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CUENTOS CLASICOS PRIMER GRADO TELESECUNDARIA

PULGARCITO

Una vez hubo un campesino muy pobre que se encontraba frente al fuego mientras su esposa
hilaba. Ambos sentían pena por no haber tenido hijos, ya que el silencio que había a su alrededor los
entristecía.

La mujer dijo que se conformaría incluso con un hijo pequeño, que no fuese más grande que un pulgar.
Días después la mujer enfermó, y al cabo de siete meses dio a luz un niño tan pequeño como un
pulgar.

El matrimonio, contento, pensó en llamar al niño Pulgarcito. Por mucho que comía y pasaba el tiempo,
el niño no crecía nada, pero por el contrario se trataba de un niño listo y muy hábil que conseguía
hacer todo lo que se proponía.

Un día el padre se fue al bosque a cortar leña, y pensó que necesitaba a alguien que le llevase el
carro. Pulgarcito se ofreció a hacerlo. Al padre le entró la risa debido a que era demasiado pequeño
para llevar las bridas del caballo.

Pulgarcito se acercó a la oreja del caballo y le fue diciendo por dónde tenía que ir. Al rato encontraron
a dos forasteros que se sorprendieron de ver al caballo moverse sin nadie que lo guiase. Decidieron
seguir al carro hasta que llegó al lugar en el que se encontraba el padre.

Cuando vieron a Pulgarcito pensaron que podían conseguir una gran cantidad de dinero por enseñarlo.
Se acercaron al padre le dijeron que se lo compraban. El padre se negó, pero Pulgarcito le dijo que lo
vendiese y que él ya sabría cómo regresar.

Durante el camino, Pulgarcito se escondió en una madriguera de forma que los hombres no pudiesen
cogerlo. Al final se rindieron y se marcharon. En su vuelta a casa encontró una caracola donde decidió
quedarse a dormir. Al rato dos hombres pasaron barajando la posibilidad de robar al cura su oro y su
plata. Pulgarcito se ofreció a ayudarles.

Al llegar, Pulgarcito entró en la casa y comenzó a gritar preguntando que qué querían que les sacase.
Al final la cocinera se despertó y los ladrones huyeron. Pulgarcito se escondió y al final la mujer pensó
que lo había soñado.

Pulgarcito decidió quedarse a dormir sobre la paja, pero al día siguiente, la cocinera fue a dar de comer
a las vacas y Pulgarcito acabó en el estómago de una de ellas. Al verse en esta tesitura, Pulgarcito
empezó a pedir ayuda, y la mujer pensó que la vaca hablaba. El cura acudió y ordenó matar a la vaca
porque creía que era obra del diablo.

Pulgarcito que estaba todavía en el estómago de la vaca fue tragado de nuevo, pero esta vez por un
lobo. Pulgarcito le ofreció al lobo decirle dónde podría encontrar buena comida a cambio de la
libertad. El lobo le escuchó y se pegó un buen festín. Al querer salir había engordado tanto que ya no
podía pasar por la puerta. Entonces Pulgarcito empezó a gritar hasta que despertó a los padres.
Los padres mataron al lobo y sacaron a Pulgarcito, con lo que de nuevo toda la familia volvió a estar
junta.

LOS TRES CERDITOS

Había una vez tres hermanos cerditos que vivían en el bosque. Como el malvado lobo siempre los estaba persiguiendo para
comérselos dijo un día el mayor:

- Tenemos que hacer una casa para protegernos de lobo. Así podremos escondernos dentro de ella cada vez que el lobo
aparezca por aquí.

A los otros dos les pareció muy buena idea, pero no se ponían de acuerdo respecto a qué material utilizar. Al final, y para no
discutir, decidieron que cada uno la hiciera de lo que quisiese.

El más pequeño optó por utilizar paja, para no tardar mucho y poder irse a jugar después.

El mediano prefirió construirla de madera, que era más resistente que la paja y tampoco le llevaría mucho tiempo hacerla.
Pero el mayor pensó que aunque tardara más que sus hermanos, lo mejor era hacer una casa resistente y fuerte con ladrillos.

