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La Gran Divergencia Antes de 1800 Población y Recursos PDF
La Gran Divergencia Antes de 1800 Población y Recursos PDF
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
Contenido
1.1 LA TARDÍA APARICIÓN DE MALTHUS ................................................................ 2
1.2 LAS VARIACIONES EN LA DENSIDAD DE POBLACIÓN ................................. 10
1.3 EL HAMBRE Y LOS OTROS JINETES ................................................................... 17
CONCLUSIÓN ................................................................................................................. 26
RECURSOS BIBLIOGRÁFICOS .................................................................................... 27
1
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
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BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
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GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
(cuidado
con
las
palabras:
los
economistas
le
ponen
la
palabra
“ley”
a
casi
cualquier
cosa).
Es
algo
bastante
sensato.
Y
es
aplicable
no
sólo
a
la
agricultura
sino
a
cualquier
actividad
económica
pues
siempre
hay
un
factor
fijo.
De
no
ser
cierta
todo
el
trigo
del
planeta
podría
obtenerse
en
una
maceta;
bastaría
con
ir
incorporando
suficientes
factores
productivos.
Evidentemente,
por
mucho
trabajo,
luz,
agua
o
abono
que
añadamos
a
la
maceta
llegará
un
momento
en
el
que
no
podremos
producir
ni
un
solo
grano
adicional
de
trigo.
Malthus
argumentaba
que
la
población
estaba
condenada
a
padecer
hambrunas
debido
a
la
existencia
de
ese
mismo
factor
fijo;
es
decir,
de
unos
recursos
limitados
por
el
mero
tamaño
de
La
Tierra.
O
mejor
dicho,
de
Gran
Bretaña,
pues
el
ámbito
de
su
análisis
era
su
país.
A
medida
que
la
población
aumentara,
la
incorporación
de
más
campesinos
a
las
labores
agrícolas
generaría
rendimientos
progresivamente
menores,
por
lo
que
sería
inevitable
la
aparición
de
una
carestía.
En
concreto
(aunque
tampoco
concretó
mucho)
Malthus
pensaba
que
el
crecimiento
de
la
producción
de
alimentos
seguía
una
progresión
aritmética,
mientras
que
el
de
la
población
era
geométrico.
Siguiendo
el
ejemplo
que
él
propuso,
cada
25
años
los
recursos
alimenticios
de
Gran
Bretaña
se
incrementarían
en
una
cuantía
fija;
por
ejemplo,
6,
8,
10,
12,
14...
En
cambio,
la
población
de
un
determinado
año
sería
igual
a
la
de
25
años
atrás,
multiplicada
por
cierto
factor;
por
ejemplo,
seguiría
una
evolución
2,
4,
8,
16,
32...
Nótese
que
los
rendimientos
agrícolas
son
decrecientes,
pues
a
pesar
de
que
incorporamos
una
cantidad
creciente
de
“factor
trabajo”
–en
cada
período,
2,
4,
8,
16…
millones
de
personas–
la
producción
sólo
crece
en
2.
Por
tanto,
los
rendimientos,
la
productividad
por
trabajador
o
habitante,
decrecerán:
6/2,
8/4,
10/8,
12/16,
14/32…
Obviamente,
tarde
o
temprano
se
produciría
una
enorme
escasez.
Malthus
también
creía
que
pocas
veces
se
llegaría
a
una
situación
como
ésta
debido
a
que
antes
entrarían
en
funcionamiento
ciertos
frenos
al
crecimiento
demográfico.
Estos
eran
clasificados
en
dos
grupos:
positivos
(o
represivos)
y
preventivos.
Los
primeros
serían
la
enfermedad,
la
guerra,
el
hambre
y,
en
general,
todas
los
procesos
o
acontecimientos
que
provocasen
una
gran
mortandad;
y,
por
tanto,
una
reducción
del
tamaño
de
la
población.
Los
segundos
serían
los
que
redujesen
la
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RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
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DIVERGENCIA.
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Población
y
Recursos
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Aplicada
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Historia
Económica.
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DIVERGENCIA.
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NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
llegados
a
un
territorio
virgen
tendrían
cuatro
hijos;
pero
provistos
de
una
sola
espiga
de
trigo
teóricamente
estarían
cosechado
1022
toneladas
métricas
de
trigo,
lo
que
es
una
cantidad
de
cereal
varios
órdenes
de
magnitud
mayor
que
toda
la
actual
producción
mundial.
