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IMPUESTO LOCAL: EL SUMINISTRO DE AGUA EN LA CIUDAD DE

MÉXICO

INTRODUCCIÓN

La urbanización es un hecho ineludible en nuestro mundo cambiante. En países en


vía de desarrollo, la falta de oportunidades laborales en áreas rurales, la declinación
de las economías de subsistencia, y la búsqueda de una mejor vida, entre otros
factores, han motivado el crecimiento exagerado de las ciudades. Los ritmos de
aumento poblacional en los centros urbanos, son mucho mayores y mucho más
rápidos que las oportunidades que pueden ofrecer a sus inmigrantes; ya que no solo
se carece de empleos y oportunidades, sino que tampoco existen los recursos para
poder cubrir sus necesidades básicas. Uno de los recursos esenciales que, junto
con el aire, no tiene sustituto, es el agua. Como recurso irreemplazable, el agua es
un claro ejemplo de las complejas interacciones que se pueden llegar a establecer
entre el entorno ambiental y los ámbitos social, económico, e institucional que dan
lugar a determinar los niveles de bienestar de la población, y además es un
componente estratégico para garantizar la viabilidad de la sociedad y de las
generaciones futuras
Un caso, en cierta medida extremo, es de la ciudad de México, en la que habitan de
acuerdo al último censo de población de 2016, un aproximado de 122,273,000
millones de personas, cuyas necesidades de suministro de agua potable
representan un enorme desafío.
El acuífero que subyace la ciudad y que actualmente constituye la fuente principal
de su abastecimiento, tiene una gran capacidad de almacenamiento, pero su
utilización está restringida por el gran hundimiento del suelo que produce su
sobreexplotación. Los abatimientos producidos en el agua del subsuelo, desde que
se inició el bombeo del acuífero a mediados del siglo pasado, han ocasionado 7.5
metros de subsidencia, en promedio. Este hundimiento ha exacerbado la
propensión natural de la ciudad a las inundaciones, y causa daño en la
infraestructura, que, junto con un control insuficiente de los residuos peligrosos,
contribuyen a producir riesgos de la salud pública y una situación en que la
vulnerabilidad a la contaminación del acuífero principal, ha ido en aumento. Para
tratar de solucionar estos y otros problemas, la Administración Pública ha realizado
grandes inversiones en obras como el Sistema de Drenaje Profundo y Cutzamala.
Sin embargo, entre la población, ha prevalecido la creencia de que el agua, como
recurso, es propiedad del Estado y su suministro constituye un derecho libre de
costo. s así, que los servicios de abastecimiento y drenaje de agua han estado
fuertemente subsidiados, situación que ha dado lugar a déficits financieros y a limitar
los servicios del área urbana e constante expansión; el rápido crecimiento de la
ciudad y el financiamiento insuficiente han restringido la capacidad del gobierno
para satisfacer la demanda, extender la red de distribución a áreas
insuficientemente atendidas, o tratar el agua residual antes de eliminarla, o para
reúso. Estos problemas crecientes y la urgente necesidad de atenderlos, ha
conducido al establecimiento de nuevas leyes y esfuerzos conservacionistas,
programas de difusión y educación, y búsqueda de soluciones innovadoras tales
como la privatización del servicio y tratamiento del agua.
En México, el tema es fundamental, sobre todo porque la disponibilidad, el
consumo, y los usos del agua son muy desiguales. La búsqueda de alternativas
para procurar un mejor desempeño del sector hidráulico, requieren de la
concurrencia interdisciplinaria. La solución al problema no puede centrarse en la
explotación creciente del acuífero y de la importación de agua de cuencas cada vez
más lejanas, se requiere de un esfuerzo coordinado por parte del gobierno y de los
diversos sectores de la sociedad.
En la actualidad, en la Ciudad de México, el 97% de la población tiene acceso al
agua potable a través de un sistema de distribución y al 3% restante se le suministra
por medio de pipas o la obtienen de distribuidores privados. Del agua utilizada en la
actualidad, el 71.3% proviene del acuífero de la Ciudad de México, 26.4% del
Sistema Cutzamala-Lerma (de los cuales 8.8% vienen del Lerma) y el resto, 2.3%
de fuentes superficiales internas al valle de México. El agua en la Ciudad de México
se destina a la industria (17%), al comercio (16%) y uso doméstico (67%), el cual
se divide en el uso del excusado (40%), regadera (30%), ropa (15%), trastes (6%),
cocina (5%), y otros (4%).