- Además así podré hacer una chimenea con la que calentarme en invierno, pensó el cerdito.

Cuando los tres acabaron sus casas se metieron cada uno en la suya y entonces apareció por ahí el malvado lobo. Se dirigió a
la de paja y llamó a la puerta:

- Anda cerdito se bueno y déjame entrar...

- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!

- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!

Y el lobo empezó a soplar y a estornudar, la débil casa acabó viniéndose abajo. Pero el cerdito echó a correr y se refugió en la
casa de su hermano mediano, que estaba hecha de madera.

- Anda cerditos sed buenos y dejarme entrar...

- ¡No! ¡Eso ni pensarlo!, dijeron los dos

- ¡Pues soplaré y soplaré y la casita derribaré!

El lobo empezó a soplar y a estornudar y aunque esta vez tuvo que hacer más esfuerzos para derribar la casa, al final la
madera acabó cediendo y los cerditos salieron corriendo en dirección hacia la casa de su hermano mayor.

El lobo estaba cada vez más hambriento así que sopló y sopló con todas sus fuerzas, pero esta vez no tenía nada que hacer
porque la casa no se movía ni siquiera un poco. Dentro los cerditos celebraban la resistencia de la casa de su hermano y
cantaban alegres por haberse librado del lobo:

- ¿Quien teme al lobo feroz? ¡No, no, no!

Fuera el lobo continuaba soplando en vano, cada vez más enfadado. Hasta que decidió parar para descansar y entonces
reparó en que la casa tenía una chimenea.

- ¡Ja! ¡Pensaban que de mí iban a librarse! ¡Subiré por la chimenea y me los comeré a los tres!
Pero los cerditos le oyeron, y para darle su merecido llenaron la chimenea de leña y pusieron al fuego un gran caldero con
agua. Así cuando el lobo cayó por la chimenea el agua estaba hirviendo y se pegó tal quemazo que salió gritando de la casa y
no volvió a comer cerditos en una larga temporada.

PINOCHO

En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba un día más de trabajo
dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construido.

Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de
pino, Geppetto decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su
muñeco fuese un niño de verdad.

Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada buena y
viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al
muñeco.

Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se movía,
caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero.

Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y
que aprendiera muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el
hada buena.

Pero, en el camino del colegio, Pinocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo
sus travesuras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a
sus nuevos amigos, buscando aventuras no muy buenas.

Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de
burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, le crecía la nariz poniéndosele colorada.

Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y arrepentido decidió buscar a Geppetto.
Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme
ballena. Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito.

Cuando Pinocho estuvo frente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió
muy grande su boca y se lo tragó también a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se
reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí.

Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estornudar a la
enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes.

Todos se encontraban salvados. Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha
comportado bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne
y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años.

FIN
PETER PAN

En las afueras de la ciudad de Londres, vivían tres hermanos: Wendy, Juan, y Miguel. Wendy,
era la mayor, y disfrutaba mucho el contarle historias a sus hermanitos, las cuales eran en su
mayoría sobre las aventuras de Peter Pan.

Una noche, mientras se preparaban para dormir, una traviesa lucecilla entró por la ventana.

—¡Son Peter Pan y Campanita! —. Después de los saludos, Campanita esparció polvitos
mágicos a los tres hermanos y los llevaron volando hasta Nunca Jamás. Al llegar ahí, Peter
Pan, les mostró el barco del temible Capitán Garfio. Y le pidió a campanita que los llevara
hasta la casa del árbol, mientras se libraba de él.

Pero Campanita sentía celos de Wendy. Y le dijo a los Niños Perdidos que era mala, así los
pequeños que vivían ya en la casa del árbol se portaron mal con ella. Afortunadamente, Peter
Pan, regresó a tiempo y aclaró toda la situación. Además reprendió a Campanita.

