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Joset Scharbert

¿Pecado original?
JOSÉ SCHARBERT

¿PECADO ORIGINAL?

EDITORIAL VERBO DIVINO


ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
Versión española por: ADVERTENCIA PRELIMINAR
D. Pedro R. Velasco Beteta, Pbro.
Título alemán:
Prolegomena eines Alttestamentlers zur Erbsündenlehre
Editorial:
Herder, Friburgo-Basilea-Viena

El presente trabajo es la ampliación de una conferencia


que el día 8 de julio de 1967 pronunció el autor en el
colegio catedralicio de Wurzburgo con el título de "La
irrupción del pecado en la historia de la humanidad"'. La
discusión entonces suscitada y las otras conferencias, que,
junto con la del autor, se agrupaban bajo el tema general
de "El pecado original a debate", vinieron a demostrar que
el tema del pecado original en el Antiguo Testamento es
realmente una "quaestio disputata", cuya adecuada solución
Nihil obstat:
P. Antonio Roweda, SVD, Censor es de importancia decisiva aun para la interpretación de
Imprimatur: Rm 5, el texto bíblico más utilizado hoy día en la discu-
Pedro M. a Zabalza, Provic. Gral.
Pamplona, 14 de Febrero de 1972 sión sobre el pecado original, y para una mayor penetración
Depósito Legal: NA. 176-1972 teológica del dogma eclesiástico del pecado original. No
© Editorial Herder, Friburgo de B. 1969
© Editorial Verbo Divino, Estella 1972 pretende el autor tratar el tema exhaustivamente. Desearía
Impreso en España-Printed in Spain tan sólo llamar la atención sobre algunos puntos que, en
Talleres gráficos:
Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra) España la discusión sobre el pecado original, suelen desatenderse

9
o tratarse de modo demasiado somero. El hecho de que en I
las notas remita el autor a sus propias publicaciones con más ESTADO DE LA CONTROVERSIA SOBRE EL PECADO
frecuencia que a los trabajos de otros exegetas, no lo con- ORIGINAL EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
sidere el lector como inmodestia. Sólo ha pretendido aligerar
esta obra, no entrando de lleno en cuestiones que ya trató
antes por extenso, sino remitiendo simplemente a sus an-
teriores estudios.

Expresamos desde aquí nuestra cordial gratitud al señor


Gunter Aigengruber, de Freising, diplomado en teología,
por la redacción del manuscrito, por la revisión de los pasajes
bíblicos y por la confección de los índices.

E L AUTOR

En la bibliografía teológica sobre el pecado original,


tanto en la teología sistemática como también en la ciencia
bíblica, el Antiguo Testamento va perdiendo cada vez más
importancia en relación con el Nuevo Testamento, sobre
todo en relación con Rm 5, aunque en otros tiempos pa-
sajes como Gn 3 y Sal 51, 7 pasaban por ser los textos pro-
batorios más importantes al respecto y aunque Rm 5 no
puede entenderse sin Gn 3. Incluso pueden leerse profundas
y agudas disertaciones dogmáticas sobre el pecado original,
en las que Gn-3 y Sal 51, 7 ni siquiera se citan o, a lo más,
se mencionan incidentalmente.1
1
De la bibliografía católica: cf. G. Siewerth, Die christlicbe
Erbsilndenlebre (Einsiedelti 1964), y de la bibliografía evangé-

10 11
Los más conspicuos representantes evangélicos de la tegóricamente: "La idea de pecado original es completamente
teología sistemática en los países de habla alemana no están ajena a los libros del Antiguo Testamento."7
de completo acuerdo, tanto en la utilización del Antiguo
CARLOS BARTH habla en su dogmática frecuentemente de
Testamento para la doctrina del pecado original como en
Gn 3 y de Sal 51, 7,8 pero estos pasajes veterotestamentarios
la valoración del concepto de "pecado original". EMILIO
los enfoca a partir del Nuevo Testamento, sin intentar si-
BRUNNER2 admite, desde luego, Gn 3 como una "narración
quiera descubrir su propio valor teológico o preguntarse si
maravillosa", que nos enseña lo que es el pecado; pero, en
no debiera interpretarse a la inversa, a saber, el Nuevo Tes-
orden a la reflexión dogmática sobre el pecado y la caída tamento, sobre todo Rm 5, a partir del Antiguo Testamento.
original, prefiere "desvincularse de la narración veterotes- La idea de pecado original en el sentido de peccatum here-
tamentaria" para seguir tan sólo las enseñanzas del Nuevo ditarium la considera él no-bíblica, aunque admite el con-
Testamento.3 Además, en su opinión, el concepto de pecado cepto de peccatum origínale en sentido de "originaria,
original, acuñado por san Agustín, es "totalmente extraño integral, radical y, por lo tanto, total acción del hombre,
a la Biblia",4 es más, incluso los "dos supuestos pasajes clá- en el sentido de esclavitud de su existencia en el cerco del
sicos de la doctrina del pecado original, Sal 51, lT y Rm 5, mal ser y del mal obrar".9 El Adán de Gn 3 es, según
12ss, no significan, debidamente interpretados, nada de lo Barth, "sencillamente lo que somos nosotros: un hombre
que, desde san Agustín, se ha pretendido leer en ellos".6 de pecado. Aunque en la situación de principiante... Pero
no nos ha dejado en herencia el tener que ser lo que él
El historiador de los dogmas JULIO GROSS, después de
comentar muy superficialmente Gn 3 y unos cuantos pasajes fue. No nos ha envenenado ni nos ha hecho enfermar-
más del Antiguo Testamento, como Sal 51, 7, afirma ca- Pero, por haber hecho precisamente lo mismo que todos no-
uca: W. Elert, Der christliche Glaube. Grundlinien der lutheri- sotros somos y hacemos, a la misma puerta de entrada de
schen Dogmatik (Hamburgo 1956), 153-155 (Gn 3 y Sal 51, 7 no
toda la historia... sirviendo de ejemplar a todos los que le
aparecen en absoluto en el extenso índice escriturístico, págs. 563-
574); P. Schütz, Evangelium (Hamburgo 1966), 220-230; W. Trill- siguieron"; él es "representante de todos los posteriores...,
haas, Dogmatik (Berlín 1962) (Gn 3 se utiliza solamente para el el hombre a quien se asemejan de hecho todos cuantos vie-
esclarecimiento del concepto bíblico de pecado en general, pero nen después de él (¡aun en el aspecto de que todos ellos
no para el problema del pecado original, y Sal 51, 7 se menciona pecan inmediatamente/)" ™
tan sólo como texto que ha desempeñado un papel de cierta im-
portancia en la posterior doctrina cristiana sobre el pecado ori- PABLO ALTHAUS se declara partidario del artículo 2 de
ginal).
2 1
E. Brunner, Dogmatik II. Die christliche Lehre von Schóp- J. Gross, Geschichte des Erbsiindendogmas, vol. I (Munich
jung und Erlósung (Zurich 1950). 1960), 38.
s
Ibíd. 102. 8
C. Barth, Die kirchliche Dogmatik, IV/1 (Zurich 2 1960);
4
Ibíd. 119. véase el índice escriturístico y el de materias (v.v. Erbsünde).
5
Sic. Pero se debe numerar como 51, 7. * Ibíd. 557.
J0
" Ibíd. 120. Ibíd. 568; paréntesis de Barth.

12 13
la Confessio Augustana: "Post lapsum Adae omnes homines, to de los dogmas del pecado original y de la redención",
secundum naturam propagad, nascuntur cum peccato"; se y por esta razón se debe defender la historicidad substan-
remite a Sal 51, 7" y declara con energía: "La doctrina del cial de Gn 3,16 pero que "el Antiguo Testamento... con-
pecado original, a despecho de sus censuradores, se debe tiene tan sólo insinuaciones del pecado original".16 M I -
conservar" aunque, en relación con la ortodoxia del antiguo GUEL SCHMAUS ve igualmente en Gn 3 tan sólo una des-
protestantismo, se tenga que modificar.12 Sin embargo, no es cripción del pecado originario, pero no un texto proba-
partidario de fundamentar la doctrina del pecado original torio del pecado original; escribe así: "El Antiguo Testamen-
precisamente en Gn 3; a esta narración sólo le concede un to habla de la pecaminosidad general de los hombres, pero
valor pedagógico y le niega toda relación histórica a una en ningún sitio habla expresamente del pecado original."17
primera caída en el pecado.13 También LEÓN SCHEFFCZYK opina que ni Gn 3 ni los nu-
merosos pasajes del Antiguo Testamento que manifiestan
Aun dentro de la dogmática católica parece que Gn 3 la creencia en una general pecaminosidad18 contienen la "idea
no desempeña ya un papel decisivo; se prefiere recurrir de una culpa común original de la humanidad y de una
a Rm 5 como texto revelado fundamental sobre el pecado transmisión hereditaria de esa culpa" y que ni siquiera Sal
original. Desde luego, no se prescinde totalmente de Gn 3 51, 7 y Job 14, 4 se han "de considerar como plenamente
y se utiliza ese relato también con más uniformidad que en probatorios".18 En varios aspectos son nuevos los procedi-
la teología evangélica, pero más para la definición de "pe- mientos utilizados por P I E T SCHOONENBERG20 para probar
cado original en sí mismo" que para una explicación precisa y explorar el dogma del pecado original. Concibe el pecado
y detallada del "pecado original hereditario". JOSÉ GUM- original como un aspecto especial del "pecado del mundo".
MERSBACH, en su refundición del manual de dogmática de En tal caso, Gn 3 viene a ser compendio del conocimiento
J. Pohle," y siguiendo la costumbre de la dogmática cató- profédco que Israel tiene de lo que el pecado causó en todos
lica, distingue entre el pecado originario de Adán (peccatum
36
origínale originans), que encuentra en Gn 3, y el pecado L. Ott, Grundriss der katholischen Dogmatik (Viena °1963),
129.
original {peccatum origínale originatum), que él rela- 18
Ibíd. 131, donde se hace referencia a Sal 50 ( = TM 51),
ciona ciertamente con Gn 3 y encuentra insinuado en 7 y a Job 14, 4, pero no a Gn 3.
" M. Schmaus, Katholische Dogmatik, 11/1 (Munich "1962),
Sal 51, 7, pero prácticamente lo prueba tan sólo por Rm 5, 506.
12-21. Según Luis O r r , "el pecado de Adán es el fundamen- 18
Se enumeran Gn 6, 5; 8, 2 1 ; Job 15, 14; 1 Re 8, 46; Ecl 7,
20 y Eclo 8, 5.
18
11
P. Althaus, Die christliche Wabrheit. Lehrbuch der Dog- L. Scheffczyk, en el artículo "Erbschuld" del Handbitch
matik (Gütersloh e 1963), 368. theologischer Grundbegriffe, editado por H . Fries, 1 (Munich 1962),
12
Ibíd. 369. 294.
33
1S
Ibíd. 383-385. P. Schoonenberg, Theologie der Siinde (Einsiedeln 1966);
14
Pohle, Lehrbuch der Dogmatik, refundido por J. Gum- Id., en Mystermm Salutis, edit. por J. Feiner y M. Lohrer, II
mersbach, I (Paderborn 101952), 588-623. (Einsiedeln 1967), 886-938.

14 15
católica se han alejado demasiado de las enseñanzas de
nosotros. Pero que ese relato, como otros pasajes del Anti-
la Biblia en relación con el pecado original, especialmente
guo Testamento, no hablan de la transmisión del pecado;
por lo que respecta a los llamados dones preternaturales,
además en el resto del Antiguo Testamento ha "encontrado
y, con la misma energía que J. Gross,25 afirma que "la
poco eco".21 Sin embargo, opina que Gn 3 se ha de considerar
idea de la transmisión del pecado es ajena a las ideas bí-
como un texto decisivo para la inteligencia del dogma
blicas".26
del pecado original, pues Adán se debe interpretar como
"personalidad corporativa", y, como tal, "ha creado un La mayor parte de los exegetas evangélicos y católicos
estado de desgracia, no sólo para sí mismo, sino también juzgan con mucha mayor cautela. El católico P. VAN
para la humanidad entera y para cada uno de los hom- IMSCHOOT considera el pecado del primer hombre como
1 » 22
bres . "el origen de todos los males que padece su descendencia,
no sólo de la muerte. En este sentido se puede hablar aquí
En el problema de si la doctrina del pecado original
de 'pecado original'."27 Entre los exegetas veterotestamenta-
tiene un apoyo en el Antiguo Testamento, los exegetas se
rios evangélicos, se pronuncian en forma sorprendente-
dividen entre sí de modo análogo a los dogmáticos, pero
mente positiva a favor de Gn 3 como auténtico punto de
en esta materia la línea divisoria no coincide netamente
partida para la doctrina cristiana del pecado original
con las fronteras confesionales, sino que atraviesa por me-
T H . VRIEZEN y GUALTERIO EICHRODT. Según VRIEZEN,
dio de las confesiones.
el contexto de Gn 2-11 da pie para pensar "que la inter-
A propósito de Gn 3, escribe el exegeta veterotestamen- pretación cristiana de la narración del paraíso como relato
tario Luis KOHLER: "... la historia no manifiesta nada, ni de la caída original no está descaminada. Esa interpretación
aun de paso..., sobre la pecaminosidad o sobre la co- es la que sigue ya Pablo en Rm 5 y ulteriormente es am-
rrupción del hombre en el pecado, sobre la pretendida pliada hasta formar la doctrina del pecado original"; en
caída..."23 Algunas páginas más adelante, esta declaración el transcurso posterior de la protohistoria yavista se obser-
negativa la extiende a todo el Antiguo Testamento.24 Re- va claramente "que el pecado humano que dio principio
cientemente, el exegeta católico HERBERTO HAAG ha sus- por medio del primer hombre, continúa en su raza y pone
citado vivos comentarios entre los dogmáticos —y no sólo de manifiesto la corrupción de su naturaleza... El autor
entre ellos— con motivo de un librito, en el que intenta
22
demostrar que la dogmática católica y la predicación Cf. nota 7.
26
H . Haag, Biblische Schopfungslehre und kirchliche Erb-
21 sii?idenlehre (Stuttgart 1966), 10.
Mysterium Salutis, II (v. nota 20), 901. 27
P. van Imschoot, Theologie de l'Anáen Testarnent, II
'" Ibid. 900.
23 (Tournai. 1956), 293s, con referencia al P. Humbert, Études sur
L. Kohler, Theologie des Alten Testaments (Tubinga 4 1966),
le récit du Paradis et de la chute dans la Genése (Neuchatel 1941),
167.
M 105.
Ibíd. 171.
17
16
se muestra perfectamente consciente de que el pecado... aún más los dogmáticos tengan sus reservas para ver en
se propaga como un incendio en el bosque y pasa de una el Antiguo Testamento la idea del pecado original
generación a otra. De este modo se sitúa muy cerca del pudiera deberse —aunque esto nadie lo haya dicho
pensamiento del pecado original hereditario".28 VRIEZEN claramente, que yo sepa— al hecho de que el Antiguo
puntualiza que en el Antiguo Testamento no puede tratar- Testamento, en relación con el pecado, no emplea ninguna
se todavía "de una doctrina general del pecado original" de las expresiones hebraicas para designar la idea de "he-
o "de un dogma del pecado original en el sentido redar", "herencia" (yrs y nhl con sus derivaciones nomi-
cristiano-dogmático", ya que "el oriental no es muy pro- nales). Pero tales términos faltan, no porque Israel no haya
penso a desarrollar una doctrina general".29 De modo pa- tenido idea de un "pecado original" en el sentido de
recido juzga EICHRODT sobre Gn 3: "Este hecho tiene el paso del pecado de una generación a otra, sino que, tra-
carácter de una 'caída original'... y, como demuestra la con- tándose de esta materia, falta simplemente porque el uso
tinuación de ese relato, influye decisivamente en la acti- de los mismos estaba netamente determinado por el len-
tud espiritual de todos los hombres. Con razón la doctrina guaje jurídico: sólo podían aplicarse a la posesión mate-
eclesiástica del pecado original toma ese relato como punto rial, en especial a la posesión de tierras, y, por consiguiente,
de partida... Aunque el narrador yavista no desarrolla ese no eran apropiados para designar lo que nosotros deno-
pensamiento de forma didáctica, sin embargo, toda su com- minamos "herencia espiritual", "pecado hereditario, "en-
posición empuja ineludiblemente en tal sentido..."30 En fermedad hereditaria" y cosas por el estilo.32 Así, pues,
cambio, G. VON RAD no se pronuncia ni en sentido positi-
32
vo ni en sentido negativo sobre el problema de si la doc- El verbo yrs tiene por objeto, o bien a personas y pueblos,
trina del pecado original tiene una base en Gn 3 o en Sal y en tal caso significa "heredar de alguien" y "expulsar a alguien
de su herencia", o bien la posesión de tierras, y entonces significa
51, 7.31 "heredar, posesionarse", o bien se construye sin término directo
en el sentido de "ser heredero". En la forma hijil ese verbo apa-
rece una sola vez en Job 13, 26, y tiene como objeto "las faltas
El hecho de que los exegetas y, como parece ahora, de mi mocedad", pero esta expresión no puede entenderse en el
sentido de pecado original; la traducción podría ser ésta aproximada-
28
Th. C. Vriezen, Theologie des Alten Testaments in Grund- mente: "Me has dado como (única) posesión las faltas de mi mo-
zügen (Wageningen 1956), 179s; en la 3. a ed. refundida de la ho- cedad", debiéndose tener aquí presente el significado —que des-
landesa, Hoofdlijnen der theologie van het Onde Testament (Wa- pués estudiaremos— de '"wonót, que incluye las funestas conse-
geningen 1966), 449s, con palabras algo diferentes, pero con el cuencias de los pecados. El verbo nhl en la literatura sapiencial
mismo sentido. tiene por objeto solamente las prescripciones de Dios (Sal 119, 111),
29
Ibíd. 180 (3. a ed. holandesa, 450). el honor o la deshonra (Pro 3, 35) o la necedad (Pro 14, 18), una
80
W. Eichrodt, Theologie des Alten Testaments, II (Stutt- sola vez, en Jer 16, 19, también la falaz idolatría, en los demás ca-
gart 41961), 283; letra cursiva de Eichrodt. sos casi exclusivamente la posesión de tierras, pero no siempre sig-
81
Cf. G. von Rad, Theologie des Alten Testaments, I (Munich nifica "heredar", sino muy frecuentemente "recibir en posesión, en
1962), 167-174, y Das erste Buch Mose (Gotinga 6 1958), 79-83; asignación", Cf. j . Herrmann en ThWNT, I I I , 757-775; F. Dreyfus,
Sal 51, 7 no figura en el índice escriturístico de los dos volúmenes La théme de l'héritage dans VAnden Testament, en "RSPhTh", n.° 42
de Theologie. (1958), 3-48.

8 19
cuando en Israel se quería expresar la transmisión del peca- En efecto, se debe tener en cuenta el contexto
do y de sus consecuencias, era preciso recurrir a otros tér- completo de Gn 3. Esto, desde luego, ya lo han advertido
minos y giros. otros y lo han tomado en consideración. Los comentarios
Esto no se le ha ocultado a A. M. DUBARLE. Reconoce a todo el libro del Génesis30 o a la protohistoria bíblica
que toda la protohistoria bíblica y los relatos sobre los (Gn 1-11),37 así como los numerosos estudios especiales
patriarcas están totalmente impregnados de la idea de una sobre la forma literal38 y sobre el contenido kerigmático de
herencia, ya de pecado y maldición, ya de promesa y elec- 36
De entre los modernos comentarios al Génesis mencio-
ción' divinas. Este pensamiento se expresa sencillamente nemos: H . Gunkcl, Génesis (Gotinga 3 1910, sin modificar desde
por medio de los árboles genealógicos, sin que ni una vez entonces, '1966); O. Procksch, Die Génesis (Leipzig 3 1924); E. K6-
nig, Die Génesis (Gütersloh 3 1925); B. Ubach, El Génesis (Mont-
siquiera se utilice para ello alguno de los verbos o nombres serrat); P. Heinisch, Das Buch Génesis (Bonn 1930); J. Skinner,
que significan "heredar", "herencia". De ahí que con ra- Génesis (Edimburgo 2 1930); B. Jakob, Das erste Buch der Tora
(Berlín 1934); J. Chaine, Le livre de la Genése (París 2 1951); C. A.
zón escribe él que el libro del Génesis está "penetrado de Simpson, W. R. Bowie, en The Interpretéis Bible, I (Nashville
la idea de una herencia". Según Dubarle, el narrador del 1952); A. Clamer en La Sainte Bible, ed. L. Pirot-A. Clamer, 1/1,
Genése (París 1953); R. de Vaux, La Genése (París 1953); K. C.
Génesis defiende "firmemente una herencia física y mo- Jakubiec, Ksiega Rodzaju (Varsovia 1957); St. Lach, Ksiega Rod-
ral de una generación a otra... Pero buscar en su obra una zaju (Poznan 1962); J. de Fraine, Génesis (Roermond 1963); G von
teoría sobre las relaciones de esos factores (esto es, del Rad, Das erste Buch Mose (Gotinga 7 1964); E. A. Speiser, Génesis
(Garden City 1964); H . Junker, Echter-Bibel, I (Wurzburgo 41965),
físico y del moral) y sobre la exacta participación que 19-162; Cl. Westermann, Génesis (Neukirchen, hasta ahora sólo la
a cada uno le corresponde, sería exigirle más de lo que él primera entrega, 1967). Cf. también la sólida introducción al "ke-
rigma del Génesis" por un representante de la catequética, T. Kamp-
quiso decir"."3 Por eso, el exegeta francés puede concluir mann, El Antiguo Testamento hoy, Verbo Divino (Estella 1965),
de Gn 3 que ese capítulo trata de mostrar "lo que el hom- 147-399.
37
bre, por el pecado, ha perdido para todos los descendien- De los últimos años: U. Cassuto, A Commentary on the
Book of Génesis, I (Jerusalén 1961); M. Bic en una prepublicación
tes: el acceso confiado a Dios, la inocencia y la mutua con- de un amplio comentario, en proyecto, sobre el Antiguo Testa-
fianza de unos hombres con otros... En forma fácilmente mento en lengua checa, Gn 1-4, en el suplemento teológico de la
revista "Krest'anská Revue" 1962, cuaderno 1, 4-32; P. Morant,
inteligible y asequible a todos se encuentran ya en ese pa- Die Anfange der Menschheit (Lucerna 2 1962); Th. Schwegler,
saje los elementos esenciales de la doctrina del pecado ori- Die biblische Vrgeschichte im Lichte der Forschung (Munich 2 1962);
J. B. Bauer, Prehistoria Bíblica (Estella 1969); id., "Israels Schau
ginal".34 Este criterio pudiera estar más cerca de la verdad in die Vorgeschichte," en Wort und Botschaft, edit. por J.
que las precipitadas afirmaciones de J. GROSS, L. KOHLER Schreincr (Wurzburgo 1967), 74-87; H . Renckens, Urgeschichte und
Heilsgeschichte (Maguncia 3 1964); Cl. Schedl, Geschichte des Alten
y H. HAAG.35 Testaments, I (Innsbrcck = I964); A. Stoger, Gott und der Anjang
(Munich 2 1964); R. Koch, Teología de la redención (Buenos Aires
83
A. M. Dubarle, Le peché originel dans l'Écriture (París 1958), 1966); V . Trilling, Denn Staab hist du... (Friburgo 1965); Fr.
59s Festorazzi, La Bibbia e il problema delle origini (Brescia 1966).
M 38
' Ib'td. 69s. Mencionemos, entre otros, a J. Begrich, Die Paradieser-
35
Cf. nota 7, 23 y 26. ¿ahlung. Eine literargeschichtliche Studie, en "ZAW", 50 (1932),

20 21
Gn 2 y 3" consideran el relato sobre el paraíso y la caída sólo como introducción a la "protohistoria" o, en general,
al conjunto narrativo del libro del Génesis. A no ser que
93-116, ahora en id., Gesammelte Studien zum AT (Munich 1964), se rechace una división crítico-literaria de todo el libro del
11-38; J. Coppens, L'unité üttéraire de Genése, I I - I I I , en "EThL",
28 (1951), 91-99; G. Lambert, Le drame du jardín d'Eden, en Génesis en diversos extraaos o "fuentes",4" se atribuye Gn 2,
"NRTh", 76 (1954), 917-948; J. L. McKenzie, The Literary Cha- 4b hasta 3, 24, por regla general, al yavista, 41 y se procura
racter of Génesis 2-3, en "ThSt", 15 (1954), 541-572, ahora en: id.,
Myths and Realities (Milwaukee 1963), 146-181; Y. Lewy, The interpretar el relato de la caída de Adán a base de la teo-
Two Strata in the Edén Story, en " H U C A " , 27 (1956), 93-99; logía yavista de la elección y la promesa. Todo el resto
J. Dus, 2wei Schichten der biblischen Paradiesgeschichte, en "ZAW",
71 (1959), 97-113; H . Haag, Die Komposition der Sündenfaller- del relato, desde la caída de Adán, pasando por el fratri-
zahlung, en "ThQu", 146 (1966), 1-7. cidio de Caín (4, 1-16), desenfrenado espíritu de vengan-
39
Cf., entre otros, H.W. Hertzberg, Die Botschaft vom An- za de Lamec (4, 17-24), el diluvio (6-8), conducta infa-
fang: Kotnm Schópfer Geist, edit. por E. Kietzell (Flensburgo
1949), 9-44, ahora en id., Beitrage zur Traditionsgeschichte und me de Cam (9, 18-27), hasta la construcción de la torre
Theologie des AT (Gotinga 1962), 162-186; W. Vollborn, Das de Babel (11, 1-9), es tan sólo el fondo obscuro sobre el
Problem des Todes in Génesis 2 und 3, en "ThLZ", 77 (1952),
709-714; J. Pedersen, "The Fall of Man", en Interpreta- que se destacan con mayor nitidez la elección de Abrahán
tiones ad Vetus Testamentum pertinentes, Homenaje a S. Mo- y de su "semilla", las promesas de Yavé y la maravillosa
winckel (Oslo 1955), 162-172; P. E. Miras, El pecado original
en el Génesis, en "Ciencia y fe", 47 (1956), 7-68; Bo Reicke, The providencia de Dios para con los patriarcas. Por eso, pue-
Knówledge Hidden in the Tree of Paradise, en "JSS", 1 (1956), de escribir NORBERTO LOHFINK: "Sólo porque el yavista
193-201; St. Lyonnet, Quid de natura peccati doceat narratio
Gn 3, en "VD", 35 (1957), 34-42; L. F. Hartmann, Sin in Para- sabía que podía colocar esas palabras (esto es, las de la
dise, en "CBQ", 20 (1958), 26-40; M. Bic, Vom Geheimnis und promesa hecha a Abrahán, Gn 12, 1-3) al principio de la
Wunder der Schópfung ("Neukirchen 1959); P. Humbert, Démesure
et Chute dans l'Ancien Testament, homenaje a W. Vischer (Mont- historia de Abrahán, pudo atreverse a describir tan serena-
pellier 1960), 63-82; id., véase nota 27; H . Haag, Die Themata mente en su protohistoria la enorme maldición que pesa
der Siindenfall-Geschichte: Lex tua veritas (Homenaje a Hub.
Junker) edit. por H . Gross-F. Mussner (Tréveris 1961), 101-111; sobre toda la humanidad y sobre todos los tiempos."42
L. Alonso Schókel, Motivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3,
en "Bb", 43 (1962), 295-316; J. A. Soggin, La caduta dell'uomo
nel terzo capitolo della Genesi en "Studi e Materiali di Storia
Por desgracia, los exegetas, que sienten inquietud ante
delle Religioni", 33 (1962), 227-256; M. Bic, The Theology of
the Biblical Creation Epic, en "Svensk Exegetisk Arsbok", 28/29 Génesis 1-3", en Mysterium Salutis, edit. por J. Feiner-M. Lohrer, II
(1963/64), 9-38; H . Gross, Hauptthemen der Urgeschichte, en "Le- (Einsiedeln 1967), 421-439.
40
bendiges Zeugnis", 1 (1964), 63-78; N . Lohfink, "Die Erzahlung Tal es el caso sobre todo de U. Cassuto (cf. supra, nota 37).
41
vom Sündenfaü", en Das Siegeslied am Schilfmeer (Francfort 1965), O. Eissfeldt, Hexateuch-Synopse (Leipzig 1922) (reimpre-
81-101; id., "Die ersten Kapitel der Bibel", en Bibelauslegung im sión, Darmstadt 1962), 3 * - 5 * ; id., Die Génesis der Génesis (Tubinga
Wandel (Francfort 1967), 76-106; C. Murray, The Origin of the "1961) distingue ahí y en todo el libro del Génesis un estrato L
World and Génesis 1-3, en "Australian Biblical Review", 13 (1965), ("estrato profano") del estrato yavista. Con la fuente L de Eiss-
1-18; P. Dacquino, "II messaggio escatologico dei Profeti ebrei e feldt coincide substancialmente el estrato o fuente N ("fuente de
i primi capi della Genesi", en // Messianismo (Brescia 1966), 21-34; los nómadas"), supuesta por G. Fohrer, Einleitung in das AT
P. Grelot, Réflexions sur le probléme du Peché originel, en "NRTh", (Heidelberg 1965; cf. las sipnosis de las págs. 160s y 175).
99 (1967), 337-375, 449-484; H . Gross, "Theologische Exegese von 41
N . Lohfink, Schilfmeer (v. nota 39), 101; cf. también
G. von Rad, Theologie, I (v. nota 31), 167-174.

22 23
el contexto literario y kerigmático de Gn 3, se detienen to y las autoridades religiosas que canonizaron la tradición
en el Yavista y se limitan a hacer constar que hasta la li- oficial de Israel, se sintieron impulsadas a ocuparse del
teratura sapiencial tardía (Eclo 25, 24 y Sab 2, 24) la his- relato de la caída original y a incorporarla a su concepción
toria de la caída original no tuvo resonancia ninguna, y histórico-salvífica. Desde este punto de vista, Gn 2 y 3
por consiguiente no influyó en la teología veterotestamen- debiera tomarse más en serio en la teología bíblica y dog-
taria y en la vida religiosa de Israel. Dentro del Antiguo mática de lo que se hace en la actual bibliografía teológica
Testamento, el relato de Gn 3 se encuentra "aislado y mar- especializada.
ginal. A este relato no hace referencia ningún otro re-
Tampoco se presta todavía la debida atención al con-
lato, ningún escrito profético, ningún salmo. Tan sólo la
texto histórico-religioso, en el que hay que situar a Gn 3
última literatura sapiencial parece conocerlo —pero ahí
y Sal 51, 7, que son los más importantes pasajes del An-
se presupone ya el canon como autoridad... Al principio
no fue fe vivida, sino teología pensada".43 No se plantea tiguo Testamento que entran en discusión a propósito del
ahí la cuestión de si las muchas generaciones de conserva- pecado original. Cierto es que los comentarios aducen textos
dores de la tradición, que, mucho antes del Yavista, trans- del antiguo Oriente pertenecientes al entorno de Israel, que
mitieron el contenido de Gn 2 y 3 desde su primera fijación presuponen la creencia en la universalidad e inevitabilidad
oral hasta la continuación literaria por medio del llamado del pecado. Pero se olvidan de indicar por qué allí no
Jehovista al comienzo del destierro, no se preocuparon en aparece la idea de un primer padre que haya pecado, y de
absoluto de ello, y si no podría encontrarse una razón que dónde ha recibido Israel esa idea. En los últimos decenios,
explique el hecho de que en los escritos proféticos y en una gran cantidad de estudios sobre el problema indivi-
la poesía litúrgica no se llegara a hablar del paraíso y de la duo-comunidad en el antiguo Israel han demostrado que
caída original. Pero sobre todo se desatiende por comple- Gn 3 se basa en la mentalidad solidaria o comunitaria for-
to el gran interés que la protohistoria bíblica, incluso Gn 2 jada por la estructura tribal de la antigua organización
y 3, tuvo que haber despertado en la época del Jehovista social israelita."4 De esto han tomado nota en sus reflexio-
hasta el último redactor del Pentateuco; de tal manera que
44
J. Pedersen, Israel. I-Il Sjaelelív og samfundsliv (Copen-
los mayores teólogos de la historia del Antiguo Testamen- hague 1920 [ 3 1958]). III-IV: Hellighed og guddommelighed, ibíd.
:
1934 ( 1960); K. H . Fahlgren, SEDÁQÁ, nahestehende und entge-
43 genstehende Begriffe (Upsala 1932); H. W. Robinson, The Hebrew
N. Lohfink, Schilfmeer (v. nota 39), 81. De forma pare-
cida opinan H . Haag (véase nota 26), 58 (Gn 3 "se quedó sin el Conception of Corporate Personality, en "BZAW", 66 (Berlín
más mínimo eco en todo el resto de la literatura veterotestamen- 1936), 49-62; J. Hempel, Das Etbos des Alten Testaments (Berlín
taria"); von Rad (v. nota 36), 82, entre otros. Se expresa con 1938 [ 2 1964]), 32-93; D. Daube, Studies in Biblical Law (Cambridge
más cautela G. Eichrodt, Theologie des AT, II (Stuttgart 41961), 1947), 154-189; J. de Fraine, Individu et société dans la religión
284, pues sostiene "que la profunda concepción de Gn 3 no sólo de l'Anden Testament, en "Bb", 33 (1952), 324-355, 445-475; id.,
se queda sin expresa referencia en los escritos del Antiguo Tes- Adam et son lignage (Brujas 1959). (Es de lamentar que en su
tamento, sino que aun conceptualmente halla escaso eco". libro La Bible et l'origine de l'homme, Brujas 1961, no haya ape-

24 25
nes muy pocos exegetas45 y todavía menos dogmáticos.48 o ninguna atención en la bibliografía teológica sobre el
Aun los numerosos trabajos exegéticos sobre los términos pecado original.
hebraicos para designar el pecado y, en general, sobre las Todos estos laboriosos, pero fecundos, trabajos de in-
concepciones israelitas del pecado47 han encontrado poca vestigación en el terreno próximo a la teología bíblica y
en la misma teología bíblica demuestran que en una in-
ñas explotado los resultados de su propia investigación); Fr. Spa- vestigación sobre el origen de la doctrina del pecado ori-
dafora, Collettivismo e individualismo nel Vecchio Testamento
(Rovigo 1953); J. Scharbert, "Solidaritát in Segen und Fluch im ginal o en una discusión entre exegetas y sistemáticos sobre
Alten Testament und in seiner Umwelt", I, en Vaterfluch und ese dogma no se puede salir del paso haciendo un cotejo
Vatersegen (Bonn 1958); id., Heilsmittler im Alten Testament
und hn Alten Orient (Friburgo 1964 [se ha de considerar como entre el texto de Gn 3 y Sal 51, 7 y ciertos mitos antiguos
la segunda parte del citado trabajo!); id., en "Bibeltheolog. Wór- y del antiguo Oriente y algunos otros pasajes del Antiguo
terbuch", editado por J. B. Bauer (Graz 1967), 1428-1438; L. López,
El mundo solidario del hombre en el Antiguo Testamento, en Testamento, para terminar afirmando triunfalmente que
"Studium", 5 (1965), 217-271; J. L'Hour, La morale de l'Alliance el Antiguo Testamento no sabe nada del pecado original.
(París 1966).
45 En este sentido JULIO GROOS48 ha procedido ciertamente con
A. M. Dubarle (véase nota 33); L. Ligier, Peché d'Adam et
peché du monde (París 1960); St. Porúbcan, Sin in the Oíd Tes- demasiada ligereza y la mayor parte de los dogmáticos
tament (Roma 1963), 563-585; P. Grelot (véase nota 39). actuales, movidos por similares posturas de algunos pres-
48
Con mayor amplitud tan sólo P. Schoonenberg (v. nota 20).
tigiosos exegetas49 y mostrando gran falta de espíritu crítico,
" G. Quell-G. Bertram-G. Stahlin-W. Grundmann en ThWNT,
I, 267-295; F. Hauck, ibíd., V, 559-562; A. George, Le sens du han desistido de escuchar más atentamente aquellos enun-
peché dans l'Ancien Testament, en "Lumiére et Vie", 5 (1952), ciados del Antiguo Testamento que, por lo menos, prelu-
21-40; P. Ricoeur, Culpabilité tragique et culpabilité biblique,
en "RHPhR", 33 (1953), 285-307; J. H. W. Rhys, A Study of dian la doctrina del pecado original. Ahora bien, como
the Understanding of Sin in the Scriptures, en "Angl. Theol. Rev.", nadie puede exigir que el dogmático se lea toda la bi-
35 (1953), 17-27; C. R. Smith, The Bible Doctrine o} Sin (Lon-
dres 1953); A. Quast, Analyse des Sündenbewusstseins Israels nach bliografía exegética especializada que hasta aquí se ha
dem Heiligkeitsgesetz (Diss. Gotinga 1956); St. Lyonnet, en toda enumerado en las notas, como tampoco es posible que el
una serie de artículos, en "VD", 35 (1957) y 36 (1958); id., De
peccato et redemptione, I. De notione peccati (Roma 1958); R. Cria- exegeta domine toda la bibliografía antropológica, dogmá-
do, "El concepto de pecado en el Antiguo Testamento", en XVIII tica y teológico-moral que trata del problema del pecado
Semana Bíblica Española (Madrid 1960), 5-49; A. Gelin, Le peché
dans l'Ancien Testament, Tournai 1960; P. Grelot, Théologie bi- original, es preciso resumir y discutir brevemente en forma
blique du peché, en "Vie Spirituelle", Suppl. 61, París 1962, 203-241; de prolegómenos o notas previas aquellos puntos de vista más
E. Beaucamp-E. de Places-St. Lyonnet, "Peché", en Dictionaire
de la Bible, Supplément 37/38 (París 1962/63), 407-567; St. Po- importantes, que, a juicio del exegeta veterotestamentario,
rúbcan (v. nota 45); J. Becker, Das Heil Gottes. Heils- und Siin- puedan ser provechosos al dogmático en orden a una
denbegriffe in den Qumrantexten und in NT (Gotinga 1964); R.
Mayer, Sünde und Gericht in der Bildersprache der vorexilischen
mayor profundización teológica de la doctrina cristiana
Prophetie, en "BZ N F " , 8 (1964), 22-64; R. Knierim, Die Hauptbe- sobre el pecado original.
griffe }ür Sünde im AT (Gütersloh 1965); J. B. Bauer, en "Bibel-
theol. Worterbuch" (Graz 3 1967), 1288-1309. 48 4Í
Cf. nota 7. Cf. las notas 23, 26 y 31.

