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100 FÓRMULAS
PARA LLEGAR
AL ÉXITO
Y SER FELIZ.
INDICE.
Pág. .
PRÓLOGO: LA CARTA A GARCIA. 3
CAPÍTULO I.
LOS QUE TRIUNFARON HICIERON ESTO. HÁGALO UD TAMBIEN. 8
CAPITULO II.
REGLAS QUE NUNCA FALLAN. 15
CAPITULO III.
LEMAS QUE TRANSFORMAN PERSONAS. 19
CAPITULO IV.
ERRORES QUE PUEDEN SER FATALES. 22
CAPITULO V.
REMEDIOS SEGUROS Y FÁCILES. 26
CAPÍTULO VI.
NORMAS QUE LE VAN A EVITAR MUCHOS MALES. 45
CAPITULO VII.
PRINCIPIOS QUE SIEMPRE PRODUCEN BUENOS RESULTADOS. 64
CAPITULO VIII.
LAS LEYES DEL ÉXITO Y LA FÓRMULA MAGISTRAL. 73
CAPÍTULO IX.
CÓMO ADQUIRIR UNA MENTALIDADD POSITIVA. 90
PRÓLOGO.
LA CARTA A GARCIA.
Es una de las páginas modernas más populares en el mundo. Antes de que la lea
conviene que recuerde la historia de tan curioso “Mensaje”.
Fue escrita por un norteamericano, el día 22 de febrero de 1899, aniversario del
nacimiento de Jorge Washington.
El único fin que se propuso su autor al redactar fue excitar a los inactivos y
pesimistas a dedicarse con todo el entusiasmo posible a la acción, sin
contentarse con hacer únicamente aquello que se les paga, o que es muy fácil
hacer.
La idea creadora de esta Carta brotó de los labios de su hijo Bert, quien al final
del almuerzo, mientras comentaba la Guerra de la independencia de Cuba,
exclamó: “El verdadero héroe de esta guerra fue el que llevó la Carta a
García”.
“Sí – comentó el jovencito – porque aquel hombre Rowan fue quien en la hora
oportuna, decisiva, culminante, llevó a García, el jefe de los patriotas, la carta
que lo iba a llevar al triunfo. Sin esta Carta quizás la independencia no se habrá
logrado”.
“Si – exclamó – el joven tiene razón. El héroe es siempre aquel que en cada
momento ejecuta con precisión y entusiasmo lo que tiene que hacer. El que
lleva la Carta a García”. Corrió a su escritorio y de un tirón escribió su famosa
CARTA A GARCÍA, y la envió a la revista “Philistine”.
En la revista no le dieron gran importancia y hasta la publicaron sin
encabezamiento ni título.
A los dos años La Carta a García había sido publicada ya en más de 200 revistas,
y traducida a los cuarenta idiomas más importantes del mundo.
Vino luego a principios del siglo la guerra roso – japonesa y gran cantidad de
soldados rusos iban al frente llevando en su morral la célebre Carta. Al encontrar
los japoneses el folleto en manos de tantos prisioneros, concluyeron que debería
ser algo excelente y admirable y lo tradujeron a su idioma. A los pocos meses,
por orden del Emperador, la Carta a García era enviada a los empleados oficiales
de todo el país.
Ahora sí, después de tan interesantes datos, lo invitamos a leerla con atención.
Llaman a Rowan. Le piden que vaya en busca de García, esté donde esté, y
que a costa de cualquier sacrificio le haga llegar esa carta importantísima.
“El jefe da a Rowan una carta para que la lleve a García. Rowan toma la
carta y no pregunta: ¿Pero dónde podré encontrar al tal García? ¿Por dónde
me voy a ir? ¿Esto será fácil? ¿No traerá peligros este oficio? Y ¿por qué yo y
no otro?” Nada de esto pregunta ni comenta. Se va sin más a cumplir lo que
se le ha encomendado.
¡Por Dios, amigos! ¡Que estamos aquí ante un hombre cuya estatua debería
ser hecha en mármol o en bronce y colocada en la portada de muchos
institutos donde se enseña a la gente a adquirir personalidad! Porque lo que
debe enseñarse a la gente que desea adquirir un verdadero carácter es: cómo
hay que cumplir cada vez lo más exactamente posible el deber que tenemos
que hacer, y cómo concentrar todas nuestras energías para lograr nuestros
objetivos, y lograr dedicarnos con toda el alma a la acción a “llevar la carta
a García”.
Amable lector: ¿quiere poner a prueba o que estoy afirmando para saber si
es cierta o no la afirmación de que si el progreso no nos llega es porque no se
encuentran personas dispuestas a cumplir sus deberes con entusiasmo y
hasta con sacrificios? Llame a uno de sus colaboradores y dígale: “Consulte
en la Enciclopedia y hágame el favor de sacarme un resumen de la biografía
de Correggio”.
Cree Ud. que su ayudante le dirá ¡”Sí señor, por supuesto, ahora mismo”! y
¿se irá en seguida a empezar el resumen y la biografía?
Cree Ud. que su ayudante le dirá ¡”Si señor, por supuesto, ahora mismo! Y
¿se irá en seguida a empezar el resumen y la biografía?
Qué lástima que a muchos lo único les hace trabajar sea la mirada
amenazadora y la voz tormentosa del capataz o del vigilante del grupo.
Parecen haber olvidado la consigna bíblica “Que el que trabaja en servicio de
otros no haga su oficio solo porque lo están viendo y por lo que puedan
opinar las personas humanas, sino con todo el corazón, porque quiere tener
contento a Dios”. (Colosenses 3,22).
“Me decía el jefe de una gran oficina: ¿Ve a ese contador? Es un gran
matemático. Pero si lo envío a cualquier agencia, por el camino se entra a
una cantina y se emborracha”. ¿Cómo podrá encomendarse a un individuo
semejante la Carta a García?
CAPÍTULO I.
LOS QUE TRIUNFARON
HICIERON ESTO.
HÁGALO USTED TAMBIÉN.
pensamientos”. Una persona es lo que piensa, y puede llegar a ser lo que desea ser. Los
sabios investigadores han demostrado que el ser humano únicamente utiliza el 25% o el
30% de su cerebro, y que casi todos morimos sin haber estrenado las dos terceras partes
de nuestra capacidad cerebral. De los trece mil millones de células o neuronas que
tenemos en el cerebro, casi diez mil millones irán con nosotros al sepulcro sin que las
hayamos hecho trabajar. Teníamos miles de millones de colaboradoras cerebrales listas a
ayudarnos pero nuestra pereza mental no nos dejó pensar, y nuestro pesimismo no nos
dejó desear en grande, y morimos sin haber triunfado. Se cumple así la queja del Profeta
en la Biblia: “El mal de mi pueblo es que no dedica tiempo a pensar y meditar” (Oseas
4).
Recuerde pues: sus éxitos dependen en mucho de sus pensamientos. Y no tenga
miedo a dedicarle tiempo a pensar en grande.
3ª NO HAY QUE DAR GOLPES EN EL PECHO DEL VECINO. ¿Acostumbra
Ud. echar a los demás la culpa de lo malo que le sucede? Pues por ese método no va a
llegar a ningún triunfo. Piense más bien: “¿Qué velas llevó yo en este entierro?” Un
hombre dispuso entrar en esa sociedad maravillosa que se llama “Alcohólicos
Anónimos” que a tantas personas ha librado de vicios y tristezas. Le recibieron muy
amablemente y le preguntaron: “¿A qué causa atribuye Ud. el haberse entregado al
alcoholismo?” Y el enfermo respondió: “Pues miren, es que tengo a una esposa que es
una tatacoa, y a una suegra que es una energúmena y…”, - No, no, - le respondieron los
otros -. Por favor no le eche la culpa a los demás aquí no vamos a dar golpes de pecho en
el pecho del vecino sino en nuestro propio corazón. Lo importante es saber qué culpa
tiene Ud. en este asunto, porque mientras Ud. no reconozca su propia culpabilidad no es
posible empezar su curación.
Y pocos meces después aquel hombre estaba regenerado. Pero porque supo echarse a sí
mismo la culpa de sus males, sin andar lanzando pedradas de culpabilidad a la casa de
los vecinos.
Hay otro caso muy frecuente. Llega la esposa a donde el sicólogo. – “Doctor, mi hogar
está para destruirse” – Y ¿A qué causas atribuye Ud. señora esa destrucción de su hogar?
- Pues Doctor, es que ese hombre es un desalmado, un grosero, un patán, un….
Un momentico – le responde el sicólogo – Señora aquí no hemos venido a regañar a su
esposo. Si él estuviera presente le reprocharíamos, peo como está ausente es tiempo
perdido criticarlo. Lo importante es saber: qué culpabilidad tiene Ud. en este asunto, para
poder darle soluciones que estén a su alcance.
Y poco a poco la señora va reconociendo que ella ya no es cariñosa ni detallista con su
marido. Que le cantaletea por mucho tiempo una misma falta cometida… que quizás ya
no se arregla ni se esfuerza por serle simpática… que no ha rezado por él, ni se detiene a
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 9
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recordar las cualidades que él tiene y los favores que le ha hechos… y cuando esta mujer
se convence de que casi en todos los casos la culpa no es de uno solo, sino de ambos y
que si ella cambia y mejora, todo su hogar cambia y mejora, la tragedia de su hogar se va
convirtiendo en paz y calma. Y más, si logra que su esposo consulte también al sacerdote
o al sicólogo y empiece a echarse a sí mismo la culpa de las malas andanzas de su hogar
sin recargarle la culpa exclusivamente al otro cónyuge.
Así que, la fórmula 3 consiste en no andar echando a los demás la culpa de lo
desagradable que nos sucede, sino más bien averiguar qué responsabilidad tenemos
nosotros también en este asunto. Así se cumplirá en nosotros una promesa muy
agradable de Jesús: “Si no condenáis a los demás no seréis condenados por Dios (S.
Mateo 7)”.
4ª CONSIDERESE CAPAZ Y SERÁ CAPAZ. La sicología ha descubierto que
quien se considera capaz de realizar una acción y de obtener un ideal, siente en su
interior una gran aptitud para lograrlo.
Hay que motivarse. Hay que auto – avaluarse. Los siquiatras hipnotizan a un hombre y
le dicen: “Ud. es débil. No es capaz de levantar sino cinco kilos”. Los siquiatras
hipnotizaron a un hombre y le dicen “Ud. es débil. No es capaz de levantar sino cinco
kilos”. Y el pobre hombre trata de levantar un sencillo peso de seis kilos y ya no lo logra
conseguir. Luego lo vuelven a hipnotizar y le repiten mucha veces: “Ud. es fuerte, puede
levantar 50 kilos. Y el mismo que no era capaz de levantar seis kilos, levanta ahora
fácilmente sesenta kilogramos…. ¡Lo que hace la sugestión!
No olvide: si Ud. cree que puede, puede, si cree que sí es capaz llegará a ser capaz. Esto
no es mágico. No produce cambios instantáneos, pero va transformando su personalidad
de una manera inesperada.
Hay que llegar a una sugestión positiva. Las religiones todas tratan de que sus oyentes
lleguen a esas sugestiones positivas: “sí lo puedo, sí lo voy a conseguir con la ayuda de
Dios, sí me conviene y es para mi bien” Esto multiplica por mil las propias fuerzas.
El repetirse: “yo puedo hacerlo, si puedo conseguirlo” crea un ambiente de sugestión en
el ánimo que lleva hacia el éxito. La convicción de que lo vamos a lograr obtener, trabaja
en favor del ideal, y este se acerca enormemente hacia nosotros.
5ª EL DESEO DE LOGRAR EL ÉXITO CONSIGUE LA COSTUMBRE DE
CONSEGUIR ÉXITOS. Es necesario que Ud. cultive un deseo vehemente por las
metas que desea conseguir. Un deseo ardiente es el más grande motivador de la acción
humana. Indiscutiblemente el grado de éxito que Ud. alcance en la vida estará en
relación directa con la intensidad de los deseos que tenga por conseguirlos. Un anhelo
inmenso fortalece su resolución de alcanzar sus triunfos.
Virgilio duró 20 años escribiendo su famoso libro La Eneida en el siglo primero, y Dante
gastó 30 años escribiendo su célebre obra La Divina Comedia en el 1300, y Tiziano al
enviar al emperador Carlos Quinto su hermoso cuadro le escribe: “Le gasté siete años,
trabajándole todos los días, y muchas noches también”. No esperemos soluciones
mágicas o fáciles. Siempre encontraremos obstáculos y dificultades, pero jamás
podremos admitir que haya murallas impasables. Todas las podremos superar con la
ayuda de Dios y con nuestro esfuerzo perseverante.
Don Bosco y Cavour, dos grandes jefes populares italianos, repetían esta misma frase:
“Yo, cuando encuentro un obstáculo trato de quitarlo o de pasar por encima. Si no lo
logro, le doy una gran vuelta y paso hasta el otro lado. Pero ¿Echar para atrás? Jamás. –
Eso nunca“.
Reaccione Ud. con estos mismos sentimientos. Esa acción de constancia y perseverancia
será un imán que le traerá el éxito. Los antiguos repetían: “La constancia todo lo
alcanza”. Y la experiencia ha demostrado que sí tenían mucha razón al afirmarlo.
Dios no regala a nadie sus triunfos fácilmente, pero siente mucho gusto en repartirlos
entre los que no se desaniman en la lucha por conseguirlos.
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 12
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Al estar convencido de que Ud. sí puede hacer obras importantes, naturalmente Ud. ha
pensado por la mañana y por la tarde, y aún hasta mientras duerme, en cómo llegar a
hacerlas. Y esa maquinaria tan poderosa que es su cerebro, le irá proporcionando
soluciones para situaciones en las que antes no veía ninguna salida. Y pensando
dignamente Ud. se acostumbrará a hablar dignamente y a tener un comportamiento lleno
de dignidad.
9ª SIENTA APRECIO POR UD. MISMO. Dignidad, según Santo Tomás, es sentir
un gran respeto por uno mismo y por los demás.
¿Tenemos dignidad? ¿De veras sentimos un gran respeto por nosotros mismos? A los
demás hay que respetarlos muchísimo, pero por nosotros mismos también debemos
sentir gran respeto y mucho aprecio.
Si creemos que somos inferiores, lo somos de verdad. Pero si creemos que tenemos
cualidades suficientes para triunfar, podemos triunfar con mucha mayor facilidad.
ellos consiste en esto: que es absolutamente necesario tener ideales bien definidos. Y
el otro que ningún ideal se logrará conseguir si no se ha pagado antes “una cuota inicial”
de esfuerzo y perseverancia.
Sea claro, específico, definido, en los ideales que desea obtener. No viva pensando en
generalidades… yo desearía… No use términos vagos. Ponga a trabajar su imaginación.
El rey David decía: “Dios siente gusto en satisfacer los buenos deseos de los que lo
aman” (Salmo 144) ¿Ud. ama a Dios? Claro que sí. No tanto como debería, pero sí lo
ama, y sería el loco más torpe del mundo si no amara a un Amigo tan formidable como
es Nuestro Señor que no piensa sino en ayudarle a progresar y a realizarse. ¡Pues bien!
El Libro Infalible, el que jamás se equivoca ni falla en ninguna de sus promesas, la
Biblia, dijo hace casi tres mil años y lo sigue repitiendo que Dios goza y siente un gusto
especial en hacer que los buenos deseos de sus amigos lleguen a feliz término. Y uno de
esos buenos deseos son los ideales que Ud. se está forjando. Así que desarrolle aquella
maravillosa facultad de hacer proyectos que se llama la imaginación, y póngala a
trabajar en su favor, en favor de aquellos ideales que más ardientemente está deseando
conseguir.
Existe una ley universal que dice: “nosotros atraemos fuertemente aquello hacia lo
cual nos sentimos muy atraídos”. Nadie puede atraer triunfos hacia sí rechazándolos
mentalmente o no amándolos con todo el corazón. Lo bueno que imaginamos lo
podremos lograr probablemente. Pero, ¿y si no imaginamos nada? Tener poca ambición,
ser pobre en deseos, no cultivar ideales, es tener muy bajo aprecio hacia sí mismo y hacia
su futuro.
CAPÍTULO II.
REGLAS QUE NUNCA FALLAN.
11ª TRACE UN PLAN DE ACCION. Una vez haya fijado sus metas definidas,
dedíquese a trazar un Plan de Acción. El logrará convertir en realidades lo que ahora está
solamente en sus pensamientos. El plan de acción evita las dilaciones, los retardos
inútiles, las demoras, los aplazamientos que atrasan la consecución de sus ideales.
El tener un plan determinado para actuar crea en Ud. una inspiradora inquietud y una
gran seguridad en el actuar. El Plan de Acción despierta el dormido potencial que
tenemos en nuestra personalidad y hace sentir el latido de la fuerza de los talentos,
habilidades y capacidades que reposan dentro de nosotros y que nos pueden conseguir
tantos triunfos.
¿Quién no ve en esta historia la imagen viva de los que viven buscando tesoros en las
lejanías, en un pasado que ya nunca volverá y que ya nadie logrará cambiar, o en un
futuro que probablemente no sucederá como lo estamos imaginando, mientras que
descuidan la propia posesión que es el presente? ¿Para qué irnos a buscar soluciones con
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 15
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“susto” en un futuro que acaso nunca llegue, o con tristeza en un pasado que partió para
no volver, y mientras tanto descuidar la exploración de nuestro propio territorio que es el
Hoy?
Un amigo decía cerca del gran poeta Guillermo valencia: “Escribe bien porque tiene
muchas cualidades naturales para la poesía”. Y el famoso escritor comentó: “No puedo
negar que he recibido especiales dotes naturales para la poesía, y por ello le estoy muy
agradecido a Dios. Pero hay que reconocer también que he dedicado muchas horas, días
y años a perfeccionarme en el arte poético, y que cada una de mis poesías ha sido el fruto
de muchos y muy largos esfuerzos intelectuales”.
20ª NO CREA QUE ÉXITO ES SER MILLONARIO O SER FAMOSO. Los que
han llegado a ser todo esto no siempre han sido felices. Éxito es lograr coronar los
ideales nobles que nacen en nuestra alma, u poder hacer mucho bien por los demás. Para
el cristiano el éxito consiste en lograr realizarse, ser útil, no dejar de progresar, y lograr
llevar una vida de tal manera virtuosa que logre proporcionar alegría a Dios y a muchas
personas buenas en esta tierra, y le consiga una felicidad eterna en el cielo.
CAPÍTULO III.
LEMAS QUE TRANSFORMAN PERSONAS.
24ª SEA DE LOS QUE NO SE RINDEN A MITAD DEL CAMINO. Este grupo es
enormemente reducido, pero Ud. puede pertenecer a él. Basta que lo quiera, y lo quieras
de veras. Este grupo es el responsable principal de los mayores adelantos del
mundo. Son gentes que no creen que el éxito sea cuestión de suertes o de trampa o de
azares. Sencillamente levanta la frente, dan cada día un paso más; envían con aire de
triunfadores un saludo a la vida, y nunca se dejan engañar por esa espantosa mentira que
consiste en creer que los obstáculos son imposibles de vencer. Viven y respiran éxito.
puertas les fueron cerradas, pero creyeron que “cuando Dios cierra una puerta, deja
abierta una ventana”. La vida se les fue fácil, pero consideraron las dificultades como
una alegre aventura que superar. Cuando encontraron cerrada una puerta pasaron a tocar
a la puerta siguiente, y cuando sintieron que el éxito se alejaba, caminaron un kilómetro
más sin desanimarse. Y como resultado: el éxito terminó rindiéndose frente a su
perseverancia.
desear, mayores bienes lograremos conseguir. Dios no hubiera puesto tan grandes
anhelos en nuestra mente si no tuviera el deseo de ayudarnos a realizarlos.