Por
supuesto,
todo
esto
es
un
disparate.
Las
comunidades
de
seres
vivos,
ya
sean
hombres,
vacas
o
plantas
de
trigo,
no
crecen
de
forma
geométrica
durante
mucho
tiempo.
Cuando
esto
sucede
los
seres
vivos
con
ciclos
reproductivos
más
largos,
que
también
son
los
situados
en
los
estadios
superiores
de
la
cadena
trófica,
tienen
cierta
ventaja
sobre
los
demás.
Por
eso,
cuando
hay
abundancia
de
tierras
(y
granos),
el
número
de
hombres
puede
crecer
geométricamente
durante
algún
tiempo.
Pero
más
pronto
que
tarde
esto
acaba
porque
siempre
hay
un
factor
constante
y
limitativo:
la
tierra
para
el
trigo,
y
el
trigo
(por
tanto,
también
la
tierra)
para
los
hombres.
De
hecho,
la
misma
idea
del
crecimiento
aritmético
es
una
tontería.
Por
lento
que
fuera,
tarde
o
temprano
las
poblaciones
de
seres
vivos
se
enfrentarían
a
rendimientos
decrecientes
derivados
de
la
existencia
del
mismo
factor
constante,
la
tierra.
De
ahí
que
salvo
en
breves
períodos,
el
crecimiento
de
los
alimentos
ha
seguido
una
evolución
similar
a
la
de
los
seres
humanos.
O
mejor
dicho,
el
crecimiento
del
número
seres
humanos
ha
seguido
una
evolución
similar
a
la
de
los
alimentos.
Evidentemente,
si
existen
factores
constantes,
si
no
hay
más
tierra
de
la
que
hay,
Malthus
debería
haber
acertado
en
su
previsión
de
que
tarde
o
temprano
su
país
(o
el
mundo
entero)
llegaría
a
una
situación
crítica
derivada
de
la
insuficiencia
de
alimentos.
Afortunadamente
erró;
y
por
mucho.
Por
ejemplo,
él
preveía
que,
de
no
suceder
una
catástrofe,
a
finales
del
siglo
XIX
Inglaterra
alcanzaría
112
millones
de
habitantes,
pero
sólo
produciría
alimentos
para
unos
35
millones.
Hoy
en
día
viven
más
de
50
millones
de
personas,
60
en
todo
el
Reino
Unido,
un
país
que
es
un
exportador
neto
de
alimentos.
La
falibilidad
de
Malthus
no
es
excepcional;
más
bien,
es
la
norma
dentro
del
maltusianismo.
Hasta
ahora,
las
previsiones
inspiradas
por
pensadores
maltusianos
una
y
otra
vez
se
han
visto
refutadas
por
el
paso
del
tiempo.
Lo
que
no
ha
frenado
su
expansión.
La
abundante
producción
milenarista
–“los
límites
del
crecimiento”
del
Club
de
Roma,
“la
bomba
poblacional”
de
Paul
Ehrlich,
“el
pico
del
petróleo”
de
King
Hubbert,
la
“teoría
de
Olduvai”
de
Richard
Duncan,
etc.
–
5
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
parece
seguir
una
tendencia
geométrica
de
crecimiento,
en
la
que
tampoco
se
advierte
la
proximidad
de
un
colapso.
La
pésima
capacidad
predictiva
de
Malthus
(y
de
algunos
maltusianos)
se
explica
por
dos
motivos.
En
primer
lugar,
por
la
caída
de
la
tasa
de
natalidad.
Al
final,
la
gente
resultó
ser
más
inteligente
de
lo
que
parecía
y
supo
poner
en
marcha
mecanismos
preventivos.
El
segundo
motivo
que
llevó
a
Malthus
al
error
fue
el
no
haber
otorgado
suficiente
importancia
al
progreso
tecnológico.
Ello
era
coherente
con
su
propia
experiencia
como
terrateniente,
hombre
de
la
Iglesia
y
profesor
universitario;
profesiones
que
tienen
en
común
una
gran
predisposición
al
conservadurismo
intelectual
(¡especialmente,
la
última !).
Salvo
Marx,
los
economistas
clásicos
incurrieron
en
el
mismo
error
de
perspectiva.
No
es
que
ignorasen
el
progreso
técnico;
simplemente
no
fueron
capaces
de
imaginar
las
consecuencias
que
tendría
a
largo
plazo.
