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Una máquina con una cara de muñeca imita imágenes en la pantalla de la televisión en
busca de un rostro satisfactorio. Se nos presenta un relato visual de deseos extraviados así
como de identidades fracturadas por nuestra extensión tecnológica en el futuro.
La trama de esta historia se desarrolla en un contexto abstracto. Inexistente y ficticio.
Aquel robot con cara de muñeca o de mujer, quiere emular lo que observa a través del
televisor cuando este está encendido. Al parecer hay una conexion entre ambos. Ella al
moverse, hace que el otro se aleje cada vez más y como consecuencia ambos se
desconectan por la insistencia del robot dejando de generar señal alguna.
El arte siempre será una expresión humana, que parte de la necesidad de comunicar una
situacion determinada y que en contrapunto, la tecnología le sirve como un medio para
poder darlo a conocer de diversas maneras. Podemos así rescatar algunas categorías
estéticas que el autor desarrolló en esta producción. La belleza femenina representada en
el rostro, la cuál es efímera, además de expresión de sentimientos como el asombro,
desesperación, enojo vinculados a las acciones de aquella. El uso de primeros planos, de la
iluminación y el color.