CAPÍTULO IV.
ERRORES QUE PUEDEN SER FATALES.
Salomón el Sabio compuso esta bella oración: “Oh Dios, no me des ni miseria ni
sobreabundancia. Porque si me falta lo necesario me desespero, y si tengo de sobra me
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 23
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
olvido de Ti”. Es lo que repetía San Pablo: “teniendo lo suficiente, contentémonos con
esto”. O ¿es que vamos a poder dormir el doble por tener mucho dinero? O ¿Vamos a
poder dormir el doble por tener mucho dinero? O ¿Vamos a poder viajar en dos carros a
la vez o lograremos vestirnos con doble traje por ser demasiado ricos? Teniendo lo
necesario contentémonos con esto y seremos más felices. Este es un principio
formidable para obtener felicidad, y quienes lo practican son más felices que todos los
demás.
Pues bien, este sabio andaba repitiendo: “Dios perdona nuestros pecados; la gente
también a veces los perdona. Pero el sistema nervioso no los perdona nunca. Siempre
los castiga”. Nuestras cóleras, nuestras impurezas, nuestros excesos en comer y beber
pero, sobre todo, el pecado de la tristeza, del resentimiento, del odio y del andar tan
preocupados de lo porvenir como si no hubiera un Dios que cuidara de nosotros, esos
pecados, no lo olvide mi buen amigo, el sistema nervioso nunca los perdona. Nos los
cobra uno por uno, con debilitamiento de nuestro estado sicológico. Por eso no nos
conviene endeudarnos con el sistema nervioso, porque este es un cobrador muy rígido a
intransigente.
43ª ¿POR QUÉ SE SUICIDA TANTA GENTE? Es alarmante el número de los que
tratan de suicidarse cada día. Algunos no lo consiguen, pero muchísimos sí. ¿A qué se
debe esta realidad tan tremenda? Los sicólogos responden: a la PREOCUPACION.
¿Recuerda Ud. el suplicio antiguo para algunos prisioneros? Dejar caer una gota de agua
sobre su cabeza, minuto por minuto. Terminaban enloqueciéndose. Esa es la
preocupación: una gota de agua fría que va taladrando un sistema nervioso y termina por
hacer de Ud. un andrajo humano. Jesús dejó la mejor fórmula para conservar sano el
sistema nervioso: “No os preocupéis por el día de mañana. Bástale a cada día su propio
afán”. Preocuparse es pensar con afán. No es lo mismo que hacer planes o proyectos o
trazar ideales. Es un pensar con susto, con inquietud. Y la inquietud enerva. El estar
pensando con tristeza en el pasado y con afán en el futuro, eso es lo que ha llevado a
tantos al suicidio o a la enfermedad nerviosa. Cuidado con esa costumbre tan dañosa de
afanarse. Puede hacer de Ud. un cadáver viviente.
CAPÍTULO V.
REMEDIOS
SEGUROS Y FÁCILES.
Un gran sabio exclamaba: “Al cumplir mis 90 años desearía colocarme a la orilla del
camino de la vida con un sombrero en la mano y decirle a los transeúntes que me regalen
todos aquellos minutos que no van a dedicar a estar ocupados, porque son tesoros que no
pueden desperdiciar”.
46ª ¿POR QUÉ HAY TANTA PAZ EN LOS LABORATORIOS? ¿Ha ido Ud. a
un laboratorio donde hay científicos haciendo análisis? ¿Ha visitado alguna vez un
observatorio, donde los astrónomos viven mirando hacia los astros? ¿Ha entrado a una
biblioteca donde la gente investiga? ¿Por qué tanta paz en estos sitios? Porque todos
están sumamente ocupados. Absorbidos por sus investigaciones, no tienen tiempo para
dedicarse a lamentaciones, recuerdos tristes del pasado o miedos inútiles por el futuro. A
un gran investigador le preguntaron un día sus amigos: “¿Por qué lo vemos siempre tan
tranquilo?” – y el respondió: “Es que vivo tan ocupado que no me queda tiempo para
dedicarlos a preocuparme”. Con razón decía el famosísimo trabajador y artista Leonardo
Da Vinci: “Las personas más tranquilas que he conocidos son las que viven más
ocupadas”. Y nosotros podríamos añadir: “Y las personas más amargadas que hemos
conocidos son aquellas que viven más desocupadas”. El ocio produce vacíos en el
cerebro, y éstos se llenan con resentimiento y frustración. Las cuevas desocupadas se
llenan de murciélagos.
El cansancio que produce el trabajo es casi siempre un cansancio saludable. Cuando una
persona [se] que queja de que el trabajo le agota, lo más probable es que ese agotamiento
se debe a la preocupación no al trabajo.
haber dado hospedaje dentro de sí a unos diminutos roedores que acabaron con la fuerza
de sus raíces… y esto es lo que ha sucedido a personalidades tan robustas. Se dejaron
atribular por insignificancias cuyo recuerdo deberían haber alejado de sí como se alejan
los insectos roedores de un sitio que se quiere conservar bien.
“La vida es demasiado breve para dedicarla a preocuparse por pequeñeces” decía
Carnegie. Quien da cabida en su pensamiento a preocupaciones por insignificancias,
puede estar seguro de que estos pequeños comejenes o gorgojos echarán por tierra el
árbol de su salud mental. Y a la primera contrariedad fuerte o al primer problema de
envergadura que se le presente, el vigor de su espíritu estará ya tan debilitado por los
ataques de las pequeñeces que lo hacían preocuparse, que caerá estrepitosamente en el
abismo de la frustración y de la desesperanza y arrastrará consigo a sus empresas,
ilusiones e ideales. Por eso de vez en cuando debemos preguntarnos: ¿Esto que me está
preocupando sí en verdad tiene tanta importancia como para que yo le conceda un
puesto especial en mi mente y autorización para que destroce mi sistema nerviosos y mi
salud mental? ¿De veras?
Jesús sentía un verdadero temor a que sus discípulos se dejaran envenenar por las
preocupaciones, y repetía frecuentemente “No os preocupéis, ni por el alimento, ni por el
vestido, ni por el día de mañana. No os preocupéis. Mi Padre Dios os ama y sabe lo que
vais a necesitar. ¿No habéis visto a las aves de los árboles que no tienen silos o graneros
de aprovisionamiento y Dios cuida de ellas? ¿No habéis visto a las flores del campo que
no tienen almacenes y mi Padre las viste tan elegantemente? No os preocupéis.
¡Vosotros valéis más que muchas aves y flores!
51ª USEMOS LA LEY DE LOS PROMEDIOS. Ella consiste en calcular qué tanto
por ciento de probabilidades hay de que tal o cuál desgracia nos pueda suceder. Esta ley
nos libra de muchos sustos injustificables. Porque nosotros tenemos tendencia a
preocuparnos por cosas que raramente can a suceder. Y esa preocupación es la que
llena de plata a las compañías de seguros y de canas nuestra cabeza y de arrugas la frente
y de úlceras el estómago, como también de enfermos del corazón las clínicas, y de
muertos prematuros los cementerios. Las empresas de seguros y los consultorios de
médicos para enfermedades nerviosas obtienen millones a causa de nuestro miedo a
desastres que no suceden nunca con la frecuencia con la que nos imaginamos. Son
inseguridades imaginarias; miedos a cosas que realmente no van a suceder, pero que
nosotros, por no hacer cálculos ni cuentas, vivimos muertos de susto creyendo que sí van
a llegar. Por ej. ¿Vamos a viajar en avión? ¿Cuántos pasajeros de cada cien mueren en
accidentes aéreos? Son una mínima parte. ¿Entonces para qué tanto afán como si
estuviéramos fatalmente destinados a un desastre? “Nadie se muere en la víspera” decían
os antiguos. Nadie adelanta ni atrasa ni siquiera por un minuto la hora de morir que Dios
le señaló desde toda la eternidad. Y si no podemos atrasar esa hora ni pasarla a otra
fecha, ¿Qué es tanto afán por “los accidentes” que nos puedan suceder? Los únicos que
“se mueren la víspera”, son los que viven preocupados. Esos sí “viven muertos del
susto”, “Muertos” en vida, y por cosas que probabilísticamente nunca les van a suceder
¡Qué locura tan dañosa!
En una tumba leí: No son muertos los que en dulce calma – en paz descansan de la
tumba fría – Muertos son los que tienen muerta el alma – y viven todavía –. No sea Ud.
de los que viven con el alma muerta de miedos inútiles.
ellas nos quedan dos modos de comportarnos: 1. Aceptar que sea así y seguir nuestra
vida en tranquilidad y paz a base de paciencia. 2. Rebelarnos contra lo inevitable.
Maldecir, murmurar, “agonizar de rabia” y terminar con los nervios deshechos, viejos
prematuros a los 40 años, enfermos del corazón a los 50, muertos antes de los 70. Si
estamos encerrados entre muros de piedra, ¿Qué ganamos con darle cabezazos a esas
rocas inconmovibles? Nosotros quedaremos malheridos, pero las rocas siguen
inmutables. Mejor sería: “echar cabeza” ponernos a pensar cómo logramos salid de tan
desdichada situación, y tratar de vivir en la mayor paz, alegría y tranquilidad la situación
que nos ha correspondido vivir.
A un gran sicólogo le preguntaron qué consejo daba a quien se le presenta una situación
angustiosa que no le es posible cambiar, y él por única respuesta contestó “Aceptar que
sea así”.
53ª ACEPTE LO IRREMEDIABLE. Haga las paces con la vida. Colabore con lo
inevitable. El sicólogo Larragaña aconseja: “Es temible tener que andar siempre con
alguien que uno no acepta. Y si ese “alguien” son sus propios defectos, sus
imperfecciones o las cosas que no le han sucedido como Ud. deseaba, y Ud. sigue
odiando eso, está caminando perpetuamente con un odiado enemigo a su lado. Esto es
una verdadera infelicidad. Acepte con paz que Ud. sea así de insignificante. Acepte con
paz que sus ideales sean siempre mucho más altos que las realidades que logra conseguir
y que al final de sus realizaciones casi siempre se encuentre con algún pequeño disgusto
o frustración. Acepte con paz su deseo de agradar a todos y no lograrlo conseguir: su
deseo vehemente de llegar a una profunda amistad con Dios y que el camino para
conseguirlo sea tan lento y difícil. Acepte con paz que aunque sus sueños son de
omnipotencia, Ud. se encuentra por todos lados con sus limitaciones y debilidades: no
permita que estas fronteras le llenen de irritación. Ponga en manos del Padre Dios sus
debilidades y El hará que el árbol de la paz crezca en su huerto y cubra su vida con la
sombra de la serenidad”.
el que antes era pagano. Lo que era antes no lo juzgo. Lo que será después lo ignoro.
Pero lo que sí sé, y lo sé bien, es que mientras estuvo en la cárcel su vida fue admirable.
Aceptó la amarga realidad, como crisol de fuego para purificar su espíritu, y a la
frivolidad mundana, mezcla de sensualidad y paganismo, sucedió la elevación de
pensamientos tomados de las enseñanzas del Divino Maestro”. Y el mismo Wilde
afirmaba: “Yo entré a la cárcel con el corazón de piedra, pero ahora los buenos
sentimientos han inundado mi corazón, y comprendo que poseer un corazón noble es lo
más grande que pueda haber en el mundo”. ¿Verdad que recibir lo inevitable con
voluntad de persona de carácter, obtiene que las amarguras se conviertan en escaleras
para llegar a la perfección?
ha dejado sufrir. Pero permítame quitarle sus bienes y verá que maldice y se vuelve
malo”. Y Dios se lo permitió. Y vino Luzbel y trajo cuadrillas de guerrilleros y asesinos
que le robaron todos sus ganados y le mataron sus obreros, y luego hizo car el techo de la
casa sobre sus siete hijos y los mató a todos. Pero Job no maldijo ni se volvió malo.
Solamente exclamó aquella frase famosa y admirable: “Dios me lo dio, Dios me lo
quitó, bendito sea Dios”. Y el señor alabó una vez más a su amigo Job delante de sus
ángeles, pero por allí apareció otra vez el malvado Satán y añadió: “Job es bueno porque
tiene buena salud. Pero permítame quitarle la salud y verá que se vuelve malo y
maldice”. Y Dios se lo permitió y le nació a Job una llaga desde el extremo del pie hasta
la coronilla de su cabeza. Su mujer lo expulsó de su casa por oler tan mal. La gente lo
insultaba y despreciaba. Echado entre el estiércol de una pesebrera limpiaba con un
pedazo de teja los gusanos de sus llagas. Y los muchachos de la calle venían a burlarse
de él como de un loco. Y la misma esposa le proponía que se suicidara. Por las mañanas
suspiraba diciendo: “¿Cuándo llegará la noche?”, esperando que se alejaran los que
venían a insultar. Y al anochecer exclamaba asustado “¿Cuándo amanecerá el día?”
esperando que Satanás no le trajera más espantos y sustos. Y además de todo esto,
vinieron tres amigos que en vez de consolarlo se propusieron dedicarse a comprobarle
que seguramente él era un hombre sumamente malo ya que Dios había permitido que le
sucedieran tantas desgracias. Y a toda esta narración impresionante, la S. Biblia añade:”
Y en todo esto Job no pecó con su lengua”. A su esposa que lo quería llevar a la
desesperación le respondía: “Si recibimos del Señor los bienes, ¿por qué no
habremos de aceptar también de Él los males?”.
En toda la antigüedad no se vio ejemplo tan maravilloso del modo como saben recibir
las penalidades las personas de gran carácter. Solamente Cristo logró superar este
ejemplo impresionante. Ojalá que nosotros supiéramos sufrir de manera parecida. Y no
olvidemos que como premio de esta heroica paciencia, Dios terminó por dar a Job
otra esposa mucho más buena, otros hijos e hijas mejores que los anteriores, y el
doble de haciendas, ganados y obreros de los que había tenido antes, y todo con una
salud rebosante, cantidad enorme de nuevos amigos y de aprecio, y 140 años de
fructuosa vida. Siempre es que Dios sabe pagar bien el dolor soportado con heroísmo. A
muchos no le pagará de esa manera aquí en la tierra, pero el salario que nos tiene en el
cielo es mil veces mejor. Con una sola condición: que sepamos sufrir pacientemente sin
maldecir, y ofreciendo al Señor nuestras penalidades.
El profeta Habacue narra una experiencia suya. Un día al ver tantas desgracias que
sucedían dijo a Dios: “¿Señor clamamos a Ti y Tú no nos oyes? ¿Y el que hizo los ojos
no va a ver? Pero es que tiene derecho la vasija de barro a discutirle al artista que la
fabrica y decirle: ¿Por qué me formas así?” “¿Qué sabemos nosotros? Nada. Pero Dios sí
sabe lo que más conviene.
compañías había tomado el camino del crimen. La angustiada madre exclamó entonces
llena de emoción: “Oh Dios, si mi hijo al ser mayor no ha de ser un buen cristiano y un
buen ciudadano, acepto desde ahora que te lo lleves a la eternidad, ahora que todavía en
un angelito inocente”. Y al decir estas palabras despertó. En ese momento expiraba su
hijito y pasaba a la eternidad. Ella en vez de maldecir o desesperarse, aceptó
calmadamente la Santa Voluntad del buen Dios, que tiene un plan, un propósito secreto
en nuestro favor, cuando permite que ciertas realidades dolorosas nos sucedan. Él podía
“no permitir” que sucedieran. Pero si así lo ha permitido, y nos ama tanto, debe ser que
aquello redunda en nuestro bien. Porque “todo redunda en bien de los que aman a Dios”
(Romanos 8).
60ª MI LEMA SERÁ: “SOLO POR HOY”. Este es el título de un libro que se ha
hecho mundialmente famoso. Se basa en la “Fórmula de la felicidad y del buen genio
que enseñó Jesucristo cuando dijo: “No os afanéis por el día de mañana. Bástale a
cada día su propio afán”. Los psicólogos dicen que si la gente cumpliera este mandato
divino se desplomarían los hospitales que atienden enfermos nerviosos y se acabarían las
úlceras y las jaquecas. Porque, ¿qué día es tan largo tan desesperante que pueda acabar
con nuestra salud mental? Pero lo que nos agobia es el afán por los días que no han
llegado y que quizás nunca lleguen.
Sólo por este día: trabajaré con toda mi alma y no perderé tiempo en tonterías o en
charlas inútiles que de nada aprovechan.
Sólo por este día: cumpliré mi deber con el mayor esfuerzo. Por la mañana no me
afano. Cuando llegue el mañana lo convertiré en “hoy” y trataré de portarme bien. Pero
por ahora solo me interesa el “hoy” que es mi único tesoro en cuanto a tiempo.
Sólo por este día: trataré de leer, de perfeccionar mi formación espiritual e intelectual
con lecturas formativas y dedicando tiempo a la meditación. Pero no dejaré pasar el
“Hoy” sin hacerlo.
Por este día trataré de presentarme bien, porque el vestirse bien lleva ánimo al
corazón. Trataré de ser lo más agradable posible en mi trato y de presentar un rostro
risueño y amable que alegre el corazón de los demás.
Por este día me abstendré de criticar y seré generoso en felicitar y alabar. Trataré de
no buscar defectos en los otros y de esforzarme sí por recordar sus cualidades.
Quiero vivir hoy solo este día y no echarme encima el peso insoportable de toda una
vida al mismo tiempo.
Doce horas soy capaz de aguantarlas, pero si me pongo a afanarme desde ahora por los
miles de horas que me esperan, entre todas ellas me va a sofocar.
Por este día trataré de hacer un programa y un plan de lo más importante que debo
hacer, y en orden de importancia. Recordaré que esa fue la idea que le valió cinco mil
dólares al secretario del gran empresario Schaw. Un día se acercó a su jefe y le dijo: “Le
vendo una idea que le conseguirá maravillas. ¿Cuánto me ofrece por ella? Schaw le
respondió: “escríbala y le pagaré lo que ella valga”. – Y el otro escribió: “Cada día haga
un plan con la lista de trabajos que tiene qué hacer, en orden de importancia, y
hágase en ese orden”. A Shaw le pareció tan formidable esa idea que le firmó en
seguida un cheque por cinco mil dólares. Yo quiero practicar ese consejo desde hoy:
cada día hacer la lista de trabajos que tengo que hacer, y hacerlos en orden de
importancia.
Por este día quiero separar un tiempo para mi descanso, y para la soledad.
Recuerdo que la suegra de Rockefeller le decía a hija: “Ese marido tuyo es un haragán.
Descansa diez veces por día”. Y era verdad. Pero el gran economista y empresario
descansaba de vez en cuando para poder consagrarse luego con más energía y vigor a
sus grandes obras y negocios. Yo sé que “persona cansada es persona malgeniada”.
Por eso desde hoy dedicaré de vez en cuando unos minutos para descansar. Y quiero
tener ratos de soledad. En el bullicio y la conversación no puedo meditar. En el silencio
se multiplican por diez mis capacidades intelectuales.
Por este día quiero no tener miedo al futuro, porque como decía Henry Ford: “Dios
sabe todo lo que me hace falta, y Él necesita de mis consejos”. Y no tendré tristezas
por el pasado, porque el profeta David me dice: “Como está lejos el oriente de
occidente, así aleja Dios de nosotros nuestros pecados, y no nos castiga como merecen
nuestras culpas si le pedimos perdón” (Salmo 102). Solo quiero tener: alegrías para el
presente. Quiero amar y apreciar mi vida, mi trabajo, mis cualidades, mi familia, mi
ciudad, mis amistades, mi religión y mi patria. Por este este día quiero darme el lujo de
vivir con alegría y optimismo. Aunque sea solo por este día quiero apreciar algo de los
valores y amabilidades que tiene esta vida, y darme el gusto de vivir contento de mí
mismo y de lo que me rodea.
