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BARBA RIZADA
Este es un relato Tang favorito, que se destaca por una caracterización y un diálogo
agudos. Con toda probabilidad fue escrito por Tu Kwang-t'ing (850-933 de la era
193 del T'aip'ing Kwangchi, pero existen textos con leves variaciones, algunos de los
cuales lo adscriben a cierto Chang Yueh. Historias legendarias han surgido en torno a
Taiyuan.
de la gran dinastía Tang. En cierto modo los hombres de ese gran período tenían mayor
estatura; su imaginación era más aguda, sus corazones más grandes y sus actividades
más especiales. Naturalmente, como el Imperio Sui se desmoronaba, el país estaba tan
lleno de soldados de fortuna como un bosque lo está de marmotas. En esos días los
ingenio al ingenio. Tenían sus creencias y supersticiones preferidas, sus odios virulentos
corazón de oro.
Eran las nueve de la noche. Li Tsing, un joven de poco más de treinta años, había
algo. Era alto y musculoso, de cabello revuelto y una cabeza implantada en un cuello y
hombros hermosos. Perezosamente, hizo brincar los bíceps, porque poseía una habilidad
especial para hacer saltar esos músculos sin flexionar los brazos. Era ambicioso, estaba
Había tenido una entrevista con el general Yang Su, esa mañana, en la que presentó un
plan para salvar el Imperio. Estaba convencido de que el gordo y viejo general no lo
Nankín, había permanecido sentado, blando y satisfecho, en su lecho. Su cara era una
masa de carne porcina, de labios bezudos, pesadas bolsas bajo los ojos, pliegues de
grasa pendiéndole bajo la barbilla y una nariz de gruesas aletas extendidas de las que
unidas a un mango de jade o de madera pintada de rojo, eran más decorativos que útiles.
contraste más acabado entre el lujoso ambiente y la degradada sensualidad que ya no era
escena, como con un velo de pensamientos ante los ojos. El Imperio caería como una
manzana demasiado madura, podrida, pensaba, y muy pronto, además. Todo el país
estaba amotinado. Y he ahí esa masa de carne de puerco rodeada por una cortina de
carne de mujer. Se creía, y, por supuesto, era cierto, que los cuerpos de las muchachas
Yang Su miró la tarjeta del visitante y dijo con tono de aburrida fatiga:
- Cualquiera. Pensé que en tiempos como éstos necesitarías un hombre con una idea y
un plan de acción - y que serías más cortés. Habrías podido invitarme a sentarme.
- Siéntate, me olvidé. Perdón - dijo el general. Yang Su siempre recibía a sus visitantes
sin levantarse del asiento, pero nadie se lo había dicho nunca a la cara.
suelo y una joven alta y esbelta, vestida de rosa, lo recogió apresuradamente. Li Tsing
- ¿Qué quieres?
- Quiero decir, ¿no buscas algo? Quizás un plan para salvar el imperio y un hombre
decidido... - Dejó que las palabras murieran en sus labios; la frase quedó
trunca.
- ¿Un plan?
- Ya veo que no. Me temo que te estoy haciendo perder el tiempo, general.
Pero extrajo el plan del bolsillo cuando el general se lo pidió. Lo vio ponerlo sobre el
- ¿Esto es todo?
Mientras hablaba, la joven de rosa continuaba mirándolo, y los ojos de los dos se
encontraron. Cuando se volvió para salir de la habitación, ella dejó caer nuevamente el
hora? No podía ser que el general hubiese leído su memorándum. Se levantó y encontró
en la puerta a un desconocido de capa color púrpura y sombrero, que llevaba una maleta
- ¿Quién es usted?
- Soy la muchacha del plumero, de la casa del general Yang - susurró ella -. ¿Puedo
entrar?