Y
esto
es
lógico,
pues
su
atención
no
estaba
puesta
en
la
tecnología
sino
en
la
división
del
trabajo
y
la
libertad
de
comercio.
Estos
asuntos
son
muy
importantes
porque
permiten
explicar
fuertes
incrementos
en
la
productividad;
es
lo
que
se
conoce
como
“crecimiento
smithiano”
(de
Adam
Smith).
Pero
no
es,
ni
mucho
menos,
la
única
fuente
de
crecimiento.
Hay
otra
más
importante
y
permanente
derivada
del
cambio
técnico.
Sólo
si
la
ignoramos
y
suponemos
que
la
función
de
producción
es
constante
o
cambia
muy
lentamente,
es
lógico
suponer
la
existencia
de
factores
fijos
que
implican
la
temprana
aparición
de
rendimientos
decrecientes.
A
efectos
prácticos,
o
históricos,
se
pueden
decir
dos
cosas.
Primero,
que
hasta
ahora
los
recursos
han
sido
relativamente
abundantes.
Durante
siglos
o
milenios
el
aumento
de
la
población
se
ha
sostenido
en
incrementos
de
la
producción
derivados
de
la
ocupación
de
nuevas
tierras
y,
en
general,
de
la
explotación
de
nuevos
recursos.
El
principal
factor
que
ha
limitado
el
crecimiento
no
ha
sido
físico,
sino
institucional;
las
restricciones
a
la
explotación
derivadas
de
la
forma
de
propiedad,
así
como
de
los
mecanismos
de
extracción
del
excedente.
Segundo,
en
los
últimos
dos
siglos
el
desplazamiento
de
la
función
de
producción
como
consecuencia
de
la
incorporación
de
nuevas
tecnologías
ha
hecho
que
se
incremente
extraordinariamente
la
productividad
por
unidad
de
factor
(hombres,
tierra,
etc.).
Hoy
por
hoy,
y
al
margen
de
esos
“fallos
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BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
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y
Recursos
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Historia
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NO-‐EUROPA
ANTES
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1800:
Población
y
Recursos
los
frenos
preventivos
o
positivos
cuando
la
gente
moría
tan
pronto
y
tan
fácilmente.
Mathus
no
“apareció”
tarde
en
la
Historia;
simplemente,
no
podía
haber
aparecido
antes.
Surgió
en
una
nación
que
empezaba
a
estar
realmente
poblada,
y
en
la
que
los
recursos
naturales
empezaban
a
escasear.
De
hecho,
la
extracción
masiva
de
carbón
mineral,
que
comenzó
poco
más
o
menos
en
su
generación,
fue
una
consecuencia
de
la
deforestación
de
Gran
Bretaña;
es
decir,
de
la
escasez
de
carbón
vegetal.
Ciertamente,
con
anterioridad
situaciones
de
carestía
se
habían
sufrido
en
otros
lugares;
pero
normalmente
se
habían
resuelto
con
la
búsqueda
y
explotación
de
nuevos
recursos,
a
veces
combinada
con
una
reducción
drástica
de
la
población
por
guerras
o
epidemias.
Sólo
en
la
Inglaterra
de
finales
del
XVIII
se
dieron
las
circunstancias
demográficas
y
culturales
que
posibilitaron
la
aparición
de
un
escritor
como
Malthus;
que,
por
cierto,
cosechó
un
notable
éxito
de
ventas.
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Aplicada
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Historia
Económica.
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1800:
Población
y
Recursos
Pero
esto
nos
lleva
a
otra
cuestión.
Si
los
indios
fueron
los
primeros
en
llegar
a
América,
y
si
disponían
de
tantos
recursos,
¿por
qué
al
cabo
de
varios
miles
de
años
seguían
siendo
tan
pocos?
Sencillamente
porque
la
forma
en
la
que
obtenían
alimentos
exigía
mucho
espacio.
Desde
una
perspectiva
alimenticia,
los
iroqueses
como
muchos
otros
indios
de
Norteamérica,
eran
“oportunistas”.
Es
decir,
no
tenían
una
actividad
económica
principal,
sino
varias
que
practicaban
con
más
o
menos
dedicación
según
la
época
del
año
o
el
lugar
en
el
que
se
asentaban
(a
menudo,
temporalmente).
Conocían
cierta
horticultura,
recogían
frutos
del
bosque,
cazaban,
pescaban
e
incluso
obtenían
alimentos
del
intercambio.
Hicieran
lo
que
hiciesen,
no
eran
grandes
agricultores.
