lima, 2005. Véanse las
Ponencias del X Congreso Internacional de Familia, "El derecho de familia y
los nuevos paradigmas", Mendoza, 20-24/9/98, comisiones 1 y 4.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 177

educación, sanitarias, atención integral al infectado y el


enfermo, rehabilitación y reinserción psicosocial, edu-
cación y comunicación social. Prevé además el fomento de
actividades de investigación, la coordinación con
organismos nacionales y/o provinciales, el control de
prácticas médico-quirúrgicas, diseños de mecanismos de
notificación obligatoria de enfermos e informes; se-
guimiento integral de los portadores; provisión gratuita de
medicamentos. Se crea la línea telefónica SIDA. —
Ordenanza 46.021 (BM 19.745, 17/3/94), que establece
que a los solicitantes del examen prenupcial se les dará
información específica, a través de una cartilla sobre el sida,
origen, formas de contagio, normas de prevención, centros
de consulta y tratamiento. Los hospitales municipales
realizarán en modo gratuito, voluntario, anónimo y
codificado el examen de VIH a los contrayentes que así lo
pidan.

d) Ley 103, Programa de acciones positivas en


favor de las jefas de hogar y las mujeres
embarazadas
La ley 10386 crea el "Programa de acciones positivas en favor
de las jefas de hogar y las mujeres embarazadas" en el ámbito
de la Dirección de la Mujer, de la Secretaría de Promoción Social
del Gobierno de la Ciudad, teniendo como principal objeto el de
garantizar a las jefas de hogar y mujeres embarazadas de bajos
recursos económicos el ejercicio de una maternidad digna, res-
ponsable y libremente elegida, condiciones de salud, no discri-
minación y equidad social en cumplimiento de la Constitución de
la Ciudad.

86
Sane: 19/11/98, prom.: dec. 2937/98, del 18/12/98; BOCBA: 5/1/99.
178 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Este Programa tiene, como funciones básicas, la asistencia


y el asesoramiento a las jefas de hogar de menores recursos eco-
nómicos y mujeres embarazadas, prestando particular atención
a mujeres portadoras de VIH y madres de niños con necesidades
especiales (art. 4o).
El Programa comprende las siguientes acciones, descriptas
en su art. 5o:
a) Gestionar ante el Banco Ciudad de Buenos Aires la aper-
tura de un plan de créditos personales para las jefas de
hogar y mujeres embarazadas, de bajos recursos econó-
micos. Contemplará condiciones de mayor accesibilidad
que los planes existentes de créditos personales en rela-
ción con sus requisitos-garantías, tasas de interés, etc.
b) Gestionar ante las autoridades responsables de vivienda
del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la
instrumentación de planes para jefas de hogar y mujeres
embarazadas en condiciones económicas desfavorables.
c) Garantizar la existencia de escuelas infantiles en los lu-
gares de trabajo dependientes del Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
d) Crear una base de datos con las escuelas infantiles gra-
tuitas y otros establecimientos de nivel inicial con aran-
celes mínimos para facilitar el acceso a la información.
e) Asegurar que en el ámbito de la administración pública,
en la selección de personal, a igualdad de condiciones
para la cobertura de vacantes, no se discrimine a jefas
de hogar con hijos menores de edad ni a mujeres emba-
razadas.
f ) Destinar del catastro de inmuebles ociosos de propiedad
de la Ciudad, aquellos que puedan ser utilizados como
hogares de tránsito y talleres de capacitación laboral para
mujeres de bajos recursos económicos.
g) Difundir masiva y permanentemente el presente progra-
ma y todos aquellos que contribuyan a lograr los objeti-
vos de la presente ley.

El art. 6o pone en cabeza del Poder Ejecutivo las siguientes


obligaciones:
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 179

a) Destinar a jefas de hogar y mujeres embarazadas, des


ocupadas o con NBI, un 15% del monto total de los sub-
sidios que otorga la Secretaría de Promoción Social del
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
b) Incluir, en el Plan Plurianual de Inversiones, recursos para
la construcción de Hogares de Tránsito para mujeres em-
barazadas y madres de niños menores de edad.
c) Priorizar en las políticas de promoción de la zona sur de
la ciudad, la inclusión de los Programas creados por la
presente ley.

A su vez, la ley dispone en su art. 7° que el Programa Mu-


nicipal de Microempresas (Promudemi), debe incluir y prestar
apoyo a emprendimientos y microempresas familiares constitui-
das por jefas de hogar y mujeres embarazadas de escasos re-
cursos económicos a través de las siguientes acciones:
a) Privilegiar la calidad técnica-económica del proyecto y
la capacidad de ahorro sobre las garantías tradicionales
del crédito.
b) Facilitar las condiciones para la concesión del crédito a
las beneficiarías.
c) Brindar capacitación y asistencia técnica para el estudio
de viabilidad, desarrollo y la continuidad de los proyec-
tos.
d) Establecer plazos de pago flexibles adecuados a las ca-
racterísticas de cada unidad productiva.

e) Ley 1004 de Unión Civil


En esta reseña es preciso hacer, al menos, mención sobre la
Ley 1004 de Unión Civil87, en cuanto entendemos es un intere-
sante instrumento de tutela de la persona humana, su proyecto
de vida y la libertad de elección sexual.

87
Véase SIVERINO B AVIO, "Unión civil:...", cit., p. 15.
180 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Esta ley, de fines de 2002, basada en el proyecto redactado


por la jueza Graciela Medina e impulsado por la Comunidad
Homosexual Argentina junto a diversas agrupaciones de dere-
chos humanos, contó, a lo largo del proceso, con el expreso
respaldo de diversas cátedras de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires, la Subsecretaría de Derechos
Humanos de la Nación, el Instituto Nacional contra la Discrimi-
nación, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires
y la Dirección General de Derechos Humanos del Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires, entre otros.
La norma posibilita la constitución de uniones civiles, las que
podrán ser registradas, independientemente del sexo de sus in-
tegrantes, en el ámbito del Registro Civil y Estado de las Per-
sonas, en un Registro de Uniones Civiles de Solidaridad, a fin
de que, a solicitud de sus integrantes, se inscriba la formación
de la Unión Civil, y se otorgue constancia de su vigencia y di-
solución, previa acreditación de domicilio, mayoría de edad, no
incurrir en los impedimentos descriptos, convivencia en una
relación de afectividad estable y pública por un período mínimo
de dos años, estableciendo que "para el ejercicio de los dere-
chos, obligaciones y beneficios que emanan de toda normativa
dictada por la ciudad, los integrantes de la unión civil tendrán un
tratamiento similar al de los cónyuges".
En los fundamentos del Proyecto se hace hincapié en que
la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires establece en su
art. 11:
Todas las personas tienen idéntica dignidad y son iguales ante
la ley. Se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no
admitiéndose discriminaciones que tiendan a la segregación
por razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación
sexual, edad, religión, ideología, opinión, nacionalidad, carac-
teres físicos, condición psicofísica, social, económica o cual-
quier circunstancia que implique distinción, exclusión, restric-
ción o menoscabo. La Ciudad promueve la remoción de los
obstáculos de cualquier orden que, limitando de hecho la igual-
dad y la libertad, impidan el pleno desarrollo de la persona y
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 181

la efectiva participación en la vida política, económica o social


de la comunidad.

Además, los Fundamentos de la iniciativa hacen una exhaus-


tiva referencia al derecho comparado, mencionándose la legis-
lación de Dinamarca, Noruega, Suecia, Hungría, Holanda y
Francia, entre otras.
Pese a abrir un ámbito de incumbencia amplio, el foco de
debate fue el otorgar esta posibilidad a parejas homosexuales.
Problemas de adecuación federal han generado interesantes
controversias, requiriendo un análisis que, por cuestiones de es-
tilo y espacio, obviaremos en esta ocasión.
Paralelamente, en la provincia de Río Negro, en diciembre
de 2002, se sancionó la ley 3736 que regula la convivencia de
parejas homosexuales. La ley prevé, en su art. Io, que las pa-
rejas del mismo sexo podrán efectuar una declaración jurada
que certifique la convivencia ante la autoridad competente, con
la presencia de dos testigos (art. 2o), la que permitirá ejercer
todos los derechos y obligaciones que la ley provincial establez-
ca para parejas convivientes (art. 4o)88.
La pregunta que podemos encarar como ciudadanos sería,
no a cuánta gente le molesta esta ley, o a cuánta beneficia, sino
si esta disposición responde a una exigencia constitucional.
La Corte Suprema ha reconocido de antiguo, y sin titubeos
desde la restauración de la democracia, un plexo de derechos
dentro del cual puede el ser humano desarrollar su proyecto de
vida, siendo "que el Estado no debe imponer ideales de vida a
los individuos sino ofrecerles la libertad para que ellos elijan",
y advirtiendo sobre el peligro de la violencia estatal respecto del
fuero íntimo, abarcando un sistema de valores, no necesariamente
religiosos, en los que el sujeto podía basar su propio plan de
vida, que debían ser protegidos. El problema desde la declara-

88
[www.notivida.com.ar/legprovincial/rionegro/registro-de-convivencia-
Iey3736htm].
182 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ción de tan nobles principios ha sido que, en la práctica, los que


han recibido efectivo apoyo y certera tutela han resultado ser
los proyectos de mayorías. Los derechos de las minorías sexua-
les han ido ganando muy lentamente cierto reconocimiento en la
jurisprudencia nacional y a nivel administrativo local.
La decisión de unir el propio destino al de la persona amada
es, sin duda, una de las más trascendentales por las que pueda
optar el ser humano, concretando de manera integral su dimen-
sión coexistencial. Dentro de esto, el sexo y las demás carac-
terísticas de la persona con quien decida unirse quedan estric-
tamente bajo el amparo del principio de reserva. Por otra parte,
el concepto de familia ha variado enormemente en las últimas
décadas, separándose lenta, pero inexorablemente, del de ma-
trimonio: familias monoparentales, ensambladas, etc., así lo ates-
tiguan.
De esta distinción parte la ley en discusión; no anular, deni-
grar o burlar el matrimonio, sino asegurar algunos derechos
fundamentales a personas unidas por fuertes lazos afectivos,
estables y públicos, que no tienen la opción de recurrir a la
institución matrimonial; encontrando fundamento en los princi-
pios de solidaridad y justicia. La unión civil no es matrimonio,
ni goza de las prerrogativas de éste, basta ver cuestiones
definitorias como derecho alimentario y sucesorio; sí permite
acompañar a la pareja enferma en terapia intensiva, compartir
beneficios de la previsión social, planes sociales y seguro médi-
co en el marco de la jurisdicción de la Ciudad. Es una ley de
fuerte contenido simbólico y testimonial que protege a las per-
sonas y lo que a éstas les es más caro: libertad de afectos y
proyectos.

í) Ley 1040
La ley 1040 (sane: 12/6/03; prom.: dec. 945, 7/7/03;
BOCBA: 10/7/03) se limita a enunciar en su art. 1o que "toda
mujer tiene derecho, en el transcurso del trabajo de parto y en
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 183

el momento del nacimiento, como así también en la internación,


a estar acompañada de la persona que ella designe"; siendo
obligación del personal de los establecimientos asistenciales
informar a la embarazada de este derecho (art. 2o), debiendo
los efectores del sistema de salud implementar en el subsector
público las medidas necesarias para capacitar al personal pro-
fesional y no profesional a adecuar los recursos físicos y la
estructura organizativa a esta modalidad (art. 3o).

g) Ley 1044, "Embarazos incompatibles con la vida"


En el campo de la medicina, la creciente posibilidad de
anticipar situaciones clínicas trae aparejado el debate sobre las
decisiones a tomar frente a ellas; tal es el caso de las técnicas
de diagnóstico prenatal, diagnóstico preimplantatorio, tests de
detección de enfermedades genéticas, etc., así como problemas
relativos al manejo de información sensible, márgenes del deber
de confidencialidad y de nodiscriminación, conflictos entre li-
bertad de investigación y tutela de la integridad personal, moda-
lidades del consejo genético, entre otros, y el hecho insoslaya-
ble que indica la posibilidad de diagnosticar y predecir mucho
más de lo que es posible curar o inclusive, tratar, llevando implíci-
ta la discusión sobre la permisividad y el apoyo jurídico-finan-
ciero a cuestionadas líneas de investigación, como es el caso
paradigmático de la utilización de stem cells de origen embrio-
nario con fines terapéuticos.
La medicina ha sido entendida tradicionalmente como "el ar-
te que tiene por fin conservar la salud y curar las enfermeda-
des", doble condición que se remonta a la mitología griega89. A
estas funciones preventiva y curativa, debe agregarse el con-

89
En la que Asclepio era representado por sus dos hijas, Higias, para
proteger la salud y Panacea, para restaurarla (MAINETTI, José A., Bioética
sistémica, Quirón, La Plata, 1994, p. 14).
184 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cepto de "calidad de vida", como nombre polisémico que engloba


el concepto de salud como prioridad política planetaria según el
concepto de la OMS, y entre cuyos componentes podrían iden-
tificarse: el bienestar, el ambiente, el estilo de vida, los servicios
de salud y la genética; y, finalmente, la medicina desiderativa o
antropoplástica, que constituye el nuevo sesgo de la tecno-
ciencia, cada vez más transformadora/remodeladora de la natu-
raleza humana, nueva medicina que ya no se limita a restaurar el
orden natural reparando el daño, sino que aspira a instaurar un
nuevo orden superando los condicionamientos biológicos.
Esta medicina desiderativa podrá presentarse como pre-
dictiva, psicoconductiva, perfectiva, permutativa o paliativa. Nos
limitaremos a señalar algunas cuestiones que plantea en un caso
concreto la medicina predictiva, que "lleva la carga moral del
conocimiento, como el oráculo de Apolo que anunció a Layos
y Yocasta el nacimiento del hijo que mataría al padre y despo-
saría a la madre... nuestra medicina se enfrenta a un nuevo dilema
ético oracular: to test or not to test"90.
Un ejemplo puede verse en la problemática adyacente a los
embarazos "incompatibles con la vida". Nos referiremos al pro-
ducto de la concepción afectado de anencefalia, patología
detectable desde el final del primer trimestre mediante una sim-
ple ecografía, dado que ésta plantea, quizás como pocos casos
clínicos, un amplio abanico de delicadas cuestiones éticas y
jurídicas.
Como comentábamos al hablar sobre la ley de enriqueci-
miento de harinas y en trabajos precedentes91, entre los años
2000 y 2002 se hicieron públicos numerosos casos judiciales en
los que se solicitaba una orden o autorización para la interrup-
ción o inducción al parto de un feto anencéfalo.
Un asunto que se debatió intensamente fue si la situación
originalmente planteada, una mujer embarazada de un feto

90
Ib íd e m , p . 1 7 .
91
S I V E R I N O B A V I O , "Algunas cuestiones éticas...", cit.; "Comentario a la
ley 1 044 ..." , cit.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 185

anencefálico92 que desea adelantar el parto, planteaba un con-


flicto para el Derecho. Así, una cuestión elemental consistía en
determinar si va a entenderse que existe o no una tensión de
derechos y de ser así, cuáles serían los parámetros a tomar en
cuenta en el caso concreto. Para quienes entienden que habría
derechos ubicados en un inmutable escalafón donde el derecho
a la vida del no nacido ocuparía el primerísimo lugar, la situa-

92
La anencefalia es una anomalía neurológica congénita, una de las alte-
raciones en la formación del cerebro resultante de la falla en etapas precoces
del desarrollo embrionario del mecanismo de cierre del tubo neural llamado de
inducción dorsal. Se caracteriza por la falta de huesos craneanos (frontal occipital
y parietal) hemisferios y la corteza cerebral. El tronco cerebral y la médula
espinal están conservados aunque en muchos casos se acompaña con defecto
de cierre de la médula espinal, tnielomeningocele. La anencefalia se distingue
claramente de otros defectos de la inducción dorsal por el aspecto de "rana"
de los pacientes afectados en los que hay una falta total de calota craneana y
cobertura de las estructuras neurológicas restantes. El defecto es cubierto por
una membrana gruesa del estroma angiomatoso, pero nunca por hueso o piel
normal; la ausencia o destrucción del cerebro es sustituida por una masa rudi-
mentaria de tejido mesenquimático y ectodérmico. Alrededor del 75% de los
fetos afectados muere intraútero y del 25% del restante nacido vivos, de los
cuales el 57% fallece dentro de las primeras horas y alrededor del 15% fallece
dentro de los tres dias, las sobrevidas más largas son excepcionales. En la
anencefalia la inexistencia de las estructuras cerebrales (hemisferios y corteza)
con la sola presencia del tronco cerebral provoca la ausencia de todas las fun-
ciones superiores del sistema nervioso central que tienen que ver no sólo con
la parte motora, sino con la existencia de la conciencia y que implican la
congnición, la vida de relación, comunicación, afectividad, emotividad; mante-
niendo tan solo la presencia efímera de las funciones vegetativas que contro-
lan parcialmente la respiración, las funciones vasomotoras y las dependientes
de la médula espinal. Un feto o posteriormente un nacido anencéfalo carece
por completo y de forma irreversible de funciones motoras y cognocitivas; la
anencefalia es el equivalente en los niños al estado vegetativo permanente (EVP)
que implica la pérdida absoluta de conciencia, la afectividad y la comunica-
ción, con conservación de los ciclos sueño-vigilia, reflejos y movimientos ocu-
lares, respiración espontánea reflejos protectores del vómito y la tos. Cfr.
GHERARDI, Carlos, y KURLAT, Isabel, "Anencefalia e interrupción del embara-
zo", separata de Nueva Doctrina Penal, 2000-B; "The medical task forcé on
anencephaly. The infant with anencephaly", The New England Journal of
Medicine, vol. 322, n° 10, march 8, 1990, p. 669.
186 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ción, si bien no exenta de dramatismo, presenta una solución


simple: el valor vida del feto es inalienable y el deber de la madre
es llevar a término el embarazo93; no habría conflicto. Desde la
orilla opuesta se ha sostenido que tampoco habría colisión de
derechos, ya que el conflicto no se plantea entre la madre y "la
vida del niño por nacer (siendo que) esta última no está enjuego
dada la fatalidad del diagnóstico"94. Para quienes, por el con-
trario, consideramos que el ordenamiento no reconoce derechos
absolutos y que hay, al menos, dos valores en conflicto, el valor
vida (vegetativa) del feto y la salud de la madre, el caso plantea
un dilema o colisión de derechos fundamentales, que debe ser
resuelto en el caso concreto95.

93
"Pero esta dificultad (continuar con el embarazo de un anencéfalo) que
habrá de requerir conductas ciertamente heroicas no puede servir de base a
una decisión que implique el dar voluntariamente muerte a una vida humana
inoce nte " . M A Z Z I N G H I , Gab riel, "A utorización pa ra ab ortar d enega da (c ome n-
t a r i o a l f a l l o , ' B . d e S . , H .C . y S . C . A s / a u t o r i z a c i ó n ') " , E D , 1 7 2 - 2 9 5 . C a b e
p r e g u n t a r se s i l a s c o n d u c t a s h e r o i c a s , t a l c o m o p r o p o n e e l a u t o r , s o n c o m p a -
tibles con las exigencias y parámetros de un régimen republicano; por otra parte
repudiamos el uso del término "vida humana inocente" (¿cuál sería la vida hu-
mana "culpable"?) ya que su única finalidad es dibujar un pseudoconcepto a
fin de defender la pena de muerte. Sobre el deber de la madre: fallo "TS" disi-
dencia juez Casas, dictamen del fiscal general, en la sentencia de la CSJN, disid.
Dr. Boggiano y voto de mayoría caso "BA" sentencia de la SCBA; "...advierto
una enorme desproporción entre los valores en juego..."; véase voto del juez
Negri caso "BA"; voto en disidencia del juez Casas en el fallo "TS" (STJBA).
94
B A C I G A L U P O , Pablo, y M A S S A G L I A , María V., "Parto inducido: alarman-
tes discrepancias sobre una misma cuestión", Doctrina Judicial, 2001-3,
ps. 639 y ss. Los autores plantean la necesidad de reformar el Código Civil
excluyendo a los fetos y embriones "no viables" de la tutela jurídica, ya que al
carecer de la "potencialidad para convertirse en personas..., no deberían ser
considerados nasciturus".
95
Compartimos la opinión de Gil Domínguez en tanto "no surge del
bloque de constitucionalidad federal ningún precepto que establezca un dere-
cho a la vida desde la concepción absoluto, inalienable, natural. Por el contra
rio, emana que a partir del momento de la concepción la vida humana en for-
mación es merecedora de protección constitucional, pero dicha cobertura (amén
de no ser sinónimo de tutela penal sino de utilización de la vía tuitiva más
idónea, proporcional y necesaria) no es absoluta, sino que en el supuesto de
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 187

A estas alturas, el tema se había instalado en la sociedad, y


la profusión de casos judiciales, a pesar de lo dicho en "TS", así
como el hecho de que las sentencias devinieran prácticamente
abstractas, ya que las mujeres se hallaban próximas a la fecha
de parto para cuando se obtenía el pronunciamiento judicial, hizo
evidente la necesidad de contar con una norma que resolviera la
cuestión.
En este orden de ideas se sancionó la ley 104496, pero,
¿resolvió la cuestión?
La ley establece que su objeto será "regular, en el marco de
lo establecido por la ley 153, el procedimiento en los estable-
cimientos asistenciales del sistema de salud de la Ciudad Autó-
noma de Buenos Aires, respecto de toda mujer embarazada con
un feto que padezca anencefalia o patología análoga incompa-
tible con la vida" (art. 1o). El art. 2o define como feto inviable
al "que padece una patología incompatible con la vida cuando
presente gravísimas malformaciones, irreversibles e incurables,
que producirán su muerte intraútero o a las pocas horas de na-
cer, circunstancia que conforme el art. 3o debe ser fehaciente-
mente comprobada por el médico tratante mediante la reali-
zación de dos ecografías obstétricas. Según dispone el art. 4o,
dentro de las setenta y dos horas de la confirmación del diag-
nóstico el médico está obligado a informar a la mujer embara-
zada y al padre, si compareciere, "explicándoles de manera clara
y acorde con sus capacidades de comprensión, el diagnóstico y
pronóstico de la patología que afecta al feto, las posibilidades
de continuar o adelantar el parto y los alcances y consecuencias

colisión entre la vida humana en formación y otros bienes constitucionales, es


posible desde la óptica de la vigencia y la validez constitucional que se prioricen
estos bienes por sobre la vida humana en formación" (GIL DOMÍNGUEZ, Andrés,
"La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires y el parto inducido de
una vida humana en formación: de cuando las convicciones personales se im-
ponen a los valores constitucionales en el ejercicio de la jurisdicción constitu-
cional", nota a fallo, LLBA, 2001, ps. 1293-1298). 96 BOCBA: 21/7/03.
188 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

de la decisión que adopte. Debe dejarse constancia en la histo-


ria clínica de haber proporcionado dicha información debida-
mente conformada por la gestante".
El art. 5o determina que el establecimiento asistencial debe
brindar tratamiento psicoterapéutico a la gestante y su grupo fa-
miliar desde que le son informadas las características del emba-
razo hasta su rehabilitación. El art. 6o describe los requisitos para
proceder al adelantamiento del parto:
Si la gestante, informada en los términos del art. 4o decide
adelantar el parto, se procederá a la realización de dicha prác-
tica una vez cumplidos los siguientes requisitos indispensa-
bles y suficientes: a) certificación de la inviabilidad del feto
registrada en la historia clínica de la embarzada, con rúbrica
del médico tratante, del médico ecografista y del director del
hospital; b) consentimiento informado de la mujer embarazada,
c) que el feto haya alcanzado las veinticuatro semanas de edad
gestacional, o la mínima edad gestacional en la que se registra
viabilidad en fetos intrínseca o potencialmente sanos.

El art. 8o contempla el derecho a la objeción de conciencia


de los profesionales de los servicios de obstetricia y tocogine-
cología del subsector estatal de salud.
En síntesis, la ley habilita a la mujer embarazada de un feto
anencefálico —ecografía y consentimiento informado median-
te— a solicitar una inducción del parto a partir de los seis meses
de gestación.
La ley, que en su presentación alega defender mediante su
dictamen el derecho a la salud de la mujer embarazada y su núcleo
familiar, profundamente afectado por una gestación que sólo
derivará en dolor y muerte, violenta abiertamente estos dere-
chos al exigir el plazo de seis meses de gestación, en una redac-
ción hipócrita y alejada de toda realidad humana, médica y ju-
rídica.
No pretendemos devaluar el trabajo intenso y comprometi-
do de quienes lucharon por lograr la posibilidad de elección de
la mujer y la defensa de su vida y su salud mediante el dictado
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 189

de una ley, sino señalar un claro ejemplo de las restricciones


concretas y reales que enfrentan las mujeres en el acceso a sus
derechos sexuales y reproductivos, poniendo en riesgo su vida,
salud y dignidad.
La artificiosa idea del "adelantamiento" aparece en escena
dado que en la mayoría de los casos judiciales resueltos, el tiempo
gestacional no posibilitaba interrumpir el embarazo mediante un
aborto, requiriéndose una inducción al parto; tanto es así que
sendos pronunciamientos devinieron prácticamente abstractos,
ya que las mujeres estaban próximas a cumplir los nueve meses
de gestación, una dilación equivalente a denegación de justicia
(así pasó en los casos "TS" y "BA").
En el caso decidido por la CSJN se puso gran énfasis en
declarar que bajo ningún concepto se estaba frente a una auto-
rización para abortar, que dado el tiempo de gestación —buena
parte de la cual transcurrió en el proceso— era una inducción
al parto. Quienes han aceptado esta solución coinciden en que
no se estaría frente a un aborto, al no concurrir los elementos
del tipo penal; el deceso ocurrirá por la patología del feto, y no
por el adelantamiento del parto. Más allá de su precisión, esta
deducción pareciera haber traído paz a muchas conciencias ator-
mentadas por el hecho de que existiera la mínima posibilidad de
"abrir una puerta al aborto" (afirmación curiosa si se tiene en
cuenta que esa "puerta" está abierta desde 1921). La figura de
la inducción, precisiones obstétricas al margen, no es más que
un eufemismo "políticamente correcto" con el que se buscó zan-
jar la discusión, pero que no soluciona el problema. Se ve, tras
bambalinas, el protagonismo del postulado de la sacralidad de
la vida (del no nacido) y su pretendido valor absoluto, pese a
ser esta tesis contraria a la manda constitucional.
Sin que esto implique desconocer el avance que la ley sig-
nifica, especialmente para mujeres de sectores vulnerables de la
sociedad, ni los bienintencionados esfuerzos que demandó su
concreción, es inocultable la hipocresía que destila la norma,
plasmada en los incs. a) y c) del art. 6o.
190 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El inc. a) exige la certificación de la inviabilidad del feto,


y el inc. c) demanda que se cumpla el plazo de gestación de
un feto viable. Que, dicho sea de paso, entre la posibilidad
de la detección y la fecha prescripta, pueden mediar hasta
doce semanas.
Ahora bien, desarrollados y aceptados los argumentos que
ante la colisión de derechos que enfrentaban la salud de la madre
y la vida de un feto incapaz de sobrevivir a su proceso gestacional,
han entendido que debe prevalecer la integridad psicofísica de
la madre (y su grupo familiar), por el gravísimo daño que con-
tinuar el embarazo le causa, motivando sendos fallos judiciales
y el dictado de esta ley, ¿cómo puede entenderse la exigencia
que obliga a la mujer a gestar el doble de tiempo para esperar
el "natural adelantamiento del parto"? Lo notable es que, ade-
más, estos tres meses que pueden transcurrir hasta llegar al plazo
de ley son aquellos en los que se producen los cambios más
radicales en el cuerpo de la mujer, su vientre comienza a crecer
y notarse, ya es indiscutible que está íntima, y socialmente, em-
barazada. El dolor de estos tres meses ha quedado fuera de
discusión; la ley mira para otro lado, porque este drama le mo-
lesta, al ponerla frente a una palabra tan tosca, tan poco elec-
toral, como "aborto".
En la situación bajo examen debe ser admitida la posibilidad
de la mujer de optar por la interrupción del embarazo sin some-
terla a una cruenta espera; mujer que tiene, siempre, la elección
de continuar con esa gestación, ver nacer a su hijo y enterrarlo,
si es que así desea vivenciar su duelo. Pero la conducta heroica
es una posibilidad moral, no una obligación legal.
El inc. c) viola esos mismos derechos que la ley dice tutelar.
Acudir a la ficción del hijo sano no sólo da la espalda a la rea-
lidad, sino que hasta parecería cruel. Y no hablamos de posibi-
lidades teóricas, esto ya ocurrió, merced la lamentable decisión
de un juez de Río Negro, el que, pese a que los dictámenes del
Cuerpo Médico Forense y la Asesoría de Menores (la pareja
tenía un hijo de 3 años) aconsejaban la interrupción del emba-
razo, autoriza la inducción al parto al llegar al octavo mes
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 191

—para lo que faltaban más de dos meses—, de modo de ase-


gurar que "no abre ninguna llave para legalizar el aborto".
Vale señalar que en diciembre de 2005 el Comité de Dere-
chos Humanos de Naciones Unidas condenó al Perú por con-
siderar que había incurrido en responsabilidad internacional al
violar los derechos humanos de una mujer tutelados por los arts.
2o, 7o, 17 y 24 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, a la que estando embarazada de un feto anecefálico
se le negó la posibilidad de abortar, debiendo indemnizar a la
recurrente y adoptar medidas para evitar que esta situación se
repita en el futuro97.

h) Ley 1468, "Programa Acompañar"


La ley 1468 (BOCBA: 27/10/05, y su dec. 1868/05) crea el
"Programa Acompañar" dirigido a la atención primaria de salud
de las mujeres en edad fértil. Este Programa se desarrollará en
los Centros Médicos Barriales o en los Centros de Salud y Acción
Comunitaria de la Ciudad.
Si bien la ley, en su art. 2o, da una completa lista de obje-
tivos, el decreto reglamentario trata únicamente de la atención a
la mujer embarazada.
La ley prevé el dictado de cursos de Preparación Integral
para la Maternidad y la Crianza y, conforme el decreto regla-
mentario, el Programa "Acompañar" consta de seis reuniones a
las que las embarazadas y su acompañante podrán ingresar en
cualquier momento; se busca unificar mediante el programa pau-
tas sobre la maternidad, lactancia materna y salud reproductiva.
La ley describe como objetivos del Programa:
a) brindar información acerca de las posibilidades de traba-
jar y reflexionar sobre la gestación;

97
CCPR/C/85/1153/2003, caso "Karen Noelia Llanytoy Huamay c/Es-
tado del Perú".
192 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

b) educar en salud reproductiva, embarazo, parto, puerperio


y crianza;
c) estimular la lactancia materna exclusiva;
d) disminuir los miedos y ansiedades que puedan aumentar
el índice de patologías;
e) preparar a la mujer para que participe activamente en el
proceso de parto;
f ) concientizar a la mujer de las ventajas del parto humani-
zado;
g) disminuir el parto por cesárea y estimular el parto vaginal;
h) fomentar el parto vaginal;
i) estimular el vínculo madre-hijo;
j) fomentar la importancia del control prenatal;
k) informar sobre la importancia de la consulta precon-
cepcional;
/) utilizar el espacio del curso para crear un vínculo con las
pacientes pudiendo realizar acciones que fomenten la sa-
lud y prevenir la enfermedad;
//) revalorizar el rol de la obstétrica para que la embarazada
reconozca en el equipo de salud a una integrante que pueda
darle apoyo, contención y sostén afectivo;
m) concientizar al equipo de salud de la importancia difusión
del curso.

i) Ley 2110, Educación Sexual Integral


La ley 2110 (BOCBA: 20/11/06) establece la enseñanza de
Educación sexual integral en todos los niveles obligatorios y en
todas las modalidades del sistema educativo público de gestión
estatal y de gestión privada y en todas las carreras de formación
docente dependientes del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires
(art. Io), garantizando el derecho a la información para el ejer-
cicio de una sexualidad integral responsable y con formación en
valores. Será el Ministerio de Educación quien elaborará los
contenidos curriculares obligatorios mínimos, graduales y trans-
versales conforme las distintas etapas de desarrollo de las/os
alumnas/os (art. 2o).
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 193

En el art. 3o se define a la educación sexual integral como


aquel "conjunto de actividades pedagógicas destinadas a favo-
recer la salud sexual, entendida como la integración de los as-
pectos físicos, emocionales, intelectuales y sociales relativos a
la sexualidad para promover el bienestar personal mediante la
comunicación y el amor".
Es interesante transcribir los principios en los que basa la
"educación sexual integral" en un punto que se diferencia clara-
mente de la ley nacional 26.150 (Programa Nacional de Educa-
ción Sexual Integral, de octubre de 2006) al avanzar en la
explicitación de lo tenido en vista por la norma local:
1) La integralidad de la sexualidad abarca el desarrollo
psicofísico, la vida de relación, la salud, la cultura y la
espiritualidad y se manifiesta de distintas maneras en las
distintas personas y momentos de la vida.
2) La valoración de la comunicación y el amor como com-
ponentes centrales de la sexualidad.
3) El reconocimiento y la valoración de la responsabilidad y
el derecho a la intimidad como elementos indispensables
en los comportamientos sexuales.
4) El respeto a la diversidad de valores en sexualidad.
5) El rechazo a toda práctica sexual coercitiva o explotado
ra y a todas las formas de abuso y violencia sexual.
6) El reconocimiento y la valoración del derecho de los ni
ños/as adolescentes y jóvenes a ser especialmente ama
dos/as protegidos/as y cuidados/as.
7) El reconocimiento de la perspectiva de género conforme
el art. 38 de la CCBA.
8) El reconocimiento y valoración de las familias como ám-
bito de cuidado y formación de los niños, adolescentes y
jóvenes.

Los objetivos de la ley (art. 5o) están en amplia sintonía con


las propuestas de acción de la CIPD (especialmente Caps. VII.C
y E, IV.B; VIII D).
194 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La ley busca:
a) Promover una concepción positiva de la sexualidad.
b) Brindar información científica, actualizada y adecuada a
cada etapa del desarrollo.
c) Fomentar el cuidado responsable de la salud sexual y la
maternidad y paternidad responsable.
d) Prevenir toda forma de abuso y violencia sexual.
é) Promover la modificación de los patrones sociocultural-
mente estereotipados para eliminar prácticas basadas en
el prejuicio de superioridad de género.
f) Promover el cumplimiento de los arts. 11 y 23 de la
CCBA.

Asimismo, el Ministerio de Educación de la Ciudad garan-


tiza la oferta de talleres de formación y reflexión para padres,
madres u otro representante legal, respetando las convicciones
de cada comunidad educativa; la formación de los docentes y la
organización de encuentros periódicos de diálogo, actualización
e intercambio en materia de educación sexual integral.
En este brevísimo repaso legislativo que no pretende ser
taxativo, hemos pasado revista a los principales aspectos de los
DsyR: acceso a información y educación, derecho de libre elec-
ción sexual, acceso a los métodos contraceptivos, lucha contra
las enfermedades de transmisión sexual, especialmente vm/sida,
y acciones positivas de tutela de la maternidad, tal como han
sido plasmados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

6. Barreras que impiden el acceso


a los derechos sexuales y reproductivos

Los registros bibliográficos sobre el tema coinciden en iden-


tificar tres principales obstáculos que truncan el acceso de las
mujeres a la anticoncepción: la violencia doméstica y sexual; la
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 195

entrega de información incorrecta e inadecuada por los funcio-


narios de salud pública, y las restricciones económicas98.
La violencia doméstica y sexual constituye una enorme ba-
rrera para las mujeres que quieren acceder a anticonceptivos y
tomar control de sus cuerpos y de su salud reproductiva.
Varias son las manifestaciones de la violencia de género en
relación a la salud; podemos intentar una enumeración de los
supuestos más comunes:
1) Golpizas durante el embarazo; una investigación publi-
cada por el Banco Mundial en 1994 informaba que en
Latinoamérica se comprobó que constituye un riesgo dos
veces mayor de aborto espontáneo y cuatro veces ma-
yor de nacimientos de niños de bajo peso al nacer.
2) Violaciones conyugales.
3) Abortos en malas condiciones sanitarias.
4) Esterilizaciones forzadas.
5) Abuso sexual en la niñez.
6) Acceso difícil o escaso a servicios de salud.

98
Vale citar in extenso el Informe de Human Watchs sobre el particular:
"A pesar de los notables avances recientes en el área de la participación polí-
tica e independencia económica de la mujer, médicos y cónyuges siguen man-
teniendo control sobre la salud reproductiva de las mujeres a través de leyes y
prácticas que someten el proceso de toma de decisiones de la mujer a interfe-
rencia arbitraria externa.
Históricamente, varios gobiernos han legislado en materia de anticoncepción
y aborto como si las mujeres fueran instrumentos reproductivos y no seres
humanos en igualdad de condiciones, contribuyendo de este modo a una arrai-
gada sensación entre proveedores de salud y políticos de que el control de la
natalidad y la salud reproductiva de alguna manera son conceptos ilegítimos,
amorales, e inclusive ilegales.
Las consecuencias para la salud y vidas de las mujeres son nefastas, y, en
ocasiones, mortales... (los) esfuerzos hasta la fecha continúan siendo minados
por funcionarios de la salud pública que se oponen a la reforma, algunos de
los cuales temen ser objeto de represalias por parte de poderes locales" (del
Informe junio 2005 Human Watchs sobre derechos reproductivos en la Argen-
tina [http://hrw.Org/spanish/informes/2005/argentina0605/5.htm].
196 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

7) Construcción social estereotipada del cuerpo femenino


(dietas forzadas, gimnasias especiales, operaciones es-
téticas, trastornos de alimentación)99.

Pese al amplio marco normativo enunciado en el acápite


anterior, mucho queda por hacer en el camino de la concreción
y acceso a los derechos sexuales y reproductivos en nuestro país.
Por ser crudamente ilustrativo, reproducimos a continuación
parte del Informe sobre derechos reproductivos en la Argentina
en lo tocante a la cuestión:
En el año 2003, el gobierno comenzó a implementar un muy
necesitado programa nacional sobre salud reproductiva. La
intención de este programa es abordar los obstáculos econó-
micos de las mujeres pobres al acceso a los anticonceptivos
a través de la distribución gratuita de algunos métodos an-
ticonceptivos en el sector de salud pública. Otra intención es
enfrentar las diferencias en acceso a los anticonceptivos entre
las provincias, ya que el gobierno nacional se compromete a
través del programa a proveer todos los métodos anticon-
ceptivos necesarios y aprobados por el mismo a las provin-
cias que se subscriben. Ante la presión continua por parte de
la sociedad civil, y como resultado de su compromiso ante-
riormente articulado, el gobierno lanzó en abril de 2005 una
campaña pública para informar a la población en general sobre
los servicios de salud reproductiva que son accesibles a tra-
vés del programa nacional, calificando de derecho legal el
acceso a los anticonceptivos y a la consejería.
Anteriormente, en octubre de 2004, los ministerios provincia-
les de salud se habían comprometido a reducir la mortalidad
materna en el país a través de la provisión de atención post-
aborto humanizada, rápida y efectiva, y garantizando a las
mujeres el acceso a un aborto seguro donde éste no esté
penalizado por la ley. Sin embargo, la voluntad explícita del

99
CADOCHE, Sara (coord.), Violencia familiar, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe,
2002, p. 70.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 197

gobierno de facilitar que la mujer tome sus propias decisiones


en materia de reproducción y salud hasta ahora no ha logrado
beneficiar a las mujeres más necesitadas. Las razones son
múltiples. Primero, las autoridades no han dedicado la aten-
ción debida a las barreras enfrentadas por las mujeres que
quieren usar anticonceptivos, como por ejemplo la violencia
doméstica. Segundo, varias leyes y políticas esenciales no
están siendo implementadas. Algunos funcionarios de salud
pública siguen cobrándoles a las mujeres por métodos anti-
conceptivos que, de acuerdo a la ley, deberían ser gratuitos,
y las mujeres tienen un acceso seriamente limitado al aborto
que no es sujeto a penalización: cuando la vida o la salud de
la mujer embarazada corre peligro, y cuando el embarazo es
fruto de la violación de una mujer mentalmente discapa-
citada. Tercero, las leyes actuales limitan de manera arbitra-
ria el control de la mujer de su propia fertilidad y desalientan
la atención médica necesaria, incluyendo la limitación del
acceso a la ligadura tubaria voluntaria y al aborto, y obligan-
do a los profesionales de salud a denunciar a las mujeres que
solicitan la atención postaborto que les puede salvar la vida.
Mientras que el efectivo cumplimiento de las leyes y políticas
y la puesta en práctica de programas existentes constituiría
una contribución importante al abordaje de los daños concre-
tos a largo plazo la reforma legal es esencial100.

En igual sentido, las recomendaciones finales al primer In-


forme sometido por la Argentina al Comité de los Derechos del
Niño expresan "preocupación por el alto número de madres
solteras de entre 12 y 18 años en la Argentina" (párr. 12), y
señala que "deben desarrollarse programas de educación en sa-
lud para contrarrestar la alta incidencia de embarazos adoles-
centes"101.

100
Informe junio 2005 Human Watchs, cit.
111
Observaciones finales del Comité de los Derechos del Niño: Argenti-
na, 15/2/95. CRC/C/15/Add. 35, puntos 12 y 19 respectivamente.
198 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Puntualmente, en sus observaciones finales al primer Infor-


me presentado por la Argentina, el Comité para la Eliminación
de la Discriminación contra la Mujer, manifestó preocupación
"porque, pese al desarrollo económico y social de la Argentina,
seguían siendo elevadas la mortalidad y la morbilidad de la mujer
como consecuencia del parto y los abortos", y sugirió "que se
adoptaran más medidas de todo tipo para reducir la mortalidad
y la morbilidad derivadas de la maternidad102":
Por su parte, el Comité de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, en su Observación General, n° 14, del año 2000,
destinada a desarrollar el contenido y obligaciones derivadas del
derecho a la salud, advierte:
La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémi-
cas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra
ellas (apart. c], párr. 2o, del art. 12, del Pacto respectivo)
exigen que se establezcan programas de prevención y educa-
ción para hacer frente a las preocupaciones de salud que
guardan relación con el comportamiento, como las enferme-
dades de transmisión sexual, en particular el vm/sida, y las
que afectan de forma adversa a la salud sexual y genésica
(párr. 16). Para suprimir la discriminación contra la mujer es
preciso elaborar y aplicar una amplia estrategia nacional con
miras a la promoción del derecho a la salud de la mujer a lo
largo de toda su vida. Esa estrategia debe prever en particu-
lar las intervenciones con miras a la prevención y el trata-
miento de las enfermedades que afectan a la mujer, así como
políticas encaminadas a proporcionar a la mujer acceso a una
gama completa de atenciones de la salud de alta calidad y al
alcance de ella, incluidos los servicios en materia sexual y
reproductiva.
Un objetivo importante deberá consistir en la reducción de
los riesgos que afectan a la salud de la mujer, en particular
la reducción de las tasas de mortalidad materna y la protec-

102
Cfr. Observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Dis-
criminación contra la Mujer: Argentina, 12/8/97. A/52/38/Rev. 1, Part. II, párrs.
273-321.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 199

ción de la mujer contra la violencia en el hogar. El ejercicio


del derecho de la mujer a la salud requiere que se supriman
todas las barreras que se oponen al acceso de la mujer a los
servicios de salud, educación e información, en particular en
la esfera de la salud sexual y reproductiva. También es im-
portante adoptar medidas preventivas, promocionales y co-
rrectivas para proteger a la mujer contra las prácticas y normas
culturales tradicionales perniciosas que le deniegan sus dere-
chos genésicos (párr. 21).

El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas


(art. 28, PIDCyP) ha manifestado su preocupación acerca de
"que la criminalización del aborto disuada a los médicos de aplicar
este procedimiento sin mandato judicial incluso cuando la ley se
lo permite", y ha recomendado al Estado argentino que "en los
casos en que se pueda practicar legalmente el aborto, se deben
suprimir todos los obstáculos a su obtención"103.
Estas últimas observaciones muestran que paralelamente y
de decisiva gravitación como factor limitante del acceso a los
DSyR resulta la creciente tendencia a la juridización del acto médi-
co y la práctica de la medicina defensiva que, en muchos casos,
ha derivado en una interpretación de las normas relativas a los
DSyR dispar, contradictoria y muchas veces abiertamente contra-
ria a la manda constitucional, tanto por parte del sistema de
sanidad estatal (funcionarios, médicos, jefes de servicio de hos-
pitales públicos) como del sistema judicial (jueces, representan-
tes del Ministerio Público, etc.), en situaciones que involucran el
ejercicio de los DSyR y son vivenciadas por mujeres (general-
mente de escasos recursos económicos), sus parejas y familias,
lesionan y que ha resultado en graves restricciones al goce de
los DSyR, atentando además contra la vida de estas mujeres, en
un claro ejercicio de violencia contra éstas que, entendemos, es
susceptible de engendrar responsabilidad internacional, y espe-

103
Comité de Derechos Humanos, "Observaciones Finales del Comité de
Derechos Humanos: Argentina. 3/11/00", CCPR/CO/70/ARG, 3/11/00, párr. 14.
200 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cialmente ahora que ha sido sancionada la ley respectiva, habi-


litada que sea la instancia de denuncia prevista por el Protocolo
de la Cedaw. La proliferación de las ilegítimas "autorizaciones
judiciales" y la negativa a realizar ligaduras tubarias, abortos te-
rapéuticos, colocación de DIU, por citar los más frecuentes, son
una clara muestra de esto104.

6.1. El problema de la autorización judicial


Hemos reiterado105 que una de las consecuencias más lla-
mativas y disvaliosas originadas en torno al debate (o, bien po-
dría decirse, la reticencia de ciertos sectores) en la aplicación
de normas referidas a la tutela de la salud y los derechos sexua-
les y reproductivos, ha sido la proliferación de los "pedidos de
autorización judicial".
A nuestro criterio, lo llamativo radica en la imposibilidad de
sostener lógicamente la figura de la autorización judicial, pensa-
da para suplir o tutelar a personas en situación de incapacidad
o supuestos patrimoniales, en casos como los que comentamos.
En un ejemplo gráfico sería como si un tal Alfredo se presentara
ante el juez a pedirle autorización para invitar a salir a su vecina
María, joven atractiva y renuente a sus propuestas galantes,
pensando que si el juez lo autoriza, María no podría negarse; o
si Alfredo, aburrido de la indiferencia de María, se presentara
ante el juez, esta vez a pedirle autorización para violarla. En un
caso es imposible jurídicamente por tratarse de un acto no pro-
hibido, privado y autorreferente; en el otro sería imposible "au-
torizar" una conducta delictiva.

104
Cfr. SIVERINO BAVIO, Paula, "Derechos Humanos y ligadura de trom-
pas. Comentario a la ley 26.130", LL, 15/11/06, [www.laley.com.ar/download/
diarioll/diaríol5-l l-2006pdf].
105
SIVERINO BAVIO, "Algunas cuestiones éticas...", cit.; "Consideraciones
ético-jurídicas sobre la esterilización en la Argentina", Revista Jurídica del Perú,
n° 64, Trujillo, 2005, ps. 261-315; "Comentario a la ley 1044...", cit.; "Zapa-
tero, ¿a tus zapatos?...", cit., ps. 113-128.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 201

Así, casos donde era necesario practicar un aborto para


salvaguardar la vida o salud de la madre, inducciones al parto
de fetos anencefálicos106, ligadura de trompas y, recientemente,
los casos de las jóvenes con capacidades mentales disminuidas
violadas que solicitaban abortar conforme el inc. 2o, art. 87, Cód.
Penal107, es decir, situaciones donde claramente cabía circuns-
cribir la actuación a la esfera de relación médico-paciente, ter-
minaron siendo dirimidas en los tribunales.
¿Por qué estos casos llegaron a la justicia? Podrían ensa-
yarse como motivos: la ausencia de una legislación clara y ho-
mogénea; el fenómeno de la medicina defensiva y un factor socio-
económico, ya que se trata de situaciones registradas en insti-
tuciones públicas.
La medicina defensiva es un problema de los médicos, que
afecta a los pacientes. Es definida como "la indicación de un
tratamiento médico teniendo en cuenta las necesidades percibidas
por un profesional y de resguardar primariamente su responsa-
bilidad personal ante un eventual reclamo por mala praxis o la
comisión de un delito, antes que de atender el bienestar de un
paciente".
Estas prácticas buscan la protección de la posición del médico
frente a un futuro reclamo legal, antes que el respeto a los prin-
cipios que deben regir la relación médico-paciente108. Tiene que
ver con elementos tales como: a) el temor al fantasma del juicio
(mala praxis o daños y perjuicios), b) interpretaciones divergen-
tes de normas referidas a la salud; c) deficiencias de formación

106
Por citar los más emblemáticos, véase CSJN, 11/1/01, expte. 715/00,
"Tanús, Silvia c/Gobierno de la Ciudad s/amparo"; SCBA, 22/6/01, "B.A.
s/autorización judicial", Ac. 82.058.
107
SCJ, Mendoza, Sala I, 22/8/06, expte. 87.985, "Gasoil, Ana Rosa en
J° 32.081, Cano Sonia M. y otros c/sin demandado s/ac. de amparo s/per-
saltum", expte. 87.985 y SCJBA, 31/7/06, Ac. 98.830, "R., L.M., 'NN Perso-
na por nacer. Protección. Denuncia'".
108
GHERARDI, Carlos, y GHERARDI, Natalia, "La medicina defensiva: un
problema social", en SOROKIN, Patricia (coord.), Bioética: entre utopias y des
arraigos, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2002, p. 515.
202 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

—que, por cierto, no son privativas de la escuela de medici-


na—, y d) dificultad de muchos profesionales de ajustar su con-
ducta a los nuevos marcos de la relación médico-paciente, entre
otros. Todo esto ha llevado a que cada vez, mayor cantidad de
profesionales tiendan a adoptar conductas caracterizadas por el
no compromiso, hasta llegar, finalmente, a la derivación del con-
flicto del quirófano o el consultorio al juzgado.
En esta coyuntura se verifica una situación curiosa: luego de
una primera oleada de situaciones clínicas llevadas ante la jus-
ticia por médicos o instituciones, que, negándose a aceptar la
decisión del enfermo —p. ej., a recibir tratamiento médico (tes-
tigos de Jehová, pie diabético, etc.)—109 ha ganado espacio la
figura de la "autorización judicial", en donde el médico ya no
impone un tratamiento al paciente, sino que se lo niega, exigién-
dole acudir a la justicia a dirimir el conflicto. No es casualidad,
por otra parte, que la gran mayoría de los planteos judiciales
tengan lugar en grandes centros urbanos, donde la terciarización
de las prestaciones en salud ha diluido en mucho la relación huma-
na entre médico y paciente. Este traspaso de responsabilidades
va acompañado, comúnmente, por un prejuicio profesional va-
lorativo. La experiencia ha demostrado que es el paciente quien
debe recurrir o es llevado ante un juez teniendo que exponer su
intimidad en un proceso, sufrir las incomodidades y perjuicios
propias de un juicio, y por la violencia moral de la que es objeto
ante la eventual posibilidad de ser obligado contra su voluntad
a realizar o abstenerse de una conducta que fue inicialmente
querida por él.
Pero, además, esta tendencia hacia la "judicialización" del
acto médico genera una ruptura irreparable en la relación médi-
co-paciente, vínculo caracterizado por la fiducia110. Al renun-

109
BEAUCHAMP, Tom, y CHILDRESS, James, Principies of biomedical ethics,
a
4 ed., Oxford University Press, Nueva York, 1994, p. 247; BEAUCHAMP, Tom,
y MAC CULLOUGH, Laurence, Ética médica, Labor Universitaria, Madrid, 1984,
p. 31.
110
M AINETTI , José A. (h.), Bioética ilustrada, Quirón, La Plata, 1994,
p. 87.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 203

ciar el médico a su espacio de decisión, deja al paciente —que


hasta ese momento había depositado en él su total confianza y
expectativas—, en una situación de abandono. El paciente y su
grupo familiar se vuelven al médico en un momento crítico y éste,
desconociendo su responsabilidad, los expulsa al peregrinaje
judicial. Tal como se ha reclamado en algunos de los escritos
judiciales, cabría preguntarse si esta conducta por parte del
médico no origina una violación del deber legal de asistencia,
consagrado en las leyes de ejercicio de la medicina, y la consi-
guiente responsabilidad civil. Pero lajuridización111 también
afecta a los médicos, que en aras de esta "seguridad" han ce-
dido espacio de decisión al Poder Judicial —por ende, al Esta-
do— en un ámbito que podría cuestionarse si es el natural112 del
juez113.
Entendemos que son los médicos los legitimados para deci-
dir, frente al caso concreto, si conforme los dictados de la cien-
cia se debe o no llevar adelante una práctica sin resquicio para
solicitar la venia judicial114, práctica nociva e improcedente,
propiciando en casos límite la participación del Comité de Bioética
de la institución.
Referente a la venia judicial, la CSJN ha concluido:

111
MAGLIO, Ignacio, Guías de buena práctica legal en vm/sida, Arkhetypo,
Buenos Aires, 2001.
112
En un interesante fallo, el juez manifiesta que no le corresponde a él
decidir entre dos vidas, que esa decisión le compete al médico y a la madre,
rechazando la necesidad de autorización (ED, 117-423).
113
"No hay norma que establezca otorgar una venia judicial para cues
tiones, que como al presente están exclusivamente subordinadas a criterios de
la ciencia médica", expte. 3658/01, "Torres, Estela Marys y otros c/GCBA
s/amparo", sentencia del 25/10/01 con comentario aprobatorio de Antón y Sas,
En estos días, el caso de una joven con discapacidad mental embarazada a
consecuencia de una violación en provincia de Buenos Aires, de alta exposi-
ción mediática, reencendió la polémica sobre la intervención judicial en casos
médicos.
114
En este sentido se han expresado tanto la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, el Tribunal Superior de la Ciudad, como reiteradamente la Su
prema Corte de la provincia de Buenos Aires.
204 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

...o lo que se pide es autorización para cumplir una conducta


especialmente despenalizada, y entonces no hace falta tal au-
torización, porque la conducta está exenta de sanción penal;
o lo que se pide es autorización para cumplir con una conduc-
ta que, prima facie, coincide con un tipo penal, y entonces la
autorización no puede concederse, porque un juez no puede
dar venia para delinquir. Cualesquiera de ambos extremos hace
improcedente la autorización impetrada; el primero, por in-
útil; el segundo, por imposibilidad jurídica115.

