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Unidad 6
Unidad 6
UNIDAD 6.
Quien pone en marcha a comienzos de nuestro siglo, las llamadas filosofías del YO-TU es
Martín Buber.
Este pensamiento, constituye una búsqueda, una investigación que paso por paso, intenta
con la utilización de la tradición griega y con los elementos de toda la historia del pensar,
poner de relieve otra imagen del mundo y de la vida de carácter estrictamente personalista.
Se trata de una filosofía del ser que tiene sus puntos de partida en la presencia real de las
personas y de sus categorías constitutivas. También se la ha llamado filosofía dialógica,
filosofía del diálogo.
El pensar del Yo- El diálogo, como Las palabras La realidad bifronte Debe
Tu, pone el logos o son originales YO-TÚ que está considerarse
punto de partida inteligibilidad en cuanto presente en el que la palabra
diálogo, si se
de la reflexión común que va y vienen del dialógica que
consideran las notas
filosófica en una viene, acontece, origen, del esenciales que la hablamos es
realidad fáctica se da en la punto de distinguen, muestra: siempre la
simultánea con palabra quien partida donde a) que los sujetos palabra de un
el hecho mismo abre un se teje el texto del diálogo, el yo lenguaje fáctico
de filosofar: la primerísimo e y el contexto y el tú, poseen que hay, que se
realidad inmediato del logos y no dos capacidades nos da como un
intersubjetiva ámbito de se las debe constitutivas: por factum siempre
un lado puede
del diálogo, de realidad: el mío pensar como ya encontrado.
expresarse en la
la palabra y el tuyo como palabras que palabra y por la Como todo
abierta a la portadores y desde fuera otra pueden lenguaje que ya
expresión, la receptores de señalen al Yo y comprenderla. encontramos
comunicación y su sentido. señalen al tu, Comprender significa supone la
la significación. Yo me abro al son palabras la capacidad de leer temporalidad
ser de la que dichas por dentro de la palabra del proceso en
palabra en el yo, lo traen su sentido, el cual no que viene el
debe confundirse
relación con- al tú a con la realidad
lenguaje y la
tigo, tú te abres presencia. gráfica o fonética, comunidad de
al ser de la Ponen el ser sino que apunta a la hablantes que lo
palabra en del Yo y el ser carga de practica,
relación con- del Tú que inteligibilidad que
migo. nombran, lleva consigo. B)
llaman y que los sujetos del
diálogo, en cuanto
actualizan al
la palabra implica
pronunciar o la proximidad
recibir la inteligible con la
palabra como cosa mentada,
tal. Aquí la pero también el
palabra toca el distanciamiento
ser, es cuasi físico-material con
idéntica con el ella y acceder al
sentido como
ser mismo
consentimiento. El
como logos. sí y el no que
decimos a las
propuestas de la
palabra, el detener
nuestras puras
reacciones y
encaminarlas según
opciones, revelan mi
propia capacidad de
autodeterminación,
indican que la
comprensión y el
consentimiento solo
se explican si se
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considera al Yo y al
Tú como sujetos
dotados de
inteligencia y
libertad. A sujetos
así es a lo que se
llama personas. Por
eso el diálogo se da
entre personas y no
entre cosas.
En síntesis: la filosofía del Yo-tú dice que la palabra es expresiva porque me dice y
te dice, sostiene que es comunicativa porque me dice a ti, te dice a mi, y
finalmente es significativa porque hace señas del ser, del mío, del tuyo, del mundo
que nos rodea y del fundamento que nos sostiene.
Esta descripción fenomenológica plantea el problema del objeto formal quod a nivel del yo.
La filosofía del Yo-tú no niega que el objeto formal de la inteligencia en cuanto inteligencia
humana, sea el ser extraído o abstraído de las cosas sensibles, ni que el objeto de la voluntad
sea el bien paralelo con aquel ser.
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Tal tesis implica que el yo adviene a su perfección en cuanto yo, cuando adviene a su acto
más propio que es el encuentro con el tú. Por donde la tensión dialéctica fundamental es
dialógica.
YO-TÚ Y AMOR:
Si el acto del yo como tal, en cuanto acto propio que asume la totalidad formal de su
estructura, es acto de comprensión y consentimiento que tiene al tú por objeto, en cuya
relación el Yo y el Tú advienen a su perfección y se realizan, es decir que el amor entre el yo y
el tú no es accidental ni prescindible, es la fuerza que une ambos términos y los sostiene en
una dialéctica creciente de mismidad y otredad, que nunca llega a la absoluta identificación
pero tampoco llega nunca a la absoluta diferenciación.