No
cultivaban
extensos
campos
de
trigo
como
los
europeos,
o
maizales
como
los
aztecas.
Por
eso
mismo,
el
daño
que
causaban
al
medio
ambiente
era
muy
reducido;
pero
también
por
eso
eran
muy
pocos.
Desde
una
perspectiva
ecológica
no
cabe
duda
de
que
los
“buenos”
eran
los
indios.
Pero
esto
no
es
un
curso
de
Ecología
ni
una
película
(moderna)
del
Oeste.
Esto
es
un
curso
sobre
la
gran
divergencia,
en
el
que
el
“éxito”
(si
se
puede
hablar
de
éxito)
viene
determinado
por
el
tamaño
de
la
población
y
sus
condiciones
de
vida.
En
este
sentido,
los
indios
iroqueses
son
un
rotundo
“fracaso”.
Nótese
que,
desde
una
perspectiva
maltusiana
o
neomaltusiana
no
estaban
menos
condicionados
que
los
quebecoises.
Al
final,
todos
se
enfrentaban
a
unos
recursos
limitados
y
unos
rendimientos
decrecientes.
La
diferencia
estaba
en
que,
por
mor
de
progreso
tecnológico
–la
agricultura–
los
indios
tenían
un
techo
demográfico
mucho
más
bajo
que
los
franceses.
La
desigual
distribución
de
la
población
en
el
Canadá
francés
hacia
1700
no
era
una
situación
extraña
en
el
resto
del
continente.
En
gran
parte,
esto
era
debido
a
las
diferencias
en
los
modos
en
los
que
la
gente
obtenía
su
alimento.
Donde
la
población
vivía
de
la
caza,
la
pesca,
la
recolección
de
alimentos,
la
ganadería
o
algún
modo
sencillo
de
agricultura,
como
la
roza,
la
productividad
por
unidad
de
superficie
era
muy
pequeña,
y
en
consecuencia
lo
era
también
la
densidad
demográfica.
Lo
contrario
sucedía
en
los
lugares
en
los
que
se
practicaba
una
agricultura
más
o
menos
intensiva.
Pero
las
diferencias
dentro
de
cada
grupo
eran,
a
su
vez,
muy
considerables,
hasta
el
punto
de
que
la
densidad
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NO-‐EUROPA
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1800:
Población
y
Recursos
explicarse
por
la
existencia
de
grandes
espacios
naturales
próximos
a
los
lugares
donde
vivían
los
seres
humanos.
De
hecho,
según
algunos
historiadores
esos
espacios
salvajes
habrían
sido
cruciales
para
impedir
la
existencia
de
un
poder
único
en
la
India
con
anterioridad
a
la
conquista
británica.
Como
veremos,
quizás
lo
llamativo
de
todo
esto
es
que,
con
todas
sus
alimañas,
hacia
1650
o
1700
la
India
era
el
país
con
mayor
número
de
habitantes
del
planeta.
1.3
EL
HAMBRE
Y
LOS
OTROS
JINETES
Al
margen
de
las
migraciones,
el
que
una
población
crezca
en
un
momento
determinado
sólo
depende
de
que
nazca
más
gente
de
la
que
muere.
Otra
forma
más
pedante
de
decir
lo
mismo
es
ésta:
la
tasa
de
natalidad
debe
ser
mayor
que
la
tasa
de
mortalidad;
es
decir,
el
número
de
nacidos
vivos
por
cada
mil
habitantes
debe
ser
mayor
que
el
número
de
fallecidos
por
cada
mil
habitantes
(su
signo
es
‰,
no
%).
A
medio
o
largo
plazo
esas
tasas
pueden
variar
de
acuerdo
a
muchos
factores.
Por
ejemplo,
con
el
tiempo
una
comunidad
que
envejece
verá
cómo
se
reduce
su
tasa
de
natalidad
y
aumenta
la
de
mortalidad.
Pero
envejecida
o
rejuvenecida,
la
comunidad
crecerá
si
nacen
más
niños
que
viejos
mueren.
La
parte
del
crecimiento
demográfico
que
sólo
se
explica
por
la
natalidad
y
la
mortalidad
–es
decir,
la
que
no
incluye
los
movimientos
migratorios–
se
denomina
crecimiento
vegetativo,
y
se
mide
por
su
propia
tasa
que
es
la
diferencia
de
las
dos
anteriores.