¿Por qué no hacer el inventario de los bienes que hemos recibido para así vivir con
mayor alegría y optimismo? ¿Por qué vivir pensando en el diez por ciento de las cosas
que nos hacen sufrir, y no recordar el noventa por ciento que sucede bien? El recordar lo
malo que sucede produce úlcera en el estómago. En cambio el recuerdo de nuestros
triunfos, alegrías y cualidades hace que la glándula pituitaria segregue desde nuestra
cabeza una oleada de hormonas que llevan lozanía y vigor a todo nuestro organismo.
¿Por qué recordar lo poco que nos hace tanto mal y olvidarnos de los mucho cuyo
recuerdo nos llenará de salud y juventud? Cada uno es lo que sean sus pensamientos.
Entre 700 personas de más de 90 años a quienes se les preguntó a qué se debe su larga
vida, hubo respuestas muy diferentes, pero todos estuvieron de acuerdo en afirmar que la
ira y el mal genio y los recuerdos tristes acortan la vida y que la alegría alarga la
existencia.
Hay un libro formidable de Og Mandino cuyo título es “El Tesoro más grande del
mundo”. Allí se encuentra una descripción impresionante de los verdaderos tesoros que
cada uno de nosotros posee en su cuerpo, en su inteligencia, en su vida espiritual y moral
etc. Cuando uno lee ese libro vibra de emoción y de gratitud hacia el Creador y se le
disminuye enormemente el antiguo pesimismo que antes tenía y que tanto daño le estaba
haciendo. Veamos algunos datos solamente de ese libro formidable.
En los ojos de Ud. ha depositado Dios cien millones de receptores que le permiten
gozar de la magia de los colores, la luz, de la simpatía de las personas y de la
majestad de la naturaleza.
En sus oídos hay 24 mil filamentos que vibran con el viento de la arboleda y el reír de
los niños, con la suave música de las orquestas y el trepitar de las aguas espumantes, y al
escuchar las palabras amables de las personas que estima.
Ud. es una persona humana, y el ser humano es el único animal que puede hablar,
para calmar al airado, animal al abatido, estimular al cobarde y decir… te amo.
Lo grave es que nos pasamos la vida en lo que nos falta y casi nunca nos detenemos a
recordar y agradecer lo muchísimo bueno que poseemos. Y esta tragedia causa
más muertes prematuras que las guerras y las enfermedades contagiosas. La tristeza
acorta la vida y la hace más dichosa y más llena de buenas obras.
Amigo haga cuentas de sus bienes, y de sus alegrías, y no pierda tiempo haciendo
cuentas de sus males. Colecciones pensamientos alegres y optimistas y espante esos
cuervos asquerosos que se llaman “pensamientos pesimistas” y “recuerdos tristes”.
Ud. se puede mover. No es un árbol amarrado a una pequeña porción de tierra. Puede
pasear, correr, bailar y hacer deporte. Para ello tiene quinientos músculos,
doscientos huesos y siete mil nervios, sincronizados para obedecerle y llevarle a
donde Ud. quiera.
Ud. tiene un corazón que es una maravilla de la naturaleza. Bombea hora tras hora,
treinta y seis millones de latidos al año, año tras año, despierto o dormido, impulsando la
sangre a través de cien kilómetros de venas y arterias, que llevan… más de dos millones
de litros de sangre al año. Ud. es una maravilla de la sabiduría de Dios.
Sus pulmones son los mejores filtros del mundo. A través de seiscientos millones de
alvéolos purifican el aire que reciben y libran a su cuerpo de desperdicios dañosos.
Su sangre es un formidable tesoro. Son apenas cuatro litros pero allí hay veintidós
millones de células sanguíneas, y en cada célula hay muchas moléculas y en cada
molécula hay un átomo que oscila más de diez millones de veces por segundo. Cada día
mueren dos millones de células de Ud. y son reemplazadas por dos millones más, en una
resurrección que ha continuado desde el día de su nacimiento.
Una vez, viajando San Francisco por medio de u sembrado, se le acercó un campesino
furibundo y le gritó: “Ud. es un hipócrita, un perezoso, un haragán, etc. etc.” Y sabe que
le respondió el famoso santo: “Sí mi amigo, tiene razón. ¡Y eso que Ud. no sabe sino la
mitad de lo malo que yo soy! El otro se retiró murmurando: “¿Quién es capaz de pelear o
discutir con un hombre así de humilde? Desde aquel día fue su gran amigo y admirador.
Es que San Francisco sabía muy bien una verdad que nosotros jamás debemos olvidar:
Que con discutir no se gana y sí se pierde, y que aunque nosotros salgamos
aparentemente victoriosos en una discusión, el adversario se retira humillado y lleno de
amargura y su afecto hacia nosotros puede bajar en su termómetro hasta cero.
Por eso los grandes maestros de relaciones humanas en todo el mundo andan repitiendo:
“Mi amigo, si lo que el otro afirma no va contra las leyes de Dios o contra la moral o la
patria, por favor, no lo discuta”. Lo que va contra lo que ha dicho Dios o lo que manda la
moral o contra nuestra patria jamás lo aceptamos, y sabremos defenderlo con calma, sin
humillar ni atacar al otro, pero sin aceptar nunca como bueno lo que es malo. Pero en lo
demás: política, gustos, modas, noticias, estadísticas, opiniones, etc. no gastaremos
energía discutiendo. Expondremos nuestro parecer humildemente y con sencillez,
cumpliendo lo que aconseja San Pablo: “Considerando que los demás pueden saber y ser
más que nosotros” (Fil. 2). ¿Pero dedicarnos a discutir? Eso sí que no. En la discusión se
pierden energías, se pierde la paz, se pierde el tiempo y a veces hasta se pierden buenas
amistades. ¿Para qué tanta pérdida por tan poca cosa?
Los que más discuten son los que se sienten más inseguros, los que sienten inferioridad,
los que no dominan la situación. La discusión es un desastre oral porque hace huir la
paz del espíritu. Por eso los hombres de éxito no se permiten a sí mismos el dedicarse a
discutir. Nadie obtendrá una verdadera personalidad si no aprende a rehuir las
discusiones. Todos tenemos contratiempos y cada uno siente oposiciones. Pero quien
tiene verdadero carácter no se detiene a discutir. Cuando a Lincoln le atacaban tan
ferozmente sus adversarios, y él quería dedicarse a discutirles, su gran amigo le dijo:
“Nadie lanza pedradas a un perro muerto. Si te atacan es porque eres importante. Pero
por favor: no desciendas hasta el campo desde donde ellos te están insultando, porque
entonces te hacen tan bajo como ellos”. Y eso le detuvo en su afán de discutir.
Recordemos: las discusiones nunca deben estar en la lista de las cosas que nos
proponemos hacer.
Discutir es andar suplicando indirectamente que tengan simpatía por nosotros. Discutir
es lanzarse a caminar por un atajo lleno de explosivos. La discusión es un vómito
emocional que mana de un pozo de frustración y resentimiento. Indica falta de aptitud
para acercarse a la verdad y a la comprensión por caminos de bondad. El andar
discutiendo es señal de que en la personalidad hay un punto ciego y no controlado que
permite darse el lujo de soltar la lengua sin medir las malas consecuencias.
CAPÍTULO VI.
65ª DEJE HABLAR MAS A LOS DEMÁS: Hay personas especialmente simpáticas,
no por lo mucho que saben hablar, sino por la especial capacidad que tienen para hacer
hablar a los demás. Cuando los otros dicen algo que a ellos les gusta, demuestran con
entusiasmo que están completamente de acuerdo con lo que acaban de escuchar. Si no lo
están saben callarse, o cambiar de tema, o afirmar lo contrario pero de una manera tan
amable y de un modo tan respetuoso que el interlocutor no se siente humillado ni
disminuido. Pero ellos saben que lo que los demás desean es poder hablar, y los dejan
hablar, sin ofrecerles resistencia, sino más bien allanándoles el camino de su
conversación con preguntas que demuestran interés y con pequeñas y oportunas
intervenciones en favor del tema que el otro está tratando.
Ayúdese a Ud. mismo creando una actitud de interés hacia lo que hablan aquellos con
quienes entabla conversación.
66ª POR FAVOR NO ODIE JAMÁS. El odio es el instinto contrario al más noble de
nuestros instintos: el amor. Por eso esta es la definición más ordinaria y fácil que se le
puede dar: “Odio es el sentimiento opuesto al amor”.
No hay que confundir odio con antipatía. La antipatía es una aversión natural que se
siente hacia ciertas personas. Todos la sentimos, pero la persona es capaz de no
manifestarla y de no irla aumentando. La antipatía se va disminuyendo cuando uno
piensa en las cualidades que tiene la otra persona y en las buenas obras que ha hecho, y si
trata de convencerse de que lo que hace y dice no tiene mala intención esto va
transformando en simpatía cualquier antipatía, por grande que sea.
Pero el odio es algo muchísimo peor aún. Odiar es desear el mal al otro. Odiar consiste
esencialmente en no amar ni querer amar al otro. Odio es deseo de venganza.
Podemos tener inclinación al odio por haber sido víctimas de injusticias en nuestra niñez.
Un niño maltratado en su infancia puede crecer con tendencias al odio. Viejos ha habido
que se vengaron brutalmente de injusticias o castigos salvajes recibidos cuando aún eran
muy niños. Por eso los padres de familia deben andar con cuidado al castigar o regañas a
sus hijos. El castigo moderado no les causa odio, y la corrección hecha con bondad
nunca los lleva al resentimiento. Pero si se les trata con aspereza, exageración e
injusticia, o se les falta al respeto con palabras, humillaciones, puede irse formando en su
modo de ser una inclinación muy peligrosa hacia el odio y la venganza. Unos papás
sádicos e injustos pueden estar formando unos hijos llenos de odio y de resentimiento.
La Biblia dice “Si el ser humano se niega a perdonar a quien lo ha ofendido, ¿cómo
puede pretender que Dios le perdone sus propios pecados?” (Ec.28) y Jesús afirmó
tajantemente: “Si no perdonáis a los demás sus ofensas, tampoco vuestro Padre Celestial
os perdonará vuestros pecados”. Es una frase digna de ser recordada y repetida muchas
veces, para vacunarnos contra la desastrosa peste del odio y del resentimiento.
San francisco aconsejaba que cuando en el corazón sintamos oleadas de odio hacia
alguna persona, nos dediquemos a rezar por ella, para que Dios la bendiga y la vuelva
mejor. Y afirma que este procedimiento produce efectos admirables. Porque hay un
principio psicológico universalmente experimentado que dice así: “Nadie será capaz de
odiar a una persona, si frecuentemente reza por ella, pidiendo que le vaya bien”.
que graban en su mente sean placenteras y amables, y nunca terroríficas”. Muchos odian
cuando viejos, porque de niños recibieron impresiones muy desagradables.
Carothers es uno de los más brillantes escritores de la actualidad, y gusta repetir esta
enseñanza: Si Ud. guarda en su espíritu alguna actitud “no perdonadora”, algún odio,
siempre tendrá amargura en su alma. Pero si perdona todo, gozará de una paz admirable.
Si alguna vez nota un estancamiento en su progreso espiritual pregúntese enseguida:
“Señor: ¿qué será lo que yo no he perdonado? ¿Cuál será la ofensa que no quiero
olvidar? Porque mientras Ud. tenga algo que no perdona, corre el tremendo peligro de no
ser perdonado por Dios”.
67ª NO SEA DOMINANTE. ¿Cuántos matrimonios deshechos porque uno de los dos
cónyuges era demasiado dominante? Y no olvidemos que el machismo existe también
en las mujeres. Hay esposas que quieren mandar con tiranía absoluta, olvidando aquello
de la Biblia que se les lee a los novios en la misa del matrimonio “La esposa que
obedezca al marido, porque el esposo debe ser el jefe del hogar” (Efesios 5). Es una
lástima que hoy con el pretexto de una mal entendida liberación femenina, muchas
mujeres pretendan olvidar sus cualidades femeninas que las hacen tan agradables, como
son la dulzura, la bondad y humildad, y se dediquen a conseguir verdaderos defectos
masculinos como son el machismo, la grosería en el hablar, y la tosquedad en los
modales. Se conviertan así en unos verdaderos “marimachos”, mitad mujer y mitad
hombre, renunciando a lo amable del [género] femenino y adquiriendo lo desagradable
del masculino. Un hombre dominante es antipático. Pero una mujer dominante lo es
muchísimos más.
Cuentan de aquel pobre marido a quien su esposa le propinaba unas terribles palizas con
la tranca de la puerta, que un día, mientras él temblando se hallaba escondido ella le
gritaba: “Si es macho salga de debajo de la cama” ¡y el muy orondo le respondió: “No
salgo, porque aquí en esta casa el que manda soy yo”! ¿Podrá haber paz en un hogar con
una mujer así de dominante?
¡Ah si las mujeres supieran explotar el afán de dominar que tienen los hombres! A
muchas esposas lo que les falta es estudiar un poquito más la sicología masculina.
Millones de matrimonio se destruyeron porque el hombre no se preocupó por estudiar la
sicología femenina ni la mujer se preocupó por aprender cómo es la sicología masculina,
que son totalmente distintas. Hombres hay que en el día del cumpleaños llevan a su
esposa de regalo $10.000 y ella se echa a llorar porque lo que deseaba era un ramos de
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 47
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
flores, pero el otro no sabía nada de sicología femenina. (Ojalá pudiéramos leer el bellísimo
libro “Matrimonio feliz” de G. Eliecer. Allí se describe muy bien las diferencias sicológicas entre el
hombre y la mujer).
Estamos diciendo que si la mujer explota el afán de dominar que siente todo hombre,
obtendrá efectos increíbles en su hogar. Veamos un ejemplo. El esposo llega a su casa
contando que le han pagado las cesantías y que las va a emplear en comprarse un taxi
viejo. La esposa le reclama que no, que por favor no haga eso, porque los taxis viejos
comen mucho dinero en repuestos. El marido le grita enfurecido que el dinero se lo ganó
el, y que solo él tiene el derecho de determinar en qué lo va a gastar. Pero aquella semana
no compra el taxi. A la semana siguiente le dice a la mujer que ahora sí se marcha a
comprarse el viejo carro. Ella le insiste que no, que aquello es un pésimo negocio, y él
otra vez lleno de cólera le grita “¿Y quién ganó el dinero, Ud. o yo? Así que soy yo, y
solo yo el que determina qué carro voy a comprar”. Pero tampoco aquella semana
compró el taxi. Entonces la esposa consulta a un sicólogo y éste le dice: “¿Pero no
recuerda Usted, que lo que el hombre desea es que se le reconozca que es él quien
manda en el hogar? Dígale que sí, que lo compre y que lo compre ya. ¡Y verá qué
resultado le van a producir estas palabras!” Y así lo hizo la mujer. Cuando por tercera
vez su marido le dijo que se iba a negociar el taxi viejo, ella le respondió: “Sí, mijo,
cómprelo, pero cómprelo hoy mismo, porque si deja para comprarlo mañana, puede que
ya lo hayan vendido. Váyase hoy mismo y cómprelo”. El hombre se quedó un momento
callado y luego exclamó: “Pues no compro el tal taxi, porque en esta casa el que manda
soy yo, y no mi mujer. No voy a hacer lo que ella me mande, sino lo que a mí me
antoje”. Y así la señora, explotando el afán de dominar que tienen todos los hombres, le
evitó a su marido un mal negocio.
El camino para hacernos antipáticos es vivir tratando de dominar a los demás. Porque las
personas dominantes son muy antipáticas, para todos. Quien renuncie a ser dominante
adquirirá una gran dosis de simpatía, cumpliéndose lo que dice el Libro Sagrado “Pórtate
con humildad y amabilidad y te amarán más que a los que ofrecen muchos regalos”.
son hermanos de Cristo y herederos del cielo? Ud. también. ¿Que su espíritu fue creado
a imagen y semejanza de Dios? El de Ud. también lo fue. Recuerde lo que ya dijimos: El
día en que el Creador dispuso formarle a Usted su espíritu se miró en Él al espejo y
conforme al retrato o imagen de Dios, así le creó su alma inmortal. Una vez más le
repetimos un consejo: si alguna vez puede, lea el libro “El tesoro más grande del mundo”
de Og Mandino, o aquel formidable libro que a tantas personas ha llenado de alegría,
optimismo y paz, y que se llama “Secretos para triunfar en la vida”, de E. Salesman. La
lectura de estos libros le arrancará de cuajo el tumor más espantable que se le pueda
formar en el cerebro que es el “Complejo de inferioridad”. La mentida más dañosa que
Ud. se puede inventar es decirse: “Valgo menos que los demás”. Eso es una canallada
decirlo y una brutalidad suicida el aceptarlo. Los demás valen mucho, es verdad. Pero
Ud. no vale menos que ninguno. No olvide nunca esta inmensa verdad. El complejo de
inferioridad es una emoción negativa que nos puede poner enfermos, nos hace inseguros,
frustrados, angustiados y llenos de temores. Pero lo peor de todo es que el complejo de
inferioridad es una mentira, y Cristo dijo que toda mentira viene del demonio que es el
padre de la mentira.
69ª CUIDADO: QUE LA IRA LO PUEDE MATAR. Por favor, lea algunas de las
consecuencias de la ira, para que tenga un poco más de cuidado antes de airarse sin
necesidad. La ira es una emoción productora de úlceras estomacales, y alta tensión
arterial. Causa dolores de cabeza y erupciones nerviosas en la piel. Disminuye el apetito
y a veces aleja el sueño y trae vejez prematura. Causa la destrucción de muchos hogares,
la pérdida de buenos empleos y alejamiento de preciosas amistades. La ira, como toda
emoción negativa, pueden ponernos enfermos, y en una explosión de indignación puede
romperse una pequeña vena cerebral y dejarnos muertos o al menos paralizados. ¿Qué
alto precio hay que pagar para darse el lujo de encolerizarse? Airarse es atacarse a sí
mismo. Por eso el gran poeta Horacio repetía: “La ira es una locura breve”.
San Basilio es un famoso sabio, popularísimo entre las gentes de oriente, que vivió hace
quince siglos. Él redactó una descripción de una persona airada, descripción que se ha
hechos célebre. Dice así: “Qué espectáculo tan triste el del iracundo: la cara se torna
lívida o encendida: el aliento resopla agitado por la tempestad interior; la voz se hace
áspera y fuerte; las palabras brotan confusas, impetuosas, sin claridad y sin orden; la
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 49
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
mirada se vuelve feroz; y las manos se levantan contra el adversario, y pronto fácilmente
se llena e al otro de heridas o se queda lleno de ellas. El iracundo se precipita en graves
males, y como los objetos lanzados contra otros, logra destrozar a los demás, pero queda
destrozado también él mismo”.
La Biblia tiene un libro admirablemente práctico, llamado “Los Proverbios del Rey
Salomón”. Allí se dicen estas palabras que por más de 22 siglos han hecho bien a
quienes las leen: “Luego, en seguida, el imprudente manifiesta su ira. En cambio el
prudente sabe disimular su cólera. No te apresures a enojarte, porque la ira es propia de
gentes sin dominio de sí mismos. El que es prudente es tardo para encolerizarse; en
cambio el imprudente se aíra por cualquier cosa y hará locuras. Quien sabe dominar su
ira, vale más que el que logra conquistas una ciudad”. La ira envejece el rostro y lo hace
repulsivo.