7. Colofón

Explicitábamos en el acápite anterior cuestiones que, a nuestro


criterio, son concretas barreras al goce de los derechos sexua-
les y reproductivos.
Mucho se ha avanzado en los últimos años; el tema de la
tutela y acceso a los DSyR se ha instalado en la agenda política
y se han dictado leyes que van generando un marco de protec-
ción y concientización, la última de ellas, la Ley nacional de
Educación Sexual era imprescindible. La cuestión de los DSyR ha
salido de la "clandestinidad" y la invisibilidad a la que había estado
condenada históricamente en nuestro país, encorsetada, en el
mejor de los casos, en un discurso dogmático.
Pero mucho también queda por hacer para que las leyes
no . se trasformen en letra muerta o, peor aún, operen como
anestésicos en la creencia de que se ha llegado hasta donde
se ha podido.
Indudablemente, la discusión sobre una más amplia despena-
lización del aborto y la implementación de mecanismos no pe-
nales de tutela de la vida humana en formación116 es un gran

115
Del voto del Dr. Vásquez, CSJN, caso "B.A." y BIDART CAMPOS, Germán,
"Autorización judicial solicitada para abortar", ED, 114-184.
116
Cfr. GIL DOMÍNGUEZ, Andrés, Aborto voluntario, vida humana y Cons
titución, Ediar, Buenos Aires, 2000.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 205

tema pendiente, que debe ser encarado con espíritu pluralista,


en vistas a proteger tanto los derechos del ser humano en for-
mación como los de la mujer, ya que si de algo dan prueba las
alarmantes, y constantes, cifras estimadas de mujeres que pier-
den la vida o su fecundidad por causa de abortos clandestinos,
es que el régimen actual de penalización no protege ni a la mujer
ni al concebido, porque los abortos no son evitados, y la cri-
minalización de la mujer no sólo atenta contra su dignidad, sino
que lleva a perder una ocasión que puede ser de contención,
diálogo y docencia del equipo de salud con la paciente, evitando
así, de manera directa, nuevos embarazos no planificados y ul-
teriores abortos.
De igual manera, creemos que una mujer violada debe tener
el derecho de decidir si seguir adelante o no con la gestación,
en un ejercicio elemental de su derecho a la autodeterminación
(que le fue negado brutalmente en una primera instancia al ser
violentada) a la salud (psicológica) y en razón de su dignidad
personal. Obligar a la mujer a continuar un embarazo en estas
circunstancias es exponerla a un trato cruel, inhumano y degra-
dante, tal como se ha sostenido en sede internacional.
Tal como hemos plasmado al inicio de este trabajo, la Con-
vención Americana de Derechos Humanos y la Convención para
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, por citar algunos de los Tratados, refieren al derecho a
la protección de la salud de la mujer en la esfera de la atención
sanitaria (arts. 12 y 14, b) a fin de asegurar su acceso a servi-
cios adecuados de atención médica, incluyendo los que se refie-
ren a la planificación de la familia (arts. 12,1 y 14, b)"7,
debiendo tener la mujer "acceso al material informativo especí-
fico que contribuya a asegurar la salud y el bienestar de la fa-
milia incluida la información y el asesoramiento sobre planifica-

117
En este sentido, véase, p. ej., "P. R. c/GCBA s/acción meramente
declarativa", Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, causa
944/01.
206 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ción de la familia" (art. 10, h; cfr. art. 14, b) y contando, en las


relaciones familiares, con los mismos derechos que el varón y
"para decidir libre y responsablemente el número de hijos y el
intervalo entre los nacimientos", teniendo "acceso a la informa-
ción, la educación y los medios que le permitan ejercer esos
derechos" (art. 16, inc. 1o, e).
Además, el Estado debe garantizar —por mandato consti-
tucional— a varones y mujeres —que sean "habitantes de la
Nación" (art. 14, in limine, C.N.)— el acceso a los servicios
de atención médica que atiendan a la planificación de la familia
y, también, a los medios para efectuarla. Es decir, debe garan-
tizar el acceso a las prestaciones médicas adecuadas.
Esta postura es coherente con el principio bioético de auto-
nomía y su traducción jurídica de libre determinación y del de-
recho a constituir una familia, aceptando que el sujeto goza de
la facultad de autorizar tales prácticas en su propio cuerpo.
Vale recordar que la falta de regulación sobre derechos
sexuales y reproductivos ha repercutido en una práctica arbitra-
ria e inconsistente de la normativa que, muchas veces, ha dado
más peso a las opiniones morales de sectores confesionales,
médicos y funcionarios del ámbito de la salud y la justicia, que
a las decisiones de las propias mujeres y hombres en el ámbito
reproductivo, denegando incluso las intervenciones que cumplían
con los requisitos más elementales de la ley, como es el caso del
riesgo a la vida o salud de la mujer.
Por último, educar e insistir en la lucha para erradicar la
violencia contra mujeres y niños sigue siendo una necesidad
acuciante.
Nos compete a todos el compromiso de construir una so-
ciedad libre de violencia, respetuosa de la ley y con espacio para
todos los proyectos de vida, aun cuando, o, mejor dicho, espe-
cialmente cuando, no coincidan con el propio.
SIVERINO BAVIO Apuntes sobre derechos sexuales... 207

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2a ed., Colegio de Abogados de la Libertad, Lima, 2005.
IV. AVANCES Y RETROCESOS
LEGISLATIVOS DE LA
FERTILIZACIÓN ASISTIDA

MABEL DELLACQUA*

* Abogada egresada de la UBA y Doctoranda de la UCES. Profesora


Adjunta Regular de Derecho Civil en la Facultad de Derecho de la UBA y en
el Centro Universitario Devoto. Mediadora y Arbitro del Servicio de Concilia-
ción y Arbitraje de la Defensoria del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.
Miembro del Tribunal Examinador del Concurso de Carrera Docente. Ha
realizado cursos de posgrado en Derecho de Familia, y registra diver-
sas publicaciones relacionadas con el Derecho Privado y la Bioética.
Sólo la voluntad puede dar al Derecho lo
que constituye su esencia: la realidad Por
eminentes que sean las cualidades intelectua-
les de un pueblo, si la fuerza moral, la ener-
gía, la perseverancia, le faltan, en ese pue-
blo jamás podrá prosperar el Derecho.
Rudolf Von Ihering

1. Preliminar

Las técnicas de reproducción asistida han abierto expecta-


tivas y esperanzas en el tratamiento de la infertilidad al aportar
respuestas eficaces y representar una expansión progresiva des-
de la investigación científica y tecnológica en el marco de los
derechos, transitando, fundamentalmente, por el camino de la
dignidad del ser humano.
La ciencia avanza con un ritmo veloz y sostenido más aprisa
que el Derecho, y este trecho asincrónico entre la evolución cien-
tífica y la marcha jurídica genera situaciones de franca injusticia
entre los individuos de una sociedad.
Inmersas en el trecho asincrónico de lo jurídico y lo cientí-
fico se encuentran, con múltiples intentos del tan ansiado encastre
sincrónico desde los más diversos ámbitos, las técnicas de fer-
tilización asistida.
216 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En la ruta cotidiana de la aplicación de las técnicas de fer-


tilización asistida se forja un espacio de inscripción de derechos
esenciales a los que no podemos dejar de considerar en el con-
texto de una sociedad pluralista y democrática en la que debiera
ser prioridad la supremacía de la dignidad humana.
En el tránsito dispar de la fertilización asistida entre la evo-
lución científica y el ámbito jurídico, podemos advertir la tras-
cendencia de los derechos vinculados al acceso de búsqueda de
respuestas ante la infertilidad, agudizando el análisis en el dere-
cho a la reproducción, el derecho a la salud, el derecho a la
disposición del propio cuerpo, el derecho a la privacidad, y el
derecho a la identidad.
Como punto de partida abordaremos el actual panorama le-
gislativo extranjero sobre el régimen legal de fertilización asis-
tida enfocando dos legislaciones antagónicas —la reciente re-
forma española y la nueva ley italiana— en sus puntos esencia-
les, y consideraremos los proyectos legislativos de nuestro país
con vigencia parlamentaria en el ámbito nacional y local de la
Ciudad de Buenos Aires, en una suerte de itinerario que desem-
bocará en la trascendencia de los derechos vinculados a la res-
puesta científica a la infertilidad: la asistencia de la medicina
al servicio de la salud reproductiva.
Por último, y al fin de proporcionar un marco de eticidad a
la fertilización asistida, examinaremos la aplicación de las técni-
cas desde una perspectiva bioética.

2. Panorama en la legislación extranjera

En la regulación de técnicas de fertilización asistida en Eu-


ropa se han operado cambios en estos últimos años que deli-
nean direcciones disímiles.
Por un lado nos encontramos con la legislación española,
que garantiza con eficacia el derecho a la salud respetando el
proyecto reproductivo de cada mujer y de cada pareja, ubicán-
dose como una de las legislaciones de vanguardia. Se permite
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 217

inferir, a partir de ella, un gran avance que franquea la entrada


del desarrollo científico no sólo en cuanto a la reducción de ries-
gos relacionados con los tratamientos de infertilidad y optimización
de sus resultados, sino también por la articulación entre el De-
recho y la ciencia; por otro lado, la legislación italiana, con li-
mitaciones y prohibiciones que surgen de su texto, instituye una
forma de retroceso en relación a la problemática de la infertili-
dad tomando una distancia considerable y preocupante de los
avances científicos.
Ambas legislaciones contienen disposiciones dispares en
cuanto al alcance y extensión de las técnicas que denotan con
evidencia el espíritu que conmueve a cada una de ellas, incidien-
do a su vez con marcada intensidad sobre los derechos invo-
lucrados.

2.1. Legislación española

La nueva ley española 14/06 sobre técnicas de reproduc-


ción humana asistida inscribe a España en la vanguardia europea
no sólo en relación a las técnicas de fertilización asistida, sino
también en lo que hace a la terapia celular y la medicina
regenerativa.
Es sabido que estas problemáticas, que hacen al desarrollo
y evolución de la ciencia, encuentra adeptos y opositores, ya
que la adhesión a la normativa, así como su discrepancia, se sujeta
radicalmente a la moral religiosa y conciencia de cada uno. La
reforma de la ley española, que ha sido construida desde una
perspectiva de consenso —con la participación de científicos,
expertos de otros países, juristas prestigiosos, asociaciones de
enfermos—, viabiliza la fertilidad de quienes la necesitan y el
respeto a la libertad de investigación que brinda un paso ade-
lante en el ámbito del amparo a la salud de las personas.
Constituye un nuevo instrumento legal que reafirma las de-
cisiones personalísimas entre las que se encuentra la decisión de
concebir o no un hijo. El Estado debe respetar el ejercicio del
218 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

derecho a la reproducción en el marco de la libertad de cada


uno de sus ciudadanos.
Esta nueva normativa no sólo derogó la ley 35/88, precur-
sora en materia de reproducción asistida en España, sino que
también dejó sin efecto la 45/03, cuya finalidad inmediata era la
de resolver el problema de la acumulación de preembriones
criopreservados.
Antes de describir la nueva legislación, realizaremos un bre-
ve recorrido por la ley 45/03 que, si bien sólo dio una respuesta
parcial al problema del destino de los embriones supernumera-
rios, es de notar que abrió camino para la reforma posterior.

2.1.1. Ley 45/03

La ley 45/03 del 21 de noviembre, modificó la ley 35/881


sobre Técnicas de Reproducción Asistida. Es dable observar
cómo en su Exposición de Motivos se consideran expresamente
los avances científicos en el ámbito de la técnica y la ciencia
médicas; fundamentalmente, se ha tenido especial atención en
los datos que contribuyeron de modo más eficaz a solucionar
los problemas de infertilidad, como la reducción de riesgos vin-
culados a los tratamientos y la mejora en las tasas de emba-
razos y nacimientos.
El tránsito de la realidad científica no pasa desapercibido
por la legislación española, sino que se acondiciona mermando
los trayectos dispares del avance científico y el Derecho. De allí
que se reconoce la necesidad de una revisión y valoración de la
evolución de las técnicas de fertilización para adaptar el Dere-

1
Recordemos que desde la ley 35/88 se regulaba la posibilidad de ser
usuaria de la técnicas a "toda mujer". En su art. 6o, punto 1, establecía: "Toda
mujer podrá ser receptora o usuaria de las técnicas reguladas en la presente
ley, siempre que haya prestado su consentimiento a la utilización de aquéllas
de manera libre, consciente, expresa y por escrito. Deberá tener dieciocho años
al menos y plena capacidad de obrar".
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 219

cho con la mirada puesta en evitar que los individuos y la socie-


dad queden en estado de indefensión ante los problemas con-
cretos que en materia de infertilidad se plantean.
El gran problema al que la reforma apuntaba se centraba en
dos preocupaciones convergentes: la acumulación de preem-
briones criopreservados, y la reducción de la tasa de embarazos
múltiples.
Se limitaba la transferencia a tres ovocitos como máximo;
ésta limitación evitaría los embarazos múltiples y a su vez con-
vergía con la necesidad de restringir la cantidad de embriones
criopreservados.
Resulta, a su vez, muy importante destacar el grado de fle-
xibilidad que la misma ley otorgaba a los casos cuyas tipologías
patológicas requerían la transferencia de más de tres ovocitos,
ya que permitía una transferencia superior al mínimo acorde a
las indicaciones médicas pertinentes.
Esta salvedad, que sorteaba los obstáculos de las tipologías
fisiopatológicas que puedan afectar en algunos casos a las pa-
rejas, se vinculaba con el consentimiento informado que la pa-
reja debe otorgar conforme su proyecto reproductivo.
El consentimiento informado, medio por el cual la pareja toma
una decisión independiente en el marco de la autodetermina-
ción, está enrolado en el principio de autonomía de la voluntad
a través del cual los protagonistas adecúan lo decidido al propio
proyecto reproductivo.
La necesidad de restricción de la cantidad de preembriones
criopreservados, que mencionáramos precedentemente, estaba
regulada en esta ley desde una perspectiva retroactiva y otra
prospectiva respecto de ellos.
La perspectiva retroactiva hacía referencia a los recaudos
que deben tomarse a fin de comprobar que las parejas o la mujer,
en su caso, carezcan de preembriones criopreservados en algún
centro nacional de reproducción asistida, impidiendo la realiza-
ción de un nuevo tratamiento de fertilización para el caso de que
existieran preembriones crioconservados.
220 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La perspectiva prospectiva se concentraba en dos cuestio-


nes que la ley determina evitar: la práctica de reducción em-
brionaria y la generación de preembriones supernumerarios.
Es dable observar hasta este punto del análisis la claridad
con la que se trataba de evitar la formación de nuevos preem-
briones que no tengan otro destino que la transferencia a la mu-
jer en el mismo ciclo, salvo los casos fundados en patologías
de base que aconsejen la fertilización de un número mayor de
ovocitos, circunstancia que opera exclusivamente como excep-
cional para estos casos.
Ahora bien, las restricciones impuestas por esta legislación
de reproducción asistida no se impermeabilizaban ante la evo-
lución en materia de investigación sobre los descubrimientos en
relación a las células troncales de distintos tipos de tejidos
—que comprenden a los preembriones— en función de su vir-
tualidad terapéutica para la cura de graves enfermedades.
Más allá de la cuestión de la permisibilidad de la investiga-
ción sobre preembriones viables y no viables que surgía de la
legislación anterior —la hoy derogada ley 35/88—, la reforma
apuntaba, en primer lugar, a la no generación de preembriones
supernumerarios; en segundo lugar, no contemplaba la creación
de preembriones con fines exclusivos de investigación; en tercer
lugar, preveía la investigación de preembriones criopreservados
cuando se superaba el plazo de cinco años de criopreservación
y con el debido consentimiento de las parejas progenitoras o la
mujer, en su caso. Esta disposición evitaba la destrucción de
preembriones otorgándoles un destino que puede aportar vías
de avance a la investigación que, en definitiva, se traduce en
beneficio de la humanidad.
Los ejes de actuación respecto de los preembriones criopre-
servados en la ley preestablecían, como requisito previo, la po-
sibilidad de opción por parte de los progenitores o la mujer, en
su caso, entre tres alternativas: /) mantener el estado de criopre-
servación hasta su transferencia; 2) donarlos a otras parejas con
fines reproductivos y sin fines de lucro; 3) utilizarlos con fines de
investigación, de acuerdo a una serie de medidas de estricto con-
trol científico y ético.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 221

Otro importante aspecto de la ley es la prohibición de co-


mercializar con el material celular, en tanto debe ser tratado según
los mismos principios que rigen la utilización de células y tejidos
humanos destinados a trasplantes, y la creación del Centro Na-
cional de Trasplantes y Medicina Regenerativa, cuya función
consiste en la aplicación del proceso de descongelación de
preembriones, así como también el control y la potenciación de
la investigación con células madres adultas, de cordón umbilical
y de médula ósea, que en la actualidad ofrecen una posibilidad
terapéutica para enfermedades graves.
Esta posibilidad de aportar soluciones terapéuticas a la
enfermedad se plasma en el perfeccionamiento de la investiga-
ción con células madres preembrionarias sin dar lugar a la crea-
ción de preembriones, atento a que la generación de preembriones
sólo es aceptada con fines reproductivos, teniendo bien en claro
que pueden ser utilizados únicamente para la investigación de las
estructuras biológicas obtenidas a partir del proceso de descon-
gelación, previa opción de la pareja progenitora.
Esta ley 45/03, como apuntáramos anteriormente, fue dero-
gada por la ley 14/06 que seguidamente pasamos a considerar.

2.1.2. Ley 14/06

Casi tres años después de la sanción de la ley 45/03, se


advierten tres observaciones que requieren ser concordadas con
la realidad actual.
La primera revela que sus condiciones eran muy restrictivas
para la utilización con fines de investigación de los preembriones
que se encontraban crioconservados con anterioridad a su en-
trada en vigor.
La segunda observación reside en que la ley establecía la
limitación de producir un máximo de tres ovocitos en cada ciclo
reproductivo, dificultando la regularidad de las técnicas de fer-
tilización asistida, al imposibilitar poner los medios para lograr
el mayor éxito con el menor riesgo posible para la salud de la
222 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

mujer, que era el principal objetivo al modificarse la legislación


anterior.
Por último, cabe señalar una tercera observación que con-
siste en el tratamiento diferenciado de los preembriones criopre-
servados según su fecha de generación ya que, como vimos al
describir la ley, los anteriores a su entrada en vigencia —no-
viembre de 2003—, podían ser dedicados a la investigación, no
así los posteriores, que sólo podían destinarse a la reproducción
de la pareja generadora o a la donación a otras mujeres.
Estos tres puntos, entre otros que seguidamente considera-
remos, impulsaron el ajuste legal a través de la nueva ley 14/06
que, como dijimos, deroga la pionera Ley de Reproducción
Asistida 35/88 y la ley 45/03.
En sus veintiocho artículos y sus cinco disposiciones adicio-
nales, reestructura la normativa de las técnicas de procreación
asistida, así como el diagnóstico preimplantacional. Estos dos
ejes esenciales de la ley establecen la regulación de las técnicas
de fertilización propiamente dichas de un modo flexible, por un
lado, y, por otro, las técnicas complementarias a través del diag-
nóstico genético preimplantacional.
Pasamos a delinear los puntos principales y novedosos de la
nueva normativa.

a) La ciencia y el Derecho: apertura de las técnicas


La ley adopta un criterio mucho más flexible con relación a
las técnicas de reproducción asistida ensamblando el avance cien-
tífico de las prácticas de fertilización con la realidad, por cuan-
to se incorporan a la enumeración las técnicas que se vayan des-
cubriendo según el estado de la ciencia y la práctica clínica. En
consecuencia, una vez constatada la evidencia científica y clínica
de una nueva técnica se incorpora con las pertinentes autoriza-
ciones evitando la petrificación normativa.
Este punto es esencial, por cuanto abre las nuevas posibi-
lidades en materia de infertilidad de un modo dinámico y sincró-
nico entre la ciencia y el Derecho.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 223

b) Supresión de límite de ovocitos fecundables y


límite en la transferencia
La ley suprime el límite de la legislación anterior, que era
de tres ovocitos fecundables por ciclo. Los especialistas en fer-
tilidad señalan que sólo tres ovocitos a fecundar por ciclo sumi-
nistraban muy bajas posibilidades de obtener un número sufi-
ciente de preembriones, de allí que se levanta la limitación para
lograr el mayor éxito teniendo en cuenta el menor riesgo. No
obstante, la obtención de más ovocitos por ciclo no implica que
se favorezcan los partos múltiples, por cuanto la ley sólo auto-
riza la transferencia de un máximo de tres preembriones por ciclo.

c) Concepto de preembrión y prohibición


de clonación con fines reproductivos
La ley define el concepto de preembrión, entendiendo por
tal al embrión in vitro constituido por el grupo de células resul-
tantes de la división progresiva del ovocito desde que es fecun-
dado hasta catorce días.
Con un criterio legal coherente establece, a su vez, la cali-
ficación como infracción muy grave el desarrollo in vitro de
preembriones más allá del límite de catorce días.
Asimismo, y acorde a la Constitución Europea, prohibe ex-
presamente la clonación con fines reproductivos.

d) Usuarios de las técnicas


La ley 14/06 amplía a los usuarios de la técnicas, incorpo-
rando dos nuevos supuestos: el de la mujer con independencia
de su estado civil y orientación sexual, y las personas con
discapacidad.
Respecto de la mujer con independencia de su estado civil
y orientación sexual, la ley resulta congruente con la legislación
española en materia de matrimonio entre personas del mismo
sexo, que alcanzó entidad normativa a partir de la ley 13/05 y
224 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

por la que se establece la misma eficacia jurídica que al matri-


monio constituido por la unión de un hombre y una mujer.
El matrimonio homosexual de un hombre con otro hombre
queda fuera del alcance de las técnicas, ya que se centra única-
mente en la mujer como receptora de gametos o preembriones.
Asimismo, es dable observar que la ley establece una edad
mínima de 18 años para toda mujer con plena capacidad de obrar,
pero no determina límite en la edad máxima, de lo que se infiere
que los profesionales evaluarán previamente los riesgos propios
de una edad avanzada en la misma mujer, así como en el fruto
de su descendencia.
Cabe agregar la novedosa incorporación con relación a las
personas con discapacidad que la ley regula en su disposición
adicional quinta. Queda expresamente consagrada en la Ley de
Reproducción Humana Asistida la garantía de no discriminación
de las personas con discapacidad como correlato de lo dispues-
to en la ley 51/03 de igualdad de oportunidades, no discrimina-
ción y accesibilidad universal de las personas con discapacidad2.

2
Ley 51/03, art. Io: Objeto de la ley. 1. Esta ley tiene por objeto esta-
blecer medidas para garantizar y hacer efectivo el derecho a la igualdad de opor-
tunidades de las personas con discapacidad, conforme a los arts. 9.2, 10, 14 y
49 de la Constitución. A estos efectos, se entiende por igualdad de oportuni-
dades la ausencia de discriminación, directa o indirecta, que tenga su causa en
una discapacidad, así como la adopción de medidas de acción positiva orienta-
das a evitar o compensar las desventajas de una persona con discapacidad para
participar plenamente en la vida política, económica, cultural y social.
2. A los efectos de esta ley, tendrán la consideración de personas con
discapacidad aquellas a quienes se les haya reconocido un grado de minusvalia
igual o superior al 33 por ciento. En todo caso, se considerarán afectados por
una minusvalia en grado igual o superior al 33 por ciento los pensionistas de
la Seguridad Social que tengan reconocida una pensión de incapacidad perma-
nente en el grado de total, absoluta o gran invalidez, y a los pensionistas de
clases pasivas que tengan reconocida una pensión de jubilación o de retiro por
incapacidad permanente para el servicio o inutilidad. La acreditación del grado
de minusvalia se realizará en los términos establecidos reglamentariamente y
tendrá validez en todo el territorio nacional.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 225

A tal fin, la ley 14/06 permite el acceso a las técnicas de


reproducción asistida aclarando que la información y asesora-
miento se prestarán en condiciones y formatos apropiados a las
necesidades de las personas con discapacidad.

e) Donantes y contratos de donación


La ley establece las características del contrato de donación
de gametos y preembriones, determinando que es un contrato
gratuito, formal y confidencial entre el donante y el centro au-
torizado.
Reafirma el anonimato de la donación y garantiza la confi-
dencialidad de los datos e identidad de los donantes, estable-
ciendo el derecho de los hijos nacidos a obtener información
general de los donantes que no incluya su identidad que se hace
extensivo a las receptoras de los gametos y preembriones en su
caso. También se prevé la revelación de la identidad de los
donantes por vía de excepción y en circunstancias que compro-
metan la vida o salud del hijo, consagrando el ya existente ano-
nimato relativo.
A su vez, se establece que la revelación de la identidad del
donante no implica, en ningún caso, determinación legal de la
filiación.
También se establecen las condiciones que debe reunir el
donante, conforme las exigencias de un protocolo obligatorio, y
se determina el número máximo de hijos generados con los gametos
de un mismo donante que no superará el número de seis.

í) Filiación
Se establecen algunas cuestiones específicas sobre filiación
en relación con la mujer casada con otra mujer, la premoriencia
del marido, la fecundación post mortem y gestación por susti-
tución determinando la nulidad del contrato que la convenga:
226 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

— Mujer casada con otra mujer: En estos casos la mujer


podrá expresar al Registro Civil el respectivo consen-
timiento para la determinación de filiación del hijo a favor
de su cónyuge, disposición que resulta concordante con
la legislación que permite el matrimonio de personas del
mismo sexo en España.
La determinación legal de esta filiación es diferente a la
regla general, pues respecto del cónyuge-mujer de la
progenitura sólo podrá tener lugar por medio de la adop-
ción prevista en el art. 175.4 del Código Civil español3.
— Premoriencia del marido: En cuanto a la premoriencia
del marido la determinación legal de filiación entre el hijo
y el marido fallecido sólo podrá tener lugar si el material
reproductor del marido se halla en el útero de la mujer
en la fecha de fallecimiento del varón.
— Fecundación post mortem: Sin perjuicio de lo expresa
do anteriormente, el marido podrá prestar su consenti-
miento fehacientemente —escritura pública, testamento
o documento de instrucciones previas— para que su
material reproductor pueda ser utilizado en los doce
meses siguientes a su fallecimiento para ser fecundada
su mujer.
Tal generación —expresa la ley— producirá los efectos
legales que se derivan de la acción de filiación matri-
monial.
— Gestación por sustitución: La ley expresa que el con
trato por el que se convenga la gestación con o sin precio
será nulo de pleno derecho.

3
Modificación al Código Civil español por ley 13/05. El apart. 4 del
art. 175 queda redactado en los siguientes términos: "4. Nadie puede ser adop-
tado por más de una persona, salvo que la adopción se realice conjunta o su-
cesivamente por ambos cónyuges. El matrimonio celebrado con posterioridad
a la adopción permite al cónyuge la adopción de los hijos de su consorte. En
caso de muerte del adoptante, o cuando el adoptante sufra la exclusión previs-
ta en el art. 179, es posible una nueva adopción del adoptado".
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 227

Respecto de la filiación de los hijos nacidos por gesta-


ción de sustitución será determinada por el parto, de
modo que la madre será la gestante y en relación a la
filiación paterna queda a salvo la posible acción de re-
clamación respecto del padre biológico.

g) Consentimiento
El consentimiento informado y esclarecido se evidencia como
una parte estructural de la ley, que va más allá de la autorización
de los involucrados y se inscribe en un contexto de transparen-
cia e información adecuada a cada situación en que se regula el
consentimiento. Se trata de un consentimiento polifuncional o
polivalente, como señala Itziar Alkorta Idiakez4 —profesora ti-
tular de Derecho Civil de la Universidad del País Vasco— ya
que no sólo abarca los actos médicos realizados en el cuerpo,
sino la prohibición de impugnar la filiación del hijo nacido cuan-
do ha participado un donante de gametos, conforme el art. 8o de
la ley.
Es dable advertir, entonces, cómo el consentimiento puede
ser enfocado conforme sus efectos, esto, es la autorización del
acto médico, la incidencia en las relaciones de filiación y pater-
nidad o maternidad, la relativa a la realización de las técnicas,
así como el requerido para las técnicas terapéuticas en el em-
brión, para el destino de investigación con gametos o preem-
briones, para el diagnóstico preimplantacional, entre otros de
sus requerimientos.
Se agrega, a la esencial importancia y funcionalidad que la
ley española otorga al consentimiento informado, el impacto le-
gal que su falta acarrea. Efectivamente, la falta de consentimien-
to produce consecuencias penales —conforme el art. 162.1 del

4
A LKORTA I DIAKEZ , Itziar, Regulación jurídica de la medicina repro-
ductiva, Thomson-Aranzadi, Pamplona, 2003, p. 238.
228 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Código Penal— y también administrativas, tal como lo regula el


art. 26.2 b) 3o de la ley 14/06, que considera infracción grave
la omisión de datos, consentimientos y referencias exigidas en la
ley, así como la falta de realización de la historia clínica en cada
caso.

h) Registros
En el Registro de Donantes de gametos y preembriones con
fines de reproducción humana, que ya estaba previsto desde la
ley 35/88, adscripto al Ministerio de Sanidad y Consumo se
inscribirán los donantes de gametos y preembriones, los hijos
nacidos de cada uno, la identidad de parejas y mujeres recep-
toras. La ley 14/06 crea el Registro Nacional de Actividad y
Resultados de los centros y servicios de reproducción asistida,
en el que se registrarán datos sobre tipologías de técnicas y pro-
cedimientos, tasas de éxitos, y otras cuestiones cuyo objeto es
el de informar a lo ciudadanos acerca de la calidad de los ser-
vicios.

i) Destino de preembriones no implantados


posteriores a la ley 45/03
Se canaliza la posibilidad de la terapia efectiva con la inves-
tigación de células madres procedentes de preembriones no
implantados, suprimiéndose el tratamiento diferencial que la ley
45/03 otorgaba en cuanto a sus posibles destinos, obviamente
supeditado a la voluntad de los progenitores una vez informados
para el caso de donación a otras parejas o mujer, y para el caso
de la investigación sujeto a condiciones muy estrictas de auto-
rización, seguimiento y control por las autoridades sanitarias.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 229

j) Técnicas complementarias:
diagnóstico genético preimplantatorio
El diagnóstico genético preimplantacional importa una me-
dida preventiva de doble alcance en la ley. Por un lado, aporta
rutas de solución a enfermedades genéticas que hoy carecen de
tratamiento, y, por el otro, contribuye con fines terapéuticos hacia
terceras personas. Es dable observar que no hay manipulación
genética en el preembrión seleccionado, ni éste al nacer sufrirá
daño alguno, circunstancias que deben tenerse como bases para
la consideración del tema.
El diagnóstico genético preimplantatorio —señala Roberto
Coco— es una alternativa de diagnóstico prenatal para identi-
ficar anomalías genéticas y cromosómicas antes de la implanta-
ción del preembrión, a través de un procedimiento que se realiza
en los huevos fecundados clivados obtenidos con un procedi-
miento micromanipulativo de fecundación in vitro ICSI —inyec-
ción intracitoplasmática de espermatozoides— previo a la trans-
ferencia de los mismos al útero materno5.
Refiere el mismo autor que el único requisito es conocer si
el problema genético se debe a una causa cromosómica o a un
gen específico mutado caracterizado molecularmente, y cuando
el desorden es ligado al sexo —al cromosoma x— y la mutación
no ha sido caracterizada, la pareja se puede beneficiar con la
selección del sexo de los preembriones, concepto que adquiere
fundamental inferencia en la cantidad de desórdenes que podrían
ser prevenidos con la selección del género de los preembriones6.
Se podrán practicar estas técnicas de diagnóstico preimplan-
tacional para la detección de enfermedades hereditarias graves
y no susceptibles de tratamiento curativo postnatal, con el ob-

5
ARRIBÉRE, Roberto, y Coco, Roberto, Nacer bien: consideraciones cien
tíficas, éticas y legales del inicio de la vida, Fecunditas, Instituto de Medici-
na Reproductiva, Tiempo, Buenos Aires, 2005, p. 90.
6
COCO-ARRIBÉRE, ob. cit., p. 99.
230 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

jeto de llevar a cabo la selección de preembriones no afectados


para su transferencia, como señalamos precedentemente.
La aplicación con fines terapéuticos para terceros, en com-
binación con la determinación de antígenos de histocompatibili-
dad, requerirá la autorización de la autoridad sanitaria corres-
pondiente.
Se puede advertir la congruencia de la definición que aporta
la ley al suministrar un concepto de preembrión a la hora de aplicar
la técnica de diagnóstico preimplantacional en lo que a la selec-
ción preembrionaria se refiere, ya que, como expresáramos
anteriormente, toda práctica que conlleve su desarrollo después
de los catorce días será considerada infracción muy grave.
El diagnóstico preimplantacional está directamente vincu-
lado a la interpretación de la calidad de vida del niño nacido
con un defecto específico, por un lado, y el aporte de las células
del cordón umbilical del neonato para tratar la enfermedad de
un hermano, por ejemplo, conforme histocompatibilidad verifi-
cada.
De modo que, además de obtener un preembrión sin pro-
blemas genéticos, con antígenos compatibles, se puede transfe-
rir normalmente y sólo se usará el cordón umbilical que, como
sabemos, en la generalidad de los casos es desechado. Se suma,
finalmente, el gran aporte que significa para la salud de un her-
mano, por ejemplo, sin que sufra daño el preembrión y sin
manipulación genética.
Agregado a ello es dable considerar, como señalara Rober-
to Coco, que los defectos genéticos pueden ser graves, mode-
rados o leves, y no es lo mismo hablar de descendientes con se-
vero retardo mental asociado a malformaciones congénitas múl-
tiples —tales como síndromes cromosómicos autonómicos— que
hablar con riesgo de distrofia muscular o hemofilia o enferme-
dad fibroquística en las cuales el intelecto no está afectado, que
hablar de parejas con trastornos mendelianos con riesgo de des-
cendencia con la misma alteración que desarrollará en la última
etapa de la vida —como enfermedad de Huntington—, que tie-
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 231

nen vida normal hasta los 40 o 50 años, deteriorándose rápida-


mente con posterioridad7.
En concreto, vemos que la motivación del diagnóstico pre-
natal está encauzada para impedir tener niños que sufran la in-
seguridad y la angustia de una senilidad precoz, la necesidad de
desplazar genes dañinos del árbol familiar, así como el aporte de
una terapia génica que libere o atenúe la enfermedad de otro
niño ya nacido.
Resulta indudable que cabe hacer sobre el tema una profun-
da reflexión que bien podría constituirse en centro de otra inves-
tigación, pero que no podemos pasar por alto en esta instancia,
destacando, como expresa Arribére, que los padres tienen la
responsabilidad moral, cuando no legal, de proveer a sus hijos
las mejores oportunidades en salud o por lo menos una salud
normal, ya que de ninguna manera resulta moralmente justifica-
do traer al mundo una persona condenada a soportar una afec-
ción genética grave que lo comprometa de por vida, y ningún
principio legal, místico ni bioético puede aprobar una actitud
destinada sólo a causar daño en la vida del afectado8.
En conclusión, esta técnica constituye una medida preven-
tiva para impedir la transmisión de enfermedades genéticas he-
reditarias a los preembriones a transferir, y a la vez se erige en
una finalidad terapéutica para los ya nacidos histocompatibles
poniendo la ciencia al servicio del ser humano.

k) Infracciones y sanciones
La ley establece, finalmente, normas generales y específicas
en relación con las infracciones que dan lugar a sanciones ad-
ministrativas y sanciones con multas cuya gravedad se graduará

7
Coco, Roberto, "Algunas consideraciones sobre los aspectos éticos del
diagnóstico preimplantacional", Cuadernos de Bioética, n° 0, Ad-Hoc, Buenos
Aires, 1996, p. 53.
8
Coco, ob. cit., p. 110.
232 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

según los riesgos para la salud de la madre o de los preembriones,


la cuantía del beneficio, así como el grado de intencionalidad,
entre otras consideraciones. Clasifica las infracciones como le-
ves, graves o muy graves, realizando a su vez una casuística de
cada una de ellas en las que involucra a los autores como res-
ponsables.

2.1.3. Normativa de investigación en biociencia.


Reciente ley del 15/6/07

Cabe mencionar la reciente ley sancionada en España el 15


de junio de 2007, que establece la clonación terapéutica —tam-
bién llamada "transferencia nuclear"— dejando en claro que, al
no tratarse de un proceso involucrado en la fertilización su con-
sideración no fue regulada en la ley 14/06.
Dada la importancia que la clonación terapéutica implica pa-
ra el desarrollo de nuevas herramientas celulares y moleculares
para la cura y tratamiento de enfermedades y su incidencia en la
salud de las personas, resulta necesario hacer referencia al tema,
sobre todo porque el texto de la ley prohibe expresamente la
constitución de preembriones o embriones humanos exclusiva-
mente con fines de experimentación.
Esta técnica consiste en la transferencia del núcleo de una
célula adulta de un paciente a un óvulo al que se le ha extraído
su núcleo para reprogramar su crecimiento celular y poder crear
así células madre capaces de crear tejidos u órganos que se puedan
trasplantar a la persona enferma.
La posibilidad de crear tratamientos para enfermedades, como
el mal de Alzheimer, el de Parkinson o la diabetes, está basada
en la detección de proteínas consideradas clave en la diferencia-
ción de las células madre, que también podrían servir para tratar
enfermedades neurodegenerativas y oculares, según dos estu-
dios divulgados por la revista Science9.

9
[http://www.diariolanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20050623/
pags/20050623181640.html].
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 233

Es indispensable diferenciar a la clonación terapéutica de la


clonación reproductiva —creación de un ser idéntico a otro—
y dejar en claro que esta última no está autorizada en ningún país
del mundo.
En el contexto de la Unión Europea, la Constitución Euro-
pea, acordada por los veinticinco miembros de la Unión en junio
de 2004, incluyó una prohibición expresa de la clonación re-
productiva, pero no se pronunció sobre la terapéutica, que
depende del criterio de cada país.
La ley 14/06, en su art. 1o, inc. 3o, prohíbe expresamente la
clonación en seres humanos con fines reproductivos.
La Ley de Investigación Biomédica recientemente sanciona-
da garantiza el derecho a la no discriminación, la confidencialidad
de los datos y la gratuidad de las donaciones de material bio-
lógico, principios que se encuentran fiscalizados por el Comité
de Ética de la Investigación.
A partir de esta novísima legislación se consagra en España
la esperanza para el tratamiento de enfermedades que hoy no
tienen otras alternativas de curación, implicando un paso hacia
adelante de la ciencia, que nuevamente es acompañada por el
Derecho.

2.2. Legislación italiana

La procreación asistida está regulada en Italia por la ley que


lleva el número 40, del 19 de febrero de 2004.
En su breve articulado, más restrictivo que contributivo a la
utilización de las técnicas por quienes padecen infertilidad, pode-
mos apreciar algunas cuestiones que merecen ser brevemente
comentadas.
En primer término, respecto al acceso a las técnicas, la ley
prohíbe la fertilización heteróloga, dejando fuera del alcance a
las personas que padecen una patología determinada y necesi-
tan recurrir a la dación de gametos.
234 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La utilización de gametos de un tercero da lugar a la llamada


"fecundación heteróloga". La regulación de las técnicas de fer-
tilización heteróloga, más allá de la alta complejidad de ellas
derivada, debe realizarse en un marco de igualdad y respeto, de
libertad y autonomía, y es justamente en esta clase de fertiliza-
ción donde la voluntad procreacional adquiere su más elevada
expresión.
La ley italiana simboliza una retracción de toda la normati-
va europea sobre procreación asistida, atento a que la mayoría
de los países de la comunidad internacional la acepta, ya que se
impone como una necesidad ante situaciones específicas de in-
fertilidad. Desde el Informe Warnock del Reino Unido, pasando
por el Informe Waller de Australia, el Informe sueco, las reco-
mendaciones del Consejo de Europa (1984), el Informe Brenda,
de Alemania, y las leyes que consagran la aceptación legítima de
las técnicas de fertilización heteróloga, hasta la consagración le-
gislativa en Austria, España, Holanda, Suecia y Francia, entre
otras.
En segundo término, la ley italiana prohibe la criopreserva-
ción de embriones, sin tener en cuenta que en determinadas pa-
tologías vinculadas a la infertilidad se torna imprescindible. Se
restringen las condiciones de acceso a las técnicas, por cuanto
se establecen para parejas casadas o convivientes con la exi-
gencia de edad adulta, relación estable y distinto sexo.
En su estilo restrictivo, la citada norma impide los diagnós-
ticos preimplantatorios de los preembriones, así como su inves-
tigación, instalando una barrera normativa a los avances de la
ciencia en pos de la fertilidad y la salud reproductiva.
El derecho a la reproducción, así como el derecho a la salud
que seguidamente pasamos a analizar, quedan desprovistos de
un marco de amparo legal en la legislación italiana, conforme la
normativa que rige en la actualidad.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 235

3. El derecho a la procreación humana

En primer lugar, nos preguntamos el significado y alcance


del vocablo "procrear". El Diccionario de la Real Academia Es-
pañola establece que es una palabra que proviene del latín
—procreare— y significa engendrar, multiplicar una especie. A
su vez, "engendrar" —vocablo latino ingenerare— se acepciona
como "procrear, propagar la propia especie". Ahora bien, la
acepción como preposición del vocablo "pro" nos indica "en favor
de o en beneficio de alguien o algo". De allí podemos deducir,
junto a Juan Masiá Clavel10, que procrear es precisamente "coo-
perar a crear: participar activamente a la vez que se recibe como
don el fruto de esa creatividad". Coopera a crear la naturaleza
cuando no existen afecciones que impidan la fertilización, y tam-
bién cooperan con la naturaleza quienes colaboran desde la cien-
cia ante la infertilidad. Esta cooperación para la creación del
nuevo ser encuentra su más preciada génesis en el derecho a la
procreación —natural o asistida—, ensamblado en la libertad
que desde la letra de las constituciones se garantiza en las so-
ciedades en la que la democracia se ha instalado,
La libertad en los regímenes democráticos actuales tiene dos
dimensiones esenciales: 1) la que posibilita el desarrollo libre del
sujeto individualmente o a través de los grupos en que se integra
y 2) la que permite su contribución como ciudadano al desarro-
llo de la organización social y su participación en los asuntos
públicos.
En las sociedades democráticas actuales, esa libertad se per-
fila en sus ordenamientos a través de una pluralidad creciente de
derechos y libertades concretos que se refieren a aspectos de-
terminados de la vida del hombre, tanto en su dimensión perso-
nal como social.

10
MASIA C LAVEL, Juan, Tertulias de bioética: manejar la vida, cuidar a
las personas, Trotta, Madrid, 2006, p. 68.
236 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Si bien los derechos y libertades constituyen regiones espe-


cíficas de autonomía en las que se desenvuelven las voluntades
individuales, el contenido de la libertad no se agota en esas
esferas concretas porque ampara otras muchas actividades y
acciones humanas que, sin estar expresamente contempladas en
el ordenamiento jurídico, tampoco están prohibidas por él ni
vulneran otro derecho11.
La evolución de los contenidos de los derechos humanos va
abriendo camino a la incorporación, en el marco jurídico, de los
progresos científicos de la medicina y la genética. En consecuencia,
podemos distinguir cuatro generaciones de derechos.
La primera generación está representada por los derechos
individuales básicos: a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la
seguridad, que se corresponde con los primeros años de vigen-
cia del Estado liberal. Estos derechos civiles y políticos encar-
naban los requerimientos de las libertades individuales al Estado
en reclamo del respeto a su ejercicio.
A la segunda generación —segunda mitad del siglo XIX—
se suman el sufragio, algunas libertades públicas y el
reconocimiento de los grupos. Son los derechos económicos
sociales y culturales que requieren del Estado ya no sólo el
respeto desde la abstención como los primeros, sino su
garantización activa con el baluarte de la igualdad de los
ciudadanos.
La tercera generación —coincide con el Estado social— re-
conoce los derechos económicos y sociales, salario mínimo, de-
recho a la educación y vivienda digna, entre otros.
Hay una naciente cuarta generación12 de derechos que co-
mienza su reconocimiento jurídico, cuyo núcleo fundante com-
prende la libertad, la igualdad y la fraternidad como los dere-
chos del ecosistema, de autodeterminación informativa y un

11
DELLACQUA, Mabel, "Derecho a la reproducción", Revista del Colegio
Público de Abogados, Buenos Aires, may. 1998.
12
BOBBIO, Norberto, El tiempo de los derechos, Sistema, Madrid, 1991,
p. 18.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 237

conjunto de derechos que, basados en la libertad, la dignidad de


la persona, el derecho a la vida, y a la intimidad personal y fami-
liar conforman un nuevo estatuto jurídico de la vida como es,
por ejemplo, el tema que nos ocupa: las nuevas formas de re-
producción humana asistida.
La paulatina necesidad de preservar nuevos intereses jurídi-
cos no significa una gradación con preeminencia de un derecho
sobre otro derecho, como acertadamente señala Arribére:
Dado que todos en su conjunto responden a la satisfacción de
necesidades o requerimientos básicos para la vida y la digni-
dad del hombre, pensada, formada y reconocida a través del
reconocimiento individual de ellos13.

En este orden de ideas, no podemos dejar de reconocer la


propia esencia del principio de dignidad de las personas en el
marco de la libertad como base de la democracia, en la que todo
individuo es titular de los derechos fundamentales por su sola
pertenencia a la humanidad, inherencia única y exclusiva que
excluye toda otra condición. La sola pertenencia al género hu-
mano14 es lo que genera el deber de respeto hacia su persona,
y el pensamiento moral y jurídico, construido a lo largo de los
últimos años en materia de derechos humanos, abonan este con-
cepto de inherencia sólo a la condición humana.
El derecho a la reproducción tiene su fundamento en la dig-
nidad de la persona como expresión del reconocimiento de sus
derechos inherentes, y si bien no está expresamente contempla-
do en nuestra Constitución, se funda en la consagración de la
libertad como valor superior de nuestro ordenamiento.
Si damos una recorrida por las declaraciones de derechos
humanos, nos encontramos con que no hay una formulación

13
ARRIBÉRE-COCO, ob. cit., p. 68.
14
ANDORNO, Roberto, "La dignidad humana como noción clave en la
Declaración de la Unesco sobre genoma humano", Ponencia presentada al 5o
Congreso Mundial de Bioética, Londres, 21-24/9/00.
238 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

explícita del derecho a procrear, pues éste surge del derecho a


fundar una familia.
Como afirma Robert Clarke15 —periodista científico fran-
cés— partiendo del Génesis I del Antiguo Testamento, número
28:
Sean fecundos y multipliquense: la falta de hijo, constituye
una herida profunda, no sólo en lo afectivo y personal sino
que incide seriamente en el plano social. El hijo es también
la seguridad de vencer en cierta forma la muerte, a quien
burlamos al asumir nuestra descendencia, al crear un ser a
nuestra imagen y a su vez perpetuar su imagen en otros tan-
tos eslabones de una cadena esencial. Con el hijo la norma
está respetada, el orden reina.

Es importante destacar que matrimonio y familia son dos


realidades diferentes. El matrimonio es una relación que une a
las dos personas y que las vincula social, económica y jurídica-
mente, pero no genera automáticamente una familia. En general,
para que un matrimonio se convierta en familia es necesario un
elemento más, representado, en la mayoría de los casos, por la
descendencia.
La familia se registra en la constitución de relaciones cuya
base biológica —unión sexual y procreación— son objeto de
reconocimiento social, valoración ética e integración en el siste-
ma de la cultura. El matrimonio es una de estas relaciones cuyo
sustrato se proyecta en la institucionalización de la unión inter-
sexual monogámica16.
Para el Derecho la familia es el conjunto de personas entre
las cuales existen vínculos jurídicos, interdependientes y recí-
procos, emergentes de la unión intersexual, la procreación y el
parentesco. La familia es, entonces, un concepto más amplio que

15
CLARKE, Robert, Los hijos de la ciencia, Emecé, Buenos Aires, 1986,
p. 37.
16
ZANNONI, Eduardo, A., Derecho civil. Derecho de familia, t. I, Astrea,
Buenos Aires, 1998, p. 169.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 239

el matrimonio, ya que cabe reconocer jurídicamente diversos


supuestos en que varón y mujer, sin perfeccionar el emplaza-
miento en el estado conyugal, en los hechos asumen una convi-
vencia de cierta estabilidad y permanencia17.
Por consiguiente, la descendencia a través de la procreación
natural o asistida imprime la característica fundante de la familia,
tanto de su perspectiva social como jurídica. Cabe acotar, asi-
mismo, que el paradigma de la familia tradicional se cuestiona18
abriendo paso a nuevas constituciones de familia, como la fami-
lia ensamblada19 o reconstituida, que reconoce vínculos proce-
dentes de dos o más uniones conyugales; la familia monoparental,
en la cual hombres y mujeres que no forman parte de una pareja
estable deciden adoptar en sus condiciones; uniones de perso-
nas del mismo sexo, y también la mujer sola, que decide recurrir
a la fertilización asistida para formar una familia, supuesto que
analizaremos en particular.
En consecuencia, el derecho a la reproducción, si bien en-
cuentra su fundamento en el derecho a formar una familia, no se
agota en el matrimonio que, como dijimos antes, es una de la
relaciones de familia institucionalizada.
En la Declaración Universal de Derechos Humanos, emitida
en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de di-
ciembre de 1948, su art. 16, párr. 1o , consigna:
Los hombres y mujeres, a partir de la edad núbil, tienen de-
recho sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad
o religión a casarse y & fundar una familia...