Se
conoce
como
tasa
de
fertilidad
el
número
de
hijos
vivos
nacidos
por
cada
mujer
(también
podría
decirse
por
cada
hombre
o
pareja).
Obviamente,
a
largo
plazo
para
que
una
población
sea
viable
es
necesario
que
esa
tasa
sea
igual
o
mayor
que
2.
Pero
en
la
práctica
tiene
que
ser
todavía
más
elevada.
Para
comprenderlo
podemos
acudir
a
otro
concepto
relacionado
con
el
anterior,
la
“tasa
de
fertilidad
de
reemplazo”,
que
es
el
número
de
niños
(y
niñas)
que
nacen
de
cada
mujer
y
que
llegan
a
la
edad
fértil,
la
adolescencia.
La
idea
es
que
no
basta
con
tener
niños;
para
que
una
sociedad
continúe
es
necesario
que,
además,
se
hagan
mayores
y
17
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
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GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
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2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
lógico
es
tener
no
menos
de
cuatro
hijos,
y
contar
con
la
contingencia
de
que
mueran
dos
de
ellos.
Por
supuesto,
no
parece
probable
que
una
pareja
haga
un
análisis
tan
“frío”
de
sus
expectativas
vitales.
O
quizás
sí.
En
cualquier
caso,
esto
no
es
importante.
Lo
decisivo
es
que
la
sociedad
en
su
conjunto
imponía
ese
patrón
de
conducta.
Así,
el
reconocimiento
social
de
las
mujeres,
pero
también
de
los
hombres,
venía
dado
por
el
número
de
hijos
vivos
que
podían
traer
al
mundo.
En
ocasiones,
incluso
hubo
una
sanción
legal.
En
la
España
del
Siglo
de
Oro
se
creó
la
figura
del
“hidalgo
de
bragueta”
o
“bragueteros”,
con
la
que
se
reconocía
una
cierta
condición
noble
a
aquellos
pecheros
(los
que
“pechan”,
pagan
impuestos)
que
hubiesen
tenido
siete
hijos
varones
consecutivos
(o
doce
no
consecutivos).
Estos
reconocimientos
públicos
dicen
mucho
sobre
las
preocupaciones
de
la
sociedad;
se
premia
a
los
padres
que
tienen
muchos
hijos
porque
en
la
España
de
entonces
faltaban
soldados.
Más
allá
del
caso
particular
de
un
imperio
que
se
derrumba,
las
sociedades
tradicionales
reconocían
la
decisión
de
tener
muchos
hijos
precisamente
porque
su
probabilidad
de
supervivencia
era
muy
baja.
De
este
modo,
una
elevada
tasa
de
natalidad
es
la
respuesta
de
la
sociedad
ante
la
frecuencia
de
la
muerte.
Es
la
consecuencia,
no
la
causa;
la
variable
dependiente
de
una
función
que
tiene
como
variable
independiente
a
la
tasa
de
mortalidad.
Este
modelo
en
el
que
las
tasas
de
natalidad
y
mortalidad
son
muy
elevadas
y,
por
tanto,
el
crecimiento
vegetativo
es
muy
bajo,
se
conoce
como
“régimen
demográfico
antiguo”.
Se
denomina
así
por
oposición
al
“régimen
demográfico
moderno”
en
el
que
sucede
algo
muy
distinto
pero
con
el
mismo
resultado:
tasas
de
natalidad
y
mortalidad
muy
bajas
con
un
crecimiento
vegetativo
igualmente
bajo.
El
paso
de
un
régimen
demográfico
antiguo
a
otro
moderno
es
un
proceso
bien
conocido
y
denominado
“transición
demográfica”.
No
es
objeto
de
estudio
en
este
curso
abierto
porque
antes
de
1800,
de
la
Revolución
industrial,
no
se
produjo
ninguna
de
esas
transiciones.
No
obstante,
conviene
saber
lo
siguiente:
la
transición
demográfica
se
caracteriza
por
un
descenso
no
simultáneo
de
las
dos
tasas
de
natalidad
y
mortalidad.
Es
decir,
primero
desciende
la
tasa
de
mortalidad
y
a
continuación,
y
como
consecuencia
de
ello,
desciende
la
de
natalidad.
19
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
2014
LA
GRAN
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LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
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(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
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LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
Las
causas
de
las
hambrunas
son
muy
reveladoras.
La
mayor
parte
estuvieron
relacionadas
con
la
guerra,
como
la
de
Finlandia
a
comienzos
del
siglo
XVIII
o
España
a
comienzos
del
XIX.