Del gran Sócrates, el mayor filósofo de la antigüedad, que vivió cinco siglos antes de
Cristo, narran las historias que un día un discípulo le hizo una grave ofensa y él no lo
reprendió. En cambio al día siguiente sí le hizo la debida corrección, el joven le
preguntó: “¿Maestro y por qué no me reprendió ayer cuando lo ofendí?” Y el sabio le
respondió “Ayer no podía corregirte porque yo estaba encolerizado, y todo lo que se
dice en un momento de ira, queda mal dicho. Qué gran verdad para no olvidar jamás:
que todo lo que se dice en un momento de ira queda mal dicho. Por eso cuando la ira
nos domina no tenemos más remedio que callar. Lo que digamos encolerizados nos
traerá remordimientos después.
Y no olvidemos el adagio popular “Si callamos las palabras que deseábamos decir en un
momento de ira, nos evitaremos para después muchas horas de angustia”.
San Vicente decía: “Tres veces he obrado con ira, y las tres veces ice todo al revés”. Y S.
F. de Sales repetía muchas veces a sus discípulas: “Es mejor que se diga de Ustedes que
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 50
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Un padre de familia a una hija suya que se llenaba de ira por cualquier pequeñez, le dijo
un día: “Qué bueno que cada vez que te encolerices te miraras al espejo. Seguramente tu
amor propio te haría cambiar ese rostro tan agrio que pones, por un rostro de persona
tranquila. Y recuerda: tu rostro no te pertenece. Tu rostro pertenece a los demás. Es un
regalo que vas brindando a quienes tratan contigo. Pero tu ira y tu mal genio hacen que
ese regalo tuyo que debería ser apacible y agradable, se convierta en un regalo antipático
y entristecedor”.
El deseo de venganza trae al cuerpo y al espíritu los mismos males tan graves que ya
enumeramos para los que sufren de ira, resentimiento o de odio. ¿Para qué acabar con su
salud y su paz, por tratar de amargarle la vida a otro? Dios dijo en la Biblia “Mío es el
castigo, y no cedo a otros el poder de tomar venganza”. O es que ¿Creemos que los que
hacen el mal se van a quedar sin castigo divino? El salmo 74 lo dice bien claro: “El
Señor hará beber hasta la última gota de la copa de la amargura a los que se dedican a
obrar el mal”.
Cuando Jesús nos dijo: “Perdonad setenta veces siete”, nos estaba dando con este
consejo una receta para no padecer de alta tensión sanguínea, palpitaciones y
perturbaciones del corazón, jaquecas, úlceras y arrugas prematuras. Los médicos saben
que si se quiere conservar el corazón sano y sin colapsos, es necesario evitar cualquier
sentimiento de venganza, porque éstos traen verdaderos debilitamientos cardíacos. Los
sentimientos de venganza agotan el cerebro, debilitan el sistema nervioso, desfiguran el
rostro y probablemente acortan la existencia. Nuestros enemigos quedarían felices si
supieran todo lo que nosotros estamos perdiendo por estar pensando en planes de
venganza. Si ya los enemigos nos hicieron muchos males, para que querer aumentar
esos males rumiando vengarnos, ¿Si sabemos que el deseo de vengarse nos enferma y
nos envejece antes de tiempo?
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 51
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
72ª ELIJA MÁS BIEN SER PRUDENTE QUE IMPRUDENTE. Ninguna otra
virtud fu más recomendada por los sabios del Antiguo Testamento que la prudencia.
Ellos decían que ser prudente era el camino más seguro para obtener la felicidad y lograr
éxitos en la vida. Y en la Biblia hasta llegó a escribirse todo un libro, el de los
Proverbios, para enseñar a las personas a conseguir la prudencia.
bebe en exceso, y roba el sueño muchas horas, con lo cual debilita su salud física
y mental.
2. El prudente procura permanecer estable en lo que se ha propuesto hacer.
Sabe que sólo lograra triunfar cuando haya recorrido muchas veces unos mismos
caminos, y que ningún triunfo se improvisa, sino que todos son frutos de largo
ejercitarse y trabajar. En cambio el imprudente es inestable. Cree que los éxitos
van a venir por golpes de suerte o cambios instantáneos. Por eso no le concede
importancia a dedicarse a obtener pericia y experiencia y práctica en su oficio,
aguardando que el éxito esté por ahí escondido detrás de la esquina. Y como no
lo está, no le llegará.
3. El prudente piensa muy bien las decisiones que van a tomar, y una vez
tomada una decisión persevera en su ejecución, aunque lo rodeen las dificultades.
El imprudente no pide consejo ni medita antes de tomar sus decisiones, y después
cambia fácilmente de parecer dejando sin terminar muchas obras ya empezadas.
Y como el éxito depende de la perseverancia, se queda sin conseguirlo.
4. El prudente ve venir el peligro y trata de evitarlo. El imprudente se expone al
peligro, y en él perece.
La esperanza produce alegría. Cuando uno piensa en aquellas formidables noticias que
trae la Biblia para los amigos del señor: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó algo, algo
semejante a lo que Dios tiene preparado para los que lo aman (1 Cor 2,9), y en esa otra
promesa maravillosa de Jesús: “Me voy a preparar un sitio para mis amigos, y cuando os
haya preparado un sitio vendré y os llevaré conmigo, para que donde yo estoy, estén
también mis amigos”. ¿Quién no va a sentir alegría ante tamañas buenas noticias?
La alegría tiene sus enemigos como por ejemplo el tenerse lástima, el vivir dándose
“pésames”. El pesimismo que lleva a pensar que lo que tiene que suceder será siempre lo
peor. La envidia: sentir tristeza por el bien ajeno, etc.
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 54
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Pero tiene también sus aliados y colaboradores, como son por ejemplo el consagrarse
al trabajo con dedicación y entusiasmo, el descubrir y apreciar los propios valores y
cualidades; el saber descansar a tiempo. El convencerse de que la vida está todavía
esperando algo importante de nosotros; que todavía podemos hacer muchas cosas
buenas y que sí las vamos a hacer. El saber que somos útiles y que no estamos ocupando
inútilmente un puesto en la humanidad”, etc.
Estas ideas salvaron la vida de uno que iba a suicidarse. Un amigo le dijo: “Mira, la vida
todavía está esperando algo importante de ti, y todavía puedes hacer muchas cosas
buenas en favor de los demás”. Le gustó saber esto y abandonó la idea del suicidio.
74ª POR FAVOR NO ASESINE EL AMOR. A veces cuando una joven vuelve de su
luna de miel, dice a su madre: “¿Mamá, esto es el amor? Si yo hubiera sabido lo que es
el amor, nunca me habría casado. Yo no soy para él sino un objeto de placer. Una vez
saciado su egoísmo, se despreocupa de mí, como hace una chofer con el trapo con el que
quita la grasa de sus manos, lo echa a la caneca de la basura”. Pobre muchacha, dio con
un egoísta que no pensaba sino en él mismo, sin importarle la felicidad de los demás.
Ah, cuántos hogares destruidos porque uno de los dos “mató el amor” del otro y no lo
supo cultivar. El amor es como las plantas recién nacidas: ni no se cultiva y no se cuida,
se muere, y una vez muerto sí que es difícil volverlo a resucitar.
Hay muchísimas maneras de “asesinar” el amor, pero recordemos tan solo unas pocas,
para que no vayamos a cometer el error fatal de practicarlas:
1. Leer en el comedor, durante las comidas. Esto es colocar una muralla de papel
entre Ud. y las otras personas. Una vez en una gran casa vi a un hombre que
mientras los demás charlaban en el comedor, él leía la prensa o dormía, y luego
mientras los otros se iban a descansar un poco de tiempo después del almuerzo, él
se iba a martillar y a correr armarios, y no dejaba dormir. O sea: mientras los otros
charlaban, él hacía un silencio despreciativo, y mientras los demás querían
silencio, él hacía todos los ruidos posibles. Así se le mata a cualquiera el gusto por
vivir en nuestra compañía.
2. No felicitar ni alabar. Aquella niña se portaba mal todos los días, y la mamá
cada noche antes de despedirse de ella la regañaba por todo lo que había hecho
mal. Pero un día la niña hizo un gran esfuerzo y se portó maravillosamente. Por la
noche la mamá la llevó a la cama, pero no le dijo nada. Al momento de
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 55
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despedirse, la niña se echó a llorar. “¿Por qué lloras, estás enferma? – le preguntó
su madre – “No, mamá, es que los demás días cuando me portaba mal, tu me
regañabas cada noche al acostarme. Y hoy que hice tanto esfuerzo para portarme
bien, ¿Por qué no me felicitas?” Y la señora aprendió una gran lección: que la
gente necesita de la felicitación y de la alabanza, como del aire para vivir.
3. Dejarse llevar por lo impulsivo. Ya hemos dicho que eso, lo impulsivo, es
generalmente un error. Por eso antes de decir o hacer lo primero que se nos
ocurre, pensemos un momento, para ver si aquello en verdad aumentará el amor y
la estimación de la otra persona, o si por el contrario podrá lastimarse, y
disminuirle su cariño hacia nosotros.
4. No ser solidarios. Un día, de viaje con un gran amigo, jefe de un numeroso
grupo social, al pasar por frente a la casa de unos antiguos amigos suyos le dije:
“¿Quiere que entremos a visitar a esta familia?” – No, no – nunca me dijo
secamente. Con esta familia ya no quiero tratar nunca más, porque el día en que
se murió mi madre, ninguno de ellos se hizo presente en los funerales. Por falta de
solidaridad, perdieron la amistad de una persona. En cambio otro día de paseo por
una finca, vi que el dueño de aquellas todas tierras entraba a un cultivo y saludaba
de abrazo muy cariñoso a varios de aquellos labradores. Lleno de curiosidad le
pregunté el porqué de semejantes muestras de cariño hacia tan humildes personas,
y me respondió: “Es que hace algunos años, un día enfermé de gravedad en una
hacienda muy alejada del poblado, y cuatro de estos hombres me llevaron en una
camilla hasta el pueblo, y lo hicieron con tal delicadeza y cuidado, que jamás
podré olvidar ese detalles que tuvieron para conmigo”. Con un acto de solidaridad
se ganaron el afecto de aquel hombre para siempre.
Así que el ser solidarios con los demás aumenta mucho su amor hacia nosotros,
pero el no mostrarse solidarios puede matar irremediablemente el afecto que otros
nos tenían.
5. Pasarse el tiempo pidiendo y exigiendo, sin dedicarse a dar y sacrificarse.
¿Cuántos exclaman desilusionados: “A mí nadie me quiere”? Pero vayamos a
analizar su vida ¿Cuánto tiempo han dedicado a servir y ser útiles a los demás?
¿Cuánto han regalado? Carnegie decía que en todos sus años de averiguación en
Bibliotecas para conocer reglas infalibles para ganarse la amistad de los otros, la
frase que más le impresionó fue la siguiente: “Ud. gana más amistades en dos
meses interesándose por los demás, que en dos años tratando de que los demás se
interesen por Ud.”. Y dice que muchos viven enamorados y muertos de tedio
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 56
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entre los escombros de una felicidad destruida, porque aun siendo viejos, su
amor sigue siendo como el de los niños: solo pedir, solo exigir, y no dar, ni
sacrificarse. El niño, por lo inmaduro, ama porque le dan; pero el mayor, siendo
ya equilibrado, ama porque quiere dar y ayudar, y hacer felices a los demás.
6. No manifestar que amamos. El más grande pedagogo del siglo pasado afirmaba
que el error fatal de muchísimas personas consiste en que, aunque en su corazón
aman a los demás, con sus palabras y su conducta exterior no les manifiestan ese
amor. Y repetía: “No basta con amar. Es necesario que los demás se den cuenta
de que en verdad los amamos”.
El rey Sabio solía repetir: “Las palabras amables y el rostro risueño, aumentan el
número de nuestros amigos”. Esto es una gran verdad. Pero también lo es que el
no demostrar nuestro cariño con palabras amables y con rostro risueño, disminuye
mucho el afecto de nuestras amistades. Un empleado decía a sus compañeros:
“Yo los amo mucho a todos Uds.” Y los otros le respondieron con sorna: “Pues
no se le nota. Su amor hacía nosotros lo debe tener por allá muy bien guardado
porque no aparece por ninguna parte”.
Los antiguos decían: “cuando hay fuego en la casa, es inútil querer ocultarlo. El
humo se sale aún por la más pequeña rendija y le cuenta a los vecinos que allí
dentro hay fuego ardiendo”. Así pasa con el verdadero amor: si es lo que debe ser,
tiene que manifestarse externamente de alguna manera. Si no se manifiesta, lo
más probable es que se está apagando”.
Recordemos siempre: no basta con amar. Es necesario que los demás se den
cuenta de que sí en verdad los amamos.
7. Descuidar los pequeños detalles. Cuanto más pequeñas sean las astillas de leña
más fácilmente alimentan la llamarada de la gran hoguera. Cuanto más pequeños
detalles prodiguemos, más crecerá nuestro amor y el amor que vamos a recibir.
Pero a muchas personas se les olvida este “detalle”, y deja morir miserablemente
el amor.
Una tarjeta, una llamada en el día del cumpleaños. Un “te ves muy bien”. Qué
rico sabes cocinar… Tú siempre tan puntual… Con mucho gusto… Tú sabes que
te aprecio con toda el alma… Cada día te quiero más… No te imaginas con
cuanta alegría hago este trabajo para ti… Tu charla me hace pasar ratos tan
sabrosos que se me va el tiempo sin darme cuenta… etc. son pequeñas astillas
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 57
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Pasaron luego a otro barrio de la eternidad. “Todas las casas construidas en marfil.
Que blancura, qué elegancia. Los pisos de marfil, los techos de marfil. Aquello era de
una elegancia nunca vista”. La señora se apresuró a tratar de entrar a tan hermoso barrio
pero otro ángel guardián la tomó del brazo y le dijo muy respetuoso: “Me da pena,
señora, pero este barrio es únicamente para aquellos que fueron totalmente pulcros y
limpios en el trato con los demás. Y Ud. era muy chabacana, dura, criticona, y a veces
hasta grosera en su trato con el prójimo”, y mientras todos los que habían sido
exquisitamente elegantes en su trato social, entraban gozosos a tomas posesión de sus
lujosísimas habitaciones, la pobre mujer se quedaba fuera, mirando con envidia a los que
iban entrando a tan esplendoroso barrio. ¡Le faltaba la cuota inicial!: haber tratado
bien a los demás.
Siguieron luego a un tercer barrio. Aquello era lo máximo de luminosidad y belleza que
sus ojos hubieran podido ver jamás. Todas las casas eran de cristal pero de unos
cristales excepcionalmente brillantes y hermosos. Paredes de cristales lujosísimos, techos
de cristales refractarios, ventanas de cristales que parecían arco iris. La señora corrió a
posesionarse de una de aquellas maravillosas mansiones, pero el ángel portero la detuvo
y le dijo muy serio: “En su pasaporte dice que Ud. no se interesó ni poco ni mucho por la
instrucción de las demás personas. Y este barrio es exclusivamente para las personas que
colaboraron seriamente en la instrucción de los demás. Aquí se cumple lo que anunció el
profeta Daniel: “Quienes enseñen a otros a ser buenos, brillarán como estrellas por toda
la eternidad”. (Dn 12) – y Ud. nunca se preocupó porque las personas que con Ud.
vivían se volvieran mejores. Así que, aquí no hay casa para Ud. Le falta la cuota
inicial: Haber colaborado para que otros se instruyeran.
Entristecida la pobre mujer veía que entraban miles y miles de personas radiantes de
alegría a tomas posesión de su habitación eterna, mientras que ella con un numeroso
grupo de egoístas eran llevado cuesta abajo a un barrio verdaderamente feo y
asqueroso. Todas las habitaciones estaban construidas de basuras. Techos de basuras.
Paredes de basuras. Puertas de basuras. Los gallinazos sobrevolaban sobre aquella
hediondez; ratones y lechuzas moraban por allí… ella se puso un pañuelo en la nariz
porque la fetidez era insoportable, y quiso salir huyendo, pero el guardián del barrio le
dijo con voz muy seria: “Una de estas casas será su habitación. Puede seguir a tomar
posesión de ella”. La angustiada mujer gritó que no, que eso era horrible. Que jamás
sería capaz de habitar en semejante montón de basura. Y el custodio le respondió:
“Señora: esto es lo único que hemos podido construir con la cuota inicial que Ud.
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 59
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
envió desde la tierra. Las habitaciones de la eternidad las hacemos con las cuotas
iniciales que las gentes mandan desde el mundo. Ud. solamente nos enviaba cada día
egoísmos, malos tratos a los demás, murmuraciones, críticas, palabras hirientes,
tacañerías, odios y envidias. ¿Qué más podríamos haberle construido? Ud. misma nos
mandó el material para hacerle “su mansión”. La mujer empezó a llorar y a decir que no,
que allá no quería quedarse a vivir y de pronto, al hacer un esfuerzo por zafarse de las
manos de quien le quería hacer entrar en semejante habitación, dio un salto y se despertó.
Tenía la almohada empapada en lágrimas…. Pero aquella pesadilla le sirvió de examen
de conciencia, y desde entonces empezó a pagar la cuota inicial de su casa en la
eternidad: generosidad con los necesitados, pulcritud y fineza en el trato, y esmero por
obtener que otras personas sean más y más y se instruyan más…
Sería interesante saber qué clase de cuotas iniciales estará Ud. mandando para su
habitación en la eternidad. De todos modos la S. Biblia dice que allá hay un libro
donde se anota todo, todo lo que hacemos por los demás. (Apocalipsis 20). Y un día
ese libro será leído delante del Juez Supremos y recibiremos según lo que cada cual
haya hecho. De hoy en cien años ya habrá sucedido esto. ¡Y quién sabe si mucho antes!
Y la sentencia del Libro Santo es esta: “Lo que cada uno cultiva, eso cosechará. Quien
cultiva obras de egoísmo cosechará condenación. Quien cultiva obras de generosidad,
cosechará vida eterna”. Nosotros somos inteligentes y recordamos una frase repetida
siete veces en la Biblia “Que dios dará a cada uno según sus obras, sean buenas o
malas”. (Y cuando la Biblia repite siete veces una frase es que es demasiado importante
para que se nos vaya a olvidar). “Quién hace bien a los demás se hace bien a sí mismo, y
quien trabaja, atesora para sí mismo”, dijo un sabio hace 22 siglos. Sabiendo que es para
nuestro bien todo lo que hacemos en favor de otros, empecemos ya desde hoy mismo a
pagar la cuota inicial de nuestra futura felicidad: amar a los demás como nos
amamos a nosotros mismos. Tratar a los otros como deseamos que los demás nos traten
a nosotros. Esa es la Regla de Oro de las Relaciones Humanas: Hacer a los otros todo el
bien que deseamos que los demás nos hagan a nosotros”. (S. Mateo 12).
sin ser cansona, inteligente sin ser presuntuosa, trabajadora sin ser esclava del oficio, etc.
Y mi señora reúne todas esas cualidades, por eso me enamoré y me casé con ella.
¿Qué significan estas palabras? Que aquella mujer fue precisamente lo que el sano
egoísmo de aquel hombre buscaba. Lo que a él le agrada es que ella colma lo que su
egoísmo estaba buscando. ¿Qué logró esta mujer que no lo habían conseguido las demás
que él había tratado? Darle importancia a los que el sano egoísmo de aquel hombre
ambicionaba. Ah si nosotros estudiáramos más los gustos de los demás, cuántos más
numerosos serían nuestros triunfos sociales. Desafortunadamente dedicamos muy poco
tiempo a estudiar qué es lo que los otros desean y quieren con mayor intensidad. San
Ignacio repetía “esmerarse por satisfacer los sanos gustos de los demás, y así lograremos
que ellos se esmeren por satisfacer los sanos gustos nuestros”.