En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


—art. 23— se establece que "se reconoce el derecho del hom-
bre y de la mujer a contraer matrimonio y afundar una familia,
si se tiene edad para ello".

17
ZANNONI, ob. cit., t. II, p. 257.
18
GIBERTI, Eva, "La familia y los modelos empíricos", en Vivir en fami
lia, Unicef, Losada, Buenos Aires, 1994, p. 119.
19
ZANNONI, ob. cit., p. 10.
240 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La Carta de los Derechos de la Familia, presentada por la


Santa Sede el 22 de octubre de 1983, trata en forma expresa
la función procreativa dentro del matrimonio y se sintetizan fór-
mulas precisas de la doctrina eclesiástica sobre el ejercicio humano
de la procreación; así en su art. 3o, establece:
Los esposos tienen el derecho inalienable de formar una familia
y decidir sobre el intervalo de los nacimientos y el número de
hijos a procrear, teniendo en plena consideración los deberes
para consigo mismo, para con los hijos ya nacidos, la familia
y la sociedad, dentro de una justa jerarquía de valores y de
acuerdo con el orden moral...

Y agrega:
Las actividades de las autoridades públicas o de organizacio-
nes privadas que tratan de limitar de algún modo la libertad
de los esposos en las decisiones acerca de sus hijos consti-
tuyen una ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia.

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de


Discriminación contra la Mujer, adoptada por la Asamblea Ge-
neral de la ONU el 18 de diciembre de 1979, y aprobada por
ley 23.179 por nuestro país, establece en su art. 11, primera
parte:
Los Estados partes adoptarán todas las medidas apropiadas
para eliminar la discriminación contra la mujer en las esferas
del empleo a fin de asegurar en condiciones de igualdad entre
hombres y mujeres los mismos derechos, en particular .../) el
derecho a la protección de la salud, y a la seguridad en las
condiciones de trabajo, incluso la salvaguardia de la función
de reproducción.

Asimismo, en su art. 12, inc. Io se establece que se adop-


tarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discrimina-
ción contra la mujer en la esfera de atención médica a fin de
asegurar ".. .el acceso a los servicios de atención médica, inclu-
sive los que se refieren a la planificación de la familia".
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 241

Es importante, a su vez, agregar que recientemente la ley


26.171 —de diciembre de 2006— ratifica el Protocolo Adicio-
nal a la Convención para la Eliminación, que habilita a recurrir
ante el Comité de la Cedaw —sigla con la que se identifica a la
Convención— para hacer efectivos los derechos consagrados
en ella.
Vale decir, que este importante instrumento se suma a los
instrumentos jurídicos internacionales que conforman el derecho
internacional de los derechos humanos, señalizando una ruta
positiva que tiende a reducir la injusticia que significa la discri-
minación de la mujer en general, y respecto a su derecho a la
procreación en particular.
Nuestra Constitución, en su art. 31, expresa que los trata-
dos con las potencias extranjeras son ley suprema de la Na-
ción. Asimismo, en el inc. 22 del art. 75 se establece que los
tratados tienen jerarquía superior a las leyes. Después de enun-
ciar expresamente las declaraciones y convenciones determina
que "en las condiciones de su vigencia tienen jerarquía consti-
tucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta
Constitución y deben entenderse complementarios de los dere-
chos y garantías por ella reconocidos".
El derecho a procrear se relaciona con los derechos de rango
constitucional consagrados en el art. 42 de nuestra Carta Fun-
damental, es decir, con el derecho a la protección de la salud,
y con el derecho a la libertad de elección y a condiciones de
trato equitativo y digno, en cuanto las parejas que necesitan
recurrir a los médicos para procurar con su ayuda su reproduc-
ción tienen estos derechos reconocidos constitucionalmente, ya
que son usuarios de los servicios prestados por las técnicas de
fertilización asistida para obtener su salud reproductiva, en base
al derecho de libertad de elección que el mismo artículo con-
templa.
Por consiguiente, comprendemos el derecho a la procrea-
ción como parte inseparable del derecho a fundar una familia
que está consagrado en nuestra Constitución en el ámbito de la
libertad individual y en las declaraciones, pactos y convencio-
nes que también lo consagran.
242 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

4. La mujer sola como beneficiaría de la aplicación


de las técnicas de fertilización humana

Decidir, en función del derecho a procrear, el camino que


las nuevas técnicas de fertilización proponen ayudando a la na-
turaleza a la reproducción, es un derecho de todos los seres
humanos fundado en la inherencia del principio de dignidad, aun
de aquellas mujeres que no tienen hoy una pareja, y no por ello
están excluidas del ejercicio del derecho a formar una familia.
En virtud de ello, es posible considerar la importancia del
alcance de las técnicas a mujeres mayores de edad o menores
emancipadas, como propiciaba el Proyecto de los senadores
Storani y Laferriere del año 1997 que ya no posee estado par-
lamentario, o como acertadamente propone el Proyecto de la
senadora Haidé Delia Giri que, al referirse a los beneficiarios,
determina que las técnicas serán de aplicación a toda mujer ma-
yor de edad y capaz.
En este orden de ideas se encuentra la precursora ley espa-
ñola 35/88, que establecía como usuaria de las técnicas a toda
mujer mayor de edad, siempre que haya prestado su consenti-
miento de forma libre, consciente, expreso y por escrito, y si
estuviese casada se requería el consentimiento del marido.
La nueva ley española 14/06 amplía el alcance de los bene-
ficiarios de las técnicas, haciéndolo extensivo también a toda
mujer con independencia de su estado civil y orientación sexual,
y a las personas con discapacidad.
Si reflexionamos acerca del sufrimiento de quienes no pue-
den hacer viable su derecho a la reproducción, observaremos
que cabe considerar que su ejercicio no puede ser exclusivo de
quienes la vida hoy les brinda una pareja, sino que debiera ser
garantizado a todas las mujeres, con o sin pareja actual, ya que
ello es muy circunstancial y nada ni nadie garantiza una estabi-
lidad en la perpetuidad para unos y la negación para otros. Las
mujeres que hoy no tienen pareja y recurren a los centros de
fertilidad para posibilitar su procreación, pueden mañana tenerla
y su pareja tendría la posibilidad de adoptar a su hijo. La mujer
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 243

que hoy utiliza la fertilización junto a su pareja, puede mañana


no tener más pareja; sin embargo, tuvo el derecho de ser bene-
ficiaría.
Así las cosas, el planteo se deriva en razones de libertad e
igualdad ante la ley en el encuadre del respeto de la dignidad,
tal como proclama en su Preámbulo la Declaración Universal
de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, "la inherente
dignidad de todos los miembros de la familia humana", aseve-
rando en su disposición primera que "todos los seres humanos
nacen libre e iguales en dignidad y derechos".
En este lincamiento de análisis apreciamos que el principio
de autonomía no puede ser patrimonio exclusivo de parejas, sino
de personas, tal como surge de la Recomendación 6a de la De-
claración Bioética de Gijón. Así como los principios de justicia
y solidaridad que recomienda también la Declaración citada, no
podemos dejarlos en el abandono restringiendo las beneficiarías
de las técnicas sólo a quienes tengan su pareja.
Podríamos efectuar una analogía que valida el supuesto de
la fertilización de la mujer sola con el instituto de la adopción.
La adopción es admitida en nuestra legislación por una mujer
sola dando lugar a la constitución de una familia monoparental.
Algunos intérpretes del Derecho dirán que en la adopción hay
un niño que se favorece con el vínculo filiatorio; es verdad, ya
existe un niño. La diferencia radica en el derecho a procrear,
ya que la propia descendencia es su núcleo fundante, y como
ejercicio del derecho en este caso la vía es la inseminación de
la mujer sola, que desde lo jurídico implica brindarle la colabo-
ración médica y científica a fin de contribuir a la formación de
su familia.
Una mirada desde la ética nos lleva a justificar plenamente
esta cooperación para procrear a la mujer sola, ya que es más
loable esta vía a que tenga un encuentro sexual furtivo con la
finalidad de tener un hijo, sin el necesario correlato de voluntad
procreacional de parte de la persona con quien tuvo la relación
sexual.
244 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La familia se va transformando con el transcurso del tiempo,


pero una madre con su hijo siempre es una familia. Nadie duda
de que una mujer sin pareja que tuvo un hijo por vía natural,
sea una familia. No hay razones para considerar que una mujer
que lo tenga por vía asistida, también sea una familia. Ambas
—por vía asistida o natural— pueden encontrar un padre.
También la Declaración de Bioética de Gijón del año 2000
dice, en su primera observación, que las biociencias y tecnolo-
gías deben servir al bienestar de la humanidad, y es el momento
de preguntarnos si la mujer que hoy no tiene una pareja y desea
ejercer su derecho a la reproducción no es parte de la humani-
dad. Se agrega a ello la privacidad como contenido esencial del
derecho a la intimidad, que representa el aspecto personal, re-
servado a los asuntos y elecciones de una persona o una familia
y limita la intervención de otras personas o de los poderes pú-
blicos en la vida privada, estableciendo una esfera en la cual ni
el Estado ni los particulares pueden intervenir.
Si bien la intimidad no se identifica con la opción personal
del sujeto, sí contribuye a la posibilidad de elegir y decidir. La
elección se refleja en la decisión de reproducirse o no, sobre
cuándo procrear, sobre los tiempos entre un hijo y otro, y toda
esa elección conforma actos de libertad, impidiendo las in-
tromisiones ilegítimas en la vida de la persona que alcanzan
a las circunstancias que la rodean, a la reproducción humana,
sea por medios naturales o por las técnicas de reproducción asis-
tida.
La libertad e igualdad de las personas, así como la privacidad,
son derechos garantizados en nuestra Constitución Nacional que
contribuyen al bienestar general y comprenden el derecho a la
reproducción para todas las mujeres, aun aquellas que circuns-
tancialmente hoy no tengan pareja.

5. Fertilización asistida y derecho al propio cuerpo


Los derechos personalísimos constituyen una inconfundible
categoría de derechos subjetivos esenciales, que pertenecen a
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 245

la persona por su sola condición humana y que se encuentran,


respecto de ella, en una relación de íntima conexión, orgánica e
integral.
El derecho a la disposición del cuerpo humano se entiende
en consecuencia como un derecho personalísimo, como la facul-
tad de las personas físicas para realizar y autorizar con arreglo
al orden jurídico, todo acto sobre la entidad físico-somática.
Los derechos fundamentales representan el modo contem-
poráneo de la doctrina de los derechos naturales, constituyendo
un nivel de ideales del ordenamiento jurídico que va pene-
trando progresivamente hacia la positivización.
Por ello, es de fundamental importancia atribuir especial
significación al reconocimiento del derecho a la disposición del
cuerpo en tanto se enfoca en el ámbito mas extenso de libertad,
en el que se torna menester conferir a la persona participativamente
un rol cada vez más extenso en la toma de decisiones que con-
ciernen tanto al interés personal como general.
En este orden de ideas, la decisión de acceder a las técnicas
de fertilización asistida en el marco de la dignidad inherente a la
que hacíamos referencia en páginas anteriores, se constituye co-
mo una de las expresiones de los derechos fundamentales de los
que se deriva el mentado derecho a la reproducción y con inci-
dencia particular en el derecho al cuerpo.
El derecho al cuerpo es un derecho personalísimo20 y, como
tal, un derecho inherente a la persona. Recordemos que los
derechos personalísimos son derechos "subjetivos privados,
innatos y vitalicios que tienen por objeto manifestaciones inte-
riores de la persona y que, por ser inherentes, extrapatrimoniales
y necesarios, no pueden transmitirse ni disponerse en forma
absoluta y radical".
La voluntad de cada uno es el solo arbitro para decidir sobre
su propio cuerpo, como acertadamente refiere Jorge Bustamante
Alsina.

20
RIVERA, Julio C, Instituciones de derecho civil. Parte General, t. II,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, p. 9.
246 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El cuerpo humano es el sustractum de la persona, la esen-


cia que la constituye como tal. El hombre es corpóreo porque,
fundamentalmente, es desde y por su cuerpo"21.
Consecuentemente, entendemos que la persona infértil es
quien determine sobre su propio cuerpo la decisión de utilizar
las técnicas de fertilización asistida, determinación que constitu-
ye su prerrogativa, en pro de su derecho a la reproducción.
Decidir o no ejercer nuestros derechos reproductivos es una
acción que está encuadrada dentro del proyecto de vida indivi-
dual, y frente al cual el Estado tiene la obligación de garantizarlo
con la no intervención injustificada en el plan de vida que cada
ciudadano elige.

6. Derecho a la identidad y fertilización asistida

Otro de los derechos implicados en las técnicas de fertiliza-


ción asistida es el derecho a la identidad del nacido con aporte
de gametos de dador o dadora.
El derecho a la identidad personal encuentra su brote jurí-
dico en la jurisprudencia italiana al establecer como objeto de
tutela aquella parte de la identidad que se proyecta socialmente,
la identidad compartida en interferencia con los demás, la iden-
tidad comunicada dentro de la trama social. El ser humano es
una unidad psicosomática, por ello debe integrar unitariamente
lo que constituye la plena realidad existencial, de allí que no pue-
de prescindirse de la identidad biológica —faceta estática— que
junto al aspecto dinámico —proyección social— constituye una
noción completa de identidad personal22. La identidad personal
se compone, para algunos autores, de dos grandes aspectos:

21
C I F U E N T E S , S a n t o s , D e r e c h o s p e r so n a l í s i m o s, 2 a ed ., actu a l, y a mpl . ,
Astrea, Buenos Aires, 1995, p. 290.
22
F ERNÁNDEZ S ESSAREGO , Carlos, Derecho a la identidad personal, Astrea,
Buenos Aires, 1992, ps. 89 y 90.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 247

somático y espiritual, ambos integrantes de modo inescindible


del derecho a la identidad personal.
Ahora bien, la identidad personal23, como señala Zannoni,
no es unívoca y desde la perspectiva jurídica se advierten tres
dimensiones24: i) identidad personal en referencia a la realidad
biológica, dentro de la que podemos distinguir, a su vez, dos
áreas: a) identidad genética, y b) identidad filiatoria; 2) identi-
dad personal en referencia a los caracteres físicos de la perso-
na, y 3) identidad personal en referencia a la realidad existencial
de la persona.
En este contexto de clasificación tripartita de la identidad
personal, haremos hincapié en la identidad genética como área
integrante de la realidad biológica y sus repercusiones en la
identidad filiatoria que, en los casos de fertilización asistida con
aporte de gametos de dador o dadora, no coinciden.
La identidad personal supone ser uno mismo y no otro; esa
"mismidad"25 se constituye desde la raíz propia de la existencia
y es la experiencia que permite a una persona decir "yo" como
un centro organizador activo de la estructura de todas las acti-
vidades reales y potenciales, identidad del yo que se refiere a la
categoría del ser, como apunta Erich Fromm26, en la que los
datos genéticos constituyen el inicio de la realidad biológica dando
lugar a la dimensión genética de la identidad.
En este orden de ideas podemos visualizar que esos datos
genéticos que constituyen la identidad genética de la persona
pueden no ser concordantes con la identidad filiatoria, tal como
advirtiera Díaz de Guijarro27 al señalar la discordancia de los

23
C H I E R I , Primarosa, y Z A N N O N I , Eduardo A., Prueba del ADN, Astrea,
Buenos Aires, 2001, p. 183.
24
FERRER, Francisco, "Identidad y fecundación asistida", en Libro de
P o n e n c i a s d e l C o n g r e s o I n t e r n a c i o n a l " La p e r s o n a y e l D e r e c h o e n e l f i n d e
siglo", Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1996, ps. 189 y ss.
25
F ERNÁNDEZ S ESSAREGO , ob. cit., p. 14.
26
F R O M M , Erich, La revolución de la esperanza, Biblioteca actual, Fon
do de Cultura Económica, Buenos Aires, 1987, p. 89.
27
DIAZ D E G U I J A R R O , Enrique, Tratado de derecho de familia, Tea, Bue
nos Aires, 1953.
248 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

vínculos biológico y jurídico, refiriéndose a la adopción como


clara situación de la discordancia apuntada.
Hoy podemos hacer extensiva esta discordancia a los hijos
nacidos con la ayuda de las técnicas de fertilización asistida con
aporte de dador o dadora. Y de allí que nos planteamos el derecho
a la identidad concebido en este aspecto, como la facultad de
toda persona a conocer su origen y su propia génesis.
El derecho de la persona de conocer su origen lo encontra-
mos plasmado en un voto del Dr. Petracchi en disidencia de la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
el que se expresa la existencia de un derecho de toda persona
a conocer su propia génesis, su procedencia, en el cual está
comprometida la dignidad personal.
En el considerando décimo de su sentencia se expresa:
El normal desarrollo psicofísico exige que no se trabe la
obtención de respuesta a esos interrogantes vitales. La dig-
nidad de la persona está en juego porque es la específica
"verdad personal", es la cognición de aquello que se es real-
mente, lo que todo sujeto naturalmente anhela poseer, como
vía irreemplazable que permita optar por proyectos de vida
elegidos desde la libertad. Pues ésta es —finalmente— la que
resulta mancillada cuando el acceso a la verdad está obstruí-
do28.

Se advierte la importancia del derecho a la identidad en cuan-


to concede a la persona la facultad de conocer su procedencia
y se encuentra en una incólume simbiosis con otro magno dere-
cho: la dignidad, cuya tutela nuestra Carta Fundamental garan-
tiza.
La dignidad humana, como afirma Ekmekdjian29, en un sen-
tido restringido es el derecho que tiene todo hombre a ser res-

28
O T E I Z A , Edua rd o, " La d octrina de la C o rte Su pre ma sob re el derec ho
d e l n iñ o a c o n o c e r su i d e n t i d a d , l a a d o p c i ó n y l a s f a c u l t a d e s i n s t r u c to r i a s d e
los jueces penales", LL, 1991 -E, p. 891, secc. Doctrina.
29
E K M E K D J I A N , Miguel, Á., Manual de la Constitución Argentina, 4 a ed.,
Depalma, Buenos Aires, 1999, p. 91.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 249

petado como tal, es decir como ser humano y con todos los
atributos de su humanidad, cuyo reconocimiento implícito surge
del art. 33, C.N.
Sin perder de vista el todo unitario que la persona constitu-
ye, no podemos dejar de reconocer la existencia de la variedad
de derechos que se van planteando en el devenir del tiempo,
teniendo siempre presente que su tutela y protección no puede
agotarse en el repertorio de los derechos subjetivos que hoy tienen
una regulación legal.
Como señala Fernández Sessarego, la persona humana, en
cuanto es ontológicamente libre, es una realidad inacabada pues
se constituye como un continuo, fluido e ininterrumpido proceso
de autocreación30.
Dentro del proceso de autocreación constante de la perso-
na, se encuentra el interés existencial por el que se forja el derecho
a conocer la procedencia de su propia existencia como ser
humano: el derecho a conocer el origen como parte del derecho
la identidad personal.
La tarea de la jurisprudencia en estos últimos años permite
inferir la importancia de la labor creativa en la nueva arquitec-
tura de los derechos de las personas, ya que a partir de los
principios contenidos en nuestra Constitución Nacional, así como
los que surgen de las normas específicas, han estructurado es-
ta nueva perspectiva de tutela integral. Esta ardua y permanen-
te función jurisprudencial en el reconocimiento de los derechos
de la personalidad nos ha llevado a comentar un pronunciamien-
to de la Sala Primera de la Excma. Suprema Corte de Justicia
de Mendoza, analizando la inconstitucionalidad de la apertu-
ra de los legitimados del actual art. 259 del Cód. Civil en rela-
ción a la no legitimación del padre biológico para reclamar la
impugnación de la paternidad. Como surge del fallo anotado, se
proyectó la problemática prospectivamente en función de la vin-
culación a las técnicas de fertilización asistida con aporte de dador

30 FERNÁNDEZ SESSAREGO, ob. cit., ps. 124-127.


250 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

o dadora de gametos31, tema que retomaremos al finalizar el pre-


sente análisis.
La compatibilidad de los derechos jurídicamente tutelados
se presenta en un grado de altísima y dificultosa armonía, ya que
la filiación, la identidad y la paz familiar entran, en estos casos,
en una zona de fricción.
Es dable observar cómo la lucha de prevalecimiento de estos
derechos con una mirada prospectiva, trascendiendo los supues-
tos actuales hacia una reflexión ulterior que involucraría situa-
ciones como las emergentes de la fertilización asistida con dador
de gametos, que si bien hoy no tienen estado jurisprudencial en
nuestro país, forman parte de la realidad y pueden plantearse
en un futuro no muy lejano. Estos futuros supuestos constituyen
una "identidad de razón" ante la discordancia de vínculos, en
tanto representarían un caso más de inequivalencia entre los lazos
jurídicos y biológicos.
Nos planteamos qué lugar ocupa la identidad fíliatoria den-
tro de la noción integral de identidad personal. Nuestros maes-
tros juristas en la elaboración de la doctrina jurídica, nos llevan
a considerar caminos diversos en torno a la identidad filiatoria
con efectos disímiles. Por un lado, Santos Cifuentes señala que
la identidad biológica no es un derecho subjetivo, sino un ele-
mento que da contenido al atributo del estado civil del cual nacen
y se proyectan las relaciones de familia32. Por otro lado, Zannoni
modela un concepto en el que la identidad filiatoria, como pura
referencia a su presupuesto biológico, no es suficiente para de-
finir por sí misma la proyección dinámica de la identidad filiato-
ria, afirmando que esta última no es necesariamente correlato
del dato puramente biológico determinado por la procreación33.
31
SCJ, Mendoza, Sala I, 12/4/12, "L.C.E. por la menor A.M.G.
c/A.C.A.GP.A.C", LL Gran Cuyo, 2005, p. 663.
32
C I F U E N T E S , Santos, "El pretendido derecho a la identidad biológica y
la verdadera caracterización jurídica y dimensión de su contenido", Nota a fallo,
L L, 2 0 0 1 - C , p . 7 5 9 .
33
Z A N N O N I , Eduardo, "Adopción plena y derecho a la identidad perso
nal. La verdad biológica: ¿Nuevo paradigma en el derecho de familia?", LL,
1998-C, p. 1179, secc. Doctrina.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 251

El interés existencial merecedor de protección jurídica cons-


tituye una situación jurídica subjetiva por la cual la persona tiene
el derecho a que se le conozca y defina en de verdad personal,
sin alteraciones ni desnaturalizaciones de sus atributos, tanto es-
táticos como dinámicos, que lo diferencian de los demás, en tanto
lo hacen ser él mismo y no otro34.
Consideramos que dentro de esa verdad personal se encuen-
tra la verdad biológica que es justamente lo que materializa la
esencia del derecho a la identidad genética o facultad de cono-
cer el origen, independientemente del derecho a la identidad
filiatoria.
Si bien nuestro régimen de filiación se caracteriza por el
prevalecimiento de la identidad biológica como presupuesto del
estado filiatorio, la fertilización asistida con participación de da-
dor de gametos no puede responder a este esquema de concor-
dancia pura ya que el propio dador o dadora no posee voluntad
procreacional y en consecuencia no tiene en mira adquirir dere-
chos ni contraer obligaciones emergentes de una relación filial35.
La dación del material genético agota la obligación de la
dación, es decir que al desprenderse del material fecundante el
dador abdica de su paternidad genética36. Este desprendimiento
implica no solo la dación del material genético por parte del
dador sino que también comprende la clara situación jurídica de
los receptores, quienes resultan ser los involucrados en el com-
promiso que implica la voluntad procreacional.
Debemos dar especial consideración al fundamento insti-
tucional de la filiación en los casos de fecundación heteróloga
que, conforme señala Zannoni, está determinado por el consen-
timiento de la fecundación37.

34
F E R N Á N D E Z S E S S A R E G O , ob. cit., p. 115.
35
LEVY, Lea M., e IÑIGO, Delia, "Identidad, filiación y reproducción
humana asistida", en B E R G E L , Salvador, y M I N Y E R S K Y , Nelly, Bioética y Dere
cho, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2003, p. 263.
36
B O S S E R T , Gustavo, y Z A N N O N I , Eduardo, Régimen legal de filiación y
patria potestad, Astrea, Buenos Aires, 1985, p. 179.
37
Z A N N O N I , D e r e ch o ci vi l. .. , c i t ., t . 2 , p s. 5 4 6 y s s .
252 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La voluntad procreacional ante la infertilidad se constituye


en el presupuesto jurídico que sustenta la determinación de la
paternidad o maternidad, en su caso.
Precisamente en este contexto, y ante las dificultades que
pueden plantearse en torno a esta problemática, no podemos
pasar por alto el importantísimo aspecto que se caracteriza por
esa verdad biológica a la que hicimos mención precedentemente
respecto del nacido con ayuda de la fertilización heteróloga.
El origen del vínculo jurídico —o sea, su identidad filiato-
ria—, al no tener convergencia con la identidad genética tampo-
co tendrá su núcleo fundante en lo biológico, sino que se fundará
y construirá a partir de lo social.
En este orden de ideas, cabe plantearse el tema del anoni-
mato del dador de gametos ya que tiene una incidencia directa
en el derecho a la identidad genética del nacido.
Hay algunas consideraciones que favorecen el anonimato y
otras que tutelan la revelación del dador. Entre las primeras se
encuentran la facilitación de la dación y el mayor bienestar del
nacido por las dificultades psíquicas que pudiera acarrearle la
revelación; entre las segundas se instala, como centro esencial,
el razonamiento que se fundamenta en el interés de todo ser hu-
mano en conocer su procedencia biológica, que es, ni más ni
menos, que la facultad que le asiste a tutelar su derecho a la
identidad genética a través de la revelación de los datos genéticos
del dador o dadora.
De modo que nos encontramos con dos derechos que pue-
den estar en tensión, ya que, por un lado, surge el derecho de
identidad genética y, por el otro, el derecho a la intimidad del
dador de gametos que se tutela a la hora de darle mérito al
anonimato. Pues bien, en medio de la tensión apuntada deviene
muy acertado el aporte realizado por Velazco en las IV Jor-
nadas Sanjuaninas de Derecho Civil de 1989, citado por Ri-
vera38, en cuanto formula como alternativa la de clasificar en

38
R IVERA , ob. cit., t. I, Cap. IX, p. 369.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 253

dos niveles la información relativa al dador: un primer nivel por


el que se acceda a la historia médica y genética sin identifica-
ción del dador con libre acceso del interesado, y un segundo
nivel que comprenda la identidad real del dador condicionan-
do el acceso en función de la demostración de la necesidad de
conocer los datos.
Cabe señalar que la ley española 35/88 establece que la
revelación de la identidad del donante, en los supuestos en que
proceda, no implica en ningún caso determinación legal de filia-
ción, criterio que se mantiene inalterado en la nueva regulación
normativa de la ley 14/06.
Este criterio legal armoniza con las consideraciones que
venimos desarrollando, en cuanto a que el derecho a la identi-
dad del nacido por fertilización heteróloga queda tutelado sin
tener implicancia en la identidad filiatoria del hijo de la pareja o
la mujer, en su caso —recordemos que la legislación española
admite a la mujer sola como beneficiaría—, ya que del conoci-
miento no se derivan responsabilidades filiatorias ni patrimonia-
les ni extramatrimoniales.

6.1. La divergencia de la identidad genética y


filiatoria a través de un pronunciamiento

Como adelantáramos en el punto anterior, consideramos


importante señalar que hay casos en nuestra jurisprudencia acerca
de cuestiones vinculadas estrechamente al derecho a la identi-
dad biológica cuyas dos fases —genética y filiatoria— no resul-
tan convergentes. Nos estamos refiriendo expresamente al caso
que apuntáramos anteriormente de la Corte mendocina, en el
que la Sala Primera se pronuncia por la negativa a la apertura
de la legitimidad del progenitor biológico que impugnaba la pa-
ternidad del marido de la madre, salvaguardo el derecho a la
identidad genética de la menor, y ponderando especialmente el
derecho constitucional y humano a la vida familiar que se tradu-
254 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ce en el verdadero estado de padre al asumir todos y cada uno


de los deberes derivados de la filiación39.
Este pronunciamiento nos brindó la base estructural y el punto
de partida para la elaboración de un análisis del derecho a la
identidad en los casos de fertilización asistida con participación
de dador de gametos desde una óptica prospectiva.
A partir de estas consideraciones, retomaremos la proble-
mática analizada en función de la técnicas de fertilización asis-
tida con aporte de dador o dadora de gametos40, a partir de una
reflexión en el marco de la ética aplicada que comprende a la
identidad biológica en sus dos fases —genética y filiatoria—,
desde el perfil sincrónico y diacrónico .

6.2. Transformando la reflexión


en acción en el plano de la ética aplicada:
perfil sincrónico y diacrónico de la identidad genética
y la identidad filiatoria

Recordaremos algunos conceptos vertidos en el menciona-


do comentario desde el punto de vista de la ética aplicada de la
identidad genética y la identidad filiatoria a través del perfil sin-
crónico y diacrónico.
La identidad en las nuevas formas de reproducción humana
reviste caracteres específicos cuyo estudio se aborda desde la
perspectiva jurídica con la visión general de la ética aplicada, en
tanto sintetiza los intentos de dar solución o minimiza los múlti-
ples conflictos actuales y en particular de la bioética, sobre la
base del paradigma de convergencia, es decir, partiendo de los
cuatro principios que sustentan la bioética de un modo a priori

39
SCJ, Mendoza, Sala I, 12/4/05, "L.G.E. por la menor A.M.G.
C/A.C.A.G.P.A.C", LL Gran Cuyo, 2005, p. 663.
40
D ELLACQUA , Mabel, "Reflexión prospectiva de la inconstitucionalidad
del artículo 259 del Código Civil en relación a los legitimados", LL Gran Cuyo,
Voces Jurídicas, Año 11, n° 2, mar. 2006, p. 239.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 255

y de la conflictividad entre ellos que también lo es, tal como


señala Maliandi al afirmar que la imposibilidad de los óptimos
importa un equilibrio entre los principios41.
Sin perjuicio de considerar algunas formulaciones respecto
del vocablo "bioética" con relación a la cuestión etimológica que
fuera estudiada por algunos autores, nuestro campo de reflexión
está dado en el contexto de la ética aplicada, de la que la bioética
constituye una de sus más importantes ramas.
Por un lado, nos encontramos con la resistencia a la reduc-
ción o intrumentalización de la bioética; por el otro, la atribución
de un significado ideal y crítico como estandarte de los derechos
humanos de los pacientes o reclamos de equidad en la distribu-
ción de los recursos. Ni lo uno ni lo otro a ultranza. Como acer-
tadamente señala Agustín Estévez, el nombre de la bioética nos
interroga, cuestiona nuestras propias convicciones, nos conduce
a compromisos y sólo nos muestra la autenticidad de su signi-
ficado cuando nos produce un cambio espiritual42.
De allí que el abordaje bioético bien puede ser emprendido
desde la ética convergente, en tanto partimos de niveles en que
la conflictividad se encuentra presente, no la podemos suprimir
y argumentamos a partir de la aceptación de la conflictividad.
Esa aceptación de la conflictividad nos amplifica la reflexión ha-
cia el compromiso de la transformación exterior e interior, que
nos permite darle al vocablo "bioética" la dimensión que mere-
ce tener hacia la autenticidad de su significado.
Teniendo especial consideración de que el patrimonio genético
del nacido con aporte de gametos de dador deriva de los datos
biogenéticos de éste, cuyo acceso determina el derecho de co-
nocer su propio origen, abordaremos brevemente "el derecho a
conocer" a la luz de esta línea conceptual que fuera trazada desde
la ética aplicada.

41
M A L I A N D I , Ricardo, Ética: conceptos y problemas, 3 a ed., Biblos, Bue
nos Aires, 2004.
42
E STÉVE Z , Agustín, "La cuestión etimológica de la bioética", en B ERGEL -
M I N Y E R S K Y , Bi o é t i c a y D e r e c h o , R u b i n z a l -C u l z o n i , S an t a F e , 2 0 0 3 , p . 1 6 .
256 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La ética aplicada representa el soporte esencial de toda


aplicación práctica y concreta del Derecho, advirtiendo su inci-
dencia en la identidad filiatoria como expresión de verdad filiatoria
comprensiva de la verdad biológica, en tanto ésta se materializa
jurídicamente en el derecho a conocerla.
Las implicancias de las nuevas formas de reproducción hu-
mana sobre la identidad de las personas, determinan un queha-
cer jurídico que contribuye a la protección y tutela del derecho
a la identidad biogenética, como punto de partida existencial del
ser humano, y a la identidad filiatoria, como vínculo paterno-
filial de un proceso que se construye.
Podríamos intentar describir ambos aspectos de la identi-
dad desde sus perspectivas sincrónica y diacrónica43, y exami-
nar qué lugar ocupan estas perspectivas en el marco de la ética
convergente.
El criterio de distinción de lo sincrónico y lo diacrónico es
"el tiempo". Vemos que lo sincrónico44 es un proceso o un efecto
del proceso que se desarrolla en perfecta correspondencia
temporal con otro proceso, en tanto lo diacrónico45 hace refe-
rencia a los fenómenos que ocurren en el tiempo.
Como señala Maliandi, la identidad implica pensar la dife-
rencia y viceversa, son conceptos que se complementan, ya que
uno necesariamente remite al otro, como cuando hacemos refe-
rencia a lo superior e inferior o antes y después. Desde una mira-
da "sincrónica", algo es idéntico a sí mismo en la medida que
posee caracteres diferenciales que permitan "diferenciarlo" in-
dependientemente del tiempo. Desde esta perspectiva, la iden-

43
M A L I A N D I , Ricardo, "Identidad, diferencia y convergencia", Agora
Philosophica, Revista Marplatense de Filosofía, Suárez, Mar del Plata, dic.
2001.
44
"Sincrónico: Dicho de un proceso o de su efecto: que se desarrolla en
perfecta correspondencia temporal con otro proceso o causa", Diccionario de
la Lengua Española, Real Academia Española, versión electrónica.
45
"Diacrónico: Se dice de los fenómenos que ocurren a lo largo del tiem
po, en oposición a los sincrónicos", Diccionario..., cit.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 257

tidad biogenética de una persona tiene caracteres que permiten


la diferencia, y es el conocimiento de su origen biogenético el
camino que hace viable la identidad desde la perspectiva sincró-
nica, ya que ésta depende de los caracteres que le correspon-
den en exclusividad y que tornan permeable el acceso a diferen-
ciarlo de lo que "no es". La determinación sincrónica de la iden-
tidad pierde su propia esencia si no existe la vía para acceder
al conocimiento de los datos genéticos; en los supuestos que
analizamos estas ideas quedan reflejadas en los conceptos de
"progenitor" o de "dador", que constituyen el nexo necesario
para el acceso a la llamada "verdad biológica".
La otra cara de la cuestión es la "perspectiva diacrónica",
en la que el factor tiempo hace que un fenómeno ocurra durante
su transcurso. Algo es idéntico a sí mismo en la medida que con-
serva caracteres a través del paso del tiempo. Es decir, el tiem-
po pasa, pero la identidad —diacrónicamente hablando— per-
manece. Como advierte Maliandi, la identidad es resistente a la
modificación. Es esa resistencia la que conforma la propia iden-
tidad. La "identidad filiatoria" —tenga o no correspondencia con
la identidad genética— desde esta perspectiva diacrónica, no
cambia, no se modifica, permanece intacta, en su propia esen-
cia. Cambiarán muchos aspectos y caracteres de las personas
con el transcurso del tiempo, y también la evolución de la rela-
ción paterno-filial, pero no su identidad filiatoria, que permane-
cerá invariable a lo largo de su vida, invariabilidad que mediante
una sucesión de haceres se construye en torno al concepto de
"padre", con las conductas asistenciales y afectivas que lo ca-
racterizan de modo permanente, erigido desde la voluntad
procreacional, desde la posesión de estado, más allá de la co-
incidencia del vínculo biológico.
Ambas perspectivas, sincrónica y diacrónica de la identidad
biológica y filiatoria, convergen en la constitución y la perma-
nencia de la identidad del sujeto independientemente de su con-
cordancia.
De allí, la vital importancia del conocimiento de los datos
biogenéticos del dador —o dadora— del nacido por fertiliza-
258 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ción asistida es, justamente, el camino que desde la perspectiva


de la ética aplicada brinda el acceso a esa parte de la identidad
biológica que es la identidad biogenética.
El conocimiento de sí mismo, que se integra con el conoci-
miento de los datos biogenéticos del dador desde lo sincrónico,
constituye la base o el punto de partida para que el transcurso
del tiempo mantenga, conserve y permanezca la coherencia
identitaria en lo diacrónico, garantizada en el pronunciamiento
mendocino por la negatoria de inconstitucionalidad del art. 259
y la ponderación de la posesión de estado de padre (al marido)
priorizando el mejor interés de la niña al permitirle gozar de su
derecho a la identidad filiatoria (identidad diacrónica).
Las perspectivas sincrónica y diacrónica de la identidad con
una equivalencia de la identidad genética y filiatoria, respectiva-
mente, se plantean en la actualidad con ciertos niveles de
conflictividad, ya que muchos autores nacionales están enrolados
en la coincidencia de ambas. Santos Cifuentes46, entre otros,
considera que la identidad biológica por ser un presupuesto del
estado filiatorio, queda fatalmente enclavado en este marco; debe
subordinarse, agrega, en la medida de lo necesario al orden de
la filiación y la familia, como elemento del atributo del estado
civil.
La conflictividad derivada de esta problemática puede en-
caminarse desde la ética aplicada revelándose "la necesidad de
la búsqueda de convergencia", sin perder la mirada jurídica y
fáctica. El enunciado ético resultante será, entonces, el manda-
to de reducir al mínimo el grado de conflictividad, optimizando
la convergencia, cuyo germen anida en el fallo mendocino y
culminará en el momento en que la menor conozca su verdad
biológica.
Esa búsqueda de convergencia apunta a generar una línea
consensual de acción en la que se satisfagan los intereses de
todos los afectados, robusteciendo la identidad ante las nuevas

46
CIFUENTES, "El pretendido derecho...", cit., p. 761.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 259

formas de concepción humana desde lo prospectivo, y afirmán-


dola desde lo operativo que surge del pronunciamiento men-
docino.
Ante este cuadro de situación nos encontramos con dos
intereses que, en apariencia, están contrapuestos, ya que desde
una convergencia desde el inicio ambos intereses pueden "unir-
se" "ligarse" o "ensamblarse" en pro del interés común y priori-
zando el mejor interés de la niña.
¿Por qué tenemos que privilegiar una órbita —identidad bio-
lógica vs. identidad filiatoria— en desmedro de la otra? Es en
este punto de la línea de reflexión en que el "discurso práctico",
a través de la argumentación, genera el camino que nos permita
cribar las diferencias en pos de una convergencia optimizadora
de los intereses enjuego. Mediante la convergencia crítica po-
demos lograr que tanto el nacido por fertilización asistida
heteróloga47 y su respectivo dador, así como el progenitor y padre
en el caso comentado, no son adversarios ni interlocutores
oponentes, sino, más bien, "co-operadores" en el diálogo argu-
mentativo, subordinando los intereses propios al acuerdo que
morigeraría los niveles de conflictividad emergentes entre "el to-
do y la nada". Buscar este punto de equilibrio transforma la
reflexión en acción en el plano de la ética aplicada.

7. El derecho a la salud
y las técnicas de fertilización asistida

A la hora de analizar la infertilidad nos encontramos con una


pretérita preocupación que obstaculiza la creación de la des-
cendencia, ya sea por la necesidad de la inmortalidad de la especie,

47
LOYARTE, Dolores, y ROTONDA, Adriana, Procreación humana artificial.
Un desafío bioético, Depalma, Buenos Aires, 1995; DELLACQUA, "Derecho a la
reproducción...", cit; "Un problema de ética aplicada: la fertilización asistida a
la luz de la ética convergente", Revista Científica de la Universidad de
Ciencias Empresariales y Sociales, vol. IX, n° 1, jul. 2005, ps. 65 y ss.
260 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

o bien por la importancia que las personas le atribuyen al aporte


activo en la generación de la vida que resulta ser irrealizable ante
la imposibilidad de procrear un hijo.
La trascendencia que, históricamente, se adjudicó al linaje
basado en la consanguinidad como garante de legitimidad y calidad
para quienes descendieron de antepasados en línea directa, se
mantuvo durante siglos y persiste en algunos grupos sociales, no
obstante, como apunta Eva Giberti, ha disminuido su estrictez
dando cabida a modelos que se instalan en los bordes de lo que
se entiende por linaje48. Allí, en ese punto donde el imperativo
social acorrala en un modelo incanjeable e inamovible, se en-
cuentran quienes sufren la esterilidad o infertilidad que les impi-
de por sí mismos procrear o —siguiendo el lenguaje sociológi-
co— continuar con el linaje.
Jacqueline Costa-Lascoux señala:
La obsesión por la esterilidad es inmemorial. Inspiró muchas
ficciones jurídicas en las sociedades arcaicas y en las socie-
dades antiguas a fin de que todos los hombres pudieran par-
ticipar en la transmisión de la vida. Incitó a los científicos a
descubrir remedios o paliativos49.

Esa capacidad fisiológica del ser humano para reproducir-


50
se , que denominamos "fertilidad" encuentra su valladar en la
connotación de la disfuncionalidad de reproducción que llama-
mos "infertilidad". Y si consideramos que la reproducción se
define como la propiedad que poseen los seres vivos de dar origen
a otros seres de características semejantes a sí mismos, orien-
tada a la conservación de la especie, su cara inversa es la "es-
terilidad".
Los profesionales de la medicina definen la infertilidad como
la incapacidad para concebir, si bien ésta puede no ser defini-

48
G I B E R T I , ob. cit., p. 118.
49
Citada en L O Y A R T E -R O T O N D A , ob. cit., p. 83.
50
S OTO L AMADRID , Miguel Á., Biogenética, filiación y delito, Astrea, Buenos
Aires, 1990, p. 3.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 261

tiva, denominada "esterilidad relativa". En cambio, la esterilidad


es la incapacidad definitiva o irreversible para concebir, aunque
en algunos casos esta imposibilidad natural puede corregirse por
procedimientos médicos quirúrgicos.
El Dr. Roberto Nicholson señala como estéril al matrimonio
que, luego de un año de mantener relaciones sexuales con una
frecuencia adecuada y sin medidas anticonceptivas, no ha con-
seguido el embarazo51.
Por su parte, el Dr. Claudio Chillik —especialista en medi-
cina reproductiva— manifiesta que en la literatura sajona ambos
términos se usan en forma indistinta como sinónimos; resultaría
preferible extender la sinonimia terminológica a la lengua espa-
ñola, ya que la palabra esterilidad tiene una carga emocional y
una connotación más dura e irreversible que el término inferti-
lidad.
De allí que ambos vocablos se utilizan con la misma signifi-
cación, aunque queda apuntada la diferencia desde el punto de
vista médico, advirtiendo, asimismo, la carga emocional y psí-
quica que confluye junto a la dificultad —reversible o no— de
generar la propia descendencia, a la que se suma el consabido
mandato social.
La descendencia propia determina el resultado de un pro-
yecto vital; la manera de perpetuarse en el devenir que trascien-
de la vida, por ello la carencia del hijo propio constituye una
frustración que encuentra en el entorno un campo propicio que
entiende la infertilidad como el camino del fracaso como ser
humano, porque no tiene la capacidad de reproducirse.
Esta desesperanza desemboca en la desilusión que puede
acabar haciendo mella en la integridad psicofísica de los invo-
lucrados. El desarrollo paulatino de una auténtica patología
psíquica y su somatización manifiesta y agravada, pone en ries-
go la desintegración de la pareja. Como señala Vidal, la infer-
tilidad debe ser considerada desde la medicina como un proce-

51
Citado en LOYARTE-ROTONDA, ob. cit., p. 85.
262 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

so patológico que implica una disfunción que debe ser objeto de


tratamiento, sea éste curativo o sustitutivo, con el objeto de lo-
grar descendencia y restablecer el equilibrio psicofísico de quie-
nes lo sufren52.
Si a la fertilidad se la denomina como "la capacidad fisioló-
gica del ser humano para reproducirse"53, y a la reproducción
como "la propiedad que poseen los seres vivos de dar origen a
otros seres de características semejantes a sí mismos, orientada
a la conservación de la especie", nos preguntamos entonces cuál
es la esencia de la falta de la capacidad fisiológica que afecta la
propiedad de procrear.
En este orden de ideas, la esterilidad es una enfermedad, o
consecuencia de una enfermedad con sus componentes físicos,
psíquicos e, incluso, sociales; por ello todo procedimiento diri-
gido a remediarla se debe considerar como una terapéutica54.
El vocablo "enfermedad" es definido por el Diccionario de
la Real Academia Española en su primera acepción, como alte-
ración más o menos grave de la salud. Ahora bien, corresponde
preguntarnos qué entendemos por salud. La salud es un estado
de bienestar físico, psíquico y social, tal como la define la Or-
ganización Mundial de la Salud.
Esta entidad biopsicosocial que denominamos salud, incluye
la posibilidad de concebir un hijo; por ende, debemos entender
que la imposibilidad de concebir un hijo es una enfermedad,
teniendo presente que en estos casos se encuentra afectada una
de las funciones esenciales del género humano: la reproducción
para la continuidad de la especie.
El Congreso Catalán de Médicos y Biólogos de 1997 defi-
nió a la salud como "la manera de vivir libre, solidaria, respon-
sable y feliz". La salud es más un bien-ser que un bien-estar,
afirma acertadamente el Dr. Francisco Maglio. El bien-ser que

52
V I D A L , Marciano, Bioética: estudios de bioética racional, 2" ed., Tecnos,
Madrid, 1994, p. 98.
53
S O T O L A M A D R I D , o b . c i t . , p . 3.
54
VIDAL, ob. cit., p. 95.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 263

brinda la salud al individuo se ve seriamente afectado ante la


imposibilidad de concebir un hijo, entrando en una de las
contracaras del bien-ser, la frustración por la infertilidad. Detrás
de quienes la padecen, existe el sufrimiento de no poder conce-
bir su descendencia por la enfermedad que les impide procrear.
Es dable observar cómo los foros y conferencias determinan
espacios concretos de acción, con la finalidad de lograr la
estructuración de programas que incluyan los derechos re-
productivos por medio de políticas públicas. Congruentemente
nos encontramos con el reciente Foro de Salud y Medio Am-
biente en el marco de la III Cumbre de los Pueblos de Améri-
ca55, en el que se acordó que "la salud es un derecho de los
pueblos que debe estar garantizado por los Estados" y, a su vez,
se propone "continentalizar el conocimiento científico, abrir las
fronteras de los países para generar un marco de cooperación
e intercambio para el acceso universal de todas las personas sin
distinción, beneficiando así al conjunto de los pueblos". El co-
nocimiento científico que evoluciona y se perfecciona día a día
con relación a las técnicas de fertilización asistida como vía cu-
rativa y/o paliativa de la enfermedad de la infertilidad, representa
un camino que atiende el derecho a la salud reproductiva.
En esta línea de reconocimiento de programas y conferen-
cias internacionales, con similares criterios, tal vez más especí-
ficos en relación al derecho a la salud reproductiva, encontra-
mos la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer de la ONU,
realizada en Pekín en el año 1995. En sus conclusiones se ex-
presó que la salud reproductiva es "un estado general de bien-
estar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enferme-
dades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el
sistema reproductivo, sus funciones y procesos. En consecuen-
cia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de
una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la

55
III Cumbre de los Pueblos de América, l°-5/ll/05, Mar del Plata,
provincia de Buenos Aires.
264 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué


frecuencia". La atención de la salud reproductiva incluye el acceso
a "métodos, técnicas y servicios que contribuyan a la salud y al
bienestar reproductivos al evitar y resolver los problemas rela-
cionados".
Ya en los años cincuenta el Dr. Ramón Carrillo —padre de
la Salud Pública en la Argentina— decía que "frente a la pobre-
za, la miseria, y el infortunio social de los pueblos, los microbios
como causas de enfermedad, son unas causas pobres"; hoy no
podemos reducir las enfermedades sólo a las causas "pobres",
sino que hay otras muchas causas de enfermedades. Y dentro de
estas causas encontramos la imposibilidad de procrear como
causa directa de la enfermedad que denominamos infertilidad.
En este orden de ideas, el acceso a las técnicas de fertiliza-
ción asistida a todas las personas que padezcan de infertilidad
tiene que ser democratizado a toda la población infértil como vía
de garantización del derecho a la salud.
Excelentes argumentos de quien fuera un maestro del dere-
cho constitucional —Germán Bidart Campos— vienen a abonar
estas consideraciones, en cuanto nos enseña que el constitucio-
nalismo social fue añadiendo nuevos complementos a los clási-
cos derechos individuales, exigiendo a la doctrina reacomodar
a la salud en un escenario distinto y novedoso. Un escenario en
el que al Estado hoy se le agrega la obligación de dar y hacer
algo para cuidar la salud y promoverla con prestaciones positi-
vas y medidas de acción positivas. Atrás quedó la sola obliga-
ción estatal de no dañar la salud. Y en este contexto es el Estado
el que tiene la obligación de dar y hacer algo respecto de la
infertilidad —como enfermedad que afecta la salud—, y ese dar
y hacer se traduce en la democratización de los canales públicos
y privados al servicio de quienes padezcan infertilidad.
En orden a estos criterios las obras sociales, las empresas
de medicina prepaga y los hospitales públicos constituyen los
canales de democratización del servicio que garantiza el dere-
cho a la salud reproductiva.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 265

La salud es un bien jurídico de naturaleza y rango constitu-


cional, que también en las relaciones entre particulares deja es-
pacio más que suficiente para una presencia activa del Estado56.
De allí que la garantización al acceso a las técnicas de fertiliza-
ción asistida no se agota en el Estado a través de la salud pú-
blica, sino que el propio Estado se constituye con su presencia
activa en las relaciones de particulares en las que se involucra
la salud reproductiva, implementando y controlando que las
empresas de medicina prepaga y las obras sociales posibiliten el
acceso a las técnicas de fertilización asistida.
Estas consideraciones tienen sustento normativo y constitu-
cional, en cuanto nuestra Constitución Nacional —art. 42—
expresamente alude a la salud cuando establece que los consu-
midores y usuarios tienen derecho, en la relación de consumo,
a la protección de su salud. Se agrega a esta normativa consti-
tucional la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer, incorporada a la Constitu-
ción Nacional a través de la reforma de 1994, que permitiría
sostener que el derecho a la reproducción —aun con técnicas
de reproducción asistida— está hoy amparado por el ordena-
miento fundamental del Estado.
La Organización Mundial de la Salud, a su vez, nos brinda
algunos principios por los que podemos sostener el acceso igua-
litario a las técnicas de reproducción asistida en el marco del
derecho a la salud, como el derecho a la autodeterminación que
cada ser humano debe poder ejercer respecto de su proyecto
de vida, el derecho a gozar de salud reproductiva y, en relación
a esta obligación estatal de dar y hacer a la que hacíamos refe-
rencia anteriormente, el derecho a la equidad en el acceso a las
prestaciones de la salud.
La reforma constitucional de 1994 ha incorporado a su sis-
tema axiológico un cúmulo de pautas a través de todo su arti-

56
BIDART CAMPOS, Germán, en MACKINSON, Gladys (dir.), y FARINATI, Alicia
(coord.), Salud, derecho y equidad, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2001, p. 22.
266 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

culado que, como señala Bidart Campos, circulan y se realimentan,


de allí que le permite inferir que todo lo que a la salud concierne
recibe valores y principios como equidad, solidaridad, desarro-
llo, calidad de vida, e igualdad de oportunidades57.
Así, en el inc. 23 del art. 75, la Constitución Nacional es-
tablece la promoción de medidas de acción positiva que garan-
ticen la igualdad de oportunidades y de trato y el pleno goce y
ejercicio de los derechos reconocidos por ella y por los tratados
internacionales vigentes. Esas medidas de acción positiva resul-
tan de las obligaciones del Estado de hacer y dar en cuanto al
acceso a las técnicas de fertilización asistida en el marco del
derecho a la salud reproductiva, y como eje visceral el derecho
a la salud que nuestra Carta Magna consagra en el estado de
democracia social.
No podemos dejar de mencionar la Ley Nacional de Salud
Sexual y Procreación Responsable —ley 25.763—, que confíe-
re un marco nacional y amplio para la salud sexual y reproductiva.
A nivel provincial, nuestro país es heterogéneo porque algunas
provincias cuentan con leyes provinciales y programas hace
años58. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con la Ley 418/00
sobre Salud Reproductiva y Procreación Responsable.
Estas leyes configuran un paso hacia adelante en materia de
procreación, en tanto a nivel nacional se tiene como uno de los
objetivos del programa la garantización a toda la población del
acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de
servicios referidos a la salud sexual y procreación responsable;
en el ámbito local, uno de los objetivos específicos es la orien-
tación de las demandas referidas a infertilidad y esterilidad.
Tal paso adelante determinado por estas leyes, se suma a
la normativa constitucional acerca del derecho a la salud de las
personas y el derecho a la salud reproductiva en particular, de

57
ídem, p. 27.
58
Consultar Anexo "Estado legislativo en salud sexual y reproductiva
en las provincias", Consejo Nacional de la Mujer [wwww.cnm.gov.ar], nov.
2004.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 267

modo que desde la perspectiva legal nuestro país cuenta con


instrumentos idóneos para garantizar el acceso a la salud
reproductiva de sus ciudadanos. Para que estos derechos que-
den concretamente resguardados, es necesario un compromiso
de política sanitaria reproductiva que permeabilice las limita-
ciones en la cobertura de las obras sociales, incorporando las
técnicas de fertilización asistida en el Programa Médico Obli-
gatorio.
En el ámbito de la provincia de Buenos Aires, hay un pro-
yecto de ley en el que se reconoce a la infertilidad como una
enfermedad o patología que afecta y restringe el pleno goce de
la salud humana, incorporando la cobertura de las técnicas
de fertilización asistida a su programa médico obligatorio. Esta
cobertura no se agota con la asistencia en la fertilización de
los pacientes, sino que también incluye la contención psicosocial
y también se extiende a los gastos que irrogue el parto, el puer-
perio, la asistencia a la madre y/o a los recién nacidos. El pro-
yecto se encuentra en la Comisión de Salud.
Finalmente, como nos enseña Bidart Campos, "la salud no
egresó de los derechos personales, ni canceló el deber de abs-
tenerse de dañarla, pero requirió —como derecho viejo— con-
tenidos nuevos", y dentro de esos contenidos nuevos la salud
reproductiva en particular ocupa un espacio que se articula con
prestaciones y medidas positivas; de allí que el propio Estado,
así como los entes prestadores de servicios de salud, tienen el
deber de brindar el acceso a la salud reproductiva.