26 27
II
LA PECAMINOSIDAD DEL HOMBRE EN EL AMBIEN-
TE DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Israel vive en un ambiente que está convencido de


que el hombre es pecador, de que no puede evitar total-
mente el pecado y de que, por esta razón, ha de contar
constantemente con el enojo de los dioses, con la mal-
dición y con el desenfreno de los poderes demoníacos.
Pero apenas se hace distinción entre transgresiones in-
conscientes y faltas premeditadas contra mandamientos di-
vinos o sagradas disposiciones, amparadas por los dioses.1
Los egipcios nos han dejado, ciertamente, muy pocas
confesiones de pecados. En los muchos textos escritos sobre
papiro y hallados junto a las momias o en sarcófagos, y
1
El más profundo estudio acerca de la conciencia de pecado
entre los pueblos del antiguo Oriente es el de R. Pettazzoni, La
confessione del peccati, 3 vols. (Bolonia 1930-1936).

29
En las cercanías de Tebas han aparecido fervientes
en las inscripciones de los templos de los muertos, que en
oraciones con emocionantes confesiones de pecados en una
parte han sido compiladas en el Libro de los muertos, ocupan
serie de textos pertenecientes a la época de la dinastía XVIII.
un amplio espacio las solemnes aseveraciones de no haber
Tales textos no declaran de modo expreso la creencia en
pecado, las llamadas "confesiones negativas de pecados".2
la pecaminosidad universal del hombre, pero manifiestan
El egipcio, durante su vida, se preocupaba poco del pe-
la existencia de una viva conciencia de pecado en los sec-
cado, pero es evidente que vivía con la inquietud de que
tores inferiores del pueblo.5 En sus oraciones, gentes sen-
en el juicio que todo difunto tiene que soportar pudieran
cillas ruegan a su dios protector en la enfermedad y en otras
descubrirse algunos pecados y resultara así perjudicada
necesidades que aleje de ellos el dolor, reconocen como justo
su vida en el más allá. Por eso a los muertos se les dan
el castigo divino, pero apelan a circunstancias atenuantes,
fórmulas consignadas por escrito para que las lleven en
por ejemplo, con estas palabras: "¡No castigues en mí
su viaje hacia el reino de los muertos y con ellas nieguen
mis muchos pecados! Soy uno que no se conoce a sí mismo.
todo pecado e influyan mágicamente sobre los jueces de
Soy un hombre cuyo corazón es insensato."" Con estas
los muertos. Así, pues, estos textos, pese al expreso op-
expresiones, el penitente quiere decir, sin duda ninguna,
timismo en cuanto a la propia virtud y a los propios mé-
que el corazón humano es insensato por naturaleza y por
ritos, como se observa especialmente en las autobiografías
lo mismo cae fácilmente en el pecado.
de los epitafios,3 atestiguan al mismo tiempo el temor de
que "la vida normal del egipcio se deje fascinar por el De la literatura sapiencial egipcia nos ha llegado un
pecado".* texto más claro, que descubre el conocimiento de la maldad
universal de los hombres. El sabio Amenemope da este
2
Ch. Maystre, Les déclarations d'innocence (El Cairo 1937); consejo: "¡No digas: yo no tengo ningún pecado!... No
H. Kecs, Góttinger Totenbuchstudien (Gotinga 1954). Textos tra-
ducidos: A O T 10-12; ANET 34-36. Sobre el Libro de los muertos, hay nada perfecto, ¡por Dios!"7 Desde luego, los funcio-
cf. además B. Rachewiltz, // libro dei moni (Milán 1958); A. Champ- narios egipcios, a cuya instrucción iban principalmente
dor, Le livre des morts (París 1967).
8
J. Janssen, De traditioneele egyptische autobiografie vóór dirigidos los libros sapienciales, apenas observaban ese con-
het Nieuwe Rijk (Leiden 1946).
4
S. Morenz, Ágyptische Religión (Stuttgart 1960), 139.— der agyptischen Religwnsgeschichte (Berlín 1952), 759-761; P. Mon-
Otras obras sobre el pecado en la religión de los egipcios: Herm. tet, "Les fruits défendus et la confession des peches", en Les
Junker, Osirisreligion und Erlósungsgedanke, en "Intern. Woche für Sagesses die Proche-Orient Anclen (París 1963), 53-62.
5
Religionsethnologie", IV. Tagung (París 1926), 282-289; J. Spiegel, A. Erman, Denksteine aus der thebanischen Gr'dberstadt,
Die Idee vom Totengericht in der agyptischen Kultur (Glückstadt en "Sitzugsberichte der Preuss. Ak. d. Wiss., Phil.—hist. Kl." (Berlín
1935); W. Wolf, lndividuum und Gemeinschaft in der agytischen Kul- 1911), 1086-1110; A. H . Gardiner, Late-Egyptian Miscellanies
tur (Glückstadt 1935), 16-25; H . Moderau, Die Moral der alten (Bruselas 1937); A. Barucq, L'expression de la louange divine et
Agypter nach Kap. 125 des Totenbuches, en "AFO", 12 (1938), 258- de la priére dans la Bible et en Égypte (El Cairo 1962), 450.
268; Herm. Junker, Pyramidenzeit (Zurich 1949), 90-107; L. J. Ca- " A O T 32; A N E T 379; A. Erman, Die Literatur der Agypter
zemier, "Het begrip zonde in de Pyramidetexten" en Pro regno, (Leipzig 1923), 379.
pro Sanctuario (Nijkerk 1950), 101-114; H . Bonnet, Reallexikon ' Cap. 18, trad. en AOT 43s; ANET 423.

30 31
se jo, como lo demuestran los harto inmodestos autoelogios destinado a Assurnasirpal I (1052-1033) intenta el rey
de sus monumentos funerarios, que hemos citado anterior- disculpar sus pecados ante la divinidad con la pregunta:
mente. "¿Acaso podría yo haber evitado caer en pecado?"11
En el ámbito cultural asirio-babilónico se encuentran Otro penitente confiesa: "¿Quién es el que no habría
los más inequívocos testimonios de la fe en una maldad caído en pecados contra su Dios...? La humanidad, en
de todos los hombres transmitida por la misma naturaleza cuanto está de su parte, conoce el pecado."12 Así, pues, en
y en la solidaridad del individuo con los pecados de sus la mente de estos devotos el pecado es sencillamente algo
directos antepasados, de sus parientes y amigos. De esto inevitable para el hombre.
existen documentos textuales desde el siglo XVII hasta
Mientras que en las aducidas y similares manifestaciones
—aproximadamente— el siglo VI antes de Cristo.8 Véanse
de la religiosidad babilónica y asiría aparece la idea de
a continuación tan sólo algunos ejemplos.
que el hombre, a causa de su innata flaqueza de criatura,
Un texto sapiencial del siglo XVII en lengua sumeria, nunca puede defenderse totalmente del pecado, la literatura
pero de mentalidad semítica,9 dice entre otras cosas: "Ellos, mágica, en la que, para uso de enfermos y cualquier tipo
los respetables sabios, dicen una sentencia muy cierta: ¡Jamás de pacientes, se han reunido textos de eficacia mágica para
nació de una madre un hijo sin pecado; ... un ciudadano conjurar la maldición, está dominada por el temor de poder
(?) sin pecado jamás ha existido!" De esta convicción estar enredado funestamente en pecados de los padres,
saca el autor la consecuencia de que el hombre tiene que abuelos, hermanos y de otros parientes y amigos y por ello
resignarse al enojo de los dioses y contar con el dolor se padezca la maldición o la cólera de alguna divinidad.
como consecuencia del pecado." En un salmo penitencial Como muestra de los numerosos textos de este tipo, véase
el siguiente ejemplo: "A causa del pecado de mi padre
8
Sobre el problema del pecado entre los sumerios, babilonios o abuelo, a causa del pecado de mi madre o abuela, a
y asirios —a los dos últimos se los engloba ordinariamente bajo
el nombre de acadios— cf. Ch. F. Jean, Le peché chez les Baby- causa del pecado de un hermano mayor o de una hermana
loniens et les Assyriens (Placencia 1925); O. García de la Fuente, mayor, a causa del pecado de mi familia, estirpe o paren-
Los dioses y el pecado en Babilonia (El Escorial 1961).
" Los verdaderos sumerios parecen no haber conocido el tela... pesa sobre mí la ira del dios o de la diosa."13
pecado como falta ética; sus múltiples ritos de purificación y sus
plegarias para ser librados de alguna maldición no tienen nada que además H . Schmokel, Hiob in Sumer, en "FF", 30 (1956), 74-76;
ver, al parecer, con el temor al pecado o con el arrepentimiento E. Vogt, Idea peccati ómnibus innati apud Sumeros, en "Bb", 37
por los pecados, sino que están inspirados tan sólo por el miedo (1956), 131s.
a los poderes demoníacos. Pero la lengua sumeria sirvió también n
R. E. Briinnow, Assyrian Hymns, III, en "ZA", 5 (1890),
más tarde a los acadios semíticos frecuentemente como lengua 66-84.
erudita y litúrgica. M
E. Ebeling, Keihchrijttexte religiosen Inhalts, I (Leipzig
10
Texto sumerio, traducción y adaptación en S. N . Kramer, 1915-19), N i . 39 y 45; adaptación: id. en "OLZ", 19 (1916), 296-
Man and His God, en "VT", Suppl. 3 ( = Homenaje a H . H . Row- 298; trad.: W. von Soden (v. nota 11), 272s.
13
ley) (Leiden 1955), 170-182, el pasaje citado en la línea lOls; cf. En la misma tabla n.° 39 publicada por E. Ebeling (v. nota

32 33
De los hititas han llegado hasta nosotros muy pocos parar el pecado de su padre y que el pecado casi forma
testimonios de sus creencias, que pudieran aportar alguna parte de la esencia del hombre, de tal manera que tampoco
utilidad para nuestro problema del "pecado original". Real- su padre pudo evitarlo totalmente. "Oh dioses, señores míos,
mente sólo hacen al caso las "oraciones del rey Mursiiis así es ciertamente: se peca. Por consiguiente, mi padre
contra la peste".14 En ellas ese rey de los hititas, Mursi- también ha pecado y ha transgredido... el mandamiento.
iis II (1345-1315), con lamentos y súplicas conmovedo- Yo, en verdad, no he cometido pecado alguno. Pero así
ras, pero también con una gran humildad, pide a los dioses es: El pecado del padre recae sobre el hijo." Así, pues,
de su reino que cese una peste que hacía ya diez años afli- aunque él se tiene por personalmente inocente, al formular
gía a su pueblo. El rey interpreta la epidemia como castigo la palabra "nosotros", se incluye en el pecado de su padre
que infligen los dioses porque su padre Suppiluliuma y de ese modo se confiesa solidario con él: "¡Ciertamente
quebrantó un contrato jurado y suprimió ciertos ritos re- así es, nosotros lo hemos hecho!" Para él no constituye
ligiosos, que hasta entonces se venían practicando ordina- problema ninguno el que el hijo deba también responder
riamente junto a un río. Al parecer, el culpable padre de las faltas del padre. Mursiiis considera eso eviden-
y su hijo mayor, y por consiguiente el hermano mayor de te, con lo cual demuestra que, al menos en sus tiempos,
Mursiiis, fueron también arrebatados por la peste. Pues el pueblo creía firmemente que los hijos están complica-
bien, el rey actual considera completamente razonable dos en la culpa de los antepasados y el pueblo en la culpa
que el pecado del padre afecte a todo el pueblo e incluso del rey y que ni siquiera el rey —y por consiguiente con
al hijo, que es realmente inocente, mientras no haya sido mayor razón el simple mortal- - es capaz de substraerse
expiado convenientemente. Por eso ruega a los dioses que al pecado.
le den a conocer la expiación que todavía reclaman: se
declara dispuesto a cualquier clase de obra expiatoria, con Es de lamentar que precisamente de los vecinos más
tal que su pueblo quede al fin libre de esa abrumadora próximos a Israel, los cananeos, fenicios, árameos, moabi-
desgracia. Pero les hace saber a los dioses que hasta entonces tas, edomitas y filisteos, no dispongamos de ningún docu-
él y su pueblo se han esforzado con todo empeño en re- mento escrito acerca de la fe en la maldad universal del
hombre o en la participación en la culpa de los antepasa-
12); adaptación: C. J. Mullo-Weir, en Journal of the Roy al Asiatic dos. Esto no se debe a que tales ideas sobre el pecado les
Soc. 1929, 763-765. —Otros ejemplos en J. Scharbert, Solidaritat hayan sido extrañas, sino a la escasez y simplismo del ma-
(v. cap. I, nota 44), 51ss.
14
A. Gotze, Die Pestgebete des Mursiiis: Kleinasiat. Forschung-
terial de las fuentes. Las inscripciones funerarias y regias,
en, edit. por F. Sommer-H. Ehelof, 1-2 (Weinar 1929), 161-251. relativamente breves, los documentos jurídicos y económicos
Sobre este tema escribió un buen comentario histórico-religioso e incluso el más extenso texto aramaico de origen no
R. Petazzoni (v. nota 1), vol. III, 39-46. Cf. además H . J. Hou-
wink ten Cate, Mursiiis II, de bronen voor een karakterschets judío, el libro de Ajiqar de Elefantina, no tenían motivo
(Leiden 1966). Traducción de algunos fragmentos en ANET, 349- alguno para pronunciarse sobre la maldad universal o
396.

34 35
sobre las más hondas raíces del pecado y de\^a maldición.16 ha realizado el pecado, de modo consciente o inconsciente,
Algo parecido puede decirse de los hallazgos de textos de siembra la maldición y la desdicha, que amenazan todo el
Ugarit, por lo demás muy abundantes, los cuales, a excep- ámbito vital del pecador, sobre todo la familia, los parien-
ción de ciertos mitos, hasta ahora sólo nos han ofrecido tes, los descendientes y los amigos; si es el rey el culpa-
unos tres textos de contenido religioso, pero que, sin em- ble, entonces queda también todo el pueblo complicado
bargo, no aportan luz ninguna a nuestro problema. en el pecado y ha de sufrir las consecuencias. Esto se con-
sidera como cosa natural y no se ve en ello ningún proble-
Si queremos, pues, conocer las concepciones religiosas
ma especial. Por eso, en las desgracias personales, sobre
sobre el pecado en el ambiente de Israel, hemos de acudir,
todo en la enfermedad, se dan por seguras algunas faltas
ahora como antes, al legado literario de los grandes pueblos
de los padres, abuelos, hermanos, parientes y amigos, y
civilizados del antiguo Oriente, de los egipcios, acadios e
en las catástrofes nacionales se inquieren los delitos del rey,
hititas. Tienen por pecado sobre todo la transgresión de
para poder propiciar a los dioses mediante las oportunas
prescripciones litúrgicas, no observancia de ritos religiosos,
obras expiatorias y oraciones. Dado que el hombre del an-
ruptura de tratados que estén asegurados mediante jura-
tiguo Oriente generalmente piensa en serio en el pecado,
mentos y sancionados por maldición;10 pero, como lo de-
cuando padece algún dolor, pues todo sufrimiento se con-
muestran las "confesiones negativas de pecados" de los
sidera como secuela de algún pecado en el sentido expuesto
egipcios, también consideran pecado las faltas éticas hacia
y el dolor no dispensa a hombre alguno, se abrigaba la creen-
los semejantes: robo, explotación, opresión, engaño, etc.
cia de que ningún ser humano está sin pecado, es más,
No es necesario que el pecado se perpetre con premedi-
que todo hombre viene al mundo ya con la carga del pe-
tación; se teme ser objeto de alguna maldición y de la
cado. Al menos el ya citado texto en lengua sumeria del
cólera de los dioses a causa de transgresiones cometidas invo-
siglo XVII antes de Cristo demuestra que andaban muy
luntariamente o incluso desconocidas. De ahí que se mire
cerca del pensamiento del "pecado original".
al pecado como un poder sombrío, que asalta al hombre,
por ser "insensato" e ignorante. No puede defenderse to- Es indudable que los pueblos civilizados del antiguo
talmente de él y jamás está segura ante él. Una vez que se Oriente no conocen ninguna caída original de un primer
padre común a todos los hombres. Tal idea no podía lle-
Todas las inscripciones de esa zona se encuentran compi-
ladas en su' texto original, en traducción y adaptación, en H . garles de ningún modo, ya que ellos no tenían árboles
Donner-W. RoiJig, Kanandische und aramáische Inschriften, 3 vols. genealógicos que fueran más allá de los más próximos
(Wiesbaden 1962-64). El libro aramaico de Ajiqar está editado
y adaptado por A. Cowley, Aramaic Papyri of the Fifth Century antepasados. Esto se debe a su estructura social. Los pue-
B. C. (Oxford 1923, reimpresión en Osnabrück 1967), 212-220; blos semíticos, al hacerse sedentarios, abandonaron su an-
traducciones: A O T 454-462; A N E T 427-431.
10 tigua constitución tribal, de la que hablaremos en seguida. Y
Detalles sobre esto en J. Scharbert, Solidaritat (v. cap. I,
nota 44), 37-44. así se perdió la idea de que todos los hombres de la mis-
36 37
ma lengua, estilo de vida y cultura, o incluso todos los
elis (tabla VI), según el cual los dioses mezclaron1" la ma-
hombres en general, estuvieran emparentados y tuvieran
teria de que crearon a los primeros hombres con la sangre
un primer padre común. Las comunidades de vida condi-
de un dios malo, y por lo mismo matado, hace sospechar
cionadas por razones puramente territoriales, aldea, ciu-
que habrá existido alguna vez una leyenda etiológica, que
dad, país, y las asociaciones de intereses profesionales deter-
de esa manera intentaba explicar por qué el I hombre es
minadas por motivos económicos ("gremios") no permi- un pecador: porque ya "en su mismo origen no fue un ser
tían la formación de amplias genealogías, que pudieran puro e inocente".20 Pero en el contexto del mito de la crea-
considerarse como transmisoras del pecado y de la maldi- ción, que ha llegado a nosotros casi íntegro, y de sus ante-
ción, como en Gn 1-11. cedentes, conservados tan sólo fragmentariamente, por nin-
Ahora bien, es cierto que en algunos comentarios so- gún sitio se interpreta más en concreto ese rasgo del relato.
bre Gn 2 y 3 se complacen ciertos autores en hacer referen- Los textos aducidos nos muestran con suficiente cla-
cia a determinadas analogías con la historia de Adán, en ridad que Israel vivía en un mundo al que no le era extra-
especial a la pérdida de la hierba de la vida por Gilgamés ño el pensamiento de que el hombre es pecador desde el
según la tabla XI de la epopeya de Gilgamés." Pero ni primer instante de su existencia y puede "heredar" el pe-
Gilgamés es el primer hombre, ni la muerte es la consecuen- cado y sus devastadoras consecuencias, aunque tan sólo de
cia de un pecado. Gilgamés nunca ha sido inmortal, sino que los más próximos antepasados directos. Sinceramente, al me-
espera obtener la inmortalidad por medio de una planta nos hasta ahora, faltan textos que podamos considerar
maravillosa. Pero esa esperanza le resulta fallida por obra como genuinos paralelos a Gn 2 y 3.
de una serpiente, que le hurta la hierba de la vida y la de-
vora. Los mitos del antiguo Oriente no conocen ninguna
primera pareja humana. Los antiguos mitos cuentan tan
solo que los dioses en los tiempos primitivos crearon "hom-
19
bres" como una pluralidad, y desde luego para servir a los Cf. Schopfungsmythen (v. nota 18), 144-146; AOT, 121s,
137; ANET, 68.
dioses mediante el culto, sobre todo por medio de sacri- 20
Así P. Garelli-M. Leibovici, en Schopfungsmythen (v. nota
ficios. No se paran a pensar en el influjo moral de los 18), 129s, quienes suponen que de ese modo se intentaba expresar
hombres primitivos sobre la actual humanidad viviente.18 la transmisión de la "deshonra a un representante abandonado"
y la "recepción de la culpa" por el hombre; en forma análoga
Es verdad que el mito babilónico de la creación Enuma N . Lohfink, Bibelauslegung (v. cap. I, nota 39), 95s (aquí tam-
bién una cita interesante para nosotros, tomada de la "teodicea
" Línea 270-325, v. AOT, 182s; ANET, 96s; A. Schott, Das babilónica" X X V I , según la cual los dioses proveyeron al hombre,
Gilgamesch-Epos (—edición Reclam— Stuttgart 1958), 98s. tan pronto como lo habían moldeado con barro, con la mentira
Cf. "Quellen des Alten Orients", I, Die Schopfungsmythen y no con la verdad; texto con traducción y adaptación ahora en
(Einsiedeln 1964), 95-99, 109, 129, 132s, 144-146, 148-150; AOT, "W. G. Lambert, Babylonian Wisdom Literature —Oxford 1960
2, 121s, 131, 134, 137; ANET, 7, 68, 99. 88s).

38 39
III
MENTALIDAD CLANICA DEL ANTIGUO ISRAEL

El antiguo Israel no era un pueblo de cultura ciuda-


dana, sino que en sus comienzos fue una coalición —de
muy lenta formación y relativamente inconsistente— de tri-
bus nómadas y seminómadas, que, a causa de su análoga
estructura social, cultura, lengua y religión, se consideraban
emparentadas. Por su estilo de vida, derecho y costumbres,
se asemejaban a las tribus nómadas y seminómadas que nos
son conocidas por numerosos monumentos escritos1 y obras

1
Las fuentes, sobre todo las de Mari, están dibujadas y estu-
diadas en J. R. Kupper, Les nómades en Mésopotamie ait temps
des rois de Mari (París 1957); F. Gabrieli, L'antica societa beduina
(Roma 1959); H . Klengel, Zueinigen Problemen des altvorderasia-
tischen Nomadentums, en "Archiv Orientalní", 30 (1962), 585-
596; id., Sesshafte und Nomaden in der alten Geschichte Meso-
potamiens, en "Saeculum", 17 (1966), 205-222.

41
plásticas2 del antiguo Oriente. Tales tribus dependían, por sus imprevisibles asaltos a la tierra de labor,6 son desde
lo general, de cierta simbiosis con la cultura ciudadana, ya luego las que, en diversos lugares de los documentos es-
que en las ciudades vendían sus productos de ganadería critos desde la mitad del tercer milenio antes de Cristo,
y allí adquirían productos de artesanía y de arte para el aparecen con los nombres de "apiru" y "jabirú", con los
uso diario. A menudo no bastaban los campos de pastoreo que también podrían estar relacionados los "hebreos"
sin dueño; en tal caso esas tribus se veían obligadas a ('ibrim) de la Biblia.7
procurarse de las ciudades o pueblos la asignación de te-
rrenos de pastoreo a cambio de servicios militares o de " Cf. sobre todo las quejas de los príncipes de las ciudades
palestinenses sobre las incursiones de los jabirú, en las cartas-Amarna:
otra índole. Buscando pastizales, recorrían a veces grandes K. Galling (v. nota 3), 21-28; ANET, 483-490; AOT, 371-379,
distancias, de tal manera que los nombres de estas tribus pero también Ex 1, 10.
7
surgen en diversas épocas y en comarcas distintas, que a La conexión histórica entre los jabirú y los hebreos es muy
dudosa, pero podría verse en el hecho de que las tribus protoisrae-
menudo distaban mucho entre sí. No raras veces se lle- litas desempeñaban ante los cananeos y egipcios un papel semejante
gaba a conflictos bélicos con las ciudades y con la autoridad al de los demás grupos designados como jabirú y apiru. En todo
caso, el nombre bíblico de "hebreos" ('ibrim) les cuadra a los
estatal. Estas tribus, de muy diverso origen, que frente a jabirú y apiru; cf. Gn 14, 13 (Abrahán, como pastor nómada y
los egipcios, acadios, hititas, ciudades-estado cananeas, unas aliado de los cananeos); 39, 14-17; 41, 12 (José como esclavo);
43, 32 (la estirpe de Jacob como pastores nómadas tolerados con
veces aparecen como pueblo de esclavos,3 socialmente in- benevolencia ciertamente, pero despreciados por los egipcios);
ferior y explotado, otras como ganaderos tolerados e ino- Ex 1, 15s.l9; 2, 7.11.13 (los "hijos de Israel" como clase humana
de extraño origen, explotada por los egipcios y obligada a la
fensivos, a quienes se les cedían pastizales de muy escasa prestación personal); 1 Sam 4, 9; 13, 19; 14, l í ; 29, 3 (los israe-
utilidad agrícola,4 otras como aliados deseados y en igual- litas como "bárbaros" despreciados por los filisteos). Los israe-
litas y sus antepasados se aplicaban al principio el apelativo de
dad de derechos,5 otras como temidos enemigos a causa de "hebreos" sólo cuando hablaban con sus superiores egipcios o
cananeos, pero después lo adoptaron también como designación
3 normal. Sobre el problema jabirú-hebreos, cf. S. Landersdorfer, Die
Cf. especialmente la conocida pintura mural de la tumba de Bogkazkói-Texte und die Habiru-Frage, en "ThQu", 104 (1923),
Chnumhotep de Beni-Hasan, copiada en L. H . Grollenberg, Bild- 75-83; id., Über Ñame und Ursprung der Hebr'der, en "ibíd."
atlas zur Bibel (Gütersloh 41962), Abb. 121; id., Kleiner Bildatlas 201-232; L. Baeck, Der Ibri, en "Monatsschr. f. Gesch. u. Wis. d. Ju-
zur Bibel (Gütersloh 1960), 62; J. Scharbert, Das Sachbuch zur
dentums", 83 (1939), 66-80; A. Goetze, The City of Khalbi and
Bibel (Aschaffenburgo 1965), lámina en color entre la pág 120 y 121.
3
the Khapiru people, en "BASOR", 79 (1940), 32-38; A. Jepsen, Die
Cf. los "hebreos" en Ex ls, y los "apiru", que se utilizaban Hebrder und ibr Recht, en "AfO", 15 (1945/51), 54-68; J. Bottéro,
en el transporte de piedras, en Papyrus Leiden, 348, Rs 6, 6 y Le problcme des Habiru (París 1954); M. Greenberg, The Hablpiru
349, Vs 15 (traducción: K. Galling, Textbuch zur Geschichte Is- (New Haven 1955); J. R. Kupper (v. nota 1); J. Lewy, Origin and
raels [Tubinga 1950], 30). Signification of the Biblical Term "Hebrew", en " H U C A " , 28 (1957),
4
Cf. la asignación de terrenos a la estirpe de Jacob por 1-13; H . Otten, Zwei ahhethitische Belege zu den Hapiru, en "ZA",
medio del Faraón y de su plenipotenciario José en Gn 45-47; el 52 (1957), 216-223; A. Pohl, Einige Gedanken zur Habiru-Frage,
informe del empleado de fronteras al Faraón en Pap. Anastasi VI, en "WZKM", 54 (1957), 157-160; R. Borger, Das problem der 'apiru
52ss = J. H. Breasted, Ancient Records, III (1907), § 636ss, trad. ("Habiru"), en "ZDPV", 74 (1958), 121-132; H. Cazelles, Hébreux,
por K. Galling (v. nota 3), 34s; AOT, 94. Ubru, Hapiru, en "Syria", 35 (1958), 198-217; M. P. Gray, The
° Cf. especialmente Gn 14. Hábiru-Hebrew Problem in the Light of the Source Material Avai-

42 43
Hacia la mitad (1600-1400 a. C.) y a final (1400-1200) el Sur en Palestina, mientras que el resto, con el nombre
de la era de bronce, diversas tribus y clanes menores de de José (dividido más tarde en Efraín y Manases) y Benja-
pastores nómadas inmigraron en Palestina y en el territo- mín, recorrió el país situado al este del Jordán, y, a las órde-
rio situado al este del Jordán, que se denominaban según nes de Josué, en el siglo XII, avanzó a través del Jordán
los padres fundadores de la tribu o del jeque de la misma. hacia Palestina central.8 En la asamblea de Siquem (Jos 24),
Y así existía la comunidad "Israel" en torno a Siquem, la consiguió Josué fusionar a las demás tribus, emparentadas
comunidad "Jacob" en torno a Betel, una con el nombre con las que habían penetrado bajo su dirección, en un siste-
de "Abrahán" en torno a Hebrón, "Isaac" en torno a Ber- ma de doce tribus y obligarlas a observar la alianza de Yavé
seba en Ja estepa del Negueb, "Caleb" entre las dos úl- y la tradición de Moisés formada a partir de la salida de
timas, diversas pequeñas comunidades, cuyos nombres so- Egipto. Las mutuas relaciones entre aquellas tribus pro-
breviven en las posteriores tribus de Rubén, Simeón, Za- toisraelíticas quedaron expresadas en genealogías, que po-
bulón, Isacar, Aser, Neftalí, Dan y Gad, como también el dría haber concluido en la época de los jueces y bajo los
no bien conocido clan de Makir, y en el nombre geográ- primeros reyes."
fico Galaad. En la época de los hicsos, partes de esas tri-
Sobre la enmarañada historia de las tribus protoisraelitas
bus protoisraelíticas fueron desviadas hacia Egipto. Al sa- y su conquista de territorio, así como sobre las tradiciones recogidas
lir de Egipto bajo el mando de Moisés, entraron en con- en los relatos de los patriarcas, cf., entre otros, H . H . Rowley,
The Exodus and the Settlement in Canaan, en "BASOR", 85 (1942),
tacto con tribus afines en la región del Negueb (tal vez 27-31; id., From Joseph to Joma (Londres 1950); A. Alt, Kleine
con la de Leví en torno a Cadesbarne) y en la península Schriften, I (Munich 1953), 89-202; H . Cazelles, Les localisations
de l'Exode et la critique littcraire, en "RB", 62 (1955), 321-364;
del Sinaí (madianitas, quenitas). Presenciaron una decisiva O. Eissfeldt, Die Eroberung Palastinas durch Altisrael, en "WO", 2
revelación de Dios, por lo cual el Yavé tal vez venerado (1955), 158-171; Sh. Yeivin, "The Israelite Settlement in Galilee
and the Wars with Jabin of Hazor", en Melantes Bibliqítes en
ya por algunos grupos se identificó con el dios padre El, l'honneur de A. Robert" (Paris 1957), 95-104; F. Maass, Hazor
dios del cielo de los antiguos semitas sólo conocido por und d,as Problem der Landnahme, en "BZAW", 77 (Berlín 1958),
105-117; Y. Kaufmann, "Traditions Concerning Israelite Histo-
aquellas tribus, y se estableció una alianza con la comunidad ry in Canaan", en Studies in the Bible, ed. Ch. Rabin (Jerusalén
que marchaba a las órdenes de Moisés. Al parecer, ya en 1961), 303-334; G. Mendenhall, The Hebrew Conquest of Palestirie,
en "BA", 25 (1962), 66-87; J. A. Soggin, La conquista israelítica
la península del Sinaí se separó del grupo de Moisés una della Palestina nei sccoli XIII-XII e le scoperte archeologicbe,
parte, que con el nombre tribal de Judá penetró desde en "Protestantesimo", 17 (1962), 193-208; J. Dus, Das Sesshaft-
werden der nachmaligen Israeliten im Lande Kanaan, en "Commu-
lable at Present, en " H U C A " , 29 (1958), 135-202; M. Astour, nio Viatorum", 6 (1963), 263-275; H . j . Zobel, Stammesspruch
Les étranvers a Ugarit et le statut juridique des Habiru, en "RA", und Geschichte (Berlín 1965); W. Beltz, Die Kaleb-Traditionen
53 (1959), 70-76; E. F. Campbell, The Amarna Letters and the (Budapest 1966); R. Kilian, Die vorpriesterlichen Abrahamsüber-
Amarna Period, en "BA", 23 (1960), 2-22; S. Yeivin, The Origin lieferungen (Bonn 1966); M. Noth, Geschichte Israels (Gotinga
and Disappearence of the Khablpiru, en Trudy 25." mezdun.kongresa "1966), 54-130; H. Seebass, Der Erzvater Israel (Berlín 1966).
8
•wostokowedow (Moscú 1962), 439-441; N . A. van Uchelen, Abra- Sobre la historia del sistema de las doce tribus y de las
ham de Hebree'ér (Assen 1965). hoy muy discutidas tradiciones de la dieta de Siquem, M. Noth,

45
, 44
El Antiguo Testamento, en especial el libro del Gé- trabajos de investigación en torno a los beduinos actuales
nesis, nos da una idea del estilo de vida, el derecho, la or- disponemos de un valioso material comparativo.10
ganización sociológica, las costumbres y la religión de aque- Todos estos pueblos nómadas semíticos poseen una pe-
llas tribus. Claro que las noticias al respecto, que no se culiar constitución sociológica, que ha impreso un sello
consignaron por escrito hasta una época posterior, se deben especial a su mentalidad, a sus costumbres y a su religión.
someter a un examen crítico. Por desgracia, los monumen- Están organizados en familias (hebr. bayit), linajes (bet-áb),
tos escritos del antiguo Oriente nos ofrecen muy pocas no- tribus (sebet) y agrupaciones tribales más amplias ('am).
ticias en este punto, ya que los pueblos civilizados tenían Cada una de estas divisiones constituye una comunidad ne-
poco interés y comprensión para con la situación interna de tamente perfilada (mispahah), en la que todos sus miembros
las tribus nómadas. Pero muchas peculiaridades de los an- se consideran emparentados entre sí y forman una unidad
tiguos pueblos semíticos nómadas se han conservado hasta económica con miras a asegurar los medios de subsistencia.
Por eso, cada uno de los miembros (benéy X = "los hijos
nuestros días entre las tribus beduinas, de tal manera que
de N. N.") y todas las subdivisiones hasta llegar a la to-
en las fuentes relativamente abundantes sobre los árabes
talidad del grupo están unidos unos con otros mediante
pre-islámicos y en los relatos fidedignos de viajes o en los
genealogías (tdledót), que se remontan hasta un primer
padre común (ab).11 En ellas, los diversos árboles genealó-
Das System der zwólf St'ámme Israels (Stuttgart 1930, reimpresión
Darmstadt 1966); E. Nielsen, Sbechem (Copenhague 1955); S. Mo-
gicos de ningún modo reflejan con exactitud la ascendencia
winckel, Rahelstámme und Leastamme, en "BZAW", 77 (1958), biológica, sino más bien las relaciones y transformaciones
129-150; J. Hoftjizer, Enige opmerkingen rond het israelitische jurídico-sociológicas en la historia de tales grupos.12 Del
12-Stammensystem, en "NThT", 14 (1960), 241-263; S. Herrmann,
Das Werden Israels, en "ThLZ", 87 (1962), 561-574; J. L'Hour,
L'Alliance de Sichem, en "RB", 69 (1962), 5-36, 161-184, 350-368; La correspondiente bibliografía y el material que aquí nos
H . M. Orlinsky, The Tribal System of Israel and Related Groups interesa puede verse reunido en J. Scharbert, Solidaritat (v. I,
in the Period of the Judges, en "Oriens Antiquus", 1 (1962), 11-20; nota 44), 72-112; no figura allí todavía R. Montagne, La civi-
K. D. Schunck, Benjamín (Berlín 1963); R. Smend, Jahwekrieg und lisation du désert (París 1947); B. Couroyer, Historie d'une tribu
Stammebund (Gotinga 1963); A. H . J. Gunneweg, Uber den Sitz semi-nomade de Palestine, en "RB", 58 (1951), 75-91; R. Dussaud,
im Leben der sog. Stammessprüche, en "ZAW", 76 (1964), 245- La pénétration des Árabes en Syrie avant l'Islam (París 1955);
255; G. Schmitt, Der Landtag von Sichem (Stuttgart 1964); G. Foh- A. van den Branden, Les textes thamoudéens de Philby, 2 vols.
rer, Altes Testarnent- "Amphiktyonie" und 'Bund"? en "ThLZ, (Londres 1956); T. Ashkenazi, Die Beduinen (Jerusalén 1957 [en
91 (1966), 801-816. Es dudoso que las doce tribus o al principio hebreo moderno]); E. Marx, Bedouin of the Negeb (Manchester
sólo seis constituyeran realmente una "anfictionía" auténtica 1966).
11
en torno al arca de Yavé (cf. las objeciones de Herrmann, Smend Las designaciones hebraicas encerradas entre paréntesis
y Fohrer), pues hasta Saúl o incluso David apenas se aunaron las han experimentado ciertamente al correr de los tiempos —sobre
tribus; aunque de algún modo se sintieron solidarias debido al todo después de la desmembración de los clanes en la época de
culto común a Yavé ya que de otro modo no hubieran podido los reyes— una notable transformación semántica; cf. los diccio-
formar un solo pueblo bajo Saúl y David. Sobre la formación de narios de Gesenius-Buhl, KóMer-Baumgartner y Zorell.
12
la tradición común-israelítica, cf. J. Scharbert, Offenbarung, Tra- Sobre los árboles genealógicos en el Antiguo Testamento
dition und Schrift im Pentateuch, en "MThZ", 18 (1967), 93-118. y entre los beduinos, cf. J. Scharbert, Solidaritat (y. cap. I, nota

46 47
mismo modo que los individuos, mediante la adopción, lidad genealógica sigue influyendo esencialmente en tales
pueden adquirir un nuevo "padre", así también los grupos grupos.
de familias o linajes pueden desligarse del tronco al que
Toda tribu o clan tiene dos personajes señeros, en los
hasta ahora habían pertenecido y adherirse a uno nuevo,
cuales está encarnada y representada: el patriarca que
e incluso tribus hasta ahora extrañas y aun hostiles entre
la fundó y el "más anciano" vivo aún, jeque o cabeza de
sí pueden emprender una comunidad de vida a partir del
la tribu. La familia está representada por el padre o por
'connubium', en virtud de tratados o bajo la presión de las
el hermano mayor. Las agrupaciones del orden de las tribus
circunstancias económicas y políticas. En tales casos se re-
no tienen a veces jefe alguno monárquico, sino que actúan
nuncia frecuentemente a la genealogía tradicional incor-
o por medio de la asamblea de los "ancianos" de los sub-
porándose a una nueva, o bien se amplían los árboles ge-
grupos o por medio de un prudente y prestigioso varón
nealógicos de ambas partes hasta llegar a un padre común,
sin verdadero poder gubernamental, el cual dirige la tribu
reconocido en las dos tradiciones.13
en virtud solamente de su influjo y de su don de persuasión.
Los sociólogos y etnólogos designan con el término En tiempos de guerra o en especiales dificultades, la tribu
céltico de "clan" a esas agrupaciones que se basan en el o grupos de tribus se somete a un hombre de valía, quien
"parentesco". Por consiguiente, un clan puede ser de muy por su especial bravura o aptitudes estratégicas se muestra
diversa amplitud y de más o menos consistencia interior; como animado por el espíritu del dios de la tribu.
llega sencillamente hasta allí donde las familias particu- En Israel estas circunstancias se reflejan en los múlti-
lares siguen considerándose emparentadas. En el caso de ples árboles genealógicos,11 en las listas de linajes y de
que tal comunidad, debido a escasez de pastos o a conflictos jefes,15 en los relatos de Moisés y de los jueces y especial-
bélicos, llegue a dispersarse demasiado, hasta el punto de mente en la historia de los patriarcas. Israel ha llegado
que esos subgrupos dispersos no vuelvan a reunirse, enton- a incorporar a todos los pueblos en un magno árbol genea-
ces, tras varias generaciones, desaparece la conciencia de lógico de la humanidad (Gn 4s; lOs); se remonta hasta
parentesco y los grupos diseminados se constituyen en clanes un primer padre, que se llama sencillamente "hombre"
independientes, o se arriman a otras comunidades extrañas, (ádizm). Aun a ciudades e imperios e incluso a grupos pro-
en las que poco a poco quedan absorbidos. Pero la menta- fesionales, que se enfrentaban al antiguo Israel como co-
44), 81-86; J. Meysing, Contribution d l'étude des généalogies bi-
munidades compactas, por lo que Israel los consideraba
bliques, en "RSR", 39 (1965), 209-229; Cl. Westermann, Génesis erróneamente como clanes, se les asignaba ficticios padres
= Bibl. Kommentar, 1/1 (Neukirchen 1967 [1. a entrega]), 8-24.
Numerosos árboles genealógicos de tribus beduinas pueden fundadores, que hacen de epónimos: Sidón (Gn 10, 15),
verse en las grandes obras sobre los beduinos: A. Musil, Arabia
14
Petraea, 3 vols. (Viena 1907-08); id., Arabia Deserta (Nueva York Gn 4s; lOs; 19, 37s; 25, 1-4; 29, 31-30, 24; 36, 1-14; Ex
1927); M. Frhr. von Oppenheim, Die Beduinen, 5 vols. (Wiesbaden 6, 14-26; 1 Crón 1-8; etc.
1939-1957); E. Marx (v. nota 10). 15
Gn 36, 15-43; Núm 1, 5-16; 26, 1-51; etc.

