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Disminuir el gasto de energía comporta muchos beneficios, ahorra dinero y protege el medio
ambiente. Generar energía supone beneficiarse de unas fuentes naturales preciosas como el
carbón, el petróleo o el gas
Casi todos los productos de uso diario generan un impacto energético, que se evidencia
teniendo en cuenta la energía que gastan a lo largo de su ciclo vital: producción, utilización y
término. En la mayoría de los casos la fase más importante es la vida útil. En el caso de los
plásticos, por ejemplo, son uno de los materiales de mayor rendimiento energético que
existen. En la fase de utilización, los productos de plástico contribuyen a ahorrar más energía
que la que se necesita para fabricarlos. Un ejemplo: al elegir una botella de agua envasada en
un material ligero como el plástico, hay que recordar que cuanto más ligero es el envase,
menos energía se gasta en transportarlo. Con lo cual, el camión que transporta esas botellas de
plástico necesita menos carburante para funcionar.
En Internet hay muchísimas páginas informativas que proponen ideas para ahorrar energía.
Algunas propuestas son:
Reducir la calefacción de la casa 1ºC, cerrar las ventanas mientras haya calefacción, llevar ropa
cálida
Apagar las luces y los enchufes cuando no se utilicen, utilizar bombillas de bajo gasto
energético
A lo largo de la vida útil de una vivienda se realizan varias obras. Algunas son reformas para
adaptar el uso a las nuevas necesidades que plantean los usuarios. Otras obras las
englobaríamos dentro de un proceso normal de mantenimiento de la finca. Y por último
tendríamos las obras asociadas a intervenciones de rehabilitación causadas por el deterioro de
la finca por un bajo o nulo mantenimiento.
Aprovechar todas estas obras para mejorar la eficiencia energética de una vivienda es una
ocasión que no podemos dejar pasar. Si no se nos ocurre qué o cómo intervenir en esta línea,
os recomendamos que os pongáis en manos de un experto en la materia (un arquitecto o un
arquitecto técnico por ejemplo).
A grandes rasgos os diremos que las intervenciones más claras en esta línea son las que
mejoran el aislamiento térmico de los elementos envolventes, es decir, (fachadas, medianeras
y cubiertas). En estos casos la solución pasa por añadir aislamiento térmico, ya sea por el
interior o por el exterior. Otras de las intervenciones en esta línea son la sustitución de
ventanas por otras con rotura de puente térmico y dotadas de cristales con cámara y de baja
emisividad térmica. Posiblemente sean las intervenciones más importantes que os planteamos,
pero también son las más efectivas para poder ahorrar energía.
MEJORA DE INSTALACIONES
SUSTITUCIÓN DE ELECTRODOMÉSTICOS
CAMBIO DE HÁBITOS
Y cuando todo lo anterior lo tenemos, llega lo más importante sobre lo que incidir: nosotros
mismos. El uso racional de las energías basado en unos hábitos adecuados es lo que finalmente
nos permitirá reducir el consumo de energía de una manera efectiva. Acciones como: poner
lavados a baja temperatura, no meter alimentos calientes en la nevera, abrir la nevera lo
imprescindible, no dejar electrodomésticos en stand by, ajustar la temperatura de la
calefacción, de la refrigeración, del congelador o del frigorífico a niveles razonables, apagar las
luces cuando no las necesitemos, apagar la calefacción si vamos a estar un periodo largo fuera
de nuestro hogar…. ¡Hay infinidad de acciones centradas en cambios de hábitos personales!
En nuestra vida diaria empleamos muchos materiales: la madera, el metal, el vidrio y los
plásticos, todos con consecuencias en el medio ambiente; debemos ser conscientes de esas
consecuencias. Por ejemplo, cuanto menos pesa un producto, menos carburante se necesita
para transportarlo. Una maleta pesada en el portaequipajes representa gastar más carburante.
Lo mismo ocurre con todos los embalajes. Por lo tanto, comprar comida sin envase o con uno
ligero ayuda a proteger el medio ambiente.