Li se puso apresuradamente una bata y la hizo pasar, excitado por su misteriosa visita y
su disfraz. La joven, que tendría entre dieciocho y diecinueve años, dejó a un lado la
por la ventana.
amiga que quiere ocupar mi puesto, y esa carroña de general ni siquiera me echará de
menos. El interior de esa casa es como el Imperio mismo. Nadie es leal para con el amo
Li le pidió que se sentase en su mejor silla. La mirada de la joven seguía fija en él.
la silla -. Todos saben que los días del Imperio están contados, que se acerca el diluvio.
tratamos de cuidarnos. - Hizo una pausa de un segundo y luego agregó: - Muchas han
huido. Otro año, o más, y ya no habrá general Yang. Cuando te vi esta mañana
Li observó a la joven. Se sintió conmovido, no tanto por la belleza de ella como por su
plan para huir y por la inteligencia de su previsión. Sabía demasiado bien lo que le
general huyese o fuera capturado. Sería apresada por los soldados y violada o vendida
como esclava.
Era alta y esbelta, con ojos separados y levemente más largos que los comunes; sus
- ¿Qué puede hacer una muchacha? Hablo en serio. Por favor, créeme.
- Chang.
- Soy la número uno de mi familia. - La joven lo miró con firmeza. - Señor Li, he visto
a cientos de personas que fueron a visitar al general, pero ninguna era como tú. - Era
evidente que tenía la intención de huir para siempre y que había decidido ir a vivir con
- Va a ser difícil, señorita Chang, compartir la vida de un soldado, un mes aquí, otro
- Sólo me viste esta mañana. ¿Que te hace pensar que soy el hombre adecuado para
unirte a él?
- Te vi cuando hiciste que el general se disculpara por sus malos modales. Ningún otro
se había atrevido a hacerlo. Tú hablaste sin temor. Este es el hombre, me dije. Si dices
Cuando la muchacha regresó, una hora después, Li apenas podía creerlo. Se sintió tan
halagado y encantado como preocupado por las consecuencias, porque era pobre. A
cada tantos minutos atisbaba por la ventana para ver si alguien la perseguía.
- No. De lo contrario no estaría en esa casa... Soy feliz - dijo de pronto. Ese fue el único
indicio de la excitación que acechaba durante todo el tiempo en la luz de sus ojos.
- ¿Cómo lo sabes?
- El memorándum.
- Ah, sí, el memorándum - respondió él con una cínica sonrisa. No era que tuviera una
- Sí, así es; o más bien del hombre que lo escribió. Es una lástima que el general lo
haya pasado por alto. - Hasta mucho más tarde no le dijo que lo que la había fascinado
era el hermoso porte de su cabeza sobre un cuello fuerte, bien moldeado, y sobre los
anchos hombros orgullosos; sus ojos claros y todo su aspecto de ser un hombre y un
Unos días después Li oyó el rumor de que la joven era buscada por los guardias del
general. Aunque la búsqueda era superficial, como le había dicho la muchacha que lo
En esos días caóticos, viajar estaba muy lejos de ser seguro, pero Li no tenía temor
hombres a la vez, como no fuese en una emboscada cobarde. Pertenecía a esa estirpe de
guerreros valientes, ambiciosos, osados, que palpaba el terreno del tambaleante Imperio
lista para alzarse en rebeldía cuando la oportunidad lo exigiese. Había muchos otros
Liu Wentsing lo conoce bien y está tramando una rebelión sin el conocimiento de su
padre. Liu tiene una fe enorme en el joven. Cree que es el Dragón Verdadero.
- Sí - dijo Li, y su mirada se ensombreció -. Es probable que algún día suba al Trono
- Por supuesto que sí. Por eso te elegí a ti. ¿Qué hay de extraordinario en él?
presencia. Algo emana de él, como de un conductor nato de hombres. Ojalá pudieras
- ¿Cómo se llama?
Li Shihmin, es claro, era el hombre que fundaría el gran Imperio Tang, el que se
convertiría en el emperador más amado de los últimos mil años, valiente, sabio y
bondadoso; su reino marcaría un período de oro de la historia. Era natural suponer que
de haber sido extraordinario para hacer las cosas que hizo, y su rostro tiene que haberlo
mostrado.
estaba tendida. En un rincón de la habitación había una pequeña estufa de barro, con un
enfureció a Li, pero continuó cepillando a su caballo, sin dejar de mirar al recién
llegado.
tono rojo cobrizo, e iba vestido con una chaqueta de piel y pantalones. Una cuchillera le
hizo a Li con la derecha una señal de que no se enojase y dejara al hombre en paz.
llamaba Chang.
