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CAPITULO 1

TEMA:

Análisis del sector agrícola-ganadero y su incidencia en la economía del Ecuador

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La agricultura es uno de los ejes fundamentales para la encomia del país, este

sector aporta el 8.5% en el PIB del país. Es el sector agrícola el que alimenta el comercio

del país. Los productos agrícolas como banano, cacao, flores, café, plátano, entre otros,

constituyen los artículos principales de las exportaciones del Ecuador. Si el proceso de

desarrollo de la agricultura es fluido, las exportaciones aumentan y las importaciones se

reducen considerablemente.

La última encuesta nacional realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y

censos(INEC), señala que el sector de la agricultura, Ganadería, caza, silvicultura y pesca

concentra la mayor participación de empleo en el país con un porcentaje del 29.3% en

segundo semestre del año 2017.

La complejidad el sector agrícola se debe a que los trabajadores son autónomos

por este motivo las personas que se dedican a esta actividad no reciben una remuneración

fija es decir el trabajador es dueño de su finca y trabajan toda la familia, en este caso el

gobierno emite regularizaciones laborales, y no se enfoca en aportar a la producción

familiar.

En el año 2017 no habido una reorientación significativa de la distribución del

gasto público para la agricultura familiar e indígena que ha estado descuidada por el

estado.
El sector agrícola que se centra en la producción de los campesinos al año 2018

sigue con el problema de baja productividad, personas quienes se dedican a producir

frutas, verduras y hortalizas, enfrentan grandes dificultades ya que los altos costos de

producción hacen que no sean competitivos frente los países vecinos tales como

Colombia y Perú. Los cuales realizan contrabando de cebollas, limones, y gran variedad

de fruta, lo cual es un factor muy significativo para la desaceleración de este sector.

Objetivo general

Realizar un análisis del sector Agrícola- ganadero, para determinare su incidencia

en el crecimiento de la economía del Ecuador.

Objetivos específicos

 Cuantificar el ingreso promedio de actividad agrícola en las familias productoras.

 Determinar las causas que generen una desaceleración de la producción agrícola

en el país.

 Establecer el nivel de conocimiento que poseen los agricultores acerca de la

actividad de producción agrícola ganadera.


Macro

En las economías del mundo, las políticas públicas que impulsan el desarrollo,

fortalecimiento o consolidación de los sectores, determina en gran medida la

competitividad del país del que se trate. De acuerdo con (Gómez Camacho, 2018) en este

contexto, la agricultura es una de las principales generadoras de alimentos, ingresos y

empleo, particularmente en territorios rurales. Todas las acciones estratégicas que

fomenten este sector, sin duda, coadyuvarán a alcanzar la seguridad alimentaria con miras

a un desarrollo integral sustentable.

La Agroindustria por su parte, enfoca sus esfuerzos hacia la transformación de los

productos provenientes de la agricultura, ganadería, forestal y pesca. Este sector es el

responsable de los procesos de producción, transformación y comercialización de

productos primarios, añadiendo valor y dirigiendo sus esfuerzos hacia el mercado,

mediante la integración vertical que articula el proceso, desde el campo hasta el

consumidor o comprador final. El valor agregado en las agroindustrias se muestra de

manera tangible a través de los empaques, embalajes, conservación, almacenaje,

transporte y disponibilidad de productos procesados.

Los países en desarrollo al evidenciar impactos negativos en la atmósfera, la tierra

y la salud de los seres humanos por el uso acelerado de fertilizantes en las clásicas

prácticas agrícolas, a finales del siglo XX, promueven formas agrarias innovadoras y

amigables para los ecosistemas, entre ellas, la Agricultura Orgánica (AO). En este

sentido, la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura Biológica

(IFOAM) citado por (Ortiz, 2013), hace referencia a una práctica fundamentada en la

preservación de los recursos ecológicos y al desarrollo sustentable de los individuos, al


evitar el empleo de pesticidas y compuestos químicos, a fin de alcanzar la plena

autonomía nutricional.