Después llevó a sus amiguitos a visitar la aldea de los indios Sioux. Donde encontraron al
gran jefe muy triste y preocupado porque su hija Lili había salido por la mañana y aun no
regresaba. Cómo Peter era el que cuidaba de todos en la isla, salió a buscar
a Lili acompañado de Wendy. Hasta que la encontraron prisionera del Capitán Garfio, en la
playa de las sirenas. La tenia atada a una roca, amenazando con dejarla allí hasta que la
marea subiera, si no le contaba donde estaba la casa de Peter Pan. Pero la pequeña era muy
valiente, se negaba a revelar ese secreto aunque el Capitán se viera furioso.

En ese momento, Peter Pan aprovechó para enfrentarse a Garfio, y romperá las cuerdas que
sujetaban a la niña. Los espadazos sonaban por aquí y por allá, y entre tanto ruido, el Capitán
oyó un sonido muy familiar; tic-tac, tic-tac, lo reconoció al instante, porque se trataba de su
reloj, aquel que el cocodrilo había devorado junto con su mano.

Garfio estaba muy horrorizado, significaba que el cocodrilo se acercaba y tenía miedo de ser
devorado, su cuerpo temblaba sin control y acabó cayéndose al mar. Después de eso, no se
le vio nuevamente en Nunca Jamás.

Peter y Lili regresaron a la aldea, donde el jefe tenia lista una gran fiesta para celebrar que su
hija estuviera de vuelta. Los tres hermanitos y los niños perdidos también estuvieron ahí y la
pasaron muy bien.

Después de esta gran aventura, Peter y Campanita llevaron a Wendy, Juan, y Miguel de
vuelta a Londres, prometiendo regresar para vivir juntos una nueva aventura.

Fin
LA BELLA Y LA BESTIA
Hace muchísimo tiempo había una joven buena y hermosa, a quien las gentes del lugar la llamaban Bella. Llamarla así no era
sino una expresión de admiración por la perfección física y espiritual de la muchacha.

El padre de la joven, un acaudalado comerciante, cayó, de la noche a la mañana, en la miseria más triste. Así que padre e hija,
habituados a la comodidad que acarrean las riquezas, vieron cómo sus amigos de los buenos tiempos ahora se iban alejando.

Un buen día en que el padre decidió hacer un viaje hacia una feria, pero desgraciadamente se peridó en el bosque. La noche
llegó y, con multitud de sombras y ruidos persiguiéndole, encontró un enorme palacio.

Llamó a la puerta y, como nadie contestó, entró en el palacio, recorrió un montón de pasillos lujosos, hasta llegar a una
espléndida mesa que estaba servida y comió cuanto pudo. Cuando sació su hambre, eligió un amplio y mullido lecho y se
echó a dormir.

Al día siguiente, al continuar el recorrido por el palacio, halló en el establo un caballo perfectamente preparado. Montó en él
y, abandonando la señorial mansión, se alejó tranquilamente.

Apenas hubo avanzado un trecho, se encontró con un hermosísimo jardín, poblado de exóticas y aromáticas flores. No
pudiendo resistir la tentación de recoger, se apeó del caballo y arrancó una linda flor para llevársela a la Bella, su hija. Apenas
arrancó la flor, el suelo comenzó a temblar y apareció una bestia horripilante, diciendo:

- ¡Insensato! ¡Yo te proporciono el deleite de ver y palpar estas flores, y tú me las robas! ¡Morirás!

El hombre repuso:

- Dueño de estos dominios: jamás creí hacer daño al coger una hermosa flor para llevarla a mi desolada hija.

La Bestia contestó enfadada:

- ¡Yo soy la Bestia! Pero ya que tienes una hija, si ella quiere morir en tu lugar, alégrate, estarás sano y salvo.

Bella, advertida por un hada buena, acudió al palacio y, a pesar de las súplicas de su padre, insistió quedarse en él.

Pero, la Bestia, lejos de hacer pedazos a la joven dama, lo miró con bondad. De modo que todo el palacio lo dispuso para ella.
Sólo la eventual presencia del monstruo turbaba su sosiego. Así, la primera vez que la Bestia entró a sus habitaciones, creyó
morir de terror. Pero, con el tiempo, fue acostumbrándose a su desagradable compañía.