48 49
Egipto (misrayim: 10, 6), Jabel, Jubal y Tubalcaín como pri- mayw, o algo parecido),17 ya que, de lo contrario, arrastraría
meros padres de los pastores, músicos y forjadores (4, 20ss). a toda la comunidad hacia la maldición y desgracia que
En la época de los reyes se fue abriendo paso una evo- una mala acción desencadena. Si se perpetra un crimen, la
lución similar a la de los pueblos semíticos, que anterior- comunidad debe distanciarse del mismo (cf. Dt 21, 1-9;
mente se habían hecho sedentarios: la ordenación feudal Jue 20, 12s). Si esto no lo hace un subgrupo o encubre al
y la organización político-territorial del gran reino davídico, malhechor (cf. Jue 20, 13s), entonces el clan mayor o las
y después de los dos reinos de Israel y Juda, desplazaron demás tribus deben vengar ese crimen mediante el exter-
a la organización tribal; es más, las tribus, en su forma an- minio no sólo del principal culpable, sino también de sus
tigua, poco a poco desaparecieron completamente. El hecho mujeres y de sus hijos (cf. Jos 7, 24s), o declarando la "gue-
de que elementos substanciales de la antigua estructura rra santa" a la subtribu del malhechor (Jue 19s). Sobre
ciánica y de la cultura nómada siguieran sobreviviendo,16 todo, en casos de asesinato, violación de una mujer y se-
se debe a la ordenación federal yavista; pero ahora Israel, cuestro, toda la agrupación del malhechor está sujeta a
como pueblo, se convirtió en un magno clan, cuya primera la pasiva venganza sangrienta, mientras que toda la agru-
autoridad viviente era el rey. pación de la persona asesinada, secuestrada o deshonrada
está autorizada e incluso obligada a la activa venganza
Un clan es una sólida comunidad de destino, en la que sangrienta (cf. Gn 34). El derecho a la ejecución de la
todos son solidarios y sienten y actúan solidariamente. Tan venganza sangrienta está incluso sancionado por Dios. Por-
sólo mientras los miembros particulares vayan al unísono que Saúl, contraviniendo a un tratado, hizo matar a varones
en derecho, costumbres, forma de vida y religión y se mues- de Gabaón, y los gabaonitas eran incapaces de practicar la
tren conformes con una organización común, disfrutan de venganza sangrienta en el prepotente rey, todo Israel fue
la protección de la comunidad y participan de los recur- presa del hambre. La culpa de homicidio de Saúl pasa al
sos comunes así como de la bendición, que el dios tribal ya nuevo rey David, si éste no cuida del imperio de la jus-
ha prometido al padre de la tribu o que éste ha legado a ticia. Para que la maldición se aparte del pueblo, el nuevo
sus descendientes mediante una fórmula de bendición. El rey debe ayudar a los gabaonitas en su demanda de justicia.
que falte gravemente contra el orden interno, contra las Esto se cumple cuando David entrega a los gabaonitas
costumbres, derecho y religión, debe ser "cercenado" de algunos parientes de Saúl, en cuyas personas los gabaonitas
la comunidad, esto es, debe ser expulsado (nikrat me 'am ejecutan la venganza sangrienta. De conformidad con el
16 derecho de los beduinos, el antiguo Israel considera total-
Sobre la supervivencia en Israel de tradiciones y concep-
ciones nómadas, véase S. Nystróm, Beduinentum und Jahwismus
(Lund 1946); V. Maag, Der Hirte Israel, en "Schweiz. Theol. Um- 17
Cf. Gn 17, 1; Ex 12, 15.19; 30, 33.38; Lv 7, 20; 17, 4.
schau", 28 (1958), 2-28; id., Malkut Jhwh, en "VT", Suppl. 7 (1960), 9.14; 18,29; 19, 8; 20, 18; 23, 29, etc. Sobre la fórmula nikrat,
129-153; M. Y. Ben-Gavriél, Das nomadische Ideal der Bibel, en cf. W. Zimmerli, Die Eigenart der prophetischen Rede des Ezechiel,
"StdZ", 88 (1962/63), 253-263. en "ZAW", 66 (1954), 1-27, espec. 14-19.
50
51
mente justo el que el linaje del asesino fallecido sufra la corporativa™ pero tal vez sería más claro hablar de "men-
pasiva venganza sangrienta (2 Sam 21).18 talidad integral", "mentalidad solidaria" o "mentalidad
La comunidad ciánica actúa por mediación de su jefe ciánica'1.2"
o por medio de miembros prestigiosos, pero, circunstancial- La mentalidad etiológica, que encontramos en todos
mente, cada miembro de la misma es, en sentido pleno, re- los pueblos que se hallan en un estadio cultural precien-
presentante responsable de toda la comunidad, lo mismo tífico, adquiere un sello especial mediante el esquema men-
que también cada individuo comparte la dicha y la des- tal ciánico.21 Cuando el árbol genealógico constituye el es-
dicha, la bendición y la maldición, la recompensa y el cas- quema determinante, según el cual se clasifican las vici-
tigo (venganza sangrienta), que afecta a la comunidad en- situdes históricas y relaciones con otras comunidades, que
tera. Pero sobre todo se considera a la comunidad ciánica la tradición ha transmitido, pero con gran obscuridad de
como una especie de 'gran-yo' y manifestación del padre detalles, también se procurará explicar o legitimar las or-
original, hace ya largo tiempo fallecido pero aún super- denaciones actuales, situaciones, pretensiones jurídicas, cos-
viviente en el clan, o bien a la inversa: se atribuye ya a ese tumbres, fenómenos sorprendentes, nombres e instituciones
padre de la tribu lo que ahora es la tribu con todas sus litúrgicas, reduciéndolas a disposiciones, mandatos, insti-
actuaciones y vivencias. Por lo tanto, no se hace una dis- tuciones, experiencias y revelaciones divinas de los padres
tinción neta entre padre tribal, tribu, portavoces respon- fundadores de la tribu. Entonces, por una parte, los per-
sables y jefes de la comunidad y los miembros particulares; juicios propios o extraños, las cualidades desagradables,
más o menos son una misma cosa. Para dar a entender las costumbres dudosas, se atribuirán a las faltas y pecados
esa característica multiplicidad de sentidos en las expresiones de los padres de la tribu, y, por otra parte, los méritos, ven-
referentes al clan, a su padre original, a sus jefes y a sus tajas, situaciones o cualidades favorables se atribuirán a
miembros, se ha acuñado la expresión de personalidad méritos y virtudes de los padres tribales, o se explicarán
por la correspondiente conducta del padre de la tribu para
18
Sobre 2 Sam 21, cf. J. Scharbert, Solidaritat (v. nota 44), 19
Esta expresión la introdujo en la exégesis científica H .
122s; sobre la venganza sangrienta entre los beduinos y en el An-
W. Robinson (v. cap. I, nota 44); en Alemania la ha aclimatado
tiguo Testamento, v. ibíd., 88-100 y 113-125, con abundantes datos
J. de Fraine, Adam und. seine Nachkommen (v. cap. I, nota 44).
bibliográficos; además P. C. Fensham, A Few Aspeets of Legal 20
Cf. los trabajos arriba mencionados en I, nota 44, de
Practics in Samuel in Comparition with Legal Material from tbe
K. H. J. Fahlgren, J. Scharbert y J. L'Hour.
Ancient Near East: Die Ou Test. Werkgemeenskap in Suid-Afrika, 21
Sobre el concepto de "etiología" en la moderna exégesis,
Sttcdies in che Book of Samuel (Potchefstroom 1960), 18-27; KL
cf. especialmente J. Fichmer, Die tbeologische Bedeutung etymo-
Koch,' "Sein Blut bleibe au} seinem Haupt" und die israelitische
logischer Atiologien im AT, en "ThLZ", 81 (1956), 333-334; J. L.
Auffassung vom vergossenem Blut, en "VT", 12 (1962), 396-416;
Seeligmann, Aetiological Elements in Biblical Historiography, en
T. Canaan, Der Mord in Sitten und Gebrduchen bei den Arabern
"¿ion", 26 (1961), 141-169; N . Lohfink, Génesis 2 ais "gesebiebt-
Jordaniens, en "ZDPV", 80 (1964), 85-98; M. J. Hardy, Blood
liche Atiologie", en "Scholastik" 38 (1963), 321-334; S. Mowink-
Feuds and tbe Payment of Blood Money in tbe Míddle East (Brill,
kel, Tetrateuch-Pentateuch-Hexateuch (Berlín 1964), tratado: Das
Leiden 1965).
aüologiscbe Denken, 78-86; W. Beltz (v. nota 8), 127s.

52 53
con la divinidad tribal, como castigo o recompensa, como blos nómadas semíticos, transfiere esas típicas cualidades
reprobación o como gracia. Y así, por ejemplo, la miserable y señales externas a los padres tribales. Por ejemplo, Cam-
e insegura vida beduina de los quenitas, habitantes del Canaán, que se mofa de su padre cuando éste yace embria-
desierto, es para los israelitas, que entre tanto se habían gado y desnudo (Gn 9, 20-25), se convierte en tipo de los
hecho labradores, una consecuencia de la expulsión de la frivolos cananeos,22 y el alevoso fratricida Caín y su jactan-
tierra labrantía, que le había sido infligida a su padre tri- cioso descendiente Lamec se convierten en tipo de los tor-
bal, Caín, por haber dado muerte a su hermano (Gn 4), nadizos quenitas, considerados, al parecer, como sanguinarios
y la propiedad rural de Israel en Canaán es consecuencia y belicosos (Gn 4).23 Para el profeta Oseas (12, 4.13), el
de la promesa hecha a sus padres tribales, Abrahán, Isaac redomado Jacob, que tima a su bondadoso hermano, en-
y Jacob (Gn 12, 1-3; 15; 22 y paralelos). Igualmente, la gaña a su padre y en casa de su pariente Labán se hace
desaparición de las tribus de Rubén, Simeón y Leví, y su mujeriego, es tipo de sus contemporáneos israelitas, que ex-
absorción en otras tribus, es consecuencia de la maldición plotan a los pobres, a las viudas y huérfanos y en lugar
que su común padre, Israel, había lanzado sobre los padres sagrado se entregan a desvergonzadas obscenidades con
primitivos de aquellas tribus, por haberle causado graves
22
vejaciones (Gn 4°, 4-7; cf. 34 y 35, 22). Según este mismo Cf. L. Rost, "Noah der Weinbauer", en Geschichte und Al-
tes Testament (Homenaje a A. Alt) (Tubinga 1953), 169-178 = id.,
criterio, todas las flaquezas, miserias y sufrimientos del Das kleine Credo und andere Studien zum AT (Heidelberg 1965),
hombre deben tener su causa más profunda en un pecado 44-53; D. Neiman, "The Date and Circunstances of the Cursing
of Canaan", en Biblical Motifs, ed. A. Altmann (Cambridge/Mass.
del primer hombre, del primer padre de toda la humanidad. 1966), 113-134.
23
La figura de Caín y la de Lamec han recibido, al parecer, di-
La mentalidad genealógica y la mentalidad etiológica versas interpretaciones en el decurso de la historia de la tradi-
se unen con una tercera mentalidad: la tipológica. El pen- ción. En su primer estrato, esto es, en la tradición quenítica, Caín
y Lamec fueron juzgados favorablemente: Caín fue el fundador
samiento tipológico no es cosa desconocida para nosotros. del culto a Yavé, y Lamec era considerado como modelo por los
También nosotros tendemos a compendiar las cualidades quenitas conscientes. Para los ya sedentarios israelitas, Caín y
Lamec se convirtieron en los quenitas típicos, "gitanos" nómadas,
características de los diversos pueblos —valiéndonos de la a quienes se creía capaces de cualquier acción infame. Posterior-
mente Caín fue considerado por el sencillo labrador israelita como
imagen (caricatura) y de la palabra— en una figura típica, el tipo del ciudadano, del habitante de las ciudades (cf. 4, 17),
a la que de ordinario se le da un nombre que abunde en que no pertenece a clan alguno y por eso es inconstante y recorre
el país como traficante; además de los comentarios, cf. Ch. Hauret,
ese pueblo. Por ejemplo, el alemán es "Michel", el fran- "Réflexions pessimistes et optimistes sur Gen IV, 17-24", en Sacra
cés "Marianne" o el ruso "Iván", y con ese nombre Pagina, ed. J. Coppens-A. Descamps-E. Massaux (Gembloux 1959),
358-365; St. Gevirtz, Patterns in the Early Poetry of Israel (Chi-
al momento asociamos la idea de determinadas cualidades, cago 1963), 25-34; H . Heyde, Kain, der erste Jahwe-Verehrer
que se suponen características de todos los representantes (Berlín Oriental y Stmtgart 1965); E. Testa, II genere letterario
della disputa e il racconto di Caino e Abele, en "Bibbia e Oriente",
del pueblo respectivo y los distinguen de otros pueblos. 8 (1966), 157-166; G. Wallis, Die Stadt in den Uberlieferungen
Pues bien, el antiguo Israel, lo mismo que los demás pue- der Génesis, en "ZAW", 78 (1966), 133-148.

54 55
mujeres. Es natural que también Adán y su esposa Eva se a esa vinculación, las primeras tribus y clanes israelitas
convirtieran en tipo de los varones y mujeres o de los hom- llegaron a formar el gran clan Israel, en el que la con-
bres en general, cuando Israel extendió su pensamiento ciencia solidaria de las tribus particulares pudo convertirse
genealógico a todos los hombres englobándolos en una en la conciencia solidaria del único pueblo de Dios. Israel,
magna genealogía de la humanidad. como pueblo aliado con Yavé, es la comunidad orgánica
Con estas categorías mentales, nacidas en un ambiente de todos aquellos que están unidos por las promesas he-
de compactas asociaciones ciánicas, habían llegado ya al chas a los padres, por la observancia de las leyes de la
país las distintas tribus, que formaron el posterior Israel. alianza y por la confesión de los hechos salvíficos de Yavé.
Como ya se ha indicado, esta mentalidad pudo mantenerse Todo el pueblo de Israel es una comunidad solidaria.
a pesar de los profundos trastornos sociológicos motivados En ella todos tienen en común la herencia de la alianza,
por la vida sedentaria en tiempo de los jueces y por la for- recibida de los primitivos padres, que, en conformidad con
mación de las nacionalidades en la época de los reyes. De la estructura mental genealógico-etiológica, está ya con-
cuando en cuando esa mentalidad era recubierta o incluso tenida fundamentalmente en las promesas hechas por Yavé
suplantada por formas de pensar, que se infiltraban desde a Abrahán (Gn 12, 1-3); en ella también todos han de
la cultura ciudadana de los cananeos, egipcios o acadios; sobrellevar solidariamente la prevaricación de los padres
pero reaparecía y se imponía nuevamente sobre todo en y la maldición motivada por la infidelidad a la alianza
épocas de crisis, cuando Israel estaba en peligro de trai- por parte de los órganos de la misma, del rey, de los sa-
cionar y perder su propia esencia. Ello se ha de atribuir a cerdotes, e incluso de cada uno de los miembros de esa
los profetas, a los levitas y a grupos como el de los reca- comunidad, pues esa maldición sanciona las leyes de la
bitas, quienes conducían nuevamente al pueblo a los an- alianza según el formulario de tales leyes (cf. Lv 26; Dt 27
tiguos ideales de la fe en Yavé, que estaba indisolublemente y 28). Así, pues, cada uno es responsable del conjunto, pero
vinculada a tradiciones nomádicas.24 La mentalidad ciánica
y la idea de la alianza, que fue decisivamente estimulada Mendenhall, Law and Covenant in Israel and the Ancient Near
por las costumbres contractuales de los grandes pueblos East (Pittsburg 1955); K. Baltzer, Das Bundesformular (Neukir-
civilizados del antiguo Oriente,25 debido principalmente chen 1960). Desde entonces se ha suscitado una viva controversia
sobre este tema; mencionemos sobre todo a D. J. McCarthy, Treaty
and Covenant (Roma 1963); id., Der Gottesbund in AT (Stuttgart
24
Cf. la bibliografía citada en la nota 16. Sobre el clan de 1966) y J. L'Hour, La Morale de l'Alliance (París 1966); ambos,
los recabitas v. 2 Re 10, 15s y Jer 35, cf. Ph. Seidensticker, Pro- a pesar de introducir bastantes modificaciones en los resultados
phetensóhne-Rekabiter-Natraer, en "Studii Bibl. Franc. Liber An- de Mendenhall y Baltzer, aceptan la existencia de íntimas rela-
nuus", 10 (1959/60), 65-119; M. Y. Ben-Gavriél (v. nota 16). ciones entre la alianza de Yavé y el esquema del pacto político
2
° Después que V. Korosec, Hethitische Staatsvertráge (Leip- y son los que mejor informan sobre el estado actual de este pro-
zig 1931), había perfilado el esquema de los tratados políticos del blema. En cambio, han impugnado —sin razón— tales relaciones
antiguo Oriente, tardaron los exegetas más de dos decenios en Fr. Notscher, Bundesformular und "Amtsschimmel", en "BZ N F " ,
advertir sus analogías con la alianza entre Yavé e Israel: G. E. 9 (1965), 181-214, y G. Fohrer (v. nota 9).

56 57
también participa de las bendiciones y de la maldición, de IV
la promesa y del castigo, de las obras buenas y de las obras
EL PECADO EN ISRAEL
malas, ya que todo el pueblo es un organismo formado por
la palabra de Yavé e internamente trabado por la con-
ciencia de solidaridad, en el que todos sufren cuando un
miembro está enfermo, y todos viven cuando el conjunto
está sano.28 A medida que Israel entró más en contacto con
otros pueblos, cosa que ocurrió sobre todo en la época del
gran reino israelita bajo David y Salomón a impulso de
sus hábitos mentales y de su fe en el dominio universal de
Yavé hubo de mirar también a los demás pueblos e incluso
a la humanidad entera como una gran familia de naciones,
en la que Yavé hace uso de su clemencia o de su justicia
vengadora, según la actitud moral y religiosa que sus pri-
meros padres hayan adoptado para con Dios y sus leyes.
Y a la inversa, de las situaciones actuales, que se procuraba
transferir al pasado, se deducía hasta qué punto la promesa
o el castigo, la bendición o la maldición, el mérito o la
culpa, la obra buena o el pecado han influido decisiva- La mentalidad ciánica del antiguo Israel ha influido
mente en el curso de la historia de la humanidad y de los decisivamente en las concepciones del pecado y en sus co-
pueblos. De este modo, los grandes teólogos e historiadores rrespondientes contenidos. Por lo tanto, a la pregunta de si
de Israel se habituaron a considerar la historia en su con- el Antiguo Testamento conoce un pecado original, sólo
junto como una urdimbre de historia de salvación y de des- podemos contestar adecuadamente teniendo presente qué
dicha, que sólo se puede desenmarañar en un plano teo- es lo que Israel entendió por pecado en general. Natu-
lógico.3' ralmente, no es posible ofrecer aquí una hamartiología
completa del Antiguo Testamento;1 tan sólo se debe pre-
26
J. L'Hour (v. nota 25) es quien mejor ha estudiado las sentar un resumen de los resultados de la actual investi-
relaciones entre la antigua ética de clan y la ética israelita de la gación exegética sobre este tema, pues tales resultados no
alianza.
Sobre la interpretación bíblica de la historia de la sal-
pueden pasarse por alto al intentar dar una respuesta a
vación v. J. Scharbert en Mysterium Salutis, edit. por J. Feiner-
1
M. Lohrer, II (Einsiedeln 1967), 1076-1116; id., Was ist Heilsge- Más arriba, cap. I, nota 47, hemos indicado la bibliogra-
chichte?", en Jalones de la Historia de la Salvación = XXVI." fía más importante sobre el tema del pecado en el Antiguo Tes-
Semana Bíblica Española (Madrid). tamento.

58 59
nuestra pregunta sobre el pecado original en el Antiguo La norma más general para el comportamiento ética-
Testamento. También debemos limitarnos a los más im- mente serio era para el israelita de la época antigua sencilla-
portantes conceptos y expresiones. mente aquello que era costumbre en su clan, en su tribu.
Así, pues, para caracterizar lo reprobable de una acción
Si queremos saber qué es lo que el Antiguo Testamento bastaba con decir: "¡Esto no se hace (en Israel)!" J El faltar
entiende por pecado, hemos de partir de los valores y ac- a los usos y costumbres era considerado como "necedad"
titudes morales positivas, que son contrarias al pecado. Al (n'balah), pues de esa forma el culpable se situaba fuera
buscar los más generales principios valorativos, que los más del derecho, y perdía el derecho a la protección por parte
diversos órganos de la tradición veterotestamentaria aplican de la comunidad y su seguridad en ella.4 Lo que se debía
a una conducta moralmente relevante, con sólo examinar hacer y omitir, si quería uno permanecer en el seno de la
someramente los libros que se nos han conservado en el comunidad y no renunciar a su protección, se fue deli-
canon nos encontramos con conceptos y expresiones que mitando al correr de los tiempos según las circunstancias
tienen un matiz marcadamente social, comunitario. Por sociológicas, económicas y religiosas mediante listas de de-
ahí se ve que la ética de Israel fue en su origen una ética litos5 dignos de maldición o de muerte, en las "liturgias
de clan, que, en virtud del pensamiento de la alianza, se de admisión al templo", en las cuales estaban concisamente
convirtió en la ética del pueblo de Dios.2 resumidas para los peregrinos las condiciones éticas para una
razonable participación en el culto," y mediante enumera-
A tal carácter comunitario de la ética veterotestamentaria ciones de mandamientos y prohibiciones,7 entre las cuales
y ai influjo que sobre esta ética ejerció la idea de la. alianza han
apuntado A. Weiser, Religión und Sittlichkeit der Génesis in ihrem el Decálogo de Ex 20, 1-17 y de Dt 5, 6-21 fue consi-
Verhdltnis zur atl. Religionsgeschichte (Heidelberg 1928), ahora derado posteriormente como la esencia de la ley federal
en id., Glaube und Geschichte im AT (Gotinga 1961), 50-98; J.
Hempel, Das Ethos des AT (Berlín 1938, 2 1964); N . W. Porteous, de Israel y por lo mismo el deuteronomista y un redac-
"The Basis of the Ethical Teaching of the Prophets", en Studies in tor del Pentateuco de tal manera lo insertaron en el
Oíd Testament Prophecy (Homenaje a Th. H . Robinson), ed. H .
H . Rowley (Edimburgo 1950), 143-156; A. Kuschke, Die Men- relato sobre el establecimiento de la alianza en el Sinaí,
scbenwege und der Weg im AT, en "Studia Theologica", 5 (1951),
106-118; W. Schollgen, "Der Dekalog unter soziologischem Gesichts-
:
punkt", en Aktuclle Moralprobleme (Dusseldorf 1955), 44-53; E. '
Cf. Gn 20, 9; 29, 26; 34, 7; 2 Sam 13, 12.
4
Hammershaimb, On the Ethics of the Oíd Testament Prophets, en Gn 34, 7; Dt 22, 21; Jos 7, 15; Jue 20, 6-10; 2 Sam 13,
"VT", Suppl. 7 (Leiden 1960), 75-101; R. Hentschke, Gesetz und 12; Jer 29, 23.
5
Eschatologie in der Verkündigung der Propheten, en "Z ev E", 4 Cf. Ex 21, 12-17; Lv 20, 2-15; 24, 16-29; Dt 27, 15-26.
(1960), 46-56; E. Jacob, Les bases théologiqucs de l'éthique de l'An- " Sal 15; 24, 3-6; Is 33, 14ss; Miq 6, 6ss; cf., a tal propósi-
cien Testament, en Suppl. 7 (Leiden 1960), 39-51; W. Eichrodt, Theo- to, Kl. Koch, "Tempeleinlassliturgien und Dekaloge", en Studien
logie des Alten Testaments, II (Stuttgart 1961), 157-263; W. Schweit- 7.ur Theologie der atl. Uberlieferungen (Homenaje a G. von Rad),
zer, Glaube und Ethos im Neuen und Alten Testament, en "Z eve E", edit. por R. Rendtorff-Kl. Koch (Neukirchen 1961), 45-60; B.
5 (1961), 129-149; B. Gemser, Gesinnungsethik im Psalter, en "OTS", Gemser (v. nota 2), l i s .
7
13 (Leiden 1963), 1-20; J. L'Hour (v. cap. III, nota 25); H . van Cf. Ex 21, 2-11; 22, 4-14.17-30; 23, 1-19; 34, 11-26; Lv
Oyen, Ethik des Alten Testaments (Gütersloh 1967). 18, 7-18; 19, 26-36; 21, 1-15.

60 61
que pudo considerarse sencillamente como contenido del celebraban junto a la puerta de la ciudad," y por eso eran
documento federal pétreo, escrito por Moisés, o entre- recopiladas ("derecho casuístico"), de tal manera han inte-
gado al mismo por Yavé.8 Todas las series de manda- grado en el estatuto de la alianza de Yavé los órganos
mientos y prohibiciones ("derecho apodíctico"), que se responsables de la alianza federal yavista y dotados de la
proclamaban en los actos litúrgicos, así como las normas autoridad de Moisés, que hoy ya no es posible distinguir
del derecho consuetudinario, que se habían acreditado en netamente entre el texto originario del documento federal
la administración de la justicia "junto a la puerta", esto mosaico y las posteriores interpolaciones y superposiciones.
es, en los procesos judiciales públicos, que de ordinario se Como el Dios de Israel es el guardián del orden jurídico,
todas las leyes autorizadas por los órganos de la alianza, y
Sobre el decálogo, su relación con el documento de la alianza en general todo el derecho legítimo de Israel, no sólo los
y sobre la procedencia de sus expresiones de la ética ciánica y de mandamientos y prohibiciones formuladas en el antiguo
la "sabiduría tribal", cf. H . H . Rowley, Moses and the Decalogue,
en "BJRL", 34 (1951), 81-118, ahora en: id., Men of God (Edim- documento federal mosaico, pudieron pasar por manifes-
burgo 1963), 1-36, en francés: Moise et le Decalogue, en " R H P h R " , tación de la voluntad de Yavé, por palabra obligatoria de
32 (1952), 7-40; W. Kessler, Die literarische, historische und theo-
logische Problematik des Dekalogs, en "VT", 7 (1957), 1-16; J.
Yavé. El derecho y la ley delimitaron entonces la voluntad
J. Stamm, Dreissig Jahre Dekalogforschung, en "ThRu", 27 (1961), salvífica de Yavé expresada en la alianza, ya que el derecho
199-239, 281-305; id., Der Dekalog im Lichte der neueren For- y la ley no tenían otro sentido que el de asegurar a Israel
2
schung (Berna 1962); P. van den Berghe, De Decaloog in bet licbt
van de jongste studies, en "Coll.Brug.Gand.", 8 (1962), 32-48, su vinculación a Dios y con ello prosperidad y salvación.10
171-188; H . Graf Reventlow, Gebot und Predigt im Dekalog (Gü-
8
tersloh 1962); H. Haag, "Der Dekalog", en Moraltheologie und Cf. el artículo Rechtspfege in Israel, en "LThK", VIII
Bibel, edit. por J. Stelzenberger (Paderborn 1964), 9-38; A.S. Ka- (1963), 1053s, y la bibliografía que allí se cita; además D. G. Evans,
pelrud, Some Recent Points of View on the Time and Origin of "Gates" and "Streets", en "JRelHist", 2 (1962/63), 1-12; D. A.
the Decalogue, en ''Studia Theol.", 18 (1964), 81-90; A. T. Patrick, Mckenzie, Judicial Procedure at the Toivn Gate, en "VT", 14
La formation littéraire et l'origine bistorique du decalogue, en (1964), 100-104; Z. Falk, Hebrew Law in Biblical Times (Jeru-
"EThL", 40 (1964), 242-251; J. Alonso Díaz, Origen y. valor reli- salén 1964).
10
gioso del Decálogo, en "Cult. Bíbl.", 22 (1965), 29-42; G. J. Bot- Sobre el carácter salvífico del derecho y de las leyes, así
terweck, Form- und überlieferungsgeschichtl. Studie zum Dekalog, como sobre la integración del derecho en la alianza de Yavé, cf.,
en "Concilium", 1 (1965), 392-401; G. Fohrer, Das sogenannte además de la bibliografía citada en la nota 8 a propósito del de-
apodiktisch formulierte Recbt und der Dekalog, en "K. u. D.", 11 cálogo, el artículo "Gesetz") en "LThK", IV (1960), y la biblio-
(1965), 49-73; E. Gerstenberger, Wesen und Herkunft des apo- grafía allí mencionada; además, F. Horst, Das Privilegrecht Jahwes
diktischen Rechts (Neukirchen 1965); N . Lohfink, Zur Dekalog- (Gotinga 1930), ahora en id., Gottes Recht (Munich 1961), 17-154;
fassung von Deut í , en "BZ N F " , 9 (1965), 17-32; id., "Die Zehn A. Adam, Die Weisungen Gottes in der Rechts- und Sozialordnung
Gebote ohne den Berg Sinai", en Bibelauslegung im Wandel des AT, en "EvTh", 9/10 (1948), 286-303; H . Bückers, Die sozialen
(Francfort 1967), 129-157; E. Nielsen, De ti bud (Copenhague Grundideen der atl. Gesetze und Einrichtungen, en "DTh", 31 (1953),
1965); E. Auerbach, Das Zehngebot — allgemeine Gesetzesform in 61-80; G. E. Mendenhal] (v. cap. III, nota 25); R. Bach, Gottes-
recht und weltliches Recht in der Verkiindigung des Propheten
der Bibel, en "VT", 16 (1966), 255-276; W. Richter, Recht und
Amos, Homenaje a G. Dehn (Neukirchen 1957), 23-34; G. Heine-
Ethos (Munich 1966); J. Schreiner, Die Zehn Gebote im Leben des
mann, Untersuchungen zum apodiktischen Recht (Diss. Hamburgo
Gottesvolkes (Munich 1966); O. Schilling, Dekalog, en "Bibel- 1958); F. Hesse, Gebot und Gesetz im AT, en "Ev.-luth. Kirchen-
theol. Wb." (v. cap. I, nota 47), 208-217; H . Gese, Der Dekalog zeitung", 13 (1959), 117-124; H. Gese, Beobachtungen zum Stil
ais Ganzheit betrachtet, en "ZThK", 64 (1967), 121-138.