- Yo también me llamo Chang - dijo ella con dulzura -. Entonces soy tu hermana de
clan.
- En ese caso te llamaré "Imei" - hermana menor número uno -. Me alegro de conocer a
Li apareció en la puerta.
claro y enérgico. Tenía el aire de un hombre que ha viajado mucho y que sabe lo que
conclusiones acerca de la pareja. Li analizó los modales y la ropa del hombre, y decidió
que era un soldado de fortuna como él. Siempre había querido conocer a hombres como
Li salió y volvió con algunas tortas de trigo, para compartir la cena con el desconocido.
Barba Rizada extrajo un filoso cuchillo para cortar el carnero y separar los cartílagos
para su asno. Comió sin fijarse para nada en los modales, y terminó con increíble
rapidez.
- Ustedes dos forman una interesante pareja - declaró, dirigiéndose a la joven -. Pobres
algo. ¿Me equivoco? No, no te asustes, Imei. - Había cierta tibieza en su voz, cuando
habló a la muchacha.
La mirada de Li no vaciló, pero se preguntó cómo podía saber ese hombre. ¿Podía leer
en los rostros? Quizá las largas uñas de la joven delataron el secreto de que había vivido
- Me temo que has acertado - contestó Li con una carcajada. Sus miradas se
agregó, con una sonrisa -: Ella me ha elegido, como dices. No subestimes a las mujeres.
- Figurativamente, es claro.
- No te preocupes. Los hijos del bosque tienen un código de honor más estricto que los
que le dio los restos a su asno, sin pedirme permiso. Como si la carne fuese de él.
- Eso es lo que más me gusta en él. Si se mostrase cortés y un tanto untuoso, me habría
preocupado. Ten go la idea de que un hombre como él presta muy poca atención a unos
pocos trozos de carnero. Evidentemente le has gustado.
- Ya lo he visto.
Barba Rizada volvió con el vino. Tenía el rostro radiante y rompió a hablar. Le
sobresalían las venas de las sienes. Su voz era quebrada y baja, pero sus frases eran
lentas, claras y deliberadas. Tenía en muy baja opinión a todos esos generales que
habían levantado los estandartes de la rebelión. Ninguno de ellos valía gran cosa.
Mientras escuchaba, Li tuvo la seguridad de que Barba Rizada tenía planeado algo
grande.
Barba Rizada lanzó su filoso cuchillo a la mesa y rió. La afilada hoja perforó la madera,
gradualmente.
escapado la joven.
- No creas que podrás hacerlo. ¿Has oído hablar de una persona extraordinaria de
Taiyuan?
- Es sumamente extraordinario.
- Mi amigo Liu Wentsing lo conoce muy bien. Le pediré que te lo presente. ¿Para qué
quieres verlo?
Taiyuan. Barba Rizada se ofreció a pagar por la habitación, e incluso insistió, diciendo
- Estoy seguro de que quiere ver al Dragón Verdadero porque tiene algún buen motivo
para ello - dijo Li cuando volvieron a entrar en la posada -. ¡Qué hombre extraño!
entrada del puente Fenyang, en las primeras horas del brumoso amanecer. Li tomó a su
amigo del brazo y, después de un ligero desayuno, caminó con él hasta la casa de Liu
Wentsing. Los dos hombres guardaban silencio, invadidos por la sensación de algo más
hondo que la amistad: un propósito común. Li era el más alto de los dos, una figura
elevada, robusta, marcial. Barba Rizada caminaba con un porte desenvuelto, oscilante,
como un veterano con abundancia de energía en las rodillas y que no asignaba ninguna
Verdadero.
labios, la nariz, la barbilla, las orejas, el color y el tinte de su rostro y su tez: todo ello
habla con tanta claridad como un libro, si se sabe leer. Si un hombre es fuerte o débil,
taimado u honrado, decidido y cruel o sensual y marrullero: todo eso está en su cara. Es
el libro más complicado, porque el carácter humano es la cosa más compleja que existe
- Casi. No puede escapar a su sino, así como no puede escapar a su propio carácter. No
hay dos rostros iguales. El rostro de un hombre registra exacta, infaliblemente, todos sus
pensamientos. Según como un hombre viva le sucederán las cosas, y no importa tanto lo
Está afuera.