Con
excepción
de
las
nórdicas,
en
particular
las
de
Finlandia
(como
las
de
1695-‐97
y
1866-‐68),
y
probablemente
también
la
gran
hambruna
de
1315-‐17,
hay
otro
factor
común:
no
se
produjeron
por
falta
de
alimentos
sino
por
problemas
en
su
distribución
o
“fallos
de
mercado”.
Por
supuesto,
el
detonante
casi
siempre
era
una
mala
cosecha.
Pero
en
sí
misma
ésta
no
suele
traer
el
hambre.
Lo
que
realmente
determina
que
un
grupo
más
o
menos
numeroso
de
personas
muera
por
inanición
no
es
la
cantidad
total
de
alimentos,
que
siempre
es
suficiente,
sino
los
mecanismos
que
permiten
su
adquisición
por
la
gente.
El
caso
más
sangrante
pudo
ser
la
“crisis
de
la
patata”
de
Irlanda
en
la
década
de
1840.
Mientras
muchos
aldeanos
morían
de
hambre
en
las
workhouses
o
emigraban
(si
podían)
hacia
Estados
Unidos,
el
país
seguía
exportando
trigo
a
Gran
Bretaña.
La
razón
era
simple
y
terrible:
los
ingleses
podían
pagar
por
ese
grano
lo
que
los
irlandeses
no
podían
pagar.
Algo
parecido,
pero
no
del
todo
igual,
se
puede
decir
del
hambre
en
el
resto
del
mundo.
La
principal
diferencia
es
que
las
hambrunas
fuera
de
Europa
han
sido
más
frecuentes
y
han
causado
un
número
muy
elevado
de
víctimas,
sobre
todo
en
tiempos
recientes.
De
hecho,
las
grandes
catástrofes
alimentarias
han
ocurrido
en
la
segunda
mitad
del
siglo
XX:
China
(1959-‐61),
Biafra
(1967-‐70),
Cuerno
de
África
(recurrentes
episodios
desde
la
década
de
1970),
Sahel
(1968-‐72),
Bengala
(1974),
Corea
del
Norte
(1996)
y
otras.
Ciertamente,
hoy
en
día
las
hambrunas
son
pocas
y
muy
localizadas;
casi
todas
en
la
franja
de
tierra
africana
que
se
extiende
entre
Mali
y
Somalia.
Pero
aún
hay
en
el
planeta
un
número
considerable
de
personas
que
padecen
una
severa
malnutrición.
Con
anterioridad
a
la
segunda
mitad
del
siglo
XX
hubo
varias
hambrunas
graves.
En
Ucrania
y
Rusia
(1917-‐23
y
1932-‐33),
en
el
Norte
de
China
(1898
y
durante
la
rebelión
taiping),
en
el
Norte
de
Brasil
(1877-‐
1878)
y,
sobre
todo,
en
la
India:
Bengala
en
1769-‐70,
1776-‐77
y
1943,
Delhi
y
alrededores
en
1783-‐84,
Orissa
en
1866-‐68,
el
Sur
en
1876-‐78,
India
Occidental
en
1869
y
1896-‐98,
etc.
Sin
embargo,
antes
del
siglo
XIX
21
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
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LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
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GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
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LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
hace
500
o
mil
años,
se
pueden
dar
muchos
contra-‐argumentos.
Pero
con
uno
basta:
quienes
declaran
la
guerra,
incluso
quienes
hacen
la
guerra,
no
pasan
hambre.
No
tengo
conocimiento
de
que
Napoleón,
Aurangzeb,
Timur
o
Trajano
se
hayan
lanzado
al
combate
para
satisfacer
su
gula.
Sus
motivos
eran
diferentes
y,
a
veces,
complejos.
Pero
el
poderoso
ni
ve,
ni
le
importa,
ni
le
afecta
el
sufrimiento
que
ahí
fuera
del
palacio.
Otra
cosa
es
que
la
guerra
propagase
el
hambre
y
la
enfermedad.
Esto
ocurrió
muchas
veces,
aunque
muchas
otras
no.
En
todo
caso,
esa
relación
es
la
contraria
de
la
que
nos
interesa.
La
relación
entre
enfermedad
y
malnutrición
es
más
interesante.
Es
cierto
que
algunas
enfermedades
epidémicas
se
relacionan
con
las
condiciones
del
paciente,
y
que
una
mala
alimentación
facilita
la
morbilidad
y
mortalidad.