62 63
La actitud razonable para el hombre ante la legislación con lealtad" y "fe",15 con "justicia" y "fidelidad a la alianza"
de la alianza es ciertamente también la de obediencia, a (sedaqahf y, dado que la ley de la alianza no sólo debe
la que se designa como "oír (sama') la palabra de Dios" o garantizar la vinculación entre el pueblo de la alianza y
"la voz de Yavé,"11 como "temor de Dios"12 y como "andar Dios, sino también la vinculación de los miembros entre
por el camino de Yavé"18 y expresiones análogas. Como sí, responde con "solidaridad" y "afecto" (hesed) hacia
Yavé ha liberado a Israel de la esclavitud y por puro amor los compañeros de tribu.17 El que obra así es temeroso de
le ha brindado su alianza, Israel corresponde con "amor"," Dios, está "en orden" (tam) y es "justo" (saddíq).
atl. Rechtssdtze, en "ThLZ", 85 (1960), 147-150; R. Hentschke
(v. nota 2); W. Zimmerli, Das Gesetz im AT, en "ThLZ", 85 (1960), de teología bíblica, y además: C. Wiener, Recherches sur l'amour
481-498, ahora en id., Gottes Offenbarung. Gesammelte Aufsatze pour Dieu dans l'AT (París 1957); W. L. Moran, The Ancient
(Munich 1963), 249-276; id., Das Gesetz und die Propheten (Go- Near Eastern Background of the Love of God in Deut, en "CBQ",
tinga 1963); O. Schilling, Gesetz und Gnade im AT, en "Unió 25 (1963), 77-87; J. Coppens, La doctrine hiblique sur l'amour
Christianorum", Homenaje a L. Jáger (Paderborn 1962), 73-91; de Dieu et du prochain, en "EThL", 40' (1964), 252-299; D. J.
D. N . Freedman, The Law and the Prophets, en "VT", Suppl. 9 McCarthy, Notes on the Love of God, en "CBQ", 27 (1965), 144-
(Leiden 1963), 250-265; R. Kilian, Literarkritische und Formge- 147.
schichtl. Untersuchung zum Heiligkeitsgesetz (Bonn 1963); id., Estos son los dos significados principales de las formas,
Apodiktisches und kasuistisches Recht im Lichte agypt. Analogien, derivadas de la raíz amen, he'emin y emet; cf. P. Michalon, La foi,
en "BZ N F " , 7 (1963), 185-202; R. Rendtorff, Die Gesetze in der rencontre de Dieu et engagement envers Dieu selon l'AT, en
Priesterschrift (Gotinga 2 1963); H . Graf Reventlow, Kultisches "NRTh", 85 (1953), 587-600; M. Buber, Z« einer neuen Ver-
Recht im AT, en "ZThK", 60 (1963), 267-304; C. F. Whitley, deutschung der Schrift, Beilage zu "Die fünf Bücher der Weisung"
Covenant and Commandment in Israel, en " J N E S " , 22 (1963), (Olten 1954), 32s; Th. C. Vriezen, Geloven en Vertrouwen (Nijkerk
37-48; W. Eichrodt, "Bund und Gesetz", en Gottes Wort und Gottes 1957); E. Pfeiffer, Glaube im AT, en "ZAW", 71 (1959), 151-164;
Land (Homenaje a H . W. Hertzberg), edít. por Graf Reventlow St. Pordbcan, La radice ' n a nell'AT, en "RívBibl". 8 (1960), 324-
(Gotinga 1965), 30-49; N . Lohfink, "Gesetz und Gnade", en Schilf- 336; 9 (19-61), 173-183, 221-234; J. Alfaro, Pides in terminología
meer (v. cap. I, nota 39), 151-173; J. L'Hour (v. cap. III, nota bíblica, en "Gregorianum", 42 (1961), 463-505; W. Schweitzer (v.
25); E. Kutsch, Gesetz und Gnade, en "ZAW", 79 (1967), 18-35; nota 2); A. Weiser, "Glauben im AT", en Glaube und Geschichte
H . Cazelles, "Gesetz", A. Irn AT", en Bibeltheol. Wb. (v. I, nota im AT (Gotinga 1961), 330-350.
47), 537-544.
La expresión hebraica sedáqáh significa a menudo la lealtad
11
A. K. Fenz, Auf Jahivés Stimme hóren (Viena 1964); P. hacia el Dios de la alianza, hacia la ley de la alianza y hacia los
Kanyamachumbi, Ecouter Jahweh afin de réussir (Diss. Gregoriana, demás miembros del pueblo de la alianza; cf. K. H . J. Fahlgren
Roma 1964); H . Cazelles, sm' qól et sm' bqól, en "Groupe Linguis- (v. cap. I, nota 44); G. von Rad, "Gerechtigheit" und " Leben"
tique d'Etudes Chamito-Sémitiques", 10 (1966), 148-150. in der Kultsprache der Psalmen, Homenaje a A. Bertholet (Tu-
12
Las pruebas escriturísticas de "temor de Dios" en sentido binga 1950), 418-437; K. Koch, Sdq im AT (Diss. Heidelberg 1953);
moral están recopiladas en J. Becker, Gottesfurcht im AT (Roma id., Wesen und Ursprung der "Gemeinschaftstreue" im Israel der
1965), 285s; otras obras: B. J. Oosterhoff, De vreze des Heren Konigszeit, en "ZevE", 5 (1961), 72-90; F. H . Breukelman, Ge-
in het Oude Testament (Diss. Utrecht 1949); B. Olivier, La crainte rectigheit, en "Vox Theologica", 32 (1961/62), 42-57; A. Dünner,
de Dieu comme valeur religieuse de l'Anden Testament (Bru- Die Gerechtigkeit nach dem AT (Bonn 1963); J. P. Justesen, On
selas 1960); S. Plath, Furcht Gottes (Stuttgart 1963). the Meaning of Sadaq, en "Andrews Univ. Seminary Studies", 2
K
Cf. Gn 5, 22-24; 6, 9; 17, 1; 48, 15; Lv 18, 3; 26, 3; Dt (1964), 53-61; A. Jepsen, "SDQ und S D Q H im AT", en Gottes
5, 33; 8, 6; 10, 12; 11, 22, etc. Cf. A. Kuschke (v. nota 2); F. Wort und Gottes Land (Homenaje a H . Hertzberg), edit. por H.
Nótscher, Gotteswege und Menschenwege in der Bibel und in Graf Reventlow (Gotinga 1965), 78-89; O. Kaiser, Dike und Seda-
Qumran (Bonn 1958). qa, en "NZSTh", 7 (1965), 251-273.
14 17
Sobre esto y los siguientes conceptos, cf. los diccionarios N . Glueck, Das Wort hesed im atl. Sprachgebrauch (Gies-

64 65
El hecho de que los postulados éticos de la alianza de sanción de la alianza y actualizada por la fidelidad a la alian-
Yavé, aun cuando naturalmente sólo puede cumplirlos el za, que otorga a la comunidad representada por el padre
israelita particular, van dirigidos siempre a la comunidad, lo de tribu, el rey, el jefe de linaje (familia, tribu, pueblo en-
deducimos por los prometidos bienes salvíficos que Yavé, tero) todos los bienes necesarios para la vida, sobre todo
ya antes de promulgar la ley de la alianza, ofreció a los la fecundidad de las mujeres, de los rebaños y de los cam-
patriarcas (Gn 12, 1-3; 15, 22; l6s) y a los "hijos de Is- pos, felicidad, salud, larga vida de cada uno de los miembros
rael" (Ex 3, 8), o que él prometió a cada uno de los man- y existencia asegurada de la respectiva comunidad, prestigio
damientos (cf. Ex 20, 12 y Dt 5, 16) y a más amplios cuer- y riquezas en abundancia.
pos legales18 como sanciones de bendición para el caso de
fidelidad a la alianza: la tierra (eres, adamah)^ la paz (rrf- Entonces esa comunidad o el jefe que la representa se
nuáh)™ pero sobre todo bendición (berakáb) y salvación convierte para los de fuera en una especie de bendición
(sálóm). personificada, de tal manera que su nombre se menciona
proverbialmente en las felicitaciones y los mismos extraños
La bendición es la potencia puesta en vigor por las pa-
se desean mutuamente bendiciones haciendo referencia ex-
labras de Dios, de un padre de tribu, del rey o de otra per-
presa a aquellos portadores de bendición, a los "bendecidos
sona dotada por Dios de autoridad o prometida por la
de Yavé".21 Con la palabra salóm, que en la tradución ge-
sen 1927 [reimpresión: Berlín 1961]); "W. F. Lofthouse, Hen and neralmente debemos descomponer en "salvación" y "paz",
Hesed in tbe OT, en "ZAW", 51 (1933), 29-35; H . J. Stoebe, Die
Bedeutung des Wortes "biisad" im AT, en "VT", 2 (1952), 244s; el Antiguo Testamento significa un estado de equilibrio
W. L. Reed, Some Implications of Hen for OT Religión, en "JBL", beatífico, pero no al modo que nosotros supondríamos con
73 (1954), 36-41; A. R. Johnson, "Hesed and hásíd", en Interpreta-
tiones ad Vetus Testamentum pertimentes, Homenaje a S. Mowinc- nuestra mentalidad individualista y espiritualista, esto
kel (Oslo 1955), 100-112; A. Jepsen, Gnade und Barmherzig- es, en el alma del individuo piadoso (cosa que desde luego
heit im AT, en "KuD", 7 (1961), 261-271.
18
Cf. Ex 23, 25-31; Lv 26, 3-8; Dt 28, 1-14. no está excluida), sino en la relación entre la comunidad,
19
Cf. L. Rost, Die Bezeichnungen für Land und Volk im objeto de la bendición, y su Dios, sus miembros, otros
AT, Homenaje a O. Procksch (Leipzig 1934), 125-148; ahora en id.,
Das kleine Credo und andere Studien zum AT (Heidelberg 1965), pueblos y la naturaleza, pero también en la relación de
76-101; G. von Rad, Verheissenes Land und Jabwes Land im Hexa-
teuch, en "ZDPV", 66 (1943), 191-204; ahora en id., Gesammelte los miembros entre sí, o, dicho brevemente, un estado en
Studien zum AT (Munich 3 1965), 81-100; H . Wildberger, Israel el que todos los interesados poseen dicha y bienestar sin
und die Vólker (Zurich 1962); J. G. Ploger, Literarische, formge-
scbichtlicbe und stilkritische Untersuchungen zum Deuteronomium
(Bonn 1967), 60-129. 21
Los pasajes demostrativos y la bibliografía que se deberían
20
G. von Rad, Es ist noch eine Ruhe vorhanden dem Volke citar en conexión con la ideología de la bendición que aquí es-
Gottes, en "Zwischen den Zeiten", 11 (1933), 104-111; ahora en tudiamos los ha compilado el autor en los artículos "Segen" en
id., Ges. Stud. (v. nota 19), 101-108; J. Frankowski, Requies, bo- LThK y en Bibeltbeol. Wb., edit. por J. B. Bauer (Graz 3 1967);
nuvn promissum populi Dei in VT et in Judaismo, en "VD", 43 cf. también J. G. Ploger (v. nota 19), 130-217, y J. L'Hour, Ethik
(1965), 124-149, 225-240. (v. cap. III, nota 25), 98-119.

66 67
falta y todos se congratulan de la bienandanza y paz de los mientras una ruptura de la alianza no lo eche todo a per-
J / 22
demás. der.
Estos bienes salvíficos están destinados mediante la alian-
Las términos hebreos para expresar el pecado son la
za con Yavé primeramente a la comunidad, a las familias,
correspondencia negativa de los valores positivos descritos.
a los padres tribales, a las tribus consideradas como su "se-
Como ya pudimos comprobar,21 pecado es aquello que "no
milla" y en definitiva siempre a todo el pueblo de Yavé,
se hace (en Israel)", "necedad" por la que el culpable se
y por consiguiente a Israel. El individuo participa de esos
priva a sí mismo de su seguridad en el seno de la comuni-
bienes en la medida en que asimile internamente las leyes
dad. Los mandamientos son el camino por el cual Yavé
del conjunto y se acomode a ellas. Pero también los de
conduce a Israel hacia su destino; pero el pecado abandona
fuera pueden llegar a disfrutarlos, si se declaran solidarios
ese camino, o quiere marchar por su propio camino. Y el
de los primeros destinatarios, esto es, de los patriarcas de
camino del pecador "acaba mal" (Sal 1, 6); no lleva a me-
Israel y de su "semilla" (Gn 12, 3 par.), de Israel (cf. Jer
ta ninguna. El pecador "no escucha la voz de Yavé" (Lv
4, 2; Zac 8, 23) o de su rey (cf. Sal 72, 17) y los reconocen
26, 14; Dt 28, 15), que se le ha dirigido a Israel en la ley
como los "bendecidos por Yavé".23 La comunidad sólo pue-
de la alianza.
de conservar aquellos bienes salvíficos para sí y para sus
miembros, si vela por la observancia del orden de la alian- Aun los términos específicos de "pecado" están estre-
za establecido por Yavé y se distancia de aquellos miembros chamente relacionados con la ética ciánica del antiguo Is-
o comunidades parciales que faltan gravemente contra ese rael. Estudiemos aquí concretamente tan sólo los tres más
orden, mediante la expulsión, el castigo, y, si el caso lo importantes.26
exige, ejecutando a los perturbadores de la paz. Promesa,
Si salóm es la meta, hacia la cual Yavé conduce a su
bendición, paz y salvación son conjuntamente una entra-
ñable herencia que viene de los patriarcas, que perma- pueblo por medio de la alianza, se sigue que las formas
nece intacta, que incluso puede ser acrecentada, y con la verbales y nominales derivadas de la raíz hatá' expresan
que se familiarizan los miembros de cada generación, la pérdida de esa meta. En efecto, el verbo hatá' significa
"perder (un sentido, una meta o el camino recto)", "no
22
También aquí hay que hacer referencia al artículo "Frieden" encontrar o no alcanzar (lo que se busca o aquello a que
en Bibeltheol. Wb. (v. cap I, nota 44) de H . Gross, y en HThG de
W. Trilling; además H . Gross, Die Idee des ewigen und allgemeinen se aspira)".26 Los pecadores son, por consiguiente, aquellos
Weltfriedens im Alten Orient und im AT (Tréveris 1956, reimpre-
sión 1967); H . J. Fahlgren (v. cap. I, nota 44), 148-152. Cf. nota 3 y 4.
2S
La solidaridad en la bendición, por una parte, entre pa- Sobre lo que sigue, cf. especialmente los trabajos de St.
dres y descendientes, por otra, entre jefe de linaje y linaje, rey y Porúbcan y R. Knierim, que se han citado en el cap. I, notas 45
pueblo, pero también entre Israel y los demás pueblos, la ha es- y 47.
tudiado detenidamente el autor en los trabajos citados en el cap. 23
Cf. Jue 20, 16; Pro 8, 35s; Job 5, 20 y además Porúbcan,
I, nota 44. 4s, y Knierim, 56s.

68 69
"que pierden el camino" (hatta'im badderek) y por eso y por la que entendemos igualmente una falta con no de-
necesitan de la orientación de Yavé (Sal 25, 8). Así, pues, masiado graves consecuencias. También a esa expresión
los nombres hét', hatta'áh y hattát caracterizan el pecado le corresponde un verbo hebraico, que a su vez tiene sus
como una pérdida de la salóm, de la relación comunitaria, derivaciones nominales, a saber, 'awah = "apartarse", en
del sentido de la alianza. Por eso, en estos conceptos tam- "piel" o en "hifü" = "torcerse".28 Pero el nombre 'awón
bién pueden estar comprendidas las consecuencias, la pér- generalmente no significa la "transgresión" aislada, sino
dida de la salóm, y, por consiguiente, la inquietud, la mal- el estado funesto en que cae el pecador después de la mala
dición, la destrucción de la comunidad. El pecado puede acción, la carga opresora, que nosotros llamamos "culpa".
describirse sencillamente como un poder demoníaco, que Se trata aquí "de la consecuencia, de la realidad actualmen-
acecha al hombre, que se posesiona de él y después lo te funesta; la cuestión de hasta qué punto el sujeto tal
convierte en destructor de toda comunidad humana y de 'tomó parte' o no, queda en un plano muy secundario, y
su propia felicidad. Esto se describe en forma especialmen- cuando esa cuestión tiene alguna importancia, la respuesta
te intuitiva en Gn 4. Según 4, 7, "el pecado acecha a la puer- se basa más en los supuestos históricos y antropológicos
ta (como un monstruo)" y "ha puesto la mira en el hom- que en el sentido inherente al concepto en sí mismo".20
bre", si no obra rectamente; sin embargo, está en las ma- La "culpa" en este sentido puede ir creciendo paulatina-
nos del hombre el "enseñorearse"27 de ese demonio. Por mente en un pueblo, hasta que llega a su "colmo" y en-
no haber cumplido Caín ese deber, se convirtió en fratri- tonces exige el correspondiente castigo (Gn 15, 16). Co-
cida, perdió la seguridad de la tierra de labor y fue lanza- mo "culpa de los padres" pesa sobre los descendientes;
do a la inseguridad del destierro, que él transmitió a sus des- por lo tanto, tienen que compartirla (Ex 20, 5; 34, 7). El
cendientes junto con sus brutales sentimientos. Por eso hecho de que los conceptos de "culpa" ('awón) y "peca-
nuestro vocablo "equivocación", que parece corresponder do" (hatta'áh) no sólo significan la acción pecaminosa,
literalmente a los nombres formados de la miz'hatá', no sino que también pueden incluir sus consecuencias, lo de-
es una traducción muy exacta; ya que por equivocación muestra Is 5, 18: por las muchas transgresiones, los con-
nosotros entendemos un desliz no demasiado trascenden- temporáneos del profeta "arrastran" "la culpa y el pe-
tal y que se puede expiar o reparar con relativa facilidad, cado como con coyundas de buey", esto es, atraen forzosa-
mientras que pecado, en el sentido de la raíz hebraica mente sobre sí mismos el castigo de Dios. Como 'awón
hato!, es un poder terrible y destructor. es la carga entera de las consecuencias de la acción mala,
la mala conciencia, la maldición desencadenada, el temor
Algo análogo ocurre con la expresión "contravención",
al castigo cierto e inminente, el estado de desesperanza,
27
Para la interpretación de Gn 4, 7, cf., además de los comen-
28
tarios y la bibliografía mencionada en III, nota 23, G. Rinaldi Cf. Job 33, 27; Pro 12, 8; Lam 3, 9; Jer 3, 21, y además
en "Biblia e Oriente", 4 (1962), 218; J. Vella, 11 demonio a riposo, Porúbcan, 14s; Knicrim, 237.
29
en "RivBibl", 12 (1964), 187-193. Knierim, 144.

70 71
esa carga, al igual que una deuda pecuniaria, puede pasar Otro vocablo para expresar el pecado, pero cuyo sig-
a los hijos y a los hijos de los hijos, pero también puede nificado ha recibido una matización especial de la idea de
ser eliminada de los descendientes, si éstos no imitan a los la alianza, es el verbo pasa' con su formación nominal
padres pecadores. Pero, de acuerdo con nuestro refrán, "de pesa'!* Un pecado cualificado con esas expresiones pre-
tal palo, tal astilla", el AT presupone la experiencia de supone una situación comunitaria basada en un contrato
que por regla general los hijos de padres depravados son o en cualquier otra razón, y la ruptura de la misma. Según
tan malos o más todavía que ellos. En este sentido se ha esto, el verbo pasa' se puede traducir con la preposición
de entender la expresión tan repetida: Yavé es el 'el poqéd bc: "romper con alguien". El nombre pesa' designa en con-
'diván dbót 'al bánim we'al beney baním 'al sillesím we'al secuencia la "ruptura" del contrato, de la fidelidad, de la
ribbe'ím™ Esta frase se traduce ordinariamente: "Yavé lealtad, esto es, un "delito" contra el socio de contrato,
es un Dios, que castiga la culpa de los padres en los hijos contra un compañero de clan o de nación, contra la co-
y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta gene- munidad de la que se es miembro, pero sobre todo contra
ración." Pero, como el verbo páqad presupone un examen Yavé como socio de alianza.35 Un delito designado como
minucioso,31 el sentido es éste: Yavé examina a los descen- pesa' está dirigido en últimos términos contra Yavé, "ya
dientes, para ver si ellos siguen obrando tan perversa- que la relación entre Yavé e Israel estaba siempre fijada
mente como los padres, y, si el resultado es negativo, co- en categorías jurídicas y se expresaba con renovadas for-
sa que de antemano es harto probable, ejecuta los corres- mulaciones constantemente y porque un pcesa' puramen-
pondientes castigos, aunque haya estado esperando pacien- te "profano", por el hecho de que Yavé era Señor del de-
temente incluso por varias generaciones.32 De ahí que los recho, quedaba, sin más, aun sacramente descalificado. Por
profetas recriminen constantemente a sus contemporáneos esta razón... pcesa' se ha convertido en el más perfilado
diciéndoles que su conducta es todavía peor que la de sus y difícil concepto para expresar el pecado."36
padres, y les lanzan la amenaza de que por esa razón el
castigo de Dios es inevitable.33 La ley federal determina las condiciones para la co-
munidad entre Yavé e Israel, pero también entre los mis-
30
Ex 34, 6s; así también Ex 20, 5s; N ú m 14, 17s; Dt 5, 31
9s; Jer 32, 18. Sobre esta raíz, cf. en especial L. Kohler, 2 » Ex 22, 8, en
31 "ZAW", 46 (1928), 213-218; K. H . Fahlgren (v. cap. I, nota 44),
Cf. J. Scharbert, Das Verbum PQD in der Tbeologie des
19-24; H. W. Hertzberg, "Die 'Abtrünnigen' und die 'Vielen'", en
ATs, en "BZ N F " , 4 (1960), 209-226; H . Fürst, Die gbttlkhe Heim- V'erbannung und Heimkehr (Homenaje a W. Rudolph), edit. por
suchung (Roma 1965); J. G. Ploger (v. nota 19), 206s. A. Kuschke (Tubinga 1961), 97-108; St. Porúbcan, 24-26; R. Knie-
32
Cf. J. Scharbert, Formgeschichte und Exegese von Ex 34, rim, 113-184.
6f und seiner Parallelen, en "Bb", 38 (1957), 130-150. 35
Pasajes probatorios en Porúbcan, quien, como L. Kohler
33
Jer 2, 5-8; 7, 28; 9, 12s; 11, 10; 23, 26s; 44, 9-17; Ez 2, (v. nota 34), acentúa más el matiz de rebelión contra el socio más
3ss; 16, 44-52; Os 10, 9; 12, 15; Am 2, 4.7; cf. J. Scharbert, So- fuerte, y Knierim, que pone más de relieve la violación del deber
lidarimt (v. cap. I, nota 44), 210s, 215s. de fidelidad, que emana de la comunidad.
36
Knierim, 182.
72
73
mos israelitas; obliga, pues, a todo el pueblo y a cada in- la literatura sapiencial, deducen que Israel creía en una
dividuo dentro del pueblo. Por consiguiente, pesa' en to- conexión casi automática entre pecado y consecuencias, en
dos los casos significa ruptura con el socio de la alianza una "esfera efectiva que produce su destino", que "en-
y por lo tanto ruptura de la alianza. Si un individuo comete vuelve permanentemente al pecador labrándole su salva-
tal delito, no sólo queda rota la alianza entre él y Yavé, ción o su desventura". Yavé, según ellos, no actúa ahí
sino potencialmente se rompe también la alianza del pue- como castigador o recompensador, ya que remuneración
blo con Yavé; pues el socio directo de alianza con Yavé es en el sentido de recompensa o castigo sería un bien o un
el pueblo, y éste tiene el deber de crear en su interior mal añadido al pecador desde fuera, sino que tan sólo pone
tales condiciones que hagan imposible las acciones de los en vigor la correlación pecado-consecuencia, "haciendo
individuos contrarias a la alianza, o al menos, si tales accio- que la mala acción surta su efecto en el pecado, haciendo
nes se realizan, debe sancionarlas conforme a la gravedad que recaiga sobre él y llevándola a su término", para lo
del caso. Tal "ruptura" pone inmediatamente en vigor la cual son característicos los verbos hesíb, paqad y sillem™
maldición, con la que, según Lv 24, 14-39 y Dt 28, 15-69, Otros acentúan más la intervención remuneradora de Yavé,
está sancionado el orden de la alianza para el caso de la que depara bienandanza al bueno e infortunio al malo.30
infracción de la misma. La maldición provocada por las En todo caso, el antiguo Israel concibe el pecado como un
múltiples infidelidades de Israel a la alianza la anuncian poder funesto, destructor, que amenaza al pecador par-
los profetas como juicio de Yavé.M ticular y a la comunidad, que lo sostiene o le deja obrar,
y a este poder se lo considera siempre unido a sus se-
En los últimos años se ha desarrollado una viva con-
cuelas desoladoras y al juicio de Dios. Pecado en este sen-
troversia sobre la fe en la remuneración en el Antiguo
tido no es tan sólo una acción aislada, que pudiera repa-
Testamento. Unos, de las maldiciones de Lv 26 y Dt 28,
de las amenazas de juicio lanzadas por los profetas y de K. Koch, Gibt es ein Vergeltungsdogma im AT? en "ZThK",
52 (1955), 1-42, especialmente pág. 12. Koch amplía aquí ideas que
37 ya antes que él habían desarrollado J. Pedersen, Israel, I/II (Lon-
Sobre las maldiciones sancionadoras de la ley federal, cf. dres 1926), 336-337, y K. H . Fahlgren (v. cap. I, nota 44). K.
el artículo "Fluch" en el Bibeltheol. Worterbuch (v. cap. I, nota Koch ha encontrado mucha resonancia; cf. especialmente G. von
44) y "LThK", así como la bibliografía allí citada, además F. Ch. Rad, Theologie des AT, I (Munich 41957), 275-280, 397-399 (con
Fensham, Malediction and Benediction in Ancient Near Eastern algunas modificaciones); H . Gese, Lehre und Wirklichkeit in der
Vassal-Treaties and the Oíd Testament, en "ZAW", 74 (1962), 1-9; alten Weisheit (Tubinga 1958), 37-43; O. Kaiser (v. nota 16).
id., Common Trends in Curses of the Near Eastern Treaties and 38
J. Scharbert (v. nota 31); id., "SLM im AT", en Lex tua
Kudurru-Inscriptions compared with Maledictions of Amos and veritas (Homenaje a Hub. Junker), editado por H . Gross-F. Mussner
Isaiab, en "ZAW", 75 (1963), 155-175; H . Ch. Brichto, The Pro- (Tréveris 1961), 209-229; E. Pax, Studien zum V'ergeltungsproblem
blem of "Curse" in the Hebrew Bible (Filadelfia 1963); D. R. der Psalmen, en "Studii Biblici Fransc. Liber Annuus", 11 (1960/61),
Hillers, Treaty-Curses and the Oíd Testament Prophets (Roma 56-112; R. Knierim, 73-91; J. G. Ploger (v. nota 19), 196-213.
1964); J. L'Hour, Ethik (v. II, nota 25), 116-122; J. G. Ploger Toda esta discusión se recoge en el volumen 125 de la serie "Wege
(v. nota 19), 130-217; E. A. Scháchter, Bundesformular und pro- der Forschung" bajo el título: Um das Prinzip der Vergeltung in
pheíischer Urteilsspruch, en "Bb", 48 (1967), 128-130. Religión und Recht des AT, editado por K. Koch (Darmstadt).

74 75
rarse fácilmente, sino una inextricable concatenación de El pecado echa al hombre fuera de la "salvación" (sa-
condicionamientos previos en todo el comportamiento éti- lóm) y lo lanza al desasosiego (cf. Gn 4), y ya la misma
co de los antepasados y de la sociedad, de ruptura del pe- culpa es el juicio.41 Pues el pecado le quita a Israel la tierra
cador individual con Dios, de desdén para con la ley santa, y lo arrastra al exilio; sobre el que rompe la alianza viene
de influjos desmoralizadores sobre la familia, los descen- el pánico en lugar de la "paz", la maldición en vez de
dientes y el ambiente, de mala conciencia, de consecuencias la bendición (Lv 26; Dt 4, 25-28). Pero el pecado también
que pueden consistir en sanciones jurídicas, en el juicio di- es una herencia funesta transmitida de generación en gene-
vino bajo la forma de enfermedad, desgracia, muerte tem- ración, que algún día, como deudas que se fueran acumu-
prana y cosas análogas. Mencionemos Jos 7 y 2 Sam 21, lando, acaba por aplastar a todo el pueblo. Esto se ve
donde el sacrilegio de un israelita particular, la defrauda- en pasajes como Gn 15, 16; 2 Re 17, 7-41; 22, 15-17
ción que Acán hace de objetos dados al anatema y la rup- y las conminaciones de los profetas que anuncian el juicio
tura del pacto por parte del rey (Saúl) y la matanza eje- divino, quienes estigmatizan a sus contemporáneos llamán-
cutada en los gabaonitas, daña en primer lugar al pueblo dolos "hijos de prostitución" (Os 2, 6), "ralea de malvados"
entero (derrota, hambre), hasta que sus representantes, (Is 1, 4), bastardos (cf. Ez 16, 45-52); de este modo los
Josué y el nuevo rey David respectivamente, se distancian pecados de los padres, de los reyes y de los jefes espiritua-
de los transgresores del derecho, buscan al culpable y les del pueblo se considera que forman un solo conjunto
ejecutan junto con su familia, y, en el caso de los con los pecados de las generaciones posteriores y del pue-
gabaonitas, concediendo que los damnificados puedan lle- blo que imita la deslealtad de los reyes hacia la alianza.
var a cabo una venganza sangrienta en los parientes de
Saúl. Recuérdese también la historia de David, que de-
muestra las desoladoras consecuencias que el adulterio y
el crimen de David tuvieron para él mismo, para su fami-
lia, en la que, por el mal ejemplo del padre, siguieron a
la orden del día la sensualidad, el fratricidio y la embria-
guez de poderío, y para todo el pueblo (cf. 2 Sam 2, 10-13).
Pero el pueblo no tenía razón ninguna para quejarse de
ello ante Yavé, ya que él mismo había clamado por un
rey, si bien el profeta Samuel les advirtió con la mayor cla-
ridad las consecuencias que tendría su petición (1 Sam 8).40
10
Sobre el rey como mediador, no sólo para bendición, sino
también para culpa y para maldición, cf. el estudio del autor sobre
los mediadores salvíficos (v. cap. I, nota 44). Cf. G. Fohrer, Studien zur aü. Prophetie (Berlín 1967), 13.

76 77
V
LA IRRUPCIÓN DEL PECADO EN EL MUNDO
SEGÚN EL YAVISTA

Por lo que podemos deducir de las fuentes bíblicas,


el llamado Yavista1 fue el primer teólogo y pensador de
1
Pudiera ya considerarse innecesario explicar —en un es-
tudio exegético destinado principalmente a lectores católicos— el
sentido y la razón de las denominaciones "Yavista", "Elohísta"
y "escrito sacerdotal". Por desgracia todavía no existe una re-
producción exacta de estas tres fuentes del Pentateuco, aunque
sería posible, a pesar de ciertos factores de inseguridad en los
detalles. O. Eissfeldt, Hexateuchsynopse (Leipzig 1922, reimpre-
sión inalterada, Darmstadt 1962), no responde ya al estado actual
de la investigación, si bien esa obra sigue siendo imprescindible
para el exegeta. Quien desconozca el hebreo no podrá conseguir
mucho con la simple combinación de las cifras y de las letras la-
tinas y griegas, que asignan versículos completos o partes de ver-
sículo a las respectivas "fuentes", como se ve en las obras intro-
ductorias y en la obra Sackbuch zur Bibel del autor (págs. 237-240),
ya que las versiones de la Biblia, por razones estilísticas, tienen
forzosamente que modificar la división y subdivisión de los ver-

79
Israel que vio en el pecado la verdadera desgracia que raíso y de la caída original no se ha de ofrecer aquí una
amenaza a toda la humanidad y que se preocupó de in- exégesis versículo por versículo ni entrar en problemas
dagar el origen de ese funesto poder. Pero se ha de adver- particulares del texto.4
tir que el tema del pecado no era para él lo principal, Entre los exegetas se abre paso actualmente la con-
sino el obscuro fondo sobre el cual pretendía él pintar vicción de que el Yavista actuó en la corte de Jerusalén
con luminosos colores la misericordiosa actuación de Yavé dentro del círculo de sabios que servían al rey de consejeros
para con su pueblo. Por eso, Gn 2 y 3, que sigue siendo el y eran responsables de la formación de los príncipes y
texto más importante para nuestro tema, no podemos altos funcionarios.6 Probablemente actuaba todavía en tiem-
considerarlo aisladamente, sino que debemos tratar de in- pos de Salomón;" podría haber pertenecido a los "ancianos",
terpretarlo a través del contexto de la obra yavista2 y cuyo consejo desdeña el joven Roboam después de la muer-
por el conjunto de su concepción teológico e histórico- te de su padre Salomón y que él sustituyó por jóvenes exal-
salvífica.3 Así, pues, por lo que se refiere al relato del pa- tados (1 Re 12, 6-11). Después como "jubilado", habría
tenido tiempo para reflexionar sobre la historia de su pue-
sículos en relación con el texto original, y porque tales versiones blo y para estudiar y asimilar las viejas tradiciones nacio-
generalmente desdibujan las especiales características de las fuentes
por lo que se refiere al estilo, vocabulario, gramática y aspectos nales. La época del reinado de David no la conoce él ya
análogos. Adviértase también que el autor no atribuye valor es- por propia experiencia; pero tiene noticia de las grandes
pecial a una fuente L (O. Eissfeldt) o N (G. Fohrer), sino que
los textos asignados a tales abreviaturas los considera simplemente hazañas de David y de sus funestas flaquezas por los re-
como testimonios de tradiciones preliterarias, que el Yavista ha latos de los contemporáneos, sobre todo por la gran obra
integrado en su obra. Por lo que respecta al relato de Abrahán,
R. Kilian (v. cap. III, nota 8) ha demostrado, en mi opinión, con histórica sobre el reinado de David, que se nos ha conser-
claridad, lo razonable de ese punto de vista. H . Seebass (v. cap. III,
nota 8) sugiere la misma conclusión para los relatos de Israel-Jacob, 73-98, también en id., Gesarnmelte Studien zum AT (Munich 1964),
y L. Ruppert, Die Josephserzdblung der Génesis (Munich 1965), 345-373; L. Ruppert, "Der Jahwist-Künder der Heilsgeschichte",
por lo que se refiere a la historia de José. Por lo demás, aun en en Wort und Botschaft, editado por J. Schreiner (Wurzburgo 1967),
la historia primitiva de Gn 1-11 es harto dudosa la presencia de 88-107.
una fuente L o N . 4
Para ello téngase en cuenta la bibliografía mencionada en
2
Ya hemos advertido anteriormente que esto lo han hecho el cap. I, notas 36-39.
5
por lo menos los más modernos comentaristas de Gn 2 y 3 por Sobre las relaciones del Yavista con el círculo de sabios y
regla general; cf. cap. I, notas 36-39. con la corte de Jerusalén, cf., entre otros, L. Alonso Schókel, Mo-
3
Sobre la teología del Yavista, cf., además de las más re- tivos sapienciales y de alianza en Gn 2-3, en "Bb", 43 (1962), 295-
cientes obras introductorias, las siguientes: M. L. Henry, Jahwist 316; H . W. Wolf (v. nota 3); J. Blenkinsopp, Theme and Motif in
und Priesterschrift (Stuttgart 1960); id., Phanomene religioser, Le- the Succession History (2 Sam XI, 2ss) and the Yahwist Corpus,
bensbewegungen in der jahwistischen und priesterlichen Uberliefe- en "VT", Suppl. 15 (Leiden 1966), 44-57; W. Richter, Urgeschichte
rung, en "ThLZ", 85 (1960), 145-148; W. Zimmerli, Sinaibund und und Hoftheologie, en "BZ N F " , 10 (1966), 96-105; J. L. McKenzie,
Abrahambund, en "ThZ", 16 (1960), 268-280, ahora en id., Got- Reflections on Wisdom, en "JBL", 86 (1967), 1-9.
6
tes Offenbarung (Munich 1963), 205-216; R. Rendtorff, Gn 8, 21 Sobre la posterior datación propuesta por E. Lipinski, en
und die Urgeschichte des Jahwisten, en "KuD", 7 (1961), 69-78; "RB", 73 (1966), 77-93, cf. mis observaciones en "MThZ", 18 (1967),
H . W. Wolf, Das Keryma des Jahwisten, en "EvTh", 24 (1964), 108, nota 59.

80 81
vado ensamblada en nuestros libros canónicos de Samuel brantar la alianza con Yavé erigiendo templos paganos.
y de los Reyes, desde 2 Sam 11 hasta 1 Re 2 y que es de- El Yavista tuvo que contemplar cómo el hijo de aquel
nominada por los modernos exegetas como "historia de rey sabio, Roboam, desdeñó las amonestaciones propias
la sucesión de David en el trono".' En todo caso, el Ya- y las de sus colegas, se dejó arrastrar por jóvenes ilusos
vista debió ser hombre de superior formación literaria y a provocar a las tribus del Norte, y de ese modo destruyó el
teológica, de gran experiencia de la vida, de buenas dotes gran reino de David. El Yavista observa cómo el primer
de observación y de fe profunda. Se sobrepone a la resig- rey de las tribus nórdicas, Jeroboam, adopta usanzas ca-
nación que va apuntando en él, y, en tiempos duros, bajo naneas y en Betel y en Dan expone a la pública veneración
la deprimente impresión de la escisión del reino debida a efigies de toros. Por eso, el Yavista se llena de desconfianza
la imprudencia de Roboam, recuerda a su pueblo las pro- contra todo aquello que Israel ha tomado de los cananeos,
mesas y la alianza de Yavé que permiten esperar nueva y al antiguo documento original de la alianza (Ex 34, 14)
prosperidad. le pone un comentario anticananeo, que, en punto a cla-
ridad, no deja nada que desear (Ex 34, 11-13, 15-17).
El Yavista se pregunta cómo fue posible que varones
La desconfianza contra el culto cananeo y contra las muje-
tan grandes y tan beneméritos para con su pueblo y por
res, que tantas desgracias ocasionaron a David y a Salo-
el culto que rindieron a Yavé como David y Salomón clau-
món, movió también su pluma, en Gn 3, para caracterizar
dicaran ignominiosamente en su vida privada y tuvieran a la serpiente, que era el símbolo del culto cananeo a la
hijos descastados. David, colmado de gracias por Yavé como fecundidad, y a la primera mujer.
muy pocos hombres, por causa de una mujer se convierte
en adúltero y en homicida. Por sus pecados ejerce sobre El Yavista, al reflexionar sobre la historia contempo-
su familia un influjo tan desmoralizador que en ella se ránea, se ha percatado del poder devastador del pecado
ponen a la orden del día la violación, incluso de.las propias y de su influjo destructor sobre la comunidad humana. Le
hermanas, el fratricidio, la rebelión contra el propio padre viene a la memoria un viejo proverbio, que llegó a la
y una rivalidad brutal por la sucesión. El mismo Yavista corte de Salomón, tal vez procedente de los egipcios o de
ha tenido que observar cómo al más sabio de su época, los babilonios, entre otros muchos legados culturales: "Las
al rey Salomón, le rodean mujeres extranjeras y, aunque trazas del corazón humano son malas desde su niñez" (Gn
era el constructor del templo de Yavé, lo arrastran a que- 8, 21; cf. 6, 5). Pero no se contenta con esto; trata de hallar
una explicación más profunda del origen del pecado y la
• ' Esta obra ha sido descubierta por L. Rost, Die Überlieferung razón de que haya adquirido un poder tal, que hizo caer
von der Tbronnachfolge Davids (Stuttgart 1962); ahora en id.,
Das kleine Credo und andere Studien zum AT (Heidelberg 1965), nada menos que a David y a Salomón y puso en peligro
119-253. Pero no hay que llegar tan lejos como J. Blenkinsopp la existencia del pueblo de Dios. La solución del problema
(v. nota 5), quien admite una directa conexión literaria entre el
Yavista y la historia de la sucesión de David en el trono. la buscó allí donde en sus tiempos se buscaba siempre la

82 83
explicación de las situaciones y fenómenos actuales, en la batallas y durante el trabajo, cuentos y relatos instructivos.
remota antigüedad. Para ello, él, como defensor de la Así, por ejemplo, corría por aquel entonces un cuento de
antigua tradición recibida de la época israelita del de- carácter etiológico, que pretendía explicar por qué la ser-
sierto, vio como cosa natural ir siguiendo la historia me- piente se arrastra sobre su vientre: la serpiente hizo pecar
diante el estudio de los antiguos esquemas genealógicos a la primera mujer, por lo que el Creador la castigó a
y de las viejas tradiciones populares. Pero, a fin de distan- arrastrarse desde entonces sobre el vientre y a comer polvo.
ciarse de su época y poner a la vista de su pueblo los anti- Según una antigua leyenda, el primer hombre vivió en un
guos ideales, traza su concepción histórica desde el punto jardín maravilloso y hubiera podido conseguir una vida
de vista de Moisés, con el que también finaliza su obra eterna, pero perdió esa dicha por haber comido un fruto
histórica. prohibido. A un judío del Negueb, de la región colindan-
Las fuentes de que dispone el Yavista para la época te con los quenitas, el Yavista pudo haber oído la leyenda
de Moisés, de la que le separan ya más de doscientos cin- del primer padre de los quenitas, que mató a su hermano
cuenta años, son tal vez algunas colecciones de leyes escritas, y por ello fue expulsado de la tierra cultivable y lanzado
y a lo sumo algunas canciones, relatos y listas. Por lo que al desierto. Ciertos viajeros trajeron la noticia de la exis-
se refiere a la época de los patriarcas y a la historia pri- tencia de una curiosa formación pétrea a orillas del Mar
mitiva, es probable que existieran por escrito ciertos re- Muerto, de la que los beduinos, que tenían sus tiendas de
latos o series de relatos, árboles genealógicos, proverbios campaña en las cercanías, suponían que era la mujer de
y canciones en las escuelas de los sabios, en la corte de Je- Lot transformada en una estatua de sal.8
rusalén o en círculos sacerdotales para el uso litúrgico. Todas estas tradiciones las escuchaba el Yavista prestan-
Además, el Yavista tal vez tuvo a su alcance en Jerusalén do gran atención a su oculta sabiduría práctica y a su pro-
fragmentos del relato babilónico del diluvio, del mito de
El primero que ha estudiado a fondo los géneros de tra-
la creación y de la poesía cananea, que habían llevado dición popular utilizada en el libro del Génesis ha sido H . Gunkel
consigo los sabios traídos por Salomón del extranjero. Pero en la introducción a su Genesis-kommentar, pág. V I I I - L X X X . Cf.
además: O. Eissfeldt, Stammessage und Novelle in den Geschichten
todo esto, evidentemente, no era documentación histórica- van Jacob und seinen Sóhnen, en "Eucharisterion" (Homenaje a
mente segura, tal como nosotros lo entendemos. Mucho H . Gunkel), I (Gotinga 1923), 56-77; ahora en: id., Kleine Schriften,
I (Tubinga 1962), 84-104; id., Stammessage und Menschheittser-
más que de tales fuentes, el Yavista se surtirá ciertamente záhlung in der Génesis (Berlín 1965); K. Koch, Was ist Formge-
2
de la viva tradición oral de su pueblo y de los pueblos schichte? (Neukirchen 1967), 182-193; Cl. Westermann, "Arten der
Erzahlung in der Génesis", en Forschung am AT (Munich 1964),
vecinos. El se encontró con antiguas leyendas locales, trans- 9-91; W. Stahlin, Aucb darin bat die Babel recht (Stuttgart 3 1966).
mitidas sobre todo en torno a los lugares sagrados y en el Buenas explicaciones de conjunto sobre los géneros de narración
popular en el Antiguo Testamento se encuentran en los manuales
seno de las tribus, proverbios de la sabiduría popular, him- de introducción de O. Eissfeldt (Tubinga s 1964), 42-62; G. Fohrer
nos que se cantaban en los actos litúrgicos e incluso en las (Heildelberg 1965), 92-104; A. Weiser (Gotinga 5 1963), 58-68; en
todos estos autores se ofrecen copiosos datos bibliográficos.