8. Avance y retroceso europeo


y la situación proyectiva en la Argentina

Considerado el panorama de la legislación española y la


normativa italiana con relación a las técnicas de fertilización asisti-
da, y analizados los derechos involucrados en la problemática
de la infertilidad, cabe examinar la situación en nuestro país en
función de los proyectos legislativos pertinentes.
268 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Primero nos encontramos con la legislación española, que


garantiza con eficacia el derecho a la salud respetando el pro-
yecto reproductivo de cada mujer y de cada pareja, ubicándose
como una de las legislaciones de avanzada de la que se permite
inferir un gran avance que franquea entrada del desarrollo cien-
tífico, como describimos en páginas anteriores, en permanente
procura de la articulación entre el Derecho y la ciencia.
La coyuntura legal y científica resulta de los progresos lega-
les operados desde la precursora ley 35/88, la apertura de nuevas
recepciones científicas a través de la ley 45/03 y la reciente ley
14/06, que encauza eficientemente los derechos reproductivos
de las personas con incidencia positiva en el tratamiento de la
infertilidad, así como en el tratamiento preventivo con doble al-
cance: evitar enfermedades genéticas graves al preembrión a
transferir y la finalidad terapéutica para los ya nacidos. Comple-
ta el horizonte legislativo español la reciente Ley de Investiga-
ciones Biomédicas del 15 de junio de 2007 a la que hicimos
referencia con anterioridad.
Luego, la legislación italiana, con todas sus prohibiciones y
limitaciones, instituye una suerte de retroceso en cuanto le da la
espalda al avance científico en materia de infertilidad, a tal punto
que fuera condenada por la propia European Society of Human
Reproduction and Embryology —ESHRE—, que representa a
más de 4.500 expertos en fertilización.
Entre el avance y retroceso de dos legislaciones de dos países
pertenecientes a la misma Unión Europea, dos países que están
ligados a nuestra ascendencia, se encuentra nuestra Argentina,
con un vacío legislativo, con muchos proyectos que han perdido
vigencia parlamentaria a nivel nacional, con una evolución legis-
lativa en el marco de las legislaciones provinciales en relación a
la salud sexual y reproductiva que, si bien implican un paso sig-
nificativo, quedan comprimidas frente a la necesidad real de las
personas que padecen la infertilidad, o, mejor dicho, sufren de
patologías que afectan y oprimen el pleno goce de la salud hu-
mana.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 269

Ese vacío legislativo puede no ser del todo negativo frente


al retroceso que experimentan algunas legislaciones, como la
italiana, sobre todo si tenemos en cuenta algunos proyectos de
ley que evidentemente representarían una ley "cerrojo" en ma-
teria de derechos reproductivos, infertilidad y acceso a las téc-
nicas de fertilización asistida.
No obstante, el silencio parlamentario da lugar a considerar
algunos proyectos que sí tienen vigencia parlamentaria a partir
de los cuales podremos generar una especie de mapa revelador
que nos permitirá inferir si el vacío legislativo resulta o no favo-
rable en función de los múltiples derechos comprometidos en
materia de infertilidad.
De allí que trataremos el sinuoso periplo por el que transitan
las técnicas de fertilización asistida en el marco de los proyectos
legislativos en el ámbito nacional y local.

9. Proyectos de ley de fertilización asistida

9.1. Ámbito nacional

Desde el año 1999 a la fecha, fueron presentados en la


Cámara de Diputados nueve proyectos sobre fertilización asis-
tida que, según información de la Dirección Parlamentaria, han
perdido vigencia parlamentaria conforme a la normativa aplica-
ble para la tramitación de asuntos a consideración del Congreso
nacional (ley 13.640).
En la Cámara de Senadores se presentaron ocho proyectos,
de los cuales tienen vigencia parlamentaria cuatro. De estos cua-
tro, sólo tres están directamente vinculados a las técnicas de
fertilización asistida59.

59
El otro proyecto sólo propone la creación del tutor general de em-
briones y ovocitos pronucleados de la Nación, tema vinculado al largo proceso
judicial que comenzó en el año 1993 y que a fines de 2006 concluyó con un
acuerdo entre la defensora de Menores y varios centros de fertilidad con mo-
270 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Las iniciativas propuestas con relación a las técnicas de fer-


tilización asistida de los tres proyectos que tienen vigencia par-
lamentaria, se acercan a las necesidades que nuestra sociedad
plantea en tres grados de articulación: un primer grado de ade-
cuación casi integral de la técnicas de fertilización a los reque-
rimientos de la infertilidad con uno de los proyectos; otro grado
que podemos denominar "medio" con el segundo, y un tercer
grado que establece un cerrojo al acceso de las técnicas. Por
último, un cuarto proyecto que surge como consecuencia de un
pronunciamiento judicial que, como veremos, se sostiene en prin-
cipios religiosos, sin dilucidar que la ética y la religión circulan
muchas veces por vías diferentes, por cuanto la ciencia busca
descubrir los orígenes de la creación para aprehender sus ele-
mentos materiales, sin implicar el abandono de la ética.
Es notable que ninguno de los proyectos define a la inferti-
lidad como una enfermedad, ni tampoco hacen referencia a la
incorporación de las técnicas de fertilización asistida en los
subsistemas de salud público, seguridad social y privado, como
sí lo prevé el único proyecto local de la Ciudad de Buenos Aires.
Resulta importante recordar, como expresáramos al refe-
rirnos al derecho a la salud, que en el ámbito de la provincia de
Buenos Aires hay un proyecto de ley en el que se reconoce a la
infertilidad como una enfermedad o patología que afecta y res-
tringe el pleno goce de la salud humana, incorporando la cober-
tura de la técnicas de fertilización asistida a su programa médico
obligatorio, incluyendo la contención psicosocial y gastos que
irrogue el parto, el puerperio, la asistencia a la madre y/o a los
recién nacidos.

tivo de la renuncia a su cargo del tutor ad litem —Dr. Ricardo Rabinovich—


con el objetivo de destrabar el conflicto. El acuerdo consistió, esencialmente,
en la presentación de informes semestrales hasta tanto el Honorable Congreso
de la Nación aprobara una norma legal que regulase las técnicas de reproduc-
ción humana asistida y ella se tornara de cumplimiento efectivo conforme a
las pautas que regulan la entrada en vigencia de las leyes. "Rabinovich, Ricar-
do David s/medidas cautelares" (expte. n° 45.882/93).
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 271

También es importante señalar un proyecto de resolución


propiciado por la diputada Alicia Comelli, que consiste en la
solicitud al Poder Ejecutivo nacional para que, a través del
Ministerio de Salud de la Nación, se implemente un programa a
fin de atender la problemática de las personas que desean y no
pueden concebir hijos, permitiéndoles de esta forma el acceso
a las técnicas de fertilización humana asistida existentes en la
actualidad. Se deja en claro en los Fundamentos, que se preten-
de garantizar el acceso igualitario de la población comprendida
en esta problemática, y el Estado debe proporcionar la ayuda
necesaria.
A fines de analizar las iniciativas parlamentarias en particu-
lar, englobaremos los temas que consideramos esenciales a los
fines comparativos, dejando en claro que las cuestiones aborda-
das no agotan la cantidad de otras consideraciones riquísimas
también en materia de infertilidad, que excederían el contexto de
la presente elaboración.
Los ejes que consideramos primordiales a la hora de legis-
lar, están directamente ligados a los derechos que constituyen la
columna vertebral del presente que, en principio, están refleja-
dos respecto de los beneficiarios de las técnicas, derecho a la
salud reproductiva, la participación de dador o dadora de game-
tos como parte de la salud en casos y patologías específicas, y
el derecho a la identidad. Identificaremos los proyectos por el
nombre de sus autores.

9.1.1. Beneficiarios de las técnicas


El Proyecto Bortolozzi de Bogado legitima como beneficia-
rio a toda persona mayor de edad que acredite su imposibilidad
o la de su pareja para engendrar o concebir, o tener relaciones
sexuales naturalmente. A su vez, establece como requisitos pre-
vios una serie de comprobaciones tendientes a acreditar la
imposibilidad de concebir.
Es dable considerar que no se considera a las técnicas de
fertilización asistida como alternativa, sino que la imposibilidad
272 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

de concebir, acreditada conforme este Proyecto, permite dedu-


cir que implícitamente se trata de una enfermedad aunque ex-
presamente no surja de él.
El Proyecto Giri, al referirse a los beneficiarios, determina
que las técnicas serán de aplicación a toda mujer mayor de edad
y capaz. Y en los Fundamentos, la autora hace referencia expre-
sa a que los beneficiarios no necesariamente deben ser parejas
constituidas, haciendo una analogía con la adopción en la que no
se exige este requisito. Igual que el Proyecto anterior, se des-
taca que las técnicas de reproducción humana asistida tienen como
finalidad principal la actuación médica para facilitar la procrea-
ción ante la esterilidad o infertilidad humana, afirmación que
permite preguntarnos acerca de la calificación de la esterilidad
o infertilidad humana. La respuesta surge con evidencia, ya que
si la actuación médica facilita la procreación, la infertilidad es,
entonces, una enfermedad.
El Proyecto Alonso-Rodríguez-Basualdo señala los suje-
tos comprendidos, sin hacer referencia a los beneficiarios. En
su art. 3o, en una enumeración combinada, aparecen como
sujetos comprendidos las parejas heterosexuales unidas en
matrimonio, conforme lo dispuesto por el Código Civil, o con
convivencia que acrediten una relación estable de, al menos,
cinco años y sean mayores de edad. Continúa enumerando como
sujetos a los embriones procreados, a los médicos e institucio-
nes y al ministerio pupilar. En su art. 4o establece expresamente
que no se practicarán las técnicas previstas en la presente
ley a la mujer soltera, salvo convivencia acreditada de cinco
años como mínimo.
Esta iniciativa se encuentra en las antípodas de los dos pro-
yectos anteriores, con un alcance extremadamente limitado a
aquellas parejas casadas o que acrediten cinco años de con-
vivencia, quedando fuera de la posibilidad de acceso a la ayu-
da médica de quienes sufran infertilidad y no reúnan estas con-
diciones.
Entendemos que la limitación no reconoce la realidad de las
personas que padecen infertilidad, lejos están de la considera-
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 273

ción del derecho a la salud reproductiva, y discrimina abierta-


mente a las personas que no acrediten cinco años de conviven-
cia, excluyéndolas de la aplicación de las técnicas respecto de
una pareja unida en matrimonio que, de acuerdo al Proyecto,
puede hacerlo en cualquier tiempo.
Por otro lado, utiliza una terminología confusa a la hora de
definir las técnicas por cuanto establece que sólo serán de apli-
cación en casos de esterilidad e infertilidad debidamente diag-
nosticados, pero con capacidad para procrear. Ahora bien, cabe
preguntarnos qué alcance tiene entonces la capacidad para pro-
crear, ya que quienes no tienen capacidad para procrear tampo-
co podrían recurrir a las técnicas de fertilización asistida confor-
me este Proyecto.

9.1.2. Dación de células germinales


(óvulos y espermatozoides)

El Proyecto Bortolozzi admite la donación de células


germinales provenientes de una tercera persona donante cuando
fuere soltera, mayor de edad, y sin vínculo de parentesco con el
o los donatarios, como último recurso médico.
Establece para la práctica una venia judicial, es decir que
supedita la aplicación de la técnica a la autorización judicial a
través de un proceso sumarísimo.
Si bien el Proyecto no establece trabas discriminatorias res-
pecto de los beneficiarios, no encontramos justificada la inter-
vención judicial para las técnicas con participación de dador o
dadora, implicando este paso un requerimiento de excesivo ri-
gor formal que hasta puede desnaturalizarse en la práctica, ya
que si se encuentra legitimada como surge del Proyecto no en-
contramos razón para que sea un juez y no un médico especia-
lista quien aporte el conocimiento específico de acuerdo a la
patología del paciente infértil autorizando la práctica.
El Proyecto Giri establece que en caso de que las técnicas
no puedan ser realizadas con gametos pertenecientes a la mujer
274 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

o a la pareja, se realizarán con gametos donados por terceros


mayores de edad.
Vemos que en una fórmula concreta y precisa legisla con un
criterio claro la posibilidad que muchos pacientes infértiles pa-
decen previendo un alcance comprensivo de todas las situacio-
nes que patológicamente puedan plantearse en materia de infer-
tilidad.
El Proyecto Alonso-Rodríguez-Basualdo se coloca nueva-
mente en las antípodas de los anteriores también en este tema,
al prohibir de modo absoluto la donación de gametos masculi-
nos dando como fundamento que atenta contra el derecho a la
identidad del niño. De modo que desprotege a los pacientes cuyas
patologías de infertilidad sean de tal gravedad que necesiten de
la dación de un gameto para ejercer su derecho a la reproduc-
ción, así como su derecho a la salud reproductiva.

9.1.3. Derecho a la identidad

El Proyecto Bortolozzi respecto de la condición jurídica del


hijo, determina que será considerado como hijo de la persona,
pareja, o matrimonio que lo hubiera solicitado, aun cuando en
dicho tratamiento haya participado una persona donante de célu-
las germinales, que no tendrá ningún derecho ni obligación sobre
el nacido. Si bien no hace referencia específica al derecho a la
identidad, deja en claro que en los casos en que la identidad ge-
nética no tenga convergencia con la identidad filiatoria, el do-
nante no tendrá derechos ni obligaciones sobre el nacido, dis-
posición que consideramos importante a la hora de legislar, ya
que tampoco se le prohibe al nacido el acceso al conocimiento
de su identidad genética.
Como señalamos en páginas anteriores, la dación del mate-
rial genético agota la obligación de la dación, o sea una vez
efectuada la dación, el dador depone su paternidad genética, ya
que no tiene voluntad procreacional que les es propia y exclu-
siva a los receptores.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 275

El Proyecto Giri avanza positivamente en este punto, por


cuanto de modo explícito garantiza el derecho a la identidad plena
del nacido estableciendo que la persona nacida de gametos
donadas por terceros, una vez llegada a la mayoría de edad podrá
solicitar judicialmente conocer la identidad del donante que aportó
sus respectivos gametos, aclarando que será reconocida como
hijo biológico de los beneficiarios y los donantes de gametos no
tendrán, en ningún caso, derechos y obligaciones sobre el niño
nacido.
El espíritu esclarecedor del Proyecto en este punto permite
elogiarlo plenamente, en cuanto de él surge que la convergencia
de las identidades filiatoria y genética pueden armonizarse con
el solo respeto al derecho a la identidad pleno del nacido al
viabilizar el conocimiento de su origen.
Entendemos que este paso hacia adelante es un aporte a la
garantía del derecho a la identidad y al conocimiento de su propia
verdad existencial.
Es bueno para los padres, señala la psiquiatra Luisa Barón60
—presidenta de la Fundación para la Investigación Médico-
Psicológica— reflexionar sobre la verdad y ocultamiento y sa-
ber que esta verdad tiene dos caras: la primera es que el hijo no
es un hijo biológico de ambos padres —según los casos, por
donación de semen de otro varón u óvulos de otra mujer—, y
la segunda verdad sería quién es el progenitor o progenitora.
Desde el Derecho pensamos que ambas verdades son los
pilares de construcción de la identidad dinámica del nacido.
El Proyecto Alonso-Rodríguez-Basualdo establece en sus
Fundamentos que la donación de gametos no es un medio idó-
neo para la satisfacción del deseo de paternidad e identidad con
el hijo, pues se encuentra a medio camino entre una adopción y
una filiación por naturaleza. Dista de la primera —continúa pun-
tualizando el Proyecto— en que al hijo que habrá de nacer se

60
BARÓN, Luisa, en "Ley o no ley", por Luciana Peker, Página/12,
2111104.
276 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

le negará el derecho a conocer su identidad biológica, y se di-


ferencia de la filiación por naturaleza en que para los padres
no habrá satisfacción del deseo profundo de continuidad en el
niño que han creado, pues el lazo genético y biológico estará
ausente.
En una confusa redacción, confunde el derecho a la repro-
ducción con el simple deseo satisfactivo de paternidad, impri-
miéndole a sus disposiciones más carácter sancionatorio que
regulatorio. Cabe señalar que de los cuarenta y seis artículos del
Proyecto, veintiséis artículos establecen un régimen sancionatorio
y penal, señalando una múltiple casuística con diferentes gra-
duaciones de las sanciones aplicables.
Por otro lado, discrimina los diferentes orígenes filiatorios,
excluyendo entidad filiatoria a los nacidos con dación de gametos,
como consecuencia de la prohibición determinada, ya que los
considera a medio camino entre la adopción y la filiación por
naturaleza, propiciando la negativa a conocer el origen del hijo;
respecto de los padres, traza como insatisfacción el deseo de
convergencia del lazo genético y biológico, minimizando el de-
recho a la reproducción, como si éste sólo consistiera en la co-
incidencia del origen de los gametos.

9.1.4. Criopreservación de ovocitos pronucleados

El Proyecto Bortolozzi no menciona en su texto ni en sus


Fundamentos la criopreservación de ovocitos pronucleados. Vale
acentuar que su autora, con criterio técnico-médico, distingue la
fecundación como unión material del óvulo con el espermatozoi-
de fuere donde fuere que ello ocurriera —seno materno o in
vitro— de la concepción que, teniendo como antecedente ne-
cesario a la fecundación, refiere a un proceso natural posterior
que es el anidamiento en el vientre materno de los gametos fe-
cundados o, dicho en términos médicos, "la adhesión del em-
brión fecundado a la mucosa endometrial femenina".
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 277

El criterio del Proyecto nos permite inferir que si bien no


legisla expresamente sobre la criopreservación de ovocitos fer-
tilizados o preembriones, tampoco la prohibe, por lo tanto, se
podrá recurrir a ella con criterio técnico-médico cuando sea
necesario.
El Proyecto Giri admite la criopreservación de preembriones
de modo excepcional, cuando la transferencia total pueda poner
en peligro su bienestar o la salud de la mujer inseminada, esta-
bleciendo un plazo de cinco años, la posibilidad de prórroga, o
la adopción prenatal de ellos. Todas disposiciones coherentes
con el espíritu y la letra del Proyecto.
El Proyecto Alonso-Rodríguez-Basualdo, también coherente
con su particular estilo altamente restrictivo, prohibe expresa-
mente la criopreservación de embriones cualquiera que sean su
finalidad y su causa, incurriendo, en el caso de que se realice,
en los delitos que la misma ley establece. Prohibe también la
adopción prenatal de embriones.
Vinculado al tema de criopreservación de ovocitos pronu-
cleados se encuentra el Proyecto Falco, que propone la crea-
ción del tutor general de embriones y ovocitos pronucleados de
la Nación, incorporando al Código Civil el art. 493 bis.
Este Proyecto traza una línea directa que lo vincula al exten-
so proceso judicial61 que comenzó en el año 1993 y que, a fines
de 2006, concluyó con un acuerdo entre la defensora de Meno-
res y varios centros de fertilidad con motivo de la renuncia a su
cargo del tutor ad litem —Dr. Ricardo Rabinovich— con el
objetivo de destrabar el conflicto. El contenido de este acuerdo
ya fue mencionado con anterioridad.
Este último Proyecto revela en su espíritu una línea de pen-
samiento que se inscribe en principios religiosos relativos a la
creación, que no son compartidos por la totalidad de la socie-

61
"Rabinovich, Ricardo David s/medidas cautelares" (expte. n° 45.882/93).
278 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

dad, al brindarle tutela jurídica a ovocitos pronucleados, en los


que la fusión cromosómica aún no se ha producido62.
La realidad de hoy en nuestra sociedad pluralista nos indica
que ya no se manifiesta por una moral con un único contenido
religioso basado en dogmas, como señala Roberto Arribére, sino
un contenido de tipo secular. De allí que si bien con la fusión del
óvulo con el espermatozoide existe vida humana, no implica la
categorización como sujeto de Derecho. Consiguientemente, con
la sola fertilización no se logra la propiedad de unicidad nece-
saria para la determinación de un sujeto de Derecho63.
Sin ánimo de explayarnos sobre un tema que requeriría una
análisis pormenorizado de la cuestión, no podemos dejar de
recordar a Alfredo Orgaz, que en su obra cumbre, Personas
individuales, nos enseñaba que es indudable que la vida huma-
na comienza con la concepción, pero otra cosa es establecer
desde cuándo existe persona humana, concepto más estricto que
supone la vida individual y autónoma; sólo desde el nacimiento
hay persona humana, porque solamente desde este momento se
dan aquellas notas características64.
El proceso de interpretar, más allá del sustrato filosófico en
que se erige uno de sus pilares, presupone la adhesión a la con-
cepción del Derecho a la que se alinee el intérprete, o sea que
la concepción del Derecho que se tenga determinará el alcance
de la interpretación de la ley65.
Consecuentemente, cabe reflexionar acerca de si la concep-
ción religiosa puede erigirse en un pilar exclusivo sobre la cual

62
A RRIBÉRE -C OCO , Nacer bien..., cit., ps. 74-77, explican con meridiana
claridad con ilustraciones desde la primera semana, día por día hasta la sema-
na 38, el de sar rollo prena ta l en sus e sta dios evolutivos de sde la madurac ión
f o l i c u l a r y o v u l a c i ó n , p a s a n d o p o r l a f e c un d a c i ó n y d e s a r r o l l o p r e i m p l a n -
tatorio, desarrollo embrionario y culminando con la etapa de desarrollo fetal.
63
A R R I B É R E -C O C O , ob. cit., ps. 78 y ss.
64
O R G A Z , Alfredo, Personas individuales, Depalma, Buenos Aires, 1946,
p. 32.
65
D E L L A C Q U A , M abel, "La inte rpre tación de la le y civ il a la luz de un a
concepción sistémica y cibernética del derecho", LL Actualidad, 23/6/05.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 279

el intérprete articule un decisorio. Entendemos que, sin perjuicio


del sumo respeto que debe atribuirse a los principios religiosos,
cada uno de ellos tienen la misma relevancia ética aunque per-
tenezcan a distintas concepciones religiosas; por lo tanto, no
pueden primar unos sobre otros a la hora de una decisión judi-
cial, pues en nuestra sociedad democrática, como afirmáramos
precedentemente, la moral civil ya no tiene un único contenido
religioso basado en dogmas, sino un contenido secular que be-
neficia a todos sus integrantes.
Por ello, toda la polémica que trae aparejada esta cuestión
sabemos que involucra dilemas éticos, jurídicos y religiosos, pero
también afecta con intensidad la salud, ya que la infertilidad es
una enfermedad a la que no puede sumársele, como valor agre-
gado, la imposición categórica de una ética que discrimine y
afecte gravemente los derechos de quienes la sufren.

9.2. Ámbito de la Ciudad de Buenos Aires

En la actualidad hay sólo un proyecto66 que tiene vigencia


parlamentaria y se encuentra en la Comisión de Salud de la Le-
gislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Este proyecto representa, sin duda, un gran avance en ma-
teria de regulación legal de las técnicas de fertilización asistida,
y son múltiples los aspectos que aborda aportando una solución
eficaz al vacío legal existente en la materia.
Su finalidad esencial es la creación de un marco adecuado
para la regulación de la actuación médica frente a la infertilidad
por medio de las técnicas que faciliten la procreación incluyendo
expresamente las enumeradas67, y no excluyendo la posibilidad

66
Autor del Proyecto: Lo Guzzo, Carlos.
67
Según el art. 4o del Anexo I del Proyecto, las técnicas propuestas son:
Inseminación Artificial (IA). Fertilización o Fecundación in vitro con transfe-
rencia de embriones (FIV). Transferencia intratubaria de gametos (GIFT). Trans-
ferencia intratubaria de cigotos (ZIFT). Inyección intracitoplasmática de esper-
ma con transferencia de embriones (ICSI).
280 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

de agregar nuevas técnicas que se vayan presentando con el


consenso científico y médico en el ámbito de la fertilización
asistida.
Es dable observar la importancia de no agotar las posibili-
dades de la evolución científico-médica en relación con las nue-
vas tecnologías que aporten nuevas soluciones al problema de la
infertilidad, como enfermedad que afecta la salud reproductiva
de los ciudadanos.
Como señaláramos al principio, la ciencia avanza con un rit-
mo veloz y sostenido más aprisa que el Derecho, y este trecho
asincrónico entre la evolución científica y la marcha jurídica gene-
ra situaciones de franca injusticia entre los individuos de una so-
ciedad.
El Proyecto que comentamos libera el trecho asincrónico entre
la ciencia y el Derecho, por su estipulación inclusiva no exclu-
yente de los avances científicos, generando un espacio de fiexibi-
lización permanente en base al consenso científico y médico en
el área de la fertilización asistida, garantizando eficazmente el
derecho a la reproducción en tanto se van incorporando las nuevas
tecnologías que aporten nuevas vías de solución a la infertilidad.
Respecto de los beneficiarios de la técnicas, el criterio que
establece el Proyecto realmente es digno de alabanza, en cuanto
los objetivos del acto médico será el logro de la gestación en
toda mujer mayor de 21 años, o menor emancipada, que padez-
can infertilidad, con la única limitación que no entrañe grave riesgo
para su salud o la de su futuro hijo. Este amplio criterio permea-
biliza el acceso a las técnicas de fertilización asistida a toda
mujer sin discriminaciones de ninguna índole, otro punto que se
inscribe en un propósito de respeto al derecho a la reproduc-
ción, contemplando la necesidad biológica humana y psíquica
de la mujer en alcanzar el objetivo de la maternidad así como de
la pareja a ser padres, dignificando a las personas en el ejercicio
de sus derechos.
Otra consideración que merece ser destacada se relaciona
con el número de preembriones a transferir, que no los limita en
número, sino en razonabilidad, de modo que los profesionales
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 281

podrán evaluar conforme criterios adecuados de acuerdo con la


patología que cada paciente presente, generando una restricción
atenuada que protege la salud reproductiva de las personas.
Cabe merituar la libertad ínsita en el Proyecto en cuanto no
se ajusta a terminologías sensibles que dan lugar a polémicas de
índole religiosa, jurídica, ética, entre otras. Se le atribuye la misma
relevancia ética a los términos "cigoto", "preembrión", "embrión"
y "feto", en tanto indican, en el vocabulario de la biología, es-
tados sucesivos del desarrollo del ser humano.
Esta atribución que genera el uso libre de estos términos
contribuye al respeto de la libertad religiosa sin discriminación,
que se ve reflejada en una de sus expresiones, cual es la libertad
de conciencia en materia religiosa.
La libertad de conciencia en materia religiosa está consa-
grada en nuestra Constitución —art. 19, primera parte— y, como
señala Ekmekdjian, "en ese sentido, todo hombre puede adorar
al Ser Supremo en la forma en que la conciencia se lo indique.
En este sector del ámbito privado del individuo no es aceptable
la interferencia de personas, grupos sociales o el propio Esta-
do"68. Podemos merituar al respecto el análisis puntual de los
Fundamentos explicitados en el Proyecto respecto de las inter-
pretaciones de tres grandes religiones —católica, hebrea y mu-
sulmana— en cuanto a los orígenes de la vida y los conceptos
de implantación, crecimiento y desarrollo de un embrión.
La fundamentación religiosa fragmentada en diversas posi-
ciones coopera a converger, en tanto y en cuanto una ley posea
una amplitud y un contexto de protección de los derechos de las
personas, que permitan el acceso a toda mujer o pareja elegir
conforme a sus creencias.
En relación al derecho a la salud, si bien no hace referencia
de modo expreso a la infertilidad como una enfermedad o pa-
tología que afecta y restringe el pleno goce de la salud humana,
el Proyecto incorpora la realización de la técnicas de fertiliza-

68
EKMEKDJIAN, ob. cit, p. 106.
282 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ción asistida en los tres subsistemas de salud: público, seguridad


social y privado.
Resulta esencial la incorporación de los hospitales públicos
al sistema de salud reproductiva en su integridad, porque todos
los ciudadanos tendrían acceso a la atención la infertilidad cual-
quiera fuera su complejidad.
Finalmente, respecto del acceso a la información acerca de
la identidad del donante, el Proyecto la limita sólo de modo ex-
cepcional y siempre que dicha información sea indispensable para
evitar algún peligro para el hijo engendrado por técnicas de
fertilización asistida, enrolándose en el denominado "anonimato
relativo", que sólo cede por motivos de salud o peligro para el
nacido. En este punto el Proyecto restringe el derecho a la iden-
tidad de los nacidos por los métodos de complejidad secundaria
en los que se utilizan gametos de dador o dadora, aunque se
ocupa de dejar en claro que la información obtenida no implica
en ningún caso, y bajo ningún concepto, determinación legal de
filiación.
Como expresamos previamente, el derecho fundamental de
conocer el propio origen —identidad genética— resulta inde-
pendiente de la relación jurídica familiar. El derecho de toda per-
sona a conocer su origen y su propia génesis constituye esa as-
piración connatural en la que está directamente implicada la dig-
nidad; en consecuencia, el anonimato del dador o dadora afecta
el derecho a conocer la identidad genética del nacido por fer-
tilización asistida.

10. Ética aplicada a la fertilización asistida

10.1. Principios de la Bioética

Con la finalidad de brindarle a la presente elaboración un


marco de eticidad, abordaremos la fertilización asistida desde
una perspectiva bioética, de modo que todo el quehacer jurídico
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 283

considerado, así como cuestiones fácticas, queden abrazados


por la ética aplicada.
La exigencia racional del encuentro de soluciones satisfac-
torias a la tematización de la fertilización asistida por un lado,
y en forma simultánea la falta de adecuación a los moldes racio-
nales, se deriva en la "resistencia" a ser resuelto. Podríamos ilus-
trar la resistencia con una simple comparación: "los antibióticos
y el antibiograma". Este último da una lista de antibióticos resis-
tentes y otros sensibles a la bacteria. Vemos que los antibióticos
resistentes no solucionan el problema y hay pocos sensibles. El
desafío de la ética es como la búsqueda de antibióticos sen-
sibles, a tal punto que puedan aniquilar el problema.
Tematizar la fertilización asistida nos conduce a una tarea
reconstructiva; las reflexiones de búsqueda de fundamentos éti-
cos requieren, en principio, ser abordadas desde la óptica éti-
co-filosófica y desde una mirada bioética, dos perspectivas que
se integran en el buceo del encuentro de soluciones. Respecto
de la óptica ético-filosófica69, si bien nos brinda un aporte en-
riquecedor excedería la temática del presente, por lo que cen-
traremos el análisis en la consideración de la fertilización asis-
tida desde la mirada de la Bioética como una de las ramas más
importantes de la ética aplicada.
Los principios de Bioética se encuentran sistematizados en
la obra de Tom Beauchamp y James Childress que, sorprenden-
temente, partían de concepciones diferentes de la ética —el
primero, utilitarista, y el segundo, básicamente kantiano— y no
obstante consideran que al tratarse de principios prima facie
obligan en tanto y en cuanto no entren en conflicto entre sí. En
caso de conflicto, los principios se jerarquizan a la vista de la
situación concreta.
Sabemos que los cuatro principios formulados son: benefi-
cencia, no maleficencia, autonomía y justicia70. Ahora bien, para

69
D ELL AC Q UA , "Un problema de ética...", cit.
70
El 4 de abril de 1997 los países miembros del Consejo de Europa, reu
nidos en la ciudad de Oviedo, en el Principado de Asturias, España, ofrecieron
284 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

fundar la toma de decisión, se procurarán "todos" los datos po-


sibles de la estructura de la situación, previendo el riesgo de
conflictividad de los principios en función de los afectados, pero
no reducir la fundamentación a los afectados en un discurso en
particular, sino hacerla abarcativa de todos los posibles afecta-
dos por las previsibles consecuencias de la aplicación de la
fundamentación.
La formulación asumida responsablemente arriba a argumen-
tos que puedan ser consensuados con otros en una situación ra-
cional de diálogo.
De allí que la ponderación de las circunstancias particulares
del caso no es la que determinará la jerarquización de los prin-
cipios, sino que, como señala Diego Gracia, estos cuatro prin-
cipios no tienen el mismo rango porque su fundamentación es
distinta, de allí que hace referencia a una ética de mínimos y a
una ética de máximos compuesta por los principios de no
maleficiencia y justicia, la primera, y beneficencia y autonomía,
la segunda. La diferencia en el rango la da justamente la diferen-
cia en la fundamentación, ya que los principios que configuran
la ética de mínimos encuentran su razón de ser en el bien común
y los principios que componen la ética de máximos dependen
del sistema de valores de las personas implicadas71.
La descendencia constituye la legitimidad de recurrir a la téc-
nica de fertilidad. La infertilidad, en cualquiera de sus manifesta-

al mundo el texto consensuado de la Convención que, tras largos años de estu-


dio y elaboración, pasó a ser identificada como "Convenio para la Protección
de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las
aplicaciones de la biología y la medicina", o "Convenio relativo a los Dere-
chos Humanos y la Biomedicina", aunque se la reconoce genéricamente tam-
bién como "Convención de Bioética". El art. 2o establece la "primacía del ser
humano", disponiendo que "el interés y el bienestar del ser humano deberán
prevalecer sobre el interés exclusivo de la sociedad o de la ciencia", LOYARTE,
Dolores, "La Convención Internacional de Bioética y los derechos humanos de
las generaciones actuales y futuras", JA, 1997-IV-350.
71
GRACIA, Diego, Procedimientos de decisión en ética clínica, Eudema,
Madrid, 1991, ps. 34 y ss.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 285

ciones y niveles, se refleja como un componente de frustración


que incide en el desarrollo normal de la vida de las personas.
Los hijos como perpetuación de lo propio son el fruto de un
proyecto de vida, y constituyen la legitimación de la recurrencia
al aporte biomédico para posibilitar la descendencia.
Como en páginas anteriores señaláramos, uno de los mayo-
res bienes de la humanidad es la maravillosa posibilidad de
transmitir vida humana; es dable observar que ante la infer-
tilidad se juegan valores que desde el juicio ético debemos cui-
dar, con la finalidad de orientar el obrar técnico como comple-
mento necesario para los casos en que la reproducción sólo puede
ser asistida en el marco del absoluto respeto por uno de los pi-
lares más preciados del ser humano, que es la dignidad.
La dignidad es una forma de autoconciencia y de control
de la propia personalidad que permite al ser humano compren-
der la responsabilidad con respecto a sí mismo y la sociedad, y
a esta última reconocer en la práctica los derechos de la perso-
nalidad y formular exigencias hacia ella. Lo más precioso del
universo creado es la persona humana. Y lo que constituye su
valor es que es poseedora de dignidad, lo que la hace acreedora
a muchas obligaciones de parte de los demás. Tenemos la obli-
gación de reconocer, respetar y defender la dignidad humana en
cada persona.
En el contexto de las técnicas de fertilización asistida tene-
mos que partir desde la dignidad de la persona, por ello toda la
multiplicidad de temas que afecten la dignidad humana es exclui-
da de la elaboración de esta línea de investigación bioética. Ello
determina el advenimiento de un argumento que puede ser con-
sensuado, que bien puede constituir una suerte de petición de
principio.
Es sabido que los equilibrios éticos siempre tienen algún grado
de inestabilidad; no obstante, se puede intentar la búsqueda de
la mayor convergencia, teniendo en mira un metaprincipio que
es el equilibrio, partiendo de la estructura de la situación.
La fertilización asistida en sus múltiples formas, desde sus
aspectos científico-técnicos, por un lado, y jurídicos, por el otro,
286 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

nos lleva al encuentro de una amplia diversidad de estructuras


situacionales. No presenta el mismo grado de conflictividad la
fertilización homologa y la heteróloga con la participación del
dador de gametos. De modo que nos encontramos en diferentes
niveles de conflictividad, estructuras conflictivas de diversa
fundamentación que repercuten con desigual tenor ante la crítica
de la razón a la hora de dar fundamentos.
Es difícil encontrar equilibrio ético, porque los principios que
gobiernan la acción en el campo de la Bioética pueden encon-
trarse en una inestabilidad intrínseca, ya que el riesgo de la
relativización es como una espada de Damocles que nos puede
llevar al camino de la desprincipiación.
Conservar lo valioso y transformar lo disvalioso puede con-
vertirse en el objetivo central a la hora de emprender la acción
racionalmente concebida, en el tránsito de la conflictividad de
los principios que rigen el quehacer científico en el campo de la
reproducción asistida.
La acción racionalmente concebida apunta a salvaguardar
específicamente el derecho a la salud reproductiva mediante el
equilibrio de los valores enjuego en materia de salud en gene-
ral, que estarían representados por un triángulo imaginario en el
que cada uno de sus vértices amarra un valor: calidad, libertad
y equidad. Estos valores, que fueron reconocidos por algunos
magistrados en sus pronunciamientos, representan una afirma-
ción a la justificación de la Bioética en la motivación judicial72.
La figura trilemática de Hume suele aplicarse al sistema de
salud en función de aquellos valores protegidos de calidad, li-
bertad y equidad, como una traducción de los principios clási-
cos de la Bioética, como señala Mainetti73. Construyendo una
analogía paralela, vemos cómo funciona el trilema de salud
reproductiva.

72
H O O F T , Pedro F., Bioética y derechos humanos, Depalma, Buenos Ai-
res, 1999.
73
MAINETTI, José A., Agenda bioética, Quirón, La Plata, 2005,
p. 203.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 287

Recordaremos que David Hume desarrolla la justificación


ideológica de Dios a pesar de la existencia del mal en el mundo,
refiriendo a los atributos morales de la deidad: benevolencia,
omnipotencia y omnisciencia.
Pensemos en tres triángulos: en uno ubicaremos en cada
vértice los principios de bioética; en el otro, los actores de la
infertilidad, es decir, los médicos, los pacientes infértiles y la
sociedad. En el tercero ubicamos los valores del sistema de salud
reproductiva mencionados: calidad, libertad y equidad.
Es fácil apreciar que la coordinación equilibrada de cada
vértice sólo constituye un ideal de dificultosa realización.
Así las cosas, es fácil apreciar que la búsqueda del meta-
principio representa en este esquema un modo de aceptar la
conflictividad y encontrar el máximo grado de optimización de
cada valor de cada vértice del los triángulos, porque justamente
partimos de que la excelencia en uno de los valores conlleva a
la mengua de los otros, y el principio equilibrante los resume en
una convergencia apropiada y racional.
Para mayor abundamiento, recordemos que Popper conclu-
ye en que es inevitable una forma de dogmatismo convencional,
esto es, que algunos enunciados básicos deben ser tomados como
verdaderos pro tem a través de una convención hecha por la
comunidad científica, a la que completamos con los otros dos
vértices del triángulo, es decir, los pacientes infértiles y la socie-
dad.
El trilema se resuelve, entonces, de la forma más favorable
a la optimización de cada principio en función del principio
peticionado o metaprincipio o ética de mínimos que, como ve-
níamos enunciando, consiste en la aceptación de legitimidad de
la descendencia ante la infertilidad en el marco de la dignidad.
Así encontramos respuesta correlativa adicionando un nue-
vo triángulo a los anteriores, en el que cada vértice ocupa a los
profesionales de la medicina como agonistas de la salud repro-
ductiva, a los derechos individuales de los pacientes infértiles, y
a la cobertura prestacional.
288 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La petición de principio ante la conflictividad de los cuatro


principios bioéticos —beneficencia, no maleficencia, autonomía
y justicia— nace a la luz de un a priori de la conflictividad, ya
que no podemos desconocer la inevitabilidad de los conflictos
y con el corolario de lo que podemos denominar quinto princi-
pio o, más bien, metaprincipio.
Este quinto principio, que constituye un hallazgo valioso para
la petición de principio, y estructuralmente operativo a la hora
de legitimar las técnicas de fertilización asistida, es el que debe
presidir la búsqueda de la convergencia. Consideramos, asimis-
mo, que este principio equilibrante confluye con la ética mínima
a la que hace referencia Diego Gracia, es decir que los princi-
pios que afectan al bien común se consensúan en este meta-
principio equilibrante que integra la ética mínima y, a su vez, tien-
de un viaducto a los principios que integran la ética de máximas.
Traducido a la acción, el camino a transitar hay que tomarlo
con muchísima precaución, para que la realización de alguno
de los principios no implique incompatibilidades con otras rea-
lidades. La ruta de la fundamentación bioética debemos empren-
derla buscando el equilibrio, la armonización, la convergencia y
transitarla minimizando la conflictividad.
Dicho de otra manera, este nuevo principio moral, que des-
cubrimos al aplicar las exigencias anteriores a un conjunto de
circunstancias nuevas, permiten inferir que nos dota de una vía
apta para resolver la diversidad de casos difíciles que se pre-
sentan en general en la Bioética, y en particular en la fertilización
asistida.
Como apunta Atienza, en algunas circunstancias —que pue-
den estar configuradas por alguna cuestión vinculada a la ferti-
lización asistida— los principios son inconcluyentes, ya que por
sí mismos no permiten resolver un caso sin entrar en tensión unos
con otros74.

74
ATIENZA, Manuel, "Juridificar la bioética", en VÁZQUEZ, Rodolfo
(comp.), Bioética y Derecho. Fundamentos y problemas actuales, Instituto Tec-
nológico Autónomo de México, Fondo de Cultura Económica, México, 1999,
p. 89.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 289

De allí que, además de principios, necesitamos reglas que


precisen hasta dónde puede llegar el riesgo para una persona y
el beneficio de la otra, por ejemplo; por ello el problema funda-
mental de la Bioética es el de pasar del nivel de los principios
al de las reglas o, dicho de otra manera, construir, a partir de los
principios, un conjunto de pautas específicas que resulten cohe-
rentes con ellos y que resuelvan los problemas para los que no
existe consenso.
Es oportuno observar que se puede inferir que los casos en
los que no existe consenso son aquellos en los que existe con-
flictividad; por ello la solución que aporta Atienza en relación a
que la Bioética tendría que proporcionarnos la satisfacción de
que los problemas prácticos pueden ser resueltos sin dejar de
ser fíeles a nuestros principios, tiene relación directa con la línea
de pensamiento conductor que venimos desarrollando, ya que la
forma de lograr la fundamentación de los múltiples matices que
pudieran plantearse con relación a las técnicas de fertilización
asistida, pueden ser formulados con la convergencia del prin-
cipio rector de equilibrio que fuera consensuado tendiendo la
vía de conexión convergente con el resto de los principios de la
Bioética. Esto hace un paralelo, a su vez, con la convergencia
de la ética de los mínimos y la ética de los máximos, de las que
nos hablaran Diego Gracia y también Adela Cortina75.
Asimismo, y en la misma textura de ideas se enrola Dworkin,
aunque Atienza, en principio, se manifiesta contrario a la aplica-
ción de los principios a la Bioética tal como el primero los con-
cibe76.
Dworkin define a los principios como "estándares, que no
son normas, y que han de ser observados, no porque favorezcan
o aseguren una situación económica, política o social que se

75
C O R T I N A , Adela, Ética mínima. Introducción a la filosofía política,
Tecnos, Madrid, 1986.
76
A T I E N Z A , ob. cit., p. 75.
290 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

considera deseable, sino porque es una exigencia de la justicia,


la equidad, o alguna otra dimensión de la moralidad"77.
Así, ha puesto de manifiesto la fusión entre los principios
morales y jurídicos haciendo hincapié sobre el rol de los prin-
cipios morales en el razonamiento jurídico y, en particular, en los
casos difíciles, enunciando la tesis de la respuesta correcta y no
discrecional al apuntar a la certeza del Derecho, mediante cri-
terios objetivos, fundamentándose en los derechos individuales
como triunfos frente a la mayoría, en especial el derecho a la
igual consideración y respeto.
Ninguna directriz política, agrega, puede triunfar frente a un
auténtico derecho.
Teniendo en cuenta cómo las líneas de demarcación entre
derechos morales y jurídicos quedan difuminadas y que los
derechos humanos son el primer criterio inspirador de cualquier
normativa, tanto jurídica como ética, es dable observar que las
múltiples expresiones que pudieran manifestar algún nivel de
conflictividad en el campo de las técnicas de fertilización asis-
tida quedan en el marco de los cánones reguladores de los prin-
cipios de Bioética que, sin duda, hacen a la justicia y a la equi-
dad, y dan razones para decidir e informan a las normas.
En consecuencia, entendemos que las consideraciones de
Dworkin tienen aptitud para aplicarse a los principios de la
Bioética en cuanto inspiran a las normas y le brindan a los
aplicadores del Derecho pautas positivizadas a las que pueden
recurrir para solucionar los casos difíciles de la Bioética en general,
y en particular los referidos a la fertilización asistida.

77
DWORKIN, Ronald, Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1984,
p. 72.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 291

10.2. Operatividad del principio de consenso


en las técnicas de fertilización asistida
y los principios cardinales

Podríamos extender el razonamiento de la búsqueda de ar-


gumentos consensuados, dirigidos por la ética convergente,
mostrando los cuatro principios éticos cardinales entrelazados
en la doble estructura conflictiva: á) sincrónica, oposición de lo
general y lo individual, y b) diacrónica, oposición entre perma-
nencia y cambio.
El metaprincipio regula la aplicación de los principios cardi-
nales. De allí que, dada una situación determinada, una estruc-
tura de situación vinculada a la fertilización asistida pone de
manifiesto la conflictividad existente entre el principio de con-
servación o realizar la técnica, coherente con el principio cardi-
nal de realización, expresado en el cambio o adecuación a una
realidad que está en constante modificación. Dentro de esta
estructura conflictiva diacrónica, el metaprincipio de equilibrio
perfila el cambio. Si nos posicionamos en la parte sincrónica,
debemos decidir la fundamentación desde la oposición de lo
individual y lo general.
Siempre dentro de la bidimensión racional, la opción puede
ser consensuada desde el principio cardinal de la individuación,
ya que la expresión bioética del principio de autonomía conce-
bida en el marco de la decisión libre y autodeterminada del su-
jeto no ejerce una afección concreta a su prójimo; por lo tanto,
comprendemos a la autonomía de la persona sin que ello signi-
fique una resignación de la universalidad, ya que el principio de
justicia como expresión bioética es el que debe hacerse efectivo
en la posibilidad integral de acceso a las técnicas a todas las
personas infértiles que, en base a su autonomía, decidan re-
currir a la fertilización asistida.
Con esta línea de pensamiento vinculamos a la convergencia
al principio de autonomía, de modo que no queda aislado en una
ética de máximas con la aspiración de concretización en los casos
292 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

no conflictivos, sino que se enlaza a través de aquel principio de


petición o principio de equilibrio racionalizado en la situación
concreta aun en las situaciones de más alta conflictividad.
Así la dimensión crítica se reduce, en tanto se universalice
el respeto a la autonomía del individuo y se concrete en el ac-
ceso a las técnicas de fertilización como parte del derecho a la
salud reproductiva enrolada en el principio de justicia.
La conflictividad diacrónica se puede presentar, también,
como la lucha entre los principios de precaución y exploración.
La expresión del principio de precaución deriva del princi-
pio de no maleficencia y, más mediatamente, del principio car-
dinal de conservación. La fertilización asistida tiene un aspecto
predominantemente médico, y también forma parte de la biotec-
nología, sobre todo en materia de riesgos que deben tenerse
siempre en consideración. Por ello, las técnicas de reproduc-
ción tienen que brindar la transparencia que garantice la impar-
cialidad a la población en general, a los médicos especialistas
involucrados, a las personas necesitadas de su aplicación siem-
pre en el marco del consentimiento informado, no sólo en pos
del principio de justicia, sino también en el contexto del para-
digma de convergencia.
El principio de exploración78 —cardinal realización, clásico
beneficencia—, en materia de fertilización asistida, constituye
una aplicación benéfica porque viabiliza la descendencia a quie-
nes padecen infertilidad, en el incremento de descubrir e imple-
mentar nuevas técnicas y combinaciones efectivas entre ellas,
aun en situaciones experimentales.
Al principio de exploración la encontramos, por ejemplo,
en la ley española 14/06 de técnicas de reproducción humana
asistida y en el Proyecto que comentamos en el ámbito de la
Ciudad de Buenos Ares.

