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El dequeísmo consiste en la presencia de una preposición de parásita delante de la conjunción

subordinante que. Es decir, dicha preposición no está exigida por ningún elemento del texto o
enunciado.

Puede decirse que existen 3 clases de “dequeísmos” diferentes. En primer lugar, existe
dequeísmo cuando aparece la preposición de delante de una secuencia oracional subordinada
de sujeto, atributo o complemento directo. Un ejemplo sería “es seguro de que va a llover”
(función de sujeto). En segundo lugar, se produce dequeísmo cuando el hablante confunde el
uso de preposiciones: en yo confío de que la gente nos ayude debería utilizarse la preposición
en y no de. Por último, otra clase sería cuando se deforman las secuencias locucionales
conjuntivas con la presencia injustificada de la preposición de, probablemente a analogías con
otras locuciones conjuntivas donde la preposición es necesaria. Un ejemplo de este tercer tipo
sería *una vez de que haya terminado el partido, iremos a tu casa.

El dequeísmo se encuentra muy presente en la lengua oral. Por este motivo, deberíamos
establecer las distintas causas de su aparición y extensión.

Primeramente, el fenómeno de ultracorrección impulsa a muchos hablantes a reponer la


preposición de en aquellos lugares donde no es necesaria. Esto ocurre en presencia de la
conjunción que y para evitar el “queísmo” caen en el “dequeísmo” (en *“me acuerdo que
íbamos al colegio” el verbo “acordarse” exige “de”).

Otra causa sería por cruces analógicos, es decir, es posible que se incurra en dequeísmo
usando verbos que se relacionan con sustantivos que pueden llevar “adyacentes oracionales”
precedidos por “de” (por ejemplo, en “tengo el deseo de que me visitéis pronto” es posible
que se pase a decir *“deseo de que me visitéis pronto”). Esta analogía también se da entre
sustantivos y adjetivos que comparten el mismo lexema y por sinonimia entre un verbo que
exige “de” y otro que no, así como entre verbos y locuciones verbales. Sin embargo, los cruces
analógicos que más puede favorecer el dequeísmo son los que se producen entre verbos que
comparten el mismo lexema pero cuyo comportamiento sintáctico es diferente. Un ejemplo
sería “me avergüenzo de que seáis así” (verbo pronominal y se construye con suplemento)
frente a *”me avergüenza de que seáis así” (verbo no pronominal y se construye con sujeto).

En tercer lugar, es posible que se incurra en dequeísmo en los verbos que cuentan con dos
regímenes, como informar, dudar, advertir, etc.

Además, debemos señalar que el dequeísmo se encuentra muy arraigado en zonas de habla
catalana. Esto puede deberse, por un lado, a que en el catalán es normal la construcción de
infinitivo precedido por la preposición “de” y subordinada a un verbo principal de lengua,
petición, etc. Para traducir estas construcciones al español, es necesario utilizar la conjunción
subordinante “que” y el verbo correspondiente en forma personal. Por ello, es posible que se
mantenga la preposición “de” señalada (por ejemplo, en “em va dir d’anar de vacances djunts”
es probable que se traduzca al castellano como “me dijo de ir juntos de vacaciones”). Por otro
lado, el dequeísmo en estas zonas es, además, un caso de ultracorrección.
Por último, el dequeísmo también puede deberse a la intención enfática por parte de algunos
hablantes, o bien a la creencia de que la secuencia “de que” es más culta. Esto se da, sobre
todo, en Andalucía y Extremadura.

El mejor procedimiento para identificar un dequeísmo es el de la conmutación. Es decir,


sabremos si se produce si al conmutar la secuencia oracional subordinada por una categoría
nominal (sintagma nominal, pronombre…) la preposición “de” desaparece; de lo contrario, las
construcciones son correctas.

El procedimiento de la conmutación puede resultarnos útil en varios casos, como los


siguientes:

Con el verbo informar, que presenta dos regímenes distintos: con suplemento de cosa y
complemento directo de persona, y con complemento directo de cosa y complemento
indirecto de persona (“informó a los periodistas de que había ocurrido una atentado” y
“informó a los periodistas que había ocurrido un atentado”). Ambas oraciones son correctas.

Asimismo, con el verbo advertir. Este verbo presenta varios regímenes: con c. directo y sin c.
indirecto significa “percatarse”, con el que no es posible la presencia de “de” (*”la policía
advirtió de que había un coche…”); con c. directo de cosa e indirecto de persona tiene
significados de “amonestación” o “amenaza” y con valor realizativo, con el que se producen
casos de dequeísmo (*”os advierto de que os voy a castigar”); y con c. directo de persona y
suplemento de cosa con la preposición “de”, significa “informar”, “indicar” (“mi padre nos
advirtió del peligro que corríamos”).

Con el verbo “cuidar” con el significado de “dedicar atención o interés a una cosa” puede
construirse con c. directo o suplemento, por lo que son válidas las oraciones subordinadas con
“que” y “de que”. Sin embargo, con “de que” el significado es más cercano a “atender a que
ocurra o se haga cierta cosa”. En estos casos, es preferible la construcción con la preposición
(“cuidaré de que todo esté a punto”). Además, cuando el verbo se construye con dativo ético,
solo es posible la construcción con suplemento, es decir, con “de que”(“cuídate de que nadie
te moleste”).

Con las locuciones verbales “dar vergüenza”, “dar miedo”, “dar pena”… son igualmente
correctas las construcciones con suplemento o con sujeto. Por ello, se podría utilizar tanto “de
que” como “que” (“me da vergüenza de que se comporte así” y “me da vergüenza que se
comporte así”).

Con las secuencias “ser fácil” y “ser difícil”, cuando los adjetivos significan “facilidad” y
“dificultad”, se construyen con “de” seguido de infinitivo (“esta comida es fácil de digerir”). No
obstante, cuando los adjetivos pertenecen al campo semántico de la
“probabilidad/improbabilidad”, lo gramatical es la subordinación con “que” y sin “de” (“es fácil
que llueva”). Por tanto, las construcciones con “de” + infinitivo y las que presentan que +
subjuntivo dependientes de los adjetivos fácil y difícil no son equivalentes funcionalmente,
por lo que no se justificarían estructuras dequeístas como *“es fácil de que llueva”.

Con la construcción “hace [tiempo, años…] que” cuando es sintácticamente impersonal exige
“de” delante de pronombres o sintagmas nominales, pero rechaza la preposición cuando el
complemento lo desempeña una estructura oracional precedida de “que” (“hace veinte años
de la muerte de tu padre” y “hace veinte años que murió tu padre”). Ante esto falla el
procedimiento de la conmutación y, además, estas estructuras nominales y oracionales no se
corresponden sintácticamente con las anteriores. Sin embargo, está claro de que secuencias
como *”hace veinte años de que murió tu padre” son claramente dequeístas a pesar de que la
preposición “de” es obligada cuando en lugar de la oración aparece una categoría nominal
(“hace veinte años de la muerte de tu padre”).

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