A nivel global, es una gran lucha combatir el desequilibrio alimenticio causante

de un sin número de enfermedades. Sin embargo, organizaciones como: el Instituto de

Investigaciones para la Agricultura Orgánica (FIBL), la IFOAM, la Organización de las

Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y, la Reunión de Alto Nivel

sobre Seguridad Alimentaria para todos (RANSA), a través del establecimiento de

normas garantizan la rentabilidad y sostenibilidad de las actividades agrícolas,

responsables en la parte financiera, sociocultural y con los espacios ambientales.

En consecuencia, (Toledo, 2012) afirma, que según los datos generales por

continentes, se obtiene: “un total de 35 millones de tierras producidas por 1,4 millones de

productores, dentro de dicha cantidad comprende Oceanía con un 12,1; Europa con 8,2 y

Latinoamérica con 8,1 millones de hectáreas”. Es decir, que debido al apoyo de estas

entidades a partir del 2008 la producción ecológica tiene un crecimiento, según la

(IFOAM, 2017) es de sesenta millones de hectáreas ocupadas para el cultivo orgánico.

Además, permite abarcar un amplio mercado en relación a la parte comercial y

transaccional, valorado aproximadamente en ochenta millones de dólares, esto como

resultado del establecimiento de políticas internacionales respaldadas por la Organización

de las Naciones Unidas (ONU), las cuales estimulan el aprovechamiento de los suelos

con tratamientos que preservan la proliferación y reducen las nubes de contaminación.

La producción y consumo de productos alimenticios tiene una distribución

geográfica mundial, entre los factores más importantes que influyen en la producción esta

el tamaño de la población, tipo de vegetación, desarrollo económico de una nación, por

ejemplo. El mayor productor de arroz del mundo es China que en 2010 produjo
197.2 millones de toneladas, el segundo es la India con 120 millones, el tercero es

Indonesia con 66.4 millones, la producción de trigo la lidera China con 115 millones de

toneladas en 2010 seguida por India (80 millones) y Estados Unidos 60 millones, Estados

Unidos es el líder mundial en la producción de maíz, 333 millones de toneladas en 2009

seguido por China, 163 millones, Brasil 51 millones y México 21 millones, la producción

del banano la lidera India que produce alrededor del 28% del total mundial (29.8 millones

de toneladas) seguida por China con 9.9 millones, Filipinas con 9.1 millones y Ecuador

con 7.9 millones, se produjeron alrededor de 69 millones de toneladas de manzanas en

2010 y China produjo casi la mitad de estas, 33 millones. Otros productores importantes

son Estados Unidos (4.2 millones) y Turquía (2.6 millones) y Brasil es líder mundial en

la producción de café verde con 43.00 sacos de 60kg en 2011, seguido por Vietnam con

20.000 sacos, Indonesia 8.250 y Colombia 7.800.

Según (FAO, 2014) En los últimos años, las tasas de crecimiento de la producción

agropecuaria mundial y los rendimientos de los cultivos han disminuido. Esto ha

suscitado temores de que el mundo no sea capaz de incrementar lo suficiente la

producción de alimentos y otros productos para asegurar una alimentación adecuada de

la población futura.

La disminución no se ha producido a causa de la escasez de tierra o agua, sino más

bien debido a que la demanda de productos agropecuarios ha disminuido. Las tasas de

crecimiento de la población mundial han ido disminuyendo desde finales de los años

sesenta y en muchos países se están alcanzando ahora niveles bastante altos de consumo

de alimentos per cápita, por encima de los cuales incrementos adicionales serán limitados.

Además, una parte persistentemente alta de la población mundial sigue sumida en una

pobreza absoluta y carece de los ingresos necesarios para transformar sus necesidades en

una demanda efectiva.


Se han dado grandes pasos para mejorar la seguridad alimentaria. La proporción

de personas que viven en países en desarrollo con una ingesta media de alimentos por

debajo de 2 200 calorías diarias disminuyó del 57 por ciento en 1964-66 a sólo el 10 por

ciento en 1997-99. No obstante, 776 millones personas que viven en países en desarrollo

siguen padeciendo desnutrición, es decir, una de cada seis personas aproximadamente.

Se espera que continúe el progreso global con respecto a la nutrición, en paralelo

a una reducción de la pobreza, según las previsiones del Banco Mundial. La incidencia

de la desnutrición debe descender del 17 por ciento de la población de los países en

desarrollo en la actualidad al 11 por ciento en 2015 y a sólo el 6 por ciento en 2030. Para

el año 2030, se prevé que las tres cuartas partes de la población del mundo en desarrollo

vivirán en países en los que menos del 5 por ciento de la población padecerá desnutrición.