Pero, cuidado con el propio egoísmo. Hay que refrenarlo. Un egoísmo desenfrenado
puede convertirse en la mayor amenaza para el buen trato social, y puede llegar a
degenerar en neurosis y matar las fuerzas del amor como un cáncer maligno. Egoísmo es
amor a sí mismo, a sus gustos y pareceres, a su bienestar y buena fama. Un sano
egoísmo sirve para empujar a la persona hacia el triunfo. Pero cuando el egoísmo es
exagerado y excluyente y no busca sino lo suyo sin darle importancia al bien y a la
felicidad de los otros, se convierte en una verdadera enfermedad del espíritu que echa a
pique toda la personalidad.
Seyle, el creador de la palabra stress, dice que una causa muy común del stress es el
egoísmo exagerado, la egolatría, el andar buscando solamente la satisfacción de los
propios gustos y vivir mendigando el ser estimado y conocido y aplaudido, en vez
de dedicarse a buscar lo que agrada y hace bien a los demás. El buscar hacer felices
a los otros trae paz y tranquilidad. El buscar satisfacer nuestros caprichos y
vanidades trae preocupación y cansancio nervioso.
Hay temores buenos y hacen evitar muchos males. Por ejemplo el temor a una
indigestión nos hace evitar comer lo que nos hace daño. El temor a un accidente nos
hace manejar con prudencia. El temor a perder una amistad nos hace callar palabras
ofensivas que deseábamos decir… Pero hay temores verdaderamente dañinos y
corrosivos que corroen toda nuestra personalidad y que hay que desecharlos si en verdad
queremos triunfar.
El miedo al principio parece que nos está protegiendo, pero después se ve que nos estaba
mutilando y destruyendo. No andemos comunicando nuestros temores a los demás
porque se contagian de nuestro miedo. Podemos sí consultarlos con un amigo serio y
prudente, porque el miedo compartido pierde mucho de su poder; pero que el contarlo
sea para pedir consejo y no para prenderle a otros nuestra terrible falla psicológica.
Luther King, el líder mártir de la igualdad, solía decir: “El miedo tocó la puerta, la fe
salió a abrir, y el miedo ya no estaba”. ¡Qué gran verdad! Si cada vez que el miedo
llegue a la puerta de nuestro espíritu enviamos a la fe a recibirlo, el miedo se
alejará corriendo.
CAPÍTULO VII.
dijo: “Y si no ¿qué?” –“Si no… si no, ¡no me regale nada!” – respondió el otro y se fue
tranquilamente y ya no volvió a molestar… Lo único que estaba haciendo falta era que
alguien se atreviera a enfrentársele. Cuántos problemas de la vida saldrían huyendo si de
veras nos atreviéramos a enfrentarlos.
Napoleón era pequeño, bastante feo, malgeniado, poco apto para reuniones sociales,
poco amable y de familia desconocida… pero se atrevió a enfrentar los problemas
difíciles y llegó a ser amo de toda Europa. Le gustaba repetir: “Para subir los peldaños
del éxito hay que cansarse, trabajar, fatigarse, o desanimarse”. Creer que sí se puede
subir y no dejar de tratar de ascender. La palabra “imposible” es un refugio de los
cobardes que no quieren esforzarse.
Henry Ford creía que podría fabricar un carro con motor. Sus ingenieros, después de
años de investigaciones le dijeron que era imposible. Él les respondió: “Sigamos
investigando, no nos desanimemos. Yo creo que sí es posible”. Y el carro se obtuvo y
llenó de fama a su inventor.
Edison, el inventor que más inventos ha patentado, lo primero que hizo fue convencerse
de que todo es posible para quien tiene fe. Cuando le preguntaban ¿Será usted capaz de
obtener esto? El respondía invariablemente: “yo creo que sí puedo. Al menos trataré
de intentarlo”. Lo intentaba y lo lograba. Inventó el tocadiscos, el micrófono, el grabar
la voz en discos. A todos les parecía imposible la bombilla eléctrica. Edison se atrevió a
tratar de fabricarla y en 1879 dio al mundo esa maravilla de invento. Se atrevió y él
mismo tuvo que admirarse de los resultados.
James decía: “todos podemos hacer más. Lo importante es que nos atrevamos a
intentarlo”. Y los suecos añaden: “si te atreves a buscar ideales altos, esos mismos
ideales duplicarán tus fuerzas para lograr obtenerlos”.
80ª SI QUIERE SALIR DEL POZO DE LA TRISTEZA, CULTIVE LA LLAMA
DEL ENTUSIASMO. Hay dos clases de personas. Las que saben sacar alegría de
la vida, de lo que sucede y de lo que esperan, y los que siempre van suspirando y
llorando. A veces se encuentra uno con el jefe de una empresa, el cual tiene un
automóvil, excelente casa, buenísima alimentación, sueldo elevado, aprecio de la gente y
muchas personas que le obedecen y le respetan, y sin embargo, este señor no hace sino
quejarse de la vida y de todo lo que le ha sucedido y le está sucediendo. Está sumergido
en el pozo de la tristeza y es mucho más infeliz que millones de pobres que no tienen
dónde caerse muertos. Pero muchas veces nos encontramos también con sencillos
obreros o personas de servicio, que ganan solamente el sueldo mínimo. Que no poseen
casa propia y tienen que viajar en vehículos públicos tremendamente repletos y llenos de
incomodidades. Que siempre han estado bajo la sujeción de superiores y de supervisores
no demasiado amables ni comprensivos. Y a estos sencillos obreros, a estas personas de
servicio les oímos reír y cantar. Vemos brillar sus ojos de alegría y en su conversación
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 65
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
notamos que le encuentran sabor a la vida. ¿Cuál es su secreto? Que de la vida se han
dedicado a gustar y saborear no las hieles sino las mieles. Que han encendido la llama
del entusiasmo y se han salido del pozo fétido de sus tristezas. Por eso decía el sabio
Salomón: “Mucho mejor es ser pobre pero lleno de alegría que muy rico pero lleno de
tristeza”. Hay pobres muy ricos, y ricos muy pobres.
El triste le echa siempre la culpa a los demás y siente que de nada está satisfecho. El
alegre sabe sacar mieles de las hieles. El triste proclama que si quisiera hacer algo
pero que se lo impiden, la suegra, el gobierno, los vecinos, la mala salud, la mala suerte,
la mala situación…. El entusiasta se propone actuar aunque todos se lo opongan. Sabe
que “nada es imposible para el que tiene fe”.
El triste a las diez de la mañana todavía está bostezando y con ganas de volverse a
acostar. Ha coleccionado ciertas frases que son comunes a los fracasados de todo el
mundo: “esto es insoportable. La situación es pésima… La gente está corrompida… No
se puede hacer nada… El mundo está al revés…”
En cambio el entusiasta encuentra rayos de luz en plena oscuridad. Sabe que el Padre
Dios no ha creado a sus hijos para el fracaso ni goza con la derrota de sus creaturas.
¿Qué el trabajo es difícil? Pues, como decía Napoleón, “lo difícil lo emprendemos con
gusto porque aumenta nuestra personalidad y nos da oportunidad de hacer trabajar mejor
a nuestro cerebro y a nuestra voluntad, ¿y lo imposible?... “trataremos de hacerlo
posible””.
Un antioqueño lleno de entusiasmo fue a una empresa a pedir empleo, pero con esta
extraña petición: “Quiero trabajar por tres obreros, para ganar triple sueldo”. El gerente
quiso probar su capacidad y su entusiasmo, y le puso por oficio manejar una máquina en
la cual con una mano debía empujar una palanca y con la otra mano tirar de otra palanca.
Con un pie empujar un resorte y con el otro, otro resorte. Con la cabeza tenía que
empujar unas manivelas, etc. Después de una hora de trabajo llegó el gerente para ver si
el antioqueño estaba ya desesperado y pidiendo relevo. Pero al preguntarle si se le
ofrecía algo, le oyó emocionado responder: “Si, señor gerente, necesito que me amarren
una escoba a la espalda para ir barriendo de una vez el salón y así ganarme otro sueldo
más”. Eso es lo que se llama gente de entusiasmo. Esperan mucho de la vida pero dan
también mucho a la vida.
Hemos oído repetir hasta el cansancio unas frases que no pueden ser olvidadas por quien
en verdad desea triunfar: “Uno puede triunfar en cualquier cosa en la cual ponga
entusiasmo… si algo debe hacerse, debe hacerse bien hecho y con entusiasmo. Lo
que merece ser hecho, merecer ser bien hecho”.
No permitamos que nada ni nadie nos robe el entusiasmo. Sería quitar la llama, el fuego,
el calor a nuestra existencia. Ya lo decía Salomón, el sabio: “Bueno, muy bueno, le es a
cada uno alegrarse en el trabajo que hace, y comer con alegría su pan de cada día”.
El entusiasta es la base de las grandes conquistas. Nada grande se ha logrado sin
entusiasmo. Un gran pensador, al final de su vida exitosa y brillante, dio a conocer la
fórmula de sus triunfos: “entusiasmo y alegría”.
Cada uno puede llegar a ser conforme a lo que habla. Si hablamos con entusiasmo
llegaremos a ser entusiastas. Pero si hablamos como derrotados llegaremos a ser
derrotados. San Pablo les recomendaba a sus queridos amigos filipenses: “De todo lo
que es amable, de todo lo que es digno de alabanza, de eso pensad y hablad… Pero lo
que es indigno, ni siquiera se nombre entre vosotros”.
las luces que necesitan. Cada uno, según su modo de ser, puede triunfar si llena su
cerebro de ideas: o captando las ideas instantáneas que se le ocurren, o meditando
pacientemente hasta encontrar las soluciones, o consultando a los que saben, o leyendo y
leyendo para instruirse debidamente.
No hay ningún problema en la vida tan complicado, que con la meditación y la luz de
Dios no logre resolverse.
Recordemos que el tiempo se pasa irremediablemente, pensemos o no pensemos.
Pero si se nos pasa sin dedicarnos a pensar, lo habremos perdido tristemente.
Cuidado con el fixismo. Es un mal intelectual que consiste en imaginarse esto: “lo que
yo sé ya es suficiente”. Esto lleva a la arteriosclerosis intelectual, a una parálisis de ideas.
De un hombre que no dedica tiempo a pensar y a estudiar, decías sus detractores que
había hecho “voto de pobreza intelectual”, promesa de quedarse ignorante para toda la
vida. Y podía repetir lo que aquel campesino boyacense gritaba a su burro que no quería
andar: “en inteligencia me la ganará pero en fuerza no”.
Cada uno de nosotros tiene capacidad indefinida para aprender, y es una actitud
fundamenta el dedicarse a adquirir nuevas ideas por medio de la meditación, de la
lectura y de la consulta. Es lo que hace muchos siglos llamó Santo Tomás la
“estudiosidad”. Este gran sabio decía que el hábito o buena costumbre de la
estudiosidad hace que muchas personas que en sus estudios no obtuvieron un
“sobresaliente”, al dedicarse después a pensar, leer y consultar, obtengan un verdadero
“sobresaliente” en la vida práctica.
1 y 15 ceros es el número de cuerdas que tiene el cerebro para ayudarnos a pensar y a
producir ideas. ¿Dejaremos esta red maravillosa sin hacerla trabajar?
Dicen que la principal diferencia entre el sabio y el ignorante, entre el científico y el
hombre ordinario, es que el sabio y el científico si han puesto a trabajar su cerebro, y los
otros dejaron su cerebro sin ponerle oficio.
Según las computadoras, una persona normal no hace trabajar sino el 6 por ciento
de su cerebro. Piense en esto querido amigo. E imagínese lo que sería de usted si
desarrollara siquiera el 20 por ciento de su cerebro, dedicándose a pensar y a formar
ideas.
Hoy están muy en boga las universidades a distancia en todo el mundo. Pues bien, lo
primero que procura obtener la universidad a distancia, es que el alumno aprenda a
aprender, y que se convenza de que esto sí es posible. Lo primero: aprender a aprender.
Y convencernos de que eso será enormemente provechoso.
Cuando San Gabriel de la Dolorosa, gran apóstol moderno, era estudiante, un día oyó de
uno de sus profesores una enseñanza que lo conmovió profundamente y que le hizo
dedicarse con toda el alma a adquirir el mayor número de conocimientos posibles en su
profesión. La frase que tanto le impresionó fue esta: “Imagínate mientras estudias y lees
y te preparas, que miles de personas a tu lado te suplican: prepárate bien. Instrúyete bien.
Llénate de muchas ideas buenas. Pues tu instrucción y tu preparación y tus buenas ideas,
van a ser muy provechosas para todos nosotros los que vamos a recibir después tu
influencia”. Ojalá cada uno de nosotros se imagine oír algo semejante. Las personas que
recibirán nuestra influencia saldrán ganadoras si nos preparamos más y nos llenamos de
ideas nuevas y provechosas, por medio de la meditación, la lectura y el consultar a los
que saben.
Jesús narraba dos casos: el de uno que no pensó, ni planeó y el de otro que sí dedicó
tiempo a pensar. El primero se dedicó a construir una casa y no se puso a hacer cuentas
de los gastos, y resultó que la plata no le alcanzó y tuvo que dejar las paredes sin techar,
y la gente al pasar se burlaba diciendo: “miren al imprudente: levantó paredes y no pudo
techar porque no tuvo con qué”. En cambio el otro tenía que irse a batallar con 10.000
soldados contra otro que venía en su contra con 20.000. Y se puso a pensar y a hacer
cálculos y se dio cuenta que no sería capaz de resistir, y le mandó embajadores e hicieron
la paz (Lucas 14). Siempre es que conviene dedicar tiempo a pensar, a adquirir nuevas
ideas.
82ª NUESTRA PROBABILIDAD DE TRIUNFO DEPENDE DE NUESTRA
CAPACIDAD DE RESISTENCIA. Las personas triunfadoras tienen por lo general
gran capacidad de trabajo y una resistencia a toda prueba.
Miguel Ángel (+1564) considerado uno de los mejores artistas del mundo, autor de
estatuas tan famosas como la Piedad y el Moisés, del Vaticano, era capaz de estar 20
horas o más, trabajando seguido; y semanas y semanas de espaldas en los andamios
pintando los techos de la Basílica de Roma. Napoleón aguantaba hasta 30 horas seguidas
a caballo, y antes de las batallas averiguaba qué edad tenía el jefe enemigo y qué
capacidad de trabajo y de resistencia así sabía a las cuantas horas lo podría tener anulado
por el cansancio. Stalin, el célebre dictador ruso que dominó a su país desde 1925 hasta
1950, tenía una capacidad de trabajo y de resistencia tres veces mayor que la de sus
colegas. Hitler, Mussolini, Roosevelt, los tres directores de la Segunda Guerra Mundial,
le daban enorme importancia al ejercicio físico, a las caminatas, a los deportes, a todo lo
que pudiera aumentar la capacidad de resistencia, porque sabían que mientras mayor sea
la capacidad de resistencia de una persona, más posibilidades tiene de triunfar.
Mao y Bolívar dos líderes que obtuvieron resonantes triunfos militares, después de
expediciones tremendamente extenuantes. Pero los dos formaron a sus hombres en una
inmensa capacidad de resistencia a la fatiga, al cansancio y a las dificultades.
En nuestro siglo es muy conocida la historia de Charles Atlas. Cuando era joven fue
despreciado por una muchacha por considerarlo debilucho e incapaz de acciones
valerosas. Se dedicó entonces a hacer ejercicios físicos y a labores que le aumentaran su
capacidad de resistencia a las dificultades, y llegó a ser campeón mundial en física y
fundador de una famosa escuela internacional de educación física.
Pero lo que se necesita no es solamente resistencia física. Es sobre todo resistencia
moral. Capacidad de aguante, de paciencia; fuerza para no dejarse atraer hacia el mal,
para explotar en pasiones de ira, de sensualidad, de pereza o de orgullo.
En la antigüedad fue muy famoso el caso de uno de los sabios de Grecia. Cuando era
joven le oyó decir a un anciano: “Si quieres llegar a tener personalidad, debes ejercitarte
en ser insultado y tratado mal, sin responder ni una sola palabra. ¿Pero cómo lograrlo? –
le preguntó el joven – ¿si entre mis familiares y conocidos nadie me trata mal? Pues
págale a unos desconocidos para que te insulten, y así te vas ejercitando en no responder
ni una sola palabra – le dijo el anciano - .Y así lo hizo el joven. Por medio de terceras
personas pagó a unos maleducados para que lo insultaran al pasar él por la calle. Y se fue
acostumbrando a no responder insultos con insultos y a callar y tener paciencia. Después
se fue a una famosa escuela de personalidad en Atenas, y allí el maestro para probar qué
tanto carácter poseía su nuevo discípulo, lo recibió con un regaño tremendo e injusto.
Pero mientras el maestro lo insultaba, el joven se sonreía. ¿Cómo se explica – le
preguntó el director – que mientras yo te regaño e insulto, tú sonríes alegremente? Ah,
mi buen preceptor – respondió el alumno – es que en mi tierra tenía que pagar para que
me insultaran, y aquí ¡me insultan gratis! Estoy ahorrando dinero”.
No olvidemos nunca: mientras más nos ejercitemos en saber resistir y aguantar las
contrariedades de la vida, mayor personalidad estamos adquiriendo. Y mientras mayor
sea nuestra capacidad de resistencia para rechazar nuestras inclinaciones a la ira, a la
sensualidad y a la pereza, más personalidad habremos conseguido.
83ª CUANDO SE SIENTA DESANIMADO, RECUERDE SUS OBJETIVOS.
Nada es más duro y trágico que bogar sin esperanza, pero nada produce tantas energías
como el mirar a lo lejos la meta donde nos espera el triunfo.
Hay que aumentar el deseo de lograr nuestros objetivos. Convencernos de que bien vale
la pena luchar para conseguirlos, y proponerse luchar y no dejar de hacer lo necesario
para alcanzarlos. Hasta donde lleguen nuestros buenos deseos, hasta allá podremos
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 70
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
llegar. Si aumentamos el deseo de obtener los ideales que nos hemos propuesto,
aumentará también la fuerza interior para tratar de llegar a ellos.
Cuando sintamos que nuestro corazón desmaya y nuestra voluntad flaquea, recordemos
las metas que nos hemos propuesto conseguir, y así hallaremos las fuerzas para seguir
luchando.
84ª SI QUIERE AUMENTAR SU PERSONALIDAD PROCURE MEJORAR
SU MORALIDAD. Hay personas que saben que ciertas faltas les carcomen como un
comején, y sin embargo las siguen cometiendo. Si nuestro interior está carcomido,
aunque en el exterior aparezcamos muy bien, nos derrumbaremos. Nos sucederá como a
ciertas casas de tierra caliente, muy hermosas por fuera, pero cuyas vigas están
carcomidas por el comején. Cuando menos se piensa se derrumba con gran estrépito.
Pero si nuestro interior está bien conservado, aunque en lo exterior no aparezcamos tan
brillantes, resistiremos fuertemente a los momentos duros.
Recuerde que los pecados destrozan sus nervios, su hígado y su corazón. Y cuando el
pecado domina en su vida, su cerebro empieza a debilitarse y a huir de las soluciones y a
vegetar y la voluntad se va debilitando y degenerando.
Lo que nace por vías negativas, por vías negativas terminará. Lo que cada uno
cultiva eso cosecha. Hacia el lado hacia el cual el árbol está ladeado, hacia ese lado
caerá. Si nos ladeamos hacia las buenas obras, nos inclinaremos hacia una gran
personalidad. Pero si nos ladeamos hacia el lado del vicio y del pecado, caeremos en el
gozo del vicio y del desastre. ¿Hoy negamos un favor mañana necesitaremos también
nosotros ser ayudados y alguien nos negará la ayuda. ¿Hoy tratamos bien? Mañana otros
nos tratarán también bondadosamente. Con la vara con que cada uno mida, con esa vara
será medido.