El esquema del presente trabajo está integrado de la siguiente manera:


En el primer capítulo Recorrido Histórico de la Administración del Agua en la
Ciudad de México, se hará una breve remembranza de la gestión del agua en las
épocas prehispánica, española y contemporánea, a fin de establecer los
antecedentes base de la gestión actual.
En el segundo capítulo intitulado Normatividad vigente de la Ciudad de México
para la Gestión del Agua Potable, se abordarán la Ley de Aguas del Distrito
Federal, Ley Ambiental de Distrito Federal y el Programa de Agua Sustentable para
la Ciudad de México, a manera de establecer el Marco Jurídico del tema objeto del
presente trabajo.
El tercer capítulo, Esbozo histórico del Desarrollo Sustentable, pretende hacer
un trazado del surgimiento y evolución de un desarrollo sustentable, enfocada al
agua. En este apartado se desarrolla la imprescindible participación de la
Organización de la Naciones Unidas en el tema del Medio Ambiente.
En los capítulos cuarto, ¿Cómo se paga el agua en la Ciudad de México?, y
quinto, ¿Cómo se calcula en casa-habitación y en comercio?, se explica de una
manera concisa y fácil de entender la manera en que se computan las cantidades
de consumo de agua potable según el uso de suelo y de qué forma los habitantes
de la Ciudad pagan este derecho.
Por último, se hará un análisis general del tema, a manera de Conclusiones y se
formularán algunas Propuestas que el equipo sugiere para mejorar el suministro,
distribución, conservación, aprovechamiento y pago del agua.

PROPUESTAS
1. Jerarquizar las opciones de suministro existentes. En la toma decisiones relativas
al desarrollo de nuevas fuentes, deben tomarse en consideración las modificaciones
que los programas de administración de la demanda y uso eficiente del agua
introducirán en los patrones de consumo, pues esta es una manera poco costosa
para satisfacer las necesidades de suministro. Por otra parte, el reúso y la recarga
artificial, utilizando agua residual tratada, son opciones de bajo costo que amplían
la oferta. Además, existe la posibilidad de aprovechar más ampliamente la parte
norte de los acuíferos en la cuenca de México.
2. Ampliar el tratamiento del agua residual. Para aprovechar el amplio potencial de
agua rehabilitada, es necesario ejecutar programas más amplios de pretratamiento,
antes de su eliminación en el drenaje, de las aguas residuales industriales.
3. Establecer un programa de vigilancia y protección del agua subterránea. Las
inversiones en la protección de los recursos de agua subterránea son más efectivas
y eficiente que su restauración; ya que, de hecho, una vez que se ha contaminado
una fuente, limpiarla para llevarla al nivel de agua potable puede no ser factible. El
programa de protección puede incluir medidas como aumentar las restricciones a
las descargas industriales, controlar lo residuos peligrosos, establecer instalaciones
sanitarias donde falten y ejecutar programas de protección a los pozos.
4. Tratamiento del agua residual antes de su eliminación y mayor vigilancia de la
salud pública. Reiteramos la importancia de ampliar y mejorar la capacidad para
tratar el agua residual, tanto para eliminarla en condiciones más seguras como para
reusarla. El esfuerzo sanitario debería prestar especial atención a áreas donde las
enfermedades gastrointestinales infecciosas son más evidentes.
5. Administrar la demanda y atender el suministro. La demanda y la oferta de agua
se pueden equilibrar introduciendo una noción más amplia de administración, en la
cual se requiere un proceso de planeación. Entre los instrumentos de política para
la administración de la demanda están: programas públicos educacionales,
readecuación de las instalaciones sanitarias, leyes de conservación, programas de
instalación y mantenimiento de medidores y planeación del uso del suelo urbano,
así como sistemas tarifarios y de cobro efectivos, que igualen la recuperación de
recursos con los costos del suministro.

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