Bestia, comenzó a sentir algo hacia Bella, pero a ella no le convencía su forma de ser. Con el paso de los días, Bestia cambió su
forma de ser y de actuar. Bella veía cada vez más que tenía una belleza interior insuperable y que detrás de esa fea apariencia
existía un enorme corazón.

Se conocieron más y más, y después de mucho tiempo, comenzaron a quererse. Ambos terminaron declarándose su amor y,
de inmediato, sucedió un milagro: la Bestia se transformó en un apuesto príncipe. Y éste exclamó completamente feliz:

- ¡Bella, mi hermosa Bella! Yo era un príncipe condenado a vivir bajo la apariencia de un monstruo, hasta que una joven
hermosa consintiese en ser mi esposa. Ahora que esto ha sucedido, pongo a tus pies, a la par de mi profundo amor, mis
riquezas.

En ese momento, la Bella le dio su mano y lo hizo ponerse de pie. Y mirándose cariñosamente, ambos se estrecharon en un
largo y fuerte abrazo. Y, como es de suponer, se casaron y fueron muy felices.
FIN

RAPUNZEL

Este cuento corto infantil cuenta la historia de una bellísima doncella, con cabellos largos y dorados
como el sol. Ella se llamaba Rapunzel vivía con una bruja anciana que la encerró en lo más alto de una
torre, pues no quería que la belleza de la joven atrajera la atención de desonocidos que rondaban por
el bosque, que era en donde se encontraba.

El pelo de Rapunzel era tan extenso, que cada vez que la bruja acudía a visitarla en la torre, le gritaba
para que se lo soltara por la ventana y ella pudiera trepar hasta la ventana, pues no había ninguna
puerta por donde entrar.

Un día, el princípe del reino encontró la torre mientras cabalgaba por el bosque y al observar lo que
hacía la anciana para poder escalar, decidió esperar a que terminara con su visita para probar suerte.
Una vez que ella se hubo marchado se acercó hasta ahí, e imitando la voz de la hechicera hizo que
Rapunzel echara su cabello y escaló hasta su habitación.

Cuando ambos se encontraron ahí, grande fue la sorpresa de la muchacha, que nunca había visto a
nadie aparte de la bruja que la cuidaba. Nada más verla el princípe quedo enamorado de ella, y
después de presentarse y tranquilizarla hablaron por largo rato.

A partir de entonces Rapunzel siempre lo recibía a escondidas, de modo que ella también comenzó a
enamorarse. Fue entonces que decidieron escapar juntos y una noche, después de que la hechicera
hubo abandonado la torre, Rapunzel bajo de la torre con ayuda del princípe y partieron con rumbo a
su palacio.

Al día siguiente se celebró una boda grande y ostentosa en el reino y Rapunzel se convirtió en princesa.
Y nunca más volvió a vivir encerrada entre cuatro paredes, ni aislada del mundo.
LA PRINCESA Y EL SAPO

La Princesa y el Sapo Hace mucho tiempo, vivía una bella Princesa que era muy soñadora, creía en la
magia y siempre se llenaba la cabeza de aquellas cosas y paraba en las nubes.

Un día, mientras paseaba por el bosque, llegó a un bello estanque, y al asomarse sobre este, escucho
una voz, al observar bien de donde venia, vio que provenía de un Sapo que se acercaba rápidamente a
ella. Ella con mucho miedo dijo: "¡No, no!, ¡no te me acerques feo Sapo!" "Espere por favor bella
señorita." - Dijo el Sapo - "No le haré nada malo, solo soy un Sapo inofensivo." "¿El Sapo habla?, ¿qué
deseas de mi señor Sapo?" - Dijo la Princesa aun temerosa. "Le pido me disculpe el atrevimiento." -
respondió el Sapo - "Pero si usted fuera tan amable de darme un beso suyo, yo volvería a ser humano."