78
MALIANDI, Ricardo, "Ética y biotecnología: cuestión de principios",
Agora Philosóflca, Revista Marplatense de Filosofía, Año III, nos- 5/6, Suárez,
Mar del Plata, dic. 2002, p. 29.
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 293

En el caso de la ley española, es dable observar que sigue


un criterio abierto al enumerar las técnicas según el estado de la
ciencia y la práctica clínica, evitando la petrificación normativa
y tomando las debidas precauciones, al requerir autorización de
la autoridad sanitaria para su práctica provisional y tutelada como
técnica experimental.
El Proyecto del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires tam-
bién conlleva, en su letra y en su espíritu, el principio de explo-
ración, por cuanto su finalidad esencial es la creación de un marco
adecuado para la regulación de la actuación médica frente a la
infertilidad por medio de las técnicas que faciliten la procrea-
ción, incluyendo expresamente las enumeradas y no excluyendo
la posibilidad de agregar nuevas técnicas que se vayan presen-
tando con el consenso científico y médico en el ámbito de la
fertilización asistida.
Por ello, para la ética convergente todos tienen derecho a la
investigación de nuevas técnicas de reproducción asistida, pero
todos, también, tienen derecho a que se tomen precauciones
contra sus efectos adversos, si los tuviere.
Concluyendo y con la precaución de sortear el camino de la
ataraxia para que no nos paralice con la imperturbabilidad que
lo caracteriza en la búsqueda de fundamentaciones, completa-
mos, a modo de corolario adicional, la compatibilización emer-
gente de los principios cardinales aplicados a las técnicas de
fertilización asistida, en las que la dignidad por la legitimidad de
la descendencia constituye el núcleo fundante.
Por último, cabe subrayar que la optimización de la razón
nos indica el camino de la minimización del conflicto y, a su
vez, nos proporciona la alianza de las éticas de mínimos y de
máximos a través del principio equilibrante que, en nuestro caso,
está constituido por la dignidad representada por la legitimidad
de la descendencia.
294 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

11. Conclusiones

A lo largo de esta elaboración, hemos procurado explorar la


situación actual de las técnicas de fertilización asistida con la
finalidad de obtener un mapeo de la problemática de la inferti-
lidad en nuestro país.
Recorrimos dos legislaciones europeas —española e italia-
na— por su tradicional enlace con nuestra ascendencia, con el
aporte de las últimas leyes que delinean la situación normativa y
sus particularidades, ajustadas a la idiosincrasia de cada socie-
dad, y transitamos la inherencia de los derechos vinculados a
la infertilidad, como el derecho a la reproducción, el derecho a la
salud reproductiva, el derecho a la identidad, el derecho a la dis-
posición del propio cuerpo, el derecho a la privacidad, y el dere-
cho a la identidad.
Consideramos los proyectos legislativos de nuestro país con
vigencia parlamentaria en el ámbito nacional y local de la Ciudad
de Buenos Aires, en una suerte de itinerario que contribuyó a
evidenciar la trascendencia de los derechos vinculados a la res-
puesta científica a la infertilidad.
Finalmente, procuramos brindar un marco de eticidad a las
técnicas de fertilización asistida mediante el abordaje desde una
perspectiva bioética.
Es hora de preguntarnos la conveniencia de regular legisla-
tivamente las técnicas de fertilización asistida en nuestro país.
El eje central de la problemática está dado por la conver-
gencia de los progresos científicos ante la infertilidad, a fin de
arribar a la anhelada asistencia de la medicina al servicio de la
salud reproductiva que garantice el acceso igualitario a todas las
personas, teniendo en consideración la pluralidad de factores
que se conjugan en la infertilidad —causas genéticas y ambien-
tales a las que se le adicionan los sociales— obstaculizando la
reproducción.
A partir de ello, podemos apreciar la necesidad de dotar a
nuestro país de una ley que se diseñe con un alcance y amplitud
DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 295

suficientes donde todos y cada uno de los derechos vinculados


a la infertilidad se encuentren adecuadamente protegidos.
Así, podemos estructurar desde la ingeniería legislativa una
ley que regule la fertilización asistida protegiendo simultánea-
mente todos los derechos de todas las personas, incluyendo pre-
visiones de índole sanitaria y administrativa, con una dinámica
que permeabilice los avances de la ciencia a través del hallazgo
de nuevas tecnologías aplicables.
Sin estos mojones imprescindibles que estructuran el espí-
ritu de una ley sobre fertilización asistida, en vano será pensar
en una regulación legal, en todo caso que el vacío legislativo
continúe imperando en Argentina, porque en definitiva desde la
perspectiva legal nuestro país cuenta con instrumentos idóneos
—normativa constitucional (art. 75, inc. 23, arts. 16 y 33, y art.
42, C.N.) y leyes sobre salud reproductiva nacional y locales en
particular79— que son útiles a la hora de garantizar genérica-
mente el acceso a la salud reproductiva de sus ciudadanos.
Ese vacío legislativo puede no ser del todo negativo frente
al retroceso que experimentan algunas legislaciones, como la
italiana, sobre todo si tenemos en cuenta algunos proyectos de
ley que describiéramos que, evidentemente, representarían una
ley "cerrojo" en materia de derechos reproductivos, infertilidad
y acceso a las técnicas de fertilización asistida.
De todos modos, y más allá de una futura legislación espe-
cífica, es necesario un compromiso de política sanitaria repro-
ductiva que permeabilice las limitaciones en la cobertura de las
obras sociales e incorpore las técnicas de fertilización asistida
en el Programa Médico Obligatorio.
Recordemos que la salud no egresó de los derechos perso-
nales, ni canceló el deber de abstenerse de dañarla, pero re-
quiere, como derecho viejo, contenidos nuevos, a los que desde
lo jurídico no podemos ignorar.

79
Véase Anexo "Estado legislativo en salud sexual y reproductiva en las
provincias", Consejo Nacional de la Mujer, cit.
296 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Dentro de esos contenidos nuevos, la salud reproductiva en


particular ocupa un espacio que se articula con prestaciones y
medidas positivas por cuanto la infertilidad es una enfermedad
o patología que afecta y restringe el pleno goce de la salud
humana, de allí que el propio Estado, así como los entes pres-
tadores de servicios de salud, tienen el deber de brindar el ac-
ceso a la salud reproductiva a través de instrumentos legales
apropiados.
Asimismo, señalamos que toda la columna vertebral de nuestra
línea de reflexión contribuye al respeto de la libertad religiosa
sin discriminación, reflejada en la libertad de conciencia de cada
ciudadano en materia religiosa y consagrada en el art. 19, pri-
mera parte de nuestra Carta Magna, lo que nos permite concluir
que la moral civil no tiene un único contenido de tipo religioso
basado en dogmas, sino un contenido de tipo secular80.
La fundamentación religiosa fragmentada en diversas posi-
ciones respecto de los orígenes de la vida y los conceptos de
implantación, crecimiento y desarrollo del preembrión, coopera
a converger, en tanto y en cuanto una ley posea una amplitud y
un contexto de protección de los derechos de las personas que
permita el acceso, a toda mujer o pareja que padezca infertili-
dad, a elegir conforme a sus creencias.
Por ello, y como sostuvimos a lo largo de este trabajo, la
optimización de la razón nos indica el camino de la minimiza-
ción del conflicto emergente de la infertilidad y, a su vez, nos
proporciona la alianza de las éticas de mínimos y de máximos a
través del principio equilibrante que, en nuestro caso, está cons-
tituido por la dignidad representada por la legitimidad de la
descendencia.
Así las cosas, es fácil apreciar la importancia de menguar el
distante trecho asincrónico entre la ciencia y la realidad a la luz
de la infertilidad captando los progresos científicos al servicio,
nada menos, que del protagonista de la humanidad: el ser hu-
mano.

80 ARRIBÉRE-COCO, Nacer bien..., cit., p. 78.


DELLACQUA Avances y retrocesos legislativos... 297

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V. LA NARRATIVA DEL SUFRIMIENTO

ISABEL DEL VALLE*

* Licenciada en Letras. Miembro de la Asociación Argentina de Gi-


necología y Obstetricia Psicosomatica (AAGOP). Miembro de APSA. Encar-
gada del área de Humanidades Médicas de Pallium Latinoamérica.
Sentí, en la última página, que mi narración
era un símbolo del hombre que yo fui, mien-
tras la escribía y que, para redactar esa na-
rración, yo tuve que ser aquel hombre y que,
para ser aquel hombre, yo tuve que redactar
esa narración, y así hasta lo infinito.
Jorge Luis Borges, La búsqueda de Averroes

1. La narratividad como inherente


a la condición humana

La existencia humana es una especie narrativa.


La vida del hombre es un espacio en blanco a la espera de
una huella creadora de historia. Es un segmento textual donde el
sujeto se inventa y se reinventa, una y otra vez, desde el curso
mismo de los acontecimientos que van conformando su trama
vital y su identidad.
Lo imaginario configura la realidad.
La vida se da en la interfase de mediaciones simbólicas y
culturales cargadas de significación, sentido y valoración moral.
El tejido lingüístico atraviesa la trama de la cotidianeidad.
Concebir la vida como biografía supone pensarla narrativa-
mente —como relato—, y eso posiciona al hombre como escri-
tor de sí mismo.
306 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Desde su nacimiento, el sujeto está inscripto en una tradi-


ción imaginaria.
Ya de niño, llegan incesantemente a sus oídos historias,
ficcionales o reales (cuentos, fábulas, cosmovisiones, mitos) des-
de donde comienza a ubicarse en el mundo. Un corpus mitoló-
gico de la condición humana.
El relato es un recurso esencial para el conocimiento y la
comprensión del mundo; de ahí la existencia de narrativas expli-
cativas del origen del mundo, del hombre, de sus hazañas, mitos
de origen y fin, desde donde se conforman identidades indivi-
duales y colectivas.
La realidad se va configurando imaginariamente a partir de
los relatos oídos y leídos. El germen del conocimiento humano
está en ese proceso social de compartir e interpretar los relatos.
A través del contacto con esas formas de mediación simbó-
lico-narrativas, no sólo va conociendo el afuera, sino que tam-
bién se va conociendo a sí mismo en su singularidad, posicionando
en el mundo como diferente de otro, y también adquiere capa-
cidad narrativa, recursos para contar y "contarse", para elabo-
rar el texto mayúsculo: el relato de su propia vida.
La narrativa es la manera primaria de conocimiento e inter-
pretación del sentido del mundo. El hombre no es sólo un ser
simbólico y hermenéutico, interpretativo, portador de historias
ajenas que también cuenta y recrea, también sabe "narrarse a sí
mismo".
La vida se va conformando como una historia interna que se
escribe en el acto de narrarla. "El relato es la dimensión lingüís-
tica que proporcionamos a la dimensión temporal de la vida",
sostiene Paul Ricoeur.
La respuesta a la pregunta primaria "¿quién soy yo?" es un
ejercicio narrativo, ya que implica construir las primeras líneas
del relato de la vida.
En su mera enunciación, el hombre se convierte en novelis-
ta de sí mismo.
El lenguaje es la mediación simbólica que permite la cons-
trucción de identidad a través de medios narrativos y es condi-
ción de acceso a la comprensión.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 307

Concebir la vida como biografía es entenderla como relato


donde el hombre es su propio narrador y personaje. Tamizada
narrativamente, la vida se convierte en "historia de vida".
En esa capacidad de narrarse, de "contarse a sí mismo" y
hacer de la vida, relato, va construyendo la trama de su identi-
dad narrativa.
...en la historia contada, debido al carácter unitario y com-
pleto que le confiere la operación de elaborar la trama, el
personaje conserva, a lo largo de la historia, la identidad
correlativa a la propia historia (Ricoeur).

La narración es un método de constitución del sujeto; en


tanto que la actitud no narrativa desidentifica.
Narrarse es producir el propio texto; una pericia hermenéu-
tica desde donde el sujeto, objetivado, se interpreta y da sen-
tido a lo acontecido, lo cual favorece la comprensión de sí en
los distintos momentos vitales.
El hombre empieza a comprender y comprenderse a medida
que pone en palabras su historia interna. Recién entonces, la
identidad se hace eco de sus actos y éstos, a su vez, son rasgo
identitario.
Nunca el sujeto es más dueño de sí que cuando logra dar
sentido a sus pasos. La comprensión de sí mismo y del mundo
es narrativa, o, dicho de otro modo, la narración es el modelo"
de aprehensión del ser en el mundo.
El relato de la vida propia es la trasmutación narrativa de lo
acontecido. Concebir la vida como espacio de texto supone
concebir el texto como trasmutación literaria de la vida.

2. La enfermedad como contingencia


La vida es algo que yo tengo que hacer aquí
y ahora... Es mi responsabilidad, la labor de
mi libertad, de mi razón o de mi fantasía, pro-
yectarla, pensarla como totalidad para po-
308 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

der vivirla, para poder llevarla a cabo. Todo


lo que haga buscará necesariamente, direc-
ta o indirectamente, la meta proyectada.
Julián Marías

La vida humana es el segmento de conformación subjetiva a


lo largo del cual el hombre va configurando una imagen unifica-
da, integrada y proyectada de sí.
Sin embargo, hay eventos disruptivos que violentan y hasta
quiebran —transitoria o definitivamente— esa unidad alcanza-
da y amenazan el supuesto de integridad y continuidad vital ima-
ginarias.
La enfermedad es una de las máscaras que adopta la con-
tingencia, que acerca al hombre a sus cornisas existenciales y
lo deja expuesto a la estrechez de la condición humana con sus
componentes irracionales de angustia, esperanza y fantasmas de
finitud.
El hombre vive cada día con la rotunda certeza de la muerte.
La vida transita entre el proyecto existencial y la certeza de
acabamiento.
La enfermedad adelgaza esa distancia aumentando la visibi-
lidad del morir, amenazando la continuidad vital concreta o ima-
ginaria.
La vulnerabilidad es un rasgo antropológico de la existencia
humana. El cuerpo es el escenario paradigmático de vulnerabi-
lidad, pasajera en la enfermedad aguda, permanente en la cró-
nica o en discapacidad, y definitiva, con la muerte.
La enfermedad es un "ensayo" de nuestra deserción vital.
Amarga conciencia de lo contingente de la condición humana
vivida como amenaza inherente.
El enfermo se convierte en nómade o peregrino que deambula
entre las dos orillas, zigzagueando, sin destino cierto. Cuando
sobreviene la contingencia, la lógica interna se quiebra.
El sentido es el cordón que permitirá enhebrar los fragmen-
tos de vida disgregados en un reordenamiento que resignifique
lo acontecido.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 309

La enfermedad instala al hombre en el terreno del desamparo:


La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía
más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble cuidadanía,
la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y
aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o tempra-
no, cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al
menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.

Así la definía la escritora norteamericana Susan Sontag,


quien más de una vez habitó ese territorio de sombras.
La necesidad de poner la enfermedad en palabras emerge
como contravoz ante la forma imperante de hablar de la enfer-
medad.

3. La vida puesta en palabras.


La necesidad de narrar la enfermedad
Escribir es procurar entender, es procurar re-
producir, es experimentar hasta el limite el
sentimiento que permanece de modo vago y
sofocado. Escribir es también bendecir una
vida que no ha sido bendecida.
Clarice Lispector

Dado que la realidad está inserta en un andamiaje imagina-


rio, toda acción, evento o vivencia puede ser puesta en pala-
bras.
Así el hombre configura relatos del amor, del cuerpo, del
dolor, de la muerte...
La enfermedad y el acto de curar son acontecimientos
narrativos, de ahí que también pueden ser puestos en palabras.
El curso mismo de una enfermedad se desenvuelve como
una secuencia narrativa, ya que acontece en un contexto con un
sistema de valores y significaciones simbólicas, dentro de un
esquema de linealidad principio-desarrollo-desenlace, con or-
denamiento temporal, histórico.
310 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La enfermedad es un evento que reclama espacio narrativo,


en tanto impacta en la configuración de la identidad y exige
significación.
Si bien la enfermedad ha sido leída mayoritariamente como
evento biológico y natural, la respuesta humana es subjetiva y
particular. ímpacta en un cuerpo, inmerso en un tiempo históri-
co, un lugar, una historia, un contexto personal y social produ-
ciendo un cambio de sentido de la realidad.
Ello impone la necesidad de integrar y resignificar, en un nue-
vo orden semántico y dentro del contexto biográfico, ese episo-
dio mediante un discurso organizado, a través de la voz propia
o ajena que sintetice lo heterogéneo y lo contingente de la vida.
La asignación de sentido canjea el azar en destino y permite
al hombre mantener su actitud proyectiva. A su vez, exorciza la
angustia de finitud a través de la formulación de voces propias
o imaginarias.
Lo que el hombre pone en palabras es su relación interna y
personal con la enfermedad, construida en la intimidad del silen-
cio y de los miedos. La enfermedad es una situación paradigmática
de sufrimiento.
Resulta imposible pretender disociar enfermedad, de la ex-
periencia de vida del hombre enfermo. Ambas son realidades
entrelazadas.
La narrativa atraviesa la enfermedad desde el registro de
comprensión vivencial, el sufrimiento. Esa aprehensión expe-
riencial supone contactarse con la porción más primaria e
irreductible de lo humano (dolor, placer, erotismo, muerte), allí
donde el sufrimiento se erige como arquetipo de subjetividad.
La singularidad de cada caso emerge en el acto de narrar.
La enfermedad impone necesidad expresiva; el padecimien-
to presiona incitando al testimonio autobiográfico, en lenguaje
simbólico, plagado de significaciones personales —aunque, a
veces, contradictorias—, que reflejan el vivir conflictivo de quien
está enfermo en el contexto de una existencia particular.
Lo esencial de la enfermedad reside en lo que porta de sufri-
miento y de misterio.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 311

Arthur Kleinman llama "narrativas de padecimiento" (illness


narratives) a la forma en que cada sujeto elabora narrativamente
su sufrimiento y le da sentido.
Poner la enfermedad, en términos de padecimiento, implica
sacarla de los límites materiales del cuerpo particular para inte-
grarla en la hebra común del sufrimiento humano.
La necesidad narrativa marca la interrelación entre enferme-
dad-cuerpo-persona y lenguaje.

4. Modalidades narrativas ante la enfermedad

4.1. Narrarse a sí mismo

Inicialmente, el hombre se relaciona con su enfermedad a


partir del impacto experiencial que le genera "algo distinto" en
la forma de vivenciar su cuerpo.
A partir de la enfermedad, se instala un "modo particular de
estar en el mundo", donde el sufrimiento es el motivo vivencial.
Vuelca la mirada sobre sí y, abriéndose a una instancia
interpretativa y autorreferencial, se autointerroga acerca de
aquello que le está aconteciendo.
Para responderse, recurre a mediaciones simbólicas, a fin
de poner en forma, color o palabra, lo que hasta ese momento
no es más que incertidumbre e indefinición.
Desde el lugar de relator y oyente de su propio texto, ela-
bora un discurso explicativo-narrativo —oral o escrito—, "na-
rrativas de padecimiento" (patografías) en el cual, confecciona
una secuencia narrativa lógica que le permita integrar el episo-
dio enfermedad dentro de su contexto vital, en un ordenamiento
temporal y reestablecer el sentido en ese mundo propio de-
construido.
La historia tiene la cualidad que Ricoeur llama "direcciona-
lidad", una teleología en el sentido de que la historia se va na-
rrando en dirección hacia algún lado para inscribirse en una co-
herencia de sentido que subyace.
312 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Ese texto inserta la experiencia del propio padecer desde la


perspectiva del doliente, y en vinculación con otros sucesos
particulares y sociales.
Esta primera modalidad narrativa consiste en una simbo-
lización de la fuente de sufrimiento con el propósito de circuns-
cribir los miedos al hallar una vía simbólica de interpretación,
darle un nombre, una causa y un pronóstico.
Sin miedos, el hombre es más dueño de sí.
Poner nombre al origen del sufrimiento es un paso crítico en
la reconstrucción del mundo. Una forma de defender el mundo
interno amenazado.
De tal manera, el relato tiene alcance restitutivo y catártico,
pues en el intento imaginario de ceñir y resignificar el sufrimien-
to, expresa significados personales del padecer y favorece la
reintegración del sujeto consigo en una unidad imaginaria.
La asignación de sentido es el medio por el cual el sujeto se
apropia vivencialmente de la situación.
En la versión de Gide, Filoctetes afirma:
Me he dedicado a narrar la historia de mis sufrimientos, y
cuando mis frases son hermosas siento un gran consuelo; a
veces hasta me olvido de mi tristeza al darle expresión.

La narrativa oficia como recurso de personalización y signi-


ficación de la enfermedad, desde un abordaje muy diferente al
de la racionalidad técnica y el objetivismo científico, que media-
rán en sus posteriores manifestaciones discursivas.

4.2. El caso como recurso narrativo

La narrativa es un recurso en el ejercicio de la práctica


médica; la relación médico-paciente conforma, en sí misma, un
encuentro narrativo.
El enfermo solicita atención médica en el afán de que le ayu-
den a reestructurarse desde la comprensión de lo que le ocurre
y para ello relata la historia de su enfermedad-padecimiento.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 313

Mediante la elaboración de ese discurso propio, la enferme-


dad se singulariza.
El médico promueve en el enfermo el desarrollo de ese re-
lato explicativo a través de preguntas acerca de su dolor, enfer-
medad, discapacidad y/o proximidad de la muerte.
Esa narrativa personal, elaborada informalmente por el mis-
mo sufriente desde sus miedos, pasiones, esperanzas y angus-
tias, es transfigurada, tras la escucha, en una narrativa médica
—caso—, un reordenamiento lógico, descriptivo, vacío de to-
nalidad emocional donde el objetivismo científico minimiza la im-
pronta subjetiva y personal.
El aporte epistemológico de esta narrativa personal es la
posibilidad de aproximarse a situaciones de la cotidianeidad atra-
vesadas por la enfermedad: los trastornos con la imagen corpo-
ral, los cambios que la enfermedad opera en la identidad social,
perturbaciones en la autoimagen, vergüenza, estigma, etcétera.
El médico toma de ese enunciado personal aquello que le
sirva para configurar el modelo de enfermedad que él entiende
como tal.
La experiencia del paciente es subsumida a esa versión médica
de la enfermedad hecha de signos y síntomas, ignorante del miedo,
la perplejidad y el sufrimiento que acarrea la experiencia de estar
enfermo. Este tipo de narrativa médica excluye de su registro la
percepción del sujeto sobre lo que le acontece y el impacto en
su mundo de vida cotidiano.
De esa manera, el sufrimiento privado se vuelve versión
médica.
La mirada médica saca la enfermedad del mundo interno del
enfermo para mirarla como externa y "ajena" a su subjetividad.
Lo aprehende como entidad disociada.
En la relación médico-paciente, el enfermo es consciente de
la disparidad entre su experiencia como sujeto y su existencia
como objeto.
En ese sentido, el discurso médico exige del enfermo un
cambio en la percepción de sí.
Las distintas modalidades narrativas en medicina suponen
un corrimiento respecto de la subjetividad del enfermo. Sin em-
314 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

bargo, el sujeto enfermo espera una respuesta que lo contenga


más allá de su organicidad herida y que lo acerque a la com-
prensión de su sufrir.
El saber médico dará explicaciones donde el sujeto espera
hallar sentido.

4.2.1. Dos mundos separados

Parece que hablan de lo mismo, sin embargo, entre médico


y enfermo no hay una realidad compartida.
La narrativa del sujeto y la narrativa del médico constituyen
dos niveles de conocimiento y de sentido: el de la vivencia
personal de la enfermedad y la conceptualización-raciona-
lización del padecer como enfermedad.
Cada uno tematiza un mismo acontecimiento con sentido
distinto.
El hombre la experimenta en su inmediatez. Antes de pen-
sarla, debió sentirla desde la interioridad dañada del día a día;
en cambio, el médico buscará por los rincones de ese discurso,
esa categoría científica que pueda ser pensada con independen-
cia de quien la padezca.
Vivir y padecer una enfermedad es muy distinto a conceptua-
lizarla y entenderla como abstracción científica.
Estar enfermo es una situación de alto compromiso emocio-
nal y vivencial. Ansiedad, angustia e incertidumbre comandan la
subjetividad del enfermo.
Para uno, es una disrupción en la vida; para otro, es una
disfunción en un organismo. Es difícil construir un mundo de
sentido compartido.
"¡El intestino ciego, el riñon! —se dijo—. El asunto no re-
side en el intestino ciego ni en el riñon, sino en la vida y... la
muerte". Iván Illich, dolorido personaje de Tolstoi, pudo reco-
nocer, entre tanta organicidad, que lo que realmente se jugaba
era el destino de su vida.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 315

A lo largo de la historia de la medicina, hubo diferentes


modelos médicos que determinan el perfil de atención y cuidado
de la persona.
El paradigma biomédico —representación dominante de la
enfermedad en la sociedad occidental— es un discurso objetivo
del espacio corporal, en tanto objeto físico. Tematiza enferme-
dad desde un solo universo de sentido —el biologicismo— y
posterga otros niveles explicativos del proceso —psicológicos,
emocionales, sociales y culturales, dotados de historia, movili-
dad y sentido—, posicionando así la enfermedad en un estatuto
de exterritorialidad respecto del sujeto, de la sociedad y la his-
toria.
Ello llevaría a preguntarse por el estatuto del sujeto en el
discurso médico.
El desarrollo científico poco ha aportado al conocimiento y
significación del hombre como persona, sino que ha propiciado
su mutilación y su reduccionismo.
Saca la enfermedad de la historia de vida. La diseca, la obser-
va y la cuantifica.
Los límites del discurso dejan insatisfecha la aprehensión
de otros niveles interpretativos que también entran enjuego.
Las categorías positivistas instalan opacidad en el territorio
de la vivencia hacen del hombre un ser plano y unívoco, lo que
conlleva a una lectura distorsionada o parcial del episodio.
Pero esas categorías se físuran cuando emerge la subjetivi-
dad y la palabra. Integrar la subjetividad como aspecto insepa-
rable de la enfermedad es cuestionar el paradigma objetivista de
la biomedicina.
El sufrimiento emerge de la bipolaridad en la que se estruc-
tura la relación médico-paciente, donde cada término de diada
encarna un modelo y un discurso con su propio núcleo de sig-
nificación (enfermedad-objeto, enfermedad-sujeto).
Cada modelo interpretativo representa una amenaza respecto
del otro: para el médico, interpretar la enfermedad en términos
de padecimiento supone una desrrealización; para el enfermo,
objetivarla, representa una abstracción de su mundo de vida.
316 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La enfermedad transita entonces entre dos mundos: el pri-


vado y el público, el personal y el social, el subjetivo y el ob-
jetivo, el simbólico y el empírico. No hay entre ambos una re-
presentación común de enfermedad ni ámbito comunicacional
compartido.
Si bien sin narrativa sería imposible el ejercicio de la prác-
tica médica, a la hora de hablar de la relación médico-paciente,
Beatriz Cortés se referirá al "malentendido de la cura".
En esta competencia de discursos, la vivencia personal que-
da postergada. Sin embargo, la enfermedad es mucho más que
lo que el discurso biomédico pretendió ver en ella. Excede al
cuerpo y lo desborda.
Es una crisis vital densa, poliforme, que porta otro campo
de problematización cargado de significaciones personales.
"El reuma no es enfermedad; el dolor bien se aguanta", afir-
ma uno de los personajes de Camilo Cela de su Pabellón de
reposo, quien parece saber bien que el mayor trastorno de la
enfermedad no es lo que produce en el cuerpo, sino a partir de
allí.
Lo que realmente constituye la enfermedad está en el terre-
no de lo no dicho.
La relación médico-paciente, si bien se da bajo la forma de
encuentro narrativo, puede conducir a un desencuentro inter-
pretativo.
Dada su condición de evento de desorden personal, no hay
andamiaje interpretativo ni comunicacional común; sin embargo,
la enfermedad exige ser puesta en palabras.

4.3. El acceso a la enfermedad


mediante la narración literaria
...la verdadera vida, la vida al fin descubierta
y dilucidada, por lo tanto, realmente vivida,
es la literatura.
Marcel Proust
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 317

La actitud narrativa-explicativa del mundo y de la vida en-


cuentra en el paradigma literario su modelo más acabado.
El caso es el germen para el desarrollo de una narrativa
fíccional.
La enfermedad es una circunstancia de impacto emocional y
riqueza semántica que lleva a reflexionar sobre sí.
La descripción literaria vuelca luz en el predicamento
existencial de la enfermedad al rebelar la enfermedad subjetiva-
da, hecha carne en una existencia y contexto particulares.
La literatura es una vía, estética y estilísticamente elabora-
da, para acceder a la enfermedad interiormente vivida, fantaseada,
vitalmente experimentada, tal como se la teme, se la piensa...,
con las máscaras que adopta su representación interior, con sus
variadas formas de experimentarla vitalmente.
Hay tantas representaciones internas de enfermedad como
sujetos enfermos.
Es imposible pretender disociar la enfermedad, de la expe-
riencia de vida del hombre enfermo. Son realidades entrelaza-
das.
Poner nombre propio a la enfermedad, es concebirla viven-
cialmente en términos de sufrimiento. Es la huella de identidad
del sentirse enfermo.
En el sufrimiento se expresa el hombre en su totalidad: su
historia, su presente-pasado-futuro, sus saberes e ignorancias,
sus libertades y servidumbres, sus horrores y grandezas, sus ideas
sobre la vida, la enfermedad y la muerte, la imagen de sí y del
otro. Es la savia emocional por la que circula la vida.
El sufrimiento es la realidad de la enfermedad para quien la
padece. Es su particular punto de vista en el mundo.
La identidad personal se concibe narrativamente.
Las narrativas de la enfermedad son relatos de identidad
en los que la vivencia de sufrimiento es factor de constitución
subjetiva.
318 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

5. La enfermedad en la narrativa de ficción


Toda situación de la vida humana puede ser convertida en
relato porque está estructurada simbólicamente, y desde ahí se
le puede dar forma narrativa. La literatura instala la vida en el
plano imaginario.
Las ciencias médicas han simplificado la visión del hombre
desde la pretensión de interpretarlo como totalidad funcional, pe-
ro olvidando la persona con sus pesares, dolores y esperanzas.
El hombre no halla en el paradigma científico un modelo que
lo contenga en sus desbordes existenciales. La posibilidad de
escribir es la red de contención emocional, el recurso válido para
desplegarse como quien es.
La enfermedad aparece en el texto literario desde la boca
de quien la vive y padece (testimonial-biográfico), desde la mirada
de un testigo o desde la pluma de un narrador que sólo relata el
sufrir ajeno, llegando a conformar un vasto corpus narrativo.
Algunas producciones narrativas de enfermedad: Una muerte
muy dulce, La ceremonia del adiós, de Simone de Beauvoir;
La montaña mágica, de Thomas Mann; La sombra del ciprés
es alargada, de Miguel Delibes; Pabellón de reposo, de Ca-
milo J. Cela; La cabana del Tío Tom, de Harriet Beecher Store;
Marianela, de Benito Pérez Galdós; La muerte de Iván Illich,
de Tolstoi; Del tiempo y del río, de Thomas Wolfe; Memorias
de Adriano, de M. Yourcenar; La perorata del apestado, de
Gesualdo Bufalino; El amor en tiempos del cólera, y El coro-
nel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez;
Paula, de Isabel Allende; La brasa en la mano, La otra me-
jilla, de Hermes Villordo; Antes que anochezca, de Reynaldo
Arenas; En la sangre, de Eugenio Cambaceres.

5.1. La contribución de la literatura a la medicina

Es indiscutible el aporte del texto literario a la medicina. La


literatura es una valiosa herramienta epistemológica que nutre
vivencialmente las áridas narrativas médicas ya que, bajo
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 319

forma "no médica", brinda una aproximación a la enfermedad


desde la interioridad de su conflictiva, no siempre visible a pri-
mera vista si no, por lo general, oculta tras el andamiaje discursi-
vo y objetivante de la medicina.
La mirada médica llega fácil al cuerpo, pero apenas roza a
la persona.
El enfermo deposita en el médico la expectativa de un co-
rrecto diagnóstico y terapéutica pero, a la vez, espera ser reco-
nocido en su condición de sufriente. Expectativa no siempre
satisfecha.
La lectura de textos literarios entrena al médico en la escu-
cha y ejercita la comprensión de los relatos de enfermedad al
entrar en contacto con distintas formas expresivas, otros puntos
de vista y al integrar diversas dimensiones explicativas de la
enfermedad, todas ellas orientadas a dar sentido a lo que, hasta
entonces, estaba definido sólo científicamente.
La narrativa de la enfermedad saca a la luz la constelación
de cuestiones que conforman la compleja realidad de quien está
enfermo: la vivencia de fragmentación del enfermo y los trastor-
nos de identidad, las limitaciones y desencuentros en la relación
médico-paciente, las relaciones desiguales de poder, la conflic-
tiva familiar, la soledad emocional del enfermo y la necesidad
de reestablecer vínculos, el reconocimiento de la muerte propia,
el ámbito de la palabra, silencio, verdad inoportuna, mentira.
La realidad no debe resultar nada fácil para quien está en-
fermo. Sin embargo, pocas veces asoma ese llanto interno o ese
grito velado, que seguramente son su verdadera voz.
Quien está enfermo mucho tiene para decir acerca de su
enfermedad, pero seguramente tiene mucho más acerca de lo
que le está aconteciendo en la vida.
La literatura desnuda los significados personales y sociales
propios de quien padece. De ahí que las producciones literarias
buscan integrar el punto de vista del enfermo —su subjetivi-
dad escondida—, para quien la lógica de la ("su") enfermedad,
poco tiene que ver con la lógica médica.
A su vez, poner los ojos afuera (en los mundos de ficción)
conduce a volverlos sobre sí.
320 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El mundo literario es un disparador para una mirada intros-


pectiva sobre el propio accionar personal y profesional.
El médico, a partir del replanteo de su práctica, podrá
contactarse con la interioridad de la vida de la persona enferma
desde la comprensión, establecer puntos de contacto entre mé-
dico-paciente, promover la participación del sujeto en las deci-
siones respecto de su tratamiento, concientizarse de la dimen-
sión ética de la problemática y gestión, reconocer el alcance de
su labor, etcétera.
Así será no sólo un operador sobre el cuerpo dañado, sino
un auténtico intérprete de la conflictiva vital de su paciente y
podrá reconocer la dimensión humana de todo ese universo que
cabe en su mirada.
El mejor entendimiento del enfermo y la autocrítica de su
quehacer optimiza la práctica médica.
Son varios los afluentes que vuelcan sus aguas al gran cauce
de la experiencia de la enfermedad. El hombre sufre como lo
marca el cuerpo, la naturaleza y la cultura.
Cada época histórica ha sido surcada por enfermedades de
distinto rango a algunas de las cuales se les ha otorgado una
carga imaginaria que las elevó a la categoría de enfermedades
paradigmáticas, llegando a convertirse en metáforas de compor-
tamientos sociales.
La literatura saca también a luz ese "imaginario de la enfer-
medad" que condiciona la forma de vivenciarla.
Sin duda, allí lo biológico no es más que un mero sostén de
otro nivel de significación.
La cultura mucho tiene que ver en la generación de su su-
frimiento. La sociedad se ha ensañado con algunas enfermeda-
des (lepra, cáncer, mv-sida) al depositar en ellas significaciones
veladas y oscuras, asimilándolas a metáforas sociales portado-
ras de ideología y valoración moral negativa.
"Sin embargo, es casi imposible residir en el reino de los
enfermos sin dejarse influenciar por las siniestras metáforas con
que han pintado su paisaje", advierte Sontag.
Diferencia, inferioridad, segregación..., son algunos de los
rostros del sufrimiento personal.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 321

Nunca fiie fácil andar por la vida portando ciertas identida-


des estigmatizantes y condenatorias. Son nombres que asfixian
y ahogan tal vez más que la realidad misma de la enfermedad.
Vivir con algunas enfermedades puede convertirse en una tarea
muy difícil.
"La enfermedad y el dolor son preocupaciones agotadoras
para la persona que los padece", opina John Updike.
Otras, por el contrario se han visto tocadas por la varita
mágica de una ponderación social (ej., tuberculosis) que ha
permitido al enfermo erigir su identidad con la certeza de la mejor
complacencia del contexto.
Los románticos, tan tuberculosos como los hombres de
cualquier tiempo, podían sublimar su afección tras el ropaje de
una enfermedad espiritualizada, inspiradora, edificante, marca
de delicadeza interior y sensibilidad creativa, propia de los ge-
nios.
Byron, Keats, las hermanas Brónte, Shelley, Kafka, Steven-
son, Katherine Mansfield..., todos ellos tuvieron su muerte inte-
resante y singular.
Alguna suerte de nobleza imaginaria veían en ella, que hasta
el aspecto físico llegó a convertirse en ideal estético.
Gesualdo Bufalino, en La perorata del apestado, pinta al
tuberculoso con esa desmaterialización erótica y espiritualizada
que casi linda con lo divino:
La enfermedad confiere a los rostros un presentimiento, una
luz que falta en las mejillas de los sanos; un enfermo no es
menos hermoso que un santo.

En cambio, la ruleta de las representaciones sociales poca


fortuna le deparó a otras enfermedades donde la materialidad
degradada, sin romanticismos, comanda toda posible mito-
logización.
El cáncer se llevó todos los premios al horror, la degrada-
ción estética y moral y el simbolismo de muerte dura y dolorosa,
sin vía alguna de sublimación posible. No hay erotización ni
322 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

libidinación para una patología que transforma el cuerpo enfer-


mo en carne corrupta, doliente y condenada.
"Soy la suciedad, el desorden", palabras de autorreconoci-
miento de Ilich.
La representación del mv-sida en narrativa está más vincu-
lada a una corporalidad que vehiculiza un ejercicio de la libertad
personal que revierte en vergüenza y culpa, transparenta con-
ductas y construye identidades con compromiso moral.
La enfermedad es fuente de subjetivación y cultura.
En el juego literario asoma la interacción enfermedad-socie-
dad-subjetividad. Una alianza invisible, pero hostigante para quien
está enfermo.
La articulación medicina-literatura garantiza un significativo
encuentro interpretativo que revierta en actos de curación y alivio
del sufrimiento.

6. El sufrimiento humano

Cuando escribo, repito lo que viví antes. Y


para estas dos vidas, / un mismo léxico no es
suficiente / En otras palabras, me gustaría
ser un cocodrilo / Viviendo en el río San
Francisco. Me gustaría ser / Un cocodrilo
porque amo los grandes ríos, I pues son pro-
fundos como el alma de un hombre. / En la
superficie son muy vivaces y claros, /pero en
las profundidades son tranquilos y oscuros /
como el sufrimiento de los hombres.
Joao Guimaráes Rosa

Es una experiencia fundante, como el grito, como el fuego.


Una huella emocional que cambia la textura interior del su-
jeto y desgarra la íntima coherencia de la propia vida.
Corroe los pasadizos de una existencia hasta ponerla de
rodillas. El sufrimiento desbasta en silencio. Acompaña al hom-
bre en todo su derrotero vital y lo conforma subjetivamente.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 323

El niño ingresa al mundo en situación de sufrimiento. Es la


marca de la propia existencia. Irrumpe en la vida y ataca su fibra
existencial debilitándolo en su sí mismo y en su prosecución de
"seguir siendo". Es epifanía de su vulnerabilidad.
El sufrimiento conlleva la representación imaginaria de pe-
riplo interior, entreluces y sombras, cimas y agonías. Nadie es
el mismo después de haber sufrido, y nadie sufre igual que otro.
El sufrimiento emerge ante la sensación de pérdida de la propia
integridad y de amenaza a la identidad constituida, especialmen-
te cuando la proyección vital se ve interrumpida u obstaculizada.
De ahí que la enfermedad sea una situación paradigmática
de sufrimiento.

6.1. El sufrimiento y la búsqueda de sentido

Hay una dimensión oculta en el sufrir, un eco de cuerda donde


resuenan los umbrales trágicos de lo humano. Es un grito vela-
do, una resistencia muda. Es un pasaporte a un mundo secreto
y personal, inefable en alguna medida, donde la palabra falta y
sobra, donde el silencio contiene y ahoga.
Habitualmente, el sufrimiento habita los territorios de lo no
dicho; sin embargo, está plagado de mensajes internos, de sig-
nificados, a veces ambiguos y contradictorios.
Todo sufrimiento es portador de sentido y abre a la nece-
sidad de comprensión.
La búsqueda de sentido en la vida es la fuerza motivadora
del ser humano. Según Víctor Frankl, si se bloquea esa búsque-
da, se aniquila la voluntad de vivir.
El sufrimiento es una vivencia velada, en alguna medida,
cercana al misterio. A veces conlleva una dimensión de trascen-
dencia que se expresa en la necesidad de recurrir a un nivel
explicativo superior.
De ahí que Gregorio Alvignani, en La excluida, de Pirandello,
piense:
324 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

¿Cuándo hablamos nosotros? ¿Cuándo reflexionamos? (...)


Una breve hora de dolor nos impresiona largamente. Un día
sereno pasa sin dejar rastro...

El sentido significa y dignifica el padecer, a la vez que le


otorga una ubicación privilegiada en el proceso de construcción
de la persona promoviendo un pasaje a otro estatus vital, ético
y emocional.
El sentido es la vía de reorganización interna del hombre y
es una forma de trascendencia de su realidad inmediata. El su-
frimiento sin sentido sería intolerable. El sentido del sufrimiento
tiene identidad, va alineado a quien se es. Nadie sufre como otro.
Cada hombre bucea en su biografía, en sus creencias, mo-
tivos, deseos, miedos para hallar el sentido a su circunstancia
vital, y ese sentido será, a su vez, seña de identidad. A veces,
ambiguo o contradictorio, pero indiscutidamente, propio.
La posibilidad de otorgar sentido al sufrimiento personal
posibilita el reencuentro del sujeto consigo mismo ya que logra
reestablecer la continuidad que había sido fragmentada. El hilo
del sentido enhebra los hechos de la vida en el collar de la iden-
tidad.
El padecer es una realidad a ser expresada e interpretada.
Poner el sufrimiento en palabras constituye un discurso realiza-
dor de identidad.
Raymond Guérin, en Le pus de laplaie, advierte de la im-
portancia de registrar el impacto emocional del sufrimiento "en
crudo", cuando corroe la piel y la emoción, cuando sólo es fan-
tasma, grito, fuego o silencio:
Es sobre el propio campo de acción, en el mismo momento,
que conviene captarlo. Después de que se ha serenado, disi-
pado, el espíritu se encuentra demasiado inclinado a olvidar
o por lo menos a minimizar lo que este ha sido. Por violento
e imperioso que sea el sufrimiento, cuando cesa se convierte
pronto, para la memoria, en un mal recuerdo. Por lo tanto no
deberían describirse ni analizarse sus efectos después de su
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 325

finalización. Es en el mismo momento que taladra, cuando roe,


cuando destruye, que resulta necesario aprehenderlo. Se debe
hablar de la enfermedad durante el momento en que uno está
enfermo. Si se espera a la curación, las impresiones queda-
rán vagas, imprecisas, sin vigor y sin color.

6.2. Sufrimiento y creación


...si sólo contara con la imaginación para
hacer carrera en la literatura, ya habría de-
sistido.
Antón Chejov

El sufrimiento es una emoción compleja y, muchas veces,


contradictoria.
Si bien su impacto emocional ahoga, a la vez reclama espa-
cio expresivo.
Su intensidad agónica deja una impronta existencial que, a
menudo, ha llevado al hombre a trasmutar estéticamente esa
repercusión dolorosa, en forma, color, palabra.
Desde la Antigüedad, se vio en el sufrimiento un incentivo
para la creación. Para algunos fue la directriz de la actitud crea-
dora.
Mucho le debe la obra de Edgard Munch a la tuberculosis
que devastó a su familia. O Frida Kahlo, que trasmutó en forma
y color su realidad de dolor y sangre.
Si la enfermedad promueve a la creación artística, la enfer-
medad es, en sí misma, creación. Creación personal e intrans-
ferible.
El sufrimiento hace de la enfermedad una obra singular. La
personaliza, la pone en primera persona. Absolutamente real para
quien padece, se hace invisible y desafía la mirada del otro. Oculto
y mudo, resiste la validación social.
Es una realidad impenetrable a la comprensión racional o
vivencial ajena y no transita los moldes expresivos habituales.
326 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El sufriente queda aislado, en la palabra, en la socialización,


en la posibilidad de ser plenamente comprendido, en la profun-
didad de la propia conciencia.
La creación artística es una suerte de simbolización del su-
frimiento. Una soga desde donde el sufriente pretende sostener
su relación con el día a día.
Sin dudas, mucho le debe el arte al padecimiento humano.
Un ejemplo fue Byron, "...la adicción a la poesía es gene-
ralmente el resultado de una mente inquieta en un cuerpo incó-
modo...".

6.3. Escritores médicos y médicos escritores


Seguramente es la nuestra la profesión que
cuenta con un tanto por ciento más de co-
piosos plumíferos.
Gregorio Marañón, La Medicina y nuestro tiempo

La articulación medicina-literatura acerca a la comprensión


de enfermedad donde se transforma la repercusión dolorosa en
creación artística.
La novelística de la enfermedad es una suerte de desdicha
fecundada. La enfermedad es la situación paradigmática de su-
frimiento, y el cuerpo, el escenario paradigmático de la enferme-
dad.
La medicina esté íntimamente ligada a la existencia humana,
personal o histórica, individual o social.
El médico es, tal vez, quien más expuesto está a la fragilidad
y, a la vez, a la fuerza de la vida. Algunos se han sentido movi-
dos a tomar la pluma para poner en palabras ese vastísimo mate-
rial humano que recogían de su quehacer profesional.
Evidentemente advertían que, por los silenciosos corredo-
res de la enfermedad, circulaban significaciones que el discurso
médico no lograba interpretar ni contener.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 327

En la intersección de medicina-literatura asoman médicos-


escritores (Rabelais, Mateo Alemán, Musset, Keats, Ibsen,
Chejov, Céline, Conan Doyle, André Bretón, Saint-Beuve, Pío
Baroja, Gregorio Marañón, Laín Entralgo, Ramón y Cajal,
Baldomero Fernández Moreno, Joáo Guimaráes Rosa), escrito-
res-enfermos (Franz Kafka, Gide, Proust, Artaud, Albert Camus,
Guérin, Susan Sontag, Soriano, Roa Bastos, Gabriel García
Márquez), así como también, médicos-escritores-enfermos (Louis
Céline, Reverzy).

7. La enfermedad en la novelística.
Representaciones culturales de la enfermedad

Los textos literarios captan las ideas de una sociedad sobre


la salud, la enfermedad y la muerte. Como la vida, el dolor y la
muerte, el sufrimiento reclama espacio narrativo.
La producción literaria de la enfermedad opera a partir de
un determinado discurso —núcleo de significado— que define
las representaciones de la enfermedad desde ciertas relaciones
de sentido —su etiología y terapéutica.
Cada cultura cuenta con un modelo dominante para inter-
pretar y representar la enfermedad.
Y el hombre se relaciona con su enfermedad, la piensa y la
sufre a partir de esa concepción imperante. A ello sumará la
impronta de la propia historia, su firma personal a la experiencia
de estar enfermo.
Los escritores, enfermos o no, tienen impregnada esa repre-
sentación cultural, como una plantilla intelectual y emocional que
marcará su relación interna con la enfermedad.
El modelo médico puede aportar lo suyo, influyendo en la
forma de cursar una enfermedad a punto de llegar a ser involun-
tario agente de sufrimiento. Paradoja, lo genera en el mismo afán
de revertirlo.
¿Cómo ve la sociedad la enfermedad?
328 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La literatura muestra las representaciones dominantes que


configuran socialmente la enfermedad y definen el lugar interno
desde donde el hombre se relacionará con ella.
Los textos literarios escogidos para ejemplificar son:
— narrativas de cáncer (Pabellón de cáncer, de Solzhenit-
syn, La muerte de Iván Ilich, de Tolstoi).
— narrativas de tuberculosis (La perorata del apestado,
de Gesualdo Bufalino y Pabellón de reposo, de Camilo
J. Cela).

La enfermedad en la literatura aparece representada como


"algo" exterior al hombre y venido de afuera.
Un "algo" desconocido y bien distinto de mí que, desgajado
del contexto y de la historia personal, irrumpe en la vida y la
desestabiliza.
Esa representación ontológica y exógena de la enferme-
dad instala una relación de alteridad absoluta no compatible con
la propia identidad, que se apropia de la vida ajena desde la
inmediatez y el desconocimiento, sin posibilidad alguna de com-
prensión inmediata por parte del enfermo.
La asimetría se ha instalado en la relación hombre-enferme-
dad.
La reificación de la enfermedad —de detección mecáni-
ca— poco espacio deja para la personalización de quien pade-
ce, que se siente extraño a esa transformación de su estado.
Esto impide la identificación del sujeto con lo que está vi-
viendo, promoviendo su disociación interna.
La enfermedad queda concebida en términos de rivalidad
(el tumor o la persona). Y a medida que avanza, la dimensión del
sujeto como sujeto de derecho y autónomo se va estrechando
hasta quedar bajo el poder del tumor:
"El tumor que al principio le enojó y luego le amedrentó, se
alzaba ahora con todos sus derechos. Ya no era él sino el
tumor el que decidiría qué habría de ocurrir", afirma uno de
los agobiados personajes de Pabellón de cáncer.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 329

"...esa cosa horrenda que ha tomado cuerpo en mi organis-


mo...", así lo sentía Iván Ilich, cuando el cáncer le empezó
a dar señales.
"No sólo la dolencia en sí, imprevista e inadvertida, que
en el curso de dos semanas se había abatido como una tromba
sobre un hombre despreocupado y feliz, atormentaba ahora
a Pavel Nikolayevich", que había sido "...cogido por un tumor
como por un anzuelo", en Solzhenitsyn.

Por otra parte, la constitución del saber médico occidental


construye un modelo de enfermedad maléfica, inscribiéndola en
el terreno consensuado de lo no deseable.
Son pocos los espacios otorgados a la representación be-
néfica o reivindicatoría.
La enfermedad es negativa, indeseable, privativa. Algo malo
a expulsar. Así está configurada en el imaginario.
En ese contexto representacional, no cabe duda alguna de
que el cáncer es la patología paradigmática de la negatividad
absoluta. Nada bueno puede esperarse desde el momento en
que el cáncer se apropia de una vida. Repta sigilosamente, se
escabulle por los recovecos, se infiltra, se sumerge, se repro-
duce y devora.
Esta representación va acompañada de una negación en el
nivel de sentido. La enfermedad es un sin-sentido radical, el
absurdo o el azar negativizado sin justificación alguna:
"...un tumor absurdo y del todo innecesario...". "...el
cáncer se encariña con las personas. A quien atenaza con
sus tentáculos ya no lo suelta hasta la muerte". "Esta
enfermedad mía tiene algo particularmente humillante y
ofensivo. Y sus consecuencias son horribles..." (ídem).
"Con qué prisa trabajaba, con qué hábiles dedos, la mala
bestia dentro de él..." (Bufalino).

