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El realismo expresión vigente en el séptimo arte

Por Mabel Osorio Pedraza


Código 2005840
Mabelosorio0505@gmail.com

El cine en el mundo moderno es un dispositivo de relevancia para la transmisión de la cultura, es

una creación humana que tiene como característica principal difundir visiones particulares a cerca

de la cosmovisión, las relaciones sociales, económicas y políticas, la configuración positivista del

futuro sujetos a la ciencia, entre otros. La cinematografía, tiene la capacidad de estimular al público

cognitiva, psicológica y emocionalmente; pero ¿en qué radica esta característica? Esta reside en la

utilización adecuada de elementos absolutos pero abstractos de otros artefactos anteriores a él, pero

recuperados, adaptados y empoderados en la creación de esta nueva forma artística. Para lograrlo,

para alcanzar la catarsis de los espectadores, el cine mueve a las emociones humanas a partir de la

estimulación de los sentidos, es decir desarrolla la empatía o la antipatía, según sea el caso,

posibilitando el establecimiento de diferentes tipos de vínculos entre los asistentes y las vivencias

casi siempre estereotipadas de sus personajes. Sin embargo, aunque suene como una tarea de fácil

adquisición, muy por lo contrario, es el reto que destaca una experiencia fílmica de otra. Casi se

puede decir que las películas que logran estos estándares son las que se inscriben en la historia del

hombre, pues logra la purga de los sentimientos a partir de la captura de elementos reales y

vinculantes del hombre y de la sociedad.

En este sentido, cuando el cineasta logra la comprensión total de la naturaleza del hombre

puede predecir su comportamiento y sus respuestas ante diferentes eventos de la vida y, es


entonces, cuando el objetivo inicial del cine que es captar el movimiento de lo real para ser

trasmitido encuentra su camino y captura ya no en una imagen un instante como lo hace la cámara

para la fotografía, ni en la unidad de acción como lo hace el teatro clásico, un reflejo de la realidad

lo más verosímil posible para que en el espectador obre la credibilidad de las acciones y emociones

que rápidamente pasan el filtro de lo racional y que a su vez llevan a la vinculación emotiva y

detonan la catarsis. Es decir, el cine usa como principal retórica una realista que a partir de la

representación y narración de hechos y personajes que encuentran su referente en el mundo real

tapiza de verosimilitud el filme como obra plena y absoluta capaz de suscitar en el otro.

Así pues, el ejercicio de la cinematografía se irgue como una profesión rigurosa que responde

desde la cientificidad las necesidades pragmáticas del mundo, llenando con su trabajo espacios

que por mucho tiempo pertenecieron a otras artes como lo son la literatura, la escultura, la música,

el teatro y otras más recientes como la fotografía, señalando una evolución tácita en los niveles de

percepción y abstracción del hombre en búsqueda de placer. De este modo, la construcción de goce

a partir de los sentidos, la búsqueda incansable de asir verdad y la universalidad no se extingue

con la llegada del cine, sino que, por el contrario, se refuerza a través de éste y principalmente

desde del uso de otros lenguajes y manifestaciones de la expresión humana que terminan por

reflejar el conocimiento del mundo y sus leyes naturales.

Por tanto, muy a pesar del ideal original que da lugar al cine en el ejercicio de capturar con la

cámara aquello que reflejara lo real en movimiento y de acuerdo al objetivo de su raíz principal

que es la fotografía, lo real en la pantalla grande se ve desdibujado, hoy por hoy la cinematografía

se ha visto invadida por la deconstrucción del imaginario que dio piso a su creación y se ocupa de

distraer a los espectadores con sobrecargados efecto Hollywoodenses que validan más la estética

de la percepción que la trama y la argumentación en sí mismas haciendo más difícil determinar los
verdaderos criterios de valoración del séptimo arte. Sin embargo, y como un ave fénix que se

renace desde sus cenizas se eleva el realismo como aquella cualidad que dota de verosimilitud la

representación y la narración en el cine.