El
problema
de
esta
hipótesis
es
que
la
mayor
parte
de
las
grandes
epidemias
anteriores
al
siglo
XIX,
y
las
más
graves,
fueron
causadas
por
bacilos
que
nada
tienen
que
ver
con
la
alimentación.
Una
reciente
clasificación
de
las
enfermedades
atendiendo
a
esta
influencia
definía
como
“mínima”
(podría
decirse
“nula”)
la
de
la
peste
bubónica,
la
viruela,
la
malaria
y
las
fiebres
tifoideas,
entre
otras.
Precisamente
esas
cuatro
enfermedades,
junto
al
sarampión,
fueron
las
causantes
de
la
mayor
parte
de
las
grandes
epidemias
históricas.
En
la
misma
clasificación
se
define
como
“equívoca
o
variable”
la
influencia
de
la
alimentación
en
otras
enfermedades
epidémicas
que
normalmente
han
sido
menos
letales,
como
el
tifus,
la
gripe
y
la
difteria.
Las
únicas
enfermedades
epidémicas
importantes
en
las
que
la
nutrición
parece
tener
una
influencia
“clara”
son
el
cólera,
la
tuberculosis,
el
sarampión,
la
lepra
y
la
tos
ferina.
Las
dos
primeras
son
características
de
los
dos
últimos
siglos
(aunque
quizás
esto
sea
una
impresión
derivada
de
la
desaparición
de
otras
epidemias
más
graves).
Como
era
de
prever,
el
cólera
aparece
vinculado
a
las
grandes
hambrunas
indias.
En
cualquier
caso,
sólo
el
sarampión,
y
en
épocas
más
bien
lejanas,
parece
haber
sido
una
enfermedad
epidémica
comparable
a
la
peste,
la
viruela
o
la
malaria.
No
obstante,
la
mala
alimentación
sí
tiene
una
influencia
considerable
sobre
la
morbilidad
y
mortalidad
de
enfermedades
que
no
tienen
un
carácter
epidémico,
como
las
diarreas,
las
neumonías,
los
parásitos
intestinales,
los
herpes,
etc.
Ahora
bien;
esa
mortalidad
infecciosa
23
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
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UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
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(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
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2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
histórica
que
tenemos
también
es
muy
deficiente
(en
Europa
se
habla
de
“pestes”
de
modo
genérico,
no
con
referencia
a
la
bubónica,
precisamente
porque
a
menudo
se
desconoce
qué
enfermedades
eran),
lo
más
probable
es
que
muchas
dudas
queden
sin
resolver.
Pero
nada
hace
pensar
que
haya
razones
económicas
de
ningún
tipo
detrás
de
su
aparición.
Y,
como
hemos
visto,
incluso
sus
consecuencias
son,
en
la
mayor
parte
de
los
casos,
independientes
de
las
condiciones
económicas.
Así
pues,
¿qué
queda
del
maltusianismo?
Desde
la
perspectiva
de
la
Historia,
es
un
modelo
potencialmente
utilizable
en
la
Europa
de
la
Baja
Edad
media
y
de
la
Edad
moderna,
un
territorio
intensamente
humanizado;
así
como
otros
de
características
semejantes,
como
Japón.
Aquí
los
hombres
eran
(relativamente)
muchos
y
llevaban
muchos
siglos
practicando
la
agricultura,
de
modo
que
se
habían
reducido
las
posibilidades
de
ocupación
de
nuevos
territorios
(dicho
sea
de
paso,
esto
no
es
realmente
cierto
en
Europa
hasta
tiempos
muy
recientes,
pero
dejémoslo
estar).
Además,
en
la
Edad
Media
ese
espacio
reunía
otra
característica
esencial:
las
tecnologías
agrícolas
se
empleaban
de
forma
óptima,
y
se
desconocían
o
no
existían
técnicas
nuevas
que
permitan
un
aumento
de
la
productividad
agrícola
(dicho
sea
de
paso,
esto
tampoco
es
cierto,
al
menos
a
partir
de
un
determinado
momento
en
una
parte
de
Europa;
pero
dejémoslo
estar).
Debido
a
la
confluencia
de
estas
circunstancias,
las
teorías
maltusianas
tienen
cierta
utilidad
y
sirven
para
explicar
imperfectamente
los
ciclos
de
precios
y
producciones
agrícolas,
lo
que
no
deja
de
tener
algún
interés.
Además,
es
pedagógicamente
muy
interesante
para
los
estudios
de
Economía.