La asignación de sentido a la enfermedad y al sufrimiento es


la vía de restauración interna que le queda al hombre y es el
330 Bioética y Derecho. Ditemas y paradigmas en el siglo XXI

contramodelo reivindicatorío de esta representación maléfica tan


instalada en la escena cultural.
Más allá del abundante caudal de modelos culturales de
enfermedad que ofrece el corpus literario, lo esencial de la en-
fermedad pasa por aquello que tiene de misterio y sufrimiento.
Por eso, la verdadera aproximación al sentirse enfermo no pue-
de prescindir el problema de la experiencia subjetiva.

8. El sufrimiento en ia narrativa. Aplicación de


las categorías de análisis fenomenológico del
sufrimiento al texto literario
...no soy vieja, soy simplemente enferma, que
es mucho peor.
C. J. Cela, Pabellón de reposo

La enfermedad se da de puertas adentro de un organismo


pero que emerge a la superficie de una existencia particular.
Es un trastorno para el cuerpo y un obstáculo para la vida.
Interrumpe la continuidad biográfica y delimita segmentos
de vida, el "antes" y el "a partir" de la enfermedad.
Haciendo pie en el cuerpo, dispara su violencia simbólica.
Su onda expansiva compromete distintos órdenes de la rea-
lidad: la historia de vida, el marco familiar, la imagen corporal,
la dimensión trascendente, el propio sistema de creencias y
valores, la vida privada...
La enfermedad es una entidad viva con proyecto propio. El
proyecto de la enfermedad es el disproyecto del hombre. Irrum-
pe y se lleva —transitoria o definitivamente— el entramado de
certezas y supuestos de la cotidianeidad —"lo dado por sen-
tado".
El día a día empieza a ser experimentado distinto. No hay
más supuestos en común para aquel que está enfermo. Algo nuevo
lo diferencia de sus pares.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 331

Las convicciones se trocan por sensaciones de fragmenta-


ción e incertidumbre que reclaman explicación violencia y
búsqueda de sentido, dos ejes conceptuales entre los que tran-
sita la percepción interna de la enfermedad. Desborde y ensi-
mismamiento. Acción y palabra fecunda.
Lo sintetiza Bufalino en su Perorata del apestado:
—En tal caso intentemos dar sentido a nuestra sentencia.
—¿Un sentido?, exclamó. ¿Un sentido a la violencia? Yo sólo
sufro una violencia que peor no hay. Tenía una vida, un ros-
tro. Me quitan ésta y aquélla.

La literatura desarrolla el campo de la narrativa fenome-


nológica de la enfermedad, donde lo relevante pasa por la
posibilidad de aproximación a esa experiencia de sentirse
enfermo y su impacto en la cotidianeidad.
La fenomenología ofrece una mirada dinámica y horizontal
del día a día atravesado por la enfermedad. Nada que tenga que
ver con la vida queda fuera de su alcance. La voz del enfermo
emerge de la mirada cotidiana.
En los textos literarios hay recurrencias temáticas —con in-
dependencia de los particularismos de la enfermedad tratada en
cada producción narrativa— que ponen de manifiesto que la
enfermedad instala entre los hombres un campo de problematiza-
ción vital compartido. Un síntoma, suficiente motivo para aglu-
tinar o disgregar.
La literatura pone en palabras cómo es vivir con la enferme-
dad y llegar así al núcleo íntimo del sufriente.
Cómo sigue la vida a partir de la enfermedad, qué significa
estar enfermo para cada uno, cuáles son las preocupaciones
dominantes, qué sentido le otorga el afectado, qué espera de la
ayuda médica, cómo lo mira la sociedad, cómo ve el mañana...,
son esos aspectos fenomenológicos que muestran la cotidianeidad
de la enfermedad, sus penurias cotidianas, que no es más que la
realidad de quien convive en situación de sufrimiento: la enfer-
medad encarnada.
332 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Byron Good, desde las categorías de análisis fenomenológico,


demuestra el cambio de sentido de realidad que la enfermedad
produce en el sufriente
¿Cómo se vivencia la enfermedad?
Las personas enfermas describen la sensación de que el
mundo ha cambiado para ellos. El hombre ha sido expulsado
de su conocida vida cotidiana. Lo vigente hasta entonces deja
de tener validez.
1) La enfermedad afecta la relación con el cuerpo, sitio de
nuestra realización en el mundo, ya que quiebra el aspecto
de corporeidad en el que el hombre se identificaba.
El cuerpo deja de estar alineado a la cadena de deseo para
convertirse en un extraño. Entidad rebelde que quiere ahora
imponer su propia marcha.
El hombre deja de reconocerse en él, en la imagen integrada
que tenía de sí, así como también en las rutinas que sostienen su
día a día.
El cuerpo va dejando de ser una compañía segura, a punto
de personificarse como entidad enemiga. Un "otro" del que hay
que empezar a desconfiar.
La enfermedad transforma la alineación del cuerpo en alie-
nación.
"La enfermedad sujeta al hombre a los ritmos vitales del
cuerpo", sostuvo Merleau Ponty.
2) Los supuestos de la vida social se debilitan. El mundo
del enfermo sufre amenaza de disolución.
Se sienten alienados de los otros, separados de ese mundo
común de realización personal y social. La enfermedad modela
la vida ajena a su gusto.
3) Las categorías organizativas del mundo en la que to
dos los hombres se igualan adquieren otro sentido.
El sufrimiento altera las categorías temporoespaciales.
Cambia la percepción y la relación interior con el tiempo.
Hay una pérdida del vínculo temporal, factor ligante de unos a
otros.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 333

Para el hombre enfermo, el tiempo interno impera sobre el


tiempo real.
La enfermedad y el sufrimiento lo sumergen en un "tempo"
interno indeterminado, donde el presente está neutralizado en su
actualidad, el pasado, añorado e idealizado como sitio de inte-
gridad, y el futuro, incierto, amenazante o representado como
negatividad absoluta.
...no vale ciertamente, lo que un minuto del triste vivir de las
enfermedades (Cela).

A su vez, la enfermedad encarnada desconoce la lógica del


espacio y excede la geografía del cuerpo; no tiene otro asiento
que la propia subjetividad, y desde allí se disemina envolviendo
al sujeto, aislándolo y succionándolo de a poco.
4) El mundo del día a día se estructura en relación a los
proyectos intencionales. Pero la enfermedad subvierte las metas
diarias y establece un nuevo ordenamiento regido muchas veces
por las actividades médicas, donde lo hasta entonces planeado
y vivenciado como propio, queda desplazado.
Por otra parte, lo va expulsando de patrones sociales con-
sensuados al limitar su capacidad de trabajo, una de las alianzas
más estrechas entre individuo y sociedad.
La enfermedad desdibuja la vida previa al ir excluyendo al
hombre de sus ámbitos de realización personal. Su participación
en el mundo se va angostando y con ello, su dimensión política.
La enfermedad acontece en un cuerpo, pero en tanto cuer-
po en el mundo, conlleva un entramado de redes de poder. Afecta
la relación del sujeto con el cuerpo social y con el cuerpo indi-
vidual.
En tanto crisis, supone reestructuración interna; sin embar-
go, las conductas adaptativas que impone conllevan el signo de
negatividad.
La enfermedad incomoda al hombre en el ejercicio normal de
su vida social (Leriche).
334 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

5) La enfermedad promueve un estado distractivo de con-


ciencia. La enfermedad se configura internamente como campo
dominante de tematización en torno del estar enfermo. Sin em-
bargo, y de manera contradictoria, en situación de enfermedad,
el hombre pierde capacidad de distracción.
La tristeza me pesa como una losa y no hay entretenimiento
que la disipe (Cela).

Al aburrido funcionario de Tolstoi, que solía pasar horas


entretenido ante sus legajos, la sospecha de una enfermedad fatal
le anula toda posibilidad de concentración.
La enfermedad define así una actitud anímica y emocional
nueva diferente, donde los miedos, angustias, ilusiones, interro-
gantes, rabia, ...son los acompañantes emocionales en el proce-
so de la enfermedad.
Otros aspectos de la experiencia encarnada que emergen
del análisis literario:
— Trastoca la lente de la cotidianeidad y le imprime
extrañeza:
"Los objetos caseros más comunes y corrientes (...) re-
sultaban irreconocibles. Así de irreconocible se le mos-
traba ahora el curso de su propia enfermedad y el nuevo
lugar que habría de ocupar dentro del tratamiento..."
(Solzhenitsyn).
— La narrativa literaria expresa cómo el estado de salud
brinda al hombre una conciencia indiferente ante la pro
blemática existencial, un andar por el mundo sin la con
ciencia gravosa de la muerte próxima:
"La vida es bella al tiempo que cruel. (...) Me paro a
contemplarla en mis azules venas transparentes y la veo
marchar veloz, vertiginosa, hierática e impasible como
una sacerdotisa destinada al sacrificio. Los hombres que
andan por la ciudad, que van y vienen a sus negocios,
que se suben a los automóviles y se sientan en las cerve-
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 335

cerías, los hombres a quienes ves a diario por la calle,


¿qué saben de esto?" (Cela).
— La enfermedad cambia el orden de preocupaciones e
intereses e instala un nuevo campo temático donde se
erige como objeto de tematización:
"...la enfermedad hizo trizas sus preocupaciones coti-
dianas. Hoy no piensa más que en una cosa", así le acon-
tece a uno de los sensibles tuberculosos de Bufalino.
— Si bien otorga mayor textura existencial, a la vez adel
gaza al sujeto hasta la regresión y el ensimismamien
to. Eso le ocurre a Iván Illich:
"En sus momentos de sufrimiento, lo que más deseaba
hubiera sido (aunque le diera vergüenza confesarlo) ser
tratado como un niño enfermo. Hubiera querido ser
acariciado, abrazado y acunado como un niño. Sabía que
con él —alto magistrado de barba gris— era cosa im-
posible; pero igualmente lo deseaba".
— La enfermedad es un telón prohibitivo para seguir sien
do quien se era. Define una nuevaforma de estar y vivir
en el mundo:
"...su sufrimiento era tan prolongado que, por lo visto,
ya no quedaba nada de su vida anterior" (Solzhenitsyn).
"Porque cuando se contraía una enfermedad todo lo de-
más perdía valor: la especialidad, la desenvoltura en la
vida, el empleo, el salario" (ídem). "En el curso de
unas horas, Rusanov lo había perdido todo: posición,
prestigio, e incluso los planes de futuro. No era más que
setenta kilos en un cuerpo blando y tibio, desconocedor
del mañana. Nada quedó de Rusanov al traspasar el
portón del hospital".

El mundo se ha achicado para quien está enfermo. Sus po-


sibilidades se van debilitando a la par de sus fuerzas. Poco a
poco van saliendo de la vida y ésta también va prescindiendo de
ellos quedando confinados a un olvido progresivo.
336 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

La vida la hemos olvidado. Para nosotros no existen más


horizontes que los que hemos preferido elegir (...). El mundo
empieza y acaba a cuatro metros de nosotros mismos, alre-
dedor de nuestra cama y las gentes que gozan de los placeres
de la existencia, los hombres y mujeres que se ríen y bailan
desaforadamente, que se aman y se besan sin tiento y sin me-
dida, no son nuestros hermanos (Cela).

Elaine Scarry llama "desestructuración del mundo" —unma-


king the world— a ese trastocamiento de la experiencia encar-
nada donde, tal vez, la pérdida de la identidad, tronco central de
la conformación subjetiva, puede ser la forma paradigmática de
desestructuración.
Todo lo que la enfermedad trae, se canjea por un poco de
uno mismo.
El cuerpo se va quebrando como cuero seco y cuartea la
vida como una porcelana: "¿Por qué se romperán los cuerpos en
pedazos para que la muerte llegue? ¿Por qué no nos querrá coger
enteros, como nosotros mismos nos ofrecemos?", se pregunta
alguna voz del pabellón.
Tal vez lo que se pregunte es por qué la muerte no nos recibe
sin habernos exigido el doloroso peaje de la desintegración per-
sonal, de la cual el progresivo deterioro físico no más que una
metáfora material del gran drama existencial.
La literatura estetiza el dramatismo de ese tópico, recurren-
te en diversas narrativas, valiéndose de la metáfora de la prenda:
Lo único que me preocupa, que me preocupa intensamente,
abrumadoramente, es ir viendo mis combinaciones, mis blu-
sas, mis medias, todas marcadas en rojo: "40", "40", "40" sin
que hayan dejado escapar ni una sola. Es una obsesión que
me persigue y no me deja descansar, que se me aparece incluso
entre sueño y sueño cuando al despertarme a medianoche des-
velada, enciendo la luz para distraerme y me tropiezo con el
rojo "40" (...). Cierro los ojos y el número danza dentro de
mis párpados (...). El número sube y baja sin parar; se eleva
a veces tan alto que casi lo pierdo de vista; se hunde otras
tan bajo, tan cerca de mí, que sus trazos parecen como grue-
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 337

sos barrotes de hierro... Vuela, se despedaza, arde con mil


llamas diferentes; se rompe en cascadas...; vuelve de nuevo
a unirse (...) a formar una vez más su señal agobiante, su
"40", "40", "40", rojo y pequeñito, como una herida (...).
Según me dicen, hace tan sólo unos días, ese 40 iba marcado
sobre ropa de hombre. Al pobre se lo llevaron una noche camino
al cementerio..." (confesión dolorosa de una enferma de Cela).

La identidad del hombre se va destiñendo como el color en


la prenda. El mismo número va pasando de uno a otro, indife-
rente a la edad, sexo, condición, historia de vida. La enferme-
dad desprecia los rasgos distintivos y diferenciadores de cada
uno; devora a su presa ignorando su particularismo. El número
en la prenda es una metáfora de la represión de la subjetividad
y la tendencia a la objetivación del discurso médico.
A su vez, el 40, rojo, oficia como metáfora del daño corpo-
ral, rojo como una herida, como la sangre que escupe, y con-
lleva —a nivel de conciencia— la marca interna del daño sub-
jetivo y biográfico.
Es un rojo que no se puede olvidar, que invade el sueño y
que desde ese recordatorio, instala un estado de angustia
anticipatorio ante el desenlace inevitable: la tanática cárcel con
sus barrotes de hierro.
Las categorías de análisis fenomenológico de la realidad de
sentido común demuestran cómo la enfermedad-sufrimiento
desintegra y subvierte el mundo de vida constituido.
Su alcance en términos de disolución es vasto y pone en
evidencia la estrechez de la escisión mente-cuerpo desde donde
se concibe a la persona y se erige epistemológicamente el mode-
lo interpretativo dominante; disolución sólo contrarrestada por
el intento de reconstruir ese mundo dañado a través del sentido.
La enfermedad se da en un contexto de experiencia perso-
nal y social, por eso la narrativa es central para comprenderla
en relación con otros sucesos de la vida.
La simbolización narrativa es la expresión vivencial de los
procesos de enfermedad/salud en un marco biográfico que les
provea significado personal.
338 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Estoy fatigado y con pocas ganas de escribir. Quiero, sin


embargo, cumplir con lo que me prometí e ir dejando estos
últimos y atormentadores tiempos míos. Siento como un
descanso ir dejando marchar la pluma sobre las blancas hojas
del block e ir contando poco a poco esas vagas impresiones
que la agonía marca en mi cerebro (Cela).

9. La comprensión vivencial del sufrimiento


No hay una buena aproximación a la enfer-
medad del otro sin tener en cuenta el senti-
do de su sufrimiento.
Cassell

El texto literario es un pasaporte a otras formas de vivir la


vida, donde, por momentos, trocamos la identidad propia para
merodear los abismos del dolor, la angustia y la proximidad de
la muerte ajenos, con la propia piel resguardada bajo el ropaje
de otro.
Quién no ha pasado en algún momento de la propia vida por
una situación de padecimiento ... Sea cual fuere la causa, el
sufrimiento deja inscripta una huella identifícatoria común en
todos los hombres; una suerte de pertenencia emocional a la
misma grey de sufrientes.
El sufrimiento es aquello que nos define esencialmente hu-
manos. Difícilmente el hombre puede sustraerse al impacto del
sufrimiento del otro. A todos llega su eco. Tal vez sea el único
espejo del que no pueda evitar identificarse.
Por diferentes que sean sus motivos y manifestaciones, todo
sufrimiento humano se sintetiza un grito interno.
El sufrimiento promueve la actitud reflexiva e invita a volver
la mirada hacia adentro de uno mismo en busca de una vía de
comprensión. Comprenderse y ser comprendido es la demanda
muda del sufriente.
Por el sufrimiento pasa también el núcleo vital de la enfer-
medad.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 339

La narrativa médica nos introduce —entre idas y vueltas—


en el terreno de la subjetividad.
Sin embargo, el discurso médico posterga la voz sufriente
privilegiando el supuesto de objetividad como legitimación y
subjetividad como irrealidad.
El modelo biomédico ha hecho una expropiación del sentido
existencial de la enfermedad que aflora en la narrativa.
Ante la enfermedad, el hombre se queda sin refugio interno
Necesita ser atendido —no sólo en el cuerpo—, sino tam-
bién comprendido —en su crisis vital.
Comprender implica reconocerlo como una realidad dotada
de sentido, historia, libertad y sociabilidad.
La medicina desplaza hacia los márgenes de su discurso
categorías como el dolor existencial, el miedo, la desesperanza,
que suelen ser los ingredientes emocionales de la experiencia de
enfermedad.
La habilidad narrativa es fundamental en la práctica médica.
La empatia es una forma de conocimiento y aproximación
al otro, a su experiencia de la enfermedad, desde el intento de
ponerse vivencialmente en su lugar y comprender lo que siente
el afectado en el marco de su historia de vida. Es que la expe-
riencia del propio sufrimiento capacita al médico a una mejor
comprensión del enfermo.
Sostiene el personaje de Solzhenitsyn que "la mejor prueba
a la que puede ser sometido el médico es el padecimiento de las
enfermedades en que está especializado".
De la personalización del sufrimiento y de la comprensión de
su sentido para quien lo padece, emerge su singularidad.
A partir de tal reconocimiento, llegará a percibir lo que tiene
en común su padecimiento al de todos los hombres. El vínculo
narrativo parte de lo particular para proyectarse a verdades
universales.
Recién ahí podrá entender lo que para cada sujeto particular
se juega de sí y de su historia ante la situación de enfermedad:
la ponderación subjetiva de pérdidas, la pericia íntima que vi-
340 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ven, los procesos de despedida, desarraigo, decepción, los


ámbitos de realidad personal que crean y destruyen, etcétera.
Aliviar el sufrimiento supone atender a ese significado per-
sonal que dé el enfermo a lo que le está pasando en su propio
tiempo y en su espacio.
Comprender lo vivencial es entenderlo en su dolor, es poder
estar al lado desde el elocuente silencio de la comprensión.
La falta de comprensión deja al hombre al desamparo y en
situación de soledad emocional. Otro signo de desposesión, pro-
pio de la enfermedad:
Estoy preocupada, profundamente preocupada. (...) ¡Es ho-
rrible, horrible no tener nadie a quien preguntar, no tener a
quien decir: ¿qué hago? ¿me opero? ¿no me opero?; no tener
nadie a quien pedir un poco de cariño, un poco del mucho
cariño que necesito!

Dramático reconocimiento de la falta de un entorno comuni-


cacional afectivo y competente con el cual tratar lo que realmen-
te constituye su problemática vital. La señorita de Cela mira llegar
la muerte recostada en los chaise longe del pabellón de tu-
berculosos con la amarga sensación de no tener con quien tran-
sitar, desde la comprensión, la ruta de la enfermedad.
Acompañar emocionalmente a otro en esa experiencia optimi-
za el entendimiento entre médico-enfermo, en la complejidad de
situaciones narrativas que se juegan entre ambos, lo cual lleva al
ejercicio de una práctica médica con competencia comuni-
cacional.
"Nos unen muchas horas de conversación; ¿ha observado lo
mucho que une, a veces, la conversación?", en alusión al aspec-
to unitivo y de confortamiento espiritual de la palabra.
El vínculo terapéutico se fortalece desde la comprensión
vivencial de ese núcleo sufriente. Sentirse comprendido es el
más eficaz de alivio del sufrimiento.
La enfermedad, el sufrimiento y el acto médico son instan-
cias narrativas y, como tales, depositan en la palabra la capaci-
dad de reflejar y contener vivencias y significaciones múltiples.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 341

Ponerse en contacto con el sufrimiento del otro potencia esa


capacidad empática, una forma de cohabitar vivencialmente con
el paciente desde el interior de su problemática vital. Una forma
de restaurar el estatuto del sujeto en el discurso médico.
Por algo, Dontsova, la oncóloga de la novela Pabellón de
cáncer, recién se identificará con el sufrir del paciente cuando
ella misma se convierte en uno de ellos: "¡Jamás imaginé que
sufrieran así!", exclama al sentir en carne propia la experiencia
de la vida quebrada.
Y a la hora de elegir médico para sí, escoge a aquel que
tiene capacidad de observación y de escucha atenta a la palabra
y los silencios del enfermo, a aquel a quien el objetivismo de la
práctica no le haya impedido contactar con la porción sufriente
del otro. Aquel que no se acerca al mundo del enfermo, sólo
contactará una enfermedad: "Si se hicieran menos análisis, los
médicos la tendrían más difícil pero los enfermos más fácil" (ídem).
Conocer a una persona desde su padecimiento, es conocer-
la en su integridad.
La forma de convivir con la enfermedad propia mucho tiene
que ver con la competencia del médico para comprender el
sufrimiento de quien tiene enfrente. Ese entendimiento hará de la
enfermedad un camino de ascensión interna o una condena an-
ticipada.
Uno de los sensibles tuberculosos de Bufalino se pregunta:
¿Cómo me acogerán ella y el mundo, a mí con mi suciedad
invisible? Era una condecoración el tatuaje que llevaba bajo
el pecho o la señal de la impiedad que había que cubrir con
el velo negro? Yo había realizado un viaje, un viaje importan-
te, pero ahora era difícil entender si entre los ángeles o bajo
la tierra; y si traía de él un botín de guerra o sólo un poco
de cenizas debajo de los grises vendajes de una momia.

10. La narrativa atravesada por la ética


La narrativa es un espacio discursivo para argumentaciones
de contenido moral.
342 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

El rol de la narrativa halla en la literatura un escenario fecun-


do de razonamiento moral a partir de la recreación de casos
particulares que exploran, desde lo imaginario, la significación
de situaciones de enfermedad-salud-muerte y su implicancia
emocional y moral en distintos contextos de vida.
La novelística es la vía por la cual el sujeto hace sus "ensa-
yos" con la enfermedad, la muerte y el sufrimiento a través de
la experiencia diferida de otro y se aproxima a ese mundo privado
de incertidumbres, plurales significaciones, ambivalencias y si-
tuaciones dilemáticas donde el padecer es el motivo vivencial.
El universo simbólico de la literatura permite al hombre in-
terpretar el mundo circundante y desde ahí también, interpretarse.
Los hombres viven y mueren como lo manda (y significa) el
cuerpo, la naturaleza y la cultura de pertenencia.
El abordaje narrativo es un camino de aproximación al mundo
del enfermo desde distintos ángulos de problematización, donde
la dimensión ética refleja las contradicciones y ambivalencias
que la enfermedad genera en orden a su vivencia, comprensión
y toma de decisiones.
La narrativa contextualiza dilemas morales bajo el formato
de biografía narrativizada. La voz del sufriente emerge en las
novelas de enfermedad y deja al descubierto la soledad emocio-
nal en la que lo sumergen la falta de información y la mentira, la
portación de diagnósticos estigmatizantes que amenazan la iden-
tidad, los trastornos en la imagen corporal, la red de vínculos
familiares y sociales tensionados desde relaciones desiguales de
poder.
La subjetividad como emergente del texto literario optimiza
la comprensión del proceso salud-enfermedad al advertir la
condición de sujeto sufriente que habita en cada enfermo.
La novelística despega al lector de su contexto inmediato y
lo invita a cotejar su experiencia vital propia con mundos de vida
imaginarios y sus habitantes, a través del juego identificatorio
—por analogía o diferencia.
Los relatos de enfermedad permiten el "coping" narrativo
—participación— desde donde el sujeto enfermo puede cotejar
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 343

su actitud vital ante la enfermedad propia con otras formas


—imaginarias— de vivenciar el proceso.
La narrativa de ficción es como un espejo hermenéutico don-
de reconocer el propio padecer en el reflejo del padecer del
otro.
Por su parte, el lector-médico va a distinguir en los miedos,
pérdidas, incertidumbres, cuestionamientos y conflictos de los
personajes ficcionales, las vivencias encarnadas de sus pacien-
tes y, desde la comprensión, podrá acompañarlos tanto en el
proceso de elaboración del propio morir como en la toma de
decisiones morales ante situaciones dilemáticas dentro de su
contexto de vida.
Al contactar con el conflicto, la tragicidad y la ambigüedad
humanas el encuentro interpretativo-narrativo médico-paciente
se verá enriquecido en la posibilidad de ofrecer alivio al sufri-
miento y en el reconocimiento, respuesta e integración de los
aspectos de la vida moral —valores, creencias— en el quehacer
profesional.
La comprensión vivencial permite reconocer al otro como
sujeto activo y autónomo, con una historia, valores, saberes,
sentimientos que juegan su parte en el contexto del desenvolvi-
miento de una enfermedad.
La enfermedad es una situación que abre espacio a la alteridad,
a la consideración de sí como otro. Tal objetivación facilita el
conocimiento de sí mismo, del enfermo y la optimización de la
práctica.
La enfermedad novelada promueve en el médico la concien-
cia moral y la introspección crítica de su gestión. Dimensiones
éticas y humanísticas, sujetos, subjetividades y diversos contex-
tos sociales son algunas de las temáticas que entran en juego en
el trabajo médico.
El libro con arquitectura literaria deviene en un cristal donde
cada uno de los actores puede verse reflejado y objetivarse
críticamente.
En la aproximación al interior del proceso salud/enferme-
dad, la alianza literatura-medicina, promueve un intercambio
344 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

simétrico entre los agentes, desde donde la perspectiva de cada


uno, su sistema de valores, espiritualidad y creencias sea respe-
tada.
La vida está atravesada por la ética y la narrativa pone la
ética en un contexto. No hay relato moralmente neutro. La lite-
ratura es un campo de experimentación moral.
Los modelos narrativos de enfermedad y muerte —casos o
narrativas literarias de ficción— ponen en evidencian la vulne-
rabilidad humana y promueven interrogantes fundacionales
—quién soy, qué es la muerte, qué sentido tiene la vida.
Tales respuestas, a la vez que otorgan sentido a la experien-
cia de la enfermedad y promueven un pensamiento reflexivo sobre
la propia existencia, implican un posicionamiento ético al ensa-
yar valoraciones, juicios de aprobación o condena desde tramas
testimoniales o de ficción.
Desde la subjetividad particular, la elaboración de historias
responde a la necesidad de internalizar, semantizar y resignificar
la experiencia con simbolismo y sentido personal.
La narrativa de vidas imaginarias acerca a la consideración
de la dimensión ética de la vida y la muerte, en el marco de una
biografía y cultura, contribuyendo al ejercicio humanizado de la
práctica médica.
El reconocimiento del otro como sujeto doliente es el pel-
daño fundacional de la moralidad de la práctica. Ocultar la voz
de quien sufre es negar la enfermedad como generación de su-
frimiento.
La mirada a la interioridad de la relación médico-paciente
permite apreciar la implicancias éticas de la gestión.
La narrativa, como mediación simbólica entre la experiencia
vital y la significación, es una aproximación a la comprensión de
la enfermedad por un camino diferente al abordaje del paradig-
ma biomédico que pretende leer en la estrechez corporal de
enfermedad los tópicos de la condición humana.
DEL VALLE La narrativa del sufrimiento 345

11. Conclusiones

Narrar es una manifestación que acompaña al hombre des-


de sus orígenes, uno de los procesos primarios de elaboración
personal y social desde donde hace ensayos con la contingencia
de lo humano.
La enfermedad, vivenciada como fragmentación interna,
impone la necesidad de ser expresada, por ello la simbolización
narrativa es el procedimiento para contener la disolución del
mundo y posibilitar la reconstrucción interna a través de la asig-
nación de sentido.
El acto de narrar es un medio para comprender y compren-
derse. El discurso médico, al ahogar la voz narrativa, deja insa-
tisfecha la búsqueda de sentido.
La novelística de la enfermedad expone lo que el discurso
médico pretende disimular: el sufrimiento personal.
El sentido es la vía por la que el hombre retoma el hilo de
su biografía y es el sostén de su identidad.
La falta de competencia narrativa e interpretativa en el ejer-
cicio médico aumenta el padecer.
La literatura de ficción permite la pericia hermenéutica en
vidas ajenas, un campo de ensayo para profundizar la mirada y
optimizar la relación médico-paciente potenciando la habilidad
empática en el vínculo.
La integración de la experiencia en los enfoques de la enfer-
medad es un desafío para el discurso médico.
La cultura literaria es uno de los ejes del humanismo médico.
En el dolor y el sinsentido, el hombre se pierde, se desdibuja
y deja de ser quien es.
La enfermedad engendra un hombre olvidado (Bufalino).

12. Bibliografía
BUFALINO, Gesualdo, La perorata del apestado, Anagrama, Bar-
celona, 1983.
346 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

CASSELL, Eric, The nature of suffering, Oxford University Press,


Nueva York, 1991.
CELA, Camilo J., Pabellón de reposo, Destinolibro, Barcelona,
1989.
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SONTAG, Susan, La enfermedad y sus metáforas, Taurus, Buenos
Aires, 1996.
TOLSTOI, León, La muerte de Ivan Ilich, Salvat, Barcelona, 1999.
VI. LA MUERTE, LA DIGNIDAD
DEL HOMBRE Y LA EUTANASIA

Un nuevo paradigma para el siglo xxi

ROBERTO ARRIBÉRE*

* Abogado especializado en Bioética. Miembro de la Human Genom


Organization, de los Comités de Bioética de Fecunditas, y del Hospital Bonorino
Udaondo. Coordinador del Comité de Ética de la Fundación Thomson y asesor
de diversas sociedades científicas del país. Autor y/o coautor de diversos pro-
yectos de ley sobre NTRH publicados en el país y en el exterior.
1. Consideración social de la muerte

La muerte es en el Derecho un hecho natural que puede


producir consecuencias jurídicas, pero que no ha sido conside-
rado —salvo en algunos países— como consecuencia de un acto
voluntario lícito, y ello es así aun en nuestro Derecho, a pesar
de la irrupción de avances científicos y tecnológicos que han
producido, en los últimos veinte o treinta años, una total recon-
sideración sobre el tema.
La muerte es socialmente un tema tabú y más aún lo es la
eutanasia, cuestión que ocupará nuestra atención en el presente
trabajo. Sin embargo, ambas merecen análisis, especialmente hoy
en día en que el proceso de morir y la muerte han adquirido un
carácter impersonal e inhumano, tanto para el paciente terminal
como para su familia.
Hemos dicho anteriormente que, paradojalmente, no sólo el
proceso de fecundación de las gametas humanas que origina la
vida, exteriorizada por el nacimiento del sujeto, sino también la
muerte que importa el fin de esa vida son, ambos, hechos bio-
lógicos que constituyen la expresión paradigmática más impor-
tante e inalterable de la igualdad entre los hombres.
Ambos acontecimientos ocasionan importantes implicaciones
científicas, éticas y jurídicas lo que llevaría a suponer que so-
350 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

cialmente tendrían una consideración similar por ser ambos los


hechos naturales más importantes y esenciales en la vida de las
personas, ya que producen la adquisición irrevocable de sus
derechos y su extinción en cabeza del causante.
Sin embargo, ello no es así, ya que la atención que merece
el nacimiento de una persona es totalmente diferente a la que
produce la muerte, y ello se aprecia claramente no sólo en lo
cultural, sino también en lo legal, campo en el que se consideran
claramente el interés y los esfuerzos que se realizan, lamentable-
mente en forma infructuosa, para regular las nuevas técnicas de
reproducción asistida, que contrastan con el marcado desinterés
para normar el proceso de la muerte en forma de que alguien
pueda morir dignamente, en paz con su propia conciencia y sin
vanos encarnizamientos sustentados en la tecnología de punta.
Mucho avanzó la medicina en ese sentido, poco la conside-
ración ética y moral de la práctica clínica, y menos la concep-
tualización social de la muerte, lo que, sumado a una legislación
antigua y desactualizada, hace más fácil prohibir que proponer
soluciones que contemplen los intereses, no siempre homogé-
neos, de una sociedad pluralista en la que para muchos, la vida
ya no pasa tanto por lo cuantitativo, sino por lo cualitativo.
Para ello habrán de ser necesarias concepciones pluralistas
que toleren y compartan mínimos morales, comunes a extraños
morales, sustentados en una discusión informada y crítica de la
cuestión que no es otra —precisamente— que la muerte, sobre
la que debería ser posible hablar más a menudo en la familia, las
instituciones educativas, políticas y religiosas1.
Este trabajo tiende, en tal sentido, a facilitar el conocimiento
y discusión del tema, imprescindibles para lograr esos consen-
sos morales previos indispensables como requisito sine qua non
para fundamentar el Derecho, que ya no emana de divinidad
alguna, sino de la conciencia colectiva de una sociedad con con-

1
PRZYGODA, P., "La eutanasia y el suicidio asistido en la Argentina y
otros países", Revista Medicina, 1999; 59, ps. 195-200.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 351

vicciones generalizadas, a la que en definitiva habrán de serles


aplicadas esas normas2, fundadas en una visión no dogmática
que rescate la libertad de elegir la forma de morir.

2. La muerte y las religiones

Para lograr ese objetivo es necesario reconocer, previamen-


te, la estrecha relación que históricamente han tenido las religio-
nes con la muerte, intentando siempre unir la desaparición física
de las personas con hechos y circunstancias que habrán de darse
en el más allá, ámbito reservado y prevaleciente para la divini-
dad de que se trate.
La muerte y su previo proceso, cargados ambos de dolor y
sufrimiento tanto para el paciente como para quienes devendrán
sus supérstites, impone como ineluctable destino la desaparición
física, con el consecuente misterio del "dejar de ser".
Desde siempre el hombre ha debido enfrentar y afrontar en
forma intransferible esa propia y final frontera, intangible e irre-
vocable a la que llega a través de un episodio que desnuda su
condición de ser singular e irrepetible.
A la hora de morir, interviene tanto la naturaleza como la
cultura y así cada individuo llega a ese momento con el grado de
conciencia que sus circunstancias personales y su contexto cul-
tural le permiten, porque "la muerte es más fácil de soportar sin
pensar en ella, que el pensamiento de la muerte sin peligro", tal
como lo afirmó Pascal3.
Es por ello, entonces, que ese momento de morir puede cons-
tituir una mansa pausa o un despiadado arrebato en el que, al
decir de Edgar Morin, la conciencia de la muerte provoca el

2
GRACIA GUILLEN, D., Fundamentos de Bioética, Eudema, Madrid, 1989,
ps. 576 y ss.
3
ARRIBÉRE, R., y DEL VALLE, I., "La eutanasia y la necesidad existencial
de la muerte. Bioética y Bioderecho", Cap. XII, Universidad, Buenos Aires,
2002, ps. 377-407.
352 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

traumatismo de la muerte que, a su vez, lleva a una iracunda y


desilusionante creencia en la inmortalidad
Ha sido por ello que las religiones, por lo general, han asu-
mido desde siempre la carga de confortar, justificar y responder,
intentando develar el misterio de qué ocurre después de la muer-
te, según que las conductas que cada individuo haya adoptado
en su vida terrenal se hayan ajustado o no a los mandatos de la
respectiva divinidad4.
En la Antigüedad clásica la muerte inspiraba respeto, pero
también miedo, a pesar de estar muy presente en la conciencia
de los grecorromanos.
La llegada del cristianismo canjeó esa aprehensión por una
mayor aceptación ante la seducción de la vida eterna, cambian-
do la idea de "impureza de la muerte", por un carácter sagrado.

2.1. El cristianismo

En esta religión la muerte adquiere, en efecto, un carácter


preponderante y trascendente, ya que a través de la muerte de
Jesús, preanunciada por él mismo, terriblemente dolorosa, hu-
mana y en soledad, es que la humanidad se ha reconciliado con
Dios, acercándonos a Él como un Dios al que podemos ver,
conocer e identificarnos con Él por medio del Hijo.
Pero es también a través de una nueva vida lograda con la
resurrección de Jesús, y de quienes pertenezcan al credo me-
diante el bautismo, que se logra la redención.
En esa resurrección se encuentra el sentido de una muerte:
El Padre no había abandonado a Jesús, sino que lo acogió en
su propia vida y en la resurrección cumplió su promesa del
Reino de misericordia.

4
En el desarrollo de este tema véase DÍEZ DE VELASCO, F., y GARCÍA
BAZÁN, F. (coords.)» El estudio de la religión: autonomía, neutralidad, plura-
lidad, Trotta, Madrid, 2002, ps. 361-401; DIEZ DE VELASCO, F. (coord.), El miedo
y la religión, Del Orto, Madrid, 2002.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 353

Por ello es entonces que San Pablo dice:


Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia... Si he-
mos muerto con Él viviremos con Él5.

En el catecismo de la Iglesia Católica leemos:


La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están
medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, en-
vejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al
final aparece la muerte como terminación normal de la vida.
Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el
recuerdo de nuestras mortalidad sirve también para hacernos
pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para
llevar a término nuestra vida.

Ante el miedo y el misterio que provoca el más allá el cris-


tianismo predica en su catecismo la esperanza de lograr el des-
canso eterno en un cielo ideal, junto a un Dios bueno y miseri-
cordioso, para lo que deberemos haber ajustado nuestros actos
y pensamientos a los 10 mandamientos que Jesús dio a sus dis-
cípulos, y rezar.
Por otra parte, siendo la vida un don divino conferido me-
diante el alma, que nos acompañará hasta el momento de nues-
tra muerte, los cristianos sostienen que si bien el cuerpo se co-
rrompe desde el momento de la muerte el alma (ente espiritual)
vuelve a Dios a los fines del Juicio Final que nos permitirá vivir
eternamente a su lado o condenados vivir en el Infierno.
Ese Juicio Final en el que vuelve Cristo glorioso, será pre-
cedido por la resurrección de todos los muertos, "de los justos
y de los pecadores".
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los
ángeles con El, se sentará sobre su trono de gloria, y se
reunirán en su presencia todas las gentes y separará a unos
de otros, como el pastor separa a las ovejas de sus cabritos,

5
Filip. 1, 21-2 Tm. 2 , 1 1 .
354 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su iz-


quierda6.

Se le juzgará al hombre según sus obras y sus capacidades


ciertamente. En la parábola de los talentos es muy claro; se le
pedirá a cada uno de acuerdo a lo recibido. Es hacernos res-
ponsables de lo que nos toca a cada uno hacer en esta vida.

2.2. El islamismo

Los musulmanes creen que el hombre existe como exponen-


te supremo de la creación de Alá y que debe construir su des-
tino. El hombre es libre en su voluntad y sus acciones, y debe
decidir si sigue, o no, el camino que Alá le ha mostrado a través
de su profeta Mahoma.
Si lo hace, forma parte de una comunidad extensa e identi-
ficada; si no lo hace puede, incluso, ser juzgado por un tribunal
islámico y condenado a muerte, tal como lo sucedido, en su
momento, con el escritor Salman Rushdie con su obra Versos
Satánicos que, finalmente, recibiera el Premio Nobel de Litera-
tura en 1989.
Es un credo sustentado en un cerrado determinismo con-
fesional puesto que, entre otros postulados, afirma que cada per-
sona al nacer ya tiene su destino impreso (kismet) y nada se
puede hacer para modificarlo, ya que su destino consiste, úni-
camente, en trabajar, obrar bien, sufrir y aguardar su muerte.
Debe forzosamente cumplimentar las obligaciones religiosas
conocidas como los cinco "pilares" del Islam:
1) Fe en Dios.
2) Oración diaria (5 veces al día, además de las abluciones
o lavamientos).
3) Ayuno o abstinencia durante el Ramadán.

6
Mt. 25, 31-33.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 355

4) Dar limosnas.
5) Realizar una peregrinación a la Meca.

Aun cumpliendo estos cinco pilares, no hay garantía de sal-


vación a pesar de que, tal como los cristianos, también creen en
un sistema de premios y castigos por el que, después de la muerte,
serán juzgados según sus obras, lo que los llevará al cielo o al
infierno según sus buenas o malas acciones.
El peso dogmático de sus concepciones es tan fuerte que
piensan que el Día del Juicio, Alá juzgará a cada uno de acuerdo
a su propia y única voluntad, mas allá del resultado de la valo-
ración y juicio de los hechos de cada individuo, sea ello reali-
zado a través del pesaje de los mismos en una balanza ad hoc,
o del conteo de tales actos que realice tomando en cuenta las
anotaciones individuales en el libro que lleva de la vida de la
persona.
La única manera que tienen sus seguidores para asegurarse
el paraíso es morir como un mártir durante una guerra santa islámi-
ca (Jihad).
Por todo ello es que el paciente islámico en cama requerirá
de oportunidades para lavarse antes de rezar y después de ir al
baño, en tanto el paciente moribundo deseará continuar su pa-
trón normal de oraciones tanto como le sea posible.
En el momento de la muerte, las últimas palabras en labios
de un musulmán deberían ser: "No existe ningún otro Dios que
no sea Alá y Mahoma es su profeta" y después del deceso, el
cuerpo no podrá ser tocado ni lavado por nadie que no sea
musulmán

2.3. El hinduismo

Con la llegada de los arios del Cáucaso, el hinduismo que


tiene una antigüedad de, al menos, tres mil quinientos años y es
considerada una de las religiones más viejas del mundo, se trans-
forma en el brahmanismo.
356 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Para esta religión, el fin de la vida no provoca una clara


división entre la vida y la muerte, sino que significa un eslabón
más en una casi infinita cadena en la que la vida sigue a la muerte
y la muerte a la vida.
Al producirse la muerte se producirá la separación del cuer-
po físico, o cuerpo vulgar totalmente material y visible, del cuer-
po sutil absolutamente transparente y por ello muy próximo al
espíritu, por estar compuesto por elementos tenues y etéreos, lo
que hará que se separe del cuerpo para ir sucesivamente volan-
do de cuerpo en cuerpo, durante todo un ciclo cósmico, antes
de fundirse en el brahmán.
Sin embargo, antes de ello, podrían pasar millones de vidas
ya que la valoración de sus conductas en cada una de ellas, como
malas o buenas, puede llevarlo indefinidamente a una escala
inferior de seres o, por el contrario, elevarlo hasta alcanzar la
divinidad. Bajo esta ley del karma la existencia es el resultado
del premio o castigos acumulados en las vidas anteriores.

2.4. El budismo

Esta doctrina filosófica, fundada por Buda en la India en el


siglo v antes de J.C., se convirtió, en el siglo iv de la era cris-
tiana, en la religión oficial de China; luego pasó a Corea, desde
donde la llevó al Japón, en el año 522, una embajada coreana.
Se extendió luego al Tíbet en 632, para imperar en todo el te-
rritorio a partir del siglo ix. Desde el siglo xm el lama, monje
principal, fue elevado a la categoría de jefe espiritual y tempo-
ral. Hoy profesan esa religión más de 155 millones de personas.
Los budistas aceptan la responsabilidad por la manera en
que ejercen su libertad, ya que las consecuencias de las accio-
nes pueden ser vistas en vidas posteriores, porque creen en la
reencarnación, y con la extinción de todo deseo, con la indife-
rencia ante la vida y la muerte y ante el dolor y el placer podrán
alcanzar el "nirvana" como ideal supremo.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 357

La meta final de las reencamaciones es la liberación del ciclo


de vidas en este mundo material y la entrada en el nirvana o
paraíso, cumpliendo con los deberes propios y familiares, o lo-
grando un estado de conciencia de identificación con Brahma a
través de la meditación o finalmente, participando en peregrina-
ciones a algún lugar sagrado o en festivales en honor de alguno
de los dioses, por cuya intercesión se logrará la liberación final
del continuo ciclo de reencarnaciones.
Es así que los pacientes que comulgan con esta religión buscan
la ayuda de su médico para lograr un tiempo de total tranquili-
dad que les permita meditar.
Es por ello también que rechazan la administración de me-
dicamentos a los moribundos, cuando ellos interfieran en su
conciencia o en su capacidad para meditar, especialmente sobre
su propia muerte, meditación que ejercerá influencia en la si-
guiente reencarnación.
A los fines de liberar al alma del cuerpo facilitando su entra-
da a su siguiente existencia, los budistas generalmente creman a
sus muertos.

2.5. El judaismo

La religión y la cultura judías están inextricablemente mez-


cladas, a través de innúmeros y complejos preceptos religiosos
que consagran el culto a un solo Dios, que reina en el mundo,
que es el creador de todas las cosas, y al que los hombres le
brindarán atención, confianza, fidelidad y conversión observan-
do estrictamente el cumplimiento de sus mandamientos.
Prima en el judaismo el valor de la vida, ya que consideran
al hombre como un ser mortal por naturaleza, siendo este carác-
ter lo que separa lo divino de lo humano.
La muerte proviene de Dios, sin que por ello se anule lo que
se recibió de Él mediante el estricto cumplimiento de sus man-
datos. Cuando los judíos contemplan la muerte, ven la vida; cuando
contemplan la vida, ven a Dios.
358 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Vivir es conversar con Dios y morir es el silencio final en el


que no hay nada que decir, ni ninguna razón para escuchar. Esa
relación directa con la divinidad abstracta e inimaginable, torna
innecesaria la presencia o actuación de algún intermediario que
proporcione los últimos ritos o interceda por el moribundo.
La recompensa final al morir es la de ser llamado a una nueva
vida en el mundo de los muertos y es otorgada por Dios, que
conoce todas las acciones y pensamientos de los hombres, tanto
como el cumplimiento individual de sus fieles con sus manda-
mientos.
En lo estrictamente material, producido el deceso, el ca-
dáver deberá ser pulcramente sometido a un lavado mortuorio,
que realizará alguien del mismo sexo de la persona muerta,
ya que para los judíos lo atinente a la muerte, en este aspecto,
es considerado impuro luego de lo cual será amortajado y en-
terrado en un ataúd simple.
Se aprecia así el respeto y consideración que para este credo
merece el cadáver, sin que se permita ninguna mutilación sobre
él. Por ello sólo podrá realizarse la autopsia con una orden ju-
dicial al respecto, en caso de sospecharse la comisión de algún
delito.

3. De la espiritualidad al racionalismo

Hemos intentado, así, realizar una reseña con los preceptos


básicos, esenciales diríamos, que las religiones actualmente ma-
yoritarias en el mundo imponen a sus feligreses en lo que hace
a la significación que la muerte tiene para ellas, no sólo como
acontecimiento que marca el fin de una vida previa, sino también
como punto de partida en el futuro, para lo que hemos denomi-
nado "el después de".
En general, todas ellas consideran que tanto la vida como la
muerte están sometidas a la voluntad de un Dios que determina
las condiciones de la primera, tanto como las consecuencias de
la última, las que trascienden lo analítico, lo racional, llevando la
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 359

cuestión al terreno de una metafísica mística proyectada a partir


de fundamentos de tipo dogmático.
Si bien es cierto que las religiones han surgido como conse-
cuencia de la necesidad de las personas de interpretar y enten-
der fenómenos de difícil o imposible comprensión racional,
que las atemorizan o angustian, los múltiples avances de la cien-
cia y las técnicas en todos los órdenes de la vida y de la exis-
tencia, han llevado a diseminar conocimientos a través de los
cuales, y en ejercicio de un saludable espíritu crítico, el hombre
ha comenzado a entender lo que no podía entender racional-
mente, apartándose paulatinamente de las religiones.
No sólo a ello habrá de adjudicarse este evidente alejamien-
to de la espiritualidad, sino que, además, han contribuido múl-
tiples factores y acontecimientos sociales, políticos y económi-
cos que han actuado para modificar la conceptualizacion de la
vida y de sus implicaciones actuales y futuras apartándolas de
las reglas religiosas.
Así, la vida de sacrificio y sufrimiento como camino de trán-
sito a un futuro mejor en el más alia, está siendo reemplazada
paulatinamente por un criterio hedonista, alejado del estoicismo,
como medio de trascender en el goce de las capacidades pro-
pias de la especie humana, en búsqueda de su identificación con
la divinidad.
Se está produciendo, entonces, un notable corrimiento en la
forma de ver, apreciar y valorar la vida y la muerte, a partir del
miedo que nos produce el inexorable paso del tiempo sobre
nuestras vidas y que nos acerca a una muerte, nuestra propia
muerte, de la que sólo pensarla nos complica la existencia cuyo
destino no podemos variar, lo que nos empuja a la búsqueda de
consuelo en niveles sobrehumanos en los que lograr un ámbito
intemporal, remoto, cálido y anestesiante que nos permita un
tránsito más reconfortante hacia ese destino ineludible.
Por el contrario, actualmente va abriéndose paso una visión
menos ansiosa y angustiante, en la que la muerte se ve como un
medio de soslayar aquellos aspectos más degradantes de la
longevidad, incluso la decrepitud, obviando la pretensión de
360 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

sobrevalorar las aptitudes físicas presentes, no importa la edad,


buscando lograr que ese "ir apagándose" sea más fácilmente
aceptable y menos conmocionante.
La vida parece tener un final lejano, pero casi deseable por
la pérdida de atributos y capacidades que derivan del mucho
haber vivido o de las secuelas dejadas por enfermedades atro-
ces o terminales7.
Sin duda que ello implica una nueva forma de ver y entender
la vida valorándola más que por la cantidad, por la calidad con
la que se transiten las últimas etapas, aun con criterios diferen-
tes, permitiendo que por sobre la exterioridad prevalezca lo
interior de cada uno.

3.1. Estrategias para reconocer qué es la muerte

Corresponde ahora, entonces, que nos acerquemos a aque-


llo que es, sin duda, un hecho de tal trascendencia en la vida del
hombre, que lo lleva a sentir miedos y a buscar explicaciones
metafísicas laicas y, especialmente, confesionales, o a intentar
racionalizarla y comprenderla como un fenómeno natural, pro-
pio de los seres vivos, para conocerlo.
A tal fin, son varias las estrategias que podemos activar para
adquirir tal conocimiento y ellas varían según las diferentes cul-
turas y formas de entender el mundo que adoptemos8.
La primera de ellas corresponde a una visión en la que la
muerte habría de ser asumida como un imperativo más de la vida,
entendida como un proceso biológico sin ulterior finalidad o,
incluso, necesidad de explicación. Correspondería a una filoso-
fía de la vida que niega cualquier supervivencia tras la muerte al
margen de la memoria de los vivos.