En este sentido, filmes como siete años en el Tíbet, la lista de Schindler y Joy: el nombre del

éxito demuestran que el realismo como expresión artística se mantiene y busca reflejar lo real por

medio de la representación que es capturada como secuencias de acciones reconocidas que cuadran

totalmente con diversos referentes de la condición humana y con la utilización de elementos

históricos como contexto de la obra. Detalle con el cual logra encajar en lo racional del espectador

quien califica como posible el hecho narrado y representado, situación que a su vez valida la

verosimilitud de la creación, asegura el paso del primer filtro al desarmar con ello al espectador

quien baja la guardia y se permite la permeación de los sentidos para dejar estimular en sí las

emociones más humanas que se pueden alcanzar en la catarsis.

Es por esta razón, que a la búsqueda de la comprensión del cine subyacen diferentes tipos de

discusión como la comparación cine-lenguaje que encuentra su sustento en teorías y ensayos

semióticos que ponderan el establecimiento de una relación directa entre ambas y que dan lugar a

una semiótica del cine nutrida a partir de los postulados de una semiótica del signo “no lingüístico”

que si bien según Barthes, Greimas y Gennett (Pulecio, s.f., p. 78) no expresan como una lengua

si representan y transmiten significación. Es decir, el cine a partir de la utilización de unos mínimos

del realismo construye sentido. De otra parte, otra discusión preponderante es la que hoy encuentra

lugar en este texto, y es la significación fílmica en relación con la realidad que establece en sí

misma la existencia de un “significado imaginario” que es percibido por el espectador, quien a su

vez establece la relación entre tres caras de una misma moneda a leer: el “significado imaginario”,
“significante imaginario” y signo que es se toma directamente del entorno y que representa lo real

y tangible.

De acuerdo con lo anterior, el uso del realismo como recurso retórico de la creación

cinematográfica establece los paradigmas de la comprensión y de la verosimilitud del mismo, que

para alcanzar dicha empresa dotan de una paleta de referentes sociales, culturales, de espacio y de

tiempo su producción, de modo tal, que el espectador va organizando mentalmente hasta hacer

encajar con su imaginario de mundo real todo aquello que el cineasta ha establecido como realidad

factual, y que posibilita la comprensión, la identificación, la valoración y la catarsis. Un ejemplo

de ello es lo sucedido en el filme la lista de Schindler(1993) que se edifica a partir de un evento

catastrófico en el mundo que ha dejado con profundidad huellas en el hombre que ponen en

discusión hasta su calidad de humano. Esta película basada en un libro y en un hecho real ocurrido

en la segunda guerra mundial ofrece principalmente estos elementos de lo real como contexto que

da origen a la percepción de realidad, y aunque se presuponga que al ser arte producido a partir de

la literatura guarda en sí profunda relación con la ficción, son los referentes históricos aquellos

que se encargan de ubicar en el imaginario del hombre los hechos como posible y verdaderos así

como son verdaderas las emociones y sentimientos que se suscitan a partir de él.

De igual forma la utilización de esta retórica de lo real se preocupa por representar en toda su

expresión el mundo, es decir, recoge en el filme todos los elementos de la realidad tangible y los

utiliza para la construcción de lo verosímil, en especial da voz a personajes de todo tipo, raza,

estado civil, situación socioeconómica; escenario que carga al cine de una característica positiva,

ya que ofrece al espectador la posibilidad de verse representado, o identificar en la construcción

psicológica del personaje elementos propios que llevan a la creación de vinculo por

reconocimiento de si mismo o del otro, estado que favorece la catarsis en el público, tal como
sucede con el teatro. Ejemplo claro se encuentra en las tres películas citadas en las cuales el

protagónico de cada una recae y ofrece voz a personajes de diferente caracterización que se aleja

de la representación romántica de un modo específico de hombre o de paladín que, por su situación

económica, de posición social o de importancia monárquica debe ser representado. Así,

encontramos a una Joy, mujer sencilla de una clase media, con problemáticas económicas y

familiares reales siendo el foco central de la película.

