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III.

Análisis de otros supuestos en donde, a pesar de que la prescripción resulta


oponible e irrevocable, merecen igualmente un tratamiento especial según la Corte
IDH
III.1. "Otras violaciones a derechos humanos causadas por agentes del Estado, que
prescriben por falta de investigación diligente o por negligencias procesales, sin que
pueda probarse que ello derive de la voluntad deliberada de procurar
impunidad" (Operada la prescripción de la acción penal la misma resulta irrevocable y
no hay posibilidades de aplicar sanciones penales, no obstante subsiste igualmente el
deber del Estado de investigar y esclarecer completamente lo sucedido, con el fin de
satisfacer el derecho de las víctimas, sus familiares y la sociedad de conocer la verdad
de lo acontecido, así como la obligación del Estado de resarcir los daños causados y
asumir su responsabilidad internacional)
a) Alcances: Estos casos se diferencian de aquellos incluidos en la categoría
previamente analizada (Acápite II.2.), por el hecho de que aquí la falta de diligencia o
negligencias que se verifican en la investigación no pueden atribuirse con certeza a una
voluntad deliberada de los órganos encargados de la persecución penal de que la acción
prescriba para no esclarecer el delito y procurar la impunidad de sus responsables.
En efecto, a diferencia de lo que se indica para la categoría precedente, aquí la
prescripción de la acción penal sí resulta oponible y una vez decretada con firmeza se
torna irrevocable, no obstante lo cual, al encontrarse involucrados agentes del Estado en
el hecho delictivo, subsiste igualmente la obligación del Estado de investigar con la
debida diligencia el hecho (a pesar de la imposibilidad de aplicar pena) con el sólo
objeto de esclarecer lo sucedido y determinar sus responsables, para satisfacer así el
derecho de las víctimas, sus familiares y la sociedad en general a conocer la verdad de
lo acontecido, resarcir los daños ocasionados, y asumir la responsabilidad internacional
que le quepa por el incumplimiento (en estos casos "no deliberado") de sus
compromisos asumidos en ese plano (Corte IDH, "Caso Vera Vera y otra vs.
Ecuador", Serie C n°226, Sentencia del 19 de mayo de 2011).
Este criterio se ha aplicado (con pocas precisiones acerca del modo en que se debe
proceder en la continuación del procedimiento) en casos que involucraron la muerte no
violenta de quienes se encuentran privados de libertad bajo custodia estatal, en orden a
la determinación de posibles negligencias de los funcionarios a cargo, entendiendo la
CSJN que en tales casos debe continuarse con la investigación cuando se encuentra
involucrado personal policial -inclusive fuera de funciones- a fin de "brindar una mejor
tutela judicial efectiva a los familiares de la víctima (arts. 8.1 y 25.1 de la CADH), con
prescindencia de que por el tiempo transcurrido sea posible o no aplicar sanciones
penales.
b. Casos:
b.1. Vera Vera vs. Ecuador (Corte IDH, Sentencia del 19/05/2011):
Derechos afectados: Derecho a la vida, integridad personal, garantías judiciales y
protección judicial (arts. 5.1, 5.2 y 4.1, con relación al 1.1., 8.1. y 25.1 de la CADH)
Imputados: policías federales y médicos de hospitales públicos.
Víctimas: particular detenido herido, que luego muere, y su madre, a la que el Estado no
le brindó respuestas, ni durante la detención, ni después del fallecimiento de su hijo.

