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Unidad Educativa La Salle

Carlos Vega Educación Ciudadana 05 – 04 – 2014 3 Bachillerato “B”

CONCEPCIÓN DE CIUDADANÍA

EL CONCEPTO DE CIUDADANO EN LA ANTIGÜEDAD

EN LA NTIGUA GRECIA

La ciudadanía tiene dos características fundamentales: pertenece sólo a una élite y representa un vínculo de carácter religioso. El
primero de dichos requisitos se evidencia en la Constitución de Atenas. Nos dice Aristóteles en esa obra: “Dragón dispuso sus leyes, y
esta organización fue del siguiente modo:

La plena ciudadanía se le daba a los que tenían su armamento de hoplitas...El Consejo lo forman cuatrocientos uno de los ciudadanos
del pleno derecho a quienes toca en suerte...” (Edición bilingüe, traducción y Nota con Estudio Preliminar por Antonio Tovar. Instituto
de Estudios Políticos, Madrid, 1970, párrafo 4).1, 2 y 3).

La relación entre el ciudadano y la polis ha sido descrita por Werner Jaeger así: “La polis representa un nuevo principio, una forma más
firme y más completa de vida social... con la polis surgió, por primera vez, lo que nosotros denominamos estado, aun cuando la palabra
griega puede traducirse lo mismo por estado que por ciudad... La polis es el centro dominante, a partir del cual se organiza
históricamente el período más importante de la evolución griega... la pertenencia a una ciudad tenía para los griegos un valor ideal,
análogo al sentimiento nacional para los modernos... La polis como suma de la comunidad ciudadana da mucho. Puede exigir, en
cambio, lo más alto... En tanto que es estado incluye al hombre en su cosmos político, le da, al lado de su vida privada, una especie de
segunda existencia, el bios político... Lo realmente nuevo y lo que en definitiva trajo consigo la progresiva y general urbanización del
hombre fue la exigencia de que todos los individuos participaran activamente en el estado y en la vida pública, y adquirieran conciencia
de sus deberes ciudadanos completamente distintos de los relativos a la esfera de su profesión privada... El ideal del ciudadano como
tal, fue el que Félix enseñó a Aquiles: ser apto para pronunciar bellas palabras y realizar acciones... Cuando apareció el nuevo estado
jurídico, la virtud de los ciudadanos consistió en la libre sumisión de todos, sin distinción de rango ni de nacimiento, a la nueva
autoridad de la ley” (Paideia. Los Ideales de la Cultura Griega. Fondo de Cultura Económica, México, 1967, p. 84-115). Ese ideal
ciudadano fue el que Platón ejemplificó en su diálogo Critón, al presentar la negativa de Sócrates a escapar de la condena que se le
había impuesto, pese a considerarla injusta, por estimar que con ello desairaba las leyes de su patria, que podían recordarle todo lo que
les debía desde niño.

Cuando Platón escribe sus diálogos, en el siglo IV antes de Jesucristo, ya habían declinado el poder político de Grecia y la estructura
interna de la sociedad griega. Se trataba más bien de un esfuerzo para recuperar lo perdido. Lo importante es que fue a través de su
pensamiento que los ideales de la cultura griega fueron transmitidos a otros pueblos de la Antigüedad y a sus sucesores, sirviendo de
modelo ejemplificador. En la concepción griega sobre el “ciudadano” se ve claro el origen de la identidad con el concepto de
nacionalidad.

EN LA ANTIGUA ROMA

A diferencia de Grecia, la ciudadanía en Roma no constituía una comunidad cerrada sino que se convirtió en un fenómeno universal,
dado que en el año 212, Caracalla la otorgó a todos los hombres libres del Imperio. Claude Nicolet calcula que recibieron ese beneficio
un total de seis millones de personas, lo que constituia entre una quinta o una décima parte de la población del Imperio. Dicho autor
nos describe los atributos de la ciudadanía, diciendo que era una garantía cívica y jurídica”. En la República incluía un derecho de
participación en la vida política, pudiendo participar en las deliberaciones y en las elecciones de Magistrados. En el Imperio, al ser
sustituidos los Cónsules por los Emperadores, desapareció esa participación política y se mantuvieron sólo las garantías (The World of
the Citizen in Republican Rome. Traducción del Francés por P. S. Falla, Batsford Academic and Educational, London, 1980, p. 20).

