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MONICIÓN DE ENTRADA
Hace unos días, hemos vivido el misterio más sublime en la fe de un cristiano. Contemplamos
con asombro y en silencio el recogimiento del autor de la vida que a través de la pasión, muerte y
resurrección, ha abierto las puertas a la Vida en plenitud. Él es primicia, nosotros somos deudores,
pero deudores privilegiados porque desde el escándalo de la
cruz admiramos el amor sin medida, la entrega sin
condiciones. En estos días del triduo pascual, los cristianos
hemos rememorado y revivido el gran misterio de nuestra fe.
Al comenzar esta celebración en este tiempo de pascua vamos
a unirnos a todos los cristianos para que al igual que los
primeros discípulos desde el encuentro personal con el Señor
resucitado irradiemos en nuestro entorno la fragancia
admirable del seguimiento, del conocimiento y de la
confianza en Él que confió en nosotros y por ello se entregó
hasta el final sin pedir nada a cambio. Vivamos esta
celebración pascual como un momento especial, como un
espacio donde nos reunimos a orar con el Autor de la vida para que siga tocando los corazones de las
personas, llamándolas al seguimiento y a la conversión.
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ACTO PENITENCIAL
Señor, descubrirte y seguirte en la vida, es la vocación a la que
estamos llamados. Por no reconocerte en los acontecimientos.
Señor ten piedad.
Señor, dirigir nuestra mirada y nuestro corazón a tu proyecto
para con nosotros, es el ideal de todo cristiano. Por no buscarte
en los acontecimientos. Cristo ten piedad.
Señor, reconocernos necesitados de tu perdón es la humildad
propia de todo creyente. Por no reconciliarnos contigo en los
acontecimientos. Señor ten piedad.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, nos has bendecido con la gracia de la resurrección de tu Hijo, y
con ella llenaste nuestros vacíos de esperanza. Haz que fructifique en nosotros el deseo de imitar el
ejemplo de tu Hijo, que dándose por nosotros, se convierte en la humanidad en Don y en Dádiva para
con todos. Por Nuestro Señor Jesucristo…
Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. (11,19-26)
Los que se habían dispersado a causa de la persecución que se desató por el caso de Esteban,
llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin anunciar a nadie el mensaje excepto a los judíos. Sin
embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de
Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles
también a los de habla griega, anunciándoles la Buena Nueva
acerca del Señor Jesús. El poder del Señor estaba con ellos, y un
gran número creyó y se convirtió al Señor.
La noticia de estos sucesos llegó a oídos de la iglesia de
Jerusalén, y mandaron a Bernabé a Antioquía. Cuando él llegó
y vio las evidencias de la gracia de Dios, se alegró y animó a
todos, a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor,
pues era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un
gran número de personas se convirtió al Señor.
Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo, y,
cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se
reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue
en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo
Tengo sed de Dios, del Dios vivo.
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Oremos al Señor por la Iglesia, extendida por todo el mundo. Por el papa Francisco y su afán de
transmitir el Evangelio que liberar y sana al mundo de hoy, roguemos al Señor.
Oremos al Señor por las personas que sufren, víctimas de la violencia y la tribulación, del odio y el
desencuentro, roguemos al Señor.
Oremos al Señor por las familias en general y las nuestras en particular, para que sean hogares de
concordia, de paz y encuentro, roguemos al Señor.
Oremos al Señor por los jóvenes de nuestras parroquias y de nuestros colegios, por aquellos cercanos
y los que están más lejanos para que vean en el resucitado el camino a la propia realización personal,
roguemos al Señor.
Señor escucha nuestras plegarias y atiende siempre nuestras necesidades, Tú que conoces nuestros
desiertos y nuestras fatigas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén
OFRENDAS
Dos velas, una concha y el libro del ritual del bautismo (todo en una cesta):
o Padre, te presentamos estas ofrendas: dos velas, una concha, y el libro de bautismo
que representan y recuerdan nuestro comienzo como cristianos. Es el equipaje que
queremos compartir con aquellos que nos ven y nos rodean, con aquellos jóvenes
que no conocen la puerta de acceso hacia ti. Te los presentamos para que muevas sus
corazones y puedan reconocerte resucitado, como los discípulos de Emaús, al partir
el pan,
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Pan y vino: Padre, aquí traemos el pan y el vino, el primero representa tu cuerpo, se
convierte de hecho en tu cuerpo. El segundo es el cáliz de la salvación, tu sangre. Que ellos
se conviertan para nosotros en ofrenda de salvación.
PREFACIO VOCACIONAL
El Señor esté con vosotros…
Levantemos el corazón…
Demos gracias al Señor nuestro Dios…
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
glorificarte siempre, Señor;
pero más que nunca en estos días santos
en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
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REFLEXIÓN FINAL