Meso
De acuerdo con (OIT, 2014) América Latina y el Caribe es una región que es

eminentemente urbana, pero aún hay una gran parte de la población que habita en el campo.

Particularmente son las mujeres las que predominan en la economía informal rural, en condiciones

laborales precarias y donde la pobreza es persistente.

Juntamente con la organización (IICA, 2015) que hace referencia la agricultura de

América Latina y el Caribe (ALC) se ha desarrollado dentro de un contexto macroeconómico

retador; sin embargo, gracias a los incrementos en su productividad, el agro logró crecer más que

el resto de sectores en los últimos años.

En la región la pobreza entre la población rural bajó solo de 62 % a 49% durante la última

década (2002-2011), pese al aumento de las agro-exportaciones, al auge agrícola y al crecimiento

económico registrado por América Latina. Un informe elaborado por OIT junto con CEPAL y

(FAO, 2014) concluyó que esta pobreza se asocia con la existencia de pequeños productores
agrícolas de baja productividad y la mala distribución de tierras. Pero a pesar de que en la mayoría

de los países la incidencia de la pobreza más alta se da entre los trabajadores por cuenta propia,

en varios de ellos la mayoría de los pobres rurales son asalariados.

En el medio rural, la actividad dominante es la agricultura y la ganadería, que genera el

60 por ciento de los ingresos rurales. Esta actividad tiene algunos sectores modernos, prósperos

y generadores de empleo, con salarios razonables y efectos multiplicadores en la economía rural.

Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, se trata de una agricultura tradicional, de

baja productividad, poco articulada con la agroindustria, dependiente de tecnologías poco

intensivas en capital y que utiliza mano de obra no calificada. Eso explica, en parte, los bajos

salarios que se pagan y los ingresos limitados de los productores que dependen principalmente de

ese tipo de explotaciones.

La globalización y la progresiva liberalización de los mercados agropecuarios

mundiales representarán un importante estímulo para que los países latinoamericanos

intenten aumentar la productividad y la competitividad internacional de sus producciones

agrícolas y ganaderas, en consonancia con un modelo de crecimiento económico basado

en la búsqueda de beneficios a corto plazo. Esto conducirá sin duda alguna a la

profundización de los clásicos antagonismos entre la agricultura comercial y capitalista,

ejercida por los complejos agroindustriales controlados por las empresas transnacionales

y los grandes agricultores locales, y la agricultura campesina, condenada a la precariedad.

Tanto la creciente pobreza rural, por un lado, como la intensificación productiva,

por otro, llevan consigo la degradación de los ecosistemas y graves desequilibrios

ecológicos que acentúan los agudos problemas ambientales heredados de la revolución

verde y del papel dependiente y periférico de América latina dentro del capitalismo

mundial.
La ganadería tiene una importancia clave para América Latina y el Caribe (ALC)

al representar una fuente de alimentos básicos que contribuye a la seguridad alimentaria

de su población, así como un sector fundamental para la economía de los países de la

región. El progreso y la transformación del sector ganadero ofrecen oportunidades

económicas y de reducción de la pobreza, pero el rápido ritmo del cambio podría marginar

a los pequeños ganaderos. Por otra parte, deben abordarse los posibles riesgos que el

desarrollo de la ganadería puede representar para el medioambiente y la salud humana

con vistas a garantizar la sostenibilidad del sector.

El sector pecuario en América Latina y el Caribe (ALC), según datos de la FAO,

contribuye con el 46 % del Producto Interno Bruto Agrícola y ha crecido a una tasa anual

del 3,7 %, superior a la tasa promedio de crecimiento global. Especialmente, la ganadería

ha tenido un enorme crecimiento en el Cono Sur debido al incremento de la demanda

mundial por productos de origen animal. Este acelerado crecimiento ha permitido que

ALC se convierta en la región que más carne bovina y carne de ave exporta a nivel

mundial.

