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Ahorrar energía significa reducir su consumo consiguiendo los mismos resultados que gastando más.

Disminuir el gasto de energía comporta muchos beneficios, ahorra dinero y protege el medio
ambiente. Generar energía supone beneficiarse de unas fuentes naturales preciosas como el
carbón, el petróleo o el gas

Casi todos los productos de uso diario generan un impacto energético, que se evidencia
teniendo en cuenta la energía que gastan a lo largo de su ciclo vital: producción, utilización y
término. En la mayoría de los casos la fase más importante es la vida útil. En el caso de los
plásticos, por ejemplo, son uno de los materiales de mayor rendimiento energético que
existen. En la fase de utilización, los productos de plástico contribuyen a ahorrar más energía
que la que se necesita para fabricarlos. Un ejemplo: al elegir una botella de agua envasada en
un material ligero como el plástico, hay que recordar que cuanto más ligero es el envase,
menos energía se gasta en transportarlo. Con lo cual, el camión que transporta esas botellas de
plástico necesita menos carburante para funcionar.

¿Qué podemos hacer para ahorrar energía?

En Internet hay muchísimas páginas informativas que proponen ideas para ahorrar energía.
Algunas propuestas son:

Cambiar el medio de locomoción, utilizar más el transporte público, o si es posible dejar el


coche e ir a pie o en bicicleta

Reducir la calefacción de la casa 1ºC, cerrar las ventanas mientras haya calefacción, llevar ropa
cálida

Elegir productos con envases que pesen poco

Apagar las luces y los enchufes cuando no se utilicen, utilizar bombillas de bajo gasto
energético

Reutilizar las bolsas de plástico (para ir a la compra, etc)

Usar el microondas en lugar del horno para calentar la comida

Utilizar pilas recargables en lugar de desechables

¿Qué efecto tienen los materiales en el medio ambiente?

OBRAS PARA LA MEJORA DE LA EFICIENCIA ENERGÉTICA

A lo largo de la vida útil de una vivienda se realizan varias obras. Algunas son reformas para
adaptar el uso a las nuevas necesidades que plantean los usuarios. Otras obras las
englobaríamos dentro de un proceso normal de mantenimiento de la finca. Y por último
tendríamos las obras asociadas a intervenciones de rehabilitación causadas por el deterioro de
la finca por un bajo o nulo mantenimiento.
Aprovechar todas estas obras para mejorar la eficiencia energética de una vivienda es una
ocasión que no podemos dejar pasar. Si no se nos ocurre qué o cómo intervenir en esta línea,
os recomendamos que os pongáis en manos de un experto en la materia (un arquitecto o un
arquitecto técnico por ejemplo).

A grandes rasgos os diremos que las intervenciones más claras en esta línea son las que
mejoran el aislamiento térmico de los elementos envolventes, es decir, (fachadas, medianeras
y cubiertas). En estos casos la solución pasa por añadir aislamiento térmico, ya sea por el
interior o por el exterior. Otras de las intervenciones en esta línea son la sustitución de
ventanas por otras con rotura de puente térmico y dotadas de cristales con cámara y de baja
emisividad térmica. Posiblemente sean las intervenciones más importantes que os planteamos,
pero también son las más efectivas para poder ahorrar energía.

MEJORA DE INSTALACIONES

El salto evolutivo y tecnológico en las instalaciones es impresionante. Desde sistemas de


producción de energía más eficientes (cogeneración) pasando por fuentes de energía más
baratas y respetuosas con el medio ambiente (biomasa), existe un amplio abanico de opciones.
Incluso la aplicación de la domótica al control de las instalaciones y elementos es una
alternativa a evaluar.

También podemos incidir en el diseño de las instalaciones para mejorar su eficiencia. En


muchas ocasiones basta con aplicar algo de sentido común en estos casos.

SUSTITUCIÓN DE ELECTRODOMÉSTICOS

Miremos donde miremos de nuestro hogar veremos un aparato electrónico. En el momento


que su vida útil llega a su fin optemos por sustituirlos por otros con mejor calificación
energética. Sólo bastará con que miremos la etiqueta energética. Esto implica ahorrar energía
de una forma directa.
MANTENIMIENTOS

Cuando nos compramos un coche solemos consultar el manual de mantenimiento. Pues en


nuestro hogar pasa lo mismo: asegurar que las ventanas cierran bien, que el rendimiento de la
caldera es el adecuado, purgar radiadores, limpiar las placas solares, restituir elementos
deteriorados por el paso del tiempo… Todas estas intervenciones son básicas para garantizar la
eficiencia energética y también para mejorar el buen estado de nuestro hogar en su conjunto.

CAMBIO DE HÁBITOS

Y cuando todo lo anterior lo tenemos, llega lo más importante sobre lo que incidir: nosotros
mismos. El uso racional de las energías basado en unos hábitos adecuados es lo que finalmente
nos permitirá reducir el consumo de energía de una manera efectiva. Acciones como: poner
lavados a baja temperatura, no meter alimentos calientes en la nevera, abrir la nevera lo
imprescindible, no dejar electrodomésticos en stand by, ajustar la temperatura de la
calefacción, de la refrigeración, del congelador o del frigorífico a niveles razonables, apagar las
luces cuando no las necesitemos, apagar la calefacción si vamos a estar un periodo largo fuera
de nuestro hogar…. ¡Hay infinidad de acciones centradas en cambios de hábitos personales!

En nuestra vida diaria empleamos muchos materiales: la madera, el metal, el vidrio y los
plásticos, todos con consecuencias en el medio ambiente; debemos ser conscientes de esas
consecuencias. Por ejemplo, cuanto menos pesa un producto, menos carburante se necesita
para transportarlo. Una maleta pesada en el portaequipajes representa gastar más carburante.
Lo mismo ocurre con todos los embalajes. Por lo tanto, comprar comida sin envase o con uno
ligero ayuda a proteger el medio ambiente.

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