84 85
fundo sentido. Inspirado por el espíritu de Yavé y utilizando ceptos "salvación" o "paz" (salóm) y "pecado". Quedan
aquel material de que disponía, traza un cuadro amplio diluidos en vivas y conmovedoras imágenes y caracteriza-
de la historia de la salvación, en el que vuelve a reconciliar ciones. Todo cuanto el piadoso israelita podía incluir en
cada una de esas antiguas tradiciones, las ensarta por genea- el concepto salóm, se encierra en Gn 2: la naturaleza in-
logías y las ordena en torno a personas que se mencionan tacta, el hombre íntegro, las sanas relaciones entre los hom-
en tales genealogías. Firmemente poseído de las estructuras bres, y todo ello envuelto por la sana unión entre Dios y
mentales de su pueblo y de su época, se vio impulsado a el hombre. El Yavista en su historia primitiva todavía no
atribuir a los primeros padres de la época patriarcal las emplea el concepto de "alianza" (berít), que a partir de
instituciones y situaciones israelitas actuales, o mejor, las Abrahán desempeña en él un papel importante. Pero, al
concebidas por él como ideales y por lo mismo transpuestas parecer, ya en la redacción de Gn 2 le guía la categoría
a la época de Moisés, atribuyendo asimismo las generales de la alianza: Dios, por puro amor, brinda amistad al hom-
experiencias humanas a la época primitiva, a los primeros bre, pero espera del hombre también el reconocimiento de
padres de toda la humanidad. su soberanía y por eso promulga una "ley" destinada a
salvaguardar las relaciones amistosas entre Dios y el hom-
El pecado, las penalidades, el dolor y la muerte pesan
bre y a apartar a éste de comportamientos inamistosos."
sobre Israel exactamente igual que sobre los demás pueblos.
Lo mismo que cualquier alianza en el mundo del antiguo
Por consiguiente, todas esas cosas deben tener su origen en
Oriente e incluso la alianza con Yavé del Sinaí (cf. Lv 26
la misma raíz común a todos los hombres, desde la cual
y Dt 28), la primera relación amistosa entre Dios y el
irrumpirían en la historia de la humanidad. Ahora bien,
hombre está garantizada mediante una sanción punitiva.10
el Yavista, en virtud de su fe en la alianza con Yavé, estaba
tan persuadido de la ilimitada bondad del Dios de Israel No es preciso aquí profundizar sobre la cuestión de lo que
que sabía que Dios, como creador, sólo puede haber des- significa la prohibición de comer del "árbol de la ciencia del bien
y del mal" (Gn 2, 9.17); en todo caso, en el contexto del Yavista
tinado al hombre a la salvación. El dolor y la muerte y el se trata de una soberana libertad de decisión —que no compete
deplorable desorden en las relaciones de los hombres en- al hombre— en orden a la cualificación de los valores. La norma
definitiva para decidir lo que es bueno y lo que es malo compete
tre sí no pueden ser obra de Dios; de ellas debe ser res- solamente a Dios. Sobre este problema, además de las correspon-
ponsable el mismo hombre y las tiene que haber traído al dientes aclaraciones a propósito de la bibliografía mencionada en
el cap. I, notas 36-39, cf. los estudios especiales sobre "el bien
mundo una potencia antidivina. y el mal": M. Buber, Drei Bilder von Gut und Bóse, en "ThZ", 7
(1951), 1-17; H . J. Stoebe, Gut und Bóse in der jahwistischen Quelle
El Yavista, en toda su exposición de la historia de la des Pentateuch, en "ZAW", 65 (1953), 188-204; R. Gordis, The
salvación, utiliza muy pocos conceptos abstractos (y en Rnowledge of Good and Evil in the Oíd Testament and the Qum-
rcm Scrolls, en "JBL", 76 (1957), 123-138; H . S. Stern, The Know-
Gn 2 y 3 ninguno) para expresar la salvación y su contra- ledge of Good and Evil, en "VT", 8 (1958), 405-418; S. Jozaki,
rio, que ya se explicaron anteriormente. De ahí que en el The Tree of the Knowledge of Good and Evil, en "Kwansei Ga-
kuin University Annual Studies", 8 (1959), 1-18.
relato del paraíso y de la caída falten incluso los con- 10
Sobre el influjo de la idea de alianza en Gn 2s, cf. L.

86 87
Todo esto está expresado con los más simples recur- rior.11 Análogamente los salmistas esperan de Dios que
sos. Pero también nos interesaría saber cómo habría conce- no los entregue al reino de los muertos, sino que los con-
bido el Yavista la relación entre vida y muerte en el caso serve en la vida, y, en cambio, que entregue a los malvados
de que la primera pareja humana no hubiera transgredido a la muerte, aunque bien debían saber que aun los piado-
la prohibición. No dice él expresamente que al primer sos mueren.12 Morir en una edad avanzada, después de una
hombre le estaba prometida una vida eterna; tan sólo di- vida cumplida, "lleno de días", es considerado por los pa-
ce que el hombre habría de morir, si comía del árbol prohi- triarcas, según el código sacerdotal (Gn 25, 8; 35, 29), como
bido, y que el hombre, por haber sucedido eso realmente, una gran dicha. Se puede, pues, suponer que incluso el
fue presa de la muerte. Se puede dudar de que el Yavista Yavista no pretendía excluir para el hombre la muerte
se haya ocupado realmente de la idea que a nosotros nos temporal en el caso de no haber pecado, sino prometerle
interesa especialmente. Desde luego, piensa sobre "vida" una vida de inalterable armonía con Dios.13 Se ha de tener
y "muerte" de forma parecida a otros piadosos persona- en cuenta, además, que el estado de salóm en el paraíso
jes del Antiguo Testamento: vida y muerte son conceptos no había de ser una vida en el país de Jauja, sino que el
que admiten diversas interpretaciones. Vivir puede signi- hombre tenía entonces deberes que cumplir: había que
ficar: gozar de una tranquila amistad con Dios, a la que "labrar y cuidar" el jardín, según 2, 15.
no se opone una muerte en edad avanzada con la tranqui-
lizadora conciencia de no haber vivido en vano, de dejar La armonía, el estado ideal de salóm, no tardó en que-
hijos ("semilla") bien educados y económicamente ase- dar perturbada a causa de la ruptura del hombre con Dios.
gurados y de permanecer en buen recuerdo ("nombre") No nos dice el Yavista cuánto tiempo duró el estado feliz.
entre los hombres. Por el contrario, morir puede significar: Ciertamente piensa él que la ruptura tuvo lugar pronto,
perder la amistad con Dios, ser objeto de maldición, estar en todo caso antes de que la primera pareja humana pro-
perseguido por la mala conciencia, tener que llevar una
11
Ez 3, 16-21; 18; 33; cf. además J. Scharbert, Die Pro-
vida que ya no puede llamarse vida, no tener hijos, perder el pheten Israels um 600 v. C. (Colonia 1967), 308-318.
"nombre" ya en vida y quedar olvidado. Este sentido tie- 12
Sal 16, lOs; 17, 13ss; 49, 16-21; 73, 23-28. Cf. además
ne que haber dado Ezequiel a sus palabras, cuando anun- G. von Rad (v. cap. IV, nota 16).
13
Sobre los conceptos "vivir" en el Antiguo Testamento, cf.
ció "vida" al piadoso y "muerte" al impío, según hubiera W. Vollborn, Das Problem des Todes in Gen 2 und 3, en "ThLZ",
sido su último comportamiento moral, sin atender a la 77 (1952), 709-714; W. Zimmerli, "Leben" und "Tod" im Buche
des Propheten Ezechiel, en "ThZ", 13 (1957), 494-508; id., Die
piedad o maldad de los padres o a la propia vida ante- Frage des Reicben nach dem ewigen Leben, en "EvTh", 19 (1959),
Alonso Schokel (v. nota 5); N. Lohfink, Schilfmeer (v, I, 39), 90- 90-97, ambos artículos ahora en Gottes Offenbarung (Munich 1963),
178-191 y 316-324; E. Schmitt, Leben in den Weisheitsbüchern
95; W. Kern, "Die Schopfung ais Voraussetzung des Bundes im Job, Spruebe und Jesús Sirach (Friburgo 1957); N . Lohfink, Schilf-
AT", en Mysterium Salutis, edit. por J. Feiner-M. LShrer, II (Ein- meer (v. cap. I, nota 39), 198-243; R. Taylor, The Eschatological
Meaning of Life and Death in the Book of Wisdom, I-V, en "EThL",
siedeln 1967), 441-454. 42 (1966), 72-137.

88 89
creara hijos. Esta circunstancia y además la entrada en es- tencia, le destina a la inquietud causada por la ruptura,
cena de la serpiente, que era un símbolo de la fecundidad inquietud que el hombre experimenta en su propia perso-
y en el culto cananeo a la fecundidad desempeñaba un na bajo la forma de dolor, fatigas, frustración y por fin la
papel importante, han movido a no pocos exegetas y teó- muerte.
logos a sospechar que el pecado de los padres consistió
3. Los comentaristas bíblicos suelen ordinariamente pa-
en un delito sexual. Pero de esto nada dice el texto; y esa
sar por alto o valorar demasiado poco un dato que, evi-
interpretación apenas afecta a lo que el Yavista intenta
dentemente, tiene una importancia capital para el Yavista:
declarar. Lo que le interesa son las siguientes verdades:
Ya el primer pecado fue una acción cuya responsabilidad
1. La ruptura entre el hombre y Dios fue preparada no recaía sobre una sola persona, sino que se perpetró en
por la aparición de una potencia antidivina del mal, que solidaridad con otros. La prohibición estaba dirigida tan
el Yavista, utilizando un viejo cuento popular o una fá- sólo al varón (2, l6s). La respuesta de la mujer a la ser-
bula de carácter etiológico, personifica en la figura de la piente (3, 2s) presupone que entre tanto el varón había
serpiente. La serpiente, por su carácter receloso, versatilidad informado a la mujer, y, por consiguiente, la mujer estaba
y venenosidad, le parecía un ser astuto y peligroso y por lo al corriente de la situación. Cuando, a pesar de eso, la mu-
mismo le brinda una imagen expresiva y fácilmente com- jer transgredió la prohibición, el varón se decide a aceptar
prensible para simbolizar las potencias demoníacas y fu- la propuesta de la mujer para que también él comiera del
nestas. fruto vedado. Indudablemente, el Yavista quiere así dar a
entender que el pecado dentro de una bien trabada comu-
2. El hecho de que el hombre cediera a las insinuacio- nidad humana encierra en sí la casi invencible capacidad
nes del maligno y transgrediera la prohibición, fue una de contagiar. En consecuencia, sus secuelas son también de
ruptura con Dios, el desgarramiento del lazo de unión con carácter social: la comunidad del amor y del mutuo respeto
el Amigo, que sólo merecía lealtad y confianza, y la su- (cf. 2, 23ss) se convierte en la forzada comunidad de los
presión, la pérdida de la salóm, fue por consiguiente lo que desordenados instintos, en la que el más fuerte se erige
el Antiguo Testamento llama pesa' y hatfáh, hét' o hattat. en señor y el débil queda desilusionado y avasallado (3,
Como consecuencia de esto entró 'awón ("la culpa") y 16c)." La solidaridad en el amor y en la felicidad se con-
q'lalah ("la maldición"). El Yavista se abstiene de utilizar vierte en solidaridad en la carga y en el dolor, pero esta
estos conceptos —sin embargo, pone en boca de Dios, al solidaridad no sirve para aunar a los hombres, sino para
sentenciar al hombre, la fórmula de maldición arür ("mal- distanciarlos entre sí.
dito sea...") para la maldición del suelo laborable— y des-
" Al carácter social del pecado se refieren L. Ligier, Piché
cribe, en su lugar, con imágenes lo que eso significa: Dios d'Adam et peché du monde, I (París 1960), y P. Grelot, Réflexions
abandona su trato familiar con el hombre; y, con su sen- sur le probléme du peché originel, en "NRTh", 99 (1967), 337-
375, 449-484.

90 91
4. La ruptura con Dios y sus funestas consecuencias vecha una experiencia vivida continuamente por él y por
son irreparables por parte del hombre. Solamente Dios su pueblo: Dios no abandona totalmente a su suerte al
puede restablecer la salóm, cuando el hombre irreflexi- pecador, sino que sigue preocupándose por él. El narrador
vamente ha renunciado a él. Esta verdad la expresa el Yavista vuelve a expresar esta verdad con las más sencillas imágenes:
mediante una imagen muy gráfica: Yavé expulsa al hom- Yavé no lanza a los primeros hombres al mundo áspero
bre del magnífico jardín, le despoja de la paz del cora- de fuera del paraíso, sin vestirlos antes (3, 21), y les pro-
zón y le quita toda posibilidad de retorno (3, 23s). El Ya- mete que al fin será quebrantada la potencia del maligno
vista considera como la cosa más natural el que los hijos (3, 15).15
y descendientes de la primera pareja humana nazcan en 15
Sigue aún discutiéndose el sentido de Gn 3, 15. En este
estado de carencia de salóm, en estado de falta de paz pasaje algunos autores no ven otra cosa sino el residuo de un cuen-
como efecto del pecado, y que, como hijos de malhecho- to etiológico sobre la serpiente y sobre el horror que ante las ser-
pientes experimentan sobre todo las mujeres; cf., entre otros, los
res, participen solidariamente en las consecuencias de la comentarios, citados en el cap. I, nota 36, de H . Gunkel y E. A.
mala acción. Y ante esto no nos rasguemos las vestiduras. Speiser, además: H . Schmidt, Die Erzdhlung van Paradles und
Sündenfall (Tubinga 1931); W. Zimmerli, Die Urgeschichte, I (Zu-
También nosotros tenemos por razonable el que los hijos rich 1943), 215s; C. A. Simpson-W. R. Bowie, The Interpreten Bi-
de un criminal conlleven las consecuencias de la acción del ble, I (Nashville 1952), 508. La interpretación mariológica está
hoy sencillamente abandonada por los exegetas; son, sin embargo,
padre: empobrecimiento, en el caso de que el padre haya cada vez más numerosos los comentaristas que sostienen que el
sido obligado a reparar los daños, reducción a inferior Yavista, dentro de su contexto narrativo, incluye en la sentencia
de Dios sobre la serpiente un sentido profundo y esperanzador
clase social cuando el padre ha perdido su posición, priva- para, el hombre; cf. los comentarios, citados en el cap. I, nota. 36,
ción del amparo familiar cuando los padres han sido en- de O. Procksch, E. Konig, P. Heinisch, J. Skinner, A. Clamer, St.
Lach, J. de Fraine, G. von Rad, H . Junker, y la mayor parte de
carcelados, y desconfianza, ya que, como atestigua la ex- los estudios mencionados en el cap. I, notas 37 y 38; además, Ch.
periencia, la conducta antisocial y el desenfreno de los ins- Hauret, Origines de l'Univers et de l'homme d'aprés la Biblie (París
1949); B. Rigaux, La femme et son lignage dans Gn 3, 14, en "RB",
tintos se contagian a los hijos o incluso llegan a heredarse 61 (1954), 321-348; J. Haspecker, Die frohe Botschaft von der
biológicamente. A nadie, ni siquiera al hombre más justo, kommenden Erlósung (Gn 3, 15), en "Bibel und Kirche", 15 (1960),
98-101; J. Haspecker-N. Lohfink, Gn 3, 15: Weil du ihm nach der
se le ocurriría devolver a los hijos lo que un mal padre, Terse schnappst, en "Scholastik", 36 (1961), 357-372; A. Klawek,
a causa de un crimen o de imprudentes deudas, ha per- Pierwsze proroctwo Gn 3, 14-19, en "Ruch Biblijny i Liturg.",
16 (1963), 124-133; R. A. Martin, The Earliest Messianic Inter-
dido en bienes de fortuna, posición social y prestigio. El pretaron of Gn 3, 15, en "JBL", 84 (1965), 425-427; Ortensio
Yavista trasfiere sencillamente lo que ha podido observar da Spínetoli, "La data e l'interpretazione del Protovangelo", en
"// Messianismo" (Brescia 1966), 35-56. —Sobre la historia de la
continuamente en la vida a los primeros padres de la huma- interpretación de Gn 3, 15: L. Drewniak, Die mariologische Deu-
nidad. Dios no está obligado a dar a los descendientes lo tung von Gen 3, 15 in der Vüterzeit, Breslau 1927; J. Michl, Der
Weibessame (Gn 3, 15) in spatjüdischer und früdischer und früh-
que los padres han perdido imprudentemente. christl. Auffassung, en "Bb", 33 (1952), 371-401, 476-505; T. Gallus,
Interpretado mariológica Protoevangelii usque ad definitionem
dogmaticam Immaculatae Conceptionis (Roma 1953); J. Knack-
5. Pero hay aún otro punto en el que el Yavista apro-
93
92
Así, pues, en la teología yavista de la historia, después se indignó en su corazón. Y dijo Yavé: 'Voy a exterminar
de la caída quedan el pecado y la gracia como las potencias de sobre la haz del suelo al hombre que he creado —desde
decisivas de la historia de la humanidad, en la que desde el hombre hasta los ganados, las sierpes, y hasta las aves
luego el pecado domina y amenaza con destruir a la hu- del cielo—, porque me pesa de haberlos hecho'" (6, 6s).
manidad. El Yavista tan sólo conoce una línea de humani- Por consiguiente, a causa del hombre, incluso la creación
dad, a saber, la que a través de Caín llega hasta la gene- entera cae bajo la sentencia lanzada sobre el pecado.
ración del diluvio. Por los ejemplos de Abel y de Noé
Y, sin embargo, Dios deja un residuo. De en medio
demuestra él que aun después de la caída hubo hombres
de la massa damnata de la humanidad pecadora sobresale
que procuraron acercarse a Dios y a los que Dios se mues-
uno, que "halló gracia a los ojos de Yavé" (6, 8), Noé.
tra benigno al aceptar complacido sus sacrificios; pero, al
Por eso se le dirigen a él las salvíficas palabras: "Tú eres
mismo tiempo, el Yavista hace ver que el bien no puede
el único justo que he visto en esta generación" (7, 1).
prevalecer sin una especial intervención salvífica de Dios.
Pero esto de ningún modo significa que Noé no haya
Abel es matado por Caín. El crimen monstruoso y con-
merecido la sentencia, por no encontrarse bajo el dominio
dición brutal de Caín pasa a los descendientes. La poligamia,
del pecado. Más tarde, después del diluvio, cuando no exis-
la jactancia y la irrefrenable sed de venganza de Lamec
ten más hombres que Noé y su familia, Yavé reiterará
son los síntomas de la difusión del pecado y del distan-
su sentencia: "Las trazas del corazón humano son malas
ciamiento de Dios, de tal modo que Dios tiene que re-
desde su niñez" (8, 21). La justificación de Noé es pura
conocer horrorizado que: "La maldad del hombre cundía
gracia, que Yavé no le debía. Ciertamente, el Yavista, ba-
en la tierra y que todos los pensamientos que ideaba su
sándose en una antigua tradición popular que se conserva
corazón eran puro mal de continuo" (6, 5). De este modo
todavía en Ez 14, 14 y 20, puede suponer que Noé se
la creación había perdido para Dios su valor y sentido,
destacaba ventajosamente de sus contemporáneos por una
ya que él la había realizado tan sólo en atención al hombre.
relativa religiosidad, por lo que Dios le hizo objeto de su
Esta idea la expresa el Yavista mediante la imagen, fre-
actuación salvífica. Desde el punto de vista de su men-
cuente en la Biblia, del arrepentimiento de Dios: "Le
talidad vétero-israelítica de la solidaridad, el narrador con-
pesó1" a Yavé de haber hecho al hombre en la tierra y
sidera natural el hecho de que Noé no se salvara él solo,
stedt, Das Protoevangelium im ordentlkben Lehramt der Kirche sino, como jefe de clan, en unión de su familia. Además, en
in den letzten hunden Jahren, en "ThPQu", 109 (1961), 277-291. atención al hombre salvado del diluvio, es preciso conservar
w
Literalmente nihham significa "respirar con pesar pro-
fundo", cf. J. Scharbert, Der Scbmerz im AT (Bonn 1955), 62-65. igualmente un residuo de creación del reino animal, ya
Acerca del arrepentimiento de Yavé, véanse los manuales y dic-
cionarios de teología bíblica, además, en el citado trabajo del
que por ley natural el hombre y el mundo que le rodea
autor, págs. 216-225; R. Loewe, ]eróme's Treatment of an An- forman un mismo conjunto y se complementan mutua-
tbropopathism, en "VT", 2 (1952), 261-272; L. J. Kuyper, The
Repetance of God, en "The Reformed Review", 18 (1965), 3-16.
mente. De este modo, no sólo la solidaridad en el pecado,

94 95
sino también la solidaridad en la gracia se extiende a la Noé, de que se nos habla en 9, 18-27.™ Por el contexto
(cf. el desnudamiento de Noé) y por el hecho de que a
creación, de la que el hombre es la parte principal.
este historiador le interesan mucho los antiguos ideales
La leyenda del diluvio se la encontró ya el Yavista." de Israel, mientras que se opone críticamente a todo influjo
No la utiliza él porque, por así decirlo, con la salvación cananeo, puede deducirse —aunque con reservas— que el
de Noé quiera dar comienzo a una nueva época salvífica, Yavista considera aun la embriaguez de Noé como uno
en la que quedara suprimida la maldición de Gn 3, 17 de los síntomas de la pecaminosidad del hombre, de la que,
y entrara en vigor la bendición,18 sino sencillamente porque según 8, 21, es evidente que no exceptúa ni siquiera a Noé
esa leyenda le pareció especialmente adecuada para poner y a su familia. En todo caso, esa pecaminosidad se mani-
de manifiesto el poder del pecado y de la maldición de- fiesta inmediatamente en uno de los hijos de Noé, en Cam,
sencadenada por él mismo. En efecto, el desdichado proceso que deshonra impúdicamente a su padre, y después en los
histórico, que se había iniciado con el pecado de Eva, sigue descendientes de Sem, que no conocen límites en su ansia
su curso ininterrumpidamente. Sólo a la intervención salva- de dominio y en su sed de gloria, queriendo incluso alcan-
dora de Yavé le debe la humanidad el no quedar totalmente zar el cielo (11, 1-9).
ahogada en pecado y maldición. En 8, 21 pudiera tal vez
Tan sólo entonces es cuando se vuelve la página de
apreciarse un corte en la historia del infortunio, pero tan
la historia humana. Ciertamente, aún sigue siendo el pe-
sólo en el sentido de que a partir de entonces Yavé con-
cado un fardo terrible para la humanidad e incluso para
sidera el pecado, por así decirlo, como un dato normal de
Israel. Más tarde describirá el Yavista cómo Yavé está a
la creación y cuenta con él.
punto de rechazar a Israel a causa de sus reiteradas infide-
Después del diluvio vuelve pronto a aparecer el pecado lidades a la alianza, y sólo atendiendo a la desinteresada
como una úlcera incurable, sólo superficialmente cicatrizada mediación de Moisés cambia de parecer.20 Ni siquiera los
y que supura continuamente. Ni con una sola palabra da patriarcas y sus familias están libres de pecado. Abrahán
a entender el Yavista que él condene la embriaguez de e Isaac reniegan de sus esposas, mienten a sus compañeros
19
17 El Yavista tal vez se encontró ya en lo esencial el rela-
Sobre la prehistoria del relato bíblico del diluvio cf. L. to de 9, 18-27, aceptándolo en su conjunto. En la última redac-
Wooley, Stories of the Creation and the Flood, en " P E Q " , 88 ción preyavista, ese relato etiológico trataba de demostrar por
(1956), 14-21; R. Largement, Le théme de l'arche dans les traditions qué los cananeos pudieron ser sometidos por los semitas ( = iraeli-
surnéro-sémitiques (Mélanges Bibliques en l'honneur de A. Ro- tas bajo David y Salomón); cf. L. Rost, Noah der Weinhauer
bert) (París 1957), 60-65; W. G. Lamben, New Light on the Ba-
(Homenaje a A. Alt) (Tubinga 1953), 169-178; ahora en id., Das
bylonian Flood, en "JSS", 5 (1960), 113-123; O. Kaiser, Die my-
kleine Credo und andere Studien zum AT (Heidelberg 1965), 44-53.
tische Bedeutung des Meeres in Ágypten, Ugarit und Israel (Berlín 20
2
1962), 120-130; M. E. L. Mallowan, Noah's Flood Reconsidered, Cf. las consideraciones del autor en Heilsmittler (v. cap. I,
en "Iraq", 26 (1964), 62-82; L. G. Nielsen, Syndflod og Kaos, nota 44), 81-89, y en Mysterium Salutis, edit. por J. Feiner-M.
en "DTT", 28 (1965), 206-246. Lohrer, II (Einsiedeln 1967), 1093, sobre Ex 32, 10ss.32s; N ú m 14,
18 12-19, etc.
Así R. Rendtorff (v. nota 3).
97
96
y los colocan así en gran apuro.21 Jacob engaña a su padre Abrahán, que de ningún modo era mejor que sus hermanos,
y a su hermano, y su misma madre le instiga a ello (Gn 27, para abrir paso en él a sus bendiciones. Quien "bendiga"
1-40). Los hijos de Jacob quebrantan un contrato, perpe- a Abrahán y de ese modo se adhiera al bendecido y escogido
tran en Siquem una terrible venganza y con ese proceder por Dios, será a su vez bendecido por Yavé. De ahora en
deparan a su padre grandes disgustos (34). Quieren matar a adelante todos los "clanes" (mispahót) de la tierra, y por
su hermano y acaban por venderlo como esclavo. Rubén lo tanto todos los pueblos sin excepción, pueden experi-
comete adulterio con la concubina de su propio padre mentar esas bendiciones, con tal de que se declaren solida-
(35, 22). El Yavista no cohonesta nada, pero no insinúa rios de Abrahán y de su "semilla". Tan sólo aquel que
la más mínima indignación en relación con tal comporta- no busque relación ninguna con el elegido de Yavé y le
miento de los patriarcas; lo enjuicia sencillamente desde "niegue la bendición", (meqallel) permanecerá bajo mal-
el punto de vista de Gn 3 y 8, 2 1 : ni siquiera los patriarcas dición (Gn 12, 1-3 par.). Así, pues, del mismo modo que
pueden substraerse al pecado; el pecado forma parte de de Adán vienen sobre todos los hombres el pecado y la
las realidades "normales". A buen seguro que el Yavista, muerte, así también de Abrahán y de su "semilla" se de-
al trazar las figuras patriarcales, pensaba en David y Sa- rrama sobre todos ellos la bendición y la vida. La proce-
lomón. Lo mismo que estos grandes reyes y pecadores, a dencia biológica en la línea hereditaria de la "semilla"
pesar de sus fallos morales, fueron sostenidos por la gracia y la solidaridad en la adhesión al portador de la promesa
de Dios, así también los patriarcas. Más de una vez su para aquellos que no están unidos a Abrahán por origen
pecado resultó incluso una felix culpa (engaño de Jacob, biológico, son desde ahora los dos equivalentes y "norma-
traición de los hermanos a su hermano José). Todo esto les" caminos salvífieos que Dios ha señalado a los hom-
se lo deben ellos y su "semilla", esto es, Israel, a la circuns- bres, si éstos quieren escapar del poder del pecado. Pero
tancia de que Yavé, con la vocación de Abrahán, quiso ma- se ha de tener en cuenta que incluso para la "semilla" de
nifestar su plan salvífico para con la humanidad pecadora. Abrahán la solidaridad espiritual con el patriarca Abrahán es
condición indispensable para permanecer en la línea here-
Con la vocación de Abrahán y la promesa hecha al ditaria; el que no hace caso de esto o no se esfuerza por
mismo, el Yavista presenta a Dios oponiendo, con su gra- conseguirlo (cf. Esaú), ése se aparta y se va con aquellos
cia y sus bendiciones, una decisiva contrapartida al pecado que están alejados de Yavé y por consiguiente viven bajo
y a la maldición. Yavé elige del linaje de Sem, quien aca- la tiranía del pecado y de la maldición.22
ba de dar pruebas de su desmesurada obstinación, a uno,
Si se pregunta, por consiguiente, si el Yavista en su
21
Gn 12, 10-20; 26, 1-11; cf. C. A. Keller, Die Gefahrdung
22
der Ahnfrau, en "ZAW", 66 (1954), 181-191; E. A. Speisser, "The Este esquema del plan salvífico de Dios en la obra del Ya-
Wife-Sister Motif in the Patriarchal Narratives", en Biblical and vista, que prevaleció en la Biblia hasta el Nuevo Testamento, ha
Other Studies, ed. A. Altmann (Cambridge-Mass. 1963), 15-28; procurado ponerlo de relieve el autor en las dos obras citadas en
K. Koch (v. nota 8), 135-162. el cap. I, nota 44.

98 99
obra sostiene la fe en un pecado original, hay que responder la "herencia" del pecado también una "herencia" de la
con un rotundo sí, al menos si se interpreta el "pecado" promesa, al menos dentro de la "semilla" de Abrahán,
en el sentido anteriormente expuesto, a saber, como toda que, en virtud del árbol genealógico, se legitima como
la concatenación de pecados efectivos y de consecuencias heredera.
de tales pecados. En este sentido, pecado o culpa es el
estado de distanciamiento de Dios, en que se precipitó
el primer pecador y al que arrastró a todos los "hijos
de Adán", es más, como cima de la creación, incluso la
creación entera, que Dios plasmó por amor al hombre. Des-
de entonces, todo hombre, al nacer, entra en ese estado.
En virtud de sus hábitos mentales vétero-israelíticos, el
Yavista no podía imaginarse otra cosa sino que el pecado
y todas sus funestas secuelas se transmitieron como un fardo
de culpas a todos los hombres a través del árbol geneoló-
gico de toda la humanidad, esto es, que fueron "heredados",
según nuestra terminología. Hemos visto también que para
él la culpa de la humanidad no es una culpa meramente
biológica, sino más aún una realidad ética. Que todos los
hombres, desde la caída de la primera pareja humana, se
encuentran bajo el dominio del pecado, se demuestra por
los síntomas del alejamiento de Dios causado por el pri-
mer pecado de la salóm destruida: son realmente pecadores,
pues las "trazas de su corazón son malas desde la niñez",
e incluso los hombres más eminentes están sujetos al
pecado y serían presa segura de la maldición, si no los
librara Dios por su intervención misericordiosa. A esto
precisamente apunta la intención del Yavista: desde Abra-
hán la humanidad recobra la esperanza de participar en
la salvación, y desde la alianza de Yavé con Israel espe-
ranza de que Yavé no abandonará ni siquiera al pueblo
pecador como objeto de maldición. Existe, pues, junto a

100 101
VI
EL "PECADO ORIGINAL" DE ISRAEL Y LA PECA-
MINOSIDAD UNIVERSAL DEL HOMBRE

Ya al describir la constitución ciánica del antiguo Israel,


hicimos constar que la mentalidad ciánica fue perdiendo
cada vez más importancia, a medida que en los divididos
reinos de Israel y Judá se iban abriendo paso formas de
organización de la cultura ciudadana y campesina. Con
ello se hizo notar una evolución mental y cultural seme-
jante a la que habían experimentado otros pueblos semí-
ticos, que habían pasado del nomadismo a la vida seden-
taria y ahora vivían en pueblos, ciudades y estados. En-
tonces se deshicieron las comunidades de origen natural
y dieron lugar a nuevas formas comunitarias, que tenían
su fundamento no ya en la sangre y en la conciencia de
parentesco, sino en la solidaridad de intereses profesionales

103
y económicos o en la voluntad ineludible de un poder po- Por otra parte, en los dos reinos parciales post-salo-
lítico. De esta forma los árboles genealógicos fueron per- mónicos se desarrolló una marcada conciencia nacional,
diendo cada vez más importancia. Ya advertimos que el que fue distanciándose cada vez más de la mentalidad uni-
pensamiento de la alianza contrarrestaba la desaparición versalista de la época davídico-salomónica. De este modo
de la mentalidad ciánica, pues enseñaba a considerar a Israel perdió durante siglos la idea de formar, en unión de
todo el pueblo de Israel comprometido con la alianza de los demás pueblos, una magna y solidaria familia humana.
Yavé como un magno clan, que procedía de los patriarcas Por esta razón, hubo de perderse en gran parte la com-
Abrahán, Isaac y Jacob, y en el rey tenía su cabeza y repre- prensión de la grandiosa concepción yavista de la histo-
sentante ad extra. Pero esta mentalidad, en relación con ria de la salvación. En tal caso, el interés tanto de los pro-
el conjunto de Israel, no pudo impedir la disolución de las fetas como de los teólogos de la historia se concentra en
agrupaciones ciánicas más reducidas, sobre todo de las el propio pueblo. Por eso ni los profetas, ni el Elohísta, ni
tribus. La consecuencia fue que apenas se sentía ya interés los maestros sapienciales ven motivo para conectar con
por árboles genealógicos que se remontaban más allá de la historia de la caída original o con la prehistoria del Ya-
la cuarta generación y establecían la conexión con los epó- vista. Por lo que se refiere a la época que va aproxima-
nimos de las antiguas tribus. Constituían excepciones tan damente desde el 900 hasta la redacción del Jehovista,
sólo la dinastía regia de Judá y las familias sacerdotales, que se ha de colocar lo más pronto hacia el final de la
ya que su procedencia de David y de Leví respectivamente época del reino de Judá hacia el 600, puede asegurarse
era el decisivo fundamento de la legitimidad de su oficio.1 con fundamento que "el relato de la caída original no tuvo
la menor importancia en la religiosidad personal del is-
1
En la dinastía de David, en Jerusalén, el árbol genealó- raelita pre-exílico y en la liturgia clásica".2 Esto no ha
gico pudo conservarse hasta la caída del reino de Judá sin cons- de sorprendernos, sino que tiene su explicación en el pro-
trucciones artificiales, pues la sucesión hereditaria nunca estuvo
seriamente amenazada hasta la crisis que tuvo lugar mientras la ceso de la historia cultural y religiosa de Israel. Pero,
guerra sirio-efraimita, en el reinado de Acaz (736-721, cf. Is 7), aun durante aquella época, se reflexionaba sobre el origen
que fue rápidamente superada. También en el árbol genealógico
transmitido en Rt 4, 18-22, que comprende desde Booz hasta Da- del pecado. En dos direcciones se buscó una respuesta a
vid, podría existir una tradición segura. En cambio, a las familias la cuestión del origen del pecado.
sacerdotales se les hacía harto difícil acomodar el árbol genealó-
gico levítico a cada una de ellas, como lo demuestra A. H . Gunne-
weg, Leviten und Priester (Gotinga 1965). Los muchos usurpadores Los projetas y los teólogos de la historia tienen conoci-
del reino septentrional de Israel ni siquiera intentaron legitimar miento de un pecado original de Israel, cuya raíz ex-
su reinado mediante árboles genealógicos ficticios, pues allí nun-
ca se trasmitió palabra de Dios alguna que se refiriera a la suce- plican ellos de forma distinta. Siempre se trata de un coni-
sión hereditaria en el trono, como ocurría para Judá en la "pro-
fecía de N a t á n " de 2 Sam 7, 5-16; que esa circunstancia se debiera
dio sobre los mediadores salvíficos (v. cap. I, nota 44), 133ss y
al carácter carismático del reinado israelita septentrional, le parece la bibliografía allí citada.
al autor muy dudoso; cf. los razonamientos expuestos en su estu- 2
N . Lohfink, Scbilfmeer (v. cap. I, nota 39).