7
DIEZ DE VELASCO, F., "El espejo de la muerte: religión, rito, mito e
historia", en GARCÍA, A. (ed.), Sobre el morir y la muerte, La Laguna, Cana
rias, 2002, ps. 177-191.
8
Ibídem.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 361

Otra de las estrategias consiste en negar simplemente su exis-


tencia, lo que evita enfrentar la alteridad de la muerte. En este
caso, la construcción mental que se requiere establecer no re-
sulta sencilla, puesto que obliga a poner en duda lo que parece
obvio.
Tal es lo que sucede en las diversas escuelas de raigambre
budista, para las cuales la muerte no tiene trascendencia al no
reconocérsele un estatus específico como término, ya que forma
parte de un continuo eslabonamiento de muertes y vidas que
forman parte necesaria del proceso por el que se accederá al
reino de la no muerte, que es el nirvana.
Para los judeo-cristianos, la estrategia radica en considerar
que la muerte tiene sentido en tanto resulta ser el punto final de
la continuidad de actos constitutivos de la vida, que transcurri-
rán como una etapa de prueba decisiva para determinar qué ha-
brá tras la muerte y luego de un juicio en el que quedarán se-
parados los malos de los buenos para recibir un terrible castigo,
o la resurrección de la carne.
Ello hizo que se cambiara la aprehensión de la muerte, pro-
pia de la antigüedad grecorromana, por una mayor aceptación
ante la promesa de la vida eterna, cambiando la idea de "impu-
reza de la muerte", por un carácter sagrado.
Otra estrategia es soslayar el porqué de la muerte, tal como
sucediera entre los griegos (por lo menos, hasta un cierto mo-
mento), para quienes el destino del hombre era morir simple-
mente porque al ser humano se lo definía justamente como mortal,
lo que diferenciaba su identidad frente a los dioses, que eran
inmortales.
De tal forma, la muerte venía dictada por el destino o la
voluntad de los dioses, y no se necesitaba más explicación ni
justificación para que así fuera asumida.
En otros supuestos, el hecho de la muerte en sí mismo ca-
rece de toda significación, por lo que será necesario seguir una
estrategia para que alcance real entidad. Tal estrategia pasa por
la realización de un complejo y cuidadoso proceso ritual que
habrá de cumplirse para que el tránsito se "materialice", el di-
362 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

funto llegue a una nueva posición y su estatus se transfiera a su


sucesor o se disuelva en el seno del grupo, momento a partir del
cual se producirán los efectos familiares, sociales y/o económi-
cos propios del fallecimiento del causante.

3.2. Problemática de la muerte en el mundo moderno

En este itinerario sobre la evolución histórica de la concien-


cia de la propia mortalidad desde la antigüedad grecorromana,
se ha llegado en el mundo occidental como última etapa, a una
racionalización de la muerte producto de la irrupción de crite-
rios biomédicos, para los que el cuerpo es exclusivamente el
núcleo de lo humano. Con ello se ha privado a la muerte de su
dimensión antropológica, desnaturalizando y despersonalizando
el más trascendente episodio de la vida humana.
En la Antigüedad clásica, la muerte estaba muy presente en
la conciencia de los grecorromanos, a quienes inspiraba respe-
to pero también miedo, a punto tal que evitaban cualquier proxi-
midad con el sitio de entierro.
En la Edad Media la muerte fue vivida con la serena convic-
ción de "ser para la muerte", ya que ella campeaba por doquier
sin ocultamientos y a cielo abierto, omnipresente, haciendo que,
en la muerte del otro, cada uno viera su propio destino.
La muerte del otro y la muerte propia convergían en ese
destino incuestionable; esa irradiación social del episodio muer-
te promovía una aceptación más natural9.
En el ocaso de la Edad Media, el hombre comienza a dejar
esa idea de la muerte como destino colectivo, y empieza a per-
sonalizar la vida y la muerte, y con ello, la conciencia de la propia
finitud, enfrentándose a la muerte propia, individual. Surge así
una angustia dramática, patética, que alcanza a nuestros días.

9
ARRIBÉRE-DEL VALLE, ob. cit.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 363

Con la llegada del Renacimiento surgen importantes cam-


bios políticos, económicos y culturales que provocaron una sig-
nificativa modificación en la estructura social en la que comien-
za a afianzarse el individualismo a través de la aparición de la
firma personal, o el retrato individual, entre otras cosas, o el uso
de máscaras mortuorias y epitafios en los ritos funerarios des-
conocidos hasta entonces.
La vida y la muerte forman así parte de una biografía per-
sonal que hace de cada hombre una individualidad distanciada
y diferente de la del "otro".
El paso del tiempo hizo desaparecer muchas convicciones:
a medida que el pensamiento racional se instalaba y se desmo-
ronaba la confianza en la religión, lo que fortaleció la idea de una
conciencia subjetiva particular.
Mucho contribuyó a ello la lectura del cuerpo como materia
inerte, disociada del hombre y concebido como objeto anatómi-
co de estudio en que se fundamenta el saber médico sustentado
en el pensamiento racional positivista y laico, que recepta y se
hace eco de la estructura individualista y racional de la sociedad
occidental.
La muerte queda así como un hecho social aislado, particu-
lar y propio, de alto impacto emotivo, que genera un hombre
angustiado y desvalido al quedar privado de toda protección con
un sentido comunitario, que lo amortigüe.
A pesar de su diversidad, las diversas formas en que se ha
conceptualizado la muerte en distintas épocas, lugares y cos-
tumbres, han servido como medio para ordenar la vida de los
hombres.
De ello han hecho buen uso en sociedades tolerantes y dóciles,
sacando provecho, aun hasta hoy, los administradores de la buena
y recta muerte acumulando una portentosa capacidad de deci-
sión sobre las acciones de los que estaban sometidos a ellos,
imponiendo sus ideas como un sutil, aunque no siempre pacífico,
instrumento de dominación.
364 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

3.3. Laicización de la muerte. Bioética y Derecho


Ese racionalismo científico que impone la visión biomédica
del cuerpo, termina desmitificando la muerte, aún insondable,
pero reconocida como necesidad existencial en la vida del hom-
bre, que comienza a reclamar el reconocimiento médico, religio-
so y legal de sus facultades, en cuanto a la toma de decisiones
en materias referidas a su vida y a su muerte.
Sin embargo, persiste y va generalizándose cada vez más,
aun en determinados cultos, concepciones que tienden a que la
religión sea ámbito alejado de constricciones, más cerca de
la liberación que de la prisión, de la libertad que de la coacción.

3.3.1. El racionalismo científico y la muerte

Por lo menos entre los hijos no descreídos del pensamiento


moderno, Dios ya no parece un ser temible y vengativo, y quizá
la pérdida de esos valores terribles, tremendos, en cierto modo
han desvirtuado su propia imagen de tanto hacerla identidad10.
Por otra parte, el desarrollo biotecnológico ocurrido durante
el siglo xx trajo nuevos conocimientos científicos que permi-
tieron poner en duda que el Dios de la religión sea el mismo Dios
creador de la vida, lo que ha privado a la religión del carácter
de camino o forma de retorno de la vida humana hacia Dios.
Así es como se diluye el circuito metafísico entre vida y re-
ligión, por lo que la idea religiosa de la vida no tendría por qué
trascender a la idea de la vida en general, sea ella considerada
desde lo biológico tanto como de lo social.
Estas concepciones vienen a coincidir en el reconocimiento
de esta vida como si fuese una "vida inmanente", inteligible desde
ella misma, especialmente cuando transcurre en las grandes agru-

10 DIEZ DE VELASCO, Miedo y religión..., cit.


ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 365

paciones sociales y políticas, en las que se pierde, al menos en


su fase primaria, aquel carácter fundamental y subordinante de
la vida y la conducta humana de la religión.
Deja de ser entonces uniforme el alcance que podemos atri-
buir en el presente a la idea religiosa de la vida, referida a la
visión constante y uniforme que rigiera a los hombres en lo pasado.
No es la idea religiosa de la vida la que "dirige" la vida
humana: es la vida humana, diversificada en su evolución, la que
dirige a la idea religiosa11. Ello no resulta fácilmente aceptable
en la religión ni en el Derecho, que por su estrecha interrela-
ción como fuentes normativas de las conductas humanas, se
muestran renuentes por diversos motivos que, tal como lo seña-
lamos supra, hacen al dogma o a la defensa de intereses pro-
pios destinados a la conservación de las instituciones que cada
una de ellas representa.
¿Cómo afrontar, entonces, la diversidad que se plantea entre
un colectivo social cada vez más pluralista y menos creyente, y
la normativa religiosa y legal que procura obtener de todos ellos
conductas uniformes acerca de la vida y la muerte?
La primera vía para ello lleva a desconocer y corregir esa
diversidad imponiendo criterios únicos mediante condenas o pe-
nitencias canónicas, o aplicando sanciones temporales para reen-
causar las conductas individuales que servirán de ejemplos para
otros. Ambos caminos, finalmente, cercenan la libertad de con-
ciencia y aparecen como insuficientes para recuperar a los des-
carriados.
La segunda vía, por el contrario, habilita y da marco norma-
tivo a esa diversidad, respetando la libertad de conciencia, a
través de mecanismos de consenso que logran soluciones acep-
tables y aceptadas por la comunidad.

11
BUENO, G, "La idea religiosa de la vida", en Siglo XXI: Desafios cien-
tíficos y sociales, Cap. 8, Farmaindustria, Serie Científica, Madrid, 2001 [http:/
/www.farmaindustria.es/index_secundaria_b^scador.htm].
366 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Sin duda que esta última vía requiere de una gran flexibilidad
de pensamiento, que permita el respeto mutuo entre los disímiles,
a través de aportes multidisciplinarios de todo el colectivo social.

3.3.2. La Bioética

En este sentido, una de las herramientas más eficaces para


el logro de tales soluciones, sobre todo en aspectos donde la
vida y la muerte se acercan y son objeto de atención por las
ciencias de la salud y especialmente por la medicina, es la Bioé-
tica, rama del pensamiento científico y del humanista que se ha
desarrollado particularmente en el último cuarto del siglo XX.
La Bioética surge como consecuencia de un movimiento ge-
neralizado de reprobación y condena a los terribles experimen-
tos que la medicina realizara, especialmente sobre poblaciones
vulnerables, sobre todo en la primera mitad del siglo XX.
Entre ellos se cuentan, como hitos fundamentales, los estu-
dios llevados a cabo por el Servicio Federal de Salud Pública
de los EE.UU. (PHS) durante más de cuarenta años, a partir de
1932, sobre la población negra de Tuskegee, estado de Alabama,
en los que en forma aviesa y de manera capciosa se reclutó po-
blación masculina negra a quien se medicó con el ineficiente tra-
tamiento de la época o con aspirina y jarabe de hierro, en un
burdo sistema randomizado, doble ciego, con placebo, con la
única intención de comprobar cuáles eran realmente los efectos
de la sífilis al cabo de la vida de los enfermos de color, los que
sólo podían ser comprobados al fallecimiento, por lo cual se les
garantizaban también los gastos de sepelio a fin de facilitar su
autopsia.
El segundo de los hitos fundamentales para que la Bioética
surgiera paulatinamente como un movimiento de opinión a partir
de la década del '70 en el siglo pasado, fueron los experimentos
desarrollados por el régimen nazi durante la Segunda Guerra
Mundial sobre la población judía, que fueron juzgados y escar-
mentados en 1949 en Núremberg.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 367

A partir de allí comienza un replanteo generalizado del ejer-


cicio de una medicina que, desde el juramento hipocrático, ge-
neraba una relación de corte paternalista en la que el profesio-
nal, a partir de sus conocimientos específicos y a la especial
habilitación conferida por organismos estatales o paraestatales,
le permiten al médico realizar una serie de actos y conductas
vedados a otros, que ponen al paciente, dolido y temeroso de
su vida, en una posición netamente asimétrica.
Esta asimetría es totalmente comparable a la relación de la
ciencia, que mediante el inaudito desarrollo de la tecnología,
plantea grandes dilemas en un mundo en plena crisis de valores
que genera, en muchas ocasiones, enfrentamientos entre la cien-
cia y la tecnología, de una parte, y las humanidades, de otra.
A superar esa brecha tiende el pensamiento de Van Rensse-
laer Potter, que emplea por primera vez la palabra Bioética
{bioethics) en un artículo aparecido a finales de 1970 ("Bioe-
thics, the science of survival"); poco tiempo después, en enero
de 1971, escribió el primer libro de la historia que considera a
la Bioética como la forma de tender un puente que permita unir
y compatibilizar dicho antagonismo12.
Es así como, a partir de ello, comienza a darse la posibilidad
de un diálogo abierto a la interdisciplina, tolerante y respetuoso
de la legítima libertad de las conciencias, que la diversidad cultural
e ideológica del mundo actual requiere en tren del reconocimiento
de nuevos valores y principios aceptables y aceptados.

n p0TTERj y. R., Bioetics: Bridge to the Future, Prentice-Hall, Englewood


Cliffs, Nueva Jersey, 1971, en cuyo Prefacio fundamenta su proposición di-
ciendo: "Hay dos culturas —ciencias y humanidades— que parecen incapaces
de hablarse una a la otra y si ésta es parte de la razón de que el futuro de la
humanidad sea incierto, entonces posiblemente podríamos construir un 'puente
hacia el futuro' (que es el subtítulo de la obra) construyendo la disciplina de
la Bioética como un puente entre las dos culturas. Los valores éticos no
pueden ser separados de los hechos biológicos. La humanidad necesita urgen-
temente de una nueva sabiduría que le proporcione el 'conocimiento de cómo
usar el conocimiento' para la supervivencia del hombre y la mejora de la cali-
dad de vida".
368 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Sin duda que el imperativo moral kantiano, base de una ética


canónica y universal, comienza entonces a ser dejado de lado
bajo la influencia de múltiples aspectos que van desde principios
políticos del liberalismo o el socialismo, la desmitifícación de las
religiones, entre otros, que comienzan a cimentar una nueva ética
aplicada, en este caso, a la medicina.
Frente a aquellos avances biomédicos se busca reubicar al
hombre como centro de una nueva ética, planteando discusiones
amplias y abiertas para "humanizar" y enmarcar la medicina y las
investigaciones, no para limitarlas o cercenarlas, sino para que
se desarrollen respetando al ser humano como sujeto y no como
objeto de esas prácticas, como una unidad biopsicosocial que
aparece como una individualidad que ha de considerarse no só-
lo en cuanto a su desarrollo y preservación, sino también en cuanto
al fin de su propia vida.
Esa nueva visión de la ética pasa no por los consensos de
intereses de mayorías, propios de los procesos políticos legis-
lativos que habrán de llevar a una moralidad oficial, o de máxi-
ma, que el Estado impone una vez sancionada la ley, sino que
transita caminos mucho más profundos para lograr mínimos
morales de los que participen aun agentes de diversas concep-
ciones morales que interactúan en una misma comunidad, o
extraños morales, tal como los define Tristram Engelhardt13.
Esos mínimos morales resultan, de contratos o compromi-
sos morales previos que permiten una estructura moral común,
no única, que vincula a aquellos extraños morales en una trama
normativa que a través de la crítica y fiidamentación permite lograr
una ética convergente14.
Para el logro de ello, resulta imprescindible la comprensión
de los aspectos científicos, éticos y legales de la muerte y sus
implicaciones, lo que torna necesaria una información precisa y

13
ENGELHARDT, H. T., Los fundamentos de la Bioética, Cap. 3, Paidós,
Barcelona, 1995, ps. 49-109.
14
GRACIA, ob. cit., ps. 576 y ss.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 369

clara, en términos que favorezcan su aprehensión por la pobla-


ción en general para su toma de conciencia, a fin de generar una
opinión crítica sobre lo informado y sobre la solución, o solucio-
nes, a dar a la cuestión.
No podrá ser de otra forma que se llegue a una normativa
justa desde el punto de vista legal, ya que, como lo sostiene
Ricardo Maliandi, la información sin crítica lleva al dogmatismo,
mientras que la crítica sin información sólo conduce al escepti-
cismo, posiciones ambas con las que resulta imposible la pro-
puesta.
En tanto y en cuanto no resulte así, será muy difícil empezar
siquiera a analizar desde el punto de vista legal la adaptación a
la nueva realidad social de normas decididamente pretéritas, cuya
aplicación lleva a situaciones críticas, o, por lo menos, irritantes,
en cuanto arrasan la dignidad de las personas y de los profesio-
nales médicos

3.3.3. El Derecho

Tal como ya lo hemos dicho, el Derecho, como el conjunto


de reglas establecidas para regir las relaciones en sociedad, cuya
observancia puede ser coercitivamente impuesta a los indivi-
duos15, con vocación de permanencia, sobre el cual se estruc-
tura el Estado, ve el tema de la muerte de sus individuos sólo
como un hecho natural que produce consecuencias jurídicas tales
como la transmisión del patrimonio del causante, la disolución
del vínculo conyugal, o la apertura de la legitimación en materia
de prestaciones de la previsión social, entre otras.
Por otra parte, castiga como acto ilícito todo acto en el que
una persona pierda, violentamente o no, su vida a manos de otra,
ya que considerándola el bien jurídico más importante, por aña-

15
SALVAT, R., Tratado de derecho civil argentino. Parte General, 5a ed.,
Jesús Menéndez, Buenos Aires, 1931, ps. 576 y ss.
370 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

didura de origen divino, se procura preservarla. Es así como se


sancionan el homicidio y la instigación al suicidio.
Pero el Derecho difícilmente admita, y ni siquiera considere,
la posibilidad de la muerte por propia voluntad de la persona.
Nótese el paradigmático caso del suicidio de motuproprio, en
el que el perfeccionamiento del acto delictivo produce en forma
simultánea la extinción de la pena.
Paradójicamente, obsérvese que, a pesar de ser el gran cus-
todio de la vida de sus subditos, el Estado puede matarlos indis-
criminadamente al ejercer su facultad de mandarlos a la guerra,
pero cuando se trata de un paciente terminal, o al que su estado
de dolor le hace clamar por una buena muerte, una muerte dig-
na, sin sufrimiento a través de la eutanasia, aparecen esas nor-
mas añejas que se lo impiden o lo obligan a pedirla en forma
denigrante ante estrados judiciales con magistrados que, salvo
excepciones, difícilmente abandonen la interpretación tradicio-
nal de la norma. Volveremos nuevamente sobre este tema de la
judialización de la medicina y de la muerte.
De tal forma se aprecia que aún estamos muy lejos de ad-
mitir la muerte como un hecho propio y, más aún, de considerar
o admitir su llegada a petición del paciente, sea a través de su
propia mano, sea en forma asistida por un médico un tercero.

4. La dignidad del hombre. La eutanasia

Hemos mencionado anteriormente las diversas conceptuali-


zaciones de la muerte a través de la historia hasta llegar a la
época actual, en que ella es decididamente medicalizada y pasa
a formar parte de una suerte de desafío en la lucha por la vida
del paciente, que los médicos han jurado defender, obligándolos
a abstenerse de todo acto que ponga en peligro, o implique la
interrupción de la vida del paciente.
Así es como el paciente terminal quedará sujeto a la hospi-
talización, en condiciones de aislamiento prácticamente total,
sometido a prácticas que responden a un cerrado paternalismo
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 371

médico —que se acentuará cada vez más—, por lo que será


víctima de una doble desposesión: la de su vida, que se le va
erosionando, y la de su muerte, que está en manos ajenas que
le privan de su carácter de propietario de su óbito.
La finalización de la Segunda Guerra Mundial, origen de una
inigualada y aún vigente revolución tecnológica para la recu-
peración, mantenimiento y extensión de la vida, produjo también
el rescate y reivindicación de los valores morales y legales a tra-
vés de los cuales se constituyen los derechos humanos, que habían
sido flagrantemente violados por todas las partes intervinientes
en el conflicto.
En el tema que nos ocupa, y a pesar de que la legislación
comparada muestra que casi todos los países del mundo, inclu-
sive el nuestro, los han reconocido expresamente incorporándo-
los a su derecho positivo, no ha sucedido en lo que se refiere al
derecho de cada persona a disponer de su propia muerte.
Es que no se ha llegado a entender aún que el reconocimien-
to del derecho a expresar en forma libre y consciente la voluntad
de tener una muerte humanizada, exenta de sufrimientos inso-
portables para el paciente, no importa de ninguna forma conva-
lidar el derecho de matar a nadie y sí significa fijar los límites
dentro de los cuales habrá de cumplirse con aquella voluntad.
Se trata de consagrar la autonomía y la libertad de aquellas
personas que, en forma personal ad hoc, o mediante testamento
de vida, decidan ejercitar, o no, su derecho a morir de una forma
determinada. No importa obligación para quien así no lo quiera,
ni autorización a terceros para matar16.
Resulta particularmente significativa la renuencia existente
para reconocer a las personas un derecho humano esencial como
es el de ejercer su libertad, aun por sobre el derecho a la vida,
dado que el reconocimiento de este último lo es frente al Estado,
o los terceros que pretendan avasallarlo, pero de ninguna ma-

16
RODRÍGUEZ AGUILERA, C, "El derecho a una muerte digna", en GAFO,
Javier (coord.)) La eutanasia y el arte de morir, Colección Dilemas Éticos de
la Medicina Actual, Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1990, p. 98.
372 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ñera puede impedir que el propio sujeto de ese derecho ejerza


su libertad y decida acortar su vida acosado por insoportables
sufrimientos físicos o por incapacidades y privaciones perma-
nentes que atentan severamente contra su calidad de vida y/o
dignidad17.
Más significativa resulta la actual pertinacia, ya que la euta-
nasia tiene una acendrada raigambre histórica de la que ya he-
mos dado breve cuenta anteriormente18 y que ahora ampliare-
mos como forma de aportar al lector nuevos datos, nuevos
antecedentes que le permitan formarse un pensamiento crítico
en la materia.

4.1. La eutanasia en la historia

No sólo los chamanes, brujos y sacerdotes de la Antigüedad


administraban, de hecho, el desahucio de los pacientes termina-
les o de difícil recuperación mediante el suministro de diversas
sustancias o de maniobras físicas que facilitaban el duro cruce
la frontera entre la vida y la muerte.
La aparición en la antigua Grecia de la medicina como cien-
cia, hizo que filósofos como Platón y médicos como el propio
Hipócrates sostuvieran la necesidad y conveniencia de no pres-
tar atención médica ninguna a aquellos que no respondieran a
los ideales de lo bueno, lo bello, lo sano que, dentro de la Na-
turaleza, enmarcaban una ética de la virtud.
Para Platón, en su Polis, una ciudad natural y perfecta, sólo
los hombres sanos podían tener el carácter de ciudadanos, ya
que deberían dedicarse a su ocupación sin tiempo para enfer-
marse o cuidarse en vida19.

17
BARRENECHEA, J. J., "Aspectos legales de eutanasia", en La eutanasia
y el arte de morir, cit., p. 87.
18
ARRIBÉRE-DEL VALLE, ob. cit., Cap. XII, ps. 377-407, apart. I.
19
PLATÓN, República, § 406 c).
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 373

Por ello es que continúa diciendo: "Asclepio (Dios de la


medicina en Grecia) dictó las reglas de la medicina para su
aplicación a aquellos que teniendo sus cuerpos sanos por natu-
raleza y en virtud de su régimen de vida han contraído alguna
enfermedad determinada pero únicamente para estos seres y pa-
ra todos los que gocen de esa constitución, a quienes para no
perjudicar a la comunidad, deja seguir el régimen ordinario limi-
tándose a librarles de sus males por medio de drogas y cisura
mientras, en cambio con respecto a las personas crónicamente
minadas por males internos no se consagra a prolongar su vida
con un régimen de paulatinas evacuaciones e infusiones, de modo
que el enfermo pueda engendrar su constitución, sino al contra-
rio considera que quien no es capaz de vivir desempeñando las
funciones que le son propias no debe recibir cuidados por ser
una persona inútil tanto para sí mismo como para la sociedad"20,
no debiendo atendérseles ni prolongarse sus vidas, aunque fue-
sen más ricos que el rey Midas, ya que no habría ventajas ni
para sí ni para sus prójimos21.
Se aprecia que los médicos tienen en la Polis una función
netamente eutanásica, lo cual, varios siglos después, llevó a
Averroes a sostener, comentando a Platón, que habría que dis-
tinguir, a los efectos de su atención, a aquellos enfermos con un
defecto curable, que serán tratados, de aquellos que padecen
uno incurable, a quienes se dejará morir aunque existiera la po-
sibilidad de prolongar su vida si es que no pudieran participar de
la vida comunitaria22.
En los Tratados hipocráticos, una selección de algunos de
los más significativos textos del Corpus hipocraticum —que

20
ídem, § 407 c-e).
21
ídem, § 408 b).
22
Averroes, filósofo y médico andaluz de notable influencia en la filo
sofía cristiana y en la práctica de la medicina que viviera entre 1128 y 1198,
en Exposición de la República de Platón, M. Cruz Hernández, Tecnos, Ma
drid, p. 32, citado por GRACIA GUILLEN, D., "Historia de la eutanasia", en La
eutanasia y el arte de morir, cit., p. 20.
374 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

engloba una serie de más de sesenta escritos sobre medicina de


la Antigüedad, y constituyen un reflejo de las ideas que los mé-
dicos de la escuela de Cos tenían sobre la deontología médica,
los fundamentos científicos de la medicina, o la actividad y la
figura del médico, así como de su concepción de la salud y
de la enfermedad—, se lee la idea de Hipócrates, el maestro de
Cos, respecto de la medicina, a la que considera como el apar-
tar completamente los padecimientos de los enfermos, mitigan-
do los rigores de su enfermedad, y el no tratar a los ya domi-
nados por las enfermedades, conscientes de que en tales casos
la medicina no tiene poder ninguno.
Ninguna duda, entonces, de que la medicina de la Antigüe-
dad tenía una marcada tendencia hacia la eutanasia, debido,
primero, al sentido utilitarista que le daban como forma de res-
catar y atender a aquellos pacientes utilitariamente productivos
dentro de la comunidad, y luego como forma de evitar, simultá-
neamente, el desperdiciar esfuerzos en aquellos en los que el
mal que padecen sobrepasan los medios con que cuente la
medicina.
Todo ello habría de contribuir al funcionamiento de una Po-
lis perfecta en el marco de una ética aristocrática que preserva
sólo lo bueno, lo sano, lo natural, una ética juvenil en la que se
consagraba la fortaleza del cuerpo cuando alcanzaba la plenitud
de sus potencialidades, consagrando el criterio aristotélico de
considerar a la enfermedad como una vejez adquirida y a la vejez
como una enfermedad natural; una ética saludable que conside-
raba que la bondad, la belleza y la salud eran propiedades na-
turales, mientras que sus opuestos, la maldad, la fealdad y la
enfermedad, contravenían a la naturaleza y requerían una justi-
ficación23.
Ello no condice en absoluto con el actual criterio de que la
enfermedad es algo perfectamente natural y que lo ideal, lo no

23
GRACIA G UILLEN, "Historia...", cit., p. 36.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 375

natural, es el estado de perfecta salud, lo que ha llevado a Knock


a considerar que la persona sana es sólo un enfermo mal diag-
nosticado, agregando a continuación: "La profesión médica se
ha convertido en la mayor amenaza para la salud"24.
El tema de la eutanasia es de aquellos que, aun con distintos
grados de difusión y controversia, se han mantenido vigentes a
través de los tiempos.
Es así que en la Edad Media dos notables pensadores como
sir Francis Bacon y santo Tomás Moro, sostuvieron la necesi-
dad de enfatizar que la misión del médico no es sólo restaurar
la salud y mitigar los dolores para lograr la recuperación de aqué-
lla, sino también procurar un leal y fácil tránsito hacia la muerte
cuando no haya más esperanza de recuperación.
En la Utopia de Tomás Moro, escrita en 1516, se afirma la
legitimidad que tiene de poner fin a su propia vida aquel que es
víctima de una enfermedad incurable. Más aún si esta enferme-
dad está acompañada de dolores insoportables.
El individuo deberá dar este paso, tras recibir el consejo de
los magistrados y sacerdotes, de no transformarse en un tor-
mento para sí mismo y en un objeto de repulsión para los demás.
Se trataba de provocar una muerte feliz a fin de evitar una con-
dición insoportable.
Por otra parte, Francis Bacon —en 1605—, en su obra Del
progreso y de la promoción de los saberes, afirma que es le-
gítimo que los médicos brinden su ayuda para facilitar y suavizar
la agonía y los sufrimientos de la muerte.
Estos criterios y argumentaciones se mantienen aún hoy en
día, a pesar de las objeciones que se les formulan en cuanto a
que la decisión de facilitar la eutanasia importa un error de juicio
irreversible y peligroso, ya que se podría aplicar la misma fun-
damentación para disfrazar una política bárbara de exterminio
de individuos considerados socialmente indeseables.

24
ROMAIN, J., Knock o El triunfo de la medicina, Gallimard, París, 1923.
376 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Creemos que la cuestión puede zanjarse aplicando los prin-


cipios de justicia y no maleficencia, que nos permiten resolver
respecto de si es ético o no, ayudar a quien desea morir y pide
ayuda para el trance.
Aceptemos, por hipótesis, que el Estado, la sociedad, y aun
la familia, tienen la potestad, el derecho deber, de proteger la
vida de las personas como bien único e irremplazable, para lo
cual puede sancionar normas que prohiban la eutanasia en todas
sus formas y castiguen a quien la practique.
Pero además, ello debe serlo en un marco de justicia y equidad
que impida que los sujetos crean o sientan que es mejor la muer-
te que la vida y aplicar efectivamente criterios, pautas y normas
de igualdad y equidad para todos ellos, para evitar discrimina-
ciones y/o exclusiones, lo que lamentablemente no es así en el
mundo de la posmodernidad, en el que se han agudizado noto-
riamente las diferencias entre los que más tienen y los que me-
nos, o nada, tienen, entre los jóvenes y los adultos mayores que
se ven excluidos de todas las posibilidades de hacer que su vida
no caiga en un cono de sombra desde lo laboral, lo económico,
y aun desde lo familiar.
Cuando ello no es así y, por añadidura, se agregan proble-
mas biológicos o de enfermedad que no podrán ser debidamente
afrontados, no puede extrañar que el paciente terminal o aquel
cuyas circunstancias lo han puesto en un estado de sufrimiento
que no puede tolerar, reclame por su muerte más que por su
vida.
Si, como sucede en nuestro país y en muchos otros en el
mundo, el Estado no pone en marcha herramientas a su cargo,
que deberían estar ya funcionando con anterioridad, no pode-
mos continuar con la hipocresía de negar a esas personas el derecho
a rescatar para sí, una muerte rápida y con dignidad, bajo el
pretexto de la unicidad y sacralidad de la vida.
En tales condiciones, y dado que tema involucra simultánea-
mente la voluntad, autonomía, libertad y privacidad del paciente
junto a conceptos morales, religiosos y legales que influyen
socialmente, entendemos que en el juego de tales intereses antes
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 377

que aceptar mantener una vida que cualitativamente le resulta


insoportable, han de primar los del paciente que desea morir.
Ello nos lleva a pensar en una posibilidad ética de dar res-
puesta positiva a quien desea morir.

4.2. Variaciones sobre la "buena muerte"

Demostrada la viabilidad ética del derecho a morir digna-


mente, cabe preguntarnos qué, y cómo podemos hacer algo a
favor de ese ser humano moribundo para facilitarle, precisamen-
te, su camino a la muerte.
Sin duda que en ello tanto los médicos como los familiares
del paciente deben plantearse el problema, y tomar conciencia
de que así como ha avanzado la ciencia es necesario que madu-
re nuestra forma de abordar y entender la muerte y de expresar
y articular esa comprensión.
Respetar la vida no significa prolongarla sin más, con trata-
mientos fútiles que sólo prolongarán la agonía, frustrando el de-
recho a una muerte digna, o sea sin impedimentos para aceptar
con sobriedad y responsabilidad la llegada de la inminente muerte
y con el respeto del derecho a vivir esos momentos de manera
tal que podamos prepararnos, si así cabe, a asumirla.
Sin embargo, a la hora de abordar la cuestión, es notable
apreciar que en muchos de los planteos que se leen y escuchan
en los más diversos foros, la muerte, tanto como el ineludible
proceso previo en que ella desemboca, son resistidos, viviéndose
en forma angustiosa por quienes, precisamente, están obligados
a admitirla y gestionarla, como lo son los médicos y los familia-
res del moribundo o de quien clama por ella con motivo de in-
decibles y dolorosos padecimientos.
La falta de discusión y aceptación previa de la muerte, aun
de la propia, y una imposición del juramento hipocrático erró-
neamente interpretado por un lado, junto con innumerables pro-
hibiciones y sanciones de una normativa positiva y moral añeja
e indiferente al juego de la escena (¿drama o realidad?) pro-
378 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

puesta, hacen que tanto los médicos como los familiares del
paciente esgriman las más diversas argumentaciones para evitar
cumplir la voluntad de quien agoniza.
Es así como con diversas argumentaciones, científicas unas,
semánticas otras, comienzan a darse alternativas tendientes a eludir
la eutanasia o, por lo menos, a relevar a la conciencia de los
familiares sobre su cumplimiento.

4.2.1. Cuidados paliativos

Una de esas alternativas son los denominados "cuidados


paliativos" (CP), en los cuales, por medio de diversas prácticas,
se procura apuntalar las condiciones en que el paciente y su fami-
lia transitan los últimos tiempos de su vida, hasta la llegada de
la muerte.
El objetivo de los CP es, esencialmente, el de mejorar la ca-
lidad de vida de aquellas personas que padecen graves proble-
mas, incluso incurables, recurriendo para ello a profesionales
especializados en el tratamiento del dolor y control de los sín-
tomas, con el apoyo de exámenes, procedimientos, medicamen-
tos y tratamientos adecuados y servicios suplementarios, tales
como cuidados auxiliares, cuidados personales, servicios socia-
les y de reflexión y estudio de temas vinculados con los aspectos
filosóficos y éticos referentes al dolor y el sufrimiento del ser
humano, a fin de procurar al paciente y a su familia un acerca-
miento no traumático a la muerte.
De tal forma, el alivio y el control de los síntomas, tanto
como el manejo apropiado de la información y el apoyo a la
familia, piedras angulares en que se basa el sistema de CP, puede
realizarse en el domicilio del paciente o en las instituciones es-
pecializadas en la práctica, genéricamente denominadas como
hospice.
El sistema hospice comprende un método de trabajo en equipo
para los cuidados médicos especializados y de apoyo emocional
y espiritual específicamente adaptados a las necesidades del
paciente terminal y de sus familiares cercanos.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 379

En cualquiera de dichos ámbitos, médico o espiritual, con-


forme las posibilidades materiales de cada uno de ellos, los CP
proporcionan el cuidado humano y compasivo para la gente que
se encuentra en las fases más avanzadas de una enfermedad
incurable, de modo de poder manejar los diversos síntomas
psicosomáticos propios y de su familia a la espera de la muerte
Los CP afirman la vida y no aceleran ni posponen la muerte,
ya que tratan a la persona más bien que a la enfermedad; des-
tacando más la calidad que la longitud de la vida.
Su filosofía radica especialmente en cuidar, no en curar, aun
cuando no se excluyen los cuidados curativos, porque siempre
es posible proporcionar confort y calidad de vida al paciente
cuando se aplica el tratamiento.
Por ello, su labor está dirigida a que los pacientes se en-
cuentren libres de dolor, conscientes y con los síntomas bajo
control, de tal modo que puedan permanecer en su hogar o en
residencias independientes, hospitales, hogares de ancianos y
en otros centros para cuidados prolongados, rodeado de la gente
querida, dado su derecho a morir con dignidad y sin sufrimien-
tos, con el necesario apoyo de la familia.
Su historia se remonta al siglo xn, cuando aparecen en Eu-
ropa los hospicios y hospederías medievales, fundados por los
Caballeros Hospitalarios, que no tenían realmente una finalidad
clínica, sino caritativa, destinada a viajeros, peregrinos y huér-
fanos, a quienes se proporcionaba comida, y alojamiento a los
que estaban enfermos.
Más tarde, en el año 1842, en Lyon, Francia, Jeanne Garnier
creó diversos hospices o calvarles, apareciendo por primera
vez la palabra hospice para referirse al cuidado de los moribun-
dos.
Pero fue recién en el año 1965 cuando Cecily Saunders funda
el St. Christopher's Hospice, y es a partir de entonces cuando
comienza la trayectoria del moderno "Movimiento Hospice", con
lugares adecuados para el tratamiento de enfermos terminales,
en condiciones más humanas y bajo la concepción holística de
la persona.
380 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Hoy tienen renombre internacional los trabajos de Saunders


sobre aspectos psicológicos del enfermo terminal, así como del
control del dolor como forma de adecuar cuidados y tratamien-
to a este tipo de enfermos, para que vivan y mueran dignamente.
Expuestos como quedan los fundamentos, objetivos y fun-
cionalidad de los CP, sin duda resultan ser un sucedáneo de la
eutanasia, apto para evitar cuestionamientos de la conciencia
propia y de la colectiva también, pero que de ninguna manera
pueden asimilarse en cuanto a la finalidad de uno y de otra.
En efecto, su finalidad no es allegarle al paciente la muerte
que reclama como punto final de sus padecimientos, sino que los
CP, conforme con la Real Academia Española25, mitigan el su-
frimiento, facilitando el camino hacia la muerte, que se producirá
en forma natural y espontánea.
Por otra parte, su aplicación es eficaz en relación con la últi-
ma etapa de los pacientes terminales, pero cuesta aceptarlos para
pacientes afectados o postrados por enfermedades crónicas e
invalidantes que, más allá de los dolores físicos, afectan su psi-
quis produciendo padecimientos quizás más insoportables.
Tal como lo venimos sosteniendo, creemos que los cuidados
paliativos son una opción válida a seguir en determinados casos
y para determinadas personas, pero de ninguna manera pueden
ser argumentados teleológicamente como equivalentes, en re-
emplazo de la eutanasia.
Debería será respetada la decisión que cada persona tome
o haya tomado previamente, en cuanto a cómo morir, consa-
grando su voluntad autónoma en el ejercicio de su libertad con
relación al último de sus actos.

25
El Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 22a
ed., define a "paliativo" como "lo que mitiga, suaviza o atenúa. Se dice espe-
cialmente de los remedios que se aplican a las enfermedades incurables para
mitigar su violencia y refrenar su rapidez". Consideramos que tal significado
resulta plenamente aplicable al sistema que estamos analizando.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 381

4.2.2. Corrientes doctrinarias


Sobre el tema se abre un gran abanico de posiciones doc-
trinarias de las que surge una gran confusión de lo que debe
entenderse por eutanasia, ya que cada una de ellas incluye o
excluye, respectivamente, situaciones que no son eutanásicas
o que sí lo son, según sea la intención de favorecer o desacre-
ditar su aplicación.
En el Prefacio de esta obra hemos dicho ya que el escenario
de la muerte es, hoy en día, un hospital, dado que la paraferna-
lia de recursos desarrollados por la tecnología ha hecho que la
muerte natural haya sido reemplazada por una muerte interveni-
da, prólogo de la muerte encefálica imprescindible para llevar
adelante una política de trasplante de órganos.
El paciente terminal o el enfermo grave e irrecuperable sólo
podrán reivindicar para sí su propia muerte a través de un acto
que le ponga fin, dentro de un marco acotado.
Pero, ¿qué medios incluiremos para tal fin? Es aquí donde
comienzan las indefiniciones de las definiciones de lo que se
considerará o no eutanasia.
Para una corriente doctrinaria médica, jurídica y bioética,
receptada jurisprudencialmente, inspirada por criterios en la
materia más conservadores que, desde lo semántico, procura
soslayar la denominación de eutanasia, negándole aquel carác-
ter a una voluntad expresada por el paciente para que se le reti-
ren los soportes o tratamientos vitales que lo mantienen vivo, no
constituye un acto de eutanasia y sí sólo uno de respeto de la
voluntad del moribundo.
Sin embargo, cuando el paciente requiere su muerte por otras
vías, surge una cerrada oposición por lo que constituirá un acto
eutanásico reprobable y cargado de oscuras connotaciones his-
tóricas.
Tanto esta actitud como los criterios opuestos que justifican
la práctica de la eutanasia clasificándola en diversas categorías26,
26
Desde su significación etimológica de buena muerte, muchas son las
clasificaciones de la eutanasia, con la intención de justificar o no su práctica.
382 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

han servido para arduas polémicas en diversos ámbitos que sólo


han dilatado la consideración del tema a niveles decisorios.
Así es como se ha abierto una corriente que prescinde de
todo ello, seguida especialmente por profesionales médicos
terapistas, para la que sólo deben considerarse quién toma la
decisión del acto eutanásico, y cómo y cuándo se lleva éste a
cabo27.

a) La práctica del acto eutanásico


En cuanto al primer interrogante, la práctica nos muestra
que la eutanasia es llevada a cabo, o por lo menos debería ser
llevada a cabo, por parte de algún miembro del equipo de salud
que atiende al paciente, que es quien realizará la tarea de aplicar
un cóctel letal.
Dentro de ese equipo, son los médicos en general los más
renuentes a aceptar esta tarea por diversos motivos, entre los
que se cuentan la formación que reciben para luchar por la vida
de su paciente más que para afrontar su muerte junto a él; la
existencia de un enorme despliegue de medios para mantenerlo

Se ha diferenciado entre eutanasia voluntaria o involuntaria, según haya sido


pedida o no por el paciente.
Según se la haya de practicar se diferencia como eutanasia activa a la
realizada mediante acciones tendientes a lograr la muerte u omisiones de cui-
dados debidos, necesarios y con sentido, lo que admitimos bajo muy precisos
recaudos, o como eutanasia pasiva consistente en la supresión de cuidados
indebidos, innecesarios y sin sentido, lo que no nos merece reproche moral
alguno, ya que sino caeríamos en la distanasia que prolonga la vida fútilmente
y sin beneficio alguno.
Para no confundir eutanasia pasiva con la eutanasia activa por omisión se
designó a la primera como ortotanasia, como punto intermedio entre la euta-
nasia activa por omisión (mal denominada "pasiva") y la distanasia.
27
BETANCOR, J. T., Bioética y eutanasia. Materiales de Bioética y Dere-
cho, Cedecs, Barcelona, 1996, p. 302; GHERARDI, C. R., "Eutanasia. Propues-
tas para una definición restrictiva", en Bioética y Derechos Humanos, n° espe-
cial de JA, LexisNexis-Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2006, ps. 209-223.
ARRIBÉRE La muerte, (a dignidad del hombre... 383

con vida, llegando a veces al encarnizamiento terapéutico de-


sechado en todos lados, la posibilidad de tener que enfrentar
juicios por mala praxis o derivados de la responsabilidad penal
por la muerte del paciente.
Por ello es que no puede perderse de vista que el médico no
debería aislarse ni rehuir el cumplimiento de estas decisiones,
dado que ellas se encuentran ínsitas en el propio ejercicio pro-
fesional donde la muerte es el único evento ineluctable en la
existencia humana y que habrá de precipitarse en los pacientes
cuyo estado es crítico.
Concordamos plenamente con el criterio sostenido por los
Dres. Natalia y Carlos Gherardi, en cuanto a que el actual ejer-
cicio de una medicina de carácter defensivo lleva a los profesio-
nales médicos a rehuir la realización de actos claramente indica-
dos para el bienestar del paciente, anteponiendo el interés per-
sonal de evitar un reproche jurídico al bienestar del paciente28.
Se defiere, entonces, al criterio judicial la resolución de una
cuestión que afecta muy íntimamente al paciente dejando libra-
da al arbitrio decisorio de un Juez sobre el que pesan una serie
de factores que habitualmente condicionan su propia voluntad.
Entre esos factores está, y no es poco, la propia concepción
que el magistrado tenga de su vida y de su mismísima muerte,
pergeñada a través de su bagaje sociocultural y religioso, su
formación jurídica basada en un derecho positivo de origen
románico, codificado en su mayor parte y añejo dada la nece-
sidad de largos procesos legislativos, y modificable sólo des-
pués de extensos períodos.
Ello lo obligará a realizar una creación pretoriana para po-
der acoger el pedido de autorización para lo que deberá, quizás,
dejar de lado el derecho positivo y resolver con aplicación de
principios provenientes de otras disciplinas, si es que logra des-
pojarse de su atavismo personal.

28
GHERARDI, N., y GHERARDI, C, "La medicina defensiva; un problema
social", en SOROKIN, P. (coord.), Bioética: entre utopias y desarraigos, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 2002, ps. 520 y ss.
384 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En este aspecto es necesario resaltar que el judicializar la


medicina en tales casos resulta reprochable, porque importa la
omisión, por parte del médico, de aquello que se debe hacer
con un paciente con una enfermedad terminal que deberá irre-
misiblemente esperar la muerte en las mejores condiciones po-
sibles, sin necesidad de agregar con el trámite un mayor infor-
tunio a los que él, en su caso, o los parientes, padecen29.

b) El paciente decide su forma de morir


Sentado lo anterior, no podemos dejar de recordar que es
el propio paciente quien, por medio de un testamento de vida
(will oflife) formulado en épocas mejores, o con la expresión

29
Paradigmático resulta el caso de un niño en estado terminal con aten-
ción domiciliaria y cuidados paliativos, cuyos padres querían que en caso de
tener una crisis respiratoria por la enfermedad que padecía, no fuera ingresado
en la sala de terapia intensiva de niños a los efectos de recibir tratamientos
invasivos, porque se tornarían cruentos y desproporcionados, al prolongar su
agonía, sin modificar el desenlace final dadas las características de la enferme-
dad letal e irreversible que padece, denominada "mucopolisacaridosis".
Vale la pena decir que el niño se encontraba ya en estado terminal, afec-
tado neurológicamente, postrado con una cuadriparesia, muy poco conectado
con el medio y pudiendo tragar sólo agua merced a un botón gástrico colocado
para mantener su nutrición e hidratación.
Frente a ello, el director general del Hospital de la ciudad de Neuquén
requirió autorización para respetar las decisiones anticipadas plasmadas por
escritos en la historia clínica del niño, ante el eventual conflicto de intereses
planteado por la supremacía del valor vida en nuestro orden constitucional que
obliga al médico a actuar en defensa de la vida y la salud del enfermo.
Luego de un trámite que incluyó pericias, informes de visu y científicos,
dictámenes del asesor de menores, del comité de bioética del hospital, del médico
tratante y además varias audiencias con los padres, la Justicia, con fecha 20
de marzo de 2006, hizo lugar a la autorización requerida, ordenando a los mé-
dicos tratantes realizar todas las prácticas médicas necesarias como cuidados
paliativos, para que el menor involucrado no fuera privado de confort físico y
espiritual, aliviando su sufrimiento y mejorando la calidad de vida remanente,
y prohibiendo que el niño ingrese a terapia intensiva infantil para recibir tra-
tamientos invasivos.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 385

de su voluntad ad hoc en el curso de su enfermedad terminal,


es quien requiere la aplicación de la eutanasia, por lo que el médico
debe tener en cuenta que ese requerimiento proviene de una
declaración de voluntad libre y autónoma de una persona que es
capaz, desde el punto de vista legal, y competente desde la
Bioética.
Capacidad y competencia tienen significados distintos, ya
que la primera proviene del Derecho y señala a uno de los atri-
butos esenciales de la persona, que le confiere la aptitud de ser
titular de derechos y de obligaciones, ejerciéndolos y cumplién-
dolas, respectivamente, aptitud que puede tenerse en forma am-
plia o absoluta y reducida o relativa.
La segunda, la competencia, tiene su expresión en el marco
de la Bioética como el elemento que hace al reconocimiento de
la autonomía cuando una persona tiene una determinada aptitud
para la toma de decisiones referidas a su cuerpo o a su salud
como expresión de su derecho a autogobernarse.
A pesar de esa diferencia, tanto la autonomía como la ca-
pacidad no son absolutas, fijas e inmutables, sino que ambas
pueden resultar variables dada la influencia que sobre ellas pue-
den determinar factores personales, socioculturales o económi-
cos, por lo que una persona puede ser competente para adoptar
una decisión bajo alguna de ellas e incompetente bajo otras.
De tal forma, el paciente debe poder recibir y procesar en
forma útil la información recibida del médico a quien comunica-
rá, al fin, sus propias decisiones en el marco de sus propios valores
morales. Sin embargo, pueden surgir situaciones fronterizas en
las que especialmente la competencia puede verse reducida o
condicionada por circunstancias como pueden ser el gran dolor
y la angustia del sufrimiento que podrían hacer prescindir de su
autonomía, de su testamento vital, o de requerirle algún tipo de
consentimiento informado.
Es en estos casos cuando el médico debe poner enjuego no
sólo sus conocimientos profesionales, sino también la intuición
lograda mediante sus años de práctica y el conocimiento logra-
do a través de su relación puntual con el paciente para apreciar
386 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

si éste tiene suficiente inteligencia y racionalidad y sus decisio-


nes son coherentes con los valores apreciados a través de la
misma relación mantenida, o sea, que tiene una adecuada capa-
cidad psicológica para organizar sus conocimientos y tomar de-
cisiones valorándolas debidamente, por lo que el médico debe
respetar esa capacidad para la toma de decisiones.
Será así, entonces, como el médico, a través del conoci-
miento adquirido acerca de la personalidad del paciente y con-
siderando su particular autonomía, deberá resolver la conducta
a seguir frente a un paciente grave, cansado, abatido y degra-
dado que anteriormente haya decidido, o decida ad hoc, termi-
nar su vida.
Ello será sin duda respetar la autonomía del paciente, apli-
cando a la vez una real beneficencia no paternalista30.
Cuando el médico tenga la convicción de que el paciente
carece totalmente de competencia, por su estado comatoso, por
ejemplo, o incapaz de hecho por su menor edad, la solicitud
deberá ser realizada por quien tenga el carácter de representante
legal con apoyo de expresiones de voluntad previas en los
que el paciente haya expuesto sus convicciones respecto del trance
terminal en que se encuentra.

c) Casos de justificación de la eutanasia


Otro de los aspectos controvertidos de la eutanasia radica
en determinar qué casos son los que justifican su aplicación
Sin duda que las enfermedades graves y con efectos letales
son causa de un proceso más o menos largo y doloroso hacia la
muerte que justifica la eutanasia.
Sin embargo, no siempre resultará fácil precisar con certeza
cuándo la enfermedad que acosa al paciente adquiere carácter
de terminal, pero el médico, a través de sus conocimientos y de

30
ARRIBÉRE-DEL VALLE, ob. cit., Cap. III.2.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 387

su experiencia profesional, puede apreciar el verdadero estadio


de la dolencia y en base a ello determinar ciertamente si existe
la posibilidad, o, por lo menos, la esperanza de lograr algún me-
joramiento en el estado del sujeto, lo que debería comunicárselo
a fin de facilitarle la toma de alguna decisión al respecto.
Además del paciente terminal, existen otros que, sin tener
ese carácter, sufren enfermedades crónicas invalidantes, como
pueden ser las de origen neurológico, cuyo desarrollo va produ-
ciendo una paulatina degradación de las aptitudes físicas del suje-
to provocándole insoportables padecimientos, cuya calificación
como tales corresponde al ámbito subjetivo del paciente y que
deberán objetivarse como para ser justificativos de la práctica
de la eutanasia que el paciente pida, o haya pedido anticipada-
mente.
En ello irá la comprensión de lo que hace al sufrimiento fí-
sico, según los diversos umbrales de dolor de cada paciente y
de su valoración interna de lo que es o no insoportable, pero
también todo aquello relativo al sufrimiento psíquico del paciente
que puede llegar, incluso, al miedo del desahucio sin poder
morir dignamente, o a padecer un deterioro futuro, irreversible
y prolongado.

d) El interés tutelado
Fundamentalmente en el tema que nos ocupa, la cuestión final
radica en tener en cuenta que la eutanasia sólo puede responder
al mejor interés del paciente que radica en evitarle un quebranto
de su calidad de vida mayor del que ya padece por su enferme-
dad, o un aumento de un sufrimiento que no está dispuesto a
seguir soportando.
La diferencia de criterios, de tolerancia, de conciencia o de
convicciones que caracterizan a cada paciente individualmente,
hacen que la valoración del requerimiento para aplicación de la
eutanasia deba ser realizada en cada caso evitando todo intento
de fijar criterios rígidos de apreciación general.
388 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Sin perjuicio de ello, cabe la posibilidad de que quien soli-


cita la eutanasia lo haga en un estado de angustia o depresión
severa, producto de una situación emocional, que afecte su ca-
pacidad de razonar, de forma tal que el beneficio reclamado re-
sulte ilusorio.
Nos encontramos, entonces, frente a un paciente que carece
de competencia, o la tiene disminuida como para considerar válida
su expresión de voluntad ad hoc, pero creemos que esta con-
clusión debe ser de carácter restrictivo y limitado a casos de in-
competencia notoria, dado que como principio básico creemos
que todo individuo goza de plena competencia, quedando la
prueba de lo contrario a cargo de quién así lo invoque31.
Creemos, con ello, que lo contrario importaría un absoluto
desconocimiento de lo que significa el único acto verdaderamente
libre que podemos afrontar los seres humanos en ejercicio de
una plena libertad, declamada, pero nunca concretada, durante
la vida.
El hombre no tiene nunca la libertad de la que es acreedor.
Desde que nace, sólo por el deseo y voluntad de sus progeni-
tores y sin saberlo, tiene a su lado a alguien que "vela por su
bien": los padres, los maestros, los mayores, el Estado, la igle-
sia, los médicos y quién sabe cuantos más.
Todos rescatan y enarbolan conceptos como los de "valores
de vida/morales", "la vida valor supremo", "la dignidad humana"
que, en general, han sido pergeñados por personas a las que no
se les ha dado mandato alguno para hacerlo, que responden a
ideologías autoritarias, disciplinarias o represivas cuyo conteni-
do es variable, tal como es cada hombre en relación a otro.
Llega, entonces, al fin de su vida, momento en el que cultu-
ralmente desde lo social y/o religioso, también habrán de imponér-
sele pautas para morir, expropiándole la posibilidad de disponer
de ese último acto trascendente como es el de su propia muerte.
Francamente, nos parece demasiado, y así lo sentimos por-
que estamos absolutamente convencidos de que la vida y su
31
GHERARDI, "Eutanasia...", cit., ps. 209-223.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 389

contrapartida, la muerte ínsita en ella, integran uno de los dere-


chos personalísimos esenciales al hombre, que, en tal carácter,
merece la tutela jurídica tendiente a preservar el exclusivo de-
recho de su titular previniéndolo de ser privado de la vida contra
su voluntad, pero no para imponerle forzadamente con ello la
forma de su muerte.
Fuera de tal prevención, el único titular de tal derecho per-
sonalísimo, legitimado para disponer de él en su propio interés,
es el hombre.
Podemos apreciar, con los recaudos que dejamos expues-
tos, que cada uno de ellos está dirigido a pautar lo que en forma
genérica denominaríamos "conductas eutanásicas", diferencián-
dolas de las conductas inaceptables y delictivas que constituye-
ron los espantosos genocidios perpetrados durante el siglo xx.
Cae, entonces, el argumento de la "pendiente inclinada" usa-
do por quienes rechazan la eutanasia, cuando ésta es tipificada
como el acto, u omisión, realizado por un tercero en benefi-
cio del paciente terminal o con sufrimientos insoportables,
que así lo ha solicitado en forma libre y voluntaria para poner
fin a su vida, mediante el empleo u omisión de técnicas que
abrevien el proceso de morir y eviten un mayor sufrimiento.
Creemos que, de esta forma, queda también incluido el
denominado "suicidio asistido" dentro del concepto expresado,
con la única salvedad de que en este último no será un médico
ni nadie del equipo de salud quien materialice la eutanasia, sino
que su participación sólo se limitará a proveer las drogas letales
dejando que sea el propio paciente quien realice su aplicación.
La caracterización de la eutanasia como una muerte digna,
tal como lo hemos hecho previamente, seguramente no será
fácilmente aceptada y, menos, asimilada por una buena parte
de la doctrina que se muestra inmersa en estériles discusiones
acerca de cómo calificar la eutanasia según los medios que se
empleen u omitan, tal como lo hemos también expuesto previa-
mente32.