La Princesa se hizo atrás y dijo: "¡¿Yo besar a un Sapo?!, ¡No, que asco!, ¡no puedo hacer eso!" "¿Por
qué dice eso señorita?." - Dijo el Sapo - "Yo en realidad soy un Príncipe." "No, no le creo." - Respondió
la Princesa - "¿Cómo un Sapo como usted podría ser un Príncipe?" "La verdad, yo fui embrujado
cruelmente y convertido en un Sapo." - dijo el Sapo - "¿Usted no cree en la magia?" "Sí creo en la
magia." - Respondió la Princesa. "Entonces, por favor, béseme." - Dijo el Sapo.

Creyendo en su ideal, la Princesa lo hizo, y besó al Sapo. A los pocos segundos, algo increíble sucedió.
El feo Sapo, se convirtió en un apuesto Príncipe tal como él lo dijo.

Cuando la Princesa y él Príncipe encantado se vieron, sintieron amor a primera vista. Al poco tiempo,
se casaron y con el tiempo, vivieron muy felices para siempre
EL GATO CON BOTAS

En un lugar muy lejano había un viejo molinero que tenía tres hijos. Cuando la muerte ya le andaba
cerca, decidió llamarlos para repartirles lo poco que tenía de herencia. Al mayor de los hermanos le
dejó el molino, al mediano el burro y al más pequeño le dejó su gato. Al poco de repartir, el padre
murió.

Los dos hermanos mayores comenzaron a utilizar la herencia que les había dejado el padre, mientras
que el pequeño cogió unas botas del padre y se las puso al gato. Partieron a recorrer el mundo.

Durante su camino pararon a descansar bajo un árbol. Mientras el amo dormía, el gato le quitó una
bolsa que llevaba y la llenó de hierbas, dejando la bolsa abierta. Un conejo que andaba por la zona se
metió en la bolsa y el gato tiró de la cuerda atrapándolo. Con el conejo se dirigió hasta el palacio para
ofrecérsela al rey.

Una vez frente a su majestad le dijo que se trataba de una ofrenda de su amo, el marqués Carrabás.

El rey aceptó el regalo, y conforme fueron transcurriendo los días, el gato le llevó más regalos. Un día
el rey decidió hacer una fiesta en palacio, y el gato se paró a pensar y le comentó a su amo que tenía
una idea para mejorar sus vidas. Aunque el amo no entendía bien lo que el gato le pedía, hizo caso de
sus consejos.

El gato le dijo que se quitase la ropa y se metiese en el río. En ese momento se acercaban carruajes
reales, donde iban el rey y su hija. Cuando pasaron a su altura, el gato les pidió ayuda porque el
marqués Carrabás se estaba ahogando.

El rey se acercó a ayudar, mientras que la princesa se quedó embelesada con la belleza del marqués.
Lo vistieron y subieron a la carroza.

Mientras tanto, el gato se acercó a los campos del pueblo y pidió que dijeran al rey que esos terrenos
eran del marqués. Pero como no había castillo, tuvo que acercarse al del ogro y lo retó a convertirse en
algo tan pequeño como una mosca o un ratón. Finalmente el ogro se transformó en ratón y el gato se
abalanzó sobre él y se lo comió.

Al llegar las carrozas, el rey quedó admirado de todas las propiedades del marqués y le propuso
casarse con su hija para compartir los reinos. Él aceptó y a partir de entonces todos vivieron felices en
el lugar.
LA CIGARRA Y LA HORMIGA

La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían su aroma...y la cigarra
cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero
trabajando, recogiendo alimentos.

- ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras canto algo
para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.

- Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta holgazanería – le respondía la
hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.

La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.

Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se habían quedado sin
hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio
a lo lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.

- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una
casa caliente, mientras que yo no tengo nada.

La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.

- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías mientras yo
cargaba con granos de trigo de acá para allá?

- Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.

- ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-

Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.

Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar el tiempo.

FIN
EL SOLDADITO DE PLOMO

Hubo una vez un juguetero que fabricó un ejército de soldaditos de plomo. Cada uno llevaba un fusil al
hombro y una chaqueta roja, pantalones azules y un sombrero negro alto con una insignia en la frente.
Al juguetero no le alcanzaba el plomo para el último soldadito y lo tuvo que dejar sin una pierna.