Quien desea ser verdaderamente importante debe esforzarse por corregir sus defectos.
Dice Kempis: “Si cada año nos corrigiéramos de un defecto, pronto llegaríamos a tener
una gran personalidad”.
CAPÍTULO VIII.
Insistimos aquí en algunas ideas que ya se dijeron al principio de este libro, pero que son
extraordinariamente importantes. La FORMULA MAGISTRAL es un activo principio
en el cual los antiguos sabios resumieron admirablemente las cinco cosas que hay que
hacer para llegar al triunfo.
Muchísimos discípulos modernos las han puesto en práctica y han conseguido resultados
admirables.
En otras palabras, la Fórmula Magistral es una escalera para llegar al éxito que se
desea, y se compone de cinco escalones:
LO PRIMERO:
IDEAL es: una idea clara, concreta, firme y positiva de lo que se desea conseguir o
llegar a ser. Es lo que anhelamos; a lo que aspiramos, el fin que nos proponemos, la
intención que tenemos, el propósito que deseamos cumplir; aquello que esperamos o
queremos obtener…. Ideal es algo fijo a lo cual queremos llegar.
La gente para expresar lo importante que es el tener ideales bien definidos dice: “Es
preciso saber exactamente qué es lo que se desea ser o conseguir”.
Cuanto más claros y definidos sean los ideales, o propósitos o fines que uno desea
conseguir, mayor será la potencia mental que nos empuje a obtenerlos.
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 74
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Marden dice: “Los grandes realizadores trabajan poco con sus manos. Casi todo lo
fabrican con su pensamiento. Planean, sueñan, idealizan… y luego les llega la realidad
del triunfo. Muchos no vencieron nunca su pobreza material porque no fueron capaces
de vencer antes su pobreza mental. No pensaron y por tanto no triunfaron. Muchos
fracasaron porque no tuvieron ideales”.
Del sabio Einstein, inventor de la bomba atómica, dicen que era tan distraído que un día
en un tren lo vio preocupado el cobrador y le preguntó: “Doctor, ¿qué le sucede? Ah,
respondió el sabio: es que se me perdió el tiquete”. Por eso no hay afán, le dijo el
cobrador, yo no le cobro el pasaje. – Sí, le dijo Einstein, pero es que lo grave es que
ahora no sé para dónde es que viajo… Esto que le pasaba al distraído y maravilloso
sabio, le sucede a tantas personas: van viajando por la vida, pero no sabe para dónde… y
sin meta fija es difícil que logren llegar bien. Quién carece de definidos ideales y no
sabe exactamente qué es lo que desea ser o conseguir, viaja en el tren de la vida, pero no
sabe para dónde está viajando.
Carecer de ideales es como disparar sin apuntar a ninguna parte. Es perder el tiempo.
Vivir sin ideales fijos es como empezar a construir una casa sin planos ni medidas de lo
que se va a hacer. No olvidemos que lo que la gente ha obtenido con éxito, antes que
existiera como realidad conseguida, existió como ideal en la mente de los realizadores.
Algunos han realizado mucho porque tuvieron poderosos ideales en su corazón.
Cuanto más fuertemente estén “idealizados” nuestros deseos en nuestro cerebro, más
fuerza sentiremos para lanzarnos a conseguirlos.
Cuanto más claramente aparezca ante nuestra mente lo que deseamos ser o conseguir
más fuerza recibirá la voluntad para tratar de obtenerlo.
Quien desea hoy una cosa y mañana otra distinta, es probable que no consiga ninguna de
las dos. “Quién mucho abarca poco aprieta”, decían los antiguos, para señalar que no hay
que dispersar la mente y voluntad en muchos ideales al tiempo. Hay que ir de uno a uno.
El estar cambiando de ideales impide la concentración y enfoque de la voluntad y del
cerebro, tan necesaria para llegar al éxito.
Hay que ir eliminando uno por uno los deseos inútiles, a fin de ir limpiando de
malezas el terreno en donde debe crecer sano y vigoroso el ideal de lo que deseamos
conseguir, porque así concentrada la atención en el deseo dominante y no teniendo que
estar alimentando otros deseos sin importancia, podrá recibir toda la savia de energía del
alma y llegar a producir frutos en abundancia.
A muchas personas les ha sido imposible conseguir un ideal fuerte y atrayente que los
mueva a trabajar con heroísmo porque han distraído sus fuerzas en un montón de
pequeños deseos que se combaten unos a otros. “Divídalos y los vencerá” le aconsejaba
el Emperador romano a un jefe militar que se iba a luchar contra los enemigos. Eso hace
la imaginación con tantas personas: les divide su voluntad en mil pequeños deseos, y por
crecer todos al tiempo se quedan todos raquíticos. Más vale arrancar todos los
secundarios y dejar que crezca lozano y frondoso un solo ideal, un solo proyecto, y éste
nos llevará al éxito.
Hay personas que quieren al mismo tiempo tantos ideales que no son capaces de
decidirse por ninguno y se quedan en un matorral de malezas sin cultivar ningún árbol
que produzca frutos. Habría que repetirles la frase que Salomón dice en el Cantas de los
Cantares: “Cazad o ahuyentad esos conejillos que invaden la huerta porque entonces no
habrá cosecha”. Echemos lejos los pequeños deseos inútiles y quedémonos con nuestro
Gran Deseo, nuestro ideal, y alimentémoslo y dejémoslo crecer. Un día será el árbol más
frondoso y más lleno de frutos de toda nuestra existencia.
Amigo: recuerda ¿Cuál es el primer escalón para subir al éxito? Claro que sí. Se llama
“Tener un ideal. Un ideal bien definido”. ¿Ya puso su pie en el peldaño? No olvide que
si no asentamos firmemente nuestro pie en este primer escalón no podremos subir al
segundo. Y recuerda ¿Cuál es el segundo peldaño? Lo vamos a decir en seguida.
EL SEGUNDO ELEMENTO:
Recordemos lo que es el anhelo. Anhelo es querer, desear algo pero con mucha
intensidad. Y esto es lo que nos hace falta para triunfar.
Claro está que a veces, sobre todo en ratos de cansancio o de tristeza, dejamos de querer
o desear intensamente. Pero hay que volver luego a prenderle fuego a la llama del buen
deseo. Ya que nos propusimos un ideal preciso y claro, dediquémonos ahora a quererlo,
a desearlo con verdadera pasión.
El deseo vehemente y enérgico hace más fácil la consecución del ideal. Detrás de cada
triunfo de las personas bien realizadas hay probablemente una poderosa fuerza de deseo
que las llevó a triunfar. Son pocos los grandes triunfos que e obtienen sin haberlos
deseado fuertemente.
Recordemos un caso: Bolívar. Otros patriotas tenían mejor salud que él, (era
tuberculoso). Muchos de sus compañeros tenían mejor contextura física y gran cantidad
de sus paisanos tuvieron mejor preparación intelectual que la que él tuvo (apenas si tuvo
algo de colegio y nada de universidad. Su cultura la adquirió estudiando y leyendo por su
cuenta [autodidácta]). Pero el deseo de Bolívar por conseguir la libertad era más fuerte
que el de todos los otros. Y con este deseo apasionado y vehemente, sumado a las
cualidades que Dios le dio y a las oportunidades especiales que se le representaron, llegó
a la cumbre de los éxitos. Pero delante de sus triunfos iba su deseo inmenso de libertad a
sus hermanos.
Muchos se imaginan que sí desean, pero en verdad no desean. Es que no han aprendido a
desear con vehemencia, con aquella hambre devoradora y aquel irresistible deseo que
caracteriza a los que se han propuesto apasionadamente un ideal y no descansa hasta
conseguirlo.
Víctor Alfieri, insigne poeta italiano (1800), empezó su carrera como escritor ya muy
tarde, y sin embargo llegó a una gran popularidad. Alguien le preguntó: “¿Cómo
consiguió en tan poco tiempo tantos éxitos?” Y el escritor le respondió: “Deseando.
Deseando, deseando firmísimamente conseguirlo”.
Pocos son los que se dan cuenta de lo que significa desear vehementemente conseguir
un objetivo. Y por eso hay muchos que no lo consiguen.
Y por el contrario: muchas veces se oye decir: Fulano carece de voluntad para hacer esto
o lo otro…y si vamos a examinar a fondo la cuestión venimos a constatar que lo que le
falta no es voluntad sino deseo de conseguirlo. Que no es mayor fuerza lo que
necesita, sino mayor motivación. Por eso los grandes líderes motivan a sus gentes para
que lleguen a desear ardientemente lo que se les propone. Una vez encendida la llama
del deseo, ya la estampida será incontenible hacia la meta del éxito.
¿De qué nos serviría una persona con muy fuerte voluntad si no tiene fuerte deseo de
conseguir lo que se propone? A veces consigue más alguien con 60 de deseo y 40 de
voluntad que otros con 60 de voluntad pero solo 40 de deseo.
En muchísimos casos cuando escaseó la voluntad se vino a notar que ello se debía a
que se había debilitado el deseo de obtener lo que se esperaba. Y en otros muchos se
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 78
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Eso no dice una mujer que busca a su hijo perdido… ella sigue buscando porque desea
con vehemencia encontrarlo.
Así que recordemos nuevamente: el segundo peldaño para subir por la escalera del
éxito es el INSISTENTE DESEO, el desear vehementemente conseguir lo que se ha
propuesto obtener.
Por eso los sicólogos andan repitiendo: “Cuidado con lo que deseas, porque lo
conseguirás”.
Queda pues ya explicado cuál es el segundo peldaño para subir al éxito. ¿Hemos puesto
ya el pie en él? Recordemos que no podremos subir debidamente al tercer peldaño si no
hemos pasado por el segundo… Si no asentamos firmemente los pies en ese segundo no
llegaremos jamás a los grados superiores de la escala del éxito.
TERCER ELEMENTO:
Es una seguridad semejante a la que tenemos de que mañana saldrá el sol y de que el
efecto sigue a la causa, y de que dos más dos son cuatro.
Los jefes de ventas saben por experiencia que si sus vendedores tienen firme esperanza
de que su producto sí a ser comprado, se dedicarán con mayor entusiasmo a tratar de
venderlo y obtendrán mejores resultados.
Ninguna facultad podrá actuar de manera plena y eficaz si nos dejamos vences por la
duda, el miedo, la incertidumbre, la falta de esperanza en el éxito. Entonces
pensamientos negativos resultan siniestros y totalmente dañosos.
Los alemanes por burlarse de algunos aliados suyos algo cobardes, decían en la última
guerra, que los tanques de esos señores no tenían sino tres barras de cambios: dos servían
para echar reverso cuando veían al enemigo en frente y la otra que sí servía para empujar
hacia adelante, no funcionaba sino cuando el enemigo venía por detrás… Parece que la
mente de algunos solamente tiene estos tres cambios: cuando ven la dificultad ponen el
cambio de “reversa”, el pensamiento del “imposible”, “no puedo”, “nada voy a
conseguir” y solamente encuentran razones y fuerzas para salir huyendo de las
dificultades, y nunca para atacar.
Recordemos pues cuál es el tercer peldaño para subir hacia el éxito: la confiada
esperanza de que sí podremos triunfar. Cuando Demóstenes incitaba a su pueblo a salir
a luchar contra los opresores que intentaban invadir la patria, el pueblo entero,
exclamaba gritando con emoción: “Todos a combatir y a triunfar: de frente mar”.
Digamos otro tanto: “Con la confiada esperanza de que los éxitos sí han sido hechos para
nosotros, con alegría y esperanza; todos a subir el nuevo peldaño del triunfo: de frente,
¡mar!
EL CUARTO ELEMENTO:
El Cardenal Cagliero, que en su juventud estuvo siempre al lado del famoso educador
Don Bosco, exclamaba “En 35 años que estuvo junto a este gran hombre, no recuerdo
haberle visto una sola vez desanimado, desalentado o con ganas de desistir y de echar pie
atrás en sus obras. Las deudas lo acorralaban, los enemigos le hacían toda la guerra
posible, las enfermedades se cebaban en su cuerpo, y las dificultades eran cada día más
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 81
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Disraelí (+1881) fue un célebre jefe de gobierno en Inglaterra, y solía repetir a quien le
pedía algún consejo para obtener personalidad: “Ninguna dificultad logra oponerse con
éxito a quien tiene una voluntad firme, decidida y perseverante de conseguir los ideales
que se ha propuesto”.
Es necesario aplicar resueltamente toda nuestra voluntad a obtener lo que nos hemos
propuesto, y querer persistente y determinadamente que tengan éxito nuestros esfuerzos.
Queremos lograr un especial objetivo y hacia allá se dirige nuestra voluntad noche y día,
y su poder se aplica firmemente a esa obra sin dispersarse hacia otras direcciones
opuestas. Tiene una obra que cumplir, y la recia voluntad nada hace que no vaya en esa
dirección.
Jesús decía: “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el
Reino de los Cielos” (S Lucas 9,62). Nadie traza un surco derecho mirando hacia atrás.
Hay que mirar hacia adelante. Hay que apuntar hacia la meta, y no desanimarse por los
baches que se van encontrando en el camino. Hacer como los ríos. Van encontrando
obstáculos: pantanos, cascadas, remolinos, represas, derrumbes, y siguen y siguen hasta
que logran llegar al mar. Las aguas que se quedan pereceando estancadas en los pantanos
se pudren y se llenan de zancudos. Las que siguen adelante llegan hasta el gran océano.
Cuentas de dos granos de incienso que iban a ser quemados en el incensario ante el altar
de Dios. El uno tuvo miedo, se desanimó y se lanzó al suelo. Allí se llenó de barro y cada
persona lo pisaba al pasar. El otro no tuvo miedo. Se lanzó a las brasas encendidas, se
transformó en blanquísimo humo y en forma de sabroso perfume llegó hasta el rostro
mismo de Dios. Se arriesgó, no se quedó en el camino de la mediocridad, y terminó en
gloria. Es la historia de tantas personas en esta vida. Se lanzan hacia su ideal, queman su
vida por conseguirlo, y terminan gloriosamente.
Si uno estudia las biografías de los formidables inventores Morse (+1872, el del
telégrafo) y Edison (+1931, el de la bombilla eléctrica) nota en seguida que el éxito de
estos dos grandes benefactores de la humanidad se debe en gran parte en la consecución
de los ideales que se habían propuesto y no dejaron de insistir hasta que los lograron
conseguir. Fracasaron en miles y miles de experimentos, pero siguieron insistiendo y
terminaron en fructíferos y agradables triunfos.
Para llegar al éxito hay que enfocar toda la fuerza viva de la voluntad hacia el fin
propuesto. Pero no una o dos veces solamente, sino cien y mil veces hasta lograrlo.
Hay que enfocar toda la energía del alma hacia la meta que se anhela, sin andar
jugueteando, regando energía en otras metas contrarias, o sin importancia. La voluntad
debe considerar un verdadero deshonor para ella el desistir de trabajar por conseguir
el ideal propuesto.
Toda la llamarada de la poderosa voluntad que Dios nos ha regalado hay que lanzarla
hacia el fin notable que nos hemos propuesto.
Hay que leer libros que hable de la formación de la voluntad. Por ej. “Secretos para
triunfar en la vida, etc.”
Hemos visto pues, que el cuarto peldaño para subir al éxito: es la persistente
determinación. Determinarse. Proponerse conseguirlo, sin desanimarse ni echar
pie atrás en la lucha por conseguirlo.
QUINTO ELEMENTO:
1. Un trabajo perseverante y persistente que nos conduzca hacia el fin que nos
hemos propuesto y,
2. Un sacrificio de todo lo que sea contrario al bien que deseamos conseguir:
deseos, sentimientos, comodidades, estados mentales o emotivos que amenacen
estropear u obstaculizar o anular el propósito que nos hemos fijado, todos deben
ser sacrificados.
Ese es el resumen perfecto que los antiguos hicieron acerca de lo que hay que nacer para
obtener el ideal.
Los griegos narraban ya hace 25 siglos que la divinidad le dijo a la creatura humana:
¿Quieres éxitos? “Con mucho gusto te los daré, pero me tienes que pagar el precio de
cada uno”.
Quien verdaderamente desea lograr el triunfo, la coronación de sus ideales, tiene que no
vacilar en dedicarse a pagar lo que ello cuesta, en trabajos, penalidades, esfuerzos,
renuncia a todo lo que se oponga y retrase el logro de su buen deseo.
Cuenta la leyenda que el famoso Hércules, mitológico campeón mundial de fuerzas, cuando
era joven se fue a buscar el éxito. Y llegó a un sitio donde el camino se dividía en dos. El que
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 85
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
descendía era ancho y fácil, pero tenía un letrero: “Por aquí se va por la facilidad, a la
nada”. El otro camino era pedregoso, difícil y muy fatigoso, pero tenía un letrero que decía:
“Por aquí se va por la dificultad al triunfo”. Hércules escogió el camino de la dificultad y
llegó a la fama mundial. Esos dos caminos se nos presentan todos los días. El uno es el del
“menor esfuerzo”. No sacrificarse nada y no conseguir nada. El otro es el camino que los
antiguos llamaban “Ad astra per aspera”, a las alturas por el camino de la dificultad. Y lleva
hasta el ideal.
Emerson, filósofo muy famoso, andaba repitiendo: “Todos cuantos triunfaron en empresas
verdaderamente notables pagaron el precio de su victoria, con trabajo persistente e
incansable actividad, y renunciando a muchas cosas que se oponían a su ideal”.
Siempre los victoriosos tuvieron que sacrificar lo superfluo a lo esencial, lo de menos valor a
lo de más valía.
Generales han habido que perdieron decisivas batallas por no haber renunciado a una
amistad sensual que los entretuvo y los distrajo y les impidió llegar al ideal de su victoria.
Cuando el general revolucionario Gaitán Obeso, había ya conseguido resonantes victorias
contra el gobierno central y amenazaba con tomarse todo el gobierno de su nación, sus
enemigos lograron convencer a una mujer atrevida a que lo engañara con sus charlas y sus
fiestas, y mientras él andaba distraído en esas vagabunderías, el ejército contrario lo atacó
por sorpresa y lo derrotó completamente. Perdió todo, lo v verdaderamente importante, por
no renunciar a lo que valía mucho menos y se oponía a sus triunfos.
Cuantos hay que lograron llegar a la meta de sus éxitos porque se entretuvieron por el
camino jugando con chucherías como niños chiquitos o indígenas atrasados.
¿Qué hace el vinicultor para que la mata de uva le produzca excelentes cosechas? Apenas
recoge los racimos, se dedica a quitarle a la planta, todas las hojas y ramas inútiles. Es
necesario sacrificar todo esto para que la planta concentre sus energías en las raíces y se
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 86
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
dedique a producir la cosecha que se espera. Si no, le puede pasar como a aquella higuera o
árbol muy frondoso al cual Jesús fue un día a buscar frutos y solo encontró hojas y más
hojas. El señor maldijo aquel árbol por haber gastado toda su energía solo en hojas, y la
higuera se secó. Es la historia de tantos que pudieron triunfar y se quedaron alelados,
distraídos en pequeños deseos, en boberías, en hojas de actividades que no eran el fruto que
su ideal les proponía. Se distrajeron por el camino jugando con arandelas y se quedaron sin
llegar al tesoro del éxito.
Bueno es preguntarse: ¿Qué será necesario que yo sacrifique para que pueda llegar a
conseguir mi ideal? ¿Qué inclinaciones de mi naturaleza debo refrenar? ¿Qué menudencias
de mi naturaleza emocional debo sacrificar para llegar a lo que sí en verdad vale? ¿Qué
actividades secundarias me quitan tiempo y energía que debería más bien encaminar hacia la
consecución de la meta que me he propuesto?
¿De veras estoy dispuesto a pagar el precio de mis éxitos? ¿De veras?