Yo y tú podemos ser sólo yo y tú como personas, en la medida que un ámbito nos religue sin
anularnos, nos distinga sin separarnos: el amor, el cual es el “entre”, el espacio ontológico
que me reúne contigo, que en ti me realiza y en mí te realiza. Si no amamos al otro, en
cambio, el otro deja de ser un tú y se transforma en cualquier otra cosa, destruyendo la
relación humana.
Un universo movido sobre la cosificación que se aparta y reniega al mismo tiempo del odio y
del amor es el universo de la nada.
YO-TÚ Y VERDAD:
La verdad ya sea que se la considere como patencia, adecuación o rectitud, sólo puede
elucidarse desde la perspectiva de la relación interpersonal.
La verdad primera es dicha en la comunicación porque allí el consentimiento deja ser al ser.
La verdad no se agota en la noción griega de verdad, como verdad cósica que se encuentra
visible o no en la naturaleza sino que se remite a una verdad más originaria, la verdad
hebreo-cristina cuyo nombre es confianza, fidelidad,
YO-TÚ Y SER:
El yo-tú es ónticamente, por un lado, es decir, tiene una particularidad propia y específica,
pero eso que es revierte sobre sí, sobre lo otro y sobre la totalidad del ser en una manera que
muestra el ser en dos niveles: es, pero sabe su ser y lo posee, lo sabe en el acto de
comprensión, lo posee en el acto del consentimiento.
YO- TÚ Y RELIGAMIENTO:
Para este tipo de filosofías, no se trata nunca, de salir aprobar la existencia de Dios, quien
aparece como el supuesto fundamental, desde el cual es posible toda partida.
El religamiento, como condición sine qua non, resulta una realidad constitutiva que abre el
horizonte de mi prospección, no se niega que podamos “ir a Dios” por la mediación de una
inteligencia cuyos actos se aplican a la facticidad de las criaturas, lo que se afirma es que, si
podemos ir a Dios, es porque la relación, Yo-Tú muestra que nuestro ser consiste en estar,
siempre viniendo de Dios.
El venir de Dios funda el ir a Dios en cuanto proceso que pone el fundamento como fin.
Tampoco se sostiene que la existencia de Dios sea a priori en su evidencia, pero se esclarece
que dado un ente específico, el hombre en su realidad inerpersonal, puede penetrar a su
través, por la apelación a una causalidad regresiva, a la última ratio exigida por la naturaleza,
a la cual encuentro regresando hacia mi origen pero también proyectándome hacia mi fin,
porque no puede haber ningún origen de la realidad yo-tu que no consista en una realidad
personal ni otro fin que un fin asimismo personal.
En la relación yo-tú de índole dialógica y que nos promueve, descubre que siempre hay más,
tú no eres porque yo te hable, yo no soy porque tú me hables. Sino que nos encontramos,
pero el ser que nos funda como seres personales, como realidad yo-tu.
Nosotros no somos causa de nosotros mismos, somos en cuanto personas seres in se, pero
no somos seres a se. Y para explicar nuestra facticidad siempre ya dada, remitirnos a un
principio, a un fundamento que no requiera una nueva fundamentación, y que en sí y por sí
mismo se sostenga. Ahora si ese fundamento es avizorado en el horizonte yo-tú y se inicia la
marcha del pensar desde las estructuras interpersonales, resulta evidente que no puede
tener características anónimas, no son el ser, ni el logos, las que pueden dar razón de
nuestro punto de partida.
Visto desde la condición de posibilidad del Yo-tú, el ser anónimo e impersonal no puede ser
fundamento que funda y de allí la razón teológica que impide pensar el hombre en cuanto
hombre, como un mero producto del proceso o de la evolución cósmica, aunque ella
intervenga en el hecho mismo de su aparición. El yo-tu menciona siempre un centro de
suprema convergencia personal, en el fondo menciona un El como persona infinita que
establece y abre la posibilidad intersubjetiva, que establece y abre la posibilidad del logos
dual en cuyo ámbito, yo y tu expresamos, comunicamos y significamos. Ese centro de
convergencia infinita, de índole personal es lo que llamamos Dios, como principio fundante,
siempre actual y a todos los trasciende.
YO-TÚ Y CRISTO:
Ahora Dios es nuestro Tú, porque puedo alcanzarlo con mi amor concreto. Yo mismo soy
alcanzado por el amor personal de Dios, que no sólo me ama en la razón general de criatura
humana, sino en la unidad biográfica y personal de mi persona.