Como lo menciona la (FAO, 2014) Cerca del 70 por ciento de las áreas de pastoreo de

ALC se encuentran en proceso de degradación a diversos niveles. La deforestación

provocada por el aumento de sistemas extensivos de pastoreo es una característica común

en ciertos países de la región, pero existen estrategias tecnológicas y de manejo para hacer

una intensificación sostenible de la producción pecuaria. Los procesos de ordenamiento,

zonificación y planificación de la producción ganadera son fundamentales en los

programas de desarrollo rural y territorial. La gestión de los residuos producidos por la

ganadería supone otro desafío importante en la región. Sirva como ejemplo el sector

porcino intensivo en ALC, que cuenta entre sus retos más importantes, entre otros, el

tratamiento de residuos para reducir el impacto medioambiental, particularmente la


contaminación de las cuencas hidrográficas y la necesidad de sensibilizar a los

productores en relación a las cuestiones relacionadas con el impacto ambiental.

Es decir, con una adecuada gestión, el sector ganadero puede desempeñar un papel

clave en la mitigación de los efectos provocados por el cambio climático. Recuperar áreas

degradadas e impulsar modelos de ganadería sostenible conlleva beneficios económicos,

sociales y ambientales. Invertir en la recuperación de suelos degradados, además de

aumentar la productividad por unidad de superficie, reduce el riesgo ambiental y la

vulnerabilidad a los efectos del cambio climático al reducirse la deforestación asociada

con la expansión de la ganadería, aumentando a su vez la producción de alimentos y

generando beneficios para millones de familias rurales.

Micro
Establece (FAO, 2014)

La agricultura familiar incluye todas las actividades agrícolas de base familiar y

está relacionada con varios ámbitos del desarrollo rural. La agricultura familiar es

una forma de clasificar la producción agrícola, forestal, pesquera, pastoril y

acuícola gestionada y operada por una familia y que depende principalmente de la

mano de obra familiar, incluyendo tanto a mujeres como a hombres.

La agricultura y la ganadería en el Ecuador es una de las principales fuentes de

empleo e ingreso para las familias ecuatorianas por lo que su producción en estas

diferentes actividades ayuda a la economía tanto para el Estado y para sus familiares.
Se puede considerar que a través del tiempo estas actividades han ido

disminuyendo por la carencia de atención que se encuentra actualmente por lo que se ve

afectado por el riesgo en la agricultura familiar la cual esta radica en la escasa rentabilidad

y como consecuencia consideramos aspectos como es la educación, tecnología, acceso a

recursos económicos, y capacitación y eso hace que mucha gente migre a las ciudades.

Además, los jóvenes no quieren seguir con este tipo de actividades debido a su estatus

social ellos eligen otras formas para migrar a otras ciudades y alejándose de la agricultura.

Afirma (Houtart, 2014)

En el Ecuador 3 millones de personas viven de la agricultura familiar. Ellos

producen la mayor parte de la alimentación del país. Aseguran así la soberanía alimentaria

nacional. Sin embargo, este sector no está valorizado. Al contrario, los pequeños

agricultores, especialmente si son indígenas, son a menudo despreciados, poco

productivos y condenados a la pobreza en sus minifundios.

La poca atención que tiene la agricultura y varios factores que se consideran como

la principal que es por la variación de climas hace que los cultivos se pierdan o que tengan

algún tipo de afectación en cuanto a sus cultivos y considerando todo esto hace que las

familias tomen otras decisiones que ayuden a su economía por lo que se dedican a otras

actividades y se olviden de sus tierras.

La Agricultura Familiar, Campesina y Comunitaria, cumple con diversas

funciones como son la auto-alimentación, abastecimiento de las ciudades, protección de

la biodiversidad, conservación de la calidad de los suelos y del agua por su carácter

generalmente orgánico haciendo de esta manera una correcta administración y uso

adecuado de los suelos.


Hay elementos que sobresalen de la agricultura familiar en el caso ecuatoriano por

un lado el problema del envejecimiento de los jefes de los hogares rurales por lo que

conlleva que se está perdiendo estas costumbres y la gente que es líder de esta actividad

ya no pueden continuar llevando a producir más, y como consecuencia de esto es la causa

de enfermedades y ya no pueden cultivar.