Cristo narra el caso triste de un hombre a quien su jefe le dio un costalado de oro para que lo
negociara (un talento se llama eso en la Biblia) y el perezoso en vez de dedicarse a negociar
o a ganarle intereses, lo que hizo fue enterrar el oro y dedicarse a haraganear. Cuando vino el
jefe se encontró con que por la pereza del empleado su oro no había producido nada, y lo
castigó severamente (S. Mateo 15,15). Cuidado no sea que nos pueda pasar lo mismo. Que
por no querer pagar con trabajo constante y fatigante, y con renuncias a lo que se oponga a
nuestro ideal, no logremos el premio que nos está esperando. En el Apocalipsis el Maestro
nos cuenta una noticia formidable. “He aquí que vengo y traigo conmigo mi salario y mi
recompensa. A cada uno le daré según sus obras” (Apocalipsis 22,12).
La Biblia nos habla de dos caminos y dos puertas. Un camino ancho y una puerta
espaciosa: el trabajar muy poco y no negarse nada de lo que se desea. Por allí se llega a la
perdición. Y un camino angosto y una puerta estrecha. El trabajar mucho y negarse todo lo
que vaya contra nuestro ideal. Por ese camino se llega a la paz del alma y al triunfo eterno
(S. Mateo 7,13).
Hemos llegado al final de la Fórmula Magistral, cuyos cinco elementos son llamados por
los sabios: Ideación, Deseo, Fe, Voluntad y Equilibrio.
Puede ser que a algunos les parezca demasiado sencilla esta fórmula para que logre llevar
al triunfo y a la realización personal. Pero sí la estudian, si la digieren y tratan de asimilar sus
Podemos asegurar por la experiencia de muchos años y con muchas personas, que esta
Fórmula Magistral se convierte para el que la practica en una admirable fortaleza, en una
verdadera escalera para subir al éxito. Muchos ya lo han experimentado y se sienten
plenamente satisfechos.
¿Por qué no tratar de experimentar también este método que a tantos ha transformado?
Cada cual cuando se dedique en serio a practicar esta Fórmula de cinco puntos sentirá
dentro de sí verdaderas oleadas de poder y de energía que le capacitarán para emprender
obras que antes ni siquiera se atrevía a soñar.
No olvidemos jamás los cinco elementos de la Fórmula: Ideales definidos o sea, saber
exactamente qué es lo que desea conseguir. Deseo insistente, desear con gran vehemencia
obtener lo que se anhela. Confiada esperanza, gran confianza de que sí se logrará obtener
el ideal que se desea. Persistente determinación proponerse conseguirlo, sin desanimarse
ni echar pie atrás. Equilibrada compensación: pagar el precio que el ideal exige, hacer
sacrificios para obtenerlo.
Y recordemos la Ley de la atracción que consiste en que cuando uno pone de su parte toda
la voluntad por conseguir un bien, la Divina Providencia hace que le lleguen personas,
circunstancias, bienes y sucesos que ayuden a obtener el ideal propuesto.
No está por demás volver a repetir aquí la bonita frase de S. Juan Bosco: “Tened una gran
ideal, amadlo, cultivadlo, trabajad por conseguirlo, y en el día que menos penséis, Dios hará
estallar la chispa de una oportunidad, inesperada quizá, pero admirable, en la cual lograréis
llegar a la meta de vuestros buenos deseos”.
Cada uno recibirá lo que se merezca, es la ley repetida más de siete veces en la Biblia. Y
es una ley que jamás dejará de cumplirse. ¿Has visto a uno que se esmera en hacer bien lo
que tiene que hacer? Pregunta el rey Salomón en los proverbios y añade: “Pues ese no se
quedará entre los últimos. Ese llegará a ser de los primeros”. En este libro hemos invitado al
lector a hacer lo que debe hacer, para que no sea de los últimos en la vida, sino de los
primeros en la realización de sus ideales.
Este libro no es para los cobardes que no quieren vencer, ni para los empequeñecidos que no
quieren dedicar tiempo a pensar, sino para los esforzados que saben que “el éxito es de Dios,
pero Él se lo da a los valientes”; es para los que no quieren formar parte de los
quejumbrosos que se duelen que el éxito no les haya salido al encuentro sin ellos irlo a
buscar.
Que las palabras de este libro despierten dormidos ideales, aviven esperanzas casi
muertas, inyecten valor a voluntades acortadas y obtengan perseverancia en la lucha a lo
que ya pensaban dejar el campo en poder de enemigo. Que los que leen estas páginas se den
cuenta de que por el camino de la facilidad no se llega jamás a los verdaderos triunfos y que
sin el sudor de la frente no se consigue el pan de las verdaderas realizaciones.
Pero por sobre todo, que cada uno se convenza de que Dios lo creó para el éxito y no
para el fracaso. Que cada uno de nosotros es importante para Dios porque somos hijos
suyos, y que Dios no goza viendo fracasar a sus hijos, sino que goza y se siente plenamente
satisfecho cuando ve que nosotros luchamos por lograr conseguir nuestros ideales, y
llevados de su mano logramos alcanzarlos.
Nuestro grito de combate será el de San Pablo: “todo lo puedo en cristo que me fortalece. Si
Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra nosotros? (Rom. 8).
CAPÍTULO IX.
COMO ADQUIRIR UNA MENTALIDAD POSITIVA.
USTED SOLAMENTE SERÁ VENCIDO SI quiere serlo. Estas normas que va a leer
ahora tienen por fin el que Ud. no llegue a ser vencido.
¿Y CÓMO PODEMOS AFIRMARLE TODO ESTO? Porque los principios que aquí
le vamos a enseñar han sido experimentados en muchos países por muchos años.
Y este sistema de vivir basado en las técnicas espirituales que en este libro se enseñan,
han cambiado radicalmente la vida de miles y miles de personas. Es sencillamente el
método ideado por el famosísimo Dr. Peale y otros grandes psicólogos, y que han
recorrido el mundo entero causando formidables efectos de felicidad en todos los países.
Cien diarios de fama internacional han publicado estos consejos psicológicos, y millones
de personas los han escuchado en sus conferencias. La mentalidad positiva es
sencillamente el cristianismo aplicado a obtener la verdadera felicidad. ¡Ya lo verá
Usted!
Solamente le di dos consejos. Uno humano y otro sobrenatural. El primer consejo, uno
que me ha dado gran resultado siempre: “Recuerde que ningún mal o desastres es
completamente definitivo en esta tierra. Cada vez que le suceda un fracaso exclame:
“esto también pasará, esto también pasará” Y el segundo: un remedio que nunca falla:
escribí en una tarjeta la siguiente frase de la Biblia: “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece” y le dije; Lea muchas veces esta frase. Piense en lo que ahí le dice Dios y verá
los resultados.
Se quedó un rato en silencio. Luego dijo: “Muchas gracias”, alzó los hombros y se
perdió en la noche…
Hace poco me lo volví a encontrar, y colocándome cariñosamente sus manos sobre mis
hombros me dijo entusiasmado: “Parece increíble que dos frases como las que usted me
enseñó, puedan cambiar tanto a una persona. Ahora enseño a los demás lo que a mí me
devolvió la felicidad: “Esto también pasará” y “Todo lo puedo en Cristo que me
fortalece”. Ya no me siento solo ni desamparado en la lucha y sé que los males también
pasarán. Sí, todo lo puedo, aunque sea lo más difícil, con tal de que Cristo me
fortalezca… siga recomendando a los desanimados estos lemas que entusiasman.
detalles dañosos para ser importante, y una vez que el complejo de inferioridad se le
alejo, ya nunca más volvió a revelar secretos de su compañía y pudo ascender en puestos
de responsabilidad.
Tal vez un hermano era mucho más brillante para los estudios que nosotros, otro era
mucho más agradable en su trato o más ágil para los negocios… y eso nos trajo
complejo de inferioridad, olvidándonos de que muchas veces el que en la clase era
inferior, en la vida real fue superior; y el que poseía menos millones tenía más simpatía;
y el que fue más brillante en su trato fue menos en sus trabajos intelectuales, porque la
NATURALEZA TODO LO COMPENSA, y reparte sus dones muy bien repartidos. No
le regala a uno todo, y a otro nada, sino que a cada uno le concede aptitudes maravillosas
para triunfar su existencia. Pensando positivamente en lo que somos y poseemos
podemos ir mejorando nuestro comportamiento.
La adquisición de la fe se logra con la oración, con mucha oración (no un día ni dos, ni
con tres oracioncitas mal rezadas) rezando cada día sin cansarse, y leyendo la Biblia,
cada día una página, con fe, con humildad, aunque al principio no se note el cambio,
pero éste irá llegando imperceptiblemente, y cuando Usted menos lo piense ya tendrá fe,
porque la oración y la lectura de la Biblia traen la fe infaliblemente.
Pero recuerde: la oración descuidada, perezosa y sin efecto no es suficiente para que
usted consiga la fe que es la que le va a alejar su complejo de inferioridad. Muchos
dicen: “yo rezo y no cambio”. Es que con oraciones tan mal dichas como las dice usted
no se arregla ni la pata coja de un perro de esos que fingen cojeras.
Una mujer dueña de un hotel, con unos problemas morrocotudos, fue interrogada con
una reunión y contestó: los problemas pequeños se arreglan con pequeñas oraciones,
pero los problemones grandes necesitan oraciones dichas con toda el alma y repetidas
por muchos días. Yo he aprendido que si la preocupación es grande, la oración debe ser
también hecha con toda el alma y sin cansarse.
Carulla era un gran negociante, y en una reunión de creyentes enseñaba: “El defecto de
nuestra oraciones en la mayoría de los casos, es que no son proporcionadas a la
importancia de lo que pedimos. Creemos que podemos obtener la solución de una gran
necesidad con una oracioncita tan pequeña y mal rezada como la que diríamos para que
se aleje una pulga de nuestra cama. Recordemos que dios enviará las soluciones de
acuerdo como hayan sido nuestras oraciones, porque Él ha dicho: “según sea tu fe, así
serán las cosas que te sucederán” (Mt. 9,29).
Billy Crosby, el cantante, decía que su abuelo le repetía muchas veces: “El defecto que
tienen nuestras oraciones es que no tienen corazón. Las decimos fríamente, sin
atención. Si habláramos a los superiores tan sin ánimos como le hablamos a Dios no nos
darían ni siquiera respuesta. Rece oraciones con toda el alma. Trate de poner toda la
atención en lo que reza (como San Luis a quien le dolía la cabeza de tanto esforzarse por
rezar con toda atención) y descubrirá entonces que sí cumple lo que dijo Jesús “Todo lo
que pidáis con fe en la oración, lo conseguiréis”.
Acuda a algún libro o algún consejero espiritual que le enseñe a leer bien la Biblia y a
rezar con devoción. Si no se atreve a preguntar a un director espiritual, consiga el bello
libro “Setenta preguntas acerca de la Biblia” (de esta misma colección) y en él
aprenderá a leerla con provecho. Y no olvide: a rezar se aprende…. Rezando.
Y en esto consistía su “magnífico plan”. Me mostró una tarjeta que llevaba en su taxi.
Sacó una de las tarjetas y leyó “Si Dios está con nosotros, ¿Quién podrá contra
nosotros?” (San Pablo). Extrajo otra tarjeta con este mensaje: “Si tienes fe, nada será
imposible para ti” (Mateo 17,20) y una tercera tarjeta: “No tengáis miedo. Yo he vencido
al mundo” (Jesucristo Jn. 15).
Y añadió: “yo viajo mucho; mientras uno maneja le van llegando muchos pensamientos
tristes y negativos a la cabeza. Se necesita un remedio, como el insecticida para las
moscas, porque si no lo contaminan todo. Antes yo dejaba que mis pensamientos
negativos vivieran tranquilamente en mi memoria. Ahora con estas tarjetas los alejo.
Salen corriendo como el ladrón cuando siente llegar la autoridad. Y la antigua
inseguridad que me acosaba ha desaparecido, simplemente porque en lugar de
pensamientos de fe en el poder de Dios, y de esperanza en los éxitos que la Bondad
Divina me tiene preparados”.
El plan usado por este amigo es de los más admirables y sabios: llenar su mente con las
afirmaciones de que Dios sí le va a ayudar, que el triunfo lo quiere el Señor también para
él; que la derrota acompaña como la sombra a los cobardes, pero huye ante la fe en Dios,
como las tinieblas de la noche cuando aparece el sol por la mañana.
¿Qué fue lo que hizo este hombre con su método tan sencillo? Puso fin a la dictadura
cruel que sus sentimientos de miedo y fracaso estaban ejerciendo en su cabeza, y dejó en
libertad a todos los pensamientos de alegría, confianza y optimismo que tenía encerrados
en lo más oscuro de su corazón.
alimentaba lo mejor que podía. Pero un día se cortó una mano, y le dio a lamer esa
sangre al tigrecillo que ya había crecido bastante. A la fiera se le despertaron todos sus
instintos carnívoros y la próxima vez cuando Don David volvió a acariciarlo, el felino se
abalanzó sobre él y lo mató. Esa es la historia de nuestras vidas. Cada día “engordamos”
nuestro complejo de inferioridad con alimentos como este: “no valgo nada, no sirvo para
nada; otros sí pueden, yo no; nunca seré capaz de corregirme; ¿qué voy a hacer, si no soy
tan capaz como los otros?... etc.” y cuando menos pensamos, la maldita fiera de la
inferioridad acaba con la vida de éxito que íbamos a tener.
Todas nuestras calles están llenas de gentes corroídas por el temor en su interior, que
rehúyen luchar contra los inconvenientes que se les presentan y sufren un profundo
sentimiento de inseguridad, porque dudan de sus propios poderes. Desconfían de sus
capacidades y por eso no aceptan responsabilidades y no aprovechan las oportunidades
que se les presentan. Se quedaron perpetuamente como crisálidas porque no tuvieron
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 96
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
valor para batir las alas, romper el capullo del pesimismo, y salir volando como
triunfantes mariposas hacia el mundo maravilloso de la superación.
A los poderes que usted tiene en su alma para vencer las dificultades, les pasa como a la
sangre cuando se acerca un gran peligro: la sangre corre a refugiarse en el corazón, y
las manos y los pies y la cara pierden color y calor. En las complicaciones de la vida
nuestros verdaderos poderes de superación tienden a ocultarse, y la persona se entrega a
un desaliento no justificado. En esos momentos es vitalmente importante un recontar
todos los efectivos que poseemos para salir adelante con éxito. Una actitud racional nos
debe llevar a convencernos de que estamos menos vencidos de lo que creemos estar. Fue
lo que hizo Cristo en Getsemaní: ante la presencia de todos los horrores que iba a sufrir
en su Pasión, toda su sangre se replegó hacia su corazón y exclamó: “Padre, si es posible
aleja de mí este cáliz de amargura”. Pero luego ante la Voluntad del Padre para que
aceptara todo este sufrimiento, dio un sí tan generoso, que ante su exclamación: “Hágase
tu voluntad, que se haga lo que Tú quieres y no lo que quiero yo”, su sangre volvió otra
vez a regarse con tanta fuerza a borbotones por sus venas, que éstas no fueron capaces de
contenerla y salió en goterones en forma de sudor. Es que un “Sí, quiero”, hace brotar de
nuestro interior un volcán de energías que nunca imaginábamos poseer.
– Cómo – le dije – ¿Todo anda mal? ¿Ha tenido en estos días algún luto en su familia?
¿Ha muerto alguno de sus seres queridos o está alguno gravemente enfermo? No, no –
me respondió con un brillo de satisfacción en sus ojos – mi familia, a Dios gracias, está
muy bien, y ninguno de ellos ha muerto, ni está enfermo por estos días.
Pero – añadí – ¿Ha tenido alguna pelea últimamente en su casa? ¿Está disgustado con su
esposa o su suegra? ¿Sus hijos le niegan el saludo, o alguno de sus hermanos le guarda
odio o rencor?
– No, no – me contestó entusiasmado – ¡Yo no me merezco esa esposa tan buena que
tengo! Los hijos, aunque estamos pobres, son tan noblecitos y agradecidos. Con mis
hermanos siempre nos hemos entendido bien. En mi casa jamás peleamos ni discutimos.
– ¿Pero está usted muy aburrido en esta ciudad donde vive? ¿No le gusta el clima, o la
gente, o las ocupaciones o…?
– Mi ciudad no la cambio por ninguna otra – me replicó – Aquí el que quiere trabajar
puede trabajar. El clima no es ni demasiado caliente ni demasiado frio. Nuestras gentes
son acogedoras y amables. Y ni oficio, pues siempre me ha gustado.
– Pero su salud, ¿le anda mal? ¿Sufre de los ojos? ¿No escucha bien? ¿Le cuesta trabajo
caminar? ¿Digiere muy poco los alimentos? ¿Pasa las noches sin dormir? ¿Lo persigue
la jaqueca o el dolor de muelas o siente neuralgias continuas?
– No, no. Cómo bien, duermo bien, no sufro enfermedades. Yo soy un hombre normal.
– ¿O será que Usted está desilusionado de su religión? ¿No le gusta la religión que
profesa? ¿Quiere cambiarla por otra? ¿Lo desilusionó la Iglesia?
– Oh, ¡nunca! Mi religión es la mejor del mundo. Somos 850 millones de católicos, la
mayor concentración de creyentes del universo. Tenemos un Romano Pontífice
formidable. Un Arzobispo que estimamos mucho, y a mi párroco le guardamos
verdadero aprecio en mi barrio. Por nada del mundo cambiaría mi religión católica que
me llena de ánimos en esta vida y me promete tantas maravillas para la eternidad…
Escribí en una tarjetica lo que él acababa de decir: los familiares en buena salud. Paz en
el hogar. Salud propia muy buena. Cariño en su familia. Ciudad agradable. Religión
satisfactoria, etc. Le pasé la tarjeta y le pregunté: ¿En verdad que todo anda mal? –
Volvió a leer lo que él mismo había dicho. Sonrió azorado y me dijo: – Nunca me había
puesto a pensar en estos bienes que el buen Dios nos ha dado. Es verdad. No todo anda
mal. Aún puedo comenzar de nuevo. Lo que yo necesitaba era pensar un poco en los
muchos bienes que todavía no he perdido…
Y aquel hombre empezó de nuevo. Un camión sin frenos había penetrado en su casa y le
había destruido totalmente su negocio. Un incendio provocado por el choque había
quemado toda su habitación. Sólo le había quedado el lote y su familia que, por favor
grande de Dios, no sufrió daños corporales… Ahora los vecinos le han ayudado
(devolviéndole los muchos favores que él les había hecho cuando tenía riquezas). Ha
levantado otra vez su casa. Ha puesto otra vez su negocio, y ya va muy adelante en el
pago de sus deudas. Y me dice entusiasmado. “Un caso bien raro el mío: me
desesperaba por los pocos bienes materiales que había perdido, pero no me alegraba por
los inmensos bienes espirituales y físicos que aún me quedaban. Cambié mi actitud
mental. Empecé a ver la vida por el aspecto alegre y la fe expulsó las dificultades.
Hay una gran verdad repetida por los más famosos psiquiatras del mundo, dice así: “Las
actitudes son más importantes que los hechos”. Es una verdad que merece ser
repetida hasta que llegue a formar parte de nuestro cerebro, porque si mejoramos
nuestras actitudes hemos mejorado toda nuestra vida.
Cualquier hecho que nos sucede o que se nos presente, así sea el más complicado,
incluso el más desesperado, nunca será tan importante como nuestra actitud ante él.