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Hecho: un particular, tras ser perseguido por civiles que lo acusaban de haber intentado
un robo a mano armada, es detenido por la policía con una herida de bala (que no se
sabe quién la causó) y mantenido luego bajo la custodia del Estado, sin que se le brinde
atención médica adecuada (existió negligencia médica en los hospitales a los que se
llevó al detenido) ni oportuna (mientras permaneció detenido no fue sometido a
controles físicos adecuados) tras lo cual falleció a los diez días de detenido.
Responsabilidad del Estado: se declaró la responsabilidad internacional de Ecuador por
no investigar el hecho (tanto la causa y responsables de la herida de bala como las
causas y responsables por su muerte en detención). Sólo se elaboró un informe policial
acerca de lo ocurrido que no satisface el deber de investigar, juzgar y sancionar a los
responsables.
Criterio de la Corte IDH: declaró la responsabilidad internacional de la República de
Ecuador, y le ordenó investigar el hecho para satisfacer el derecho de los familiares del
fallecido a conocer la verdad de lo acontecido, con la obligación de difundir ello en los
medios. Asimismo, lo condenó a indemnizar a los familiares.
b.2. "Funes, Gustavo Javier y otro" (CSJN.S.C. F 294; L.XLVII.)
El precedente previamente analizado tuvo recepción por parte de nuestra Corte Suprema
de Justicia de la Nación al resolver el caso del niño Víctor Alejandro Flores. Sucedió
allí que dos policías habían atropellado a un niño en el año 1991, omitiendo llevarlo a
un hospital, dejando que muera, para luego ocultar su cadáver. Al ser hallado de
casualidad el cuerpo recién en el año 2008, un año después, en una misma resolución se
dispuso imputar a los policías por los delitos de homicidio culposo y encubrimiento, y al
mismo tiempo, sobreseerlos por constatar que a esa altura la acción penal se encontraba
prescripta.
Llegado el caso a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, esta ordenó reabrir el caso.
Si bien se confirmó la prescripción dictada, se explicó que siendo que fue la propia
negligencia judicial (no direccionada dolosamente a procurar impunidad) lo que
posibilitó que prescribiera la causa, la extinción de la pretensión penal no autoriza al
Estado a desentenderse de la obligación de asegurar el derecho de los padres de la
víctima a conocer la verdad de los hechos.
Se hizo eco allí del voto expuesto en disidencia por el juez Fayt in re "Mazzeo" (Fallos:
330:3248), exponiéndose que si bien la cuestión que allí se trataba era la
constitucionalidad del indulto dispuesto por el decreto 1 002/89, se señaló que "...el
derecho de las víctimas a la verdad —previsto en la CADH— puede asegurarse sin
necesidad de violentar las garantías del imputado sometido a proceso" (consid. 49, p.
3354).
La doctora Argibay también votó en disidencia y dejó en claro "que no se cancela la
posibilidad de investigación y de llegar a conocer la verdad, sino que se está tratando la
situación de una sola persona, en una situación particular. Otros casos pueden ser
distintos" señaló (consid. 7°, en p. 3378). Si bien fueron votos en disidencia, en cuanto a
la continuidad de la investigación hubo unanimidad pues, como la mayoría de la Corte
se pronunció por la invalidez constitucional del decreto, ello importó la reapertura del
proceso que había quedado clausurado por efecto del indulto oportunamente dictado por
el Poder Ejecutivo.