Finalmente expuso los soldaditos en una vitrina de la tienda, y un hombre los compró para regalárselos
a su hijo. Cuando el niño abrió la caja le llamó la atención el soldadito que tan sólo tenía una pierna. Le
hizo un pequeño castillo de cartón y puso a su lado una bailarina de papel.

Cuando todos se fueron a dormir los juguetes empezaron a divertirse, y los únicos que no se movían
eran el soldadito de plomo y la bailarina de papel. Ambos se miraban el uno al otro, y a las 12 de la
noche apareció un duende que se puso celoso porque miraba la bailarina y le echo una maldición.

Al día siguiente el niño fue a jugar con su soldadito de plomo y lo puso al borde de la ventana de forma
que acabó cayendo a la calle. La criada no dejaba niño que bajarse a buscar su soldadito porque estaba
lloviendo, y el niño pensó que había perdido su juguete.

Fuera había varios niños jugando bajo la lluvia y encontraron a soldaditos de plomo. Le hicieron un
barco de papel para que navegase por las calles, pero finalmente al cayó a una alcantarilla.

El soldadito no sabía dónde iba a parar de repente se encontró con una rata gigante que le pidió que le
pagase el peaje, pero con el soldadito no podía hacer nada para detener el barco siguió navegando
hasta que empezó a naufragar y acabó hundido en el agua.

Un pez que pasaba por el lugar se lo tragó y se dirigió al mar. Finalmente un barco pescó al pez y
casualmente dicho pez acabó en la casa del niño.

Al comerse el pescado el niño pudo volver a encontrar a su soldadito de plomo y se puso muy feliz.
Cuando lo vio la bailarina empezó a llorar de nuevo, pero el hermano mayor vio el soldadito roto y que
olía a pescado, por lo que decidió arrojar al soldadito la chimenea.

Aquí poco a poco se fue derritiendo, y un golpe de aire acabó llevándose a la bailarina también hasta el
fuego. Finalmente ambos se fundieron juntos y cuando la familia apagó el fuego al día siguiente pudo
encontrarse un trozo de plomo con la forma de un corazón.
EL PATITO FEO

Había una vez una pata que estaba empollando sus huevos y esperaba a que naciesen para poder
presumir de sus fuertes y preciosos hijos. Así fue como espero la mamá pata muchos días con mucha
paciencia pues siempre tenia que vigilar que estuviesen calentitos bajos sus abrigas patas.

Un determinado día comenzaron a abrirse los cascarones y fueron saliendo todos los patitos. Muchos
animales del bosque se acercaron para ver a los nuevos miembros de la manada, todos fueron
saliendo del cascaron poco a poco, eran grandes y muy hermosos… pero cuando nació el último de los
patitos vieron que al contrario que todos sus hermanos este era muy pequeño, gordo y feo.

Con el tiempo todos fueron creciendo hasta volverse unas aves muy bonitas, sin embargo el último de
los patitos en nacer seguía sin mejorar su aspecto ni su tamaño, esta circunstancia hizo que todos sus
hermanos lo llamasen “Patito Feo”. Finalmente, sus propios hermanos empezaron a avergonzarse de
él por lo feo que era y empezaron a despreciarlo cosa que entristeció enormemente al patito.

El patito se sentia muy desgraciado por esta situación por lo que decidió alejarse de allí. En su camino
encontró una granja donde nadie lo rechazaba por lo que decidió quedarse a vivir, pero con el paso del
tiempo todos empezaron también a insultarle y a burlarse de él, por lo que volvió a escapar para
buscar otro sitio donde le quisiesen.

Tiempo después llegó a un lago donde encontró unos hermosos cisnes que se alegraron cuando lo
vieron, el patito se quedó muy extrañado ya que lo habían aceptado desde el primer momento cosa
que lo alegró enormemente.

Lo cierto es que no sabía lo que estaba pasando, pero de repente, al mirar al agua se dio cuenta de que
se había convertido en un precioso cisne al que ya nadie mas se reiría de él. A partir de aquí vivió feliz
con su nueva familia olvidando a todos los que se rieron de él pues lo juzgaron por ser un pato cuando
realmente era un cisne.

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