La muerte de la madre,, para quien tiene fe en la vida eterna, será menos dolorosa quizá,
que la muerte de un caballo para quien cree que ese cuerpo animal era para él lo más
importante del mundo. Uno perdió lo más precioso que hay sobre la tierra, pero recibe
este dolor con actitud de fe, y esto le llena de esperanza y paz. El otro perdió sólo un
animal irracional, pero toma esto con actitud de desesperación, y es capaz de perder
hasta el apetito y el sueño por ello. ¡Lo que vale la actitud!
La forma en que Usted piense acerca de un hecho puede derrotarle aún antes de que
Usted actúe. Usted puede permitir que un hecho lo abrume mentalmente antes de que
realmente principie realmente a enfrentarse con él. En cambio puede también dominarlo
y neutralizarlo de manera asombrosa si se le enfrenta con actitudes de optimismo,
esperanza y fe.
Recuerde lo que decía Milton, el gran poeta ciego: “Lo grave no es ser ciego”. Lo que
hace que una persona sea feliz o desdichada será siempre la actitud que tenga acerca de
lo que sucede. Lo que hace falta no es que cambien las situaciones sino cambiar nuestra
actitud respecto a ellas, cambiarla de negativa a positiva. Una gran importancia tiene
Conozco a un hombre que es un gran organizador porque tiene una cualidad muy
especial. No es que sea más inteligente que sus compañeros, ni que hable más sabroso, ni
que sea de familia más importante que los otros o los aventaje en estudios. No. Pero
tiene una cualidad: que siempre está lleno de pensamientos optimistas. Cuando se
reúne con sus compañeros lo primero que procura hacer es emplear el “método de la
aspiradora”, es decir, con una serie de preguntas aspirar la mente de los otros las ideas
pesimistas que les han venido y quitarles las actitudes negativas para alejarlas lo más
posible.
Después sosegadamente sugiere ideas positivas relativas al asunto, hasta que se forme en
el ambiente un conjunto de actitudes mentales propicias para el éxito. A menudo
comentan después cómo es de distinto un hecho según el lente con que se les mire. Si
analizan los factores positivos empiezan a ver que el león no es tan fiero como lo pintan.
Sacan la ley de los promedios ¿en cuántos casos de cada diez nos ha ido mal en esto? ¿Y
cuántas veces no ha resultado bien? A veces nos parece encontrarnos frente a una
espantosa selva y mirando bien, nos damos cuenta de que se trata de un sencillo bosque,
posible de atravesar sin mayores peligros.
¿Y qué pasa si usted piensa constantemente en las fuerzas que parecen estar en contra
suya? Pues que las va robusteciendo hasta constituir un poder mucho más grande de lo
que deberían ser. Adquirirán una fuerza formidable que realmente no tienen. La actitud
negativa es fatal.
madre llegaran a abandonarlo, Dios nunca lo abandona. No hay otra idea más poderosa
para que usted logre una verdadera confianza en sí mismo que esta verdad sencilla. Pero
si se esfuerza por recordarla y practicarla. Esta fue la idea que Moisés dejó a su sucesor
Josué, cuando le encargó la dificilísima tarea de posesionarse de la tierra prometida. Él
sabía que los enemigos eran fortísimos y que el pueblo de Israel era débil. Por eso antes
de morir repitió bastante veces a Josué el slogan que lo iba a llenar de heroísmo: “No te
olvides: Dios irá contigo. Ánimo: Dios te acompañará hasta la victoria”. Este lema que
hizo de Josué uno de los más grandes y famosos héroes de la historia, será también para
usted el motor que lo elevará hasta las más grandes alturas de éxitos. Repítalo muchas
veces: “Dios está conmigo”, junto a mí va el Señor, Dios me guía. Dios será mi pastor
que va guiando. Dios actúa junto a mí”. Ya verá que esta idea, pensada y repensada,
libera en usted una tal cantidad de poder para actuar como el chorro de aire que sale de
los grandes aviones reactores: lo llevará tan lejos, y tan rápido a las alturas, que nunca
habría imaginado tal. ¡No le pido que me crea, solamente le pido que haga la prueba!
Emerson fue un gran pensador y sus enseñanzas son estimadas en Estados Unidos como
verdaderas que no se discuten. Pues bien. Emerson repetía: “Para triunfar, es necesario
creer que sí podemos triunfar”. Y otro gran pensador, King añade: “Sea Usted valiente y
verá que aparecen fuerzas poderosas que vienen en su ayuda”. Estas dos grandes
verdades han sido ya muy comprobadas por la experiencia. Emerson continúa diciendo:
“Haga aquello que teme, y verá huir sus temores. Obre con confianza y verá que sus
temores e inseguridades dejan de tener poder sobre usted”.
El remedio que curó a un apocado. Me encontré con un hombre al que por largo
tiempo lo habían acosado inseguridades y temores. Le recomendé que leyera la Biblia
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 101
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
A VECES BASTAN
PERO NUNCA HAN DE FALTAR
PORQUE HACEN MUCHO BIEN
son sÓlo dos pAlAbrAs… ¡muchas gracias!
4º No crea que los demás valen más que usted. Recuerde que la demás gente, a pesar
de su apariencia de dominio, está tan asustada como usted.
5º Varias veces cada día repita estas palabras de la Biblia: “¿Si Dios está con
nosotros, quién podrá contra nosotros?” (Rom. 8, 31).
6º Consulte con alguna persona prudente y buena. Averigüe si será que por emociones
amargas de la niñez, Usted adquirió un sentimiento de inferioridad que le está haciendo
mal.
7º Practique varias veces la siguiente afirmación bíblica, repitiéndola, ojalá en voz alta:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4,13). Ésta mágica frase es el más
poderoso antídoto contra los pensamientos de inferioridad.
8º Sea digno. No olvidemos qué dignidad es tener un gran respeto hacia sí mismo y
hacia los demás. Tenga un gran respeto hacia Usted mismo: no sea vanidoso pero sí
recuerde que Usted vale muchísimo más de lo que ha creído que vale. Si no fuera así, no
habría sido hecho a imagen de Dios.
10º Recuérdese a sí mismo la promesa de Jesucristo: “Yo estaré con vosotros hasta el
fin de los siglos”. Lo dijo y lo cumple. Con nosotros está y no sólo con su presencia, sino
ayudándonos hora tras hora, y minuto por minuto.
(Tomadas del hermoso libro “El poder del pensamiento tenaz” de Vicent Peale, cuya lectura recomendamos”.
Dos noches bien distintas. El uno alimentó su mente con ideas miedosas y tristes, y
estuvo toda la noche dando vueltas. El otro la alimentó con pensamientos de confianza y
fe, y durmió como un lirón.
Como esas noches hay muchas vidas, unos viven en perpetua tensión: pensando cosas
amargas: la vida de tensión es difícil y dura. Otros viven en perpetua paz, [repasando]
pensamientos de paz y esperanza: la vida de paz es la más fácil y amable. ¿Qué está
enviando usted a su mente: pensamientos de paz? ¿P de amargura y tensión?
Aquel hombre fue repitiendo todo esto. Recobró su calma. Mirándome a los ojos me
decía al despedirse: “Yo nunca creía que hubiera remedios tan eficaces para curar la
tristeza. ¿Por qué no lo hacen ustedes más propaganda a estos remedios espirituales?
Esto vale más que un frasco de pastillas”.
Más tarde me llamó por teléfono. Soy el que lloró tanto en su presencia el otro día.
Ahora soy otro. Cuando llegan los pensamientos tristes los cambio por pensamientos
alegres. Y elevo mi corazón orando a Dios. La gente se extraña de mi cambio tan
completo. Dios lo bendiga por sus buenos consejos”. Había conseguido la buena receta:
cambiar pensamientos tristes por pensamientos de confianza.
Y si Usted reza con fe, Dios pondrá en el camino de su vida un buen sacerdote o un
excelente consejero espiritual al cual, pueda una o dos veces cada año confiar sus dudas,
temores, penas y proyectos. Este es uno de los primeros pasos, que se dan siempre
cuando uno desea avanzar seguro por el camino hacia una gran personalidad.
Y hay otro gran método para llenar la mente de buenas ideas: hacerse una “Colección
de recursos agradables”. Piense en esas escenas puras y tan felices de su infancia. Trate
de recordar los más bellos paisajes que ha contemplado. Pase por su recuerdo paseos
hermosos, reuniones, sanas y agradables que le han hecho pasar horas felices: atenciones
recibidas, viajes emocionantes, etc. Bueno Ud. Tiene coleccionados mil recursos
agradables y provechosos, que sólo están esperando un llamado para volver a su mente.
Tráigalos de vez en cuando para que ocupen el puesto que en buena hora dejaron los
pensamientos tristes y desanimadores que le estaban atormentando.
98ª UNAS PÍLDORAS QUE HAN ROBUSTECIDO A MUCHOS. Uno de los más
deliciosos deportes que se pueden practicar es: coleccionar frases famosas o
agradables de grandes pensadores. Por el mundo han pasado personajes
especialísimamente inspirados cuya mente produjo unos pensamientos tan originales y
tan penetrantes, que a cualquier personas de cualquier país o época le impresionan y le
hacen bien. Ojalá Ud. se acostumbre a irlos coleccionando.
San Juan Bosco, en sus momentos de angustia repetía una frase de aquella gran
pensadora llamada Santa Teresa de Jesús: “Nada te asuste. Nada te afane. Nada te turbe.
Todo pasa. Sólo Dios queda”. Y este pensamiento le producía gran paz.
Un político de fama mundial, en los momentos en que era atacado, gustaba repetir un
pensamiento del más famoso escritor del siglo XII, Tomás de Kempis: “Recuerda que
tú no eres más porque te alaben, ni menos porque te critiquen”, y esto le producía
tranquilidad. Bolívar gozaba leyendo a Julio cesar, y Napoleón leyendo a Plutarco
El Papa Juan XXIII contaba que cuando lo eligieron Pontífice, en medio del gran susto y
angustia que sentía, lo que lo vino a consolar y animar fue una frase del famosísimo libro
“imitación de Cristo”, que dice así: “Cuando Dios da un cargo, dará también las fuerzas
para poderlo ejercer bien”. Esta misma frase animaba también en sus momentos de
afanes al gran ministro alemán, Adenauer, y el Papa Juan Pablo II.
Cuando Ud. lea u oiga una frase que le impresiona, apresúrese a escribirla. Vuelva
después a leerla frecuentemente, y llegará un día en que esas frases formarán un grupo
especial en su memoria; serán como las reservas de un país; siempre a disposición para
salir en su defensa en los momentos de depresión o peligro.
Y si las frases que Ud. colecciona son de la Biblia, los resultados serán el doble o más
que el que producen las demás frases. Lo cual ya es mucho decir. Lea por ejemplo el
libro de Los Proverbios de la Biblia, señalando aquellas frases que más le agradan. La
próxima vez que las vuelva a leer le agradarán todavía más y más.
En un hotel Hilton estaba reunida una convención nacional de comerciantes. Entre ellos
había uno que estaba muy nervioso. Era gruñón, discutidor a irritable. Frecuentemente
tomaba pastillas para los nervios. A uno de sus vecinos de mesa le comunicó: “Siento
que me voy a quebrar en pedazos. Tengo los nervios destrozados. Quisiera no aparentar
mi mal genio pero no soy capaz de ocultarlo”.
Su compañero, hombre calmado y muy buen amigo, le dijo cariñosamente: “Yo cargo
en mi maletín el mejor remedio descubierto hasta ahora, para calmar los nervios” y
mientras el otro observaba interesado, fue sacando una Biblia hermosamente
encuadernada. Mire – le dije – yo no he encontrado otro calmante mejor que leer los
mensajes que Dios nos ha dejado para ser felices.
¿Quiere que hagamos el ensayo? Leamos un pasaje del Libro de Dios”, - y empecé a
leerle el Salmo 24 – 25, que es uno de los más preciosos de toda la Biblia, y dice así:
“Señor, a Ti dirijo mi oración – Mi Dios: en Ti confío – en Ti confío a todas horas –
Señor: acuérdate del amor y la ternura que siempre me has manifestado. No te acuerdes
de mis pecados, ni del mal que hice en mi juventud. Señor es grande mi maldad,
perdóname: haz honor a tu nombre – Mírame Señor y ten compasión de mí, pues estoy
solo y afligido – líbrame de mis tristezas y de mis angustias – mira mis afanes y trabajos,
y perdona todos mis pecados. Amén”.
Sí, sí – respondí. Yo también pasé por una época en que mis nervios estaban
destrozados. Afortunadamente mi profesor de sicología había asistido mucho en que el
mejor remedio para mantenerse en paz era leer la Palabra de Dios en la Biblia y me
había dado instrucciones para poder leer este libro con facilidad. El me enseñó a señalar
en la Biblia los pasajes que más me impresionaran, y poco a poco fui señalando algunos
Salmos de extraordinaria belleza, por ej. el 22, el 24, el 32, el 50, el 102, etc. Y una
noche experimenté por primera vez el poder pacificador de la palabra Bíblica. Había
llegado a un hotel en un estado de nerviosismo casi desesperante. Subí a mi cuarto. Traté
de escribir algunas cartas pero no pude concentrarme nada, quise leer el periódico y me
fastidié. Intenté bajar al bar a tomarme unos tragos, y ya iba a salir de mi pieza cuando
recordé el consejo de mi antiguo profesor: “Lea la Biblia, y hallará la paz”. Abrí la Biblia
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 107
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
que había allí en la mesa de noche. Busqué uno de los Salmos cuya gran hermosura
conocía: el Salmo 24-25 y lo leí. Me llegó al alma. Volví a repetir algunas de sus frases.
Estaba sentado en un cómodo sillón. Me quedé profundamente dormido. Solamente
dormí unos quince minutos, pero cuando desperté estaba tan fresco y restablecido como
si hubiera dormido toda una noche. Aún recuerdo la extraordinaria sensación de
completo alivio. Me dije entonces: “¿No es esto algo maravilloso? ¿Cómo es que
teniendo un remedio tan a la mano, no lo he aprovechado para curarme? Y en adelante la
lectura de mi Biblia es el remedio poderoso que calma todas mis ansiedades. Guillermo,
no quisieras tu hacer la prueba y ver si a ti también te sirve”.
¿Qué descubrieron estos dos señores? Que obtener la paz mental no es difícil. Sólo
hay que alimentar la mente con pensamientos que le produzcan tranquilidad; y las
buenas lecturas son la mejor fábrica de pensamientos tranquilizantes. (Ojalá consigamos el
preciosos librito “Los Salmos explicados” su lectura nos llenará de paz).
99ª OTRO REMEDIO MUY PRÁCTICO. Que las conversaciones estén llenas de
serenidad y sosiego. Una conversación intranquila y preocupada produce estado de
intranquilidad en el espíritu. Una Conversación tranquila va produciendo tranquilidad en
el alma. Cuando la conversación vaya tomando un giro molesto intente inyectarle ideas
tranquilizadoras, y verá cómo se contrarresta la tensión nerviosa. En plena discusión
agria, un chiste bien oportuno puede deselectrizar el pesado ambiente.
Hay que matizar lo negativo que hemos dicho, con algo que alegre la vida. Así por
ejemplo el Dr. Jagot se encontró con un enfermo y al verlo pálido le dijo: “Con ese rostro
que Ud. tiene…”, y al ver que el otro se asustaba le añadió: “Con ese rostro que Ud.
tiene… no va a llegar a los 300 años”. El otro sonrió satisfecho.
Las palabras que decimos tienen una acción directa definitivamente sobre nuestros
pensamientos, si Ud. va depurando lo que dice, para no hablar sino de lo que es positivo
y tranquilizador, llegará el día en que solo pensará en lo que tranquiliza y es positivo.
Los antiguos tenían una gran ventaja: vivían en un ambiente de silencio. Los bosques,
los campos, eran silenciosos. Ahora todo es ruido y esto hace mucho daño a la
personalidad. Las repeticiones de los sonidos aunque parezca que ya no nos hacen
efecto, siempre nos traen consecuencias dañosas. Cada sonido produce desgaste
nervioso. En cambio: el silencio es una práctica curativa, calmante y sana.
El Dr. Vergara, siquiatra de fama nacional, dice que siempre notó que las personas en un
ambiente de silencio se curan más fácilmente del sistema nervioso. El silencio trae una
sensación de descanso que se convierte en verdadera terapia para calmar los nervios.
¿Ha tratado Ud. de procurarse silencio? ¿O sus recreaciones tienen que ser
necesariamente en medio del ruido? ¿Sabe lo que es un paseo campestre a gozar del
solemne silencio de la naturaleza? ¿Tiene ciertos ratos del día que son para encerrarse en
el silencio de una habitación a pensar, a meditar?
¿Sale a la azotea de la casa a contemplar un arrebol, a mirar a lo lejos sin fijar los ojos en
nada (practica esta que a la vez le trae un enorme bien a sus ojos) o a contemplar un cielo estrellado en
una noche hermosa? Está Ud. llenando de paz, su espíritu en aquella soledad, porque el
silencio es de lo más enriquecedor que existe.
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 109
100 FORMULAS PARA LLEGAR AL ÉXITO. – P. ELIECER SALESMAN.
Los poetas, lo santos, los grandes artistas, gozaban del silencio. Contemplar el mar en
sus vaivenes, lanzar sus ojos hasta donde se pierde el horizonte; y ésta alegre soledad
bañaba de paz su alma, y el goce exquisito de la contemplación de estas bellezas de la
naturaleza quedaba como un recuerdo precioso en su memoria, para irse a refugiar allí
cuando la vida los llenara de pesares.
Un día fui a la playa a descansar un poco de mis trabajos. Allí en un hotel encontré a un
señor muy nervioso. Mire – me dijo – vine a descansar a la orilla del mar, pero sigo lo
mismo de nervioso que antes. ¡Ah, daría cualquier cosa si lograra estar tranquilo Muy
sosegado. Es lo que más deseo en el mundo!”.
Me contó que siempre creía que algo malo le iba a suceder. ¿Por qué? Tenía muchos
pecados de su juventud que le atormentaban en el recuerdo, y el subconsciente insistía en
el autocastigo. Le recordé la frase de la Biblia: “La limosna borra muchos pecados”
(Tobias), y le hice ver que “Cristo cargó sobre sus hombros todas nuestras maldades”.
Que si ofrecía a Dios lo que hacía y sufría en unión de los méritos de Jesús, ya sus
pecados quedarían pagados. Le recordé que los Sacramentos de la Iglesia, y la Misa bien
[escuchada], borran multitud inmensa de pecados. Y que si cada día pedía perdón a Dios,
el Señor nunca le negaría su perdón total. Él sabe de qué barro somos hechos”.
Me miró de un modo extraño y después se volvió hacia el otro lado, porque había
lágrimas en sus ojos y no quería que yo las viera correr.
Más tarde me lo volví a encontrar. Era otro totalmente distinto. Había empezado a asistir
a la Iglesia. Daba limosnas costosas a los pobres. Leía la Biblia, y sobre todo creía que
Cristo había pagado sus pecados y le aceptada los sufrimientos de cada día en pago de
las faltas. Ahora derrocha dinamismo. Dejó su complejo de culpabilidad y es un hombre
sano, feliz, porque se siente en paz con el buen Dios. Cuando el “complejo de culpa”
venga a recorrer nuestra personalidad, recordemos que Cristo colocó en la cruz la
sentencia de nuestra condenación y la borró con su propia sangre. Y se entregó a sí
mismo por nuestros pecados” (1,4). Y que así como está lejos el oriente del occidente,
así alejará Dios de nosotros nuestras maldades, si confiamos en Él” (Salmo 102).
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[SAN PABLO ECUADOR, 1994. Meneses 318 – La Gasca. Quito Ecuador. ISBN: 9978-06-000-6 (Obra completa) ISBN: 9978-06-011-1. Impreso en Santafé de Bogotá, Colombia.
9-789978-060117
Caabty6209@hotmail.com
Transcripción: Cesar A. Acosta B. 111