104 105
portamiento adverso a la alianza, cuyos inicios no se en- Guibá (10, 9).' Nada extraño tiene —dice el profeta—
cuentran en los tiempos primitivos de la humanidad, sino que aun ahora, entre los descendientes de Jacob, unos en-
en la protohistoria del propio pueblo. El que más hacia gañen a otros y todos se vayan tras las mujeres en los lu-
atrás se remonta es el profeta Ezequiel, que actúa ya en gares dedicados al orgiástico culto de la fecundidad.8
los comienzos de la época del destierro. La casi incorregi-
Los demás profetas consideran como raíz de la maldad
ble infidelidad de su pueblo y de la ciudad santa de Jeru-
de sus contemporáneos el haber apostatado Israel de Yavé
salén contra el Dios de la alianza, que acarrea ahora un
al poco tiempo de su liberación de la esclavitud egipcia
terrible castigo sobre Judá y su capital, se la explica él
o después de haberse establecido en Canaán. Los hijos, esto
por la circunstancia de que Jerusalén tenía por padre a
es, la actual generación, se dejan engañar por los mismos
un amorreo y por madre a una hitita.3 Con esto quiere
dioses, tras los cuales anduvieron los padres en la época
decir: de una ciudad y de un pueblo que han nacido de una
del desierto (Am 2, 4). Los padres, recién pactada la alianza,
amalgama de pueblos entregados a la idolatría, ¿qué otra
se "alejaron" de Yavé y, apenas entraron en la tierra pro-
cosa se va a esperar sino una incontenible propensión a la
metida, han "mancillado" la tierra de Yavé y la "han con-
idolatría? Y no está tan equivocado: precisamente desde
vertido en abominación" (Jer 2, 1-7). Desde los días de
que Jerusalén, en otros tiempos ciudad cananea, se con-
la salida de Egipto, Yavé ha intimado a los padres: "¡Oíd
virtió en capital de Israel y en sede del templo, existió
mi voz!" Pero ellos no la oyeron, "sino que cada cual pro-
siempre una gran tentación a adoptar usanzas litúrgicas
cedió según la terquedad de su corazón malo" (Jer 11, 6ss).
cananeas. Hemos visto que ya Salomón cayó en este pe-
Por eso los israelitas son "gente pecadora, pueblo tarado
ligro." También hicimos ya notar que Oseas fustiga el pe-
de culpa"; son "hijos de perdición, semilla de malvados"
cado de Israel remontándose hasta su padre Jacob, que fue
(Is 1, 4). La serie ininterrumpida de deslealtades a la alianza
un engañador y corrió tras las mujeres.5 Los descendientes
desde los días de los padres hasta la época de Moisés, "hasta
de Jacob en la época de Moisés se entregaron al culto de
este mismo día", demuestra que Israel es una raza desa-
Baal-Peor (Os 9, 10)" y cometieron el espantoso crimen de
gradecida y rebelde."
3
Ez 16, 45-52; 23, cf., además de los comentarios a Ezequiel, No sólo las consecuencias del pecado, sino hasta la
J. Scharbert, Die Propheten Israels um 600 v. Chr. (Colonia 1967),
417-419. depravación de corazón se propaga hereditariamente de
4
Cf. págs. 81s. Los amorreos y los hititas los enumera la generación en generación. "Hijo y padre acuden a la misma
tradición entre los pueblos que vivían en el país antes de Israel
7
(Gn 15, 20; Núm 13, 29, etc.). Los hititas no son propiamente un Alusión a Jue 19.
8
pueblo, sino el estado superior, de origen hitita, que, tras la caída Además de los comentarios a Os 9, 10 y 10, cf. J. Schar-
del reino hitita en Siria y Palestina, pudo mantenerse en unos po- bert, Die Propheten Israels bis 700 v. Chr. (Colonia 1965), 166-
cos lugares. 173; E. M. Good, Hosea and the Jacob Tradition, en "VT", 16
5 (1966), 137-151.
Pág. 55 sobre Os 12, 4-13.
8
" Alusión a Núm 25, 1-4. Jer 2, 20.32; 7, 25s; Ez 2, 3.

106 107
moza para profanar mi santo nombre" (Am 2, 7). "Han De esta implicación en la culpa nacional de Israel no
ido en pos de la inclinación de sus corazones tercos, en hay manera de escapar, a no ser mediante el perdón, pero
pos de los Baales que sus padres les enseñaron" (Jer 9, éste sólo lo otorga Yavé al pecador arrepentido. Por eso,
13). Ezequiel reprocha a sus contemporáneos que son "de la predicación penitencial sólo puede crear las condiciones
rostro más insolente y de corazón más empedernido" que previas a la palabra perdonadora de Yavé. Pero es Yavé
sus padres (Ez 2, 3ss). Por eso los profetas se ven obligados quien tiene que dar al hombre un corazón nuevo, "cubrir"
a lanzar sentencias globales como éstas: "¡Todos vosotros o "quitar" los pecados y de este modo iniciar unas nuevas
os habéis rebelado contra mí!" (Jer 2, 29). "¡Todos ellos relaciones con su pueblo pecador.12
son adúlteros, un hatajo de traidores!" (Jer 9, 1). "¡Todos
Hacia el año 722, poco antes o poco después de la caída
adulteran con la mujer de su prójimo!" (Ez 22, 11). Los
del reino septentrional de Israel, un gran teólogo, el Elobís-
pecados de los padres y los pecados de los que ahora viven
ta, procura recopilar la tradición histórico-salvífica de su
forman una única cuenta corriente de culpas, que crece
pueblo, sacarla a salvo de aquella época de catástrofes e
constantemente y de la que Yavé muy pronto pedirá cuen-
interpretar su propia y afligida época actual a base de
tas sin piedad. Los actuales pecados son tan sólo síntomas
la historia de la salvación. Probablemente pertenece a cír-
de aquello "que, como base oculta de la actitud humana,
culos levíticos del Israel septentrional, que no estaban de
había recorrido toda la época de Israel como pueblo ele-
acuerdo con la polírica religiosa cismática del reino septen-
gido... Queda al descubierto la última y más profunda
trional y sobre todo con el culto al toro de los santuarios
actitud del hombre para con Dios".10 Los profetas conocen
nacionales de Betel y Dan. Vivió ya por lo menos la de-
una realidad constantemente comprobada: "¡Cual los pa-
portación de la población de las provincias septentrionales
dres, tal los hijos!" Los hijos nacen en medio de una
del reino de Israel por medio de los asirios (723 a. C),
atmósfera envenenada por muchas generaciones de pe-
y tal vez incluso la magna deportación después de la caída
cadores, por lo cual de ellos no cabe esperar otra cosa sino
nuevos pecados. Por eso Isaías se tiene a sí mismo por 12
Los pasajes referentes al "perdón" v. en el trabajo del
pecador ante Dios y se considera totalmente indigno del mismo título escrito por el autor para el Handbuch tbeol. Grun-
servicio profético, a que Yavé le ha destinado. Y así ex- begriffe (hay versión española), edit. por H . Fríes, II (Munich
1963), 740-748, donde se menciona más bibliografía. Sobre la
clama él en su visión vocacional: "¡Ay de mí, que estoy predicación penitencial de los profetas, cf. H . W. Wolff, Das Thema
perdido, pues soy un hombre de labios impuros y entre "Umkehr" in der atl. Prophetie, en "ZThK", 48 (1951), 129-148,
ahora en: id., Gesammelte Studien zum AT (Munich 1964), 130-
un pueblo de labios impuros habito!" (Is 6, 5).11 150; J. Schniewind, The Biblical Doctrine of Conversión, en "Scot-
tish Journ. of Theol.", 5 (1952), 267-281; J. Fichtner, Die "Um-
10 kchrung" in der prophet. Botschaft, en "ThLZ", 78 (1953), 459-
W. Eichrodt, Theologie des AT (Stuttgart c 1957), 253. 466; W. L. Holladay, The Root SUBH in the OT (Leiden 1958);
11
Sobre la continuidad de la culpa entre padres e hijos en G. Fohrer, "Umkehr und Erlósung beim Propheten Hosea", en
los profetas cf. J. Scharbert, Solidaritat (v. cap. I., nota 44), 208-
Studien zur atl. Prophetie (Berlín 1967), 222-241.
235.

108 109
del resto del reino (722 a. C.).13 También él se pregunta El tradente10 al que debemos el Deuteronomio, tiene
sobre las causas profundas de la crisis actual. Pero no se una mentalidad semejante a la del Elohísta. Este libro esta-
remonta tanto en la historia como el Yavista, sino que ba probablemente terminado en los tiempos de Ezequías
sitúa al principio las promesas hechas a Abrahán. Lo pri- (721-693), poco después de la obra elohística, al menos
mero es también para él el ofrecimiento de salvación hecho substancialmente, sí prescindimos de las adiciones deute-
por Dios, pero no a la humanidad, sino a su pueblo, que ronómicas de Dt 1-4." También aquí se considera absoluta-
ya se contenía germinalmente en Abrahán. Al describir a mente como pecado original de Israel la defección israelí-
los patriarcas, procura eliminar en lo posible cuanto pudiera tica del Dios de la alianza con motivo de la colocación
considerarse ignominioso para ellos." La época de los pa- del becerro de oro en el monte Horeb (Dt 9). Desde enton-
triarcas es para él la gran época salvífica. El infortunio ces existe un constante peligro de que Israel se aleje de su
comienza al ser quebrantada la alianza, inmediatamente Dios (Dt 28, 15-29, 28; 31, 14-30; 32, 15-47). Por esta
después de haber sido establecida en el Sinaí. Dado que razón se explica el Deuteronómico el hecho de que el pueblo
para él el culto a los toros en los santuarios nacionales del reino septentrional, que, al componerse este libro, era
constituye el "pecado original" de Israel, este pecado tiene ya una provincia asiría, fuera dispersado entre las gentes
que haberse manifestado ya en la primera ruptura de Is- y expulsado de su país hereditario (29, 21-27). No sin
rael con el Dios de su alianza. Por eso pinta la "caída" fundamento el Deuteronómico relaciona el antiguo dogma,
de Israel como el intento de sustituir ya en el desierto el
1963), 282-305; S. B. Gurewicz, When did the Cult Associated
culto a Ya vé por el culto al becerro de oro (Ex 32).15 with the "Golden Calves" Fully Develop in the Northern King-
don?, en "Austral. Bibl. Rev.", 3 (1953), 41-44; J. A. Thompson,
13
Sobre la fuente E del Pentateuco pueden consultarse las The "Golden Calves" of Jeroboam, en "ibíd.", 4 (1954-55), 79-84;
obras introductorias, y además A. W. Jenks, The Elohist and Nort L. Lewy, The Story of the Golden Calf Reanalysed, en "VT", 9
Israelite Traditions (Diss. Cambridge-Mass. 1964), en "Harvard (1959), 318-322; M. Weippert, Gott und Stier, en "ZDPV", 77
Theol. Rev.", 58 (1965), 455 (pero sitúa cronológicamente E ( = elo- (1961), 93-117; M. Auerbach-L. Smolar, Aaron, Jeroboam, and
hísta) en el siglo X, lo que ciertamente es falto); R. Kilian, Der the Golden Calves, en "JBL", 86 (1967), 129-140; W. Richter en
heilgeschichtliche Aspekt der elohistischen Geschichtstradition, en Wahrheit und V'erkündigung (Homenaje a M. Schmaus), edit.
"ThGl", 56 (1966), 369-384; L. Ruppert, "Der Elohist- Sprecher por L. Scheffczyk entre otros (Paderborn 1967), 178-188.
16
für Gottes Volk", en Wort und Botschaft (v. V, nota 3), 108-117. Optamos por traducir por "tradente" el término Tradent,
La existencia de la fuente E, recientemente negada una vez más que emplea el autor, ya que no encontramos ningún otro término
por S. Mowinckel, Erwdgungen zur Pentateuchquellenfrage (Oslo español que equivalga exactamente al alemán de "transmisor de
1964); id., Tetrateuch-Pentateuch-Hexateuch (Berlín 1964), se de- una tradición", y tratándose de un vocablo de claro origen latino
be sostener, aun cuando la obra elohísta sólo puede reconstruirse (de "traderc"), al lector español no le resultará difícil captar su
fragmentariamente. sentido, al relacionarlo con tradición, tradicional, etc. (N. del T.).
17
14
Por lo que a Abrahán se refiere, volveremos a remitir a R. Sobre el estado actual de la investigación deuteronómica
Kilian (v. cap. III, nota 8). cf. ahora S. Loersch, Das Deutcronomium und seine Dcutungen
ía
Sobre la relación histórico-tradicional entre Ex 32 y las (Stuttgart 1967), y J. G. Plóger, Literarkritische, jormgeschichtliche
efigies de toros que Jeroboam manda colocar en Betel y en Dan und stilkritische Untersuchungen zum Deutcronomium (Bonn 1967);
(1 Re 12, 25-13, 34), cf. O. Eissfeldt, Lade und Stierbild, en "ZAW", ambos autores han consignado y estudiado la más importante y
58 (1940-41), 190-215, ahora en id., Kleine Schriften, II (Tubinga moderna bibliografía sobre el Deuteronomio.

110 111
según el cual Yavé es el Dios que castiga los pecados de los presionado por el mensaje de los profetas y de la teología
padres hasta la cuarta generación,18 que en el Yavista apa- del Deuteronomio, el Deuteronomista hacia el año 560
recía en un contexto diferente (Ex 34, 6s), precisamente antes de Cristo, y, por consiguiente, en la época del des-
con la prohibición de fabricar imágenes (Dt 5, 8ss). Des- tierro, se propone hacer ver, a los judíos que se habían
de allí esa declaración penetró después también en el re- quedado en su patria, el acervo enorme de culpas que tuvo
lato elohístico de la estipulación de la alianza y aquí tam-
forzosamente que acarrear la catástrofe del año 586, pero
bién fue consignada a continuación de la prohibición de
también la fidelidad del Dios de la alianza, quien, recor-
fabricar esculturas e imágenes (Ex 20, 4ss). Así, pues, tan-
dando las promesas hechas a su pueblo, volverá a perdonar-
to a juicio del Elohísta como del Deuteronómico, el pecado
lo con tal que ese pueblo tome en serio el castigo como
original de Israel se debe considerar en el hecho de que,
desde los días de Moisés, Israel muestra una constante pro- una última advertencia para que se convierta.
pensión a rendir culto a dioses extraños, que son adorados El Deuteronomista, en el Deuteronomio y en la pre-
en imágenes. La sanción divina, que consiste ante todo via mirada retrospectiva a la historia israelítica a partir
en la pérdida del país, es la lógica consecuencia de haber de la salida de Egipto (Dt 1-4), demuestra que Israel, ya des-
apostatado del Dios de la alianza, apostasía que se inició de los días de Moisés, fue un pueblo de dura cerviz, inclinado
con la colocación del becerro de oro y de generación en a la idolatría y por consiguiente a traicionar la alianza. A
generación fue creciendo y convirtiéndose en una carga de
culpas cada vez más pesadas. Dado que estos dos teólogos (Tubinga 1943; reimpresión, Wiesbaden 1957), 3-110. Un resumen
de la historia, lo mismo que el Yavista, consideraban la de la investigación moderna sobre la obra deuteronómica en E. Jenni,
Zwei Jahrzehnte Forschung an den Büchern Josua bis Kónige,
época de Moisés como la época canónica de la revelación,18 en "ThRu", 27 (1961), 97-140; después: H . W. Wolff, Das Ke-
no tuvieron oportunidad ninguna para describir al vivo la rigma des deuteronomistischen Geschichtswerkes, en "ZAW",
73 (1961), 171-186; ahora en id., Gesammelte Studien 2um AT (Mu-
transmisión hereditaria y el incremento de la culpa a través nich 1964), 308-324; W. Harrington, A Biblical View of History, en
de las generaciones hasta llegar a su propia época. "Irisch Theol. Quart.", 28 (1926), 207-220; W. Beyerlin, "Gattung
und Herkunft des Rahmens im Richterbuch", en Tradition und
Situation (Homenaje a A. Weiser), edit. por E. Würthwein-O.
Esto lo repara ampliamente el Deuteronomista20 Im- Kaiser (Gotinga 1963), 1-29; W. Richter, Die Bearbeitungen des
"Retterbucbes" in der deuteronomischen Epoche (Bonn 1964);
18 D. J. McCarthy, 2 Sam 7 and the Structure of the Deuteronomic
Cf. supra, pág. 72.
18
Cf. las consideraciones del autor en "MThZ", 18 (1967), History, en "JBL", 84 (1965), 131-138; H . Timm, Die Ladeer-
107-114. ziihlung (1 Sam 4-6; 2 Sam 6) und das Kerygma des deuterono-
20
Se le da el nombre de Deuteronomista al teólogo que, bajo mistischen Geschichtswerks, en "EvTh", 26 (1966), 509-526; A. Sog-
el influjo del Deuteronomio, recopila toda la tradición histórico- gin, "Deuteronomistische Geschichtsauslegung wáhrend des ba-
salvífica desde Moisés hasta el comienzo del exilio en la gran obra bylonischen Exils", en Oikonomia (Homenaje a O. Cullmann), edit.
histórica, que se nos ha conservado en los libros canónicos desde por F. Christ (Hamburgo 1967), 11-17; N . Lohfink, "Bilanz nach
der Katastrophe. Das deuteronomistische Geschichtswerk", en Wort
el Dt hasta 2 Re. Fue M. N o t h quien demostró la unidad de esta
und Botschaft (v. cap. V, nota 3), 196-208.
"obra histórica deuteronómica", Uberlieferungsgeschichtliche Studien

112 113
base de la época de los jueces demuestra que cada gene- nasés, " s ; perpetran las abominaciones de las gentes" (2 Re
ración respondió al perdón de Yavé con una nueva infi- 21, lss), la medida llega a su colmo: "Tampoco Judá
delidad. El hecho de que el pueblo exigiera un rey para guardó los mandamientos de Yavé su Dios, siguiendo las
que Israel fuera como los demás pueblos (1 Sam 8) lo con- costumbres que practicó Israel. Rechazó Yavé el linaje
sidera él como un segundo pecado original, que, después de Israel, los humilló y los entregó en mano de saqueadores,
de la erección del becerro de oro en el desierto, hizo hun- hata que los arrojó de su presencia" (2 Re 17, 19s). El
dirse a Israel un paso más en la sima de los pecados. Desde piadoso rey Josías ya no puede liquidar el fardo de culpas
entonces, pesa sobre el pueblo no sólo la propensión, que ha ido acumulando: "Así habla Yavé: Voy a traer
transmitida de generación en generación, a "prostituirse" el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas
con dioses extraños, sino, por añadidura, el devastador in- las palabras del libro que ha leído el rey de Judá, porque
flujo que sobre el pueblo sencillo ejerce una corte desmo- ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros
ralizada por las costumbres cananeas. Incluso la institu- dioses irritándome con todas las obras de sus manos. Mi
ción de la realeza va dando traspiés de un pecado en otro: cólera se ha encendido contra este lugar y no se apagará"
Saúl es rechazado; a la dinastía de David le da Yavé "una (2 Re 22, l6s). Las generaciones pasadas y los que ahora
lámpara"21 en virtud de su promesa en 2 Sam 7, 5-16, a viven, los reyes y el pueblo, al que ellos arrastraron al pe-
pesar de las graves faltas del mismo fundador de la dinas- cado, pero que también se dejó arrastrar fácilmente al
tía, del constructor del templo, Salomón, y de los numerosos pecado, constituyen una única massa damnata, de la que
reyes que "hicieron el mal como sus padres"." Tras la ya nada bueno cabe esperar. Aunque de esa massa destacan
partición del país, el reino de las tribus septentrionales unos pocos piadosos como excepciones, también ellos, por
experimenta también su decisivo pecado ya en su primer estar indisolublemente vinculados a su pueblo e impli-
portador, cuando Jeroboam I "se hizo otros dioses, imá- cados en su pecado, han de sufrir el castigo, a no ser que
genes fundidas, para irritar a Yavé" (1 Re l4ss). Desde Yavé los salve o al menos mitigue para ellos su inexo-
entonces, todos los reyes del reino septentrional, Israel, rable sentencia (cf. 2 Re 22, 18ss).M
caminan "por los pecados de Jeroboam, con que hizo pe-
Así, pues, el Deuteronomista y el mismo tradente deute-
car a Israel".23 Cuando la idolatría del reino septentrional
ronómico dan por supuesta una indisoluble implicación de
se mezcla por completo con la del reino meridional (2 Re
todas las generaciones y miembros del pueblo en los pe-
8, l6ss.25ss) y en este reino, Judá, en los tiempos de Ma-
cados de los padres. Incluso familias particulares (cf. 2 Re
21
1 Re 15, 4; 2 Re 8, 19; cf. 19, 34; 20, 5s.
5, 27), especialmente las castas sacerdotales (1 Sam 2,
22
Así, o de modo parecido, 1 Re 15, 3; 2 Re 21, 19ss; 23, 31.
36s; 24, 19. 24
23
Cf. J. Scharbert, Solidaritat, 187-200, y Heilsmittler, 116-
1 Re 15, 26.34; 16, 25s.30; 22, 53; 2 Re 3, 2s; 10, 31; 13, 136, 251-255 (v. cap. I, nota 44), donde se estudia ampliamente
2; 14, 24; 15, 9.18.23.28; 17, 2. esta teología del pecado en la obra histórica deuteronómica.

114 115
11-3, 18), pueden tener su propio "pecado original" y motivaciones. Solamente los ojos de Dios "se cobran la
por eso padecen una especial maldición.25 Pero esto se culpa de los padres a costa de los hijos que les suceden, y
refiere siempre al plano meramente religioso, a la retri- están fijos en la conducta de los humanos para dar a cada
bución divina. En el terreno forense, al evaluar el juez uno según su conducta y el fruto de sus obras" (Jer 32, 18s).
terreno el grado de sanción, tanto el Deuteronomio como En la época de las grandes catástrofes nacionales ocu-
el Deuteronomista rechazan expresamente un castigo for- rridas entre la muerte de Josías (609) y la destrucción de
mal de los hijos por los pecados de los padres (Dt 24, 16; Jerusalén (586), muchos judíos en la patria y en el destierro
2 Re 14, 5s), y en consecuencia la práctica anterior, total- habían sacado una falsa conclusión de la afirmación hecha
mente legal, de ejecutar junto con el padre a la mujeres por los auténticos profetas de Yavé de que los pecados
e hijos de criminales o la de entregar28 a los descendientes del pueblo y del rey durante el largo reinado de Manases
de asesinos a los vengadores para llevar a cabo en ellos la —quien había dado entrada a cultos paganos incluso en
venganza sangrienta, se considerará ilegal en adelante. el templo dedicado a Yavé en Jerusalén—, eran respon-
sables del infortunio nacional y habían provocado el cas-
Así, pues, los profetas y el Deuteronomista solucionaron
tigo de Yavé. Se procuraba apartar toda culpa de la propia
el difícil problema de la "culpa original" de tal manera
generación y cargársela en cuenta a los padres solamente;
que, por una parte, de una primera "caída" en la historia
para expresar esta idea acuñaron un gráfico proverbio,
de toda la nación, de una dinastía o de una familia hacen
que se nos ha conservado en Jer 31, 29s y Ez 18, 2s: "¡Los
derivar sobre generaciones posteriores una casi invencible
padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos sufren
inclinación ai pecado, con la que queda estrechamente
la dentera." Por esto Jeremías y Ezequiel, aun recono-
unida una esfera de maldición como castigo permanente;
ciendo la inextricable implicación de la propia generación
pero, por otra parte, no cesan de recordar que las generacio-
en la culpa de toda la nación, insisten en que cada cual
nes posteriores, en los actos pecaminosos concretos, han ma-
tiene su propia responsabilidad.
nifestado su solidaridad interna con los padres y el pueblo
se ha dejado arrastrar por sus reyes y jefes espirituales a Pero, mientras Jeremías proyecta sólo hacia el futuro
la ruptura de la alianza. Para el juicio humano, la parti- su esperanza de que Yavé otorgue un corazón nuevo al
cipación de cada individuo y de cada generación en la resto salvado de su pueblo y establezca con él unas rela-
culpa común del pueblo cae siempre fuera de cálculo y ciones de alianza completamente nuevas, con lo que ese
la recíproca implicación en el pecado es completamente pueblo conseguirá substraerse de la implicación en el pecado
impenetrable, por lo que el juez humano debe prescindir (Jer 31, 29-34), Ezequiel apela ya a sus propios contem-
de eso y tener presente tan sólo el hecho particular y sus poráneos a que, mediante una decidida y radical conver-
sión, para la cual presenta él en perspectiva la "vida",27
25
Cf. J. Scharbert, Solidaritát, 155-159, 195.
28 27
J. Scharbert, Solidaritat, 113-125. Cf. supra págs. 88s.

116 117
rompan el hechizo del pecado en que han caído, parte por Junto a la amplia corriente de fe en un "pecado ori-
culpa propia, parte por la fatalidad de pertenecer al pueblo ginal" de Israel, a que está más o menos sujeto todo in-
prevaricador o por descender de malos padres (Ez 18, 33).28 dividuo y toda generación, sólo por indicios puede demos-
El granito de verdad contenido en aquel proverbio, a saber, trarse la creencia —también arraigada firmemente en la
el pensamiento de que cada generación ha de conllevar los vida popular de Israel— en una implicación general en el
pecados y corresponsabilizarse de ellos, y el núcleo de su pecado desde el mismo seno materno, que ya pudimos com-
propio mensaje y del mensaje de sus colegas profetas (Ez, probar en la obra yavista. Al considerar la teología ya-
Sof), exhortar a la conversión de los propios pecados, lo vista, manifestamos la conjetura de que el pensamiento
une Jeremías a la confesión, que él enseña a sus contem- expresado en Gn 6, 5 y 8, 21, sobre el estilo extranjero
poráneos: "¡Contra Yavé, nuestro Dios, hemos pecado en la corte de David, llegó a Israel procedente de la poesía
{hatánu le), nosotros como nuestros padres desde nuestra sapiencial babilónica o egipcia. Esta conjetura llega casi
mocedad hasta hoy!" (Jer 3, 25). De Jeremías aprende a certeza cuando encontramos, precisamente en boca de
después realmente esta confesión aquel pueblo humillado Salomón,3" el más próximo testimonio, a saber: "No hay
por el destierro y por la pérdida de su libertad política. hombre que no peque" (1 Re 8, 46; 2 Crón 6, 36), y al
Y así se queja todavía el cantor de Lam 5 de forma pa- comprobar que esa frase, de esa forma o de forma parecida,
recida a aquel que por primera vez formuló el proverbio sigue apareciendo constantemente en la literatura sapien-
de las uvas agraces: "Nuestros padres pecaron: ya no cial. Así, por ejemplo, en el estrato más antiguo del libro
existen; y nosotros cargamos con sus culpas" (v. 7); pero de los Proverbios nos encontramos con una frase que ha-
añade a continuación: "¡Ay de nosotros, que hemos pe- bíamos encontrado en el libro del sabio egipcio Amenemo-
cado!" (v. 16), con lo que se refiere sin duda a las propias pe,31 si no literalmente igual, sí en cuanto al contenido:
faltas. Desde entonces van inseparablemente unidas la con- "¿Quién puede decir: yo tengo mi corazón limpio, estoy
fesión de los "pecados de nuestros padres" y la de "nues- limpio de pecado?" (Pro 20, 9). Job dice en 14, 4: "¿Quién
tros propios pecados", y esa doble confesión se convierte podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno!", ratificando
en adelante en elemento constante de la oración litúrgica
y personal en el judaismo.29 4ss; cf. J. Scharbert, Unsere Sünden und die Sünden unserer Váter,
en "BZ N F " , 2 (1958), 14-27.
30
28
La plegaria de consagración del templo, que en 1 Re 8,
Sobre Jer 31, 29-34 y Ez 18 par. cf. J. Scharbert, Solida- 31-53 se pone en boca de Salomón, es evidente que en su forma
ritdt, 218-226; id., Die Propheten ísraels um 600 v. Chr. (Colonia actual está redactada por el Deuteronomista; el Deuteronomista
1967), 120-124, 264-268, 311-318, 345; Hub. Junker, Ein Kernstück conocía evidentemente esa frase por la tradición sapiencial y por
der Predigt Ezechiels, en "BZ N F " , 7 (1963), 173-185; J. Schone- esta razón se la asigna a Salomón, enmarcada en una oración. So-
veld, Jeremía XXXI, 29-30, en "VT", 13 (1963), 339-341. bre la oración salomónica en la consagración del templo, cf. A.
29
Sal 106, 6; Esd 9, 6s; Neh 1, 6; 9, 2; Dan 9, 15-19; Bar Gamber, Die heilsgeschichtliche Bedeutung des salomonischen Tem-
1, 15-19; Tob 3, 2-5; Jdt 7, 28; Jub 1, 22; 3 Esd 8, 73s; 1 QS I, pelweihegebets, en "ZKTh", 85 (1963), 55-61.
31
21-26; 1 Q H IV, 34-37; CD X X , 27-30; en forma análoga Is 64, Cf. supra pág. 31.

118 119
así las palabras de su amigo Elifaz de 4, 17: "¿Es justo parse ante el divino Juez, sino como un grito de socorro
ante Dios algún mortal? ¿Ante su Hacedor es puro un hom- dirigido al Dios redentor desde la irremediable miseria del
bre? Si no se fía de sus mismos servidores y aun a sus hombre pecador. Es cierto que el cantor de este salmo no
ángeles achaca desvarío, ¡cuánto más a los que habitan relaciona su pecaminosidad con el Adán de Gn 3. Por las
estas casas de arcilla, ellas mismas hinchadas en el polvo! razones anteriormente aducidas,33 en la época de los reyes,
El sabio Cohélet afirma: "Cierto es que no hay ningún a que este salmo ciertamente pertenece a excepción de
justo en la tierra, que haga el bien sin nunca pecar" (Ecl 7, los últimos versículos, no se podía pensar en eso. Y la
20). clase de pecado en que este salmista se sabe inevitable-
Los poetas salmistas de la época del destierro, que apren- mente implicado, se debe calificar, según nuestra termino-
den de la poesía litúrgica de los babilonios, toman, más logía, de "pecado original" o "culpa de herencia,34 ya
del ambiente que de la literatura sapiencial, el pensamien- que la fe de haberse ya encontrado y recibido de los pa-
to de la pecaminosidad general como motivo de perdón, al re- dres el estado de alejamiento de Dios y pecaminosidad
cordar a Yavé que el hombre no puede estar libre de pe- desde el primer instante de la existencia en la casa pater-
cado. "Si en cuenta tomas las culpas, oh Yavé, ¿quién, na e incluso en el seno materno, no puede expresarse más
Señor, se tendrá en pie?" (Sal 130, 3). "No entres en juicio claramente con los recursos de la lengua hebraica, dado
con tu siervo, pues no es justo ante ti ningún viviente" que los términos de que entonces se disponía para expresar
(Sal 143, 2).
33
Cf.., págs. 102ss.
34
Libre de influjo extraño y expresión de la fe peculiar W. Eichrodt, Theologie des AT, II (Stuttgart ' m i ) , 286,
creemos que está en lo cierto, al escribir a propósito del Sal 51, 7:
israelítica en el carácter inevitable de la pecaminosidad "Nos hallamos aquí ante una confesión tan clara del pecado ori-
está el Sal 51, 7: "¡Mira que en estado de culpa (be áwón) ginal (pecado, que al mismo tiempo se considera no como un alige-
ramiento, sino como una intensificación de la responsabilidad del
ya nací y en pecado (behét') me concibió mi madre!" Los hombre), que es innegable su parentesco ideológico con Gn 3, ten-
términos 'awon y hét' no significan aquí ciertamente una ga de ello conciencia el salmista o no la tenga." También se puede
subscribir plenamente la nota 17, un tanto maliciosa, que Eichrodt
acción particular pecaminosa o unas relaciones sexuales añade a esa frase: "No es necesario ahora entrar en los rodeos
pecaminosas de la madre, sino ese estado de alejamiento exegéticos que tratan de esquivar el reconocimiento de lo que aca-
bamos de decir. Tales rodeos se juzgan a sí mismos por su artifi-
de Dios, de salvación frustrada,32 en que se hunde todo ciosidad." Sobre Sal 51, 7, cf., además de los comentarios a los
hombre desde el primer instante de su existencia y del que Salmos, especialmente: A. Fcuillct, "Le verset 7 du 'Miserere' et
le peché originel", en Science Religieuse-Travaux et Recherches
jamás logra salir, a no ser que Dios le salve y declare lim- (París 1944), 5-26; P. E. Bonnard, "Le vocabulaire du Miserere",
pio. De ahí que tampoco haya que entender ese versículo en A la rencontre de Dieu (Mém. A. Gelin) (París 1961), 145-156;
G. J. Botterweck, Sei mir gnadig, Jahwe, nach deiner Giite, en
como Sal 130, 3 ó 143, 2, esto es, como intento de discul- "Bi u Le", 2 (1961), 136-142; J. K. Zink, Uncleanness and Sin. A
Study of Job XIV 4 and Psalm LI 7, en "VT", 17 (1967), 354-
32 361.
Cf. supra págs. 69s.

120 121
los conceptos de "heredar", "dejar en herencia", no podían caído en olvido y, en la época posterior al 586, no hubiera
utilizarse en este caso.35 podido dar repentinamente nuevos impulsos a la histo-
riografía. Pero este círculo yavista llevó probablemente
Estas dos ideas, la de una culpa original de Israel y
una modesta vida marginal mientras la época del reino
la de una universal pecaminosidad de la humanidad con-
de Judá, ya que, además, no se observa un influjo directo
vivieron juntas durante siglos según el Yavista, sin rozar-
suyo sobre los profetas, sobre el Deuteronomio y sobre
se entre sí y sin suscitar nunca el deseo de armonizarlas
los Salmos. Allí donde los profetas, los Salmos y el Deute-
mutuamente, si se prescinde de la frase, totalmente esporádi-
ronomio demuestran conocer temas —pensemos, por ejem-
ca, de 1 Re 8, 46 en la obra del Deuteronomista. Esto se
plo, en la mención de los patriarcas o en la idea de la alian-
debe sin duda al hecho de que esas ideas fueron transmi-
za—, que también trata el Yavista, apenas se da una refe-
tidas en distintos géneros literarios y círculos de tradentes,
rencia literal; la coincidencia objetiva se explica igualmen-
que tenían entre sí escasas relaciones. Por eso no hay que
te, o aún mejor, por una tradición general, tal como se cul-
extrañarse de que la peculiar forma yavista de la fe en
tivaba en las familias y escuelas judaicas o en la liturgia
una pecaminosidad ligada al árbol genealógico de la hu-
del templo de Jerusalén. Antes tuvieron que romperse las
manidad no encontrara resonancia ninguna entre los pro-
ordenaciones estatales, sociales y religiosas —que se habían
fetas, en la literatura sapiencial y en los Salmos. Más bien
consolidado desde la función de la realeza con el orde-
llama la atención el hecho de que los historiógrafos, el
namiento de la alianza—, para que el antiguo mensaje
Elohísta y el Deuteronomista, no tomaran nota ninguna
del Yavista y su mentalidad genealógica atrajeran nueva-
de la protohistoria del Yavista. La razón consistió tal vez
mente la atención y mostraran un camino para dominar
en que esos teólogos de la historia se dejaban inspirar por
una situación que se encontraba en proceso de cambios
la concepción histórica de los profetas y, por consiguiente,
radicales.
la idea de Dios fuertemente antropomórfica de la pro-
tohistoria yavista les enturbiaba la mirada para captar
las profundas concepciones teológicas de aquel historiógra-
fo, de tal manera que los relatos del Yavista los tenían
por primitivos y desfasados. De todos modos, debió existir
también un círculo de tradentes que siguió transmitiendo
la obra histórica yavista y que incluso siguió trabajando
continuamente en ella;36 de lo contrario, esa obra hubiera
35
Cf. supra págs. 19s.
OT
Hasta qué punto tradentes posteriores remoldearon y li-
maron la obra yavista, ha procurado demostrarlo nuevamente R. Ki-
lian (v. cap. III, nota 8) a base de los relatos sobre Abrahán.