El estado debe poner más énfasis en el aspecto de agricultura y ganadero del

Ecuador porque la mayoría de familias, necesita de un proceso de reactivación urgente a

través de políticas públicas adecuadas que permitan cumplir además de los tradicionales

roles socio-culturales, aquellos desafíos económicos que en el momento actual enfrenta.

Las principales actividades que el gobierno debe poner es dar mayor énfasis en la

diversificación de tierra, brindar una mayor abastecimiento de agua para la mejor

comercialización y de esta manera tener un modelo productivo, dar un apoyo a la

agricultura comunitaria indígena, proporcionar un mejor desarrollo territorial e incentivar

programas académicos e investigación propuestos por un equipo de trabajo con la

finalidad de no perder las grandes cualidades que brinda la ganadería y la agricultura.

Se debe considerar dar una motivación a los niños que conozcan la agricultura

familiar ya que la juventud abandona el campo y hay que revalorar ña vocación de

agricultor y pensar desde ahora en quienes serán los futuros proveedores de alimentos,

salvaguardando la naturaleza y la soberanía alimentaria.

El problema es que no existe una movilización social que pueda impulsar las leyes

que benefician a la agricultura familiar y que afectan intereses económicos de los agro-

negocios rurales. La falta de este capital social en el medio rural es más que evidente

frente a problemas centrales como la concentración de tierras y la pobreza rural.


Las políticas agrícolas y ganaderas, ambientales y sociales deben promover un

cambio hacia un desarrollo más equitativo y equilibrado con la cooperación regional para

aumentar la conciencia y la comprensión de los desafíos a los que se enfrentan los

pequeños campesinos y ayudar a identificar formas eficaces de apoyo a la agricultura

familiar.

Además de las políticas adecuadas que deberían implementarse en relación a

tecnología, crédito, capacitación, mercados de proximidad, nos parece central fortalecer

sobre todo el capital social de estos productores familiares. Es necesario crear y fortalecer

los niveles de cooperación para poder enfrentar los desafíos y amenazas del mercado.

El rol de los jóvenes y las mujeres rurales entran también en este conjunto de

políticas orientadas a la dinamización de los territorios. la pobreza rural que no puede ser

mágicamente resuelto a través de políticas públicas orientadas a la agricultura familiar.

Según (Martínez, 2013)

En el caso ecuatoriano, el incremento de la pobreza rural en la costa, por

ejemplo, obedece a los procesos de concentración capitalista que afecta la

estabilidad de la economía campesina y genera proceso de proletarización

inclusive en viejas áreas de intervención de reforma agraria. Las políticas públicas

en este caso no pasan por la agricultura familiar pues ésta se encontraría en crisis,

sino en frenar los procesos de concentración de tierra, lo que requiere de políticas

de redistribución de este recurso. En la sierra, en cambio, la pobreza se encuentra

enconchada en los bolsones de población indígena afectados por bajos niveles de


educación, pocos y degradado recurso en tierra, crisis de las organizaciones

tradicionales.

La crisis que afecta a las familias que se dedican a estas actividades como son

ganaderas y agrícolas están expuestas a grandes cambios tanto en el precio que se va a

dar en el mercado porque siempre va a ver una diversificación de precios es ahí que puede

ocurrir que tengan una perdida en cuanto a sus cultivos y cría de animales.

La reactivación y consolidación de la ganadería y agricultura abre un espacio para

disminuir la pobreza en territorios altamente necesarios y sin opciones de redistribución

de tierra, como puede ser el caso de la sierra. No obstante, para que esta alternativa sea

viable, se requiere de mejoramientos en el nivel de educación y en el capital social para

poder asumir en una escala diferente los retos de una inserción en una economía más

diversificada.

En los territorios no solo está presente la agricultura familiar, sino también la

agricultura empresarial. La situación más conflictiva es aquella donde la agricultura

empresarial es la predominante en términos económicos y deja poco o ningún margen

para la consolidación de la agricultura familiar.

Para que el país haga de la Agricultura una prioridad. Permitiría en primer lugar
revisar y limitar las actividades agrícolas que acaban con la biodiversidad,
contaminan los suelos y las aguas, generan un alto nivel de emisiones de gases de
efecto invernadero, disminuyen el empleo, aceleran las migraciones internas y
externas, damnifican la salud de los trabajadores y de la población

Bibliografía

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