- Hazlo pasar, por supuesto - fue la respuesta, y Li salió apresuradamente para dar la
bienvenida a Barba Rizada. Liu había estado planeando un levantamiento con Li Erlang,
o Li Shihmin, como era su verdadero nombre, y cuando oyó hablar de uno que podía
Pronto Barba Rizada vio que un joven entraba en la habitación, con una chaqueta de
pieles, desabotonada, echada sobre los hombros, la cabeza erguida, una figura de
elevada estatura, alegre, cordial y confiado. Hermoso no era la palabra que le cuadraba.
Al entrar en el cuarto parecía resplandecer. Sus ojos, sin moverse, parecieron captar
todo lo que sucedía en la habitación. Por debajo de su afilada, puntiaguda nariz, que
hacia arriba como si se pudiera colgar un arco en ellos. Li vio que Barba Rizada
- Ojalá mi amigo el taoísta estuviese aquí para verlo - susurró a Li después del
almuerzo.
Quizá no lo crean, pero cuando se fueron había en el rostro de Barba Rizada una
audible.
- Estoy un ochenta o noventa por ciento seguro de ello. Puede ser el Dragón Verdadero.
Pero me habría gustado que mi amigo taoísta lo viese por sí mismo. ¿Dónde te
hospedas?
Barba Rizada lo llevó a una sedería. Al cabo de un rato salió y entregó a Li un paquete
envuelto en papel que contenía unos trozos de plata rota, unas treinta o cuarenta onzas,
diciéndole:
- No, el dueño es un amigo mío. ¿Necesitas más? Puedo dejárselo dicho. Ven y toma lo
que necesites. Tengo la idea de que no tienes mucho dinero, y me molestaría que mi
hermana tuviera que sufrir incomodidades. No creo que debas quedarte aquí mucho
tiempo. Ven a Loyang y hospédate conmigo. Ven dentro de un mes. - Levantó la cabeza
y contó con los dedos. - El tres de febrero regresaré. Ven a una taberna que está al este
de las caballerizas de la Puerta Oriental. Cuando veas este asno y un mulo negro atados
Llegaron a la posada donde se hospedaba Li, pero Barba Rizada no estaba dispuesto a
hermana, y a Li como a su hermano. Pidió una gran cena para ellos, esa noche, y parecía
podía mantener los ojos abiertos. Se sentía turbada, pero divertida. Barba Rizada tenía
- ¿Dónde dormiste?
- ¿Por qué, creíste que necesitaba un guardaespaldas? Barba Rizada parecía tan fresco
como siempre.
- Parto hacia el monte Wutai. Tengo ciertas cosas que hacer. Estaré de regreso en
hermana.
Quizás era esa la conducta de esos héroes que vagaban por el país, que viajaban
Encontraron la posada tal como él la había descrito, y cuando vieron los dos animales
- Sabía que vendrían - dijo Barba Rizada poniéndose de pie para recibirlos. Les
que ver con ch'ishu, "las fuerzas y los números", de todo lo que decide nuestra vida por
medio de esas influencias invisibles. El taoísta era un hombre de voz suave, y no
hombre instruido, y dijo que, cuando tenía dieciséis o diecisiete años, la cuestión de
decidir si debía ser un estudiante o un soldado había significado una lucha para él.
están pensando. La posada es mía. Toma dinero de abajo y cómprale algo bonito a mi
hermana.
quedaba a conversar con ellos hasta muy avanzada la noche, discutiendo de estrategia
militar. Li Tsing tenía mucho que aprender de él. Era la táctica que más tarde puso en
práctica y que le resultó tan ventajosa. No era una cuestión de valor físico, como
lugar en que un buen golpe valiese por cien. Cuando se golpea a una serpiente, se la
dijera si es el Dragón Verdadero. Eso será crucial. Todo quedará decidido entonces.