De este modo, el cine retoma otros elementos del realismo para lograr lo creíble del personaje,

es decir, lo construye atento a las condiciones reales del individuo al que representa, a partir de

estereotipos que manifiestan detalles como el vestuario que es acorde a la profesión, edad,

situación socio económica, del personaje. La construcción socioafectiva de las relaciones

familiares y de interacción con el otro, como es el caso de siete años en el Tíbet (1997), y Joy: el

nombre del éxito (2015), la dotación de una voz que puede ser leída desde dos perspectivas, de una

parte que corresponda a lo representado, es decir, que se encuentre acorde con las características

del personaje, de acuerdo con los mismos criterios a los que obedece la selección del vestuario, y

principalmente debe ser conforme al desarrollo cognoscitivo mismo y a su situación educacional,

es decir la voz propia en el personaje implica las características lingüísticas en consonancia y

adaptadas al ser único que representan. De otra parte, la duración de expresión de la voz, siempre

que el filme incluya voz, expresa la relevancia del personaje en la narración. De este modo un

personaje principal poseerá una voz más persistente en el desarrollo de la propuesta

cinematográfica y se verá reflejada en diálogos más amplios contundentes y emotivos, pues la

puesta en escena se debe por entero a él.

Por otra parte, un evento característico del cine que no contradice el realismo porque se

originan en él mismo es el uso de tópicos literarios dentro del filme que persuaden y atrapa el ser
sediento de ficción que busca en el arte un escape a su realidad y que son logrados a partir de

historias que como en el caso de estas tres películas retoman temáticas sociales y de del hombre,

apelando a sentimientos, vivencias y hechos que se repiten a lo largo de la historia del hombre y

de la literatura, así, usa el tópico Militia species amor est (el amor es un tipo de lucha)en el cual la

las relaciones interpersonales como las de Heinrich en de siete años en el Tíbet y de Amon Göth

en la lista de Schindler de configuran como personajes fuertemente torturados por sus relaciones

amorosas que de distintas formas representan una lucha persona e interna entre el deber ser y el

ser pasional que llevan dentro e incluso en Joy en Joy: el nombre del éxito que defraudada por sus

múltiples fracasos amorosos desiste a él como si se pudiera omitir de la vida desconociendo la

dimensión social y afectiva del ser humano. Así mismo usa el carpen diem, y el tempus fugit

conjuntamente relacionando la importancia de no desaprovechar el hoy, porque el mañana no

acepta más que remordimiento por lo dejado para más tarde.

En conclusión, las producciones cinematográficas para lograr la validación de sus propuestas,

requieren de unos mínimos y unos máximos realistas que desempeñen el rol contextual del

argumento, basados en el establecimiento de relaciones entre el lenguaje representativo y lo real

(Tonelli, J. s.f.)., sujetos a la percepción estética de su obra y principalmente a la construcción de

sentido logrado a partir de una semiótica del cine que prescriba la pertinencia del uso de signos y

simbologías para abstracción de significación y superposición de los objetos de contemplación que

no son más que las dinámicas sociales y la conducta del hombre que dan lugar a las historias que

son viables de representar, como ocurre con siete años en el Tíbet, la lista de Schindler y Joy: el

nombre del éxito filmes que representan las historias de vida basadas en hechos reales que son

trasformados en ficción sin perder su verosimilitud gracias a esos referentes de la realidad que no

desprecian, sino que hacen suyos y difunden.


Bibliografía

Bejarano, C. (s.f). Realismo y estética audiovisual, el caso del cinemClásico. Universidad

Nacional de La Plata.

Galfione, M.V., y Roldán, E. M. (2017) “Realismo artístico e imagen cinematográfica: un

problema estético de Vertov a Kluge”, en Escritura e Imagen 13, 179-198.

Pulecio, E. (s.f.). El cine: análisis y estética. Ministerio de cultura Republica de Colombia.

Recuperado de:

http://www.mincultura.gov.co/areas/cinematografia/publicaciones/Documents/El%20Cine%2C

%20An%C3%A1lisis%20y%20Est%C3%A9tica.pdf

Tonelli, J. (s.f.). El realismo cinematográfico: ¿técnica o lenguaje?. Recuperado de:

http://elgranotro.com/index.php/el-realismo-cinematografico-tecnica-o-lenguaje/

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