122 123
VII
REANUDACIÓN DE LA CONCEPCIÓN YAVISTA
DE LA HISTORIA

Al caer el reino de Judá y desmoronarse el ordenamien-


to político-nacional, los judíos, tanto los que habían perma-
necido en la patria como los desterrados en Babilonia, vol-
vieron a reflexionar más intensamente en los lazos de la
sangre y se mancomunaron en agrupaciones de parientes,
pues sólo de los parientes se podía esperar todavía ayuda
y comprensión en medio de las penalidades de la época.
Las tribus septentrionales no habían sobrevivido mucho
tiempo a la caída del reino de Israel (722 a. C ) . Como ya
no llevaban una vida propia en el terreno religioso, sino
que tomaban parte en la multitud de religiones que por
entonces inundaba completamente el Próximo Oriente,
perdieron por completo su peculiaridad nacional; algunos
fueron trasladados a Asiría y otros, que lograron quedarse
en la patria, tuvieron que compartir el territorio con po-

125
bladores forzosos, paganos, procedentes de otras comarcas promesa que seguían vivos en la tradición, y se comenza-
del imperio asirio. Las tribus septentrionales tal vez ha- ron a reconstruir los árboles genealógicos, que legitimaban
bían perecido ya sin dejar huella cuando comenzaron las la pertenencia al círculo de los herederos de la promesa.
grandes deportaciones de judíos ordenadas por el ba- Esta nueva mentalidad genealógica se refleja en las gene-
bilonio Nabucodonosor II (605-561). Por eso, al prin- alogías y en las listas de familias del escrito sacerdotal y
cipio del siglo VI, el antiguo pueblo de las doce tribus so- de la obra histérico-cronística.1 Pero, como ahora el pue-
brevivía tan sólo en un pequeño residuo, que se componía blo de Yavé entró en estrecho contacto con muchas na-
de los descendientes de las antiguas tribus de Judá y Ben- ciones extrañas, como nunca lo había hecho antes en su
jamín y de algunas familias, que hacia el año 722 habían historia, creció también de nuevo el interés por los árboles
huido del reino septentrional hacia el sur. genealógicos extranjeros, que el Yavista había incorporado
a su obra. Esas genealogías extranjeras servían menos para
Pues bien, el hecho de que ese precario resto del anti- mosrrar lo común entre los hombres que para resaltar las
guo pueblo de Israel, a pesar de la deportación, emigración diferencias y marcar mejor las fronteras, dentro de las cua-
en masa de los que quedaron en la patria (cf. Jer 42-44) les la oferta salvífica de Dios llega desde los primeros recep-
e incorporación de Judá al estado babilonio y posterior- tores de la promesa hasta los judíos de la actualidad y del
mente al persa, no perdiera su fisonomía nacional, se debió ansiado futuro mejor.
esencialmente a dos circunstancias. Por una parte, los que
habían quedado en la patria y los deportados a Babilonia, El primero, que conecta con la concepción histórico-
todos los cuales se llamaron ya judíos, tras una larga fluc- salvífica del Yavista y adopta hacia ella una actitud posi-
tuación entre Baal y Ya vé, se acordaron del mensaje de los tiva, es el llamado Jehovista, esto es, el redactor que uni-
profetas, cuyas palabras justicieras empezaron a cumplirse fica la obra yavista y la obra elohísta.2 Por desgracia está
inexorablemente desde la trágica muerte del. rey Josías todavía demasiado poco estudiada la obra peculiar de
(609), pero cuya predicación penitencial permitía esperar este redactor," de tal manera que, a excepción de la com-
una nueva salvación prometida por Yavé. Así, pues, los probación de la existencia de tal redacción, es poco lo que
judíos, tanto en la patria como en el extranjero, volvieron
1
a encontrar apoyo en la fe de los profetas en Yavé y en las Sobre la obra histórico-cronística, que comprende los dos
libros de las Crónicas y los libros de Esdras y Nehemías, cf. los
antiguas tradiciones de la alianza con Yavé. Por otra parte, manuales de introducción al AT, además especialmente M. Noth
la fe común, el común destino y la relativa pequenez de (v. cap. VI, nota 19), 110-179.
2
ese resto de pueblo, facilitó el revivir de la antigua menta- Sobre esta "relación", cf. las obras de introducción; ade-
más, en especial M. Noth, Überlieferungsgeschichte des Pentatettch
lidad ciánica. A fin de segregarse del entorno pagano, (Stuttgart 1948; reimpresión, Darmstadt 1960), 20-40.
3
reflexionaron de nuevo en la comunidad de sangre, en la Sin embargo, por lo que respecta a los relatos sobre Abrahán,
R. Kilian (v. cap. III, nota 8) en especial 312-317, ha realizado
procedencia de Abrahán, Isaac y Jacob, receptores de la recientemente un valioso trabajo preparatorio.

127
126
con certeza podemos descubrir sobre su método de trabajo, Por consiguiente, si este redactor adoptó sin cambios el
finalidad, época y lugar.* Pero lo más verosímil es que la relato del paraíso y de la caída y los demás elementos de
fecha caiga hacia los años que siguieron a la ruina del la protohistoria, tal como se los encontró en la obra del
reino de Judá y que su localización se encuentre en el país Yavista, también tiene que haber enjuiciado de modo se-
de Judá. Por aquel entonces, a juzgar por la composición mejante al Yavista la irrupción del pecado en la humanidad
de la obra deuteronomista y por la colección de las tra- y sus consecuencias. Por lo tanto, también pudo interpre-
diciones relativas a los profetas, entre los que habían per- tar a base de Gn 3 las catástrofes nacionales que su pueblo
manecido en la asolada patria había un vivísimo interés hubo de padecer en los últimos decenios y enseñar a sus
por las viejas tradiciones, porque se quería salvar todo lo compatriotas a confiar en las promesas hechas a Abrahán.
posible de la sagrada herencia de los padres a través de las Los pecados de Israel, que provocaron el castigo, demues-
catástrofes nacionales y porque se esperaba poder superar tran que Israel, ante Dios, se compone de pecadores y debe
espiritualmente la penosa situación actual profundizando sufrir la maldición del pecado como herencia funesta exac-
en los valores religiosos del propio pueblo.5 tamente igual que el resto de la humanidad; sin embargo,
Así, pues, el Jehovista se dispone a reexaminar la tra- las promesas hechas a los patriarcas y la alianza del Sinaí-
dición histórico-salvífica recogida en la obra elohística y Horeb, que Yavé todavía mantiene, permiten esperar que
a englobarla en una más amplia unidad literaria. Por lo que algún día el pecado pierda su poder y la bendición triunfe
a la protohistoria se refiere, su trabajo no fue muy dificul- sobre la maldición. De este modo, el Jehovista ha conside-
toso: en la obra elohística no encontró equivalente alguno rado el relato yavista del paraíso y la caída como parte
de esa protohistoria, y por lo mismo no tuvo que hacer y condición esencial de la historia salvífica de Israel, pero
otra cosa sino colocar la protohistoria yavista al princi- también ha enseñado a considerar el "pecado original" de
pio del primer relato sobre Abrahán, a saber, el referente Israel como parte y consecuencia del pecado original de
a la vocación de Abrahán, que tomó del Yavista. Tampoco toda la humanidad, que sólo puede ser desvirtuado me-
le fue preciso introducir modificaciones en esquema teo- diante una actuación salvífica de Dios y mediante la soli-
lógico general del Yavista, sino tan sólo armonizar las daridad con Abrahán en la fe en la promesa.
diferencias narrativas de ambas obras paralelas en la his-
Durante el destierro también aparece un sucesor del
toria de los patriarcas y de Moisés y las diferencias de con-
Yavista, que admite ciertamente el marco de su obra, pero,
tenido en el relato de la alianza (Ex 20-23 y 34).
por lo demás, adopta ante él una actitud crítica: el autor
4
Cf. R. Kilian (v. caD. III, nota 8), 313s. del escrito sacerdotal." Este conoce la obra yavista y tam-
'"' Sobre la situación intelectual y el renacimiento literario en
Judá en la época del destierro, cf. E. Janssen, ]uda in der Exils- 8
Sobre el escrito sacerdotal y su teología, cf. G. von Rad,
zeit, Gotinga 1956, y J. Scharbert, Das Sachbuch zur Bibel (Aschaf- Die Priesterschrift im Hexateuch (Stuttgart 1934); M. Noth (v.
fenburgo 1965), 112-114; id., Die Propheten Israels um 600 v. Chr. cap. VI, nota 19), 180-211; P. Humbert, Die literarische Zweiheit
(Colonia 1967), 479-499. der Priesterschrift, en "ZAW", 58 (1940-41), 30-57; K. Elliger,

128 129
bien adopta de él la división de la historia salvífica en las En esta concepción teológica ensambla el teólogo de la
grandes fases: protohistoria, a partir de la creación del mun- historia, autor del escrito sacerdotal, los árboles genealó-
do, historia de los patriarcas, Israel en Egipto, éxodo, Sinaí, gicos, que él toma en general del Yavista, pero modifi-
peregrinación a través del desierto, establecimiento de Is- cándolos en no pocos pasajes, parte según otras fuentes
rael en Canaán. Pero él no ve tan claro como el Yavista, anteriores a él, parte según su propio criterio. En el escri-
el Elohísta, los profetas, e incluso el Deuteronomista, que to sacerdotal las genealogías reciben una nueva función.
Yavé se muestre como el Dios de Israel a través de las Si al Yavista le servían simplemente de hilo rojo, por el
vicisitudes de la historia. El busca a Dios sobre todo en que el historiógrafo se orientaba a través de la confusa
las leyes constantes que imperan en el macrocosmos de la multiplicidad de acontecimientos históricos y por el que
creación y de los pueblos y en el microcosmos de la comu- ordenaba los temas de la tradición, en el autor del
nidad judía. En esas leyes se manifiesta la voluntad de Dios, escrito sacerdotal se convierten en puntos destacados
que no quiere permitir que su creación sea devorada por el dentro del esquema histórico-salvífico, por los cuales el
caos y el desorden. En cada una de esas ordenaciones cós- teólogo de la historia demuestra la meta a que Dios enca-
micas el escrito sacerdotal ve un decreto de Dios, que consi- mina su bendición y su salvación de forma cada vez más
dera como una alianza o como una institución semejante.7 concreta. En aquellos puntos destacados dentro de su expo-
sición de la historia de la salvación, en los que la bendición
Sinn und Ursprung der priesterlichen Geschichtserzahlung, en o la promesa pasan de un plano más amplio a un plano
"ZThK", 49 (1952), 121-143, ahora en id., Kleine Schriften zum
ÁT (Munich 1966), 174-198; Y. Kaufmann, Der Kalender und das nuevo y más reducido, el historiador sacerdotal consiga
Alter des Priesterkodex, en "VT", 4 (1954), 307-313; J. Hempel, siempre una lista de generaciones (tdl'dót); esta lista ge-
Priesterkodex, en "Realenz. d. klass. Altertumsw.", 22 (1955), 1943-
1967; P. Grelot, La derniére étape de la rédaction sacerdotale, en neralmente presenta en primer lugar el árbol genealógico
"VT", 6 (1956), 174-187; K. Koch, Die Eigenart der priesterlichen del sector que entonces no ofrece especial interés, y después
Sinaigesetzgebund, en "ZThK", 55 (1958), 36-51; id., Die Priester-
schrift von Ex 25 bis Lew, 16 (Gotinga 1959); M. L. Henry (v. el árbol genealógico de aquel sector de personas, sobre el
cap. V, nota 3); J. Steinmann, Code sacerdotale (Brujas 1962); que ahora recaen más abundantemente la bendición y la
R. Rendtorff, Die Gesetze in der Priesterschrift (Gotinga 2 1963);
A. S. Kapelrud, The Date of the Priestly Code, en "Annual of promesa.5 Y así, el escrito sacerdotal dirige su atención a
the Swed. Theol. Inst.", 3 (1964), 58-64; S. R. Külling, 2ur Da-
tierung der "Genesis-P-Stücke" (Kampen 1964); W. H . Schmidt, decido (17, 16.20). IV. Israel recibe una legislación litúrgica y se
Die Schopfungsgeschichte der Priesterschrift (Neukirchen 1964); convierte en "pueblo sagrado" de Yavé (Ex 12, 1-20; Ex 25; Núm
R. Kilian, Die Hoffnung auf Heimkehr in der Priesterschrift, en 10). V. La tribu sacerdotal de Leví recibe una promesa especial,
"Bi u Le", 7 (1966), 39-51; id., "Die Priesterschrift-Hoffnung que después se considera como alianza de Leví (Núm 25, 6-13).
auf Heimkehr, en Wort und Botschaft (v. cap. V, nota 3), 226-243. 8
I. Descarta la creación extrahumana y se concentra en la
7
I. Toda la creación es bendecida y se despide con una ben- historia de la humanidad: 2, 4a + 5, 1-32; II. Se prescinde - del
dición (Gn 1, 22.28; 2, 1-3). II. Después del diluvio, la humanidad resto de la humanidad y se habla de la supervivencia de la raza
queda asegurada mediante una bendición y una alianza (Gn 9, de Noé: 6, 9s; III. Se prescinde de Cam y Jafet, concentración
1-17). III. El grupo de pueblos que procede de Abrahán queda en la línea de Sem: 10 (sólo en parte P) +. 11, 10-26; IV. Prescinde
situado bajo la alianza de la circuncisión (Gn 17,' 1-14) y es ben- de los demás semitas y se concentra en la línea de Téraj: 11, 27.

130 131
una "línea de la promesa" que, partiendo de la creación o, más bien, su autor no quiere conocerla. La genealogía
y a través de Noé, Sem, Abrahán, Isaac y Jacob, conduce de Gn 5 procede tal vez de una fuente distinta que la ya-
a todo el pueblo de Israel y termina en el clan sacerdotal. vista de 4, 1-24, por ejemplo, de un "libro-Toledot", que
contenía principalmente listas genealógicas.10 Según esa ge-
La idea de la irrupción del pecado en el mismo comienzo
nealogía, el hijo de Adán —evidentemente el único cono-
de la historia de la humanidad, bajo cuyo poder destructor
cido por su nombre— se llama Set. Desde Set el árbol
han de sufrir todas las generaciones de la humanidad, no
genealógico, pasando por un personaje especialmente pia-
la pudo utilizar el autor del escrito sacerdotal; temía él,
doso, a saber, Henoc, que "anduvo con Dios" y por eso
sin duda, que, si aceptaba esa idea del Yavista, fomentaría
Dios se lo llevó (5, 21-24), llega hasta Noé. En aquel "li-
el error reflejado en el proverbio de las uvas agraces8 y
bro-Toledot" no se hablaba de un pecado original del
los deportados en Babilonia se encontrarían bajo una mal-
primer padre de la humanidad; por eso el escrito sacerdotal
dición fatal de la que tenían la culpa los antepasados y
también guarda silencio sobre ello. En cambio, su autor
contra la cual nada podría hacerse. Al contrario, tiene mucho
sabe que el diluvio había venido como castigo sobre una
interés en poner de relieve la responsabilidad propia de
humanidad ya totalmente corrompida. Por lo tanto, si que-
cada generación y en demostrar que el pecado es sobre todo
ría él incorporar el relato del diluvio a su concepción his-
el intento del hombre en quebrantar las sagradas leyes
tórica, debía describir el tema de tal manera que se viera
establecidas por Dios, apoyando de esa manera al imperio
que la humanidad llegó a su total corrupción inmediata-
del caos.
mente antes del diluvio, y que, por consiguiente, poco a
El escrito sacerdotal no conoce ninguna genealogía poco se había hundido cada vez más en el pecado: "Dios
de una humanidad solamente pecadora, que pase por Caín, miró a la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda
carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra" (Gn 6,
31s; V. (las tol e dót de Abrahán tal vez fueron suprimidas en la 12). Aquí se caracteriza claramente al pecado como "acto
última redacción). VI. Se prescinde de Israel, concentración en
Isaac: 25, 12-17 + 25, 19.26b; VII. Prescinde de Esaú y se con- violento" (hamas) del hombre y por lo tanto como intento
centra en Jacob: 36, 1-37, 2 + 35, 22b-26; VIII. Concentración de perturbar el orden normal sobre la tierra. Es digno de
de la bendición sobre el clan sacerdotal de Aarón: Núm 3, 1-4.
El autor ofrecerá un estudio más detallado de la fórmula tóledót notarse que también aquí la "tierra", y, por consiguiente,
bajo el título de "Istae sunt generationes coeli et terrae", en: la creación que rodea al hombre, es afectada por el pecado
Atualidades bíblicas — Miscelánea em memoria de Freí Joáo Jo-
sé Pedreira de Castro, edit. por J. Salvador (Petrópolis/Brasil y como "corrompida" cae bajo la sentencia de Dios (6, 11.
1968); cf. K. Budde, Ella toledoth, en "ZAW", 34 (1914), 214-253; 13; cf. 7, 21), de modo análogo a los animales al co-
id., Noch eimal Ella toledoth; en "ZAW", 36 (1916), 1-7; O. Eiss-
feldt, "Biblos geneseós", en Gott und die Gótter (Homenaje a E. mienzo de la narración yavista del diluvio.
Fascher) (Berlín 1958), 31-40; ahora en id., Kleine Scbriften, III
(Tubinga 1966), 458-470; id., "Toledoth", en Studien zttm NT
und zur Patristik (Homenaje a E. Klostermann) (Berlín 1961), 1-8. 10
" Cf. supra pág. 116 sobre Jer 31, 29s; Ez 18. Así G. von Rad (v. nota 6); id., Das erste Buch Mose
(Gotinga 6 1958), 55s.

132 133
portar una culpa que desde los padres hasta la generación
Llama la atención en el relato sacerdotal del diluvio
el hecho de que la expresión "toda carne" (kol-basar), que del exilio ha crecido sin cesar (cf. Lv 26, 27-43) y sólo
después se encuentra con frecuencia en el estrato P,11 apa- es perdonada porque Dios al fin vuelve a tener presente
rezca por primera vez precisamente al hacer constar que su alianza con los patriarcas (26, 44s). Que el autor del
toda la tierra está corrompida. Por consiguiente, el teólogo escrito sacerdotal considera a los paganos como pecadores,
sacerdotal pone sobre la expresión "toda carne" un acento que llegan ya al mundo como tales, no tiene necesidad de
peyorativo, que después ya no se suprime a pesar de la recalcarlo expresamente. En la teología del escrito sacerdo-
alianza pactada con Noé y valedera en adelante para "toda tal es significativo el hecho de que, junto a los muchos
carne". Pues 9, 11.15s presupone que, aun después de la ritos de expiación y purificación de personas particulares
alianza con Noé, "toda carne" dará a Dios continuos mo- y cosas, también conoce un ritual para la expiación del
tivos para enojarse y castigar, si bien Dios estará dispuesto templo y del pueblo en el llamado día de la reconciliación
a limitar sus castigos en atención a su alianza. De ahí po- (Lv 16). Hay que tener, pues, cuidado con afirmar que
demos deducir que el autor del escrito sacerdotal sitúa al el escrito sacerdotal no conoce ninguna herencia de pecado
pecado en cierta conexión con la "carne", y, por consiguiente, y de culpa, sino tan sólo una herencia de promesas y ben-
lo ve en una propensión de los componentes corporales dición. La idea de que aun los pueblos extraños pueden par-
del hombre a perturbar el orden divino.12 ticipar de las promesas venturosas hechas a Abrahán, la
modifica también notablemente el autor del escrito sacer-
Un "pecado original" en sentido genuino no parece dotal con relación al Yavista: Tan sólo aquellos ciudadanos
admitirlo el teólogo sacerdotal, a lo sumo admite una de- extranjeros (gerím), que permanecen continuamente en me-
bilidad moral naturalmente vinculada a la corporeidad del dio de Israel, así como los esclavos de origen pagano, pue-
hombre, cierta inclinación a lo pecaminoso, que de den tomar parte en el culto y por lo mismo también en
ningún modo exime al pecador de su responsabilidad, aun- las bendiciones procedentes de Abrahán, con tal que se
que Dios, después del castigo del diluvio, quiere consi- dejen circuncidar (Gn 17) y observen todas las prescrip-
derarla como un atenuante. Ahora bien, no se puede pasar ciones litúrgicas (Ex 12, 43-49).
por alto el hecho de que para el escrito sacerdotal el exilio
es un síntoma infalible de que todo el pueblo se encuen- Durante el destierro, y debido a una nueva interpre-
tra bajo el castigo de Dios y, por consiguiente, ha de so- tación de una antigua etiología cananea de contenido mi-
11
Cf. A. R. Hulst, Kol basar in der priesterlichen Fluter-
tológico, debió surgir una variante, totalmente nueva, del
zahlung, en "OTS", 12 (Leiden 1958), 28-68. relato de la caída, a saber, el relato del trato sexual de seres
12
El sentido teológico de "carne" en el escrito sacerdotal lo celestes con mujeres humanas, que se nos ha conservado
ha estudiado el autor en su trabajo: Fleisch, Geist und Seele im
Pentateucb (Stuttgart 21967), 48-56; cf. D. Lys, La chair dans l'AT fragmentariamente en Gn 6, 1-4. Originariamente la le-
(París 1967).
yenda etiológico-mitológica, según la cual los gigantes apa-
134
135
recieron porque seres divinos tuvieron relaciones sexuales Con esto llegamos ya a la cuestión del redactor respon-
con mujeres humanas, estaba totalmente libre de valoraciones sable del actual contexto pentatéuquico™ Este vivió ^ea-""
éticas. Sin embargo, para la mentalidad israelítica tal los tiempos de Esdras, hacia el año 420, y era uno de los
unión era sumamente sospechosa, ya porque les evocaba más fervientes defensores de la reforma del "padre" del
en seguida los ritos, vinculados a desórdenes sexuales, del judaismo post-exílico. El reelaboró la obra del Jehovista,
"sagrado matrimonio" entre la divinidad y los hombres que encontró en su patria, el Deuteronomio, que con tal
en los lugares del culto cananeo a la fecundidad, ya porque fin desgajó de la obra histórica deuteronomista, y el
una mezcla semejante del mundo celestial y del terreno se escrito sacerdotal, que se trajeron consigo ciertos repatria-
consideraba como una ruptura del orden divino de la crea- dos del exilio, transformando ambas obras en una nueva
ción. Por eso, un narrador, que tenía de la "carne" un juicio y magna obra. De este modo compensó entre sí la tradi-
ético igualmente negativo que el autor del escrito sacerdo- ción acumulada en la patria y el programa reformador
tal, interpretó aquella narración como una especie de re- aparecido en el exilio bajo la forma de escrito sacerdotal,
lato de la caída. El contexto en el que él insertó aquel y brindó así a su pueblo la colección obligatoria de tra-
antiguo material de la tradición, podemos adivinarlo hasta
cierto punto. Hablaba él en su narración de la creación lización por parte del último redactor del Pentateuco, cf. mi artí-
del hombre y de una vida duradera, de que al principio culo: Traditions- und Redaktionsgeschichte von Gn 6, 1-4, en
"BZ N F " , 11 (1967), 66-78. En él se ofrece también bibliografía y
disfrutaron los hombres. Pero después las mujeres se en- se mencionan los distintos intentos de interpretación. Sin conocer
tregaron a un trato sexual con seres celestiales, que el na- todavía mi artículo, W. Schmidt, en "EvTh", 27 (1967), 243-246,
ha vuelto a adjudicar ese pasaje al Yavista, a pesar de la imposi-
rrador israelítico consideró sin duda como ángeles. A causa bilidad de conciliario con la ideología y contexto del mismo. Algo
de ese trato el "espíritu" de Yavé, otorgado tanto a los parecido ha hecho recientemente O. Loretz, Gotter und Frauen, en
"Bi u Le", 8 (1967), 120-127, quien de modo global incluye mi
seres celestiales como a los hombres, corría peligro de per- interpretación en la, supuestamente desfasada, interpretación de
der valor, si debía permanecer demasiado tiempo unido a setitas-cainitas, sin hacer siquiera algunas consideraciones de histo-
ria redaccional y de crítica literaria. Si Loretz piensa que tal vez
la carne. Por eso Yavé limitó en adelante la duración de la algún hallazgo de textos ugaríticos depare pronto un paralelo, que
vida humana a 120 años como máximo. En relación con demuestre por fin la poca seriedad de la interpretación de los ánge-
les y setitas-cainitas, está equivocado. Para demostrar que en ese
esto seguirían relatos acerca de los gigantes nacidos de esa antiguo relato tenemos un mito sobre unas relaciones entre dioses
unión ilícita, que luego resultaron ser tan sólo hombres y mujeres humanas, no se necesita un nuevo hallazgo de textos;
eso está claro sin más. Pero con ello no se ha aclarado ya el sentido
mortales. Este relato de caída, como tradición peligrosa del contexto actual, si es que 6, 1-4 no se puede adjudicar ni al
para la ortodoxia, quedó después arrinconado, hasta que en Yavista ni al escrito sacerdotal. Pues no podemos por menos que
preguntarnos cuál fue la razón de insertar ese fragmento en el
tiempos de Esdras fue de nuevo descubierto, pero se pro- contexto actual. Loretz elude esta pregunta, o no advierte su pe-
rentoriedad.
curó darle una interpretación distinta.13
14
Por desgracia apenas se ha estudiado y valorado todavía su
concepción histórico-salvífica, aunque tuvo que ser un notable
13
Sobre Gn 6, 1-4, la interpretación aquí defendida y su uti- teólogo.

136 137
diciones relativas a la revelación de hechos y deseos de y procura, mediante el culto a Yavé, quebrantar el poder
Ya vé, que en adelante, como Tora, como "ley de Moisés", del pecado, que se derivaba del primer padre.
fue el más importante documento de la revelación.
Ahora bien, el redactor se percata de otro difícil pro-
El redactor se encontró con la protohistoria del Yavista blema: ¿Cómo se explica el que Dios un día tuviera que
con su relato de la caída y su árbol genealógico de los cai- comprobar que "toda carne" había "corrompido su con-
nitas en el contexto jehovista y la protohistoria del escrito ducta" y por eso merecía ser aniquilada, siendo así que
sacerdotal con su árbol genealógico de los setitas. Entonces existía una línea de la humanidad en la que había personas
tuvo que preguntarse cómo concordaban entre sí esas dos de una piedad tan ejemplar como Enoc y en la que se fomen-
protohistorias, de las que una informaba de una caída ya en taba el culto a Yavé? La solución del enigma la encontró
el paraíso, y la otra tan sólo de un paulatino incremento él en aquel antiguo relato del trato de los "hijos de Dios"
del pecado, y los dos árboles genealógicos, de los cuales con "hijas de Adán" (6, 1-4). A juicio del redactor, los
uno consignaba una línea de humanidad radicalmente co- "hijos de Dios" sólo pudieron ser los setitas, y las "hijas
rrompida y otro se refería a una línea de humanidad apa- de Adán" sólo pudieron ser mujeres de la línea de los
rentemente muy piadosa. Entonces se le ocurrió la idea cainitas. La aceptación de relaciones con los cainitas por
obvia de que Eva, después de la muerte de Abel, tuvo que parte de los setitas, llegando incluso al matrimonio, cons-
haber dado a Adán un tercer hijo, precisamente el Set tituye para el redactor la segunda caída, con la que se rom-
del escrito sacerdotal. Ahora bien, si Caín, después del pieron los diques, que hasta entonces habían preservado
fratricidio, fue expulsado por Yavé de su anterior ámbito a los setitas del torrente de corrupción que devastaba la
vital, las dos ramas humanas, la descendiente de Caín y línea de los cainitas. De este modo, incluso la parte mejor
la descendiente de Set arraigada en la zona anterior de de la humanidad cayó en el torbellino del pecado, de la
Adán, pudieron desarrollarse independientemente. Por eso, "brutalidad", que justifica ya el castigo del diluvio.
el redactor intercaló los versículos 4, 25s entre el árbol
Por lo demás, para el redactor sigue determinante la
genealógico de los cainitas y el de los setitas. La sorpren-
concepción yavista de la historia de la salvación: Con
dente diferencia en los nombres de Dios, Yavé en el relato
Abrahán la bendición comienza a imperar y a frenar la
yavista y Elohím en el relato sacerdotal, la armonizó el
maldición del pecado. Ahora bien, insertando el escrito
redactor hábilmente, adjudicando al nieto de Adán, Enós,
sacerdotal puede él continuar el pensamiento de 6, 1-4:
cuyo nombre, lo mismo que el de Adán, significa en hebreo Las sagradas leyes se deben observar y el nuevo Israel post-
"hombre", la fundación del culto a Yavé (4, 26). De esta exílico debe evitar que se borren los límites de aquellas
manera da a entender que con Enós ( = "hombre") la hu- leyes y debe guardarse de mezclarse con los paganos, si
manidad, al menos en una de sus ramas, comienza de nuevo no quiere hundirse nuevamente en la resaca del pecado,

138 139
que aún sigue brotando de la primera caída. Aunque este dacción del Pentateuco, una vez más un teólogo de la his-
redactor se basa precisamente en 6, 1-4 para demostrar la toria, el Cronista™ hizo derivar de Adán el árbol ge-
peligrosidad del matrimonio con los paganos, y de este modo nealógico de su pueblo (1 Crón 1, 1). Con esta genealogía
presta su apoyo a la "política eclesiástica" de Esdras, orien- el Cronista, finalizada ya la gran redacción del Pentateuco,
tada contra los matrimonios mixtos, al insertar la promesa que él conocía ya seguramente como "la ley de Moisés,
hecha a Abrahán de Gn 12, 1-3 inspira sentimientos de re- aun cuando él no aduce detalle ninguno de la protohis-
conciliación a los paganos bienintencionados para con su toria y de la historia de los patriarcas, sino que esos deta-
pueblo y les hace ver que Yavé también les otorga a ellos lles los supone conocidos, sólo pudo querer dar a entender
su bendición, con tal que favorezcan y respeten al pueblo que el camino que parte de Adán pasa por el diluvio hasta
de Yavé. llegar a las múltiples infidelidades de la época de los re-
yes y al destierro; pero que con los patriarcas y la ley mo-
Este tradente cree ciertamente que la caída de Adán
saica Yavé abrió camino a la salvación, que el judaismo
tuvo devastadoras consecuencias para toda la humanidad,
puede aguardar confiadamente, a condición de atenerse al
que con esa caída vinieron realmente sobre la humanidad por
culto del templo y a la fe en Yavé.
vez primera el dolor, la fatiga y la muerte, y que, por con-
siguiente, todo hombre nace ya en un estado que la lengua Finalmente, la literatura sapiencial tardía también hace
hebrea designa como hatta'áh o 'atvón, esto es, como "peca- suyo el relato yavista de la caída. Pero Jesús Sirac lo hace
do" o "culpa". Pero para él es más importante el hecho de un modo totalmente incidental. Al poner en guardia
de que con Abrahán y con las leyes litúrgicas, que, según contra el trato con mujeres licenciosas, describe los peligros
el escrito sacerdotal, Yavé dio a su pueblo por medio de que traen consigo tales mujeres, y recuerda Gn 3: "Por
Moisés como medio de expiación, la historia de la desgra- la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella
cia se convirtió de nuevo en historia de salvación. Por el morimos todos" (Eclo 25, 24). Aun cuando ahí no habla
Deuteronomio también conoce él la "culpa original" de expresamente de una culpa hereditaria, sin embargo es
Israel; pero espera que esa culpa quede cancelada en el evidente que manifiesta la idea general de sus contempo-
destierro y que el peligro que todo nuevo pecado encierra ráneos de que el pecado de la madre de todo el género hu-
para todo el pueblo y para las futuras generaciones, si no mano tuvo fatales consecuencias para todos los hombres,
se hace nada en contra, pueda desaparecer mediante la con- que éstos todavía tienen que sufrir. Bajo otra luz el autor
fianza en la misericordia de Yavé, por la solidaridad con los del libro de la Sabiduría ve Gn 2s. De aquel relato deduce
patriarcas, que confiaban en las promesas de Yavé, y merced él que Dios creó al hombre inmortal y, por consiguiente,
a la utilización de los medios expiatorios contenidos en el para la vida eterna, pero por envidia del diablo entró la muer-
culto divino.
16
Aproximadamente un año después de esta magna re- Cf. nota 1.

140 141
te en el mundo, y "la experimentan los que le pertenecen". sarrollado una teoría definitiva para la interpretación del
Así, pues, este sabio parece combinar la protohistoria ya- pecado original originante y sus consecuencias para toda
vista y la protohistoria sacerdotal de un modo algo dis- la humanidad, pero han comprobado la existencia de una
tinto que el redactor del Pentateuco: la muerte en el sen- tradición, que desemboca en Pablo y en el dogma del pe-
tido escatológico la experimentan tan sólo aquellos que, cado original.
como los cainitas, se entregan al demonio, a quien Gn 4,
Sería una atractiva tarea estudiar al pormenor las diver-
6s llama pecado; en cambio, aquellos que se defienden de
sas repercusiones de Gn 2s y de pasajes como Sal 51, 7 en
aquel demonio, como, al parecer, lo consiguieron Enós y
la literatura extracanónica del judaismo. Pero reservemos
Enoc dentro de la genealogía de los setitas, no tienen por
ese estudio a persona más competente. Aquí sólo nos pro-
qué temer la muerte, ya que ellos —así podemos tal vez
pusimos investigar el pecado original en el Antiguo Tes-
completar las ideas de este sabio— jamás perdieron la in-
mortalidad (Sab 2, 23s).16 tamento y de ahí no debemos pasar.

Si examinamos en su conjunto este post-relato de Gn 2s,


que no ha carecido de resonancia, como suponen muchos
exegetas, comprobamos que se mantuvo una tradición des-
de el Yavista hasta la época del destierro y esa tradición
después se convirtió en un río caudaloso, que sabía de la
entrada del pecado en las mismas raíces de la historia hu-
mana y de sus devastadoras consecuencias para toda la hu-
manidad. A estas consecuencias se las puede designar como
culpa hereditaria en sentido veterotestamentario. Está cla-
ro que el Jehovista, el autor del escrito sacerdotal, el autor
de Gn 6, 1-4, el redactor del Pentateuco, el Cronista, Jesús
Sirac y el autor del libro de la Sabiduría, pensaron de mo-
do distinto sobre la caída original y sus consecuencias. Los
grandes teólogos de la historia de la salvación no han de-
10
St. Lyonnet, Les sens de TCipá^Eiv en Sap 2, 24 et la
doctrine du péch'e originel, en "Bb", 39 (1958), 27-36; A. M. Du-
barle (v. cap. I, nota 33) 87, tiene por posible esta interpretación
según el texto, pero prefiere otra: "Los malos espíritus, que son
secuaces del diablo, tientan, esto es, seducen al mundo. En este caso
la propagación del poder de la muerte a causa del pecado de uno
solo no es negada por el texto, pero tampoco es afirmada."