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En definitiva, se señaló que dadas las particularidades del caso, el Estado debía observar
las "condiciones de vigencia" fijadas al respecto por la Corte Interamericana y brindar
una mejor tutela judicial efectiva a los familiares de la víctima (arts. 8.1 y 25.1 de la
CADH), con prescindencia de que por el tiempo transcurrido sea posible, o no, aplicar
sanciones penales (conf. Caso "Vera Vera", cit. —acápite III.1.b.1.—). Esta
jurisprudencia ha sido receptada, también, por el Tribunal Superior de Justicia de
Córdoba, en autos: "Carranza, Mauricio Ariel y otros p.ss.aa. Tortura calificada por
muerte", Sentencia n° 546 de fecha 02/12/2015.
III.2. "Violaciones a los derechos humanos causadas por particulares, que prescriben a
causa de negligencias en su investigación por parte de los órganos del estado, sin que
pueda probarse que ello derive de la voluntad deliberada de procurar su
impunidad (Prescripción resulta irrevocable, sin que sea tampoco posible continuar la
investigación para esclarecer el hecho, subsistiendo solo la obligación del Estado de
resarcir los daños y asumir la responsabilidad internacional que le quepa)
a) Alcances: Si bien aquí también se abordan supuestos en donde la causa ha prescripto
como consecuencia de negligencias de parte de los órganos del Estado en la
investigación y tramitación de causas que involucran afectaciones a derechos humanos,
respecto de las cuales no se verifica una voluntad deliberada de procurar impunidad, la
diferencia con la categoría precedente radica en que aquí los hechos ilícitos investigados
involucran sólo a particulares. En efecto, al no encontrarse involucrados agentes del
Estado en el delito investigado, y tampoco verificarse cosa juzgadaaparente
o fraudulenta, no sólo resulta oponible e irrevocable la prescripción de la acción penal,
y es, en efecto, imposible ya aplicar pena, sino que tampoco se genera siquiera el deber
de continuar la investigación para lograr al menos el esclarecimiento de la verdad de lo
acontecido, como se indica para la categoría precedente (acápite III.1), sino que aquí,
por graves que sean las negligencias de los órganos del Estado encargados de la
persecución penal, que —sin buscarlo— han dejado sin posibilidades de esclarecer un
caso que involucra la violación de derechos humanos, ello solo le podría generar al
Estado, como garante del acceso a la justicia y de una tutela judicial efectiva,
responsabilidad civil resarcitoria frente a las víctimas o sus familiares por la denegación
de justicia, sin perjuicio —además— de la responsabilidad internacional que le quepa
por el indebido cumplimiento (no deliberado) de sus compromisos internacionales al
respecto.
Los efectos de la cosa juzgada ya no pueden hacerse ceder en este tipo de casos, por
cuanto no se puede hacer cargar al imputado (ajeno al Estado) con los retardos,
negligencias e incumplimientos de los órganos de justicia, por más graves que fueren, ni
siquiera bajo la invocación de la necesidad de brindar una tutela judicial efectiva a la
víctima, en cuanto, al no verificarse aquí alguno de los supuestos que habilita a
considerar que la cosa juzgada es aparente o fraudulenta, su revocación vulneraría
inconstitucionalmente el principio del ne bis in ídem y atentaría contra la seguridad
jurídica.
Ello, desde que justamente uno de los fundamentos de la recepción del instituto de la
prescripción (respecto del cual la Corte IDH se refiere como garantía integrante del
debido proceso frente al imputado) es el de no cargar al acusado con la ineficacia del