Pero
si
de
lo
que
se
trata
es
de
la
gente,
de
explicar
las
grandes
tendencias
de
la
población,
de
escribir
la
Historia
económica
tal
y
como
se
define
la
Historia
económica;
o
simplemente,
de
escribir
la
Historia,
es
decir,
en
el
largo
plazo,
el
maltusianismo
es
inútil.
25
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
|
UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
CONCLUSIÓN
Con
cierta
sorna,
un
historiador
económico
decía
que
los
trabajos
sobre
demografía
histórica
comienzan
con
Malthus,
continúan
con
Malthus,
y
terminan
con
Malthus.
Siendo
una
broma,
hay
mucho
de
cierto.
Y
dice
muy
poco
sobre
nuestra
profesión.
Mutatis
mutandis,
la
situación
recuerda,
por
oposición,
al
éter
de
la
teoría
de
la
luz
de
finales
del
siglo
XIX
y
comienzos
del
XX.
Ciertamente,
se
escribió
mucho
sobre
esa
misteriosa
sustancia.
Pero
desde
el
momento
en
el
que
Michelson
y
Morley
construyeron
el
interferómetro,
y
Einstein
publicó
su
Teoría
especial
de
la
relatividad,
nadie
volvió
a
acordarse
del
éter,
y
quedó
relegado
a
los
libros
de
la
Historia
de
la
Ciencia,
que
es
donde
debe
estar.
Me
gustaría
que
sucediera
lo
mismo
con
Malthus,
y
que
de
una
vez
por
todas
le
“echásemos
siete
llaves
a
ese
sepulcro”.
Con
ello
no
trato
de
decir
que
las
cuestiones
demográficas
no
sean
importantes.
Todo
lo
contrario:
son
las
más
importantes
porque
la
Historia
Económica
no
trata
de
dinero,
intereses
o
constructos
mentales,
sino
de
gente.
Y
las
personas
nacen,
se
reproducen
y
mueren.
El
problema
del
esquema
propuesto
por
Malthus
es
que
no
responde
a
la
realidad
histórica,
o
es
inútil,
o
las
dos
cosas
a
la
vez.
Su
visión
de
una
Humanidad
constreñida
por
la
falta
de
alimentos
y
la
incapacidad
de
controlar
sus
impulsos
sexuales,
y
condenada
una
y
otra
vez
a
la
miseria
y
el
hambre,
no
se
corresponde
con
lo
que
ha
venido
sucediendo
en
los
últimos
siglos.
Pero
entonces,
¿por
qué
no
“enterramos”
de
una
vez
este
“cadáver”?
A
mi
juicio,
porque
no
tenemos
nada
mejor
que
ofrecer.
Somos
como
los
borrachos
que
buscan
las
llaves
de
su
casa
debajo
de
una
farola
sabiendo
que
no
las
han
perdido
ahí,
pero
consolados
por
el
hecho
de
que
ahí
hay
luz
para
buscarlas.
Claro
que
quizás
se
puedan
contar
historias
interesantes
con
un
mínimo
rigor
y
sin
necesidad
de
recurrir
a
modelos
ilusorios.
Es
lo
que
trataré
de
hacer
en
los
próximos
capítulos.
26
RAFAEL
BARQUÍN
GIL
(Economía
Aplicada
e
Historia
Económica.
UNED)
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UNED
2014
LA
GRAN
DIVERGENCIA.
LA
NO-‐EUROPA
ANTES
DE
1800:
Población
y
Recursos
RECURSOS
BIBLIOGRÁFICOS
• Jones,
Eric
Lionel,
1994:
El
milagro
europeo,
Alianza
• Livi-‐Bacci,
Massimo,
1990:
Historia
mínima
de
la
población
mundial,
Crítica.
• Malthus,
Robert,
1803:
An
Essay
on
the
Principle
of
Population
• O’Grada,
Cormac,
2009:
Famine,
a
short
history.
Princeton
University
Press.
• Rotberg,
Robert
I.
y
Rabb,
Theodore
K.,
(comp),
1990:
El
hambre
en
la
Historia,
Siglo
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• Sen,
Amartya,
1982:
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Oxford
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Press.
• Thornton,
Russell,
1987:
American
Indian
Holocaust
and
Survival:
A
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History
Since
1492.
University
of
Oklahoma
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27
RAFAEL BARQUÍN GIL (Economía Aplicada e Historia Económica. UNED) | UNED 2014