El ejemplo de los privilegios del ciudadano romano en la época del Imperio lo tenemos, en una forma vívida, en los Hechos de los
Apóstoles, al narrar la prisión de San Pablo después de su confrontación con los judíos de Jerusalén: “Ordenó el tribuno que le metiesen
en la fortaleza y que, azotándole, le atormentasen, para descubrir por qué causa gritaban tanto en contra de él. Ya que lo hubiesen
atado con las correas, dijo Pablo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito a vosotros, azotar a un ciudadano romano y eso sin
formarle causa? El centurión, oído ésto, fue al tribuno y le dijo: Mira lo que haces; pues este hombre es ciudadano romano. Llegándose
entonces el tribuno a él, le preguntó: Dime, ¿eres tú Romano? Respondió él: Sí. A lo que replicó el tribuno: A mí me costó una gran
suma de dinero ese privilegio. Y Pablo dijo: Pues yo lo soy de nacimiento. Al punto se apartaron de él los que le iban a dar el tormento.
Y el mismo tribuno entró en temor después de que supo que era ciudadano romano y que le habían hecho atar” (Hechos de los
Apóstoles, 22-24 a 29).

Posteriormente, se confirma la situación de privilegio, cuando se decide juzgar a San Pablo: “Mas, Festo, queriendo congraciarse con los
Judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén y ser juzgado ante mí? Respondió Pablo: Yo estoy ante el tribunal del
César, que es donde debo ser juzgado; tú sabes muy bien que yo no he agraviado a los judíos. Que si los he ofendido, o he hecho alguna
cosa por lo que sea reo de muerte, no rehúso morir, pero, si no hay nada de cuanto éstos me imputan, ninguno tiene derecho a
entregarme a ellos. Apelo al César. Entonces Festo, habiéndolo tratado con los de su consejo, respondió: “¿Al César has apelado? Pues,
al César irás” (ibid, 25-9 a 12).

EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA EN LA EDAD MEDIA

El corporativismo y las relaciones feudales diluyeron el concepto de ciudadanía y las personas en general difuminaban su personalidad
en los gremios y en los feudos. Sólo los señores y los maestros tenían autonomía personal y posible protagonismo. Se experimenta la
aparición del concepto de imperium. Bajo el dominio del rey, la noción de comunidad políticamente organizada cede frente al poder de
esa figura.

EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA EN EL RENACIMIENTO

Las llamadas "repúblicas'' del Renacimiento no son, de ningún modo, democráticas. En ellas, todas las personas que hoy tenemos la
costumbre de agrupar bajo el nombre de "pueblo", es decir, obreros, artesanos, pequeños comerciantes, campesinos y algunos
profesionales, quedan fuera del ámbito de la toma de decisiones. Lorenzo el Magnífico, el más brillante de los Médicis, decía de ese
"pueblo" lo siguiente: "No hay nada de genio en las gentes menudas que trabajan con sus manos, y que no disponen del tiempo libre
necesario para cultivar su inteligencia. El poder lo tiene la burguesía, pero no cualquier tipo de burguesía, sino una curiosa mezcla, que
incluye familias de la nobleza antigua y familias surgidas del pueblo, casi en proporciones iguales. Los ciudadanos, los que tienen
derecho a intervenir en los asuntos públicos, no son todos burgueses. Los burgueses no todos son ciudadanos. Mandan los maestros de
oficios, a través de sus corporaciones de artes mayores y artes menores, que son estructuras profesionales y de castas privilegiadas, a
las que se puede pertenecer por herencia o por ejercicio. En una ciudad de 60 ó de 80 mil habitantes, sólo hay unos mil ciudadanos.
Hay activos y pasivos, es decir, los que pagan impuestos y, por lo tanto pueden ejercer derechos, y los que no los pagan y carecen de
ellos. Lorenzo el Magnífico. El poder en la república de Florencia. (Adaptación).

EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA EN LA EDAD MODERNA

La importancia que se le da al concepto de “ciudadano” aparece en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
aprobada por la Asamblea Nacional Francesa el 27 de agosto de 1789. Los derechos del hombre son libertades. Le permiten al hombre
conducir una vida personal. Le confieren una era de autonomía. Los derechos del ciudadano son poderes; aseguran la participación de
todos en la conducción de la ciudad. La idea de libertad civil revela el inicio de la concepción del liberalismo económico que liberó el
siglo XIX. Se inicia el periodo republicano, lo que da pie al posterior surgimiento de la democracia. Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano Revolución francesa – 1789.

EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA EN LA ÉPOCA ACTUAL

La adquisición de estos derechos siguió una secuencia temporal: Siglo XVIII: se adquirieron los derechos civiles que incluyen los
derechos que garantizan las libertades básicas, tales como igualdad ante la ley y el derecho a la protección de la propiedad. Siglo XIX:
los derechos a participar en los procesos políticos. Siglo XX: los derechos sociales adquieren igual status que los derechos civiles y
políticos.

Poder de la ciudadanía

Vivimos en un estado “democrático” en el que la representación de los ciudadanos la ostentan los políticos profesionales, que cada
cuatro años renuevan mediante el proceso de elecciones esta representación o delegación de poder. Este ejercicio que realizamos no
deja de tener una gran importancia, por muy denostada que esté en estos momentos la clase política, ya que el fin del estado
democrático consiste en la búsqueda del bien común. Es decir, satisfacer las necesidades y aspiraciones de los colectivos que
configuran una sociedad. Esta y no otra es la justificación del hecho democrático, que unos pocos tomen las decisiones adecuadas para
que la mayoría pueda satisfacer sus necesidades y aspiraciones. Lo que nos lleva a recordar la archiconocida pirámide de Abrahan
Maslow, reflejada en su obra “Una teoría sobre la motivación humana”, en la que se presenta recogen las necesidades humanas, desde
las más básicas fisiológicas hasta las más elevadas autorrealización.
¿Qué sucede en un momento cómo el actual? En estos momentos constatamos que los gobernantes, a los que hemos dado esta
atribución mediante el proceso de votación, no son capaces de dirigir y gobernar el país de forma que permita satisfacer las
necesidades de los ciudadanos, más de 5 millones de parados, mayor dificultad de acceso a la salud, recortes drásticos en educación,
encarecimiento de tasas universitarias, emigración de los jóvenes mejor preparados y un largo etc. Pero no sólo es esto lo que sucede,
por otro lado tenemos grupos de ciudadanos, reducido verdaderamente, que si están satisfaciendo sus necesidades, incluso por encima
de sus expectativas, recordemos el hecho de que el consumo de lujo crece un 25%. La pregunta es obvia, ¿para quién gobiernan
nuestros “gobernantes? Hemos fijado como postura que el ejercicio del poder es para satisfacer las necesidades del colectivo y si en
estos momentos las necesidades satisfechas sólo son de una pequeña parte de la sociedad, ¿qué está sucediendo?, pero vayamos más
allá, ¿qué camino nos queda?

Pues efectivamente ciudadano, nos queda la fuerza de la ciudadanía reivindicando sus derechos, reivindicando sus necesidades y
reivindicando las injusticias. El fenómeno político debe ir ligado a la realidad, nuestros gobernantes, en todos los ámbitos desde el
municipal hasta el nacional deberían estar pegados a la realidad y buscar denodadamente el bien común, pero esto a veces se les olvida
y es la obligación de la ciudadanía recordar insistentemente de manera fehaciente que el verdadero poder reside en cada uno de los
ciudadanos. Ellos lo saben por eso algunas veces, o no tan algunas, se intenta distraer a la población con cortinas de humo. Hoy, el día
después de la segunda huelga general que vive el gobierno actual, ante voces altisonantes que pretenden restringir más el derecho de
huelga, con la supresión de piquetes informativos por ejemplo, merece la pena recordar que una de las características de la teoría
general de Maslow implica que “sólo las necesidades no satisfechas influyen en el comportamiento de todas las personas”.

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