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Estado en su función judicial de determinar la responsabilidad o irresponsabilidad por
un hecho, en detrimento de la dignidad humana, lo que exige que al individuo acusado
se le brinde, en un tiempo razonable, certeza acerca de su situación jurídica frente al
Estado, garantizándosele a partir del dictado de una decisión definitiva al respecto la
seguridad jurídica de que su situación quedó definitivamente resuelta en el sentido que
allí se disponga y no se volverá a revisar en su contra (cosa juzgada).
En sintonía con lo aludido la Corte IDH sostuvo que no se le puede atribuir al imputado
que "soporte la carga del retardo en la administración de justicia", lo cual traería como
resultado el menoscabo de los derechos que le confiere la ley (Corte IDH, caso Albán
Cornejo y otros vs. Ecuador, Sentencia de 22 de noviembre de 2007, Fondo,
Reparaciones y Costas).
Para Parenti, en la causa de mención la Corte IDH restringió los límites de su doctrina
sobre imprescriptibilidad, corrigiendo la postura esgrimida en el fallo Bulacio siendo
que, como se verá a continuación, los hechos del presente caso planteaban un supuesto
claramente alejado de conductas constitutivas de crímenes de derecho internacional o
que pudieren considerarse dentro del relativamente incierto concepto de graves
violaciones de los derechos humanos (12). De ello se deduce que para la Corte IDH, en
tales casos, es sólo el Estado quien deberá cargar, como se dijo, con la responsabilidad
de resarcir los perjuicios derivados de sus incumplimientos (no deliberados) frente a las
víctimas o sus familiares y asumir la responsabilidad internacional que le quepa.
b) Caso:
Albán Cornejo y otros vs. Ecuador (Corte IDH, Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 22 de noviembre de 2007).
Derechos afectados: Vida, Integridad Personal, Protección a la Familia, Deber de
adoptar disposiciones de derecho interno, Protección Judicial, Garantías Judiciales.
Imputados: Médicos.
Víctimas: Particulares.
Hecho: El 13/12/1987, Laura Susana Albán Cornejo ingresó al Hospital Metropolitano,
en Quito, Ecuador. Su hospitalización se debió a un cuadro clínico de meningitis
bacteriana. Posteriormente, el 17/12/1987 sufrió un fuerte dolor, por lo que el médico
residente le prescribió una inyección de diez miligramos de morfina. Al día siguiente,
mientras permanecía bajo tratamiento médico, la misma falleció. Sus padres iniciaron
una acción judicial para determinar la responsabilidad por su muerte. Uno de los dos
médicos investigados por negligencia fue sobreseído, mientras que la situación jurídica
del otro médico se encontraba pendiente de resolución judicial.
Responsabilidad del Estado: El Estado de Ecuador realizó un reconocimiento parcial de
responsabilidad internacional, el cual fue aceptado por la Corte IDH.
Criterios de la Corte IDH:
Señaló que en el caso estaba probada la estrecha vinculación afectiva de Carmen
Cornejo de Albán y de Bismarck Albán Sánchez con su hija, para considerarlos como
víctimas de hechos violatorios al art. 5 de la CADH, y en particular, la situación de la
primera, quién se dedicó a la búsqueda de justicia por la muerte de su hija.
La falta de respuesta judicial para esclarecer la muerte de Laura Albán afectó la
integridad personal de sus padres, Carmen Cornejo de Albán y Bismarck Albán

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Sánchez, lo que hace responsable al Estado por violación del derecho consagrado en el
art. 5.1 de la Convención, en relación con el art. 1.1, en perjuicio de las referidas
personas.
El Estado tuvo conocimiento el 3 de agosto de 1995 acerca de la muerte de Laura
Albán, siendo a partir de esa fecha cuando debió iniciar e impulsar la investigación y el
esclarecimiento de los hechos. Sin embargo, no fue sino hasta quince meses después
que inició la investigación, tal como quedó probado. Al respecto, la Corte IDH
consideró que el hecho anteriormente descrito denota que las autoridades estatales no
asumieron con seriedad y con las debidas garantías la denuncia presentada por los
padres de Laura Albán. Consecuentemente, el Tribunal considera que el Estado vulneró
los art. 8.1 y el 25.1 de la Convención Americana, al no iniciar oportunamente la
investigación de la muerte.
La adecuación del derecho interno a la CADH, conforme el art. 2 de ésta, se debe
realizar a la luz de la naturaleza misma de los derechos y libertades y de las
circunstancias en las que se produce el ejercicio de adecuación, en forma que asegure la
recepción, el respeto y la garantía de aquellos. En el presente caso, se aduce la
inexistencia o la deficiencia de normas sobre mala praxis médica siendo que los Estados
deben adoptar las medidas necesarias (v.gr.: la emisión de normas penales, el
establecimiento de un sistema de justicia para evitar y sancionar la vulneración de
derechos fundamentales, etc.).
La prescripción en materia penal determina la extinción de la pretensión punitiva por el
transcurso del tiempo, y generalmente, limita el poder punitivo del Estado para
perseguir la conducta ilícita y sancionar a sus autores. Esta es una garantía que debe ser
observada debidamente por el juzgador para todo imputado de un delito. Sin perjuicio
de lo anterior, la prescripción de la acción penal es inadmisible e inaplicable cuando se
trata de muy graves violaciones a los derechos humanos en los términos del Derecho
Internacional. La jurisprudencia constante y uniforme de la Corte así lo ha señalado. En
el presente caso no opera la exclusión de prescripción, porque no se satisfacen los
presupuestos necesarios (13).

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