142 143
VIII
CONCLUSIONES E INTERROGANTES

Las conclusiones de nuestro recorrido por el Antiguo


Testamento y su ambiente en busca de enunciados, que
de alguna manera pudieran tener relación con la fe en
la culpa hereditaria, pueden resumirse como sigue:
Los pueblos civilizados en el entorno de Israel es cierto
que no nos han dejado muchos, pero sí suficientemente
claros, testimonios de la creencia en la universal inclina-
ción al pecado en el hombre como también en la implica-
ción de los descendientes en los pecados de los antepasados,
aunque tan sólo durante pocas generaciones.
La idea de un pecado original del primer padre de to-
dos los hombres, que grave a toda la humanidad, presu-
pone la mentalidad genealógica de la sociedad ciánica.
Los pueblos civilizados del antiguo Oriente en el entorno

145
del Antiguo Testamento no conocen ningún pecado original minantemente etiológicas y tipológicas, y sólo admiten una
de un primer padre de todos los hombres, o porque, por interpretación histórica en sentido amplio, a saber, en la
su organización social, no estaban interesados por amplios medida en que reflejan historia tribal. Los relatos y genea-
árboles genealógicos, que incluyen naciones enteras y toda logías de la protohistoria bíblica de ningún modo pueden
la humanidad, o porque habían abandonado la organización considerarse como fuente histórica para el acontecer real
ciánica. en la época de Abrahán. Por eso, conceptos como "etio-
logía histórica" (C. RAHNER) tienen poco sentido.
Las tribus del antiguo Israel eran grupos nómadas y
seminómadas, que consideraban los méritos y defectos, Los conceptos hebraicos de pecado adquirieron su fi-
virtudes y vicios, bendición y maldición, promesa y culpa jación definitiva ya en la época primitiva de Israel, cuando
como una herencia recibida de los antepasados a través aún estaba vigente la mentalidad ciánica. Para el antiguo
de las genealogías, pero que podía ser aumentada o dismi- Israel pecado^ es una acción o comportamiento contrario
nuida en virtud del comportamiento ético de los represen- a la ética ciánica, que fue establecida por el Dios de los
tantes y miembros de cada grupo. La idea de la alianza primeros padres y por consiguiente se considera como re-
favoreció el que se considerara a todo el pueblo como el velación de su voluntad, junto con las consecuencias, que
magno clan Israel, y el contacto con otros pueblos motivó de ahí se siguen: maldición, pérdida de la salvación. El pe-
la elaboración de árboles genealógicos nacionales e incluso cado en este sentido pasa del primer padre a los descen-
universales. dientes a través del árbol genealógico, pero también pasa
del jefe viviente del clan y de cada miembro pecador del
Mediante un planteamiento etiológico se pudo atribuir clan a todo el clan, mientras se mantenga la solidaridad
las taras de la vida humana, fatigas, dolor y muerte, e in- y unión con el pecador.
cluso la pecaminosidad o propensión al pecado, que el
hombre experimenta constantemente en sí mismo y en los El Yavista elabora, sobre la base de la mentalidad ciá-
demás, a un pecado original de los primeros padres del nica, el cuadro de una historia de la salvación, según el
género humano. cual los primeros padres perdieron, por la caída original,
Los árboles genealógicos se basan, más que en hechos para toda la humanidad la salvación destinada al hombre
biológicos, en hechos jurídicos (adopción) y sociológicos por Dios. A la caída original, junto con sus consecuencias,
(relaciones contractuales, absorción de unos grupos en otros, se la puede designar como culpa hereditaria en el sentido
etc.) y por lo mismo son esquemas artificiales y variables, del Antiguo Testamento. Pero esta culpa hereditaria, desde
que se adaptan a las vicisitudes históricas en las relaciones la elección de Abrahán, es contrarrestada por una herencia
de los pueblos y de las tribus. de gracia, de bendición y de promesas, de la cual participan
has tradiciones que tratan de los patriarcas son predo- todos aquellos que se declaran solidarios con los portadores

146 147
de las promesas. Con la desaparición de la mentalidad ciá- de los sabios, manifiestan que el Antiguo Testamento no
nica en tiempo de los reyes, pierde importancia la con- pretendió formular una doctrina sobre el pecado original
cepción yavista. Por eso, los profetas, el Elohísta, el Deute- hereditario obligatoria en todos sus detalles. Cada uno de
ronomio y el Deuteronomista recuerdan a Israel la culpa los tradentes desarrolla diversas teorías y defiende concep-
hereditaria del pueblo; y los salmos y la literatura sapiencial,
ciones a veces bastante distintas que las de otros tradentes.
en parte por influjo de la mentalidad de los pueblos vecinos,
Sin embargo, si prescindimos de puntos menos importantes,
recuerdan la universal tendencia humana al pecado.
difícilmente se puede hablar de contradicciones. Los di-
Con el reflorecimiento de la mentalidad ciánica, en versos enunciados pueden complementarse mutuamente y
la época del destierro vuelve a cobrar vigencia la concep- exigen ciertamente una síntesis. Por eso, si se reconoce el
ción yavista de la historia de la salvación. Pero para ello Antiguo Testamento como documento de la revelación, no
el escrito sacerdotal utiliza sobre todo la idea de una po- se le puede negar a la teología el derecho a intentar
sitiva herencia de bendición, promesa y leyes sagradas, al tal síntesis e integrar después esa síntesis en la doctrina
mismo tiempo que, con relación al pecado y a la desgra-
cristiana del pecado original. Pero, desde luego, la teología
cia, recalca más la responsabilidad de cada generación y
debe esforzarse por distinguir lo que hay de esencial y per-
de cada persona, aunque no pretende negar totalmente la
manente en los enunciados veterotestamentarios, que se
herencia de culpa. El Jehovista y el gran redactor del Pen-
abre paso a través del coro polifónico de los testigos de la
tateuco, alusivamente también el Cronista y la literatura
revelación, de lo accesorio y no obligatorio. No puede co-
sapiencial tardía, aceptan el relato yavista de la caída ori-
locar falsos acentos allí donde la misma Biblia atribuye a
ginal y con ello se adhieren a la creencia en una culpa
hereditaria de todos los hombres, si bien el redactor del un enunciado un valor meramente circunstancial, cediendo
Pentateuco da por supuesto que, después de la caída de al momento la palabra a otras opiniones distintas. Como
Adán, una rama de la humanidad consiguió substraerse herigma obligatorio del Antiguo Testamento, apropiado para
por algún tiempo a la implicación en el pecado de Adán preparar el kerigma neotestamentario y para desembocar en
y sólo llegó a contagiarse con el pecado al aceptar la unión la doctrina eclesiástica del pecado original, pueden con-
con los cainitas; por otra parte, estos tradentes confían en siderarse tal vez los siguientes puntos:
la bendición otorgada por Y ave a la humanidad por medio
de Abrahán, bendición que permite a todos los hombres 1. Todos los hombres, desde el primer instante de su
esperar una nueva salvación, a condición de solidarizarse vida, son pecadores en el sentido veterotestamentario, esto
con Abrahán mediante la fe en las promesas de Yavé. es, nacen en un estado de alejamiento de Dios y de desgra-
cia, del que no pueden liberarse por sí mismos, sino que
Las ideas, así bosquejadas, de los grandes teólogos is- sólo pueden clamar a Dios que les salve. Tal es la ense-
raelitas de la historia, de los profetas, de los salmistas y ñanza fundamental, común a todos los pasajes aducidos.
148 149
2. Como complemento de esto, los teólogos de la his-
toria y los profetas atestiguan en común que aun los miem- Yavista. Pero el autor del escrito sacerdotal no adoptó el
bros del pueblo de Y ave se encuentran sujetos a una enorme relato de la caída, y tal vez incluso lo consideró inadmisible.
carga de culpas, que se inició en los pecados de los padres, Dio por supuesto más bien un paulatino deslizamiento
hacia el pecado, condicionado por la flaqueza de la carne,
en una primera "caída" acaecida en la historia del pueblo,
que relativamente pronto, ya antes del diluvio, se apoderó
que fue infidelidad a la alianza, y se fue incrementando
de todos los hombres sin excepción, convirtiéndolos en
cada vez más de generación en generación, hasta que el
pecadores ante Dios. Finalmente, el redactor del Pentateuco
castigo se hizo inevitable. Por eso, la solidaridad en la cul-
disminuyó notablemente la importancia de la culpa here-
pa tiene dos facetas: es una realidad objetiva y fatal, ya
ditaria, al admitir una rama de la humanidad que sólo
que el pecado crea una "atmósfera" de malicia y tiene con-
posteriormente se dejó contagiar por la maldad de la rama
secuencias palpables, a las que las generaciones posteriores
cainita. Y sólo este redactor hizo del relato de la caída parte
ya no pueden substraerse totalmente; pero también es una
integrante de la Tora obligatoria y con ello del canon.
realidad subjetiva, pues las generaciones posteriores en sus
De ahí que la teología debiera estudiar el relato de la caída,
propias desviadas decisiones éticas se inspiran en la con-
más en ese último contexto redaccional que en el origi-
ducta de los antepasados y, en su actitud espiritual, no pue-
nario contexto yavista.
den distanciarse totalmente de los propios antepasados.
4. Además, se ha de tener en cuenta que ya el Yavista,
3. Solamente el Yavista, el Jehovista, el escrito sacer- junto al aspecto objetivo del pecado original, la pérdida
dotal, el último redactor del Pentateuco, y a lo sumo en de la salóm para toda la humanidad, e incluso para toda la
forma alusiva también el Cronista y Jesús Sirac, atestiguan creación, también pone de relieve el aspecto subjetivo:
que todos los hombres son pecadores —advirtámoslo de ya el primer pecado fue cometido por varias personas, al
nuevo expresamente: en sentido veterotestamentario—, por- menos por dos personas en común, con lo cual esas personas
que el pecado irrumpió muy pronto en la historia humana se mostraron solidarias en su mentalidad. Esto significaría
como poder devastador, y por medio de una acción, que que en el debate en torno al pecado hereditario no debiera
significa una ruptura con Dios. Pero hemos de preguntarnos ocupar el primer plano la acción de un primer padre, sino
si la teología cristiana no ha colocado ahí un falso acento. —de conformidad con el testimonio del Antiguo Testa-
Tan sólo el Yavista, partiendo de su todavía firme men- mento— la efectiva implicación —a partir de algún mo-
talidad ciánica y mediante un planteamiento etiológico, mento— de todos los hombres en la culpa.
que nosotros hoy ya no podemos sin más reproducir, ha
inferido la caída de una primera pareja, que de ese modo En tal caso, el exegeta veterotestamentario podría con-
perdió la salvación para todos los descendientes. El Jeho- cebir una perfecta conciliación de la doctrina del pecado
vista ha conservado, sin crítica alguna, la protohistoria del original con un moderado poligenismo, como recientemente

150 151
lo han intentado P. GRELOT 1 y C. RAHNER. 2 Si la huma- nidad inicial, que de tal modo se hundió en el estado de
nidad ha aparecido mediante "grandes mutaciones" en pecado, que, de hecho, desde un momento muy temprano
una —así llamada— "population" relativamente limitada de la historia de la humanidad ningún hombre llega al
en el espacio, aun prescindiendo de hasta qué punto se mundo en situación de tranquila armonía y unión con Dios.
admite una especial intervención del Creador en tal apa- Sería ergotismo el que un teólogo desechara como peligro-
rición, está claro que esa humanidad ya desde el principio sa esta hipótesis tan sólo porque, en tal caso, habría que
forma una comunidad de vida, en la que el comportamien- contar con la posibilidad de que durante algún tiempo
to ético del individuo ha de tener profundas consecuencias podrían haber coexistido pecadores y hombres que aún no
para todos los congéneres. Una decisión éticamente falsa, se habían contaminado con el pecado. ¿Sería ésa realmente
dirigida contra Dios, y por consiguiente el pecado, sobre una objeción seria contra la doctrina de la universalidad
todo si fuera cometido por un individuo influyente en la del pecado original?
"horda", tendría que repercutir de tal modo entre los con- Si tenemos en cuenta el dato indiscutible de que las
géneres y contagiarlos de tal manera, que muy pronto no genealogías de la protohistoria bíblica son simplemente
habría ya realmente individuo alguno libre de contami- esquemas debidos a la mentalidad ciánica del antiguo Is-
nación. Según esto, el dictamen expresado en Gn 6, 5 y rael, que no nos manifiestan hechos biológicos o históricos,
8, 21, de que los pensamientos de los hombres son malos y que la mentalidad ciánica del Yavista de ningún modo
desde la juventud, se debería aplicar muy pronto a todos podemos reconstruirla a base de nuestras categorías men-
los individuos procedentes de aquella "population", y la tales, ya que las genealogías de Gn 2-11 hemos de incluir-
humanidad, muy cerca de los comienzos de su historia, las en el título de "antigua concepción del mundo, no
habría perpetrado la ruptura con Dios, y habría perdido obligatoria para nosotros", exactamente igual que el es-
la unión y armonía querida por Dios, precisamente la salóm, quema de los siete días del relato de la creación de Gn 1,
la "salvación" en el sentido del Antiguo Testamento. Da- pierde ya mucha importancia la cuestión "monogenismo o
dos los centenares de miles de años que hace que ya existe poligenismo", es más, esa cuestión se hace sospechosa de
la humanidad, según la actual opinión de los antropólogos, ser uno de los muchos problemas aparentes que sólo sirven
sería exceso de sutileza el intentar saber después de cuán- para molestar a la teología.
tos años o generaciones y a partir de qué número total de
individuos se llegó a aquel estado, en el que todos los hom- 5. Los teólogos pasan fácilmente por alto la convic-
bres se deberían considerar como pecadores. En tal caso, ción, común al Yavista, al escrito sacerdotal, al Jehovista
"Adán" sería el tipo y noción colectiva de aquella huma- y al redactor del Pentateuco, de que el hombre como ca-
beza de la creación, por medio de su decisión ética por Dios
1
Véase cap. I, nota 39. o contra Dios, también determina el valor de la creación a
2
Erbsünde und Evolution, en "Concilium", n.° 3 (1967),
459-465. él destinada, y, según esto, por el pecado arrastra en su

152 153
caída a la creación. Aquí se le plantea una pregunta seria el pecado y la muerte en el ya expuesto sentido veterotes-
a la teología sistemática: ¿No se podría también, desde tamentario.
este punto de vista, conciliar la doctrina del pecado original 6. Esta hipótesis no cuadraría mal con otra decisiva
con un moderado poligenismo, para lo cual no vio toda- enseñanza del Yavista y del redactor del Pentateuco, que
vía posibilidad ninguna la encíclica Humani generis? Si nos recuerda ya a Rm 5: Por un hombre, "Adán", vi-
a los teólogos dogmáticos no les está vedado desarrollar nieron ciertamente sobre la humanidad el pecado, la mal-
hipótesis muy audaces, y a menudo incluso aventuradas, dición y la muerte, pero por otro hombre, Abrahán, vi-
para interpretar el dogma del pecado original, no hay nieron también la promesa y la bendición, que permiten
duda de que también un exegeta está facultado para for- esperar de nuevo vida y salvación. Para la promesa y la vi-
mular una hipótesis ciertamente audaz. da, según expreso testimonio de Gn 12, 3 (y pasajes pa-
Sobre la base del Antiguo Testamento sería concebi- ralelos), lo decisivo no es la descendencia biológica, sino
ble la siguiente solución: En algún momento y lugar la es- la solidaridad de sentimientos y mentalidad. Y aquí se les
pecie biológica Anthropos u Homo praesapiens adquirió plantea a los dogmáticos otra pregunta: ¿Por qué va a ser
en un primer individuo la madurez espiritual, con la que esto de otro modo respecto a la implicación en el pecado
un ser terreno se hizo capaz por primera vez para una de- y en la maldición? ¿Por qué esa implicación se tiene que
cisión" moral. Sólo a partir de entonces se podrá hablar de haber efectuado tan sólo a través del origen biológico?
un "hombre" en el pleno sentido de la palabra {Humani 7. Al principio existían no el pecado, la desgracia y
generis: "veros homines"). Ahora bien, si ese primer autén- la muerte, sino la salvación y la vida en la unión con Dios.
tico homo sapiens peca, entonces junto con él, por cons- Esta tesis se ha de mantener como enseñanza revelada obli-
tituir él la cima y cabeza de la creación, la creación entera, gatoria de todos los tradentes pentatéuquicos y del autor
y por consiguiente también todos los seres que se encon- del libro de la Sabiduría. De la salvación no se da una de-
traban en la fase de Anthropos u homo praesapiens, ante finición conceptual, sino que en Gn 2 se la describe con imá-
Dios perdieron, por así decirlo, su valor y cayeron en el genes conmovedoras. El relato del paraíso desiste de una de-
pecado en el sentido veterotestamentario, ya que con el tallada descripción de la vida y de la felicidad del primer
primer pecado toda la creación pierde la salóm. En tal ca- hombre; pero indica que el hombre, antes de la caída, y
so carecería de importancia el número de parejas de ho- con él la creación entera, se mantenía en perfecto orden y
mines praesapientes de las que surgió el homo sapiens: el vivía en pacífica armonía con Dios. Con esto está dicho
primer pecador auténtico, mediante su errónea decisión, todo cuanto más tarde la teología cristiana creyó que debía
ha hecho ya de la creación sana una creación enferma y de desarrollar en la doctrina de los dones preternaturales.
esa manera a todos sus congéneres, que más tarde van lle- Aquí también se ha de hacer una pregunta: ¿la teología
gando a la misma madurez espiritual, los ha colocado bajo no ha sobrevalorado expresiones de sentido figurado y no

154 155
ha formulado afirmaciones sobre los estados del hombre pia situación, la inexistencia de una doctrina inequívoca-
(por ejemplo, sobre su ciencia, su supuesta impasibilidad) mente formulada sobre la naturaleza del primer pecado y
y de la naturaleza, que hace decir a los tradentes bíblicos sobre la esencia de la propensión al pecado, que va inherente
cosas que ellos no intentaron decir o que ni siquiera pu- a todo hombre, nos demuestran que la culpa hereditaria
dieron atestiguar? ¿No habría que contentarse con la com- sigue siendo un auténtico misterio, que Dios no nos ha
probación de que la vida del hombre y sus relaciones con querido esclarecer. Pero el Nuevo Testamento confirma que
Dios y con la naturaleza antes de la caída habían sido "sa- el pecado constituye en el mundo la auténtica desventura,
nas" o perfectas en todos los aspectos, y, de acuerdo con en la que el hombre hubiera caído con carácter irremedia-
la misma Biblia, renunciar a toda ulterior precisión? ble, si el mismo Dios no lo hubiera salvado.

8. La salvación ofrecida al hombre era totalmente in- 10. Si se acepta en serio el Antiguo Testamento como
debida e inmerecida. Según esto, cualquier disputa con documento de la revelación, se ha de admitir que atestigua
Dios sobre el motivo que tuvo para castigar tan severa- inequívocamente la realidad de la culpa hereditaria, de
mente el primer pecado y, a causa del primer pecador, tal manera que cualquier intento de interpretar ese testi-
dejar a todos los hombres posteriores privados de la sal- monio de fe al margen del Antiguo Testamento, ha de
vación, carece de base jurídica. En consecuencia, ¿no de- fracasar necesariamente. Pero, por otra parte, el Antiguo
biera preguntarse la teología si no está concediendo dema- Testamento ha querido informarnos con tan poca claridad
siada importancia al postulado humanístico de la dignidad sobre los detalles de la primera y decisiva caída que todo
humana y demasiado poca importancia a la libertad de Dios intento que pretenda presentar enseñanzas precisas sobre
en conceder la salvación, cuando tanto se esfuerza por es- la naturaleza, el momento y el círculo personal del primer
clarecer el dogma del pecado original y por quitarle ese pecado como parte esencial del mensaje bíblico obligatorio,
rigor que tanto nos choca a los hombres actuales? La dis- está también condenado al fracaso. Ante tal estado de co-
cusión de los exegetas y sistemáticos en torno al pecado ori- sas, todas las hipótesis teológicas' de porte erudito —in-
ginal ¿no encierra a menudo algo de aquella presunción cluso las defendidas en los números 4 y 5—, que intentan
de los amigos de Job, que se creían en la obligación de armonizar el dogma del pecado original con la moderna
justificar a Dios, a pesar de que Dios no necesita justi-
3
ficación alguna, e incluso tal vez esa justificación se la Por desgracia no se ha podido tener presente la reciente-
mente aparecida 2. a edición de A. M. Dubarle, Le peché originel
prohibe a sí mismo? dans l'Ecriture (París "1967) con sus importantes ampliaciones
con respecto a la 1.a edición (v. supra págs. 20s y allí mismo nota
9- Las notables diferencias en las expresiones de cada 33). También remitimos al reciente e interesante artículo de E.
Gutwenger, Die Erbsünde und das Konzil von Trient, en "ZKTh",
uno de los tradentes, el inegable forcejeo por dar respuesta 89 (1967), 433-446, quien también sostiene que el Antiguo Tes-
a preguntas que esos tradentes planteaban basados en su pro- tamento no concede pecado original alguno.

157
156
concepción del hombre y del mundo, se pueden considerar ABREVIATURAS
tranquilamente como divertimientos especulativos, que no
tardarán en ceder el puesto a otras especulaciones.

AfO Archiv für Orientforschung


ANET Ancient Near Eastern Texts Relating to the Oíd
Testament, ed. por / . B. Pritchard, Princeton "1955
AOT Altorientalische Texte zum Alten Testament, ed. por
H. Gressmann, Berlín 1926 (reimpresión: 1965)
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Bb Bíblica
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BJRL Bulletin of the John Ryland's Library
BZAW Beihefte zur Zeitschrift für die alttestamentliche
Wissenschaft
BZ N F ' Biblische Zeitschrift, Neue Folge
CBQ Catholic Biblical Quarterly
CollBrugGand Collationes Brugenses ct Gandavenses
DTh Divus Thomas
DTT Dansk Teologisk Tidsskrift
EvTh Evangelische Thcologie
EThL Ephemerides Theologicae Lovanienses
FF Forschungcn und Fortschritte
HThG Handbuch theologischer Grundbegriffe, ed. por
H. Fríes, 2 Vols., Munich 1962/63

158 159
HUCA The Hebrew Union College Annual
JBL Journal of Biblical Literature
ÍNDICE DE CITAS
JNES Journal of Near Eastern Studies
JRelHist Journal of Religious History
JSS Journal of Semitic Studies
KuD Kerigma und Dogma
LThK Lexikon für Theologie und Kirche, 2." ed., Fri-
burgo de Brisgovia 1957-1965
MthZ Münchener Theologische Zeitschrift
NRTh Nouvelle Revue Theologique
NThT Nederlands Theologisch Tidsskrift
NZSTh Neue Zeitschrift für Systematische Theologie
OLZ Orientalistische Literaturzeitung
OTS Oudtestamentische Studié'n
PEQ Palestine Exploration Quarterly
RA Revue d'Assyriologie
RB Revue Biblique
RHPhR Revue d'Historie et de Philosophie Religieuses
RivBibl Rivista Bíblica
RSPhTh Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques
RSR Recherches de Science Religieuse
StdZ Stimmen der Zeit
ThGl Theologie und Glaube
ThLZ Theologische Literaturzeitung
ThPQ Theologisch-praktische Quartalschrift 1—11 21, 38, 80 3, 17 96
ThQu Theologische Quartalschrift 1—4 21 3, 21.23s 93
ThRu Theologische Rundschau 1—3 22s 4s 48
ThSt Theological Studies 1 153 4 54s, 70, 77
ThWNT Theologisches Worterbuch zum Neuen Testament, 1, 22.28 130 4, 1—24 133
iniciado por G. Kittel, continuado por G. Friedrich, 2—11 17, 153 4, 1—16 23
Stuttgart 2s 22, 24, 38ss, 4, 6s 142
ThZ Theologische Zeitschrift 80, 86, 141s 4, 7 70
VD Verbum Domini 2 155 4, 17—24 23
VT (Suppl.) Vetus Testamentum (Suplement) 2, 1—3 130 4, 17 54
WO Die Welt des Orients 2, 4—3, 24 23 4, 20ss 49
WZKM Wiener Zeitschrift für die Kunde des Morgenlandes 2, 4 132 4, 25s 119
ZA Zeitschrift für Assyriologie 2, 9 87 5 133
ZAW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft 2, 15 89 5, 1—32 131
ZDPV Zeitschrift des Deutschen Palástinavereins 2, 16s 91 5, 21—24 133
Z ev E Zeitschrift für evangelische Ethik 2, 17 87 5, 22.24 64
ZKTh Zeitschrift für Katholische Theologie 2, 23ss 91 6- - 8 23
ZThK Zeitschrift für Theologie und Kirche 3 11—27, 83, 6, 1—4 137, 139, 142
92, 98, 121, 6, 5—8 94
129, 141 6, 5 15, 83, 119,
3, 2s 91 152
3, 15 93 6, 9s 132
3, 16 91 6, 9 64
160
161
6,11—13 133s 39, 14.17 43 24, 14—39 74 7, 24s 51
7, 1 95 41, 12 43 24, 16—29 61
7, 21 133s 43, 32 43 26 44, 74ss, 87» Jue
8, 21 15, 83, 95ss, 45-- 4 7 42 26, 3—8 66 19s 51
119, 152 48, 15 64 26, 3 64 19 107
9, 1—17 130 49, 4—7 54 26, 14 69 20, 6.10 61
9, 11.15s 134 26, 27—45 135 20, 12ss 51
9, 18—27 23, 97 Ex 28 74 20, 16 69
9, 20—25 54 ls 42
lOs 48 1, 10.15s.19 43 Núm Rut
10 132 2, 7.11.13 43 1, 5—16 50 4, 18—22 104
10, 6 49 3, 8 66 3, 1—4 132
10, 15 49 6, 14—26 49 13, 29 106 1 Sam
11, 1—9 23, 97 12, 1—20 131 14, 17s 72 2, 11—3, 18 115s
11,10—27.31$ 132 12, 15.19 50 25, 1—4 106 4, 9 43
12, 1—3 23, 54, 56s, 66 12, 43—49 135 25, 6—13 131 8 76, 112
99, 140 20- - 2 3 129 26, 1—51 50 13, 19 43
12, 3 68, 155 20, 1—17 61 14, 11 43
12, 10—20 98 20, 4ss 112 Dt 29, 3 43
14 43 20, 5s 71s 1—4 111, 113
15 54 20, 12 66 4, 25—28 77 2 Sam
15, 16 71, 77 21, 2—17 61 5, 6—21 61 2, 10—13 76
15, 20 106 22, 4—14. 61 5, 8ss 112 7, 5—16 104, 114
15, 22 66 17—30 61 5, 9s 72 13, 12 61
16s 66 23, 1—19 5, 16 66 21 51, 76
17 135 23, 25—31 66 5, 33 64
17, 1—14 131 30, 33.38 50 8, 6 64 1 Re
17, 1 50, 64 32 110 9 111 8, 31—53 119
17, 16.20 131 34 129 10, 12 64 8, 46 15, 119, 122
19, 37s 49 34, 6s 112 11, 22 64 12, 6—11 81
20, 9 61 34, 7 71 21, 1—9 51 12, 25—13, 34 111
22 54 34, 11—26 61 22, 21 61 14, 8ss 114
25, 1—4 49 34, 11—13. 83 24, 16 115 15, 3s.26.34 114
25, 8 89 15ss 27s 57 16, 25s.30 114
25,12—17.19. Lv 27, 15—26 61 22, 53 114
26 132 7, 20 50 28 77, 87s
26, 1—11 98 16 135 28, 1—14 66 2 Re
27, 1—40 98s 17, 4.9.14 50s 28,15—29,28 111 3, 2s 114
29, 26 61 18, 3 64 28, 15—69 74 5, 27 115
29, 31—30,24 49 18, 7—18 61 28, 15 69 8, 16—19. 114
34 51, 54, 98 18, 29 51 29, 21—27 111 25ss
34, 7 61 19, 8 51 31, 14—30 111 10, 15s 56
35, 22—26 132 19, 26—36 61 32, 15—47 111 10, 31 114
35, 22 54, 98 20, 2—15 61 13, 2 114
35, 29 89 20, 18 51 Jos 14, 5s 114
36, 1—37, 2 132 21, 1—15 61 7 76 14, 24 114
36, 1—43 50 23, 29 51 7, 15 61 15, 9.18.23.28 114

162 163
114 143, 2 120 11, 6ss 107 Dan
17, 2
17, 7—41 11, 10 72 9, 15—19 118
77
17, 19s 115s Job 16, 19 19
19, 34 114 119 23, 26s 73 Os
4, 17
5, 20 69 29, 23 61 2, 6 77
20, 5s 114
115 13, 26 19 31, 2 9 --34 117 9, 10 106s
21, lss
14, 4 119 31, 29s 117 10, 9 107
21, 19ss 114
15, 14 15 32, 18s 117 12, 4 106
22, 15—17 77
33, 27 71 32, 18 72 12, 13 106
22, 16—20 115
35 56 12, 15 72
23, 31 36s 114
24, 19 114 Pro 42—44 126
3, 35 44, 9—1Í7 72 Atn
19
8, 35s 69 2, 4.7 72, :
1 Crón
1—8 49 12, 8 71 Lam
3, 9 71 Miq
1. 1 141 14, 18 19
20, 9 119 5, 7.16 118 6, 6ss 61
2 Crón
Bar Zac
6, 36 119 Ecl
1, 1 5 --19 118 8, 23 68
7, 20 15, 120
Esd
£z Rom
9, 6s 118 Sab
2, 3ss 72, 108 5 11— 17, 155
2, 23s 142
3, 1 6 --21 89 5, 12—21 14
Neh 2, 24 24
14, 14.20 95 5, 12ss 12
1, 6 118
9, 2 118 Eclo 16, 4 4 --52 72
16, 4 5 --52 77, 106 3 Esdr 8, 73s 118
8, 5 15
18 89 Jub 1, 22 118
Tob 25, 24 24, 141
18, 2s 117 1 QS I, 118
3, 2—5 118
Isaías 18, 33 117 21—26
22, 11 117 1 QS IV,
Jud 1, 4 77, 107
23 106 34—37 118s
7, 28 118 5, 18 71
33 89 CD XX,
6, 5 108 119
27—-30
Sd/ 7 104
1, 6 69 33, 14ss 61
15 61 64, 4ss 119
16, lOs 89
17, 13ss 89 J'er
24, 3—6 61 2, 1-7 107
25, 8 70 2, 5—8 72
49, 16—21 89 2, 20.29.32 108
51, 7 11—18, 25, 3, 21 71
26, 120 3, 25 118
72, 17 68 4, 2 68
73, 23—28 89 7, 25s 107
106, 6 118 7, 28 72
119, 111 19 9, 1 108
130, 3 120 9, 12s 73, 108
165
164
ÍNDICE DE AUTORES

Adam, A. 63 Ben-Gavriél, M. Y. 50, 56


Alfaro, J. 65 Berghe, P. van den 62
Alonso Díaz, J. 62 Bertram, G. 26
Alonso Schokel, L. 22, 81, 87 Beyerlin, W. 113
Alt, A. 45 Bic, M. 21s
Althaus, P. 13s Blenkinsopp, J. 81s
Ashkenazi, T. 47 Bonnard, P. E. 121
Astour, M. 43 Bonnet, H . 31
Auerbach, E. 62 Borger, R. 43
Auerbach, M. 111 Bottéro, J. 43
Botterweck, G. J. 62, 121
Bach, R. 63 Bowie, W. R. 21, 93
Bachli, O. 66 Branden, A. van den 47
Baeck, L. 43 Breasted, J. H . 42
Baltzer, K. 56 Breukelman, F. H . 65
Barth, C. 13s
Brichto, H . Ch. 74
Barucq, A. 31
Brunner, E. 12
Bauer, J. B. 21, 27
Brünnow, R. E. 33
Baumgartner, W. 47
Beaucamp, E. 27 Buber, M. 65, 87
Becker, J. 27, 64 Bückers, H . 63
Begrich, J. 22 Budde, K. 132
Belz, W. 45, 53 Buhl, F. 47

167
Campbell, E. F. 44 Fürst, H . 72 Herrmann, S. 46 Kónig, E. 21, 93
Canaan, T. 52 Hertzberg, H . W. 22, 72 Korosec, V. 56
Cassuto, U. 21, 23 Gabrieli, F. 41 Hesse, F. 63 Kramer, S. N . 32
Cazelles, H . 43ss, 64 Galling, K. 42s Heyde, H . 55 Külling, S. R. 130
Cazemier, L. J. 31 Gallus, T. 94 Hillers, D . R. 74 Kupper, J.-R. 41, 43
Clamer, A. 21, 93 Gamber, A. 119 Hoftjizer, J. 46 Kuschke, A. 60, 64
Coppens, J. 22, 55, 65 García de la Fuente, O. 32 Holladay, W. L. 109 Kutsch, E. 64
Couroyer, B. 47 Gardiner, A. H . 31 Horst, F. 63 Kuyper, L. J. 94
Cowley, A. 36 Garelli, P. 39 Houwink ten Cate, H . J. 34
Criado, R. 26s Gelin, A. 27 Huís, A. R. 134 Lach, St 21, 93
Gemser, B. 61 Humbert, P. 22, 130 Lambert, W. G. 22, 39, 96
Chaine, J. 21 George, A. 26 Landersdorfer S. 43
Champdor, A. 29 Gerstenberger, E. 62 Imschoot, P . van 17 Largement, R. 96
Gese, H . 62, 75 Jacob, E. 60 Leibovici, M. 39
Dacquino, P. 23 Gesenius, W. 47 Lewy, I. 22, 43, 111
Daube, D. 25 Jakob, B. 21
Gevirtz, St. 55 Jakubiec, K. C. 21 L'Hour, J. 26, 46, 53, 57s, 61,
Donner, H . 36 Gluek, N . 65 64, 67, 74
Drewníak, L. 94 Janssen, E. 128
Goetze, A. 34s, 43 Janssen, J. 30 Ligier, L. 26, 91
Dreyfus, F. 19 Good, E. M. 107 Lipinski, E. 81
Dubarle, A.-M. 19s, 26, 142, Jean, Ch. F. 32
Gordis, R. 87 Jenks, A. W. 110 Loersch, S. 111
157 Gray, M. P. 42 Loersch, S. 111
Dünner, A. 65 Jenni, E. 114
Greenberg, M. 43 Jepsen, A. 43, 65s Loewe, R. 94
Dus, J. 23, 45 Grelot, P. 23, 26s, 91, 130, 151 Lofthouse, W. F. 65
Dussaud, R. 47 Johnson, A. R. 65
Grollenberg, L. H . 42 Jozaki, S. 87 Lohfink, N . 22ss, 39, 53, 62,
Ebeling, E. 33 Gross, H . 62 Junker, Herm. 30 64, 87ss, 93, 105, 113
Eichrodt, W. 17s, 24, 60, 64 Gross, J. 12, 17, 21ss, 27 Junker, Hub. 21, 93, 118 López, L. 26
108, 121 Grundmann, W. 26 Justesen, J. P. 65 Loretz, O. 137
Eissfeldt, O. 23, 45, 79, 85, 111, Gummersbach, J. 14 Lyonnet, St. 22, 26s, 142
132 Gunneweg, A. H . J. 46, 104 Kaiser, O. 65, 75, 96 Lys, D. 134
Elert, W. 12 Gunkel, H . 21, 85, 93 Kampmann, Th. 21
Elliger, K. 130 Gurewicz, S. B. 111 Kanyamachumbi, P. 64 Maag, V. 50
Erman, A. 31 Gutwenger, E. 157 Kapelrud, A. S. 62, 130 Maass, F. 45
Evans, D. G. 62s Kaufmann, Y. 45, 130 Mallowan, M. E. L. 96
Haag, H . 16s, 21s, 24, 62 Kees, H . 29 Martin, R. A. 93
Fahlgren, K. H . J. 25, 53, 65, Hammershaimb, E. 60 Keller, C. A. 98 Marx, E. 47s
68, 73, 75 Hardy, M. J. L. 52 Kem, W. 87 Mayer, R. 27
Falk, Z. 63 Harrington, W. 113 Kessler, W. 62 Maystre, Ch. 29
Fensham, F. C. 52, 74 Hartmann, L. F. 22 Kilian, R. 45, 64, 80, 110, 122, McCarthy, D. J. 56, 65, 113
Fenz, A. K. 64 Haspecker, J. 93 127ss McKenzie, D. A. 63
Festorazzi, F. 21 Hauck, F. 26 Klawek, A. 93 McKenzie, J. L. 22, 80s
FeuMet, A. 121 Hauret, C h 55, 93 Klengel, H . 41 Mendenhall, G. E. 45, 56, 63
Fichtner, J. 53, 109 Heinemann, G. 63 Knackstedt, J. 94 Meysing, J. 47
Fohrer, G. 23, 46, 57, 62, 77, Heinisch, P. 21, 93 Knierim, R. 27, 69-75 Michalon, P. 65
80, 85 109 Hempel, J. 25, 60, 130 Koch, K. 52, 61, 65, 75, 85, Michl, J. 94
Fraine, J. de 21, 25, 52, 93 Henry M.-L. 80, 130 98, 130 Miras, P. E. 22
Frankowski, J. 67 Hentschke, R. 60, 63 Koch, R. 21 Moderau, H . 30
Frecdman, D. N . 64 Herrmann, J. 19, 46 Kohler, L. 16, 21, 47, 73 Montagne, R. 47

168 169
Montet, P. 31 Renckens, H . 21 Soden, W. von 25 Vaux, R. de 21
Moran, W. L. 64 Rendtorff, R. 64, 80, 96, 130 Soggin, J. A. 22, 45, 113 Vella, J. 70
Morant, P. 21 Reventlow, H . Graf 62, 64 Spadafora, F. 26 Vogt, E. 33
Morenz, S. 30 Rhys, J. H . W. 26 Speiser, E. A. 21, 93, 98 Vollborn, W. 22, 89
Mowinckel, S. 45, 53, 110 Ricoeur, P. 26 Spiegel, J. 30 Vriezen, Th. C. 17s, 65
Mullo-Weir, C. J. 34 Richter, W. 62, 81, 111, 113 Spinetoli, Ortensio da 94
Murray, C. 23 Rigaux, B. 93 Stáhlin, G. 26 Wallis, G. 55
Musil, A. 48 Rinaldi, G. 70 Stahlin, W. 85 Weippert, M. 111
Robinson, H . W. 25, 52 Stamm, J. J. 62 Weiser, A. 60, 65, 85
Neiman, D. 55 Rollig, W. 36 Steinmann, J. 130 Westermann, C. 21, 47, 85
Nielsen, E. 45, 62 Rost, L. 55, 66, 82, 97 Stern, H . S. 87 Whitley, C. F. 64
Nielsen, L. G. 96 Rowley, H . H . 45, 60, 62 Stoebe, H . J. 65, 87 Wiener, C. 64
Noth, M. 45, 112, 127, 130 Ruppert, L. 80s, 110 Stóger, A. 21s Wildberger, H . 66
Notscher, F. 57, 64 Wolf, W. 30
Nystróm, S. 50 Scháchter, E. A. 74 Taylor, R. 89 Wolff, H . W. 80, 109, 113
Scharbert, J. 26, 34, 36, 42, Testa, E. 55 Wooley, L. 96
Olivier, B. 64 46s, 52s, 58, 72s, 75, 89, 94, Thompson, J. A. 111
Oosterhoff, B. J. 64 98, 104, 105ss, 112, 115s, 118, Timm, H . 113 Yeivin, S. 44s
Oppenheim, M. Frhr. von 48 128, 132, 134, 137 Trillhaas, W. 12
Orlinsky, H . M. 46 Schedl, C. 21 Trilling, W. 21, 68 Zimmerli, W. 51, 63, 80, 89, 93
Ott, L. 14s Scheffczyk, L. 15
Zink, J. K. 121
Otten, H . 43 Schilling, O. 62ss Ubach, B. 21 Zobel, H.-J. 45
Oyen, H . van 61 Schmaus, M. 15 Uchelen, N . A. van 44 Zorell 47
Schmidt, H . 93
Patrick, A. T. 62 Schmidt, W. H . 130, 137
Pax, E. 75 Schmitt, E. 89
Pedersen, J. 22, 25, 75 Schmitt, G. 46
Pettazzoni, R. 29, 34 Schmókel, H . 33
Pfeiffer, E. 65 Schniewind, J. 109
Places, E. de 27 Schollgen, W. 60
Plath, S. 64 Schoneveld, J. 118
Plóger, J. G. 67, 72, 74s, 111 Schoonenberg, P. 15, 26
Pohl, A. 43 Schott, A. 38
Pohle, J. 14 Schreiner, J. 62
Porteous, N . W. 60 Schunck, K. D. 46s
Porúbcan, St. 26s, 65, 69, 73 Schütz, P. 12
Procksch, O. 21, 93 Schwegler, Th. 21
Schweitzer, W. 60, 65
Quast, A. 26 Seebass, H . 45, 80
Quell, G. 26 Seeligmann, J. L. 53
Seidensticker, Ph. 56
Rachewiltz, B. 29 Siewerth, G. 11
Rad, G. von 18, 21, 23s, 65ss, Simpson, C. A. 21, 93
75, 89, 93, 130, 133 Skinner, J. 21, 93
Rahner, K. 147, 151 Smend, R. 46
Rced, W. L. 65 Smith, C. R. 26
Reicke Bo 22 Smolar, L. 111

170 171
ÍNDICE

Advertencia preliminar 9
I. Estado de la controversia sobre el pecado original
en el Antiguo Testamento II
II. La pecaminosidad del hombre en el ambiente del
Antiguo Testamento 29
III. Mentalidad ciánica del antiguo Israel 41
IV. El pecado en Israel 59
V. La irrupción del pecado en el mundo, según el
Yavista 79
VI. El "pecado original" de Israel y la pecaminosidad
universal del hombre 103
VIL Reanudación de la concepción yavística de la
historia 125
VIII. Conclusiones e interrogantes 145
ABREVIATURAS 159
Í N D I C E DE CITAS 161
Í N D I C E DE AUTORES CITADOS 167

173

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