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En palabras de Jana Mustafa: “La

discapacidad no debe impedir a nadie volver


a empezar”
Fecha: martes, 14 de noviembre de 2017

Jana Mustafa es una sobreviviente de la violencia que cree que la discapacidad no es un problema. Fotografía: ONU
Mujeres/Eunjin Jeong

Jana Mustafa es una exempleada de una ONG internacional y una sobreviviente de la


violencia. Perdió su trabajo debido a un matrimonio en el que sufría maltrato y padeció
violencia física y psicológica durante años. Consiguió el divorcio con la ayuda jurídica del
centro Hayat de la Franja de Gaza. El centro recibe el apoyo del programa de ONU
Mujeres “Un enfoque holístico para servicios de refugio destinados a mujeres víctimas y
sobrevivientes”, financiado por la Agencia Italiana para la Cooperación al Desarrollo
(AICS). Mientras espera comenzar una nueva vida, Mustafa desea abrir un pequeño
negocio para apoyar a su hijo de seis años Jamal y demostrar que su discapacidad no es
un problema.

“Perdí la pierna izquierda cuando tenía un año y medio. Fue a causa de una
vacunación defectuosa que recibimos mi primo y yo. Mi primo murió ese mismo día.
Nunca me he avergonzado de tener una discapacidad. Siempre he tenido confianza
y he ido bien vestida. También tuve un trabajo en una ONG local que me proporcionó
formación profesional. La gente a menudo se preguntaba cómo conseguí ese trabajo
teniendo una discapacidad. Pero no me importaba lo que pensaban de mí.
Conocí a mi exmarido a través de un amigo hace unos 10 años. Me convertí en su
segunda esposa y vivía en una casa independiente de su primera esposa. Poco
después él comenzó a traer a otras mujeres a mi casa y a golpearme cuando trataba
de impedírselo. También me amenazaba con que no le dijera nada a su primera
esposa sobre las otras mujeres.
Cuando mi familia se enteró de su comportamiento, me pidieron que me divorciase
de él. No sabía qué hacer... Debido a que mi familia venía a menudo a mi trabajo,
comencé a faltar para evitarlos y al poco tiempo me despidieron. Pedí hablar con el
director de mi organización acerca de mi situación, pero no me hicieron caso.
Seguía casada por mi hijo, pero el maltrato no cesó.
Mi exmarido no me mantenía económicamente y utilizó mi discapacidad para
debilitarme. Al final decidí divorciarme y me puse en contacto con una organización
de apoyo a mujeres con discapacidad. Entonces me remitieron al centro Hayat,
donde obtuve apoyo psicosocial y asistencia jurídica gratuita. Las abogadas y los
abogados de Hayat fueron muy serviciales. Cuando recibí el documento que decía
que se había aprobado el divorcio lloré como una niña; fue para mí un gran alivio.
Yo solía ser tímida, pero ahora soy una persona diferente gracias a la ayuda
psicosocial que recibí en Hayat. Siempre alzo la voz cuando veo injusticias.
Sin embargo, mi situación económica es muy difícil, ya que he estado desempleada
durante mucho tiempo. Mi hijo de seis años Jamal y yo vivimos con un subsidio
gubernamental de 60 dólares mensuales. Me he ofrecido para realizar muchos
trabajos diferentes, pero en todos ellos vieron mi discapacidad y no me dieron una
oportunidad. Valgo para la artesanía y la peluquería. Quiero abrir un pequeño
negocio donde no tenga que ser juzgada por jefas o jefes que no saben lo que yo
puedo ofrecer. La discapacidad no debe impedir a nadie volver a empezar”.

Taller de lectura:
1. Escribe en tu cuaderno las ideas principales del testimonio
2. ¿Cuáles derechos están siendo vulnerados en este caso?
3. ¿Cuáles acciones de tipo colectivo pueden llevarse a cabo para hacer frente
situaciones de este tipo?
4. Si pertenecieras al cuerpo legislativo del su país, qué tipo de leyes consideras
la apoyarían, describe en detalle y explica cómo se llevarían a cabo.
5. ¿Conoces de este tipo de casos en tu contexto de país o de ciudad? ¿Cuáles?
6. ¿Es peor o mejor en Colombia este tipo de situaciones? ¿Por qué?

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