- ¿Y qué harás si es el Dragón Verdadero? ¿Luchar contra él o unir tus fuerzas a las
suyas?
- No seas tonto. - Barba Rizada cortó la discusión con una carcajada. Citando un
proverbio, dijo que prefería ser cabeza de ratón antes que cola de león.
Partieron rumbo a Taiyuan. El taoísta fue presentado a Liu como un gran astrólogo que
podía predecir el futuro. Liu jugaba al ajedrez con algunos de sus amigos, y pidió al
taoísta que se sentara y jugara una partida con él, mientras enviaba una nota a Li
Shihmin para que fuese a presenciar el juego. Barba Rizada y Li Tsing se sentaron cerca
para mirar.
palabra, que ese es el comportamiento correcto de todos los espectadores del juego.
héroes de tintineantes sables, pero un Dragón Verdadero pertenecía a una clase distinta.
sus irradiaciones, las probaba, las evaluaba. Li Shihmin estaba sentado perfectamente
erguido, con los hombros rectos, las manos colocadas firmemente sobre las rodillas
abiertas. De tanto en tanto sus negras cejas se movían un poco mientras contemplaba el
juego, y en el fondo de sus ojos negros brillaba una luz, como si lo viera y lo entendiera
todo. Cinco minutos más tarde el taoísta apartó el tablero y dijo a Liu Wentsing:
Por lo que los espectadores podían ver, el juego no estaba tan irremediablemente
perdido como aseguraba el taoísta. Pero éste, aparentemente, había decidido ahorrarse
Como el juego había terminado, los tres amigos agradecieron al dueño de casa y
salieron.
- Tu juego está perdido. El Hombre del Destino está adentro. Es inútil intentarlo. Pero
Por primera vez Li vio que la espalda de Barba Rizada se encorvaba y que todo su
- La situación ha cambiado, y me temo que debo cambiar mis planes. Espérame en LoYang.
- Quiero que vengas a conocer a mi esposa, hermana. Y tengo algo muy importante que
oriental, donde los invitados debían higienizarse. La mesa de tocador, los espejos
antiguos, las jofainas de bronce, las lámparas de cristal, las mesas, los armarios y los
Barba Rizada apareció muy pronto con su esposa y la presentó ante ellos. Era una mujer
abrumados por la franca, resuelta hospitalidad, que les hizo sentir que eran huéspedes
sumamente distinguidos.
Durante la cena hubo muchachas que ejecutaron una extraña música de encantadora
melodía, una música como Li nunca había escuchado. Cuando la cena casi había
concluido, entraron criados llevando diez bandejas de madera dura, todas cubiertas con
telas de seda, y las colocaron en banquillos, contra la pared del este. Cuando todo quedó
Los trozos de seda fueron levantados y Li vio que en las bandejas había documentos,
- En todo esto hay unos cien mil dólares - dijo -, incluso algunas joyas y otros valores.
Quiero regalártelo. ¿Qué me dices? Había hecho planes, lo había reunido todo,
esperando que llegara el momento en que podría organizar un ejército y comprar tropas,
- De ahora en adelante el señor Li será vuestro amo y el dueño de todo lo que poseo, y
Habiendo dado las instrucciones adecuadas, salió y, vestido con ropas de viaje, partió a
En los años siguientes Li estuvo atareado ganando batallas en las largas campañas que
emperador que gobernó el país en la paz y Li fue su amigo más fiel y el comandante en
había desembarcado en Fuyu con una fuerza de treinta o cincuenta hombres, al otro lado
región. Li se sintió seguro que se trataba de su viejo amigo, el que los había ayudado, a
Había resuelto ser rey en alguna parte, y ahora era rey. Esa noche, cuando Li volvió a su
Recordando las últimas palabras que les había dirigido el amigo, encendieron dos velas
rojas, después de la cena, y salieron al patio. Allí, de cara hacia el sudeste, bebieron a la
- ¿No puedes hacer nada por él? ¿Quizá pedirle al emperador que lo condecore? - La
- Déjalo en paz. Las recompensas y los honores del emperador no harán más que
gran hombre!