32
Véase nota 26.
390 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En tren de facilitar en algo esa necesaria asimilación que


creemos necesaria para la aceptación de la eutanasia, decimos
que dentro de la tipificación realizada caben perfectamente aque-
llas categoría denominadas como eutanasia activa y pasiva por
omisión de cuidados debidos, necesarios y con sentido, situa-
ciones que admitimos sólo si se han observado los precisos
recaudos tipificantes de la práctica.
Mantendremos sí, nuestro criterio ya expuesto en cuanto a
que la no aplicación al enfermo de cuidados indebidos, innece-
sarios y sin sentido, habitualmente llamada "eutanasia pasiva"
u "ortotanasia" no es pasible de reproche moral alguno, ni de-
bería serlo tampoco desde lo legal, ya que la consideramos den-
tro de la lex artis, pues la aplicación de tratamientos fútiles es
severamente cuestionada porque agravia a quien ya no tiene es-
peranza de vida alguna; lo que no significa no hacer nada por el
enfermo en tal situación33.

4.3. Legislación comparada


en materia de eutanasia. Antecedentes

Creemos que la dimensión ética del ser humano en el fin de


su vida requiere un replanteo general del tema que nos ocupa
para lograr, a través de un debate social amplio, informado y
libre, aquellos consensos morales, mínimos, para que cada uno
reivindique para sí la forma que mejor se adecué a su ideal de
una muerte digna.
Es así que se aprecia una evolución en las forma de repensar
estas cuestiones posmodernas, evolucionando en su considera-
ción doctrinaria, tanto en lo jurídico como en lo bioético y aun
a nivel legislativo y jurisprudencial, lo que ha dado origen a
diversas soluciones controvertidas.

33
ARRIBÉRE-DEL VALLE, ob. cit., Caps. III. 1 y III.2.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 391

En este sentido, debemos recordar algunas legislaciones que,


entre otras escasas, avanzaron como pioneras en esta cuestión
de reconocer la eutanasia como forma de admitir, explícitamen-
te, la autonomía de las personas en la adopción de decisiones
relativas al final de su vida.
Entre ellas se cuenta laRights ofthe TerminallyAct34, san-
cionada en 1995 por la legislatura del Territorio del Norte
de Australia, y derogada luego por el Parlamento de Australia
en 1997, que consagraba las prácticas eutanásicas, incluido el
suicidio asistido médicamente, como una forma de tratamiento
médico. A pesar de su derogación, es un valioso antecedente
para reflexionar y pensar sobre la situación del paciente termi-
nal a través de cláusulas que sirvieron de modelo, incluso para
la ley holandesa.
También en el año 1997, la Suprema Corte de los Estados
Unidos diferenció entre el derecho de los pacientes terminales
a rechazar tratamientos médicos y el suicidio asistido médicamen-
te, considerándolo delito por no encontrarse su práctica confi-
gurada como una libertad constitucionalmente protegida. Con
ello declaró la inconstitucionalidad de las sentencias dictadas por
sendas cortes de apelaciones de Nueva York y de Washington,
que habían amparado, como derecho constitucional, el de en-
fermos terminales lúcidos a requerir auxilio.

4.3.1. Antecedentes latinoamericanos

Paradójicamente, también el hemisferio sur de nuestro con-


tinente americano, donde tiene fuerte primacía ideológica la Igle-
sia Católica desde el siglo xv en que fuera conquistado y colo-
nizado, se registran antecedentes normativos en la materia.

34
Cuadernos de Bioética, Año 2, n° 1, 1997, ps. 219-231.
392 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

a) Colombia
En Colombia, mediante un fallo de la Corte Constitucional
en "Parra, José E. s/inconstitucionalidad, art. 326, Cód. Penal"35,
el tribunal resolvió que en el supuesto de muerte de los enfermos
terminales, en que concurra la voluntad libre del sujeto pasivo
del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor,
pues la conducta está justificada a pesar de lo que dispone el
art. 326 del Código Penal de Colombia, que expresa:
Homicidio por piedad. El que matare a otro por piedad, para
poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión cor-
poral o enfermedad grave o incurable, incurrirá en prisión de
seis meses a tres años.

Así lo hizo, considerando que, sin perjuicio de ratificar el


derecho a la vida como fundamental dentro del plexo norma-
tivo de la Constitución de ese país, cuando se trata de una
persona con una enfermedad incurable que le causa intensos
sufrimientos, ese derecho a la vida puede ser enfocado desde
dos posiciones: 1) la que asume la vida como algo sagrado, y
2) aquella que estima que es un bien valioso pero no sagrado,
pues las creencias religiosas o las convicciones metafísicas que
fundamentan la sacralización, son apenas una entre diversas op-
ciones.
Por ello, decidió resolver la cuestión desde una perspectiva
secular y pluralista que respeta la autonomía moral del individuo
y las libertades y derechos que inspiran el orden constitucional
colombiano.
Por tal razón, desechó por inadmisible el argumento de que
una mayoría juzga la vida como un imperativo religioso o moral,
ya que no puede obligarse a nadie a continuar viviendo, cuando,

35
"Parra, José E. s/inconstitucionalidad, art. 326, Cód. Penal", sent. 239/
67 del 20/5/97, LL, 1997-F, ps. 509 y ss. [http://www.cajpe.org.pe/RIJ/bases/
temario/C23997.htm].
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 393

por las circunstancias extremas en que se encuentra, no lo es-


tima deseable ni compatible con su propia dignidad.
En tales circunstancias, la muerte ocasionada por piedad, o
sea con el propósito de poner fin a los intensos sufrimientos que
padece el enfermo, obra con un claro sentido altruista, y es esa
motivación es la que ha llevado al legislador a sancionar la nor-
ma del art. 326 del Código Penal colombiano, con una tipifica-
ción autónoma y una pena considerablemente menor a la previs-
ta para el delito de homicidio simple o agravado.
Nótese que el tribunal considera que, no obstante la moti-
vación, la conducta sigue siendo antijurídica, es decir, legalmen-
te injusta; pero en consideración al aspecto subjetivo la sanción
es menor.
Para que se configure esta forma de homicidio atenuado,
además de la piedad será necesario que se presenten, además,
los elementos objetivos exigidos por el tipo penal, a saber: que
el sujeto pasivo tenga intensos sufrimientos derivados de lesión
corporal o enfermedad grave o incurable y que haya prestado su
consentimiento informado para morir en forma digna.
Bajo tales circunstancias, la Corte consideró que el deber
estatal de proteger la vida se debilita considerablemente y no
podrá oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir
viviendo y solicita que le ayuden a morir, cuando sufre una en-
fermedad terminal que le produce dolores insoportables, incom-
patibles con su idea de dignidad.
La actuación del sujeto activo carecerá, entonces, de repro-
che jurídico, porque se trata de un acto solidario que no se realiza
por la decisión personal de suprimir una vida, sino por la soli-
citud de aquel que, por sus intensos sufrimientos, producto de
una enfermedad terminal, pide le ayuden a morir
Por ello el tribunal declaró que no puede haber oposición a
la decisión y solicitud expresa de ayuda para morir, formulada
por un paciente terminal acosado por dolores y sufrimientos in-
soportables, por lo que, en tales circunstancias, no existe res-
ponsabilidad para el médico que acoja aquella petición, ya que
su conducta resulta justificada y queda desincriminada del cita-
394 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

do artículo del Código Penal colombiano que pena el homicidio


piadoso.
Este fallo ha sido objeto de serias objeciones por cuanto,
según sus críticos, entre los que se encuentran algunos miem-
bros del propio tribunal, éste ha asumido facultades legislativas
que no le corresponden al proceder a modificar la tipificación
penal previamente establecida por una norma sancionada por el
Parlamento colombiano.
Sin perjuicio de que ello sea así, estaríamos frente a una
creación pretoriana destinada a aportar equidad y justicia, cuan-
do el carácter añejo de una normativa positiva vigente la pone
al margen de una verdadera protección de los derechos huma-
nos y de la dignidad de la vida, tanto como de la muerte.

b) Uruguay
Una rareza dentro de las legislaciones vigentes que, dentro
de la figura del homicidio piadoso consagran la ayuda para mo-
rir, es la de la del Uruguay, consagrado por el art. 37 del Código
Penal uruguayo que, bajo el título "Del homicidio piadoso", es-
tablece:
Los jueces tienen la facultad de exonerar de castigo al sujeto
de antecedentes honorables, autor de un homicidio piadoso,
efectuado por móviles de piedad, mediante súplicas reitera-
das de la víctima.

La doctrina de ese país36 destaca que la norma en cuestión


habla en forma indiferenciada de "un sujeto", por lo que no re-
sulta necesario que el autor del acto sea médico, pero que sí
debe actuar movido por la piedad ante las reiteradas súplicas
del sujeto pasivo motivadas en un padecimiento objetivo. La

36
RODRÍGUEZ ALMADA, H.; CURBELO, M.; DE PENA, M., y PANIZZA, R.,
"Eutanasia y ley penal en Uruguay" [www.crm-ms.org.br/revista/biolv7/
eutleypenal.htm].
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 395

consecuencia penal es la facultad del juez actuante de exonerar


de castigo al autor (perdón judicial).
Pero, aun de no darse los presupuestos mencionados de no
cumplirse todos los supuestos requeridos por el art. 37, el Có-
digo Penal uruguayo, en su art. 46, inc. 10, prevé una atenua-
ción de la pena del homicidio piadoso, cuando se haya obrado
por móviles de honor o por otros impulsos de particular valor
social o moral.
Hablamos de rareza, porque la del art. 37 está vigente des-
de el año 1934 en que se sancionó el Código, pero no existen
hasta el momento.
Se aprecia, entonces, que son escasos los países que han
entendido tanto el concepto como la finalidad de la eutanasia,
tal como la dejamos expresada en este trabajo.

4.3.2. Legalización o despenalización: Holanda y Bélgica

Sólo Holanda y Bélgica han podido sancionar normas legis-


lativas en esta materia que no legitiman la práctica, pero que sí
despenalizan el acto de la eutanasia.
Cabe distinguir entre lo que es legalizar la eutanasia y des-
penalizar su realización. Sin pretender incursionar en materia
propia del derecho penal, cabe decir que la legalización de una
conducta precedentemente tipificada como delito, implica cam-
biar radicalmente su calificación, en forma tal que dejará de ser
un acto contrario al orden jurídico y su realización carecerá de
toda sanción.
En cambio, cuando se habla de despenalizar una determi-
nada conducta, o acción, no se cambia para nada su tipificación
manteniéndose ella como legalmente reprochable, pero el orde-
namiento jurídico, por determinadas razones y en determinadas
circunstancias, exime de pena a quien lleva a cabo ese acto a
pesar de su intrínseca ilicitud.
Esto es lo que ha sucedido en dichos países, y debo reco-
nocer que desde su entrada en vigencia esa legislación no ha
396 Bioética y Derecho/Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

producido ninguno de los agoreros efectos presagiados por los


opositores a la eutanasia, ya que no se ha dejado de considerar
la vida como el don supremo del hombre, ni se ha producido el
efecto sleepery slope hacia los incapaces, viejos o minusválidos,
ni se han avasallado creencias religiosas que reservan sólo a la
divinidad la facultad de poner fin a la vida que previamente
otorgara graciosamente.
Sólo se ha despenalizado la práctica de la eutanasia bajo
muy severos requisitos que deberán observarse como forma de
preservar el respeto a la autodeterminación sobre cómo habrán
de morir aquellos que, en ejercicio de su autonomía, resuelvan
recurrir a esta solución.

a) Antecedentes
En el caso de Holanda, en 1973 se crearon varias socieda-
des civiles —algunas de ellas de religión protestante— con la
finalidad principal de establecer conceptos respecto de la posi-
bilidad de aceptar la voluntad de los pacientes terminales de po-
ner fin a su vida, y abrir líneas de debate para la población en
general, así como en colectivos de diversas profesiones invo-
lucradas en el tema.
A su vez, se fueron proyectando guías a través de las cuales
se establecían los criterios necesarios a seguir por los profesio-
nales médicos para lograr aquella finalidad, en base a las cuales
fue integrándose una jurisprudencia receptiva mediante la cual
se llegaba a la desincriminación puntual de actos de eutanasia,
cuando así correspondía.
Paulatinamente, la acción de aquellos organismos y la con-
cientización de la sociedad luego de arduos debates, hicieron
que la Corte de Rotterdam emitiera en 1981 el primero de los
pronunciamientos judiciales que despenalizó la ayuda médica al
suicidio en la aplicación de la eutanasia voluntaria.
Luego de ello, en 1984, la Corte Suprema de los Países Bajos
aceptó la eutanasia voluntaria y la ayuda para su aplicación, en
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 397

tanto se cumplieran diez condiciones claramente definidas, que


son el antecedente que receptará la ley del 10 de abril de 2001
en la que se mantuvo sin mayores modificaciones.
Fue en 1994 que, mediante una reforma en la Ley de Entie-
rro y Cremación, se dispuso que el fiscal interviniente podía apre-
ciar por sí mismo, luego de la denuncia obligatoria del médico
acerca de que la muerte había sido consecuencia de una prác-
tica eutanásica, si se habían observado, o no, las condiciones
vigentes para aquella práctica y, en caso afirmativo, desistir de
instar la acción.

b) La ley del 10 de abril de 2001


Nótese que se trató de un proceso paulatino en el tiempo,
sustentado con debates profundos que fueron afirmando la opi-
nión publica y de los profesionales para las sanción final de la
ley del 10 de abril de 2001, norma respetuosa de las opiniones
divergentes, tanto de quienes admiten la eutanasia como de
aquellos que por diversos motivos la rechazan. Sin duda, un
modelo paradigmático de respeto social y de democracia.
Sólo si se han cumplido los recaudos que ella prevé, esta ley
despenaliza la conducta de quien quite la vida a otra persona,
según el deseo expreso y serio de ella, o de quien en forma in-
tencionada auxilie a otro para que se suicide o le facilite los medios
necesarios, ya que ambas conductas están incriminadas en los
arts. 293 y 294, Cód. Penal.
Tampoco consagra un "derecho" del paciente a la eutanasia,
ni un "deber" o garantía del médico de acceder a la demanda del
paciente, ya que previo a ello el profesional debe sopesar a
conciencia la petición y cumplir los requisitos de diligencia y
esmero profesional que taxativamente fija el art. 2o de la ley, y
recién entonces podría, de así corresponder, ejecutar la eutana-
sia, luego de lo cual y con la notificación que realice a los co-
mités regionales de la muerte no natural, el médico quedará
eximido de sanción, según así expresamente lo consagran los
398 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

segundos párrafos de los citados artículos, conforme las dispo-


siciones de la ley.
La prolijidad de la ley en materia de técnica legislativa, así
como la sencillez conceptual de sus decisiones, permiten una fá-
cil comprensión de sus disposiciones aun por el común de la
población, especialmente en cuanto a una clara distinción entre
la eutanasia, la ayuda al suicidio, por una parte, y por la otra
los cuidados paliativos o el desistimiento voluntario de tratamien-
tos por el paciente, con los que los opositores pretenden sos-
layar las dos primeras.
La eutanasia y el suicidio asistido quedan claramente concep-
tualizadas como particulares formas de intervención médica,
destinadas a aliviar dolores insoportables o a procurar una muer-
te digna cuando así lo haya requerido el paciente expresamente.

c) Presupuestos y requisitos generales


para aplicar la eutanasia
Quedó dicho previamente que ese requerimiento no resulta
vinculante para el médico cuando él considere que no puede dar
cumplimiento debido a los recaudos de esmero y diligencia pro-
fesional, a los que luego nos referiremos, o bien cuando el pro-
fesional ejercite la objeción de su conciencia.
La ley se sustenta, básicamente, en varias líneas directrices
a saber:
a) la relación médico-paciente en cuanto a la apreciación,
evaluación y respeto de la voluntad del último;
b) el cumplimiento por el profesional de muy precisos y
estrictos criterios de diligencia profesional;
c) el funcionamiento de comisiones regionales de evalua
ción de la conducta médica en casos de eutanasia;
d) finalmente, la eximición de pena en los supuestos en que
se haya dado cumplimiento a las disposiciones de la ley,
tanto para los casos de aplicación de prácticas eutaná-
sicas como para los de ayuda al suicidio.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 399

Es en el art. 2o donde la ley fija con precisión los recaudos


a cumplimentar:
— la petición debe ser realizada por el propio paciente en
forma voluntaria y libre, luego de haber reflexionado sobre
su decisión;
— el paciente ha de padecer un sufrimiento insoportable
sin perspectivas de mejora ninguna;
— el paciente ha de haber sido debidamente informado so
bre su situación y pronóstico;
— médico y paciente discutirán la situación y deberán
concluir, en forma conjunta, que no hay otra solución
más satisfactoria;
— el médico deberá consultar por lo menos a otro colega,
que también examinará al paciente a fin de confirmar el
cumplimiento de recaudos precedentes, de lo que infor
mará, por su parte, al Comité Regional;
— al practicar la eutanasia el médico deberá proporcionar
al paciente el cuidado y la atención médica debidos.

Como se aprecia, la ley pone, especial énfasis —tal como


ya lo adelantamos— en la particular relación médico-paciente,
sustentada en el médico de cabecera del sistema de salud holan-
dés, ya que el sólo podrá analizar y cumplimentar los estrictos
recaudos a través de ese contacto permanente, aun anterior a la
situación de enfermedad actual, sustentado en la confianza re-
cíproca, en la confidencialidad y la veracidad, y llegar al con-
vencimiento de que la petición de su paciente es voluntaria y
bien meditada, que su sufrimiento es insoportable y sin esperan-
zas de mejora ni de otra solución razonable compartida por el
paciente, luego de informarle de su situación actual y de sus pers-
pectivas de futuro.
Los recaudos preceptuados, que acabamos de ver, tienen
algunos aspectos objetivos y otros de carácter subjetivo que el
médico deberá intentar objetivar a través de aquel trato prolon-
gado y frecuente con el paciente.
400 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

En efecto, el médico deberá determinar objetivamente cuál


es el estado en que se encuentra el paciente y si de acuerdo a
éste existe alguna posibilidad cierta, o alguna esperanza de me-
jora, como para transmitirle todo ello al paciente y que éste de-
cida, en definitiva, confirmar o no su voluntad expresada ante-
riormente en un testamento de vida, o a través de la expresión
escrita de su consentimiento informado prestado ad hoc. Ello,
simultáneamente permite también determinar objetivamente si la
decisión del paciente es realmente voluntaria y si ha sido anali-
zada y meditada.
La principal dificultad para el médico será determinar, me-
diante su experiencia profesional, su conocimiento del paciente
logrado con aquel trato prolongado y frecuente, incluso con sus
familiares, y a la consulta con el médico asesor, quien tendrá a
su cargo, a posteriori, la evaluación del total cumplimiento por
aquél de los recaudos del art. 2o de la ley, visitando incluso al
propio paciente (inc. e]), la calidad de insoportable que debe
tener el padecimiento de su paciente, para viabilizar el cumpli-
miento de su petición.
El propio profesional debe tener el convencimiento sobre la
falta de esperanza de mejora para el paciente, siendo éste y el
anterior dos requisitos esenciales para permitir la realización de
la práctica eximiendo al médico de toda sanción.
Con ello ha quedado descartada la aplicación de la eutana-
sia o la ayuda al suicidio para aquellas personas que, simple-
mente, están cansadas de vivir.
Se puede apreciar, entonces, que esta ley holandesa impone
requisitos que evitan el acceso irrestricto a las prácticas eutanásicas
o de asistencia al suicidio, razón por la cual no se produjo ni se
producirá "festival de la muerte" alguno, ni tampoco ha aumen-
tado siquiera el número de solicitudes hechas llegar a los médi-
cos para su aplicación; demostración suficiente de la infundada
oposición que surge de determinados sectores cada vez que se
habla de la cuestión.
La ley holandesa demuestra que cuando se conjuga la deci-
sión política de legislar sobre cuestiones altamente sensibles, con
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 401

la exacta información social que permite la toma de conciencia


y la formación de una voluntad popular, adicionando un profun-
do respeto por la pluralidad ideológica, es absolutamente posi-
ble lograr una ley equilibrada entre la preservación de los inte-
reses de la sociedad y del propio Estado con el respeto de la
dignidad del hombre.

d) Testamentos vitales
Dignidad humana que se consagra legislativamente con la
apreciación crítica de la voluntad del paciente en relación con su
muerte. Esa voluntad puede haber sido registrada, como ya
dijimos, en épocas mejores, mediante un testamento de vida,
por el que una persona capaz y competente prevé la realización
de determinadas recomendaciones y/o decisiones en materia de
salud, para cuando ya no lo sea en el futuro.
Tal como surge de la discusión parlamentaria de la ley y de
los informes ministeriales ad hoc, la declaración escrita median-
te esos testamentos, de carácter no formal ni sujeta a plazo ni
término ninguno, no sólo debe considerarse sustitutiva de la oral
hecha en el momento en que el paciente vaya perdiendo aquellas
calidades, sino que frente a ella no caben dudas de que la solicitud
es voluntaria y ha sido bien meditada, por lo que servirá de guía
para el médico en su evaluación y de fundamentación en su in-
forme de muerte no natural, salvo que de la propia requisitoria
escrita del paciente, surja que en el momento de redactarla el
paciente no tenía —en definitiva— posibilidad de valorar ade-
cuadamente sus intereses, ni la declaración que respecto de ellos
estaba formulando.
En esta cuestión tenemos que prestar especial atención a
los testamentos de vida, que facilitan a las personas capaces y
competentes la realización de determinadas recomendaciones
y/o decisiones en materia de salud, para cuando ya no lo sean
en el futuro.
Dichos testamentos, de carácter no formal ni sujetos a plazo
ni término ninguno, aventan toda duda acerca de la voluntarie-
402 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

dad de una solicitud debidamente meditada que servirá de guía


para el médico en su evaluación, y de fundamentación en su in-
forme de muerte no natural, salvo que de la propia requisitoria
escrita surja que en el momento de redactarla, el paciente no
tenía —en definitiva— posibilidad de valorar adecuadamente sus
intereses, ni la declaración que respecto de ellos estaba formu-
lando.
En todo ello tendrá un papel destacado el juego de la rela-
ción médico-paciente, que simultáneamente permitirá al profe-
sional apreciar en directo, los reales alcances del requerimiento
y su autenticidad ideológica, elementos esenciales para la con-
sulta con el asesor y la posterior resolución aceptando, o dene-
gando, la práctica eutanásica.

e) Los menores de edad y la eutanasia


Cabe acá considerar la situación de los menores de edad
frente a la eutanasia y la consideración que de ellos hace la ley
holandesa, resolviendo con sencillez y acertado criterio de jus-
ticia una cuestión que, por lo menos en nuestro país, originaría
apasionadas e irreflexivas discusiones, a pesar de la vigencia local
de tratados, pactos y/o convenciones, que han sido incorpora-
das a la legislación local, tal como sucede en la Argentina por el
art. 75, inc. 22, C.N.
Con un evidente respeto por la Convención Internacional de
los Derechos del Niño, que en su art. 12 le garantiza formarse
juicios propios y expresarlos libremente en todos los asuntos
que lo afecten, la ley de los Países Bajos que examinamos ha
reconocido a los menores de edad, la posibilidad de requerir las
prácticas eutanásicas en ella establecidas.
A tal efecto, en el art. 2.3 y 2.4 distingue entre menores
comprendidos entre los 12 y los 16 años y los que estén entre
16 y 18 años siempre que, en ambas categorías, se pueda con-
siderar que están en condiciones de realizar una valoración
razonable de sus intereses en este asunto.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 403

El rol de los padres, o del tutor en esta cuestión es clara-


mente indicativo del respeto que la ley manifiesta hacia los menores
como verdaderos sujetos derecho provocando serios cuestio-
namientos por parte de quienes, so color de proteger los inte-
reses de los menores, violan a diario aquellas disposiciones de
la Convención olvidando el principio del superior interés del
niño que aquélla consagra, y desechan una realidad diaria en la
que los menores tienen casi plena aptitud para realizar comple-
jos actos o hechos jurídicos, con importantísimas consecuen-
cias, porque, a pesar de ser incapaces en Derecho, tienen un
amplio discernimiento adquirido biológicamente.
Tratándose de menores de entre 16 y 18 años que estén en
condiciones de valorar razonablemente su interés en la cuestión,
los padres o el tutor sólo tienen facultad de participar en la
toma de decisión por el menor.
Ello sin duda significará un proceso en el que el médico, ade-
más de información, aportará su conocimiento de las partes y su
experiencia para soslayar o esclarecer las situaciones conflicti-
vas que puedan aparecer.
En el supuesto de menores entre los 12 y los 16 años, la ley
requiere que los padres o el tutor estén de acuerdo con la ter-
minación de la vida del paciente, requisito éste que el médico no
puede soslayar de ninguna forma, por lo que la petición del menor
resulta inviable.
En los dos supuestos precedentes, el médico el médico debe,
además, cumplir los recaudos previos que establece el art. 2.1
en sus incs. a) y e), por lo que sólo recién cuando esté conven-
cido de la voluntariedad y razonabilidad de la petición y de que
el sufrimiento del menor resulta insoportable y sin esperanzas de
mejora, puede aceptar su petición y realizar la práctica.
Por nuestra parte, pensamos que no podría ser otra la so-
lución que la ley comentada da a la situación de los menores en
este tema, ya que importa —tal como lo adelantamos— reco-
nocerles no sólo el carácter de sujetos de derecho, sino también
la posibilidad de que, como tales, asuman sus propias decisio-
nes en asuntos de la importancia del que nos ocupa.
404 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Este criterio lo hemos sostenido desde antiguo37, y creemos


que su inclusión en la norma holandesa resulta no sólo adecuada
a Derecho, sino también ajustada a un criterio de realidad per-
sonal y social, ya que la ley está pensada para ser aplicada sólo
en casos gravísimos y sin esperanzas, en los que los dolores son
insoportables y en los que el convencimiento del propio médico
respecto de ello y de la voluntariedad de la decisión, logrado
mediante el diálogo y conocimientos que le aporta la relación
médico-paciente, resulta elemento decisivo para que acepte o
rechace la petición, a todo lo cual debe sumarse la consulta con
el asesor, imprescindible antes de efectivizar el requerimiento.
Quizás valdría la pena volver a recordar el pedido de la Di-
rección del Hospital Provincial Dr. E. Castro Rendon, de la pro-
vincia de Neuquén, solicitando la autorización judicial para
que un menor, que se encontraba postrado con una cuadripare-
sia, con muy poca conexión con el medio y que apenas podía
tragar agua, no fuera ingresado en la sala de terapia intensiva de
niños a los efectos de recibir tratamientos invasivos38 para apre-
ciar cómo, sin necesidad de farragosas y aleatorias gestiones
judiciales que adicionan mayores sufrimientos, pueden resolver-
se casos terminales mediante leyes claras, sencillas y humanas,
que respeten realmente los derechos humanos y que, aun con-
siderando la vida como el primero de ellos, prevén soluciones
para que en su ocaso la vida misma no se transforme en un fútil
sufrimiento adicional a la ineludible despedida.

f) Requisitos previos y posteriores al acto eutanásico


Esas leyes, y la holandesa lo hace con creces, habrán de
fijar recaudos precisos y minuciosos de seguridad y diligencia

37
ARRIBÉRE, R., "Autonomía y competencia de los menores de edad en
mate ria de decisione s de sa lu d ", X Co ng reso Internacio na l de Derecho de Fa
milia, Mendoza, 1998, ps. 220-225.
38
Véase supra, nota 29.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 405

que deberán ser observados puntillosamente por el médico, an-


tes, durante y aun después de aceptar y realizar la práctica de
la eutanasia a fin de evitar, por un lado, que quien formule la
petición lo haya hecho ligeramente o haya sido inducido por al-
guien.
Pero además del cumplimiento estricto de tales requisitos
dependerá que, luego del análisis de su conducta, tal como ve-
remos a continuación, se determine si corresponde, o no, exi-
mirlo de pena en los términos de los arts. 293 y 294 del Código
Penal de Holanda ya que, recordémoslo, esta ley no es una ley
que admita y legitime las prácticas eutanásicas, desincriminán-
dolas, sino que sólo despenaliza la conducta del médico que
acceda a cumplirlas observando, estrictamente, los recaudos que
determina al efecto.
Entre dichos recaudos están no sólo los previos, sino tam-
bién los propios del cumplimiento que requieren el "máximo
cuidado y esmero profesional posibles" en la administración de
las drogas que sean pertinentes, o en su precisa efectividad, a
fin de evitar cualquier tipo de injuria al requirente o a su familia.
El médico deberá, asimismo, cumplir una serie de requisitos
ex postfacto, que servirán para que tanto el forense como las
comisiones regionales, y eventualmente el fiscal, analicen su
conducta y resuelvan respecto de su despenalización o de su
incriminación en sede judicial.
Entre tales recaudos está el informe al forense municipal de
que se trata de una muerte no natural, acaecida como conse-
cuencia de una práctica eutanásica, que se complementará con
otro motivado y fundado respecto del cumplimiento de los
recaudos de diligencia del art. 2o, que ya hemos visto.
Dicho informe, junto con el que hará el forense, serán remi-
tidos al fiscal para que éste autorice la inhumación y extienda el
respectivo certificado de defunción y, simultáneamente, a la
Comisión Regional de comprobación de terminación de la vida
a petición propia.
Estas comisiones consagradas por la ley examinada consti-
tuyen una salvaguarda adicional, ya que previamente era sólo el
406 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

fiscal el que, en todos los casos, decidía la despenalización o


incriminación del médico, deberán estar integradas obligatoria-
mente por un jurista, un médico y un especialista en temas de
Bioética designados por los ministros de Justicia y de Sanidad,
y su finalidad es la de analizar los informes del médico y, even-
tualmente del asesor, así como el del forense, con las ampliacio-
nes que la comisión estime corresponder.
Luego de ello, la Comisión dará por cumplidos los recaudos
previstos en la ley, despenalizando la actividad del médico y
cerrando el caso, sin notificación alguna al fiscal ni al inspector
regional o bien, de no ser así, elevará los antecedentes y su
dictamen al fiscal y al inspector regional de la Inspección de la
Asistencia Sanitaria, para la aplicación de sanciones administra-
tivas, profesionales y aun penales para el médico cuestionado.
Sin dudas que el legislador holandés ha tenido muy claras
algunas cuestiones esenciales a la hora de expedirse, tales como:
— que el derecho a la vida es, ciertamente, el principal de
los derechos humanos que debe ser preservado;
— que la vida como tal debe ser apreciada no sólo por la
santidad que pueda llegar a atribuírsele, sino también por
la calidad con que ella se vive;
— que la eutanasia permite que el fin de esa vida sea igual
mente digno, poniéndole fin cuando ha dejado de serlo
por haberse convertido en un suplicio o en una agonía
dolorosa que hacen que la vida no sea más vida;
— que la autonomía del sujeto es el principio fundamental
a ser respetado en esta materia, cuando su vida ha dejado
de ser digna en forma irreversible;
— que la práctica de la eutanasia no es un derecho para el
paciente, ni tampoco un deber para el médico que es,
finalmente, quien decide su viabilidad o no de su reali
zación;
— que la práctica de la eutanasia sólo ha sido despenalizada
cuando significa el último recurso contra la indignidad
de la muerte y se han cumplido los recaudos que la ley
determina en forma estricta.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 407

Y ello no es poco cuando de lo que se habla es de la dig-


nidad del hombre.

g) La ley belga del 28 de mayo


de 2002. Sus diferencias
El rumbo abierto por la ley holandesa fue seguido por la ley
sancionada poco tiempo después en Bélgica, el 28 de mayo de
2002.
Esa ley sigue prácticamente los lineamientos de su predece-
sora, por lo que sólo consignaremos sus diferencias, entre las
que se cuenta, en el art. 2o, una definición de lo que se considera
eutanasia: "El acto practicado por un tercero que pone fin a la
vida de una persona a solicitud de ésta", lo que permitiría supo-
ner que cualquier persona puede realizar la eutanasia, posibili-
dad que es limitada en los artículos siguientes que se refieren
exclusivamente a la realizada por un médico.
Así es entonces, que el profesional no cometerá infracción
alguna si el paciente es mayor de edad o menor emancipado,
capaz y consciente al momento de la demanda, que deberá ser
formulada en forma voluntaria, reflexionada y repetida exenta
de toda presión externa.
Acá surge una de las diferencias apuntadas anteriormente,
ya que, a diferencia de su predecesora, la ley belga excluye a
los menores de edad de las prácticas eutanásicas.
También se nota diferencia en cuanto al motivo necesario
para la realización del acto, pues la ley subexamen prevé, ade-
más de la presencia de una enfermedad grave e incurable, que
el paciente esté acosado por un sufrimiento físico o psíquico cons-
tante e insoportable, circunstancia esta última que sólo se infiere
en la ley holandesa.
Los recaudos cumplir por el médico requerido son simila-
res, pero en lo que hace al sufrimiento constante e insoportable,
debe realizar consulta al respecto con otro médico, quien exa-
minará al paciente y brindará el informe respectivo para la au-
408 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

toridad competente, el que será puesto en conocimiento del propio


paciente para así apreciar si este mantiene su voluntad de morir,
que deberá haber sido previamente expresada por escrito.
La ley belga reglamenta específicamente las disposiciones
de voluntad anticipada, determinando las formas y contenidos
que pueden adoptarse, su validez temporal y su validez con
relación a terceros.
Como vemos, quizás con un carácter algo más restrictivo en
algunas cosas, pero más amplio en otras, la ley belga comparte
el respeto de la autonomía de quien, al máximo de sus sufrimien-
tos, reivindica morir dignamente.

4.3.3. La problemática de legislar sobre la materia

Creemos que, a pesar de la existencia de otros órdenes ju-


rídicos que consagraron o consagran algún tipo de despena-
lización o de atenuación de las sanciones penales, tanto para la
práctica de la eutanasia como para la ayuda al suicidio39, la pro-
blemática que ambas plantean se mantendrá sin solución durante
largo tiempo por diversos motivos, entre los que destacamos:
• En general, como ya lo hemos dicho, de la muerte no se
habla, ni se reflexiona hasta que le toca a cada uno en
forma cercana; es como que "se muere el prójimo, no
yo y cuando me toque entonces me fugo de la cuestión,
o me angustio y deprimo ante la dimensión de un hecho
absolutamente natural, ineludible y sine die. Resultaría
conveniente que la gente que está segura de que está
viva y de que vive todos los días, vaya tomando
conciencia de que esa misma seguridad y realidad de
vida lleva a la de su propia muerte.

39
TOMÁS-VALIENTE LANUZA, C, "La regulación de la eutanasia voluntaria
en el ordenamiento jurídico español y en el derecho comparado", Humanitas-
Humanidades Médicas, vol. 1, n° 1, en.-mar. 2003, Barcelona, ps. 33-46.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 409

• Como consecuencia de ello, carecemos del necesario


conocimiento y conciencia que nos permitan acercarnos
y comprender no sólo la muerte, sino el proceso de mo-
rir, donde se dan las situaciones dilemáticas que justifi-
can las prácticas tendientes a llegar al final de la vida
con dignidad.
• La influencia que en la cultura han ejercido las diversas
religiones que sostienen la sacralidad de la vida, consi-
derándola una gracia de la divinidad y no un hecho natu-
ral, propio de todas las formas de vida y que, como re-
tribución del don recibido, debe ser vivida con todo
sacrificio para lograr la redención y la gracia eternas.
• La intransigencia en considerar sólo reglas morales de
máxima, sin reconocer la existencia de colectivos socia
les diversos, en cuanto a creencias confesionales, cuya
moral e intereses deben ser respetados porque no afec-
tan la estructura social sino que, mas bien, tienden a
reforzarla evitando marginaciones y discriminaciones.
• La existencia de Estados cuyos sucesivos gobiernos han
rehuido, y aún rehuyen, asumir su responsabilidad en
materias denominadas "sensibles" que ocasionan situa-
ciones conflictivas para la población en general y
dilemáticas para quienes deben afrontarlas y resolverlas
careciendo de una normativa actualizada, como en nuestro
país lo fueron antes el divorcio o la educación sexual, o
como lo son, en este momento, temas como el aborto,
las nuevas técnicas de reproducción humana o la euta-
nasia.

5. La situación en la Argentina

La Argentina es un modelo de todo ello, ya que, no sólo en


el tema que nos ocupa, se encuentra vigente una normativa ar-
caica que, como lo hemos visto, ha provocado la judicialización
de la muerte ante los temores de los médicos por su eventual
410 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

responsabilidad en la realización de actos comprendidos dentro


de la lex artis.
Más de diez han sido, en los últimos años, los proyectos de
ley presentados tanto en la Cámara de Diputados como en la
Cámara de Senadores de la Nación, pero ninguno ha logrado
traspasar la oposición de los grupos y organizaciones que ante-
ponen la sacralidad de la vida al reconocimiento, aun mortis
causa, de la dignidad de la persona humana que, férreamente,
defienden en los orígenes de la vida, para negársela al fin de ella.
Ello así a pesar de que la mayor parte de los proyectos
presentados elude considerar expresamente la eutanasia o el
suicidio asistido, y así lo dejan claramente a salvo, limitándose
a legislar sobre los testamentos vitales, sus formalidades, con-
tenidos, alcance vinculante de sus disposiciones, que de poco
servirán si no se reconoce plenamente la total autonomía del
otorgante en los supuestos de rechazo a tratamientos que pudie-
ran prolongar su vida, ya en fase terminal.
Como demostración de lo dicho y de los extremos de per-
misividad referidos, basta con citar el Proyecto 15/07 de la se-
nadora Adriana Bortolozzi de Bogado, que reproduce su ante-
rior presentado en el año 2005, y el Proyecto S-3015/05 de la
senadora Sonia Escudero.
El primero de ellos, de técnica legislativa y conceptos más
claros, precisos y menos restrictivo, sin dejar de referirse a la
encíclica Evangelium Vitae y a la declaración de la Congrega-
ción para la Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica, el 5 de
marzo de 1980, expresamente reivindica como un mérito que
"en este Proyecto no proponemos quitar la vida ni proporcionar
la asistencia al suicidio" para, finalmente, establecer: "No trata
este Proyecto de ningún tipo de eutanasia, sino de respetar la
voluntad del paciente, para no ser resucitado por la tecnología
con que hoy se cuenta, ni a ser mantenido con vida artificialmente".
Sólo cabe preguntar: ¿en qué quedará la voluntad autónoma
formalmente expresada por el paciente en el sentido de requerir
una práctica de eutanasia activa o la ayuda a procurarse el sui-
cidio?
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 411

Seguramente será dejada de lado, sin importar su estado ni


sufrimiento, demostrándose así que los consensos legislativos
responden más a criterios de conveniencia ocasional que al in-
terés de los representados.
El segundo de los proyectos mencionados impulsa la incor-
poración al Código Civil del testamento vital, por el cual una
persona expresa las instrucciones a tener en cuenta, cuando se
encuentre en una situación en que las circunstancias concurren-
tes no le permitan expresar personalmente su voluntad acerca
de qué hacer en su estado terminal.
Pero luego de esta acertada definición, establece un farra-
goso sistema de contralor para la interpretación y aplicación de
las disposiciones testamentarias, que también quedan limitadas
al rechazo de un tratamiento destinado a prolongar la vida.
Ahora bien, ello sólo será viable cuando la enfermedad sea
irreversible y terminal, no obstante los cuidados sanitarios que
puedan prodigarse, previniendo que en caso de duda en la eje-
cución de un testamento vital, prevalecerá el bien del paciente
y la protección de su vida, sin reparar que ambos conceptos
pueden ser incompatibles entre sí.
Además, prevé la intervención de una Junta ad hoc, de nu-
merosa y ecléctica membresía, con incumbencia para decidir so-
bre la validez formal del testamento vital, posibles indicios re-
feridos que aludan a un cambio actual en la voluntad del pacien-
te, la correspondencia entre la actual situación clínica concreta
y la situación enumerada en el testamento vital y sobre las for-
mas de aplicar la voluntad declarada anticipada.
De tal forma, la Junta establecerá la voluntad del paciente,
como si ella no estuviera suficientemente explícita, más aún, te-
niendo en cuenta que en los aspectos formales, el Proyecto prevé
su otorgamiento por escritura pública, acto para el cual el escri-
bano interviniente deberá acreditar y dar fe de la capacidad y
competencia del testador.
Como si todo ello no fuera obstáculo suficiente, la Exposi-
ción de Motivos refiere la intervención judicial prevista como
una forma de contralor de lo actuado, que verificará si la Junta
412 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

ha deliberado, si la decisión responde a la voluntad del paciente,


y si están dadas las restantes condiciones objetivas para la efi-
cacia de la decisión.
Como se ve, todo lo necesario para dilatar y entorpecer la
realización de la voluntad del paciente que, ad interim, agoniza
sufriendo dolores o tratamientos humillantes, propios de un in-
digno camino a su muerte.
La única señal alentadora desde el ámbito estatal, es el in-
forme del 26 de abril de 2007, producido por la Defensoría del
Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires que, si bien está limitado
a los cuidados paliativos, significa un pequeño paso, pero paso
al fin, en la cuestión de la asistencia y contención de los enfer-
mos terminales.
Fundado esencialmente en la normativa internacional que
preserva el derecho a la vida y a la salud, incorporada a nuestro
ordenamiento positivo por el art. 75, inc. 22, C.N., y en la le-
gislación de la Ciudad, especialmente en el art. 4o de la ley 153,
Básica de Salud, así como en encuestas y relevamientos pro-
pios previamente realizados, concluye afirmando que "no esta-
ría asegurada la atención adecuada de los pacientes y su entor-
no al afrontar los problemas asociados a una enfermedad en
potencia mortal".
Por ello, entonces, es que resuelve recomendar al ministro
de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, entre otras cosas, la
creación de servicios de cuidados paliativos en todos los hos-
pitales generales de agudos de la Ciudad, integrados multidis-
ciplinariamente con profesionales propios de las áreas médica,
psicológica, de trabajo social, enfermería y farmacia, con capa-
cidad de seguimiento domiciliario.
Nadie sabe cuál será el destino del informe; sólo cabe es-
perar que sea aceptado y que, aun en forma parcial, el Estado
local contemple en el ejido de esta Ciudad la situación de los
pacientes terminales, legislando acerca de los cuidados paliati-
vos en establecimientos asistenciales públicos y privados.
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 413

6. Conclusiones

Este trabajo no pretende agotar el conocimiento ni el aná-


lisis de una de las cuestiones más dilemáticas para la Medicina,
el Derecho y la Bioética, como es la eutanasia, sino sólo facili-
tar a quien lo lea ese conocimiento y posterior análisis dentro de
un marco ideológico pluralista logrado a través de la inter-
disciplina.
El surgimiento de las posibilidades que la biotecnología de
los últimos lustros ha abierto para prolongar el proceso de morir
de los enfermos terminales dentro del ámbito sanatorial, sumado
a un paulatino cambio en la concepción de la vida por grandes
sectores del colectivo social, ha llevado a la paradoja de que se
trate ahora de rescatar el derecho de ese paciente a morir dig-
namente, ahorrándole agonías crueles recurriendo, para ello, a
la eutanasia.
La aplicación de medidas de distinta índole para lograr esa
finalidad, acelerando con ellas el proceso de su muerte, o el
suministro de los medios necesarios para que él mismo las lleve
a cabo, realizados a pedido el propio paciente víctima de una
enfermedad terminal o acosado por sufrimientos intolerables, que
por tal debe considerarse la eutanasia, resulta jurídicamente ilí-
cito en la mayoría de los ordenamientos legales comparados, a
pesar de la existencia de normas internacionales —tales como el
art. Io de la Convención Americana de Derechos y Deberes del
Hombre; art. 3o de la Declaración Universal de Derechos Hu-
manos; art. 6o, inc. Io, del Pacto Internacional de Derechos Ci-
viles y Políticos—, que garantizan el derecho a la vida cuyo pro-
ceso, iniciado con la fecundación humana, alcanza hasta el mo-
mento de la muerte de la persona.
Entre ambos extremos discurre hoy en día la moral social
sobre el tema que, sin embargo, es desechada por aquellos or-
denamientos positivos, produciéndose así situaciones conflicti-
vas que obligan a recurrir a instancias ajenas a todo ese proceso
vital, con las cuales se busca restaurar la vigencia de la voluntad
libremente manifestada por el paciente por medio de un testa-
mento vital o de un consentimiento ad hoc.
414 Bioética y Derecho. Dilemas y paradigmas en el siglo XXI

Entre la defensa de la vida a ultranza que propugnan las nor-


mas legales, sustentadas en concepciones religiosas que han sacra-
lizado la vida como concesión divina, y la injerencia de una mo-
ral no homogénea de una sociedad pluralista, como la que existe
hoy en el mundo en el que la ética ha dejado de ser la kantiana,
y que admite que la muerte es, a veces, preferible a una vida en
determinadas condiciones, es necesario recurrir a la Bioética co-
mo forma de lograr un compatibilización que permita alcanzar
mínimos morales comunes a todos los individuos, con los cuales
se puedan respetar aun concepciones no mayoritarias y evitar im-
posiciones que resulten propicias para la comisión de excesos.
Si la tarea conciliadora la realizamos a través de la Bioéti-
ca, debemos hacer una tarea integradora de sus principios fun-
damentales: el de beneficencia/no maleficencia, en mérito al
cual aun los más recalcitrantes opositores a la eutanasia objetan
el encarnizamiento terapéutico, por lo que no tenemos duda de
que la muerte es, a veces, preferible a una vida en determinadas
condiciones, sea que nos estemos refiriendo al paciente termi-
nal, a quien se le evitará una cruel agonía, sea que nos refiramos
a la persona afectada por padecimientos que le resultan inso-
portables, haciendo de su vida un calvario sin futuro ni esperan-
za alguna de recuperación; y el de autonomía, a través del cual
rescatamos la singular individualidad de un paciente cuya volun-
tad, muchas veces expresada aun antes de desatarse el proceso
de morir, es clara y reiterada en el sentido de evitarse una muerte
degradante que, incluso, se obvia para los animales.
Acá queremos también resaltar la contradicción que vemos
en la negativa valoración que se hace cuando alguien pide poner
fin a su vida a través de una práctica eutanásica, frente a la
meritoria valoración de quien, sabiendo que con ello morirá, cede
su salvavidas en un naufragio.
No se nos escapa que en el último supuesto el altruismo y
la solidaridad inclinan la balanza, pero nos preguntamos por qué
aparecen condenas morales y legales cuando una persona, ago-
biada por insoportables sufrimientos, decide acortar la inevita-
ARRIBÉRE La muerte, la dignidad del hombre... 415

ble definición buscando así el descanso y la paz que no ha te-


nido, quizás, durante largo tiempo.
Creemos que no corresponde discriminar una actitud de la
otra, estigmatizando la eutanasia, ya que el hilo conductor co-
mún a ambas conductas es el mismo: la muerte y la posibilidad
de que quien es titular de la vida resuelva también de la muerte
que le es propia, y pueda disponer de ella por altruismo o para
su propio beneficio, conforme a la ley.
Pensamos que en ambos supuestos nos encontramos ante
conductas propias de la autodeterminación del individuo, actua-
das con libertad y cuya apreciación crítica debe realizarse con
un criterio de igualdad, lo que nos lleva sostener la dignidad de
la muerte asistida, ya que se articula dentro de un criterio ético
en el que los valores de libertad, igualdad y digitad configuran,
además, el eje de los derechos humanos40.
Éste es, sin duda ninguna, uno de los paradigmas más sus-
tanciales, conflictivos y necesarios que deberemos resolver en
este siglo xxi.

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40
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